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Recién en la mañana del 25 de octubre, por instrucciones del Comité Central del
Partido Bolchevique, se hizo una llamada desde Petrogrado al Soviet de Moscú. Estaba
programada una reunión conjunta del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados de
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA
Con las impresiones de los sucesos de Kaluga aún frescas en las mentes, el
Comité de Moscú había estado discutiendo la cuestión de formar centros de combate,
pero hasta entonces no se había dicho nada sobre una acción inmediata. Se decidió
organizar un centro de combate del Soviet compuesto de siete personas, y se ordenó a la
fracción bolchevique que se asegure de que en la reunión conjunta de los Soviets se
apruebe una moción con ese propósito. Luego, el Comité de Moscú abordó la cuestión
de crear un centro de combate del Partido, que incluiría a dos representantes del
Comité Regional del Partido, dos del Comité de Moscú, uno del Comité del Área de
Moscú y, además, un representante de los sindicatos y otro de la Organización Militar
del Comité de Moscú del Partido.
¿Qué hacer? El centro de combate del Soviet todavía no se había creado, el pleno
de los dos Soviets recién se reuniría a las 3 de la tarde, y se tenía que pasar a la acción
inmediatamente. Actuando en consecuencia, el Comité de Moscú del Partido, emitió las
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Recibidas esas órdenes, Vedernikov se dirigió rápidamente a los cuarteles del 56º
Regimiento. El Cuartel General del Regimiento y dos batallones se encontraban en el
Cuartel Pokrovsky, el 1er. Batallón y la 8va. Compañía estaban estacionados en el
Kremlin, y el resto de compañías del 2º Batallón estaba en el Distrito Zamoskvorechye.
Quince minutos después, dos compañías –la 11ª y la 13ª– salieron en carrera por
las puertas del cuartel. Los hombres ocuparon la oficina de correos y telégrafos en la
esquina de Myasnitskaya Ulitsa y la avenida, y también la central telefónica de larga
distancia que se encontraba en las cercanías. Una vez hecho esto, consideraron que la
decisión del Comité de Moscú había sido cumplida; no hicieron el intento de ocupar la
central telefónica que estaba a la vuelta de la esquina, en Milyutinsky Pereulok, que más
tarde en la noche fue ocupada por los junkers. Pero eso no fue todo. En la oficina de
correos y telégrafos, se montó guardia sólo en la parte exterior de las instalaciones;
nadie ingresó al edificio. Sin nadie que controlara, los telegrafistas retenían los
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La primera cosa que hizo el “Comité de Seguridad Pública” fue enviar telegramas
a todas las Dumas municipales del país solicitando apoyo para el Gobierno Provisional.
Además de esto, Rudnev, que también era presidente del Comité Central de la
Asociación de Dumas Municipales, propuso que todas las Dumas municipales enviaran
inmediatamente delegados a Moscú con vistas a realizar un Congreso de Representantes
de las Dumas para contrastarlo con el Segundo Congreso de los Soviets en Petrogrado.
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“La aprobación por parte del Soviet bolchevique de una resolución para la toma
inmediata de las fábricas y por supuesto el esperado decreto sobre la captura de
las instituciones estatales y públicas, es cuestión de unos días o tal vez incluso de
este mismo día. Estamos informados de que Moscú va a ser el centro de la
insurrección. Tengo suficientes fuerzas a mi disposición para mantener el orden
en Moscú [varias palabras indescifrables – I. M.] …para el Área, en muchos
lugares en los que se han programado levantamientos similares. Vuestra ayuda
puede ser necesaria, principalmente en la forma de caballería y artillería a
caballo. Ya he informado al Ministro de Guerra sobre esto. Comandante en
funciones, coronel Kravchuk.”
“Debe estar lista para salir al menos una Brigada, si no una División entera,
incluyendo artillería a caballo.”
