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· Agustín García Calvo

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SERMON·
DE SER Y NO SER
Primera edición (1972), seguncia (1973) y tercera (J 977) en VISOR.
Alberto Corazón. Editor.

Cuarta edición, abril de 1980


Quinta edición, febrero de 1984
Sexta edición, marzo de 1988
© Agustín García Calvo
© Editorial Lucina. Alcorisa, 77, l.º B. 28043 Madrid. Tel. 759 06 70
Impreso y hecho en España
ISBN: 84-85708-05-9
Depósito legal: M. 10.245-1988
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa
· Paracuellos de Jarama (Madrid)

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SERMON DE SER Y NO SER
PARA LA CUARTA EI>ICION

Al salir. otra vez al Mercr;ido, ahora bajo la enseña de LUCI,


NA, irá a cumplir el Sermón· 1os· diez años de edad poco más. o
menos. Si sigue vivo. (dentro de lo que pueda vivir poesía escrita)
y si por consiguiente ha envejecido poco o mucho, la verdad que
no lo sé decir, por más que• lo lejano que se ine va quedando
podría ayudarme a verlo. Pero, cómo tampoco creo que el Mer­
cado haya mudado tanto como piensan los servidores de la moda...
Y no hemos hecho esta vez más que limpiarlo de las erratas· de
la imprenta; quede para otra, si la hubiere, tratar de curarlo de
otros errores, que no dejo de ir en algunas de sus formulaciones
discerniendo, gracias sobre todo justamente a que, a partir de
aquellos años en que se formulaban, les hemos venido dando .
tantas vueltas a las cuestiones de unidad y totalidad, de indeter­
minación y definición, de relación y sucesión y tantas otras con
ellas implicadas, así por escrito y en libros sobre ritmo, números
o lenguaje, como también a lo largo de las tertulias de café de
estos últimos años y los· debates más o menos multitudinarios acer­
ca de las apariciones ya lógicas o ya políticas de cuestiones tales,
y de tal modo en la repetición y en el choque se han ido las
fórmulas poniendo a prueba, que nada tiene de raro que a veces
las del Sermón parezcan ahora . demasiado atrevidas o groseras.
8 A. García Calvo

Y sin embargo, vuelve ahora tal cual a publicarse, confío que


no sólo por lo que de ello tire la demanda del Mercado, sino
también porque este modo de producirse la cosa en poesía (im­
pura, por supuesto), con lo arrollador del ritmo (arrollador -se
entiende- para los oídos que sepan dejarse llevar por el orden
de sucesión sin más tal como suena; que a los más literariamente
configurados, en expectativa del endecasílabo o del alejandrino,
¡ cuánta frustración --acaso no inútil por otra parte- les espera!)
y con los juegos sintácticos y de imaginería de que el Serinón se
vale, puede que sea otra táctica que poco tiene que ver con la
formulación lógica y que opere en convergencia con ésta desde
otro lado, servicial al menos como primer empuje sobre los lec­
tores, esto es, como medio· de romper las ideas constituidas y
conformadoras, y de dejar asi libre el corazón (por llamarlo de
algún modo) para lanzarse a otras averiguaciones más lógicas y
precisas. Confiemos en que, de esas dos disculpas para la nueva
publicación, la llamada del público (que es, al fin, quien manda)
no deje de tener algo que ver, a pesar y través de todos los pro­
cesos mercantiles, con. ese posible servicio que pudiera el Sermón
prestar a su modo en la lucha contra las ideas y por la liberación
de aquello otro que no lo es y no se sabe. ·

A. G.
AVISO DE. LA EDICION TERCERA

Al volver sobre ello al cabo de unos ocho años, se ha atrevido


el que esto firma a corregir un poco el Sermón, que dejó escrito
alguno de sus numerosos antepasados. Esto a lo mejor les parece
mal a algunos, en especial a los poetas que hacen poesía, los cuales
parecen, en general, creer que, una vez producido el producto de
su inspiración en · su momento, y una vez sobre todo publicado
como pieza de la Cultura, es· una falta de gusto y de respeto
para con la .creación {y sin duda para con el creador) volver a
tocarlo en nada;. pero a estos otros que no creemos· en la
creación, esto es, en una relación de causa a efecto entre el
poema y el poeta, y pensamos más bien que el juego de hacerse
los versos es como un arte combinatoria, en que los azares de las
relaciones entre las palabras del lenguaje, entrecruzándose con lo
sin fin y . desconocido . que de fuera del lenguaje venga a
entremeterse en ello, son los que dicen lo · principal, y que el
espiritu vigilante del poeta · sólo interviene no como poeta, sino
como juez o crítico, que es la función propia de uno� para elegir
el punto en que · 1a rueda de la fortuna debe detenerse y quedar
fija la fórmula acertada, a ésos, poco puede molestarnos que, · no
ya después de la escritura, sino después . de la publicación
A; García Cah

impresa, siga el mismo juego, y que, no reconociendo ningí.


acierto como lo bastante definitivo, puedan las mismas manos
otras diferentes ensayar. nuevas reformulaciones del producto qc,
parezcan más exactas. «Al fin y al cabo, nada es definitivo, sin
borrador».
De todos modos, no se ha atrevido el que esto firma, ya pe,
pereza o ya por respetó del pasado, a tocar al número de verso
ni a torcer en nada decisivo el curso del Sermón, y se ha tratad,
solamente de la reformulación de algunas frases o locuciones qu
me han sonado a no del todo justas y atinadas. Y he de confesa
aquí, no sin algún: sonrojo, peto · no tampoco demasiado, qu,
una buena parte de las incitaciones a la reformulación me h(ll
venido de un escrúpulo métrico (a saber, que; .cuando se fu1
haciendo el Sermón, se creyó, guiados aparentemente por· e
oído, que se podía desatender una regla · seguida por los poeta:
antiguos de que en los lugares en que, en vez de un yambo - - .
se produce un anapesto -- •, no se de.be cortar por .fin de pala
bra entre las dos primeras -/- - ; pero al cabo de los años el oídc.
mismo. ha.· tenido ·que venir a reconocer que también para lo�
yámbicos en - lengua moderna rige la ley que muestra la práctica
de los · antiguos, así que la corrección métrica ha servido muchas
veces para promover el. cambio en otras cosas, hacia la fórmula
que se reconociera la más acertada provisionalmente: hasta tal
punto el_ ritmo y el sentido están entre sí ligados de una manera
mucho más indisoluble de lo que suele entender la gente lite
raria.
Por lo demás, mucho de las procll+111'1ciones centrales de
Sermón acerca_ de •tod()' y 'uno', del· ser y del concepto, de la
determinación y lo indeterminado, y de otras cuestiones afines
ha encontrado un desarrollo durante estos. años y una visión
--cre<r- más clara y menos simple, que en parte podría ver tal
vez el lector curioso en un libro De los números, publicado e
Sermón de ser y no ser 11

año pasado en Barcelona. Pero dejemos, sin embargo, que el


Sermón diga más o menos lo que decía, confiando en que; si no
dice precisamente la verdad, al menos sus errores no sean tales
que estorben a los que oigan en el proceso, nunca terminado, de
ir descubriendo las mentiras principales sobre {as que este mu,:ido
está fundado.

A. G.
AVISO DE LA EDICION SEGUNDA

Como unos cuantos amigos me venían pidiendo copias de un


par de sonetos teológicos compuestos dos años antes que el
Sermón, me decido al fin a hacerlos imprimir aquí, a modo de
portada o de aviso a la entrada de la segunda edición de éste,
pensando además que, aun dado caso que en· su dia me aviniera
a publicar alguna colección de versos más o menos líricos, ma­
lamente esos sonetos iban a tener cabida en ella; porque habién­
dome dado desde hace largos años a versificar, ya en canciones o
ya en soliloquios, pero en general por artes rítmicas muy aleja­
das de la retórica oficial del endecasílabo y sus esquemas com­
binatorios, era muy insólito que ine sobreviniera la composición
de esos dos sonetos; y aun seguramente lo que pasa es que fue
sólo el tipo raciocinante y casi silogístico con que el pensamiento
se presentaba en ese caso lo que solicitó contra mi costumbre,
como poniendo un poao en evidencia y casi en burla ese ca­
rácter del discurso, el empleo de tan sistemática y cerrada · for­
ma como había llegado a ser la del soneto desde el origen vivo
y cantante con que naciera y que ya sólo en su nombre se
conservaba.
En cuanto al Sermón mismo, en vista de que parece que hay
gente que de veras y contra prudentes previsiones se ha dedi-
14 A. Garcia Calvo

cado a leérselo un poco, sólo voy a recordar aqui que nació más
bien destinado a la recitación, la cual dura más o menos lo
mismo que la de una obra dramática corriente; y seguro que no
por azar vino a componerse en un ritmo bastante parejo al de
las antiguas recitaciones teatrales, algo así como un senario
yámbico prolongado en medio pie. De lo cual no tiene el lector
por qué inquietarse mayormente, pero sólo deseaba anotar aquí
que tal vez lo que le pase al Sermón es que requiera tratarlo asi,
como recitado, para que se entienda algo meior el sentido de
cada una de las partes según el momento dramático en que
aparecen, en especial el mornento central o de nudo, el de los
cánticos más descaradamente abstractos, que, a. lo que barrunto
por· algunos amables comentarios de lectores, resultan más pro­
pensos a sumirse en el bostezo o en el salto; con lo cual no
imagino bien qué gracia le puede quedar al resto del sermón, si
es que de todos modos tiene alguna.
Claro que no · por eso voy a osar incitar· al inocente lector
a que se dé una sesión de recitado de este libro y dedique dos
horas a la frívola tarea de ver de dejarse arrastrar a una visión
de la imposibilidad de Todo, en horas en que asaltan a nues­
tro mundo tan urgentes y graves preocupaciones, como por
ejemplo la del racionamiento de la gasolina. Ya es de por sí
extraño (y prueba tal vez de _la inintelegibilidad del mundo) que
haya todavía gente que se ponga•. a producir elucubraciones y
versos tan fuera de lugar como los presentes; pero mucho más
maravilloso que haya otras . gentes a las que, sea como sea, les
dé por escucharlos. ¿Tales milagros puede llegar también a pro­
ducir el aburrimiento? _En fin. Vayan pues los sonetos teológicos
por delante.
A. G.
Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la noche, más espesa
hace la sombra, y más durable acaso.

No quiso Dios que dieras ese paso,


y ya del solo intento bien le pesa;
que tropezaras y cayeras, ésa
es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,


me nombras y me amas?: yo me niego,
y en ese espejo no me reconozco.

Yo soy el acto de quebrar la esencia:


yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.
y II

Pero no cejes; porque no se sabe


cuándo pierde el amor, dónde la tierra
volteando camina, ni qué encierra
mensaje del que nadie tiene clave.

Pues el Libro Mayor (y eso es lo grave)


del Debe y el Haber nunca se cierra,
y acaso acierte el que can tino yerra;
ni es nada el mundo hasta que el mundo acabe.

Si te dicen que Dios. es infinito,


di que entonces no es; y si finito,
que lo demuestre pués y que cancluya.
¡
Pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza·
no se pueda bailar. Tu muerte es tuya.
Tu no saber es toda tu esperanza.
SERMON DE SER Y NO SER
Amarga y seca la soledad, en tanto al tne:p.os
que. se siente como falta y no ha aprendido uno
a irse alimentando de ella y a saborearla
como mosto del lagar· sacado en la merienda
de los compadres o como el jugoso trébol
que mascas junto al cuello y a los hombros blancos
de aquélla que contigo se perdió en el bosque
y sollozaba bajo tu cuerpo. Y sin embargo ·
era soledad seguramente el verdadero
alimento de tu corazón. Pero tal parece
la ley: que sólo de este amor que cría ausencia
12 sea del que uno tenga sed y no sepamos··
beber de la copa de la ardiente sombra, en donde
la madre estaba acaso del amor. Con todo,
quiero recibirla solo en mi guarida sola
esta primavera inútil que las Hilanderas
tf··\_.: de la rueca de las nubes estirando enroscan
en el huso bullicioso de la ciudad. Ahora
que la femenina cobardía se ha llevado
de casa a mis hermanas blancas, a venderlas
al habitual mercado, y diecisiete quintas
de amigos bravos, ojos dulces a mis ojos,
naufragan en la polvareda de la tarde,·
20 A. Garcia Calvo

