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Tito Maccio Plauto nació en Sársina, Umbría, hacia 254 a.C y murió en 184 a.C.

Fue
el autor más popular e importante del teatro latino.
De acuerdo con los datos más verosímiles, siendo adolescente integró un conjunto
teatral de comediantes; posteriormente se convirtió en director del grupo y
organizador de representaciones. En este período escribió gran parte de sus obras.
Su éxito fue arrollador y siguió creciendo, incluso, después de su muerte: un siglo
más tarde corrían por Roma, bajo su nombre, ciento treinta comedias. El erudito
Varrón las sometió a un minucioso análisis y llegó a la conclusión de que eran de la
autoría de Plauto veinte obras (las mismas han llegado a nosotros más o menos
completas, junto con fragmentos de una más). En general, se las ordena
alfabéticamente: ​Amphitruo, Anfitrión; Asinaria, La venta de los asnos; Aulularia, La
olla; Bacchides, Las dos Báquidas; Captiui, Los cautivos; Casina, El sorteo de
Cásina; Cistellaria, La arquilla; Curculio, El Gorgojo; Epidicus, Epídico; Menaechmi,
Los mellizos; Mercator, El mercader; Miles Gloriosus, El soldado fanfarrón;
Mostellaria, El fantasma; Persa, El Persa; Poenulus, El cartaginesito; Pseudolus, El
mentiroso; Rudens, El cable; Stichus, Estico; Trinummus, Las tres monedas;
Truculentus, El malhumorado; Vidularia (fragmentos), La valija.
Las comedias de Plauto tuvieron pervivencia en el teatro en su forma original o
como modelo de creaciones nuevas en dos etapas claramente diferenciadas,
correspondientes a la Edad Media y al Renacimiento. Sin embargo, su influencia se
prolonga hasta el teatro de nuestros días y, de manera especial, en el que se
produce y se estrena en las lenguas española, portuguesa, gallega y catalana.
Todas las comedias plautinas son representaciones de carácter helenístico,
ambientadas en escenarios griegos, y pertenecen al género de la ​palliatae
(paliadas), este nombre se debe a la vestimenta característica, el ​pallium o capa
griega. Los autores griegos imitados no son los de la época clásica, sino de la
llamada ​Comedia ​Nueva​, de los siglos IV-III a. C., sobre todo Menandro, Dífilo y
Filemón.
El mundo de estas comedias es el de los hombres de la calle, el de los seres sin
rostro que no tienen ningún protagonismo en la vida social y política. Su mayor
originalidad estriba en el uso que hace de la lengua. Gracias a Plauto conocemos el
habla popular de la época reflejado con maestría en los diálogos de sus comedias.
Fue un autor volcado en su público que escribía para entretener y divertir, muy
aplaudido en su tiempo. El lenguaje que utiliza es chispeante, popular, lleno de
juegos de palabras y equívocos, con el fin de conseguir la risa del auditorio.
Las obras van precedidas con frecuencia de un prólogo en el que un personaje (que
a veces no interviene en la comedia, e incluso puede ser un dios) cuenta el
argumento y pide la benevolencia y los aplausos del público. Este recurso no es, por
cierto, una invención romana, ya que se encuentran muchos antecedentes en la
tragedia (especialmente en Eurípides) y en la comedia griega. La funcionalidad de
estos prólogos dependía de los propósitos perseguidos por el autor, y por eso
mismo hay una gran variedad de ellos. En general servían para crear una
comunicación con el público y lograr un ambiente propicio para la representación,
para exponer la trama de la obra o bien para hacer una defensa de la crítica.
Después del prólogo, tal como aparecen hoy editadas, las obras constan de cinco
actos.
El comediógrafo latino marca la distancia existente entre el actor y el personaje que
interpreta y entre el público y la escena, ya que frecuentemente hace que los
actores alteren la ilusión dramática, rompiendo así el equilibrio de la ficción estética.
