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UNIVERSIDAD NACIONAL
TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA DE AMAZONAS
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
CICLO: VI
Chachapoyas – PERÚ
2019
PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
I. Principio de legalidad
Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la Constitución la ley y al
Derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo con los fines
para los que les fueron conferidas.
Según Navas (2017), este principio pone límite a la potestad sancionadora solo
pueden castigarse las conductas expresamente señaladas como causales de infracción
las consideradas en una ley previa y vigente a la comisión del hecho denunciado; por
otra parte Morón (2008), señala que este principio se desdobla en tres elementos
esenciales e indisolubles que “deben ser tomados en cuenta en forma conjunta: a) la
legalidad formal, que exige el sometimiento al procedimiento previamente formulado;
b) la legalidad sustantiva referente a las materias que le son atribuidas y c) la legalidad
teleológica, que obliga al cumplimiento de los fines que el legislador establece”.
En el EXP. N.° 00197-2010-PA/TC, mediante la demanda de amparo de autos el
recurrente persigue, como pretensión principal, que se declare nula y sin efecto
legal la Resolución Rectoral N.º 288-2008-R-UJCM, del 25 de julio de 2008, y como
pretensión accesoria, que se declare nulo y sin efecto legal el proceso administrativo
disciplinario seguido en su contra ante el Tribunal de Honor y Disciplina de la
Universidad José Carlos Mariátegui. Solicita, además, se ordene el pago de los costos
y costas del proceso, así como la remisión de los actuados al Fiscal Penal, de
conformidad con el artículo 8º del Código Procesal Constitucional, aduciendo que
existe causa probable de la existencia de un delito. Acusa la vulneración de sus
derechos al debido proceso y a un juez imparcial, así como de los principios de
legalidad y tipicidad.
Ante esto dos son las cuestiones que este Tribunal advierte: de un lado, que el aludido
artículo 28º del Reglamento del Tribunal de Honor y Disciplina (fojas 35), se refiere
a las sanciones aplicables a los estudiantes, cuando lo concreto es que el recurrente
tiene la condición de docente. Por otro lado, y aun cuando en vía de aclaración se
emitió, ante el pedido del actor, la Resolución N.º 03-2008-THD/UJCM, del 12 de
septiembre de 2008 (fojas 95), ésta se sustenta en el artículo 26º del Reglamento del
Tribunal de Honor y Disciplina, referido a las sanciones de que pueden ser objeto los
docentes de la emplazada universidad.
Pese a ello, el aludido artículo 26º contiene trece supuestos de faltas que podrían dar
lugar a sanción, y, sin embargo, la cuestionada resolución, ni su posterior aclaratoria,
determinan por cuál de ellas es que se apertura proceso administrativo sancionador al
demandante.
En consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que se han violado los principios
de legalidad y tipicidad garantizados por el artículo 2º, inciso 24, literal d) de la
Constitución.
El debido proceso puede ser definido como el conjunto de condiciones que deben
cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos, cuyos derechos u
obligaciones están bajo consideración administrativa. Dentro de estas garantías se
encuentra el derecho de defensa que tienen los administrados de responder a los
cargos y responsabilidades que se le atribuyen, en tiempo oportuno, por lo que deben
tener pleno conocimiento de las denuncias planteadas para efectuar sus descargos.
Este principio constituye una garantía general de los ciudadanos que desde hace
tiempo ha sido introducido en el Derecho Administrativo y es reconocido
unánimemente en la doctrina, en la jurisprudencia, en los tratados o convenios que
nuestro país ha suscrito y tienen rango de ley, por lo que su vulneración, inobservancia
y violación de las normas y formalidades para garantizar el debido proceso no son
subsanables en sede administrativa y tiene como consecuencia una causal de nulidad
del acto administrativo emitido, por lo que puede ser materia de una acción de garantía
constitucional, como es el recurso de amparo.
