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El régimen oligárquico

Materiales para el estudio de la realidad


argentina (hasta 1930)

Marcos Giménez Zapiola


compilador

Amorrortu editores
Buenos Aires
Biblioteca de la realidad nacional
El régimen oligárquico (hasta 1930). Materiales para el estudio
de la real1:dad argentina (vol. 1), Marcos Giménez Zapiola, com-
pilador
© Marcos Giménez Zapiola, 1975
Unica edición en castellano autorizada por el compilador y de-
bidamente protegida en todos los países. Queda hecho el depó-
sito que previene la ley n• 11.72~ Todos los derechos de la
tdición castellana reservados por Amorrortu editores S. A., Es-
teban de Luca 2223, Buenos Aires.

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modificada, escrita a máquina por el sistema multigraph, mimeó-
grafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos
reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

Industria argentina. Made in Argentina.


10. La reforma política de 1912 *
Natalio R. Botana

l. Introducción
El 12 de octubre de 1910, Roque Sáenz Peña ascendía a la prime-
ra magistratura de la República. Había sido elegido de acuerdo
con la {órm_~J¡1~QJ2.~rativa de un régimen político instaurado en 1880,
~Il.§._Qli..9-ª--do_ d_urant~ )'!S do.i ~~as de Roca, y que ha?í:a
mantenido el control gubernamental pese a los intentos rev_~lucio­
narios de 1890, 1893 y 1905
En las eleociones de 1910, de los 70.255 electores que figuraban
en los padrones votaron en la Capital 39.636 ciudadanos. ~:;¡. Uni~n
Nacional, movimiento conservador que llevó a Sáenz Peña a la
presidencia, obtuvo 22.242 votos, y los grupos opositores, de tra-
dición mitrista, 17.394. 1 La Unión Cívica Radical se abstuvo de
participar, y el Partido SÓCíalista alcaiiZ7)-un -núinero l.nsigliifican-
te de votos.
Dos años después, en 191.2, en la Capital votaron 106.157 ciuda-
danos sobre un total de 126.303 inscritos. La Unión Cívica Ra-
dical, incorporada a la legalidad electoral, triunfó con 35.896 vo-
tos, superando por escaso margen al Partido Socialista, que reunió
32.451 votos. 2
En el trascurso de dos años, cuando los ecos del Centenario aún re-
sonaban en la opinión pública, sometida a una retórica copiosa,
s~bia modificado sustancialmente un régimen pQlítico que per-
duró 32 años, y se preparaba el camino que permitiría efectuarla
única trasferencia pacífica de poder a un partido .opositor regis-
trada en nuestra historia política del siglo xx, sio trasgredir los
principios y normas constitucionales.
La Ley Sáenz Peña, denominada así en homenaje al presidente
que le dio vigencia institucional, nQ~S_ res11lt?:do del azar hi.stq!'_if2i___
ni de la decisión voluntaria de una clase dirigente unific_a,da, que
conscientemente resuelve ceder el poder político a los gfJJ.p.9.S y
partidos que anteriormente la impugnaban. La reforma política
de 1912 es consecuencia de una serie de circunstancias his~
que, cuando el país entra en su segundo centenario, configJJ.IE:!Lel
1 siguiente contexto:

* Publicado originalmente en Criterio, vol. 44, n• 1.618, págs. 223-28.


1 Véase Adrián Beccar Varela, La reforma electoral. Contribución a su
estudio, Buenos Aires: Imprenta de la Prisión Nacional, 1911.
2 Véase Darío Cantón, Materiales para el .estudio de la sociología polí-
tica en la Argentina, Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Tella, 1968,
vol. l, pág. 81.

232
{g) Se había quebrado definitivamente la alianza. de. persona~ida­
des. y grupos locáTes que apoyaban al viejo Partido Autonomista
Na~ignal (PAN).
1iJ El clima intelectual del Centenario favorecía uria !~~c?tlca vacía,
pletórica de alabanzas a una Argentina feliz, segura de su pr~e­
s~trui9~ _¡:>~I:Q._~.!1.!1->i.~I1 .creaba .llJla. ~Hfü:iQ_cokctivo. %~~ª
c~:mciencia en los ~rupos dirigentes ~e_WJ;.ied.E,d_. il.ustrada. u-
blicamente, se manifestaba Ia "ccmtradicción entre los mandatos 1

c:.onstitucionaJe~. y las prácticas politicas -~p_r¡ieuta:f.jent. r.ª.s.....cill. e


los estudios de ciencia_J~2li_tic~~ cféscríptivA~.a~z 1ª.J:~¡_t~d
del fraude electora~ ~~,:WJ ,mecanismos iufo~J.¡;~,,_g,ne_.cfütrihi¡í::¡n
!Os cargos l?.21füc6s ~{llit..2<'1"_~ª'fil~i<:?.~:~e -~~11º·
\c:\A partir de la decada de 1~~· y a comienzos del_sizl2._x~_ se
'd'esarrolló un n~_~vo tipo de con icto pglític.~".P~<:>~ºC.ªAº ·¿?~ .ll.!1ª
or anizació ~.x1stente en la sociedaCI oé esa e q~a: e1_paTti~o
po Itico crea ,o IE... ep~!ls!i~!l!~ente de as fuentes de r~~u­
b~~~meñíáles; iju~_.planti::aka 1ma. exigencia de partici¡zación e~ec­
foral y pm~Ja....si~tei;p.áti<2e~Ete J.e~gmtacj6n a~ adlwenteu .
segí:!idores yi~j_an1e. la orga!l~~ac;i.§p._j~_!1:1~~~~Tºs, la dif~si_ón
de Y1.1'1 i~~!<;>gí.a. y la elaboración de .lJll 12&,º,.~,r~ma.

Estas tres circunstancias surgían en una sociedad poco permeable


a la internalización de nuevas pautas políticas, con una población

el 50 y el 70 % ruto
extranjera que, radicada en Buenos Aires y el litora!l. glcanzah<i
a sexo y edaci.. lo cual era significativo
para la esfera pó iti{;; porque se trataba de adultos yarones ma-
yores de 29 ¡;iñas, 3 A ello se sumaba !~!X,inalidad ,¡¡oJ.ítica: el
extranjero el'<! rechazac:lo por el sistema p~füi~Q,,,_las__maguinari'!;s
i>.arti(fu.f.~.$-~pemwJO-·IDQYiJiial,)ah y,- coriio·_ consec.!:l:enc;jª- cl~. ~_!lo,
el ··tn_mtgra.nte se . asim,i.1ª9.iJ!...1ª- .l!f.!ivig~g · soc;i~~c.2_~miQ!,_.,.E~º
perma11~~j!_el ~.~u n?-fiQ!l~c:l de 01:i~e31. En 1914, el total de
nafúráíiiados apenas ·alcanzaba 'el 1,4 %, mientras que en Estados
Unidos, en la misma época, se registraban porcentajes del 89 %
para la inmigración antigua y del 30 % para la reciente. 4

II. El clima moral del Centenari~J


y el ocaso de una clase dirigente /
ETCe1:itenano constituyó un wotivo inmejorable para manifestar
los logros del plan de in~~r:.sáó.n q~_Jª ~rg!<ntina..~p el!n.undo, tra-
zad9 por la clase dirigente que gobernó al país desde 1880. La na-
~ión recién consolidada, con Buenos Aires por capital, demostró

3 Cf. Gino Germani, «Hacia una democracia de masas», en Torcuato S.


Di Tella y otros, Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, Eudeba,
1966, pág. 219 y sigs.
4 Véase Osear Cornblit, «Inmigrantes y empresarios en la política ar-
gentina», en Los fragmentos del poder, Buenos Aires: Jorge Alvarez, 1969,
pág. 416 y sigs.

