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“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD”

UNIVERSIDAD NACIONAL
TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA DE AMAZONAS
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESTUDIANTES: Alarcón Herrera Yovani Beatriz.


Tarrillo Guerrero Wimer.
Torrejon Alva Jheisy Loydith.
Vasquez Bustamante Jose Nilson.
Vasquez Herrera Roni Ivan.
Velayarce Meléndez Heidy Zully.

CURSO: Procesal Civil I

DOCENTE: Cayllahua Dioses Pilar M

CICLO: VI

Chachapoyas – PERÚ

2019
PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
I. Principio de legalidad
Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la Constitución la ley y al
Derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo con los fines
para los que les fueron conferidas.
Según Navas (2017), este principio pone límite a la potestad sancionadora solo
pueden castigarse las conductas expresamente señaladas como causales de infracción
las consideradas en una ley previa y vigente a la comisión del hecho denunciado; por
otra parte Morón (2008), señala que este principio se desdobla en tres elementos
esenciales e indisolubles que “deben ser tomados en cuenta en forma conjunta: a) la
legalidad formal, que exige el sometimiento al procedimiento previamente formulado;
b) la legalidad sustantiva referente a las materias que le son atribuidas y c) la legalidad
teleológica, que obliga al cumplimiento de los fines que el legislador establece”.
En el EXP. N.° 00197-2010-PA/TC, mediante la demanda de amparo de autos el
recurrente persigue, como pretensión principal, que se declare nula y sin efecto
legal la Resolución Rectoral N.º 288-2008-R-UJCM, del 25 de julio de 2008, y como
pretensión accesoria, que se declare nulo y sin efecto legal el proceso administrativo
disciplinario seguido en su contra ante el Tribunal de Honor y Disciplina de la
Universidad José Carlos Mariátegui. Solicita, además, se ordene el pago de los costos
y costas del proceso, así como la remisión de los actuados al Fiscal Penal, de
conformidad con el artículo 8º del Código Procesal Constitucional, aduciendo que
existe causa probable de la existencia de un delito. Acusa la vulneración de sus
derechos al debido proceso y a un juez imparcial, así como de los principios de
legalidad y tipicidad.
Ante esto dos son las cuestiones que este Tribunal advierte: de un lado, que el aludido
artículo 28º del Reglamento del Tribunal de Honor y Disciplina (fojas 35), se refiere
a las sanciones aplicables a los estudiantes, cuando lo concreto es que el recurrente
tiene la condición de docente. Por otro lado, y aun cuando en vía de aclaración se
emitió, ante el pedido del actor, la Resolución N.º 03-2008-THD/UJCM, del 12 de
septiembre de 2008 (fojas 95), ésta se sustenta en el artículo 26º del Reglamento del
Tribunal de Honor y Disciplina, referido a las sanciones de que pueden ser objeto los
docentes de la emplazada universidad.
Pese a ello, el aludido artículo 26º contiene trece supuestos de faltas que podrían dar
lugar a sanción, y, sin embargo, la cuestionada resolución, ni su posterior aclaratoria,
determinan por cuál de ellas es que se apertura proceso administrativo sancionador al
demandante.
En consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que se han violado los principios
de legalidad y tipicidad garantizados por el artículo 2º, inciso 24, literal d) de la
Constitución.

II. Principio del debido procedimiento


En el Art. IV, inciso 1, numeral 2:
Los administradores gozan de los derechos y garantías implícitos al debido
procedimiento administrativo. Tales derechos y garantías comprenden de modo
enunciativos, mas no limitativos, los derechos a ser notificados; a acceder a
expediente; a refutar los cargos imputados; a exponer los argumentos y presentar
alegatos complementarios; a ofrecer y a producir pruebas; a solicitar el uso de la
palabra, cuando corresponda; obtener una decisión motivada, fundada en derecho,
emitida por autoridad competente, y en un plazo razonable; y, a impugnar las
decisiones que los afecten.
La institución del debido Procedimiento administrativo, se rige por los principios del
Derecho Administrativo. La regulación propia del Derecho Procesal es aplicable solo
en cuanto sea compatible con el régimen administrativo.

