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ARQUITECTURA Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

HISTORICISMO Y
ECLECTICISMO.
EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La Revolución Industrial se inició en Inglaterra a mediados del siglo XVIII y
rápidamente se propagó por el mundo occidental. Como consecuencia, durante
las primeras décadas del siglo XIX empezaron a producirse cambios que hicieron
que la vida cotidiana cambiara de manera radical.
Las consecuencias de este gigantesco cambio global en el terreno arquitectónico
fueron:
1. A nivel de tecnología constructiva, la Revolución Industrial ofreció a la
arquitectura nuevos materiales que complementaban a los tradicionales. La
arquitectura anterior era básicamente de madera, piedra o ladrillo. A partir de ese
momento, los nuevos materiales producto de las transformaciones industriales
de alta tecnología empiezan a tomar protagonismo. El hierro y el vidrio
empezaran a ser usados de forma masiva y se inventará el hormigón armado,
combinándolo con el hierro y produciendo cementos cada vez más sofisticados.
2. Aparece una serie de tipologías arquitectónicas nuevas que nacen como
respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad industrial. El nuevo mundo
exige cada vez más un esfuerzo de respuesta a los arquitectos para elaborar los
nuevos tipos de edificios (la estación de ferrocarril, el puente, los viaductos, los
grandes almacenes,
etc.).
3. Dualismo arquitectónico. En este tiempo habrá coexistencia entre el nuevo
mundo de la arquitectura industrial y la arquitectura que sigue utilizando formas
tradicionales en plena modernidad.
4. Todos los cambios anteriores afectan a la propia estructura de los oficios. El
arquitecto deja de ser un artista para convertirse en un profesional. Se crean
estudios formados por varios arquitectos, con delineantes, aparejadores,
calculistas de estructuras, especialistas en decoración, etc. También cambia el
trabajo del albañil, pasando de una construcción completamente artesanal a una
industrialización del proceso de construcción.
LA ARQUITECTURA DEL HIERRO
Los puentes metálicos son unos de
los símbolos de la época, y
conforme avance el siglo XIX, irán
creciendo las posibilidades técnicas
en mayor medida. El hierro de la
primera fase de la
Revolución Industrial es
relativamente malo técnicamente –
muy frágil y quebradizo. Algunos
ejemplos son el Puente sobre el
Severn, cerca de Coalbrookdale (1779) por A. Darby, Wilkinson y Pritchard,
Puente de Sunderland (1796) por Burdony Wilson, Pontdes Arts (París, 1802) L.
de Cessart.
Un aspecto esencial es la unión entre el puente y el ferrocarril, dando lugar al
viaducto. Ejemplo de ellos es el puente tubular Britannia (1852), por Stephenson
Con el tiempo se llegará al puente colgante, que en lugar de ser directamente
sostenido por una estructura de arcos, cuelga de cables de acero que a su vez
están sostenidos por torres con unas
luces infinitamente mayores a las de
los puentes tradicionales.
Puente sobre el Avon en Cliffton
(1829-1864), por I. K. Brunel. Puente
de Brooklyn, Nueva York (1868-1870)
por John y Washington Roebling
En España, puente en Portugalete
(1890-1893), por Alberto Palacio y
Elisagüe.
Sin lugar a dudas, los mayores iconos
de la nueva época son las
ESTACIÓNES DE FERROCARRIL.
En el tren convergen tres de los
pilares fundamentales de la
Revolución Industrial: el hierro, el
carbón y la máquina de vapor. A
nivel urbano, estas estaciones se
convertirán en las verdaderas
puertas de la ciudad, sustituyendo
a las aperturas en murallas y arcos
de triunfo. La mayoría de las
estaciones de ferrocarril
mostrarán en su interior la más
alta tecnología de precisión de los
nuevos materiales, pero en cuanto a su relación con la ciudad en el exterior,
asume la forma tranquilizadora de la arquitectura tradicional. Con el tiempo,
según aumenta el número de viajeros y la cantidad de mercancías transportadas
irán aumentando su tamaño, hasta convertirse en auténticos puertos dentro de
la ciudad.
Estación de Liverpool (1830), por John FosterII y George Stepheson, Estación
de King’s Cross, Londres (1851-1852), por Lewis Cubitts, Estación de S.
