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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | LOCKE 1 ​.

JOHN LOCKE​ (Reino Unido, 1632-1704)  


EL LIBERALISMO POLÍTICO

​CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA ​ ​ .
Nacido en 1632 y fallecido en 1704, ​la vida del filósofo inglés John Locke
transcurrió principalmente a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XVII.
Los principales acontecimientos históricos de los que fue testigo directo y en
algunos casos participó directamente fueron los siguientes:

● Locke vivió en el contexto político europeo inmediatamente posterior a


la Guerra de los Treinta Años, guerra que había llegado a su fin en 1648
cuando las distintas potencias europeas firmaron la Paz de Westfalia,
tratado que constituirá a Europa como un “sistema de Estados”
soberanos que se equilibran entre sí y que no se someten a instancias
superiores de carácter supraestatal ​(el ideal imperial medieval y las
interferencias de la Iglesia en la política quedan definitivamente anuladas).
Tras la paz, Francia se constituyó en la nueva potencia hegemónica europea
en sustitución de la España de los Habsburgo.

● La Inglaterra de los tiempos de Locke se desangraba en terribles


guerras civiles de carácter político-religiosos que enfrentaba por un
lado al partido monárquico, favorable al ejercicio del absolutismo por
parte de los monarcas Estuardo y el partido parlamentario, defensor de
las prerrogativas del parlamento frente a la corona. En estas guerras
civiles también pugnaban entre sí las facciones religiosas en las que se
dividía el país: anglicanos, puritanos calvinistas, católicos y una minoría
anabaptista irredenta. ​Los principales episodios de este turbulento medio
siglo inglés fueron 1º la revolución de 1648 que terminó con la decapitación
de Carlos I Estuardo y la proclamación de la República (Commonwealth) por
Oliver Cronwell, 2º la reinstauración de la monarquía de los Estuardo en la
persona de Carlos II y 3º el intento de implantar el absolutismo y reinstaurar
el catolicismo por parte de Jacobo II. Finalmente, 4º ​en 1688 tras la
“Revolución Gloriosa”, Jacobo II fue depuesto por el Parlamento y
entronizado Guillermo de Orange, pasando Inglaterra a convertirse en la
primera monarquía parlamentaria y constitucional de la historia.

● La situación socio política de Inglaterra en el siglo XVII y XVIII es


absolutamente original en el contexto europeo de la época. La
burguesía, clase social ascendente dueña del dinero y conocedora de
su valía, se asocia a la nobleza rural para batir conjuntamente al
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enemigo común, el absolutismo monárquico. Las pretensiones


burguesas se resumen en las siguientes reclamaciones: derechos
individuales, fiscalización de los presupuestos públicos, abolición de
los monopolios del Estado, intervención del pueblo en la legislación. ​Por
ello, tras las vicisitudes políticas de las que rendimos cuenta más arriba, se
terminó estableciendo una monarquía parlamentaria constitucional que
consagraba la supremacía del Parlamento y proclamaba una “Declaración de
derechos” (“Bill of Rights”). Inglaterra se convirtió a lo largo del siglo XVIII en
la primera potencia comercial y capitalista y su sistema político parlamentario,
basado en la doctrina del “contrato social” y no en la monarquía de derecho
divino, en el envidiado modelo político a imitar para la burguesía ilustrada del
continente.