La garantía del debido proceso administrativo significa que debe darse al presunto
infractor el derecho a ser notificado personalmente del inicio del proceso que se le
sigue y tenga la oportunidad de ser oído, presentar sus descargos y pruebas que le
permitan contradecir la denuncia en su contra para que pueda existir una decisión
fundada e imparcial que también pueda ser impugnada si afecta a sus intereses
Así en base a este principio tal como aparece en la sentencia del Tribunal
Constitucional N° 05085-2006-AA-TC, fundamenta que el debido proceso y los
derechos que lo conforman garantizan no solo el proceso judicial, sino también el
proceso administrativo y en este último procedimiento, se hace constancia de los
principios y derechos normalmente protegidos tanto común o especialmente a los
cuales se refiere el artículo 139 de la Constitución.
III. Principio de impulso de oficio
En el Art. IV, inciso1, numeral 3 prescribe “las autoridades deben dirigir e impulsar
de oficio el procedimiento y ordenar la realización o practica de los actos que resulten
convenientes para el esclarecimiento y resolución de las cuestiones necesarias”.
Así en el principio se establece que las autoridades beben inicia, propiciar, dirigir y
ordenar cualquier procedimiento administrativo, eso sí siempre que sea de su
competencia hasta que se esclarezcan las cuestiones de discusión, sin petición las
partes, que pueden estar en el proceso, y es que el fundamento radica en que se vela
por el interés público, pues este deber busca corregir errores, busca pruebas, realizar
diligencias y trámites necesarios, dirigir y ordena el procedimiento para el
esclarecimiento y decisión de las cuestiones planteadas, así como también busca
celeridad, eficiencia (Navas, 2017).
Pero hay que resaltar que por ejemplo “en la Ley de Contrataciones del Estado, hay
una limitación de este principio, como sucede con la declaratoria de la prescripción
en las causales de sanción que hayan incurrido los postores o contratistas, la cual solo
puede ser solicitada a pedido de parte y no puede ser aplicada de oficio como era con
la normativa anterior y como también se permite en la norma procesal penal”
EXP. N.° 00452-2012-PA/TC fundamenta que en cuanto al principio de impulso de
oficio, cabe enfatizar que el inciso 1.3 del artículo IV del TP de la LPAG (Ley N°
27444) prescribe que es deber de la Administración ordenar la realización o práctica
de actos que resulten convenientes para el esclarecimiento y resolución de las
cuestiones necesarias. Este Colegiado considera que, ante cuestiones tan técnicas y
especializadas como las suscitadas en autos, debe recurrirse al auxilio de entes
especializados sobre la materia y no sólo fundamentarse la decisión en medios
probatorios de parte (boletines químicos emitidos por el Laboratorio Central de
Aduanas).
En tal sentido, en el presente caso se encuentra demostrado que la Administración
Tributaria –en los procedimientos administrativos que le siguió a la Sociedad
demandante por la importación de productos de acero– no requirió ni produjo las
pruebas necesarias y pertinentes para el adecuado esclarecimiento de los hechos y
llegar a la verdad material (los productos importados de acero eran aleados con boro),
por lo que este Tribunal considera que este principio fue infringido.
Al respecto, debe tenerse presente que este principio se encuentra concretizado en el
artículo 176.2 de la LPAG (Ley N° 27444), cuyo texto establece que la
Administración debe “solicitar informes técnicos de cualquier tipo a su personal o a
las entidades técnicas aptas para dicho fin, preferentemente entre las facultades de las
universidades públicas”. La inobservancia de este principio es también destacada en
los votos discrepantes de la vocal del Tribunal Fiscal, CogornoPrestinoni, quien
refiere que “la Administración deberá solicitar informes técnicos de cualquier tipo a
su personal, lo que no resulta aplicable al presente caso de autos al no contarse con el
personal idóneo para el tipo de informes” (subrayado agregado). Esta afirmación pone
en evidencia que existía la necesidad de requerir y producir las pruebas necesarias y
pertinentes para la adecuada resolución de los hechos del presente caso, lo que
reafirma la conclusión de que se infringió el principio de impulso de oficio.
