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“SECRETOS DE FAMILIA”

El camino hacia la autoaceptación y el


reencuentro

Por John Bradshaw


Nuestras misteriosas familias

Por lo que parece, muchas personas han sentido también durante la infancia la
misma curiosidad que yo por la vida de los padres. Tenemos un deseo natural de
averiguar cosas, especialmente en lo referente a nuestras raíces. Nuestra familia
constituye nuestro clan de origen, una parte de nuestro sino y, en muchos
aspectos, va moldeando nuestro destino.
Me sigue interesando comprender a mi familia. Durante los últimos quince años
he aprendido mucho sobre la dinámica familiar. Me he involucrado en una
especie de excavación arqueológica de la psique con respecto a mi propia
familia y he hecho algunos valiosos descubrimientos sobre los secretos de familia
que me han transformado.
El descifrar los secretos de familia nos conduce al núcleo de ese misterioso
poder con el que ésta moldea nuestra vida. A esta aventura hacia el mundo
secreto de la familia lo he denominado “la búsqueda de la conciencia”.
Con la búsqueda de la conciencia intentaremos profundizar en la realidad de
nuestra familia mucho más de lo que jamás hayamos conseguido anteriormente.
La búsqueda de la conciencia implica intentar llegar al alma de nuestra familia,
esa causa esencial por la que es como es. En la búsqueda de la conciencia se
nos pide que pensemos en cosas de nuestra familia que nunca nos hemos
planteado. Se nos pide que escuchemos las historias de nuestra familia sin
interponer nuestros juicios de valor ni nuestras formas habituales de comprender.
Al expandir nuestra comprensión de nuestra familia se nos ofrece una nueva
oportunidad de acceder a los puntos débiles y fuertes que hemos desarrollado
como resultado de habernos adaptado a sus secretos ocultos de nuestra familia
en nuestra vida, podemos contemplar nuevas posibilidades y nuevas opciones
de vida.
De pequeño me decían “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Esta frase es
potencialmente peligrosa. Puede que a usted le suene también. Ha sido la causa
de que, durante generaciones, los hijos no se planteen los secretos de su familia.
Sin embargo, lo que no se ve o no se conoce puede tener efectos devastadores
en nuestra vida.
En las páginas siguientes, va a leer los casos de mucha gente que creía
conscientemente que estaba viviendo su propia vida mientras que, en realidad,
duchas personas constituían la viva expresión de los secretos ocultos de su
familia.
Hay veces que la familia sí sabe que tiene algunos secretos, y consume gran
cantidad de energía consciente en ocultarlos, pero algunas de las relaciones
más dolorosas y algunos de los acontecimientos más traumáticos y vergonzosos
se reprimen. Se vuelven inconscientes. Al igual que los dichos pasados de moda,
los aspectos vergonzosos y dolorosos de la vida familiar se convierten en un
montón de secretos que se esconden entre los escombros del inconsciente.
Cuanto más al fondo se guardan dichos secretos, más profundos y peligrosos se
vuelven. Dado que nuestros antepasados aprendieron a evitar la verdad, la
evitación se convirtió en una forma de vivir y se establecieron reglas para
salvaguardarla. Con el paso del tiempo, los miembros de la familia aprendieron
a ocultar dichas evitaciones, con lo que se fueron acumulando capas de
secretos inconscientes que, al final, dieron como resultado una “amnesia
colectiva” –un estupor multigeneracional que suele darse, en mayor o menor
grado, en todos los linajes largos-. Cada familia tiene su propio tipo de estupor y,
si uno no sabe nada al respecto, le puede hacer daño...incluso mucho, a veces.
Lo que voy a mostrar en este libro es que las familias son paradójicas. Esos
secretos ocultos que se esconden tan celosamente se acaban revelando y
saliendo a la luz porque los hijos los acaban reproduciendo –si no en esta
generación, en la siguiente o en la otra. La Biblia nos dice:
Todo aquello que se halle escondido saldrá a la luz y todo lo que esté
encubierto será descubierto. (Marcos 4:22)
No sé si es que ese autor bíblico tenía en mente algunos secretos de familia,
pero lo que sí sé es que los secretos se revelan de muchas maneras, abarcando
desde sentimientos, conductas y pensamientos idiosincrásicos y aparentemente
extraños, hasta la expresión abierta de un secreto al reproducirlo en la vida de
uno mismo.
Me impone mucho más actualmente la capacidad que tiene la familia de
impactar en nuestra vida que en el año 1984, cuando hice la serie: Bradshaw On:
The family para la cadena de televisión PBS. Las familias de la vida real
constituyen todo un desafío para las teorías y abstracciones que formulamos
sobre ellas y, con frecuencia, los muchos problemas que intentamos cambiar son
los que las hace más humanas. Asimismo, he revisado y actualizado mi forma de
comprender la naturaleza de la vergüenza y el papel tan crucial que
desempeña el pudor o la modestia en nuestra vida. La modestia nos permite
aceptar los límites de nuestra propia capacidad de comprender a nuestra
familia.
Con el fin de comprender, de corazón, los secretos ocultos de su familia, le voy
a pedir, querido lector, que tome la decisión de seguir una disciplina, ya que la
búsqueda de la conciencia exige un tipo de coraje moral y un compromiso por
descubrir los hechos, sean cuales sean. Éste es el tipo de disciplina que los
budistas denominan la mente del principiante. En el capítulo 4 explicaré lo que
eso significa.
Para adentrarse en las profundidades de su familia tendrá usted que buscar
qué pautas se repiten durante varias generaciones. A pesar del halo de misterio
que rodea a la familia. Existen ciertas guías que nos pueden ayudar a atravesar el
laberinto. En mi caso, considero que la obra del psiquiatra Murray Bowen me ha
servido para darle sentido y coherencia a mi experiencia familiar. Por lo tanto,
utilizaremos como mapa de ruta la Teoría de Bowen.
Viaje al País de Oz
Será un viaje arduo, pero también lleno de emociones. Por eso he escogido
como guía el cuento de Dorothy y el Mago de Oz. Es una historia que siempre
me ha encantado y que, de alguna forma, ha sabido sobrevivir al paso del
tiempo. Quizá se deba a la versión cinematográfica y la inolvidable actuación de
Judy Garland en el papel de Dorothy. No obstante, en un nivel más profundo, es
una historia que encarna algo que todos compartirnos inconscientemente.
Dorothy vive sumida en el secreto. Sus verdaderos padres son un secreto oculto.
Es huérfana. Su vida con su tía Em y su tío Henry es monótona y triste. El sueño de
Dorothy nos describe su viaje en busca de sí misma, de su auténtico hogar. Sale
de viaje como si se expatriara, pero cuando por fin regresa, está en paz consigo
misma. Ha descubierto que, para encontrar el hogar, hay que salir del hogar.
También ha descubierto que, en el viaje, tiene aliados (el Espantapájaros, el
Hombre de Hojalata, y el León Cobarde). Además del apoyo de la gracia,
La gracia es un don fortuito. Cuando Glinda, el hada madrina, le da a Dorothy
las zapatillas plateadas (que, en la película, son de color carmesí), le dice que
van a proteger del daño fundamental.
Dorothy, como cualquiera de nosotros, no se percata de que este don de la
gracia está operando en su vida (por lo general, sólo nos percatamos de él al
echar la vista atrás). Y, al igual que todos nosotros, Dorothy se topa con muchos
obstáculos en el camino, el mayor de los cuales consiste en atravesar el Bosque
Encantado para matar a la Bruja del Oeste. La misión acaba con éxito gracias al
poder que reúnen todos los amigos que ha ido haciendo, y a la inteligencia,
amor y coraje que invierten en la búsqueda.
Después de atravesar el Bosque Encantado, Dorothy debe afrontar el
desencanto final: la fuente de poder por la que ha luchado, el Mago de Oz, no
tiene poderes mágicos.
A semejanza de Dorothy, todos nosotros tenemos que abandonar el mundo
mágico de la infancia y crecer. Nuestros padres no son dioses que nos puedan
evitar el sufrimiento y la muerte y, además, puede que tengamos que afrontar
otros aspectos de ellos que nos decepcionen como, por ejemplo, sus secretos
ocultos.
Con todo, el cuento nos avisa de que no existe ninguna solución mágica para
el problema llamado vida. Jamás se llega a desvelar el secreto de los orígenes de
Dorothy. Todo lo que se sabe es que, cuando se marcha de casa, las cosas son
tristes y monótonas y, a su regreso, ella está en paz. Todos nosotros tenemos en
nuestro interior el poder que necesitamos. Dorothy poseía, desde el principio, lo
que andaba buscando. Al final del cuento, ha perdido las gafas de color y las
zapatillas mágicas, pero se siente feliz de estar en casa.
La primera parte de este libro la he titulado “Salir del hogar para hallar tu
hogar”. En ella hablo de la naturaleza de los secretos, distinguiendo entre los
secretos saludables y los nocivos; asimismo, muestro el poder que ejercen sobre
nosotros los secretos ocultos. A continuación, analizo la mayor paradoja de los
secretos de familia: que, de alguna forma, los conocemos inconscientemente y
los reproducimos. Intentaré mostrar cómo se lleva a cabo.
En la segunda parte, titulada “A través del bosque encantado”, entregaré al
lector una especie de piedra de Roseta –un diagrama de la familia que los
psicólogos clínicos denominan genograma- con el cual, a modo de guía, le iré
orientando paso a paso para que pueda confeccionar su propio mapa de
familia de tres generaciones. Asimismo, le daré otras herramientas para que
pueda descifrar los secretos ocultos de sus padres y demás antepasados.
La tercera parte se llama “De vuelta a Kansas”. En esta sección le sugiero qué
puede hacer con todo lo que ha averiguado, incluso cómo y cuándo contar
secretos de familia y cómo afrontar el impacto que tengan en su vida. Le pediré
que contemple sus propios secretos ocultos y que se haga consciente de la
energía que invierte en mantenerlos, así como de las maneras en que limitan y
constriñen su vida. Además, le sugeriré algunas maneras para reconectarse con
su familia o mantenerse en contacto con ella pero manteniéndose a salvo.
Por último, le sugeriré que explore su ser secreto que aún está por florecer, ese
potencial y esas posibilidades aún intactas que le pertenecen únicamente a
usted, y a los que yo llamo secretos de la conciencia.
Espero, sinceramente, que consiga atravesar este oscuro bosque y que, al
afrontar la cara oculta de su familia, se percate también de su belleza y fortaleza.

PARÁBOLA
La historia secreta de Dorothy
Una oscura noche de invierno azotada por el vendaval y la tormenta, nació
una preciosa niña en un pueblecito del estado de Kansas, en los Estados Unidos.
Pero tal fue la desgracia que su madre, sin haber cumplido aún los veinte años,
murió en el parto sin saberse a ciencia cierta quién era el padre.
La niña fue adoptada por sus tíos Henry y Emily, una pareja de pobres granjeros
de rígidas y estoicas creencias religiosas. Decidieron ponerle de nombre Dorothy.
Al irse haciendo mayor, a Dorothy le prohibieron que preguntara por sus
verdaderos padres porque estaban en el cielo, y cuestionarse cualquier aspecto
de la voluntad de Dios constituía un atentado contra la fe.
Para Dorothy, la única fuente de alegría era un perrito al que llamaba Toto. Se
lo encontró un día en un camino solitario y le permitieron quedárselo siempre y
cuando Dorothy cumpliera con todas las obligaciones que le imponía el tío Henry
y fuera perfectamente obediente.
El tío Henry guardaba un secreto resentimiento hacia Dorothy porque
representaba una boca más que alimentar y, a su juicio, su madre había
cometido un pecado tremendo. Henry no le quitaba ojo a Dorothy, y la
regañaba y ponía en ridículo si se equivocaba. A menudo la amenazaba con
deshacerse de Toto.
A Dorothy le daba pavor el tío Henry. Si se le acercaba, tartamudeaba y se
volvía torpe e inepta.
Dorothy acabó convencida de que a ella le pasaba algo raro. Pensaba que
era tonta y egoísta, y hasta le daba miedo su propia sombra.
Un día, cuando tenía diez años, al revolver cosas en la buhardilla de la granja,
encontró un viejo álbum de fotos y, al pasar las páginas, descubrió la foto de una
mujer que tenía un parecido con Tía Em, sólo que era mucho más joven. En la
parte de atrás de la foto había una nota que decía: “Para mi queridísima
hermana. Con cariño, Amy”. Inmediatamente, Dorothy supo que se trataba de su
madre, y se le aceleró el corazón al contemplar la fotografía. ¡Qué guapa era su
madre! Llevaba un vestido muy elegante, el cual Dorothy se imaginó de color
rojo, su color favorito. Pasando más páginas del álbum, descubrió otra foto de su
madre con un hombre un poco mayor que ella que la tenía cogida por la
cintura. Ese hombre era demasiado joven para ser el padre de su madre y,
además, ya había visto una foto del abuelo en un cajón de la cómoda de Tía
Em. El hombre de la foto era guapo y fuerte, y Dorothy se imaginó que podía ser
su padre.
Pero, al cabo de un rato, Dorothy se empezó a sentir culpable porque sabía
que no debía mirar esas fotos ni añorar a sus padres, y que Dios la castigaría si
insistía en ello. Con lo cual, cerró el álbum y lo volvió a colocar en el baúl negro
donde lo había encontrado, prometiéndose no volverlo a mirar jamás. Y así fue.
Pero se siguió acordando de las fotos y, mientras cumplía con las aburridas
tareas de la granja o cuando la regañaba Tío Henry, se acordaba de la hermosa
cara de su madre, la echaba de menos y deseaba que se la llevara a casa.
Al entrar a la adolescencia, a Dorothy se le empezó a repetir una pesadilla de
la que sólo recordaba que estaba perdida y que, entonces, veía la cara de su
madre que la llamaba y le tendía la mano. Pero Dorothy nunca conseguía
alcanzarla.
Una noche de tormenta para la que habían predicho la posibilidad de
formación de tornados en la zona, Dorothy soñó que su casa, arrancada de
cuajo por un tornado gigantesco, caía sobre una bruja malvada y la mataba. Al
despertarse se encontró rodeada por los personajes más curiosos que jamás
había visto. De pie, delante de ella, estaba Glinda, el hada madrina, luciendo un
resplandeciente vestido color rubí. Era idéntica a su madre en la foto del álbum.
“¡Mamá, llévame a casa, llévame a casa!” le gritó Dorothy. Pero Glinda no la
cogió en sus brazos, tal y como ella esperaba. Era amable, pero le dijo con
firmeza que el viaje a casa era arduo y que encontraría muchos obstáculos en el
camino.
Si usted ha leído el libro El maravilloso Mago de Oz, de L. Frank Baum, ya
conoce esta parte del cuento.
Pero a Baum se le olvidó un detalle. Cuando Dorothy y sus amigos encuentran
por fin al Mago, resultó ser igual que el hombre de la foto que Dorothy pensó que
podía ser su padre.
Al despertarse a la mañana siguiente, se sintió mejor con respecto a sí misma
aunque no acababa de comprender el significado del sueño. Al salir del colegio
aquel día, se lo contó a su profesora favorita, la cual le dijo que cada una de las
partes del sueño era una parte de sí misma. Suya era la inteligencia del
Espantapájaros, suyo el coraje del León y suyo era el corazón repleto de amor del
Hombre de Hojalata. La profesora le explicó que ese sueño le estaba indicando
que era una jovencita maravillosa.
Entonces la profesora añadió: “Lo difícil es que tú, al igual que todos los demás,
debes aprender que nadie tiene unos poderes mágicos que nos van a salvar.
Nuestros padres no son más que personas, no brujas ni magos”.
A Dorothy le conmovió mucho todo esto y jamás se le olvidó. Al cumplir
dieciocho años, se marchó de la granja de sus tíos y consiguió un trabajo. Se
pagó sus estudios universitarios y se hizo periodista. Con el tiempo consiguió
averiguar muchas más cosas sobre su verdadera madre, Amy, que había muerto
al traerla al mundo. También averiguó que ese hombre de más edad de la foto
era un profesor del instituto donde estudiaba su madre que se había marchado
misteriosamente. Aunque convencida de que era su padre biológico, no intentó
seguirle la pista.
Más adelante, Dorothy se casó y tuvo dos niñas y un niño, pero no se puede
decir exactamente que fueron felices y comieron perdices. Tuvo discusiones con
su marido, como todos nosotros, y sus hijos la decepcionaron en algunas cosas, al
igual que sucede en la mayoría de las familias. A veces se sentía aburrida pero,
en rasgos generales, opinaba que la vida valía la pena y que se podía disfrutar
de ella.
Ya anciana, la Tía Em se ablandó un poco y accedió a hablar de Amy, su
hermana pequeña. Un verano que Dorothy y los niños la fueron a visitar a la
granja, Em y ella se pasaron horas en la mesa de la cocina mirando el viejo
álbum familiar. Tío Henry seguía siendo un gruñón pero Dorothy le dejó claro que
ya se había acabado eso de dejarla en ridículo. Aunque no hablaba mucho con
los niños, les dejaba que fueran con él al granero “si se estaban callados”. En
cierto modo, les gustaba ir con él.
PRIMERA PARTE

SALIR DEL HOGAR


PARA
HALLAR TU PROPIO HOGAR

Los secretos son algo tan indispensable para el ser humano, y tan temible,
como el fuego. Ambos favorecen y protegen el desarrollo de la vida, pero
también pueden sofocar, arrasar y esparcirse sin ningún control. Ambos pueden
utilizarse para preservar la privacidad o para invadirla. Pueden nutrirnos o
extinguirnos.

