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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Los días de Octubre en Moscú


La lucha por el poder en 1917
I. Mintz
(1941)

Las comunicaciones entre Petrogrado y Moscú estuvieron cortadas todo el 24 de


octubre de 1917. Nadie sabía lo que estaba pasando en la capital [Petrogrado]. Fuera, se
propalaba toda clase de rumores, cada una más alarmante y fantástica que la anterior.
La gente en las calles, empapada por la lluvia, se pasaba una a otra las noticias del
siniestro decreto del coronel Ryabtsev, el oficial al mando del Área Militar de Moscú. En
respuesta a los rumores de que “alguien, en algún lugar, está de alguna forma
amenazando el Área de Moscú, en particular la ciudad de Moscú”, el comandante del
Área Militar de Moscú declaraba:

“No se tolerará disturbios ni anarquía. En Moscú en especial, serán suprimidos


sin piedad por las tropas leales a la revolución y al pueblo. Las fuerzas a nuestra
disposición son bastante adecuadas para este fin.”

Recién en la mañana del 25 de octubre, por instrucciones del Comité Central del
Partido Bolchevique, se hizo una llamada desde Petrogrado al Soviet de Moscú. Estaba
programada una reunión conjunta del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados de

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Obreros de Moscú y el Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados de Soldados de Moscú


(en Moscú, esos soviets estaban separados), pero el pleno aún no se había iniciado. Sólo
la fracción bolchevique se encontraba presente.

Moscú se entera de la insurrección en Petrogrado


Vedernikov, el comandante de los Guardias Rojos de Moscú respondió el teléfono
y tomó nota del siguiente mensaje de Petrogrado:

“Anoche, el Comité Militar Revolucionario ocupó las estaciones de ferrocarriles,


el Banco del Estado y las oficinas de correos y telégrafos. El Palacio de Invierno
está siendo tomado en estos momentos. El gobierno ha sido depuesto. El
Congreso de los Soviets se inicia hoy a las 5 en punto.

“Nogin está saliendo para Moscú esta noche.

“La revolución se ha realizado de una forma perfectamente pacífica. No se ha


derramado ni una sola gota de sangre. Todas las tropas están del lado del Comité
Militar Revolucionario.”

Una vez recibido el mensaje, Vedernikov se dirigió apresurado del Soviet de


Moscú al Hotel Dresden, donde tenía su sede el Comité de Moscú del Partido
Bolchevique. Ahí todavía no se sabía nada de los acontecimientos en Petrogrado. Se
sabía que Petrogrado estaba preparando la insurrección, y se tenían instrucciones sobre
qué hacer en el momento de la insurrección. Se sabía que el 19 de octubre, las tropas de
Kerensky habían aplastado el Soviet de Kaluga y que el mismo destino amenazaba a
otros doce soviets, incluido el Soviet de Moscú.

Con las impresiones de los sucesos de Kaluga aún frescas en las mentes, el
Comité de Moscú había estado discutiendo la cuestión de formar centros de combate,
pero hasta entonces no se había dicho nada sobre una acción inmediata. Se decidió
organizar un centro de combate del Soviet compuesto de siete personas, y se ordenó a la
fracción bolchevique que se asegure de que en la reunión conjunta de los Soviets se
apruebe una moción con ese propósito. Luego, el Comité de Moscú abordó la cuestión
de crear un centro de combate del Partido, que incluiría a dos representantes del
Comité Regional del Partido, dos del Comité de Moscú, uno del Comité del Área de
Moscú y, además, un representante de los sindicatos y otro de la Organización Militar
del Comité de Moscú del Partido.

Apenas terminada la discusión sobre esta cuestión, Vedernikov irrumpió con el


mensaje acerca de los sucesos de Petrogrado.

¿Qué hacer? El centro de combate del Soviet todavía no se había creado, el pleno
de los dos Soviets recién se reuniría a las 3 de la tarde, y se tenía que pasar a la acción
inmediatamente. Actuando en consecuencia, el Comité de Moscú del Partido, emitió las

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primeras órdenes necesarias bajo su propio nombre. El mensaje telefónico Nº 1 fue


comunicado a los diferentes distritos:

“En San Petersburgo, la lucha por el poder ha comenzado. El gobierno está


resistiendo. San Petersburgo está en manos del centro revolucionario. Los Soviets
de Diputados de Obreros y de Soldados están tomando medidas. Los
destacamentos de combate locales deben ponerse en disposición sin demora. Sólo
se realizarán acciones bajo instrucciones del centro. Se deben hacer los arreglos
para que los miembros del Comité Ejecutivo estén en funciones día y noche…”

Al mismo tiempo, se envió otro mensaje telefónico a los destacamentos en


bicicleta para que inmediatamente envíen hombres, tres ametralladoras y un camión al
Soviet de Moscú, y además cien ciclistas para montar guardia en el Museo Politécnico,
donde se iba a realizar la reunión conjunta de los Soviets que había sido programada.

Vedernikov recibió la siguiente orden escrita:

“El Comité de Moscú, el Comité regional, el Comité de Área y la Organización


Militar del Comité de Moscú del POSDR comisiona al camarada Vedernikov… a
que adopte las medidas necesarias para que las tropas revolucionarias ocupen la
oficina de telégrafos, la central telefónica y la oficina de correos, con el fin de
resguardarlas.”

Recibidas esas órdenes, Vedernikov se dirigió rápidamente a los cuarteles del 56º
Regimiento. El Cuartel General del Regimiento y dos batallones se encontraban en el
Cuartel Pokrovsky, el 1er. Batallón y la 8va. Compañía estaban estacionados en el
Kremlin, y el resto de compañías del 2º Batallón estaba en el Distrito Zamoskvorechye.

Los conciliadores tratan de impedir la acción armada


En el Cuartel de Regimientos, Vedernikov se encontró con una reunión en curso
del comité del regimiento. Se interrumpió la reunión y Vedernikov informó acerca de los
acontecimientos en Petrogrado. Los oficiales del comité de regimiento hablaron contra
la acción inmediata y exigieron que se continúe con la reunión. Pero los miembros de
base del comité abandonaron la reunión y corrieron a despertar a los hombres.

Quince minutos después, dos compañías –la 11ª y la 13ª– salieron en carrera por
las puertas del cuartel. Los hombres ocuparon la oficina de correos y telégrafos en la
esquina de Myasnitskaya Ulitsa y la avenida, y también la central telefónica de larga
distancia que se encontraba en las cercanías. Una vez hecho esto, consideraron que la
decisión del Comité de Moscú había sido cumplida; no hicieron el intento de ocupar la
central telefónica que estaba a la vuelta de la esquina, en Milyutinsky Pereulok, que más
tarde en la noche fue ocupada por los junkers. Pero eso no fue todo. En la oficina de
correos y telégrafos, se montó guardia sólo en la parte exterior de las instalaciones;
nadie ingresó al edificio. Sin nadie que controlara, los telegrafistas retenían los

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telegramas de los bolcheviques, mientras transmitían libremente los de los


contrarrevolucionarios.

Mientras los soldados se dirigían rápidamente a la oficina de telégrafos, las


distintas fracciones de ambos Comités Ejecutivos, incluyendo los bolcheviques,
empezaron a reunirse en el Soviet de Moscú. Los representantes de la fracción
elaboraron un proyecto de resolución sobre la cuestión del poder, a ser presentada en el
pleno. Prácticamente, sin discusión, se aprobó por unanimidad una resolución sobre la
organización de un órgano democrático de poder gubernamental que incluiría a los
representantes de los Soviets, de los Zemstvo, de la Duma municipal, del estado mayor
del ejército del Área, de los obreros postales y ferroviarios. Los representantes del Soviet
de Moscú que seguían la línea traidora de Zinoviev y Kámenev no protestaron contra la
propuesta de formar un gobierno de coalición que incluiría a todos los partidos: desde
socialista-revolucionarios hasta mencheviques.

El pleno del Soviet de Moscú se inició a las 6 de la tarde en el Museo Politécnico.


Se presentó un informe sobre los sucesos de Petrogrado. Luego, hicieron uso de la
palabra socialista-revolucionarios y mencheviques que vociferaban que los bolcheviques
tenían información falsa, que las cosas en Petrogrado estaban lejos de haber terminado.
Como prueba citaban la “información confiable” del coronel Ryabtsev, que en su orden
del 25 de octubre había declarado:

“Circulan rumores en la ciudad de que la autoridad suprema de gobierno en


Petrogrado ha sido arrestada. De acuerdo con información confiable, disponible
en el cuartel general, esos rumores son completamente falsos. Obviamente tienen
el carácter de una provocación.”

Después de un prologado y estruendoso debate, el pleno rechazó la resolución de


los conciliadores y aprobó la moción de los bolcheviques para organizar el Comité
Militar Revolucionario. Siete personas fueron elegidas para integrar este Comité: cuatro
bolcheviques y tres representantes de los socialista-revolucionarios y mencheviques. Los
socialista-revolucionarios, sin embargo, se negaron a participar en el Comité Militar
Revolucionario; los mencheviques aceptaron hacerlo.

Mientras se realizaban estos debates en el Soviet y se discutían los candidatos, el


Alcalde de la ciudad, el socialista-revolucionario Rudnev, recibió una llamada telefónica
de Petrogrado. Pese a que la central telefónica de Petrogrado estaba en manos de los
bolcheviques y detrás de cada operador telefónico había un soldado armado, las
telefonistas se las arreglaban para engañar a los inexpertos guardias y pasaban las
llamadas que ellas querían. De esta forma lograron conectar al menchevique Nikitin,
Ministro de Comunicaciones Telegráficas y Postales, que llamaba desde el Palacio de
Invierno, todavía en manos del gobierno, con el alcalde Rudnev. Nikitin informó a
Rudnev que el Gobierno Provisional había recibido un ultimátum donde se le exigía su
rendición. Tenían veinte minutos para dar su respuesta. Después de consultar con los
Cuarteles Generales, el gobierno había decidido no dar respuesta, y le encomendaba a

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Rudnev organizar un nuevo gobierno, en caso de que el Gobierno Provisional fuera


arrestado. Se pedía a Moscú que tomara todas las medidas para ayudar a Petrogrado.

Esa noche, alrededor de las 9, después de su conversación telefónica, Rudnev –


que ya se imaginaba como cabeza del nuevo gobierno– convocó a una reunión de la
Duma municipal. Luego de que Rudnev relatara su conversación con Petrogrado, la
Duma escuchó el informe del Cuartel General del Estado Mayor del Área de Moscú. El
coronel Ryabtsev le dijo a la asamblea que el sentimiento entre las tropas no era el
mejor, pero que todavía había esperanza de un apoyo adecuado. A sugerencia de
Rudnev, se eligió un “Comité de Seguridad Pública” para combatir la insurrección
bolchevique. Este comité incluía a miembros de todos los partidos burgueses, socialista-
revolucionarios y mencheviques. De este modo, los mencheviques formaban parte tanto
del Comité Militar Revolucionario como del “Comité de Seguridad Pública”.

La primera cosa que hizo el “Comité de Seguridad Pública” fue enviar telegramas
a todas las Dumas municipales del país solicitando apoyo para el Gobierno Provisional.

Además de esto, Rudnev, que también era presidente del Comité Central de la
Asociación de Dumas Municipales, propuso que todas las Dumas municipales enviaran
inmediatamente delegados a Moscú con vistas a realizar un Congreso de Representantes
de las Dumas para contrastarlo con el Segundo Congreso de los Soviets en Petrogrado.

Cerca de la medianoche, actuando por órdenes de Ryabtsev, los junkers ocuparon


las instalaciones de la Duma Municipal y la Manège; también intentaron ingresar al
Kremlin, pero fueron mantenidos a raya por los soldados en guardia ahí.