El debido proceso puede ser definido como el conjunto de condiciones que deben
cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos, cuyos derechos u
obligaciones están bajo consideración administrativa. Dentro de estas garantías se
encuentra el derecho de defensa que tienen los administrados de responder a los
cargos y responsabilidades que se le atribuyen, en tiempo oportuno, por lo que deben
tener pleno conocimiento de las denuncias planteadas para efectuar sus descargos.
Este principio constituye una garantía general de los ciudadanos que desde hace
tiempo ha sido introducido en el Derecho Administrativo y es reconocido
unánimemente en la doctrina, en la jurisprudencia, en los tratados o convenios que
nuestro país ha suscrito y tienen rango de ley, por lo que su vulneración, inobservancia
y violación de las normas y formalidades para garantizar el debido proceso no son
subsanables en sede administrativa y tiene como consecuencia una causal de nulidad
del acto administrativo emitido, por lo que puede ser materia de una acción de garantía
constitucional, como es el recurso de amparo.
La garantía del debido proceso administrativo significa que debe darse al presunto
infractor el derecho a ser notificado personalmente del inicio del proceso que se le
sigue y tenga la oportunidad de ser oído, presentar sus descargos y pruebas que le
permitan contradecir la denuncia en su contra para que pueda existir una decisión
fundada e imparcial que también pueda ser impugnada si afecta a sus intereses
Así en base a este principio tal como aparece en la sentencia del Tribunal
Constitucional N° 05085-2006-AA-TC, fundamenta que el debido proceso y los
derechos que lo conforman garantizan no solo el proceso judicial, sino también el
proceso administrativo y en este último procedimiento, se hace constancia de los
principios y derechos normalmente protegidos tanto común o especialmente a los
cuales se refiere el artículo 139 de la Constitución.
III. Principio de impulso de oficio
En el Art. IV, inciso1, numeral 3 prescribe “las autoridades deben dirigir e impulsar
de oficio el procedimiento y ordenar la realización o practica de los actos que resulten
convenientes para el esclarecimiento y resolución de las cuestiones necesarias”.
Así en el principio se establece que las autoridades beben inicia, propiciar, dirigir y
ordenar cualquier procedimiento administrativo, eso sí siempre que sea de su
competencia hasta que se esclarezcan las cuestiones de discusión, sin petición las
partes, que pueden estar en el proceso, y es que el fundamento radica en que se vela
por el interés público, pues este deber busca corregir errores, busca pruebas, realizar
diligencias y trámites necesarios, dirigir y ordena el procedimiento para el
esclarecimiento y decisión de las cuestiones planteadas, así como también busca
celeridad, eficiencia (Navas, 2017).
Pero hay que resaltar que por ejemplo “en la Ley de Contrataciones del Estado, hay
una limitación de este principio, como sucede con la declaratoria de la prescripción
en las causales de sanción que hayan incurrido los postores o contratistas, la cual solo
puede ser solicitada a pedido de parte y no puede ser aplicada de oficio como era con
la normativa anterior y como también se permite en la norma procesal penal”
EXP. N.° 00452-2012-PA/TC fundamenta que en cuanto al principio de impulso de
oficio, cabe enfatizar que el inciso 1.3 del artículo IV del TP de la LPAG (Ley N°
27444) prescribe que es deber de la Administración ordenar la realización o práctica
de actos que resulten convenientes para el esclarecimiento y resolución de las
cuestiones necesarias. Este Colegiado considera que, ante cuestiones tan técnicas y
especializadas como las suscitadas en autos, debe recurrirse al auxilio de entes
especializados sobre la materia y no sólo fundamentarse la decisión en medios
probatorios de parte (boletines químicos emitidos por el Laboratorio Central de
Aduanas).
En tal sentido, en el presente caso se encuentra demostrado que la Administración
Tributaria –en los procedimientos administrativos que le siguió a la Sociedad
demandante por la importación de productos de acero– no requirió ni produjo las
pruebas necesarias y pertinentes para el adecuado esclarecimiento de los hechos y
llegar a la verdad material (los productos importados de acero eran aleados con boro),
por lo que este Tribunal considera que este principio fue infringido.
Al respecto, debe tenerse presente que este principio se encuentra concretizado en el
artículo 176.2 de la LPAG (Ley N° 27444), cuyo texto establece que la
Administración debe “solicitar informes técnicos de cualquier tipo a su personal o a
las entidades técnicas aptas para dicho fin, preferentemente entre las facultades de las
universidades públicas”. La inobservancia de este principio es también destacada en
los votos discrepantes de la vocal del Tribunal Fiscal, CogornoPrestinoni, quien
refiere que “la Administración deberá solicitar informes técnicos de cualquier tipo a
su personal, lo que no resulta aplicable al presente caso de autos al no contarse con el
personal idóneo para el tipo de informes” (subrayado agregado). Esta afirmación pone
en evidencia que existía la necesidad de requerir y producir las pruebas necesarias y
pertinentes para la adecuada resolución de los hechos del presente caso, lo que
reafirma la conclusión de que se infringió el principio de impulso de oficio.

IV. Principio de razonabilidad


En el Art. IV, inciso1, numeral 4 prescribe:
Las decisiones de la autoridad administrativa, cuando crean obligaciones,
califiquen infracciones, impongan sanciones, o establezcan restricciones a
los administrados deben adaptarse a los limites de la facultad atribuida y
manteniendo la debida proporción entre los medios a emplear y los fines
que deba tutelar, a fin de que respondan a lo estrictamente necesario para
la satisfacción de su cometido.
Este principio señala que la autoridad administrativa tiene límites en su facultad
atribuida, manteniendo la proporcionalidad de los medios y los fines públicos y es
que este principio, tiene justificación lógica y axiológica en los sucesos o
circunstancias, pero sobre todo se exige consonancia en el hecho motivador del
acto estatal, que coherencia y equilibrio donde la sanción sea justa y graduada
conforme a los criterios en la norma.
La razonabilidad es la discrecionalidad que se da cuando el ordenamiento jurídico
le otorga al funcionario cierta libertad para elegir entre uno u otro curso de acción
para ser una u otra cosa o hacerla de una u otra manera, apreciando la oportunidad
o conveniencia de la medida a tomarse, según los intereses públicos
“El análisis de la razonabilidad necesariamente debe garantizar que, al momento
de aplicar una decisión administrativa, se evalúe principalmente la debida
proporción entre los medios a emplear y los fines públicos que se deben tutelar, a
fi n de que responda a lo estrictamente necesario, para la satisfacción del cometido
estatal; resultando necesario que previamente se determine la competencia y
atribuciones de la autoridad administrativa que regula esta limitación”
(LUCCHETTI RODRÍGUEZ, Bruno). “Simplificando los procedimientos”.

V. Principio de imparcialidad
En el Art. IV, inciso1, numeral 5 prescribe, “las autoridades administrativas
actúan sin ninguna clase de discriminación entre los administrados, otorgándoles
tratamiento y tutela igualitarios frente al procedimiento, resolviendo conforme al
ordenamiento jurídico con atención al interés general”
Este principio debe vincularse con el principio de equidad respecto a la relación
que debe darse para que exista un mayor equilibrio en los contratos públicos,
estableciendo que las prestaciones que tiene el Estado con los proveedores
particulares, y de estos respecto al Estado, deben tener una equivalencia y
proporcionalidad que deben ser tomados en cuenta.
La imparcialidad es un criterio de justicia que supone que las decisiones,
sancionadoras o no, deben ser asumidas con rectitud con base en situaciones
objetivas y transparentes, sin influencia de sesgos, prejuicios o tratos
diferenciados.
Fiorini señala que el sustento ético de este principio se vincula con la moralidad
como “producto del comportamiento correcto, el cual se juzga a través de la
conducta de sus agentes, de la insospechabilidad de los funcionarios y de la
corrección de todos los actos integrantes de la operación selectiva. El temor a la
connivencia entre el agente y un oferente, es el temor a la quiebra de la
imparcialidad que provoca un trato desigual, que resulta tan perniciosa como la
que acontece entre los mismos oferentes” (FIORINI, Bartolomé. Manual de
Derecho Administrativo, p. 638).
En el EXP. N.° 00512-2013-PHC/TC, se establece:
en el caso de autos, se observa que sobre el proceso penal que se sigue
contra los recurrentes del presente hábeas corpus, el Presidente de la Corte
Superior de Justicia de Huánuco (Jorge Castañeda Espinoza) ha emitido
diversas opiniones al respecto; como, por ejemplo, que Giles y compañía
actuaron “de forma ilegal e ilícita” durante la “intervención violenta”, “la
autoridad municipal se excedió en sus actos”, “es absurdo pensar que
vamos a entregar el terreno” (Véase Diario Ahora del 27 de noviembre de
2012, corriente a fojas 33).
El Presidente de la Corte Superior de Justicia de Huánuco al ser consultado
por el juez del Primer Juzgado de Investigación Preparatoria de Pasco
(Juez de primera instancia que conoció el presente hábeas corpus) para que
exprese ¿Cuáles son las opiniones que su persona ha emitido respecto al
caso de los hoy demandantes? Dijo que ninguna, por cuanto sus
apreciaciones personales se enmarcan dentro de la razón y el derecho y en
defensa de la institución que representa (véase la toma de declaración
corriente a fojas 94).

