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Deseo y libertad

Libertad entonces no puede entenderse como la capacidad que cada ser humano tiene para ser quien es, para «hacerse a sí
mismo» como predica la ideología liberal, sino como la capacidad común de los seres humanos para, colectivamente, inventar
un mundo en el que quepan muchos mundos. (P.27)

El punto nodal de la acción colectiva se encuentra en la creación de instituciones y espacios de interacción social que sean
aceptados y compartidos por todos aquellos que se encuentran involucrados en ellos. Si se admite que esos espacios son
disimétricos y no siempre satisfactorios desde el punto de vista de los agentes, la cuestión se traslada al problema de la
legitimación, entendida como la pregunta por las razones de la validez de los edificios institucionales, que obliga a los
ciudadanos a asumir la obediencia a las normas. (p.48)

El prejuicio racionalista y el miedo al caos inherente a una sociedad de clase podrían, tal vez, explicar por qué esta
artificiosidad se redujo al principio normativo, según el cual el punto clave reside en el establecimiento de normas que puedan
ser reconocidas por todos, en la creación de dispositivos de intervención y en su legitimación, minusvalorando el proceso de
constitución colectiva en beneficio de la gobernabilidad. (p.49)

En el discurso anarquista se llama libertad al conjunto de las potencias creativas humanas, materializadas en las fuerzas
que llevan a los seres humanos a actuar, fuerzas que no son de naturaleza teórica, ni «racional», sino materiales y
pre-racionales. La acción política libre o liberadora supone un nivel de espontaneidad y de entusiasmo que arrastra a
las masas con una fuerza muy superior al cálculo político, pero su objetivo no es otro que eliminar las barreras de
todo tipo que se oponen a la libre expansión del individuo, postulado como principio y fin de la acción política.

Según Espinoza «el deseo es el esfuerzo consciente por perseverar, en el ser, la pasión expresiva de la esencia toda del
hombre” (p.124)

Así pues y de acuerdo con Deleuze, podemos definir los procesos de subjetivación como procesos de constitución
imaginativa y simbólica de ese espíritu-sujeto al que denominamos yo. Esos procesos están animados por el deseo, o
sea la fuerza o la energía que circula por ellos —el conatus del que hemos hablado con Spinoza— pero de tal manera que
aquél tampoco les preexiste como algo «natural» sino que «se hace uno con ellos»: «El deseo sólo existe maquinado,
agenciado. No podéis captar o concebir un deseo al margen de un determinado agenciamiento, en un plano que no preexiste
sino que debe ser construido. Lo importante es que cada uno, grupo o individuo, construya el plano de inmanencia
que le permita sacar adelante su vida y su empresa […] Esa es sin duda la única espontaneidad del deseo: no querer ser
oprimido, explotado, esclavizado, sometido. (p.151)

El deseo es en sí mismo proceso revolucionario inmanente. El deseo es constructivista, en modo alguno espontaneista. Como
todo agenciamiento es colectivo, él mismo es un colectivo; sin lugar a dudas todo deseo es asunto del pueblo, un asunto de
masas, un asunto molecular». (p.152)

los procesos de subjetivación a los que define como «los diversos modos en que los individuos o las colectividades se
constituyen como sujetos: tales procesos sólo valen en tanto que, cuando ocurren, escapan a la vez a los saberes constituidos
y a los poderes dominantes. Incluso si, como consecuencia, engendran nuevos poderes o vuelven a formar parte de nuevos
saberes. Pero, por el momento, detentan una espontaneidad rebelde. No se produce ningún retorno al «sujeto», es decir a una
instancia dotada de deberes, poderes y saberes. Más que de proceso de subjetivación se podría hablar también de nuevos
tipos de acontecimiento: acontecimientos que no se explican por los estados de cosas que los suscitan o en los que recaen.
Se levantan por un instante y es ese momento el que es importante, es la ocasión que hay que atrapar».19 Los procesos de
subjetivación no son solamente constructivos, incluyen también rupturas y huidas que propician una nueva composición de los
deseos, que abren caminos inéditos para su circulación, su combinación y su encuentro. (p.152)