El Comité Militar Revolucionario entra en acción


Al mismo tiempo que el “Comité de Seguridad Pública” empezaba a funcionar, el
recién elegido Comité Militar Revolucionario también entraba en acción. Poco después
de la medianoche, este comité salió del Museo Politécnico y se instaló en la sede del
Soviet de Moscú. Los mencheviques del Comité Militar Revolucionario hicieron todo lo
posible para obstruir su trabajo: hacían interpelaciones interminables, protestaban
contra todas las decisiones, llamaban en todo momento a la Duma municipal e
informaban toda suerte de rumores fantásticos, y, además, amenazaban constantemente
con renunciar. Se perdió mucho tiempo valioso hablándoles y respondiendo sus
interpelaciones. No fue sino hasta muy tarde en la noche que el Comité Revolucionario
finalmente tomó una serie de decisiones. Primero, ordenó que todos los Soviets
distritales de Moscú eligieran comités revolucionarios. Tan pronto como estos comités
fueran elegidos, deberían considerar qué edificios e instituciones del gobierno en el
distrito debían ser tomados, y decidir qué unidades lo harían. Segundo, ordenó a los
soldados del 56º Regimiento que ocuparan el Banco del Estado. Tercero, ordenó cerrar
todos los periódicos burgueses, para lo cual se convocaría a destacamentos en bicicleta
al Soviet de Moscú.

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También se instruyó que la Guarnición de Moscú no cumpliera órdenes que no


tuvieran la aprobación del Comité Militar Revolucionario.

El problema principal que tenía ante sí el Comité Militar Revolucionario


concernía a la adquisición de armas. Las llamadas telefónicas procedentes de varios
distritos seguían entrando preguntando sobre la expedición de armas. Los soldados
llegaban al Soviet de Moscú pidiendo armas. Ryabtsev había desarmado
providencialmente y con anticipación la guarnición, y el Comité de Moscú del Partido
Bolchevique no había acopiado ninguna arma.

Alguien informó que en el arsenal del Kremlin había un abundante suministro de


rifles y ametralladoras. Cinco compañías del 56º Regimiento estaban estacionadas ahí,
sin embargo, el Comité Militar Revolucionario decidió enviar tropas adicionales que
eran leales a la revolución. Eligieron para eso al 193er. Regimiento que estaba alojado en
el Cuartel Khamovniky. Al amanecer, la compañía ingresó al Kremlin, recibió las armas
y apostó centinelas. Luego, se notificó a los Soviets distritales que enviaran camiones
para recoger las armas.

Esa misma noche del 25 de octubre, comenzaron a formarse comités militares


revolucionarios en todos los distritos de Moscú. En el distrito Zamoskvorechye, el
Comité Ejecutivo del Soviet distrital se reunió durante la noche y después de escuchar el
informe sobre los sucesos recientes, creó un Comité Militar Revolucionario distrital. En
el distrito Khamovniky se estableció un comité similar después de la medianoche.

En la mañana del 26 de octubre, se eligió un Comité Militar Revolucionario en el


distrito Sushchevsko-Marino. Se formaron comités en los distritos de Presnya,
Sokolniky y Zheleznodorozhny en la noche del 25 de octubre, y en otros distritos, el 26
de octubre.

Corrían rumores en Moscú de que la insurrección estaba por empezar. La ciudad


guardó silencio. Las calles, que hasta el día anterior estaban atestadas de gente,
empezaban a verse desiertas. Las tiendas cerraron. Caía una llovizna otoñal, fría y gris.
Las patrullas de la Guardia Roja aparecieron en todas las calles.

Pero las fuerzas contrarrevolucionarias tampoco estaban inactivas. La “impasible


y comercial” Moscú, el hogar de los “reyes del calicó”, los Ryabushinskys, Guchkovs y
Konovalovs, había sido puesta desde hace mucho en oposición a la tempestuosa y
revolucionaria Petrogrado. El Gobierno Provisional había estado preparando transferir
su sede a Moscú, que además estaba comparativamente cerca de la región del Don, de
donde se esperaba ayuda cosaca. Kerensky había hecho varios intentos de traer cosacos
de la región del Don hacia Moscú, pero no tuvo éxito. Cada intento encontraba
invariablemente una ola de protesta y tuvo que ser abandonado. Pero hacia fines de
octubre, los contrarrevolucionarios hicieron intentos más decididos por reforzar Moscú.

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Las fuerzas de la contrarrevolución se concentran


Como se ha podido establecer a partir de los documentos del Cuartel General y
del Cuartel del Estado Mayor del Área Militar de Moscú, Ryabtsev, con la ayuda del
Cuartel General, comenzó a unir a las fuerzas de la contrarrevolución. Al parecer, el
campo de la contrarrevolución tenía conocimiento de la carta de Lenin en la que
proponía que la insurrección empezara en Moscú en lugar de Petrogrado, y tomando en
cuenta esto, tomaron una serie de medidas. Tan temprano como el 20 de octubre, es
decir, al día siguiente de que Zinoviev y Kámenev en carta a la prensa burguesa
divulgaran la decisión de los bolcheviques de iniciar la insurrección, fue enviado el
siguiente telegrama desde el Cuartel General del Área Militar de Moscú al Cuartel
General del Ejército en Moghilev:

“La aprobación por parte del Soviet bolchevique de una resolución para la toma
inmediata de las fábricas y por supuesto el esperado decreto sobre la captura de
las instituciones estatales y públicas, es cuestión de unos días o tal vez incluso de
este mismo día. Estamos informados de que Moscú va a ser el centro de la
insurrección. Tengo suficientes fuerzas a mi disposición para mantener el orden
en Moscú [varias palabras indescifrables – I. M.] …para el Área, en muchos
lugares en los que se han programado levantamientos similares. Vuestra ayuda
puede ser necesaria, principalmente en la forma de caballería y artillería a
caballo. Ya he informado al Ministro de Guerra sobre esto. Comandante en
funciones, coronel Kravchuk.”

El general Dukhonin, Comandante en Jefe del Ejército, escribió el siguiente


memorándum sobre este telegrama:

“Debe estar lista para salir al menos una Brigada, si no una División entera,
incluyendo artillería a caballo.”

Como se reveló después, la artillería a caballo iba a llegar a Moscú el 28 de


octubre, mientras que se esperaba que la Brigada entera llegara no más tarde que el 30.

Pero los sucesos en Moscú se sucedían a tal ritmo que era imposible esperar. De
Petrogrado se recibieron las noticias de la caída del Palacio de Invierno y de la fuga de
Kerensky. Durante esos días no llegaron más novedades del Cuartel General. Moscú ya
se había levantado, y las fuerzas disponibles eran obviamente insuficientes para hacer
frente a la situación. Ryabtsev no podía confiar en las tropas: ellos apoyaban a los
bolcheviques, y lo más que pudo hacer Ryabtsev fue desarmar la guarnición. Las fuerzas
contrarrevolucionarias en Moscú consistían principalmente de junkers y oficiales.
También, había dos escuelas militares en Moscú, seis escuelas de oficiales y una serie de
Cuerpos de Cadetes. Podían formarse fuerzas de combate con los que estaban a punto de
graduarse: todos ellos eran hombres bien entrenados en el arte de la guerra y estaban
muy bien equipados. Además de eso, Ryabtsev también depositaba su esperanza en la
llamada “Guardia Interna” que comprendía oficiales, estudiantes y empleados de

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oficina. Más tarde, esta guardia con frecuencia lucharía contra los trabajadores. Por
último, había una pequeña unidad de cosacos estacionada en Nizhniye Kotly.

En total, Ryabtsev podía contar con aproximadamente 20 mil hombres.


Temprano, en la mañana del 26 de octubre, estableció un cordón alrededor del Kremlin,
pero temía que las tropas revolucionarias rompieran sin dificultad este cordón de
junkers. Inseguro de su propia fuerza, el coronel enviaba un alarmante telegrama tras
otro al Cuartel General pidiendo que le enviaran refuerzos. Ryabtsev también trató de
ponerse en contacto con el frente sudoccidental, rogando que le enviaran caballería y, si
fuera posible, unidades de artillería. Pasó toda la mañana del 26 de octubre en un
esfuerzo febril por asegurarse fuerzas armadas. De repente, en la tarde, recibió una
llamada telefónica del Comité Militar Revolucionario. Al parecer, los junkers que habían
formado el cordón alrededor del Kremlin habían detenido los camiones que
transportaban armas a los diferentes distritos y habían cerrado todo acceso al Kremlin.
Cuando supo de esto, el Comité Militar Revolucionario telefoneó a Ryabtsev para
protestar contra esta acción. Ryabtsev desesperado por cualquier excusa para posponer
el enfrentamiento, sugirió que el comité enviara una delegación para discutir el asunto.

Cerca de las cuatro de la tarde, el Comité Militar Revolucionario –que era


llamado Comité Central para distinguirlo de los comités distritales– envió un mensaje
telefónico a los distritos ordenándoles que se abstuvieran de realizar cualquier acción
por el momento.

Nogin, que recién había llegado de Petrogrado, fue al Kremlin a ver a Ryabtsev,
seguido después por otros representantes del Comité Militar Revolucionario. Ryabtsev
exigió que los bolcheviques retiraran del Kremlin la Compañía del 193er. Regimiento.
Por su parte, los representantes del Comité Militar Revolucionario demandaron que
Ryabtsev retirara a los junkers. Prometiendo hacerlo, Ryabtsev ganó su punto, y la
Compañía del 193er. Regimiento fue retirada del Kremlin. Por orden del Comité Militar
Revolucionario, la compañía fue enviada de regreso al Cuartel Khamovniky.

Ryabtsev, sin embargo, no tenía intención de cumplir; su único objetivo era ganar
tiempo. En la noche del 26 de octubre, en la reunión de la Duma municipal, fue
autorizado por el “Comité de Seguridad Pública” a iniciar operaciones militares en la
primera oportunidad.

Los capituladores siguen obstruyendo la insurrección armada


Al Soviet llegaban, una tras otra, noticias alarmantes: el enemigo estaba
preparando y reuniendo más y más unidades junkers. ¿Qué se debe hacer? ¿Se deben
continuar las negociaciones o cortarlas? En la noche del 26 de octubre, una reunión
especial de los Comités Regional y de la ciudad de Moscú decidió categóricamente
suspender todas las negociaciones. El centro de combate emitió la orden para una
acción resuelta. Sin embargo, algunos miembros de la dirección estuvieron en
desacuerdo con esta decisión y exigieron que sea reconsiderada. Varios miembros del
Comité Militar Revolucionario y del Centro del Partido se opusieron al levantamiento y

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apoyaron la política traidora de los capituladores Zinoviev y Kámenev. Entre los que se
opusieron estaban también una serie de trotskistas, que habían probado ser enemigos
del pueblo. En la mañana del 27 de octubre, hubo una reunión conjunta de los
miembros del Centro del Partido y los miembros bolcheviques del Comité Militar
Revolucionario que estaban en el lugar. Por una mayoría de 9 a 5 se decidió hacer otro
intento de llegar a un acuerdo con Ryabtsev. Así, en la misma mañana del 27 de octubre,
se reiniciaron las negociaciones.

Las noticias de las negociaciones con los junkers provocaron descontento y, en


algunos casos, una abierta indignación en los sectores de la clase obrera de la ciudad. Se
había reunido armas en todas partes con una prisa febril, se había almacenado
suministros de alimentos y se habían formado destacamentos de Guardias Rojos. Los
obreros estaban ansiosos por combatir, pero, súbitamente, en medio de todo esto
¡negociaciones! Por iniciativa propia, varios comités distritales enviaron delegaciones a
los cuarteles para hablar con los soldados y saber lo que ellos pensaban. Los soldados
recibieron a los delegados con entusiasmo. En todas partes de la ciudad, los soldados
marchaban por las calles sin sus oficiales y frecuentemente sin sus armas.

“¿A dónde van?, preguntaban los transeúntes con alarma.


“¡Al Soviet!”

