Вы находитесь на странице: 1из 6

UNIDAD

TEMA 1
El adolescente como sujeto de
derechos
2
A partir de lo reflexionado en la unidad anterior, la adolescencia constituye un periodo del
ciclo vital caracterizado por los cambios profundos físicos, psicológicos y sociales. Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), los y las adolescentes son personas con edades
comprendidas entre los 10 y 19 años. Durante este periodo las personas construyen su propia
identidad y delinean su proyecto de vida.
Sin embargo, el proceso de reconocimiento legal de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes ha sido largo y lento. De acuerdo con la Convención sobre los Derechos del
Niño, firmada en 1989, todas las personas menores de 18 años son niños. Este instrumento
internacional dirigido a la protección legal de la niñez fue ratificado por el Perú en 1990. El
Código del niño y el adolescente, firmado en nuestro país el año 2010, considera niño a
todo ser humano desde su concepción hasta cumplir los doce años de edad y adolescente
desde los doce hasta cumplir los dieciocho años de edad 1(Código del niño y del adolescente:
2010,1).
Cabe destacar que los y las adolescentes también pueden ser considerados jóvenes. Las
Naciones Unidas define la juventud entre las edades de 15 a 24 años. En consecuencia, los
adolescentes pueden ser el objeto de políticas nacionales de juventud, mientras son el sujeto
de los derechos de la niñez 2 (Unicef: 2011, 4).
En este punto de la reflexión, es pertinente preguntarnos: ¿Por qué fue necesario el
reconocimiento legal internacional de los derechos del niño? ¿Por qué es importante que
el Perú ratifique estas normas internacionales? ¿El reconocimiento de estos derechos es
suficiente para asegurar su cumplimiento?
Leamos el siguiente testimonio para reflexionar al respecto:

Maltrato infantil cada día se denuncia más casos en el Perú


“De niña siempre tenía el cuerpo golpeado. Mi
padre me pegaba. Recuerdo que si traía malas
notas o se me perdía algo, inmediatamente
recibía una cachetada, tirones de pelo y hasta
patadas. Me dolía mucho cuando me pegaba,
pero más me dolía que mi mamá no hiciera
nada. Pensaba que me castigaban porque me
querían corregir; pero todo cambió cuando
tuve a mi hijo. Entonces me di cuenta de que
eso estaba mal y que los padres pueden corregir a sus hijos sin maltratarlos. Es difícil, a
veces pienso en darle un manazo, pero me acuerdo de mi niñez y se me estruja el corazón”.
Este es el testimonio de una mujer a la que llamaremos Katherine, quien en su niñez fue
víctima de maltrato físico y psicológico por parte de sus propios padres. Como Katherine,
muchos niños en el país pasan por esa situación. Según el registro de los 221 Centros de
Emergencia Mujer –del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) –, en la
primera mitad del 2015 se presentaron 9,495 denuncias de agresiones psicológicas, físicas
y sexuales contra menores.
Aunque, al igual que sucedió con Katherine, hay una cifra negra de casos que no son
denunciados, la estadística es alarmante y mucho mayor a la del 2014, en el que se
registraron 15,579 denuncias.
“Esto significa que mientras el año pasado se presentaban 42 denuncias al día por diversos
tipos de violencia contra menores de edad, este año el número llegó a 52. Una de cada
tres denuncias se debe a violencia física, es decir que cada día 17 niños o adolescentes son
víctimas de ese tipo de maltrato”, dijo el viceministro de Poblaciones Vulnerables, Fernando
Bolaños.
Para la autoridad, el aumento de casos podría obedecer a que ahora hay más acceso para
denunciar estos hechos. Sin embargo, también podría ser que, efectivamente, los casos
están aumentando. “Aquí hay un tema crítico y es que somos parte de una cultura que aún
acepta la violencia contra los niños como algo natural, muchos padres creen que castigar a
sus hijos físicamente es parte de su trabajo como progenitores y eso es un tema que pasa
por un cambio cultural”, manifestó.
Sausa, M. (18 de julio de 2015). Maltrato infantil cada día se denuncia más casos en el Perú. Recuperado de http://peru21.pe/actualidad/
maltrato-infantil-cada-dia-se-denuncian-52-casos-peru-2223250

Relación con tu práctica pedagógica…

¿Cómo creen que suelen ver los padres y madres que maltratan a sus hijos o
hijas? ¿A qué tipo de cultura consideran que se refiere Bolaños cuando menciona
“somos parte de una cultura que aún acepta la violencia contra los niños como
algo natural”?
¿Qué relación podemos establecer entre este tipo de cultura que busca el
sometimiento de los menores de edad y el manejo que se da, en ocasiones, a los
asuntos públicos?
¿De qué manera podría intervenirse desde la escuela para transformar esta
realidad? ¿Se han implementado algunas acciones en su escuela? ¿Cuáles?