233
~n .sis~ abierto a._la_p.oblación y el capit¡il eU[Ql?~.% 9eli~
ber::;td_O,lll(!I1t_e. Yil!:C:JJ..lac1o _«i;:on l<is. pote_!lcia~ !!eg~I_!!_ónica~. Q!! ,Jtguella -
~poca. Se conocen las cifras que indioan la magnitud del cambio;
pero es conveniente recordarlas. En cincuenta años, las exporta-
ciones aumentaron más de diez veces, a:lcanzando una tasa de in-
cremento del 1.183 %. 5 En 1888, las zonas de cultivo abarcaban
2.422.992 hectáreas, y en 1914, 14.313.630. En veinte años, la
población se duplicó: l.956.060 habitantes en 1895, y ,7.888.237
en 1914. La red ferroviaria cubre 2.313 km en 1880, representa
uncaprtal de 62.964.486 pesos oro, 'trásportauriaca~ga de 772. 717
toneladas y obtiene una ganancia de 3.488.232 pesos oro. En.1913,
la red ferroviaria se extiende desde Buenos Aires hacia todo el
país, trasporta 42.916.636 toneladas de carga a través de una red
de 33.478 km que, junto con las maquinarias y los bienes inmue-
bles~ Tepre"tei'ita un capital de 1.358.849.967 pesos oro y arroja
una ganancia de 52.742.416 pesos oro. 6 A este rá,picio d~~llo
económico se le suma un esfuerzo .. s. isternatico p_oi: .nacicmajizar .e.
1( lf!: pob!ac1óñ ~e~te yn sliteinii-.i:du~aciQpi!,l.Ú.~-1~~Íizado: la ta-

r s~ _de anaifabet(),..S.,J?..OI~JQ_O habitantes de 14 aí)Qs o más se


·. reduce def'i'.Lll% en J869 al 35 ~ ei;i. 1914. 7
/Sobre la base de eso~re.sultados materiales se elaboróuE:?- ~ozía
de progreso iliml;¡:;¡ao. Los aigentlri«5S,aíce-uii áútor-a:eesa.epc5ea,
«no conocernos la miseria extrema que suele hacer estrªgos e_12Jos
pueblos ei:if9peÜs. La vida es fácil. El bienestar económico ti(!ne
repercusión inmediata en la constitución fisiológica y en la auto-
nomía moral, y así somos efectivamente, por '1o generail, fuer.tes
de cuerpo y altivos de carácter».8
Y esta ideología no solo contribuye a reforzar la confianza interna,
sino que además proyecta aja_ Argentina en abierta competeI)s;ia
con Estados U nidos, iñsiStíendo con optimismo en que en la can-era
del progreso material nuestra nación reproduce, en el siglo xx, la
marcha ascendente de Estados Unidos en el siglo xrx, pero «con
más ventaja y fortaleza, pues se realiza en mejores condiciones».9
Sin embargo, sobre ese telón de fondo de c~nfianza ilimitada se
abren serios_j12terrngantes y. se advierten graves conflictos. Más
allá del consenso casi unánime acerca del sistema socioeconórni_co,
algunos autores impugnan «a una minoría sin escrúpulos que, in-
terpuesta entre la tierra y el pueblo de la Nación, ha sembraido
pavorosos problemas económicos», y comparan «los distritos rura-
les norteamericanos, donde se desconoce al arrendatario porque

5 Véase Roberto Cortés Conde, «El boom argentino: ¿Una oportunidad


desperdiciada?», en Los fragmentos del Poder, op. cit., pág. 225.
6 Véase R. Cortés Conde y Ez~uiel Gallo, La formación de la Argentina
mo'.derna, Buenos Aires: Paidós, 1967, págs. 34, 47, 53.
7 Véase Gino Germani, Estructura social de la Argentina. Análisis esta-
dístico, Buenos Aires: Raiga!, 1955; citado por R. Cortés Conde y E.
Gallo, op. cit., pág. 84.
8 L. Maupas, «El problema moral argentino», Revista Argentina de Cien-
cias Políticas (en adelante RACP), año 3, n• 30, 1913, pág. 644.
9 E. Quesada, «La evolución social argentina», RACP, año 1, n• 11, 1911,
pág. 653 y sigs.

2'.H
todos cultivan su propia tierra, con la denigrante situación de
1..- nuestros prados agrícolas». 1º
En Buenos Aires, el problema social se manifiesta con jntensjdad
d~sconoclCiaña~e_pJol!f~. N_icolás Repetto recuer.c!~__que dl!r:~Ilte
el -~,riQdo «que sé ·profou_gó desde pr!n;<:i_p_íoi de siglo hasta J..91 O
estahlaron más de cien bueJ~as p&rcia.Jes, sei,s h.~ll-5- ge_l!t:r'!:les,
se decretó cinco veces el estado. de sitio, se sanc:ionq la Ley de Re-
sideriCíá~ se lleva~on a cabo cinc;g_ .ma.tanzas obreras, .se_.¡>~f!.trÓ
el a.5esinato del jefe de. policía Fakón y de su secretario Lar-
tigau~ 11
Las fisuras existentes en el mercado de trabajo urbano y en las
relaciones de propiedad de las grandes extensiones de la pampa
húmeda no constituyen, pese a su importancia, el núcleo de las
preocupaciones del Centenario. l~;Ls~.!ltr.<>.: d~ preoc~p<l:_<:ión de,l )_n-
t~lectual ~~_ Jas_ .QC:!l~ci<:J~L~onc;r~!a~ de .IOS::JiQillPmi4:hl.if.os
es _e! pr.obiema polític:o. Y, en este terreno, la caracterísüca pecu-
liar del Centenario reside en que el problema político ~ plantea
.. ~ fundamentalmente como una c_y;_~óñ WQral. Circulaban entonces
d~ ideologías__ p_ar:alelas que se caracterizaban por no interferir
mutuamente en sus campos de justificación y de crítica: una em
la ideología de progr,f.SQ . ilimit~, q~ justific;ª!&._tl sistema so-
cioecoI]Ó~~ otra, la ideolo~1a de ~,llilrac;ióu.~l. que jmpyg-
ñiba"af' reg1men político. Ro olfo R1varola expresa claramente el
f:.ónte···n.
a nuestro i.d.o pa1s
d. e,.latal
nue.como
v.a I.. d.eología:<~~d~l_C.
es: con v1c10s, con grosenas, ent.,.e!!<l.!fa.m
con ..perve-1"-
º. st·!'ª_ráj
síones morales, con delitos; pero lo hará ta,ml:úfo con .fuerzas de