El responsable de la Oficina de Programación e Inversiones del Poder


Judicial solicitó, a la Oficina de Programación e Inversiones de la
Municipalidad Provincial de Huánuco, su apoyo “a efecto de que se
solicite al señor Alcalde Provincial, como autoridades del Gobierno Local
que Ud. integra, eviten acciones que determine la reversión del terreno
asignado para tan importante obra de sede judicial” (véase Oficio N.º 355-
2012-OPI-PJ, del 23 de octubre de 2012, corriente de fojas 126 a 127).

Entonces, se observa que, en el proceso penal de usurpación agravada,


daño agravado, abuso de autoridad, ejercicio arbitrario de un derecho por
propia mano, violencia contra la autoridad para impedir el ejercicio de sus
funciones, que se sigue contra los recurrentes en el Distrito Judicial de
Huánuco, la Corte Superior de Justicia de Huánuco (supuestamente
agraviada) tiene un particular interés en el resultado del proceso.

Si bien es cierto, jurisdiccionalmente, los jueces no están sometidos


jerárquicamente al presidente de la Corte Superior de Justicia del distrito
judicial al que pertenecen; administrativamente, aquellos poseen un cierto
grado de subordinación en relación a éste último; lo que analizado a la luz
del caso concreto, puede generar cierta dosis de injerencia de parte del
referido presidente que comprometa seriamente la independencia e
imparcialidad de los jueces al momento de resolver las causas que
conocen; máxime si una de ellas compromete a la Corte Superior de
Justicia donde labora. Por ejemplo, el Presidente de la Corte Superior de
Justicia cautela el cumplimiento de las obligaciones de los magistrados del
distrito judicial, supervisa la asistencia y puntualidad de los magistrados
cautelando que se registre en su legajo personal, conforma las Salas de
acuerdo al criterio de especialización (artículo 90, numerales 4, 5 y 7 del
D.S. Nº 017-93-JUS, Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder
Judicial); asimismo, el Consejo Ejecutivo Distrital, que es integrado y
presidido por el Presidente de la Corte Superior, concede o niega las
licencias solicitadas por los vocales, jueces especializados o mixtos, de paz
letrados; fija los turnos de las salas y juzgados; resuelve los asuntos
relativos a traslados, reasignaciones, reubicaciones de funcionarios y
demás servidores dentro del distrito judicial (artículo 96, numerales 5, 6 y
16 del D.S. Nº 017-93-JUS).

En consecuencia, existen indicios razonables y suficientes que llevan a


concluir a este Colegiado que la independencia e imparcialidad de los
jueces del distrito judicial de Huánuco están seriamente afectadas por la
posición que ha tomado el presidente de la Corte Superior de Justicia de
Huánuco, en defensa de la misma. De allí que, resulta una motivación
aparente que el único fundamento del juez de investigación preparatoria
del distrito de Amarilis para justificar la existencia del peligro de fuga y
de obstaculización de la justicia sea la gravedad de la pena que se espera
como resultado del procedimiento.
Ante esto ha resuelto:

1. Declarar Fundada la demanda, al haberse acreditado la


vulneración del derecho a ser juzgado por un juez independiente e
imparcial; y en consecuencia, declarar Nulo el proceso penal de
usurpación agravada, daño agravado, abuso de autoridad, ejercicio
arbitrario de un derecho por propia mano, violencia contra la
autoridad para impedir el ejercicio de sus funciones, signado con el
Expediente N.º 0084-2012 y seguido contra los recurrentes en la
Corte Superior de Justicia de Huánuco.

2. Ordenar a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de la


República que, en ejercicio de sus atribuciones, disponga la
transferencia de competencia a un Distrito Judicial distinto al de
Huánuco y en donde se encuentre vigente el Nuevo Código
Procesal Penal, Decreto Legislativo Nº 957.

VI. Principio del informalismo


En el Art. IV, inciso1, numeral 5 prescribe:
Las normas de procedimiento deben ser interpretadas en forma favorable a la
admisión y decisión final de las pretensiones de los administrados, de modo que
sus derechos e intereses no sean afectados por la exigencia de aspectos formales
que puedan subsanado dentro del procedimiento, siempre que dicha excusa no
afecte derechos de terceros o el iteres público

Delpiazzo, señala que el principio de flexibilidad se define por contraposición a la


noción de rigidez y apunta a que la relación entre la Administración y el
cocontratante no quede encorsetada en reglas pétreas, sino que ambiente una
relación fluida y dinámica de colaboración entre las partes. En tal sentido, se ha
dicho, con un alcance amplio, que la flexibilidad que se plantea es lo opuesto a la
rigidez y al uniformismo. Implica reconocer el hecho de la imposibilidad de prever
todas las situaciones y de reglamentar su resolución, asimismo implica darle al
administrador y al controlador una batería de instrumentos para utilizarlos en
función del objetivo a lograr” (DE PIAZZO, Carlos. Los principios generales en
la contratación pública, p. 255).
VII. Principio de presunción de veracidad
Principio de presunción de veracidad.- En la tramitación del procedimiento
administrativo, se presume que los documentos y declaraciones formulados por los
administrados en la forma prescrita por esta Ley responden a la verdad de los hechos
que ellos afirman. Esta presunción admite prueba en contrario.

Doctrina:

En la tramitación del procedimiento administrativo se presume que los documentos y


declaraciones formulados por los administrados son conformes a la verdad de los hechos
que afirman. Esta presunción admite prueba en contrario, por la audacia y malicia que
tienen algunos postores en presentar información inexacta y/o documentos falsos o
adulterados. En aplicación del principio de presunción de veracidad, la Administración
Pública no debe exigir la presentación de determinados documentos, aceptando en
sustitución de estos las declaraciones hechas por el interesado o un representante suyo
con poder suficiente.

Que significa que se presume que los documentos y declaraciones proporcionadas


por los administrados en la forma prescrita por esta Ley (la 27444), responden a
la verdad de los hechos por ellos afirmados, salvo prueba en contrario. (Molina,
2001, p. 264).

