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Carlos Marichal, (2010), “En un primer momento la invasión napoleónica y la


persistencia de las lealtades coloniales en la Nueva España, 1808-1809”, en
Roberto Breña, El umbral de las revoluciones hispánicas: el bienio 1808-1810,
México, El Colegio de México, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
pp. 149-170. ISBN 978-607-462-113-6

"En un primer momento: La invasión napoleónica y la persistencia


de las lealtades coloniales en la Nueva España, 1808-1809"

Carlos Marichal (El Colegio de México)

La ocupación de la península ibérica por los ejércitos franceses y la

rápida sucesión de eventos militares y políticos que provocaron la caída del

gobierno de Carlos IV entre marzo y junio de 1808 inevitablemente tuvieron

pronunciadas repercusiones a lo largo y ancho de Hispanoamérica.1 En la

mayoría de los territorios, los ayuntamientos fueron los protagonistas de un

proceso de cambios inesperados y frecuentemente confusos en la búsqueda

de un nuevo orden político, desembocando en algunos casos en la

independencia mientras que en otros siguió vigente el régimen colonial. 2 En

1
Si bien la ocupación de Portugal y España por las tropas napoleónicas, iniciada en
octubre de 1807, fue relativamente lenta, el derrumbe del gobierno de Carlos IV se
produjo con singular rapidez, comenzando con el motín de Aranjuez a mediados de
marzo de 1808. Una versión clásica de estos acontecimientos se encuentra en Conde
de Toreno, José María Queipo de Llano, Historia del levantamiento guerra y revolución
de España, Madrid, T. Jordán, 1835, 5 vols; un ensayo moderno de gran perspicacia
es el de J.R. Aymes, La guerra de independencia en España, 1808-1814, Madrid, Siglo
XXI, 1974.
2
Un sugerente análisis del impacto ideológico y político de las transformaciones del
año clave de 1808 en España y América se encuentra en François Xavier Guerra,
Modernidad e independencias: Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México,
Fondo de Cultura Económica (1993), en particular capítulos 4-7. Consúltense
asimismo los estudios de Brian Hamnett, La política española en una época
revolucionaria, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, Anna Timothy, España y la
independencia de América, México, Fondo de Cultura Económica, 1986 y Jaime
Rodríguez O. La independencia de la América española, México, Fondo de Cultura
Económica, 1996.
2

aquellas zonas de la América española donde el poder colonial era

relativamente débil y las elites estaban más divorciadas de las viejas políticas

mercantilistas, los movimientos insurgentes se produjeron con rapidez y

permitieron súbitos cambios políticos en las ciudades capitales, como ocurrió

en Buenos Aires, Santiago de Chile y Caracas en 1810, aunque en los dos

últimos casos no pudieron consolidarse.3 En cambio, en otros virreinatos-

como la Nueva España o el Perú- el equilibrio del poder resultó favorable a las

administraciones coloniales que lograron sobreponerse e impedir el triunfo de

las insurrecciones durante largos años. 4

A pesar del resquebrajamiento de la monarquía, los envíos de plata de

las tesorerías americanas a la metrópoli no se interrumpieron entre 1808 y

1811, lo que reflejaba el vigor todavía considerable de las estructuras

hacendarias del imperio, aún en medio de la terrible guerra desatada por las

fuerzas invasoras francesas en la península. De particular importancia fueron

las remesas de Nueva España. Demuestran la persistencia de las lealtades de

amplias capas de las elites y de otros sectores sociales coloniales con la

metrópoli, particularmente en Nueva España, al menos de 1808 hasta 1810.

La alianza con Gran Bretaña y las remesas de plata a Cádiz

Desde el verano de 1808 las autoridades españolas abandonaron la

política del comercio neutral que había sido tan importante en los años

anteriores para facilitar las transferencias de fondos de las tesorerías

americanas a la metrópoli. Ahora, volvieron a surcar el Atlántico los buques de


3
Véase el excelente resumen de los diversos movimientos revolucionarios en John
Lynch, The Spanish American Revolutions, 1808-1826, New York, WW Norton, (1973).
4
Sobre la contrarrevolución en México y Perú véase Brian Hamnett, Revolución y
contrarrevolución en México y el Perú: liberalismo, realeza y separatismo, 1800-1824
México, Fondo de Cultura Económica, 1978.
3

guerra españoles con los tesoros coloniales, siendo acompañadas por fragatas

británicas, evitando que cayeran en manos de Napoleón. Las transferencias de

recursos fiscales americanos (en su mayoría provenientes de la Nueva

España) estaban destinadas, inicialmente, a apuntalar a las juntas patrióticas

que se organizaron en distintas regiones de España desde junio de 1808, las

cuales fueron estableciendo acuerdos con Gran Bretaña para obtener dinero y

municiones e intentar contener a los triunfantes ejércitos napoleónicos.5 Pero

de aún mayor importancia que los subsidios directos de Inglaterra fue la

nueva alianza con su viejo rival que permitió a las autoridades españolas

renovar los embarques de plata americana directamente a Cádiz, sabiendo que

la armada británica extendería su protección a los navíos cargados con metales

preciosos para impedir que fueran capturados por las fuerzas navales

napoleónicas. Así los navíos de guerra y mercantes fueron saliendo (desde

octubre de 1808) desde Veracruz, Cartagena, Buenos Aires y Lima con destino

a la península.

Es pertinente resaltar el monto sorprendentemente alto de las remesas

enviados por cuenta de real hacienda desde América a la metrópoli en esta

coyuntura tan crítica: las sumas que llegaron a Cádiz alcanzaron casi 30

millones de pesos plata entre octubre de 1808 y febrero de 1811, es decir más

de 600 millones de reales. Debe subrayarse la contribución de las reales cajas

de la Nueva España que alcanzó a casi 25 millones de pesos, equivalentes a

5
En el verano de 1808 existió una considerable confusión en la Nueva España acerca
de la obediencia que se debía a las diferentes juntas patrióticas erigidas en España, ya
que todas se declararon "soberanas". Posteriormente, el panorama se fue aclarando:
desde octubre de 1808, las autoridades virreinales aceptaron la supremacía de la
Junta de Sevilla, luego, en 1809, de la Regencia y, desde 1810, de las Cortes de
Cádiz. Para detalles véanse Lucas Alamán, Historia de México, México, Fondo de
Cultura Económica/Instituto Cultural Helénico, 5 vols., 1985 (edición facsimilar de la
primera edición de 1849-52).
cap.'s 4 y 5 y Lawrence Black, "Conflict among Elites: The Overthrow of Viceroy
Iturrigaray, Mexico 1808", Tesis doctoral, Tulane University, 1980.
4

