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SOBRE
LA HISTORIA

CRíTICA
GRIJALBO MONDADOR!
BARCELONA
1/13
.,¡
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo
las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el 'tratamiento informático, y la distribu-
ción de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Título original:
ON HISTORY
Weidenfeld and Nicolson, Londres

Traducción castellana de JORDI BELTRAN y JOSEFINA RUIZ


Revisión de ELENA GRAU BIOSCA

Cubierta: Joan Batallé


Ilustración de la cubierta: Kurt Schwitters, Siegbild (c. 1920) (© VEGAP, 1998)
© 1997: E. J. Hobsbawm
© 1998 de la traducción castellana para España y América:
CRÍTICA (Grijalbo Mondadori, S. A.), Aragó, 385, 08013 Barcelona
ISBN: 84-7423-846-3
Depósito legal: B. 8.111-1998
Impreso en España
1998.- HUROPE, S. L., Lima, 3 bis, 08030 Barcelona

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HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 85

-~mpleando términos como «maneras», «costumbre~-'"-~YJ9..ª-.<::º!i9.Ü~!!'l».


Tal vez por razones lingüísticas, este uso era en gran parte anglosajón, toda
vez que la lengua inglesa carece de términos apropiados para lo que los ale-
manes que escribían sobre temas parecidos -a menudo también de modo
bastante superficial, periodístico- llamaban Kultur- o Sittengeschichte. Esta
clase de historia social no estaba orientada de forma especial a las clases ba-
jas -de hecho, ocurría más bien lo contrario--, aunque sus cultivadores polí-
ticamente más radicales tendían a prestar atención a dichas clases. Formaba la
6. DE LA HISTORIA SOCIAL base tácita de lo que cabe denominar «la visión residual de la historia social»,
A LA HISTORIA DE LA SOCIEDAD propuesta por el ya fallecido G. M. Trevelyan en su English Social History
(1944) como «historia omitiendo la política». Sobran comentarios.
El tercer significado de la denomiJ:tª-9iQ.I:L~!JL~ÜD~.dlld-ª.§Lmá~L.Q..QIJllJJ.LYgJ
Este ensayo, que en su día levantó cierta polémica, se escribió originalmente para qúe más pos interesa a nosotros: «social» se utilizaba en combinación con
una conferencia sobre «Los estudios históricos, hoy», organizada en 1970 en Roma ·~<<historiaeconómica». A decir verdad, fuera del mundo anglosajóñ~·erti"i:ufo-de
por Daedalus, la revista de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, y fue la típÍcapublicación especializada en este campo antes de la segunda guerra
publicada en dicha revista y luego como primer capítulo del libro Historical Studies mundial siempre (me parece) juntaba las dos palabras, como en la Viertel-
Today, edición a cargo de Felix Gilbert y Stephen R. Graubard, Nueva York, 1972. jahrschrift für Sozial u. Wirtschaftsgeschichte, la Revue d'Histoire E. & S., o
Muchas cosas han sucedido en la historia social desde este estudio de su evolución
los Annales d'Histoire E. & S. Hay que reconocer que la mitad económica
hasta 1970, estudio que ahora también es historia. El autor no puede por menos de
observar, con asombro y vergüenza, que no contenía ninguna referencia a la historia de esta combinación preponderaba mucho. Apenas había historias sociales de
de las mujeres. Hay que reconocer que este campo apenas había empezado a mani- calibre equivalente que pudieran compararse con los numerosos volúmenes
festarse antes de finales del decenio de 1960, pero, al parecer, ni yo ni ninguno de dedicados a la historia económica de varios países, períodos y temas. De he-
los demás autores del libro, entre los más distinguidos de la profesión -varones cho, no había muchas historias económicas y sociales. Antes de 1939 sólo
todos-, nos dimos cuenta de esta laguna. recuerdo'unas 'cuantas obras de este tipo, aunque hay que reconocer que a ve-
ces eran de autores excelentes (Pirenne, Mijail Rostovtzeff, J. W. Thompson,
tal vez Dopsch), y las publicaciones monográficas o periódicas eran aún más
escasas. No obstante, es significativa la unión habitual de los adjetivos «eco-
nómica» y «social», ya fuera en las definiciones del campo en general de la
especialización histórica o bajo la clasificación más especializada de historia
La denominación «historia social» siempre ha sido difícil de definir, y económica.
hasta hace poco no se ha presionado mucho para que se definiera, ya que
Revelaba el deseo de plantQa.J~Qr.ia il.S:JJn modo~qg~fu~.I:ª-.~jsJem~Ji~ ....
carece de los intereses creados institucionales y profesionales que normal-
camente distinto del clásico planteamiento de Ranke. Lo que interesaba a los
mente insisten en las demarcaciones exactas. Grosso modo, hasta la actual
htstorfadorescfe- este tipo era .la.Y.J.9J»fiQ_n__c(~J'¡i~~c.Qii"Qmf~~§.t..9_~ª...§1LYv_z_.
boga del tema -o al menos de su nombre-, en el pasado se usaba en tres
les interes<l2':l:JlQf la_l~<:_gll~~arr,o.t~~-~ob_Ee la estructura y .los ~amb~~~j-~J.a
sentidos gue a veces coincidían unos con. otros. En primer lugar, se refería
soci~da_~" .Y l!lás e~ecialment~-sobr~J~_rela_sj..§n e11tre las slas~~JJS?§__grypQ~
aiah1Storia-cieTasC1ases.po6re·so·b-a]as; y. más concretamente a la historia
sociale_s_,_ como~r~c.Qnoció _Georg e. UnV\',W...,.:J:;:sta dimensión social es evidente
de los ~YLf!1:ien~§__d.~.!2~..fl~bres {<m'f6Viinientos sociales»). La denomina- hasta en la obra de los historiadores más limitada o cautamente económicos
ción podía ser aún más espedalízada y referirse en esencia a la historia de
mientras afirmaran ser historiadores. Incluso J. H. Clapham argüía que de
las ideas y las organizaciones obreras y socialistas. Por razones obvias, este
todas las clases de historia, la económica era la más fundamental por ser
vínculo entre la historia social y la historia de la protesta social o de los
la base de la sociedad. 3 Podemos sugerir que el.pE_dQmin.io de lo económicQ
movimientos socialistas ha conservado su fuerza. Varios historiadores socia-
sobre _L<L§oci~.L~.!!..~st'!..sQml]i!l'!C:i9qJ~!lÜt.&tQU~?<.Q11~S. Se debía en parte a
les se han sentido atraídos por el tema debido a que eran radicales o socialis-
)Jna yisión deJa te.oría económica_ql.te..se_negaha..a.aislar los . elementos.eco~
tas y, en consecuencia, sentían interés por los asuntos de gran importancia
sentimental para ellos. 1 •
.!l§IE!co~..s!~.Lo_s_~2C:Jal~~J.. ingitucion_'!~.§_..Y_,Q~U?.!I9JL!.ipg_s,_como en el caso de
los marxistas y la escuela histórica alemana, y en parte a la P.~~r~.Y.e.ll~.<tJ!!.
En segundo lugar, la denominación se usaba para referirse a las obras que
d~ Jª_t;_COI!Qmía sobr~JJl1'.J21:f!lS cienc_@.L~QS..@les.. Si la historia debía inte-
trataban de dive_r§.ª.L'lc._tb:_j_dad~.B.!:!.!!111E.~~.9..l:!~~n difí<:ile~_95:.~!.~~iJl~~-~xcep~ grarse en las ciencias sociales, tenía que adaptarse principalmente a la ciencia
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HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD
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86 SOBRE LA HISTORIA

