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El Tratado de Montevideo de 1889

Los Tratados de Montevideo de 1888-1889 surgieron como una reacción contra el


principio de la nacionalidad que predominó en el Tratado de Lima. Sin embargo, hay
también quienes, destacando sobre todo el valor de antecedente del Tratado de Lima,
señalan que los primeros resultados del Congreso de Juristas de Lima constituyeron la
fuente inmediata de los Tratados de Montevideo de 1888-1889.
El caso es que, en 1887, el jurista uruguayo Gonzalo Ramírez, primer profesor de
Derecho Privado Internacional de la Facultad de Montevideo y ministro uruguayo ante
la República Argentina, emprendió una iniciativa para unificar el Derecho Internacional
Privado de los países de la región.
En ese sentido, el 14 de febrero de 1888 el ministro uruguayo suscribió con el ministro
de relaciones exteriores de la República Argentina, QUIRNO COSTA, un protocolo con
el fin de convocar un congreso de jurisconsultos de las distintas naciones de América
del Sur, para uniformizar por medio de un tratado las diversas materias del Derecho
Internacional Privado.

Es en ese contexto que se instalaría, el 25 de agosto de 1888, el Primer Congreso


Sudamericano de Derecho Internacional Privado de Montevideo, con la intervención de
Chile, Perú, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Argentina, Ecuador, Cuba y Brasil, y en el
cual se adoptó el primer grupo de ocho tratados sobre Derecho Internacional Privado y
un protocolo adicional que entró en vigor en el mundo.
En efecto, es necesario destacar que la obra de Montevideo sirvió para orientar las
discusiones jurídicas de los países del continente Europeo, donde se vivía con gran
entusiasmo la codificación internacional del Derecho Internacional Privado.
De ahí que Fernández Arroyo61 señale que:
(...) en la Primera Sesión de la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional
Privado, se tuvieron en cuenta los resultados obtenidos en Montevideo, que éstos
ocasionaron una discusión en torno a la conveniencia de proceder a una codificación de
conjunto o, como finalmente se resolvería, por materias escogidas, y que su impacto en
ladoctrina, fue importante a uno y otro lado del Océano Atlántico.
Por otro lado, en el Congreso de Montevideo se evidenciaría la impronta de Roque
Saénz Peña, en el tema de Derecho Penal Internacional de los Tratados, y la de Gonzalo
Ramírez en el tema de Derecho Civil Internacional.
El Perú estaría representado por los doctores Cerasco Peraltana y Manuel Gálvez.
Así pues, los Tratados de Montevideo, fruto del Congreso, fueron ratificados en su
totalidad por Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, constando de cuatro libros:
Derecho Civil Internacional, Mercantil Internacional, Penal Internacional, Procesal
Internacional.
Estos Tratados están compuestos por:
– Tratado de Derecho Procesal Internacional (11.1.1889).
– Tratado de Propiedad Literaria y Artística (11.1.1889).
– Tratado sobre Patente de Invención (16.1.1889).
– Tratado de Marcas de Comercio y de Fábrica (16.1.1889).
– Tratado de Derecho Penal Internacional (23.1. 1889).
– Tratado sobre Ejercicio de Profesiones Liberales (04.2. 1889).
– Tratado de Derecho Civil Internacional (12.02.1889).
– Tratado de Derecho Comercial Internacional (12.02. 1889).
– Protocolo Adicional sobre Aplicación de las Leyes Extranjeras(13.02.1889).
Este último consagra a tal fin tres principios fundamentales: la aplicación de oficio
(art.2°), la aplicación de la legislación procesal del foro (art.3°) y el orden público
internacional (art. 4°).
Resulta interesante observar, además, que los Tratados de Montevideo posibilitaron la
adhesión a los mismos de otros Estados.
Así, por ejemplo, se adhirieron al Tratado sobre Propiedad Literaria y Artística:
Alemania, Francia, Bélgica, Austria, Hungría e Italia.