24 retirarme quiero un poco de las cuevecillas


que horadaron en el monte in.anos de mi gente,
de los nidos que han trenzado ingeniosamente
en lo alto de los postes, donde hacer su cría
de pelones monos blancos; y alejarme de ellos:
que me limpie de aborrecimiento y desde lejos
con algo de sosiego y amoroso estudio
pueda contemplarlos. Ea, ¿qué?: después de todo,
¿es por ventura cú.lpa de los seres mismos
ser lo que son? ¿Acaso ahora saben ellos
lo que hacen? ¿O lo sabes tú, que todavía
enarcas el entrecejo y alzas vanamente
36 el iracundo puño? Míralos abajo;
de la ventanilla del avión que nos arrastra:
hela ahí la tierra toda ya cuadriculada
de remiendos pardos de barbecho y otros verdes
de surcos tan iguales, y por las laderas
árboles al tresbolillo, y carreteras negras
y canales destellantes que las van cruzando
¡con qué orden y capricho! ¡Cuáles hormiguitas .
hacendosas y discretas! ¿Ves?: ni se les oye
,. ni se les ve siquiera; y hasta tiene gracia
ese polvo luminoso que de sus ciudades
traspira por. la noche; y estos rámalazos
48 · de fuego que hacia nuestro trimotor escupen
sus baterías, ¿no son una fiesta breve
de la sombra eterna? Cierto que es verdad que tienen
una condenada naturaleza, si es que puede
llamars.e naturaleza a semejante cosa:
a los pechos de la ley los han criado, y ellos
se enredan en· las mallas, como leoncillos
nacidos ya en circo, cuya vida nada
puede ser sino esa su prisión y, dentro de ella,
Sermón de ser y no ser 21

la intermitente fiebre de debatirse contra


la red inextricable. Así los ves que trazan
linderos en el mapa del infinito, y dicen:
60 . «De aquí hasta aquí, doscientas trece hectáreas mías»,
y plantan los mojones y las alambi:adas,
que al que las tocó lo abrasan los alambres mismos;
y apuñalan a la hembra que les dijo «Tuya
para siempre», y que una tarde, como pasa, cuando
se transforma el otro en uno, se les fue con otro.
Porque es que lo que atenta contra las fronteras
de su posesión está a los límites atentando
de su definición y abriendo puerta a todos .
los vientos de la malsegura noche; en donde
su muerte sienten amanecer: esto es, la muerte
de su ser. Y así, son hombres o mujeres, parias
72 o capitalistas, justos o perversos, indios
o norteamericanos; porque lo que importa
es ser lo que se es. Por eso se ha inventado
la guerra y las verdades y el Amor y tantos
• ministerios laborales; y por eso mienten
y, en consecuencia, matan, y si et caso llega,
se matan ellos mismos, demostrando en vivo
que la vida ya no es nada, sino, en·todo caso,
del ser materia propia. Y hasta son, por cierto,
tan necios y pedantes que, tras el �vento ·
de la familia, y la nación, y la persóna,
y las clases, y las razas, izan todavía
84 la bandera de la Humanidad y se proclaman
del Hombre defensores y de sus derechos
naturales, y los hombres, irrisoriamente,
se hacen humanistas, como los alemanes · ·
devenían alemanistas, o como oficinistas ·
los oficinistas, y los leones, si pudieran,
22 A. García Calvo

se harían leonistas, o .como era Lope


lopista por esencia. Bien, así son ellos;
¿quién va a negarlo? Pero y ¿qué? Aquí ¿a qué viene
todo eso? ¿A quién le importa? ¿ Quién lo dice? Eso
que son no era lo que aquí cantar querías,
sino aquello que parece que pueden asimismo·
96 no ser. Empresa dura y desairada ésta
de cantar lo que no es. Pues ¿quién te paga? ¿Quiénes
van a agradecértelo? Ni escribes sinfonías
para bandas militares ni a los batallones
de trabajadores les compones algún himno
que acompase el ritmo de sus brazos, ni novelas
,:
,, que lean en el metro; ni sagaces hojas
¡;
que expongan a los jóvenes los mecanismos
de la explotación, ni grabas tan siquiera discos
que animen a las parejas en la cama y viertan ·
co.nsuelo de la pena· de averiguar que acaso
el amor era también producto del consumo
108 del tiempo libre. Así que entonces, ¿para quiénes?
¿Qué fundación, qué suscripción, qué Dios, · qué ojos
¡, sonrientes de muchacha, qué palmada amiga
en el l�mo va a venir a sustentarte. para
seguir desarrollando el tema de la gloria
de . no ser?. Como no esperes que las ovejas tontas

o los escasos linces que queden por la tierra,
o las estrellas, o los juncos de los ríos,
vayan a pagarte ... Ay, ellos nada son; pues todo
lo que es lo es el Hombre, y hasta ellos hombre
son a su manera. Ni tampoco cuentes con que ·
tú mismo vayas a pagarte la fatiga
120 de decir las loas de la nada: que tú mismo ·
tampoco eres diferente de los otros:
eres ellos. Nada ganaré: h cara inversa
Sermón de ser y no ser 23

del ser· no es moneda. Pero todavía,


si premio ya ninguno hubiera, pero al menos
se pudiera. . . Mas me temo, al roce de estos labios,
que el no ser mismo se convierta en una rosa,
una bandera más que guíe por las calles
batallones enardecidos de la fe en la nada
negativa. Pero en fin, de todas las maneras,
¿qué vas a hacer? Te han enseñado a hablar: revientas
si no hablas. Y además encima quieren que esta
132 carnosa boca y estos ojos .en que ardía
la miel del sueño, ,y esta mano de catorce
nudillos, tus rodillas y tobillos y este
dorado cuerpo tenga que morirse un día
cualquiera, por el hecho de que yo me muera,
sin protestar. Pues ea, sigue ya adelante,
sermón el más ingrato que jamás saliera
de boca humana. L,o que sí tendrás cuidado
con una cosa: para decir las alabanzas
de aquello que no es nada, no te irás derecho
al bulto, no caerás estúpido en la trampa ·
· de decir la nada misma, sino que astutamente
144 hablarás un poco de las cosas infinitas .
que los seres pueden ser: al ser por su palabra
cogerás, que dice que él, que es uno, al mismo tiempo
es muchos; golpeando infatigablemente
sobre el ser al rojo vivo, irás manifestando .
su naturaleza de materia plástica, hasta
que gritarle puedas, devolviéndole su propio
insulto habitual: «Lá que es una cualquiera
no es nadie»; y de ese modo, sin decir la nada,
que es hacerla ser, habrás colaborado a hacerla
la indecible nada de los seres. Ahí los tienes:
míralos, tan móviles y tan dóciles a toda
24 · A. .García Calvo

156 querencia, como gusanos verbeneando, prestos


a trocarse a cada paso de gusano en queso,
de queso en gusano al punto, y otra vez en queso
. de gusano, y en gusano iinpenitentemente
de queso; metamorfosis éstas, por supuesto, ·
meramente· nominales: pues lo que llamaban
ámbito ni circunstancias eran asimismo
los circundados, que a su turno circunstantes
eran a la vez. Porque elfo es que todo es causa
de todo, y todos uno. Ese, por ejemplo:
en un pueblo de la sierra de Albojácar dice
que nació ( que Dios lo crea); que de rapaz se 'iba
168 con su madre a la cogida de aceituna; que ella
se metía el pantalón de pana deI . marido
l
(el marido estaba en las salinas de Sanlúcar)
y detrás del borriquillo andaban media legua
hasta la dehesa del marqués de Torremocha;
vareaban tres olivos; los capachos iban
llenándose del fruto de la diosa Atena
criselefantina; el año ¡. cuánto que ha llovido!; ·
al caer l .as doce, majan en el dornajo grande
el salmorejo espeso; el niño se les mete
a los charcos de ovas gualdas: . « ¡Rafaliyo! » (ése
era su nombre entonces); al cerrar la tarde,
,, 180 se escapa a. la alambrada de la vega, a verlas
. ¡
encerrar las reses bravas. Bien, pues ese mismo,
ese mismo niño es este hombre que trabaja.
en las minas de carbón de Sainte-Berthe, cerca
de Lila, y llega cada mañana en bicicleta .
con un belga y dos hermanos italianos (todos
habitan en el mismo barrio); baja al día
tres veces en el ascensor hasta los· sétimos
infiernos; tiene puntos por cada diez quilos
Sermón de · ser y no ser 25

de más que extraiga al día sobre los trescientos .


de mineral; los sábados le pide eltraje
a la mujer; aguarda a que le llame el belga
192 « ¡Garsiá! » por la ventana (que ése es el nombre
del hombre), y marcha a echar un trago, de cerveza
por lo gelleral; de noche se oye por la esquina:
«Te digo yo que aquí que no sabéis beberlo
como es debido»; la mujer despierta; se echa
la bata de nilón encima y baja a abrirle
el portal. Pues bien, acaso no sorprenda mucho
que ese. hombre sea el mismo;•. pero si a ese mismo
lo veis ahora; ..: ahora tiene un buen empleo
en la 'Panam': dos veces por semana lleva
de ayudante de piloto un reactor de Amsterdam . ·
a Nueva York y vuelta; casi media noche
- 204 le toca de relevo, y va a poquito a poco
devorando en su cabina círculos. de estrellas
de un cielo eternamente limpio; sobre· las cuatro,
la · azafata de servicio entra silenciosa,
le roza el hombro y dice aproximadamente: .
«¿ Qué tal va eso, Garski? ¿ Quieres que te traiga
en el té disuelta la pastilla?»; y. a esa hora
el corazón de goma del piloto Garski
suele susurrar que «Soy feliz» para sus adentros,
y acaso encuentre en el hotel a la holandesa
del otro día y llegue a tiempo de irse juntos
al cine. Bien, pues ese mismo hombre ahora
216 lo veréis que, sin dejar de ser elmismo, es uno
viejecillo que trabaja de sepulturero
todavía en el distrito Tres del cementerio
de Sachagorod (Ucrania): se le reconoce
en que siempre trae pegada al labio fa colilla .
de un cigarrillo oscuro, y si, de tarde en tarde,•
· 26 A. García Calvo

llega a la cabeza de una fila de escolares


en excursión un joven instructor buscando
la tumba de los caídos. del cuarentayuno,
suele confundirlos y llevarlos al osario
común, riendo para su capa al comprobar que, ·
tras un momento de perplejidad, el grupo
228 se pone firme y la alocución de todos modos
se produce rectamente; a la noche en 1a taberna
se 1.o cuenta en roncos cuchicheos a los compadres,
que se ríen y le dan palmadas: «Este Garkiñ,
el mismo siempre». El mismo, sí, pero a ese hombre,
al mismo, ahora, si queréis, podréis hallarlo
boxeando en el tablado de Madewa0Rawly,
al lado de Chicago (Illinois): la nóche,
· pesada de verano, con los reflectores
fundiéndose en su espalda �n el sudor y el óleo
de la piel morena; un timbre bronco repiquetea
dentro de sus sienes, y agarrándose a la cuerda
240 va enderezando los ensordecidos miembros
pesadamente; él era mozo de piscina
en un motel de la ruta de Detroit; un día,
un tipo habitual de allí, de mucha mano,
se fijó y le dijo: « ¡Eh, Gary!, apuesto que tu izquierda
tiene una dosis de anestésico bastante
regular, ¿eh, Gary? ¿Qué me dices de encontrarte
tu retrato a media plana al pie del desayuno
del domingo? ¿Eh? ¿Qué tal si te entrenáramos
un poco, a ver qué pasa?»; ahora en esta noche
se está jugando su porvenir. Ysin embargo,
ese mismo hombre que esta noche estáis mirando
252 es el mismo que otro día visteis en la gruta
de Haim-Ouibeth, barrancos de tomillo y greda,
dos leguas del mar Muerto: era el mediodía;
Sermón de ser y no ser 27

se han retrasado aquella vez los recaderos


que de tanto en tanto le traían las limosnas
de los poblados: cruda al fin se la ha comido
una cría de cigüeña que cayó asfixiada .
el día antes; ha caído en una siesta
pegajosa, ardiente; está soñando con su madre,
blanquísima, y desnúda, y joven como hermana
pequeña; en el huerto está sacando agua; él mismo
se acerca . y le toma los pechos por detrás, calientes,
264 macizos; vuélvese ella y dulcemente: «Gárbil,
¿qué haces?» dice, pero sonríe y de su mano
tómale la verga y la lleva a buen camino;. en esto
de terror despierta trasmojándose en su espasmo
Gárbil d huido y grita: el· grito por los barrancos
se pierde. y por la tarde. Pero sabed que ése,
a su vez, no es otro sino el mismo que otro tiempo
sirviendo estuvo quince años como eunuco, ·
celoso guarda. del harén seleccionado
de Abdel Feisal, el reyezuelo de Kupaimen;
la islita petrolera, cinco o seis mujeres
que el rey llevaba en el avión en sus frecuentes
276 .viajes por América y Europa; por las noches
en la sala de las suites del hotel velaba
en el diván mascando almáciga rosada
y mirando la televisión; · algunas veces
asomaban de ellas dos o tres y le decían:
«Ga-Razid, amigo, nos aburrimos mucho: juega
con nosotras; hasta que regrese de la cena
tu señor»; sacaban el ajedrez; y al poco rato
estaban con la cinta métrica midiéndose
los perímetros torácicos, riéndose ellas
de comprobar que Ga-Razid las ganaba a todas,
tanto engordado había el último verano.
28 A. García··Calvo

288 Y él ya no se acordaba, pero, sin embargo, •


él era el mismo que hubo visto consumirse
su juventud· (ya se pintaba de escarlata
los labios y gastaba medias de varices
y moño alto) sirviendo de taquimecanógrafa
en las oficinas de la 'Mining Corporation',
sucursal de Fredriksburgo (República de Sudáfrica);
se sabía en la oficina que de muchacha había •
sido violada de un malgache, que, por supuesto,
penado está a perpetuidad en los trabajos
forzados; pero también el suyo lo era un poco;
y si bien alguno de los jefes le había dicho
300 alguna vez «Mis Gatzkyl, ¿qué?: ¿no se decide ·
a venirse el viernes hasta El Cabo a distraerse
conmigo un poco?», algo no cuajaba nunca,
y ante el espejo sus pezones se secaban
irreversiblemente. Apenas si ella misma
se reconocía como la misma (y sin embargo,
la misma era) que otro tiempo regentaba
la casa de la Higuera de Oro e� la barriada
de detrás del puerto de Saigón; · usaba entonces ·
una bata diferente para cada día
de la luna; y aunque largos años de comercio
,, deleitoso y cama blanda oronda la volvieran