​CONTEXTUALIZACIÓN FILOSÓFICA ​ ​ .
A John Locke se le considera el padre de la filosofía inglesa moderna pues fue
el inspirador y la primera gran figura de la corriente filosófica que recibe el
nombre de “empirismo inglés”. El programa filosófico empirista tiene como
objetivo la determinación de las capacidades, límites y campo de aplicación de
la razón humana con el fin de asegurar el conocimiento. El objetivo es muy
similar al del proyecto filosófico racionalista cartesiano, la búsqueda de un
saber seguro, pero el empirismo sostendrá, en una fuerte polémica con el
racionalismo, que la base de ese saber seguro es la experiencia y no la
existencia de ideas innatas, de verdades a priori al margen de la experiencia
como por el contrario sostenían los racionalistas​. ​Pero el empirismo no se
agotó en una crítica del conocimiento que hiciese de la experiencia tanto su
única fuente como la piedra de toque de su verdad. Por un lado, el empirismo
desplegó una severa crítica de todo el pensamiento metafísico en tanto
construcción especulativa desgajada de la observación. Por otro lado, mostró
un interés por los problemas del mundo humano (la ética, la política, la
religión) a los cuales intentó clarificar mediante el análisis crítico de la razón​.
Esta defensa de la razón como el único recurso eficaz para resolver los problemas
de la vida social humana así como su escepticismo con respecto a todo intento de
fundamentar el orden social en instancias externas y ajenas a la razón (como la
tradición, la autoridad o la fe) puede considerarse como el acta de nacimiento y la
puesta en marcha del movimiento ilustrado, vasta corriente ideológica que desde
Inglaterra se extenderá primero a Francia y desde allí al resto del mundo y cuyo
espíritu racionalista y crítico será el dominante en el siglo XVIII.
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Locke publicó sus ​“Dos tratados sobre el gobierno” ​en 1690, tras la “revolución
gloriosa” de 1688 que puso fin a la monarquía de los Estuardo y establecía una
monarquía parlamentaria. En el primero de estos tratados Locke critica la teoría
absolutista del derecho divino del monarca (en concreto, somete a crítica las
principales tesis de la obra de Robert Filmer ​“Patriarca o del poder natural de los
reyes”​). En el segundo tratado, formula (de acuerdo con la nueva situación política)
su propia versión reformada, frente a Hobbes, de la teoría contractualista: de su
teoría del “estado de naturaleza”, del contrato o pacto social, de los derechos del
Estado y de los ciudadanos. La nueva óptica acerca del contrato social que
defenderá Locke se constituirá como la perspectiva liberal frente a la perspectiva
absolutista hobbesiana.

Veamos seguidamente cómo explica Locke la naturaleza y el objetivo del


pacto social:

El “estado de naturaleza” no posee, según Locke, los tonos sombríos y de


guerra permanente entre los hombres que suponía Hobbes. Para Locke, el hombre
es por naturaleza un animal sociable y la razón enseña a los hombres que son todos
iguales y libres por naturaleza, de suerte que nadie puede dañar a otro en su vida,
libertad o propiedad. Nadie puede tampoco hacer de un semejante un mero medio o
instrumento para la satisfacción de sus propios fines. Bajo la enseñanza de la razón
natural, el estado de naturaleza originario no es un estado de guerra (tal como
proclamaba Hobbes para justificar así la existencia del Leviathan estatal, un
gobierno al que le conceden un poder absoluto aquellos mismos que a su autoridad
se rinden). Sin embargo, la razón persuade a los hombres de que sus derechos
naturales (igualdad, libertad y propiedad) pueden quedar mejor salvaguardados
mediante el establecimiento, por contrato social entre todos, de la sociedad civil o
comunidad política y de la autoridad del Estado.

Una vez constituida la sociedad y el Estado, cada individuo renuncia a ser


juez en el ejercicio de sus derechos sometiéndose en virtud del pacto que constituye
a la sociedad civil a la autoridad estatal. Pero ello no quiere decir que renuncie a sus
derechos (igualdad, libertad y propiedad) tal como defendía Hobbes pues la
finalidad máxima por la que los hombres han decidido configurarse como una
comunidad política es para que el Estado reconozca, permita y garantice el ejercicio
de dichos derechos. Por ello, en la constitución del Estado se establecen dos
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poderes, el legislativo y el ejecutivo, bajo la preeminencia del primero, el legislativo,


en cuyo ejercicio participan en condiciones de libertad e igualdad (directamente o
por delegación) todos los miembros del cuerpo social (aunque de hecho sólo se les
reconocerá dicho derecho de participación política democrática a los varones y
propietarios; toda una serie de cláusulas restringirán la igualdad universal de los
hombres. La ley emana pues de la voluntad de los ciudadanos y corresponde sólo
(ésta es su única y principal función) al poder ejecutivo su ejecución. No hay por lo
tanto un único poder soberano que al mismo tiempo legisla y ejecuta la ley.