más de 80% del total mandado por las colonias americanas a la península en

este corto período. 6 Estas enormes transferencias fiscales fueron cruciales

para las finanzas de la administración española que luchaba en el sur de

España por contener el avance de las tropas de Napoleón. En este sentido,

puede afirmarse que el virreinato de la Nueva España cumplió un papel tan

esencial como sostén financiero del gobierno español y de los ejércitos

patriotas en la península que sin la plata mexicana, posiblemente ni la

Regencia ni, luego, las Cortes de Cádiz, hubieran sobrevivido ante la

impetuosa ofensiva de los ejércitos franceses en los terribles años de 1809 y

1810.7

Por otra parte, el volumen de dineros enviados por las tesorerías

americanas en estos años aciagos obliga a interrogarse acerca de la


naturaleza del Estado-imperial y, en particular, sobre el cómo y porqué una

parte de la maquinaria hacendaria en América pudo responder tan pronto y

eficazmente al prolongado embate de la invasión napoleónica, la cual había

reducido a la administración metropolitana a su mínima expresión al gobierno

patriota y a los restos del ejército, los que se resguardaron durante varios años

en la ciudad de Cádiz. En pocas palabras, el estudio de la relación entre las

finanzas novohispanas y las Cortes de Cádiz y el resto de su administración

gubernamental en el puerto gaditano en este período pueden ilustrar algunas


facetas reveladoras de la fuerza y persistencia de la relación colonia-metrópoli

aún en circunstancias extremadamente apremiantes.

6
Para la serie de remesas véase Carlos Marichal, Bankruptcy of Empire: Mexican
Silver and the Wars between Spain, Britain and France, 1760-1810, Cambridge
University Press, 2007, pp.213-236.
7
El tema se analiza en Carlos Marichal, "Beneficios y costos fiscales del colonialismo:
las remesas americana a España, 1760-1814" en Revista de Historia Económica, (1997)
xv, no. 3, pp. 475-505.
5

En las páginas que siguen centraremos la atención en dos aspectos de

la última gran campaña colonial realizada en México para proporcionar apoyo

financiero a la metrópoli en una hora de agonía. En primer lugar, analizaremos

cómo a pesar de la crisis política que se desató en la Nueva España entre julio

y septiembre de 1808, el gobierno virreinal pudo lanzar una exitosa campaña


para reunir donativos entre todas las capas sociales de la Nueva España con

objeto de remitir los dineros a la metrópoli en apoyo de la lucha contra

Napoleón. Haremos énfasis en el hecho paradójico pero real de que una

porción de estos donativos fue de carácter voluntario mientras que otra fue

netamente coactivo, en especial aquellas donaciones aplicadas en centenares

de comunidades indígenas.

En segundo lugar, revisaremos los préstamos a réditos y los

suplementos (sin réditos) para el gobierno metropolitano, que fueron

proporcionados por los más ricos comerciantes novohispanos, los que revelan

el interés tan marcado que tenía este poderoso grupo socio/económico en

sostener al régimen imperial en el momento de su mayor crisis. Ello no estaba

desvinculado, por otra parte, de los cambios políticos que habían tenido lugar

en la propia administración colonial de la Nueva España en el año de 1808,

dando lugar a que el Consulado de Comerciantes de la ciudad de México

detentase un poder político sin precedentes.

El golpe de 1808 contra el virrey Iturrigaray

En la Nueva España, los tres meses de julio a septiembre de 1808

marcaron un primer momento de crisis política del régimen colonial pero no su

debilitamiento, al menos inicialmente. Desde principios de julio, comenzaron a

circular distintas versiones de lo ocurrido en la metrópoli, lo que desató agrias


disputas acerca de la autoridad suprema a la cual el virreinato debía sujetarse.
6

Las noticias sobre la prisión de Carlos IV y Fernando VII, el establecimiento de

la administración francesa en Madrid, y el simultáneo surgimiento de varias

juntas patrióticas provinciales, naturalmente despertaron enorme interés en la

Nueva España y propiciaron una efervescencia política inédita.

Los debates y luchas entre distintas facciones de las elites gobernantes

culminarían con la remoción del virrey Iturrigaray (en la noche del 15 de

septiembre de 1808) a partir de un movimiento protagonizado por los grandes

mercaderes de la ciudad de México, encabezados por el rico mercader y

hacendado, Gabriel de Yermo. Tras la defenestración y prisión de Iturrigaray,

se nombró un nuevo jefe del gobierno virreinal, el general Pedro Garibay,

ratificándose la secular jerarquía de la administración colonial aunque,

evidentemente, ésta comenzaría a resentir los efectos de una serie de

contradicciones internas.

La pequeña historia de este primer golpe de estado civil al interior de la

colonia es bien conocida aunque faltan estudios históricos que analicen en

mayor detalle el conjunto de tensiones que se produjeron entre el gobernante y

distintas fracciones de las elites novohispanas, llegando a su clímax entre 1807

y 1808.8 De acuerdo con un excelente estudio monográfico, fue la arrogancia y

torpeza de Iturrigaray en sus relaciones con los Consulados de comercio de las

ciudades de México y de Veracruz lo que provocarían su distanciamiento de los

sectores más acaudalados de la sociedad entre 1805 y 1808.9 Pero también

8
El mejor estudio del golpe de 1808 en la ciudad de México es la tesis inédita de
Lawrence Black,
"Conflict among Elites: The Overthrow of Viceroy Iturrigaray, Mexico 1808", Tesis
doctoral, Tulane University. 1980, que curiosamente es poco citado por los
historiadores especialistas a pesar de estar disponible en microfilm en las bibliotecas
en México.
9
Black, en la obra citada en nuestra nota 8 anterior, describe las alianzas de
Iturrigaray con determinados sectores de las élites (especialmente con ricos mineros)
que contrastaban con sus disputas con los grandes mercaderes. Información adicional
sobre estos conflictos se encuentra en los estudios de Guillermina del Valle, "El
7

fue fundamental la incertidumbre y la efervescencia provocadas por las noticias

de los violentos acontecimientos que habían tenido lugar en España desde

mayo de 1808, dando pie a discusiones políticas cada vez más acalorados al

interior de la colonia, hasta el punto que comenzaran a plantearse propuestas

para alcanzar una virtual autonomía de la metrópoli. 10

Esta posibilidad, que sonaba a independentista, era anatema para la

elite mercantil novohispana que insistía en la necesidad de remitir auxilios

financieros a la Junta de Sevilla, como se hizo manifiesto en las juntas de

notables celebradas el 29 de agosto y el 9 de septiembre en la ciudad de

México.11 Para los acaudalados comerciantes, un distanciamiento de la


metrópoli y/o la modificación del status quo político, social y económico al

interior de la colonia representaba un enorme peligro para sus privilegios

seculares, fincados en virtual monopolio comercial, que los poderosos

miembros del Consulado de comerciantes de la Ciudad de México ejercían

desde hace más de dos siglos.12 Los debates sobre la conveniencia de efectuar

envíos de dineros a la metrópoli, por lo tanto, no estuvieron desvinculados con

el movimiento que culminó con el destronamiento del virrey.