Pancras, Londres (1863-1876), por Barloty Ordish, Gare du Nord, París (1863),
por Jacques I. Hitorff, Gare d’Orsay, París (1900) por Laloux. En España, la
primera máquina de vapor llega en 1848 (aunque lo hizo con anterioridad en
Cuba) para conectar Barcelona con Mataró. Estación de Huelva (1880), por Font;
Estación de la plaza de Armas, Sevilla; Estación de Atocha, Madrid (1883-1894),
por Alberto Palacio y Elisagüe.
En el mundo de la Revolución Industrial ya es normal el movimiento y la
velocidad frente a la quietud de la época anterior. Pasamos de la posada
tradicional al GRAN HOTEL. La Revolución Industrial hace que aumente
exponencialmente el número de
mercancías. Para almacenarlas
aparece el GRAN MERCADO
CENTRAL.
Los mercados centrales
suponen el paso de metrópolis
de millones de habitantes. El
ejemplo más destacado es el de
LES HALLES de París, de
Victor Baltard. Se trata de un edificio de hierro de escala descomunal que
desafortunadamente fue derribado en los años 70. Otro invento fue el PASAJE
COMERCIAL,
interesante híbrido
tanto en
arquitectura como
en situación. No es
ni un interior ni un
exterior, ya que
pretende ser un
sucedáneo de calle
pero a cubierto. A
pesar de utilizar las
mejores tecnologías para sus cubiertas, las fachadas de las tiendas son
totalmente tradicionales.
En ciudades como París llegaron a
crearse grandes redes de galerías,
pero que han desaparecido en su
mayoría. Pasaje Panoramas, París
(1800); BurlingtonArcade, Londres
(1818); Galería Vivienne, París (1825);
Galería de Orleans, París (1829); Bazar
de Hamburgo (1845); Galería
St.Hubert, Bruselas (1847); Galería
Vittorio Emanuele, Milán (1867);
Galería Kaise, Belín (1867), Galería de Clevaland (1890). La nueva tecnología
también se empleó en dotar a los grandes parques urbanos con dispositivos que
mezclan lo científico con el ocio de masas. Un ejemplo de ello son los grandes
INVERNADEROS que aparecen en muchos parques públicos de Europa.
Volvemos a ver esas columnas de fundición a las que se les intenta dar una
forma tradicional que no era para nada necesaria desde el punto de vista
estructural.
En el comercio de lujo también se pasa
de la pequeña a la gran escala con los
GRANDES ALMACENES. Estos
edificios se tratan con esplendores de
palacio, fomentando el lujo y las
necesidades de comprar. Ahora
aparece la función del escaparatista,
especialista en diseñarlos para
convertir los productos en objeto de
deseo.
También al arquitecto se le pide que el espacio sea lo más flexible posible para
ir cambiando los flujos de clientes conforme vayan dictándolo las necesidades
del mercado. Galería comercial Au Bon Marché, París (1872), Galería comercial
Au Printemps, Paris (1882), Galerías Lafayette.
EXPOSICIONES UNIVERSALES
Las exposiciones universales se desarrollan a partir de la segunda mitad del siglo
XIX como signo del avance industrial y comercial y supusieron un momento
verdaderamente interesante para las nuevas arquitecturas surgidas a raíz de la
Revolución Industrial. Estos eventos eran considerados todo un acontecimiento,
símbolo de un mundo cada vez más abierto, lugares donde iban los distintos
países a enseñar su cultura, sus producciones y conquistas más recientes. Las
exposiciones universales se convirtieron también en el escaparate perfecto para
mostrar al mundo la arquitectura más vanguardista y atrevida de la que el país
anfitrión era capaz. La ciudad elegida para montar una de estas exposiciones
creaba una nueva ciudad efímera que se plantea casi como una alternativa a la
ciudad real, donde los arquitectos tenían libertad total para ensayar nuevas
tecnologías y tipos de edificios.
El máximo ejemplo lo encontramos en el CRYSTAL PALACE, edificio que
albergó la primera EXPOSICIÓN UNIVERSAL
CELEBRADA EN 1851 EN LONDRES, capital de la entonces primera potencia
mundial.
La organización necesitaba un
espacio de gran volumen que fuera, a
la vez, simple, económico y de rápida
construcción. El proyecto elegido fue
el de Joseph Paxton, que no era
arquitecto sino constructor de
invernaderos. El emplazamiento
original fue el céntrico Hyde Park. Con
600 metros de largo, 137 de ancho y
una altura de 34 metros era el edificio
más grande construido hasta
entonces. Los
materiales
empleados en su
construcción
fueron el hierro, el
cristal y la madera.