Pero los sucesos en Moscú se sucedían a tal ritmo que era imposible esperar. De
Petrogrado se recibieron las noticias de la caída del Palacio de Invierno y de la fuga de
Kerensky. Durante esos días no llegaron más novedades del Cuartel General. Moscú ya
se había levantado, y las fuerzas disponibles eran obviamente insuficientes para hacer
frente a la situación. Ryabtsev no podía confiar en las tropas: ellos apoyaban a los
bolcheviques, y lo más que pudo hacer Ryabtsev fue desarmar la guarnición. Las fuerzas
contrarrevolucionarias en Moscú consistían principalmente de junkers y oficiales.
También, había dos escuelas militares en Moscú, seis escuelas de oficiales y una serie de
Cuerpos de Cadetes. Podían formarse fuerzas de combate con los que estaban a punto de
graduarse: todos ellos eran hombres bien entrenados en el arte de la guerra y estaban
muy bien equipados. Además de eso, Ryabtsev también depositaba su esperanza en la
llamada “Guardia Interna” que comprendía oficiales, estudiantes y empleados de
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oficina. Más tarde, esta guardia con frecuencia lucharía contra los trabajadores. Por
último, había una pequeña unidad de cosacos estacionada en Nizhniye Kotly.
Nogin, que recién había llegado de Petrogrado, fue al Kremlin a ver a Ryabtsev,
seguido después por otros representantes del Comité Militar Revolucionario. Ryabtsev
exigió que los bolcheviques retiraran del Kremlin la Compañía del 193er. Regimiento.
Por su parte, los representantes del Comité Militar Revolucionario demandaron que
Ryabtsev retirara a los junkers. Prometiendo hacerlo, Ryabtsev ganó su punto, y la
Compañía del 193er. Regimiento fue retirada del Kremlin. Por orden del Comité Militar
Revolucionario, la compañía fue enviada de regreso al Cuartel Khamovniky.
Ryabtsev, sin embargo, no tenía intención de cumplir; su único objetivo era ganar
tiempo. En la noche del 26 de octubre, en la reunión de la Duma municipal, fue
autorizado por el “Comité de Seguridad Pública” a iniciar operaciones militares en la
primera oportunidad.
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apoyaron la política traidora de los capituladores Zinoviev y Kámenev. Entre los que se
opusieron estaban también una serie de trotskistas, que habían probado ser enemigos
del pueblo. En la mañana del 27 de octubre, hubo una reunión conjunta de los
miembros del Centro del Partido y los miembros bolcheviques del Comité Militar
Revolucionario que estaban en el lugar. Por una mayoría de 9 a 5 se decidió hacer otro
intento de llegar a un acuerdo con Ryabtsev. Así, en la misma mañana del 27 de octubre,
se reiniciaron las negociaciones.
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toda operación militar de cualquier tipo, disolver sus fuerzas y presentarse ante una
corte para ser procesados. Al transmitir el ultimátum desde un teléfono de la Duma
municipal, Nogin sintió que era demasiado embarazoso siquiera mencionar este último
punto.
El ultimátum tuvo el efecto de un balde de agua fría sobre los miembros del
Comité Militar Revolucionario. Los abogados de la negociación desaparecieron
temporalmente. Luego de una gran pérdida de tiempo, el centro de combate empezó a
reunir sus fuerzas en el Soviet de Moscú.
Los primeros en ser llamados al Soviet de Moscú fueron los “hombres de Dvinsk”.
Este era el nombre que se dio a los soldados bolcheviques que habían sido arrestados
por agitación bolchevique en el frente occidental durante la manifestación de julio,
después de su supresión. Cerca de mil soldados fueron confinados en la prisión de
Dvinsk. De Dvinsk fueron transferidos a la prisión Butyrka en Moscú. Los soldados
habían exigido un juicio, pero parecía que los registros de sus casos se habían perdido, y,
como resultado de ello, 860 hombres estaban en prisión sin que se les hubiera acusado
definitivamente. El Comité de Moscú del Partido Bolchevique había iniciado una
campaña entre los obreros de Moscú y la Guarnición, por la liberación de los “hombres
de Dvinsk”. La presión de las masas forzó a las autoridades a liberar a 600 soldados, y,
después, durante los días de las batallas de Octubre, los demás “hombres de Dvinsk”
también fueron liberados. La mayoría de los “hombres de Dvinsk” fueron alojados en el
distrito Zamoskvorechye.
