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Universidad Nacional de Salta

Historia de Argentina III


Resumen: Fernando Devoto Cap. V “Nacionalistas, militares y Políticos: La revolución de 1930”

El 6 de septiembre de 1930 una columna de tropas compuestas por los cadetes del Colegio
Militar, secundados por algunos pocos efectivos de la Escuela de Comunicación y del Regimiento I
de Caballería (contaba con escaso apoyo militar sobre todo en los niveles más alto) y
acompañados por una muchedumbre de civiles, avanzaba sobre la plaza de mayo para derrocar a
un gobierno constitucional. La pequeña columna pudo cumplir sus objetivos sin tropiezo, el
vicepresidente Enrique Martínez a cargo del ejecutivo presentó su renuncia, hora más tarde haría
lo mismo Yrigoyen. El gobierno radical se derrumbaba sin estrepito y el General José Félix Uriburu
asumía el cargo de Presidente Provisional.
Lo que se tratara de hacer es percibir el problema desde las estrategias de los distintos
grupos políticos y de los intelectuales nacionalistas, en el marco del clima de ideas y de los
proyectos políticos imperantes en el momento de la revolución.
Sin la predica nacionalistas la revolución hubiera tenido lugar igual, visto por el descredito
del Ejecutivo en la opinión pública, vinculado con el agravante de la situación económica y sobre
todo de las finanzas públicas. Los conflicto y la parálisis existente en el partido de gobierno y la
perdida de liderazgo del presidente Yrigoyen pare haber ocupado un lugar un lugar central. Ello se
acentuaba con el problema de las disidencias internas, vinculadas a la vejez del presidente y una
intensa y muy precoz lucha por la sucesión de Yrigoyen, cuyos cabecillas eran el ministro del
Interior y el vicepresidente.
Los actores principales del golpe fueron el Ejercito y el General Uriburu pero una variedad
de grupos y grupúsculos nacionalistas, que florecieron desempeñaron un rol significativo a los
efectos de crear un clima de inestabilidad y de desgate en el opinión pública. Ello fue obra de
nuevas organización como LA LIGA PATRIOTICA, siendo muy importante su papel en la acción
directa de agitación callejera (el programa político y doctrina eran menos importantes).
En 1929 hombres del periódico LA NUEVA REPUBLICA como muchos otros que nunca
colaboraron con el diario, se decidió organizar un grupo de choque: LA LIGA REPUBLICANA. Los
principales inspiradores de la creación fueron Rodolfo Irazusta y Roberto de Lafererre, que
obtuvieron el visto bueno de Uriburu. La liga admitió en su seno a todos los descontentos del
gobierno radical dispuestos a iniciar una campaña de agitación callejera, pero fue siempre
controlada por los nacionalistas. El programa de la liga justificaba su acción invocando el derecho
de los ciudadanos a resistirse al despotismo y presentaba la paradoja que esos propósitos
subversivos se hacían en nombre en la necesidad de respetar la constitución. El cuartel de la liga
era el local del diario La Fronda propiedad de Francisco Uriburu, cuyas páginas confluían tantos
nacionalistas como conservadores. En octubre de hace año quedaron constituidas las autoridades
en un triunviratos compuesto por Rodolfo Irazusta, Videla Dorna y Roberto Laferrere.
La acción de la liga consistía en realizar actos relámpagos, con el grito “Abajo el peludo”
“viva la revolución”, empapelaban los frentes de la ciudad y los medios de transporte y
convocaban mítines., muchos de estos actos terminaban en enfrentamientos con los miembros
del Klan Radical. Existía un discrepancia en torno al papel que la política debía jugar en ella,
Irazusta proponía integran una lista conjunta de socialistas independiente y personalidades
vinculadas al nacionalismo como Carles y Lugones, porque conformar un partido nacionalista era
impracticable.
Otro grupo de choque era LA LEGION DE MAYO, era una organización de agitación pero
que fue creada recién en víspera de la revolución por iniciativa directa de Uriburu. Su propósito
era contar con una agrupación civil que estuviera totalmente subordinada al Estado Mayor
Revolucionario. Estaba integrada en gran parte por ciudadanos independiente que dio su apoyo al
golpe y también por muchos miembros de la liga republicana

