Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
MATERIA:
DERECHO CANÓNICO
LIBRO V
MAESTRO:
LIC. PBRO. MARCO ANTONIO SÁNCHEZ SÁNCHEZ
ALUMNOS:
SEM. JOSÉ GUADALUPE BELEZ HURTADO MSCH
SEM. FRANCISCO GÓMEZ DOMINGO
“El hombre, en efecto, no se limita, a el solo orden temporal, sino que, viviendo en la
historia humana, conserva íntegramente su vocación eterna”. 1
“Ciertamente, las realidades terrenas y las que, en la condición humana, trascienden este
mundo están estrechamente unidas entre sí, y la misma Iglesia se sirve de medios temporales
en cuanto su propia misión lo exige”. 2
Para ello está llamada a servirse de los medios necesarios, siempre y cuando sean
conformes al Evangelio y para el bienestar de todos, respetando la diversidad de tiempos, así
como, de situaciones.
Cristo, estableció su Iglesia santa, como un organismo visible.3 Para comunicar a todos
la verdad por medio de ellos. Pero la sociedad, la asamblea visible y la comunidad espiritua l,
la Iglesia de la tierra y la Iglesia dotada de bienes celestes no han de considerarse como dos
realidades distintas, forman más bien una realidad compleja, constituida por un elemento
humano y otro divino.4
Pero precisamente de esta misión religiosa derivan tareas, luces y fuerzas que pueden
servir para construir y fortalecer la comunidad de los hombres según la ley divina. Más aún,
donde fuera necesario, según las circunstancias de tiempo y lugar, la Iglesia puede, e incluso
debe, suscitar obras destinadas al servicio de todos, particularmente de los necesitados, como
las obras de misericordia u otras semejantes.5
El derecho patrimonial solo puede entenderse como pueblo de Dios y bajo la misió n
misma de la Iglesia, a la cual estamos unidos por vínculos de caridad y de comunión es en
este sentido que el uso de bienes materiales en la Iglesia tiene su justificación y su medida en
relación al cumplimento de bienes espirituales.6
“los fines propios son principalmente los siguientes:
Sostener el culto divino
1 Cf. (GS,76)
2 Cf. (GS,76)
3 Cf. León XIII Enc. Sapientiae Christianae
4 Cf. Pio XII, Enc. Mystici Corporis
5 Cf. (GS,42)
6 Cf. (c.1254)
Sustentar honestamente al clero y demás ministros.
Hacer las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre todo con los necesitados.
A este conjunto de bienes necesarios para la misión de la Iglesia todo fiel debe
contribuir.7
“La comunidad política y la Iglesia son entre sí independientes y autónomas, en su propio
campo. Ambas, sin embargo, aunque por diversos títulos, están al servicio de la vocación
personal y social de los mismos hombres”.8
Frente al estado los fieles tienen derecho.9
Frente a la Iglesia los fieles tienen deber.10
Este deber del pueblo de Dios de contribuir con sus bienes a las diferentes necesidades
se concreta por la Jerarquía en casos determinados. En este caso a las personas jurídicas
publicas sujetas a su jurisdicción, que sea proporcionada a sus ingresos, mientras que las
personas físicas y jurídicas a solo una contribución moderada.11
7 Cf. (c.222).
8 Cf. (GS, 76).
9 Cf. (c.1261).
10 Cf. (c. 222).
11 Cf. (cc.1263-1264).
TEMA 2. CONCEPTO UNITARIO DE PATRIMONIO
ECLESIÁSTICO: FINES
La expresión patrimonio eclesiástico es empleada por la doctrina canónica para referirse
al conjunto de los bienes temporales de la Iglesia; sin embargo el nuevo canon, ni el anterior
emplean esta noción jurídica para referirse a ellos, si no que prefieren hablar de bienes
eclesiásticos o de bienes temporales.12
Es el conjunto de los bienes temporales de la iglesia. El c.1257:
“todos los bienes temporales que pertenecen a la iglesia universal, a la sede apostólica o a otras personas
jurídicas públicas en la iglesia, son bienes eclesiástico s, y se rigen por los cánones que siguen, así como por
los propios estatutos”13 .
La Iglesia usa los medios temporales en cuanto su propia misión lo exige como lo dice
el Concilio Vaticano II, en su documento Lumen Gentium.
El legislador canónico ha querido garantizar la sujeción del patrimonio eclesiástico a los
fines que son propios, a través del canon 1254.
C.1254 §1: “Por derecho nativo, e independientemente de la potestad civil, la Iglesia católica puede
adquirir, retener, administrar y enajenar bienes temporales para alcanzar sus propios fines”.
§2: “Fines propios son principalmente los siguientes: sostener el culto divino, sustentar honestamente al
clero y demás ministros, y hacer las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre todo con los necesitados”.
Canon 1255:
“La Iglesia universal y la Sede Apostólica, y también las Iglesias particulares y cualquier otra persona
jurídica, tanto pública como privada, son sujetos capaces de adquirir, retener, administrar y enajenar bienes
temporales, según la norma jurídica”.
