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ISFD N° 9 Centenario

HISTORIA SOCIOPOLÍTICA LATINOAMERICANA

Profesor Roberto Rojo

Claudia Bernal

Curso 4° A

Turno noche

6 de junio, 2017
UNA VILLA COLONIAL: POTOSÍ EN EL SIGLO XVIII

1- Caracterizar la sociedad de Potosí en el siglo XVIII teniendo en cuenta cómo se


fue organizando la producción de plata y la organización de la mano de obra.

Los españoles que vivían en la ciudad disfrutaban de un lujo increíble. La


fastuosidad de ropas, construcciones, representaciones y presentes parecían confirmar
la legendaria opulencia del Cerro Rico. Desde los primeros años del siglo XVII su
producción entró en una lenta pero constante declinación que se atribuyó a la baja del
rendimiento de las minas y, sobre todo, a la dificultad para mantener el reclutamiento
anual de la mita al nivel fijado por Toledo. El censo permitió comprobar una fuerte
caída de la población indígena en el siglo transcurrido desde que Toledo estableció la
mita, de modo que para aumentar su número sólo cabía extender su área de
reclutamiento.

2- En el siglo XVIII la producción de plata había entrado en crisis, sin embargo, las
medidas impulsadas por los reyes Borbónicos permitieron una mejora en la
producción.
a- Señala cómo impactó la crisis en la producción y las tensiones sociales que
se generaron.

Las reformas borbónicas habilitaron parcialmente el comercio por el Atlántico,


esto redujo mucho los costos de transporte. En esta época comenzó el agotamiento de los
yacimientos. Potosí fue durante muchos años la ciudad más rica y poblada de Sudamérica
por tener las más productivas minas de plata del continente. Prueba de esto es el
recibimiento del virrey Morcillo en Potosí, donde todavía se recordaba cuánto dependía
la supervivencia de la minería local de la buena voluntad de la Corona y de sus
representantes. Más aún, los proyectos reformistas de fines del siglo XVII mantenían,
tanto en España como en Lima, la discusión siempre latente acerca de la legitimidad de
la mita potosina. La “nobleza” de la Villa además de representar su opulencia, acerca de
cuyo futuro tenía buenas razones para dudar, quería manifestar su particular afecto por
un funcionario de quien esperaba que alejara esas amenazas. El nuevo arzobispo fue
llevado entonces a visitar el Cerro y recibió luego un informe que fundamentaba el pedido
de la confirmación definitiva de la mita. El arzobispo había prometido en aquella ocasión
informar al rey “para que premiase tanta lealtad”. El arzobispo había vuelto a la Villa

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tanto en 1714 como en 1715 en visitas pastorales que dejaron malos recuerdos por las
contribuciones que había exigido de la Iglesia potosina. La ansiada ratificación de la mita
llegó en 1732, pero los cuestionamientos siguieron y aun aumentaron al final del siglo de
las ideas ilustradas culminando en la década de 1790.

b- La visita del virrey Morcillo qué tensiones generaba en la sociedad Potosina


y por qué

Su visita como virrey en 1716 planteaba una nueva esperanza que, como tantas otras
en la historia potosina, pronto se desvanecería. La ansiada ratificación de la mita llegará
en 1732. Los cambios en las valoraciones sociales de la riqueza y el trabajo, así como el
avance de las políticas de maximización de ingresos fiscales contenidas en las “reformas
borbónicas”, atentaron contra las bases tradicionales de su reconocimiento social. La
concesión de títulos de Castilla a un pequeño grupo de familias no mejoró su posición al
respecto.

3- El texto nos invita a abordar la sociedad Potosina a partir de la relación “honor


y política”, “honor y matrimonio”, “la plebe”, “la vida de las mujeres”, “la
familia indígena” y sectores marginales vinculados al delito. Selecciona una de
estas dimensiones y analízalas teniendo en cuenta a los mismos como expresiones
de la dominación o resistencia al orden colonial.
Familia indígena
Desde el reclutamiento y la preparación del viaje de los migrantes anuales se
mezclaban criterios colectivos y decisiones individuales. El migrante tomaba sus
recaudos para que sus bienes (casa, animales, etcétera) fuesen cuidados en su ausencia,
para lo cual solía recurrir a parientes cercanos. Luego, organizaba su partida como asunto
familiar, lo acompañaban su mujer e hijos, pero durante el siglo XVIII se extendió el
grupo fuera de la familia nuclear hasta incluir a padres, hermanos y otros parientes, ya
que las crecientes exigencias laborales aconsejaban contar con la mayor ayuda posible.
Los registros parroquiales de las iglesias potosinas nos permiten conocer aspectos hasta
ahora ignorados de esta migración familiar. Los grupos mitayos iban a Potosí no sólo a
trabajar sino también a morir, a dar a luz y a casarse, entre ellos se encontraban recién
nacidos, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Sabemos que el trabajo mitayo generaba
enfermedades de extrema gravedad que sólo eran letales en el largo plazo, y el número
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de los accidentes laborales mortales no era muy elevado. Entre las causas de muerte deben
mencionarse las epidemias que se repetían cíclicamente y la suma pobreza que padecían
los pobres (tanto indios como españoles). Se estimaba que en 1719-20 habían muerto
veintidós mil sobre un total de sesenta mil habitantes potosinos.
Mientras en las comunidades el matrimonio es la regla universal, a fines del siglo
XVIII pueden encontrarse en Potosí indicaciones de la aparición del celibato definitivo.
Otro signo posible de dificultades económicas puede encontrarse en el hecho de que en
la ciudad las casas son a veces compartidas por tres generaciones. En algunos de esos
hogares encontramos también “agregados”, es decir, co-residentes no vinculados por
lazos de parentesco con el jefe del hogar, los que probablemente estén asociados a éste
como aprendices en los múltiples oficios que se practicaban en Potosí

