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R EVISTA DE C U LTU R A , FILO S O FIA Y TE O LO G IA

U N IV E R S ID A D C A T O U C A B O LIV IA N A , C O C H A B A M B A

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F e r n a n d o T r a d a H ja m irez
El khipu incaico: ... 11

7tnumdo!PraáafRffm¡rui.
Dr. en Slntropoíogia, L k . en fitosofía, ‘Docente de (a
Carrera de Tiíosofia de Ca Universidad Católica
'Boliviana (Unidad Académica dt CochabamSa) y
(Dounie en Ca 'Universidad9dayor de San Simón.

E l problem a de las fuentes históricas supone ya una determ i­


nada tendencia teórica, es ingresar a un determ inado orden del m undo y
a otro régim en de signos, a otras relaciones y categon'as, a una actitud
herm enéutica distinta. No es la m ism a m anera de construir la realidad,
de interpretar o escribir-leer, la que encontram os en los cronistas penin­
sulares, que aquella con la que nos enfrentam os cuando el proceso de
lectura nos pone en relación con un cronista m estizo com o Guamán
P om a o Santa C ruz Pachakuti. L os procesos de codificación del texto
son distintos y, por lo tanto, la actitud analítica y descodifícante que se
requiere es otra. En el prim er caso, la interpretación debe buscar apartar,
críticam ente, las categorías socio-económ icas y culturales con las
cuales los españoles describían las culturas abongenes. U na lectura no
crítica de estas fuentes generó, hasta m ediados de este siglo, una canti­
dad de confusiones, co m o aquella que, basándose en la identificación
que hicieron los prim eros cronistas de algunas divinidades andinas con
las cristianas, afirm aron una rápida aculturación de la religión autóctona
al panteón cristiano. A lgo sim ilar ocurrió con las estructuras de poder
incaicas, las que se reconstruyeron, de m odo sem ejante a las m onar­
quías europeas, com o linajes que se sucedían de generación en gene­
ración y de padres a hijos, m ostrándose, recientem ente, y con otras
fuentes, qu e eso suponía una incom prensión de esas categorías de poder
(Ver R ostw oroski, 1983 y M urra, 1975: 23-43). En el otro caso, el de los

ABREVIACIONES
AGI. Archivo General de Indias.
AHP. Archivo histórico de Potosí.

Año 11, No. 21, 1995


12 íBradd El khipu In caico : ... 13

cronistas m estizos, describen, frecuentem ente con categorías fondos docum entales contribuyeron a cam b iar la visión q ue se ten ía de
inconscientes, el sistem a cultural y económ ico de la sociedad indígena sus estructuras de poder y sus sistem as económ icos (Ver W achtel, 1971
a la que, generalm ente, pertenecían por línea m aterna. E ntonces, es y M illones, 1987). H oy resulta bastante claro que las visitas d e
necesario destacar m as bien esas categorías y hacerlas conscientes en el Chucuito y Huanucu, al servir d e base docum ental para la form ulación
discurso histórico. L as fuentes presuponen pues, una determ inada p o s­ del paradigm a del control vertical de pisos ecológicos, han tran sfo rm a­
tura teórica y uua diferente actividad m etodológica y crítica. E n el do radicalm ente la visión de las sociedades en los A ndes que tenían los
prim er caso, hay que proceder por deconstrucción y rastrear lo im pen­ estudiosos de las crónicas, quienes se enfrentaban a crónicas tan agudas
sado, lo oculto y no pronunciado. En el otro caso, se debe p asar de un com o la del soldado Cieza de L eón, p ero tam bién a las idealizaciones
nivel denotativo del lenguaje a la articulación d e estructuras in co n s­ de G arcilaso o los escritos con fuerte interés político de hom bres com o
cientes al nivel de las connotaciones para tratar de encontrar una lógica Sarm iento de G am boa, quien escrib ía a p ed id o de un virrey tan
-heterogénea- racional que contribuya a explicar los actos, tanto ri­ poderoso como Toledo, que tanto influyó p ara asentar la adm inistración
tuales com o cotidianos. Interpretar la vida con la m etáfora. Luego, colonial en el virreynato de Lim a. M uchos autores han destacado la
recorrer el cam ino inverso y analizar cóm o la vida produce im ágenes, im portancia y los nuevos usos y perspectivas teóricas d e esta fuentes
sistem as, relaciones. E xplicar la racionalidad por la praxis y, al m ism o legales y adm inistrativas de la co lo n ia que, sin otro afán qu e el de
tiempo, encontrar estructuras lógicas que expresen el inconsciente adm inistrar y sin pretender interpretar las sociedades indígenas, e n tre ­
colecjivo. M últiples cam inos los de las fuentes históricas. E ste texto gaban una inform ación cuantitativa abundante. Estos docum entos
pretende recorrer uno de esos cam inos y analizar los cruces, co njun­ dieron mayor base estadística a discip lin as com o la dem ografía y p e r­
ciones y disyunciones que se producen cuando se ponen a funcionar m itieron que la historia económ ica acced a a inform ación m ás precisa
juntos sistem as herm enéuticos diferentes. sobre el cobro d e tributos, diezm os y o tro s asuntos sim ilares.

N o solam ente fueron los cronistas, y a sean m estizo s o Sin em bargo, este texto p retende indagar en una dirección: los
europeos, los que inform aron sobre el proceso d e colonización y las docum entos procesales en los cuales testifican los indios. A este resp ec­
características de las culturas autóctonas, existieron tam bién otro tipo de to se pregunta ¿de dónde provino y co m o se estructuraba esa m em oria
fuentes escritas que, sobre todo en las últimas décadas han tran sfo rm a­ histórica a la que recurrían los indios cuando se presentaban a testim o ­
do la visión etnohistórica sobre las sociedades autóctonas, su s sistem as niar a esos juicios y averiguaciones qu e el estado colonial incentivaba?
económ icos y procesos d e circulación e intercam bio. E sas fuentes, N o sólo interrogar sobre ¿quiénes eran los indios?, sin o ¿cóm o p ro ­
cualitativam ente diferentes de las crónicas, son los docum entos escritos ducían y mantenían la m em oria h istó rica qu e les daba conciencia d e su
que se desarrollaban en la adm inistración colonial; visitas, ju icio s sobre identidad? En el siglo X V I, era claro que los indios qu e iban a te sti­
tierras, herencias de cacicazgo, inform es de funcionarios públicos, car­ moniar, no asistían con las m ism as categorías legales q ue sus ju e ce s,
tas, libros de cuentas y otros docum entos. Varios han sido los investi­ pero, m ás que preguntar ¿cuál fue su sistem a legal? m e pregunto,
gadores que han dedicado reflexiones a este tipo de fiientes históricas ¿C óm o lo reproducían, lo fijaban y lo transm itían, tanto a las g en era­
(Ver M urra, 1975: 275-312), destacando su alto grado d e “objetividad"’ ciones venideras com o a los contem poráneos? ¿C óm o conform aban su
y la diferencia cualitativa que significa que, en algunos de estos d o cu ­ m em oria colectiva y cual era su relación con el sistem a tem poral? E stas
mentos, las personas que se presentan a testificar sean los m ism os preguntas sólo podrán ser respondidas, p arcialm ente, si las analizam os
indios. Esto llevó a algunos de esos investigadores a afirm ar que este en el contexto de la cultura de los indios testigos. Es decir ¿C óm o se
tipo de fuentes contribuyeron, en form a m ás intensa q u e las crónicas, fijaba y transm itía la legalidad en el in cario ? Si bien la con q u ista rep re­
a reconstruir la historia precolonial de las etnias diferentes a las del sentó una ruptura para el conjunto de las sociedades andinas, esta ru p ­
incario y que, incluso en la com prensión de e,se im perio, estos nuevos tura no debe ser interpretada com o una línea, sino com o un p roceso en