312 y luciente como calabaza de perfumes
y le habían allanado de dientes las encías;
no por ello habían amenguado su apetito,
y era siempre en el amor tan ingeniosa y viva
como una mona en celo; cada vez· que un nuevo
soldado yanqui (como solía ser) subía
tan cohibido con alguna de sus treinta
pupilas que el amor no funcionaba, ella
la llamaba «Mammy Garihá, ¿por qué no viene
Sermón. de ser y _no ser 29

a jugar un rato con nosotros?»; y subía


mammy Garihá, abrazaba en cueros. a sus hijitos
y de tanto corno de broma hacía y de caricias
324 el muchacho al poco en risa se olvidaba, y todo
marchaba solo; ella nunca se rendía .
al alba allá en su alcoba sin haber sacado
�u tanto al ciento del placer de los amores
de un modo u otro. ¿Quién podría recordarla
.
en la lejana edad que, sin dejar por ello ·
de ser la misma, era,. de su niñez apenas
las yemas reventando, enjuta todavía
como una cervatilla?: el padre, que era el jefe
de la armada, por la calma eterna de los vientos
parada en la bahía, había decidido,
a la voz de los profetas de su campamento,
336 sacrificar su niña en el altar florido
de la Virgen de la Luna; ya llegó la tarde
del plenilunio; ya por el cerrillo blanco
subiendo va entre cánticos (« Ió Gradía,
Gradí, Gradía, í Gradía, ío») y lluvia
de flores con incienso; . y ella va desnuda,
velada la cabeza con el claro lino
de las novias; ya se mira ante el altar: sus ojos
del no entender se ensanchan mudamente; sobre
la piedra el sacerdote por su mano abaja
la cabeza, y la cerviz blanquísima descubre
echando para adelante la melena roja
348 pesada; y ya levanta al sol en un destello
de.filo el hacha sacrificial de bronce, cuando
la Virgen de la Luna baja y la arrebata
de repente y se la lleva por bosques y barrancos
oscuros a la niña, lejos. Ya tan lejos
que renace en donde nadie la reconoce; y siendo
30 A. Oarcia Calvo

fa misma siempre, ahora tiene, sin embargo,


el pelo en mechas cortas, negro; a la mejilla
le trepa apenas flor de la primera barba;
sentado bajo la tienda de tejido pelo.
de lla1:?)a azul, ceñidas lleva las vergüenzas
de mandil de plumas · de quetzal; es el mancebo
360 del príncipe de la quinta dignidad del valle .
de Cuzco de los Incas; era el cu,arto nieto
del señor de la comuna de Quipascotula
hasta anteayer, que en la escaramuza de las Moreras
cayera prisionero y fuera sorteado
entre et botín de los caudillos; esta noche
está esperándolo que. retorne del banquete ·.
a la tienda su señor y lo someta al yugo
de fuego del implacable amor; oscuramente
sabe él que al fin junto a su cuello. la· gran cabeza
se desplomará, los párpados cerrados, sollozando
«Ah, Gadivá, mi niño»;y de su mano un día
372 aprenderá las artes del gobierno, y luego
. trepará por los peldaños de la escalinata
del palacio en la alta Cuzco. Pero · no, ni él mismo
acaso sabe que él también será este mismo .
que hoy es: · segundo servidor de la cureña
de la quinta pieza del primero de artillería
del ejército de Savona; en una caravana
sin fin están cruzando el San Bernardo; falta
muy poco:· la vanguardia habrá acampado en prados ·_·.;
del Piamonte; pero la cola se ha estirado
locamente y se desgarra en avances a la: carrera
y apelotonamientos; hay que pasar la cota
384 antes de la noche; piezas de cañón arrastran . .
sobre vigas amarradas por la nieve medio
deshecha en que uno marcha hundido hasta las corvas ,.·;,'

1
_:.'.i.
Sermón de ser y no ser 31

los hombres y los mulos; «¿Qué hace alú, soldado


Grassy? ¿Qué diablos pasa?» siente a su sargento
gritar; la_ mano se le abre de sabañones
sangrantes y las piernas se le arrastran como
si fueran ya las de madera; él hincha el pecho,
los ojos enrojecidos brillan del orgullo
del Imperio qtie él, Grassy, peón de artWería,
está contribuyendo a construir; y empuja
todavía un poco más la viga, el ciego bronce
396 por el ventisquero. Y, sin embargo, llega siempre
la paz, y él sigue allí, cambiando, pero sólo
para ser el mismo siempre: está en la paz sirviendo
en la central de la Red Telefónica Europea,
subnódulo de Turín; ante el tablero está, encargada
de setecientos ventinueve clavijeros;
el timbre ronco y claro, las lucecitas verdes
y rojas y las voces de los comunicantes
y de las otras centralitas le atraviesan
de sien a sien por los oídos y los ojos; ·
a lo primero un no sé qué como un ovillo
cerca de la nuca se le apretaba y le irradiaba
408 · la vejiga y la rabadilla; cuatro veces tuvo
que ver su 1;1ombre, 'A. Gruzía', iltiminarse
en el cuadro de llamadas de la vigilanta;
pero ahora todo marcha: mil doscientas treinta
punturas de información le cruzan por minuto
el cerebro, y elmensaje se decodifica
correctamente en ella; y consiguientemente
sus manos y sus labios sin cesar se mueven
a su tiempo. Pero en tanto, al mismo tiempo, ella
va metamorfoseándose, y los labios se hacen.
pálidos y finos, y nudosas y velludas .
las manos;. y helo aquí que .el mismo que.era es este
32 A. García Calvo

420 profesor en la Academia de Literatura


de Adelaida (Sudaustralia); hace unos años era
poeta surrealista (B. T. Growsey era
su nombre en un tomito color crema); ahora
no escribe ya, sino que explica para las nuevas
generaciones del hemisferio austral Historia
de la Poesía Inglesa, en una clara aula
que da sobre el jardín, tres horas por semana.
¡Ah, pero le queda mucho tiempo libre! : el resto
de su tiempo, por supuesto, lleva otra vida
hárto diferente, y si su ser es siempre el mismo,
¡qué cambio sufre su personalidad!: de noche,
432 vistiendo solamente bajo del abrigo
corto de visón su malla de satín dos-piezas
y tocándose de la cofia de las orejitas ·.,,,
,,.,
de gato la melena de ceniza, entra .
en su club de Sidney; al dejar su abrigo al maitre,
estallan bajo la gasa espléndida las piernas,
y los pechos rebosando por sobre el corpiño
absorben casi todo el ozono del ambiente;
no tiene que esperar: «Miss Grawcy, el caballero
la invita a su mesa»; y al oído: «Las vacadas
de Queenslánd. Buena mano». Pero no por ello
va a dejar también de ser la misma· que entre tanto
444 en un matojo de las estepas interiores,
en donde vive con su pueblo (son ya casi
los últimos arandas), al sol de la mañana
amamantando está a su cría pequeñita
y negra; «Ga, gagá» de vez le dice en cuando
desviando con su mano el niño de la boca
la larga teta; ella no hace caso, y sigue
sacándose de la pelambre espesa algunos
piojillos que de prisa estruja entre los dedos

¡�
Sermón de ser y no ser 33

y luego va de un golpe de labio recogiendo


golosamente. Y ésta -¿veis?- que en la prehistoria
ha caído desterrada, un día sin embargo
456 la misma en otro era y otra fue en lo mismo,
tan diferente: allí su cuerpo aún era blanco;
oh, demasiado blanco: el pelo de los sobacos
y las vergüenzas parecía mecha negra
de· lanas encoladas en el esqueleto
de escayola, tal como es cuando es que un niño malo
en la pared de yeso del retrete pinta
monigote osceno, donde aprieta sobre sus partes
el carboncillo; Dios sabía que ese hombre
era el rabino Garstedt, de la sinagoga
de Lotz; pero él en la verdad del campo era
un número, con nitrato amónico grabado
468 sobre la tetilla izquierda, casi ya sumido
bajo la clavícula. Pero él, a pesar de todo,
no muere: Dios lo salva, y sigue, y es el mismo
que ahora en esta salt! de juntas de la fábrica
'Chemnitz' de abonos químicos está sentado
enfrente del mismísimo Director en Jefe
de la empresa (él, un simple obrero maquinista
de la mezcladora) en una junta consultiva
de cogestión empresarial; el secretario
lo ha citado ya: «Herr Gratzel, ¿quiere usted decirnos
su opinión?»; conque él, robusto, rebosando todo
de su chaleco, se levanta rubicundo
480 de pudor y honor, las gruesas manos sobre apoya
la mesa de cristal y expone efectivamente
su opinión. Pero este mismo hombre al mismo tiempo
también es éste de radiante faz redonda,
plegados sobre los altos pómulos los ojos
de la sonrisa, en mono azul y camisa blanca,
34 A García Calvo ·

que navega en el mejor tractor de la comuna


por el mar de avena inmenso, en tanto que a naciente
se levanta el sol como una bola roja enfrente ·
de su faz redonda; al ritmo del tractor, el himno
de acción de gracias él entona a su Presidente,
a aquel que ha dado tierra al campesino y nido
492 a la golondrina. «Eh, Kya-Tsing», un camarada
le grita desde el canal «salud! Bendito sea!»;
. y él, ondeando el brazo en alto, le responde:
«Bendito sea». Y sin. embargo, secretamente
también él mismo, siendo el mismo, está casado
con el armador de los mercantes de la Zona
del Canal de Panamá, Ken · Jarce; que para este año
se presenta a senador, y hoy ella ofrece un cock-tail
al personal; le dicen: «Mistress Jarce, ¿es cierto
que usted misma preparó estos canapés? ¿Nos dice
el secreto?»; y ella, al pasó, en un susurro: · «Es fácil
-no lo cuenten�: una pizca de indio en una buena
504 masa blanca de New-Jersey»; a la discreta pulla
todos ríen largamente. Y ella, sin embargo,
no por ello dejará a su vez de ser la misma
que en los remotos tiempos de su niñez· tan duras,
como todo el mundo sabe, las pasó: servía
en la familia de los Estatilios Priscos,
de la que nacido había propiedad, en una
dependencia de la finca· Prenestina; estaba
desde los siete años a .sacar las vacas
a pacer; retozaba con el perro todo el día
de loma en loma; pero el mayoral les daba
corta la ración; conque él robaba de la leche
516 para la cobija de su madre; un día: «Gratta,
carne de vergajo, qué llevabas ahí?», lo cogen,
lo echan a la ergástula y lo amarran a la rioria
Sermón de ser y no ser 35

de moler la harina� allí se estuvo largos días


y siglos dando vueltas. Pero al fui, el mismo
salió a la luz, y el mismo era; sólo que era •
famoso corredor de bólidos: ahora
es la Olimpíada de Colombo, en que él defiende
los colores de la India; pasa como el rayo
y a cada vuelta coge más rabfosamente
de cerca el giro; gritan desde el sol las gradas
«Gartí, Gartí»; la propia velocidad le estira
528 el grito en los oídos como de borrosa
goma celestial,· y tañe . allá·. en su mente el número
de los circuitos que le faltan. Pero al cabo
también él viene, ya parado, a ser el mismo,
que al mismo tiempo es éste de color cetrina,
ondulosa su melena acariciando en gesto
de desesperado olvido, aquí tumbado en corro
de césped de los amigos por el jardincillo
soleado del otoño de los arrabales
de Londres; «Pásala, Grezayer» en susurro
su prójimo le pide; y la pipa sigue el giro,
y milagrosamente el sol en sus pestañas
540 florece. Y· es el_ mismo que entre tanto y todo,
montado encuna del escenario de la noche
de verano de la plaza de Aviñón, recita
el papel del falso rey Macbeth (su propio nombre
está en la cartelera, 'L Guerza'., en letras grandes),
y al decir junto a la cara de su reina «Pare .
no más que hijos varones», por elmaquillaje
espeso un par de gruesas lágrimas le ruedan
verdaderas. Y también al mismo tiempo ésa
que, modelo algunos años y después modista
de cierta clientela, ahora, tras. la puerta
de su piso séptimo en el mil cuarentayocho · ·
36 A. García Calvo

552 de la Avenida Mitre (Buenos Aires), donde


dice la plaquita en cobre 'Gracia. Modas. Dresses',
en la cama está, en combinación de malva y medias
negras, agitándose en los últimos espasmos
del envenenamiento del que aprieta el tubo
su mano, y primavera, y la espumilla al labio
que asoma, y como se dice vulgarmente, muere
por amor. Mas sin embargo y asimismo, el otro
que en el invierno largo de la Nueva Zembla,
entre esqueletos como de foca y nieve dura,
acechando está la caza, la imposible y dulce
negra bestia cuya grasa sirva de alimento
564 al vientre de sus críos y de las candelas
de su choza; y tras sus ojos de ámbar negro sólo
una imagen arde: una dulce, gruesa bestia
imposible. Y otro mismo, que bajo la lluvia
de plomo de los soles del estío eterno
avanza derrengado por el fiero surco
interminable, con su hoz ensangrentada
cortando a ras de tierra, amontonando tallos
de miel, alimentando irremisiblemente
los molinos del Señor. Y el otro, que es el mismo,
que en el desierto parque, al ver arremolinarse
las primeras hojas secas, se estremece y echa
576 a andar hacia el primer camión de policías
que al hospital lo lleven y le despiojen
la barba cenicienta. Y aun el otro y mismo
que en la plazuela de San Telmo de Sevilla
al tibio sol arrodillado está delante
del Señor, lustrándole un botín, silboteando
una oración blasfema; brilla la primavera
en el betún, contra las letras de la tapa
de su caja, donde escrito tiene con tachuelas
Sermón de ser y no ser 37