En este tipo de comedia se puede observar de manera regular que los personajes
abandonen de pronto su papel para dirigirse al público en su calidad de actores o
haciendo referencias o aclaraciones de diversa índole acerca de la obra. Además,
en ciertos momentos Plauto convierte al público en partícipe de la intriga que se
desarrolla en la escena, es decir, le da al público una función activa; también utiliza
el recurso de que sus personajes hagan referencias a ciertas convenciones propias
del quehacer
teatral.
A pesar de que convencionalmente todas las obras de Plauto se desarrollan en
Grecia, el autor alude en sus obras a lugares, costumbres y personajes romanos
(incluyó elementos que fueran conocidos y familiares para su auditorio). Esto puede
notarse en las frecuentes referencias al Derecho, a la religión y a la vida política de
la capital del Imperio.
La conjugación de la atmósfera griega con elementos romanos; este procedimiento,
además de hacer accesible la obra al público, implicaba una finalidad ética:
condenar la conducta de algunos de sus personajes que viven en un ambiente
disipado y vicioso, diverso del romano.
Las técnicas dramáticas utilizadas se relacionan con los siguientes aspectos:
● el humor​: Plauto subordina la finalidad de la comedia al logro de los efectos
cómicos; su comicidad es directa, tanto que llega inclusive a la broma burda;
en sus obras abundan escenas divertidas que a menudo no tienen estricta
conexión con la trama. Es un creador de acciones: sus piezas poseen gran
agilidad y movimiento vivo.
​ cude al anti-ilusionismo preocupado
● la quiebra de la ilusión dramática: A
siempre por el efecto cómico directo.
● el prólogo​: Es narrativo y de función dramática. Plauto considera como
elemento contundente a la ironía dramática.
​ e fundamentan los temas en la ignorancia y el error. Abarcan
● los temas: S
desde la comedia de enredos, la sentimental y la de caracteres hasta la
parodia mitológica y el sainete. El amor aparece frecuentemente como
resorte básico de la trama.
● la estructura argumental: ​Plauto ​prefirió el argumento simple referido a un
único problema. El uso de este argumento simple explica las abundantes
repeticiones y digresiones que tienen como objetivo principal complicar la
simplicidad de ese diseño básico.
​ ueron, en general, los de la comedia griega. Es frecuente el
● los personajes: F
personaje ridículo y la caricatura mediante la exageración de determinados
rasgos; predominan los tipos ricos en posibilidades cómicas: el esclavo, el
parásito, el traficante de esclavos, el soldado.
● el lenguaje: Plauto se revela como un maestro en el manejo de la lengua; su
vocabulario, de excepcional riqueza y variedad, es el instrumento para
juegos de palabras, aliteraciones y equívocos; inventa neologismos e impone
a sus personajes nombres definitorios. Su lenguaje es chispeante, ágil y
fecundo en musicalidad.
​ as posibilidades dramáticas del ritmo y los efectos polimétricos
● la métrica: L
están explotados al máximo en la obra plautina, cuyos ​cantica aún hoy siguen
siendo motivo de estudio por su riqueza en metros líricos y su compleja
estructura, y son reconocidos como aporte itálico a la comedia. Plauto,
intuitivo, apunta al humor en sentido amplio.
Cabe destacar la popularidad de la comedia latina en los siglos III y II a.C., un largo
período de esplendor en el cual el arte dramático ha sido casi el único punto de
contacto del pueblo medio y bajo con el ámbito de la cultura.

Acerca de la comedia ​La olla

Plauto tuvo en cuenta (y manejó con total excelencia) ciertos recursos a la hora de
representar sus comedias. Destacaremos los más reconocibles:
● Tipificación elemental;
● Movimiento escénico;
● Tramoya y vestimenta;
● Ruptura de la ilusión escénica;
● Lenguaje;
● Equívoco;
● Absurdo;
● Alusiones a la vida romana;
● Burla de provincianos y campesinos;
● Política;
● Crítica social; y
● Grosería y obscenidad
Analizaremos, a continuación, algunos de los aspectos más importantes de esta
obra en relación a las características y recursos propios del autor antes
mencionados.