Esta presunción, de carácter iuris tantum, está relacionada directamente con la idea de
simplificación administrativa, y se vincula, por ejemplo, con la prohibición de solicitar
documentación original a los administrados, y con el fomento de la presentación de
“declaraciones juradas”, en las que los administrados declaran que determinada situación,
o documentación, se ajusta a la verdad, declaraciones juradas que, de no ser ciertas,
acarrean incluso consecuencias de índole penal.

Jurisprudencia:

Otro de los espacios donde advertimos la presencia de la presunción de veracidad en tanto


línea maestra del procedimiento administrativo es en aquello referido a los
procedimientos concursales, en especial, en aquellos relativos a créditos de relevancia
laboral tramitados ante Indecopi. A este respecto el Tribunal de Defensa de la
Competencia y de la Propiedad Intelectual a través de la Sala de Defensa de la
Competencia Nº 1 (SDC-1) al tratar, como se viene sosteniendo, el tema de la presunción
de veracidad de la información aportada por el trabajador-administrado en procedimiento
concursal en cuanto a la carga de la prueba de créditos cuya documentación debería
conservar obligatoriamente el empleador, ha sostenido que la norma general del sistema
concursal sumado a un pronunciamiento de observancia obligatoria en sede
administrativa establecen que en aquellos casos en que no haya vencido el plazo legal de
conservación obligatoria de documentos relacionados a créditos laborales invocados en
sede de Indecopi, corresponde al trabajador acreditar únicamente la existencia del vínculo
laboral, luego de lo cual la Administración en primera instancia procederá a tener por
ciertos la existencia y la cuantía señaladas en su autoliquidación, reconociendo los
créditos invocados.

Como puede apreciarse, la Administración ha determinado que la sola autoliquidación


presentada por el administrado-trabajador-reclamante resulta suficiente para probar a la
autoridad concursal la existencia, origen, legitimidad y cuantía de los créditos solicitados.

Esta situación constituye, entonces, una puntual excepción a la regla general contenida
en el artículo 196 del Código Procesal Civil, ya que de modo general es admitido que, en
todo proceso la carga de probar corresponde a quien afirma los hechos que configuran su
pretensión o a quien los contradice alegando hechos nuevos, sentido que se hace extensivo
a los procedimientos administrativos. Así, si el empleador argumenta que los créditos
invocados son inexistentes, han sido cancelados o ascienden a un monto menor, aquel
tiene la carga de presentar la documentación que desvirtúe la presunción de veracidad de
la información presentada por el trabajador en su autoliquidación detallada, presentando
documentos que acrediten fehacientemente sus afirmaciones, tales como constancias de
depósitos bancarios de CTS, boletas de pago suscritas por el trabajador, libros de planilla,
entre otros documentos (Resolución Nº 0916-2010/SC1-INDECOPI, Sala de Defensa de
la Competencia Nº 1 del Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad
Intelectual del Indecopi).

VIII. Principio de buena fe procedimental


Principio de conducta procedimental.- La autoridad administrativa, los administrados,
sus representantes o abogados y, en general, todos los partícipes del procedimiento,
realizan sus respectivos actos procedimentales guiados por el respeto mutuo, la
colaboración y la buena fe. Ninguna regulación del procedimiento administrativo puede
interpretarse de modo tal que ampare alguna conducta contra la buena fe procesal.

Doctrina:

Todos los sujetos que intervienen en el procedimiento administrativo deben realizar sus
actos guiados por la buena fe, el respeto mutuo y la colaboración, sin obstaculizar ni
perturbar el proceso; esta conducta debe ser valorada a efectos de una atenuación en la
sanción, como se establece en los criterios que se toman en cuenta para la determinación
gradual de la sanción. Se debe tener en cuenta la manera como se han conducido en el
proceso, respondiendo a los requerimientos, mediante comportamientos procesales
adecuados, y efectuados con argumentos y medios de prueba pertinentes.
Implica que quienes participen en el procedimiento administrativo, deben realizar sus
respectivos actos procedimentales guiados por el respeto mutuo, la colaboración y la
buena fe.

Hernando Devis Echandía opina que el juzgador debe tener en cuenta el comportamiento
procesal de las partes “…como un indicio o un argumento de prueba, a su favor o en su
contra, según el caso, cuya gravedad la puede apreciar aquél libremente”. El
comportamiento de las partes debe servir de fuente o motivo de prueba: precisamente
como hecho que prueba otro hecho.

Devis Echandía, citando al autor especializado en Derecho Procesal, Muñoz Sabaté,


señala que el contenido de la inconducta procesal puede estar integrado por lo siguiente:
a. La conducta omisiva, que a su vez puede estar constituida por la negativa
genérica, no exponiendo todas las circunstancias de hecho que concurran a fundar
sus alegaciones, la falta de contestación y la pasividad.
b. La conducta oclusiva, es decir, la obstaculización de la fase probatoria, para que
el contrario no pueda practicar sus pruebas.
c. La conducta hesitativa, que implica formular alegaciones fácticas que real o
virtualmente se contradicen, generando una predisposición adversa en contra de
la otra parte.
d. La conducta mendaz, vale decir, la falta reiterada de veracidad en la que incurre
una de las partes. (Echandía, 1995, p. 679).

Jurisprudencia:
Para sostener la argumentación administrativa se precisa que el artículo 123 de la LPAG
prevé que siempre que cuenten con sistemas de transmisión de datos a distancia, las
entidades facilitan su empleo para la recepción de documentos o solicitudes y que cuando
se emplean dichos medios deben presentarse físicamente dentro del tercer día el escrito o
la resolución respectiva; por otro lado, continua la decisión de Osinergmin, dispone el
artículo 138 de la norma general en lo administrativo que el horario de atención de las
entidades para la realización de cualquier actuación se rige, entre otras reglas, por aquella
que señala como horas hábiles las correspondientes al horario fijado para el
funcionamiento de la entidad.
El sentido de facilitar el uso de datos de transmisión a distancia, sostiene la
Administración resolutoria, en forma alguna no implica crear un régimen privilegiado a
los usuarios que hagan uso del fax o del correo electrónico con relación a aquellos que
solo puedan presentar físicamente sus escritos, pues el sentido de la norma es la facilidad
en la remisión electrónica o por fax de documentos o solicitudes, en un régimen en que
los plazos se respetan; implica, de la misma manera, simplemente enviar aquello que, por
diversas razones, no es posible presentar en ese instante por una imposibilidad física de
apersonarse a la entidad en ese momento: Interpretar lo contrario implicaría que pasada
la hora de recepción, todos los administrados puedan hacer uso de un fax o correo
electrónico para superar la negligencia de haber dejado vencer el plazo que tenía de hacer
valer su derecho de impugnación, lo cual debe descartarse atendiendo al principio de
conducta procedimental, puesto que ninguna regulación del procedimiento administrativo
puede interpretarse de modo tal que ampare alguna conducta contra la buena fe procesal
de los partícipes en el iter procedimental (Resolución de Consejo Directivo Osinergmin
N° 320-2007-OS/CD, Consejo Directivo del Organismo Supervisor de la Inversión en
Energía y Minería).
IX. Principio de celeridad
Principio de celeridad.- Quienes participan en el procedimiento deben ajustar su
actuación de tal modo que se dote al trámite de la máxima dinámica posible, evitando
actuaciones procesales que dificulten su desenvolvimiento o constituyan meros
formalismos, a fin de alcanzar una decisión en tiempo razonable, sin que ello releve a las
autoridades del respeto al debido procedimiento o vulnere el ordenamiento.