A través de sus informantes mencheviques, Ryabtsev tenía conocimiento de las


diferencias en el Comité Militar Revolucionario. Las vacilaciones entre los líderes de la
insurrección le llevaban a aumentar sus exigencias. Ya no estaba satisfecho sólo con el
retiro de la Compañía del 193er. Regimiento, ahora exigía además que se retiren del
Kremlin los soldados del 56º Regimiento para que sean reemplazados por junkers.

Todo el día 27 de octubre, los delegados estuvieron corriendo de ida y vuelta


entre el Kremlin y el “Comité de Seguridad Pública”, de un lado, y el Soviet de Moscú del
otro. Primero llegaban los mencheviques, luego los socialista-revolucionarios de
“izquierda”. Los socialista-revolucionarios y los mencheviques, los centristas de la
revolución, presentaban un plan tras otro para lograr la “reconciliación”, cuando de
hecho querían asegurar la capitulación completa de las fuerzas revolucionarias.

Bajo la cobertura de las negociaciones, Ryabtsev seguía su propio camino.


Ordenó que todos los oficiales de permiso en Moscú fueran registrados, llamó a fuerzas
de otras partes de la región y estableció contacto con el Cuartel General. Este último le
informó que Kerensky y sus tropas estaban marchando hacia Petrogrado y que Gatchina
ya había sido tomada. Ese mismo día una estación de radio inglesa anunciaba que
200,000 hombres estaban concentrados cerca de Petrogrado bajo el mando de
Kerensky. El Cuartel General agregó que las tropas de Kerensky ya se dirigían a
Tsarskoye Selo, a doce millas de Petrogrado. Parecía como si estuvieran en la capital.
Más aún, el Cuartel General confirmó que las tropas arribarían a Moscú en la mañana
del 28 de octubre. Al recibir esta información, Ryabtsev dio un giro. En la noche del 27
de octubre, le presentó a Nogin el siguiente ultimátum para el Comité Militar
Revolucionario: el Comité Militar Revolucionario debe interrumpir inmediatamente

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toda operación militar de cualquier tipo, disolver sus fuerzas y presentarse ante una
corte para ser procesados. Al transmitir el ultimátum desde un teléfono de la Duma
municipal, Nogin sintió que era demasiado embarazoso siquiera mencionar este último
punto.

El ultimátum tuvo el efecto de un balde de agua fría sobre los miembros del
Comité Militar Revolucionario. Los abogados de la negociación desaparecieron
temporalmente. Luego de una gran pérdida de tiempo, el centro de combate empezó a
reunir sus fuerzas en el Soviet de Moscú.

Los automóviles zumbaban, a través de la oscuridad y la lluvia, en las calles


desiertas, dirigiéndose a los cuarteles. Los miembros del Comité Militar Revolucionario
despertaron a los descalzos y semidesnudos soldados que estaban profundamente
dormidos. Luego dieron un breve y vehemente discurso. En respuesta, retumbaron las
voces:

“¡A las armas!”

Los primeros en ser llamados al Soviet de Moscú fueron los “hombres de Dvinsk”.
Este era el nombre que se dio a los soldados bolcheviques que habían sido arrestados
por agitación bolchevique en el frente occidental durante la manifestación de julio,
después de su supresión. Cerca de mil soldados fueron confinados en la prisión de
Dvinsk. De Dvinsk fueron transferidos a la prisión Butyrka en Moscú. Los soldados
habían exigido un juicio, pero parecía que los registros de sus casos se habían perdido, y,
como resultado de ello, 860 hombres estaban en prisión sin que se les hubiera acusado
definitivamente. El Comité de Moscú del Partido Bolchevique había iniciado una
campaña entre los obreros de Moscú y la Guarnición, por la liberación de los “hombres
de Dvinsk”. La presión de las masas forzó a las autoridades a liberar a 600 soldados, y,
después, durante los días de las batallas de Octubre, los demás “hombres de Dvinsk”
también fueron liberados. La mayoría de los “hombres de Dvinsk” fueron alojados en el
distrito Zamoskvorechye.

Llamados por el Soviet de Moscú, los “hombres de Dvinsk” pasaban por la Plaza
Roja, en la noche del 27 de octubre, cuando fueron parados por un destacamento de
junkers.

“¿A dónde van?”, interrogó el coronel a cargo.


“Al Soviet de Moscú. A nuestro turno de guardia.”
“Nosotros mismos estamos vigilando el centro”, les dijo el coronel y les ordenó
que entregaran sus armas.

Al negarse los soldados a obedecer, el coronel sacó su revólver y disparó a


quemarropa a Sapunov, el comandante de los “hombres de Dvinsk”, matándolo en el
acto. Pero los “hombres de Dvinsk” no entraron en pánico, se lanzaron contra los
junkers con sus bayonetas y, llevándose sus heridos, se abrieron paso hacia el Soviet de
Moscú.

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Esa noche, los junkers abrieron fuego sobre el sitiado Kremlin. Sus nidos de
ametralladoras estaban ubicados en la arcada opuesta a la muralla del Kremlin en la
Plaza Roja. Desde las murallas del Kremlin, los soldados del 56º Regimiento
respondieron el fuego. Para entonces, el crepitar de las armas de fuego se oía en todo
Moscú. La guerra estaba en marcha.

Comienza la insurrección armada en Moscú


Hacia las tres de la madrugada cesó el tiroteo. Los defensores del Kremlin no
tenían idea de lo que estaba pasando en la ciudad. Los contactos telefónicos con el
Soviet de Moscú se habían interrumpido. Todas las calles que vienen de Bolshaya
Nikitskaya Ulitsa estaban ocupadas por junkers. El Soviet de Moscú estaba
prácticamente aislado.

En la mañana del 28 de octubre, el Comité Militar Revolucionario y el Centro del


Partido decidieron lanzar un ataque contra los junkers. Se decidió dividir las funciones
entre el Comité Militar Revolucionario y el Centro del Partido: uno permanecería en el
Soviet de Moscú y el otro se establecería en uno de los distritos, desde donde se
dirigirían las actividades de todos los demás distritos.

Entre las 4 y 6 de la mañana del 28 de octubre, los miembros del Centro del
Partido se desplazaron hacia el distrito Gorodskoy, donde establecerían el cuartel
general de emergencia en caso de que el Comité Militar Revolucionario fuera aplastado.

El Comité Militar Revolucionario, que permaneció en la sede del Soviet de Moscú


comenzó a convocar a todas las unidades al Soviet, manteniendo contacto telefónico con
los distritos y, contando, principalmente, con la ayuda de los “hombres de Dvinsk”.

Ryabtsev, a su vez, se estaba moviendo activamente. Ordenó a todos los


comandantes de los regimientos estacionados en Moscú y en la Región de Moscú,
formar destacamentos para ser enviados a la Escuela Militar Alexandrovsky.

Después de eso, Ryabtsev ordenó a un destacamento de junkers que hiciera una


incursión en el depósito de artillería. Con la ayuda de oficiales que habían desertado de
la 1ª Brigada de Artillería en Khodynka, los junkers desarmaron a los centinelas e
irrumpieron en el patio. Algunos de los junkers se ocuparon de remover los seguros y
apoderarse de las armas, mientras que los demás fueron a los establos a por los caballos.
Ahí mataron al oficial a cargo, hirieron al ordenanza y sacaron los caballos. Los soldados
se despertaron, vieron a los junkers, salieron corriendo semidesnudos, poniéndose sus
uniformes mientras corrían y repelieron el ataque. Los junkers, sin embargo, lograron
capturar dos cañones, aunque sin proyectiles.

Esa misma noche, siguiendo órdenes de Ryabtsev, los junkers hicieron una
incursión en la compañía a bicicleta estacionada en el Parque Petrovsky y capturaron

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algunas de sus ametralladoras. Además, los junkers irrumpieron en el depósito de


municiones Simonov, apoderándose de una gran cantidad de municiones.

Durante la noche del 27 de octubre, los junkers se ubicaron a lo largo de las calles
que conducían al Kremlin. Toda Arbat estaba ocupada. Los junkers patrullaban el área
que va del puente Krymsky al mercado de Smolensk, a lo largo del Sadovaya. El almacén
de la comisaría, en la esquina de Ostozhenka, cerca del puente Krymsky, estaba tomado
por los junkers. También capturaron el puente Borodinsky y la estación de ferrocarril
que cruza el río, por medio de los cuales mantenían comunicaciones con el Cuartel
General. Al amanecer, todo el centro de la ciudad, excepto el Kremlin, estaba ocupado.

Temprano, en la mañana del 28 de octubre, Ryabtsev telefoneó al Kremlin y pidió


hablar con el comandante, alférez Berzin, que estaba al mando de las cinco compañías
del 56º Regimiento. Los antiguos oficiales, mucho de los cuales eran socialista-
revolucionarios y mencheviques, habían permanecido con el regimiento y desarrollaban
una constante agitación contra la insurrección. Aun había dos carros blindados en el
Kremlin, comandados por oficiales que habían proclamado su “neutralidad”. Más aún,
en el Kremlin había varios oficiales del estado mayor de Ryabtsev, incluso el mismo
Ryabtsev había estado allí. Sin embargo, él se retiró cuando se estaban realizando las
negociaciones.

Ryabtsev informó a Berzin que toda la ciudad había depuesto las armas y le
ordenó abrir las puertas del Kremlin. Berzin transmitió este ultimátum a los soldados y
propuso rendir el Kremlin. Los soldados se negaron categóricamente a hacerlo. Uno de
ellos incluso corrió hacia Berzin con su bayoneta, pero fue retenido por sus camaradas.
“¡Si tenemos que morir”, gritaron los soldados, “mejor moriremos con las armas en la
mano!” Berzin, sin embargo, logró persuadir a los soldados apostados en la Puerta
Troitsky para que abrieran las puertas. Les explicó que quería evitar que se derramara la
sangre de inocentes soldados, en vista de la supuesta rendición de Moscú. Aun
aceptando el punto de que el Kremlin no tenía contacto con el Comité Militar
Revolucionario y que el silencio que reinaba en Moscú parecía en cierta medida
confirmar lo dicho por Ryabtsev, queda el hecho de que el comandante del Kremlin
entregó voluntariamente, sin presentar batalla, una fortaleza bien pertrechada y con
suficientes fuerzas.

Tan pronto los junkers irrumpieron en el Kremlin por la Puerta Troistky


golpearon al alférez y, luego, acompañados por él se dedicaron a remover a los
centinelas de las otras puertas. Una vez ocupado el Kremlin, los junkers ordenaron a los
soldados a alinearse para pasar lista. Los soldados se alinearon en dos líneas, después de
lo cual los junkers abrieron fuego, ametrallando a hombres desarmados. Los soldados
fueron abatidos en dos partes: los hombres del arsenal, en el patio del arsenal, y los del
56º regimiento, al pie del monumento a Alejandro II. Se arrojaron al suelo, pero eso no
los salvó; los junkers dispararon metrallas al suelo. Esta horrenda masacre continuó con
intervalos de quince minutos. Una vez más se repetía la historia: el número de víctimas
que cayó por no ofrecer resistencia al enemigo fue incomparablemente mayor al que se
hubiera tenido en caso de presentar batalla.