V. Principio de imparcialidad
En el Art. IV, inciso1, numeral 5 prescribe, “las autoridades administrativas
actúan sin ninguna clase de discriminación entre los administrados, otorgándoles
tratamiento y tutela igualitarios frente al procedimiento, resolviendo conforme al
ordenamiento jurídico con atención al interés general”
Este principio debe vincularse con el principio de equidad respecto a la relación
que debe darse para que exista un mayor equilibrio en los contratos públicos,
estableciendo que las prestaciones que tiene el Estado con los proveedores
particulares, y de estos respecto al Estado, deben tener una equivalencia y
proporcionalidad que deben ser tomados en cuenta.
La imparcialidad es un criterio de justicia que supone que las decisiones,
sancionadoras o no, deben ser asumidas con rectitud con base en situaciones
objetivas y transparentes, sin influencia de sesgos, prejuicios o tratos
diferenciados.
Fiorini señala que el sustento ético de este principio se vincula con la moralidad
como “producto del comportamiento correcto, el cual se juzga a través de la
conducta de sus agentes, de la insospechabilidad de los funcionarios y de la
corrección de todos los actos integrantes de la operación selectiva. El temor a la
connivencia entre el agente y un oferente, es el temor a la quiebra de la
imparcialidad que provoca un trato desigual, que resulta tan perniciosa como la
que acontece entre los mismos oferentes” (FIORINI, Bartolomé. Manual de
Derecho Administrativo, p. 638).
En el EXP. N.° 00512-2013-PHC/TC, se establece:
en el caso de autos, se observa que sobre el proceso penal que se sigue
contra los recurrentes del presente hábeas corpus, el Presidente de la Corte
Superior de Justicia de Huánuco (Jorge Castañeda Espinoza) ha emitido
diversas opiniones al respecto; como, por ejemplo, que Giles y compañía
actuaron “de forma ilegal e ilícita” durante la “intervención violenta”, “la
autoridad municipal se excedió en sus actos”, “es absurdo pensar que
vamos a entregar el terreno” (Véase Diario Ahora del 27 de noviembre de
2012, corriente a fojas 33).
El Presidente de la Corte Superior de Justicia de Huánuco al ser consultado
por el juez del Primer Juzgado de Investigación Preparatoria de Pasco
(Juez de primera instancia que conoció el presente hábeas corpus) para que
exprese ¿Cuáles son las opiniones que su persona ha emitido respecto al
caso de los hoy demandantes? Dijo que ninguna, por cuanto sus
apreciaciones personales se enmarcan dentro de la razón y el derecho y en
defensa de la institución que representa (véase la toma de declaración
corriente a fojas 94).
Doctrina:
Esta presunción, de carácter iuris tantum, está relacionada directamente con la idea de
simplificación administrativa, y se vincula, por ejemplo, con la prohibición de solicitar
documentación original a los administrados, y con el fomento de la presentación de
“declaraciones juradas”, en las que los administrados declaran que determinada situación,
o documentación, se ajusta a la verdad, declaraciones juradas que, de no ser ciertas,
acarrean incluso consecuencias de índole penal.
Jurisprudencia:
Esta situación constituye, entonces, una puntual excepción a la regla general contenida
en el artículo 196 del Código Procesal Civil, ya que de modo general es admitido que, en
todo proceso la carga de probar corresponde a quien afirma los hechos que configuran su
pretensión o a quien los contradice alegando hechos nuevos, sentido que se hace extensivo
a los procedimientos administrativos. Así, si el empleador argumenta que los créditos
invocados son inexistentes, han sido cancelados o ascienden a un monto menor, aquel
tiene la carga de presentar la documentación que desvirtúe la presunción de veracidad de
la información presentada por el trabajador en su autoliquidación detallada, presentando
documentos que acrediten fehacientemente sus afirmaciones, tales como constancias de
depósitos bancarios de CTS, boletas de pago suscritas por el trabajador, libros de planilla,
entre otros documentos (Resolución Nº 0916-2010/SC1-INDECOPI, Sala de Defensa de
la Competencia Nº 1 del Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad
Intelectual del Indecopi).