l r~~sihi1,. c;on, la coricíenéia de que todo ello debe terminar. ju.oto


con la embriaguez de la inmoralidad polÍtÍ{;a y de los delitos ad-
IIÚÍ11strativos».12 ·
La im ugnación moral es evidente en el estilo del Partido Radi al,
·. e!_!__Ji!.:ULQ.~tas ª~ mom_ciones de los diri~entes socjalista&~os
! , e~fuerzos Ji~ los iiifeiectua>Jes por resolyer la ..contradicción .abser-
__
va~trn la <Joctrina y la práctica política. Para llegar a estas
conclusiones, no fueroñ ajenos los trabajos-'realizados por un grupo
de universitarios que, justo es reconocerlo, han sido los fundado-
res, en nuestro país, de una ciencia política descriptiva y explica-
tiva, dueños de una capacidad crítica que les permitió penetrar
en una realidad encubierta por >la fraseología y la retórica enton-
ces en boga. En 190·ª' Rod9_lfo Rivarola da a ,conocer su obra
titulada D3l régimen /ederatizio .al unit.ariq; se trata de un estudio
referente a la organización política argentina donde _s~ esclarece
la ficción del régimen y la realidad de los sistemas políticos pro-
v~nciailes dominados por gobernadores que, a su vez, permanecen
subordinados al poder central. Tres años después, J_psé Nicolás
1\!a.!ie.riz_o publica El gobierno representativo federal en la Repú-
- --- -----------·---··-·-··
-~- ---~ ------------ ..
10 J. Rubianes, «El retroceso moral de Buenos Aires», RACP, año 2,
n• 23, 1912, pág. 645 y sigs.
11 N. Repetto, Mi paso por la política. De Roca a Yrígoyen, Buenos
Aires: Santiago Rueda, 1956, pág. 50.
12 R. Rivarola, «Crónica», RACP, año 1, n• 3, 1910, pág. 418 y sigs.

235
blica Argentiua, modelo _.:le análisis politiw.--para su épocª elaQ<J-
rad_? c1e_ilf_uerd9 _cQJl una metodolozia r!gµr.:()sa; en él se describen
las relaciones de domj1iliLe1).t~Jas_difere_ntes funciones que _confi.-
guraban el régimen político, la composición sociológica de la clase
dirigente donde se redutaban los gobernantes y el sistema de_ si!-:.
cesión presidencial que garantizaba el triunfo del candidato ofi-
cial, apoyado por el presidente saliente. El régimen electoral,....w-
!endido como sistema de control para la designación de los 150-
bernantes en los diferentes niveles de decisión, dio origen a una
serie de estudios de valor científico innegable realizados por r.
Rivarola, Octavio Amadeo, Alejandro Zerboni, P. Torello y Juan
A. Gonzá!lez Calderón, en su primera época. -
Sin embargo, detrás del movimiento de ideas y de descripciones
críticas que alimentaron el clima moral del Centenario, eJ g~l:!P.?
c;l~~4~ccJ}lli.0 habíÉ' IWfQ.ido d~i~am(!gt~_t!Lc<?ntro!c:J.~l.l2.2-
0er presúfenc1al. La h1stona, que se remonta a nueve años atrás,
rélafala dest;:ll:cdónHde una aliar:za yel nacimiento de u91 <;Qn-
flicto de consecuel}ciªs imprevisibles. l.a protagonizaron dos ac-
tores que, juntos, superaron la crisis de J890, controlaron los go-
biernos de transición de.,._Luis Sfri.¡¡. ~Ra y fosé E. Uriburu, y
áSegurarón la -?íñica reelección que en la historía nacionaf fogró
completar el segundo período. Durante veinte años Í!Je.roD jeÍ!;§ ,de
Esta~() y ___C()I!-ª!:l~tQr:~Lª-~-_f_g___s~sastl.___as.Qci ación ~a, tC?.. ¡;ti__¡:e-
g~amen to, ~in estatutos_..-ni E~.°..~<l:~~ d!:_!?.2.~L!.~0 &-0!Le.E,!lªl'.1-~e_s, le-
g1s!ac;l~rds, J;!_~Sei. y~de_ma8lti}I~_1QDª[1Qs_Q(lciona1le1 Y..Proy1.!!_~1'!Les»la
que se enominó Partido -~yj:on9m~1ª. NJlciQ~ Se J~_r:nab_Gl:IJ ,l!1.:
lio ~- Ro.ca.y CarfQ~~irii; ······· - -
En}~ Roea retomó el control~bie!no y fu~_E_eelecto_E.or
un _colegi~ elector~Lq_J.1:e r~fie)Ó correctamente el juego de afüm-
Z3:_S ae1as ó1igá~q~ías_I6cales~del YAN: de ün___tota!C1e~ecto-
res, 21ª, ª.P?y_aro°---ª Roca, y solo 38 ele.ctores dela Capital, l~
provincias de BuenosAires y_Q2rrie11tes per:filaron el esfuerzo 0¡10-
sitor de Bartolomé Mitre. 14 El defensor público del candidato -y el
colaborador leal durante los tres primeros años de la presidencia
fue Qarlas Pellegciui, La prueba de la a1lianza sobrevino cuando
Roca solicitó el concurso de Pellegrini para gestionar en Londres
un plan de unificación de la deuda pública. Pellegrini realizó
personalmente dicha gestión y asumió su defensa en el Congreso.
Roca, sin embargo, retiró el proyecto. Pellegrini quedó aislado y
se convirtió, hasta el día de su muerte, en opositor de aquel.
Lo significativo para nuestro análisis es que u_nª",gµerelJa-~
' ~/ 1:1:1 p~oye~to. gu,~rn~ntal. derivó, enJ?, ~e se refie_Ee Pelleª_ ,a:
m, -en una rmpugnac10n abierta ~-'fa leg1tm:UCI~-~el reguEen .E..º-
lífü:o que ~l ]}~pía apoyado -éorí tanta. en~rgía. Di,ho cuestiona-
miento alcanza un punto crítico en 11J04 y 1~06_,_Roc.', al término
de su mandato, promovió la llamada «Confereocia_ge Notables»,
en la cual, para neutralizar la influencia de ·1>eNegrini, que pug-
13 R. Rivarola, «Crónica», RACP, año 1, n• 5, 1911, pág. 682 y sigs.
14 Véase José Nicolás Matienzo, Le gouvernement r.eprésentatif féderal
dans la République Argentine, París: Hachette, 1912, pág. 159.