12
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

El Kremlin es ocupado por los junkers


El general de división
Kaigorodov, jefe del arsenal,
en su informe a su oficial
superior, incluyó la siguiente
descripción de esta salvaje
ejecución de hombres
desarmados:

“A las 8 a.m. del 28 de


octubre, el alférez
Berzin abrió las
puertas de Troitsky, y
los junkers fueron Interior del Kremlin - Palacio Maly Nikolaevski con impactos de
admitidos al Kremlin. bombas. Foto de Noviembre 1917 por D.M. Gusev.
El alférez Berzin fue
golpeado y arrestado. Inmediatamente, los junkers ocuparon el Kremlin,
ubicaron dos ametralladoras y estacionaron un carro blindado en la Puerta
Troitsky, y comenzaron a apurar, con golpes y amenazas, a los hombres del
arsenal y del 56º Regimiento de Infantería de Reserva. Los soldados del arsenal,
500 en total, formaron desarmados ante las puertas del arsenal. Un par de
junkers empezó a contarlos. Entonces, se escucharon unos cuantos disparos, y los
junkers abrieron fuego con sus ametralladoras y con las armas de la Puerta
Troitsky. Los soldados desarmados fueron acribillados tal como estaban; gritos y
lamentos rasgaron el aire; todos corrieron hacia las puertas del arsenal, pero sólo
una única y estrecha puerta permanecía abierta, y ante ésta pronto se formó una
pila de cadáveres, heridos, hombres que habían quedado atrapados y hombres
que luchaban por salir por la puerta. Después de cinco minutos, cesaron los
disparos. Todo lo que se escuchaba eran los gemidos de los heridos. El suelo
estaba sembrado de cuerpos mutilados.”

El Kremlin había caído. Las fuerzas triunfantes de la contrarrevolución


difundieron la noticia de la ocupación del Kremlin “a todos, a todos, a todos…”. Las
noticias de la victoria fueron transmitidas jubilosamente al Cuartel General.

“Los insurgentes han perdido su base y la insurrección ha tomado un carácter


desorganizado”, informó el comandante auxiliar, teniente Rovny. “Han hecho
intentos de reunirse cerca de la sede del Soviet de Diputados, en la casa del
gobernador general. Se ha dado un ultimátum a los insurgentes apostados ahí.”

El general Dieterichs, el Intendente General del Cuartel General, un veterano y


experimentado en sofocar “desórdenes”, consideró necesario dictar una conferencia por
cable para provecho sus colegas más jóvenes:

13
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

“Permítanme darles el siguiente consejo: En casos de disturbios callejeros es


mejor recurrir lo menos posible a los ultimátum, que sólo dan tiempo a los
revoltosos para replegarse y después reagruparse. Los disturbios callejeros deben
ser suprimidos mediante una acción rápida y resuelta, sin dispersar las propias
fuerzas por toda la ciudad. Ustedes tienen una material excepcional en los
junkers, pero ellos no deben ser agotados por la demoras ocasionadas por los
ultimátum. El asunto es bastante claro: los canallas deben ser destruidos, no
puede haber acuerdo con ellos. Dieterichs.”

Moscú contestó:

“De completo acuerdo con el Comité de Seguridad Pública, el comandante de la


Guarnición esperó, hasta el último minuto, evitar el derramamiento de sangre de
una guerra civil y que los sucesos se desarrollaran por canales pacíficos. Cuando
se demostró que esto era imposible, se tomaron las medidas más decididas para
sofocar la insurrección, y los insurrectos están siendo tratados sin misericordia.”

Para acelerar la despiadada represión, el Cuartel General ordenó que se enviara


una unidad del batallón de artillería de cosacos siberianos al frente occidental, además
de un pelotón de la División de Caballería del Cáucaso. Se esperaba que la artillería
llegara en la noche del 28 de octubre.

Debido a sus exhaustivos preparativos y a su acción resuelta, los


contrarrevolucionarios hicieron considerables avances como resultado de las
negociaciones.

La represión salvaje contra los soldados desarmados provocó una profunda


indignación entre el pueblo trabajador de Moscú. En la mañana del 28 de octubre, el
Comité Militar Revolucionario llamó a que todo Moscú se declarara en huelga general y
organizara destacamentos armados. La clase obrera de Moscú respondió con
entusiasmo a este llamado.

Cerca de las 10 de la mañana del 28 de octubre, el silbido de las sirenas de las


fábricas resonó en los oídos. Se paralizó el trabajo en todas las fábricas y plantas de
Moscú. Multitudes de trabajadores rodearon los Soviets distritales, clamando por
armas. Entre ellos se encontraban hombres y mujeres, bolcheviques y gente sin partido.
Muchas obreras se enrolaron en los destacamentos de la Guardia Roja.

Rápidamente se formaron frentes de lucha por toda la enorme ciudad, que estaba
extrañamente silenciosa. Los junkers habían ocupado principalmente las calles centrales
que rodeaban el Kremlin, la zona residencial de la burguesía. Naturalmente, la
burguesía les ayudó todo lo que pudo. Los junkers se habían atrincherado en la Duma
municipal, en el Hotel Metropole en Teatralnaya Ploshchad y en el Hotel Nacional en la
esquina de Tverskaya Ulitsa y Okhotny Ryad. El Soviet de Moscú estaba rodeado de
Guardias Blancos y prácticamente aislado de las áreas obreras periféricas. Los junkers

14
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

avanzaban por Okhotny Ryad y las calles que salían de Nikitskaya, que también estaba
en sus manos.

Los junkers también ocupaban Myasnitskaya Ulitsa, los bulevares, Prechistenka,


Ostozhenka, Arbat, el mercado de Smolensk y el distrito cerca de la estación de
ferrocarriles Bryansk. El área circundante al mercado de Smolensk proporcionaba una
ventaja excelente a los junkers, porque la Escuela de Formación de Oficiales Nº 5 estaba
ubicada ahí. Otro baluarte de los junkers era Lefortovo, donde estaba la Escuela Militar
Alexeyev. Los puentes que conectaban las calles centrales con el distrito
Zamoskvorechye habían estado en manos de los junkers desde el inicio de la
insurrección. En esos puentes, los Blancos montaron ametralladoras y lanza-bombas.

Prácticamente aislado de los distritos, el Comité Militar Revolucionario procedió


a elaborar un plan para romper el cerco de la Guardia Blanca y lanzar una ofensiva. En
la noche, el plan de ataque contra los junkers se había completado. Se tomaron como
punto de partida las conclusiones enunciadas por Lenin en su famoso artículo “Las
enseñanzas de la insurrección de Moscú”, en el que Vladimir Ilich señaló una serie de
errores que se cometieron. Sobre la base de esas enseñanzas, se decidió seguir el
siguiente plan:

“Establecer estrecho contacto con los distritos, estableciendo el cuartel general en


uno de los distritos. Lanzar el ataque en el centro y realizar guerra de guerrillas
en los distritos.”

En la noche del 28 de octubre, el Centro del Partido decidió moverse del distrito
Gorodskoy al distrito Zamoskvorechye, porque desde ese punto iba a ser más fácil dirigir
las operaciones. Los miembros del Centro fueron a los distintos distritos a convocar a las
masas a la acción, a promover la lucha a gran escala.

Los Guardias Rojos inician el contraataque


Destacamentos obreros, armados apresuradamente, fueron enviados en todas
direcciones. Los obreros de la Fábrica Mikhelson enviaron doscientos Guardias Rojos.
La Planta Caoutchouc, donde los bolcheviques gozaban de un elevado prestigio desde
mucho tiempo, contribuyó con una bien disciplinada unidad de combate. Un
destacamento armado de doscientos hombres vino desde la Fábrica Vtorov en
Khamovniky. La Planta Postavshchik aportó cincuenta hombres. El distrito Blagushe-
Lefortovo reunió cerca de mil Guardias Rojos. Los obreros de tranvías transportaban
armas, provisiones y heridos por la ciudad, frecuentemente bajo fuego intenso. Se
cavaban trincheras. Los obreros de tranvía de Zamoskvorechye protegían los vagones
con paredes levantadas con planchas dobles que en el medio tenían arena, para poder
cruzar el puente Bolshoi Kamenny. Pero las balas de los junkers cortaban los cables de
los tranvías y, de esa forma, el carro “blindado” quedaba detenido en el puente.

Los obreros de las inmediaciones de Moscú se apresuraron en ayudar a sus


camaradas obreros de Moscú. Una multitud de gente llevando antorchas encendidas

15
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

apareció en la noche ante el Comité Militar Revolucionario, que se había establecido en


un pub de Sukharevskaya Ploshchad. Algunos obreros estaban armados. Habían llegado
de diversos puntos que rodeaban Moscú.

“Supimos que las cosas estaban calientes aquí, entonces decidimos venir a
ayudar. Sólo dígannos qué es lo que tenemos que hacer ahora.”

Un grupo de hombres de la fábrica


de teléfonos y de la Central Eléctrica
“1886” ocuparon toda el área vecina al
puente Chuguny. Sus disparos precisos
mantuvieron a los junkers alejados del
puente. Los obreros controlaban la
iluminación de la ciudad y cortaban la
electricidad en los lugares ocupados por
los Guardias Blancos. En la noche, los
junkers tuvieron que operar en oscuridad
total. Un grupo de la central eléctrica de
los tranvías ocupaba un sector del frente.
El enemigo había concentrado poderosas
fuerzas al otro lado del río Moscú, en la
Iglesia de Cristo Salvador. Los obreros
subieron a la torre de la central eléctrica
de los tranvías y abrieron fuego,
silenciando las ametralladoras de los
junkers. Los obreros de Mikhelson, bien
armados, se unieron al 56º Regimiento, y
juntos avanzaron contra el enemigo.

Torre Nikolai del Kremlin. Vista desde la Plaza Feroces batallas tuvieron lugar
Roja. Foto de Noviembre 1917 por D.M. Gusev alrededor de Smolenskaya Ploshchad. La
estación de ferrocarriles Bryansk fue
tomada por los junkers. Respaldados por un carro blindado, los Blancos empezaron a
avanzar a lo largo de Plyushchikha. Entre los soldados veteranos, se formaron
rápidamente unidades de granaderos, que lanzaron una lluvia de granadas sobre el
carro blindado, obligándolo a retroceder. En la noche, los Guardias Rojos rodearon el
distrito con trincheras cavadas con celeridad. Enormes fardos de algodón, traídos desde
el distrito Zamoskvorechye, fueron utilizados para levantar barricadas impenetrables a
las balas. El ataque de los Blancos fue contenido. La estación Bryansk fue recuperada.

En el distrito Lefortovo, la Guardia Roja rodeó la Escuela Militar Alexeyev. Los


obreros de las Armerías de Moscú sacaron los cañones que estaban en las armerías para
ser reparadas y empezaron a bombardear la escuela.

16
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Todos los comités revolucionarios distritales –en Presnya, Sokolniky,


Zamoskvorechye, Khamovniky, Lefortovo– estaban ocupados en el trabajo de organizar
los destacamentos. Se había asignado un representante del Centro del Partido a cada
distrito: Usievich al distrito Gorodskoy, Sternberg a Zamoskvorechye, Zemlyachka a
Lefortovo, etc. Informantes llegaban de todas partes trayendo información acerca de la
situación en las calles y las actividades de los junkers. El éxito de la insurrección armada
en Moscú les debe no poco crédito a estos “exploradores amateurs”.

Lo que sigue son ejemplos típicos de los informes realizados por esos
exploradores en el curso de un solo día. Uno de ellos llegó corriendo con la noticia de
que no más de quince o veinte junkers estaban patrullando las calles entre Nikitsky
Boulevard y el río de Moscú en Ostozhenka, cerca de la Iglesia de Cristo; que a lo largo
de Volkhonka y Lenivka, por el Museo Rumyantsev, había veinte hombres; que en la
Escuela Militar Alexandrovsky habían 2,000 civiles, 1,500 junkers y 1,500 alférez.

Otro informaba que junkers de las Escuelas de Formación de Oficiales Nº 2 y 4


estaban estacionados en la Puerta Troitsky del Kremlin. Los junkers estaban apostados
en todas las puertas y, aunque eran pocos en número, ahí tenían muchas
ametralladoras, cerca de diez en cada puerta. La Puerta Troitsky y la ladera que conduce
a la iglesia simplemente estaban repletas de ametralladoras.