Puede así decir Locke que ni la monarquía absoluta de derecho divino


defendida por Filmer ni el Leviathan absolutista hobbesiano son una sociedad civil
(el gobierno o poder legítimo de una sociedad civil). El poder supremo en el Estado
es el legislativo y este reside en última instancia siempre en el pueblo, que posee
derecho de resistencia y de deposición del poder legislativo y ejecutivo cuando
estos conculcan los derechos individuales irrenunciables. Locke enuncia de este
modo los principios de una teoría política basada en la razón universal y los
derechos naturales (esto es, en los derechos racionales) de los ciudadanos, que iba
a ejercer enorme influencia en el futuro como expresión de las aspiraciones de la
clase burguesa a la libertad e igualdad políticas y a la participación en el gobierno
del Estado mediante la voz de la mayoría.

Para Locke, que concibe el Estado como un Estado laico, éste deberá
garantizar a los ciudadanos el ejercicio de su derecho a la libre organización y culto
religiosos, pero deberá vigilar también que ninguna Iglesia, ninguna asociación
religiosa, se transforme en poder, capaz de suscitar discordias civiles por las
disputas sectarias de carácter religioso.

De ahí la exigencia y el ideal de tolerancia religiosa que Locke formuló en su


“Epístola sobre la tolerancia” ​de 1689 y de la cual sólo se excluye a los intolerantes
mismos, a quienes no reconozcan la libertad religiosa a los demás, en particular, a
católicos y musulmanes que, al someterse además a un poder ajeno al Estado,
constituyen una amenaza para éste. También excluye a los ateos, de quienes
piensa que por su negación de Dios, disuelven los principios que subyacen a la
sociedad civil ​(la fe en Dios se tomaba como la base de la fe de unos hombres
sobre los otros; a un ateo no se le consideraba persona de fiar pues era incapaz de
jurar sobre una Biblia “de un modo fiable”)​. Locke establecía, con todo ello, el
principio del Estado laico y de la libertad religiosa, tanto en el plano exterior como en
el de la conciencia interior. Con ello, Locke formulaba teóricamente una situación de
hecho vigente en la Inglaterra de su tiempo. Ya en el siglo XVIII, Inglaterra
representará para la inteligencia europea ​(para los sabios e intelectuales de la
época) ​el país de la libertad y Locke será el abanderado de la misma y de la razón
que debe presidir toda manifestación de la vida humana.
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​ANÁLISIS DE TEXTOS 1​ ​.
§ 6. Pero, aunque ese estado natural sea un estado de libertad, no lo es de licencia; aunque
el hombre tenga en semejante estado una libertad sin límites para disponer de su propia
persona y de sus propiedades, esa libertad no le confiere derecho de destruirse a sí mismo,
ni siquiera a alguna de las criaturas que posee, sino cuando se trata de consagrarla con ello
a un uso más noble que el requerido por su simple conservación. El estado natural tiene
una ley natural por la que se gobierna, y esa ley obliga a todos. La razón, que coincide con
esa ley, enseña a cuantos seres humanos quieren consultarla que, siendo iguales e
independientes, nadie debe dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones; porque,
siendo los hombres todos la obra de un Hacedor omnipotente e infinitamente sabio, siendo
todos ellos servidores de un único Señor soberano, llegados a este mundo por orden suya y
para servicio suyo, son propiedad de ese Hacedor y Señor que los hizo para que existan
mientras le plazca a Él y no a otro. Y como están dotados de idénticas facultades y todos
participan en una comunidad de Naturaleza, no puede suponerse que exista entre nosotros
una subordinación tal que nos autorice a destruirnos mutuamente, como si los unos
hubiésemos sido hechos para utilidad de los otros, tal y como fueron hechas las criaturas de
rango inferior, para que nos sirvamos de ellas. De la misma manera que cada uno de
nosotros está obligado a su propia conservación y a no abandonar voluntariamente el
puesto que ocupa, lo está asimismo, cuando no está en juego su propia conservación, a
mirar por la de los demás seres humanos y a no quitarles la vida, a no dañar ésta, ni todo
cuanto tiende a la conservación de la vida, de la libertad, de la salud, de los miembros o de
los bienes de otro, a menos que se trate de hacer justicia a un culpable.