Doctrina:

El trámite administrativo debe estar dotado de la máxima dinámica posible, a fin de


alcanzar una decisión en tiempo razonable, sin perjuicio del respeto al debido
procedimiento o al ordenamiento jurídico.

Cabe anotar que, en algunos procedimientos administrativos, el rol de este principio


resulta aún más crucial para la Administración. Tal es el caso de los procedimientos
administrativos de selección de contratistas del Estado (comúnmente denominados
procesos de selección), los cuales se rigen por principios tales como el de economía, que
supone la aplicación de criterios tales como el de concentración y el de simplicidad.
Adicionalmente, en coherencia con el principio de celeridad, todos los principios que
rigen las Contrataciones y Adquisiciones del Estado tienen, conforme expresa el artículo
3º de la Ley 26850, Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, tienen por objeto,
entre otros, que las entidades obtengan bienes y servicios en forma oportuna.

Referido al principio de celeridad, proclama que los partícipes en el procedimiento


deben ajustar su actuación al interior del mismo de modo tal que se dote al trámite
iniciado de la máxima dinámica posible, evitando la generación de actuaciones
procesales que dificulten su desenvolvimiento o constituyan meros formalismos
que en la práctica sean fáciles de superar, a fin de alcanzar una decisión en tiempo
razonable. (Huamán, 2010, p. 101).

Jurisprudencia:

Planteando recurso de apelación ante el Tribunal del Servicio Civil (TSC) en cuanto
órgano de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (SERVIR), sostiene como parte de
sus argumentos, en primer punto, la afectación de la gradualidad sancionadora al
empleado público puesto que no se le debió imponer la sanción de cese temporal sino,
antes bien, la de amonestación escrita o, en todo caso, suspenderle sin goce de haberes;
ya que ese era el orden establecido en la citada norma reglamentaria aplicable al personal
del Ministerio Público; y, de otro lado, que no se ha tenido en cuenta el plazo
improrrogable de 30 días determinado taxativamente en el Reglamento de la Ley de Bases
de la Carrera Administrativa (RLBCA) para el procedimiento administrativo
disciplinario.

Pese a lo señalado, cabe tener presente que la Resolución de Gerencia General Nº 205-
2010-MP-FN-GG fue notificada al administrado el 19 de marzo del 2010 venciendo, en
consecuencia, de manera inexorable el plazo para cuestionar la decisión gravosa en
materia de empleo público el 13 de abril del 2010. Por ello es que bajo el hecho de que el
administrado afectado en sus derechos presentó su recurso de apelación el 16 de abril del
2010, esto es ya habiendo transcurrido inexorablemente los plazos para su impugnación,
en atención a los principios de celeridad, eficacia y simplicidad procede declarar
improcedente el recurso; pues su extemporaneidad, señala el TSC, hace innecesario
ingresar al examen del mismo ante su manifiesta improcedencia. (Resolución Nº 075-
2010-SERVIR/TSC-Primera Sala; 1ª Sala del Tribunal del Servicio Civil de la Autoridad
Nacional del Servicio Civil).

X. Principio de eficacia
Los sujetos del procedimiento administrativo deben hacer prevalecer el
cumplimiento de la finalidad del acto procedimental, sobre aquellos formalismos
cuya realización no incida en su validez, no determinen aspectos importantes en la
decisión final, no disminuyan las garantías del procedimiento, ni causen
indefensión a los administrados.

En todos los supuestos de aplicación de este principio, la finalidad del acto que se
privilegie sobre las formalidades no esenciales deberá ajustarse al marco normativo
aplicable y su validez será una garantía de la finalidad pública que se busca
satisfacer con la aplicación de este principio.

Es posible tener un procedimiento eficiente desde el momento en que haga


prevalecer el cumplimiento de la finalidad del acto procedimental sobre aquellos
formalistas cuya realización no incida en su validez. Si el acto cumple la finalidad
del acto procedimental, entonces estamos frente a lo ineficaz, por lo que es
necesario no solamente cumplir con el procedimiento administrativo, sino que se
debe identificar siempre el interés público contenido en las normas pertinentes a
la resolución correspondiente. En síntesis, no es suficiente que los sujetos del
procedimiento lo realicen sino, que además es necesario que este bien hecho. Por
este principio, cualquier dificultad y obstáculo debe ser reparado, sin necesidad
de esperarse la acción de parte, salvo esta sea imprescindible. Igualmente, cuando
las citas legales fueran erróneas o hubiesen sido omitidas en todo o en parte. Este
principio se refleja en el respeto de todos los principios del procedimiento
administrativo, al ordenamiento jurídico, al comportamiento que debe ir dentro
de todos los parámetros legales del administrado. (Navas, 2017, p.546)

En el EXP: 12-015720-0007-CO Res.N°2013000008, El recurrente demandó la


tutela de los principios de igualdad, equidad e idoneidad y sus derecho del acceso a
un cargo público en igualdad de condiciones y al buen funcionamiento de los
servicios públicos y a la educación, pues, en su criterio, la falta de actualización de
sus atestados, lo coloca en una situación de desventaja frente a los demás oferentes
que participan en el concurso docente N°. PD0012012, que procura conformar el
Registro de Elegibles Docentes ´ para optar por un puesto interino o en propiedad
en el Ministerio de Educación Pública. Este Tribunal ha indicado en conclusión,
habiéndose determinado que en razón de la falta de actualización de atestados de la
parte accionante, vio limitado de forma ilegítima la posibilidad de ser considerada
y eventualmente nombrada en una plaza para la que esté efectivamente calificada,
se infringe su derecho al libre acceso a cargos públicos en condiciones de igualdad
y de los principios de eficacia y eficiencia de la organización y función
administrativa, por lo cual, se impone declarar con lugar este recurso y ordenar que
se proceda inmediatamente a corregir y actualizar los datos de la parte amparada.