Consulado de Comerciantes de la Ciudad de México y las finanzas novohispanas , 1592-


1827", Tesis doctoral, El Colegio de México, 1997 y Matilde Souto "El Consulado de
comercio de Veracruz, 1796-1821",
Tesis doctoral, El Colegio de México, 1996.
10
El relato clásico es Lucas Alamán, Historia de México, México, Fondo de Cultura
Económica/Instituto Cultural Helénico, 5 vols., 1985, (edición facsimilar de la primera
edición de 1849-52). (1845), vol.1, (en la reedición facsimilar de 1985) quien describe
paso por paso los debates durante el mes de agosto y principios de septiembre de
1808 entre el virrey, el Ayuntamiento y la Audiencia y otros notables sobre la
conveniencia de convocar un congreso general para discutir el destino político del
virreinato.
11
Fray Servando de Mier, Historia de la Revolución de Nueva España, ed. original,
Londres, (reed. México, Fondo de Cultura Económica 1986). 2 vols. 1813, libros iii y iv.
12
Para un análisis de los privilegios del Consulado véase Guillermina del Valle Pavón
"El Consulado de Comerciantes de la Ciudad de México y las finanzas novohispanas,
1592-1827", capítulo 1.
8

Ya desde agosto de 1808 comenzaron a aparecer en la Gaceta de

México las proclamas de apoyo a Fernando VII en distintas ciudades de la

Nueva España, con ofrecimientos de organizar compañías de voluntarios para

ir a luchar contra Napoleón así como para reunir recursos financieros a

enviarse a la madre patria.13 Entre las primeras corporaciones que se


apresuraron a manifestar su lealtad se contaba el Tribunal de Minería, cuyos

miembros ofrecieron costear 100 cañones a fundirse en México para luego ser

enviados a la península.14 Además, prometieron costear a ocho batallones de

ochenta soldados con sus correspondientes suboficiales, seleccionado y

entrenando a estos últimos entre los estudiantes del famoso Colegio de Minería

de la ciudad de México.15

Casi simultáneamente, la alta jerarquía eclesiástica anunció su intención

de participar activamente en la campaña para reunir fondos para los ejércitos

españoles. El arzobispo y el cabildo de la catedral de la ciudad de México

donaron 80,000 pesos en septiembre, dando pie a que también ofrecieran

fuertes sumas los demás prelados del virreinato. El 13 de septiembre, el


arzobispo, Francisco de Lizana, hizo publicar una exhortación en la que instaba

a los habitantes del virreinato a combinar su patriotismo y catolicismo para

sostener al gobierno español en su lucha contra Napoleón, quien intentaba

"alterar la Religión, Monarca y Leyes" en la madre patria.16 Lizana incitó a los

13
Gaceta de México, 3 y 6 de agosto de 1808. Debe observarse que en Cuba estas
proclamas ya se habían comenzado a difundir desde mediados de julio cuando el
capitán general, Marqués de Someruelos solicitó donativos para España. Véase el
folleto, Proclama. Habitantes de la Isla de Cuba, hijos dignos de la generosa nación
española, La Habana, 17 de julio de 1808, 4 págs., Fondo Reservado BNMEX,
165/LAF.
14
Eduardo Flores Clair, "La deudas del Tribunal de Minería, 1777-1823", p.15, INAH,
ms. indica que el Tribunal de Minería contribuyó 200,000 pesos para la fundición de
cañones.
15
Un largo artículo en la Gaceta de México, suplemento, 6 de agosto de 1808, vol. XV,
no.74, pp.543-545 explica esta oferta.
16
"Exhortación del ilustrísimo Sr. Don Francisco Xavier de Lizana y Beaumont en que
se manifiesta la obligación de socorrer a la Nación Española en la actual guerra con la
Francia", (México, 13 de septiembre de 1808), 4 pp., Biblioteca Nacional, Fondo
9

novohispanos a que contribuyesen a la defensa de la religión católica,

advirtiendo que si no se ayudaba a expulsar a los franceses de la Península,

ello podría tener consecuencias inesperadas en la propia Nueva España:

"El humilde Indio que se consuela en honrar con una vela al


Santo que defiende su Xacal (sic) y el opulento Mexicano (sic)
que se complace en emplear su caudal en funciones suntuosas
dedicadas a su Divina Madre Guadalupana... quedarán sometidos
al espíritu marcial o filosófico... [de los invasores franceses]..." 17

Pero la proclama oficial para solicitar apoyos financieros destinados a la


metrópoli sólo se ratificó después de la deposición del virrey y la resolución de

la pugna por el poder en la capital virreinal, de la cual salieron triunfantes los

grandes mercaderes del Consulado de comercio. Entonces, y a pesar de la

incertidumbre y el creciente descontento popular provocadas por el golpe

político en la capital, la nueva administración virreinal se abocó con singular

determinación a reunir y remitir un enorme volumen de caudales a la metrópoli

con objeto de proporcionar recursos financieros para la lucha contra los

ejércitos franceses y, al mismo tiempo, para apuntalar el ya tambaleante

edificio del antiguo orden imperial.

El donativo de 1808-1809: auxilios para la metrópoli

El 4 de octubre de 1808, el nuevo virrey Pedro Garibay exhortó

públicamente a la población del virreinato que facilitase recursos para sostener

la guerra de España contra los franceses. Su bando dio a entender que el

dinero se destinaría a la Suprema Junta de Sevilla en nombre del rey, y

ordenaba la formación de "asociaciones por cuerpos, comunidades o gremios"

Reservado, Colección Lafragua.


17
Ibid. p.2.
10

para recolectar los fondos. No obstante, inicialmente, existió cierta confusión

acerca del carácter específico de las contribuciones, pero pronto se confirmó

que éstas se efectuarían en la forma de un donativo universal. Desde

noviembre de 1808 comenzaron a publicarse registros semanales de los

dineros prometidos en la Gaceta de México con los nombres de los donantes y

las sumas ofrecidas, la mayoría de las primeras procedentes de la capital y

zonas circundantes. [Véase Cuadro 1.]

CUADRO 1
Donativos recogidos en la Ciudad de México entre el 12 de
octubre y el 11 de noviembre de 1808*
(pesos)
El Illmo. Señor Arzobispo de México................ 30,000
El Cabildo Eclesiástico del Arzobispado............ 50,000
La Provincia de Religiosos Carmelitas Descalzos.... 6,000
El Señor Oidor D. Tomás Calderón.................... 2,000
El Señor Oidor D: Tomas Aguirre..................... 1,000
El Señor Fiscal de la Real Hacienda Francisco
Xavier Borbón....................................... 1,000
El Señor Asesor General D. Miguel Bachiller y la
Sra. su Esposa...................................... 1,000
El Dr. D. Juan Josef Guereña, Cura de la Parroquia
de San Miguel....................................... 500

EL Señor Fiscal Don Ciriaco González Carbajal............ 1,000


El Señor Conde de la Medina y Torres..................... 1,000
La Real Congregación del Oratorio de S. Felipe Neri...... 1,000
Don Juan Francisco Gallo................................. 2,000
Don Diego de Agreda...................................... 12,000
El Señor Conde de la Cortina............................. 6,000
Oficiales del regimiento urbano del Comercio de México... 25,000
El Santo Oficio de la Inquisición....................... 11,000
La provincia de religiosos Agustinos de esta capital...... 4,000
El Real Convento de religiosas de Jesús María............. 4,000

D. Tomás Domingo de Acha del Comercio de esta capital..... 6,000


D. Domingo Ignacio Lardizábal, Tesorero de la Real
Aduana y su hijo el Lic. D. Manuel Joaquín........ 4,000
Los comerciantes matriculados de esta capital,
por conducto del Real Tribunal del Consulado.............. 65,160
11

D. Mariano de Zúñiga y Ontiveros ......................... 1,000


El Capitán de milicias D. Francisco Servando Muñoz........ 1,000
El Sr. Marqués de Selva Nevada............................ 1,000
El Sr. Marqués de Santa Cruz de Inguanzo.................. 4,000

La Real y Pontificia Universidad ......................... 10,000

-----------------------------------------------------------------

Fuente: Gaceta de México (12 y 28 de octubre y 11 de noviembre de 1808).