Colombia se adhirió a los Tratados de Derecho Civil, Comercial, Procesal y Profesiones
Liberales; y Ecuador hizo lo propio con el Tratado de Profesiones Liberales66 y el de
Derecho Procesal.
El Congreso del Perú, a su turno, prestaría su aprobación a todos los Tratados de
Montevideo de 1889, mediante Resolución Legislativa del 25 de octubre de 1889,
aceptada el 16 de mayo de1890.
Debemos mencionar también que la valiosa experiencia de los Tratados de Montevideo
se dejó percibir en Centro América, ya que en 1897 se llevó a cabo un congreso
efectuado en Guatemala, al cual asistieron los representantes de Honduras, Nicaragua y
El Salvador (Estados que integraban la República Mayor de América Central), así como
Guatemala y Costa Rica, y donde se firmaron cinco convenios sobre Derecho Mercantil;
Penal y Extradición; Propiedad literaria, artística e industrial; Derecho Civil y Derecho
Procesal.
En suma, un balance del proceso de codificación internacional del Derecho
Internacional Privado, a mediados del siglo XIX, conduce a reconocer, siguiendo a
Fernández Arroyo, que: (...) el Tratado de Lima constituye la primera obra integral de
Derecho Internacional Privado Convencional que se conoce, y que a los Tratados de
Montevideo de 1889, corresponde el raro privilegio de ser la primera realización de éste
tipo que alcanzó un considerable ámbito de vigencia espacial efectiva.
La situación actual de vigencia de los Tratados de Montevideo de 1889, según señala
Briceño Berrú, es la siguiente:
– Derecho Procesal Internacional (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay,
Colombia).
– Propiedad artística y literaria (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay, también
adherido por Alemania, Austria, Bélgica, España, Francia, Hungría e Italia).
– Patentes de invención (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay).
– Derecho Penal Internacional (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay).
– Derecho Civil Internacional (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay y
Colombia).
– Derecho Comercial Internacional (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay,
Colombia).
– Ejercicio de profesiones liberales (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay,
Colombia y Ecuador).
– Protocolo adicional (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay).
No obstante lo anterior, debe reconocerse que pese a que los Tratados de Montevideo de
mayor aplicación han sido los de Derecho Civil, Procesal y Comercial Internacional, la
praxis jurisprudencial sustentada en esta fuente del Derecho Internacional Privado ha
sido escasa en comparación con el tiempo transcurrido desde su entrada en vigor.
El Tratado de La Habana de 1928 o Código Bustamante o Código de Derecho
Internacional Privado.
Antecedentes del Código Bustamante
A fines del siglo XIX se gestó un proceso de codificación, a instancias de los Estados
Unidos, al cual se le denominó movimiento panamericano. Esta nueva etapa
representaría un sesgo con el carácter eminentemente político que teñía los procesos de
armonización y unificación del Derecho Internacional Privado, desde inicios del siglo
XIX. Por el contrario, la impronta norteamericana buscaba un enfoque pragmático que
sirviera para cumplir los fines de instrumento político, jurídico, y también económico.
Con esta inspiración, la codificación del Derecho Internacional Privado para cubrir el
continente americano con normas comunes de Derecho Internacional Privado sería
emprendida en las Conferencias Panamericanas, foro interamericano emanado de la
Unión Panamericana (predecesora de la Organización de Estados Americanos).
Así, en la Primera Conferencia Panamericana de Washington (1889-1890) se
recomendó a los países participantes la adhesión a los Tratados de Montevideo.