Llamados por el Soviet de Moscú, los “hombres de Dvinsk” pasaban por la Plaza
Roja, en la noche del 27 de octubre, cuando fueron parados por un destacamento de
junkers.
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Esa noche, los junkers abrieron fuego sobre el sitiado Kremlin. Sus nidos de
ametralladoras estaban ubicados en la arcada opuesta a la muralla del Kremlin en la
Plaza Roja. Desde las murallas del Kremlin, los soldados del 56º Regimiento
respondieron el fuego. Para entonces, el crepitar de las armas de fuego se oía en todo
Moscú. La guerra estaba en marcha.
Entre las 4 y 6 de la mañana del 28 de octubre, los miembros del Centro del
Partido se desplazaron hacia el distrito Gorodskoy, donde establecerían el cuartel
general de emergencia en caso de que el Comité Militar Revolucionario fuera aplastado.
Esa misma noche, siguiendo órdenes de Ryabtsev, los junkers hicieron una
incursión en la compañía a bicicleta estacionada en el Parque Petrovsky y capturaron
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Durante la noche del 27 de octubre, los junkers se ubicaron a lo largo de las calles
que conducían al Kremlin. Toda Arbat estaba ocupada. Los junkers patrullaban el área
que va del puente Krymsky al mercado de Smolensk, a lo largo del Sadovaya. El almacén
de la comisaría, en la esquina de Ostozhenka, cerca del puente Krymsky, estaba tomado
por los junkers. También capturaron el puente Borodinsky y la estación de ferrocarril
que cruza el río, por medio de los cuales mantenían comunicaciones con el Cuartel
General. Al amanecer, todo el centro de la ciudad, excepto el Kremlin, estaba ocupado.
Ryabtsev informó a Berzin que toda la ciudad había depuesto las armas y le
ordenó abrir las puertas del Kremlin. Berzin transmitió este ultimátum a los soldados y
propuso rendir el Kremlin. Los soldados se negaron categóricamente a hacerlo. Uno de
ellos incluso corrió hacia Berzin con su bayoneta, pero fue retenido por sus camaradas.
“¡Si tenemos que morir”, gritaron los soldados, “mejor moriremos con las armas en la
mano!” Berzin, sin embargo, logró persuadir a los soldados apostados en la Puerta
Troitsky para que abrieran las puertas. Les explicó que quería evitar que se derramara la
sangre de inocentes soldados, en vista de la supuesta rendición de Moscú. Aun
aceptando el punto de que el Kremlin no tenía contacto con el Comité Militar
Revolucionario y que el silencio que reinaba en Moscú parecía en cierta medida
confirmar lo dicho por Ryabtsev, queda el hecho de que el comandante del Kremlin
entregó voluntariamente, sin presentar batalla, una fortaleza bien pertrechada y con
suficientes fuerzas.
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Moscú contestó:
Rápidamente se formaron frentes de lucha por toda la enorme ciudad, que estaba
extrañamente silenciosa. Los junkers habían ocupado principalmente las calles centrales
que rodeaban el Kremlin, la zona residencial de la burguesía. Naturalmente, la
burguesía les ayudó todo lo que pudo. Los junkers se habían atrincherado en la Duma
municipal, en el Hotel Metropole en Teatralnaya Ploshchad y en el Hotel Nacional en la
esquina de Tverskaya Ulitsa y Okhotny Ryad. El Soviet de Moscú estaba rodeado de
Guardias Blancos y prácticamente aislado de las áreas obreras periféricas. Los junkers
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avanzaban por Okhotny Ryad y las calles que salían de Nikitskaya, que también estaba
en sus manos.