Doctrina:
Todos los sujetos que intervienen en el procedimiento administrativo deben realizar sus
actos guiados por la buena fe, el respeto mutuo y la colaboración, sin obstaculizar ni
perturbar el proceso; esta conducta debe ser valorada a efectos de una atenuación en la
sanción, como se establece en los criterios que se toman en cuenta para la determinación
gradual de la sanción. Se debe tener en cuenta la manera como se han conducido en el
proceso, respondiendo a los requerimientos, mediante comportamientos procesales
adecuados, y efectuados con argumentos y medios de prueba pertinentes.
Implica que quienes participen en el procedimiento administrativo, deben realizar sus
respectivos actos procedimentales guiados por el respeto mutuo, la colaboración y la
buena fe.
Hernando Devis Echandía opina que el juzgador debe tener en cuenta el comportamiento
procesal de las partes “…como un indicio o un argumento de prueba, a su favor o en su
contra, según el caso, cuya gravedad la puede apreciar aquél libremente”. El
comportamiento de las partes debe servir de fuente o motivo de prueba: precisamente
como hecho que prueba otro hecho.
Jurisprudencia:
Para sostener la argumentación administrativa se precisa que el artículo 123 de la LPAG
prevé que siempre que cuenten con sistemas de transmisión de datos a distancia, las
entidades facilitan su empleo para la recepción de documentos o solicitudes y que cuando
se emplean dichos medios deben presentarse físicamente dentro del tercer día el escrito o
la resolución respectiva; por otro lado, continua la decisión de Osinergmin, dispone el
artículo 138 de la norma general en lo administrativo que el horario de atención de las
entidades para la realización de cualquier actuación se rige, entre otras reglas, por aquella
que señala como horas hábiles las correspondientes al horario fijado para el
funcionamiento de la entidad.
El sentido de facilitar el uso de datos de transmisión a distancia, sostiene la
Administración resolutoria, en forma alguna no implica crear un régimen privilegiado a
los usuarios que hagan uso del fax o del correo electrónico con relación a aquellos que
solo puedan presentar físicamente sus escritos, pues el sentido de la norma es la facilidad
en la remisión electrónica o por fax de documentos o solicitudes, en un régimen en que
los plazos se respetan; implica, de la misma manera, simplemente enviar aquello que, por
diversas razones, no es posible presentar en ese instante por una imposibilidad física de
apersonarse a la entidad en ese momento: Interpretar lo contrario implicaría que pasada
la hora de recepción, todos los administrados puedan hacer uso de un fax o correo
electrónico para superar la negligencia de haber dejado vencer el plazo que tenía de hacer
valer su derecho de impugnación, lo cual debe descartarse atendiendo al principio de
conducta procedimental, puesto que ninguna regulación del procedimiento administrativo
puede interpretarse de modo tal que ampare alguna conducta contra la buena fe procesal
de los partícipes en el iter procedimental (Resolución de Consejo Directivo Osinergmin
N° 320-2007-OS/CD, Consejo Directivo del Organismo Supervisor de la Inversión en
Energía y Minería).
IX. Principio de celeridad
Principio de celeridad.- Quienes participan en el procedimiento deben ajustar su
actuación de tal modo que se dote al trámite de la máxima dinámica posible, evitando
actuaciones procesales que dificulten su desenvolvimiento o constituyan meros
formalismos, a fin de alcanzar una decisión en tiempo razonable, sin que ello releve a las
autoridades del respeto al debido procedimiento o vulnere el ordenamiento.