atención de los gobiernos, las organizaciones internacionales y de investiga-


económica. Cabría irmásJejos...y41tgüic(,con_Mar4.q1te, ..sea.cual.seaJa.in"--.. sl<fu_Y:_por_s:onstg~ent5:: tambtén de losCieñiTflcos·-soCiáTe"s:Sobre ·ro qúe en
separabilidad esencial de lQ_~~onóffii~o social en la sociedad humana, la esencia son problemas det:rañSfóñí1acTones..1íiSTor1é"as:Eran aspectos que has-
base analítica de toda investigación histórl:Cade]a eYolticRii'LdeJa&:-sOCíecta~ ta entonceShaoian estaao"TileraO,eneTme}OrCe1os ..casos, en los márgenes
des humanas tiene que ser el proc¡¿so~oe..pro.dttc.cjéJp ~.CJ<::i<.tL... de la ortodoxia académica en las ciencias sociales y que los historiadores ha-
Ninguna de las tres versiones de historia social produjo un campo aca-
bían descuidado de forma creciente.-~
démico especializado de his!orin-'SOci4! hasta el decenio de 1950, aunque en En todo caso, interrogantes y conceptos esencialmente académicos (a
cierto momento los famosqs Annalespe Lucien Febvre y Marc Bloch aban- veces, como en el caso de «modernización» o ele «crecimiento económico»,
donaron la mitad económi\::a_de.-stf"'subtítulo y se proclamaron puramente conceptos demasiado esquemáticos) han capturado incluso la disciplina hasta
sociales. Sin embargo, fue una diversión temporal de los años de guerra, y entonces más inmune a la historia, cuando no, de hecho, más activamente
el título por el cual se conoce esta gran revista desde hace un cuarto de siglo hostil a ella, como la antropología social de Radcliffe-Brown. Donde más
-Annales: Économies, Sociétés, Civilisations- y la naturaleza de su conte- evidente resulta esta infiltración progresiva de la historia es tal vez en la cien-
nido reflejan los objetivos originales y esencialmente globales y exhaustivos cia económica, en la que a un campo inicial de economía del crecimiento,
de sus fundadores. Ni el tema en sí ni el análisis de sus problemas avanzaron cuyos supuestos, aunque mucho más depurados, eran los del iibro de cocina
seriamente antes de 1950. Las publicaciones especializadas, que seguían sien- («Se toman las siguientes cantidades de los ingredientes a al n, se mezclan y
do pocas, no se fundaron hasta las postrimerías del decenio de 1950: quizá se cuecen, y el resultado será el despegue hacia el crecimiento autososteni-
podamos considerar que la primera fue Comparative Studies in Society and do» ), le ha sucedido la comprensión cada vez mayor de que factores ajenos
History (1958). Así pues, como especialización académica, la historia social a la economía también determinan el crecimiento económico. En resumen,
es muy nueva. ahora es imposible desarrollar muchas de las actividades del científico social
.¿J::§mo se explican el rápido avance y la creciente emancipación de la ele alguna forma que no sea trivial sin aceptar la estructura social y sus trans-
historia soclaTenlosóitimos veinte años? Podría responderse a·estapreg\iñ= formaciones: sin la historia ele las sociedades. Es una paradoja curiosa que
ta habl~néio.de.carr:lbiüs-técñfCose-lñsiltucionales dentro de las disciplinas los economistas estuvieran empezando a buscar a tientas alguna comprensión
académicas de la ciencia social: la especialización deliberada de la historia de los factores sociales (o cuando menos no estrictamente económicos) justo
económica para ajustarla a los requisitos de la teoría y el análisis económi- en el momento en que los historiadores económicos, absorbiendo los mo-
cos, que avanzan rápidamente y de los cuales es un ejemplo la <<nueva his- delos de los economistas de quince años antes, trataban de adoptar una apa-
toria económica»; el crecimiento notable y a escala mundial de la sociología riencia dura en vez de blanda olvidándose de todo excepto de las ecuaciones
como tema y moda académicos, lo que a su vez requirió ramas históricas
análogas a las que requieren los departamentos de economía. No podemos ol- y las estadísticas.
¿Qué conclusión podemos sacar ele esta breve ojeada a la evolución ele la
vidar estos factores. Muchos historiadores (tales como los marxistas) que an- historia-social? El tema que estamos considerando difícilmente puede ser una
tes se calificaban a sí mismos de económicos, porque los problemas por los guía suficiente de la naturaleza y las tareas, aunque puede explicar por qué
que se interesaban no recibían atención por parte de la historia general orto- ciertos temas de investigación más o menos heterogéneos se agruparon de
doxa, se vieron excluidos de una historia económica que iba limitándose rápi- forma poco rigurosa bajo este título general, y cómo los avances registrados
damente y aceptaron o dieron la bienvenida al título de «historiadores socia- en otras ciencias sociales prepararon el terreno para la instauración de una
les», en especial si las matemáticas no eran su fuerte. Es improbable que en teoría académica demarcada especialmente como tal. A lo sumo, puede pro-
el clima de los años cincuenta y primeros sesenta alguien como R. H. Taw- porcionarnos algunas indicaciones; al menos una de ellas merece que la men-
ney hubiera sido bien acogido entre los historiadores económicos de haber
sido un joven estudiante en vez de presidente de la Economic History Society. cionemos inmediatamente.
El examen de la historia social en el pasado parece indicar que sus me-
Sin embargo, semejantes redefiniciones académicas y cambios profesionales jores cultivad~rd siempre se han sentido incómodos con el nombre mismo.
difícilmente explican muchas cosas, aunque no pueden pasarse por alto. O bien, al igual que los grandes franceses a quienes tanto debemos, han pre-
Mucho más significativa fue la general a~ de una nersnectiva his- ferido decir que eran sencillamente historiadores y calificar su objetivo de
tórica nor oarte de las ciencias sociales que tuvo -,--·--..--· historia «total» o «global», o eran hombres que procuraban integrar en la his-
toria las aportaciones de todas las ciencias sociales pertinentes en lugar de
en ellas. A erectos de esta conterencw no es necesario ejemplificar una de ellas en concreto. Marc Bloch, Fernand Braudel, Georges
pero es imposible no llamar la atención sobre la in- Lefebvre no son nombres que puedan encasillarse como historiadores so-
mensa importancia de las revoluciones y l~s luchas por la emancipación po- ciales excepto en la medida en que aceptaran la afirmación de Fuste! de Cou-
lítica y económica
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de-. los'!Jaíses coloniales
~~---··· •-·~•· • -~
y.s.e"iñicoíoníaies;·qúe'Ilamaron
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la
-••"'"-~M -<'<·~··"·-''"~.,>••''"-•