236
naba por la sucesión, fue preciso que el viejo caudillo trans1g1era
con la postulación de Manuel Quintana, un antiguo adversario,
más seguro que Pellegrini en esas circunstancias para mantener
el régimen. No obstante, Quin~a eligió como compaüero de fór-
mula a Fi~e.E~~-Alcorta, «nada afecto a Roca y amigo de Pelle-
grini».15 Derrotado en la trastienda, Pellegrini resolvió presentar
batalla dos años después en las elecciones de diputados de la Ca-
pital. Pellegrini combina entonces dos estrategias; Eºr un lado,
r:~corre la ciud.ª'cJ, ~ -~~!r!buna ~11. m~s__de_y~in~ 02.c>ttuni-
~ades, 16 hJ.;se púq!ica su.~mEY$11~cjón. é;\l .régip:J!!.11·:Y proc!arn~u
fe en una_s!emocracia libre_9._~1frai.i.de y lawrp.w..ci.Q.n; E.21"!!.<?t!'o,
establece una coalición CQ!L.~i.mitri~W..2.S. r~tQma.~LJ:on.trQ!. ..dt.<Jc.
~~~I"larfa :IX?Titi~_j:iara=.E.9:~prar--votos._ ~eql!-i!!eria _q~~ .~.rLlª
C.~tal~ éfaba en ~anos. ~-~-m-i gfl1P9 d,e caudiJ.lQS_ eutte los qye
sobresalía G_ayeta?o.-9.~~l_i.i. 17 Pel,legtllli. triunfó en las elecciones
de marzo de 1906_. E.~ mi~m9 ".Jia moría M_sg:ff¡el. Qíüñfii"ña:-:E·l
camino estaba abierto Pªia. que Pelleg.rinL~f.ip.i~rnla..QrientaciQ_n
ael ~efno de. Fig,!;!~I''?<'l~~l~.9tta. :L9 .b.i.zo...poLmU}l-~J.i.ew.p.o:
meses después, _sll__yidª'§.l<...ªJ>ªg¡i.ba súbitarn~nJ.e. Solo tuvo la opor-
tunidad de pronunciar sus famo&os ..al~gatos, <lf~i~~orporarse a .il.JJ
b;:tnca qe~jpl_.!.t~do, enJ,eyQ.r de la ¡¡inceri@_s;l gel pufragio~_-.qu.e'"".él
. --lP• nuñca~había pq~ticado .pero que.esta.b.aJfüR!!~lQ .a.iJ:riplantar.
Figueroa Alcorta persistió en enfrentarse con el roquismo, recu-
rriendo a una serie de medidas extremas para contrarrestar el
predominio de las oligarquías locales. Intervino siete provincias,
clausuró el Congreso durante las sesiones extraordinarias de enero
de 1908 18 y mantuvo el aparato electoral que heredó de Pellegrini,
allanando el camino a la candidatura de Sáenz Peña..
Los diez años que trascurren entre el nuevo-siglÓ..y,erCentenario
registran un conflicto que quiebra en forma irreversible una fór-
--t? mula 02erativa de asociación entre gobernantes., de_ntro ~
r~~~!LWJ;....hl~--::::ia:...participaGión papnlar. Roca la hal;>ía
iP:.~'l!Kurado -~n..J.8fil4 .II1<'?Qiant~.Ja.J"~- de. Gob:er_na~Q:I'~S. ~L!'.ar­
t~do Autprio_mista Nacional constituyó un vehículo realmente ori-
ginal, si tenemos en cuenta la ci!cunstancia histórica, para vincu-
lar a las· personajes locales ae provincias y comunas con el poder
presiáencial. El P ÁN no ue una ar anización estab ec 'd a
movilizar a la t?.a"'.,af.Wn,_ sino un .:ns~ru1rtento que comunicó a, ]as
'; ' ; otigaiquías re{f.ipnalfs. e.JJlrL._ti; na_q}!J_n.r::Jizá!!dol.c!:J._ qe!1:,l~E. de un
' con)lmto de...J:flíf,{iq;n.e¿,f!._e_ f!!Éi:.rdi.nactzi, ~estr;,ic~aT!J.fJll.!i ¡¡;¡r;¡ra.s.
: :Ca _!l idez....de. esta estructura erar uica, que hacía de~enk al
g.z r11ador de la voluntadrg~L~m.a,pgr,-:Y::~J;Xi.:Ja ~ iitivi J,;1
presidente, debía _h<J.f~E:..-H~_E:l,l~;i~_~l CQJ:!füt;!2. ~-J~.1!1.:'.!~.-~n
15 Carlos lbarguren, La historia que he vivido, Buenos Aires: Eudeba,
1969, pág. 141.
16 Ezequiel Ramos Mejía, Mis memorias, 1853-1935, Buenos Aires: Edi-
torial La Facultad, 1936, pág. 226 y sigs.
17 Véabe R. Columba, El Congreso que yo he visto, Buenos Aires: Edi-
torial Columba, 1948, vol. 1, pág. 12 y sigs.
18 Véase C. Ibarguren, op. cit., pág. 199 y sigs.

237
l;i ~umbre de la jerarquía y el presidente perdiera el control d~__la
sucesión. ~----º-9!rrió cuando Roca y Pellegrini dejaron de com-
~a rI1isrna. creencia, X u~ s.~~tor ir¡:J2:9rtante d~...cl·¡¡:¡e_,.gj¡i­
ge!lt.e fü~uitbhcª_~u d4~-~ .acerca del· derecho que teI}Í_a__ a mono-
p_()ff~_~f~og~r_J.).2li!kº·

III. Sáenz Peña, el desarrollo de los partidos


políticos y la crisis del conservadorismo
RoqlJe Sáen~J>t'.ñ_a fue ele_cJQ_gracias_a:l_c;oncursQ__Qel sector anti-
IJº9ui.§1?:_ que, de acuerdo con la estmtegia ~r_a~;;td<l:_E2_r_ Pellegrini
y Figueroa Alcorta, conquistó una por una las antiguas maquina-
rias electorales y situaciones provinciales. El movimiento gestado
para impulsar su candidatura, la U nj.óE. N acio¡;¡e_l, no difería, en
rigor, de,l~ ~ªrtido A~2!1orñfil~l: ambos fueron un
y_~h@lo eficaz_,.P¿trª_ \!!11.rnlar oligarquías. Pero, mientras el ~
Il1anipuló~_E~ ideología_5gnc:;ordaQtf!_c:on la estrucJL!!:<l: p_Qlítica que
lo sostenía, la Unión Nacional reorientó de manera fundam.!:JJ.tal
su mensaje id~Qlógico ~~n_t:!:<1:.9_ij_QJª__r.ealidad de Jos meca_nis!!los __
-~e-ªes~:<tció_n n:i_~ni~~-49~ por sus dirige_ntes, con el' prp,,yecto ae
renovación de la política argentina procl;,unado.por_ Sáenz_P.eña
en un discurso pronunciado en la plaza Retiro ante 30.000_ 11erso-
nas.19 Allí, Sáenz Peña manifestó sus propósitos institucionales y
fos tradujo en un lenguaje que recuerda mucho la profesión de
)e de un creyente: «Dej_::i-_~!Il~cr~r -dijo en aquella circunstan-
l,. / cia- ~JºY pretexto para_ la fnnda.ciQn del ¡:¡artidQ.. orgánico--}'.._
· doctrinario que ~~g_eJa __grandeza argentina; ci~dme !a confian-
za de que acabaron los personalismos y volvemos a darnos a_Jas
ideas». 2 º
Esta actitud no em nueva en el futuro presidente. Después de la