2
¿Qué caracteriza a un adolescente como sujeto de derechos?
Los niños, niñas y adolescentes constituyen uno de los sectores más vulnerables de la
población. Esta situación de vulnerabilidad exige una protección especial de parte de la
familia, la comunidad y el Estado, de acuerdo con los instrumentos legales internacionales
y nacionales en los que se les reconoce como sujetos de derechos, es decir, titulares de
derechos y obligaciones. Asimismo, requiere de acciones concretas que permitan que estos
instrumentos sirvan para el ejercicio real de la ciudadanía.

Según el Instituto Nacional de Estadística e


Informática (INEI), al año 2011 el país cuenta
con unos 29 millones 797 mil 694 personas,
de las cuales 10 millones 550 mil 968 son
menores de 18 años de edad.
El porcentaje de población menor de 18 años
de edad ha venido descendiendo en las cinco
últimas décadas (Ministerio de la Mujer y
Poblaciones Vulnerables: 2012:24).

Abraham Magadenzo considera que es necesario empoderar a las personas para que se
asuman como sujetos de derechos. Entre las principales características que debe tener
destacan las siguientes:
Conoce las normas básicas en derechos humanos y las aplica para defender sus
derechos y los de otras personas. Del mismo modo, conoce las instituciones que
garantizan sus derechos.
Posee la capacidad de expresar de manera clara y contundente el cumplimiento de
sus derechos. “En ese sentido, por ejemplo, un sujeto de derechos tiene la capacidad
de decir “NO” con autonomía, libertad y responsabilidad frente a situaciones que
comprometen su dignidad. Tiene el poder de no aceptar demandas arbitrarias,
indebidas y extralimitadas que menoscaban sus derechos” 2.
Ante situaciones en las que se transgreden sus derechos y el de los demás, demanda
su cumplimiento de manera asertiva y coherente, exponiendo argumentos fundados
e informados. “Es capaz de tejer su futuro, de autoafirmarse y de autoestimarse, de
“pararse en sus dos pies”, de situarse como ciudadano en su sociedad, comprometido
con el bien común, con lo “público” 2.
Asume que es una persona autónoma y libre y, por tanto, reconoce los límites de
su libertad y respeta la libertad de los otros. Es consciente de que existe valor en la
diversidad, por tanto, asume la legitimidad de los “Otros” y entabla con ellos relaciones
de respeto desde su diferencia.
Es vigilante de los otros, lo cual no se entiende como un acusador, sino como alguien
dispuesto a prestar ayuda y a acoger a quien lo necesite.

3
El conocimiento de los derechos es fundamental para la exigencia de su cumplimiento a través de
la participación activa. Si bien el adolescente se encuentra en una situación de vulnerabilidad por
los cambios que experimenta, también este nuevo periodo de vida le ofrece nuevas oportunidades.
Se trata de sujetos de derechos con capacidad de transformación y creación.
De allí la necesidad de que los y las adolescentes cuenten con las herramientas necesarias
que permitan el ejercicio de sus derechos y su realización plena, de manera que estén en
condiciones de contribuir al fortalecimiento de la democracia.

Invertir en los adolescentes es una obligación de


los Estados pero, además, tiene sentido desde el
punto de vista económico (la falta de inversión
adecuada y oportuna en la salud y la educación
de los adolescentes acarrea altos costos no
sólo en términos humanos, sino también
económicos), constituye una herramienta
estratégica para romper el ciclo de la pobreza y
reducir la desigualdad por lo que se constituye
en una herramienta para la consolidación de la
democracia en el continente”. (Unicef, 2008: 4).