J. LOCKE; Ensayo sobre el gobierno civil, trad. de A. Lázaro Ros, Barcelona, Orbis, 1983,
cap. 2 (Del estado natural), § 6, p. 26

Ideas fundamentales del texto

1º El estado de naturaleza es un estado de libertad (el individuo puede disponer a su


gusto de su vida y sus bienes), no de libertinaje (pues está sometido a ciertas
restricciones).

2º ¿Cuáles son dichas restricciones? El estado de naturaleza está regido por una ley,
la ley de la naturaleza ​(que puede ser conocida por la razón y que atañe a todo
hombre), ​que, tras reconocer que todos los individuos son iguales e independientes,
restringe la libertad del individuo y le impone una serie mínima de deberes: el no
dañar la vida, salud, libertad y posesiones de otra persona.

3º La razón de la igualdad de los hombres (de su igual derecho a la vida, la


libertad y la felicidad) y de su derecho a que dicha igualdad sea respetada se
halla en que todos son hijos de Dios e iguales ante Él. Sólo Dios puede arrogarse
el derecho a determinar cuando un hombre debe morir y cual deba ser su suerte
en la Tierra, nunca un semejante.
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4º Y es que Dios nos ha creado con una y la misma naturaleza a todos los
hombres no existiendo por ello posibles relaciones jerárquicas de subordinación
que justificarían el que unos pudiesen llegar a utilizar a otros como les placiese.

5º Finalmente, la ley natural, que es obra de Dios, obliga a todo hombre a preservarse
a sí mismo y a ayudar a preservar al resto de la humanidad no causando, por ello,
nunca daño a otra persona en su vida, integridad física, libertad o hacienda ​(con la
salvedad de tener que hacer justicia, caso en el cual está justificado el infligir
daño al ofensor).

​ANÁLISIS DE TEXTOS 2​ ​.
§ 89. En consecuencia, siempre que cierto número de hombres se une en una sociedad
renunciando cada uno de ellos al poder de ejecutar la ley natural, cediéndolo a la
comunidad, entonces y sólo entonces se constituye una sociedad política o civil. Ese hecho
se produce siempre que cierto número de hombres que vivían en el estado de Naturaleza
se asocian para formar un pueblo, un cuerpo político, sometido a un gobierno supremo, o
cuando alguien se adhiere y se incorpora a cualquier gobierno ya constituido. Por ese hecho
autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo para hacer las leyes en
su nombre según convenga al bien público de la sociedad y para ejecutarlas siempre que se
requiera su propia asistencia (como si se tratase de decisiones propias suyas). Eso es lo
que saca a los hombres de un estado de Naturaleza y los coloca dentro de una sociedad
civil [commonwealth], es decir, el hecho de establecer en este mundo un juez con autoridad
para decidir todas las disputas y reparar todos los daños que pueda sufrir un miembro
cualquiera de la misma. Ese juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados que él
mismo señale. Siempre que encontremos a cierto número de hombres asociados entre sí,
pero sin disponer de ese poder decisivo a quien apelar, podemos decir que siguen viviendo
en el estado de Naturaleza. § 90. Resulta, pues, evidente que la monarquía absoluta, a la
que ciertas personas consideran como el único gobierno del mundo, es, en realidad,
incompatible con la sociedad civil, y, por ello, no puede ni siquiera considerarse como una
forma de poder civil. La finalidad de la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes
del estado de Naturaleza que se producen forzosamente cuando cada hombre es juez de su
propio caso, estableciendo para ello una autoridad conocida a la que todo miembro de dicha
sociedad pueda recurrir cuando sufre algún atropello, o siempre que se produzca una
disputa y a la que todos tengan obligación de obedecer. Allí donde existen personas que no
disponen de esa autoridad a quien recurrir para que decida en el acto las diferencias que
surgen entre ellas, esas personas siguen viviendo en un estado de Naturaleza. Y en esa
situación se encuentran, frente a frente, el rey absoluto y todos aquellos que están
sometidos a su régimen.