* Este donativo para apoyar la lucha de los españoles en contra de los ejércitos
franceses continuó recogiéndose a lo largo de 1809 y 1810 con los nombres de
primer y segundo donativo.

Hacia principios de noviembre ya se habían reunido casi medio millón

de pesos de distintas clases sociales y de diversas regiones del virreinato y, en

los dos años siguientes, se fueron recogiendo sumas adicionales en sucesivas

campañas del donativo hasta alcanzar en total de más de dos millones de

pesos.18 Las detalladas listas remitidas a México por los encargados de recoger

el donativo indican que todos los sujetos sociales del virreinato contribuyeron,

incluyendo comerciantes, mineros, hacendados, funcionarios, oficiales militares

y soldados, los vecinos de villas y pueblos, así como las cajas de comunidad
de centenares de comunidades indígenas.19

En diciembre de 1808, el Real Consulado de Guadalajara, siguiendo los

lineamientos de las proclamas de la capital, publicó un manifiesto en el cual

instaba a la población a contribuir donativos para España, ofreciendo sus

servicios para la organización de la recaudación y envío de los mismos. El

lenguaje alarmista que utilizaba tenía el objeto de despertar la generosidad de

los contribuyentes, como lo demostraba su denuncia del "monstruoso

18
En la Gaceta de México se publicaron referencias al primer, segundo y tercer
donativo, pero en la práctica se trató del mismo.
19
Para mayores detalles sobre el donativo véase Marichal, La bancarrota del
virreinato; Nueva España y las finanzas del imperio español, 1780-1810, El Colegio de
México/Fondo de Cultura Económica, (1999) capítulo VII.
12

Napoleón" quien, además de usurpar los dominios de España, supuestamente:

"Tenía ordenado a sus generales que le remitiesen cien mil


Españoles atados de dos en dos con anillos de hierro por los
dedos pulgares...y que por último, acabasen a sangre y fuego los
pueblos que se resistiesen al cumplimiento de órdenes tan
inhumanas..."20

Pero más allá de este tipo de propaganda militante, eran necesarios

otros alicientes para crear un clima propicio para la recaudación de los nuevos

donativos. Por ello, las autoridades del gobierno virreinal resolvieron se

declarase la suspensión definitiva de la real cédula de Consolidación de Vales

Reales que había sido anunciado por Iturrigaray a fines de julio pero que no se

había cumplido cabalmente.21 Así, a principios de octubre, la Junta Superior de

Consolidación de México encabezada por el virrey Garibay- y en consulta con

la Real Audiencia y otros altos cargos- discutió esta medida, haciendo pública

dicha disposición a fines del mismo mes, lo que produjo una rápida mejoría en

las relaciones entre gobierno e Iglesia y aliviando la presión sobre los millares

de acreedores de los Juzgados de Obras Pías y Capellanías.

La reconciliación entre poder eclesiástico y poder civil se observa


claramente en la recolección del donativo en los años de 1808 y 1809. En la

segunda ciudad más poblada del virreinato, Puebla de los Ángeles, el obispo

se apresuró a ofrecer 50,000 pesos el 11 de octubre de 1808 como donativo

20
Suscripción a que convida el Consulado del reyno de la Nueva Galicia para socorros
comunes y particulares de la Patria Madre..." en Juan E., Hernández y Dávalos, Juan
E., Historia de la guerra de independencia de México, México, Instituto Nacional de la
Revolución Mexicana, 5 vols., 1985 (facsimilar de la edición original de 1878), vol.1,
doc. no. 254, p.641.
21
La disposición de "la absoluta cesación de real cédula del 26 de diciembre de 1804
relativa a enajenaciones de fincas pías y redenciones de censos..." se publicó en
Gaceta de México, 26 de octubre de 1808, pp.823-824.
13

"para las urgencias de la Península Española" y el mismo día anunció otra

contribución de idéntico monto proporcionado por el cabildo de la catedral

poblana. Luego, durante los meses de octubre y noviembre, siguieron los

anuncios de las contribuciones de vecinos acaudalados de la ciudad, sobre

todo de comerciantes, los cuales aportaron cerca de 35,000 pesos. 22

La campaña para recoger el donativo se extendió a lo largo de todo el

virreinato, elaborándose informes detallados de las contribuciones de civiles y

eclesiásticos. En Guanajuato, la Diputación de Minería ofreció un donativo de

pesos sobre cada quintal de azogue que consumían las labores de las minas

de plata "por el tiempo que dure la Guerra." A su vez, se reunió un grupo de 42

de los más acaudalados propietarios de la villa, quienes ofrecieron 10,000

pesos en donativo. Al mismo tiempo, en la también ciudad minera de San Luis

Potosí, el ayuntamiento contribuyó 2,021 pesos y los comerciantes donaron

3,268 pesos.23

Posteriormente, la campaña financiera se trasladó a los pueblos rurales.

Debe enfatizarse que si bien el donativo que comenzó a recogerse en 1808

(prolongándose durante los años de 1809 y 1810) apareció inicialmente como

muestra de la solidaridad de los habitantes novohispanos con la Corona y los

habitantes de España en su lucha contra Napoleón, pronto se convirtió en

instrumento de una agresiva campaña de expropiación de los ahorros de los

pueblos campesinos, que eran precisamente los menos preparados para

soportar esta sangría debido al tremendo impacto de la crisis agraria y la

consiguiente ola de epidemias letales que se desataron en la Nueva España

desde fines de 1808, ahondándose en 1809. 24 Conocemos los detalles de los


22
AGN, Donativos y Préstamos, vol.11, exp.5, fs.51-68.
23
Listas detalladas de los donativos de 1808-1810 se encuentran en diversos
volúmenes de AGN, Donativos y Préstamos; por ejemplo, para Guanajuato, vol.12, fs.
207-215; para San Luis vol. 4, exp- 38, fs. 137-144.
24
Sobre la crisis agraria de 1809 consúltese, Enrique Florescano y Victoria San
14

donativos reunidos en villas de agricultores a partir de los documentos y listas

de donantes entregados por los administradores de diversas haciendas,

comerciantes rurales y, sobre todo, los funcionarios fiscales y curas que tenían

a su cargo la recaudación en las comunidades de indios.