El aspecto más
sorprendente, a
parte de sus
dimensiones y sus
materiales, fue el
breve tiempo en
que se construyó,
solo nueve meses,
gracias a la
estandarización y la fabricación en serie.
Siendo el edificio más moderno en aquel momento, el peso de la historia es tan
fuerte que ni siquiera este puede liberarse. A nivel de composición
arquitectónica, está basado en el esquema de planta basilical: nave central con
naves laterales más bajas y crucero. El encargado de la decoración interior fue
Owen Jones, arquitecto británico gran conocedor de la Alhambra. Él estaba
convencido de que en el monumento nazarí se encontraban las bases científicas
sobre cómo usar el color en arquitectura, por lo que repite en el pabellón el mismo
esquema de colores de la Alhambra.
Posteriormente, en 1854, fue desmontado y trasladado a la zona del sur de
Londres conocida como Upper Norwood. Aprovechando el traslado se modificó
ligeramente el diseño original. Fue allí donde permaneció hasta su destrucción
por un incendio en 1936. París organizó varios de estos eventos, pero la
EXPOSICIÓN
UNIVERSAL DE 1889
Era especial, pues se cumplían 100 años de la toma de la Bastilla. La primera
Exposición Universal, con la construcción del magnífico Crystal Palace causó un
impacto sin precedentes, inaugurando una escalada competitiva en la que en
cada exposición pretendía superar los logros arquitectónicos conseguidos en la
anterior. El edificio más importante de la exposición de 1889 fue la GALERÍA DE
MÁQUINAS, culminación de la arquitectura del hierro del siglo XIX. Se trataba
de un edificio alargado de 420 m de largo y 110 m de ancho. Contaba con una
nave central cubierta mediante arcos triarticulados de hierro de 110 metros de
luz, con sendas articulaciones en los arranques y una tercera en la clave.
Constituyó, en su época, el edificio de mayor luz del mundo y uno de los hitos
del desarrollo de la tecnología de las estructuras metálicas. Con el tiempo se
derribó, convirtiéndose uno de las mayores pérdidas patrimoniales de la ciudad.
El otro símbolo de la Exposición Universal de 1889 fue la TORRE EIFFEL.
Estaba pensada para simbolizar el progreso tecnológico de Francia y ser al
mismo tiempo un monumento en el sentido tradicional. Con sus 300m de altura,
servía como puerta de entrada al recinto de la feria. Incluso siendo un símbolo
de progreso, no se libra de las referencias a la arquitectura histórica con ese arco
central, que no es estructural pero que le da aspecto de arco de triunfo. La
construcción de la torre fue muy polémica desde el principio y su permanencia
generó un gran debate entre la arquitectura contemporánea y la ciudad
tradicional. Finalmente se salvó porque su altura era ideal para las
comunicaciones telegráficas. Ahora, ya es un icono inseparable de París.
ECLECTICISMO E HISTORICISMO
En estas grandes ciudades del siglo
XIX, el revestimiento de los edificios
con rasgos históricos se consideraba
necesario cuando estos tenían un
carácter representativo o monumental.
Ejemplo de esto es la reconstrucción
que se hace del PARLAMENTO DE
LONDRES después del incendio que
lo destruye. Se decide que un edificio
ta simbólico en Inglaterra tiene que ser
reconstruido con lo que los británicos
consideran su estilo nacional, el
gótico. Por lo tanto, se construye un edificio de unas proporciones gigantescas
donde la geometría está marcada fuertemente por esa tradición. Al final, la orilla
del Támesis queda marcada con ese espectacular edificio acompañado del Big
Ben. Lo mismo ocurre en la nación húngara, que elige como estilo de su
parlamento el neogótico.
Otros edificios de tipo político prefieren recurrir al neogriego porque plantean la
asociación entre la democracia moderna y la democracia griega antigua.
Ejemplos de ello son el parlamento de Viena o el de Madrid. Proliferan también
en el siglo XIX los monumentos conmemorativos. Un ejemplo es el edificio que
se construye en Roma a finales de este siglo para conmemorar el proceso de
unidad italiana.
El MONUMENTO VITTORIO
EMANUELE II es brutal respecto
a sus dimensiones e invade el
área de los foros romanos.
Si analizamos parte por parte,
vemos que están todos los
rasgos posibles de la
arquitectura clásica combinados.
También la arquitectura religiosa
es objeto de todo este tipo de
reflexiones sobre el estilo
adecuado.
Cuando se construye la nueva
CATEDRAL DE MARSELLA se
decide evocar las relaciones de
la ciudad con el mediterráneo
oriental y darle un cierto estilo
neo bizantino. La antigua
catedral es la mini ruina de al
lado.