Canon 1256:
“El dominio de los bienes corresponde bajo la autoridad suprema del Romano Pontífice, a la persona
jurídica que los haya adquirido legítimamente”.
BIBLIOGRAFÍA:
14 “El dominio de los bienes pertenece, bajo la suprema autoridad de la Sede Apostólica, a la persona moral
que legítimamente los hubiere adquirido”.
15 “El Romano Pontífice es el supremo administrador y dispensador de todos los bienes eclesiásticos”.
16 “Al Ordinario local pertenece vigilar diligentemente sobre la administración de todos los bienes
De aquí los bienes de estas personas morales, sean al mismo tiempo bienes públicos de
la Iglesia, destinados a los fines propios de cada entidad, que son fines de la Iglesia. Bines
cuya administración y dispensación están sujetas al régimen administrativo establecido
por la autoridad competente, por ello es importante mencionar la distinción de personas
jurídicas, sean corporaciones o fundaciones, en públicas o privadas, obedece que la misión
de la Iglesia se cumple de diversos modos, según el fin concreto que se persiga y según la
condición eclesial de los diversos miembros del Pueblo de Dios.
Hay determinados fines, como el culto público o la enseñanza oficial de la doctrina
cristiana, que por su propia naturaleza pública están reservadas a la jerarquía 21, mientras
que otros, pertenecen a la acción propia de los fieles 22. Para el debido cumplimiento, la
autoridad eclesiástica debe impulsar por sí misma constituye personas jurídicas públicas,
que actúan en nombre de la Iglesia, mirando al bien público, adquiri endo personalidad
por el derecho mismo 23 o por decreto formal de la autoridad competente.
Para la realización del resto de los fines eclesiásticos basta la persona jurídica privada,
constituida por iniciativa de los fieles:
“Los fieles tienen derecho, mediante un acuerdo privado entre ellos, a constituir asociaciones para los fines de
los que trata en el c. 298 §1, sin perjuicio de lo que prescribe en el c.301 §1” 24
sociedades de vida apostólica, en las que los fieles, clérigos o laicos o clérigos junto con los laicos trabajan
unidos…”
23 Todas las personas jurídicas en la Iglesia se configuran a partir de un elemento material, que le da
forma; de un elemento formal o fin al cual se ordenan y de un elemento constitutivo que le otorga la
personalidad jurídica.
24 c. 299 §1.
“El dominio de los bienes corresponde, bajo la autoridad suprema del Romano Pontífice, a la persona jurídica
que los haya adquirido legítimamente”25.
La persona jurídica que legítimamente los haya adquirido, y que dicho dominio está
bajo la autoridad del Romano Pontífice 26, él es el administrador y distribuidor supremo
de todos los bienes eclesiásticos. La naturaleza de la potestad del Romano Pontífice sobre
los bienes temporales de las personas jurídicas es jurisdiccional, no una potestad dominical
o derivada de un derecho real y le es propia como suprema autoridad de la Iglesia. El
fundamento y finalidad de este poder de intervención se encuentran siempre en el oficio
del supremo Pontífice de proveer el gobierno supremo de la Iglesia. Se manifiesta en dos
grandes líneas de actuación:
1) Regulación de la administración de los bienes temporales.
2) Alto dominio de los mismos cuando el bien de la Iglesia así lo requi riese.
Tal intervención directa parece que únicamente se da en circunstancias realmente
extraordinarias.
Por ser propiedad de la persona y de acuerdo a los esquemas propios del Derecho
privado27 y en un amplio sistema de descentralización, en nada obsta para que su
propiedad pueda calificarse de pública: los bienes de las personas jurídicas públicas son
suyos, pero al mismo tiempo y por la misma causa son bienes eclesiásticos.
25 c. 1256.
26 c. 1273.
27 El Código de Derecho Canónico remite ampliamente al Derecho Civil
PODERES DOMINICALES Y JURISDICCIONALES
28 “El dominio de los bienes pertenece, bajo la suprema autoridad de la Sede Apostólica, a la persona moral
que legítimamente los hubiere adquirido”.
29 “El Romano Pontífice es el supremo administrador y dispensador de todos los bienes eclesiásticos”.
30 “Al Ordinario local pertenece vigilar diligentemente sobre la administración de todos los bienes
De aquí los bienes de estas personas morales, sean al mismo tiempo bienes públicos de
la Iglesia, destinados a los fines propios de cada entidad, que son fines de la Iglesia. Bines
cuya administración y dispensación están sujetas al régimen administrativo establecido
por la autoridad competente, por ello es importante mencionar la distinción de personas
jurídicas, sean corporaciones o fundaciones, en públicas o privadas, obedece que la misión
de la Iglesia se cumple de diversos modos, según el fin concreto que se persiga y según la
condición eclesial de los diversos miembros del Pueblo de Dios.
Hay determinados fines, como el culto público o la enseñanza oficial de la doctrina
cristiana, que por su propia naturaleza pública están reservadas a la jerarquía 35, mientras
que otros, pertenecen a la acción propia de los fieles 36. Para el debido cumplimiento, la
autoridad eclesiástica debe impulsar por sí misma constituye personas jurídicas públicas,
que actúan en nombre de la Iglesia, mirando al bien público, adquiri endo personalidad
por el derecho mismo 37 o por decreto formal de la autoridad competente.