En la noche del 28 de octubre, el Centro del Partido decidió moverse del distrito
Gorodskoy al distrito Zamoskvorechye, porque desde ese punto iba a ser más fácil dirigir
las operaciones. Los miembros del Centro fueron a los distintos distritos a convocar a las
masas a la acción, a promover la lucha a gran escala.
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“Supimos que las cosas estaban calientes aquí, entonces decidimos venir a
ayudar. Sólo dígannos qué es lo que tenemos que hacer ahora.”
Torre Nikolai del Kremlin. Vista desde la Plaza Feroces batallas tuvieron lugar
Roja. Foto de Noviembre 1917 por D.M. Gusev alrededor de Smolenskaya Ploshchad. La
estación de ferrocarriles Bryansk fue
tomada por los junkers. Respaldados por un carro blindado, los Blancos empezaron a
avanzar a lo largo de Plyushchikha. Entre los soldados veteranos, se formaron
rápidamente unidades de granaderos, que lanzaron una lluvia de granadas sobre el
carro blindado, obligándolo a retroceder. En la noche, los Guardias Rojos rodearon el
distrito con trincheras cavadas con celeridad. Enormes fardos de algodón, traídos desde
el distrito Zamoskvorechye, fueron utilizados para levantar barricadas impenetrables a
las balas. El ataque de los Blancos fue contenido. La estación Bryansk fue recuperada.
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Lo que sigue son ejemplos típicos de los informes realizados por esos
exploradores en el curso de un solo día. Uno de ellos llegó corriendo con la noticia de
que no más de quince o veinte junkers estaban patrullando las calles entre Nikitsky
Boulevard y el río de Moscú en Ostozhenka, cerca de la Iglesia de Cristo; que a lo largo
de Volkhonka y Lenivka, por el Museo Rumyantsev, había veinte hombres; que en la
Escuela Militar Alexandrovsky habían 2,000 civiles, 1,500 junkers y 1,500 alférez.
Otro también informaba que los junkers en la Puerta Arab estaban parando y
registrando a los transeúntes. Había automóviles estacionados al frente del garaje en
Arbat. Se había montado un cañón de luz en el almacén Blandov en la Puerta Nikitsky, y
mantenía a nuestros hombres, ubicados en la plaza fuera del Monasterio Strastnoy, bajo
fuego constante. Los bolcheviques en la plaza habían retrocedido un poco. Esta
información fue proporcionada por un simple muchacho llamado Kochurov.
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Dos héroes, Barbolin y Zhebrunov, perdieron sus vidas en esta batalla por el
Ayuntamiento. Ambos habían tomado parte activa en la organización de la Liga de la
Juventud Comunista en Moscú.
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Las operaciones de las fuerzas armadas del Comité Militar Revolucionario fueron
progresando con éxito.
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“…las fuerzas del enemigo están aumentando y el enemigo se está haciendo más
fuerte cada hora que pasa. Estamos completamente aislados de los suburbios…
Hoy los bolcheviques han tomado todas las estaciones de ferrocarriles y el
Ayuntamiento del centro de la ciudad; también nos vimos obligados a abandonar
la oficina de correos y telégrafos, dado que nuestras fuerzas, después de haber
repelido reiterados ataques, estaban exhaustas. Los hombres han sido
trasladados a la central telefónica.
“La Escuela Militar Alexeyev, donde aún permanece una compañía de junkers,
está siendo defendida valientemente, pero la artillería pesada de los bolcheviques
ha destruido la parte superior del edificio y ha provocado incendios… La ayuda es
absolutamente imperativa, sin ella nuestra posición está lejos de ser brillante.”