Sissela Bok
CAPÍTULO 1
CUANDO EL SILENCIO ES ORO

El ser humano, de no controlar su


franqueza y su reserva, no podría
mantenerse cuerdo ni libre.
SISSELA BOK

Cuando se sabe utilizarlos de forma


correcta, el silencio y la reserva valen
tanto como el oro.
ROSEMARIE WELTER – ENDERLIN

Cuando yo estaba en Séptimo vino al colegio un representante de los Boy


Scouts y nos dio una charla muy alentadora sobre las virtudes de ser un Scout. De
hecho, yo era Lobatón y llevaba el uniforme con gran orgullo. Me identificaba
mucho con su filosofía de honradez y de lealtad al Estilo Americano. Sin dudarlo
ni un momento, me apunté a los Boy Scouts.
Estaba entusiasmado ante la perspectiva de mi primer encuentro Scout de fin
de semana, acampados alrededor de una buena hoguera y comiendo
salchichas de Viena a la brasa. Por fin llegó el fin de semana y todo empezó bien.
Pudimos comer todas las salchichas que quisimos y, de postre, nos dieron gran
cantidad de helado y pastel.
La hoguera también fue divertida. Nos reunimos cerca del campo de fútbol,
cantamos canciones, juramos lealtad a la bandera y nos sentíamos encantados
de pertenecer al grupo. Estaban con nosotros todos los chicos mayores de
Octavo, y se estaban portando fenomenal con nosotros, que éramos más
pequeños.
Pero, de repente, todo cambió y se convirtió en una auténtica pesadilla. El jefe
Scout dijo que se marchaba y que los mayores nos tenían preparadas algunas
actividades especiales de iniciación, un chaval mayor que yo, que se llamaba
Efigie, y otro, George Morales, me miraron con una sonrisa maléfica. Tenían fama
de detestar a los de Séptimo. Fue entonces cuando empezó todo. Nos dijeron
que íbamos a hacer un concurso, una carrera con los ojos tapados y los tobillos
atados. No es que eso fuera tan horrible pero, entonces, Feigle nos dijo que,
como habían sobrado muchas salchichas, cada uno nos teníamos que poner
una entre las nalgas y que al que se le cayera lo pagaría caro.
No recuerdo con claridad lo que sucedió a partir de ese momento. Sólo se que,
después de tres o cuatro saltos, se me cayó la salchicha. Cuatro de nosotros no
conseguimos acabar. Y aquí también se me nubla la memoria. Recuerdo estar
en medio de un círculo de chicos mayores. Les vi coger a James Schimek,
quitarle los pantalones y tirárselos al fuego. Cuando vi que también le
arrancaban los calzoncillos, corrí despavorido hacia la otra punta del campo de
fútbol.
Aunque yo no era muy rápido, había jugado mucho a fútbol en los
descampados y corría bien en los terrenos malos. Feigle y Morales salieron por mí
mientras yo corría a toda velocidad hacia la oscuridad del otro extremo del
campo de fútbol. Afortunadamente, les había sacado buena ventaja. Vi que
había unos arbustos detrás de un garaje. Me escondí allí y me quedé encogido
durante más de media hora. Cuando estuve seguro de que me habían dejado
de buscar, me fui corriendo a casa.
Entré como si no pasara nada. Mi madre me preguntó qué tal lo había pasado
esa tarde, pero yo no tuve el valor de contarle lo que había sucedido. Refunfuñé
algo así como. “Muy bien pero no tengo tiempo para hacer la cantidad de
cosas que quieren los Scouts si quiero seguir sacando sobresaliente en todo”. Y
me metí en la cama mientras la voz de mi madre, como un zumbido de fondo,
ensalzaba los valores de ser un Boy Scout.
Allí, tumbado, me invadió la ansiedad al pensar en la vuelta al colegio el lunes.
Temía que me tomaran el pelo y que me pudieran hacer algo Feigle y Morales.
Me sentía avergonzado de no haber aguantado la novatada. También me
habían decepcionado los Boy Scouts o, por lo menos, este grupo no era
precisamente el modelo de Verdad, Democracia y el Estilo Americano. Me juré
no contárselo nunca a nadie de la familia.
Al volver al colegio el lunes, me contaron que un chaval había sufrido graves
quemaduras por las novatadas. Había sido un accidente, pero todos los Boy
Scouts de Octavo se habían metido en un buen lío. Mi huida ya era agua
pasada.
Esta experiencia quedó grabada en un rincón secreto de mi corazón. Había
descubierto una gran verdad sobre mí mismo y mis límites. Había aprendido que
me asustaba mucho la violencia y también había descubierto mi sentido del
pudor. ¡Detestaba ese tipo de violencia tan machista! Y sigo detestándola. Con
el paso de los años he aprendido a tener respeto por esa parte de mí que se
negó a aguantar la novatada de aquella noche de 1945. Lo que empezó siendo
un secreto vergonzoso acabó convirtiéndose más adelante en la raíz de lo que
ahora denomino mi pudor natural –un guardián esencial de mi humanidad.

Lo secreto como protección: lo secreto como fuente de poder


La capacidad de mantener cosas en secreto constituye un poder esencial que
todo ser humano utiliza para protegerse. Al ocultar mi incidente con los Boy
Scouts creé un lugar privado en el que pude entender mi comportamiento
aparentemente, cobarde.
A lo largo de los años, otros acontecimientos me han demostrado que no soy
un cobarde y, cada vez que me he sentido valiente, me he visto obligado a
evaluar de nuevo aquella huida de la hoguera. Con este proceso de evaluación
en secreto de las experiencias de nuestra vida, se aprende mucho sobre uno
mismo y, a la larga, es algo que nos ayuda a moldear nuestra propia identidad.
La incapacidad de tener secretos implica ser completamente vulnerable a la
forma en la que nos ven los demás. Si yo hubiera comentado mi secreto, algunos
de mis familiares me habrían tachado de cobardíca. El mantenerlo en secreto
constituyó una frontera que me protegió del enjuiciamiento de los demás.
Creo que, de alguna forma, mi madre supo que aquella noche de 1945 me
había pasado algo traumatizante, ya que me permitió que dejara los Scouts sin
casi oponer ninguna resistencia y jamás me preguntó por qué. Se me permitió
tener una privacidad incondicional en la que pudiera integrar mi incidente.

LAS DOS CARAS DE LO SECRETO


He comenzado este libro tratando sobre la privacidad porque, sin
comprenderla, no se pueden distinguir las dos caras de lo secreto. Una cara, la
privacidad, es el ámbito del secreto natural. La otra cara, lo que llamaremos
secreto oculto, es el ámbito que se hace imprescindible cuando se produce una
violación de la privacidad.
Al empezar tratando de la privacidad, también quiero enfrentarme a la opinión
de que todo secreto es algo nocivo, que hay que desvelar todos los secretos.
Recuerdo que, haciendo un programa de televisión con Geraldo Rivera sobre
el incesto, repetí un dicho que había oído muchas veces: “Los secretos de una
familia determinan su grado de enfermedad”. Esa fue mi creencia durante
mucho tiempo y las tendencias culturales actuales van en esa dirección. Vivimos
en una época en la que se valoran la franqueza y la honradez rigurosa y, al
parecer, los secretos no son compatibles con la franqueza y la honradez.
Pero, actualmente, no me siento cómodo ante un enfoque tan radical. Si sólo
vemos en los secretos, estamos desaprovechando su función como elemento
esencial de nuestro derecho a la privacidad y a la libertad.

¿Qué es un secreto?
En el diccionario aparecen tres significados del término secreto: ocultación
intencionada; aquello que se desconoce; aquello que aún está por descubrirse.
En este libro trataré sobre los tres tipos de secretos porque los tres influyen sobre
nuestra familia y sobre nuestra experiencia de ella.
En latín, el término “secretum” significa “algo oculto o apartado” y, aunque no
se den en todos los secretos, los conceptos de engaño, acto furtivo, mentira,
prohibición, intimidad, silencio y lo sagrado también influyen sobre nuestra
comprensión del concepto de secreto.
Lo que denominaremos contenido del secreto puede ser prácticamente
cualquier cosa. Podemos optar por esconder casi cualquier hecho, sentimiento o
conducta y, tal y como explicaré más adelante, esta opción en sí misma puede
resultar secreta para el sujeto. Se puede tener una intención inconsciente y
desconocida de esconder algo.
Otro importante aspecto del secreto es quién lo “sabe”, lo cual a veces se
conoce como la ubicación del secreto. Puede que un secreto no se comparta
con nadie o puede que se confíe a otra persona bajo promesa de que no
trascienda. Puede que todo un grupo conozca un secreto o que sólo uno o dos
miembros lo desconozcan. Esto puede constituir un factor crucial en la influencia
que los secretos ejerzan sobre las familias.
Un secreto puede ser tanto positivo como negativo y, a veces incluso, es ambas
cosas a la vez. El conjunto de secretos que puede favorecer la creación de un
sentimiento de hermandad en un grupo étnico o religioso puede,
simultáneamente, ser causa de fanatismo y odio hacia los que no pertenecen al
grupo. Le pido al lector que tenga presente dicha ambivalencia cuando
examinemos la envergadura de los secretos de familia.
No obstante, considero que algunos secretos siempre son destructivos. Por
ejemplo, el incesto, los malos tratos, el alcoholismo, el asesinato o cualquier otra
forma de violencia hacia otra persona son siempre secretos letales.
Por otro lado, también considero que algunos secretos son siempre
constructivos, como por ejemplo, aquéllos que protegen la dignidad, libertad,
vida interior y creatividad de la persona.

La cultura y los secretos


Existe una amplia franja intermedia en la que los secretos no son, en sí mismos, ni
destructivos ni constructivos, sino que deben ser juzgados según los interprete el
grupo y según la influencia que ejerzan sobre el proceso dinámico y necesidades
de ese sistema familiar en particular. En estos casos, las creencias culturales,
étnicas y religiosas suelen desempeñar un papel muy importante.
Como mi familia era católica, creíamos que era un grave pecado comer carne
el viernes, un pecado por el que podíamos ir al infierno. Un viernes, por propia
voluntad y habiéndolo premeditado conscientemente, decidí comerme una
hamburguesa con queso, lo cual se convirtió en un gran secreto que guardé
celosamente. Una vez la Iglesia Católica hubo decidido cambiar esta enseñanza,
el secreto ya no fue necesario.
El conocimiento científico ha transformado muchos secretos de familia. Las
discapacidades psíquicas y las enfermedades mentales constituían
antiguamente, uno de los secretos de familia más celosamente ocultados y, para
poder castigar e internar a tales personas, las clasificaban de prácticas de
brujería y posesiones demoníacas. Hemos avanzado mucho desde aquellos
pavorosos días de los asilos para locos y las lobotomías frontales. La comprensión
que hoy en día se tiene de la bioquímica cerebral así como de otros factores
orgánicos permite que las familias busquen con franqueza el apoyo que
necesitan.
La moral también es causa de secretos. Puede ser que una familia sea bastante
flexible en sus opiniones sobre el sexo premarital y, aunque no lo fomente
abiertamente, les dé a sus adolescentes una educación explícita sobre la
prevención del embarazo y del SIDA. En esta familia habrá una necesidad
mínima de mantener secretos sobre la sexualidad, a excepción de los
pertenecientes al ámbito de la privacidad personal. En cambio, puede que en
otra familia bastante más rígida se enseñe que es pecado tener cualquier tipo de
relaciones sexuales antes del matrimonio por lo que, en este ambiente familiar, los
temas sexuales constituirán una de las principales áreas de secretos ocultos.
Hoy en día, muchas de las creencias y expectativas culturales del pasado son
consideradas rígidas y moralistas. En el pasado los secretos ocultos se forjaban en
torno a problemas relacionados con la fuga de amantes, casamientos con la
mujer embarazada, adopciones, ilegitimidad, alcoholismo y abusos sexuales. Se
consideraba que éstos eran los temas más vergonzosos, inmorales y
pecaminosos.
La relatividad de la conciencia actual ha servido para modificar la rigidez y
totalitarismo de la moral del pasado, con lo que su “terrible moralidad” se ha visto
suavizada por una comprensión más clara de la ambigüedad y polaridad de la
realidad. Por ejemplo, se ha modificado notablemente el estigma y la humillación
que constituía ser una madre soltera. Aunque no decimos esto con el fin de
fomentar dicha conducta, es indiscutible que el enjuiciamiento moralista ha
contribuido muy poco a que se produzca ese cambio. De hecho, hoy en día se
considera vejatorio y punitivo utilizar el calificativo de “hijo ilegítimo”.
Asimismo, en la actualidad se trata el alcoholismo desde el punto de vista de
enfermedad, con lo que se ha liberado en parte de su connotación de secreto
oculto. Hace veintinueve años que dejé de beber y mucho han cambiado las
cosas desde mi última copa. Cuando empecé mi rehabilitación, prevalecía la
opinión de que el alcoholismo constituía un fracaso moral. Se consideraba que
los alcohólicos eran unos bebedores degenerados faltos de fuerza de voluntad.
Lejos quedan ya esos días y el tratamiento del alcoholismo ha avanzado
considerablemente.
Uno de los más destacados aspectos de dicho cambio está en la amplia
información de la que pueden disponer los miembros de la familia de un
alcohólico, los cuales comprenden que, si hablan del secreto y lo sacan a la luz,
el alcohólico tiene que enfrentarse a las consecuencias de su conducta
irresponsable. Con frecuencia, el hecho de desvelar el secreto basta para que el
alcohólico se ponga en tratamiento.
Los avances en el tratamiento de las familias de alcohólicos también han
permitido revelar uno de los más grandes secretos de este siglo. En el pasado no
nos percatábamos de que la vergüenza y el secreto oculto del alcoholismo
tenían unos efectos de tal envergadura. Según el grado en que los niños
experimentaran la compulsión a la bebida del familiar alcohólico, desarrollaban
una serie de rasgos que mantenían incluso durante la vida adulta y que, a su vez,
afectaban a la siguiente generación. Dicho descubrimiento también nos ayudó a
comprender las consecuencias derivadas de pertenecer a una familia en la que
se producen malos tratos físicos, sexuales y emocionales. A pesar de que cada
uno de dichos abusos desarrolla unos rasgos específicos, el denominador común
de todos ellos es el de constituir un trauma de la infancia. Muchos de esos rasgos
se encuentran también en las víctimas de cualquier tipo de trauma. La
comprensión cultural de este secreto ha liberado a millones de personas.

El derecho a la privacidad
Recientemente, dos jóvenes fueron víctimas de un terrible asesinato en Houston.
Cuando saltó la noticia de que habían desaparecido, miré con angustia el
telenoticias para enterarme de la suerte que habían corrido esas dos chicas.
Cuando por fin fueron hallados sus cuerpos mutilados, los reporteros de televisión
atosigaron al padre de las chicas para que hiciera algún comentario. El padre
estaba desconsolado y aturdido. No tenía palabras para expresar su horror. Él
quería y necesitaba que le dejaran en paz. Sin embargo, la cámara permaneció
enfocada en él mientras que el periodista le seguía poniendo un micrófono en la
cara. Sentí rabia hacia el periodista y, cuando otras personas me comentaron
haber sentido lo mismo, comprendí que compartíamos una verdad básica: la
conducta del reportero fue obscena.
Mucha gente vio el partido de la Super Bowl XXVIII entre el equipo de Dallas y el
de Búfalo. Al correr hacia atrás, Thurmon Thomas, la estrella de los Búfalos,
tropezó dos veces con la pelota, lo que se convirtió en sendos tantos para el
Dallas. Puede que su segundo fallo fuera lo que cambió la suerte del partido.
Thomas se sentía mortificado y humillado. Estaba sentado en el banquillo con la
cara entre las manos, intentando ocultar las apariencias. Sin embargo, el cámara
lo estuvo enfocando para que lo pudiéramos ver bien durante casi un minuto.
Más adelante, la cámara volvió a enfocar varias veces la expresión de
vergüenza en la cara del jugador. Yo tenía ganas de gritarle al director que
apartara esa cámara de los ojos de aquel hombre y que le dejaran que sintiera
su dolor en paz. La muerte, la pena, las intimidades sexuales entre marido y mujer,
la vergüenza y fracaso que pueda sentir una persona son asuntos privados.
Esta conducta que describo de los medios de comunicación viola la intimidad
esencial del ser humano. No sólo tenemos derecho a la privacidad, sino que es
parte de nuestra herencia natural. Cuanto más se respete y se honre nuestra
necesidad natural de intimidad, menor será nuestra necesidad de guardar
secretos.