Para la realización del resto de los fines eclesiásticos basta la persona jurídica privada,
constituida por iniciativa de los fieles:
“Los fieles tienen derecho, mediante un acuerdo privado entre ellos, a constituir asociaciones para los fines de
los que trata en el c. 298 §1, sin perjuicio de lo que prescribe en el c.301 §1” 38
sociedades de vida apostólica, en las que los fieles, clérigos o laicos o clérigos junto con los laicos trabajan
unidos…”
37 Todas las personas jurídicas en la Iglesia se configuran a partir de un elemento material, que le da
forma; de un elemento formal o fin al cual se ordenan y de un elemento constitutivo que le otorga la
personalidad jurídica.
38 c. 299 §1.
“El dominio de los bienes corresponde, bajo la autoridad suprema del Romano Pontífice, a la persona jurídica
que los haya adquirido legítimamente”39.
La persona jurídica que legítimamente los haya adquirido, y que dicho dominio está
bajo la autoridad del Romano Pontífice 40, él es el administrador y distribuidor supremo
de todos los bienes eclesiásticos. La naturaleza de la potestad del Romano Pontífice sobre
los bienes temporales de las personas jurídicas es jurisdiccional, no una potestad dominical
o derivada de un derecho real y le es propia como suprema autoridad de la Iglesia. El
fundamento y finalidad de este poder de intervención se encuentran siempre en el oficio
del supremo Pontífice de proveer el gobierno supremo de la Iglesia. Se manifiesta en dos
grandes líneas de actuación:
3) Regulación de la administración de los bienes temporales.
4) Alto dominio de los mismos cuando el bien de la Iglesia así lo requi riese.
Tal intervención directa parece que únicamente se da en circunstancias realmente
extraordinarias.
Por ser propiedad de la persona y de acuerdo a los esquemas propios del Derecho
privado41 y en un amplio sistema de descentralización, en nada obsta para que su
propiedad pueda calificarse de pública: los bienes de las personas jurídicas públicas son
suyos, pero al mismo tiempo y por la misma causa son bienes eclesiásticos.
39 c. 1256.
40 c. 1273.
41 El Código de Derecho Canónico remite ampliamente al Derecho Civil
Libro VI. De los Bienes Temporales de la Iglesia
Tercero de teología
7/nov/18
Noción
Nos dice el Derecho Canónico que los bienes eclesiásticos son aquellos que
pertenecen a alguna persona jurídica pública de la Iglesia 42 . La categoría
“eclesiástico” deriva de la titularidad de éste, y esta titularidad da a los bienes unos
fines específicos que son un aspecto concreto de los fines del patrimonio
eclesiástico43
Ningún bien tiene como titular directo a la Iglesia universal, pero todos los bienes de
las personas jurídicas públicas son bienes de la Iglesia44. Esto quiere decir, que
42 c. 1257 § 1
43 c. 1254 § 2/ Instituto Martín de Azpilcueta, “Manual de Derecho Canónico”. José Tomás Martín de Agar.
Cap XI Bienes Temporales y Misión de la Iglesia. Pp. 710
44 Ídem
para poder ser un bien eclesiástico debe pertenecer a una persona jurídica pública,
pues por medio del sujeto poseedor del bien eclesiástico opera la Iglesia en cuanto
tal para conseguir sus fines eclesiales, por esto el sujeto es sumamente importante
en la definición de un bien eclesiástico. 45 Así es, también, que los bienes que
pertenecen a las personas jurídicas privadas no son considerados bienes
eclesiásticos 46“a pesar de estar bajo la vigilancia de la autoridad eclesiástica” 47.
Nos dice el libro “los bienes temporales de la Iglesia” si es posible hablar del del
patrimonio que forman los bienes eclesiásticos de modo unitario, y nos aclara que
los bienes eclesiásticos tienen cierta unidad en los fines, sin embargo existe también
la pluralidad de sujetos que individualizan estos fines (hemos hablado ya de la
importancia del sujeto para la noción y acción de los bienes eclesiásticos, incluso
también en los fines son fundamentales, pues los sujetos determinan el
funcionamiento que dan a sus bienes dependiendo de sus “objetivos” o fines) por
tanto, obtenemos una “pluralidad de fines a los que los bienes están vinculados” 48.
Derecho administrativo
Éste régimen está determinado por el libro V del Código más las normas dictadas
por las Conferencias Episcopales y los Ordinarios. 50
Todos estos bienes son capaces de ser comercializados, por esto es que existen
límites derecho51 para que todos sean tratados con respeto y evitar que sean
destinados a usos profanos. Tenemos, por ejemplo, una medida protectora de
comercialización52 que no permita percibir un bien eclesiástico de una persona
jurídica privada a una pública y viceversa, así se evita que salgan de los bienes
eclesiásticos y son protegidos.