El deseo, justamente porque funciona siempre como una «máquina deseante», rehuye la constricción a reducirse a una línea
predeterminada; siempre busca «agenciarse de nuevo», siempre está en proceso y en devenir, siempre traza «líneas de
fuga», caminos imprevistos, como cuando «revienta una cañería». Eso permite pensar una política constantemente en
proceso, cambiante y polifacética. (p.154)

El análisis del capitalismo se inscribe a su vez en estas coordenadas, ya que tanto Deleuze como Guattari lo conciben
como un «sistema inmanente que no cesa de desplazar sus propios límites»,27 mercantilizando y capitalizando todo lo que
encuentra a su paso. En este movimiento traza una serie de «líneas», de «trayectorias» que se combinan con «líneas de fuga»
trazadas por las resistencias y los movimientos que atraviesan el sistema.

Si el proceso de subjetivación o de constitución de la subjetividad es una actividad en proceso, como nos han mostrado
Deleuze y Guattari, y si esa actividad permite abrir vías para la circulación del deseo, tal vez no esté de más preguntarse
por los vericuetos de la constitución de la «subjetividad femenina», y por los lugares predispuestos para ella en la
estructura familiarista de la sociedad.

Como si volviéramos al viejo doble haz Foucault/Deleuze. Donde Foucault habla de poder, dijo una vez Deleuze, yo
hablo de deseo. Donde Butler habla de entramado y repetición de discursos performativos que construyen cuerpos,
Braidotti habla de cuerpos que se experimentan y se construyen generando e intercalando discurso. El deseo como pulsión
y como decisión es fundamental en su proyecto que, sin embargo, no es «subjetual» en el sentido de que tanto ella
como Teresa de Lauretis insisten en que el sujeto o la subjetividad es excéntrica con relación a su yo consciente y está
tecnológicamente construida. Dejemos pues atrás las anteriores dicotomías: ni el sexo es lo natural, ni el género es lo cultural.
Ambos están tecnológicamente construidos por medio de tecnologías sociales y bio-médicas. Éste es el desafío del feminismo
contemporáneo: construir un devenir-mujer no «identitario» o encorsetado en la diferencia, ni «igual» a lo masculino, sino
autónomo y atento a nuestros deseos y experiencias. (p.161)

Dicho de otro modo, la primera necesidad es que el «gobierno perdure» y esa exigencia tiene sus propias condiciones:
ninguna tiranía puede prolongarse si no incorpora la propia fuerza del «pueblo», su «potencia de obrar». Entendida así, lo
característico de la política es su capacidad para instaurar formas de acción colectiva que se mantengan en el tiempo. Y que
se mantengan, no porque sean legítimas desde una perspectiva contractualista o iusnaturalista, sino porque identifiquen
claramente los problemas a resolver y pongan en marcha una «imaginación política» que sea capaz de inventar dispositivos
adecuados para la tarea. (p.188)

en nuestra época, ser capaces de inventar dispositivos políticos que rompan la hegemonía de los partidos y la burocracia
dominante y que sean capaces de hacer valer la enorme fuerza de los nuevos trabajadores y
migrantes que reproducen constantemente los lazos sociales y garantizan la supervivencia. Si, como afirma Vandana
Shiva, «la democracia representativa se demuestra cada vez más inadecuada para defender nuestras libertades
fundamentales»,21 es que ha llegado el momento de experimentar nuevas formas políticas que, cuanto menos, deben reunir
algunas condiciones, entre ellas el ser respetuosas con las exigencias ecológicas de la tierra, potenciar las capacidades
de las poblaciones y preservar la diversidad ecológica y cultural de todos los habitantes. (p.189)