revolución de 1890, cuando culminaba una brillante carrera di-
plomática, Sáenz Peña encabezó un movimient() de renovaGión
conservadora_ gué_1o_Juzo f<i:ndicl~to flrn:i_e _e_n_ las _eleccion~re­
síclencLal_e.:tlk -1892 y .91le. s?lo _pllifOC:fesbaratar Roca1 I~s:!:ando
la adhesión del PAN y dél m1tr'ismo a la candidatura de su pa~e,
Luis Sáenz Peña. Firmé opositor a la reelección de Roca en 1898,
retórnó-i:da actividad política integrando la lista de diputados por
la Capital, en la coalición encabezada por Pellegrini para las elec-
ciones de 1906. Poco después, renunció a su banca y partió a Euro-
pa en misión diplomática. Des~ a!lí Erogramó su candidatura y
se puso de acu_~r<l,o_c;on_Jn<_lalecw GcSIDt;b_ s~ __C()J!!pªñ.~i:Q- gellB..o-
vimiento modernista en 1892, acerca de la estrat~gi~olí_!!:ca del
futuró gobierno. Inda:lecio Gómez participaba con Sáenz 'Peña en

19 Véase Miguel Angel Cárcano, Sáenz Peña, la revoluci6n por los co-
micios, Buenos Aires, 1963, pág. 154 y sigs.
20 «Discurso programa de Roque Sáenz Peña», Unión Nacional, Sáenz Pe-
ña. La campaña política de 1910, Buenos Aires, 1910, vol. 1, pág. 88.

238
una común oposición a( sistema roquista que en el dirigente salte-
ño se remontaba a su militancia en la Unión Católica y a su amis-
tad íntima con José Manuel Estrada.21 Juntos, en la ciudad de
Lucerna, el futuro presidente y su ministro del Interior definieron
los lineamientos de la ley electorail y la actitud prescindente del
gobierno, que no alentaría candida.turas, colocándose por encima
de las contiendas entre grupos y partidos. Tal proyecto se cumplió
escrupulosamente durante tres años de gobierno.
Cuando Sáenz Peña ;rr117 la__p.mid~ncia, ex!~tían soi;flic~~J~.o-
. lítiq>s n()_sgl_si _t!l!Jl:\~_2 ~ e l~ oligar~í~. Más aIIá í:Ie lOS grupos
co~fes; cbnfundiüos-·permanentemente con las funciones
presidenciales, surgía un nuevo tipo de organización, que prescindía
de los recursos públicos para persistir en la acción política.
Los artidos olíticos modernos nacieron de las entrañas de 1 cri-
-'1/ ~!S e 18~Q- _n e - ;arq~e se ~ncoiifraron os tres grandes organi-
zadores de partidos en la Argentina de 1900: I-fü~ólito Yrie¡~E·
Juan~~· Justo}'. Li~:o_dl;_o c!_eJ~TCl_.rre~ S§Jo uno_cfo~ estructuró
una-organización de alcance miCionál; los demás frac(isaroi:uil in-
tentarexpandir el radio de acción de sus partidos desde su ámbito
de ()rigen, urbano uno, regional el otro. .
Ygzoyen....hi.zo...:de...la-.Unióu. Cívica Radical el primer pai::tido._de ,/
l,ll~l:\~~ón p_opular que abarcó todo el país. J 11an B. Justo cQns-
tr~~--c;on el Partido So~iaJis_ta una organización de disciplina es-
tricta con centralización ideológica,22 que respondió a las expec-
tativas internacionalistas de grupos de origen inmigratorio estable-
cidos preferentemente en la Capital Federal. Lisandro de la To-
rre, mediante Ja J..jg_a_ d~Lfü1.r,_~a_4_i_~ -~~!er~s_es _f:OC.()I1QgIÍ<:;os ~_s_pe­
cjficos de_l_sur de Santaf~L!.~I1.~-~?nt~ba ~I1 l1na numerosa
clase media urbana y rural,. y_ re~~bía unap_orte _i!llportan!~_de
ínmig1::an tes extranjeros. 2 s
La 1JC~_y la Liga del Sur constitl!Y~f_°-.l} __g9~ !!pic_gi; ,P.<L.rt_i~os de
clase media; sus manifiestos y programas traducían el consenso
bás!_c:o 'de un sector social, _füüdainentalÍnente asentado en el lito-
ral, con respecto _a un proceso de expansión económica que ·le ha-
bía p~rmit_id9_ªscender y prosperar. 24 ~l Partido Socialista, en cam-
bio, pretendía un~ r~geseri!¡¡,ción declase_:ll:1tef!!_~J;iy¡i,,__<!J!!L.9!'!ndo
el estilo reformista y docente. acfop_fado por sus dirigen_tes __rec~a­
b~ al nuevo proletariado U!__~<\l1Q__q_l!_e lipoyaralos métod_os evol_ytjyos
e institucionales para" aplicar, al,!nque fuera en medida mínima, 1
su programa. 25 - - ·-·---- ,__,

21 Véase Atilio Dell'Oro Maini, «La vida ejemplar de lndalecio Gómez»,


Los discursos de lndalecio Gómez, Buenos Aires: Kraft, 1953, vol. 1,
pág. 81 y sigs. _.
22 Véasé Alfredo Galletti, La realidad argentina en el siglo XX: la po-'
. lítica y los partidos, _México: Fondo de Cultura Económica, 1961, pág. )
"5-3-y. sigs. --- --- ·
23 Véase Ezequiel Gallo, «Santa Fe en la segunda mitad del siglo xrx. (
Trasformaciones en su estructura regional», en Los fragmentos del poder,
op. cit., pág. 270.
24 Véase R. Cortés Conde y E. Gallo, op. cit., pág. 93.
25 Véase N. Repetto, op. cit., págs. 65-79.

239
La UC}l $Obresalic) COir10 la principal fuerza oposiw..r.~Ldebido a
l~e_cuJ-ªQs_ de. org,;:miza_ci9J1 polí_tjcª-. mQ.viliz.<i.dos _por Y rigoy~ y
aJ;:¡,s es1:_gtl';giª5_<tlternativa.s seleccionadas durant15. más de veinte
años d __ --~ i ad. Yrig:oJ:'.~!l. utifü:§,,, con un propósit<:>~gte,
os mismos recursos tecnciJógico_s implantados por el roquismo pa-
ra vincular ~ los___g°'!zi_;rnos loca:1es con . ~lp~e~ l?Fe~idencial. La
i_J1.f!~~~tructura coII1_umca_cional, desa,r:roITada enJ_~I_ma _vertiginosa
desde la__~~c-~~ª d<e 1880, contribuyó positiy<1,gi.~;ite_ª consolidar
~n. gQ!Jierpo nacional .a partir del g¡osaico_ de 9lig~~ías aisladas
típico de la Argentina tradicio11¡il. Así, Roca consiguió vincu-
lar las diversas partes de una estructura de gobierno. Yrigoyeri, en