Clases de bienes
A pesar de poder ser clasificados de cualquier manera (pues la Iglesia no tiene unas
clasificaciones propias), los bienes eclesiásticos tienen mayor relevancia para el
Derecho Canónico clasificados en: “cosas sagradas y cosas preciosas”
Nos dice el Código de Derecho Canónico nos dice que las cosas sagradas son
aquellas que han sido destinadas al culto divino por dedicación o bendición litúrgicas
53 aunque pueden ser considerados así otros objetos y lugares detonados
permanentemente al culto, con licencia de la autoridad , a pesar de no haber sido
50 Ídem
51 c. 1376
52 c. 1269
53 c. 1171
bendecidos. Éstas pueden ser imágenes (c.1188), reliquias (c. 1190), lugares (c.
1205), edificios (c.1214), a los bienes (c.1220 § 2), o cosas (c. 1269, 1379)
El Manual de Derecho Canónico puntualiza que no por ser cosas sagradas éstas
serán considerados bienes eclesiásticos, sino que lo son dependiendo de a quién
pertenezcan54 por esto los bienes eclesiásticos no son todos sagrados en sentido
propio, y no todos los bienes sagrados son eclesiásticos.
Las cosas preciosas tienes requisitos distintos para ser. La distinción de las cosas
preciosas dependen del valor que poseen, derivan de la historia, del arte o del culto
y veneración que reciben. Por muchas cosas preciosas pueden ser de escaso valor.
Creemos que los bienes preciosos se les puede llamar solo a los bienes
eclesiásticos, es decir, no a los privados. 55
54 Ídem
55 “Los bienes temporales de la Iglesia” pp 17
FALTA
TEMA 6.
LOS BIENES
DE LAS
PERSONAS
JURIDICAS
PRIVADAS
Pontificio Seminario
Palafoxiano Angelopolitano
Escuela de Teología
Por
3° de Teología
9 de noviembre de 2018
A. Modos diversos de adquirir bienes temporales
En este documento se analizan las fuentes de ingresos y los medios jurídicos de adquirir
propiedades en el Derecho canónico.
1. Sistema de financiación
La Iglesia en virtud de su ser, tiene la opción de preferir que los fieles laicos contribuya n
según formas voluntarias, para el culto divino, las obras de apostolado, la caridad y el
conveniente sustento de los ministros. 56 Ya que los presbíteros estando al servicio de Dios,
como una tarea que se les ha sido confiada, merecen una justa gratificación.57
Partiendo de este presupuesto, se reconoce que hay dos maneras de conseguir ingresos para
el patrimonio de la Iglesia, que son: las oblaciones voluntarias de los fieles y los tributos, y
las tasas58 . Los cánones 1265-1267 dan normas particulares y específicas sobre algunos
ingresos ofrecidos o pedidos a los fieles, como son las colectas especificas y las ofrendas
libres de los fieles.59
Las oblaciones voluntarias son todas aquellas aportaciones que los fieles dan de manera
gratuita y que no están sujetas a una obligación de carácter jurídico; como regla general, las
oblaciones que se hacen están determinadas a un fin en específico según la voluntad del
donante.60
Las limosnas son realizadas por personas privadas, aunque sea para alguna instituc ió n
pública.62 El Ordinario debe establecer normas que se encaminen a evitar discordias, abusos
y escándalos, también puede las conferencias episcopales dar otras normas que obligue n
incluso a los religiosos mendicantes.63
El canon 1263 es fruto de una larga elaboración, la última redacción debió tener en cuenta
las situaciones locales de los diversos países, así como eventuales acuerdos entre las
naciones.69
El canon 1260 nos presenta que es un derecho de la Iglesia el pedir el sustento de parte de
los fieles para solventar las necesidades de sus propios fines, 71 no todas las conferencias
episcopales gozan de las mismas libertades, lo que llamamos concordatos con la Santa Sede
y el impuesto religioso varía según los gobiernos de los países donde hay presencia de la
Iglesia Católica.72
1.2.1. Ordinario
68 Cf. Paolis, V, de (2012) Los bienes temporales de la Iglesia, Madrid: BAC, p. 718.
69 Cf. Paolis, V, de (2012) Los bienes temporales de la Iglesia, Madrid: BAC, p. 109.
70 Declaración Universal de Derechos Humanos, Adoptada y proclamada por la Asamblea General en su
1.2.2. Extraordinario
Las demás personas, tanto físicas como jurídicas, debiendo ser también un tributo
moderado.75
En los primeros siglos de la iglesia, los clérigos se sustentaban de oblaciones de los fieles
que administraba el obispo. Aproximadamente a partir del s. v, bajo la influencia de varios
factores históricos, aparece lenta y gradualmente la noción de beneficio, los factores más
destacados son: la rotura de la unidad patrimonial que se produce, por la necesaria concesión
de patrimonios a las iglesias alejadas de la ciudad episcopal; y que el patrimonio se divide en
partes según las finalidades a las que sirve, de forma que la parte destinada a los clérigos se
fue fraccionando en pequeños patrimonios que se entregaban en usufructo al clérigo que
desempeña un oficio. otro factor es el régimen feudal; fueron muchas las iglesias que en la
Edad Media funcionan bajo el régimen de señorío eclesiástico o laico llamado de “igles ia
propia”, en ellas, por contrato feudal o por práctica aceptada, el clérigo recibía bienes como
estipendio por la carga del oficio que ejerce, de los cuales se sustenta. La dote beneficial se
restringió más tarde a bienes raíces para volver a ampliarse en la época contemporánea por
razón, sobre todo, de la drástica disminución del patrimonio eclesiástico debida a
revoluciones y leyes desamortizadoras78 .