XI. Principio de verdad material


En el procedimiento, la autoridad administrativa competente deberá verificar
plenamente los hechos que sirven de motivo a sus decisiones, para lo cual deberá
adoptar todas las medidas probatorias necesarias autorizadas por la ley, aun cuando
no hayan sido propuestas por los administrados o hayan acordado eximirse de ellas.
En el caso de procedimientos trilaterales la autoridad administrativa estará facultada
a verificar por todos los medios disponibles la verdad de los hechos que le son
propuestos por las partes, sin que ello signifique una sustitución del deber
probatorio que corresponde a estas. Sin embargo, la autoridad administrativa estará
obligada a ejercer dicha facultad cuando su pronunciamiento pudiera involucrar
también al interés público.

Previamente es necesario recordar que se pueden generar en un procedimiento


administrativo dos tipos de verdad: una verdad procesal por descuido, habilidad
de las partes o sus abogados, etc., y la verdad verdadera. Es a esta última a la que
se debe arribar en los procedimientos administrativos, por lo que la autoridad
administrativa aplicando el principio de impulso de oficio debe de actuar los
medios probatorios suficientes para verificar plenamente los hechos que sirven
de motivo a sus decisiones. Este principio constituye la mayor garantía de justicia
objetiva, al margen de la argumentación de las partes la apariencia del derecho o
la decisión política subalterna, lo que permite al funcionario público a operar de
oficio en función a esta verdad, aunque se haya emitido resolución final, siempre
que esta no haya quedado consentido o no haya prescrito la posibilidad de actuar.
No obstante, se sede hacer el deslinde entre los procedimientos administrativos
en los que se trata de resolver asuntos de interés público, de los procesos arbitrales
o judiciales en donde el interés público es la resolución del conflicto jurídico o
incertidumbre jurídica. De allí surgir un disloque entre los actos procedimentales
el accionar de la administración publica en vía administrativa y entre cómo debe
razonarse y actuar en el proceso contencioso administrativo dentro de un mismo
expediente por ello, se sugiere la conformación de tribunales administrativos
especializados ya que la interpretación y el accionar del juez civil podrían
obedecer a otros contextos. La administración a fin de emitir un acto
administrativo valido y el respeto a la seguridad jurídica el acto debe estar
debidamente motivado para ello debe basarse en pruebas verdaderas don la
administración debe de tener en cuenta los hechos, documentos, declaraciones
presentadas por alguna de las partes tanto en el procedimiento administrativo
como el proceso contencioso administrativo y que estas a vez deben de ser
verificas dentro de los parámetros normativos. (Navas, 2017, p.547)

En el EXP.317-2011/PS-INDECOPI-PIU Y RESOLUCIÓN 3547-2012/SPC-


INDECOPI, Se declara fundado el recurso de revisión planteado por Telefónica
Móviles S.A. contra la Resolución 272-2012/INDECOPI-PIU, por inaplicación del
principio de verdad material, recogido en los artículos 144º y 161º de la Ley del
Procedimiento Administrativo General y, por la aplicación indebida del principio
de preclusión probatoria en los procedimientos sumarísimos, al haberse constatado
que la segunda instancia no valoró los medios probatorios que fueron presentados
por el denunciado con su apelación.

XII. Principio de participación


Las entidades deben brindar las condiciones necesarias a todos los administrados
para acceder a la información que administren, sin expresión de causa, salvo
aquellas que afectan la intimidad personal, las vinculadas a la seguridad nacional o
las que expresamente sean excluidas por ley; y extender las posibilidades de
participación de los administrados y de sus representantes, en aquellas decisiones
públicas que les puedan afectar, mediante cualquier sistema que permita la difusión,
el servicio de acceso a la información y la presentación de opinión.
Se trata de revelar expresamente el permanente y libre acceso a la información
para todos los administrados sin que para ello sea necesario dar razón explicación
o expresar causa alguna, claro está con la reserva de aquellas vinculadas a
seguridad nacional o que afecten la intimidad de las personas por lo tanto es
evidente la intención del legislador de tener procedimientos administrativos ,
transparentes y que inclusive permitan que los administrados o sus representantes
sean actores , enriqueciendo y perfeccionando las decisiones públicas este
principio esta concatenado con el principio de la acceso de a la información de
las entidades públicas.
Ahora bien, la participación administrativa según el, momento en que se produzca
puede darse durante la iniciación, instrucción para efectos dela resolución
correspondiente y en la fase de control posterior o en la ejecutoriedad del acto
administrativo. (Navas, 2017, p.548)