lAño 12, No. 21, 1995 Año 12, No. 21, 1995
íPrada
El khipu incaico: ... 15

arriba a las decenas, las centenas y, la superior, a los millares. Para


el que las prácticas antiguas se prolongaban durante la colonia y, al
representar los núm eros sólo había que hacer los nudos correspon­
m ism o tiem po em ergían nuevas instituciones y categorías socio políti­
dientes en el sector de la cuerda destinado a ello en el sistem a decim al.
cas y culturales. En este sentido, afirm o, por el m om ento hipotética­
La representación gráfica sería la siguiente:
m ente, que los indios recurrieron a fuentes y sistem as d e notación pre-
coloniales y gran parte de esa inform ación que testificaban los curacas
Sin em bargo,
indios se transcribía de los k h ip u s a la escritura alfabética.
probablem ente fue esa
co m b in ació n del s is­
Si bien el im perio inca no introdujo casi ninguna técnica nueva
tem a decim al gráfico y
en los A ndes, im puso form as sociales y políticas al proceso de p roduc­
la tradición oral, la que
ción que m odificaron su sentido y su escala; integró los elem entos pre­
fundam entó el am plio
existentes en una nueva estructura. D e m anera paralela, los sistem as
rol sem ántico que ios
sem ióticos adquirieron otra escala y sentido, las técnicas de esm altado
cronistas asignaban al
y dibujo en cerám ica se desarrollaron, al m ism o tiem po que el tejido
k h ip u , considerándolo
increm entaba la posibilidad de transm itir iconografías m ás com plejas.
cap az de anotar acon­
El estado inca hizo m ás fluidas las com unicaciones por el sistem a de
tecim ientos históricos y
chaskls que im plantó y, con seguridad, realizó un gran reordenam iento
m antener así, en form a
de la tradición oral anterior. Un estado com o el incaico, con una precisa
m ateria], la m em o ria
tecnología agrícola, un sistem a de riego extendido y estructuras políti­
colectiva d e la sociedad
cas totalm ente sólidas, debía disponer estratégicam ente de un conjunto
indígena. Si las fuentes
sem iótico bien estructurado que no supom'a solam ente la tan m entada
esc rita s co n stitu y en
u ad ició n oral, sino una grafía de alto contenido sem ántico. La m ism a
p a rte del p ro ceso d e
extensión geográfica del imperio tom aría im posible su gobem abilidad
p asar del m ito a la histo­
sino fuera po r m edio de un instrum ento adm inistrativo que alm acenara
ria y se puede hacer h is­
inform ación en el tiem po y la pudiera transm itir y descodificar de
to ria d esd e q ue se
generación en generación. En otras palabras, un gobierno transregional
dispone de docum entos
de sem ejantes dim ensiones no pudo ser adm inistrado sólo con m edios
escrito s; en to n ces, el
orales y sin que la iconografía religiosa y política fuese transm itida por
k h ip u , en el in cario ,
m edios m ateriales o sistem as de notación gráficos: uno de ellos, de gran
im portancia en la adm inistración inca, fue el khipu. Representación de un Khipu (Scharlau, 1986: 86). significó el tránsito a la
h isto ria y el abandono
d el ám b ito o ral d el
L o m ás probable es que los k h ip u s hayan sido un sistem a m ul-
mito. Es decir, pasar de la jerarquía en las relaciones d e dioses y
tim edial, es decir, una com binación de m edios m nem otécnicos gráficos
humanos, a la legitim ación de diferencias entre grupos sociales y la
que se com plem entaban con la tradición oral (Scharlau 1986: 24-25).
D ebido al sistem a decim al de sus nudos, podem os suponer, en un constitución de linajes.
prim er m om ento, que su función se hallaba delim itada a la contabilidad.
E s M artín de M orua quien precisa esa sem ántica histórica que
E n todo caso, es claro que se ü-ata de un sistem a decim al que se efec-
poseía el k h ip u ; “P or los m ism os cordones y nudos contaban las suce-
tiviza a lo largo de la cuerda del k h ip u a través de nudos hechos en ella:
ciones de los tiem pos y cuanto reinó cada inga, y si fue bueno o m alo,
la parte inferior de la cuerda estaba destinada a las unidades, las de m ás