Privacidad y pudor
Estoy convencido de que nuestra necesidad de privacidad no es sólo el
producto de nuestra cultura, sino que tiene un fundamento biológico.
Uno de los sentimientos con los que nacemos es el pudor, el cual nos protege
de que se acceda a nosotros cuando no lo deseamos y nos avisa de cuándo se
está violando nuestra intimidad. Cuando algo nos da apuro y nos sentimos
desprotegidos en una situación social o pública, nos sonrojamos.
De pequeños, nuestra timidez nos hace agarrarnos a nuestros padres cuando
llega un desconocido.
Este pudor es la forma natural que tenemos de protegernos, de mantener
nuestros límites más íntimos. Constituye el fundamento de nuestra libertad,
renovación y descubrimiento personal. Silvan Tompkins, probablemente la mayor
autoridad en lo referente al significado de la vergüenza, ha comentado: “A
diferencia de todos los demás sentimientos, la vergüenza es el yo
experimentando al yo”. La vergüenza es algo natural: lo que no es natural es la
falta de vergüenza, que es algo aprendido y determinado socialmente.
En su maravilloso libro Shame, Exposure and Privacy, Carl D. Schneider señala
que una de las principales razones por las que a los norteamericanos les cuesta
comprender que la vergüenza es algo natural y la falta de ella no lo es, es que,
en inglés, sólo existe un término para la vergüenza (‘shame’, N.del T.). En cambio,
en la mayoría de las lenguas indoeuropeas existen dos o más palabras para tal
concepto. En griego, por ejemplo, existen cinco términos que se pueden traducir
por ‘shame’. Lo mismo sucede en latín. En alemán, Scham significa “vergüenza
con connotación de pudor”, mientras que Schande significa “vergüenza con
connotación de deshonra e ignominia”. En francés pudeur significa “vergüenza
con connotación de modestia”, y honte significa “vergüenza con connotación
de ignominia”. Antes de realizar una acción que pueda ponernos en peligro, se
vacila y se opone cierta resistencia –esto es un caso de pudor-. Ante un hecho
que nos duele y nos humilla, nos morimos de vergüenza.
El pudor es una señal innata que nos avisa de que estamos siendo expuestos a
algo para lo que no estamos preparados. Incluso los recién nacidos cierran los
ojos, mueven la cabeza a un lado y levantan las manos cuando el estímulo
externo es excesivo y sienten la necesidad de apartarse. Cuando nos sonrojamos
o algo nos resulta embarazoso, es que hemos llegado al límite y alguien o algo
constituye una amenaza para nuestra individualidad. Estamos sobreexpuestos y
desprotegidos, por lo que necesitamos protección.
El pudor nos permite escondernos, nos ampara y protege de forma apropiada
en distintos contextos naturales de la vida. Hacia el final de la infancia ya hemos
desarrollado un pudor básico con respecto a la comida, la excreción y la función
sexual. También sentimos recato y admiración reverente hacia Dios y la oración,
así como hacia nuestro sentido del bien y de la virtud. Tenemos un sentido natural
del pudor con respecto al nacimiento y a la muerte, así como a nuestra dignidad
y valor personales.
El filósofo alemán Max Scheler comparaba dichas conductas humanas
inherentemente privadas a las raíces de un árbol, las cuales, para poder
mantenerse vivo, deben permanecer bajo tierra. De la misma forma que las
raíces de un árbol necesitan estar escondidas, nuestra vida psíquica, también
tiene una zona de profundas raíces que sólo pueden cumplir su función en la
sombra de lo oculto.

Aspectos esenciales de la experiencia humana que la


privacidad protege y fomenta

Existen al menos cuatro aspectos de la vida humana que la privacidad fomenta


y salvaguarda:
• La privacidad protege muchos de los temas relacionados con el ciclo de la
vida humana, entre los que se incluyen la comida, la excreción, la
sexualidad, la reproducción, el nacimiento, el sufrimiento y la muerte,
• La privacidad es necesaria para poder desarrollar nuestra individualidad y
sentido del yo.
• La privacidad favorece la expansión del alma, es decir, la profundidad de la
vida.
• La privacidad protege el ámbito de lo sagrado, en el cual se cobijan con
respeto y reverencia los misterios de la vida.
Sin el pudor que salvaguarda nuestra intimidad, los componentes de una familia
perderían su esencia humana. Cuando en una familia no existen dichos límites de
privacidad, sus miembros acaban en un peligroso aislamiento o se defienden
mediante secretos ocultos enraizados en la vergüenza destructiva.

VIOLACIONES DE LA INTIMIDAD
A excepción del incidente de los Boy Scouts, de niño yo no tuve intimidad. No
tenía derecho de echar el pestillo del cuarto de baño ni tenía habitación propia
en la que pudiera tener asegurados algunos momentos de paz. Hubo una época
en la que dormíamos en la misma habitación mi hermano, mi hermana y yo.
Durante otro período, yo dormía en una cama plegable que teníamos en el
comedor, y tenía que guardar la ropa en los armarios de la cocina, junto con los
cubiertos y los platos.
Siempre tenía a alguien pendiente de mí. En cualquier parte había un adulto
mirándome, como haciendo guardia, preparado para cualquier trastada que yo
pudiera hacer. Y cuando no me podían vigilar, de noche, en mi cama, debajo
de la manta, era Dios el que me observaba. Sufrí una hipervigilancia horrorosa.
No tenía lugar donde esconderme, ni relajarme, ni sitio para soñar. Hace poco leí
una estrofa de un poema de Robert Browning: “Abandono la lucha: que toque a
su fin/ Intimidad, un oscuro escondrijo para mí/ Quiero ser olvidado, incluso por
Dios”. Le entiendo perfectamente.
Al no tener mi propia habitación tuve que recurrir a escondrijos y a los secretos
ocultos. Mis secretos me protegían y me proporcionaban sitio para estar a mi aire
pero, cuanto más recurría a ellos, más energía tenía que gastar en ocultar los
secretos que mantenían a salvo mi espacio. Los secretos engendran más secretos
y las mentiras engendran más mentiras y, al cabo de muchos años, me encontré
perdido en el laberinto de todas aquellas falsedades.
La falta de privacidad que había en mi familia era más o menos típica de las
familias que yo conocía. Algunos amigos míos tenían su propia habitación
porque gozaban de mejores condiciones económicas pero, en mi generación,
tanto los padres como otros adultos tenían “derechos” absolutos sobre los hijos,
mientras que éstos no tenían ningún “derecho”. Este tipo autoritario de vida
familiar en la que me crié se basaba en una especie de título de propiedad. Las
propiedades de un hombre incluían a la mujer y a los hijos, y los padres eran
dueños de sus hijos. En los patriarcados autoritarios no hay cabida para la
privacidad.
En la famosa novela 1984 de George Orwell, Winston Smith luchaba para no ser
totalmente controlado por la policía de las ideas de aquel régimen totalitario. Se
escondía en un rincón del salón de su vivienda en el que no le podían ver los ojos
del monitor de televisión del Gran Hermano. En su diario escribía una y otra vez:
Abajo el Gran Hermano. (En caso de que usted no lo recuerde, el Gran Hermano
era la autoridad controladora y totalitaria del año 1984, y se consideraba que
decir cualquier cosa en su contra constituía un delito de ideología). Con tal de
mantener su libertad de tener pensamientos secretos, Winston se arriesgó a ser
condenado a años de trabajos forzados. A pesar de saber que le cogerían más
tarde o temprano, estaba dispuesto a llevar un diario secreto con tal de poder
poseer un momento de individualidad y autonomía.

LOS SECRETOS OCULTOS COMO PERVERSIÓN DE LA PRIVACIDAD


Cuando la intimidad es algo prohibido, el apartarse se convierte en un acto de
subrepción. Cuanto menos se disponga de privacidad, más se verá uno obligado
a recurrir a la ocultación. En palabras de Gary Sanders, un doctor de la
Universidad de Calgary: “Los secretos representan la necesidad que uno tiene de
reservarse algo, mientras que la privacidad es la elección que uno hace de
reservarse algo”.
Lo que yo denomino secretos ocultos suelen ser, en la gran mayoría de los
casos, el resultado de la perversión de la privacidad. Encuentran su origen en la
violación del recato y el pudor, y giran en torno a temas relacionados con el
nacimiento y la muerte, así como con lo sagrado, con sus normas sobre el bien, el
mal, el pecado y la salvación. Muchos secretos ocultos están relacionados con
las máscaras psíquicas y los comportamientos fingidos que dan forma a nuestro
seudo-yo o yo falso. Muchos otros giran en torno a la sexualidad, la comida y la
confusión que rodea a la sexualidad y las funciones corporales. Otros, a su vez,
tienen que ver con el “quedar bien” y el salvar las apariencias, todos problemas
relacionados con nuestra autenticidad, nuestro buen nombre e identidad.
Con el fin de aclarar dichos conceptos de privacidad natural y de mostrar
cómo pueden originar secretos ocultos, voy a describir brevemente cada uno de
los apartados principales, los cuales se enumeran en la Tabla 1-1.

LO SAGRADO
“Con los amigos no se discute de religión”, me decían de pequeño, “porque es
algo demasiado personal y la gente se exalta mucho al hablar de sus creencias”.
Siempre se ha considerado que lo sagrado pertenece al ámbito de lo privado.
Por naturaleza, la oración también es un acto privado. Jesucristo reprocha a los
que rezan en público cuando les dice: “Vete solo a una habitación, cierra la
puerta y rézale a tu Padre que está en el lugar secreto”. Muchos de los
programas televisivos de los predicadores son obscenos porque, al parodiarla en
público, van en contra de la auténtica naturaleza de la oración.
La mejor manera de experimentar lo sagrado es el silencio, en el profundo retiro
de nuestro interior en el que se puede escuchar la “voz queda y silenciosa”. Si lo
sagrado se hace público, pierde su autenticidad.
TABLA 1-1
ÉL ÁMBITO DE LO PRIVADO
ÁREAS NATURALES DE INTIMIDAD
• Lo sagrado
o Oración
o Moralidad
• Nacimiento
• Muerte y el proceso de morir
• Sufrimiento y dolor intensos
• Funciones corporales
o Comer
o Excreción
• La dignidad del yo
o Buena reputación
o Cara
o Cuerpo
• Éxito / Fracaso
• Posesiones Materiales
o Casa
o Dinero
o Bienes inmuebles
• Posesiones no materiales
o Ideas
o Opiniones
o Sentimientos
o Valores
o Autovaloración
• Intimidad
o Amistad
o Amor/ Cónyuge
o Sexualidad
Los asuntos relacionados con la bondad y virtud personal son privados. Cuando
se hace público lo que se supone que debe ser privado, se malogra su propia
naturaleza. Una conducta auténticamente virtuosa tiene como fin el bien propio
o el bien del otro. Si el motivo de las buenas acciones es el reconocimiento
público, dicha buena conducta pierde su carácter. Vanagloriarse de las buenas
acciones las desprovee de toda bondad.

NACIMIENTO
Aunque exista un registro civil tanto de los nacimientos como de los
parentescos, son cuestiones que pertenecen al ámbito de lo privado. El
nacimiento y la muerte son profundos misterios. Hannah Arendt ha escrito: “Al
nacer, el hombre desconoce de dónde viene y, al morir, a dónde va”. Somos
incapaces de vivir sin plantearnos nuestros orígenes. ¿Qué se sentía al estar en el
útero materno? Fíjese en la fuerza del destino al hacerle nacer de su padre y de
su madre, los cuales se conocieron al azar. Es corriente que los niños se pregunten
a propósito de sus padres durante la infancia: “¿Son éstos mis auténticos padres?
Tal vez me adoptaron”. Es inevitable que los niños adoptivos indaguen sobre sus
padres biológicos: “¿Quiénes fueron? ¿Dónde están? ¿Por qué me dieron en
adopción? ¿Lo hicieron por mi bien? ¿Me deseaban realmente?”
Aquellos que descubren que tienen algún hermano o hermana, por lo general
medio hermano o hermana, cuya existencia desconocían, sienten curiosidad por
encontrarlo y conocerlo. Un hermano desconocido suele ser parte de un secreto
oculto mayor. El descubrir que el que pensabas que era tu padre es, en realidad,
tu padrastro o tu primo, puede tener efectos devastadores. Hoy en día, hay niños
que deben afrontar que fueron concebidos por un padre desconocido que
vendió su esperma a un banco de semen.

LA MUERTE Y EL PROCESO DE MORIR


“Lo que tiene de peculiar la muerte”, escribe Silvan Tompkins, “es que
constituye una causa universal de pudor”. La muerte y el acto de morir, junto con
el sufrimiento y el profundo penar que les acompañan, son experiencias humanas
que la familia esconde apropiadamente, lejos de toda mirada extraña.
Simultáneamente, al morir tenemos la necesidad de que se reconozca y valore
abiertamente nuestra vida por lo que fue. El lamentar la muerte de alguien es
una forma simbólica de confirmar y valorar la vida irrepetible que tuvo.
Con frecuencia, las personas de otras culturas se quedan pasmadas ante la
forma tan impersonal con que la sociedad americana trata todo lo relacionado
con la muerte. Se encuentran con que la gente muere en hospitales, apartada
de sus seres queridos, reducida a unos datos de un gráfico y que, finalmente,
acaba aislada con el personal sanitario para el cual la muerte no representa más
que el fallo supremo de sus conocimientos y habilidades.
Mucha gente se siente impotente y avergonzada por los secretos que guardan
entorno a la muerte de personas por las que no han podido expresar su pesar o
entorno a suicidios familiares.
Asimismo, la familia suele rodear de secretos todo el proceso de la muerte y las
enfermedades terminales. Hay mucha gente que conserva oscuros recuerdos de
alguna guerra, con sus muertos desconocidos, anónimos, mutilados e
inadvertidos.

INTENSO DOLOR Y SUFRIMIENTO


Aunque todos experimentamos el servilismo involuntario de tener que vivir en el
cuerpo, ponemos barreras para no vernos reducidos a una mera existencia
corporal. La ropa nos esconde el cuerpo, cubriendo así nuestra vulnerabilidad.
Desnudar a una persona es degradante y vergonzoso –tal y como supe
instintivamente aquella noche de los Boy Scouts-. Esta forma de violación se utiliza
tanto en las cárceles como para torturar a prisioneros de guerra.
Cuando alguien padece un intenso dolor o sufrimiento, necesita de la
protección de la privacidad. Contemplar por televisión cómo los policías
apaleaban a Rodney King resultó repugnante y obsceno. Los niños que ven a su
padre pegando a la madre son también victimizados. Cualquier persona que
presencie un acto violento se convierte también en una víctima. Esto es un tipo
de agresión que se suele convertir en secreto oculto.

FUNCIONES CORPORALES
Todas las funciones corporales son parte del ámbito de lo privado. En todas las
culturas, la excreción tiene cierta connotación de pudor y, si alguien se siente
observado durante dicho acto, inmediatamente, siente vergüenza.
La mayoría de las familias desarrolla su propio lenguaje y modo de hablar de los
asuntos privados. Las expresiones referentes a la excreción pueden resultar
bastante creativas e imaginativas, sólo siendo superadas en originalidad por los
especiales apelativos de los genitales. Una vez tuve un cliente que se pasó media
hora aludiendo a su “Billy Ray Dill” y, de repente, ¡me di cuenta de que se estaba
refiriendo a su pene!
Aunque comamos en público, ¡observe cómo disimulamos la actividad en sí
mediante las reglas tan esmeradas sobre modales en la mesa, conversación,
etc.! ¿Alguna vez ha sido la única persona que comía de todo un grupo? A la
mayoría de la gente no le gusta que los demás le miren mientras está comiendo.
Asimismo, a muchos les da vergüenza ser los últimos en terminar.
Los rituales secretos de la comida forman parte de la vergüenza que es
causante de ciertos trastornos de la alimentación. Los que los padecen se
apartan de la compañía de los demás y del acto compartido del comer, y
realizan dichos rituales secretos en una desoladora soledad.
LA DIGNIDAD DEL YO

EL BUEN NOMBRE
¿Recuerda lo mal que se sentía de pequeño cuando le insultaba algún
hermano o compañero del colegio? El insulto tiene un poder tremendo. Al
cotillear, enjuiciar y criticar el buen nombre de una persona se puede hacer
mucho daño.
Nuestra reputación se ve reconocida mediante un saludo apropiado. La forma
en la que nos dirigimos a una persona puede revelar hasta qué punto la
conocemos y nuestro grado de familiaridad. A una persona de alto rango le
puede resultar ofensivo que la abordemos llamándola por el nombre o de tú.
Los miembros de algunas tribus intentan obtener visiones que les revelen ciertos
nombres sagrados que les aportarán nuevos poderes.
Uno de los aspectos de la degradación institucional que se da en las cárceles y
en los campos de prisioneros de guerra consiste en reemplazar el nombre por un
número, con lo que al individuo se le desprovee de su identidad. La esclavitud
fue la máxima atrocidad ya que se desposeía al individuo del derecho a ser
dueño de sí mismo.

LA CARA
La cara es algo inseparable de nuestra identidad. Es el reflejo del pudor así
como de las emociones. Es un gran deshonor recibir una bofetada en la cara.
Cuando se siente vergüenza, se esconde la cara. Todos hemos visto, en las
imágenes de los noticieros, que, cuando se arresta a alguien acusado de algún
crimen, se cubre la cara con las manos cuando la cámara intenta obtener un
primer plano. El pudor nos protege de una exposición inadecuada. Dar la cara,
partir la cara, esconder la cara, son expresiones con las que solemos manifestar
la violación o sobreexposición del yo.
Dios le dijo a Moisés: “No puedes ver mi semblante porque no hay mortal que
pueda verme y seguir con vida”. Las violaciones de las cosas sagradas se suelen
calificar de descaro.