Al prometer ayuda a Moscú, el general Dukhonin pasó por alto el hecho de que el
poder había pasado a manos de los bolcheviques en una serie de puntos importantes,
algunos de ellos en la ruta que debían seguir los refuerzos. Así, el 28 de octubre, los
obreros tenían el control en Viazma, Kolomna, Shuya, Kazán, Tsaritsyn, Minsk,
Novgorod, Toropets, Kiev, Rechitsa, Vitebsk, Rzhev, Podolsk, Ufa, Bryansk, Yegorecsk y
Ryazan.
Los intentos de Dukhonin de llamar a los cosacos del Don, también fracasaron. El
ataman Kaledin replicó que para que él pueda enviar a algunos cosacos a Moscú “la
situación debería ser sumamente urgente, para justificar cualquier movimiento ante los
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ojos de los cosacos”. En cualquier caso, Kaledin no podía atravesar la Cuenca del
Donetz.
Lenin y Stalin seguían el curso de los sucesos en Moscú con mucho detenimiento.
Lenin concedía una importancia excepcional al resultado del combate por Moscú.
En su primera carta acerca de la insurrección, del 12-14 de setiembre, escribió:
Lenin, Los bolcheviques deben tomar el poder, Obras Completas, t. XXVII, p. 131, Akal Editor, España.
Lenin, La crisis ha madurado, Obras Completas, t. XXVII, p. 195, Akal Editor, España.
Lenin, Carta al CC, CM, CP y a los miembros bolcheviques de los Soviets de Petersburgo y Moscú,
Obras Completas, t. XXVII, p. 251, Akal Editor, España.
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En Petrogrado, los junkers estaban preparando una rebelión que coincidiera con
la aproximación de las fuerzas de Kerensky. El sonar de los cañones del general blanco
Krasnov en las afueras de Petrogrado, iba a servir de señal para el amotinamiento. Pero
circunstancias impredecibles precipitaron este levantamiento. Tarde, en la noche del 28
de octubre, una patrulla de la Guardia Roja detuvo a dos individuos que lucían
sospechosos, fuera de la mansión Kshesinskaya, uno de los cuales trató de deshacerse de
una hoja de papel que tenía en su bolsillo cuando fue detenido. Los guardias rojos los
pusieron bajo arresto. Uno de ellos era Bruderer, miembro del Comité Central del
Partido Socialista-Revolucionario, y el papel era el plan de amotinamiento de los
junkers. Este plan fue informado directamente al Comité Militar Revolucionario, que
tomó las medidas pertinentes.
A su vez, al saber que Bruderer había sido arrestado y que el plan había caído en
manos de los Rojos, los Blancos iniciaron su motín en Petrogrado, en el amanecer del 29
de octubre. Gracias a las medidas que habían sido tomadas, fue sofocado en unas pocas
horas.
Lenin concluyó su discurso como sigue: “Estoy seguro que los soldados y obreros
de Petrogrado, que acaban de realizar una revolución victoriosa, sabrán aplastar a los
kornilovistas… Sin perder una sola hora, un solo minuto, debemos organizarnos;
organizar el Estado Mayor y debemos hacerlo hoy mismo. Una vez organizados
sabremos asegurarnos la victoria en algunos días, e incluso antes, posiblemente”. Ese
mismo día se envió a Moscú 500 marineros de Kronstadt en tren especial, para ayudar a
los bolcheviques moscovitas. Los marineros llegaron a Moscú en la noche del 30 de
octubre, y se unieron inmediatamente a la lucha.
Lenin, Reunión de los delegados de los Regimientos de la Guarnición de Petrogrado, Obras Completas,
t. XXVII, p. 373, 378-379, Akal Editor, España.
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El Comité Central del Partido Bolchevique decidió enviar dos representantes para
negociar con el Comité Ejecutivo del Sindicato Ferroviario, pero siguió haciendo rápidos
preparativos para repeler a Krasnov y Kerensky. En la mañana del 30 de octubre, cerca
de Pulkovo, se inició el avance decisivo contra las tropas de Krasnov y Kerensky.