doradas 'Rafael García', que es el nombre


del hombre; y por las calles ya se carga el aire
de la flor de los naranjos. Y como éste, cientos
588 de miles de millones: antes se secaría
la flor de mis pulmones y mi lengua, yerta
de la última vejez, rebalbucearía
ininteligiblemente, que dejara otro
de poder citaros y otro más y otro,
ninguno repetido de ellos con ninguno,
sino todos diferentes, pero al mismo tiempo
evidentemente todos ellos siendo el mismo,
por el solo hecho de que cada uno de ellos
es él: que entonces, cada cual y todos juntos
son él, son uno solo; pues si cada uno
para ser el que es no puede menos de ser uno
600 irrepetible y único, pues por ello mismo
ya todo aquél que es él y no otro alguno, en esto
de ser él mismo, el mismo es que cualquier otro
que sea él mismo; de manera que los que eran
él mismo cada uno, todos ellos eran
el mismo. Así que aquella ley que les obliga
a que sean infinitamente diferentes
es justamente la que en la verdad revela
que son el mismo y uno; pues que lo infinito,
por su propia falta de definición, no puede
ser nada, y ser no puede ser sino uno solo:
el que es lo que es. ¿No habéis alguna vez entrado
612 al reino subterráneo de la Prefectura
de Policía, en donde está depositada
la fe del ser de cada uno de vosotros
en órdenes sin fin de sendas cartulinas
donde grabada está la huella de las puntas
de los dedos de la mano de cada uno y todos?:
38 A. García Calvo

pues ahí, por esa serie de los personales


laberintos de la piel, podríais asomaros
a las premisas del problema. Que es lo cierto
que todo el Orden asentado está en el hecho,
tan indudable como interminablemente
demostrable, de que nunca haber dos huellas puede
624 iguales entre sí (si alguno aún presenta
la objeción de que él no está fichado, poco importa:
pronto lo estará, y si aún respira el ilusorio
aire de la vida indefinida, ya muy pronto
va a ser un ser de veras), y osa en las tinieblas
de la Policía desvelárseos el misterio:
que si efectivamente nunca dos iguales
puede haber ni por casualidad, con eso mismo
te están ya demostrando que en verdad no había
ni dos ni tres ni cuatro, sino uno solo;
pues evidentemente allí lo que importaba
no era si era rubio o si tenía pecas
636 en el cogote o si los ojos eran entre
verdes y castaños, sino que por medio de ello
él sea uno diferente de los otros
indiferentemente, y quede cada uno
condenado a ser siempre uno y uno mismo siempre
y todos uno. Que si no... dejadme un poco
que me hunda en el agua de los peces de esmeralda
que vagan derramando. enamorada leche
por entre las auras de los rosales perezosos
de las condicionales contrafactuales:
si así no fuera, si pudiera yo encontrarme
con otro igual que yo, pero igual en todo, desde
648 el rincón de mi ojo izquierdo hasta la uña mínima
del dedo más remoto de su pie, pasando
por cada repliegue de la piel de su prepucio
Sermón de ser y no ser 39

y mío, mucho más igual que la traidora


imagen del espejo, que hace de mi izquierda
su derecha, no, sino del todo igual, entonces
un hermano por primera vez habría hallado
de veras, un hermano de tan verdadero
amor, que presto estaba y en cualquier momento
a morir por mí y en mi lugar y a presentarse
por mí a la Policía y en los calabozos
dejar por mí meterse para que yo anduviera
660 besando a nuestra amiga por los choperales
de la primavera; por supuesto, exactamente
igual que haría yo por él; y si por caso,
no dos, sino los muchos, los innumerables,
fuéramos iguales cada cual al otro y todos
iguales a cada uno, pero tan iguales
que ni pudiéramos siquiera distinguirnos
por la característica· de ser el uno
el quinto, el otro el cuadragésimo y el otro
el último o primero, entonces, ay entonces,
seríamos el ejército resplandeciente,
acorde como orfeón de abejas enloquecidas
672 de libertad innumerable, que al momento,
sin más, derribaría el torreón del Orden
hasta la raíz de los cimientos de la arena
de los siglos en que está fundado; y toda luego
la telaraña universal de las mentiras
se habría desleído en nada, como negro
hielo de la tierra al toque del primer aliento
de los infiernos. Ahora bien, pero es lo cierto
que de hecho nada pasa, sino que eternamente
seguimos condenados todos, cada uno
a ser el que es, y no otro nunca, sino siempre
el mismo, y, por lo tanto, en realidad no somos
40 A. García Calvo

684 innumerablemente iguales, sino todos


el mismo y uno solo, y es la necesaria
voluntad de cada cual de ser el que es, no otro,
la que hace que las cosas necesariamente
sean lo que son, que sea el Ser el que es y pueda
proclamar con insufrible fanfarronería
«Soy el que soy». Pero si alguno se pregunta
todavía, sin embargo, si es que no hay un medio
para escurrirse de la Policía y para
· dejar en entredicho tanta omnipotencia
del Ser, pues bien, acaso alguna trampa o fallo
podamos descubrir, si bien miramos, una
696 grieta de la construcción, un dulce quebradero
del razonamiento. Y hélo aquí: si el ser es uno,
si el uno es, tan sólo es desde el momento
que hay número y que abierta queda hacia el vacío
la carrera de los números; pues ·sólo entonces
también el ser en sí conquista un nombre, y sólo
entonces gana entre los números el uno
su carta de ciudadano, como siendo uno
de ellos y precisamente el número primero;
pero ese número primero en sus entrañas
lleva su contradicción: pues él no puede nunca
haber sido el primero, ya que el uno, fuera
708 de los números, ninguno es, o séase que,
en verdad, si el uno es 11úmero, ya no es uno solo
y si se niega a ser un número, ser uno
no es absolutamente nada; que, como decían
las comadres animando a la pareja joven
a hacer hijos para el cielo, « Uno no es ninguno,
y dos son uno», sin aclarar, prudentemente,
si tres, en cambio, ya serían tres. El caso
es que el procedimiento por el que comienza
Sermón de ser y no ser 41

en el dos a ser el uno un ser consiste en algo


como un desdoblamiento de sí mismo, como
una reflexión del uno sobre sí, conciencia
720 de ser, que se confunde con el ser, y entonces
ahí lo tienes siendo el uno en el momento
que está hecho copia suya. Ahora bien, ¿qué es eso
de la reduplicación del ser, que, por lo visto,
es como su propia esencia? Mira en torno y dentro
de ti: contémplala esa pieza de moneda
que guardas en tu bolso, y pronto claramente
comprenderás. Que solamente pudo el Amo
tener dos reses de ganado, de manera
que fueran ambas dos y cada una una,
desde el momento que las manchas se borraron
del pelaje de una y otra y se olvidó cuál era
732 la zarza en que se hiriera cada cual un día
y cuál el ser de cuál; pues sólo de ese modo
las dos podían ser la misma, al mismo tiempo
que dos, y siendo res la una y res la otra,
dos reses ser, que ya sumándose con otras
que fueran dos y reses, fueran cuatro reses,
fundando el capital del Hombre y los principios
de la Ciencia, que, como es sabido, está fundada
en que dos y dos son cuatro. Así es como de nuevo
se muestra que ser uno exige no ser nada
y que, para ser el que es, el ser necesitaba
dejar de ser el que es. Y cierto -no faltaba
744 más- te dejarán la tu color y tus manías
y gustos peculiares y las particulares
señales de tu propia piel y pelo (¿cómo,
si no, podría el Amo entre la polvareda
del atardecer contaros todas sus cabezas
y asegurar la posesión?), pero esas mismas
42 A. García Calvo

señas personales y ese timbre inconfundible


de la voz no son ya nada, sino sólo... ¿cómo
te podría yo explicar con una semejanza?
Sea pués: si alguna vez has estudiado un poco
de gramática, esas señas tuyas son tan sólo
los varios mismos ruidos con que se pronuncie
756 un fonema en cada boca y cada vez; los cuales
en sí ya nada valen, sino que sólo sirven
para que se reconozca cada vez el mismo
y único fonema, y que, lo mismo en pez que en lepra
que en pape( las pes que se pronuncien todas eran
la misma pe. Y así también tú siempre el mismo,
un ser, un individuo, el individuo, esta
persona, mi persona, la persona, una
persona, perso náper sona, perso náper
sonaper ... Pero, sin embargo, escucha seriamente:
porque ello es que, si los ruidos productivos
del fonema nada son, puesto que en realidad el
768 que es es el fonema, a su vez evidentemente
el fonema en sí no es nada: ¿cómo va a ser nada
el que es el mismo siempre, pero al mismo tiempo
diferente de sí mismo cada vez? ¿En dónde
reside? ¿Quién lo ha visto? Acaso todavía
el pastor en la montaña, como desde niños
sabemos, pudo un día ver a lo lejos otro
pastor; pero ni el Papa puede ver lo mismo
ni el Rey de la Creación, ni nunca puede verse
como otro el mismo ser, so pena de que consienta
en no ser él; y si él no puede verse, dime
quién va a poder: ¿los otros, que él no son, y nada
780 por tanto son? Así que ya vas viendo acaso
que el Ser aquel que te anonadaba proclamando
que él era y era solo, para ser él mismo
Sermón de ser y no ser 43

también se ve obligado inexorablemente


a no ser él. Conque a estas fechas, si os place,
hagamos a su fracaso fiesta por las eras
del pueblo; alcemos hasta los nublados arcos
de lilas y romero, juntos de la mano
trencemos monte a monte el hilo de la danza,
sentados junto al río de la templada noche
bajo la lluvia de estrellitas de colores
de nuestras fábricas, al compás de los tamboriles
792 infatigables entonemos: «Aleluya:
es y no es, es y no es, es y no es»; y
también tornando, al otro giro de la danza:
«No es y es, no es y es; pero aleluya,
que es y no es; que no es y es, y sin embargo
es y no es, es y no es»; mas todo ello
sin olvidar tampoco que esa fiesta era
al mismo tiempo mi funeral. Pues, en efecto,
¿qué vida es la que vive aquél que con la niebla
de la tarde, allá asomado del pretil del puente,
ve el río que se escurre hacia el Poniente, y mira
en el cielo turbio el disco rojo y se pregunta
804 pasmado si es la luna ya o si todavía
el sol? ¿Qué vive aquél?, decid: su vida sólo,
no más la vida suya. Conque vida, vida,
si no es la de él, no es nada; y la vida toda sólo
consiste en ser la de él, en un saber seguro
que es él el que la vive. Así se vuelve todo
del ser mantenimiento y subsistencia y modo
de ser el que es; ni cabe muerte verdadera
otra que dejar de ser el que es y averiguarse
que el ser no es. Por eso aquél que de mi muerte
la verdad me dice en ello mismo está diciéndome
la mentira de mi muerte: porque, si ella es mía,
44 A. Garcia Calvo

816 no es muerte de la vida, sino sólo muerte


del ser; y si es, en cambio, muerte verdadera ·

de la vida, entonces ya no es mía. Claro que esto


no puede consolar ni convencer a nadie;
y efectivamente, tales argumentaciones
jamás se sabe que hayan conmovido en nada
al ser (que es, por cierto, el solo, y no otro alguno,
que las puede oír); y con razón: pues justamente
el que necesariamente es el que sea necesita
creer que él muere y que él es el que muere; porque,
si no, también le quedaría prohibido
creer que vive y que su vida es suya, cosa
828 que va contra las leyes de la pertinencia
de todo ser.· Pues ser consiste en poseerse,
poseer es ser; y para que yo sea yo, ser mío
ha de serlo todo: sólo entonces la persona
es algo, es una cosa; y s6lo allí el dinero
comienza a vivir ( ¡dinero puro, que es mi alma!),
desde el momento que por fin ha poseído
al hombre el hombre. Y tanto así que, si te digo
la verdad, yo no soy yo si no es en tanto en cuanto
soy mío. Así que tengo que creer que es mía
mi muerte y yo me muero: a costa y trueque de eso,
soy yo. Pero por ello, quien denuncia el trato
840 negando está la muerte y condenando en cambio
al ser a no ser nada, sin dejar por ello
de saber que ser de veras no hay ninguno otro
que el que hay. Recuerdo un profesor de Salamanca
-Unamuno se llamaba- que cuando nosotros
entrábamos por entre los dorados cardos
de las aulas, florecidos del estercolero
de la Academia, hacía seis o siete años
que había sucumbido en una guerra nuestra
.,.
.,•ff
Sermón de ser y no ser 45

que hubo allá cruzando los amargos campos


de mar a mar de aquella tierra; ahora casi
lo tenemos olvidado al viejo: todo pasa
852 tan a prisa: seres caen a miles y gavillas,
como las generaciones de las amapolas
portadoras de los sueños, y la historia marcha
con tan agudo coeficiente de incremento
de la progresiva aceleración a cada segundo
de velocidad, que apenas ya nos queda sitio
para ir los muertos enterrando a nuestros muertos,
antes que en los dedos se nos desvanezca el polvo
de las alas de la mariposa; pero, con todo,
me acuerdo de que el anciano aquel, con desaforados
aspavientos de las hojas de sus folletones,
solía desesperarse muy genüinamente
864 de constatar que tan sentía, de una parte,
el ansia de vivir y de deshacerse como,
por otra, la necesidad de ser eterno,
de ser el mismo, y como resolutamente
se negaba a separar su ley de su deseo,
clamaba «Quiero» (que es lo que ordinariamente
todo hijo de Dios dice) y decía él «Yo quiero
vivir yo mismo», sin importársele un pimiento
de dejar al_ descubierto impudorosamente
lívida la llaga de la contradicción. Y al cabo,
¿hacía mal?: pues si en la guerra ha desgarrado
la pulpa de tu cuerpo el hórrido mortero
876 que llaman alma, ¿vas encima a irte escondiendo
a morir a los matorrales, para que no se vean
las manchas y agujeros que en el dulce tienes
pelaje pardo y en la pluma gris-perlada
del pecho? ¿Vas a hacerte tú por tu vergüenza
autor de tu propia muerte? No: más bien tú deja
46 A.. García Calvo

que se vea acaso quién es quién y lo que hace


con esos a los que alevosamente incita
a creerse alguien; que se vea que el que dice
«Yo soy» no es; en fin, que --entre nosotros­
por si las moscas, yo que tú, jamás diría
888 que tú eres yo. Y en esto aquel modesto anciano
daba su lección: la daba la mitad queriendo,
y la otra sin querer la daba. Pero en tanto,
el sol rojizo ya se ha ido hundiendo en esa
bruma de la tarde --quién lo sab� o la mañana,
y ha muerto la Patrona, ay, o la ciencia aquella
de las ciencias, que sabía del saber, ha muerto,
y reina ya la Ciencia a secas; ¿o sería
más propio si dijera que ella se ha vendido
por esclava de ésta? Qué más da, si no se sabe
ni la vida qué es ni qué la libertad. Se sabe
que la crítica del ser abstracto y la fatiga
900 de la tierra negra se confunden y averiguan
que la misma son las dos, miseria de la conciencia,
conciencia de la miseria, y muere la Patrona;
pero en el acto mismo de morir revela
lo que era; que es que cuando el ser desnuclamente
se dice de sí mismo, y dice «Soy» o dice
tan sólo «Es», con ello, quiera que no quiera,
mostrando está la hilaza de su primigenia
mentira; y al tratar de describir por alto
cómo es que es, los sitios de la puñalada
le está enseñando al niño negro hijo-de-madre
que va a gritar un día en medio de la plaza
912 «El rey está desnudo». Y bien que se comprende
que así pase y que al armarse el ser de su palabra
se quede desarmado para la arremetida
de los hijos del pecado: pues lo cierto es que
Sermón de ser y no ser 47