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88 SOBRE LA HISTORIA
HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 89
langes según la cual «La historia no es la acumulación de acontecimientos de hace que sucedan y qué consecuencias sociopolíticas tienen. Con algunas
toda clase que ocurrieron en el pasado. Es la ciencia de las sociedades
humanas». excepciones notables, durante los últimos veinte años los estímulos han ido
en una dirección única. En cambio, si examinamos acontecimientos recientes
La historia social nunca puede ser otra e_~_cial!~-ª.~iÓfl..f.º-.IllQJg._histpria de otra manera, nos impresionará la obvia convergencia de trabajadores de
económica u otras historias c_9n calificativo pOJSll,J~_§u tel!l.UJ:!Q.Q!!_ede-ªislill:§..e_,__ disciplinas diferentes en los problemas sociohistóricos. El estudio de los fe-
Podemos definir determinadas actividades humanas como económicas, al me-
nómenos milenarios es un ejemplo que hace al caso, puesto que entre quienes
nos a efectos analíticos, y luego estudiarlas históricamente. Aunque esto puede
escriben sobre estos temas encontramos a personas que proceden de la antro-
ser artificial o poco realista (excepto para ciertos fines definibles), no es im-
pología, la sociología, la ciencia política, la historia, por no hablar de los es-
posible. De forma muy parecida, aunque a un nivel teórico inferior, el anti- tudiosos de la literatura y las religiones, aunque, no, que yo sepa, los econo-
guo tipo de historia intelectual que aislaba las ideas escritas de su contexto mistas. También observamos cómo hombres formados en otras profesiones
humano y seguía su filiación de un escritor a otro es posible, si se quiere hacer pasan, al menos temporalmente, a hacer una labor que los historiadores con- /
algo así. Pero los aspectos sociales del ser del hombre no pueden separarse siderarían histórica, como sucede con Charles Tilly y Neil Smelser, que pro-
de los otros aspectos de su ser, excepto incurriendo en una tautología o en
ceden de la sociología, Eric Wolf de la antropología, Everett Hagen y sir
una extrema trivialización. No pueden separarse, durante más de un momento,
Jolm Hicks de la ciencia económica.
de la manera en que los hombres obtienen su sustento y su entorno material. Sin embargo, quizá la segunda tendencia debería tratarse como conver-
No pueden separarse, ni siquiera durante un momento, de las ideas, toda vez sión en vez de convergencia. Porque no hay que olvidar nunca que si los
que las relaciones de unas con otras se expresan y formulan empleando un
científi~os sociale_LcuyE,§_J;ii?c,:iplimlLD'º-§º-.11 hi§JóriCillLltmLemp_ezadD_aior--
lenguaje que entraña conceptos en cuanto abren la boca. Y así sucesivamente.
El historiador intelectual puede (por cuenta y riesgo suyo) no prestar aten-
-¡:nüfafpreguntas que son m:.Q2ias de k.Qi~tori-ª..Y..ª~k1ª-§...resQ1!Y..§.tª.?.-ªJQs_
historiadores, es porque ellos mismos no tienen ninguna. Y si a veces se han
ción a la economía, y el historiador económico puede hacer lo propio con
convertido en h1stoñacfores, es deoi:Cfü'aqüe los que ~k_rce!L_I!ue~1rª___gi~~i:
Shakespeare, pero el historiador social que descuida ambas cosas no puede
¡5Tíilll, con la notable ex~ci~!:J de los .~arxistas y otros -=!!.21l!cesariamen-
llegar muy lejos. A la inversa, si bien es sumamente improbable que un ensa- te Marxisants- que aceptan una problemática parecida, no han proporcioc
yo sobre la poesía provenzal sea historia económica, o que uno sobre la infla- nado las respuestª-s. 5 Además, aunque hay ahora unos cuantos científicos
ción en el siglo XVI sea historia intelectual, ambas podrían tratarse de una sociales procedentes de otras disciplinas que han llegado a ser suficiente-
manera que las convirtiese en historia social.
mente expertos en nuestro campo como para merecer respeto, son más los
que simplemente han aplicado unos cuantos conceptos y modelos mecánicos
esquemáticos. Por cada Vendée de un Tilly hay, desgraciadamente, varias do-
II cenas de equivalentes de Las etapas de Rostow. Dejo de lado muchos otros
que se han aventurado a internarse en el difícil territorio de las fuentes de la
Dejemos el pasado para ocuparnos del presente y considerar los ~ble­ historia sin un conocimiento apropiado de los peligros que probablemente
mas de escrib-ir la historia de la sociedad. El primer interrogante se refiere
encontrarán en él, o de los medios de evitarlos y superarlos. En resumen, en
a qué pueden sacar los historiadores sóciáles de otras ciencias sociales, o has- la actual situación se requiere de los historiadores, con toda su buena dispo-
ta qué punto su tema es o debería ser meramente la ciencia de la sociedad sición a aprender de otras disciplinas, que enseñen en lugar de aprender. La
en la medida en que se ocupa del pasado. Este interrogante es natural, aun- historia de la sociedad no puede escribirse aplicando los escasos modelos de
que la experiencia de los dos últimos decenios sugiere dos respuestas di- otras ciencias que tenemos a nuestra disposición; requiere la construcción
ferentes. Está claro que desde 1950 la historia social ha sido determinada y de nuevos modelos que sean apropiados ... o, al menos (argüirían los mar~­
estimulada con fuerza no sólo por la estructura profesional de otras ciencias xístasT,liCünverSíónaefüs"-flosquejosexiSfeñtesenmodeJOs.
sociales (por ejemplo, los requisitos específicos para los estudiantes univer- No ocurre asf:'Ciesde-luego:·-eñ·-ercaso-delastec'ñíca·s·-y- los métodos
sitarios) y por sus métodos y técnicas, sino también por sus preguntas. No es
en que los historiadores ya son deudores netos en gran medida y se endeu-
exagerado decir que el reciente florecimiento de los estudios de la revolución
darán o deberían endeudarse todavía más y de forma sistemática. No deseo
industrial británica, tema que en otro tiempo descuidaban de modo escanda-
hablar de este aspecto del problema de la historia de la sociedad, pero pue-
loso los propios especialistas en el mismo porque dudaban de la validez del
do hacer, de paso, una o dos observaciones. Dada la naturaleza de nuestras
concepto revolución industrial, se debe principalmente al deseo apremiante
fuentes, difícilmente podemos avanzar mucho más allá de una combinación
de los economistas (que a su vez, sin duda, era eco del de los gobiernos y
de la hipótesis sugestiva y de la ilustración anecdótica oportuna sin las téc-
planificadores) de descubrir cómo suceden las revoluciones industriales, qué
nicas para el descubrimiento, el agrupamiento estadístico y el tratamiento de
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90 SOBRE LA HISTORIA HISTORiA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 91