Otro también informaba que los junkers en la Puerta Arab estaban parando y
registrando a los transeúntes. Había automóviles estacionados al frente del garaje en
Arbat. Se había montado un cañón de luz en el almacén Blandov en la Puerta Nikitsky, y
mantenía a nuestros hombres, ubicados en la plaza fuera del Monasterio Strastnoy, bajo
fuego constante. Los bolcheviques en la plaza habían retrocedido un poco. Esta
información fue proporcionada por un simple muchacho llamado Kochurov.

Todos esos pedazos de información ayudaron a las fuerzas revolucionarias a


repeler a los junkers. De todas partes llegaban informes de que se estaban organizando
unidades armadas, pero al mismo tiempo todos se quejaban de que no tenían suficientes
armas. Una búsqueda de armas fue establecida a través de todo Moscú, todos los
depósitos y vagones fueron vaciados. Un Guardia Rojo que era inspector en un vagón
ferroviario encontró varios vagones cargados de armas e inmediatamente informó al
comité revolucionario ferroviario. Los vagones contenían 40,000 rifles. Se acopló una
locomotora a los vagones y fueron llevados a la casa de máquinas, después de lo cual
todos los distritos fueron notificados, con los distritos Gorodskoy y Sokolniky
encabezando la lista. Cada distrito envió camiones, y las armas fueron distribuidas
inmediatamente a toda la ciudad.

Un grupo de hombres fue enviado a Tula en camiones y, con la ayuda del


camarada Shkiryatov, miembro del Comité Militar Revolucionario, consiguió armas del
Arsenal de Tula.

17
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

El 28 de octubre, la Guardia Roja del distrito Simonov, capturó el polvorín de


Simonov. Desde entonces, las fuerzas revolucionarias de Moscú estuvieron
suministradas con armas y municiones prácticamente sin interrupción.

En la noche del 28 de octubre, la posición del Comité Militar Revolucionario


había mejorado considerablemente. Los junkers fueron incapaces de seguir avanzando.
Por el contrario, las fuerzas revolucionarias prácticamente los tenían rodeados. Los
obreros de los distritos presionaban a los junkers, empujándolos hacia el centro. Todas
las estaciones ferroviarias estaban en manos de los Rojos. Nadie había llegado en ayuda
de los junkers, mientras que el Soviet recibía constantemente nuevos destacamentos.
Una vez más en las instalaciones del Soviet pululaban hombres armados. Se montaron
cañones en el frente del edificio y su sola presencia levantaba el espíritu de los hombres.
Lo principal, sin embargo, era que ahora los destacamentos estaban siendo organizados
en una escala masiva. Cuando el Comité Militar Revolucionario pedía a un distrito que
le enviara 100 hombres, se presentaban 300. El pueblo se unía a la lucha. Los distritos
zumbaban como un enjambre de abejas perturbadas. No había límites a la iniciativa
creadora demostrada por las masas.

En la mañana del 29 de octubre, el Comité Militar Revolucionario lanzó un


ataque en el centro. Ante todo, se tomaron medidas para garantizar la seguridad de la
retaguardia inmediata. Parecía que más de 200 junkers se había concentrado en el
Ayuntamiento de Moscú, en el 26 Tverskoy Boulevard. Se habían estado reuniendo
durante dos o tres días, porque Ryabtsev concedía una gran importancia a esta posición.
Se organizó un destacamento especial, compuesto por los “hombres de Dvinsk”,
ciclistas, soldados del 55º y 85º Regimientos y Guardias Rojos de Mikhelson y otras
fábricas, para tomar el Ayuntamiento. El ataque fue iniciado a lo largo del Tverskoy
Boulevard y Bolshoi y Maly Gnezdnikovsky Pereuloks.

Fuerzas de artillería, que habían llegado de Khodynka, bombardearon el


Ayuntamiento. Tan pronto como los Guardias Rojos avisaron que uno de los proyectiles
había impactado en el edificio, los soldados pidieron que se suspenda el fuego de la
artillería y se lanzaron al ataque acompañados de los Guardias Rojos. Al llegar cerca del
edificio, los soldados se tiraron al suelo, pero los Guardias Rojos se precipitaron al
frente y empezaron a romper las ventanas. Una total confusión se apoderó de los
junkers. Tropezándose, bajaron desde los pisos altos del edificio. Doscientos junkers
bien armados se rindieron ante un destacamento de Guardias Rojos y soldados.
Vigilados por una escolta de diez hombres, los junkers fueron conducidos al Soviet de
Moscú.

Dos héroes, Barbolin y Zhebrunov, perdieron sus vidas en esta batalla por el
Ayuntamiento. Ambos habían tomado parte activa en la organización de la Liga de la
Juventud Comunista en Moscú.

Los Rojos se atrincheraron en las calles aledañas que conducen al Soviet y


avanzaron a lo largo de Bolshaya Nikitskaya Ulitsa, ahora, la nueva línea demarcadora
entre ellos y los junkers.

18
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Los Guardias Rojos recuperan posiciones claves


En la mañana del 29 de octubre,
las tropas revolucionarias tomaron por
asalto y recuperaron la oficina de
correos y telégrafos. Los Guardias
Rojos comprobaron que el Comité de
Empleados había estado reteniendo
los telegramas del gobierno soviético.
Las ciudades en las que la revolución
había triunfado habían sido
desconectadas de la red telegráfica. La
guardia en la oficina de telégrafos puso
bajo arresto a parte de los miembros
del Comité de Empleados, y solicitó al
Comité Militar Revolucionario que
Interior del Kremlin - Monasterio del Milagro. Foto enviara un comisario especial.
de Noviembre 1917 por P.P. Pavlov
En Lefortovo, después de que
los obreros de los Arsenales de Moscú hubieron establecido telémetros, los disparos de
los cañones fueron más precisos. La Escuela Militar fue alcanzada por una bomba tras
otra. La mayoría de los cadetes y empleados de la escuela se rindió, pero los junkers y
los cadetes de la clase alta continuaron resistiendo.

En Khamovniky, el 29 de octubre, pequeños grupos de tres a cinco guardias rojos


se abrieron paso por casas y patios, en la retaguardia del enemigo. Desde ahí lanzaron
granadas a los junkers y abrieron fuego súbito. Los soldados del 193er. Regimiento
montaron lanza-bombas en Prechistenka y Ostozhenka. Uno de ellos fue montado en
una trinchera. Las trincheras de los Blancos estaban a sólo 200 pasos de distancia. El
fuego graneado cubría el área entre las dos líneas de trincheras de modo que era
imposible levantar la cabeza.

Para entonces, el combate ya había terminado en el distrito Zamoskvorechye. Los


cosacos que intentaron ingresar al centro, por órdenes de Ryabtsev, se encontraron con
unidades del 55º Regimiento y de la fábrica Mikhelson y otras fábricas. Después de
parlamentar brevemente, los cosacos rindieron sus armas, a pesar de la protesta de sus
oficiales. Luego, el distrito Zamoskvorechye envió sus destacamentos armados a unirse
al combate en el distrito Khamovniky. Los hombres de Zamoskvorechye ocuparon
posiciones frente al Cuartel General del Área Militar y frente a la Escuela Militar
Alexandrovsky. Apoyados por su artillería, los destacamentos Zamoskvorechye trabaron
combate en la Puerta Nikitsky. Además de esto, una de las más importantes tareas del
distrito Zamoskvorechye era vigilar que la central eléctrica funcionara sin interrupción,
una tarea que fue exitosamente cumplida.

Las operaciones de las fuerzas armadas del Comité Militar Revolucionario fueron
progresando con éxito.

19
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Los junkers y oficiales fueron obligados a rendirse en el Ayuntamiento, una


posición muy importante en el centro de la ciudad.

A las 9 de la noche del 29 de octubre, el Cuartel General del Área de Moscú


informó al Cuartel General:

“…las fuerzas del enemigo están aumentando y el enemigo se está haciendo más
fuerte cada hora que pasa. Estamos completamente aislados de los suburbios…
Hoy los bolcheviques han tomado todas las estaciones de ferrocarriles y el
Ayuntamiento del centro de la ciudad; también nos vimos obligados a abandonar
la oficina de correos y telégrafos, dado que nuestras fuerzas, después de haber
repelido reiterados ataques, estaban exhaustas. Los hombres han sido
trasladados a la central telefónica.

“La Escuela Militar Alexeyev, donde aún permanece una compañía de junkers,
está siendo defendida valientemente, pero la artillería pesada de los bolcheviques
ha destruido la parte superior del edificio y ha provocado incendios… La ayuda es
absolutamente imperativa, sin ella nuestra posición está lejos de ser brillante.”

El ulterior éxito de los Rojos parecía plenamente garantizado.

Al prometer ayuda a Moscú, el general Dukhonin pasó por alto el hecho de que el
poder había pasado a manos de los bolcheviques en una serie de puntos importantes,
algunos de ellos en la ruta que debían seguir los refuerzos. Así, el 28 de octubre, los
obreros tenían el control en Viazma, Kolomna, Shuya, Kazán, Tsaritsyn, Minsk,
Novgorod, Toropets, Kiev, Rechitsa, Vitebsk, Rzhev, Podolsk, Ufa, Bryansk, Yegorecsk y
Ryazan.

Kerensky revocó la orden de enviar Dragones de Kaluga a Moscú, y, en lugar de


eso, ordenó a ese regimiento que vaya a Petrogrado en tren de pasajeros. Se hizo lo
mismo en relación con los carros blindados que se había pedido a Kaluga desde Moscú.

En lugar de los Dragones, a Moscú se enviaron, desde Kaluga, dos compañías de


cosacos de Kuban. Sin embargo, a veinte millas de Viazma, éstos se encontraron con que
el Soviet local había arrancado las vías del tren. Hicieron un intento de llegar a Moscú
haciendo un rodeo, pero fueron detenidos en Tula.

Una brigada de caballería despachada desde el frente suroccidental vía Gomel,


Orsha y Viazma se encontró con un obstáculo inesperado: el 623er. Regimiento de
Infantería, que había sido enviado contra Petrogrado, bloqueó la estación con sus tropas
y declaró que no permitiría el paso a Petrogrado o a Moscú, a ninguna sola unidad.

Los intentos de Dukhonin de llamar a los cosacos del Don, también fracasaron. El
ataman Kaledin replicó que para que él pueda enviar a algunos cosacos a Moscú “la
situación debería ser sumamente urgente, para justificar cualquier movimiento ante los

20
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

ojos de los cosacos”. En cualquier caso, Kaledin no podía atravesar la Cuenca del
Donetz.

Los difamatorios intentos de los representantes del “Comité de Seguridad


Pública”, por convencer a los soldados en el frente de que “los bolcheviques habían
organizado un pogrom en Moscú”, tampoco les ayudó.

La vigilancia de los obreros y soldados revolucionarios impidió que los refuerzos


pedidos por los contrarrevolucionarios llegaran a Moscú. El “Comité de Seguridad
Pública” no recibió asistencia armada del exterior. Estaba programado que las tropas del
frente suroccidental llegaran el 30 de octubre. Esperaban que Petrogrado, donde había
estallado una rebelión de junkers, cayera en cualquier momento. La contrarrevolución
quería ganar tiempo, necesitaba ganar al menos un día o dos.

Lenin y Stalin seguían el curso de los sucesos en Moscú con mucho detenimiento.

Lenin concedía una importancia excepcional al resultado del combate por Moscú.
En su primera carta acerca de la insurrección, del 12-14 de setiembre, escribió:

“…no importa en cuál primero; es probable que comience Moscú…”

Esas no eran instrucciones. El jefe de la revolución simplemente estaba


subrayando que las cosas estaban maduras para una insurrección que lo menos que
podía causar era un proceso explosivo. En Moscú, la resistencia del enemigo era más
débil. Ahí no había organismos gubernamentales, y no esperaban un estallido.
Siguiendo con detenimiento los más ligeros cambios en la disposición de las fuerzas, el
29 de setiembre, Lenin había dicho que era posible empezar en Moscú:

“Técnicamente, estamos en condiciones de tomar el poder en Moscú (donde


incluso podría comenzar, para tomar desprevenido al enemigo).”