Doctrina:
Jurisprudencia:
Planteando recurso de apelación ante el Tribunal del Servicio Civil (TSC) en cuanto
órgano de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (SERVIR), sostiene como parte de
sus argumentos, en primer punto, la afectación de la gradualidad sancionadora al
empleado público puesto que no se le debió imponer la sanción de cese temporal sino,
antes bien, la de amonestación escrita o, en todo caso, suspenderle sin goce de haberes;
ya que ese era el orden establecido en la citada norma reglamentaria aplicable al personal
del Ministerio Público; y, de otro lado, que no se ha tenido en cuenta el plazo
improrrogable de 30 días determinado taxativamente en el Reglamento de la Ley de Bases
de la Carrera Administrativa (RLBCA) para el procedimiento administrativo
disciplinario.
Pese a lo señalado, cabe tener presente que la Resolución de Gerencia General Nº 205-
2010-MP-FN-GG fue notificada al administrado el 19 de marzo del 2010 venciendo, en
consecuencia, de manera inexorable el plazo para cuestionar la decisión gravosa en
materia de empleo público el 13 de abril del 2010. Por ello es que bajo el hecho de que el
administrado afectado en sus derechos presentó su recurso de apelación el 16 de abril del
2010, esto es ya habiendo transcurrido inexorablemente los plazos para su impugnación,
en atención a los principios de celeridad, eficacia y simplicidad procede declarar
improcedente el recurso; pues su extemporaneidad, señala el TSC, hace innecesario
ingresar al examen del mismo ante su manifiesta improcedencia. (Resolución Nº 075-
2010-SERVIR/TSC-Primera Sala; 1ª Sala del Tribunal del Servicio Civil de la Autoridad
Nacional del Servicio Civil).
X. Principio de eficacia
Los sujetos del procedimiento administrativo deben hacer prevalecer el
cumplimiento de la finalidad del acto procedimental, sobre aquellos formalismos
cuya realización no incida en su validez, no determinen aspectos importantes en la
decisión final, no disminuyan las garantías del procedimiento, ni causen
indefensión a los administrados.
En todos los supuestos de aplicación de este principio, la finalidad del acto que se
privilegie sobre las formalidades no esenciales deberá ajustarse al marco normativo
aplicable y su validez será una garantía de la finalidad pública que se busca
satisfacer con la aplicación de este principio.
Según Navas (2017), este principio, conocido también como el de la certeza o seguridad
jurídica, busca crear las bases para generar confianza en los administrados frente a las
actuaciones de la Administración Pública y disminuir notablemente los niveles de
corrupción, toda vez que al conocerse los lineamientos que se deben seguir, la
discrecionalidad se reduce, ya que los administrados pueden conocer de antemano las
posibles decisiones que se deben dar en el caso a resolver, sin que se presenten
arbitrariedades o resultados imprevistos. Por tanto, Guzmán (2013) manifiesta que el
principio de predictibilidad tiene dos finalidades; la primera, permite al administrado
poder determinar previamente el posible resultado del procedimiento; la segunda,
permitirá desincentivar la presentación de solicitudes sin mayor efectividad o legalidad.
En el EXP. N°01454-2010-PHD/TC, sentencia del Tribunal Constitucional sobre el
recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Renne Rosazza Asín y otros contra
la resolución de la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha
7 de enero de 2010, que declaró infundada la demanda de hábeas data de autos. La
sentencia señala en su análisis que el principio de predictibilidad ha sido negado y
vulnerado por parte del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo ya que no les
otorgaron a los demandantes la información que ellos solicitaron, para que puedan prever
el pronunciamiento final; por tanto, también ha vulnerado a su derecho de acceso a la
información pública regulado en el artículo 2 inciso 5 y 6 de la Constitución Política del
Perú. Siendo así que la demanda de hábeas data de autos fue declarada fundada.
XVI. Principio de privilegio de controles posteriores
En el Art. IV, inciso 1, numeral 16:
La tramitación de los procedimientos administrativos se sustentará en la aplicación de la
fiscalización posterior, reservándose la autoridad administrativa, el derecho de comprobar
la veracidad de la información presentada, el cumplimiento de la normatividad sustantiva
y aplicar las sanciones pertinentes en caso que la información presentada no sea veraz.