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La noticia de la acción de los junkers y del arribo del batallón de choque puso de
pie a todo el distrito Khamovniky. La Estación Bryansk fue recuperada el 30 de octubre.
La amenaza del Comité Ejecutivo del Sindicato Ferroviario fue letra muerta.
Desacatando a sus dirigentes, los ferroviarios de base apoyaron la revolución.
Retrasaban a las tropas enviadas para ayudar a Ryabtsev y al mismo tiempo facilitaban
el avance rápido de los destacamentos de Guardias Rojos y soldados que se dirigían a
Moscú; descubrían transportes de armas e inmediatamente los entregaban a las
unidades revolucionarias. De Serpukhov y Podolsk, de Vladimir y Shuya, de Alexandrov
y Kovrov, llegaban hombres para ayudar a los obreros moscovitas. ¡Parecía que toda la
región se había levantado en armas!
Mientras tanto el Cuartel General del Área hacía todo lo que estaba a su alcance
para conseguir ayuda. Sobre las autoridades competentes, el teniente Rovny rogaba a
Kaluga que le enviara un destacamento y carros blindados, o, si esto no era posible, por
lo menos una parte de un destacamento regular.
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Dukhonin le dijo qué unidades habían sido enviadas y le informó que, en el frente
rumano, se estaba organizando un destacamento de seis batallones y una unidad de
artillería, especialmente para Moscú. Además de eso, se había pedido a Kaledin, de la
región del Don, que envíe cosacos.
“Con vuestra ayuda podremos mantener Moscú”, dijo Kravchuk, contento con las
noticias.
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El 31 de octubre, esta delegación fue recibida por el camarada Stalin. Uno de los
hombres de Preobrazhensky leyó su mandato, que obviamente había sido redactado
bajo el dictado de socialista-revolucionarios y mencheviques. Los soldados demandaban
que se enviara al frente a una delegación de representantes de todos los partidos –desde
bolcheviques hasta “socialistas populares”– para negociar con Kerensky; mientras este
último partido era difícilmente diferenciable de los demócrata-constitucionalistas
(cadetes) aun bajo microscopio, Stalin tomó la palabra. Les habló acerca de la situación
en el frente, les demostró que el mandato de los hombres de Preobrazhensky
simplemente le estaba haciendo el juego a Kerensky, quien sólo quería ganar tiempo, y
les explicó las desastrosas consecuencias a las que conducirían las negociaciones con
Kerensky. El discurso de Stalin dividió a la delegación. Los representantes del
Regimiento lituano declararon que ellos siempre se habían alineado con el Comité
Militar Revolucionario.
Los delegados de los regimientos comprendieron que habían escapado, por poco,
de caer víctimas de los engaños de los socialista-revolucionarios y mencheviques, y
estuvieron de acuerdo en enviar una delegación en nombre del Comité Militar
Revolucionario para hablar, no con Keresnky y Krasnov, sino con los cosacos y soldados,
planteándoles las siguientes cuestiones:
Ese mismo día, tan pronto el Comité Central del Partido supo del arresto de
Krasnov y la fuga de Kerensky, Lenin declaró en una reunión del Comité Central que las
negociaciones con el Comité Ejecutivo de los Ferroviarios debían interrumpirse, dado
que las habíamos utilizado únicamente como cortina para nuestras operaciones
militares. Las actas de esta reunión establecen que Lenin “considera que debe ponerse
fin en este mismo momento a la política de Kámenev. Tratar ahora con el CESFR no
corresponde. Hay que enviar tropas a Moscú”.