grandes cantidades de datos, donde sea necesario con la ayuda de la división arrojar sobre la sociedad modema (o, de hecho, cualquier sociedad); sino de
del trabajo de investigación y los recursos tecnológicos, que otras ciencias / cómo la humanidad pasó de los hombres de las cavemas al moderno indus-
sociales crearon hace ya mucho tiempo. En el extremo opuesto, tenemos igual trialismo o postindustrialismo y qué cambios habidos en la sociedad estu-
necesidad de las técnicas para la observación y el análisis a fondo de indivi- vieron relacionados con este progreso o fueron necesarios para que el mismo
duos, grupos pequeños y situaciones específicos que también se crearon fuera tuviera lugar o fueron su resultado. O, recurriendo a otra ilustración, no se
de la historia y que tal vez sean adaptables a nuestros propósitos: por ejem- trata de observar la necesidad permanente que tienen todas las sociedades
plo, la observación participante de los antropólogos sociales, la entrevista a humanas de abastecerse de alimentos cultivándolos u obteniéndolos de otra
fondo, quizá incluso los métodos psicoanalíticos. Como mínimo, estas técni- manera. sino lo que sucede cuando esta función, una vez la han cumplido de
cas diversas pueden estimular la búsqueda de adaptaciones y equivalentes en sobra (desde la'revolución neolítica) clases campesinas que forman la mayo-
nuestro campo que tal vez ayuden a responder a preguntas que, por lo demás, ría de sus sociedades, pasa a ser cumplida por pequeños grupos de otros tipos
son impenetrables. 6 de productores agrícolas y puede llegar a cumplirse de maneras ajenas a la
Mucho más dudosa me parece la perspectiva de convertir la historia so- agricultura. ¿Cómo y por qué sucede esto? No creo que la sociología y la an-
cial en una proyección hacia atrás de la sociología, así como de convertir la tropología, por útiles que sean de modo incidental, en la actualidad nos pro-
historia económica en teoría económica retrospectiva, porque en la actualidad porcionen mucha orientación.
estas disciplinas no nos proporcionan modelos útiles ni marcos analíticos En cambio, aunque sigo siendo escéptico ante la mayor parte de la teoría
para el estudio de transformaciones socioeconómicas históricas a largo plazo. económica como marco del análisis histórico de las sociedades (y, por ende,
De hecho, el grueso de su pensamiento no se ha ocupado de tales cambios, de las pretensiones de la nueva historia económica), me inclino a pensar que / /
ni siquiera se ha interesado por ellos, si exceptuamos tendencias como el el posible valor de la ciencia económica para el historiador de la sociedad es
marxismo. Además, cabe argüir que en aspectos importantes sus modelos grande. No puede por menos de ocuparse de lo que es un elemento esencial-
'!!1<11i!t~9s s.e _han.-creado_ sistell]~J:ic:illllen-texy de forfll(;l__f!!.l:!Y_QLQY.ecb..QsJb_(;llJ§:_ mente dinámico en la historia, a saber: el proceso -y, hablando globalmente
trayendo. del C<tfDJ?jQ_~i.~0J:i~.O· Sugiero que esto ócurre especialmente en l a / y en una larga escala de tiempo, el progreso:_ de producción social. En la
sociología y en la antropología social. ' vio..Maix:
medida en que hace esto, la evolución histórica, como forilla parte
A decir verdad, los padres fundadores de la sociología han tenido más de ella. Veamos una ilustración sencilla: el concepto del «excedente económi-
mentalidad histórica que la principal escuela de economía neoclásica (aunque co», que el ya fallecido Paul Baran resucitó y utilizó con tanta fortuna, 9 es
no necesariamente más que la escuela original de economía política clásica), patentemente fundamental para cualquier historiador de la evolución de las
pero la suya es una ciencia mucho menos desarrollada. Stanley Hoffmann ha sociedades y a mí me parece no sólo más objetivo y cuantificable, sino tam-
señalado con acierto la diferencia entre los <<modelos» de los economistas y bién más primario, hablando en términos de análisis, que, pongamos por caso,
las «listas de verificación» de los sociólogos y los antropólogos. 7 Tal vez sean la dicotomía Gemeinschaft-Gesellschaft. Desde luego, Marx sabía que los
algo más que simples listas de verificación. Estas ciencias también nos han modelos económicos, si se quiere que sean valiosos para el análisis histórico,
proporcionado ciertas visiones, pautas de posibles estructuras que se compo- no pueden divorciarse de las realidades sociales e institucionales, entre las
nen de elementos que pueden permutarse y combinarse de diversas maneras, que hay ciertos tipos básicos de organización humana comunal o fundada en
vagas analogías con el anillo de Kekulé vislumbrado en el piso superior del el parentesco, por no hablar de las estructuras y los supuestos específicos
autobús, pero con el inconveniente de la imposibilidad de verificarlas. En el de determinadas formaciones socioeconómicas como culturas. Y, a pesar de
mejor de los casos, tales pautas estructurales-funcionales pueden ser elegan- ello, aunque no es por nada que se considera a Marx uno de los principales
tes y útiles desQ.tU:l.P_tllllO_.c:i(;_~_i:~!?:~!l~f.§.!!fg, al menos para algunos. En un padres fundadores del pensamiento sociológico modemo (directamente y por
nivel más modesto, pueden proporcionarnos metáforas, conceptos o términos medio de sus seguidores y críticos), la verdad es que su principal proyec-¡
útiles (por ejemplo, «papel sociiiT»);-ü-Óp.ortl.inas-áy~da~"para' ordéñar-n~estr~ to intelectual, El capital, tomó la forma de una obra de análisis económico.
material. No se nos exig~ estar de acuerdo con sus conclusiones ni con su metodo-
Además, completamente aparte de su deficiencia como modelos, cabe logía. Pero seríamos insensatos si descuidáramos la práctica del pensador
argüir que las construcciones teóricas de la sociología (o de la antropología que, más que cualquier otro, ha definido o sugerido la serie de cuestiones his-
social) han dado los mejores resultados al excluir la historia, esto es, el cam- tóricas que hov atraen a los científicos sociales.
bio direccional u orientado. 8 I;Iablando en término~c:!:.~~~"-J~~-2-a~as
iluminan lo las sociedades tienen en común

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92 SOBRE LA HISTORIA HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 93