Argumento
El viejo Euclión ha encontrado una olla que guarda un tesoro. Por miedo a que se la
roben, continuamente está atormentado. Espía a todos y a todos tiene por
enemigos.
Licónides había deshonrado a Fedra, hija de Euclión, por lo que la muchacha queda
embarazada. Sin embargo, él está enamorado y desea casarse con ella.
Por otro lado, Megadoro, anciano rico y tío de Licónides, también proyecta casarse
con la doncella, aún sin que la joven posea dote (desconociendo la avaricia del
padre).
Tras muchas vacilaciones, Euclión acepta este último matrimonio. Entre tanto,
esconde la olla en diversos lugares, cerca de los cuales acecha un esclavo de
Licónides y le roba el tesoro al viejo.
Megadoro renuncia al casamiento en favor de su sobrino, quien hace restituir a
Euclión su olla. De este modo, el joven consigue casarse con Fedra.
Para lograr esa unión, el esclavo de Licónides le entrega la olla a su amo con la
condición de que éste le otorgue su libertad.

Ya en el prólogo, donde queda claro de qué tratará la obra y cuál es su conflicto


principal (apuntando a captar la atención del espectador), observamos que quien se
dirige al público es el dios Lar de la casa o ​Lar Familiaris​, de suma importancia en el
seno de la vida romana. Estas divinidades estaban fijadas a los lugares con una
vocación social, la familia, que siente su presencia en el hogar en que se reúne. Al
Lar se dirigen también los sacrificios que marcan el ritmo de la vida del grupo, como
en las bodas y en los nacimientos. Estos dioses vivían en el interior de cada casa; el
hombre, pues, ha amado su casa, su morada fija y duradera, que había recibido de
sus abuelos y legado a sus hijos como un santuario.
Pronuncia el Lar:
<<Para que ninguno se pregunte extrañado: "¿quién es éste?", yo mismo os lo diré
en pocas palabras: Sabed que soy el dios Lar de esta casa, de la que me habéis
visto salir. Hace muchos años que en ella habito y que vengo protegiendo al padre y
al abuelo del que ahora la posee…>>
Asimismo, se hacen menciones de otros dioses y semidioses, tales como Júpiter,
Pólux, Hércules, Vulcano, Silvano; una cuestión que también se ve reflejada en la
cultura griega.
Otro rasgo importante para destacar es la visión de la mujer. Hay que tener en
cuenta, en primer lugar, la tendencia, tanto en la literatura griega como en el latina,
a presentar caracteres fijos determinados por la edad y el sexo: la mujer es
caracterizada por la ​muliebris impotentia​, es decir, la incapacidad de dominarse
propia de la mujer, el dejarse llevar por las pasiones. Así aparece casi siempre en la
comedia y en la sátira. Como lo demuestran las palabras de Eunomia, hermana de
Euclión, en los siguientes fragmentos:
<<- Ante todo, quiero, hermano mío, que veas que lo que te digo está dictado por mi
afecto y por tu propio interés; así debe proceder una buena hermana. No ignoro que
a las mujeres se nos tiene siempre por importunas y que con razón somos
consideradas como charlatanas; se asegura hoy que jamás se ha encontrado una
sola que sea muda…>>
<<- Un hombre como tú debe decir la verdad; ninguna mujer puede ser considerada
como perfecta, pues cada una de nosotras es peor que las demás.>> (2, I).
Teniendo en cuenta a los personajes de Estáfila y Estrófilo, podemos referirnos a las
condiciones a las que los esclavos domésticos estaban expuestos. Particularmente
en esta comedia, mencionaremos el poder de los amos de decidir sobre la vida de
sus siervos, si bien darles la muerte no es algo que fehacientemente haya ocurrido,
lo utilizan en un tono de amenaza.
Euclión a Estáfila:
<<- ¿Yo te he de dar explicaciones, campo de espinas? (...) te juro que si cojo un
palo o un pincho, yo te haré que apresures ese paso de tortuga.>>
<<- (...) Si te atreves a volver la cabeza antes que te lo permita, al momento te
pongo en la cruz para que aprendas…>> (1, I).