A su vez Negri y Hardt centran la oposición entre pueblo y multitud en el poder unificador de la representación que es
quien propiamente construye el «pueblo», frente a la carencia de representación unitaria, en la medida en que es una
acción constituyente inmanente, que caracteriza a la multitud. El artífice de la noción de pueblo fue explícitamente
Rousseau y su teoría de la «voluntad general», mientras que a diferencia de éste, multitud designa «un sujeto social activo,
que actúa partiendo de lo común, de lo compartido por esas singularidades. La multitud es un sujeto social internamente
diferente y múltiple, cuya constitución y cuya acción no se fundan en la identidad ni en la unidad (ni mucho menos en la
indiferenciación) sino en lo que hay en común».25 Eso común es, en primer lugar, la producción compartida de la riqueza
común por medio de diversas formas de trabajo, entre las cuales el denominado «trabajo inmaterial», es decir aquél que tiene
que ver con los códigos, los saberes, el lenguaje, la comunicación y los afectos, ocupa un lugar hegemónico. «Toda ella es
productiva y toda ella es pobre», afirman nuestros autores,26 puesto que su expropiación, por mecanismos diversos, entre
ellos los directamente políticos, es la base de la explotación. (p.193)

Negri finalizaba la respuesta a Macherey antes mencionada recordando que «la ambición de la multitud no es tomar el
poder, sino gestionar lo común».30 Si eso es así, entonces, dada la inmanencia de «lo político» en lo social y laboral, la
política deja de ser «el arte de gobernar» a los otros, para pasar a ser la «experiencia genéricamente humana de comenzar
algo nuevo, la exposición a los ojos de los demás, una relación íntima con la contingencia y lo imprevisto». (p.195)

1. La política no es el arte de gobernar y de dominar, sino el esfuerzo por construir y preservar el común. Al viejo modelo de
la política de la dominación, incluso cuando se sustenta en la idea de que un colectivo no puede sobrevivir sin que alguien
mande en él, estamos en condiciones de contraponer la política como la constitución de las normas, las reglas, los hábitos y
las disposiciones del vivir común.Las oposiciones, las resistencias y las alianzas tienen que delinearse de nuevo sobre la
confluencia de los intereses básicos de las poblaciones, redimensionando las preferencias. A pesar de las profundas
diferencias y contraposiciones entre unos y otros sectores de la población mundial, están empezando a emerger algunos
puntos clave, tales como la exigencia de igualdad y respeto por las mujeres, la exigencia de mantener y cuidar el planeta, o la
exigencia de no destruir las propias raíces del vivir colectivo. En último término la exigencia de cuidar nuestro vivir común.
(p.196)

Una práctica política flexible, articulada en organizaciones reticulares, que permita una transferencia rápida de conocimientos,
recursos, actividades, etc. Ciertamente esta forma de organización tropieza con serias dificultades a la hora de tomar
decisiones vinculantes o de hacer avanzar determinadas iniciativas pero tiene la ventaja, frente a las organizaciones
tradicionales verticales y mucho más homogéneas, que no coarta las diversas disponibilidades y ofrece un campo
mucho más rico para el despliegue de la propia creatividad. Ofrece además un territorio fértil para las nuevas tecnologías
de la comunicación que empiezan a ser imprescindibles en estas nuevas formas de hacer política. (p.197)
Ahora bien, si en los ilustrados la libertad es presentada como una especie de fuerza natural entroncada con el discernimiento
que permite a los individuos, al menos a los más dotados, desafiar el orden imperante, caracterizado por su mediocridad, por
su hipocresía y por el envilecimiento que provoca, en los siglos posteriores se dará mayor importancia a su ligazón con el
deseo. A éste hay que enfocarlo en una perspectiva no biologicista —sin reducirlo pues a mera tendencia, instinto o apetito—
ni tampoco espiritualista, como destino o llamada, sino que más bien hay que pensarlo como un principio activo, o sea como
acción, represión, desplazamiento pulsional y corpóreo. Justamente el deseo, así entendido, necesita de la libertad como su
ámbito de manifestación, desde sus aspectos más básicos como libertad de movimientos, de expresión, de manifestación...
hasta formas más artificiosas como la libertad de apropiación, el derecho de defensa o la libertad política. (p.25)