El CIC 83 sustituye el sistema beneficial que era regulado en los cánones 1409 a 1488 del
Código de Derecho Canónico de 191781 .
El canon 1272 fundamentalmente nos dice: "En las regiones donde aún existen beneficios
propiamente dichos, corresponde determinar su régimen a la Conferencia Episcopal, según
normas establecidas de acuerdo con la Sede Apostólica y aprobadas por ésta, de manera que
las rentas e incluso, en la medida de lo posible, la misma dote de los beneficios, pasen
gradualmente a la institución de que se trata en el can. 1274, §1"82 .
De modo que, no pueden constituirse nuevos beneficios eclesiásticos; y en cuanto a los que
todavía subsisten, corresponde determinar su régimen a la Conferencia Episcopal, según
normas establecidas de acuerdo con la Sede Apostólica.
9 de Noviembre de 2018
En el ordenamiento canónico encontramos la distinción entre administración ordinaria y
extraordinaria.84
84
Paolis, V. D. (2012). Los bienes temporales de la Iglesia. Madrid, España: BAC Manuales. Pag. 154
85 Ibídem 154
86 Paolis, V. D. (2012). Los bienes temporales de la Iglesia. Madrid, España: BAC Manuales. Pag. 155
87 CIC c. 1277
88 Cf. Comentarios al Código de Derecho Canónico, BAC, 5ta Edición, pág. 730
Los actos de administración ordinaria son aquellos que son necesarios para el normal y la
diaria gestión y mantenimiento de la persona jurídica; los de mayor importancia es un
concepto relativo: son actos que de por si pertenecen a la administración ordinaria pero que
teniendo en cuenta la situación económica de la diócesis, suponen una especial importanc ia;
y los de administración extraordinaria son aquellos “que sobrepasan los límites y el modo de
la administración ordinaria” (c. 1281 §1).89
Los actos de administración ordinaria pueden ser realizados libremente por la persona
jurídica; para los de mayor importancia, el Obispo diocesano debe oír (c.127 §1) al consejo
de asuntos económicos (c. 492) y al colegio de consultores (c. 502); para la realización de
actos de administración extraordinaria se requiere el consentimiento (c. 127 §1) de ambos
organismos. También necesita el consentimiento del consejo de asuntos económicos cuando
así lo establece el derecho universal (cc. 1292; 1310 §2; etc.) o la escritura de fundación. El
CIC, con muy buen criterio, remite a la Conferencia Episcopal la tarea de “determinar que
actos han de ser considerados de administración extraordinaria”, ya que se trata de una
materia sumamente concreta y fácilmente varia de país a país. 90
Como lo mencionan los comentarios al canon 1277 los actos de administración ordinaria
pueden ser realizados libremente por el administrador, en cambio los actos de administrac ió n
extraordinaria son realizados por la Conferencia Episcopal, a no ser que el Ordinario autorice
lo contrario.
1281 § 1.Quedando firmes las prescripciones de los estatutos, los administradores realizan
inválidamente los actos que sobrepasan los límites y el modo de la administración ordinaria,
a no ser que hubieran obtenido previamente autorización escrita del Ordinario. 91
Así como en el canon 1277 recurrimos a los comentarios, de igual manera lo hacemos con
respecto al canon 1281 §1.
Varios temas se encuentran reunidos en este canon. El §1 trata nuevamente de los actos de
administración que sobrepasan “los límites y el modo de la administración ordinaria”: es
decir, los de mayor importancia y los de administración extraordinaria (cf. c. 1277). Estos
actos de administración conllevan, o pueden razonablemente conllevar, un serio riesgo de
que la situación patrimonial de la persona jurídica puede resultar perjudicada (c. 1295), o
pueden implicar una variación sustancial en su valor, etc., por lo que es lógico que el
ordenamiento canónico establezca un control en su realización para tutelar a la propia persona
jurídica. La norma establecida es muy clara: para su realización, el administrador debe
89 Cf. Comentarios al Código de Derecho Canónico, BAC, 5ta Edición, pág. 731
90 Ibídem 731
91 CIC c. 1281 §1
solicitar, y obtener previamente, la autorización de su Ordinario, bajo pena de nulidad del
acto.92
Hay que señalar que lo que puede ser de mayor importancia para una persona jurídica puede
no serlo para otra, puesto que la distinción se fundamenta sobre la consideración de la
situación económica de la persona jurídica misma. 93
Bibliografía
Paolis, V. D. (2012). Los bienes temporales de la Iglesia. Madrid, España: BAC Manuales.
92 Cf. Comentarios al Código de Derecho Canónico, BAC, 5ta Edición, pág. 733
93 Paolis, V. D. (2012). Los bienes temporales de la Iglesia. Madrid, España: BAC Manuales. Pag. 156
FALTA TEMA 10.