Como simple botón de muestra puede citarse el caso del pueblo de

Santiago en la jurisdicción de Zimapán donde existió considerable dificultad en

recaudar el tributo de los indígenas porque éstos habían emigrado a otros

parajes para buscar comida o sencillamente habían fallecido:

"Ni menos pueden fijar su residencia en lugar determinado porque


es indecible la calamidad universal... Como que de hecho se han
ausentado hasta la época presente doscientos cuarenta
tributarios, con otro igual número que han fallecido desde la
formación de la última matrícula..." 25

A pesar de las desgracias que experimentaba la sociedad agraria, los

funcionarios hacendarios prosiguieron con sus esfuerzos por extraer recursos

de los pueblos e instaron a los subdelegados a que las declaraciones de los

contribuyentes hicieran explícitas su carácter voluntario.26 Este fue el caso en

decenas de pueblos indígenas de la zona de Veracruz, como lo ilustra el

siguiente extracto de carta enviado al subdelegado en Veracruz el 24 de

noviembre de 1808:

Vicente, comps, Fuentes para la historia de la crisis agrícola (1809-1811). Selección


documental, México, UNAM, 1985
Florescano y San Vicente, eds. (1985). Asimismo véanse las importantes
observaciones de Hamnett (1986), cap. 4.
25
Florescano, Enrique y Victoria San Vicente, comps. p.175, Fuentes para la historia de
la crisis agrícola (1809-1811). Selección documental, México, UNAM, 1985
26
Véase Luis Antonio Jáuregui Frías, "La anatomía del fisco colonial: la real hacienda de
la Nueva España, 1784-1821", Tesis doctoral, El Colegio de México, 1994, cap.6, pp.
246-48, para una descripción sintética de las fórmulas empleadas por los funcionarios
de Hacienda para evaluar los sobrantes de las cajas y autorizar su extracción.
15

"El Gobernador del Pueblo de San Miguel de Texistepeque, su


república y demás Tlatoques (jefes) dicen que... libre, graciosa y
espontáneamente y sin ningún premio, contribuyen a nuestro
Soberano por vía de donativo con todos los fondos que de su
pertenencia existen en la Caja Real de Veracruz..."27

En pocas palabras, el éxito del donativo dependió en gran importante de

la forzosa contribución de los llamados "sobrantes" de las cajas de comunidad

de los pueblos de indios.28 En la Intendencia de Puebla, las autoridades

hacendarias se dedicaron con ahínco a este propósito desde mediados del año

de 1809. De nuevo, puede observarse que los métodos utilizados eran

taxativos aunque los oficiales intentaban disfrazar el verdadero carácter de las

exacciones. Así lo indica por ejemplo, el informe del subdelegado de

Amozogue del 28 de junio de 1809, señalando que "se sacaron del ramo de

Bienes de Comunidad y se aplicaron al donativo, 400 pesos que los naturales

de los pueblos de Hueyotlipa y Santa Ana de la jurisdicción de Amozoque

cedieron a Su Majestad." Dos días más tarde, las oficinas hacendarias

recibieron 300 pesos de las cajas comunitarias de los pueblos de Tlalpan y

1,123 pesos de los de Zacatlán. Informes similares se registran para docenas

de pueblos indígenas de la región poblana, la mayor contribución siendo los


2,160 pesos "que se sacaron de bienes de Comunidad...de la República de

Indios del partido de Cuautla de la Sal."29

27
AGN, Donativos y Préstamos, vol. 12, f.66.
28
En el caso de muchos pueblos, la pobreza era tal que los campesinos no podían
contribuir fondos pero los gobernadores autorizaron la entrega de los fondos de sus
cajas. Así lo indicaba, por ejemplo, el Gobernador de la república de naturales de
Zacatlán que sin embargo autorizó "se disponga de caudales depositados en las Cajas
Reales de la ciudad de Puebla, pertenecientes a sus bienes de comunidad..." AGN,
Donativos y Préstamos, vol.12, f.19.
29
Un resumen bastante completo de los donativos de 1808-1809 en Puebla fue
remitido por el intendente, el Conde de la Cadena, el 30 de abril de 1810: AGN,
Donativos y Préstamos, vol.11, exp.5, fs.51-68.
16

Entre los estudios históricos regionales más detallados de esta

extraordinaria ofensiva del gobierno para apropiarse de los recursos de los

sectores campesinos se encuentran los de Marta Terán e Iván Franco sobre la

intendencia de Valladolid de Michoacán, los cuales demuestran cómo la

presión fiscal se incrementó al tiempo que se exigían los donativos. 30 Iván

Franco ofrece un recuento preciso de las contribuciones al donativo en los años

de 1808-1809 en Michoacán que muestra que el 42% del total de los fondos

donados procedió de 149 comunidades indígenas, seguido por un 38%

aportado por instancias eclesiásticas, mientras que el sector de propietarios-

criollos y españoles- apenas contribuyó 8% del total de 207,000 pesos reunidos

en la región. 31 [Véase Cuadro 2]

CUADRO 2
"Donativo recogido en 1808-1809
en la Intendencia de Valladolid (Michoacán)"

Grupos sociales Cantidad Porcentaje


(pesos)

Obispo de Valladolid 80,000 38.5%

Orden de Agustinos 10,000 4.8%

149 comunidades indígenas 86,701 41.7%


de 15 subdelegaciones

Vecinos de Valladolid 17,176 8.3%

Empleados de oficinas 7,320 3.5%


de real hacienda
30
Marta Terán, “Muera el mal gobierno: las reformas borbónicas en los pueblos
michoacanos y el levantamiento indígena de 1810”, P.h.D. thesis, México, El Colegio de
México, 1995; e Iván Franco, "La Intendencia de Valladolid de Michoacán, 1787-1809: El
proceso de formación del poder civil en una región de la Nueva España", Tesis de
maestría, El Colegio de Michoacán. 1995.
31
Franco Iván, "La Intendencia de Valladolid de Michoacán, 1787-1809. p. 346, Tesis de
maestría, El Colegio de Michoacán, 1995.
17

Ayuntamiento de Valladolid 5,556 2.7%

18 miembros del Regimiento 1,229 0.6%


de Dragones de Pátzcuaro

Total 207,892 100.0%

-----------------------------------------------------------------

Fuente: Iván Franco (1996), p.379.