diversas de escala y amplitud variables en las que las personas son clasifica-
III bies o se clasifican a sí mismas, a menudo simultáneamente y con coinciden-
cias. En casos extremos como las tribus de Nueva Guinea o del Amazonas,
¿Cómo debemos escribir la historia de la sociedad? No me es posible dar estas series diversas pueden definir al mismo grupo de personas, aunque, de
una definición o un modelo de lo que queremos decir cuando hablamos de hecho, esto es bastante improbable. Pero normalmente este grupo no es con-
sociedad aquí, ni siquiera una lista de verificación de lo que queremos saber gruente ni con unidades sociológicas tan pertinentes como la comunidad, ni
sobre su historia. Y aunque pudiera, no sé hasta qué punto sería provechoso. con ciertos sistemas más amplios de relación de los cuales la sociedad forma
Sin embargo, puede que sea útil instalar una pequeña y variada serie de pos- parte y que pueden ser funcionalmente esenciales para ella (como la serie de
teC!Jicadores que dirijan o desvíen el tráfico futuro. relaciones económicas) o no esenciales (como los de la cultura).
C La historia de la soci~¡J9,d_~s historia; es decir, !!~ne el tiempo crQ: El cristianismo y el islam existen y se reconocen como autoclasificacio-
l12J.9_g!f2._real_como una de sus dimensiones, Nos ocupamos no sólo de es- nes, pero aunque puedan definir una clase de sociedades que comparten cier-
tructuras y sus mecanismos de persistencia y cambio, y de las posibilidades tas características comunes, no son sociedades en el sentido en que utili-
y pautas generales de sus transformaciones, sino también de lo que realmente zamos la palabra cuando hablamos de los griegos o de la Suecia moderna. En
sucedió. Si no nos ocupamos de todo esto, entonces (como nos ha recordado cambio, si bien en muchos aspectos Detroit y Cuzco forman hoy parte de un
Fernand Braudel en su artículo «Histoire et longue durée»), 10 no somos his- solo sistema de interrelaciones funcionales (por ejemplo, parte de un sistema
toriadores. La historia conjetural tiene un lugar en nuestra disciplina, aun económico único), pocas personas las considerarían parte de la misma socie-
J ·\, ,;J.. CUandO SU valor pnns;1pal COnSISt~ en que nos-ai¡;idaaevafilar:l~oSibi!ida~ dad, desde el punto de vista sociológico. Tampoco consideraríamos como una
"')fi~-'·-" des del presente y ~el futuro, m~s que del pasado, donde su lugar l? ocupa sola las sociedades de los romanos o los Han y las de los bárbaros que, de
\ la h1stona comparada; 12ero la h1stona reaf"esTOqueLtetremus:::exrhc~: La modo muy evidente, formaban parte de un sistema más amplio de interrela-
posible expansión o falta de expansión del capitalismo en la China imperial ciones con ellas. ¿Cómo definimos estas unidades? Decirlo dista mucho de
nos interesa sólo en la medida en que ayude a explicar el hecho real de que ser fácil, aunque la mayoría de nosotros resolvemos -o eludimos- el pro-
este tipo de economía se desarrolló plenamente, al menos al principio, sólo blema eligiendo algún criterio exterior: territorial, étnico, político o algo
en una región del mundo. A su vez, esto puede contrastarse útilmente (de parecido. Pero esto no siempre es satisfactorio. El problema no es sólo me-
nuevo a la luz de modelos generales) con la tendencia de otros sistemas todológico. Uno de los temas principales de la historia..s!U~...l2Si~4Ac!~s ..
de relaciones sociales -por ejemplo, el feudal en líneas generales- a desarro- modernas es el ~ncremento d~.§.l:!~§~~lf!,sl~-~J!-homogen._~iqªsLir,lJ~!:n..-ª.,.0 por
llarse con mucha más frecuencia y en mayor número de regiones. Así pues, lo menos de la centralización y el carácter directo de las relaciones sociales,
}9h .. ,. . la historia de la sociedad es una colaboración entre modelos generales de es- .e]__.c:~~lií9.J:~_1:1Íi~~~struct~~.5:,~~~-L~.!~§:ie"~[illalist~_iútra -~~:§cT~§i~~-te
~'(jJ)~' tn,Ictura_y caJE:fuo SQ~IaL~~j:J~~~~~-!:.~~~ªfl5_a~.i~J:~!i§'§~~-5l!:le r~~l~fí1ente unitaria. Al examinar esto, los problemas de definición causan muchas difi-
~~r11\~~,v\ ocurriero.n. Es~o e~ así sea cual sea la escala geográfica o croilofog1ca de cult:ades,' como sabe todo estudioso de la evolución de las sociedades nacio-
Q& \ nu~~as mvestlgacwnes. nales o al menos de los nacionalismos.
\ 2. La historia de la sociedad es, entre otras cosas, la de unidades espe:- ( "3} La historia de las sociedades requiere gue apli~,!!lOS~.QJ:IlJ.m()­
cí ea de J2~E~Ol_las gue v!.~j~ta~_y_~:?~.g,_9efitlib~~n téri21J.E?~-~2~~l§g1~ ~elÓ JQr.rnalizado y complejo de tales estruc_turas, por lo rrie!1.2~ un c:~en
cos. Es la historia de sociedades además de la sociedad humana (a diferencia aproximado de prioridades de investigación y un supuesto de trabajo sobre lo
de, pongamos por caso, la de monos y la de hormigas), o de ciertos tipos de -que constituyé'"éCnexoceñtrai~o com::i2k]o de C<?~E-~,§- de¿~-~~!!",<2-~~P.la,
sociedad y sus posibles relaciones (en términos como «sociedad burguesa» o aunque, desde luego, estas cosas entrañan un modelo. De hecho, todo his-
«sociedad pastoril»), o del desarrollo general de la humanidad considerada toriador social formula este tipo de supuestos y tiene tales prioridades. Así,
en su conjunto. La definición de una sociedad en este sentido plantea interro- dudo que algún historiador del Brasil del siglo XVIII diera al catolicismo de
gantes difíciles, aunque demos por sentado que estamos definiendo una reali- la sociedad brasileña prioridad analítica sobre la esclavitud, o que algún his-
dad objetiva, como parece probable, a menos que rechacemos por ilegítimas toriador de la Inglaterra decimonónica considerase el parentesco como un
afirmaciones como «la sociedad japonesa de 1930 era diferente de la socie- nexo social tan fundamental como lo consideraría al estudiar la Inglaterra
dad inglesa». Porque aun cuando eliminemos las confusiones entre diferen- anglosajona.
tes usos de la palabra «sociedad», se nos plantean problemas: a) porque el Parece que un consenso tácito entre los historiadores ha determinado un
tamaño, la complejidad y el alcance de estas unidades varían, por ejemplo en modelo de trabajo de este tipo, con variantes, bastante común. Se empieza
distintos períodos o etapas históricos de la evolución; y b) porque lo que lla- por el entorno material e histórico, se pasa luego a las fuerzas y las técnicas
mamos «sociedad» es meramente una serie de interrelaciones humanas entre de producción (la demografía ocupa algún lugar entre las dos cosas), la es-
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94 SOBRE LA HISTORIA HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 95
tructura de la economía consiguiente -las divisiones del trabajo, el intercam-
bio, la acumulación, la distribución del excedente, etcétera- y las relaciones IV
sociales que nacen de ellas. Éstas podrían ir seguidas de las instituciones
y la imagen de la sociedad y su funcionamiento que hay debajo de ellas. Así pues, me gustaría concluir examinando la práctica real de la historia
La forma de la estructura social se crea así y sus características y detalles social durante el último decenio y pico, con el fin de ver qué planteamientos
específicos, en la medida en que se derivan de otras fuentes, pueden determi- y problemas sugiere para el futuro. Este procedimiento ofrece la ventaja de
narse entonces, lo más probable es que por medio de un estudio comparado. que se ajusta tanto a las inclinaciones profesionales del historiador como a lo
La costumbre, por tanto, es trabajar baci<.t_~.!!.:::.I'.l...Lb~c;_t~n:i.J?_a._ci~-s~~~!.Pro­ poco que sabemos del progreso real de las ciencias. ¿Qué temas y problemas
ceso de producciór:._social en su marco concreto. Los historiadores estarán han atraído más atención en años recientes? ¿Cuáles son los puntos de cre-
tentados, a mi juicio con razón, de elegir determinada relación o complejo re- cimiento? ¿Qué está haciendo la gente interesante? Las respuestas a tales
lacional y considerarla fundamental y específica de la sociedad (o el tipo de preguntas no agotan el análisis, pero sin ellas no podemos llegar muy lejos.
sociedad) en cuestión, y agrupar el resto del tratamiento a su alrededor: por El consenso de los trabajadores puede ser erróneo, o verse tergiversado por
ejemplo, las «relaciones de interdependencia» de Bloch en La sociedad feu- la moda o -como es obvio que sucede en un campo como el estudio del
dal, o las que nacen de la producción industrial, posiblemente en la sociedad desorden público- por los efectos de la política y los requisitos administra-
industrial, sin duda en su forma capitalista. Una vtg~§_tª!J1~Gisi<tJfl.~l'Jl1l~tura... tivos, pero si lo descuidamos, corremos un riesgo. El progreso de la ciencia
debe verse en su movimiento histórico. Siguiendo la expresión francesa, la se ha derivado menos del intento de definir perspectivas y programas a priori
··stñí"ctitre' debe verse en clave de conjunc;ture, aunque no debe interpretarse -si se derivase de ello, ya curaríamos el cáncer- que de una convergencia
'qu.eesie 'téiií1íi1o éxcluye oiras formas y' paüiáS''de cambio histórico, posible- oscura y a menudo simultánea en las preguntas que merecen la pena hacerse
mente más pertinentes. Una vez más se tiene tendencia a tratar los movimien- y, sobre todo, las que están listas para una respuesta. Vemos lo que ha esta-
tos económicos (en el sentido más amplio de la palabra) como el elemento do sucediendo, al menos en la medida en que se refleje en la visión impre-
principal de tal análisis. Las tensiones a que se ve expuesta la sociedad en el sionista de un observador.
proceso de cambio histórico y transformación permiten luego al historiador Permítanme sugerir que el grueso de la labor interesag_~!Lla historia
revelar, en primer lugar, el mecanismo general por medio del cual las estruc- social durante los últÍI:llos diez o g·uince año,s¿e ha a,grgpadQJl]r§.Q~gQL.Qe
turas de la sociedad tienden simultáneamente a perder y restablecer sus equi- los siguientes temas ~o_.S2_f!!.Ql~~s!JL9l~JiQn.~~-~
librios, y, en segundo lugar, los fenómenos que son tradicionalmente objeto
del interés de los historiadores sociales: por ejemplo, la conciencia colecti-
va, los movimientos sociales y la dimensión social de los cambios intelec-
Cí) demografía y parentesco;
tuales y culturales. !~ estudios urbanos en la medida en que entran en nuestro campo;
Mi objetivo al resl)mir lo_qy..x_s,g:Q_ -quizá erróneamente- que es uil\
plan de trabajo que goza de aceptación general entre los historiadoressoCíá=- V
8). clases y grupos sociales;
ra historia de las «mentalidades» o conciencia colectiva o de la
«cultura» en el sentido que los antropólogos dan a la palabra;
les no es recomendarlo, aun cuando personalmente estoy a su favor. Es más la transformación de las sociedades (por ejemplo, modernización o
bien lo contrario: sugerir que tratemos de hacer explícitos los supuestos im- industrialización);
plícitos en_g~~~ba~~!1~§I~i.l·Iai2q.l:~.üi9.sj)r~gün·t~íi19s.síeste-plan es real-
mente el mejor para la formulación de la naturaleza y la estructura de las 0) movimientos sociales o fenómenos de protesta social.