CUERPO
La cara forma parte del cuerpo, el cual es uno de los elementos de nuestra
intimidad. Nadie tiene derecho a tocarnos el cuerpo de una manera que
consideremos atrevida, y nadie tiene tampoco ningún derecho a decirnos qué
aspecto debe tener nuestro cuerpo. Nos mantenemos en el mundo mediante el
cuerpo, y el cuerpo representa nuestro yo. El cuerpo tiene una gran importancia
psicológica. La violación de la intimidad del cuerpo se divide en dos grandes
apartados: los malos tratos y el abuso sexual.
Hoy en día, mucha gente sigue considerando que el castigo corporal, práctica
corriente a lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, no es algo
malo. Pero, a medida que la democracia se va enraizando más profundamente
y que llegamos a entender que todos los seres humanos, entre los que se incluyen
los niños, tienen su propia dignidad, igualdad y derecho a la intimidad corporal,
vamos comprendiendo que pegar y que cualquier otra forma de mal trato
(amenazas crónicas, pellizcos, empujones, etc.) son actos primitivos, fruto del
patriarcado cultural y religioso. El mal trato constituye un abuso de poder y una
violación directa de la dignidad innata de nuestra propia existencia laboral.
En la actualidad, cada vez más gente es consciente del mal implícito en los
abusos sexuales, ya que constituyen la máxima invasión del cuerpo. Somos más y
más conscientes de que los abusos sexuales son más una cuestión de poder que
de sexo en sí, y que encuentran su origen en la creencia errónea de que los hijos
son propiedad de los padres.
Tanto los hombres como las mujeres sufrimos asimismo, una invasión cultural de
la intimidad de nuestro cuerpo en forma de estrictos criterios rectores de la
atracción sexual. La delgadez y unos genitales de buenas proporciones se han
convertido en una obsesión sagrada de nuestra cultura. La mitad de los clientes
que he tratado estaban preocupados de si su cuerpo resultaba atractivo, en
rasgos generales, y del tamaño del pene, pechos o nalgas, en particular.

LA PARADOJA DEL CUERPO DE LA MUJER


El cuerpo de la mujer constituye una de las principales paradojas de la vida, la
cual se ve reflejada en el lenguaje. Por una parte, se ha reprimido la sexualidad
femenina. Las mujeres ni siquiera sabían hablar de su propio cuerpo ya que no se
hacía referencia a sus órganos sexuales o se utilizaban términos incorrectos. A
principios de este siglo, términos tales como clítoris, vulva o labios descriptivos de
los genitales femeninos, no aparecían en los diccionarios corrientes tal y como
observó Harriet Lerner, esa falta de especificidad sobre los genitales de la mujer –
especialmente sobre aquellos que pueden constituir una fuente de placer- ha
permitido que el cuerpo femenino constituya un secreto incluso para las mismas
mujeres.
Por otro lado, los medios de comunicación insisten en tratar y explotar la
sexualidad femenina como un objeto. Se utilizan constantemente imágenes
degradantes de chicas y mujeres exponiendo sus senos y con las piernas abiertas
invitando a la penetración. El mensaje implícito es que el cuerpo de la mujer es
propiedad del hombre. Sólo recientemente la mujer ha comenzado a proclamar
su privacidad básica y el derecho a ser dueña de su propio cuerpo.

ÉXITO/ FRACASO
Él éxito es algo extremadamente privado y personal. Por eso, cuando nos
aferramos a la definición que otra persona tiene del éxito, estamos fomentando
la creación de secretos ocultos. La medida personal del éxito consiste en
encontrar un trabajo que le dé a nuestra vida un determinado sentido y valor.
Esto es algo que se desarrolla en nuestro interior, mientras que lo que atrae los
secretos ocultos es algo externo. Aquello que la sociedad considera que es el
éxito suele constituir el rasero por el que medimos nuestra reputación. En nuestra
cultura, uno de los principales criterios del éxito es ganar mucho dinero.
La gente suele sufrir mucho al permitir se les mida según los parámetros externos
del éxito cuando, en realidad, la autoestima y la autovaloración son cuestiones
privadas. La auténtica autoestima sólo puede surgir de dentro.

POSESIONES TANGIBLES
Nuestras posesiones pertenecen al ámbito de lo privado y son una extensión de
nosotros mismos. Los niños pequeños se identifican con sus juguetes y ropas, y se
pelean por ellos como si de ellos dependiera su identidad. La ropa nos suele
proporcionar una identidad al tiempo que nos ayuda a pertenecer a un grupo. A
pesar de que tengamos derecho a vestirnos según nuestro estilo personal,
solemos acoplarnos a los dictados de las normas culturales.
Cada hogar muestra algunas de las particularidades del que lo habita.
Protegemos nuestras propiedades, ponemos cerrojos en las puertas e, incluso,
añadimos sistemas de alarma y de antirrobo. El secreto y la ocultación nos
permiten mantener a salvo lo que poseemos.
Nadie tiene derecho a saber cuánto dinero ganamos ni a meterse en nuestros
asuntos y, sin embargo, nuestra cultura nos invade en este ámbito. Podemos
sentir vergüenza si nos consideramos demasiado pobres o demasiado ricos, pero
podríamos sentirnos satisfechos si no nos comparamos con los demás.

POSESIONES INTANGIBLES
Nuestras posesiones no se limitan a las cosas tangibles ya que algunas de
nuestras posesiones más queridas son impalpables y pertenecen al ámbito de la
mente como, por ejemplo, nuestras ideas creativas, nuestros sueños o ambiciones
personales y nuestros valores. En ocasiones podemos escoger reservarnos
nuestros sentimientos y opiniones.
La autovaloración es nuestra posesión intangible más personal y secreta ya
que, esencialmente, es algo que se formula en nuestro interior y que no puede
depender de la respuesta de los demás. Pero si la autovaloración sólo se basa en
valores externos, ya no es una autovaloración sino una evaluación que un
tercero hace de nosotros.
Una persona que se infravalora suele intentar compensarlo creando un yo falso
y secreto. El yo falso es un conjunto de secretos ocultos que utilizamos para
custodiar nuestro sentimiento de inadecuación. El Capítulo 9 trata sobre los
secretos que escondemos de los demás, e incluso, de los que escondemos de
nosotros mismos.
INTIMIDAD
El derecho a penetrar en la esfera privada de otra persona es lo que Martin
Buber denominó la relación Yo/Tú, una relación basada en la participación,
empatía, la compasión y en el compartir. Cuando ambas partes están dispuestas
a exponerse y a ser vulnerables es cuando surge la intimidad mutua. Pero si es
sólo uno el que se expone y es vulnerable mientras que el otro no se revela tal y
como es, ambos resultan violados.
Necesitamos de la intimidad con nuestros amigos especiales para poder
compartir y sustentar nuestra vida. Los amigos son aquellas personas con las que
realmente podemos intimar, pero la creación de una amistad auténtica requiere
de tiempo y esfuerzo. La mayoría de nosotros no tiene tiempo más que para unos
pocos buenos amigos y con ellos compartimos cosas que no compartimos con
nadie más. La mayoría de nosotros también necesita de una persona en nuestra
vida para la que seamos importantes y que nos importe de una forma más que
especial. Dicha persona es nuestro cónyuge o amante, con cuya relación
expresamos nuestra sexualidad.

SEXUALIDAD
Desde el pudor exagerado y ultrapuritano de nuestro pasado hemos dado un
giro de trescientos sesenta grados y hemos reducido la sexualidad al sexo –una
cuestión de instintos, genitales y frecuencia-. Los secretos sexuales son los más
corrientes de todos los secretos ocultos.
Quizás no haya otra esfera de privacidad en la que el pudor sea más
importante. Al reducir la sexualidad, ese encuentro personal de dos seres
humanos con deseo y amor, al mero sexo (follar simplemente), la convertimos en
algo pornográfico y la pornografía es una obscenidad sexual. Cuando se pierde
el pudor, en tanto que guardián de la sexualidad, los actos genitales íntimos se
ven disociados de las consideraciones sociales, emocionales y morales que
hacen de las relaciones humanas algo humano.
Cuando se esfuma el pudor, el individuo queda desprovisto de su capa
protectora, la conducta sexual humana se ve desprovista de su significado y las
personas involucradas quedan reducidas a meros objetos. En tanto que
convertirse en un objeto, no se puede participar de la relevancia del acto sexual
humano y, al convertirse en un objeto, el individuo proyecta dicha perspectiva
sobre los demás. El voyeur sólo quiere mirar y observar al otro como si de un
objeto se tratara. El hombre que está absorto en su masturbación con
pornografía está alimentando su curiosidad y fascinación por la violencia y
dominación. La mujer que él estaba contemplando en posturas vejatorias y
vergonzosas es un objeto deshumanizado. El observador no puede compartir ni
participar en la humanidad de esa mujer. La sexualidad desprovista de pudor y a
la que se ha profanando su necesidad de privacidad constituye la base de un
enorme abanico de secretos de familia ocultos.
El filósofo alemán Max Scheker escribió intensamente sobre la función del pudor
sexual en el desarrollo de la sexualidad. Lo consideraba una ayuda para que
surja el deseo sexual y se fomente la expresión sexual en una intimidad humana
plena. Sin el pudor sexual no se inhibiría la libido y permaneceríamos en el nivel
primitivo del autoerotismo. Estaríamos dominados y nos quedaríamos atascados
en nuestros sentimientos y ansias, por lo que seríamos incapaces de ser excitados
sexualmente por otro individuo. Este tipo de pudor lleno de admiración nos lleva
a desear involucrarnos con el sujeto que admiramos –la otra persona.
El rubor que aparece al principio de cualquier relación sexual nueva también se
produce cuando dos personas han tenido muchas relaciones sexuales entre sí.
Sin el rubor, pudor, admiración y vergüenza tímida, la sexualidad degeneraría en
una repetición metódica y técnica. Para que dos personas participen
verdaderamente de una sexualidad plena deben hacer algo más que poner
simplemente su cuerpo a disposición del otro. Ambas deben estar dispuestas a
ser vulnerables y a abrirse a lo que la otra pueda dar. El pudor aporta una pausa
y una vacilación que crean un espacio dentro del cual se pueden descubrir los
dos amantes.
Esta vergüenza sana es la conciencia del amor erótico y se opone a la lujuria y
al sexo impersonal. La pérdida de dicho pudor lleno de admiración y modestia
prepara el terreno para la creación de una variedad de secretos sexuales en
potencia.

LA PRIVACIDAD FAMILIAR EN FORMA DE SECRETOS SALUDABLES


¿Cómo serían las familias si protegieran el derecho natural a la intimidad de
cada uno de sus miembros? Serían familias que mantendrían secretos saludables
(Ver Tabla 1-2)
Tabla 1-2
SECRETOS DE FAMIILA SALUDABLES
• INDIVIDUALES
o Secretos generativos y adaptativos, (referentes a la formación
de la identidad individual)
• GENERACIONALES
o Secretos de la pareja
o Secretos entre humanos
• PROTECTORES
o Protección de toda la familia
o Protección de la dignidad de cada individuo
• DIVERTIDOS
o Tienen como fin dar una sorpresa y aportar alegría a los
demás miembros de la familia
o Diversión, bromas, fiestas inesperadas y regalos
Una familia sana proporciona a sus miembros un espacio apropiado así como
un sentido propio de inviolabilidad. Las parejas, al igual que sus hijos, necesitan
de la intimidad para continuar desarrollándose. Dicha privacidad incondicional
es una necesidad básica del ser humano.
La individualidad y la separación del individuo no constituían unos objetivos de
los modelos de familia y sociedad patriarcal/ matriarcal, sino que la gente
reprimía sus sentimientos y se agrupaban en una unidad protectora.
Se consideraba una virtud que el individuo renunciara a su propia voluntad y
pensamientos por el bien y supervivencia de la familia o grupo.
Hoy en día, se ensalza el yo y se sabe que no son posibles sin cierta separación
de los sistemas familiares. Para que se produzca dicha separación se necesita
disponer de una privacidad incondicional –un espacio o lugar inviolable en
nuestro mundo físico, emocional, intelectual y espiritual.
Gran parte de la ética y de las leyes clásicas sobre este tema se enfocaban en
la intimidad de la familia, aunque no con el sentido con el que yo utilizo el
término. “El hogar del hombre es su fortaleza” era un principio que justificaba que
el estado o el gobierno no pudieran inmiscuirse en los asuntos privados de la
familia. Así, no se podía obligar a un cónyuge a declarar en contra del otro y,
según este mismo rasero, lo que sucedía puertas adentro era virtualmente
incuestionable.
En la actualidad estamos en la transición. A medida que la democracia va
profundizando en nuestro interior se incrementa el conflicto entre la inviolabilidad
de la familia y la inviolabilidad de los miembros que la componen. En otros
tiempos, los padres y maridos que golpeaban a sus familias no sufrían ningún tipo
de persecución porque se consideraba que su forma de tratar a la mujer e hijos
era un asunto privado.
En la actualidad se desafía abiertamente la creencia de que los padres tienen
derecho a pegar o a no respetar el espacio físico, emocional e intelectual de sus
hijos, o de que la esposa pertenece al marido y él tiene poderes sobre ella. Dicha
batalla está aún lejos de ser ganada y desata una importante polémica social y
política de la que este libro no pretende ocuparse. Por ejemplo, los niveles de
intimidad suelen ser causa de conflicto y puede hacerse necesario violar la
intimidad de la familia o de la generación, con el fin de salvaguardar los límites
personales del individuo.

SECRETOS INDIVIDUALES
Marido y mujer pueden no revelarse algunos secretos relativos a la misteriosa
profundidad del yo que sirve de marca de la identidad de cada cual. Se suele
denominar secretos fecundos a aquella parte reservada de nosotros que
preserva el núcleo de nuestra identidad individual. Son fecundos porque nos
permiten crecer y cambiar. Los secretos fecundos se inician con el primer “no” y
“no quiero” de la separación del yo que experimenta el niño de entre uno y dos
años de edad. Sin separación no puede haber secretos. Para poder tener
nuestros propios secretos tenemos que tener sentido del yo, por muy rudimentario
que sea. Mi experiencia con los Boy Scouts constituyó un secreto individual de
este tipo.

EL CARÁCTER NECESITA UN CUARTO OSCURO


Los niños tienen especial necesidad de esconderse. Su sentido innato de los
límites se origina en su pudor natural, pero tienen que construir y consolidar unos
buenos lindes, para lo cual los padres deben hacer dos cosas: primero, deben
constituir el ejemplo del desarrollo de unos buenos límites y, segundo, deben
hacer valer unos límites firmes pero justos que los hijos puedan adoptar. Los niños
imitan lo que ven hacer a sus padres. Se adaptan y aprenden mediante la
práctica de imitación y, al igual que los actores que están ensayando una
representación, no les gusta que se les vea hasta que el ensayo les sale bien.
Necesitan de un espacio protegido para poder ensayar el papel de su vida.
Los fotógrafos tienen que meterse en el cuarto oscuro para revelar los carretes.
La necesidad que siente el niño de tener una intimidad inviolable es como ese
cuarto oscuro. En una ocasión, Josef Karsh dijo: “El carácter, como las fotografías,
se revela en la oscuridad”.

SECRETOS GENERACIONALES
Lo mejor es que las líneas generacionales de una familia permanezcan intactas:
la familia necesita que se produzca cierto distanciamiento entre generaciones.
Resulta inapropiado que haya una alianza entre hermanos y entre padres. Los
niños tienen secretos con los que ponen a prueba sus propios límites y que
constituyen una parte del desarrollo de su propio sentido del yo. El primer amor y
el primer beso son cosas que, normalmente, los hijos no desean compartir con los
padres. Por lo general, su conducta sexual intenta imitar la de los adultos y les
resulta más fácil compartirla con su propio grupo de amigos. Las alianzas entre
hermanos suelen producirse entre los del mismo sexo, aunque no es raro que
hermanos y hermanas con poca diferencia de edad compartan secretos. Pero
cuando este tipo de relaciones se establece entre una generación y otra, los
secretos pueden hacerse nocivos y traumáticos.
Lo mejor es que los problemas de Papá en la oficina y su dificultad con las
figuras de poder se queden entre Papá y Mamá. Los problemas de Mamá con
Papá no se deben compartir con los niños, a menos que les afecten
directamente y ellos ya se hayan percatado.
Si mamá enloquece haciendo compras, encarga todo un armario de ropa
nueva y lo esconde en la habitación de los niños haciéndoles jurar que nunca se
lo dirán a su padre, está estableciendo una peligrosa alianza con ellos.
Cuando los padres se saltan estos límites generacionales, los hijos se ven
atrapados en un terrible dilema de lealtad y se les invade su privacidad. Lo
mismo sucede cuando uno de los padres le pide a uno de los hijos que espíe a su
hermano o hermana y se lo cuente. Dichas alianzas o coaliciones secretas suelen
ser sintomáticas de graves disfunciones en la familia.
SECRETOS DE MATRIMONIO
Cuando los padres se esfuerzan por mantener unos límites buenos y un respeto
mutuo, todo ello con honradez y modestia, el ambiente es propicio para que el
pudor natural de los niños se manifieste en forma de modestia, secretos
saludables y buenos límites. Dado que los padres disfrutan de un espacio propio
en su propia vida y en su matrimonio, pueden permitir que los hijos tengan
también el suyo.
Mediante su conducta y su discurso, los padres deben dejar claro que su
matrimonio es su relación más importante. Para la madre, nadie debe ser más
importante que su marido, y viceversa. Si uno de los hijos se hace más importante
para uno de los padres que su cónyuge, se establece una vil relación que
transgrede gravemente los límites de la intimidad. Los padres necesitan un
espacio propio para “hablar de sus cosas” y para desarrollar sus rituales de amor
e intimidad.
Los padres deberían reservarse el derecho de no compartir ciertos asuntos y
objetos de valor de la familia hasta que llegue el momento apropiado. Asimismo,
deberían reservarse el derecho de mantener en privado ciertos hechos sobre sí
mismos y su relación. Tienen sus responsabilidades como padres, tienen la
obligación de aportar reglas, disciplina, modelos morales y dinero, y estos asuntos
son privados según la edad. En muchos casos no deberían tratarse con los hijos.