UNA REVOLUCIÓN EN LAS COSTUMBRES: LAS NUEVAS FORMAS DE


SOCIABILIDAD DE LA ELITE PORTEÑA, 1800-1860

¿Cuáles son los sectores sociales representados y las características de los vínculos que
hay ahí?

Un hecho central plasmó el carácter de la vida social y cultural del Río de la Plata en
la primera mitad del siglo XIX: la Revolución. La vida privada tanto como la pública se
vieron conmovidas hasta sus cimientos por el proceso de transformación social y política
que ella impulsó. El desmantelamiento del sistema comercial español dio inicio a una
progresiva integración de la región en la economía atlántica hegemonizada entonces por
Gran Bretaña y a una consecuente profundización del desarrollo local de la estructuración
social típica de la sociedad comercial moderna. Por un lado, la movilización política
conmovió los hogares privados presididos por sus respectivas matronas (madres, esposas,
hijas y hermanas), que en lugar de ofrecer un refugio ante la tormenta se convirtieron
ellos mismos en volcanes pasionales de la política local. Todos los ámbitos de la vida
privada parecían sucumbir ante la movilización política permanente que había
desencadenado la Revolución, transformándose así en objetos de la acción explícita de
un Estado que se sentía impelido a moldear costumbres y prácticas que una sociedad civil
imperfecta. Por otro lado, en cambio, la experiencia social y cultural de la elite estuvo
progresivamente marcada por la expansión de la sociedad de mercado, que tendió a
consolidar ámbitos de la vida social cuya legitimidad derivaba tanto de la nueva
concepción más radical de “propiedad privada”, como de la noción de “individuo”.

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En la etapa rivadaviana se registraría el comienzo de la articulación de un denso
entramado de asociaciones “privadas”, intentando definir un espacio intermedio entre el
Estado y la sociedad. Suponían que en esas asociaciones debería desenvolverse con más
vigor la actividad autónoma de los individuos, quienes, al hacerse cargo de funciones
hasta entonces reservadas al Estado, contribuirían a cimentar la esfera privada.

En el interior del hogar de elite se articulaban redes sociales muy complejas que
incidirían luego sobre la vida comercial o política de la ciudad. En las casas de elite se
formaban los vínculos sociales primarios, en ellas también discurriría una porción
importante de la “vida social” de la época.

Todo tipo de reunión y evento se desenvolvía en clubes, pero se distinguieron por los
bailes suntuosos que allí se organizaban. La extensión de las prácticas de sociabilidad
“domésticas” hacia otros ámbitos más públicos representaba una prolongación de
comportamientos arraigados desde la Colonia, que si bien habían experimentado cierta
merma como consecuencia de la agitación popular inducida por la Revolución, nunca
habían desaparecido del todo. Los miembros de la elite alternaban con otros sectores
sociales también en los teatros, en las fiestas religiosas y civiles, o en sus paseos
cotidianos por los espacios públicos de la ciudad.

Los cafés se convirtieron en el lugar de encuentro público por excelencia,


representando una “transición” entre una sociabilidad privada o tradicional y otra pública
y moderna. Al contrario de otros espacios urbanos, ellos se definieron muy pronto como
zonas reservadas exclusivamente a la elite adquiriendo en algunos casos un decorado
fastuoso. En su interior, pudieron hallar un ámbito idóneo para su expansión aquellas
redes de sociabilidad previamente consolidadas en el espacio privado. A semejanza de
los modelos europeos que imitaban, los cafés porteños patrocinaron un conjunto de
actividades bastante más variadas que la consumición de infusiones o comestibles: en
ellos se leían y discutían libros y periódicos, se jugaba a las cartas, se comentaban los
chismes públicos y privados, y se incurría en actividades menos toleradas por la moral
contemporánea.