COMPETENCIAS Y
OBLIGACIONES DE
LOS
ADMINISTRADORE
S DE BIENES
ECLESIASTICOS.
[Nombre de la compañía]
[Título del
documento]
[Subtítulo del documento]
Marco
[Fecha]
Enajenación de bienes eclesiásticos
El título III “De los contratos, y principalmente de la enajenación” del libro V del
CIC que abarca de los cc. 1290 – 1298 retoma el último verbo del c. 1284 que especifica el
derecho de la Iglesia a los bienes temporales, es decir de la enajenación. El ordenamiento de
estos cánones nos reenvía al derecho civil de cada nación. 94 “Dicha canonización no es más
que una aplicación concreta, en el ámbito de los contratos, de lo que genéricamente establece
el c. 22”95 que nos dice:
“las leyes civiles a las que remite el derecho de la Iglesia, deben observarse en
derecho canónico con los mismos efectos, en cuanto no sean contrarias al derecho
divino ni se disponga otra cosa en el derecho canónico” 96 .
“El título III tiene dos partes desiguales: la primera que tiene como por objeto la
canonización de la ley civil en materia de contratos, y que se agota en el c. 1290; la segunda,
que trata de la enajenación de los bienes temporales de la Iglesia que va de los cc. 1291-
1298”98 . Y aunque son pocos canones, es necesario tener una idea clara de lo que norma cada
uno de ellos. “El c. 1291establece la necesidad de la debida licencia por parte de la autoridad
competente; el c. 1292 determina quien es la autoridad competente para conceder la licencia
dependiendo de los bienes a enajenar y su naturaleza, así como establecer el procedimie nto
a seguir; el c. 1293 precisa algunos de los requisitos; el c. 1294 ofrece precisiones sobre el
precio de venta y sobre el empleo de lo cobrado; el c. 1295 extiende la normativa para las
enajenaciones para cualquier negocio jurídico que pueda empeorar la situación de la persona
jurídica; el c. 1296 prescribe el modo de actuar en caso de una enajenación invalida; el c.
1297 versa sobre la encomienda dada a la conferencia episcopal de dar las normativas sobre
Habiendo dado una idea general de que tratan los cánones de este libro III, es importante
mencionar algunas puntualizaciones. Respecto al c. 1290 en lo referente al contrato. El
contrato se puede dar de dos maneras, en sentido estricto y en sentido lato; el primero es
aquel en que se da un convenio o pacto entre dos o mas personas sobre un objeto en concreto,
el segundo es un acuerdo en que ambas partes produce obligaciones. Y es el segundo, es decir
el lato del que habla el c. 1290100 .
Para que se pueda dar un contrato se requiere de algunos elementos, estos son: 1)La
habilidad de las personas ya sea de derecho natural o canónico. 2) El consentimiento de las
partes, elemento constitutivo esencial expresada en la voluntad libre de crear un vínculo. 3)
La materia, que es el objeto sobre el cual se efectúa el convenio. Y 4) La causa, que es la
razón intrínseca del contrato mismo 101 .
99 Ibidem
100 Ibid pág. 248
101 Cfr.Los bienes temporales de la Iglesia, Sapientia Iuris, Velasio de Paolis, BAC, Madrid 2012, Pág. 249
102 Ibid pág. 254
103 Cfr. MANUAL DE DERECHO CANÓNICO, EUNSA, mayo 1981, pág.730
que éstos formen parte de aquél—, sino que más bien abarcaría el conjunto de todos aquellos
bienes que le son necesarios a la persona jurídica pública para la realización de sus fines
institucionales propios; es decir, abarcaría también aquellos bienes sin los cuales no podría
subsistir o cubrir adecuadamente la finalidad para la que se creó”104 . Cabe decir que la
legislación ha prohibido la enajenación de los bienes eclesiásticos, ya que estos son sagrados.
Esta normativa adquiere un carácter más disciplinario con la constitución Ambitiosae de
Pablo III, pues la sacralidad de los bienes no permite que se consideren solo bajo el perfil
comercial y el teniendo presente solo el lucro y para una que una enajenación sea válida,
requiere de la licencia del sumo pontífice, recibida en el CIC 1917 al cual el CIC 1983 tiene
algunas novedades105 .
El c. 1291 constituye el punto de referencia para que una enajenación sea válida, nos
dice:
104 COMENTARIO EXEGÉTICO AL CÓDIGO DE DERCHO CANÓNICO, Vol. IV/I, EUNSA, Pamplona 2002, Pág. 154
105 Cfr.Los bienes temporales de la Iglesia, Sapientia Iuris, Velasio de Paolis, BAC, Madrid 2012, Pág. 249
105 Ibid pág. 254 - 255
106 CIC 83 c. 1291
107 Los bienes temporales de la Iglesia, Sapientia Iuris, Velasio de Paolis, BAC, Madrid 2012, Pág. 258
108 Ibid pág. 261-263.
1) Para la enajenación valida dentro del c. 1291 se requiere de la licencia de la
autoridad competente. Pero la autoridad que la concede no hace suyo el acto de
la enajenación, ni asume responsabilidad alguna.