. ser y saberse ser no son sino lo mismo


y es falso que el que sea y el que sepa o sea
sabido que es se puedan ni por un momento
separar; pues bien, si entonces El comienza a verse
a sí mismo y a saberse y a decir de El mismo
que El es, dejando está de serlo y propiamente
ya no es el que es: ya es sujeto y predicado,
aquél de quien se dice y el que está diciendo:
924 es dos: es sólo un uno; y por asegurarse
de que era, ha revelado peligrosamente
su· inseguridad a los innumerables ojos
de los hijos de la miseria: los que dicen: «Esto
es como es: por tanto, ni es como es ni puede
ser esto». Así el tirano Dios, inatacable
en tanto que era mudo, tiembla vulnerable
al proclamarse Dios; y ahí su Teología
falleció. Que en paz descanse: desesperadamente
atentó contra su propia vida: ella era
su muerte. Ay, no somos nada, como dicen;
en fin, no somos todo, y es por eso acaso
936 por lo que podemos traicionarnos y negar110s
y decir «No somos nadie»; pues parece ser que
el no ser y el negarse son la misma cosa,
y sólo aquel que no es lo que es o por lo menos
no lo es como hay que serlo puede que, por ende,
a sí mismo se niegue; y mentirá al negarse
(pues él es él, al fin y al cabo), pero acaso
con el negarse se hace su verdad mentira,
su mentira verdadera. Y sea como sea,
corazón, a ti, mi corazón, ajetreado
del golpeteo contrarrevolucionario
del latido de las olas de la palpitante
948 amarga mar, verdad ninguna a ti te cabe,
48 A. García Calvo

corazón (ni escuches a las sirenas vengativas


que señalan en la niebla faros de una costa
futura que te espera), sino sólo esa
manera de verdad. ¿Quién la inventó la blanca
palabra que las borra todas las palabras?;
¿qué ángel, qué lucero claro de la mañana
a decir nos enseñaba «No»?: porque ése era
el verdadero creador de nuestra lengua.
Oh, si se pudiera conocer el nombre de ese
titán de ojos de color de lluvia y cola
de serpiente variopinta como el arco iris
960 que nos aportó el regalo del maduro fruto
de clara sombra del que nadie supo y sabe,
i ah, cómo entonaría entonces a su honra
epinicios de campanas, coros tintineantes
de oro y agradecimiento! Pero ni se conoce
su nombre, por fortuna, ni aun lo tiene, ya que,
se define como indefinido. No la nombres,
cállate, palabra, déjala que mi niña duerma
a la sombra de la higuera; no le cantes falsas
verdades; deja que de sus sueños el vacío
de tiempo se lo cuente el péndulo de nieve
de silencio; no me la despiertes. Lo que en cambio
972 y en tanto haré será seguirte revelando,
si quieres ... y también -qué coños- si no quieres:
pues dime de una puñetera vez qué es eso
de la voluntad: ¿qué hijo-de-Dios se lo ha inventado
artilugio semejante? Eso a lo que llamas
voluntad, si bien lo miras, ¿qué es si no obediencia
a la Ley? No más te engañes ni nos apechugues,
liberal de mala muerte, individüalista
del carajo, que te crees que hacer lo que yo quiera
y hacer cada uno lo que quiera no es lo mismo
Sermón de ser y no ser 49

que hacerlo todos lo que Dios nos manda: ¿acaso


tú tienes un resorte natural que mueva
984 tu masa?, ¿alguna flecha que sin más te indica
tu rumbo? ¿Quién te crees que te ha enseñado eso
de querer si no Dios mismo? Al Ser, al Estado todo
sostiene el que sostiene la creencia esa
de la voluntad; prisión de los deseos, muerte
del amor acaso, tumba del placer, en ella
no creas más: su verbo borra de tu lengua:
«Yo quiero», honestamente traducido, dice
«Yo creo que yo debo»; pero, sin traducirlo,
lo que dice es «Yo»: la profesi'ón de fe perpetua
en el ser, o profesión -lo que es lo mismo-
de ser. Así que, quieras o no quieras, vamos
996 a seguir. Conque era entonces que íbamos diciendo
que había que intentar aún ponerlo en claro
el cómo es eso de que el que es el que es no sea
el que es, y que, al no serlo, sea justamente
lo que él no es. Y la clave de su secreto es ésta:
que será cualquiera. Que es cualquiera, sí: su nombre
propio es Cualquiera, cualquier nombre. ¿No has pensado
que lo contrario a ser no es, como parece,
no ser, sino ser otro?; mas, para que otro
a su vez no se convierta en uno, no le queda
remedio más que ser cualquiera: donde quiera,
como quiera, cuando quiera, pero, de todos modos,
1008 cualquiera. Y la manera por la que es cualquiera
también voy a tratar de describírtela, aunque
bien temo que me falle, cuando no 1a mano,
los ojos y resulte congelado en una
fotografía fija o -lo que es más triste-'-
en el retrato fiel del movimiento mismo
del cinematógrafo traidor; pero, con todo,
50 A. Garcia Calvo

tú oye, y lo que entiendas no lo entiendas: sólo


entiende lo que no se entienda; olvida todo
lo que se sabe, y haz de modo que tu olvido
sea tu saber. Te digo pués primero que esto
que llaman todo, el todo del que nada falta,
1020 no puede dividirse: si lo dividieras,
se vería ya que no era todo; pues habrías
introducido en ello un elemento nuevo,
que era ese corte o división, y por lo tanto
ya no era el todo lo que habías dividido;
y de nada sirve que se escurra con que habíamos
tomado mal el punto de partida, en cuanto
que tenía ya incluida el todo verdadero
.esa división en sí, qtie al menos la tenía
prevista o, como se usaba. antaño en las . escuelas,
en potencia; porque entonces, parte nuevamente
de ese todo corregido: intenta dividirlo;
1032 y verás que o bien inevitablemente haces
la división prevista, caso en el que nada
has dividido (y si te vienen con potencias,
di que tú lo que tratabas de trazar es eso
justamente, una potencia de división de todo,
y que no has podido) y sigue el todo tan entero
como antes era, o bien le haces, imprevista,
otra división de nuevo, caso en el que estamos
en las mismas que al principio. De manera y modo
que ni el total de tocio puede dividirse
ni puede ser sino ininterrumpidamente
monárquico o totalitario, y no le cabe
. 1044 que el menor resquicio o grieta atente a lo macizo
de su totalidad. El todo verdadero,
así pues, no tiene partes: pues está bien claro
que si hoy no admite divisiones, nunca en otro
Sermón de ser y no ser 51

tiempo las habrá admitido, ya que en él no cabe


ni un otro tiempo ni éste; que si no, sería
también estar partido: porque ¿qué es el tiempo
sin el cómputo de sus horas, números, unidades?
Así que no le es dado ni hoy ni nunca haberse
dividido; y porlo tanto, en modo alguno partes
las puede haber; de modo que, si aparece alguien
que pretende ser del todo alguna parte, a ése
1056 le diremos que carece de derecho alguno
a pretender tal cosa: que él no es nada, puesto
que el que es es todo. O séase que, simplemente,
haber no puede partes, puesto que hay un todo
y el todo es todo lo que hay. Ahora -claro-,
por otra parte, lo que cabe es que me digas
que lo evidente para ti es que sí que hay partes:
que está esta estrella y la otra estrella y dos docenas
de huevos, y Asia y Africa y América y que
tú estás ahí, yo estoy aquí, o si nos cambiamos,
tú aquí, yo ahí, y los gorriones en los hilos
del telégrafo y, danzando en torno al borde mismo
1068 del ente, los fotones, por ejemplo, y todos
son parte, somos parte... Bien, te lo consiento;
comprendo incluso las razones, muy reales
(no quita que evidentemente interesadas),
que te mueven a afirmarte en el ser y la presencia
de las partes; sea: ya las partes son: ya todos
sois parte; somos parte, si prefieres; pero
no añadas ya de qué: pues por supuesto, ahora
ya todo no tenemos: lo ha borrado el todo
la sola aparición del hecho de que haya
cosas; en efecto, él era intransigentemente
incompatible con sus partes, y por lo tanto
1080 tu afirmación realista de las realidades
52 A. García Calvo

parciales lo elimina; porque, en fin, si hay muchos,


no hay todo. Todo es en verdad una palabra
vacía: mera cáscara de especulaciones
de las mentes de las partes; todo en sí no es nada
ni. tiene más sentido que si lo aplicamos
a la totalidad de alguno de los conjuntos
de partes; que es de hecho lo que se presenta
a la ciencia y a la mano, etcétera. Lo comprendo,
se impone -,--es cierto�, poca duda cabe. Pero
�la verdad- al mismo tiempo es cierto que lo otro
también se impone a su manera: que haya un todo,
1092 sea como sea. Pues. si se nos dice que eso
es infinito, que -,--es decir- no tiene nombre
ni definición posible y a nosotros nada
por tanto· nos importa, poco costaría
probar que lo infinito mucho menos puede
dividirse, y que admitirlo implica suprimiros
a los límites y partes; ni se entiende cómo ·
dentro de lo indefinido se creerá que haya
conjunto alguno ni definición que valga.
En suma, que parece que decentemente
no os podéis quedar con lo uno o con lo otro,
pues que ambos os invaden necesariamente,
1104 aunque sea, al parecer, con dos necesidades
diferentes. Y lo mismo que la niña Celia
de la Josa, cortejada de los dos galanes,
Torcuato, el mozo de barbero, que le dice
cada cosa que se le enredan las piernas de calambres,
y el viajante don Jorgito el escocés, que casi
no le dice nada, pero ¡los ojos de caramelo
de menta pura que le pone!, al cabo ella,
tan enamorada como del uno como del otro,
que ni sabe qué pensar ni adónde dar ni cómo
Sermón de ser y no ser 53

decidirse por ninguno de los dos, acaba


-la linda de ella� por negarse a decidirse·
1116· ni elegir -en nombre de qué santo--, y se . los mete
en su cama bienoliente (quién fuera el tercero!)
juntos a los dos� y pase lo que pase: bueno,
pues así también nosotros vamos a negarnos
a elegir (ni honradamente cabe en cabeza humana
más fruto que la indecisión), y nos quedamos
al mismo tiempo con las dos verdades juntas
que se nos ímponen cada una por su lado,
confiando de esa hecha en dar, no ya con una
verdad,. pero con algo lo menos mentiroso
que se pueda. Así que entonces, recapitulando,
repasemos cuáles eran esas dos verdades .
1128 que había aquí: la una era pues que el todo
no tiene partes ni partición alguna cabe
de todo; y ni por cinco ni por dos o siete
ni tres ni trece ni once, pero ni siquiera
por uno (puesto que uno no hay ninguno otro
si no es él mismo) ni tampoco por sí mismo,
ya que si se dividiera por sí mismo, este
divisor· sería otro, y estaría todo
partido en dos; contra la ley de todo, que era
que no haya partes; la otra de las dos verdades
decía, de otro lado, que; puesto que partes
las hay, el todo no era nada, y que de hecho
1140 no hay todo. Bien, pues ahora esas dos verdades ·
de que nada es todo y de que todo no se parte
por nada cógelas entre tus manos, hazlas
una sola, amásalas la una con la otra,
y mira lo que resulta; y lo que ves es eso:
cualquiera; o si lo quieres a modo de aforismo,
que uno es cualquiera; que cualquiera es él; que nada
54 A. García Calvo

no hay, sino cualquiera; que cualquiera suma


será mentira verdadera. Acaso estimes
semejante conclusión muy pobre, demasiado
modesta; y tienes tu razón; . pero y ¿qué quieres,
si eso es lo que nos queda?; y porque uno sea
1152 tan pobre ¿tiene que avergonzarse de la sola
riqueza que le resta? No, más bienla luzca
con cierto orgullo su miseria, y si los ricos
de ser un día le preguntan «Tú ¿quién eres?»,
que diga «Yo soy hombre y nada me es ajeno:
es mío; porque mío todo lo es lo ajeno
de mí; ser hombre es ser una cualquiera cosa>},
y así por el estilo. Pero que no se crea
tampoco que se trata de una virtuosa
humildad, que quiera hacerse perdonar la culpa
de ser: que no era eso, sino el resultado
fatal de aquella consideración conjunta
1164 del par de axiomas que contradictoriamente
al ser se le imponían, bien ajenamente
a mí y a la cuestión del hombre de los diablos,
bendito de Dios que vaya. Ni se dice «Nada»
aquí ni «Todo», que es lo mismo, sino sólo
«Cualquiera>}; que cualquiera puede bien por cierto
ser nada incluso, pero eso no se sabe,
sino sólo que es cualquiera. Y porque más lo veas
todavía, aún me acuerdo cómo en la pizarra
negra de los institutos con la blanca tiza
nos lo explicaban a los muchachos a la hora
de la siesta. No que diga que un razonamiento,
1176 porque lo confirme la Aritmética, por eso
va a ser más verdadero (pues jamás la suma
de las sumas todas se ha cerrado): en todo caso,
es la matemática la que se ve obligada,
Sermón de ser y no ser 55