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Lenin habló por segunda vez en esa reunión, haciendo la siguiente demanda:
El anillo de los Rojos que llegaban se hacía más estrecho en las calles centrales. A
pesar de la desesperada resistencia, los junkers fueron forzados a retroceder
gradualmente hacia el Kremlin. Estaban siendo cercados por todos lados. Los
destacamentos de Zamoskvorechye presionaban en el centro, desde los puentes
Krymsky, Kamenay y Moskvoretsky. En este sector los junkers dieron singular batalla.
El cuartel general militar de los Blancos estaba localizado en Prechistenka; en ese
mismo distrito había dos escuelas de formación de oficiales. Los residentes de las calles
Prechistenka, Arbat, Ostozhenka y Povarskaya –los barrios residenciales aristocráticos
de Moscú– eran hostiles a los bolcheviques. Se disparaba contra los Guardias Rojos
desde ventanas y azoteas. Era como si cada casa fuera un enemigo de los bolcheviques.
Pero incluso en estos distritos hostiles los atacantes tenían aliados. Un par de
jóvenes, sin aliento, corrió hacia uno de los destacamentos, informándole que los
junkers se habían abierto paso desde la parte de atrás –a lo largo de Levshinsky
Pereulok. Los Guardias Rojos rápidamente ocuparon una casa grande en Prechistenka,
justo frente a Levshinsky Pereulok, y abrieron fuego sobre los junkers, obligándolos a
retroceder.
Lenin, Intervenciones en la reunión del Comité Central del POSDR(b), Obras Completas, t. XXVII, p.
384, Akal Editor, España
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muchacho. Durante tres días, este heroico joven luchó con la muerte. Cuando sus
camaradas de trinchera fueron a visitarlo en el hospital, su primera pregunta fue:
“Sí”, le dijeron. “¡Hurra!”, gritó con una voz débil. Una sonrisa se formó en su
rostro pálido, mientras desfallecía, para no hablar más.
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tres horas de bombardeo, las unidades Rojas, dirigidas por el camarada Frunze,
tomaron el Metropole por asalto. La Duma municipal ya había sido abandonada por los
Blancos, durante la noche. El “Comité de Seguridad Pública” se había dirigido al
Kremlin.
Los cañones de 6”, que lanzó andanadas en un lado del Kremlin, desde la ladera
de Vorobyovy, se convirtieron en el ardid. El 1 de noviembre, la artillería pesada abrió
fuego, y después esa noche Ryabtsev anunció sus términos de rendición. Los cañones
soviéticos seguían bombardeando el Kremlin en la mañana del 2 de noviembre, y bajo el
fuego de la artillería Ryabtsev se hacía más dócil.
Una serie de escaramuzas aisladas todavía tuvieron lugar en una y otra parte, el 3
de noviembre. Las masas estaban indignadas porque los Guardias Blancos prisioneros
habían sido liberados y porque sus delitos quedaban impunes. Fue necesario confinar a
los junkers en prisión después de haberlos desarmado, para evitar los intentos de
impartirles justicia sumaria. Pero no sólo los soldados y los obreros estaban indignados.
El 3 de noviembre, representantes de varios comités distritales se reunieron en la sede
del Comité Militar Revolucionario. Exigieron que se declare nulo el acuerdo, que los
junkers sean arrestados y que los líderes contrarrevolucionarios sean ejecutados.
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Hubo una reunión del Comité Regional del Partido en Moscú, el 14 de octubre, en
el que se discutió en detalle la resolución del Comité Central del 10 de octubre. Pero no
se tomó ninguna medida seria para la preparación técnica de la insurrección después de
esta reunión. Los órganos que iban a dirigir el combate se crearon tarde. Mientras el
Comité Militar Revolucionario de Petrogrado había sido organizado diez o doce días
antes y el Centro del Partido aproximadamente ocho días antes de la insurrección, en
Moscú, el Comité Militar Revolucionario fue organizado recién el 25 de octubre, cuando
el manifiesto firmado por Lenin acerca de la deposición del Gobierno Provisional ya
había sido distribuido en todas las calles de Petrogrado.