A principios de octubre, Lenin escribió por tercera vez:

“No es necesario “comenzar” por Petersburgo. Si Moscú “comienza” sin


derramamiento de sangre, será sin duda apoyada: (1) por las simpatías del
ejército del frente, (2) por los campesinos de todas partes, (3) por la flota y las
tropas de Finlandia, que marcharán sobre Petersburgo.”

Durante los días de Octubre, Lenin y Stalin dedicaron permanente atención a


Moscú, aunque estaban inmersos en el trabajo de dirigir la insurrección armada en
Petrogrado.


Lenin, Los bolcheviques deben tomar el poder, Obras Completas, t. XXVII, p. 131, Akal Editor, España.

Lenin, La crisis ha madurado, Obras Completas, t. XXVII, p. 195, Akal Editor, España.

Lenin, Carta al CC, CM, CP y a los miembros bolcheviques de los Soviets de Petersburgo y Moscú,
Obras Completas, t. XXVII, p. 251, Akal Editor, España.

21
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

El 28 de octubre, Kerensky, que había logrado escapar de Petrogrado gracias a la


ayuda de la embajada norteamericana, entró en Tsarskoye Selo. Ahí se encontraba
emplazada una guarnición de 20,000 soldados. Kerensky tenía la suficiente fuerza para
obligar a los soldados que vacilaban a ir en acción contra Petrogrado.

En Petrogrado, los junkers estaban preparando una rebelión que coincidiera con
la aproximación de las fuerzas de Kerensky. El sonar de los cañones del general blanco
Krasnov en las afueras de Petrogrado, iba a servir de señal para el amotinamiento. Pero
circunstancias impredecibles precipitaron este levantamiento. Tarde, en la noche del 28
de octubre, una patrulla de la Guardia Roja detuvo a dos individuos que lucían
sospechosos, fuera de la mansión Kshesinskaya, uno de los cuales trató de deshacerse de
una hoja de papel que tenía en su bolsillo cuando fue detenido. Los guardias rojos los
pusieron bajo arresto. Uno de ellos era Bruderer, miembro del Comité Central del
Partido Socialista-Revolucionario, y el papel era el plan de amotinamiento de los
junkers. Este plan fue informado directamente al Comité Militar Revolucionario, que
tomó las medidas pertinentes.

A su vez, al saber que Bruderer había sido arrestado y que el plan había caído en
manos de los Rojos, los Blancos iniciaron su motín en Petrogrado, en el amanecer del 29
de octubre. Gracias a las medidas que habían sido tomadas, fue sofocado en unas pocas
horas.

Petrogrado envía ayuda a los bolcheviques de Moscú


Pero aun en esos momentos difíciles, Lenin y Stalin tuvieron posibilidad de
pensar en Moscú. El 29 de octubre, Lenin habló en una conferencia de representantes de
los regimientos de la Guarnición de Petrogrado. Después de informar sobre la supresión
de la rebelión de los junkers en Petrogrado, Lenin dijo: “En Moscú se apoderaron del
Kremlin, pero no controlan los suburbios, donde viven los obreros y la población más
pobre en general.”

Lenin concluyó su discurso como sigue: “Estoy seguro que los soldados y obreros
de Petrogrado, que acaban de realizar una revolución victoriosa, sabrán aplastar a los
kornilovistas… Sin perder una sola hora, un solo minuto, debemos organizarnos;
organizar el Estado Mayor y debemos hacerlo hoy mismo. Una vez organizados
sabremos asegurarnos la victoria en algunos días, e incluso antes, posiblemente”. Ese
mismo día se envió a Moscú 500 marineros de Kronstadt en tren especial, para ayudar a
los bolcheviques moscovitas. Los marineros llegaron a Moscú en la noche del 30 de
octubre, y se unieron inmediatamente a la lucha.


Lenin, Reunión de los delegados de los Regimientos de la Guarnición de Petrogrado, Obras Completas,
t. XXVII, p. 373, 378-379, Akal Editor, España.

22
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Al día siguiente, por instrucciones del Comité Militar Revolucionario de


Petrogrado, el camarada Sverdlov envió a Moscú a un grupo bolchevique de
especialistas de radio para que trabajen en la estación de radio de la ciudad.

Después de que el motín de los junkers fuera aplastado en Petrogrado, y toda la


atención estaba centrada en la lucha contra Krasnov y Kerensky, después de que el
Comité Militar Revolucionario de Moscú había tenido considerable éxito y la suerte de la
contrarrevolución parecía decidida, el Comité Ejecutivo nacional del Sindicato
Ferroviario salió en ayuda de las fuerzas contrarrevolucionarias. Confiados en el apoyo
de traidores Zinoviev, Kámenev y sus congéneres, el Comité dio un ultimátum exigiendo
que se cesaran todas las operaciones militares so pena de una huelga a iniciarse en la
medianoche del 29 de octubre.

El Comité Central del Partido Bolchevique decidió enviar dos representantes para
negociar con el Comité Ejecutivo del Sindicato Ferroviario, pero siguió haciendo rápidos
preparativos para repeler a Krasnov y Kerensky. En la mañana del 30 de octubre, cerca
de Pulkovo, se inició el avance decisivo contra las tropas de Krasnov y Kerensky.

Se declaró una tregua de veinticuatro horas, a iniciarse en la medianoche del 29


de octubre. Los representantes de los dos lados se reunieron en pabellón real de la
Estación de Ferrocarril Kursk. Los Blancos demandaron el cese de hostilidades. Los
representantes de las unidades revolucionarias, que habían sido invitados a la
conferencia, insistieron que los junkers entreguen sus armas sin condiciones. Los
delegados de una unidad de artillería que estaban en camino desde Myza-Rayevo, para
ayudar a los Rojos, exigieron a los delegados del 55º Regimiento: alto a las
negociaciones o no tendremos otra oportunidad para disparar.

Mientras se realizaban las negociaciones en el pabellón real, el bombardeo de los


cañones, el traqueteo del fuego de ametralladoras y el crepitar de los tiros de bala
continuó escuchándose en todo Moscú. A pesar de las órdenes, ninguna de las partes
suspendió las hostilidades.

La tregua provocó la más grande indignación en todos los distritos.

“¡No podemos controlarlos!”, decían los miembros del Comité Militar


Revolucionario.

Cuando la orden escrita sobre el cese de fuego le fue entregada a un artillero, le


dio un vistazo, lo estrujó en su mano, lo tiró a un lado con disgusto y dijo: “No puedo
entender qué clase de estupidez es esta”. Y continuó disparando.

Tampoco los Guardias Blancos observaron la tregua. Ryabtsev emitió la orden


formal para la suspensión de todas las operaciones militares, a las 6:30 p.m. del 29 de
octubre, pero esa noche los junkers irrumpieron a través del puente Borodinsky,
destrozaron la sede del distrito, capturaron la Estación de Ferrocarril Bryansk, y unieron
fuerzas con un batallón de choque que había llegado.

23
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

La noticia de la acción de los junkers y del arribo del batallón de choque puso de
pie a todo el distrito Khamovniky. La Estación Bryansk fue recuperada el 30 de octubre.

Otro destacamento de soldados de choque, que llegó ese día a la Estación


Bryansk, se rindió ante la Guardia Roja y los soldados que ocupaban la estación. Los
soldados de choque declararon que habían sido engañados, les hicieron creer que
estaban siendo enviados a Moscú por uniformes nuevos. Tan pronto supieron que la
lucha se desarrollaba entre los soldados y los junkers, se pusieron a disposición del
Comité Militar Revolucionario de Khamovniky.

En el distrito Gorodskoy, los Guardias Rojos y soldados estaban tan indignados


con la perfidia de los Blancos que inmediatamente tomaron por asalto la Central
Telefónica. En Lefortovo, el ataque a la Escuela Militar Alexeyev terminó cuando a las 12
del mediodía del 30 de octubre, los junkers se rindieron. Trece ametralladoras, una gran
cantidad de rifles y otros suministros militares fueron capturados en la escuela.

El ultimátum del Comité Ejecutivo de los ferroviarios sólo servía a la


contrarrevolución. Aprovechándose de la “tregua”, los junkers trataron de mejorar su
posición estratégica. Hicieron un avance desde la Puerta Nikitsky, a lo largo del
Tverskoy Boulevard, intentando tomar los puentes sobre el río Moscú, e hicieron un
intento desesperado por ingresar en Krymskaya Ploshchad. Pero fueron rechazados en
todos los puntos.

La amenaza del Comité Ejecutivo del Sindicato Ferroviario fue letra muerta.
Desacatando a sus dirigentes, los ferroviarios de base apoyaron la revolución.
Retrasaban a las tropas enviadas para ayudar a Ryabtsev y al mismo tiempo facilitaban
el avance rápido de los destacamentos de Guardias Rojos y soldados que se dirigían a
Moscú; descubrían transportes de armas e inmediatamente los entregaban a las
unidades revolucionarias. De Serpukhov y Podolsk, de Vladimir y Shuya, de Alexandrov
y Kovrov, llegaban hombres para ayudar a los obreros moscovitas. ¡Parecía que toda la
región se había levantado en armas!

Mientras tanto el Cuartel General del Área hacía todo lo que estaba a su alcance
para conseguir ayuda. Sobre las autoridades competentes, el teniente Rovny rogaba a
Kaluga que le enviara un destacamento y carros blindados, o, si esto no era posible, por
lo menos una parte de un destacamento regular.

Kravchuk, el segundo asistente de Ryabtsev, salió de Moscú en secreto, se abrió


paso a Smolensk, y desde ahí empezó a hacer solicitudes urgentes al Cuartel General,
como qué había pasado con la unidad de caballería que se había prometido que llegaría
el 30 de octubre. Kravchuk fue puesto en contacto con Dukhonin.

“La situación en Moscú es seria”, informaba, “debido a la falta de municiones y


suministros. La moral de los hombres es firme y persistente. Los arsenales y
polvorines han sido capturados por los bolcheviques. Cuando salí, habíamos

24
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

formado un destacamento para tomarlos por asalto y recuperarlos. No sé si tuvo


éxito o no. Si no fue así, no podremos sostenemos por mucho tiempo y es
bastante probable que tengamos que luchar para escapar de Moscú…”

Dukhonin le dijo qué unidades habían sido enviadas y le informó que, en el frente
rumano, se estaba organizando un destacamento de seis batallones y una unidad de
artillería, especialmente para Moscú. Además de eso, se había pedido a Kaledin, de la
región del Don, que envíe cosacos.

“Con vuestra ayuda podremos mantener Moscú”, dijo Kravchuk, contento con las
noticias.

En la noche del 30 de octubre, se realizó una gran reunión en la Duma municipal.


Asistieron: el “Comité de Seguridad Pública”, el presídium del Soviet de Diputados de
Soldados, el Comité de Moscú del Partido Socialista-Revolucionario y representantes de
las fracciones en la Duma. La reunión parecía más un funeral que una conferencia
política. Rudnev tomó la palabra y anunció el fracaso de las negociaciones con los
bolcheviques; declaró que la continuación de la lucha era inevitable y culpó de ello a los
bolcheviques.

De pronto, las luces se apagaron. Los bolcheviques habían cortado la energía


eléctrica a los distritos ocupados por los Blancos. La tenue luz de las velas que se
procuraron rápidamente, acentuaba el aspecto de funeral de la reunión.

Las fuerzas de Kerensky en camino


Tarde, en la noche del 30 de octubre, el combate se hizo más intenso en todos los
distritos.