en cuanto que entra al campo de las calculaciones


suscitadas por cuantías extramatemáticas,
a obedecer a' la ley común. Que en fin, se trata
de una convención operativa. Me refiero
a aquello de que, luego de que se ha admitido
la notación por cero de la ausencia, y visto
que resultan dos maneras de no multiplicarse
una cantídad, la una por su propio uno,
1188 que la condena a ser la misma que antes era,
y la otra por el cero (o sea, el verdadero
nombre de su uno), que la obliga a presentarse,
fuera ella la que fuera, como indiferente
ausencia de sí misma, poco a poco, al cabo
se llegaba a la cuestión de cero dividido
por cero (o sea, la división que consistía en
anular la división de lo que nada era),
y el resultado era necesariamente
aquello que llamaban indeterminado,
esto es, cualquiera. ¡conque tú ya ves que hasta
la necesidad de echar las cuentas nos obliga
1200 a reconocer que en este Estado que nos vive,
cuando es verdad que todo falta y que por nada
se parte todo, se nos produce por cociente
cualquiera. Pero si todavía necesitas
una contraprueba, acaso ·pueda en pocos versos
decirla. Porque puede que te parezca duro
hablar en verso de estas cosas: pero ¿cómo,
si no es por golpes bien contados y silencios
intercadentemente tamborileando,
podría hablarse de la oscura epifanía . ·
de la indeterminación? ¡Así la bien fingida
obediencia militar al número y al orden
1212 de sílabas y de compases sucesivos
56 A. Garcia Calvo

las libere de la ley de su sentido mismo


a las palabras, y que no el esclavo grite
«Libertad», sino la propia Ley! En todo caso,
hela aquí la contraprueba de que el verdadero
nombre de no ser, habida cuenta de que ni el todo
puede dividirse ni hay un todo, es, por ende,
cualquiera: que es que, si no, sería o bien un cuánto
determinado o bien determinadamente
sería nada; y a su vez, de ser un cuánto,
sería, una de dos, el mismo cuánto en toda
división o bien un cuánto definido y propio
1224 para cada una; ahora bien, que en cada una
fuera uno definido significaría
que había verdadera división y partes,
en contra del principio que lo niega y dice
«Cero divisor»; y si era en cada caso y todos
el mismo resultado eterno y fijo, entonces
¿para qué la división? o ¿quién a tal constante
la llamaría ya cociente?, puesto que era
lo único que ser podía, y por lo tanto era
el todo mismo, ya se le llamara uno,
ya falso cero; ni me detengo aquí en la triste
posibilidad de que lo llames infinito
1236 o infinitésimo: que te digo y te repito
que eso que llamaron infinito sólo era
la necesidad en que la Ciencia vino a verse,
como antes visto habíase la Teología,
de reducir a nota manejable y cierta
el reconocimiento que se le imponía
de lo irracional de todo y lo desconocido;
pero, pasando ahora a la otra alternativa:
que fuera el resultado de:finidamente
nada no podría ser tampoco; porque elige:
Sermón de ser y no ser 57

esa nada o bien sería aquella misma nada


de la que partimos (pero entonces, esta nada
1248 era conocida y comparable con la otra,
conque en el mismo instante el todo dividendo
era falta de algo cierto y no la mera falta
que había prometido) o bien sería otra
nada diferente, en cuyo caso, si era el todo
no más que falta verdadera, el resultado
tendría que ser algo, en contra de su propia
pretensión de no ser nada. Así que no te queda
otro modo de no ser sino cualquiera: el cero
que ni siquiera sabe nada de sí mismo,
ni si él es falta de este número o del otro
ni por ende si del cero mismo. Que no olvides
1260 que saber, saberse y ser lo mismo son: por eso,
cuando al aire echaste dos monedas, si ninguna
sabe de las dos si su destino va a ser. cara
o si cruz, el cómputo de las probabilidades
de que veas ambas caras en el suelo es uno,
y otro muy distinto si una de ellas en el aire
sabe cómo va a caer; y así también el cero,
si sabe bien de quién es él el hueco o falta,
ya no es igual que si es un cero verdadero,
que ni sabe de sí mismo ni siquiera sabe
si lo sabe o no: ¡la mera ausencia, y no esta amarga
soledad, que siempre sabe quién le falta, y tiene
1272 en su añoranza al ser que añora, y fiel ausencia
le guarda al ser! Por eso, cohetes de colores
te surgirán a miles discurriendo por los
campos de las aritméticas, en donde, en efecto,
el cero es tal señal ambigua, que pretende
primero ser la marca de la ausencia, y luego
también funciona como ser. Pero nosotros
58 A. García Calvo

adiós aquí decimos a la dorada tabla


del juego de los dioses (y con todo, un día
pediremos que nos deje todavía un poco
gozar de sus guarismos y transformaciones,
antes de que las estrellas, como a bueyes viejos,
1284 nos lleven a la orilla del río de los infiernos
a beber del agua del olvido), y retornamos
a la realidad. En donde poco a poco habemos
llegado a ver cuál era el solo verdadero
modo de no ser q�e nos correspondía: y era
y sigue siendo el mismo, que otra vez te digo:
cualquiera. Así resulta que de los dos saberes
que de lados encontrados se nos imponían
nos nace la manera real y verdadera
de no saber; y del amor y de la guerra
de las dos verdades puras (a saber, que partes
no puede haber de todo, y además que todo
1296 no hay) florece en suma el modo verdadero
de la no verdad. Conque ésta es -y no lo olvides-
. la manera de negar que cabe, y no otra alguna:
que si dices simplemente «No a la vida», «Abajo
España», «Muera el Rey», «No existe Dios», «No quiero
trabajar», con ello estás inevitablemente
afirmando aquello que en el común vocabulario
se opone a lo que niegas, y que, bien mirado,
vendría siempre a· ser lo mismo; mas en cambio,
si allí donde la Ley pidiendo está que digas
o sí o no, no sólo dices no: no dices
ni sí ni no ... más bien: como tampoco cabe
1308 abandonar el campo (que en efecto, eso
era dárselo al ejército del sí), respondes
sí y no, y no y sí, perseverantemente,
tal vez entonces puede ... No se nos oculta
Sermón de ser y no ser 59

que no es gran cosa lo que aquí te estoy diciendo;


más bien, que casi no te estoy diciendo nada;
o por lo menos, no sé bien lo que te digo
ni para qué; pero ¿qué querías?: es la propia
máteria del discurso la que no me deja
saber decirlo: cuando él te está diciendo
que ni digas sí ni no y cuál sea la manera
de decir que no y que sí, no puede al mismo tiempo
1320 hacer traición él mismo a lo que dice; y como
la ley del Tiempo obliga a andar a las palabras
la una en fila tras la otra y todavía
no se ha inventado aquélla que decir pudiera
sí y no de un golpe, no nos queda más remedio
que dejar que en ti se diga lo que yo no puedo
decirte. Estamos tú y yo como el muchacho
que mirando está a los ojos de sus amores verdes,
y la voz le tiembla bajo la dulce tarde, solo
con sola, y aleteando están los corazones
de los dos, y sin embargo no se atreve nunca,
no puede, a pronunciarlas las palabras justas,
1332 bien queJas conoce demasiado y demasiado
sabe que¡,se esperan ésa�; pero por eso mismo,
se resiste como asnillo sin domar; y tiene
su miedo su razón; pues cuando al fin susurre
<<Te quiero», en el momento de decir la propia
verdad, habrá jurado la mortal mentira,
y a prisión mohosa habrá por siempre cpndenado
la amenaza de libertad que acaso en sus amores
florecía; conque así, sintiéndolo turbiamente,
tiembla como vara verde y balbucea y busca
en los ojos de la otra desesperadamente
la inteligencia, y los minutos en la fuente
1344 caen gota a gota en tanto y los vencejos chillan
60 A. · García Calvo

por el cielo, y todavía sigue sin poderlo


decir. Mas sin embargo, lo que sí te digo
y te repito es esto: que, del mismo modo
que el ser es el saber de ser, o sea que el que
se sabe y sabe al mismo tiempo no era otro
que el que es, así también negarlo y no saberse
ni saber habrá de ser la misma cosa acaso
que no serlo: aquél que no se sabe y que se niega
a saber y que lo sepan ¿no es el mismo acaso
que no es ni nada tan siquiera?; y sólo puede
decir que no y no saberse, sin siquiera
1356 saber que no lo sabe, aquél que de hecho nada
ni nadie es; pero con tal de que de veras
no lo sea;- ahora bien; no ser de veras sólo
no lo era el que ni era ni no era, el que era
sin ser y, siendo, no. Por esto y no más que -esto
debe de seguramente ser por lo que tanto
habíamos amado a este hermoso cuerpo;
un cuerpo tan hermoso. Míralo desnudo:
quítale la toga negra, quítale sotanas
y uniformes con sus cruces y con sus cordones;
sigue desnudando: arráncale hasta la camisa
manchada del sudor y de la grasa innoble
1368 del trabajo, y sigue todavía y de dos tirones
las medias y el sostén con que de caza iba
la caza arráncale también, y el taparrabos
de sus últimas vergüenzas; y contempla, quieto,
un cuerpo tan hermoso: no hay rincón apenas
rii trecho en todo el mapa de la piel en donde
no las hayan levantado un día sus banderas
la gracia y el olvido; estaba, por ejemplo,
el valle aquel por el que.algunos días bajan
las lágrimas, a la vera de la laguna a veces
Sermón de ser y no ser 61

cernido como de lirios blancos y morados,


que hacia poniente en un como gentil collado
1380 remontaba, adonde apenas si trepar quería
la barba, y a naciente se levantaba el sierro
de la nariz lejana, por donde cabalgan
los ángeles caídos; o también había
aquella vuelta por detrás de la garganta,
que entre la nervazón tan blandamente dura
de la cerviz apenas si se señala un hoyo
· cuando gira la cabeza, y tufos de cabellos
se encrespan en los dedos que tan mansamente
lo acariciaban: o mírala cómo por el aire
de acá para allá tan vagamente revolotea
al compás de las palabras y se abre al cielo
1392 en la duda o con su hermana se entrelaza y luego
se queda reposando en el regazo abierta
la mano: rayas tiene que dibujan, como
de escolar muy torpe, letras en la palma, y tiene
tan desvalidas uñas, como si sus rosas
quisieran ser las armas del espino; y luego,
si ella se separa y entras por entre los muslos,
el soto aquel granado y la veguilla umbría,
de dortde se endereza y por donde se hunde
lenta la graciosa prenda del amor, y cuanto
más crecen con el fuego y se endurecen, tanto
más dulces les rezuman por los entresijos
1404 manantiales gloriosos; o también recuerdo,
de las piernas por detrás trepando, largas
inteligentes, ese hueco de la corva,
que al arrodillarse por el suelo, se plegaba
en gráciles tendones, y al ponerse enhiesta,
se abultaba sonriente; o mira: piensa en cómo
sutilmente indefinido se dibuja el linde
62 A. García Calvo

de los labios generosos que entreabiertos deja


el gesto de la duda; o baja a aquellos hombros
de marfil enternecido, en comba con el cuello
donde nido hallaba el ave soñolienta de la
frente del amigo; y dondequiera, en tanto, ¡este
1416 olor de sus sudores, que te embri:aga de una
pérdida de conocimiento tan bendita!; o vuela
hasta los botones de los pechos, o cerrados
o prietamente florecidos, los herejuelos
impenitentes, que negados al servicio
y a la leche, siguen ahí desafiando al aire,
temblando de esperar llegadas de lagarto&
de nácar o bandadas de mariposas presas
de locura de rocíos; o si no, ¿no sabes
a la esquina allá del ojo izquierdo, en el momento
maravillado de la incredulidad, el arco
que se tiende de entrecejo a sien?; ¿o aquel hilillo
1428 de la baba clara de su boca, cuando cae
del amor al sueño?; o si prefieres, ¿ves aquella
modestia de delicado contraste de platero