Año 12, No. 21, 1995


l A ñ o l l , No. 21, 1995
16 •Pradd |j El khipu incaico: ...
si fue valiente o cobarde, todo, en fin lo que se podía sacar de los libros k ip h u s los indios, “dan razón de m ás de 500 años de todas las cosas que
se sacaba de a llf ’(C itado según Lara, 1969: 18). José de A costa, en su en esta tierra en este tiem po han pasado”(C itad o según Lara, 1969: 35).
H istoria natural y m oral de las indias, nos d a m ás precisiones sobre las
funciones adm inistrativas del k h ip u . L e atribuye un am plio rol en el El k ih p u ño fue sino una reutilización estatal d e la función
m anejo del estado y el ejercicio del gobierno, com o un m edio para sem ántica que poseyó ese antiguo sistem a ideográfico denom inado
cobrar y fiscalizar los tributos, así com o tam bién para desem peñar fun­ quillkay. Holguín nos inform a en su vocabulario que el k h ip u no fue
ciones m ilitares y norm ativas de los actos cerem oniales; sino una forma contable del q u illk ay : “Y u p a n a q q u ellca , o q q h ip u .
Las cuentas por ñudos, o por escrito ’YHolguín, 1952: 371). El k h ip u , al
“Porque para diversos géneros como la guerra, de gobierno, de
tributos, de ceremonias, de guerra, había diversos quipos o parecer, utilizó algunos principios o caracteres sem ánticos de esa
ramales. Y en cada manojo de estos ñudos, ñudicos e hilillos ala­ antigua grafía, para facilitar las agrupaciones y las nom inaciones
dos, unos colorados, otros verdes, otros azules, otros blancos, y
finalmente tantas diferencias, que así como nosotros de 24 letras, genéricas, que luego serían contadas, en fo rm a m ucho m ás precisa, por
guisándolas en diferentes maneras, sacamos tanta infinidad de sus distintos cordones y nudos. E n esta función adm inistrativa, el k h ip u
vocablos, así estos de sus ñudos y colores sacaban innumerables
significaciones de cosas”(Citado según Lara, 1969: 18). significó un perfeccionam iento del sistem a contable y sobre todo de la
m em oria estatal que facilitó la adm inistración d e un im perio tan ex ten ­
E sta cita, no sólo ratifica las diversas funciones sociales que so com o el incario. La función sem ántica m ás clara del k h ip u , destaca-
tenía el k h ip u , sino que nos inform a sobre su lógica sem ántica: era un
. d a p o r m u c h o s cro -
sistem a gráfico de notación que com binaba un sistem a decim al co n ­ T )K P 0 q T Q D E U l4 u A . nistas, p arece haber sido
table, con una lógica de colores que servía para determ inar los grupos la de co n tab iliza r los
sem ánticos que iban a ser sistem atizados y contados por el k liip u . recu rso s eco n ó m ico s,
Sarm iento de G am boa coincide en otorgar a los k h ip u una gran capaci­
sobre todo de aquellos
dad de expresión y tam bién destaca la significación que desem peñaron
alm acen ad o s en los
los colores en el proceso sem ántico: “ E n el cual q u ip o dan ciertos alm acenes estatales o de
ñudos, com o ellos saben, por los cuales y por la diferencia de los los b ien es qu e
colores distinguen y anotan cada cosa com o con letras. Es una cosa de pertenecían a las com u­
adm iración ver las m enudencias que conservan en esos cordalejos, de nidades. C ieza de León
los cuales hay m aestros com o entre nosotros del escribir “(Citado según vio, en 1547, a los encar­
Lara, 1969: 17). Ya que el código sem ántico de los colores escapa a gados de los depósitos
cualquier intento de sistem atización, una vez m ás debido a la falta de d e X auxa anudando en
datos arqueológicos precisos, sigam os con el análisis de la función sus k h ip u s todo lo que
adm inistrativa que desem peñó el k h ip u en el estado inca^. B ernabé en tra b a y sa lía de
Cobo nos inform a que el licenciado Polo de O ndegardo, por encargo del I cIlo s(C itad o seg ú n
Virrey C añete, hizo ju n ta r a los principales incas, sacerdotes y M u rra, 1975: 32). El
K hip o cam ay o s, quienes fueron exam inados sobre la historia de los d ib u jo de G u am án
incas “por los m em oriales de sus K h ip u s y pinturas que aún estaban en Pom a, al representar al
pie “(Cobo, 1956: 138). Cristóbal de M olina nos dice que p o r los K hipukam yoc al lado de
los depósitos estatales o
Rcpre.scntación dcl khipukamayoc junto al inca
C ó lica, co n firm a esta
2. Para un intento de sistematizar la información contenida en los khipu por medio de los Tupac Yupanqui (Guamán Poma, 1980: 309).
colores ver Radicati, 1976, 1984, función del K h ip u .
18 íBraáa El k h ipu in ca ico : ... 19
Polo de O ndegardo nos inform a que los K h ip u k a m a y o c corona española, así com o también la cantidad exacta de indios de los
llevaban la contabilidad exacta y de m uchos años atrás, de las llam as y pueblos de Chucuito, Acora, llave, Ju li, Pom ata, Yunguyo y Z epita que
otros ganados que fueron entregados al inca (Citado según M urra, 1975: iban a la m ita de Potosí (Garci D iez, 1964: 6 6 -7 1 ). La cstnictura de este
142-143). P or otra parte, el k h ip u fue un sistema de notación sim b ó li­ últim o k h ip u nos inform a de la lógica de estos nudos y cóm o operaba
co que perm itió, al estado inca, llevar un censo exacto de los indios y en base a un sistem a contable decim al. Este k h ip u de los tributos de los
facilitó y norm ó el cobro de los tributos. En el com plejo estado inca, la indios de Chucuito a la corona española, nos d a una inform ación adi­
contabilidad de los indios era fundam ental, ya que la extracción d e p lu s­ cional, al m ostrar la agrupación de conjuntos de hilos y nudos que se
valía se basaba casi exclusivam ente en la utilización de m ano de obra convertían en subunidades contables. Así, en este k h ip u , tenem os una
gratuita, captada por m edio de la m ita. E sta función censal ya la había categoría superior: tributos, y tres subcategorías, de las cuales, la ter­
p oseído el quillkay, así se lo puede confirm ar en el vocabulario aym ara cera, la de indios m itayos de Potosí, se subdivide en 7 grupos, la de los
d e Bertonio: “Q uellcantatha. Assentar, escriuir a uno en el padrón, o 7 pueblos que conform aban la provincia de Chucuito, que, a su vez, se
lista. Q uellcutusnutha salirse afuera el que se auia em padronado dizien- subdivide cada una de ellas en dos subgrupos: la de las dos sayas que
do que no quiere estar en aquel Padrón, o m em oria” (B ertonio, 1984: n , conform aban cada pueblo, A nansaya y Lurinsaya.
287).
La m ayoría de los datos y de las tendencias etnográficas
Todo lo cual ya nos perm ite em pezar a verificar nuestra h ip ó te­ actuales, nos inducen a pensar que el k ip h u fue solam ente un sistem a
sis form ulada al iniciar el trabajo: gran parte de la inform ación alm ace­ decim al contable. Sistem a decim al que tuvo gran im portancia en el
nada en los k h ip u s em pezó, alrededor de 1560, a transcribirse a la incario, ya que también fue la base de la reorganización social, intro­
escritura alfabética en las declaraciones que los indios prestaban a los ducida por el inca Pachacuti, quien fue un gran reform ador, conquistó
funcionarios de la colonia. Esa función censal del k h ip u a la qu e m e nuevos territorios y dio un fuerte im pulso en su gobierno p ara precisar
referí se encuentra muy bien docum entada en el k h ip u que don M artín y m ejorar la m aquinaria adm inistrativa del estado inca. N otación con­
Cari, curaca de la parcialidad de A nansaya, presentó al visitador de la table decim al y estructuración de los niveles de m ando en decenas, cen­
provincia de C hucuito, G arci D iez de San M iguel, en 1567. E ste k h ip u , tenas y m iles, al parecer constituyeron un m om ento histórico sim ultá­
llam ado chino en aym ara (Bertonio, 1984: II, 83), fue el” últim o que se neo en los Andes. Una vez m ás, él lenguaje y el poder funcionaban ju n ­
hizo en tiem po del ynga” (Garci D iez, 1964: 64) y perm itió al curaca tos, estableciendo estrategias de dom inación y articulando formas que
dar la cuenta exacta de los indios tributarios que existían en la p ro v in ­ dieron una m ayor eficacia a las relaciones del estado con sus súbditos.
cia d e C hucuito en la época del inca. E ste uso del k h ip u en relación con Esta técnica de notación y la estructuración de la sociedad en un sistem a
los tributos, adem ás de estar bien docum entado por los cronistas, es de organización decim al, fue perfeccionada p o r su sucesor, el inca
ratificado, en la prim era época colonial, p o r la declaración de los indios Tupac Yupanki, cuyo nom bre, si traducim os literalm ente, sería el “gran
de Juli, quienes afirm aron que, en la época incaica, llevaban productos contador”^. Bernabé Cobo describe así este sistem a de gobierno deci­
agrícolas al C usco, ju n to con ropa de cum bi y auasca y le daban ovejas mal:
y que para todo ello, el inca “enviaba indios principales con sus quipos
de lo que le habían de dar” (Garci D iez, 1964: 117). Es decir, por m edio á cada diez indios tributarios ó vecinos tenía puesto el Inca un
superior que cuidaba de los nueve; y en cada cinco decurias dés-
del k h ip u , el estado inca norm aba y fijaba la cantidad de tributo que tas, otro que teiu'a cuenta con cincuenta; otro gobemaba una cen­
cada etnia debía darle. Este m ism o curaca, por medio de otro k h ip u , turia, que constaba de las dos decurias de á cincuenta; en cada
cinco centurias, ó cada quinientos, había otro; y dos superiores de
d eclaró la cantidad de ganado que la com unidad p o seía (G arci á quinientos con sus subditos, reconocían á un milenario, que
D iez, 1964: 23). Finalm ente, por otro k h ip u , dio la cantidad precisa de
ropa y de los 18.000 pesos que pagaban como tributo, esta vez y a a la 3.- Holguín anota los siguientes significados: "Yupani, Contar y hacer quentas. Yupana.
Leü-a, los números de guarismo". Holguín, 1952: 370.
JKl.il
Año n , No. 21, 1995 Año 12, No. 21, 1995
1 .
20 •Bnuía El khipu incaico: 21