Diálogo de Licónides y Estrófilo:
<< Licónides:- ¿Sabes lo que te espera?
Estrófilo:- Aunque me mates no me la has de sacar.
Licónides:- Quieras o no, te la sacaré. Te haré atar y colgar. Pero, ¿por qué no le
aprieto el cuello a este pillastre? ¿Me das la olla?...>> (5, I).
Por otro lado, el personaje de Estrófilo al robar la olla de oro de Euclión, pasa a ser
el personaje picaresco que hace bromas, el muchacho ocurrente y divertido de la
obra. La personalidad embustera es otro rasgo propio del esclavo: negocia su
libertad con el amo aprovechando la situación de poseer en ese momento el tesoro.
Es, además, el mismo que pide aplausos al público al final de la representación:
"(...) Aplaudid con toda el alma", una de las características plautinas antes
mencionadas en este trabajo.
Pero Estrófilo no es el único que interactúa con el auditorio. Esta ruptura de la
ilusión escénica también la genera Euclión en la escena IX del Acto Cuarto. Se
dirige al público del siguiente modo:
<<- (...) Voy como ciego y no puedo saber adónde voy, en dónde estoy no quién
soy. Por favor, decidme quién ha robado mi olla. (Al público) Tú, ¿qué me dices?
Quiero creerte, pues pareces ser hombre honrado. Pero, ¿por qué os reís? Os
conozco perfectamente a todos; sé que aquí hay muchos que ocultan su iniquidad
bajo esos blancos trajes y tiene aspecto de gentes de bien. Pero… ¿nadie de estos
la tiene? ¡Estoy perdido!...>> (4, IX)
En este fragmento, no solo notamos desde las propias palabras del viejo avaro
cómo los espectadores se divierten, sino que también hay una crítica a esas mismas
personas por medio de la metáfora de lo oculto bajo las vestimentas blancas.
Por último, dos aspectos fundamentales, son los temas del equívoco y el lenguaje.
En la escena X del Acto Cuarto, somos testigos de una situación que genera uno de
los momentos más cómicos de la obra: Euclión cree que Licónides se hace cargo
del robo de la olla de oro cuando, en realidad, el joven se refiere a la deshonra que
le propició a su hija Fedra. Resulta un diálogo bastante extenso donde cada
personaje deja fluir sus sentimientos respecto a dos temas diferentes, creyendo,
claro, que son el mismo.
<< Euclión: ¿Por qué tocaste cosa mía contra mi voluntad?
Licónides: La culpa la tuvieron el amor y el vino.
Euclión: ¡Sinvergüenza!...
Licónides: (...) Pero, yo que tuve aquel atrevimiento, no pido otra cosa sino
quedarme con ella.
Euclión: ¿Te quedarás una cosa mía contra mi voluntad? (...) Si no me entregas…
Licónides: ¿Qué quieres que te entregue? (...) ¿Qué te he robado yo? ¿Dónde?
¿Cómo?>> (4, X)
El lenguaje utilizado presente en toda la comedia es de un tono popular, en el que
también abundan las groserías y obscenidades. Ejemplo de ello lo son términos
como "tunante", "cogote", "pescuezo", "asno", "granuja", "viejo roñoso", "pillastre",
"vil pordiosero".
Para concluir, podemos decir que temas como el amor, el dinero, las bodas entre
personas de clases sociales diferentes, el descubrimiento de objetos que dan un
vuelco en la situación dramática, los equívocos o los ancianos que pretenden a
doncellas jóvenes, entre otros, son temas que confluyen en una trama compleja y
enredada que logra la sorpresa y la risa.
Plauto busca satisfacer las demandas de la plebe interesada en temas poco
complicados en los que abunde la sátira, la crítica y la maledicencia, e intenta
conseguir un efecto cómico en cada escena, aunque para ello tenga que sacrificar la
lógica interna de la acción, sin importarle caer en contradicciones, anacronismos e
incluso incongruencias.
La finalidad última de su teatro es divertir.

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