En la Segunda Conferencia Panamericana de México (1901-1902) se convino en
conformar una comisión integrada por cinco juristas americanos y 2 europeos, quienes
debían redactar un código de Derecho Internacional Privado. Esta comisión, sin
embargo, no se hizo efectiva. En la Tercera Conferencia Panamericana de Río de
Janeiro (1906) se creó una junta internacional de juristas para proyectar una
codificación de Derecho Internacional Privado y de Derecho Internacional Público. La
Cuarta Conferencia Panamericana se llevaría a cabo en Buenos Aires en 1910, y en ella
se suscribieron tratados sobre patentes de invención, dibujos y modelos industriales, y
una convención sobre marcas de fábrica. Bajo el contexto de la post-primera Guerra
Mundial se reanudaría la labor codificadora, teniendo como escenario a Chile, donde en
1923 se llevó a cabo la Quinta Conferencia Panamericana. Allí se reorganizó la Junta
Internacional de Jurisconsultos, denominada Comisión, a la cual se le encargó la
preparación de un código de Derecho Internacional Privado que debería ser sometido a
la Sexta Conferencia. En ese sentido, la Comisión debía examinar las implicancias de
adoptar o combinar los sistemas de la lex domicilii y/o la lex patriae (ley de la
nacionalidad).
El Instituto Americano de Derecho Internacional preparó treinta proyectos a ser
examinados por la Comisión de Río. Al final, esta Comisión aprobaría el Proyecto de
Código de Derecho Internacional Privado elaborado por el internacionalista cubano
Antonio Sánchez de Bustamante y Sirven.
Código Bustamante
El 20 de febrero de 1928, en la Sexta Conferencia Panamericana llevada a cabo en La
Habana, en la cual el Perú fue representado por el internacionalista Víctor Maúrtua, se
sancionó el Código de Derecho Internacional Privado, Este consta de 437 artículos
divididos en un título preliminar y cuatro libros, desagregados de la siguiente forma:
Derecho Civil Internacional (artículos 9° al 231°); Derecho Mercantil Internacional
(artículos 232° al 295°); Derecho Penal Internacional (Artículos 296° al 313°); Derecho
Procesal Internacional (artículos 314° a 437°).
El Código Bustamante, si bien responde a una concepción del Derecho Internacional
Privado similar a la esbozada por los Tratados de Montevideo de 1889,83 se funda
también en los lineamientos de la escuela ítalofrancesa de la personalidad del derecho y
de la división de las leyes, la cual llegó a acoger Sánchez de Bustamante y Sirvén,
abandonando las ideas de Story, Freitas y Andrés Bello.
Esta circunstancia no significaría, empero, que el tema de la interpretación de la ley
aplicable por el derecho o la ley personal se resolviera necesariamente por la ley de la
nacionalidad de cada individuo (como podía sugerirse del influjo de las ideas de la
escuela italiana de Pascuale Stanislao Mancini).
Por el contrario, el artículo 7° del indicado Convenio concilia los criterios domicilio-
nacionalidad mediante la Fórmula Bustamante, en cuya virtud:
Cada Estado aplicará como leyes personales, la del domicilio o la de la nacionalidad o
las que haya adoptado o adopte en adelante su legislación interna.
Lamentablemente, es de advertir que la solución transaccional ha contribuido a debilitar
el gran potencial unificador del Código Bustamante, cuando lo conveniente hubiera sido
alcanzar un acuerdo generalizado para las categorías regulándolas por la ley del
domicilio o bien por la ley de la nacionalidad.
En una línea crítica, en torno al artículo 7°, Alfonsin87 señala: “Esta disposición tiene el
inconveniente de que implanta en América dos Códigos Bustamante; uno en los países
de la ley domicilii y otro en los de la ley patriae, tornando imposible la solución de los
conflictos entre las leyes deunos y otros; esto se explica por el hecho de que cada
Estado, individualmente, puede aplicar o la ley nacional o la ley del domicilio o la que
adopte en adelante su legislación interna”.
Por otro lado, el Código concede un amplio radio de acción al orden público y a la
división de leyes (orden privado y público). Asimismo, este instrumento autoriza a los
Estados a definir las instituciones y calificar las relaciones jurídicas con arreglo a sus
moldes nacionales.
Este tipo de soluciones de compromiso, como destaca De Maekelt, facilitaron la
ratificación del Código Bustamante, aunque con algunas reservas.