SECRETOS ENTRE HERMANOS


En las familias que funcionan bien, los hermanos, en especial aquellos que se
llevan poco tiempo, comparten secretos y alianzas especiales, lo cual es
saludable y, a menos que algún secreto de un hijo ponga en peligro sus
seguridad, salud o bienestar psicológico, es importante darles a los hijos su propio
espacio. Descubrir un comentario sobre el suicidio en un diario o encontrar que
un hermano o hermana tiene drogas o utensilios para ellas, son ejemplos de
secretos que se deben confrontar.
Por lo general, es necesario proteger la intimidad de los hijos de una manera
apropiada para su edad. No es conveniente permitir que un niño de tres años se
encierre en el baño.
Considero que siete años es la edad de transición para que el niño tenga
derecho a su intimidad. A los siete años el niño es capaz de pensar de manera
consciente y lógica. A los niños de esta edad ya se les puede permitir que echen
el pestillo de la puerta del baño y de su habitación, que escojan ellos mismos su
ropa y que tengan su propio dinero y posesiones. Este derecho presupone que el
niño no padece desórdenes mentales ni emocionales y que su desarrollo es más
o menos normal. Los padres deberán disponer de unas buenas razones para
entrometerse en cualquiera de las áreas privadas que hemos descrito durante la
infancia o adolescencia de sus hijos. Asimismo, también es necesario que los
padres protejan a los más pequeños de que sus hermanos mayores se
entrometan y violen su privacidad.
En ocasiones, la pobreza o los problemas económicos impiden que una familia
disponga de suficiente espacio físico para que sus miembros puedan disfrutar de
una intimidad adecuada. En tales situaciones, se debe hacer un esfuerzo por
respetar las áreas de privacidad que se puedan conseguir.
SECRETOS QUE PROTEGEN
Toda familia necesita de unas barreras que protejan su estilo determinado y
particular, y que eviten la invasión de intrusos. En una comunidad o sociedad
donde se amara, respetara y comprendiera que la privacidad es una necesidad
básica, toda la familia podría mantener su ámbito particular. Pero la realidad es
que muchas familias se sienten asediadas.
De la misma forma que escondemos nuestros objetos de valor en lugares
secretos de la casa para que no los puedan encontrar ni los entrometidos ni los
ladrones, puede resultar necesario mantener en secreto ciertas características
como el grupo étnico, la creencia religiosa, las condiciones económicas, la
preferencia sexual y el estilo de vida.
Hay ocasiones en las que esto se convierte en una cuestión de vida o muerte,
como fue el caso de los judíos durante la época nazi. A veces, el secreto nos
protege de la humillación y del estar expuestos. Mi amigo David, que vivía en un
barrio predominantemente cristiano, no les dijo a los otros chavales que su familia
era judía. Nan ocultó que su familia era rica y, para que los compañeros de
colegio con menos medios no se metieran con ella, se vestía con ropa muy
corriente y de tonos pardos.
Las familias gays y lesbianas suelen ocultar su condición. Recordemos que, a
veces, se necesita tanto valor para mantener algo oculto como para salir del
escondrijo.

SECRETOS DIVERTIDOS
Este último tipo de secreto saludable de familia es el que se guarda por
diversión.
En la mayoría de las familias se guardan secretos con gran ilusión en ocasión de
celebraciones que implican el dar o recibir regalos, como son los cumpleaños y
fiestas religiosas. ¿Se acuerda de la ilusión con al que pedía o se daba a
entender que iba a recibir, un determinado regalo por Navidad? La expectativa
iba en aumento a medida que se acercaba dicha festividad. Puede que tenga
recuerdos de ir buscando por toda la casa los regalos escondidos. Quizás
también tenga recuerdos de la ilusión que le hacía comprarle a alguien de la
familia un regalo con el que usted le quería sorprender. Pero es posible que sus
mejores recuerdos sean de cuando se despertaba el día de Reyes y se
encontraba con un regalo que era una sorpresa totalmente inesperada, algo
que jamás había soñado poder tener.
Este tipo de recuerdos, junto con otros rituales particulares de cada familia, es
de lo que se nutre el concepto de identidad y de integración con el grupo.
Para poder prosperar, la familia necesita su privacidad. La intimidad da lugar a
unos ámbitos naturales de secretos y los secretos naturales crean ese silencio que
vale más que su peso en oro.
En el siguiente capítulo analizaremos todo el abanico de secretos ocultos,
especialmente aquellos que son producto de una falta de respeto y protección
del ámbito natural de intimidad en la familia.
CAPÍTULO 2
CUANDO SE TIENEN SECRETOS OCULTOS

De niños, nos pidieron a mi hermano y


a mí que guardáramos un secreto y, el
secreto que se nos pidió que
guardáramos, es que aquello no era un
hogar feliz.
ROBERT BLY

“¿Por qué te casaste con él?”... La


pregunta la pilló por sorpresa y es que
yo... había formulado una de esas
preguntas prohibidas con
implicaciones intimidatorias cuyo
misterio rodeaba nuestro nacimiento
como un depredador.
PAT CONROY, THE PRINCE OF TIDES

Jane Fonda confesó públicamente que fue bulímica durante unos cuantos
años. La bulimia es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por comer
compulsivamente y, seguidamente, provocarse el vómito, todo ello en secreto. El
bulímico adopta conscientemente este comportamiento con el fin de mantener
un peso corporal que se ajuste a ciertas normas culturales de delgadez. Jane
declaró que la aparición de su problema coincidió con la época en que se
enteró, por casualidad, de que su madre, Frances, se había suicidado. Jane no lo
sabía porque su padre, Henry, lo había mantenido en secreto. Cuando Frances
se mató, estaba ingresada en un hospital mental y Henry les dijo a Jane y a su
hermano, Peter, con trece y diez años respectivamente, que su madre había
fallecido de un ataque al corazón. Henry y su suegra enterraron a Frances en
privado, sin que asistiera nadie más al funeral. Aquella misma noche, él actuó en
un teatro.
Frances Fonda fue la segunda esposa de Henry, de la cual éste se había
separado dos meses antes de que ella se suicidara. Henry ya había iniciado una
relación con Susan Blanchard, con la que se casaría ocho meses más tarde. Lo
extraño del caso es que Margaret Sullavan, la primera esposa de Henry, la cual,
después de divorciarse de él, se casó con Leland Hayward, el agente de Henry,
que también se suicidó al igual que dos amigos íntimos de Henry.
Durante la luna de miel de Henry con Blanchard, Peter, su hijo, se pegó un tiro
en el estómago y casi se mató. (Según se dice, Henry no le preguntó si eso tuvo
algo que ver con la muerte de su madre). Diez años más tarde, Peter se enamoró
de Bridget Hayward, la hija de Leland Hayward y Margaret Sullavan. Al cabo de
un año de la relación, ella se mató. Peter también tuvo un amigo que se suicidó.
Este sorprendente patrón de suicidios, intentos de suicidio y amistades que se
suicidan, se describe en Genograms in Family Assessment, de Monica McGoldrick
y Randy Gerson, una obra relevante que citaré varias veces en este libro. Es un
dramático ejemplo del increíble poder que tienen los secretos ocultos, de
impactar en la vida de una familia.
¿Por qué mantuvo Henry Fonda en secreto que su mujer se había suicidado?
¿Por qué no quiso contárselo a sus hijos? Sólo podemos hacer especulaciones
sobre sus posibles motivos y sobre la tóxica mezcla de pena, culpabilidad y
escapismo que debió de sentir. Sé muy bien que el suicidio pertenece a esa
categoría de experiencias humanas que resultan extraordinariamente chocantes
y desconcertantes. El suicidio tiene un largo historial cultural cargado de
vergüenza y silencio. Antiguamente, a los judíos que se suicidaban, se les
enterraba fuera de los muros del cementerio. Hasta hace poco la Iglesia Católica
se negaba a oficiar un funeral si el fallecido se había suicidado. Para muchas
religiones, el suicidio era el pecado imperdonable y se consideraba que los que
lo cometían no tenían perdón. Un caso de suicidio representaba una gran
humillación y vergüenza moral para la familia. Quizás toda esta tradición
colectiva fue la causa de la decisión de Henry Fonda.
Hoy en día, es poca la gente que cree que el suicidio se debe juzgar desde un
punto de vista moralista, sino que se achaca más a la depresión profunda (con
frecuencia por razones bioquímicas) y a una sensación de vergüenza y de que
la vida carece de sentido. Sin embargo, en todo suicidio está implícito un secreto
oculto. El suicidio es una muerte velada por el misterio.
Puede que Henry Fonda opinara que tenía que proteger a sus hijos de la
verdad de la muerte de su madre. La protección es una de las causas más
frecuentes de que se oculten secretos. Sin embargo, no es que haya que
protegerse realmente del profundo impacto del suicidio de una madre y, por
muy doloroso que hubiera sido, los hijos de Fonda tenían derecho a que se les
contara la verdad. Precisamente porque el suicidio implica la existencia de algún
secreto oculto del que se quiere apartar y aislar a los demás familiares, se hace
necesario que éstos hablen del asunto porque, en caso contrario, se crea otro
secreto oculto. Al ser tan desastrosas las consecuencias de un suicidio, hay
mucha aflicción que expresar y cada persona tiene sus propios sentimientos al
respecto. Cuando un padre o una madre se niegan a expresar sus propios
sentimientos de culpa por el suicidio de un familiar, está creando una atadura de
lealtad para que se mantenga el secreto. Todo esto es aplicable también a
cualquiera de los otros tipos de muerte vergonzosa de los que tampoco se habla,
tales como el asesinato y la mutilación, la muerte por tortura o las humillantes
formas de morir a las que se sometió a los judíos en los campos de concentración
de los nazis.
Cuando se niegan hechos tan traumáticos y se los convierte en secretos
ocultos, la lealtad de la familia por mantener el secreto puede traducirse, en las
generaciones siguientes, en aislamiento, miedos patológicos, obsesión por la
muerte, conductas anormales, alocadas e inexplicablemente intrépidas, así
como intentos de suicidio en el aniversario o en la misma edad que el primer
caso.
El suicidio y la bulimia son temas relacionados con la muerte y la alimentación,
dos de los aspectos del pudor natural que, tal y como he descrito, pertenecen al
ámbito de lo privado. Mi argumento es que, cuando se pervierte o se viola el
santuario interno del pudor, su lugar lo ocupa la vergüenza, la cual es una de las
principales causas de secretos ocultos.

LA VERGÜENZA
Nuestra modestia o pudor innatos, nutridos por la intimidad, constituyen el
fundamento sobre el que delineamos unas fronteras buenas y flexibles. Sin
fronteras, no tenemos límites.
Cuando se viola nuestro pudor, el cual preserva nuestra intimidad y la dignidad
particular de nuestro yo, adoptamos un yo falso, artificial e impúdico. La
impudicia puede tomar dos formas: una conducta impúdica con la que
intentamos sobrepasar nuestros límites como seres humanos, es decir, intentamos
ser sobrehumanos; nos consideramos perfectos (jamás cometemos errores): nos
consideramos autosuficientes (no necesitamos la ayuda de nadie); nos
consideramos ungidos de virtudes (nosotros nos salvamos, los demás no): nos
consideramos la autoridad (tenemos derecho a violar el espacio de los demás);
adoptamos un aire condescendiente (lo sabemos todo).
En el otro extremo, podemos comportarnos impúdicamente y adoptar una
conducta infrahumana. Dejamos que los demás nos invadan o nos invadimos a
nosotros mismos, de forma que nos convertimos en vergonzosos fracasados,
víctimas y adictos –la escoria de la sociedad. Nos invade tal desesperanza que
perdemos el sentido de los límites y creemos que todo lo que nos rodea es
defectuoso y deficiente.
Dado que en inglés sólo tenemos una palabra para vergüenza, en mi libro
Sanar la vergüenza que nos domina clasifiqué de toxic shame (vergüenza tóxica)
a ambas formas de impudicia. Tanto sí es virtuosa como depravada, la impudicia
es nociva. La vergüenza no protege nuestra integridad ni nuestro yo, sino que los
destroza.
Una vez hemos establecido nuestros fundamentos en la vergüenza, nos
consideramos un error. Estamos convencidos de que el mero hecho de que
existamos es un fallo, un defecto y, por lo tanto, nos vemos en la obligación de
mantener oculto todo lo que nuestra vida tiene de auténtico.

VERGÜENZA Y SECRETOS OCULTOS


La vergüenza, tanto si es virtuosa como depravada, es la raíz de muchos
secretos ocultos. La vergüenza nos obliga literalmente a quedar mal para,
seguidamente, intentar salvar las apariencias, a consecuencia de lo cual nos
escondemos y aislamos. Buscamos maneras de no perder el control. Nos
mantenemos atentos para que nunca se nos coja desprevenidos. Vivimos
ocultando nuestro dolor, lo cual requiere de un arsenal de secretos, de secretos
que esconden secretos, de mentiras que esconden mentiras.
No sólo nuestra conducta sino también nuestra existencia misma se ven
afectadas por la vergüenza porque, en el fondo de nosotros, sentimos que nos
pasa algo muy malo. La vergüenza nos exige que llevemos una máscara, que
nos pongamos un disfraz, que creemos un falso yo, porque, si yo dejara ver a los
demás cómo soy realmente, se darían cuenta de que tengo fallos y defectos, y
me rechazarían. Por lo tanto, debo permanecer callado.
Cuando nos escondemos detrás de la máscara, ésta se convierte en nuestra
naturaleza postiza y en nuestro inconsciente, porque la persona que la lleva no
sabe que se trata de una máscara. A este estado engañoso de total ocultación
lo denomino estado de mistificación.
Los secretos, fruto de la vergüenza suelen agruparse en torno a violaciones de
los aspectos de la privacidad que hemos tratado en el Capítulo I. La Tabla 2-1,
aunque no intente ser exhaustiva, proporciona una amplia visión de las muchas
clases de secretos ocultos. Al estar agrupados según el contenido, se puede
observar que las categorías generales (referentes al nacimiento, a la muerte,
etc.) se corresponden con el esquema de la Tabla 1-1, la cual enumera las
conductas naturales de la privacidad.
Por todo ello, conviene dejar lo más claro posible cuál es el alcance de los
secretos destructivos y hasta qué punto pueden alterar una familia, disminuir
nuestra conciencia, poner límites a nuestra libertad e impedir que desarrollemos
plenamente nuestra individualidad.
Dado que aumentaría demasiado el volumen de este libro si diéramos un
ejemplo de cada una de las categorías de la lista de secretos ocultos de la Tabla
2-1, he escogido ciertos casos de mis archivos de veinticinco años de trabajo
como terapeuta y de la investigación que he realizado para escribir este libro.
TABLA 2-1

SECRETOS OCULTOS AGRUPADOS SEGÚN EL CONTENIDO


Todo lo que se considere pecaminoso
Todo aquello que profana o desacredita lo
sagrado
Fariseísmo
Hipocresía

LO SAGRADO Utilizar una fachada para ocultar el sexo, dinero


o poder
Adicción a la religión
Cultos (ritos secretos), Ku Klux Klan
Pertenecer a la religión “incorrecta”
Ritos satánicos
Abusos espirituales
Casarse embarazada
Adopción
Parentesco falso
Ser criado por tutores
Orfandad
NACIMIENTO Ilegitimidad
Hermanos desconocidos
Infertilidad
Niño probeta
Vergüenza étnica
Vergüenza racial
Suicidio
Muerte violenta
Homicidio
Mutilación
Desaparición
MUERTE Campo de concentración
Limpieza étnica
Muerte por torturas
Muerte despersonalizada en el hospital
Proceso de morir
Enfermedad terminal
Enfermedad mental
Enfermedad emocional
Discapacidad, dolores crónicos
Internamiento en psiquiátrico
Retraso mental
Tratamiento psiquiátrico
SUFRIMIENTO Enfermedades genéticas
Alcoholismo, drogadicción
Consumo abusivo de cualquier sustancia
Enfermedades venéreas
Cualquier tipo de mal trato
Automutilación
Síndrome de Münchausen
Anorexia
Bulimia
Alimentación Comer ansiosamente
EL CUERPO Obesidad
Obsesión por la gordura / delgadez
Vergüenza referente a la excreción
Excreción
Perversión sexual con la excreción