FAMILIA, PARIENTES Y CLIENTES DE UNA PROVINCIA ANDINA EN LOS


TIEMPOS DE LA ARGENTINA CRIOLLA

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¿Cuáles son los sectores sociales representados y las características de los vínculos que
hay al interior de la familia y con los otros espacios sociales? Dar cuenta de la
organización del trabajo que se plantea. (¿existen prácticas capitalistas o no?)

Desde los primeros tiempos coloniales, la Corona española encontró en la familia


un instrumento valioso para asentar su dominio en América por su estructura elástica y
adaptativa y así formaron parte del Imperio. Aquel modelo familiar ibérico reconocía
semejanzas importantes con los de otras sociedades mediterráneas, aunque en su
despliegue americano conoció matices importantes en las regiones densamente pobladas
en el momento de la conquista. Organizadas alrededor de la figura del padre, su autoridad
era sostenida por la Iglesia y el Estado por cuanto se convertía en un medio de
socialización de la moral y la política. Aunque no siempre el comportamiento de las
familias fue el esperado. Al parecer casi toda Iberoamérica, en las primeras décadas del
ochocientos, asistió al lento peregrinar del poder social de las familias cuyos orígenes se
remontaban a los tiempos coloniales. La vida familiar mantuvo muchas de las
características que identificaron a sus antecesoras, aunque en algunas pudieron
establecerse nuevas jerarquías sociales que mitigaron el lugar ocupado por el prestigio en
favor de la riqueza en un escenario atravesado por modificaciones económicas y
conflictos políticos relevantes.

A diferencia de otros clanes mercantiles mendocinos, los tiempos de la revolución


y de la guerra implicarían para los González épocas de bonanza comercial dependientes
de estrechas reciprocidades familiares que soportaban el ritmo del intercambio entre la
ciudad de Mendoza y la dinámica Buenos Aires. A las estrechas reciprocidades entre los
hermanos se sumaban las de otros individuos diseminados entre el centro comercial
porteño, la periférica ciudad de Mendoza y el mercado del Pacífico. En una época de
iliquidez financiera, los parientes y los clientes ocupaban un lugar destacado, por cuanto
favorecían la circulación de recursos dentro de los márgenes de la familia. Sin embargo,
el año ’40 tendría un resultado inesperado para los hermanos. En setiembre de ese año,
Lucas fue fusilado en Buenos Aires por motivos bastante oscuros. Aunque para los
enemigos de Rosas las razones de su fusilamiento radicaron en que sólo era un “español
muy rico”, y era sospechado de integrar el bando opositor del entonces gobernador de
Buenos Aires.

En el interior de configuraciones sociales que evocaban visiones del mundo


doméstico hegemonizadas por la figura del paterfamilias, los negocios familiares estaban
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prácticamente dominados por varones que incluía a adultos experimentados y a otros más
jóvenes. Sin embargo, en ocasiones las mujeres de estos linajes empresarios ingresaban
de manera fragmentaria al campo de los negocios y de la política.

El número de hijos criados (cuantos más hijos varones mejor) que llegaban a
adultos revelaba que tanto la familia como el patrimonio eran lo suficientemente
importantes para amortiguar los posibles avatares al respecto. La crianza encontraba, en
la organización doméstica, estrategias disímiles que estaban orientadas a salvaguardar y
concentrar recursos en el interior de la parentela. Algunos hijos, desde muy pequeños,
estaban bajo la protección y el cuidado de sus tíos. La familia funcionaba como una densa
red de contención que hacía circular a sus integrantes entre sus fronteras internas de
manera flexible y abierta a distintos destinos personales. La política nupcial en las
primeras décadas del ochocientos constituyó uno de los pilares fundamentales para
robustecer las relaciones de parentesco por alianzas más o menos pautadas. El espacio
femenino, hacia fines del siglo XIX, lo constituía el mundo doméstico, el de la
reproducción biológica y la crianza de los hijos.

Una economía agraria dinámica, a la vez que signada por la gran propiedad, y en
la que los grupos propietarios rurales poseían gran riqueza y visibilidad social,
inevitablemente hizo que la clase capitalista tuviese gran relevancia a la hora de explicar
los rasgos de esta sociedad. El universo de empresarios que crecieron en importancia
gracias a la expansión productiva, dio lugar a la constitución de numerosas fortunas
nuevas que, vistas en conjunto, ponen de relieve el elevado grado de renovación que la
elite económica experimentó gracias al proceso de crecimiento agrario.

Podemos decir que existían prácticas capitalistas porque existía la propiedad privada
sobre los medios de producción, dos clases sociales, la burguesía y el proletariado. De la
relación de ambas clases surgía y se desarrollaba el capital Las relaciones sociales de
producción eran de explotación con base en la propiedad privada de los medios de
producción. El fin del capitalista, en este caso la familia González entre otras ,es la
obtención de ganancias y no la satisfacción de necesidades sociales, decidían qué, cuánto
y dónde producir e invertir.

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