Con respecto a lo primero, el Código de Bustamante fue suscrito por 20 países y


ratificado por 15 de ellos; a saber: Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, República
Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá,
Perú91 y Venezuela.
No ratificaron el Código Bustamante: Argentina, Colombia, México, Paraguay y
Uruguay.
Respecto a lo segundo se observa que algunos países ratificaron el Código Bustamante
con reservas indeterminadas; esto es, subordinando la aplicación del Código a su
legislación Interna (tal es el caso de Bolivia, Costa Rica, Chile, Ecuador y El Salvador).
Otros países, en cambio, ratificaron el Código haciendo reservas (Brasil, Haití,
República Dominicana y Venezuela)
¿Cuál es entonces el campo de aplicación efectiva del Código Bustamante?
Briceño Berrú lo describe en términos de extensión territorial:
De los 2 667 581 km. 2, con que cuenta la superficie total de los países
centroamericanos y México, cerca de dos millones pertenecen a éste último, por lo que
el área de los países no sudamericanos estrictamente hablando, se ve circunscrita a 695
000 kilómetros cuadrados, aproximadamente que es la superficie de los países de Centro
América.
De los 17 millones de kilómetros cuadrados, con que cuenta América del Sur, si
restamos a Brasil, país que ratificó con reservas el Código Bustamante, y los países no
ratificantes, el área territorial sobre la cual tiene validez, en mayor o menor medida el
Código Bustamante en América del Sur se ve reducida a cuatro millones de kilómetros
cuadrados, aproximadamente los que corresponden a Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia
y Chile.
De estos últimos cinco países, Ecuador, Bolivia y Chile ratificaron el Código con
reservas indeterminadas, que es como decir, prescindir de él o subordinarlo a las leyes
internas de cada país; por lo que el área de cuatro millones de kilómetros cuadrados se
ve reducida aún a 2´197,265 kilómetros cuadrados, que es el área de Venezuela
(ratificante con reservas determinadas) y Perú (único país del Cono Sur, que lo ratificó
sin reservas).
Por lo que en conclusión, en América hispana del Sur, el Código rige efectivamente
entre Perú y Venezuela, y en todo el sub-continente, entre estos países y el Brasil.96
Pese a las imperfecciones del Código Bustamante por su carácter transaccional, el
amplio radio de acción al Orden Público Internacional y el predominio de la ley
territorial, es justo reconocer en él una importante contribución al panamericanismo
jurídico, y un primer logro hemisférico en la unificación del Derecho Internacional
Privado, con soluciones que receptaban el avance doctrinario de la época en materia de
Derecho Civil, Comercial y Procesal Internacional.
Precisamente, reconociendo el potencial del Código Bustamante para regir las
relaciones entre el mayor número de Estados de América, el Consejo Interamericano de
Jurisconsultos de la Unión Panamericana (OEA) impulsó estudios en 1950, 1953, 1959,
1965, encaminados a revisar, en lo que fuera conveniente, el Código de Derecho
Internacional Privado o Código Bustamante, a la luz de los Tratados de Montevideo de
1888-1889 y de 1939-1940 y del Restatement of the Law of the Conflicts of Laws
(elaborado por la American Law Institut de los Estados Unidos); estos debían concluir
con la uniformización de las tres Codificaciones.
Esta revisión apuntaba no solo a ajustar este instrumento jurídico internacional a los
adelantos de la ciencia jurídica, sino a lograr el retiro de las reservas efectuadas por los
Estados al ratificar la Convención aprobatoria del Código de Derecho Internacional
Privado o Código Bustamante, así como incorporar a los países del Río de la Plata y
otros Estados congregados en torno al Tratado de Montevideo y a los Estados
Unidos cuyo derecho nacional se expresa en el Restatement.