Falso yo
Problemas de autoestima
Perfeccionismo
Actitud crítica
Buena reputación Picajoso
Rectitud
Supremacía racial
Autocastigo
Autodesprecio
Autoculpa
Masoquismo
EL YO
Pecas, marcas de nacimiento
Cara Belleza / Fealdad
Bofetadas
Defectos físicos
Deformidades
Tamaño de los genitales
Abuso
Cuerpo Violación
Pegar
Torpeza, ser larguirucho
Demasiado gordo, demasiado flaco
Adicción al deporte
Malos tratos
Adicción al dinero
Adicción al trabajo
Pobreza
Desempleo
Despido, degradación
ÉXITO/ FRACASO Falta de disposición por el trabajo
Vivir de los padres
Vivir de la mujer
Pérdida del dinero de la familia/ cónyuge
Clase “inadecuada”
Vergüenza del inmigrante
Mala reputación
Hacer trampas
Robar en tiendas
Desfalco
Apropiación de los secretos de la empresa
Fraude, timo
Materiales Robo
Hurto
Homicidio
Tráfico de drogas
POSESIONES
Encarcelamiento
Mafia
Crimen por encargo
Evasión de impuestos
Represión de las emociones
Defensas del ego –automáticas e inconscientes
Resentimiento y pensamientos negativos secretos
Apropiación de ideas, propiedad intelectual,
No materiales plagios
Vergüenza por no alcanzar lo que uno desea o
No poder vivir según sus ideales
Violaciones de los valores morales propios
Disputas matrimoniales crónicas
Múltiples matrimonios
Bigamia
Traición (aventuras amorosas)
Homosexual casado/ a con heterosexual
Traición a los amigos
Vínculos transgeneracionales con los hijos

INTIMIDAD Miedo a ser abandonado


Miedo a sentirse abrumado
Fobia al compromiso
Malos tratos al cónyuge
Pegar
Perseguir a alguien
Homicidio del cónyuge
Preferencia sexual
Intercambio de ropas
Travestismo
Secretos del rol sexual
Mujeres (rabia)
Hombres (miedo)
Adicción al sexo
Anorexia sexual / celibato no asimilado
Aventuras múltiples
Masturbación crónica
Masturbación crónica con pornografía
Sexo con animales
Fetichismo
SEXO
Voyeurismo, exhibicionismo
Indecencia
Sexo por teléfono
Masajes eróticos
Prostitución
Cultos sexuales
Intercambio de esposas
Sadomasoquismo
Estrangulación autoerótica
Pornografía infantil
Círculos de prostitución infantil
Acoso sexual
Ritos satánicos con perversión sexual
Incesto
Abusos deshonestos
Ritos satánicos con perversión sexual
Incesto
Abusos deshonestos
Violación
Violación de la pareja / cónyuge
Disfunción sexual
Trastorno del deseo

SECRETOS SEXUALES
En su primera sesión de terapia, Germaine se expresa en un tono que denota
ansiedad al desvelar el secreto oculto de su matrimonio: las numerosas aventuras
de su marido, la más reciente de las cuales ha sido con la mejor amiga de
Germaine en la oficina. Se siente avergonzada de tolerarle esa conducta y dice
que se había prometido que jamás le aguantaría ni tan siquiera una sola
aventura. Sin embargo, después de tres años de matrimonio, ésta es ya la quinta.
Después de varias sesiones muy reveladoras, el terapeuta le pregunta a
Germaine si su padre ha tenido alguna vez una aventura:” ¡Uy, jamás! Es un
hombre maravilloso”, responde instantáneamente. “Es uno de los miembros más
respetados de nuestra iglesia y tiene una opinión muy estricta sobre la fidelidad
sexual. Ganó mucho dinero y se jubiló pronto. Se desvive por las mujeres que
tienen problemas. Ha financiado un asilo para mujeres con problemas. Se ha
dedicado a ayudar a prostitutas. Incluso las visitaba y les llevaba regalos”.
El terapeuta le pregunta a Germaine si puede traer a sus padres a la próxima
sesión. “¿Pero, para qué?” pregunta ella. “Confíe en mí. Le será de ayuda”, le
contesta el terapeuta.
Los padres vienen con buena disposición y dicen que harían cualquier cosa en
beneficio del matrimonio de su hija. El padre de Germaine es muy atractivo y
carismático, mientras que la madre está gorda, es deferente y remite todas las
preguntas a su marido. Sin embargo, cuando el terapeuta le pregunta al hombre
si ha tenido alguna vez alguna aventura amorosa, la madre responde en su lugar
y, con gran dolor, dice que sí. “Ya es hora de que se sepa todo”, dice la madre.
Germaine casi se cae de la silla. El padre se pone a llorar.
Resulta que el padre de Germaine ha tenido muchas aventuras y la madre,
sencillamente, le ha aguantado en silencio. Él le prometía una y otra vez que se
arrepentía pero, acto seguido, volvía a caer. La mujer aguantó todo esto por su
hija y para mantener intacta la imagen de la familia.
La familia de Germaine está enmarañada en un secreto sexual. El padre tiene
una adicción compulsiva al sexo y a las aventuras amorosas. Su esposa se lo
facilita, le fomenta su adicción al ocultar la verdad para protegerlo y al no insistir
en que busque algún tipo de tratamiento para su problema. Ella es adicta a la
adicción sexual de su marido y es la confabuladora de este matrimonio
disfuncional.

REPRODUCIR UN SECRETO OCULTO


Germaine no era consciente de lo que estaba sucediendo pero sí conocía el
secreto –a nivel inconsciente. Hay algo que, inconscientemente, la ha incitado a
manifestar lo que se ocultaba. Desde que conoció a Jim y se casó con él, está
desvelando un secreto que su familia paterna ha intentado mantener en secreto.
La adicción de Jim es aún más patente que la del padre de Germaine. Al poco
tiempo de contraer matrimonio, ya tiene una aventura. Con mezcla de dolor y
arrepentimiento, le promete a su mujer que no lo volverá a hacer jamás. Al cabo
de tres meses, tiene otra aventura, y después, otra y otra. El problema de Jim no
sólo es obvio sino que, en gran medida, está fuera de control.
Jim también tiene su propia historia. Su padre también era sexualmente
compulsivo y Jim le veía perseguir a otras mujeres a escondidas. De esta forma, su
padre no sólo le violó con su mal ejemplo sino que creó un vínculo de
complicidad al hacerle conspirar con él para que su madre no descubriera su
secreto. Esta vil alianza obligó al hijo a sacrificar su privacidad intergeneracional y
le puso en un doble apuro: para no traicionar a su padre, se vio obligado a
traicionar a su madre. Su padre abusó de él al utilizarlo como tapadera de su
comportamiento vergonzoso. Como dijo James Baldwin: “A los hijos no se les da
muy bien escuchar a los mayores pero, cuando nos imitan, no fallan nunca”. Jim,
muy a pesar suyo, esta imitando el comportamiento de su padre.
De esta forma, Jim y Germaine actúan de metáfora del ambiente matrimonial
disfuncional en el que se criaron. Ambos han desvelado los secretos encubiertos
de sus familias correspondientes. Los dos están proclamando: “Mirad, éste es el
secreto oculto con el que nos hemos criado”.
Al hacer terapia con toda la familia se desvela el secreto encubierto y pueden
liberarse del estado de mistificación familiar. Germaine y Jim ya no necesitan
reproducir los secretos que sus padres han estado ocultando. Al salir de su
estupor, se les abre la oportunidad de vivir su propia vida, una vez eliminado el
secreto oculto que -literalmente- les ha estado privando de libertad.
Mantener un secreto tiene un precio: la vida del padre de Germaine fue una
hipocresía. Consiguió mantener en secreto su adicción sexual negando
rotundamente que fuera cierta. A medida que fueron aumentando los
problemas derivados de sus aventuras amorosas, también se intensificó su
obsesión mental. No pensaba más que en el sexo, unas veces cuando luchaba
contra el fuerte impulso que le llevaba a seducir y ligar y, otras, cuando se
obsesionaba con alguna mujer. Incluso, había veces que pensaba
compulsivamente sobre lo que había hecho en el pasado o lo que estaba
haciendo en el presente. Este tipo de pensamientos obsesivos produce una
estrechez mental o cerrazón cognitiva.
Cuando estaba metido en una de sus aventuras amorosas tenía que invertir una
enorme cantidad de energía mental y física en planear las citas, inventarse
excusas y estar atento a cualquier cosa que decía por temor a que se le
escapara algo que pudiera despertar sospechas en su mujer e hija.
Como les sucede a todos los adictos, el padre de Germaine se sentía cada vez
más aislado, solo, avergonzado y desesperado a medida que su adicción iba en
aumento. A pesar de que intentara mantener la imagen de familia modelo, no
tenía vida íntima. El padre de Germaine vivía una mentira. De cara al mundo,
aparentaba ser cariñoso y honrado, mientras que, con su familia, su actitud era
deshonesta y desprovista de cariño. A medida que iba disminuyendo su respeto
por sí mismo, intentaba reforzar su falso yo con ampulosos actos de caridad.

ADJUDICARSE UN SECRETO OCULTO


Germaine y Jim “reprodujeron” el secreto de sus familias para que todos lo
pudieran ver. En cambio, Sereva, una cliente mía, reaccionó de forma distinta:
“se lo adjudicó”.
El padre de Sereva era alcohólico y siempre estaba metido en líos de faldas. La
madre era una católica devota convencida de que una buena esposa tenía
que sufrir en silencio los abusos del marido. Jamás se hablaba de las aventuras
amorosas del padre. En cierta ocasión, Sereva fue con su madre a recoger a su
padre al piso de otra mujer. Cuando lo vieron, tenía toda la camisa manchada
de carmín de labios. Durante el trayecto en el coche, el padre y la madre
hablaron del tiempo. Más adelante, cuando Sereva le preguntó sobre aquel
incidente, su madre se negó a hablar del tema. Sereva acabó sintiendo un
profundo asco por su padre, lo cual se extendió también a los hombres en
general y a cualquier asunto relacionado con la sexualidad.
Durante el último curso de Bachillerato, Sereva decidió que tenía “vocación” y
se metió en un convento católico para hacerse monja. Con esta acción se
estaba “adjudicando” el desprecio por la sexualidad. Al comenzar con las
disciplinas del celibato y ascetismo se sintió atraída por una forma de
autoflagelación que había leído en la biografía de una santa. El ayuno y la
autoflagelación con un látigo de cuero le producían cierta sensación de calidez
y placer.
Al cabo de unos años vino a mi consulta. Aunque había dejado el convento,
seguía utilizando el látigo. Con la terapia se dio cuenta de que había
incorporado el comportamiento de su madre, la cual personificaba la creencia
de que las mujeres son inferiores a los hombres y de que toda mujer buena ha
venido aquí a sufrir. El autocastigo mediante la flagelación era la forma en que
Sereva podía sentirse a gusto consigo misma en su condición de mujer.
Aunque toda la familia de Sereva sabía lo que sucedía, nadie hablaba de ese
secreto por respeto a la imagen de devota familia católica. Esta comprensión
deformada de la lealtad impidió que Sereva se desarrollara de forma natural en
lo relativo a temas como el amor, el matrimonio, las relaciones íntimas y el sexo. El
secreto le mantenía atrapada en su familia disfuncional. al igual que su madre, se
convirtió en una co-adicta obsesionada por la bebida y los líos de faldas de su
padre y, también, al igual que su madre, desarrolló una seria codependencia. La
codependencia es una enfermedad del yo en fase de desarrollo a causa de la
cual el individuo pierde todo contacto con su propia experiencia interna. Dado
que una persona codependiente no sabe lo que siente, lo que necesita ni lo que
quiere, tampoco puede saber quién es. El desarrollo de su yo se ha estancado y
debe adoptar un yo falso, el cual se constituye a partir de aquellas conductas,
sentimientos, necesidades y deseos que la familia considera dignos. El modelo de
Sereva fue su madre, de la cual aprendió que la forma de hacerse querer
consistía en no tener necesidades, en no tener deseos y en sufrir en silencio. El
precio que Sereva había tenido que pagar por el secreto oculto de su familia fue
la muerte psicológica. Había aprendido que su auténtico yo debe morir para ser
digna del amor y del reconocimiento de los demás.

LOS ABUSOS SEXUALES Y EL SILENCIO


En nuestra sociedad patriarcal y sexista, el acoso sexual y los abusos de mujeres
y menores (entre los que se incluye un amplio porcentaje de niños varones)
constituye un secreto oculto presente en todos los sectores de la sociedad,
incluidas las instituciones religiosas y la clase política. Pero es algo que tanto los
agresores como las víctimas ocultan en secreto. Las razones de que los agresores
se mantengan callados son obvias, pero el silencio de las víctimas resulta
misterioso y desconcertante, a excepción de la razón evidente de que, en la
mayoría de los casos, nadie les haría caso.
Las víctimas de abusos sexuales suelen considerarse responsables de lo que les
ha sucedido. Los menores suelen creer que, de alguna forma, “provocaron” al
agresor. Si ese acto les aportó algo de placer, se sienten confusos y responsables.
En el pasado, no se comprendía por qué las víctimas de abusos graves se
identifican con el agresor y que, o bien experimentan una disociación de su
propio yo, o reprimen el recuerdo con el fin de protegerse del sufrimiento que
experimentaron. Dado que la víctima se suele identificar con el agresor y dado
que éste no siente vergüenza ni ningún tipo de culpabilidad en el momento de la
violación, la víctima experimenta y se adjudica la vergüenza y culpabilidad del
violador. Se siente sucia y deshonrada, y se considera impura. Dicha sensación se
ve reforzada si el agresor es uno de los padres o tutores. Cuando el agresor es la
persona que él considera su modelo y protector, el niño cree que él es el que
tiene la culpa.
En las familias con casos de incesto, la víctima no se suele atrever a contárselo
al otro progenitor no agresor por miedo a que la familia se deshaga. Pero, en
muchos de los casos en que la víctima sí se atreve a contarlo, el progenitor no
agresor no suele dar crédito a lo que le dice el niño, a veces debido a su propio
mecanismo de negación, otras debido a la ignorancia y, aún otras, porque ese
mismo adulto también es víctima del agresor. El incesto se produce con mucha
más frecuencia de lo que uno se puede imaginar. A medida que va cambiando
nuestra comprensión del incesto, cada vez hay más víctimas de abusos sexuales
que se atreven a desvelar sus secretos.
A lo largo de las generaciones, también se han mantenido ocultos y
encubiertos los casos de violación, abusos, dominación y acoso sexuales. Durante
siglos, las mujeres han sido víctimas de violaciones de forma cotidiana.
Nuestra sociedad, dominada por el sexo masculino, protege las definiciones
patriarcales de las relaciones hombre – mujer y de la desigualdad de la
estructura masculina del poder. Las víctimas, por lo general mujeres y niños, han
sido maltratadas sexual, física y emocionalmente, y se ha profanado su
individualidad.
Las víctimas, además de no denunciar nada, han mantenido su silencio
también de otras maneras. El dolor físico, la tortura y la violación emocional grave
no sólo se resisten a ser expresadas verbalmente, sino que, de hecho, destruyen
el lenguaje y provocan en la víctima una regresión a estados a veces
denominados de impotencia preverbal. Las víctimas de torturas sexuales y de
violencia física suelen emitir sonidos y gritos característicos de fases previas al
aprendizaje del lenguaje hablado. La violencia se convierte realmente en algo
indecible.
Las esposas y los hijos maltratados colaboran con su silencio por miedo,
vergüenza y sentimiento de impotencia. Cuando una persona es victimizada de
forma periódica, se siente impotente y aprende a que se abuse de ella. Se siente
desamparada ante los abusos, los cuales le acaban pareciendo algo normal. Las
mujeres víctimas de abusos suelen temer que se destroce su familia porque se les
ha enseñado que deben depender de los hombres. Muchas de ellas son pobres y
tienen que soportar la carga de los hijos, de los cuales son las únicas
responsables. Por lo tanto, dichas víctimas aprenden a negar su propia
experiencia. En los casos de graves agresiones físicas contra la esposa y de
violaciones repetidas desde una corta edad, el dolor que siente la mujer puede
llegar a ser tan inenarrable que la única forma de expresarlo es mediante
procesos agudos de disociación, amnesia o retraimiento.
En el pasado nuestra cultura apoyaba dicho silencio. Maltratar a las mujeres era
algo corriente que estaba socialmente aceptado. La expresión “rule of thumb”
(regla empírica) se refería originalmente a la anchura de la vara con la que el
hombre podía fustigar legalmente a su mujer. El lenguaje de entonces ni siquiera
recogía el concepto de malos tratos. Para la víctima, “la falta de léxico se
convierte en una falta de conciencia”, en palabras de Joan Laird, asistente
social. Cuando el pegar a la mujer pasó a denominarse malos tratos, surgió una
nueva conciencia que condujo a la creación de servicios telefónicos
permanentes de ayuda y de hogares de mujeres maltratadas. El muro de silencio
que se mantuvo durante generaciones en torno a los malos tratos por fin se ha
resquebrajado.