·J1:.·
del ombligo?, que se esconde a la menor alarma .,

o tan inocentemente asoma que ni nadie j


se apercibe de que estaba allí; pero si de blancas
desapareciera, al punto todos bien de menos "'·
lo echarían, y en su falta conocerían cuánto
era la arañita estéril o la zarzamora
de los álamos de ese, por así llamarlo, cuerpo
cimbreado al oreo de los ventalles infinitos;
o vete a los confines donde se pierde el río
-�,
1440 de trémulos pájaros de este, por mal nombre, cuerpo:
si a lo alto se despereza hasta enredar sus ramas
en las nubes, pero abajo allá la ves la firme
planta, la ligera armazón de huesos, la siringa
Sermón de ser y no ser 63

de los dedos acordados en escala breve,


que si tañe en las campanas del oído lejos
primer quejido de guitarra, primer suspiro
de flauta, empieza a menearse en una fiebre
aritmética y de paso en giro arrastra el peso
del cielo entero, y bate alternativamente
en la venganza dulce de la fiesta el pecho
de la dura tierra; o ya, si no, decidme: ¿cuándo
1452 nos cansaremos de recorrer los venturosos
caminos de su espalda, con la. mano, cuando
él nos esté mirando, y cuando no nos mire,
con los ojos, a la busca de un lunar sabido
y nunca lo bastante recordado, en medio
de las paletillas o cerca ya de los riñones
o a la vuelta de los ijares?: pues hasta la mancha
de la hermosura era hermosura, anonadada
amapola en los trigales, en el mar de plata
delfín borracho; y luego había allá en la cumbre
una fontecilla de que manaban en remolino
los cabellos a perderse por los rumbos todos
1464 de la rosa de su cabeza, olorosos al hurmiento
con el que se lleudaba masa de pan bueno
de tanto cuerpo hermoso; pero allá bajando
había (quién lo olvida!) aquel lugar en donde
fenecía el espinazo y, como por consuelo
de la pérdida, sin remedio ya, de todo rabo
ni gallarda cola, se derramaba en abanico
la red florida de los nervios por entre aquella
manada de bestias mansas que se desmoronaba
por nalgas y caderas; o también había...
Pero para qué perderse en este descarrío
de rememorar la dulcedumbre de la masa
1476 de tan divino peso, como si las palabras,
64 A. Garcia Calvo

como verdes moscas alredor de un asno echado


sudoroso en la espesura, zumbando, revoleando,
quisieran levantarlo en vilo al aire; y sólo
reflejo en el espejillo de sus ojos, sólo
olores de él se llevan, mientras él en tanto
allá tendido sigue, hermoso, ramoneando
cardos y magarzas, palpitante, grande, espeso.
No, pero os lo digo: que este cuerpo o lo que sea
amado lo hemos mucho; lo hemos locamente
amado, como que casi a cada paso andábamos
deseando reconocer de besos sus veredas,
1488 morderlo blandamente en cualesquiera esquinas
que salieran o lamerlo como cachorros fieles
por todos sus rincones y resquicios, hasta
desfallecemos el aliento; y aun él mismo,
como quiera y donde quiera, lo que deseaba
y le consolaba ¿qué era más que el revolcarse
y el amontonarse y amadejarse y eternamente
sobarse y acariciarse?, como si ésa fuera
sola la calor que verdaderamente abriga
de la mentira helada, y que de vetas sola
la lumbre de sus ojos, o parpadeantes
o sonriendo quietos, de un color cualquiera
1500 de mirada, fueran el tesoro y sola mina ·
de luz y los hontanares de claridad y espejos
de la luz que ve la luz, la luz que te volvía
loco de conocimiento y en la que querías
leerlo todo. Mucho lo hemos mucho amado
un cuerpo tan hermoso. Y en verdad, no era
por lo que era; por lo que era, no en verdad; ¿por eso
que él era?; no por eso: bien por el contrario,
eso que era él y que quería y que tenía
que ser fue justamente lo que repodría
Sermón . de ser y no ser 65

de amargura su bendita pulpa, lo que hacía


pólvora apestosa de su hueso y -pu/vis eris�
1512 lo cerraba entre las cáscaras de nuez dañada
de su ataúd; el ser, el ser fue.lo que hizo
hincharse de vejez su vientre y arrugarse
sus pechos derrotados; para ser, llegaba
a tomar conciencia de sus vísceras más hondas,
y de la conciencia fermentaban. sus entrañas
de toda enfermedad, y de su boca hediondo
el aliento reventó; su ser y su saberse
fue lo qUe de impotencia le amustió la vara
de nardos de la verga y convirtió en angus.tia
el sollozo de la hermana de su amor y en cárcel
las valvas de la musgosa dulce gruta; y era
1524 el ser quien es lo que le acorazó de callos .
la mano y arrasó como el solano el prado
de la piel de heno y retorció, como si fuera
palos del arado o.hierros de una grúa, aquella
osamenta tan gallarda; el ser, el ser él mismo
nublaba de amenazas y desconfianzas
y ponía vidriosos de los malos celos
aquellos, ay, aquellos ojos. Conque entonces,
no era, no, por ser lo que es por lo que tanto
lo amábamos nosotros este cuerpo: era
por cUanto él no era: por lo que podía ·
no ser, por eso era por lo que nosotros
1536 lo habíamos amado; y no que fuera un cuerpo
de hombre, que maldita falta que nos hace
que el hombre sea el hombre, sino por el contrario, ·
que es que se sentía como si eso de hombre fuera
lo que negar podía al hombre, lo que podía
negarse a ser él mismo, y hombre solamente
�.,-
nombre de la negación, del mismo que se niega
66 A. García Calvo

a sí mismo, con lo cual liberta de su cárcel


los bárbaros infinitos de la otredad, las hordas
innúmeras de los otros; que es que confiábamos
en que 'hombre' no era lo que era: en que era
más bien lo que no era. Y eso se sentía
1548 de tanto ver que de ellos y que de uno mismó
podía hacerse lo que fuera o fuese: una
cualquiera cosa. ¿Qué era pués lo que llamaban
un hombre? ¿Qué era ello? De ello, por ejemplo,
y la materia de ello habíamos visto hacerse:
una copa de festín caníbal, una flauta
prehistórica de hueso, la Biblia encuadernada
en cuero repujado, un rosario indio
de ciento trentaysiete cuentas, un piano
de ochentaycuatro teclas, un pellejo untado
de pez y en la picota de la plaza pública
colgado al viento; igual se hacía de ello mismo,
1560 por ejemplo: un yugo de carreta bien trabado,
una armazón de casco de barca pescadora,
un juego de émbolos y bielas engrasadas
de locomotora y un bidón de pintura al duco ·!
.f
para puertas y paredes, dos o tres cubiertas
de ruedas de camión vulcanizadas, una
cubeta de despojos de disecciones
del hospital; o bien también con ello he visto
que se hacía: un collar de perlas cultivadas,
un abrigo de chinchilla, una lavadora,
dos televisores, una colección completa
de las obras inmortales de la literatura,
157? una cédula de seguro de accidentes, una
participación de dividendos, un discurso
sobre la necesidad del escalonamiento
de la producción, un manual de los movimientos
Sermón de ser y no ser 67

revolucionarios en América Latina


y sus causas; pero con ello se hacen asimismo:
bobinas de máquinas de coser, compota en botes
de conserva en el vacío, sopa al glutamato
potásico, unos calzoncillos de franela
politérmica, un obús del trentaycuatro y medio
con su munición correspondiente, una caja
de preservativos de cenefa reforzada,
l584 un ramo de miosotis con mensaje de ocho
palabras máximo, un diploma de perito
de informática y comunicaciones, un abono
para las finales de la promoción de liga,
una operación de hígado, unos funerales
de segunda; y con la misma pasta de ello mismo
me han dicho que también se hacían, por ejemplo:
una tonelada de carbón, novecientos metros
de celuloide virgen para cortometrajes
educativos, un anillo de dieciocho
quilates de alianza matrimonial, dos plazas
para un crucero de visita Italia-Grecia-
1596 -Palestina, cuatro meses de alquiler de piso,
seis meses de electricidad, un año y medio
de gas, un año de teléfono, un caballo,
tres perros, nueve gatos, cien gallinas, mil
cucarachas, dos amigos, tres y medio orgasmos,
una noche, siete horas, trentaytrés minutos,
setenta y cuatro años, y un reloj suizo
para medirlos con exactitud de hasta
la décima de segundo: de ello, en fin, se ha hecho
la materia, la materia, la materia plástica,
que es todo y que no es nada, pero demuestra en vivo
cómo la naturaleza de hombre consistía
1608 en ser el ser de todo ser, o sea, en que
68 A. García Calvo

con ello pueda hacerse prácticamente siempre


cualquiera otra cosa. Como que si me miro
a mí mismo, por ejemplo, apenas ya concibo
la de cosas que con.migo habrán podido hacerse
al cabo ·de los años: fui corona amarga
de la frente de mi madre, fui dogal al cuello
de su gentil esposo, fui después juguete
de goma y hojalata, fui bastón de puño
de plata de los ciegos y un alfiletero
para mis vecinas lindas; luego un tiempo era
una hucha en que el Estado echaba las monedas
1620 de su esperanza, y a la vez buzón de barrio
en que echaban todos los colores serpentinas
de propaganda, y era al tiempo unos gemelos
de teatro, en que los ríos y los encinares,
mirados del revés, se hacían pequeñitos,
y también a veces era una sartén en donde
tetas de color rosa y docenas de pantorrillas
se freían por las tardes, y aun algunas noches
era sólo un signo de interrogación bordado
con lana negra en la almohada; luego be sido
ora pieza de correa transmisora y rueda
de sistema de poleas, ora manta espesa .·
1632 de abrigar los pies de gente friolera y fino
cuchillo ferruginoso de cocina; y otras
muchas cosas que de mí se han hecho: así, un día
puntal para aguantar las vigas del tejado
de la casa y otro día un gran cajón de tizas
para escribir en las pizarras los garabatos
fenicios; o .también de mí se fabricaba
un icono de no sé cuál divinidad, chapado
de oro y de marfil, y subsiguientemente
se empleó la misma masa en modelar un chivo
Sermón de ser y no ser 69

de estiércol y de barro de los que se usan


para verter en ellos las escurriduras
1644 de los pecados de la casa; y asimismo
de mí se han construido algunas ingeniosas
máquinas: un artefacto que, si le apretabas
una palanquita, te servía siete litros
de leche desmaternizada, o un fonógrafo
o gramófono con su provisión de discos, desde
«Canciones para cítara», de Tales y Heraclito,
hasta «Sinfonía para orquesta y flauta sola»,
de Marx y Marilín; ¿a qué contar?; en suma,
que si digo la verdad, de tanto conio he sido,
no me reconozco ya ni sé quién diablos puedo
ser yo, sino tan sólo -,-eso sí- que siempre
1656 soy yo. Pero mi historia ... será seguramente
la de todos, pues que todos son el núsmo, y sabes
que yo no hay más que uno; ni es nú grave enigma
ya más ni me atormenta lo que eternamente
ansioso me traía, de temer de un lado
no ser un ser normal y de ansiar por otro
el ser un ser original; pero hoy has visto
cómo ambos son lo núsmo: pues la ley se hace
tan sólo de infracciones, y excepción ninguna
puede menos de cumplir la ley: tan cada uno
es el todos y tan todo somos cada uno.
Por eso sin temor sobre cualquiera tabla
1668 me meto por elmar y con cualquier ejemplo
me empeño en demostrarte cómo el ser se hace
y qué es lo que hace el propio ser. Pues una cosa
me importa que descubras y que no la olvides:
a saber, que el ser no es, sino que propiamente
el ser se hace. Y la razón bien has de verla
a la mano: que es que, inversamente, todo aquello
70 A. García Calvo

que se hace y todo hacer no es sino un hacerse:


hacerse ser: se hace ser lo que se hace
y el que lo hace se hace ser; y no son ambos
sino uno mismo: que el que hact? y lo que hace
son vana distinción de tu sintaxis: ambos
1680 se resumen en que se hace: en el hacer se hacen
a sí mismos ser un ser el no ser que hecho ha sido
y el no ser que lo hacía; o el hacer los hace
al uno como al otro; mas los dos con ello
serán ya lo que son y no lo que no eran;
que tanto precio gana exactamente el uno
como el otro en el hacerse ser; como que ambos
eran uno mismo; pues que ser es eso solo:
que el mismo sea el mismo; conque, persona o cosa,
lo mismo son, con sólo hacerse ser; por eso,
si ahora a verlo tornas del revés, encuentras
que el ser no es, pues que tan esforzadamente
1692 se hace ser el ser: si fuera, por las buenas,
¿a qué tendría que seguir perpetuamente
trabajando en construirse?; si, sin más, ya fuera,
¿qué falta a cada momento repetir le haría
que él es el que es? Así que acaso ya vas viendo
el fallo y la falacia de la omnipotencia
que te aniquilaba, y vas de paso comprendiendo
cómo era que tú mismo ni eres ni no eres,
sino medio; y digo <<medio» porque las palabras
a veces, por regalo del azar o el pueblo,
nos regalan equívocos felices, escapados
a la vigilancia del Señor de nuestro idioma;
1704 y así, tú eres medio, pues de ti y contigo
se hace todo, en el sentido de que haces
ser lo que no es haciéndote a tu vez trabajo;
conque eres herramienta y no otra cosa alguna
Sermón de ser y no ser 71

sino apero y toda suerte de instrumento y medio,


si te sirves incluir también entre los medios
tu lengua misma (que hace, como todos ellos,
ser lo que no es), o bien llamar también lenguaje
a todas las herramientas. Así que de este modo
era justamente el modo como tú ni eres
ni no eres; pues te aviso que diligentemente
caviles cómo, en medio de esto que es y aquello
1716 que ne era y se hace ser, el medio, en cuanto medio,
se queda sin lugar de ser él cosa alguna
ni de no ser nada. Y tú ni puede ser que seas
ni tampoco que no seas, que entre ambos vibras
flecha de relación, perpleja y vagabunda,
a medio helar en el aire, siendo al mismo tiempo
que no siendo, cosa que por otra parte sabes
que ni puede ser ni concebirse; y queda en alto
sólo la moneda de oro de lo que no sabemos;
o como cantaba aquel mendigo errante, que era,
si bien recuerdo, así: «Cuanto arde más el fuego,
más crece el nombre, niña; pero si el nombre arde,
1728 lo verás, compañerita, cómo el fuego deja
de ser el fuego»; que es que en su desesperanza
pensaba que el que hace debe ser el mismo
que deshace y que, al hacerlo al Ser, no ser le hacían
las herramientas y el lenguaje; «Pero eso,
mi prenda», como siguió cantando el claro ciego,
«se dice y no se ve; y tú y yo seguimos,
hermanita de mi alma, aquí enterrados juntos
bajo una cruz de piedra». Y con razón cantaba:
pues es lo cierto que entre tanto, en torno y dentro,
el Ser está reinando, y eres tú y tú eres
las cosas todas, y las cosas siguen siendo
1740 lo que son; que lo que pasa es que ni trabajo
72 A. García Calvo