En Tribunal Constitucional peruano nos ilustra en la sentencia (STC 0959-


2004-HD/TC). En el sentido de que en el derecho de acceso en la información
pública hay una exigencia a la administración de brindar información veraz,
sin alterar ni esconder la realidad de los hechos. En su perspectiva individual,
constituye medio para el ejercicio de otras libertades fundamentales, como
puede ser la libertad de investigación de opinión o de expresión, desde una
perspectiva colectiva, es consustancial a la orden democrático, puesto que
representa una garantía para todos los individuos de recibir la información
necesaria y oportuna, para que pueda formarse una opinión pública, libre e
informada.
XIII. Principio de simplicidad
En el Art. IV, inciso 1, numeral 13: “los trámites establecidos por la autoridad
administrativa deberán ser sencillos, debiendo eliminarse toda complejidad innecesaria,
es decir, los requisitos exigidos deberán ser racionales y proporcionales a los fines que se
persigue cumplir”.
Según Navas (2017), este principio manifiesta que los trámites de un procedimiento
administrativo deben ser sencillos y no deben darse exigencias que la ley no prevé,
implicando una serie de facilidades en beneficio de los postores y partícipes en las
contrataciones públicas. Para Guzmán (2013), los elementos que hacen patente este
principio estriban en la prohibición de solicitar documentos innecesarios por parte de la
Administración, el establecimiento de reglas para la determinación de tasas, la existencia
de parámetros para la actuación de medios probatorios, entre otros.
En el EXP. N°000128-2014/CEB-INDECOPI, existe un procedimiento sancionador
contra la municipalidad distrital de Santa Rosa, que de acuerdo al análisis efectuado al
caso, esta municipalidad no cumple con el principio de simplicidad ya que dicha
municipalidad exige a los administrados la presentación de cartas poder con firma
legalizada sin brindar la oportunidad de presentar una designación simple de persona
cierta en la solicitud de inicio de trámite o de acreditar dicha representación mediante
carta poder con firma del administrado sin necesidad de la legalización de firmas.
XIV. Principio de uniformidad
En el Art. IV, inciso 1, numeral 14: “la autoridad administrativa deberá establecer
requisitos similares para trámites similares, garantizando que las excepciones a los
principios generales no serán convertidas en la regla genera. Toda diferenciación deberá
basarse en criterios objetivos debidamente sustentados”.
Según Morón (2008), este principio implica tener consistencia y uniformidad durante el
procedimiento administrativo sancionador que permitan la igualdad para todos los
participantes en las contrataciones públicas, eliminando la posibilidad de que se concedan
privilegios, ventajas o prerrogativas y estableciendo la obligatoriedad de mantener la
aplicación de los mismos principios y reglas particulares de valoración, asimismo,
Guzmán (2013) nos dice que la unificación de trámites, la utilización de formularios
únicos o de requisitos comunes, significan ahorro en tiempo, dinero y recursos humanos
para las distintas entidades de la Administración Pública.
En el EXP. N°1918-2010-PRODUCE/DGSCV-DSVS que contiene el recurso de
apelación interpuesto por PRDUMAR contra la Resolución Directoral N°2317-2011-
PRODUCE/DIGSECOVI de fecha 05 de julio 2011, y el Informe N°202-2012-
OEFA/TFA/ST de fecha 18 de septiembre de 2012, que fue declarada infundada. Los
hechos consisten en que se ha vulnerado el principio de uniformidad, ya que se cuenta
con procedimientos y requisitos distintos para la presentación de la Declaración y Plan de
Manejo de Residuos Sólidos, en tanto por un lado se emplea un reporte de ocurrencias y
por otro, solo se envía un documento informando del incumplimiento de presentación.
Precisando que dichos actuados no se relacionan con los contenidos en el presente
expediente administrativo toda vez que corresponden a un procedimiento sancionador
distinto.
XV. Principio de predictibilidad o de confianza legitima
En el Art. IV, inciso 1, numeral 15:
La autoridad administrativa brinda a los administrados o sus representantes, información
veraz, completa y confiable sobre cada procedimiento a su cargo, de modo tal que, en
todo momento, el administrado pueda tener una comprensión cierta sobre los requisitos,
trámites, duración estimada y resultados posibles que se podrían obtener. Las actuaciones
de la autoridad administrativa son congruentes con las expectativas legítimas de los
administrados razonablemente generadas por la práctica y los antecedentes
administrativos, salvo que por las razones que se expliciten, por escrito, decida apartarse
de ellos.
La autoridad administrativa se somete al ordenamiento jurídico vigente y no puede actuar
arbitrariamente. En tal sentido, la autoridad administrativa no puede variar irrazonable e
inmotivadamente a interpretación de las normas aplicables.

Según Navas (2017), este principio, conocido también como el de la certeza o seguridad
jurídica, busca crear las bases para generar confianza en los administrados frente a las
actuaciones de la Administración Pública y disminuir notablemente los niveles de
corrupción, toda vez que al conocerse los lineamientos que se deben seguir, la
discrecionalidad se reduce, ya que los administrados pueden conocer de antemano las
posibles decisiones que se deben dar en el caso a resolver, sin que se presenten
arbitrariedades o resultados imprevistos. Por tanto, Guzmán (2013) manifiesta que el
principio de predictibilidad tiene dos finalidades; la primera, permite al administrado
poder determinar previamente el posible resultado del procedimiento; la segunda,
permitirá desincentivar la presentación de solicitudes sin mayor efectividad o legalidad.
En el EXP. N°01454-2010-PHD/TC, sentencia del Tribunal Constitucional sobre el
recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Renne Rosazza Asín y otros contra
la resolución de la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha
7 de enero de 2010, que declaró infundada la demanda de hábeas data de autos. La
sentencia señala en su análisis que el principio de predictibilidad ha sido negado y
vulnerado por parte del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo ya que no les
otorgaron a los demandantes la información que ellos solicitaron, para que puedan prever
el pronunciamiento final; por tanto, también ha vulnerado a su derecho de acceso a la
información pública regulado en el artículo 2 inciso 5 y 6 de la Constitución Política del
Perú. Siendo así que la demanda de hábeas data de autos fue declarada fundada.
XVI. Principio de privilegio de controles posteriores
En el Art. IV, inciso 1, numeral 16:
La tramitación de los procedimientos administrativos se sustentará en la aplicación de la
fiscalización posterior, reservándose la autoridad administrativa, el derecho de comprobar
la veracidad de la información presentada, el cumplimiento de la normatividad sustantiva
y aplicar las sanciones pertinentes en caso que la información presentada no sea veraz.

Según Navas (2017), el procedimiento de fiscalización posterior es de carácter inspectivo


