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SIETE ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO

Oh! Espíritu de Sabiduría, que a semejanza del fuego libertáis el corazón del hombre de los
afectos terrenales, como ya quitasteis del corazón de los apóstoles todas las imperfecciones;
dignaos destruir en nosotros los afectos menos santos que nos dominan, a fin de que no
gustemos otro placer que el de ser fervorosos en vuestro divino servicio. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu de Entendimiento, que abrís las mentes más torpes para llenarlas de conocimientos
celestiales, despejad las tinieblas que nos rodean, y hacednos conocer en verdadero valor
todas las cosas y principalmente la sublimidad y excelencia de los divinos misterios;
concédenos la gracia de rechazar prontamente las dudas en las cosas de la Fe y de estar
siempre dispuestos a sufrirlo todo para defender y glorificar esa misma Fe. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu de Consejo, del cual derivan las luces indispensables para librarnos de toda
perplejidad y buscar siempre el verdadero bien, sed con vuestra venida el guía de nuestro
espíritu, a fin de que en nuestras determinaciones no miremos a otra cosa sino al perfecto
cumplimiento de vuestra soberana voluntad, a la cual desde ahora nos unimos para no
separarnos jamás para toda la vida. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu de Fortaleza, por el cual se triunfa completamente de las pompas del mundo y de
las tentaciones del demonio, como hicisteis inflexibles a los mártires del cristianismo,
concédenos la gracia de reportar siempre completa la victoria de estos nuestros enemigos, y de
menospreciar los respetos humanos, para no gloriarnos de otra cosa sino de nuestro Señor
Jesús crucificado. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu de Ciencia por el cual se conoce la vanidad del mundo, abrid vuestras mentes a la
ciencia divina, a fin de que conozcamos nuestros pecados para detestarlos, nuestros deberes
para cumplirlos, nuestros defectos para corregirlos, las vanidades de la tierra para
menospreciarlas y las grandezas del cielo para desearlas. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu de Piedad, por el cual todos los fieles forman un solo corazón y una sola alma,
concédenos la gracia de amar siempre de corazón a nuestros hermanos, sin que nunca nos
desanimemos por sus desatenciones e ingratitudes; y de ser siempre solícitos en la práctica de
aquellos piadosos ejercicios que caracterizan el hombre muerto al mundo y vivo solamente a
Dios. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu de Temor de Dios, por el cual solo se teme en esta tierra la cólera de Dios, y por lo
tanto no se estima otro bien, que su gracia, ni se huye otro mal que el pecado; no permitáis que
por algún temor humano abandonemos el camino de la santidad; antes bien hacednos tan
animosos en vuestro divino servicio que despreciando constantemente el furor del mundo,
busquemos con fervor nuestra eterna salvación. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

«Cuando el Espiritu Santo establece su morada en el corazón del hombre, ya coma, ya beba,
ya duerma, ya hable o se entregue a las demas actividades no cesa de orar». Isaac el Sirio

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