ni lenguaje nuestro hacer de hecho pueden nada


ni deshacer tampoco, puesto que ellos mismos
también, haciendo, se hacen ser;. y son ya cosa
las acciones y relaciones, como se demuestra
por el hecho de que puedes en cualquier mercado
venderlas y de acción comprar tal peso y tanto
de inteligencia; así que, lejos de negarla
ni quebrar la falsedad real de que es y sea
lo que es, son propiedad mi lengua y mi trabajo
de mí y, por ende, del Estado que me vive.
Porque es que en realidad reinando está el dinero,
1752 que es el nombre verdadero de las cosas todas
y que es el hombre mismo, en �uanto que hombre era
todo lo que era y todas y cualquiera cosa,
y el nombre en que las cosas todas se resumen
es el dinero, y él no es nada, sino una
cualquiera cosa. A lo primero, si te. acuerdas,
él era cuatro reses, casi nada, obra
de dos y dos son cuatro: ¡quién sospecharía
el sobrenatural destino que traía
en la zamarra! ; luego fue resplandeciendo
el oro, el oro que en la noc:tJ.e de las gentes
cegaba y deslumbraba a todas las riquezas,
1764 como en el cielo estrellas las devora todas
el sol, o como Dios, el único y eterno,
contemporáneamente se tragaba a todos
los dioses y las diosas y los paticabros
y las hadas de los fresnos; luego, poco a poco,
al igual que los demás monarcas absolutos,
fue haciéndose democrático progresivamente
y tomó el disfraz de los billetes de la banca,
que decían «El Estado al portador» y un verbo
en futuro; es a saber, que allí lo que pasaba
Sermón de ser y no ser 73

era que el dinero estaba ya comprando todo


el poder, mas el poder (por más que suene impropio
· 1776 decirlo así) comprando ya el dinero todo;
de manera que hasta el oro se quedaba pálido
en los sótanos, y los billetes ni siquiera
lo decían ya, sino que lo eran: nuevamente
se había vuelto el signo cosa; pero con eso
no terminaba su carrera, que, pasando
de las cosas. a las letras, pero de las letras
a las letras de las letras (ya que cosas eran
las letras, letras ya las cosas), a medida
que la Hacienda y el Estado se iban confundiendo
y el Ser con el Poder, quitábase el dinero
los últimos disfraces y se aparecía
1788 como crédito, es decir, como la Fe, la pura
y ciega fe en sí mismo; que es en fin de cuentas
su propio ser: pues sin la fe vivir no puede
el ser, y para el ser haber es justamente
creer que· hay. Por eso ya ni necesita
papel ni casi cuerpo de ninguna clase
para ser: a la verdad, el cuerpo del dinero
lo es el hombre mismo; y la estructura esta
que llaman alma; si con atención lo miras,
verás que no otra cosa es sino el dinero
en persona. De este modo, firme está en su trono,
y fulminando con los rayos del Progreso,
1800 el ser; y en tanto reine el inmortal dinero,
habrá poder y estado, y a la viceversa;
y en tanto siendo siga el que es -no te lo creas-,
no hay modo ni manera de que haya otro
ninguno o pase nada sino que el que es lo sea,
y sigue, más tirano cuanto más sublime,
Dios en el cielo y Dios en los corazoncitos
74 A. García Calvo

de todo ser. Pero entre tanto, ya las nubes


pesadumbrosas pasan sobre los cristales
de la buhardilla: acaso vaya siendo tiempo
que se apreste, como dicen, a doblar el cabo
este mi sermón ingrato. Casi no me acuerdo
1812 cuando él quería comenzar a irse hilvanando:
eran días turbulentos de la primavera
agria de los ventanales de Madrid aquellos
y los trenes de la sierra que nos trasportaban
de vez en cuando; luego, por los bancos frescos
de los calabozos del primer verano y por las
olmedas y almendrucos de las venturosas
de Duero viejo orillas, tan discretamente
nos acompañó que casi no se le sentía;
después, cuando hubo que cruzar los florecidos
Pirineos catalanes y correr las negras
carreteras dulces, no me abandonó tampoco,
1824 sino que siguió conmigo al par por las clementes
riberas de la Sena y las labradas rúas
todo el estío inmenso, y poco a poco iba
creciendo a trompicones; luego, por los días
que Otoño por las islas repetidamente
asomaba y escondía su cabeza hermosa,
él se apoderó de mí como un demonio, como
un largo niño hambriento: aquí encerrado horas
tras horas me ha tenido, en tanto que por fuera
el sol de patio en patio se dormía y sordos
subían los rumores públicos y acaso
pasaban por mi puerta desapercibidos
1836 los últimos amores; ahora de la gotera
da en escurrir la lluvia más buída, el viento
desmadéjalas las horas de San Severino
y San Medardo; pero me va llegando el día
Sermón de ser y no ser 75

de la venganza, y el discurso impío debe


haber cerrado en su último renglón la cuenta
antes de que las nevadas cubran bulevares
y muelles y jardincillos del primer invierno
de los destierros dulces de la tierra aquella
que fue la nuestra. Mucho habíamos amado
las gentes de allá abajo: gentiles andaluces,
gallegos tan discretos; no por lo que eran,
1848 por cierto: pues ¿qué cosa más intolerable
que un andaluz legítimo y un gallego neto,
a no ser un español?; no pués por lo que eran,
sino que es que aquellas gentes (viejo de Sevilla
sentado en tu escalera a la solana, cauto
mancebo de Monforte en tren con tu empanada
y tus libros, y hasta tú, a lomos de tu burro,
labrador ciel Esla abajo) a bien que parecían
hábiles y prestos a renegar de todo cuanto
fuera suyo y de su pueblo y a burlarse de ello
y galanamente maldecirlo, y a negarse
a sí mismos y .a negar, negándose a sí mismos,
1860 la propia mismidad: por eso los amabas,
corazón; por eso mismo amaste en otro tiempo
los vagos pueblos de la Rusia, que sabían
de crítica y de risa amarga dulcemente
desconstruirse; y no por lo que fueran ellos,
pero de su perdición promesa amanecía
de que todas las fronteras y de que todo estado
se perdiera; y por lo mismo habíamos amado
los antiguos hombres de la costa asiana, claras
ciudades de la Jonia, y de isla en isla náufragos
desperdigados, que hasta a veces lo perdían
su nombre propio por los montes de tomillo ·
1872 del Himeto al Hibla y por las bocas del Alfeo
76 A. García Calvo

que baja hacia Poniente; y no por lo que fueran,


si es que eran algo, los amabas, sino que ellos
nos enseñaron este arte venturosa
de la guerra de sujetos y de predicados
y nos dijeron cómo puede descubrirse
en el ''Es' el'no'; también por eso mismo era
por lo que te enamoraba la bandera roja
de la clase proletaria; y no por lo �que dicha
clase, o lo que fuera, fuese: pues apenas cabe
ver cosa más odiosa, y odioso para sí mismo,
que un trabajador� aparte -claro está- del propio
1884 patrón y del vendido que las virtudes canta
del trabajo; mas con todo los amabas, dado
que en la clase que asumía la miseria toda
del mundo (así nos lo tenían enseñado
en la escuela) se alumbraba la promesa de que ·
la conciencia en ellos de lo que ellos eran era
negación, la verdadera, de la propia esencia
del trabajador, y siendo éste el verdadero
corazón de la mentira del Estado todo,
muerte del estado mismo de las cosas; pero .
también al mismo tiempo, bien que os parezca
contradictorio, amábamos a la derrotada clase
1896 de nuestros padres, comerciantes de tres al cuarto,
desertores del arado, pálidos publicanos
chupatintas, galenillos de cuarenta igualas,
casposos ·profesores, músicos inspirados,
inconsolables viudas, rúbricas incansables
de solicitudes; esto es, en fin, si puede
llamarse clase a una cuya sola esencia
consiste en una cierta facilidad notable
para traicionar la propia clase en pro de otra
cualquiera; y si por algo, fue portan dudosa
Sermon de ser y no ser 77

manera de saberse por lo· que supimos


amarlos a su manera; así como estos días
1908 que florido vendaval sacude las miopes
cristalerías de las aulas, confesemos ·
que un poco andamos como, a veces, enamorados
hasta de nosotros mismos, prole descastada
de los burgueses, nietos de la tierra, malos
pupilos de las almas madres; mas, sin duda,
tan sólo en.tanto en cuanto con lo que negamos
negamos nuestra propia condición y en cuanto,
díscolos aprendices de las verdades de la ciencia,
a hacer venimos entre el humo de las plazas
que canten las verdades su mentira; y sea
maldito aquél que amores sin sentido quiera
1920 a matrimonio reducirlos y a ingrediente
de la evolución del Orden; pues de mí te digo ·
que por eso solo, y no por lo que fueran ellas,
he amado a las palabras largamente, he dado
vueltas a millares y millares de renglones
y analizado minuciosamente cómo
ellas se descomponían en multicolores
piececitas contrastivas o con qué sintaxis
.por engarces finÓs se ensartaban en los largos
collares del discurso; y no era por lo que eran
o decían, sino justo por lo que ni eran
ni decían: se pensaba que las menestralas.
1932 que entretejido habían el universo de este
retablo de maravillas a lo mejor sabrían
lo mismo destejerlo; y era así por eso
por lo que se las amaba; como ni más ni menos
se tiene al fin y al cabo algún cariño a veces
a los hombres en general; pues no va a ser por eso
que son: que, para serlo, mucho mejor lo hacía
78 A. García Calvo

Dios mismo, por ejemplo; no, sino que en ellos


puesta esperanza tienen los innumerables
otros y los otros de los otros, imposibles
animales desconocidos que prisioneros yacen
en el corazón del ser y los queridos muertos
1944 que no han vivido nunca, y tantos y tantos otros
que no son ellos; y en lo que de ellos se confía
es en eso de que, aun siendo lo que son, con todo
también se contradicen; y si merecen cierta
simpatía, es por lo mucho que en la misma piedra
saben tropezar y las sin fin posibilidades
que de equivocarse tienen; que lo que es el resto,
apenas cabe cosa más aborrecible
que los hombres, salvo sólo, evidentemente,
un solo ser, el Hombre. .Vale bien la pena
calarse por un momento, para mirarse uno,
los ojos amarillos con que tristes bestias
1956 lo vieron aparecer en la dormida selva
sin rabo y con fusil y con la boca llena
de tamborcitos embusteros, o, por lo menos,
aquellos blancos ojos con que algunos, que eran,
según se cuenta, menos hombres, por Oriente
lo vieron arribar del Occidente al hombre
que por entonces detentaba el monopolio
de ser hombre; a qué os voy a recordar de largo
y por menudo lo que sabéis vosotros solos
mejor que yo. Mas no olvidéis tampoco esto:
que suelen equivocarse; y en cualquier sentido
se equivocan: que, lo mismo que a las veces dicen
1968 «Voy a la estación» y van a la taberna, en cambio
cualquiera sabe adónde pueden ir si dicen
«Voy a la taberna». Pues mentir, a bien que miente
el ser; pero a su vez el ser no puede menos
Sermón de ser y no ser 79

de ser mentira, como nos hemos en nuestros versos


empeñado en alumbrarte; conque mira entonces
lo que es mentira que ella miente, y que con ello
se miente; que en la misma maña con que dice
«No soy, no soy» el lobo y se disfraza con la
piel de la cabrita blanca, cuando afirma abriendo
las fauces «Sí, soy yo», apenas se concibe
lo que puede estar pasando: aromas de mirra y sándalo
1980 de las chimeneas de las fábricas o rosales
brotando de los cementos. Es como si ahora
escribo aquí: «Lo que se dice en esta frase
que estoy ahora pronunciando, entre los versos
mil novecientos ochentaydos - mil novecientos
ochentaycinco, no es verdad»: ¿qué crees que pasa
con esto? Acaso quieras traducirlo en forma
de otro letrerillo que a menudo escrito encuentras
con tiza por las tapias, «Tonto el que lo lea»;
y sin embargo, en esa tontería sola
toda la sabiduría de no saber se alumbra
y alienta toda la esperanza; no la mía,
1992 por cierto, que la mía se quedó olvidada
en el fondo del tonel, sino la de los otros
que ni sean lo que son ni sepan lo que saben
ni se llamen yo ni necesiten nombre alguno.
Sermón, sermón ingrato, héte pués al cabo
cumplido: ya has contado lo que deseabas
por hoy; el diablo sepa ya si deseaste
lo que debías. Pero, sea lo que sea,
ale y a la calle, vete, sal; cualquiera intenta,
con tanto que has crecido, convencerte ahora
de que te quedes quieto; conque entonces, ¡ea,
y salud! Y ni siquiera temas demasiado,
2004 si llegare el caso, que te metan en el potro
80 A. García Calvo

de los dientes de antimonio y por entre las planchas


dolorosas de la imprenta: al fin y al cabo, tanto
no hay de qué penar por ser el que uno es: pues nada
es definitivo, sino borrador: tú mismo
cuando también doctrina te hayas vuelto y carga
positiva, habrás de ver que no habrá de faltarte
quien a tu vez te niegue y te deshaga y deje
en libertad y olvido todas tus palabras.
Bendito aquel que venga con la mano en alto
y borre las cenizas de la muerte, un día
que la red de oro de par en par se abre al aire
2016 y se pierden los murciélagos por el hondo cielo.

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