socíect_iª~~~:fíos ~Si'lt_sl1,1;§f:~e~1g:üi~A~~~máS_l_~nes"l<nssramliZac1oñes) Los dos primeros grupos pueden singularizarse porque ya se han institu-
históricas, si es posible hacer que otros planes de trabajo basados en otras cionalizado como campos, con independencia de la importancia de su tema,
cuestiones sean compatibles con él, o si son preferibles a él, o si sencillamen- y ahora poseen su organización, su metodología y su sistema de publicacio-
te pueden superponerse a él para producir el equivalente histórico de aquellos nes propios. La"demografía histórica es un campo fructífero que crece rápi-
retratos que pintó Picasso y que son a la vez de frente y de perfil. damente y se apoya no tanto en una serie de problemas como en una innova-
En resumen, si como historiadores de la sociedad debemos ayudar a ción técnica en la (la reconstrucción de familias) que permite
producir -en beneficio de todas las ciencias sociales- modelos válidos de derivar resultados interesantes de material que hasta ahora se consideraba re-
dinámica socioeconómica, tendremos que crear mayor unidad para nuestra fractario o agotado (los parroquiales). De esta manera ha abierto
práctica y nuestra teoría, lo cual, a estas alturas, probablemente significa, en una nueva serie de fuentes cuyas características a su vez han llevado a la for-
primer lugar, observar lo que estamos haciendo, generalizarlo y corregirlo a mulación de interrogantes. El principal interés que la demografía histórica
la luz de los problemas que surjan de la continuación de la práctica. tiene para los historiadores sociales radica en la luz que arroja sobre ciertos

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96 SOBRE LA HISTORIA HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 97
aspectos de la estructura y el comportamiento de la familia, en ciclos de vida al período hasta el presente. También dudo que hasta ahora se hayan produ-
de personas en períodos diferentes y en cambios intergeneracionales. Todas cido muchos estudios globales realmente convincentes de las grandes ciuda-
estas cosas son importantes, pero se ven limitadas por la naturaleza de las des de la era industrial, teniendo en cuenta la inmensa cantidad de trabajo
fuentes, más limitadas de lo que reconocen los paladines más entusiásticos que se ha hecho en este campo. Sin embargo, la historia urbana debe conti-
del tema y, desde luego, insuficientes por sí mismas para proporcionar el nuar siendo una preocupación fundamental de los historiadores de la socie-
marco del análisis de «El mundo que hemos perdido». No obstante, la im- dad, siquiera porque resalta -o puede resaltar-los aspectos específicos del
portancia fundamental de este campo no está en entredicho, y ha servido para cambio y la estructura sociales que interesan de modo especial a los soció-
fomentar el uso de estrictas técnicas cuantitativas. Un efecto, o efecto secun-
logos y los psic,ólogos sociales.
dario, grato ha sido despertar mayor interés por los problemas históricos de
Las otras agrupaciones de concentración no se han institucionalizado de
la estructura del parentesco del que tal vez hubieran mostrado los historia-
momento, aunque puede que uno o dos de ellos se estén acercando a esta
dores sociales sin dicho estímulo, aunque no debe descuidarse un modesto
etapa de la evolución. Es obvio que la historia de las clases y de los grupos
efecto de demostración de la antropología social. La naturaleza y las pers-
pectivas de este campo se han debatido lo suficiente como para que no sea sociales ha partido del supuesto común de que no es posible entender la so-
necesario seguir hablando de ellas aquí. ciedad sin entender los componentes principales de todas las sociedades que
La historia urbana también posee cierta unidad determinada tecnológi- ya no se basen principalmente en el parentesco. En ningún campo ha habido
camente. La ciudad individual suele ser una unidad limitada geográficamen- un avance más espectacular y -dado el olvido de los historiadores en el pa-
te y coherente, a menudo con su documentación específica y todavía más a / sado- más necesario. Incluso la más breve lista de las obras más significa-
menudo de un tamaño que se presta a la investigación en la escala de la tesis tivas de historia social tiene que incluir lo que dicen Lawrence Stone de la
de doctorado. También refleja el carácter apremiante de los problemas urba- aristocracia de la época de Isabel I, E. Le Roy Ladurie de los campesinos del
nos que de forma creciente se han convertido en los principales, o al menos Languedoc, Edward Thompson de la formación de la clase obrera inglesa, y
los más dramáticos, de la planificación y la gestión sociales en las modernas Adeline Daumard de la burguesía parisiense; pero esto no son más que cús-
sociedades industriales. Ambas influencias tienden a hacer que la historia ur- pides en lo que ya es una cordillera considerable. Comparado con éstos, el
bana sea un recipiente grande cuyo contenido está mal definido, es hetero- estudio de grupos sociales más restringidos -las profesiones, por ejemplo-
géneo y a veces es indiscriminado. Incluye cualquier cosa que se refiera a las ha sido menos significativo.
ciudades. Pero está claro que plantea problemas relacionados de modo espe- La novedad de la empresa ha sido su ambición. Hoy día, las clases o las
cial con la historia social, al menos en el sentido en que la ciudad nunca pue- relaciones específicas de producción como la esclavitucrse--consl"dera'il siste-
de ser un marco analítico para la macrohistoria económica (porque econó- máticamente en escala de sociedad, o en comparacióni~t;;;,~ci~Co~co-mo
micamente tiene que formar parte de un sistema mayor), y políticamente sólo tipos generales de relación social. En la actualidad tamb!énsecÜnsiderañ· a
raras veces se encuentra como ciudad-estado independiente. Es en esencia fondo, es decir, prestando atención a todos los aspectos de su existencia, sus
un conjunto de seres humanos que viven juntos de una manera determinada, relaciones y su comportamiento sociales. Esto es nuevo y los logros ya son
y el proceso característico de la urbanización en las sociedades moder- notables, aunque apenas se ha empezado a trabajar en ello, si exceptuamos
nas hace que sea la forma en que la mayoría de ellos viven juntos, al menos campos de actividad especialmente intensa como es, por ejemplo, el estu-
hasta ahora. dio comparado de la esclavitud. No obstante, cabe distinguir varias dificul-
Los problemas técnicos, sociales y políticos de la ciudad surgen esencial- tades y quizá no esté de más decir unas cuantas palabras sobre ellas.
mente de las interacciones de masas de seres humanos que viven en estrecha l. La masa y la variedad de material para estos estudios es tal, que la
proximidad unos con otros; e incluso las ideas sobre la ciudad (en la medida técnica artesanal preindustrial que empleaban los historiadores de antes es
en que no es un simple decorado para exponer el poder y la gloria de algún a todas luces insuficiente. Se requiere una labor de equipo, cooperativa, así
gobernante) son aquellas en las cuales los hombres -a partir del Libro del como la utilización de aparatos técnicos modernos. Me atrevería a sugerir
Apocalipsis- han tratado de expresar sus aspiraciones sobre las comunida- que las grandes obras de erudición individual señalarán las primeras fases de
des humanas. Además, en siglos recientes ha planteado y puesto de relieve este tipo de investigación, pero darán paso, por un ladó, a proyectos coopera-
los problemas del cambio social rápido más que cualquier otra institución. tivos sistemáticos y, por otro lado, a intentos periódicos (y probablemente-to-
Apenas hace falta decir que los historiadores sociales que han acudido en davía individuales) de síntesis. Esto esevl.de~llcl-campo de la labor con j
tropel a los estudios urbanos son conscientes de esto. 11 Cabe decir que han la que estoy más familiarizado, la historia de la clase obrera. Hasta la más
estado avanzando a tientas hacia una visión de la historia urbana como para- ambiciosa obra individual -la de E. P. Thompson- no es más que un gran
digma del cambio social. Dudo que pueda serlo, al menos en lo que se refiere
9/13 torso, aunque se ocupa de un período más bien corto. (Como da a entender
98 SOBRE LA HISTORIA HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 99