Los adolescentes y la ciudadanía


La adolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la adultez. Los y las adolescente
que transitan por el proceso de construcción de una identidad, requieren ser vistos de manera
singular como “agentes de cambio, recursos vitales, participantes del desarrollo del país, son
individuos con un potencial enorme para contribuir (al desarrollo propio y de) la sociedad”
(Unicef, 2008: 4).
En ese sentido, el adolescente se convierte en un actor social, un agente de cambio, cuando
no es visto como un problema y se le ofrece la oportunidad de desarrollar sus habilidades
y capacidades, de crecer y enfrentar los desafíos que le presenta la vida. Por ello, en los
distintos espacios en los que se desenvuelve, familia, escuela o comunidad requiere que los
adultos asuman la responsabilidad de acompañarlos en el proceso de maduración vital.
Se trata de pasar del discurso a la acción constructiva que fomente el desarrollo positivo
de los y las adolescentes, de formar ciudadanos y ciudadanas que se hagan responsables
de sus acciones y de las consecuencias que generan, capaces de convivir con los demás
respetando las normas, es decir, personas conscientes de su aporte necesario al bien común
y a la conformación de una auténtica comunidad política.

4
La construcción de una nueva identidad implica asumir las prácticas de
la ciudadanía y es precisamente esta característica al que posiciona a los
adolescentes como sujetos de derechos. Al señalarse la significación de la
construcción de la identidad y la ciudadanía, sin duda alguna el rol de los
adultos que interactúan individual o grupalmente con los adolescentes se
constituirá como facilitador u obturador de este trayecto de maduración vital.
(…)
Nuestro tiempo nos indica el complejo desafío de abrir las frontera de la
visión adultocéntrica entendiendo por aquella que impide el reconocimiento
del adolescente y de su cultura, lo excluye de una reflexión y decisión de
temas que resultan de su directo interés o se propone relacionarlo con las
normas sin considerar su singular estadio de necesaria confrontación (Liwski,
2005:4)

La escuela es uno de los espacios más


significativos en el que los y las adolescentes
se encuentran en búsqueda de la construcción
su propia identidad y, a la vez, construyen
de forma permanente su ciudadanía. Esta
experiencia vital concentra aspectos positivos
como negativos que requieren asumirse para
llevar adelante la formación de las personas.

De acuerdo con lo enunciado en las Rutas del Aprendizaje, publicadas el 2013 por el Ministerio
de Educación, la ciudadanía no solo se entiende como status legal que concede el Estado
peruano a toda persona mayor de 18 años, sino también como una opción de vida que implica
además sentirnos parte de la comunidad en que vivimos y, por ello, asumir la tarea de participar
en la solución de los problemas compartidos y/o en la construcción del bien común.

La ciudadanía es, de este modo, un proceso en construcción


permanente por el que la persona se va constituyendo como sujeto
de derechos y responsabilidades, por el que va desarrollando
sentido de pertenencia a una comunidad política (desde lo
local a lo nacional y lo global). El ciudadano y la ciudadana se
comprometen, desde una reflexión autónoma y crítica, con la
construcción de una sociedad más justa, de respeto y valoración
de la diversidad social y cultural.” (Minedu, 2013. Rutas de
Aprendizaje, p.13).

5
Se entiende la ciudadanía vinculada a dos
ideas clave: la democracia y la interculturalidad.
La democracia concebida como una forma
de gobierno y como una forma de vida “es
decir, tiene su germen en lo cotidiano, en la
convivencia misma, en el seno de las relaciones
humanas. Tiene así su sustento en el respeto de
la dignidad del otro y en relaciones equitativas
que suponen una auténtica asociación entre
hombres y mujeres para la buena marcha de los
asuntos públicos” (Minedu, 2013. Rutas de Aprendizaje, p. 13).
La interculturalidad, cuya práctica es fundamental en un contexto como el peruano caracterizado
por la multiculturalidad, se convierte en una oportunidad para establecer un diálogo de
reconocimiento mutuo entre quienes pertenecen a diferentes culturas, “el enriquecimiento
de saberes y experiencias, y el establecimiento de alianzas y acuerdos que reconozcan y
respeten a las personas, sus saberes, sus sentidos y prácticas”. (Minedu, 2013. Rutas de
Aprendizaje, p. 13).
De allí que los y las adolescentes requieran para el ejercicio de una ciudadanía democrática
e intercultural de experiencias significativas que les conduzcan a la construcción de una
convivencia pacífica y justa y a la participación decidida en asuntos públicos.

ACTIVIDAD
A partir del texto leído, analiza tu práctica pedagógica cotidiana y establece 5
reflexiones en las que se muestre que contribuyen o dificultan el ejercicio de
una ciudadanía democrática e intercultural de los y las adolescentes.

Вам также может понравиться