-----------------------------------------------------------------

Pero paradójicamente, como señala la investigadora Marta Terán, serían

los pueblos campesinos más productivos los que sufrirían en mayor grado por

las exacciones pues merced a su laboriosidad habían logrado una mayor

acumulación de sobrantes en sus cajas.32

La agresividad de la campaña para recoger el donativo también se

confirma en el caso de la provincia de Yucatán: una detallada monografía

reciente de Dorothy Tanck demuestra cómo allí los funcionarios de la real

hacienda se fueron apropiando del control y manejo de las cajas comunitarias

de manera progresiva, llegando a determinar los contratos para arriendo de los

bienes comunales, la venta de gran cantidad de tierras ganaderas de las

mismas y la utilización de los fondos acumulados por las actividades

productivas, destinando la mayor parte a cubrir las emergencias financieras

que enfrentaba la Corona española. 33 De las cajas de comunidades indígenas

32
"Los pueblos pobres, sin bienes o con pocos...perdieron menos con esta
política...[en cambio] a los pueblos más abundantes y de vida resuelta les fue mal..."
Marta Terán, "Muera el mal gobierno: las reformas borbónicas en los pueblos
michoacanos y el levantamiento indígena de 1810", pp.154-55.
33
Dorothy Tanck de Estrada, "Escuelas y cajas de comunidad en Yucatán al final de la
colonia", Historia Mexicana, 1994, 401-449, analiza este proceso en Yucatán mientras
que Marta Terán “Muera el mal gobierno..” (1995), lo realiza para Michoacán,
analizando las muy diversas formas utilizados desde 1780 por los intendentes y
subdelegados para apropiarse progresivamente de la administración de los bienes
comunales de las comunidades indígenas.
18

de Yucatán se obtuvieron a lo largo de 30 años una suma que superó los

400,000 pesos: en 1790 ya habían entregado unos 50,000 pesos para el Banco

de San Carlos, en 1796 otros 80,000 pesos para un préstamo a la Corona con

garantía del ramo del tabaco; en los años de 1807-1808 casi 200,000 pesos

para la Caja de Consolidación en Madrid; y en 1809 un aporte al donativo de

32,000 pesos "para la madre patria en la invasión del pérfido Napoleón."34

Hacia fines de 1809, la jerarquía eclesiástica comenzó a preocuparse

por la constante sangría de los pueblos campesinos y protestaron a los

funcionarios hacendarios. Ello se observa en la correspondencia y las disputas

que sostuvo el arzobispo, Manuel Vázquez de León contra las medidas

decretadas por el Real Fiscal Protector de Naturales, Vicente Rebolledo, en el

sentido de que se debían aplicar dos terceras partes de los fondos de todas las

cajas de comunidad del virreinato "por vía de Donativo durante la Guerra..." El

eclesiástico recordó a Rebolledo que los indígenas no sólo habían efectuado

importantes contribuciones al donativo sino que además habían "cedido todas

sus existencias y aún los capitales y réditos que le pertenecían sobre el Ramo

de Consolidación". 35 A todas luces, los 750,000 pesos que habían prestado las

cajas de las repúblicas de indios de todo el virreinato entre 1805 y 1808, ya no

se les devolverían sino que constituirían una transferencia neta para España.36

Por increíble que parezca, las autoridades del gobierno virreinal no

estaban satisfechos con estas contribuciones de la población indígena sino que

intentaron incrementar la recaudación fiscal, aplicando con mayor rigor la

percepción de los tributos.37 Como señala Luis Jáuregui, el propio virrey Lizana
34
D. Tanck de Estrada, "Escuelas y cajas de comunidad 430-436.
35
Carta de 6 de noviembre de 1809, AGN, Donativos y Préstamos, vol. 12, f. 17.
36
Recordemos que, anteriormente, en el capítulo 4 se analizaron las contribuciones de
las comunidades indígenas a la Consolidación de Vales Reales.
37
Margarita Menegus, "Los bienes de la comunidad y las reformas borbónicas, 1786-
1814," en Estructuras agrarias y reformismo ilustrado en la España del siglo XVIII,
Madrid, Ministerio de Agricultura, p. 389, 1989 señala que el importe de los productos de
19

(eclesiástico que en otras ocasiones había manifestado su afán de velar por la

suerte de los indios) resolvió que era necesario extraerles todo el jugo

necesario para cumplir con las exigencias del fisco. Así, en marzo de 1810, el

virrey solicitó un aumento de las tasas del tributo al Tribunal de Cuentas, el cual

respondió que no era posible, añadiendo que lo conveniente era que

aumentaran sus números los tributarios por medio de un aumento en la tasa de

reproducción. El argumento fue crudamente disfrazado:

"Aumentar los tributos haciendo que se multiplique el número de

indios, negros y mulatos libres con ramo de industria...y

multiplicándoles los jornales, les proporcionen los matrimonios

que es el medio católico para que progrese la población...y trae el

provecho de reanimar a las gentes, les infunde más amor al

gobierno y se vigoriza la verdadera fuerza del Estado..."38

En resumidas cuentas, la política financiera de la Corona tendió a pesar

de manera desigual sobre la población novohispana con efectos especialmente

traumáticos para las comunidades campesinas.39 Pero, además, fueron

precisamente los sectores rurales más productivos y emprendedores los que

sufrieron más, drenando sus capitales y sus ahorros, hasta el punto que hacia

1810 los pueblos indígenas más laboriosos ya no contaban con reservas

bienes de comunidad (de las distintas intendencias) reunidos en la real caja de México
en 1809 superó los 180,000 pesos.
38
Citado en Luis Antonio Jáuregui Frías, “La anatomía del fisco colonial: la real hacienda
de la Nueva España, 1784-1821”, p.222.
39
El alcance del donativo fue realmente extraordinario como lo ilustran los informes de
la lejana provincia de Nuevo México, más de 2,000 kilómetros al norte de la capital
virreinal. En este territorio escasamente poblado, los reales funcionarios obligaron a
los comerciantes y pequeños ganaderos así como a las comunidades de indígenas a
contribuir en moneda u especie, recogiéndose 117 pesos en metálico así como 218
sarapes, 149 fanegas de maíz, 52 cueros curtidos, 18 ristras de chiles y 32 de ajos.
Inclusive existen noticias de contribuciones individuales como en el caso de un
indígena del pueblo de San Felipe quien donó un peso de plata y una piel de búfalo (!)
Véase Marc Simmons, Spanish Government in New Mexico, Albuquerque, University of
New Mexico Press. p.93,1968
20

monetarias. A la vez, los nuevos donativos contribuyeron al retiro de una

porción importante de capitales de las instituciones eclesiásticas con bases

rurales, debilitando las redes crediticias regionales ya extenuadas por la

Consolidación.