mandaba á mil, diez déstos estaban sujetos a otro más principal,


que tenía debajo de su obediencia diez mil, que hacián una I
obernación llamada Hunu. Tomaban el nombre estos superiores ■s
Gel número de su decurias: el que tenía cuenta con diez se decía
Chunca caraayu; el de quinientos, Pichcapacbac camayu; el de
mil, H uaranca; y el de diez mil Hunu; y todos los que goberna­ c¿
ban de cientos para arriba, se decían comúnmente Curacas. <
Sobre todos estos pom'a el Inca en cada provincia un gobernador a £
o Virrey, el cual era persona de autoridad y de ordinario deudo <
suyo cercano o muy privado; este se llamaba 'Ricuiricuc, que
quiere decir veedor”^(Cobo, 1956: 261-262). o>
Según los datos de que disponem os, el c u r a c a charca era señor
K
de 40.000 indios (AGI. C harcas 56.sf). Siguiendo esa estructuración U B
decim al de la organización social im puesta por los incas, la etnia de los < 3
S
Charcas estaría com puesta en el incario de la siguiente manera:
I \ic u y ric u c (Inca) 3
4 H unus C harcas
(40.000 indios y cada hunu m andaba 10.000 indios) <
A nansaya U rinsaya u < <
o Q a I
u <- ■u
1.- H unu de Puna (10.000) 2.- Hunu de P una (10.000) XI K <
w
3.- H unu de valle (10.000) 4.-H unu de valle (10.000) 3 <
di a
U

Siguiendo con la cita, cada hunu (lO.OCX) indios) m andaba a 10


§
huarancas (1.000 indios por cada huaranca). En el caso de los C aracara
sabem os que esta estructura se m antiene hasta el día de hoy, solam ente Ü

que estructurada en 10 ayllus. ¿Los otros H unus eran de la confe­ (A!
z ■p ■ •
deración de los C harcas y C aracaras? ¿K illacas, K arangas?
o D <
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C om o podem os suponer, todo esto podía ser fácihnente sis­ D
N C¿ i
tem atizado en un k h ip u y el del T u c u y ric u c de los C harcas debió haber D
Z s
fe r'd o una e strjc tu ra M zh?. de 4 cordones, c¡; los cuales podían Iiaber <
sido contabilizadas las m aterias m ás diversas. C on esta estructura Ü

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< c a
píKlían ser contados exactam ente tanto los indios tributarios com o los 1-J 'S < rt
’o c
productos de las etnias. E n r'^imer caso, irdio.': tributarios podían w' B
a c
ser agrupados sem ánticam ente tejiendo en la parte superior los colores c
£ w -í' U
característicos del vestido d e la etnia, en este caso los charcas, para
notar gráficam ente a quien pertenecía el censo que el k h ip u contabi­ Según Tristan Platt, 1987: 70.
lizaba. H asta hoy los indios charcas se reconocen y diferencian de los
k h ip u , el animal del que se trataba, por ejem plo una llam a. Este caso,
otros ayllus por el vestido. E n el segundo caso, p ara anotar por ejem ­
lo encontram os m aterializado, creo, en un k h ip u que se encuentra en el
plo el ganado de los C harcas, podía ir tallado en la m adera, soporte del

Año 12, No. 2 1 , 1995


F Año 12, No. 21, 1995
22 Trada Et khipu incaico: ... 23
m useo de B erlín, donde en la m adera que hace de soporte del k h ip u , se y fortifica los lazos colectivos, sino que se trata de la igualdad necesaria
halla tallado un pájaro y que podría bien representar el tributo que una para cuantificar la población y sus recursos, y así controlar m ejor la
etnia pagaba al incario con las plumas de esa ave. extracción de una plusvalía, basada, com o y a dijim os, en la utilización
de m ano de o bra gratuita, extraída por m edio de la mita.
Todos estos datos confirm an que el k h ip u Tue un sistem a co n ­
table decim al utilizado por la adm inistración estatal. Pero el k h ip u no Creo haber m ostrado las diversas y efectivas funciones que el
fue sólo un sistem a contable, sino que, a partir d e las agrupaciones k h ip u desem peñó en la sociedad incaica. En esta situación, es casi
sem ánticas por m edio de gráficos o colores, el k h ip u sobrepasaba la irrelevante, discutir si en los A ndes hubo una escritura o no. Es más,
dim ensión m eram ente m atem ática y se constituía en un sistem a de pienso que hacerlo es un error m etodológico. N o se trata de aproxim ar
notación que podríam os denom inar escritura sim bólica. E s decir, un sis­ los sistem as sem ánticos andinos a la escritura alfabética, sino de distin­
tem a que n o producía significación sólo por m edio de im ágenes, sino g uir el funcionam iento de esos d o s sistem as diferentes y, en el caso del
por m edio de sím bolos, los nudos, que se ordenaban en un código k h ip u , reconstruir su propia lógica y analizar la articulación que tuvo
racional artificial, sin tener una relación de representación directa con el con otros sistem as significativos característicos de las culturas indíge­
objeto representado. Pero este sistem a de notación, no se sobreponía nas. En ultim a instancia, la pretendida oposición teórica entre escritura
directam ente a la palabra hablada com o la escritura alfabética, sino que y oralidad no existe al interior d e la lógica sem ántica de las sociedades
se com plem entaba con la m em oria oral, con el canto y otros m edios de los Andes. Esta oposición sólo sirvió a la cultura occidental, o más
sem ánticos constituidos por colores y dibujos, en tejidos y cerám icas. El propiam ente a la unidad cultural que surgió en to m o al m ar m editerrá­
k h ip u , adem ás de abarcar muchos aspectos susceptibles de cuantifi- neo, para designar a las otras culturas, diferentes a ella, que no poseían
cación, puede durar m ucho tiempo invariable, y fue un eficiente m edio un sistem a alfabético de escritura. En este sentido, si analizam os el caso
m nem otécnicp que facilitó la adm inistración del inm enso im perio desde la lógica interna de las sociedades avasalladas por el expan­
incaico, que tenía la necesidad de controlar gran núm ero de personas y sionism o europeo, nos encontram os con qu e esta oposición teórica ya
recursos. N o im porta tanto afirm ar si el k h ip u fue una escritura o no, no es válida. C om o creo haber m ostrado, el sistem a significativo del
más im portante es conocer su funcionam iento. Una de esas funciones, k h ip u es inseparable de la tradición oral, no solam ente porque el k h ip u
crucial para las sociedades andinas, fue su relación con la adm inis­ se com plem enta con la oralidad, sino tam bién porque, com o sistem a de
tración estatal. Al igual que la escritura alfabética, el k h ip u apareció notación, el k h ip u influyó en las estructuras narrativas de la tradición
cuando el grupo social ya no podía controlar la m ultiplicación de p er­ oral y éstas se reestructuraron una vez que los sistem as de notación se
sonas y de m edios económ icos, por los antiguos m edios orales de la difundieron m ás am pliam ente y se reorganizaron en el incario. El ejem ­
m em oria colectiva, con los que antes se habían controlado, la m ayoría plo m ás claro de este proceso lo encontram os en la narración del cro­
de las veces, conociéndose en persona los unos a lo s otros. C om o si la nista indio G uam án P om a d e Ayala, quien estructura su narración según
escritura apareciera com o una máscara o cifra, una vez que se pierde el las categorías de los antiguos k h ip u (Scharlau, 1986: 92). E sta literali­
rostro en la m asificación del poder transregional. L a carne y el cuerpo dad del k h ip u , la notam os claram ente en la estructuración de su esque­
reem plazados po r el nudo o la letra. Al iniciarse las conquistas territo­ m a narrativo, en especial cuando describe la historia incaica y empieza
riales, aquellos vencidos ya no son tratados com o personas, no se los explicándola según la sucesión num érica d e los doce incas y las doce
puede conocer a todos, y pasan a ser un núm ero o un nudo en las m anos coyas, los quince capitanes y, la referencia m ás directa al sistem a deci­
del K h ip u k a m a y o k . Ya no se pueden conocer los actos, su fam ilia y las mal del k h ip u , cuando describe la población indígena según las diez
habilidades de los otros, hay la necesidad de convertirlos en una cifra, calles en las cuales, según las edades, la distribuyeron los incas. El
de ponerles la m áscara para que los haga a todos iguales, sólo que, esta khipu refuncionalizó una lógica contable y sem ántica que existía en
vez, ya no es la igualdad del rito y el baile qu e constituye la com unidad otros sistem as com o el k ü lk a y , los p a lla re s , los to c ap u s, los k e ru s y