Lamentablemente, los esfuerzos no fructificaron; de ahí que el Comité Jurídico
Interamericano, a quien el artículo 105° de la Carta de la OEA asigna la misión de
promover el desarrollo progresivo y la codificación del Derecho Internacional Privado,
tuvo que emprender por otros rumbos un paciente esfuerzo de unificación y
armonización del Derecho Internacional Privado en América Latina98 (como lo
expondremos al referirnos a las Conferencias Especializadas Interamericanas de
Derecho Internacional Privado, conocidas por las siglas de CIDIP).
El Tratado de Montevideo de 1939-1940
Coincidiendo con el 50º aniversario de Primer Congreso Sudamericano de Derecho
Internacional Privado, los gobiernos del Uruguay y Argentina convocaron al Segundo
Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado de 1939-1940, con el objeto
de revisar los nueve Tratados de Montevideo de 1889.
Este evento se desarrolló en dos etapas: la primera se llevó a cabo entre el 18 de julio y
el 4 de agosto de 1939. Asistieron Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay,
y se aprobaron, el 4 de agosto de1939, tres Tratados:
– El de Asilo y Refugio Político
– El de Propiedad Intelectual
– El de Ejercicio de Profesiones Liberales.
En la segunda etapa, desarrollada entre el 6 y el 19 de marzo de 1940, con la presencia
de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Paraguay, Perú y Uruguay, se firmaron los
siguientes Tratados:
– De Derecho de la Navegación Comercial Internacional
– De Derecho Procesal Internacional
– De Derecho Penal Internacional
– De Derecho Comercial Terrestre Internacional
– De Derecho Civil Internacional
– Protocolo Adicional para fijar reglas generales para la aplicación de las leyes de
cualquiera de los Estados contratantes.
El Estado actual de las ratificaciones de los Tratados de 1939-1940 es el siguiente:
Los tres países (Argentina, Paraguay y Uruguay) ratificaron los Tratados de Derecho
Civil, Comercial Terrestre, Navegación Comercial, Procesal Penal, la Convención sobre
Ejercicio de Profesiones Liberales y el Protocolo Adicional. Solamente, Paraguay y
Uruguay ratificaron los Tratados sobre asilo y refugio político y sobre propiedad
intelectual.
El Perú no ha ratificado el Tratado de Montevideo de 1940, de ahí que no le resulte
vinculante ni obligatorio.
Es digno de subrayar el notable grado de integración jurídica de los países del Río de la
Plata en torno a los Tratados de Montevideo de 1939/1940, los cuales se han
amalgamado en la conciencia jurídica sub-regional y son aplicados cotidianamente.
¿Existe la posibilidad de conflictos de Convenciones entre el Tratado de Montevideo de
1889-1890, el Código Bustamante de 1928 y los Tratados de Montevideo de 1939-
1940?
Dos factores contribuirían a que se den pocas posibilidades de conflictos:
En primer lugar, el número limitado de convenciones y su carácter genérico; en segundo
término, la circunstancia de que los Estados han tomado partido por uno u otro
instrumento.
Así por ejemplo: “(...) sólo dos países, Bolivia y Perú, participan a la vez del Código
Bustamante y de los Tratados de Montevideo de 1889, primando en ambos casos estos
últimos (...).”
Efectivamente, en el caso peruano, los Tratados de Montevideo de 1889 primarían en
virtud de una ejecutoria de la Corte Suprema del Perú del 7 de diciembre de 1935. Por
otro lado, analizando las posibilidades de conflictos entre los Tratados de Montevideo
de 1889 y los de 1940, se puede afirmar que:
El conflicto queda zanjado respecto a los que regulan las materias civil y mercantil, ya
que los celebrados en 1940, incluyen una disposición específica sobre el particular,
dejando sin efecto para los Estados que se incorporen a los mismos, los Tratados de
1889.
En tal sentido, entre Argentina, Paraguay y Uruguay rigen los mencionados Tratados de
1940; mientras que los respectivos de 1889 vinculan a cada uno de esos países con
Bolivia, Perú y Colombia.
En materia penal y procesal, empero, no está prevista ninguna disposición específica.

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