2) El c. 1293 §3 precisa que al tratarse de enajenación de bienes divisibles, la validez
de la licencia esta vinculada a la mención en la petición misma de las partes
enajenadas con anterioridad.
3) La licencia de la Santa Sede se requiere para la enajenación que supere la suma
máxima fijada por la Conferencia Episcopal o la Santa Sede, y cuando se solicita
esta ultima, no remplaza la concedida por otros superiores.
4) En algunos casos se requiere del consentimiento de algunos organismos o
personas individuales.
Como conclusión es útil decir que “no están sujetas a las formalidades prescritas para la
enajenación las eventuales enajenaciones de aquellos bienes que no pertenecen al patrimonio
estable por asignación legítima, como es el dinero, las cosas inmuebles. Y que lo cobrado
por la enajenación se invierta con cautela para utilidad de la propia persona jurídica o que
también se gaste según los fines de la misma enajenación”110
109 Ibidem
110 Ibidem
09/11/2018
[ESCRIBA EL NOMBRE DE LA COMPAÑÍA]
Marco
Se llaman pías voluntades: los actos jurídicos mediante los que las personas disponen de
sus bienes en favor de la iglesia, destinándolo a fines de culto o caridad. En toda causa
piadosa hay un sujeto receptor que junto con los bienes, asume la obligación de cumplir la
voluntad del donante.112
Se puede definir la pía voluntad como cualquier disposición, ya sea con un acto inter vivos o
con un acto mortis causa, en favor de una causa pía, es decir, para un fin propio de la Iglesia,
esto es, sobre natural. Se trata, por tanto, de un acto de voluntad, con el cual se dispone de
los propios bienes. Este acto dispositivo puede ser inter vivos, si tiene eficacia antes de la
muerte del disponente: en este último caso se llama también última voluntad, puesto que con
la muerte ya no es posible modificarla.
Las últimas voluntades pueden asumir diversas formas: donación moris causa,
testamento, legado etc. Esta voluntad se llama pía porque nace de un motivo religioso
sobrenatural; los bienes se dan para un fin sobrenatural, religioso, propio de la iglesia : si el
fin no fuese sobrenatural, la voluntad no podría no podría ser definida propiamente como pía,
es decir, movida por un motivo religioso. El fin para el que se hace la donación es llamado
causa pía: o sea, la piedad del disponente califica el fin mismo. 113
111 Cf. Paolis, V. D. (2012). Los bienes temporales de la Iglesia. Madrid: Biblioteca de autores cristianos.P 290
112 Cf. MANUAL DE DERECHO CANONICO, EUNSA, Mayo 1981, Pag. 731
113 Cf. Paolis, V. D. (2012). Los bienes temporales de la Iglesia. Madrid: Biblioteca de autores cristianos.P 292
La expresión causa pía asume significados distintos; que están íntimamente conectados
entre sí:
La causa pía es el fin sobrenatural por el que se cumple la obra de piedad o de religió n;
es el motivo religioso por el que se hace o se cumple una cosa.
Causa pía es la misma obra cumplida por un fin sobrenatural. Esta obra puede
concluirse en el acto, como por ejemplo, una ofrenda para la celebración de la santa
misa.114
1) La causa pía, en el sentido de finalidad pía. Sin esta finalidad no estamos en campo
de lo sobrenatural. El elemento fundamental para que se pueda hablar en sentido
jurídico de pía voluntad es la subsistencia de un fin sobrenatural, es decir, de un fin
propio de la iglesia.
2) La intención del disponente: es decir, se trata de saber qué ha pretendido el
disponente con su acto. Esta intención debe, por definición, ser sobrenatural. La
intención es considerada desde el punto de vista moral y desde el punto de vista
jurídico. Desde el punto de vista moral, la intención expresa la relación entre el sujeto
y Dios. desde el punto de vista jurídico, consiste en la exteriorización de la intenc ió n
del agente, que da una especificación jurídica ante la sociedad al acto mismo del
agente.
3) La piedad del disponente: que la obra sea pía en sí misma, o que la intensión sea
pía115
Deben cumplirse con suma diligencia, una vez aceptadas, las voluntades de los fieles
que donan o dejan sus bienes para causas pías por actos inter vivos o mortis causa,
aun en cuanto al modo de administrar e invertir los bienes, salvo lo que prescribe el
can. 1301, P 3. 118
P1 El Ordinario es ejecutor de todas las pías voluntades, tanto mortis causa como
inter vivos. P2 En virtud de este derecho, el Ordinario puede y debe vigilar, también
mediante visita, que se cumplan las pías voluntades; y los demás ejecutores deben
rendirle cuentas, una vez cumplida su función.