Uriburu en su continuo tejer en el terreno militar, desde posiciones institucionales, parece


haber sumandos desde los años 20 una cierta curiosidad intelectual y una frecuencia de periódicos
y hombres del nacionalismos. Leía periódicas como La Voz Nacional, La Nueva República y Criterio.
Era gran comensal del Jockey y muy amigo de su presidente Bulrich. Los propósitos de Uriburu
iban más allá de un simple cuartelazo “mi plan es hacer una revolución verdadera que cambie
muchos aspectos de nuestro régimen institucional, modifique la constitución y evite se repita el
imperio de la demagogia que hoy nos quita. Además sostenía en ellas que había que reformar la
constitución para terminar con la demagogia o que no soy enemigo del parlamento, pero creo que
representación corporativa es lo más práctico.
Estaba claro que Uriburu aspiraba a ir más allá de una solución de coyuntura y más allá de
los partidos políticos. Era muy evidente que siempre pensó en el papel del Ejército, como principal
sostén de su gobierno y con los militares como los interlocutores privilegiados de sus propuestas.
El problema de Uriburu era ideológico y político, no tenía un modelo preciso y no tenía claridad en
torno a los mecanismos para lograrlo.

UN CORPORATIVISMO INMADURO Y UN LIBERALISMO MADURO


Las ambigüedades del uriburismo se agravaban por la necesidad de establecer una alianza
con otros sectores como el justismo, ante el peso que en el aparato militar conservaba el
radicalismo por contar con figuras como el general Dellepiane. Que el sector institucional era
mayoritario lo revelaras elecciones en el Círculo Militar en 1929 en la que fueron derrotados por la
lista progubernamental.
Entre las relaciones entre justitas y uruburistas enfatizaban muchas diferencias
ideológicas. Termina con la plena cesión de uriburu en dos planos relevantes para su estrategia
política: aceptar el compromiso de defender la Constitución y el de que los miembros del nuevo
gobierno no ocuparan cargo alguno en el sucesivo gobierno normalizados. Uriburu necesitaba del
apoyo del justismo para tener perspectivas de éxito.
Hubo un dualismo que se hizo presente en el militar revolucionario a la búsqueda de todo
tipo de apoyo, esta dualidad a hacía referencia a dos ámbitos; el frente militar y el poder político.
Mientras en aquel se esforzaba a presentar las dimensiones antiliberales, se aseguraba la finalidad
civil y de respecto constitución de la revolución. A través de ello buscaba consenso o al menos la
neutralidad de los dirigentes políticos, ya que si se hubiera hecho público el manifiesto
corporativo original, aquellos dirigentes convocados no habrían aceptado. Que esta dualidad
coexistiera es el resultado tanto de la heterogeneidad ideológica del uriburismo como de aquella
vecindad entre conservadurismo y nacionalismo, ello implicaba cursos de acción contradictorios y
continuas confrontaciones y mediaciones y es conjeturablemente posible que todo estuviera
ligado también a ciertas confusiones en Uriburu o fuese táctica del mismo para tener distintos
curso de acción, según los cambiantes equilibrios políticos.
Después de la victoria del golpe, los conflictos de ahora no serían entre uriburistas y
justintas como en el seno de aquellos y entre ellos y las elites argentinas. El retiro de justo de la
comandancia del ejército muestra el desgate de posibles exclusiones para las futuras elecciones.
El gabinete elegido por el nuevo presidente del gobierno provisional no dejo de
sorprender a los nacionalistas de la nueva república. Un lugar central lo ocupaban antiguo
saenzpeñismo Ernesto Bosch, el conjunto del conservadurismo de buenos aires era claramente
beneficiado como los terrateniente Santamarina. La presencia de tantos hombres ligados al
antiguo régimen no debe oscurecer que hubo cargos claves ocupados también por militares y que
Uriburu siempre se preocupó por otorga a esto muchas ventajas como si se tratara de un partido
militar. La imagen de los nacionalistas ante el rumbo de los acontecimientos no fue uniforme,
mayoría estaba empeñada en ocupar cargo políticos en las intervenciones provinciales (Laferrere
en Córdoba, Casares en Corrientes, Palacio en San Juan, Bunge en Santa Fe), otros como los de la
Nueva república en pública hacían referencias alabanza a uriburu y en secreto la imagen era
diferente.
La decepción de los nacionalista era justificada pero no llegaban a comprender las razone
profunda de la situación. Este reflejaba bien las amistades de Uriburu, las ambigüedades de sus
propuestas políticas pero también su opción por estrategias bifronte y gradualista. Uriburu
parecía reservarse dos cursos de acción: uno de retorno partidocratico y el otro de corporativismo
moderado, encarnado en el gobierno por Ibarguren y otros interventores federales. Los dos cursos
de acción eran alternativos ideológicamente pero complementarios temporalmente. Entre ambos
sectores siempre existieron fuertes afinidades sociales e intereses económicos compartidos
amistades de larga data

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