Para ese entonces, la situación en Petrogrado también había cambiado. El ataque


a Kerensky, que había empezado en la mañana del 30 de octubre, había tenido éxito.
Tsarskoye Selo había sido tomada, y Kerensky se dirigía en retirada a Gatchina. En
camino a Gatchina, Kerensky envió un mensaje telefónico a Petrogrado, pidiendo que se
establezcan negociaciones con los bolcheviques. El mensaje iba dirigido al “Comité para
la Salvación de la Patria y la Revolución” –un organismo contrarrevolucionario que se
había organizado en Petrogrado el 25 de octubre. El Comité imprimió esta propuesta de
Kerensky y la distribuyó en todos los regimientos. Los agitadores socialista-
revolucionarios y mencheviques fueron por la ciudad anunciando: “Los bolcheviques
insisten en prolongar la guerra civil, mientras que Kerensky está de acuerdo en
terminarla. Elijan delegados y envíenlos al Comité Militar Revolucionario”.

Los sectores más activos de los regimientos de Petrogrado estaban en el frente,


combatiendo contra Krasnov y Kerensky. Casi todas las fuerzas de la Guardia Roja
también estaban en el frente. Los soldados que quedaron cayeron víctimas de la
provocación de los socialista-revolucionarios y mencheviques. Se eligió una delegación
de casi treinta personas, encabezada por los representantes del Regimiento

25
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Preobrazhensky, que había permanecido neutral durante los días de la insurrección de


Octubre.

El 31 de octubre, esta delegación fue recibida por el camarada Stalin. Uno de los
hombres de Preobrazhensky leyó su mandato, que obviamente había sido redactado
bajo el dictado de socialista-revolucionarios y mencheviques. Los soldados demandaban
que se enviara al frente a una delegación de representantes de todos los partidos –desde
bolcheviques hasta “socialistas populares”– para negociar con Kerensky; mientras este
último partido era difícilmente diferenciable de los demócrata-constitucionalistas
(cadetes) aun bajo microscopio, Stalin tomó la palabra. Les habló acerca de la situación
en el frente, les demostró que el mandato de los hombres de Preobrazhensky
simplemente le estaba haciendo el juego a Kerensky, quien sólo quería ganar tiempo, y
les explicó las desastrosas consecuencias a las que conducirían las negociaciones con
Kerensky. El discurso de Stalin dividió a la delegación. Los representantes del
Regimiento lituano declararon que ellos siempre se habían alineado con el Comité
Militar Revolucionario.

Stalin habló nuevamente y les explicó la maniobra de Kerensky.

“Kerensky ha dado un ultimátum exigiendo que se depongan las armas”, dijo.

Los delegados de los regimientos comprendieron que habían escapado, por poco,
de caer víctimas de los engaños de los socialista-revolucionarios y mencheviques, y
estuvieron de acuerdo en enviar una delegación en nombre del Comité Militar
Revolucionario para hablar, no con Keresnky y Krasnov, sino con los cosacos y soldados,
planteándoles las siguientes cuestiones:

1. ¿Los cosacos y soldados de Kerensky reconocen al Comité Ejecutivo Central [del


Soviet] como el órgano del poder del Estado?
2. ¿Reconocen las decisiones del Segundo Congreso de los Soviets?
3. ¿Reconocen los decretos de Lenin sobre la tierra y la paz?
4. ¿Están de acuerdo con arrestar a Krasnov y Kerensky?

Así terminó la última maniobra de Kerensky.

El 1 de noviembre, todo terminó para Krasnov y Kerensky. Kerensky se fugó y


Krasnov fue arrestado.

Ese mismo día, tan pronto el Comité Central del Partido supo del arresto de
Krasnov y la fuga de Kerensky, Lenin declaró en una reunión del Comité Central que las
negociaciones con el Comité Ejecutivo de los Ferroviarios debían interrumpirse, dado
que las habíamos utilizado únicamente como cortina para nuestras operaciones
militares. Las actas de esta reunión establecen que Lenin “considera que debe ponerse
fin en este mismo momento a la política de Kámenev. Tratar ahora con el CESFR no
corresponde. Hay que enviar tropas a Moscú”.

26
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Lenin habló por segunda vez en esa reunión, haciendo la siguiente demanda:

“…las negociaciones debían haber servido de cobertura diplomática para acciones


militares. La única resolución correcta habría sido terminar con las vacilaciones
de los vacilantes, y ser más firmes nosotros. Hay que acudir en ayuda de los
moscovitas, y nuestra victoria estará asegurada.”

Por instrucciones de Lenin y Stalin, la noche anterior se habían enviado a Moscú


2,000 Guardias Rojos y marineros de Kronstadt. Para asistir a Moscú, se había enviado
también un tren blindado.

El anillo de los Rojos que llegaban se hacía más estrecho en las calles centrales. A
pesar de la desesperada resistencia, los junkers fueron forzados a retroceder
gradualmente hacia el Kremlin. Estaban siendo cercados por todos lados. Los
destacamentos de Zamoskvorechye presionaban en el centro, desde los puentes
Krymsky, Kamenay y Moskvoretsky. En este sector los junkers dieron singular batalla.
El cuartel general militar de los Blancos estaba localizado en Prechistenka; en ese
mismo distrito había dos escuelas de formación de oficiales. Los residentes de las calles
Prechistenka, Arbat, Ostozhenka y Povarskaya –los barrios residenciales aristocráticos
de Moscú– eran hostiles a los bolcheviques. Se disparaba contra los Guardias Rojos
desde ventanas y azoteas. Era como si cada casa fuera un enemigo de los bolcheviques.

Pero incluso en estos distritos hostiles los atacantes tenían aliados. Un par de
jóvenes, sin aliento, corrió hacia uno de los destacamentos, informándole que los
junkers se habían abierto paso desde la parte de atrás –a lo largo de Levshinsky
Pereulok. Los Guardias Rojos rápidamente ocuparon una casa grande en Prechistenka,
justo frente a Levshinsky Pereulok, y abrieron fuego sobre los junkers, obligándolos a
retroceder.

La lucha por Moscú se intensifica


Hubo batallas feroces en Ostozhenka. Ahí se libró una guerra regular de
trincheras. Los Blancos cavaron trincheras a lo largo de la calle, apostaron
ametralladoras y lanza-bombas. Los Guardias Rojos y los soldados también se
atrincheraron, a treinta o cuarenta pasos de distancia. El clima era horrible –aguanieve
y nieve se alternaban sin tregua. Los hombres tenían que yacer en el fango de las
trincheras. Con el frío hasta la médula, los Guardias Rojos se turnaban para calentarse
en la casa de té más cercana, que servía como base de primeros auxilios y economato.
Sus lugares eran tomados por el hijo de un obrero de la fábrica Mikhelson. Nada podía
hacer que dejara las trincheras. Él disparaba en turnos, desde cada rifle, para impedir
que los junkers se dieran cuenta que los hombres habían salido de las trincheras.
Accidentalmente se le cayó un rifle al otro lado del parapeto. Queriendo recuperarlo,
saltó la trinchera y se expuso completamente. Una ametralladora junker acribilló al


Lenin, Intervenciones en la reunión del Comité Central del POSDR(b), Obras Completas, t. XXVII, p.
384, Akal Editor, España

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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

muchacho. Durante tres días, este heroico joven luchó con la muerte. Cuando sus
camaradas de trinchera fueron a visitarlo en el hospital, su primera pregunta fue:

“¿Y? ¿Tomaron el cuartel general? ¿Le dieron su merecido a los junkers?”

“Sí”, le dijeron. “¡Hurra!”, gritó con una voz débil. Una sonrisa se formó en su
rostro pálido, mientras desfallecía, para no hablar más.

Pyotr Dobrynin, un obrero de la fábrica de telégrafos y teléfonos, también murió


en las batallas de este distrito. A pesar de que había sido herido seriamente en el
hombro, permaneció en su puesto. Varias veces tomó parte en salidas de
reconocimiento. Durante una de esas incursiones, los junkers abatieron a este heroico
obrero. Lyusinova, una comunista, también murió en este distrito. Una plaza y una calle
de Moscú llevan ahora los nombres de estos combatientes caídos.

Fue la artillería la que decidió la cuestión de las batallas de Octubre en Moscú.


Para aplastar la resistencia de los junkers, se decidió bombardear el Kremlin con
cañones pesados. P.K. Sternberg, profesor de Astronomía y viejo bolchevique, que era
Jefe del Staff del Comité Militar Revolucionario del distrito de Zamoskvorechye en ese
momento, abogó por esa medida con energía.

El 1 de noviembre, el Comité Militar Revolucionario de Zamoskvorechye escribió


al Comité Militar Revolucionario Central:

“…Mayor demora e indecisión pueden ser desastrosas para el triunfo de la


revolución. Por esta razón, el Comité Militar Revolucionario de Zamoskvorechye
propone que se pongan en acción cañones de 6” y pide vuestra opinión sobre este
asunto.”

El documento estaba firmado por Sternberg. El Comité Militar Revolucionario


respondió que estaba de completo acuerdo con esa propuesta:

“…Temprano, en la mañana, se ha emitido una orden urgente para abrir fuego


sobre el Kremlin… Esto deberá ser realizado antes de las 10 a.m., de hecho mucho
más temprano…”

La artillería pesada abrió fuego el 1 de noviembre. Ese día marcó un punto de


viraje en Moscú, como lo hizo en los suburbios de Petrogrado. Primero que todo, la
central telefónica en Milyutinsky Pereulok, que se había convertido en una fortaleza
prácticamente inexpugnable del enemigo, fue tomada, después de que a los Guardias
Rojos tuvieran la feliz idea de instalar un lanza-bombas en el campanario de una iglesia
adyacente. Más aún, los Guardias Rojos y los soldados estaban prácticamente en las
murallas del Kremlin. Una batería estacionada en el Teatro Bolshoi mantuvo un
bombardeo constante sobre el Hotel Metropole, que el enemigo había hecho uno de sus
baluartes. Los junkers herían a un artillero tras otro, pero otros tomaban sus lugares, y
el bombardeo continuaba sin parar. En la madrugada del 2 de noviembre, después de

28
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

tres horas de bombardeo, las unidades Rojas, dirigidas por el camarada Frunze,
tomaron el Metropole por asalto. La Duma municipal ya había sido abandonada por los
Blancos, durante la noche. El “Comité de Seguridad Pública” se había dirigido al
Kremlin.

Los cañones de 6”, que lanzó andanadas en un lado del Kremlin, desde la ladera
de Vorobyovy, se convirtieron en el ardid. El 1 de noviembre, la artillería pesada abrió
fuego, y después esa noche Ryabtsev anunció sus términos de rendición. Los cañones
soviéticos seguían bombardeando el Kremlin en la mañana del 2 de noviembre, y bajo el
fuego de la artillería Ryabtsev se hacía más dócil.

Los socialista-revolucionarios y los mencheviques hicieron un intento más por


ayudar a los Blancos. Esta vez plantearon la cuestión de una tregua inmediata y se
esforzaron en suavizar los términos de la rendición. Pero a las 6 de la mañana del 2 de
noviembre, Ryabtsev, incapaz de esperar un minuto más por el regreso de sus
mediadores, envió una carta de capitulación al Comité Militar Revolucionario.

Los Guardias Blancos entregan Moscú


Los representantes del Comité Militar Revolucionario y los representantes de
Ryabtsev se reunieron en la sede del consejo de la Gubernia. El cañoneo de la ciudad
había alcanzado su zenit en ese momento. Cuando el viento abría una ventana, el fuego
de artillería se podía escuchar con facilidad. Las delegaciones llegaron a un acuerdo
sobre los términos de la rendición de las unidades Blancas. Este acuerdo fue firmado el
2 de noviembre, a las 5 de la tarde. El “Comité de Seguridad Pública” fue disuelto. Los
prisioneros de ambos lados fueron liberados inmediatamente. Hasta el último
momento, los traidores en el Comité Militar Revolucionario aun se las arreglaron para
influir sobre los vacilantes. Otra vez se cometió un error que bordeaba con la traición. Se
garantizó a los junkers su libertad y la inviolabilidad de sus personas.