cambio, logró comunicar entre sí a las distintas partes de una es-
tructura de -partido. Edificó, de esta manera, una organización
paralela aT regimcn institucional. Frente a los gobiernos locales,
Y1Jg,,o_x<:n. ~reó c~:nit~rovinciales ue _movili~aron ex ect~fívas
qé)artlClpacion_ p:oJifíéíi; fr;11te_ '!-.1:1.!U2Q-~r nacional cen ado,
Y rigQyg.n_q~-~onde_r~filE.~!_ég~~a las organizaciones más
fuertes de la estructura partidaria, como el comité de la provm_C1a
de13ilerí0s-ATres.21q·_:a. tJCR. ~~corrióel ca_rninQ_ de la reivindi-
cación pacífiea, como lo hizo el Parti~Q _Sociaj_~_~a, sino qi:ielue
leal a su origen revolucionario: c.2!!iliinó JJ!!f!. ideq].o.gía..1ie ~­
sigencia moral. wn la abstención revolucionaria, mmd.liz~ecto­
res <le_las fu~rzas ariñaáas en súSTilteñtos de g()lJLe.s__de Estado en
1893 y f9Q5, 27 -yJjgotó s1i programa reclamando «la necesida_d efe
~en del gobierno el sufragio popular, libre. de toda pre-
sión, 9 _traba, o influjo de los gobernan_tes». 28
EI Partido Radical .i;epresentQ, pues, la exigencia. de reforgi~­
lí~i<:'!_ más sign~f~<: ~e~-~d3:_FºE_ u~-&E~E~<?rga_1uz~?.1. !!Q _i_n-
corp_oraifu:];L~Jer.i;;l.qc;> _:_de!_ pQ;qer. Esta exigencia fue percib1da por
Figueroa Alcorta y Roque Sáenz Peña: en entrevistas secretas
mantenidas con Y rigoyen, ambos tendieron líneas para reincorpo-
rar al radicalismo a la legalidad. 29
No obstante, el núcleo en torno del cual se cristalizó ila incorpo-
ración efectiva de los partidos al sistema político fue la ley elec-
toral, cuyo proyecto fi:e sometido. a_LCongreso diez meses des~~s
que Sáenz. ;p~ña asu_IIl:iera el gobierno, el 11 de agosto <:1e__l11.L
con el fin de «garantizar el sufra~io y cr,~.r-e!,sufrSl.~<Ul~1 ~liW,.­
ta:.i_c!Q.__fL~o.,to :>ecrclO X ciblfg~~g,v.rerulº'J~ máximás-ga-
r~ntías_.en l,as _c:or:_icio~_J,;.~!!-_!::l e,~Q'~l!tii~l9'~.Y,,,~!!,92.L~sentaci~n
a la,s mll,},QJ;.flS». 3
El estudio del proyecto en el Congreso se dividió en dos partes,
según la estrategia desarrollada por Indalecio Gómez: primero se

26 Véase E. Gallo y Silvia Sigal, ~<La formación de los partidos políticos


contemporáneos», en Torcuato Di Tella y otros, Argentina, sociedad de
¡masas, op. cit., pág. 140.
27 Véase R. Rivarola, «La Justicia militar», RACP, año 3, n• 30, 1913,
pág. 721 y sig.
28 R. Rivarola, «Crónica», RACP, año 6, n• 74, 1916, pág. 149.
29 Consúltese, en este sentido, Ramón J. Cárcano, Mis primeros ochenta
años, Buenos Aires: Pampa y Cielo, 1965, pág. 301 y sigs.
30 Véase C. lbarguren, op. cit., pág. 226.

240
discutieron las leyes sobre enrolamiento militacy. orelen~n!i,e_.i;,1.to
c!_~6.n,..yJuego. se ~ó eLrégimen elector;,d. 31
Meses después, el mismo Congreso liquidaba definitivamente la
vieja regla de sucesión e implantaba el sufragio universal; el pro-
yecto fue aprobado por la Cámara de Diputados el 20 de diciem-
bre de 1911, y en las &esiones de enero y febrero de 1912 por el
Senado. U na sistemática tarea de persua~ión privada e individual,
llevada a cabo deSd_e el _A4_ip_!.sfer_1.2_ª~Q!!_t~rior, permitió _ªgiQ!iar
d~día el núcleo exiguo de legisladore,a ~~_sto~_e_n ¡:n:,inc.mio
a apoyar el proye!;;.tO. __R,_.Rivarola relata que, a principios de oc-
tubre; solo 12 diputados estaban dispuestos a votar por la lista in-
completa; tres semanas después, se computaban 50 votos en favor
del proyecto. 32 El destino de la_Jey:_st;!j:u_g6 mu_cho más en los pa-
sillos del Congreso y en los centros habitu_ales _de reunión social
queefCTos-aeoates pufüicos -crerCongreso, donde la mayoría adhi-
rió a-ia·1malricomplet_a:;-IE~~~_r~_s-_qt1-e·un -grupo de diputados -y
seriadores -entre los que figuraban Julio A. Roca (h.), Manuel
A. Montes de Oca, Benito Villanueva y Joaquín V. González-
apoyó el sistema uninominal po.r:___circunscr_ipdones puesto en pr<Í.c-
tica en las elecciones de 1904.
A- partir de la sanción.de.la ley, hubo. cuatro años de acción po-
lítica durante los cuales se hizo evidente el fracaso de los grupos
conservadores para adaptarse a las nuevas condiciones de partici-
pación popular que ellos mismos habían creado. -'
La movilización e!~ctor:_al co!Ilenzó antes de qu~~-~a!1ciop;irªJªJey,
cq_!_!Ja el~c:_~i~n que tuvo Iugli:!:.erdaprovincia de.~~i:i.t::1._F~, donde
triunTcSel Partidq __R,ªQii;fil. Meses después, en las elecciones de
diputados de 1912, el Pigtido Radical se impuso e_I1)ll,_ Ca.J?i.tal
Fe_deral y_e_n_$anta Fe, y obtuvo votos de la rninoría__e_r.___J!:ptr~JU9s
y Có~<!_o~a. De las otras provincias vino un importante contingen-
te de diversas facciones conservadoras, «lo que no impidió que esas
fuerzas, que traían la mayoría, se consideraran las vencidas en la
jornada». 33 El hecho significativo de estas elecciones, aparte de la
victoria de los radicales, es la fidelidad de las ag!upaciones con-
S':E.\'.ª-dorn.L"1- _la_s ~~as_ pi::!CJ~af-é1e"Cf_o~~- Cu.ando er·coñtexto
institucional había variado drásticamente. Recuerda Federico Pi-·
nedo un episodio que ilustra con toda claridad este proceso de
inadaptación: «La noche misma de las elecciones llegó a casa de
.mi pa,dre un amigo personal de don J?enito Villanueva, viejo po-