t AñoU ,No.21, 1995 Amo n , No. 2 1 , 1995


Traeía El khipu in ca ico : ... 25

los chuis. L ógica sem ántica que, por o tra parte, evidentem ente no p re ­ en la fiesta de C apacocha, que era cuando se ofrecían sacrificios a todas
tendía duplicar el discurso hablado o la palabra del déspota, sino qu e se la h u a c a s del im perio, según la contabilidad estricta de los k h ip u s y el
conjuncionaba con una poderosísim a lógica espacial característica de orden de los ceques; “Los ingas m andaban ofrendar, conform e a sus
las sociedades andinas, que hace que el concepto de escritura, com o k h ip u s, su oro y su plata a todos los h u acas...a todo el conjunto de los
estructura sem ántica fundam ental de la sociedad, pueda ser reem p laza­ h u a c a s ” (Huarochiri, 1987: 333). E sta m ism a tradición, recogida de
da por los ceques, com o sistem a de organización social, de tenencia de fuentes orales a principios del siglo X V II, nos inform a tam bién que el
la tierra y usos del agua, a través de la distribución en un espacio k h ip u era un instrum ento para controlar los ausentes en ritos relaciona­
racional de las h u a c a s y los dioses. En este contexto, al interior de los dos con las lluvias. Se trataba de las ofrendas destinadas a la laguna
procesos significantes de las sociedades andinas ¿qué significado tiene Yansa del ayllu de los Concha, en cu y a fuente, las m ujeres depositaban
la oposición de escritura y oralidad? L as diferencias, sin duda alguna, coca y chicha, una llam a y tam bién cuis y ticti. “C uando acababan de
existen, p ero la d ic o to m ía fue e stab lecid a p o r los v en ced o res. juntarse todos y se habían registrado en sus k h ip u s todos los ausentes,
N ecesitam os conceptos nuevos. M etodológica y sistem áticam ente em pezaban a adorar a Yansa diciéndole; “P adre Collquiri, tuya es la
debem os buscar categorías propias de las culturas quechuas y aym aras laguna; tuya es también el agua; este año danos agua en abundancia”
que reconstruyan esc com plejo sem ántico de ceques, k h ip u , vestido, (H uarochiri, 1987: 481). Vemos pues, que los k h ip u estaban íntim a­
cerám ica y, por últim o, integre, en form a inseparable, los cantos, el taky m ente relacionados con las actividades religiosas, no sólo porque llev­
y las estructuras narrativas de la tradición oral y los mitos. E stam os al aban la cuenta precisa del ganado y la producción de las chacras desti­
principio. nadas a las h u ac as, sino porque asignaban la cantidad de las ofrendas y
llevaban un control de los asistentes al rito. Por o tra parte, los ceques.
E n este sentido, el concepto de escritura utilizado para develar adem ás d e una representación sagrada del espacio, eran un sistem a que
el im bricadó sistem a sem ántico de las sociedades andinas no brinda norm aba la repartición m ulti-étnica d e las tierras y los usos del agua
dem asiado. H ay que buscar por otra parte, no sólo porque el sistem a de com o bien lo ha mostrado Sherbondy, al relacionar el sistem a de ceques
notación es diferente, sino porque éste se articula de otra form a con los del valle del Cusco con los canales de riego:
otros sistem as sem ánticos que el grupo social produce, lo que hace que AMTIS u ru
la significación se produzca en un conjunto abigarrado de prácticas
sem ánticas que utilizan distintos códigos y diferentes m edios para m ate­
rializarse. N o buscar por el lado de la presencia o ausencia de la letra;
indagar po r el valor sem ántico que posee el territorio, por el lado de las
h u a c a s y los dioses, po r las singularidades de la agricultura y, p o r
supuesto, p o r el núm ero y las agrupaciones a través de sím bolos. En este
sentido creo que el sistem a de ceques puede ser m ás im portante que el
concepto m ism o de escritura, si lo analizam os en relación al k h ip u .
Sabem os que el sistem a de ceques fue una distribución de las h u a c a s
adoradas por los incas en un espacio racional y sim bólico ordenado en
eUHTISUYtí
form a radial y que representaba, al m ism o tiempo, los sistem as de L£YFMDA ■ APA t VAHE Dtl C U S C O
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parentesco y poder denom inados p a n a c a s en el incario (Zuidem a, CMN
CAMM. m IM
1984). E sta función religiosa la encontram os en la tradición d e ______
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H uarochirí. Ella nos inform a que los k h ip u k am ay o c llevaban el co n ­
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trol de las ofrendas que los incas ofrecían a sus huacas, probablem ente Gráfico de los canales de riego de Hanan Cusco (Scherbondy, 1986: 65).