Micropolitica

como cualquier otra cartografía, sea cual fuera su tiempo y su lugar, se trata aquí de la invención de estrategias para la
constitución de nuevos territorios, otros espacios de vida y de afecto, una búsqueda de salidas hacia afuera de los territorios
sin salida. (p.24)

Así como el capital es un modo de semiotización que permite tener un equivalente general para las producciones económicas
y sociales, la cultura es el equivalente general para las producciones de poder. Las clases dominantes siempre buscan esa
doble plusvalía: la plusvalía económica a través del dinero y la plusvalía de poder a través de la cultura-valor. (p.37)

La garantía de una micropolítica procesual sólo puede —y debe— ser encontrada a cada paso, a partir de los agenciamientos
que la constituyen, en la invención de modos de referencia, de modos de praxis.

Por eso prefiero la noción de agenciamiento, en lugar de la noción de acto. La noción de agenciamiento puede comportar:
1. Movimientos de flujos de toda naturaleza, que no son del orden de un acto (flujos demográficos, flujos de sangre, de leche,
de hormonas, de electricidad).
2. Dimensiones territoriales, que son un cierto tipo de acto, pero un acto de protección, de circunscripción, de subjetivación que
busca situarse en cuanto tal.
3. Dimensiones procesuales, maquínicas, que —éstas sí— serían efectivamente registro de un acto.
4. Dimensiones de universos que —por el contrario— no son absolutamente de la naturaleza de una voluntad, sea cual sea
—voluntad procesual o voluntad de territorialización—, sino que constituyen una suerte de encuentro con otras dimensiones de
existencia. El descubrimiento amoroso, el descubrimiento estético, el descubrimiento de nuevos tipos de posibles, no
pertenecen al registro del acto. Aquí podríamos también referirnos a Kierkegaard o a Pascal: se trata de lo dado, que sucede o
no. Es del dominio de la gracia: puedes aferrarte cuanto quieras a tu oración, a tu voluntad de transformación —y en eso los
analistas, como todo el mundo, deben ser totalmente modestos—, suceda o no. Al final de su vida, Freud había percibido esto
perfectamente. En «Análisis terminable e interminable» se preguntaba sobre lo que ocurre, finalmente, al final de un análisis.
(p.268)

Yo diría que el inconsciente, en la segunda definición, se constituyó exactamente en el campo de posibles que este tipo de
agenciamiento colectivo conlleva, que lo vincula con el futuro, no con el pasado. Y recordemos que tal agenciamiento no es
forzosamente logocéntrico, ya que puede poner en juego toda clase de modos de expresión semiótica, toda suerte de
problemáticas de orden político, ecológico, técnico-científico, o lo que sea. (272)

Deseo
«El deseo es revolucionario porque aspira siempre a más conexiones».27 El deseo es actividad y producción, relación y
proceso. Segundo punto, la categoría de deseo guarda una profunda relación con la de producción, pero se diferencia por el
énfasis que pone al considerar la «producción de inconsciente» que puebla un campo social y que se encarna en
agenciamientos maquínicos de cuerpos y en agenciamientos colectivos de enunciación (p.15)

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Si bien la relación consumo - diseño, ha sido abordada desde diferentes perspectivas que sobrepasan nuestro
propósito con esta publicación, sin embargo, nos interesa hacer énfasis en algunos de los rasgos que hacen del
consumo el motor de la sociedad occidental moderna en tanto que, como lo señala Julier (2008, p 82), “(..) el
consumo es, intrínsecamente, un proceso cultural. Aunque requiere un intercambio económico, también implica
un ejercicio de preferencia, como parte de un acto de autoidentificación. La cultura del consumo entraña un
equilibrio entre la búsqueda de formas de vida con sentido y los recursos disponibles para llegar a ellas. Por
tanto la cultura del consumo trata del “tener” más que del “ser”. Como tal es el valor predominante en las
sociedades occidentales”
Crisis de los metarelatos