lítico que figuraba esa vez como candidato a senador de la Unión
N:ácional, trayendo de la direccióI1 de ese partido un dato preciso: l¡•
"B~!iíto Ié lia ganado a Beazley (candidato cívico) por 10.000
\To tos". L.§t_ll_!:Ofe~í~_ fundada en eJ cómputg_ de_ los votos pagados
y~ue se suponía "ad_s.uiridos'', r~su}~§_Y!~~-~ª-.<;;ta; pero
lo que-nosepreviófue que radicales o soci~listas, que no_ se con-
sideraban rivales peligrosos, pudier:an aventaj~ a nacionales y cí-

31 Véase A. Dell'Oro Maini, op. cit~ pág. 164.


32 Véase R. Rivarola, «Crónica», RACP, año 2, n° 14, 1911, pág. 220.
33 Federico Pinedo, En tiempos de la República, Buenos Aires: Ed. Mun-
do Forense, 1946, vol. 1, pág. 16.

241
v,li:os. Fue un resultado del voto secreto, que .ponía._ fin a la prác-
Ltica de la cQroprn ..dire.c;t,a_ de sufragi0§~. 34

J~ elecciones para &gbernadQftS, en ·cambio, equilibraron la de-


rrota en las ciudades. La_!Jr:iiqnJ:'rovinc.ü~Ld~...Sfilta consagró go-
bernador a Patrón Costas, que triunfó contra el candidato radical,
Joaquín Castellanos. Ramón J. Cárcano derrotó al radical J. Ame-
nábar Peralta en la provincia de Córdoba, y Ernesto PacH!la re-
sultó electo gobernador de Tucumán frente a Pedro L. Cornet,
también radical. A esta altura del proceso electoral, resultaba
evidente que l~ contienda radie;ahc.Rm~rvadora t~~tí.!Lª-llr..Q<:l_y_¡::ir
situaciones..de egipate, siempr:l'!S cuando el enfrentamiento electQ-
ijl~_giera...en.mar.c.o.s Jimitfü!QU'J!I! ~leccion('!S Pll:r:~el~. La prue-
ba definitiva vendría en 1916, porque en aquel1a circunstancia
el ámbito de la competencia se ampliaba inevitablemente: allí no
estaba en juego una banca de diputados ni una gobernación de
provincia, sino el poder presidencial, centro vital del sistema po-
lítico argentino.
El Partidq Radirnl f_y~J<:i:i!nica fuerza política adaptagª' .<!.L~n­
texto naci0!1Jilde movi_Iizac:;ió.I1 p~pular: presentó un candid.aio,
IIljiolifo-Yrigoyen; difundió un programa y trazó una estrategia
cuyo campo de operaciones fue el país entero. En ]as filas conser-
vadoras, el desacuerdo entre grupos y facciones hizo crisis a pªrtir
¡:le 1914. El conflicto tiene como eje a dos figuras que representan,
una el fracaso de una política progresista dentro del conservado-
rismo, y la otra la .cristalización de los métodos políticos del anti-
guo régimen. Lis~ndro de la Tc:>;.-z:e, el conservador progz:~~~!a de
la Liga del Sur, y Marcelino U garte, el conservador tradi:ciQ!laj.
de la provincia de Buenos Aires, cien.en una significaci2.I1.. !!1!:!C,_h.q
más profunda que la derivada de un mero enfrentaniiento entre
caracteres o personalidades. Ambos fueron protagonistas de uria
querel1a que circuló entre las oligarquías provinciales e implica-
ba esta opción: ~nstituir un _I!~i:_tiqo_1@aQna1-sJJyQ _@ndid¡¡it9 y
p¿ograma_fuer:;\J.L!'.QDQc@~s previame!.lJ~ ~n todQ el _.Q!!ÍS, o_peysis-
tir en. t!LJl1e_go de_ alianzas locales PªZ:!l _I!ez..oc:;i_~!..J>Q.Sl~tl~p.te
un_.:C¿~gigato a la presidencia_ en el _c::Qlegj() e]ef:_tQrnl .. Lisandro de
la Torre -con el apoyo inicial de Indalecio Gómez y Joaquín V.
González, entre otras personalidades- pretendió hacer del P~r­
tido Demócrata Progresista, fundado en diciembre de 1Q_1_4, _1Jna
organización política moderna con capacidad suficiente para_d~­
putar el poder en un sistema electoral abierto; para el_lo, n_o__~lo
era menester reestructurar organizaciones, sino tamb!é!! re119y;ir
programas y plataformas. Marcelino l¿garte rnpjtafag' el ten;,iQr
de '1os ~~-S.Qll5-~...adw:.es, que, como Benito Villanueva y Juan
R~<fal, intuyeron, no sin razón, que el Partido Demócrata Pro-
- ~$resista era un instrumento tan eficaz como el Partido Raclira!,
--Vpára prec1 1tar su ocaso olítico. En vísperas de las elecciones de
1 , garte alentó la ormación de la Concentración Consen;a-
~' una alianza de grupos provinciales qhe se interpuso .entre-el

34· F. Pinedo, op. cit., pág. 15.

242
catid1 ato m ro oner ro rama -aluno. 35
eaoriT de 1916 se presentaron tres fégumlas..,}-'. una lista,.Q,e
rlectores: Yrigoyen-Luna por la UCR, De la Tom:-Cg,¡bi> por el
PDP, Justo-Repetto por ell!,S, y los electores de la Concentración
Conservadora. Sobre 747.471,ypt.o IJ~,Qbtuvo 340.000 sufra-
gios (J 3 electores), a Co.nss.~tración CQ@:o::q.dg,ra, 153.000
(6_!1~,t.or~s , e _ J)P, 122.000 Cú.2-~le¡::lQ~~J), la UCR disidente
de Santa Fe, 28.000 (l!l electort;~), y;f'P"s; 66.000 ( electores).
!.±
El 12 de junio de L916J_ue_prpdamada la fórmula n:i.ayontafia,
Yrigoyeu-L1ma, con el apoyo de 12,~~ales disidente§ ep el cok-
~ el~fu~[ La Concentración Conservadora definió solo en vís-
peras de esta elección secundaria la fórmula Angel D. Rojas-Juan
E. Serú. El PD:P s<2lo_ qi,iecié>. representado por la mayoría de elec-
tor~ 4e San Luis y Catamarca, y las minorías de Tucumán y Sa.n-
t_ª_ Fe. 36 Hipólito Yrigoyen era presidente de la República. Se
cerraba, así, el ciclo iniciado en 1910.

IV. Propósitos y contradicciones


de la reforma política de 1912
Roque Sáenz Peña no entregó los símbolos del mando presiden-
cial a Hipólito Yrigoyen. Había muerto dos años antes, después
de luchar contra una enfermedad que lo fue destruyendo desde