Las unidades revolucionarias rodearon el Kremlin. Muchos de los hombres


habían preparado escaleras de soga y trataron de subir las murallas del Kremlin para
acabar con los Blancos más rápido. Los junkers en el Kremlin, que veían que todo había
terminado para ellos, enviaron delegados para negociar su rendición. En la madrugada
del 3 de noviembre, el Kremlin fue tomado. Cansados, pero orgullosos de su victoria, los
destacamentos revolucionarios de Moscú marcharon a través de las antiguas y
bombardeadas puertas del Kremlin.

Una serie de escaramuzas aisladas todavía tuvieron lugar en una y otra parte, el 3
de noviembre. Las masas estaban indignadas porque los Guardias Blancos prisioneros
habían sido liberados y porque sus delitos quedaban impunes. Fue necesario confinar a
los junkers en prisión después de haberlos desarmado, para evitar los intentos de
impartirles justicia sumaria. Pero no sólo los soldados y los obreros estaban indignados.
El 3 de noviembre, representantes de varios comités distritales se reunieron en la sede
del Comité Militar Revolucionario. Exigieron que se declare nulo el acuerdo, que los
junkers sean arrestados y que los líderes contrarrevolucionarios sean ejecutados.

29
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Su instinto de clase no les engañaba. Después de la capitulación, los líderes del


“Comité de Seguridad Pública” se pusieron a trabajar instigando el sabotaje en todas las
empresas de Moscú. La Duma municipal asignó una gran suma con fines de sabotaje. La
mayoría de los oficiales y junkers liberados se dirigió al Don y a Ucrania, a unirse a las
filas de los ejércitos Blancos que se estaban reuniendo allí.

La insurrección de Octubre en Moscú duró ocho días, considerando al 25 de


octubre como el día que marcó el inicio de las hostilidades activas. Una serie de errores
cometidos durante los días de Octubre tienen la culpa de esto.

En Petrogrado, el esfuerzo contrarrevolucionario de los junkers había sido


aplastado literalmente en pocas horas.

En Moscú, sin embargo, la dirección de la insurrección demostró lentitud e


indecisión, mientras que algunos miembros de los órganos dirigentes fueron incluso
culpables de vacilación traidora, que condujo a la prolongación de la lucha.

No se hicieron preparativos para la insurrección. Los centros que iban a dirigir


las operaciones de combate se formaron tarde.

El 10 de octubre, Lenin había presentado su informe sobre la insurrección


armada. En este informe, remarcó dos veces que, políticamente, las condiciones estaban
dadas para la insurrección y que ahora era necesario considerar su aspecto técnico, esto
es, la preparación de las fuerzas de combate y las armas, y el plan de la insurrección.

Hubo una reunión del Comité Regional del Partido en Moscú, el 14 de octubre, en
el que se discutió en detalle la resolución del Comité Central del 10 de octubre. Pero no
se tomó ninguna medida seria para la preparación técnica de la insurrección después de
esta reunión. Los órganos que iban a dirigir el combate se crearon tarde. Mientras el
Comité Militar Revolucionario de Petrogrado había sido organizado diez o doce días
antes y el Centro del Partido aproximadamente ocho días antes de la insurrección, en
Moscú, el Comité Militar Revolucionario fue organizado recién el 25 de octubre, cuando
el manifiesto firmado por Lenin acerca de la deposición del Gobierno Provisional ya
había sido distribuido en todas las calles de Petrogrado.

En Moscú, el vínculo entre el Partido Bolchevique y los soldados no era tan fuerte
al inicio de la insurrección, porque los Soviets de Diputados de Obreros y el Soviet de
Diputados de Soldados estuvieron separados hasta el último momento. Esto trabajó a
favor de los socialista-revolucionarios y los mencheviques durante un largo tiempo,
porque les permitió tener una mayoría en el Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados
de Soldados. Sólo en el curso de la insurrección armada, por la presión de las masas
desde abajo, se estableció un órgano especial para dirigir el Soviet de Diputados de
Soldados.

30
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Bajo instrucciones del Comité del Partido de Moscú, el Comité Militar


Revolucionario en Moscú incluyó a mencheviques y a los que estaban a favor de la
unidad con éstos. En Petrogrado, las medidas defensivas, incluyendo invitar a otros
partidos a unirse al Comité Militar Revolucionario, fueron simplemente pantallas para
la ofensiva, mientras que en Moscú se tomó con seriedad que los otros partidos se
unieran. Los socialista-revolucionarios y los mencheviques perseguían un propósito
definido – evitar que los bolcheviques prepararan y desarrollaran una acción resuelta.

En el Comité Militar Revolucionario de Moscú –tanto en el centro como en los


distritos de verdaderas operaciones– no hubo expertos en asuntos militares. Esta
circunstancia técnica explica en parte el elemento de caos que existió durante las
primeras horas de la insurrección.

El papel de Lenin y Stalin en la insurrección armada de Moscú


En Petrogrado, la insurrección fue extraordinariamente bien organizada. En
Moscú, al principio se desarrolló de forma más o menos espontánea.

“Una vez que ha comenzado la insurrección, proceder con la mayor decisión y de


cualquier modo, pasar sin falta a la ofensiva. ‘La defensiva es la muerte de la
insurrección armada’.” Así enseña Lenin.

Moscú tuvo toda la oportunidad de poner en práctica este principio marxista, esta
ley de la insurrección armada, de enviar las unidades más confiables a los puntos más
importantes, de rodear al enemigo y obligarlo a rendirse, posiblemente incluso sin
presentar batalla. Hubo suficientes fuerzas disponibles para lograr esto: al principio de
la insurrección la abrumadora mayoría de los obreros estaba con los bolcheviques, un
considerable porcentaje de la Guarnición apoyaba activamente a los bolcheviques y de
lejos la mayoría simpatizaba con ellos.

Pero entre los miembros del Comité Militar Revolucionario, así como en el
Centro del Partido, hubo gente que no tenía fe en la fortaleza de la revolución proletaria,
que negaba la posibilidad de la victoria de la revolución proletaria y de la victoria del
socialismo en Rusia. Ellos estaban contra la insurrección armada y pensaban impedirla.
Antes de la insurrección y en el curso de la insurrección entraron en negociaciones
traidoras con el enemigo de clase. Y el enemigo tomó ventaja de esas negociaciones.
Ganó tiempo, y lo utilizó para organizarse. Se apoderó del Kremlin mediante un engaño,
rodeó la sede del Soviet y presentó un ultimátum al Comité Militar Revolucionario. Más
todavía, incluso después de que se iniciaran las operaciones, en ciertos momentos, el
Comité Militar Revolucionario retrocedió hacia tácticas defensivas.

El 29 de octubre, gracias a la acción resuelta de los distritos y las unidades


revolucionarias de la Guarnición, la situación mejoró considerablemente. El éxito
alcanzado había abierto la posibilidad de terminar con los junkers el 31 de octubre. Pero


Lenin, Consejos de un espectador, Obras Completas, t. XXVII, p. 292, Akal Editor, España

31
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

el Comité Militar Revolucionario suscribió una tregua; es cierto que sólo por 24 horas,
sin embargo, este fue un factor importante en la prolongación del combate, pese a que
los distritos no observaron la tregua. Hubiera sido posible hacer lo que se hizo
finalmente el 2 de noviembre, cuando las negociaciones sirvieron como cobertura para
acciones militares. Eso es lo que se hizo en Petrogrado todo el tiempo: las negociaciones
fueron realizadas cuando era necesario realizarlas, pero bajo la cobertura de esas
negociaciones se completó la derrota de la contrarrevolución.

La insurrección de Octubre en Moscú fue una genuina insurrección popular. Las


amplias masas de obreros y soldados participaron en la lucha. Las fábricas y plantas de
Moscú fueron los baluartes de esta insurrección. Los obreros ubicaron en la vanguardia
a sus mejores combatientes, ellos proporcionaron los brazos y todo lo que era necesario
para la victoria. Su entusiasmo revolucionario, su disposición a sacrificar sus vidas por
la causa de la revolución, ejercieron una enorme influencia sobre las masas de soldados.
Los Guardias Rojos estuvieron en los frentes de combate de casi todas las operaciones
militares, arrastrando tras de sí a los soldados. Las masas de obreros y un sector de la
Guarnición exigieron que los centros revolucionarios distritales sean intransigentes y
firmes y que ejecuten un ataque decidido. Gracias al audaz emprendimiento y a la
heroica determinación de los obreros progresistas y los centros distritales, se corrigieron
una serie de errores cometidos por el Comité Militar Revolucionario.

Ataque y no defensa, como Lenin predijo en sus conclusiones de los resultados de


la insurrección de diciembre de 1905 en Moscú, fue la consigna de las masas. Aprendida
la lección de diciembre de 1905, los obreros de Moscú sabían que sólo una desesperada y
sangrienta lucha, como Lenin escribió, sólo una vigorosa ofensiva, podía asegurar la
victoria. Los centros distritales a su vez insistieron en que los órganos centrales y
dirigentes de la insurrección asumieran tácticas ofensivas. El triunfo en Moscú se
obtuvo gracias a la abnegación de las masas.

En Moscú, como en Petrogrado, la organización de la insurrección y su dirección


estuvo completamente en las manos de un partido – el Partido Bolchevique.

En Moscú, como en Petrogrado, los verdaderos inspiradores de la insurrección


fueron Lenin y Stalin, a quienes la organización bolchevique de Moscú como un todo
siguió sin reservas.

Desde el inicio de las batallas de Octubre en Moscú, Lenin, el gran genio de la


Revolución Socialista, siguió el desarrollo de esta lucha con la máxima atención. El 30
de octubre, envió 500 marineros de Kronstadt para ayudar a los obreros moscovitas. El
31 de octubre, el Comité Militar Revolucionario de Petrogrado, encabezado por el
camarada Stalin, envió un grupo de expertos militares a Moscú a operar la estación de
radio y también un destacamento de Guardias Rojos de Petrogrado para reforzar los
contingentes revolucionarios del proletariado de Moscú. Este destacamento, puesto a
disposición del centro de la Guardia Roja y del Comité Militar Revolucionario del
distrito de Gorodskoy de Moscú, tomó posiciones en las inmediaciones de
Sukharevskaya Ploshchad, inmediatamente después de su arribo a Moscú. Otros 2,000

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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

Guardias Rojos, marineros de Kronstadt y soldados llegaron a los cuarteles generales de


las tropas revolucionarias en la mañana del 1 de noviembre, y lucharon heroicamente en
las calles de Moscú.

Las fuerzas enviadas a Moscú por Lenin y Stalin llevaban consigo la experiencia
de la insurrección de Petrogrado y junto con los obreros y soldados moscovitas
derrotaron completamente a las fuerzas de la Guardia Blanca. Destacamentos de otras
ciudades –de Ivanovo-Voznesensk, de Shuya y Kovrov bajo la dirección de M.V. Frunze,
y de Orekhovo-Zuyevo– también llegaron en ayuda de los obreros y soldados de Moscú.
El arribo de estos refuerzos revolucionarios, particularmente desde Petrogrado, ayudó a
los bolcheviques moscovitas a aplastar a la contrarrevolución.

Como en Petrogrado, el pueblo conquistó la victoria en Moscú, bajo la dirección


del Partido Bolchevique, bajo la dirección de esos dos grandes genios, Lenin y Stalin.

Fuente: I, Mintz, The October Days in Moscow. The Struggle for Power in 1917,
Workers Library Publishers, New York, 1941.

Fotos tomadas del artículo Under Fire: How Moscow’s Kremlin Was Shelled During
1917, de Alexey Timofeychev, 20 de octubre de 2017, publicado en Russia Beyond.
https://www.rbth.com/history/326473-under-fire-moscows-kremlin-1917

Las citas de Lenin en lugar de traducirse se han tomado de sus Obras Completas en español,
publicadas por Akal Editor, España, en 1976.

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Rigoberto Ambrosio S.

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