su título, Geschichte der Lage der Arbeiter unter dem Kapitalismus, la titáni- tificaciones internas. En el más general de los sentidos, hay el problema de
ca))bra de Kuczynski, se concentra sólo en ciertos aspectos de la clase obrera.) la relación entre clasificaciones, necesariamente estáticas en cualquier mo-
/ .2.) El campo presenta enormes dificultades técn~J}s, incluso allí donde mento dado, y la realidad múltiple y cambiante que subyacen en ellas.
e'XTSt~ claridad conceptual, especialmeñte en loque-;e refiere a la medición (~ Es muy po.sibl~ que la di~cultad !ll~..:"-.E~~~2~a _@_ql,l~Jl.Q~.Jleva
del ~~~~-~-l?.._~:_~~9_.?el~_!.!:J2.0: por ejemplo, los movimientos de entrada directamente a la hi§lQ!:.ULdej1J,J:i.QCle.dad_en_s.u._conJ.untQ. Nace del hecho de
y salida de un grupo social determinado, o los cambios en las propiedades cjue la clase define no un grupo de personas aisladas, sino un sistema de re-
de los campesinos. Quizá tengamos la suerte de disponer de fuentes de las laciones, tanto verticales como horizontales. Así, es una relación de diferen-
cuales puedan derivarse tales cambios (por ejemplo, las genealogías registra- cia (o similitud) y de distancia, pero también una relación cualitativamente
das de la aristocracia y la pequeña nobleza como grupo), o a partir de las distinta de función social, de explotación, de dominación/sujeción. Por con-
cuales pueda construirse el material para nuestro análisis (por ejemplo, me- siguiente, cuando se estu.dia la c!ase debe -~stuj.i_~~tfimQi~t,L~.L.LG51~Ui~.Ja
diante los métodos de la demografía histórica, o los datos en los que se han so~~)a C'!!_'}!.f~r!PJ!.J:>Afl~"Los propietarios de esclavos no pueden com-
basado los valiosos estudios de la burocracia china). Pero ¿qué vamos hacer, prenderse sin esclavos, y sin los sectores no esclavos de la sociedad. Cabría
caso, en relación con las castas indias, que también sabemos que para la autodefinición de las clases medias europeas del siglo XIX
que contuvieron tales movimientos, es de suponer que intergeneracionales, era esencial la capacidad de ejercer poder sobre gente (ya fuera por medio de
pero sobre los cuales de momento es imposible hacer afirmaciones cuantita- la pobreza, el hecho de tener sirvientes o incluso -mediante la estructura pa-
tivas-siquiera aproximadas? triarcal de la familia- esposas e hijos), al tiempo que nadie ejercía poder
@ Más serios son los problemas conceptuales, que los historiadores no directo sobre dichas clases medias. Así pues, los estudios de las clases, a me-
siempre han afrontado claramente,lü cual no 1mpúie hacer una buena labor nos que se limiten a un aspecto deliberadamente restringido y parcial, son
(los caballos pueden reconocerlos y montarlos personas que no saben defi- análisis de la sociedad. Por tanto, los más convincentes, como los de Le Roy
nirlos), pero induce a pensar que hemos tardado en afrontar los problemas Ladurie, van mucho más allá de los límites de su nombre.
más generales de la estructura y las relaciones sociales y sus transformacio- Cabe sugerir, pues, que en años recientes el planteamiento más directo de
nes. A su vez, estos problemas plantean otros de índole técnica como, por la historia de la sociedad ha sido mediante el estudio de la clase en el sentido
ejemplo, los del posible cambio de especificación de la pertenencia a una más amplio. Tanto si creemos que esto refleja una percepción correcta de la
clase con el paso del tiempo, lo cual complica el estudio cuantitativo. Tam- naturaleza de las sociedades postribales como si meramente lo atribuimos
bién plantea el problema más general de la multidimensionalidad de los gru- a la actual influencia de la historia Marxisant, las perspectivas futuras de este
pos sociales. Por poner unos cuantos ejemplos, existe la conocida dualidad tipo de investigación parecen prometedoras.
marxista del término «clase». En un sentido, es un fenómeno general de toda En muchos aspectos el reciente interés por la historia de las «mentali-
la historia postribal; en otro sentido, es fruto de la moderna sociedad bur- dades» señala un planteamiento aún más directo de los problemas metodo-
guesa; en un sentido, casi una construcción analítica para comprender fenó- lógicos fundamentales de la historia social. Lo ha estimulado en gran parte
menos que sin ella serían inexplicables; en otro, un grupo de personas a las el interés tradicional por «la gente corriente» de muchos de los que se sien-
que realmente se ve que son las unas para las otras (o «están bien juntas») en ten atraídos por la historia social. Se ha ocupado principalmente de los in-
la conciencia de su propio grupo o de otro o de ambos a la vez. Por su parte, dividuos con dificultades para expresarse con claridad, indocumentados y
estos problemas de la conciencia plantean la cuestión del lenguaje de clase: oscuros, y a menudo no se distingue del interés por sus movimientos socia-
las terminologías cambiantes, a menudo coincidentes y a veces faltas de rea- les o por fenómenos más generales de comportamiento social, que hoy día,
lismo de tal clasificación contemporánea 12 sobre las cuales todavía sabemos afortunadamente, también incluye el interés por los que no toman parte en
muy poco en términos cuantitativos. (Aquí los historiadores podrían examinar tales movimientos: por ejemplo, por el trabajador conservador así como por
con deteninúento los métodos y las preocupaciones de los antropólogos socia- el activista o el pasivamente socialista.
les mientras efectuaban -como están efectuando L. Girard y un grupo de la Este hecho ¡:nismo ha fomentado un tratamiento específicamente dinámi-
Sorbona- el estudio cuantitativo sistemático del vocabulario sociopolítico.) 13 co de la cultura por parte de los historiadores, superior a estudios como los de
Por otro lado, hay grados de clase. Como dice Theodore Shanin, 1" el cam- la «cultura de la pobreza» que llevan a cabo los antropólogos, aunque no
pesinado de El dieciocho brumario de Marx es una «clase de baja condición sin la influencia de sus métodos y su experiencia de precursores. Más que
de clase», mientras que el proldtariado de Marx es una clase de «condición de estudios de un conjunto de creencias e ideas, persistentes o no -aunque
clase» muy alta, quizá máxima. Hay problemas relacionados con la homoge- esos asuntos han dado origen a muchos pensamientos valiosos, por ejemplo,
neidad o la heterogeneidad de las clases; o lo que tal vez venga a ser lo mis- por parte de Alphonse Dupront-, 15 han sido estudios de ideas en acción
mo, con su definición en relación con otros grupos y sus divisiones y estra- y, más específicamente, en situaciones de tensiones y crisis sociales, como en