La defensa de la Corona y del comercio colonial: los préstamos de los

comerciantes novohispanos para el gobierno español, 1808-1811

Las exigencias financieras del gobierno metropolitano en los años de

1808-1811 constituyeron, en efecto, una pesada carga para amplios sectores

de la sociedad novohispana que se vieron obligados a rendir sus capitales a la

voraz maquinaria fiscal. Pero había otros sectores- en especial los

comerciantes del Consulado de la ciudad de México- que ofrecieron cuantiosas

sumas (a rédito) con premura y de manera voluntaria en repetidas ocasiones

desde 1808 hasta después del levantamiento de Hidalgo en septiembre de


1810. En este caso, por lo tanto, no se trataba de la coerción sino de un claro

esfuerzo de colaboración de sectores claves de las élites novohispanas,

fundada en el deseo de conservar una serie de privilegios políticos y oligopolios

económicos de carácter secular.40

Ello reflejaba el hecho de que tras el golpe contra Iturrigaray, la elite


mercantil capitalina había asumido el poder tras el trono virreinal.41 Este
40
Desde 1592, el Consulado de comerciantes de la ciudad de México ostentaban el
control de gran parte de las transacciones por mayor del comercio en la Nueva España
así como el manejo del Tribunal del Consulado de Comercio, que resolvían en materia
normativa.
41
El golpe contra Iturrigaray, como ya se ha indicado, fue realizado por un grupo de
comerciantes del Consulado de la ciudad de México, encabezado por el mercader
Gabriel de Yermo, quien movilizó y armó a 300 empleados de las tiendas del zócalo
para apresar el virrey la noche del 15 de septiembre de 1808. Los grandes mercaderes
temían que Iturrigaray se aliara con los miembros radicales del Ayuntamiento para
convocar una serie de juntas nacionales encaminadas a declarar un gobierno
autónomo de España. Para una descripción clásica de este coup d'état véase Alamán,
Historia de México, (1845) vol. 1; para una versión reciente consúltese Lawrence Black,
"Conflict among Elites: The Overthrow of Viceroy Iturrigaray, Mexico 1808", op. cit.
21

protagonismo no era tan sorprendente si se tiene en cuenta que la

superviviencia de sus negocios y sus privilegios dependía en buena medida de

la persistencia del régimen colonial y de las vinculaciones con Cádiz. En caso

de desaparecer el gobierno español ante el embate napoleónico y de abrirse

los puertos novohispanos a la libre concurrencia de traficantes de otros países-

en particular de Inglaterra y de los Estados Unidos- era evidente que se

modificaría radicalmente el comercio exterior de la Nueva España y con ello

desaparecerían los altos beneficios que largo tiempo habían sido la savia de

los oligopolios mercantiles manejados por los ricos mercaderes del Consulado

de México.

Por este motivo - y muy al contrario de lo que ha afirmado Pedro Pérez

Herrero con respecto a un supuesto distanciamiento de las elites novohispanas

del gobierno metropolitano- la evidencia disponible indica que las

contribuciones financieras proporcionadas a la Corona tanto por la plutocracia

mercantil nunca fueron mayores que en los años críticos de 1808-1810.42

CUADRO 3

Donativos y Préstamos para la Corona recogidos en la Nueva España, 1808-


1810
Año Monto Tasa
(pesos)

Donativo* 1808-1810 1,941,643 --

Préstamo 1809 3,176,835 6%.


patriótico

Préstamo/ dic.1809 1,393,500 s.i.


suplemento

42
Pedro Pérez Herrero, "Los beneficiarios del reformismo borbónico: metrópoli versus
élites novohispanas, " Historia Mexicana, XlI, 162, (1991), 207-264.
22

Préstamo 1810 2,010,000 6-8%


Patriótico

Préstamo/ jul.1810 1,000,000 s.i.


suplemento

Préstamo/ dic.1810 2,000,000 s.i.


suplemento

Préstamo/ marzo 1810 1,194,000 s.i.


suplemento

-----------------------------------------------------------
Fuentes: véanse referencias completas en Carlos Marichal, Bancarrota del virreinato
(1999), apéndices III.1 y III.2.
s.i.: sin intereses

Inicialmente, sin embargo, los préstamos constituyeron solamente una

parte minoritaria del total de remesas enviadas por real hacienda desde

Veracruz con destino a España en el primer año de la guerra contra Francia

(agosto de 1808 hasta agosto de 1809). La sumas remitidas en este corto

periodo fueron realmente asombrosas, superando los 14 millones de pesos, la

mayor parte siendo reservas fiscales acumuladas, a las que se agregaron un

importante volumen de dineros de la Casa de Moneda, el donativo que se

había recogido durante el año y 4 millones de pesos acumuladas en las cajas

de Consolidación en el virreinato.43

43
La reanudación de envíos de plata oficial a España en los barcos de guerra
británicos, Diamante y Melpomene que salieron de Veracruz en diciembre de 1808
fueron efectuados básicamente con fondos de la Casa de Moneda pero una parte
adicional remitido provino del estanco del tabaco: véase Luis Antonio Jáuregui Frías,
"La anatomía del fisco colonial: la real hacienda de la Nueva España, 1784-1821",
pp.250-251. Posteriormente a principios de 1809 salió para Cádiz el buque de guerra
San Justo, cargando los caudales de Consolidación, entre otros: véase Asunción
Lavrin, "The Execution of the Laws of Consolidación in New Spain: Economic Aims and
Results", Hispanic American Historical Review, 53, no.1, 27-49, 1973.
23

En julio de 1809, el virrey Garibay recibió una nueva orden del ministro

español de Hacienda en la que se le indicaba la necesidad de "conducir al

Inglaterra la cantidad de tres millones de pesos fuertes para el acopio y pago

de letras contra la tesorería del gobierno británico."44 Dichas letras constituían

recibos que el gobierno de la Regencia había entregado a los representantes

ingleses en España a cambio de apoyos en metálico y en armas que había

proporcionado Londres a las primeras juntas españolas en su lucha contra

Napoleón desde mediados de 1808. Luis Jáuregui señala:

"Pocos días después llegó a Veracruz el primer agente del


gobierno británico aceptado en Nueva España. En vista de que en
esos días, específicamente el 22 de julio hubo cambio de virrey,
fue con Lizana con quien Alexander Cochrane-Johnston (el
agente inglés que llegó a Veracruz) entabló pláticas "para recibir 3
millones de pesos que Inglaterra había prestado a España en los
primeros meses de la alianza y con un permiso de exportación de
plata con destino a la tesorería inglesa."" 45

Dada la escasez de numerario en las arcas de las reales cajas de


México y Veracruz, el virrey Lizana procedió a solicitar un préstamo (ratificado

previamente por la Junta Central en Sevilla) a través de un bando publicado el

5 de agosto en la ciudad de México en el que se llamaba a los habitantes de la

Nueva España a demostrar su "patriotismo, lealtad, amor y virtuosos

sentimientos" para apoyar "la causa más sagrada que ha defendido hasta

ahora Nación alguna."46

44
Luis Antonio Jáuregui Frías, "La anatomía del fisco colonial….”, p.252, quien cita la
Gaceta de México del 12 de julio de 1809. 1994.
45
Ibid., p.252, quien a su vez sigue y cita a Jiménez Codinach (1990).
46
El préstamo fue autorizada por la Junta en marzo de 1809, por lo que puede
suponerse que debió conocerse en el virreinato hacia principios de junio pero el virrey
Lizana retrasó su publicación en el virreinato por motivos desconocidos. AGN,
Donativos y Préstamos, vol.3, fs. 16-17.
24

El éxito fue notable ya que para fines de agosto se habían reunido más

de 3 millones de pesos en forma de préstamo patriótico, el grueso proveniente

de los grandes mercaderes de la ciudad de México. Entre los mayores

contribuyentes pueden citarse los casos de Antonio Bassoco que prestó la

fabulosa cantidad de 200,000 pesos, los hermanos Francisco y Alonso Terán

con igual suma, Tomás Domingo Acha con 150,000 pesos, Sebastián Heras

con 100,000 pesos, Gabriel Yturbe con 100,000, el conde de la Cortina con

50,000, Gabriel de Yermo con 50,000, etc. Otros 50 comerciantes también

participaron con sumas que iban desde 10,000 a 50,000 pesos, y varias

decenas más con contribuciones menores.