SECRETOS EN TORNO AL NACIMIENTO


Mary Sue y Joe eran novios desde su primer año de universidad. Joe quería
casarse pero Mary Sue estaba preocupada por el aspecto sexual de la relación y
por la situación económica de Joe. A Mary Sue le gustaba el sexo y, durante el
bachillerato, había tenido una apasionada relación sexual con un chico hasta
que rompieron. Quería a Joe pero echaba de menos la vida sexual que había
tenido anteriormente. Un día, de forma inesperada, el chico con el que había
mantenido relaciones durante el bachiller apareció por la universidad y, lo que
empezó siendo una charla sobre los viejos tiempos, se convirtió en dos horas de
sexo en un motel cercano.
Mary Joe se sintió fatal y se prometió no contárselo nunca a Joe. Al cabo de
pocas semanas descubrió que estaba embarazada. Decidió entonces insistirle a
Joe que se casaran inmediatamente, sin comentarle nada de su estado. Al cabo
del tiempo, cuando nació el niño, Joe pensaba que era hijo suyo.
Después Mary Sue y Joe tuvieron dos niñas. El temperamento del niño era muy
distinto del de sus medias hermanas. Era bullicioso y lleno de energía, mientras
que las niñas eran calladas y tímidas. Mary Sue era sobreprotectora con su hijo,
una delatadora consecuencia de su secreto oculto. Se negaba a ver que el niño
maltrataba físicamente a sus hermanas y, cuando ellas intentaban obtener la
protección y ayuda del padre, éste se creía lo que decía Mary Joe de que “las
niñas lo inventan todo para que tú te pongas de su lado”. Los años pasaban y el
chico seguía torturando y ensañándose con sus hermanas.
La actitud sobreprotectora de Mary Joe empezó a ser causa de graves
discusiones entre ella y su marido. Joe, interiormente, se extrañaba que su hijo no
se le pareciera físicamente, pero jamás se lo comentó a nadie. Desde el
principio, Mary tuvo que ser precavida para que no se le escapara nada que
pudiera delatar su secreto. La ansiedad resultante la hizo distanciarse de Joe y
creó entre ellos una separación que les impedía tener una verdadera vida íntima.
Al ocultar dicho secreto, Mary Sue impidió que su familia gozara de una
dinámica adecuada y estableció una destructiva alianza intergeneracional entre
madre e hijo así como una desconexión emocional entre el chico, su padre y las
hermanas. El resultado fue que el hijo jamás se sintió cercano a su padre ni a sus
hermanas, sino aislado y con una inexplicable sensación de vergüenza. A su vez,
reprodujo el secreto de su madre al tener una aventura con una mujer casada y
dejarla embarazada. Dicha mujer permaneció con su marido y tuvo el niño, de lo
cual el hijo de Mary Sue se compadeció durante años.
Cuando Joe murió, Mary Sue le desveló el secreto a su hijo, el cual enfureció, le
retiró la palabra y cortó con ella. Al cabo de dos años, se mató en un accidente
de automóvil por conducir en estado de embriaguez, sin haberse reconciliado
con su madre ni con sus hermanas.
De esta forma, la vergüenza de Mary Sue engendró más vergüenza y
aislamiento. Al mantener oculto su secreto, jamás pudo curarse de su
culpabilidad por su infidelidad ni enmendar la falta de respeto entre su marido,
sus hijas y ella misma. El secreto le impidió sentirse perdonada y poderse
reconciliar con su familia.

LA ADOPCIÓN Y OTROS PROBLEMAS EN TORNO AL NACIMIENTO


La adopción es uno de los temas en torno al nacimiento que más en secreto se
mantiene. Muchas familias todavía cargan con secretos relacionados con la
adopción. Otras se ven obligadas a afrontar las nuevas situaciones producidas
por las recientes tendencias aperturistas en lo referente a la adopción que
abogan por la no confidencialidad de los historiales.
La premisa sobre la que se apoyaba el sistema tradicional de adopción era que
el conjunto de los padres adoptivos y el niño adoptado debían semejarse a una
familia biológica. Con este fin, el sistema intentó eliminar cualquier aspecto que
hiciera de la adopción algo distinto de la paternidad biológica. Dado que los
padres biológicos representaban la mayor amenaza contra ese rechazo a la
diferencia, se prohibió totalmente cualquier tipo de contacto con los padres
biológicos.
Cuando una madre biológica entregaba a su hijo en adopción, ella dejaba de
existir. En palabras de Ann Hartman, del Smith College School for Social Work: “Esa
mujer no sólo mantenía un secreto sino que ella misma constituía un secreto”.
Hasta hace relativamente poco tiempo, el padre biológico no disponía de
ningún derecho para determinar el futuro de su hijo. Al igual que la madre
biológica, tenía que desaparecer y cargar con esa pérdida y ese dolor no
resueltos. Los historiales de los casos de adopción eran confidenciales para que
los hijos no pudieran averiguar quiénes habían sido sus progenitores.
El argumento de los que defienden la confidencialidad y el secreto es que se
protege al niño del estigma de la ilegitimidad, se protege a los padres adoptivos
de que se inmiscuyan los padres biológicos y se protege a los padres biológicos
de la intromisión del hijo adoptado.
Los que argumentan a favor de la apertura de los informes se basan en que
todo ser humano tiene derecho a conocer a sus parientes biológicos.
Al parecer, los padres adoptivos no tienen una opinión muy definida con
respecto a la apertura de los informes. Algunos temen que los parientes
biológicos puedan poner en peligro la seguridad de su familia. Otros, en cambio,
han descubierto que, al compartir con su hijo adoptivo la búsqueda de sus
orígenes, se han unido aún más. En mi experiencia profesional he observado que
el factor más acuciante es el dolor que siente el individuo por su condición de
hijo adoptivo. Es como si tuviera una necesidad innata de conocer a los padres
biológicos y, sea cual sea la razón por la que le dieron en adopción, experimenta
una profunda sensación de rechazo.
El niño es egocéntrico en su forma de conocer las cosas, lo cual quiere decir
que lo personaliza todo. Cree que si no se le permite saber algo de sí mismo y de
su pasado es porque se trata de algo malo, lo cual es una razón de peso en
contra de mantener la adopción en secreto, incluso aunque la verdad que se
descubra resulte desgarradora o embarazosa.
Un tipo de secretos aún por estudiar gira en torno a la infertilidad y las nuevas
técnicas de reproducción que se utilizan para tratarla.
Esencialmente, todos estos avances plantean la cuestión de la herencia
genética, la cual parece ser un tema de gran importancia para nuestra
sociedad, especialmente para los hombres. Por lo general, la infertilidad es una
cuestión que se mantiene en secreto. No hay duda de que muchos hombres y
mujeres se sienten tristes y avergonzados individual y socialmente por no poder
tener descendencia.
Con la inseminación artificial, la fertilización in vitro y las madres de alquiler, hoy
en día resulta técnicamente posible que un niño tenga un total de cinco
“padres”: tres tipos de madre (biológica, gestante y criadora) y dos tipos de
padre (biológico y criador). Dicha posibilidad plantea unos enormes problemas
morales, éticos y psicológicos. Sus implicaciones e impacto sobre el concepto
que el niño tenga de sí mismo y de su identidad no se podrán ver hasta después
de que nazca.
La mayoría de las grandes religiones se oponen categóricamente a los métodos
artificiales de reproducción, y tanto las madres de alquiler como la donación de
esperma siguen planteando problemas legales y morales en muchos lugares.
Dicha estigmatización ha causado que las parejas que se han servido de dichas
técnicas de fertilización para poder tener hijos adopten una actitud muy
reservada al respecto.
Al igual que con todo lo que se oculta, debemos plantearnos el impacto del
secreto sobre aquél al que no se le quiere contar, es decir, el niño. La condena
de la religión y de la sociedad añadida a la propia vergüenza que siente la
pareja por no poder tener descendencia como todos los demás implica que,
probablemente, el niño tenga que cargar con un pesado secreto oculto. En el
caso de la madre de alquiler o del banco de esperma, la ausencia de dicho
tercer “progenitor” representa una pérdida vital para cada uno de los miembros
de la familia.

LA MUERTE ES EL SECRETO OCULTO MÁS CORRIENTE


Freud opinaba que, psicológicamente, se debe negar la realidad de la muerte,
que nadie es realmente capaz de comprender su propia muerte. La mayoría de
nosotros vivimos como si la muerte no fuera parte de la vida pero, al hacer de la
muerte un secreto, mantenemos activo el miedo a la muerte, aunque sea algo
inconsciente y permanezca controlado.
El secreto de la muerte es el factor que determina si una familia es capaz de
afrontar la amenaza de la pérdida de uno de sus miembros. Si la familia es capaz
de enfrentarse al secreto de la muerte podrá sobrellevar y lamentar la pérdida
de ese ser. Cada persona tendrá su propia forma de prepararse y de expresar la
pena por dicha pérdida.
Por lo general, en los casos de enfermedades terminales los padres no
comentan nada con los hijos porque creen que los niños son incapaces de
enfrentarse a la muerte y a todo su proceso. Sin embargo, este tipo de secretos
puede acarrear graves consecuencias.
Cuando Jaime tenía ocho años, su padre entró en fase terminal de cáncer.
Nadie le dijo que le enfermedad de su padre era grave y que, probablemente,
sólo le quedaban seis meses de vida. Su madre, hermano y hermana mayores
consideraban que era demasiado pequeño para contárselo y no le dijeron nada
para evitarle el disgusto. Éste es un buen ejemplo de un secreto oculto producido
por la ignorancia.
La muerte de su padre le cogió totalmente por sorpresa. Treinta años más tarde,
en una sesión de terapia, me contó que jamás había podido superar realmente
que no le avisaran de la enfermedad terminal de su padre. “Yo sabía que
pasaba algo”, me dijo, “pero siempre creí que era culpa mía, que yo era
demasiado insignificante y poco importante para participar de lo que estaba
sucediendo. Les odié por haberme mantenido apartado porque no me pude
despedir de mi padre en condiciones”.
Tuve otro cliente al que no le dejaron ir al funeral de su madre. No había
lamentado nunca su muerte y, con el paso de los años, empezó a sentirse
indignado. La muerte de la madre es uno de los momentos más sagrados de la
vida e impedir que alguien participe de él constituye una privación que jamás se
llega a superar.

LOS BRONTË
En su libro Genograms in Family Assesment, McGoldrick y Gerson nos ofrecen
otro impresionante ejemplo del impacto de mantener oculto un secreto sobre
una muerte no lamentada. Se trata del caso de Charlotte y Emily Brontë, las
hermanas autoras respectivas de Jane Eyre y de Wuthering Heights. Los Brontë
tuvieron seis hijos en un período de seis años.
Al morir la madre, poco después de dar a luz al último, la casa se sumió en una
especie de letargo durante treinta años. No se cambió ni se pintó nada. Los niños
se criaron en casi total aislamiento ya que no se les permitía jugar ni relacionarse
con otros niños. Cada vez que cualquiera de los hijos de los Brontë intentaba
marcharse de casa padecían una serie de síntomas que les hacían regresar.
Todos murieron antes de cumplir cuarenta años. Las dos niñas menores
desarrollaron una enfermedad mortal la primera vez que se fueron de la casa y
murieron, una poco después que la otra. Al cabo de nueve meses de la muerte
de Branwell falleció Emily y, otros nueve meses después, murió Anne, lo cual
sugiere que estaban tan unidas que les resultaba imposible vivir las unas sin las
otras. Charlotte fue la única que consiguió pasar cortos períodos fuera de casa.
Se casó a los treinta y ocho años, pero falleció nueve meses después –justo
después de la muerte de la que fue su niñera y a la misma edad que su madre. El
extraño secreto de esta familia parece haber sido que el padre se negó a
aceptar la muerte de su esposa. A los hijos jamás se les permitió que desarrollaran
su yo lo suficiente como para poder vivir con independencia.
SUFRIR EN SECRETO
Con mucho, los casos más sorprendentes y escabrosos de “adjudicarse” un
secreto oculto con los que me he topado son los de las personas que se
automutilan. Mi primera experiencia con un caso de este tipo se produjo al final
de la década de los setenta. Vino a mi consulta una mujer inteligente y de buena
presencia, a la cual llamaré Lorna. Procedía de una familia adinerada y nunca le
había faltado de nada. Vestía muy modestamente y siempre llevaba blusas de
manga larga. Un día, al levantar el brazo derecho para sujetarse una peineta
que se le estaba cayendo del pelo, se le subió la manga y vi que, en la muñeca,
tenía varias cicatrices con forma de x agrupadas en tres líneas. Cuando le
pregunté de qué eran, se puso a llorar y balbuceó: “Me corto para hacerme
daño y así sentirme mejor”. Me quedé pasmado y sin saber qué decir. Ella apartó
la mirada y miró al suelo. “Ya sé que parece una locura cuando digo cosas así.
Pero, para mí, es una forma normal de enfrentarme al dolor”.
Su abuelo cometió incesto con ella durante más de un año. La familia de Lorna
se preocupaba mucho por las formas y la imagen, y se había bloqueado
emocionalmente. Lorna “intentó” decírselo a su padre, pero él se negó a hablar
del tema porque sería una vergüenza para la familia, y le prohibió que lo volviera
a mencionar. Lorna se había disociado del dolor y era prácticamente incapaz de
sentir ninguna emoción. Al hacerse daño mediante la automutilación se estaba
permitiendo sentir algo. De hecho, era su mecanismo para sentirse cuerda. Al
verse las cicatrices, se confirmaba y comprobaba que no estaba loca. Dichas
cicatrices constituían la prueba visible de la cicatriz interior que sufría en silencio.
Su abuelo murió repentinamente después de un ataque de corazón al cabo de
aproximadamente un año después del inicio del incesto, lo cual la dejó sumida
en una total confusión. Se sentía sucia y avergonzada, y pensaba que el rechazo
que sentía por su abuelo podía haber contribuido a provocarle la muerte.
La automutilación es uno de los secretos ocultos de nuestra sociedad. No
obstante, algunos psicólogos clínicos estiman que, sólo en los Estados Unidos,
existen casi dos millones de personas que, constantemente, se muerden, arañan,
cortan, queman y hacen marcas en la piel, se golpean la cabeza y otras partes
del cuerpo contra las paredes, se arrancan los cabellos y se rompen los huesos.
Hay casos en los que se tragan objetos punzantes tales como clavos, o que se
dan martillazos. Los casos más psicóticos de automutilación pueden llegar a
arrancarse los ojos o a amputarse los genitales.
Uno de los casos más conocidos de automutilación fue Charles Manson, el cual
tenía el cuello, los brazos y las muñecas cubiertos de cicatrices. Víctima de malos
tratos y de abusos sexuales desde su infancia, los archivos de Manson informan
que se prendió fuego a los cinco años y que, a los ocho, se hundió la traquea al
intentar estrangularse.
El cortarse, la sangre y las cicatrices nos recuerdan a los ritos iniciáticos de la era
de piedra, cuyo propósito consistía en sacar del cuerpo los malos espíritus y los
venenos. Lorna intentaba, literalmente, sacar de sí ese demoníaco secreto
oculto. Las marcas en forma de X de la piel le aportaban una confirmación
momentánea de que el secreto había desaparecido, a la vez que simbolizaba
un grito de socorro.

SECRETOS EN TORNO A LA ALIMENTACIÓN


Cuando el individuo se siente herido o furioso, o si se la ha violado su pudor,
puede llegar a ritualizar una conducta inherentemente privada como forma de
expresar algo de lo que teme hablar. Uno de los síntomas más corrientes de los
secretos ocultos son los trastornos de la alimentación.
El problema de Jane Fonda, la bulimia, parece ser un fenómeno cultural de
nuestra sociedad moderna. Aunque existen informes escritos de casos de bulimia
en el siglo XVII, no se tienen datos de que constituyera un problema frecuente en
el pasado. Hoy en día se da principalmente en mujeres jóvenes de clase media-
alta. Nuestra cultura ejerce una enorme presión sobre la mujer al establecer
ciertas normas de delgadez y belleza. Las jóvenes de clase media-alta que se
preocupan por su imagen, se ven obligadas a cumplir los dictados de su estatus
social.
Sin embargo, dichas necesidades sociales no explican por sí solas los secretos
rituales de comida compulsiva y de vómitos. Para que la bulimia se convierta en
una práctica adictiva debe existir un sufrimiento emocional. No es difícil averiguar
qué es lo que estaba “devorando” a Jane Fonda. La pérdida de su madre, junto
con la pena y rabia no resueltas por la traición de su padre, la llevaron a
desarrollar este tipo de adicción. La belleza de Jane junto con su condición de
actriz famosa hicieron que la bulimia fuera lo más fácil de escoger.

LOS OSCUROS SECRETOS CULTURALES DE LA MUJER


La bulimia no es más que uno de los trastornos de la alimentación más
corrientes que afectan a la mujer. Para ella, la obesidad, la anorexia y la obsesión
por la comida y las dietas asociadas con cambios de humor, denominada
síndrome de las dietas de adelgazamiento, constituyen una carga más pesada
que para el hombre.
Aunque dichos trastornos de la alimentación también se dan en los hombres,
para la mujer, la comida representa una lucha mucho mayor. Según algunos
expertos, y parece ser un razonamiento convincente, dicha diferencia es
consecuencia de las expectativas culturales del rol de la mujer, no sólo en lo que
concierne a su delgadez sino a las expectativas nada realistas de que la mujer
constituye la figura mediadora y educadora de la familia.
Laura Gait Robert, psicóloga de la Facultad de Medicina de Eastern Virginia,
considera que los trastornos de la alimentación constituyen el mecanismo de
elección que la mujer suele utilizar, según el estado de ánimo, para desviar su
atención del rechazo que sienten por el rol que les impone nuestra cultura. Las
mujeres utilizan la sobrealimentación y sus problemas derivados para evitar la
ansiedad y la rabia que les produce este hecho.
Todos los trastornos de la alimentación son una forma de adicción
potencialmente peligrosa para la salud porque se establece una relación
patológica con substancias o actividades que alteran el estado anímico, y
siempre es algo que se mantiene en secreto, que oculta ciertos sentimientos. Al
comer compulsivamente, hasta quedar medio aturdido, se anula temporalmente
la tristeza y la profunda sensación de vacío.
Los anoréxicos utilizan el hambre para cambiar el estado de ánimo y aletargar
el cuerpo. En la limitada experiencia que he tenido con anoréxicos he observado
que su sentimiento más oculto más frecuente era la rabia. Dado que la falta de
alimentación retrasa el desarrollo sexual, en las jóvenes anoréxicas se suele
retrasar la menarquía, lo cual sugiere un rechazo a ser mujer. Vamos a estudiar el
caso de la hija de Juliette.