t Año 12, No. 2 1 , 1995


t Año 11, No. 21, 1995
26 •Pradd El khipu Incaico: ... .
27
E sta función “docum ental” del k h ip u a la que m e estoy
refiriendo está confirm ada por otro docum ento de la época colonial, en
la averiguación que se hizo en 1556 del repartim iento de tierras que el
inca H uayna C ápac realizó en los valles de Cochabam ba (Ver W achtel,
1981). El testigo indio, don
Fem ando, declara que “dello
sus an tep asad o s tenían
quipos d e estas chacaras y
...El testigo particiones”'*- A partir de este
dato, deduzco que los k h ip u
indio, don llii fueron un instrum ento de la
ad m in istració n estatal
Femando, flp incaica para anotar y fijar, en
el tiem po y m aterialm ente,
declara que los derechos de los distintos
“dello sus ayllus sobre las tierras. E s
decir, el k h ip u funcionaba
antepasados com o un d o cu m en to qu e
CPXXS KL CUSCO
estab lecía un a leg alid ad
tenían quipos estatal de la tenencia m ulti-
étnica d e las tierras de cu lti­
de estas vo y, probablem ente de los
pastos p ara la ganadería, así
chacaras y par­ como tam bién de los usos del
ticiones”... agua. P o stu lo q u e esto s
“d o cu m en to s” tu v iero n la
forma de los ceques, ya que
esta fo rm a d e n o tació n
geográfica pudo se r fác il­
mente reconstruida por los
k h ip u . L a estructura de los ceques habría perm itido que esto se
realizara fácilm ente, ya que se hubiera sólo tenido que anotar las h u a -
cas en los nudos, dispuestos en form a radial, y m arcar los ay llu s y las
elnias según los colores caracteri’sticos de sus vestidos. En estos g ráfi­
cos podem os v er las estructuras sim ilares del k h ip u y los ceques:

Sistema de ceques y khipu del American Museum of Natural History


4. Repartimiento de tierras por el inca Huayna Cápac, 1977: 25. (Scherdondy, 1986: 72; Keatinge, 1988: 250).

Año 12, No. 11, 1995 Año 12, No. 21, 1995
28 íPradd
El khipu incaico: ... ! 29\
C om o ya lo afintié, las distintas ctnias y ay llu s pudieron estar
sim bólica de las huacas que el sistem a de ceques reproducía en un espa­
señaladas sem ánticam ente por el color de sus vestim entas característi­
cio geográfico significativo. La versión d e la creación d e los indios
cas. C ieza de León afirm a que el gobernador inca, el T ucuyricuc, cu an ­
después del diluvio, recogida por C ristóbal de M olina en 1553, afirm a
do visitaba las provincias del im perio, adem ás d e m irar si las etnias
que W iracocha habría creado a los indios en el T iahuanaco “pintándoles
poseían ganado o m etales y de fijar un tributo acorde a sus posibilidades
los trajes y los vestidos que cada uno había d e traer y ten er” (M olina,
y medio ecológico, “yvan de pueblo en pueblo m irando el traje de los
1943: 8) y que los restos de esculturas d e p ied ra que se encuentran en
naturales” (Cieza, 1985; t.2, 50). Esta observación de C ieza nos confir­
T iahuanaco habrían sido hombres que W iracocha, com o castigo, con­
m a esta relación del traje con el tributo, e insinúa la observación
virtió en piedra y donde “estaban pintados m uchos trajes d e estos
m eticulosa de las diferencias de la vestim enta de las diversas etnias con
indios” (M olina, 1943; 11). En este sentido, el origen de la hum anidad
fines adm inistrativos que estaban ligados a la posterior anotación de los
estaba ligada a un profundo acto sem ántico d e com unicación que era
tributos por m edio de k h ip u s . Estas descripciones nos perm iten p o stu ­
ratificada cíclicam ente por las prácticas rituales. D e esta m anera, la
lar que, tanto la tenencia de las tierras y el uso d e las aguas, com o la
h u a c a , fundadora m ítica de cada ayllu, determ inaba, no solam ente la
contabilidad de los tributos por m edio del k h ip u , se pudo realizar ano­
tenencia colectiva de la tierras y el uso del agua, sino tam bién la form a
tando gráficam ente cada etnia según las características de su traje. Es
de vestir d e los indios; “cada nación se viste y trae el traje con que a su
decir, cada cuerda del k h ip u podía haber llevado la señal distintiva del
h u a c a vestían” (M olina, 1943: 9). E sa relación directa del k h ip u con el
traje de la etnia o ay llu respectivo, posibilitando así un diferencia p re­
vestido, es confirm ada por Cieza, cuando narra com o el inca Tupac
cisa, en los k h ip u que utilizaban los k h ip u k a m a y o c de la burocracia
Yupanqui, cuando iba a conquistar Q uito, “E n C ax am alca dexó de la
estatal inca, del tributo o, en su caso, del sistem a de tenencia de la tie­
jente del Cuzco mucha, para que ynposiesen a los naturales en com o se
rra, de cada uno de los ayllus. E sa se n a precisam ente una de las fun­
avían de vestir y el tributo que le avían d e d ar” (Cieza, 1985: t.2, 162-
ciones sem ánticas de los colores tan m encionada por los cronistas. En
este sentido, podem os entender el rigor con que los incas obligaban a
163). E sta función tan precisa del khipu la d o cum enta tam bién el Inca é
G arcilazo, en los” Com entarios R eales” , cuando relata cóm o, después
los indios de los ay llu s a no cam biar sus trajes y a usar los trajes carac­
de incorporar una provincia al im perio, el inca hacía escrib ir en los k h i­
terísticos de cada nación. C ieza escribe, en 1553: “C ada uno de los
pus: “Las dehesas, los m ontes altos y bajos, las tierras de labor, las
naturales de esta provincia, y todos los m ás linages de gentes que h ab i­
heredades, las m inas de los m etales, las salinas, las fuentes, lagos y ríos,
tan en aquellas partes tienen una señal m uy cierta y usada, p o r la cual
los algodonares, y los árboles fructíferos nacidos de suyo, los ganados
en todas partes son conocidos. E stando yo en el C uzco, entravan de
m ayores y m enores de lana y sin ella” (C itado según L ara, 1969; 17).
muchas partes gentes, y por las señales conoscíam os, que los unos eran
Es decir, el k h ip u aparece com o un instrum ento eficiente, destinado a
Canches, y los otros Cañas, y los otros Collas, y otros G uaneas, y otros
levantar un inventario de recursos económ icos y h um anos en el ex ten ­
C añares, y otros C hachapoyas” (Cieza, 1985: t.2, 150). V ásquez
so territorio que abarcaba el im perio incaico.
Espinosa es aún m ás explícito; “y así eran fácilm ente reconocidos por
las insignias y señales que traían en la cabeza y p o r la usanza de sus tra­
E s a través de esta com binación de diferentes estructuras
je s que los reyes de propósito perm itían guardasen para que fuesen
sem ánticas; sistem a decimal, colores, estructuras sociales y tejidos,
conocidos y no se confundiesen” (V ásquez E spinosa, 1969; 371).
espacio geográfico y huacas, que el k h ip u pudo anotar el devenir re li­
gioso, socio económ ico e histórico de las sociedades andinas y consti­
P or otra parte, estas relaciones político económ icas entre el
tuirse así, en un sistem a de notación “d o cu m en tal” d e gran im ponancia
k h ip u , los tributos y los códigos gráficos existentes en los trajes d e los
en la adm inistración del estado inca. Todas esas funciones que poseía el
indios, estaban tam bién norm adas religiosam ente y a en el m ito del o ri­
khipu m uestran que, a pesar de que su estructura fundam ental es un sis­
gen de los indios, lo cual posibilitaría su relación con la representación
tem a decim al, su función sem ántica trascendía el cam po d e la m era sig-

