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Desierto
Susana Lage
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Y a veces
(si estoy muy descuidada)
la soledad se me cuela en los papeles
y me escribe un poema por las noches.
Y a veces
(si no estoy muy apurada)
lloro muy bajito en los rincones
por no hacer ostentación,
que hay mucha envidia.
Vuelo final
Y se durmió.
El cielo era de azul de la mañana,
inmenso el aire acre entre sus poros
y tibia el agua ondeándose y en calma.
Y cuando despertó,
ya era una gaviota.
Fantasmas
Tu fantasma, me decías,
es un elefante enorme
con trompa de mamut
que sólo aparece por las noches
por aquello del sistema parasimpático.
El mío, en cambio,
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En las mías,
la certeza me hace mutis por el foro
y un cortejo ritual de aparecidos
viene a recordarme el calendario,
las citas olvidadas
y el absurdo pendiente.
Medea
Muertos
Más allá de mí
están todos los fantasmas carceleros
que no me dejan volar,
y me aprisionan
en el furor de la impotencia.
Pelícano
Aquí abajo
La casa
Lo que queda
Para viajar
Para viajar
hay que tener mucho cuidado.
Toda la historia
Si querés escuchar
toda la historia,
vas a tener que aprender de otros lenguajes:
por ejemplo, el lenguaje de la espina,
el de los gatos que recortan la luna en la azotea
y el de los lobos,
aullido por aullido.
y de los estertores
de los árboles viejos;
sabrás del último aliento de los jazmines
y de la agonía de las mariposas;
oirás sobre el crujir de la madera
después de cien naufragios de algas y parásitos
y por fin conocerás
la última mirada
de los pájaros que se van para siempre.
Y así comprenderás
por qué a veces la gente está tan triste.
Cita
Si mal no recuerdo
el viernes por la tarde me dijiste
vamos a una cita que me calzo
unos lentes oscuros para amarte
en una intersección de gatos y de perros
de conejos y de peces
de azucenas y de lirios
de puertas y de goznes aceitados.
emplazándome
a cercarte las sienes y calmar tus pesadillas,
a coser tu costado y secarte la frente,
a mecer tu cuna y alimentar tus manos,
a tentar tu pulso y pulsar tu sangre.
Farsa de espejos
Adiós
Y dijiste
Y dijiste
tengo cicatrices como árboles añosos
y un murmullo en la piel que me vuelve insomne.
Y te dije
que tengo más de dos mil años
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Y dijiste
estar muy cansado de andar para llegar hasta mi puerta
y lo dijiste pisando el umbral de mis ojos
y lo dijiste arribando a mi cabello
y lo dijiste en la frontera esa
en donde nos da miedo por las noches.
Y te dije
que no sé más que pestañear en las cornisas
y arrimarme al centro del amor,
y merodearlo a veces
y otras veces comerme una naranja.
Y lo dije en el punto en que bebés mis lágrimas
y lo dije en el lugar en que apenas podemos mirarnos
y se te da por mofarte de la luna.
Y no dijiste más
y yo no dije
por miedo a despertar a las caléndulas
y desperezar todos los árboles
Y es que del otro lado del espejo
sólo podemos reír si nadie escucha
Fuera de escena
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Te veo dormido
tan dolorosamente bello,
y recorro tus ángulos y pienso
que si plisara las estrellas,
entonces se harían redondeces,
pero tenés los ojos muy cansados
y yo nunca tengo tiempo para nada.
Tranquilos.
El sol es muy puntual
y yo ya hice el mate y las tostadas.
Responso mexicano
derecho al norte).
Carta
Historia
tanta reticencia,
se descorre un velo, suena una campana,
hay un exceso de piernas y palabras,
un estallido de ojos sin recaudos,
el olvido de la cueva y de la llave,
el descuido de candados,
la imprudencia.
Plumas
Desde tu amor
no dejo prendida la luz por las noches
y ya no necesito vitaminas.
Y es que apenas me visita algún muerto.
Ya ni siquiera
me tomo la temperatura
desde que se escucha un rumor de cucharas
y un vapor de sopa me humedece los pechos
y un aroma a mandarina en el brasero
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Desde tu amor,
que es una naranja partida a la siesta
y una hormiga incendiada de sol en las baldosas
y un pañuelo,
el mundo se ha cerrado
en un millón de plumas.
La pena
No te engañes.
En el centro de la pena está la pena
y también en cada uno de sus bordes.
No te sirve de nada recorrerla,
a ver si se abre o se desdobla,
no tendrás más conquista que saberla,
y es mejor no intimar con ciertas cosas.
No lo creas.
Más allá de la pena está la pena.
Y no tiene más frontera
que el círculo del pez
que siempre se expande
a lo profundo.
De modo que mejor es que la habites
como habita una ciudad un extranjero:
merodeando en un cuarto sin espejos.
No la mires a la cara.
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No te engañes,
que no vale la pena.