127 P3 Las cláusulas contenidas en las últimas voluntades que sean contrarias a
este derecho del Ordinario, se tendrán por no puestas. 119
Otros ejecutores:
P1 Quien adquirió como fiduciario unos bienes destinados a causas pías, sea por
acto inter vivos sea por testamento, debe informar de su fiducia al Ordinario, dándole
cuenta de todos aquellos bienes, tanto muebles como inmuebles, y de las cargas
anejas; pero si el donante hubiera prohibido esto, expresa y totalmente, no deberá
aceptar la fiducia. P2 El Ordinario debe exigir que los bienes entregados en fiducia
se coloquen de manera segura, y vigilar la ejecución de la pía voluntad conforme al
can. 1301. P3 Cuando unos bienes han sido entregados en fiducia a un miembro de
un instituto religioso, o de una sociedad de vida apostólica, si están destinados a un
lugar o diócesis, o a sus habitantes o para ayudar a causas pías, el Ordinario a que
se refieren los PP 1 y 2 es el del lugar; en caso contrario, es el Superior mayor en el
instituto clerical de derecho pontificio y en las sociedades clericales de vida
apostólica de derecho pontificio, o bien el Ordinario propio del mismo miembro en
los demás institutos religiosos.120
FACULTAD DE TEOLOGÍA
FACULTAD DE CIENCIAS RELIGIOSAS
Catedrático:
Pbro. Lic. Marco Antonio Sánchez Sánchez
“Causa pia est, quando aliquid conceditur intuitu Dei ad cultum divinum,
velalia opera misericordiae, ob animae bonum” 121 ,
que traduciendo al español, se entiende que, una causa pía es aquel acto que concede
alguna cosa a la vista de Dios para el culto divino y otras obras de misericordia por parte un
alma bondadosa. El término “pía causa” se remonta a Justiniano122 y se encuentra en las
fuentes tardías del Derecho Romano123 . También encontramos otras definiciones por parte
de algunos juristas españoles como la de Martin de Azpilcueta, el cual dice que la causa pía
es:
“toda obra que se hace principalmente por causa del culto divino o por
misericordia” 124 ,
Así, podemos entender claramente que la causa pía es el acto jurídico mediante el
cual una persona dispone de bienes temporales y los destina en favor de la Iglesia a causas
piadosas (del latín pius; piadoso) como lo puede ser el culto religioso o las obras de
caridad126 . A este acto se le llama pía porque surge de un motivo religioso sobrenatural; estos
bienes se dan para un fin religioso, propio de la Iglesia. Esta acción puede ser inter vivos, si
se realiza antes de la muerte del que dispone del bien o cuasa mortis, si su eficacia está unida
a la muerte del disponente127 .
Dentro de las causas pías se destacan tres elementos, 1) La gloria de Dios; 2) La
caridad cristiana, y 3) El bien espiritual del alma. Por tanto, causa pía es toda obra realizada
principalmente para gloria de Dios, por amor al prójimo y el bien del alma.
121 AMOSTAZO, Francisco. Tratatus de causis piis in genere, et in specie. Libri I, Cap. I, n. 5. 1700.
122 Justiniano I (483 - 565) fue emperador del Imperio romano de oriente desde el 527 hasta su muerte. Buscó
revivir la grandeza del Imperio romano clásico. Uno de sus más impresionantes legados fue la compilación del
derecho romano en la obra del Corpus Juris Civilis, base del derecho civil de muchos estados modernos.
123 RUBIO, Juan José. Concepto de causa pía en los juris tas clásicos españoles. Servicio de Publicaciones de la
Las fundaciones pías son una forma especial de las voluntades pías. Disponer de los
propios bienes para las causas piadosas es una práctica jurídica desde los primeros siglos del
cristianismo y que el derecho siempre ha prestado especial atención.
El actual Código en el c. 1303 distingue dos clases de fundaciones: a) las fundaciones
pías autónomas, que son un conjunto de bienes que se erige en persona jurídica, pública o
privada, rigiéndose por los cc. 114-123 y sus propios estatutos aprobados por la autoridad
pertinente, y b) las fundaciones pías no autónomas, que son una masa de bienes donados a
una persona jurídica publica para cumplir unas determinadas funciones eclesiásticas con las
rentas anuales de dichos bienes.
Explicando mejor, las causas pías autónomas forman parte de la categoría de persona
jurídica, pública o privada, que se encuentra bajo el nombre de universitas rerum, puesto que
su personalidad jurídica es el conjunto de bienes para un fin eclesial130 . Erigidas
perpetuamente, estas pueden ser personas jurídicas públicas o privadas. 131 En cambio, las
causas pías no autónomas, son un conjunto de bienes temporales que no es constituido como
persona jurídica, sino encargado a una persona jurídica publica existente para la ejecución de
determinados fines eclesiásticos. En este caso la masa de bienes no es autónoma, porque no
tiene una subjetividad propia; sin embargo, goza de estabilidad, puesto que los bienes son
confiados a una persona jurídica ya existente. 132
133 Universidad de Navarra, MANUAL DEL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, EUNSA, Pamplona,
1981, Pág. 731.
134 PAOLIS, Velasio. Los bienes temporales de la Iglesia. Manuales BAC. Madrid, España. 1998. Pág. 299
135 Cfr. Ibíd. Pág. 302
136 Cfr. CIC 83 cc. 114-117
137 PAOLIS, Velasio. Los bienes temporales de la Iglesia. Manuales BAC. Madrid, España. 1998. Pág. 303
138 Cfr. Ibid. Pág. 306