Año 12, No. 21, 1995


E Afio 12, No. 2 ], 1995
30 íPmdd El k h ip u in caico: 31

nificación m atem ática. Por medio del k h ip u , y con la com binación de m aneras de producir una m em oria colectiva de los signos y de transm i­
diferentes estructuras significativas, los indios lograban agrupar, con tir de generación en generación una determ inada form a de habitar y
gran precisión, cam pos sem ánticos com o población, ganado, tierras, pensar el m undo, que les ha perm itido m antenerse en su identidad cu l­
precipitación pluvial sucesión de incas, batallas, etc. tural, a pesar de las diferentes form as de dom inación e incluso etnocidio
que se han ejercido contra ellos. E sta estructura sem ántica, que utiliza
Todos estos datos no hacen sino confirm ar que el concepto de una lógica de palim sesto, exige del pensam iento etnológico una radical
oralidad, utilizado solam ente com o algo ajeno a la escritura, debe ser transform ación de su aparato conceptual y de sus funciones de articu­
revisado. El hecho de que las sociedades am ericanas precoloniales no lación con la realidad. Es ahí donde debem os pensar esa singular
hayan poseído la escritura alfabética, en ningún m om ento debe ser m anera de habitar el m undo, elim inando ese prejuicio de pueblos sin
interpretado com o si ellas no hubiesen utilizado m edios de notación tan voz y, articulando en su lugar, una sólida form ación discursiva, pero que
precisos com o el k h ip u o sistemas gráficos m aterializados en los teji­ tiene otros m ecanism os de producción, transm isión y repetición de tex­
dos, la cerám ica y el espacio geográfico sagrado determ inado p o r las tos. Un espacio que no es silencioso, sino al contrario, es pohsém ico y
h u a c a s , cerros y lagos, que articulaban significaciones sem ánticas bas­ diferente, conform ado por lenguajes icónicos y gestuales, por hablas
tante bien determ inadas por las prácticas culturales. L os indios d e los m íticas y prácticas rituales, oralidad y m úsica que producen una dinám i­
A ndes no sólo poseyeron la tradición oral para reproducir su cultura. ca estructura de contextualidad y de articulación con prácticas no dis­
Las sociedades andinas conocieron sistem as de notación que pretendían cursivas, tanto económ icas com o políticas. A bandonando la oposición
fijar y precisar la reproducción de los discursos culturales, a través de de escritura y oralidad, si es cierto que los k h ip u s, a diferencia de la
m edios m ateriales, duraderos en el tiem po, que debían transm itir infor­ escritura ideogram ática religiosa de los m ejicanos, encam an una pasión
m ación de diversa índole de una generación anterior a la venidera. Fue inm ensa por el núm ero y la clasificación, la planificación, la sim etría y
y es un sistem a m últiple de prácticas sem ánticas, basado en la palabra el control de los pisos ecológicos (Scharlau, 1986: 67), propongo
contada, pero reafirm ada por diferentes códigos y plasm ada por m edio caracterizar las sociedades andinas com o la exaltación de las m atem áti­
de diferentes técnicas; pallares, kerus, vestim enta, estructuran sem ánti­ cas y el canto, la adm inistración y la m úsica. L a exactitud y el éxtasis.
cas de la geografía y, entre ellos los nudos del k h ip u estatal. En este
sentido, la ausencia de escritura alfabética, no señala básicam ente una P or todo lo anteriorm ente seiialado, no debe extrañam os que
deficiencia, sino otra m anera de transm itir y repetir los discursos. Esto todavía en la época colonial se haya vertido la m em oria alm acenada en
quiere d ecir que la oralidad, no responde a la lógica escrita del sistem a los k h ip u a la escritura alfabética. N um erosos docum entos prueban este
alfabético, sino a otras categorías del discurso oral y a otras form as de tránsito del k h ip u a la letra, algunos d e ellos fundam entales para la
transm isión del m ensaje en grafías propias y polim orfas, que no respon­ etnohistoria, com o el k h ip u presentado en el m em orial de los señores
den sólo a códigos lingüísticos, sino a códigos gráficos y m usicales, de H atun X auxa a la A udiencia de L im a en 1561, en el que se señalan
existentes en la cerám ica y los tejidos, la danza y los ritos. L a tradición la cantidad de varones, m ujeres, ovejas, carnero, vestidos de cum bi,
oral es p ues una form ación discursiva bien estructurada y posee su m aíz, quinua, papa, ojotas, cantaros, etc. que los españoles habían tom a­
propia dinám ica histórica, así com o tam bién diversos códigos sem ánti­ do desde la época de F rancisco Pizarro en 1532, hasta lo que el ejército
cos m aterializados de diferente form a y reactualizados con prácticas de del presidente L a G asea se llevó en 1548, es decir, en ese k h ip u se había
la m ás div ersa índole. E s hora ya de pensar, ahí radica el desafío teóri­ anotado, con gran precisión, parte del m ovim iento económ ico de X auxa
co, las distintas form as de hacer historia de esos pueblos, sus singulares en un período de 16 años. Ya m encionam os el k h ip u de Chucuito, p re­
sentado al visitador G arci D iez d e San M iguel en 1567; el k h ip u del
repartim iento de tierras que el inca H uayna Capac realizó en el valle de
C ochabam ba y presentado en el ju icio entre los indios Soras de Paria y
5. Murra Ies atribuye la función de contabilizar las temporadas pasadas y mostrar la suce-