o de comprobación administrativa, que consiste en verificar de forma reservada y continua
la autenticidad de los documentos, declaraciones, informaciones y traducciones que
presenten los administrados o sus representantes ante las dependencias administrativas.
Como menciona también Guzmán (2013), este principio es el resultado directo de la
aplicación del principio de presunción de veracidad, ya que se da por verídica toda la
información presentada; ello permite además que el Estado no renuncie a su función
fiscalizadora, por lo que debe establecer mecanismos de fiscalización.
En el EXP. N°02597-2009-PA/TC, sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso
de agravio constitucional interpuesto por don Cesáreo Muro Ramos contra la sentencia
expedida por la Sala de Derecho Constitucional de la Corte Superior de Justicia de
Lambayeque, de fojas 59, su fecha 25 de marzo de 2009, que declaró improcedente la
demanda de autos. El recurrente interpone demanda de amparo contra la Oficina de
Normalización Previsional (ONP), por el motivo que le suspendieron su pensión. El
principio de controles posteriores entra a tallar porque la División de Calificaciones de la
Gerencia de Operaciones de la ONP, comunicó que, de las investigaciones y
verificaciones realizadas en los expedientes administrativos, se ha podido concluir que
existen indicios razonables de irregularidad en la información y/o documentación
presentada con el fin de obtener la pensión de jubilación. Entonces, el Tribunal
Constitucional revisa la motivación ofrecida por la resolución cuestionada y manifiesta
que resulta genérica e imprecisa, pues aun cuando se remite a un informe técnico para
justificar la suspensión de pago de la pensión, el acto administrativo no identifica cuáles
serían los documentos con irregularidades que el demandante habría presentado, como no
se ha presentado medio probatorio alguno que determine o compruebe la adulteración de
los documentos y/o información, declaran fundada la demanda.
XVII. Principio de ejercicio legitimo del poder
Define y limita la competencia que tienen las autoridades con el fin de evitar
arbitrariedades; se trata de generar nuevamente la atención de las autoridades sobre
aspectos sustantivos de orden legal y que tengan connotación de interés público o de
afectación homogénea de tal manera que, el legítimo poder de las autoridades
administrativas no consiste solamente en su designación por concurso o por confianza,
sino por la manera como imparcialmente asumen las decisiones que le son inherentes.
Este poder legítimo debe siempre estar encaminado a cumplir la finalidad prevista en cada
una de las normas que requieran para la toma de decisiones, lo que supone saber
interpretar y aplicar oportunamente el derecho sus fuentes y sus principios, de allí
entonces que es mucho más relevante el trabajo jurídico de los letrados a quienes compete
hacer las ilustraciones correspondientes para la resolución de los casos que se sometan a
su decisión, caso contrario se podrían encontrar los elementos típicos del delito de Abuso
de Autoridad previsto en el artículo 376° de nuestro Código Penal vigente y el Abuso de
Autoridad como falta grave de carácter disciplinario previsto en la Ley N° 30057.
Una perspectiva que nos ilustra para distinguir el Poder Democrático del Poder Legal es
la que analiza la Dra. Jessica López M. al precisar: "(...) El término legal en su acepción
más simple es: "Lo mandado por la ley/ conforme a su letra". Por tanto legalidad: "Calidad
de legal o proveniente de la ley". Legitimidad: "De legítimo/cierto, verdadero, auténtico,
genuino".
En los procesos democráticos el ejercicio del poder se concede por medio del sufragio.
Este acto jurídico y cívico a la vez otorga la legalidad del poder. El poder es una libertad
que toda persona posee y es libre de ejercerlo o no. La definición de poder más simple es:
"Facultad para hacer o abstenerse o para mandar algo/ potestad/ mandato". Por tanto, un
gobierno ejercerá el poder, si cuenta con la legalidad del sufragio. Sin embargo, en la
actualidad nos encontramos gobiernos legalmente constituidos, pero sin legitimidad para
el ejercicio del poder.
La legitimidad es un ingrediente fundamental en el poder, es como hacer una comida sin
sal, sacia el hambre pero deja un mal sabor, ¡no se disfruta! La legitimidad coadyuva a
ejercer el poder sin necesidad de hacer uso de la fuerza coercitiva, pues el pueblo votante
cree en la persona electa y contribuye a que el plan de gobierno sea acatado por el resto
de los ciudadanos. En cambio, un gobierno sin legitimidad en el cual sólo sus partidarios
votaron se constituye desde su elección en un gobierno de partido.
XVIII. Principio de responsabilidad
Este principio concuerda con lo previsto en los artículos 258° y 259° del D.S.006-2017-
JUS, materia de comentario, en el Título V, Capítulos I y II, en lo referente a la
Responsabilidad de la Administración Pública, sus autoridades y personal al servicio.
Nótese que solamente se refiere al daño (y no al perjuicio), el mismo que debe ser directo
e inmediato. Esto es, Daño es todo detrimento que sufre una persona por la inejecución
de la obligación, siendo que para ser reparado debe ser cierto no eventual o hipotético. En
cuanto al daño directo, es definido como una consecuencia cierta y necesaria del ilícito.
Ahora bien, por el momento en que se produce, el daño es inmediato cuando se manifiesta
en el momento mismo en el que acaece el hecho dañoso (el descarrilamiento del tren
provoca la pérdida de las mercancías transportadas).
En ese sentido este principio ya se encontraba desarrollado en los artículos 238° al 239°
del texto anterior, y ahora se encuentra en los artículos 258° y 259° del D.S.006-2017-
JUS, en consecuencia, este positivizado principio resulta de una observancia estricta y
evidente para todos los actos de la administración Pública.
XIX. Principio de acceso permanente
Se trata de un derecho que forma parte del debido procedimiento y que evita la formalidad
para el acceso a la información que requiere el administrado para que no se le cause
indefensión; tampoco admite la posibilidad de limitar el acceso al expediente por horarios
u otras circunstancias y lo que es mejor aun superando a la Ley de Transparencia no
condiciona la obtención de copias de los documentos a trámites escritos o a pagos
adicionales; asimismo se observa la obligación de la administración Pública de poner en
conocimiento de los administrados el estado de la tramitación de los procedimientos; más
aún si ahora existe una marcada tendencia a la notificación electrónica, además que
permitirá sobre todo el control exhaustivo de los términos y plazos para informes y
dictámenes (de 07 a 10 días según sea el caso). Asimismo, es concordante con los
artículos 126° y 127° del D.S. 006-2017-JUS, en cuanto obligan a efectuar programas de
racionalización del tiempo y de estacionalidad de expedientes, así como de atención por
usuario y la mayor provisión simultánea de servidores dedicados exclusivamente a la
atención del usuario.
Este principio también concuerda con los derechos de los administrados previstos en el
artículo 64° numeral 3 del D.S. 006-2017-JUS
Se aclara que este principio ya se encontraba desarrollado en el artículo 55° inciso 3 de
la Ley 27444, ahora previsto en el artículo 64° inciso 3 del D.S. 006-2017-JUS.
REFERENCIAS
Echandía, D. (1995). Teoría general de la prueba judicial. Tomo II. Quinta Edición.
Bogotá: Rubinzal - Culzoni Editores.

Guzmán, C. (2013). Manual del procedimiento administrativo general. Lima: Pacífico


S.A.C.
Huamán, L. (2010). Jurisprudencia administrativa de carácter constitucional. Lima:
Gaceta Jurídica S.A.

Molina, A. (2001). Los principios del procedimiento administrativo en la ley del


procedimiento administrativo general: fundamentos alcances e importancia.
Derecho & sociedad (17), pp. 258-268.

Morón, J. (2008). Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo General.


(7°ed.). Lima: Gaceta Jurídica.
Navas, R. (2017). Derecho administrativo sancionador en las contrataciones del Estado.
Lima: Gaceta Jurídica.

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