De esta arquitectura historicista,
quizás el ejemplo más conocido
de todos es la ópera de París. El
neo islámico es fortísimo en
Granada y cuando se construye el primer hotel moderno, el Alhambra Palace, se
decide hacer en este estilo.
Vemos también el castillo de Baviera en estilo neogótico (castillo de Disney).
Hay incluso edificios en estilo neoquattrocento como el mercado de Venecia,
evocando los momentos más gloriosos de la república.

PATRIMONIO Y RESTAURACIÓN
En este momento también
surge cierta conciencia
sobre el patrimonio. Se
dispone de edificios
antiguos y hay que
restaurarlos. En este
debate hay muchas
posturas que podemos
simbolizar en dos
personajes.

VIOLLET-LE-DUC (1814-
1879) fue el gran crítico de
la época, y padre de una
teoría restauradora que
buscaba devolver los edificios históricos, que han llegado mutilados,
transformados o inconclusos, a un estado ideal inicial. A él le debemos la imagen
actual de prácticamente toda la arquitectura medieval francesa.
En 1840 se encargó de la restauración de NOTRE-DAME DE PARÍS.
Completó todos los remates y colocó la aguja. Una de sus mayores
intervenciones la realizó en la ciudad medieval abandona de CARCASSONE.
El principal inconveniente de este método de restauración es que no sólo
consolida, sino que crea. Además, destruye parte del valor del edificio, porque
borra parte de la historia, y no distingue qué es original y qué no.
Frente a la idea de Viollet-le-Duc, en el extremo opuesto se encuentra JOHN
RUSKIN (1819-1900). A Ruskin le horrorizaba cualquier intento de restauración
de un edificio, pues decía que era como tratar de devolver la vida a un cadáver.
Se opone por completo a la corriente restauradora de Viollet-le-Duc pues
considera que al reformar se destruye, pervierte y falsifica. Para Ruskin la única
intervención legítima para la ciudad contemporánea es consolidar lo que hay.
Uno de sus libros más relevantes es "Las siete lámparas de la arquitectura".
HENRY LABROUSTE (1801-1875)
Henri Labrouste realiza en los años centrales del siglo XIX dos edificios que son
intentos de diálogo entre los mundos de la máquina y la historia. Los dos edificios
son BIBLIOTECAS, lugares culturales marcados de simbolismo. La aparición de
las primeras bibliotecas públicas estuvo motivado por el aumento progresivo del
número de lectores y personas alfabetizadas y el abaratamiento vertiginoso de
los libros, consecuencia de la Revolución Industrial.
La primera de ellas es la BIBLIOTECA DE STE. GENEVIÈVE (1843-
1850), situada
justo al lado del
panteón de
Soufflot. Es una
biblioteca en la
que,
exteriormente,
se recurre a las
formas
tradicionales de
la historia, en
este caso el
acueducto.
Hace un guiño
entre interior y
exterior,
colocando ventanas altas que iluminan la galería y por debajo, un muro ciego
ocupado por las estanterías del interior. Sin embargo, lo más interesante es la
solución para la cubierta de la sala de lectura: aplica los experimentos que se
estaban realizando en las galerías de máquinas de las exposiciones universales
a un espacio tan simbólico como es una biblioteca. Al final, el resultado es una
enorme nave basilical dividida en dos por una espina de columnas de hierro
fundido.
En la BIBLIOTECA NACIONAL DE PARÍS (1868-1878) también vuelve a
aparecer este diálogo entre las formas de la historia y la arquitectura industrial.
Labrouste diseña una sala estructurada a base de columnas altísimas de hierro
fundido y cubierta por bóvedas metálicas y óculos que dejan entrar la luz. El
resultado es un aspecto neo bizantino pero conseguido gracias al uso de la alta
tecnología constructiva. El elemento que mejor representa este intento de
diálogo entre tecnología e historia es la gran puerta de cristal que da acceso al
depósito de libros. Este depósito es una de las piezas más innovadoras de la
arquitectura, ya que se construye tomando como modelo el diseño de los
grandes barcos de
vapor, donde el espacio
interior está dividido por
una serie de galerías
metálicas. Esto estaba
pensado en función de
los flujos y de las
circulaciones de los
empleados que
buscaban los libros. La
puerta de vidrio que unía
estos dos espacios
permitía que el lector
pudiera ver todo lo que
ocurría tras ella.

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