En Moscú, el vínculo entre el Partido Bolchevique y los soldados no era tan fuerte
al inicio de la insurrección, porque los Soviets de Diputados de Obreros y el Soviet de
Diputados de Soldados estuvieron separados hasta el último momento. Esto trabajó a
favor de los socialista-revolucionarios y los mencheviques durante un largo tiempo,
porque les permitió tener una mayoría en el Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados
de Soldados. Sólo en el curso de la insurrección armada, por la presión de las masas
desde abajo, se estableció un órgano especial para dirigir el Soviet de Diputados de
Soldados.
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Moscú tuvo toda la oportunidad de poner en práctica este principio marxista, esta
ley de la insurrección armada, de enviar las unidades más confiables a los puntos más
importantes, de rodear al enemigo y obligarlo a rendirse, posiblemente incluso sin
presentar batalla. Hubo suficientes fuerzas disponibles para lograr esto: al principio de
la insurrección la abrumadora mayoría de los obreros estaba con los bolcheviques, un
considerable porcentaje de la Guarnición apoyaba activamente a los bolcheviques y de
lejos la mayoría simpatizaba con ellos.
Pero entre los miembros del Comité Militar Revolucionario, así como en el
Centro del Partido, hubo gente que no tenía fe en la fortaleza de la revolución proletaria,
que negaba la posibilidad de la victoria de la revolución proletaria y de la victoria del
socialismo en Rusia. Ellos estaban contra la insurrección armada y pensaban impedirla.
Antes de la insurrección y en el curso de la insurrección entraron en negociaciones
traidoras con el enemigo de clase. Y el enemigo tomó ventaja de esas negociaciones.
Ganó tiempo, y lo utilizó para organizarse. Se apoderó del Kremlin mediante un engaño,
rodeó la sede del Soviet y presentó un ultimátum al Comité Militar Revolucionario. Más
todavía, incluso después de que se iniciaran las operaciones, en ciertos momentos, el
Comité Militar Revolucionario retrocedió hacia tácticas defensivas.
Lenin, Consejos de un espectador, Obras Completas, t. XXVII, p. 292, Akal Editor, España
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el Comité Militar Revolucionario suscribió una tregua; es cierto que sólo por 24 horas,
sin embargo, este fue un factor importante en la prolongación del combate, pese a que
los distritos no observaron la tregua. Hubiera sido posible hacer lo que se hizo
finalmente el 2 de noviembre, cuando las negociaciones sirvieron como cobertura para
acciones militares. Eso es lo que se hizo en Petrogrado todo el tiempo: las negociaciones
fueron realizadas cuando era necesario realizarlas, pero bajo la cobertura de esas
negociaciones se completó la derrota de la contrarrevolución.
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Las fuerzas enviadas a Moscú por Lenin y Stalin llevaban consigo la experiencia
de la insurrección de Petrogrado y junto con los obreros y soldados moscovitas
derrotaron completamente a las fuerzas de la Guardia Blanca. Destacamentos de otras
ciudades –de Ivanovo-Voznesensk, de Shuya y Kovrov bajo la dirección de M.V. Frunze,
y de Orekhovo-Zuyevo– también llegaron en ayuda de los obreros y soldados de Moscú.
El arribo de estos refuerzos revolucionarios, particularmente desde Petrogrado, ayudó a
los bolcheviques moscovitas a aplastar a la contrarrevolución.
Fuente: I, Mintz, The October Days in Moscow. The Struggle for Power in 1917,
Workers Library Publishers, New York, 1941.
Fotos tomadas del artículo Under Fire: How Moscow’s Kremlin Was Shelled During
1917, de Alexey Timofeychev, 20 de octubre de 2017, publicado en Russia Beyond.
https://www.rbth.com/history/326473-under-fire-moscows-kremlin-1917
Las citas de Lenin en lugar de traducirse se han tomado de sus Obras Completas en español,
publicadas por Akal Editor, España, en 1976.
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