LA HIJA DE JULIETTE
Cuando Juliette vino a verme por primera vez, pesaba veinte kilos de más.
Estaba casada con un hombre rico al que, me comentó, despreciaba por ser un
tirano y con el que le daba asco tener que mantener relaciones sexuales. Era
sumamente educada y condescendiente, y hablaba como una “chica buena” y
excesivamente positiva. Me dijo que le daba miedo hablarle a su marido de su
malestar porque era un hombre irracional que le gritaba cuando enfurecía.
Aunque estuve unos meses trabajando con ella dándole mi apoyo para que
fuera más dueña de su vida, no sentí que hubiéramos progresado mucho.
Al cabo de cinco años, Juliette vino a verme de nuevo y me contó que su
marido había descubierto que ella había tenido una aventura amorosa, y que su
hija mayor estaba cada día más delgada. Por otro lado, el segundo hijo, un
varón, sacaba unas notas excelentes pero iba fatal en deporte y el más pequeño
estaba bastante deprimido. Esta vez le pedí que trajera a toda su familia a la
terapia. La hija mayor, de catorce años, pesaba treinta y cinco kilos. El padre,
alarmado por su delgadez, la pesaba cada día y la sobornaba con dinero y otras
cosas para que comiera. Les convencí de que la enviaran a un médico y
entonces trabajé principalmente con Juliette y su marido.
Aunque Juliette se mantenía tremendamente correcta y obediente con su
marido, era patente que estaba llena de rabia hacia él. El marido era estricto y
controlador, y exigía que todos mantuvieran la imagen de familia feliz. Los
secretos de esta familia tenían tres aspectos: el miedo del padre, casi paranoide,
a todo y a todos (la causa de su estricto control); la rabia de Juliette contra su
madre y su marido, y contra las rígidas expectativas con que tenía que cumplir
como mujer, y la “reproducción” de un secreto sexual suyo a través de su
aventura amorosa.
La anorexia es un trastorno que retrasa la menarquía. Estaba claro que la hija
de Juliette no quería ser una mujer como su madre ni sentir la rabia ni el miedo
que preponderaban su familia sino que quería tener su propia individualidad. Se
daba perfecta cuenta de lo infeliz que era su madre y de lo mal que estaba su
familia a pesar de la imagen que daban de “perfecta familia americana”. Para
ellos, su anorexia constituía un desconcertante doble mensaje porque, por un
lado, su cuerpo decía: “Miradme, me estoy muriendo”, mientras que todos los
sobresalientes que sacaba en el colegio y su extraordinario rendimiento como
deportista decían: “Yo sé mejor que nadie lo que está pasando aquí. Dejadme
en paz. Quiero tener mi vida privada y la controlaré yo”.
Es decir, su enfermedad simbolizaba:
 La rabia que heredaba de su madre
 Su rechazo por el rol de la mujer
 Su necesidad de tener una relación realmente enriquecedora
 Su rechazo al conformismo
 Su deseo de controlar a la familia, heredado de su padre
 Su intento de distraer a la familia del verdadero problema: la falta de
intimidad
 Su necesidad de liberarse de su soledad, rabia y miedo.

LOS OSCUROS SECRETOS EN TORNO A SENTIMIENTOS


Por lo general, se suele considerar que los secretos consisten en esconder
hechos y eventos pero la experiencia me ha demostrado que la ocultación de
pensamientos y sentimientos constituye la más oscura categoría de secretos de
familia. Para algunos miembros de la familia puede resultar enloquecedor que
otros familiares, y en especial los padres, se comporten como si no sintieran lo que
realmente están sintiendo.
Muchos de ustedes sabían cuando su madre estaba enfadada aunque ella
quisiera aparentar que no lo estaba, y también puede que supieran que su
padre albergaba pensamientos negativos hacia su propia madre, aunque jamás
los expresara.
Dichos secretos psíquicos suelen resultar extremadamente destructivos para la
comunicación abierta que la familia necesita en su intimidad. La mejor forma de
crear vínculos íntimos y sanos es siendo vulnerable con respecto a los
sentimientos. Cuando hablo desde mis sentimientos, soy auténtico y no estoy
poniendo barreras, lo cual permite que los demás me puedan ver tal y como soy,
con toda mi vulnerabilidad, y que puedan estar más cerca de mí porque yo he
eliminado mi muralla defensiva.
Además, cuando los padres se guardan y reprimen sus pensamientos y
sentimientos, los hijos tienen que llevarlos dentro y reproducirlos o adjudicárselos.
“Los hijos”, ha escrito Harriet Goldhor Lerner, “muestran una tendencia a
heredar todos los problemas psicológicos que los padres deciden ignorar”.

LA RABIA SECRETA
Quizás la rabia sea el sentimiento que más se oculta en las familias. Ya le he
mostrado el papel que juega la rabia secreta en los trastornos de la alimentación.
También constituye un enorme obstáculo para la intimidad del matrimonio y para
poder forjarse una individualidad consistente en el seno de la familia. Cuando no
se puede expresar la cólera que se siente, se entierra y vuelve a surgir en forma
de trastorno de la alimentación o problema sexual. La rabia reprimida puede
impedir la erección, causar eyaculación precoz y espasmos vaginales. La cólera
reprimida suele ser causa de jaquecas, fuertes dolores de espalda y otros
problemas psicosomáticos. Las familias con secretos ocultos suelen regirse por
una regla encubierta de “no sentir nada” y por otra no encubierta de “no sentir
rabia”. Si se reprime la rabia también se reprime la alegría y la expresión plena de
todas las demás emociones.
Cuando los padres se guardan los sentimientos en secreto, los hijos suelen sentir
confusión y ansiedad. Al intentar explicarse lo que sucede, éstos suelen forjarse
unas creencias o fantasías particulares sobre sí mismos que, más adelante,
reproducirán en forma de conducta psicosomática.
La depresión y la ansiedad suelen transmitirse de una generación a otra. La
predisposición genética suele coincidir con la dinámica familiar y los hijos pueden
incorporar sentimientos de tristeza que se originaron en generaciones anteriores.
Algunos autores denominan a este fenómeno trama sentimental de la familia y,
personalmente, puedo confirmar que es una realidad. Hay veces en las que me
siento invadido por una tristeza sin razón aparente y he aprendido que estoy
experimentando la tristeza no resuelta de mi familia.

LAS PÉRDIDAS AMBIGUAS


Para Shirley, su padre siempre constituyó un misterio. Nunca supo lo que
pensaba de las cosas y siempre tuvo la sensación de que a su padre le
preocupaba algo además de su familia.
Cuando murió, Shirley abrió la caja fuerte de su padre y encontró una serie de
fotos de una mujer que nadie de la familia conocía. Cuando se las enseñó a su
hermano, éste le dijo que la había visto en el funeral. Después de algunas
investigaciones se descubrió que el padre de Shirley vivía de hecho con la mujer
de la foto cuando iba de negocios a Dallas dos veces por semana. Era visitador
médico y Dallas estaba dentro de su zona de trabajo. Siempre había dejado bien
claro a toda la familia que no se le podía llamar cuando estaba de viaje. Él
acostumbraba a llamar a casa en el segundo día del viaje para asegurarse de
que todo iba bien en casa. ¡El padre de Shirley había vivido con su amante de
Dallas durante veinte años! Esta revelación explicaba la sensación de Shirley de
que su padre estaba presente físicamente pero ausente emocionalmente.
La terapeuta Pauline Boss denomina a esta sensación la pérdida ambigua y
constituye uno de los efectos generales de los secretos ocultos sobre los otros
miembros de la familia. Para mantener oculto un secreto se necesita engañar
crónicamente, así como una cierta cantidad de evasivas protectoras. Este tipo
de fachada tan rígida crea un distanciamiento emocional e inhibe la
espontaneidad en la comunicación. Los demás tienen la sensación de que la
persona que oculta el secreto no está nunca realmente presente, que hay algo
que falta pero que es difícil concretar con exactitud de qué se trata.
EL SECRETO DE LOS VÍNCULOS INTERGENERACIONALES
En el capítulo I ya he descrito la importancia de establecer unos buenos límites
generacionales y del valor de la “separación intergeneracional” en la familia.
Cuando se violan o no están muy determinados los límites generacionales, los
hijos se ven enredados en la relación matrimonial de sus padres, lo cual a veces
se denomina adjudicación del rol de cónyuge. Dicho mecanismo es un secreto
oculto inconsciente con consecuencias a largo plazo que puede manifestarse de
dos formas básicas.
Se puede utilizar a un hijo de distintas maneras para mantener el matrimonio
unido. El hijo puede ser un chivo expiatorio cuya conducta preocupa tanto a sus
padres que éstos se sienten más unidos. Esto fue lo que sucedió en el caso de la
hija de Juliette. O, si no, el hijo puede ser “el más guapo” o “el más listo, o “el
mejor deportista”, cuyos logros absorben toda la atención de los padres. En
ambos casos, el hecho de enfocarse en el hijo hace que los padres se evadan
de sus propios problemas. Se utiliza al hijo para mantener unido al matrimonio,
pero el hijo no debe darse cuenta de que le están utilizando. ¿Cómo nos
sentimos cuando nos damos cuenta de que se nos está utilizando en una
relación? Por lo general, nos enfadamos y nos sentimos ofendidos. A nivel
consciente, los hijos no saben que se les está utilizando, pero sí lo saben a nivel
inconsciente, y esa rabia y resentimiento los descargarán contra su propia pareja,
cónyuge o hijos.
Una segunda manera en que a un hijo se le adjudica el rol de cónyuge es
cuando éste se hace cargo del vacío, sufrimiento o desilusión de uno de los
progenitores. Cuando el matrimonio es demasiado conflictivo o está muerto y no
puede satisfacer las necesidades íntimas de los padres, el hijo de convierte en el
“favorito” de uno de ellos.
Una excelente descripción de este proceso es la que ofrece Pat Conroy en su
libro El Príncipe de las Mareas, cuando la madre coge a su hijo, Tom Wingo:
“No”, me dijo con aspereza al tiempo que me volvía a coger...
”Tú eres lo único que me importa, y eso es nuestro secreto”...
Al salir de la habitación, ya era menos niño y me dirigí hacia el
resto de mi familia con el corazón atormentado por un terror adulto.
Algunos padres no son tan explícitos en sus exigencias como la madre de Tom
Wingo, pero el hijo siempre siente este terror adulto. Dicha intimidad con Mamá o
Papá constituye un sobre estímulo demasiado fuerte. Los hijos necesitan tener sus
propios compañeros y, si se acostumbran a hacerse cargo del vacío que siente
Mamá o Papá en su matrimonio, pierden la inocencia de la infancia.
En la tabla 2-2 se ofrece una comparación de los secretos de familia
constructivos y destructivos basada en mi creencia de que los secretos
constructivos son el fruto de la tendencia natural de ocultar algo por pudor.
Cuando dicha tendencia se ve amenazada o violada, nos vemos en la
obligación de valernos de secretos destructivos para protegernos. También los
usamos para invadir la intimidad de los demás. La privacidad se escoge, mientras
que los secretos se necesitan precisamente cuando ya no se dispone de
privacidad. Nos valemos de los secretos destructivos para tener poder sobre los
demás. Nos van devorando la vida y nos producen confusión y desconcierto. Nos
obligan a consumir toda nuestra energía en proteger nuestra individualidad. Nos
aíslan y destruyen nuestra confianza, honestidad y reciprocidad.

RESUMEN: EL IMPACTO DE LOS SECRETOS OCULTOS


Los secretos ocultos son la causa de distintos grados de disfunción en la familia:
• Determinan la manera en que la familia percibe las cosas. Ciertos temas
se vuelven tabú y se crean reglas implícitas en torno a temas prohibidos
que se consideran fuera de los límites aceptables. Los mitos se suelen
crear para que los componentes de la familia se evadan de lo que está
pasando realmente.
• Crean y mantienen crónicamente altos niveles de ansiedad. Alrededor
de un secreto existe una intensidad de sentimiento que resulta difícil de
disfrazar. El mero hecho de mantener un secreto genera ansiedad ya
que el individuo debe estar permanentemente alerta para que no se
descubra, y se ve en la obligación de evitar ciertos temas y de
distorsionar la información. La persona que guarda el secreto debe tener
cuidado de no abordar ciertos temas que desvelarían el secreto.
• Mantienen encadenados a los miembros de la familia. Dificultan la
separación.
• Aíslan al que guarda el secreto. Los secretos impiden que el individuo
tenga acceso al perdón, reconciliación y reciprocidad.
• Impiden que la familia pueda resolver los temas del pasado. Por lo tanto,
mantienen la disfunción multigeneracional.
• Menoscaban la confianza y la fiabilidad. Con frecuencia, los secretos se
mantienen mediante las mentiras y el engaño: “un secreto lleva a otro”.
• Son causa de confusión y desconcierto. Nos obligan a crear yos falsos
como estrategia de protección, lo cual impide tener intimidad y crea
enredos y vínculos falsos.
• Refuerzan los procesos disfuncionales de la familia al crear uniones y
alianzas intergeneracionales y al estabilizar las relaciones triangulares.
• Limitan la capacidad de pensar e imaginar. Por lo tanto, limitan
seriamente la capacidad de elección.
• Hacen que se establezca en la familia una fidelidad malsana al estupor
grupal.
• Producen una sensación de pérdida ambigua.
• Son el campo de cultivo de conductas obsesivas y compulsivas.
• Hacen que se establezcan rígidas reglas y roles en la familia.
• Dividen a la familia. Los “partícipes” del secreto pueden comunicar entre
sí sobre cualquier asunto mejor que con los que “no participan” de él.
En los casos de graves abusos, los secretos ocultos pueden causar disfunciones
aún más serias:
 Establecen toda una gama de defensas autohipnóticas del ego, entre
las que se incluyen la represión, la negación y la anulación sensorial para
evitar el sufrimiento y el dolor que acompañan a la profanación.
 Hacen que las víctimas dirijan su dolor y cólera hacia sí o lo proyecten
sobre los demás.
 Nos impiden conocernos a nosotros mismos y que descubramos “la
verdad” de nuestra infancia.
 La generación presente o las futuras los “reproducirán” o se los
“adjudicarán”.
TABLA 2-2

COMPARACIÓN DE SECRETOS DE FAMILIA CONSTRUCTIVOS Y DESTRUCTIVOS

CONSTRUCTIVOS DESTRUCTIVOS
Poder compartir Abuso de poder
Pudor Vergüenza
Funcional- Los secretos son fruto de la Disfuncional- Los secretos son fruto de la
modestia y protegen la privacidad, lo cual necesidad y se utilizan en lugar de los límites
crea buenos límites y permite que la familia se de la privacidad, produciendo así unas
lleve bien. delimitaciones rígidas o confusas. Dificultan
las relaciones familiares.
Protectores- Secretos que protegen los Disociadores- Secretos que atentan contra
derechos básicos los derechos básicos
Generativos- Secretos que favorecen el Degenerativos- Secretos que deterioran o
desarrollo de la individualidad, la conciencia y destruyen la individualidad, la conciencia y
la libertad. Dan expansión a la vida. la libertad. Son secretos letales que atentan
contra la vida.
Generacionales Vínculos transgeneracionales
Secretos que preservan los límites Triángulos progenitor/hijo
Secretos de matrimonio Adjudicación al niño del rol de cónyuge
Secretos del padre Adjudicarse el dolor de la familia o del
matrimonio, o el de uno de los progenitores
Secretos de la madre
Secretos de los hermanos
Favorecen la confianza Producen desconfianza
Refuerzan la comunidad Atentan contra la comunidad
Favorecen la comunicación Impiden la comunicación
Favorecen el desarrollo de un yo fuerte Confunden, abruman y producen un yo
falso o una pérdida de identidad propia
Permiten adquirir un elevado nivel de Producen disfunciones de la intimidad
intimidad
Benignos- favorecen la diversión, el juego, la Angustiantes- producen tensión,
creatividad, los sueños aislamiento, pérdida de la espontaneidad.
Destruyen la creatividad.

Las conductas en las que se reproducen o incorporan los secretos constituyen


unos síntomas especialmente paradójicos del misterioso poder que poseen los
oscuros secretos de familia para destruir la libertad y derecho a la individualidad
del individuo. Lo paradójico es que, en algún misterioso nivel de conciencia, los
secretos no son tales secretos. Son muchos los terapeutas de familia que opinan
que todos los componentes de una familia saben el secreto en algún nivel de
conciencia y que, cuanto más se niegan dichos secretos, más se los acaba
reproduciendo o incorporando.
Por eso, uno de los métodos más importantes de este trabajo es enfrentar a la
persona que siente la añoranza de morir en lugar de otro o que le quiere seguir a
la muerte, con esta persona, otro también ama. Esto lo libera de la ceguera, pero
se queda en el amor.
En cuanto a enojarse con los perpetradores o los intentos de evitar tales sucesos
para el futuro, frecuentemente, tiene que ver que la identificación con el
supuesto asunto de la víctima le facilita. a los muertos.

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