los comienzos de su presidencia. El tiempo limitado de su gobierno
--apenas tres años- constituye una unidad de análisis cuyo valor
dominante parecen ser la preocupación por los problemas insti-
1

tucionales y la escasa importancia otorgada a la gestión cotidiana


de los asuntos públicos. Sáf:nz_ Peña no es, en esta perspectiva, el
conductor de un gobierno, smo el fundador de un ré1'imen. Su
fig11ra_s~ ase_me.@. _giás a. la_ de ]).ll monarca-presidente situado por
encima efe Tas contiendas, que a la del hombre político dispues_to
a~ar )?ataUá para permanecer en el poder,_ o conquistarlo. Esta
~cfffUd probablemente ayude a definir el propósito de la reforma
política de 1912 y su contradicción inevitable.
Sáenz Peña e Indalecio Gówez e~t;aban convencisl9s de d1'~ CQ~as
qüe;-ifurante su gi;ttión, alcanzaron el rango de creencias fund;.
mentales; una er~~ uecesidad de movilizar al ciuc!,¡¡dano impo- -
niendo por ley_Ia oblfoción de votar. P~ra estos ar~stócrafas pro-
f undameri.te convenci os del valor de la~nte
era-~entidad ab_stracta a la ue había ue crear:.,. __s.fl9fü'la de la
abs!enCilln y vo carª _a _a _n,a,rH~wac1grrre_sJ2QP-~ª e. La otra creen-
cia respondía a la certeza de que, devuel!_<:t___l_a vida a un cuerpo

35 Para una descripción de este proceso desde la perspectiva demócrata


progresista, véase C. Ibarguren, op. cit., pág. 277 y sigs. Desde la posi-
ción «ugartista», es ilustrativo el relato de José Arce, Marcelino Ugarte.
1855-1929, Buenos Aires, 1959, págs. 31-54.
36 Véase C. Ibarguren, op. cit., pág. 291 y sigs.

243
electoral inerte, sprgirían naturªlmente los grandes partidos or~
~rlÍ~s, corno Sáenz Peña gustaº-'1_JlªrgarlOlii capaces de renovar
;s prácticas tradicionales. En mayor o menor medida, estos go-
tiernantes combinaron su confianza en el voluntarisrno electoral
c~n la creencia e~_ la espontaneidad de las rnasaspara generar es-
tructuras de mediación eficaces. Esta hipótesis permite entrever1
en alguna medida, el origifr1-ae la contradicción ya mencionada.
A'1exis de Tocmieyil1e, un autor conocido por Sáenz Peña e Inda-
lecio Górnez, afj~amil:.. gue _e_!_pr~~~C! político de ~!:ª_ S()ciedad
se hacía pºsible _rnanc1o,_ paralelamente afaésif©lli_de Tas _fQ!l-
diciqo.es qqe incrementª-pan la igualdad, los hol!ll>re§ c~_cim1~-t!fil­
~_, .en el arte de asociarse entre dlos. 37 EL...p.mbJ.ema.- que debió
qjrotlta.r.la r..eformq d.e _l2Jl.. fue saber si en la_s9ciedad_ arg~i'aa
se estructµraríari los agentes de mediación que permitirían hgygr
efectivo el plur_afüqo político, a medida que _se in_crerrien~ara!';_j_f!!
condiciones de i~ualdad elector.al.
·-un interrogante de tal envergadura puso al descubierto una cons-
telación de valores antagónicos en la sociedad política del Cente-
nario. Max Weber sostenía que los ~ec4_~~__J_i.!_s!§6co~_t:_S_!:<!-l:>~
~valores y predis~sic~<?!!~~y ~S.lQ.!l.. a su veb c!_eterm!~9:Q _hech~ ~­
teñüres. 3S La re orma de 1912.se introdujo, en efecto, en un carn-
po}Jólítico donde se habiáñ. ~aigadq <;!os tradiciones contradic-
t,ori_as. ¡,a p_ri~-~rn- Yelor_gal;?¡¡.__~l régill_!_~I1. ..P91ffic<?_~e]:rac1o imjifu.!1-
~do .I?ºi el roquisr:go, y__estal;>ª_hásicameute articulada por los ~ru­
pos conservadores de provincias. 1=-ª- _segunda valorizaba un régi-
men abierto dé participación popular y, en el ámbito naCi@al,
estaba f~amentailmente articulada por el Partido Radical. En
medio ae amoas se Iñterpuso-eT-proyecio de Sáeni Peña, qüe se
enfrentó con una predisposición positiva y otra negativa. La UCR
fue una estructura adaptada al cambio; los grupos conservadores,
por el contrario, continuaron aferrados a la tradición sedimentada
en tremta años de régimen roquista. Esta contradicción eliminó
la posibilidad de establecer un sistema de partidos competitivo,
porque faltó, en el origen mismo del proceso, la estructura organi-
zativa que contrapesara efectivamente la capacidad electoral del
radicalismo. El sistm.lliWiiQ. uno de sus componentes fundamen-
talesf ;¡,l¡¡. idea de_ foyorecer -rn-biparti'1ismo moderno, implís¡~
en e re imen ro uesto de la lista incom leía uedó ues como
o ue er :· - -.- · i s ficiente ~;;;~es- n encía con . ·
Y. en consecuem:ia carente de la osibilidad_

37 Véase, al respecto, Samuel P. Huntington, Political order in changing


societies, New Haven y Londres: Yale University Press, 1968, pág. 4.
38 Véase Max Weber, The methodology of social sciences, Nueva York:
The Free Press, 1968, pág. 182 y sigs.; para una aplicación de dicho
enfoque, S. M. Lipset, The first new nation, Londres: Heinemann, 1964,
pág. 7.

244
De cualquier manera, más allá de sus eventuales desajustes, el
proyecto de Sáenz Peña dio al país un principio de l"g:itimidad
p~a los futuros gobernantes. dejó cwno lezado el testimonio de
un com rom1so efectivo con dicho princi¡:/io y consagró histórica-
rpente a o ue or no cum irse .. ohridc-1a..._vi-
gencia e. a democra.c1ª. rep!'esentativat con-particioación P2PU.-
lar realmente g&ríj!,!itiia~.@i~~'i...G!!IQ: ~-ª fó~..de legi- _
\ timidad posible l'. o¡:ierath:a.para 4i. Ar;gentiruulel siglg xx.

245

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