J. LOCKE; Ensayo sobre el gobierno civil, trad. de A. Lázaro Ros, Barcelona, Orbis, 1983,
cap. 7 (De la sociedad política o civil), § 89 y 90, p. 26
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | LOCKE 7 ​.

Ideas fundamentales del texto

1º Una comunidad de hombres se constituye como sociedad política (como un


conjunto de hombres bajo la soberanía de un gobierno supremo o cuerpo político) si
y sólo si dichos hombres han renunciado a su libertad natural a favor del poder
público​.

2º Todo hombre miembro de una comunidad política (también denominada


“sociedad civil”) se someterá ya no a la ley de la naturaleza sino a la nueva ley
que promulga el gobierno a la procura del bien de la comunidad entera (bien
común). Ese individuo se situará, por ello, fuera del “estado de naturaleza” y
pasará a formar parte de una República (o Commonwealth).

3º Toda República es tal por establecer un poder dotado de autoridad máxima al


que se le reconoce la potestad de, primero, juzgar toda controversia legal entre
los miembros del cuerpo político y, segundo, imponer sanciones para reparar los
daños causados. Si dicho poder no estuviese constituido (institucionalizado) y los
hombres asociados entre sí no pudiesen apelar a él, nos encontraríamos ante
una forma de asociación humana prepolítica (una forma de asociación en la que
aún no se ha abandonado el estado de naturaleza).

4º La monarquía absoluta (la concentración del poder legislativo y de juzgar en un


solo hombre) no puede ser nunca el gobierno de una verdadera comunidad política.
¿Por qué?: ver ideas 5º y 6º.

5º El fin de toda República (de toda comunidad política) es remediar el


inconveniente inherente al estado de naturaleza que no es otro que el que todo
hombre se constituya en su propio juez y por lo tanto, al no existir una autoridad
ajena a la que apelar, sea imposible la resolución pacífica y definitiva de las
controversias que puedan surgir entre los hombres.

6º Todo monarca absoluto y la comunidad que a su dominio se somete se encuentran


en un estado de naturaleza​. Aquellos que están bajo su poder no pueden apelar a
su autoridad siempre que lo consideren oportuno ya que en dicho régimen la
justicia es una gracia real, un don con el que su “graciosa majestad” obsequia a
sus súbditos, no una obligación a la que se debe (detrás de estas afirmaciones,
como presupuesto, se encuentra la consideración lockeana de que un monarca
absoluto, es decir un ​“princeps dominus ab legibus solutus est”​, un príncipe dueño y
libre de la ley, y aquellos que a su poder se someten no han abandonado el
estado de naturaleza pues es inconcebible que los hombres acordaran en el
contrato que todos menos uno, el príncipe, estarían sometidos a las leyes,
conservando éste príncipe toda la libertad del estado de naturaleza a la que
habría que añadir un gran poder y la total impunidad; por ello, ​para Locke, el
único poder político legítimo es aquel que hace leyes y que se somete también a
dichas leyes pues el poder político es el gobierno de la ley y no el de los hombres.

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