La unesco considera que la respuesta de los países emergentes y de economías intermedias a la


promoción de la diversidad exige una actitud proactiva, capaz de convertir la dinámica generada por
la globalización en una herramienta participativa y de desarrollo productivo que permita inyectar los
valores de cada cultura local en el torrente de lo global. Es urgente dar paso a una nueva arquitectura
de la política pública, capaz de comprender y aprovechar los comportamientos atípicos del comercio
de intangibles y de los productos de la creatividad. - Unesco - Políticas para la creatividad.

Según), se abordó la crisis epistemológica que la disciplina estaba atravesando a partir de discursos
relacionados con las siguientes perspectivas:, entre otros; estos discursos han ido reconfigurando el
discurso disciplinar y la comprensión social del diseño frente a la visión moderna que lo situaba
desde la famosa ecuación forma-función, vinculando la actividad proyectual en escenarios como la
gestión, el mercadeo, la psicología o los estudios culturales, dejando en un segundo plano el
problema funcional, poniendo de relieve la capacidad del pensamiento de diseño para integrar
elementos multidisciplinares, y enfrentar problemas y proyectar soluciones integrales que

Si bien estos discursos han permeado diferentes entornos de la práctica profesional del diseño y se
han ido insertado en las diferentes lógicas productivas actuales, no han dado una respuesta
coherente a los problemas o escenarios problemáticos mencionados con anterioridad; de hecho, han
propiciado la la relación diseño-consumo. En esta medida, se hace necesario redibujar otros
discursos disciplinares que sean consecuentes con una cultura política que permita gestionar el
común de una forma más incluyente.

Por otra parte, ante la creciente preocupación por los problemas sociales producto de esta cultura del
consumo y sus efectos sociales negativos, diferentes diseñadores y organizaciones han postulado
diferentes tesis que apuntan a encontrar presupuestos conceptuales y metodológicos que aportan a
la búsqueda de soluciones interdisciplinares y colectivas. Como lo señala Rodríguez Morales (2010),
las tesis más destacadas son:el diseño sustentable, el diseño incluyente (o universal), el diseño para
la base de la pirámide y sobre todo el diseño centrado en el usuario o las personas

Identidad relacional

“la identidad relacional, que consiste en tener una idea de sí sólo en tanto que partes de una unidad
mayor que es el propio grupo, lo que aumenta la sensación de seguridad y potencia frente a una
naturaleza que no controlan en ninguna medida. Esta identidad deriva de la incapacidad para
concebirse a uno mismo fuera de las relaciones en las que se inserta.” Almudena Hernández

la individualidad desde el discurso patriarcal “Se trata de una forma de entender y reflejar la realidad
basada en la fantasía de que un ser humano aislado puede sentir (y tener) poder sobre el mundo sin
necesidad de sentirse parte de una comunidad. Es una fantasía de potencia, sobre la que se ha ido
construyendo la individualidad masculina a lo largo de la historia y el tipo de conocimiento al que
esa forma de identidad se asociaba: la ciencia positiva.” Almudena Hernández

Hasta que al llegar a la Ilustración y la modernidad, se alcanzó un control y un conocimiento de las


dinámicas del mundo que, de manera completamente novedosa en la historia y en todos los grupos
conocidos, permitió a alguno de sus miembros prescindir de dios, reconocerse ateo, es decir,
pretender que no se necesitaba una instancia protectora para sentirse seguro en
el mundo​, porque ahora el individuo se bastaba con la razón y la tecnología para generar esa
seguridad. Almudena Hernández

El grado de individualidad de una persona no es otra cosa, entonces, que el trasunto identitario de
su posición de poder/control/ conocimiento racional del mundo. Es la contraparte cognitiva de ese
grado de poder. Como decíamos, ambas dimensiones se desarrollan correlativamente, son dos caras
de una misma moneda: un aumento de poder implica un aumento de la individualidad, pero del
mismo modo un desarrollo de la individualidad [...] implica un aumento del sentimiento y la capacidad
de poder. Y al revés: una pérdida de poder generará un aumento de la identidad relacional para
compensarla y mantener la confianza en la propia supervivencia. Almudena Hernández