Es importante notar que las condiciones de este préstamo eran

francamente favorables a los prestamistas. En contraste con los donativos que

no ofrecían ni devolución de capitales ni réditos a los contribuyentes (en su

mayoría gente de pocos recursos), los préstamos garantizaban una alta

rentabilidad y seguridad a los más opulentos miembros de la sociedad

novohispana. Los beneficios para los prestamistas se observan con claridad en

el Bando del 5 de agosto de 1809 que establecía las condiciones financieras: el

pago puntual del premio de 6% al año y todo ello "bajo seguro hipoteca de la

Renta del Tabaco o del ramo que el Prestamista eligiere en especial..." 47 Por

otra parte, es menester hacer notar que para tranquilizar a los acreedores, la

real hacienda pronto comenzó la devolución de una parte estos fondos a los
comerciantes, con lo que reafirmaba su alianza estratégica con la elite

mercantil.48

47
Para detalles adicionales consúltese Apéndice 6 de Marichal (1999) y las fuentes allí
citadas.
48
Lucas Alamán señaló que "el reintegro de esta sumas comenzó a hacerse aún antes
del tiempo ofrecido, y desde el 6 de septiembre de aquel año (1809) se publicó aviso
para que ocurriesen a recibirlas los que quisiesen dejarlas a rédito." Lucas Alamán,
Historia de México, vol. 1, p.306.
25

La colaboración estrecha entre gobierno y grandes mercaderes se


manifestó de manera igualmente fehaciente en varios préstamos puente que se

solicitaron- en diciembre de 1809, julio de 1810 y en diciembre de 1810- a raíz

de la llegada de barcos de guerra españoles o británicos a Veracruz con objeto

de llevarse caudales para apoyar al gobierno español en Cádiz. En cada caso

existía una escasez temporal de fondos en las tesorerías novohispanas,

obligando al virrey a solicitar adelantos cuantiosos de los grandes mercaderes

ya que eran los únicos individuos que disponían de fuertes cantidades de

metálico.

El primer préstamo puente se solicitó a principios de diciembre de 1809

al arribar al puerto de Veracruz las fragatas de guerra Asia y Algeciras con

órdenes para embarcar toda la plata que estuviera disponible en las reales

cajas. El virrey Lizana convocó una serie de juntas "de los principales vecinos

pudientes de esta capital" para solicitar su apoyo, logrando reunir cerca de un

millón y medio de pesos en apenas dos semanas. Los mayores contribuyentes,

como era costumbre, fueron los miembros del Consulado de comerciantes de

la capital, entre ellos Antonio Bassoco (que adelantó 200,000 pesos), Gabriel

Yturbe e Yraeta (100,000), Tomás Domingo de Acha (150,000) y el conde de la

Cortina (50,000, siendo seguidos por unos 65 individuos que aportaron sumas

que iban desde 2,000 hasta 20,000 pesos.49

Estos grandes prestamistas, sin embargo, no estaban arriesgando sus

capitales pues el gobierno virreinal les había prometido que en cuanto

ingresaran fondos fiscales a las tesorerías serían reembolsados con presteza.

Ello fue confirmado tres meses más tarde por el Diario Mercantil de Veracruz

que convocó a los interesados en el préstamo gratuito a acudir el 7 de marzo "a

49
La Gaceta de México de los días 2, 6, 9 y 13 de diciembre de 1809, incluyó listas
completas de contribuyentes.
26

la Tesorería de Real hacienda a percibir el importe de la mitad de la cantidad

que cada uno hubiese prestado.50

Conclusiones

En resumidas cuentas, se observa que desde la recepción de noticias

sobre la invasión napoleónica de la metrópoli, se iniciaron una serie de

campañas políticas y financieras en el virreinato de la Nueva España para

colaborar en la defensa del gobierno de la monarquía imperial. Los habitantes

de la colonia más rica de las Américas contribuyeron ingentes cantidades de

plata en metálico para la lucha contra los invasores franceses. ¿Se trataba de

una especie de patriotismo hispano colonial? Nos parece que algo de esto

había, como lo ilustra una parte de la extensa documentación en los archivos y


en la Gaceta de México de estos años. Importantes sectores de la sociedad

virreinal tenían fuertes lealtades con el régimen vigente y con la ideología que

los identificaban con Corona e Iglesia. El hundimiento de la madre patria no era

deseada sino que se intentaba por todos los medios ayudar a evitarlo. Sin

embargo, y algo paradójicamente, el apoyo financiero se destinó finalmente no

a la monarquía como tal sino a las Cortes de Cádiz, que planteaban la

necesidad de un cambio reformista de régimen tanto en España como en las

colonias.

No obstante, es pertinente sugerir que cada uno de los individuos y

corporaciones del México colonial que contribuyeron fondos para la lucha

contra Napoleón, seguramente tenía una percepción distinta de lo que


50
El Consulado de Comercio de Veracruz se encargó de los pagos que se liquidaron
"presentando el resguardo a su favor (del prestamista) con recibo firmado a su
reverso." Diario Mercantil de Veracruz, 6 de marzo de 1810, BN (Madrid), sección de
raros, R/60136.
27

significaba el acto de donar o prestar dinero a España. Para los campesinos

indígenas (la mayoría de ingresos escasos), el donativo era un acto obligatorio

que venía suavizado por la prédica de los curas párrocos a favor de la defensa

de la fe católica. Algo similar posiblemente ocurrió entre los sectores populares

de las ciudades, que también se vieron obligados a donar. En cambio, para los

sectores acaudalados, en particular los más ricos comerciantes (que prestaron

más de quince millones de pesos plata en estos cortos años), uno sospecha

que sus contribuciones reflejaban más bien un intento por asegurar la

pervivencia de un régimen imperial que les había asegurado beneficios

económicos cuantiosos durante decenios. Es más, una vez que estallaron las

guerras de la insurgencia en septiembre de 1810, estos mismos comerciantes

novohispanos (tanto criollos como españoles), junto con los mineros, los

hacendados y la Iglesia habían de ofrecer nuevas sumas en la forma de

donativos y préstamos para apoyar al ejército realista en contra de los

insurgentes. Y habían de contribuir una y otra vez durante diez años para

impedir el derrumbe del régimen virreinal. En este sentido, nos parece que

analizar el tema de la persistencia de las lealtades coloniales ofrece un campo

importante y poco estudiado por los historiadores hispanoamericanos.

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