Año 12, No. 21, 1995 Año 12, No. 21, 1995
32 Traía
El khipu in caico: 33\
los del valle de C ochabam ba sobre las tierras de la encom ienda d e Polo
cobro de los tributos en el prim er caso y, en el segundo, p ara llevar un
de O ndegardo y de R odrigo de O rellana en 1556. Junto a los k h ip u s que
control adicional d e aquellos bienes d e las com unidades d e indios que a
narran los cronistas, éstos son docum entos que confirm an al k h ip u
partir d e entonces fueron adm inistrados p o r un corregidor español. “Lo
como un sistem a sem ántico eficiente en la sociedad indígena, que
que ha de hacer es tener memoria, p o r escrito si supire leer, y no lo
seguía funcionando y cum pliendo roles sociales todavía a finales del
sabiendo, por k h ip u , de cuántos indios hay en el repartim iento, y de la
siglo XVI. En estos docum entos hallam os confirm ado ese proceso por
edad de cada uno, por casa, diciendo: Juan Coca, indio casado; su
el que la inform ación de los k h ip u se vertía en la escritura alfabética y
esto es precisam ente lo que abre la posibilidad de pensar el k h ip u com o m uger, Juana; tienen cuatro hijos, etc. P oner los que son cristianos, y los
q u e no lo son. H a d e dar esta cuenta cad a año al C orregidor español del
fuente histórica en la que se volcaba un cam po sem ántico m uy am plio
repartim iento, e no le habiendo, a el d e la ciudad, p ara q u e se entienda
de las culturas indígenas.
cuántos se han m uerto, cuántos nacido, y cuántos llegado a la edad sufi­
ciente para poder pagar tasa” (M atienzo, 1967: 52). R especto a la
Esta capacidad sem ántica del khipu no pasó desapercibida y ya
adm inistración de los bienes de com unidad, el oidor de la A udiencia de
los prim eros conquistadores habían notado la eficacia adm inistrativa
C harcas proponía que el
que poseyó el k h ip u en las culturas andinas y que llevó a afirm ar al
jesuita José de A costa: “En cóm putos y divisiones no se, a la verdad, si corregidor tenga especial cuidado del ganado v propios de la
nuestra escritura da a los m atem áticos m ás seguridad que a estos hom ­ comunidad de los indios, y cuando entrare en el oficio, se haga
cargo de todo lo que hubiere y lo asiente en el libro que ha dé
bres esos signos suyos. Y es de todo punto sorprendente ver con que haber de ello, y io firmen 61 y el otro Corregidor a quien él tomó
fidelidad guardan aún de las cosas más m enudas durante m uchísim o residencia, y el escribano, si le hubiere; y en otro libro vaya, como
fuere gastando, asentando en qué y cómo, y tenga especia] cuida­
tiempo con ayuda de sus k h ip u s ” (Acosta, 1984: 65). A un estadista tan do de lo hacer gastar y emplear en las cosas am oa dichas, lo cual
lúcido e im portante para la constitución de la audiencia d e Charcas, gaste y destribuya con asistencia del cacique y del tucuirico, los
cuales también !q asienten en sus khipus v se cotexen con el libro
com o Juan de M atienzo, esta circunstancia, po r supuesto no le pasó al tiempo de dar la cuenta, y se quexen del Corregidor si lo fuere
desapercibida y trató de incorporar el k h ip u a la estructura adm inistra­ gastando en otras cosas malgastado, para que la Audiencia o el
Cwregidor de la ciudad ponga en ello remedio (Matienzo, 1967:
tiva colonial y, ya en 1567, proponía que en la cabecera de cada p ro v in ­
cia, com o lo habían hecho cuando los incas, se pusieran Tucuirikui o
gobernadores indios de provincia, quienes, con dos alcaldes indios que D e esta manera, com o en m uchas otra cosas, reducciones, mita
debían ser nom brados cada año. “La jurisdicción que estos han de tener, o justificación del derecho al dom inio colonial, el o id o r Juan de
es que pueden conocer am bos, o cada uno de ellos, de cualesquier M atienzo se anticipaba a las reform as q u e consolidaría m ás tarde el
pleitos civiles y crim inales que acaecieren entre indios, con que las Virrey Toledo. Así, vemos al k h ip u plenam ente incorporado y recono­
causas que ios indios truxeren con sus caciques o principales, civiles o cido por el poder colonial en la visita general que realizó el Virrey
crim inales, las ponga po r quipo el tocuirico” (M atienzo, 1967; 52), Francisco de Toledo. En dicha visita, al entregar el libro del censo de
quien “de cuatro a cuatro m eses vaya con el k h ip u ante el C orregidor indios y del tributo que debían p agar a p artir d e entonces, se determ ina
de la ciudad, para que sum ariam ente haga ju sticia sobre las quexas que que “el dicho corregidor d e horden q ue cada in d io d e los q u e fueren de
traxere por quipo” (M atienzo, 1967: 55). Finalm ente, M atienzo propone tassa tom e su k h ip u de lo que ovierc d e pag ar” (A.H.P. C ajas Reales 18,
integrar a la adm inistración colonial aquellas dos funciones que tuvo el fol 71). De la misma forma, se instruía que cuando los caciques fueran
k h ip u en el incario y que ya hem os analizado: el censo político a hacer barras de plata a Potosí para pag ar el tributo “traigan relafion e
adm inistrativo y la contabilidad de los recursos económ icos d e las k h ip u dello” (A.H.P. Cajas Reales 18, fol 72). F inalm ente, en las cajas
com unidades, aunque, por supuesto, estas dos funciones debían estar de com unidad de indios se daban tres llaves, una para el cacique princi­
reorientadas para servir los intereses de la adm inistración colonial en el pal, o tra para el k h ip u c am a y o c y la o tra p ara el co rreg id o r (A.H.P.
Cajas Reales 18, fol 72). El cronista G uam án Pom a, entre sus sugeren­

M o n , No. 21, 1995


fw 12, Nc. 2\, 1995
•Pnida
34
El khipu in caico: ... 35
cias para el buen gobierno de las Indias, pretendía extender el uso del
k h ip u incluso al ám bito religioso y proponía que los indios hagan N BU O G R A FIA
k h ip u de sus pecados para confesarse* y lleven otro k h ip u de las
lim osnas que daban a la iglesia y a los pobres (Guamán Pom a, 1980: t.2, AGOSTA, José
74). Vemos pues aquí, cóm o el estado colonial, en su afán de m arcar y 1954 H istoria Natural v M oral de las Indias (1590).BAE, 73.
escribir los acontecim ientos, recurre a formas andinas de registro dis­ M adrid.
tintas a la escritura alfabética, pero que ya habían m ostrado su eficacia
y exactitud político adm inistrativas en el incario. E sto nos señala una BERTO N IO, Ludo vico
com plem entación de diferentes sistemas semánticos, pero, al m ism o 1984 Vocabulario de la lengua A vm ara. Cochabam ba.
tiem po, no puede ocultar el conflicto histórico existente, ya que a partir
de esta relación del k h ip u y la escritura alfabética reconocida por la CO BO, B em abe
adm inistración judicial de las colonias, los indios em pezarían a recla­ 1956 H istoria del N uevo M undo. M adrid.
m ar sus derechos que, según sus categorías culturales, los encontraban
legalizados en su sistem a de notación a través del k h ip u . Ese habría CIEZA de León, Pedro
sido el m otivo para transcribir los datos almacenados en los k h ip u al 1985 Crónica del P erú. Lim a.
sistem a alfabético y utilizar la escritura para exigir la legitim ización de
sus autoridades tradicionales, plantear sus reivindicaciones y oponerse EA RLS, John
ju dicialm ente al despojo al que se veían sometidos, haciendo valer sus 1978 Evolución de la adm inistración ecológica Inca. (En;
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que una india tenía escrita una confesión general de toda su vida, y por ellos se con­ M ATIEN ZO , Juan de
fesaba, como yo lo hiciera por papel escrito”. Citado según Lara, 1969:18.

5L ;;; Año 12, No. 21, 1995


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