“La identidad se transforma, es flexible, porque es siempre un recurso cognitivo destinado a


neutralizar la sensación de impotencia, de manera que según cuál sea la relación de poder que se
sostenga en cada momento con el mundo, se activarán los mecanismos de la identidad relacional o
de la identidad individualizada: cuanto menos poder, más identidad relacional; cuanto más poder,
más individualidad” Almudena Hernández

Cada forma de identidad es tan efectiva como las demás, porque cada una constituye un vehículo
eficaz para hacer frente a las condiciones de control del mundo que corresponden a cada cual. ​La
sociedad actual idealiza la individualidad y desprecia la identidad relacional porque la primera se
asocia con el poder y la segunda con la impotencia. P ​ ero, como iremos viendo, la primera es pura
fantasía si no se asocia con la segunda, porque dejaría en evidencia la pequeñez y la insuficiencia
de lo que una sola persona representa frente a todo el universo.Almudena Hernández

No se trata sólo de que producimos objetos individualizados porque nosotros lo estamos, sino de que
a través del uso rutinario de esos objetos nos vamos individualizando cada vez más, por lo que en el
futuro generaremos objetos crecientemente individualizados que potenciarán la lógica de la tendencia
social. [...] Desde este punto de vista, resulta obvio que las personas construyen la cultura material
tanto como la cultura material construye a las personas. Es decir, somos como somos
porque utilizamos determinados objetos, y porque somos así, fabricamos unos objetos y no otros.
Almudena Hernández pag. 21

Estamos acostumbrados a pensar la realidad como si los elementos que la componen pudieran
separarse entre sí siguiendo el modelo de las máquinas, cuando lo que ocurre es que si existen con
la forma en que existen es por su constante codeterminación e interacción pag.22

la relacionalidad también se encuentran en el pensamiento post-dualista que ha estado surgiendo en


la última década en ciertas tendencias académicas críticas, a menudo descritas cómo ‘el giro
ontológico’. La relacionalidad también está presente, en última instancia, en la propia Tierra, en el
tejido sin fin, incesante y siempre cambiante del que depende toda vida. En alguna parte del libro
hablaré de la ‘reactivación epistémica y política de la relacionalidad’ para señalar la emergencia de
estos conocimientos y fuerzas vitales. Arturo Escobar

Los ciudadanos y los clientes ya no tienen el rol de proveedores de información sobre sus
necesidades (como en los sistemas tradicionales de gestión de la innovación), por el
contrario, contribuyen con el proceso de desarrollo de nuevos productos para resolver
problemas.(pág 51)

Las sociedades del conocimiento, como indica Manuel Castells, en su libro La


sociedad red, se destaca como “una forma específica de organización social en la
que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten
en las fuentes fundamentales de productividad y poder, debido a las nuevas
condiciones tecnológicas que surgen en este periodo histórico.(pág 56) ”. Este
nuevo paradigma de la información se caracteriza por utilizar la información como su
principal materia prima, penetrar en todos los aspectos de la vida humana y subsiste
a partir de la lógica de la interconexión. “La morfología de red parece estar bien
adaptada para una complejidad de interacción creciente y para pautas de desarrollo
impredecibles que surgen del poder creativo de esa interacción...Esta configuración
topológica, la red, ahora puede materializarse en todo tipo de procesos y
organizaciones mediante tecnologías de la información de reciente disposición. Sin
ellas, sería demasiado engorroso poner en práctica la lógica de interconexión. No
obstante, ésta es necesaria para estructurar lo no estructurado mientras se preserva
su flexibilidad, ya que lo no estructurado es la fuerza impulsora de la innovación en
la actividad humana”(pág.105).

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