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100 SOBRE LA HISTORIA HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 101

El gran pánico de 1789, de Georges Lefebvre, que ha inspirado tantas obras también _se concentran en los f~nómen<:?§..l'J~"-~-l!lJ'_l~l_l~~~J?~E~~fl-~i?.~~~-e_s~u­
posteriores. La naturaleza de las fuentes para tal estudio raras veces ha per- la vez -y esta no es la menor de sus ventajas- que normalmente
d__Í9sO_,____il.
mitido que el historiador se limitase a un simple estudio y una simple ex- 111 t¡_Wplican nuestra documentación sobre ellQ.S_:Veamos un ejemplo sencillo:
posición fáctica. Desde el principio se ha visto obligado a construir mode- ¿~~1ánto menos sabríamos sobre las ideas de los que normalmente no se ex-
los, esto es, utilizar sus datos parciales y dispersos para formar sistemas presan por escrito si no fuese por la extraordinaria explosión de elocuencia
coherentes, sin los cuales serían poco más que anecdóticos. El criterio de ta- que tan característica es de los períodos revolucionarios y de la que dan testi-
les modelos es o debería ser que sus componentes encajen unos con otros y monio las montañas de panfletos, cartas, artículos y discursos, por no hablar
proporcionen una guía tanto de la naturaleza de la acción colectiva en situa- del gran número de informes policiales, declaraciones ante los tribunales
ciones sociales que puedan especificarse como de sus límites. 16 Puede que e investigaciones generales? Hasta qué punto puede ser fructífero el estudio
uno de ellos sea el concepto de la «economía moral» de la Inglaterra prein- de las grandes revoluciones y, sobre todo, de las revoluciones bien documen-
dustrial que propone Edward Thompson; mi propio análisis del bandidaje tadas lo demuestra la historiografía de la Revolución francesa, que tal vez ha
social ha tratado de basarse en otro. sido estudiada durante más tiempo y de modo más intensivo-que cualquier otro
En la medi_ga en g~estos sist~lllitL<i~.,SJ;S;~llfll!§....Y_ªfCióJL§..On Q~ntr@.en período de igual brevedad, sin que los resultados disminuyan de forma visi-
imágenes de la sociedad en su conjunto (que pueden ser, al presentarse la ble. Ha sido, y sigue siendo, un labo~atorio cas!__Qerfecto para e!__h_istQ.riª-.dor. 1:______ _
ocasión, imágenes que buscan o bien su permanencia o su transformación), El peligro de este tipo de estudio radica ~ll.!.i!J~Q!.::l.SL<?_!!__sl5E__a}~lar_~l__f~nó­
y en la medida en que éstas corresponden a ciertos aspectos de su verdadera meno de la crisis declarada del conte.?'J:2.J.!!~~~!_11Eli()___g~-~~--~2gj~<:[-~~-_que
realidad, nos acercan más al núcleo de nuestra tarea.
- --···-------~--- .--1
En la medida en que los _yive_y_n____J>roceso de transformación. Este peligro puede ser especialmente
mejores de estos análisis-señan ocupáao de socieélades tradicionales o con- grande cuando nos embarcamos en estudios comparados, sobre todo cuando
suetudinarias, aunque a veces éstas se hallaban bajo los efectos de la trans- nos mueve el deseo de resolver problemas (por ejemplo, cómo hacer o parar
formación social, su alcance ha sido más limitado. Durante un período que revoluciones), lo cual no es un planteamiento muy fructífero en sociología ni
se caracteriza por cambios constantes, rápidos y fundamentales, así como por en historia social. Lo que, pongamos por caso, unos motines tienen en común
una complejidad que coloca a la sociedad mucho más allá de la experiencia con otros (por ejemplo, la «violencia») puede ser trivial. Hasta puede ser ilu-
del individuo o incluso de su comprensión conceptual, los modelos que pue- sorio, en la medida en que quizá impongamos un criterio anacrónico -jurí-
den obtenerse de la historia de la cultura tienen probablemente un contacto dico, político o de otro tipo- a los fenómenos, cosa que están aprendiendo
cada vez menor con las realidades sociales. Hasta es posible que dejen de ser a evitar los estudiosos históricos de la delincuencia. Lo mismo puede o no
muy útiles para construir la pauta de aspiración de la sociedad moderna puede decirse de las revoluciones. Soy el último en desear poner freno al in-
(«como debería ser la sociedad»). Porque el can:bio básicoJ~I~9-~~!~5?.P_~E. la terés por estas cuestiones, ya que les he dedicado mucho tiempo como pro-
revolución industrial en el campo del pensamiento social ha consistidoen co- fesional. Sin embargo, cuando las estudiamos deberíamos definir claramente
füc~y~-~~S!?_~E_i!_s!Eq~~~~~~~~~~s~~ª§:~~~~r:Ef~gre-~.!E~~~Q~Üú1~l~~-~j~l1vos el propósito exacto de nuestro interés. Si estriba en las grandes transforma-
que sólo pueden especificarse como proceso en el lugar que ocupaba un sis- ciones de la sociedad, puede darse la paradoja de que nos encontremos con
- ·---~---·---:¡;::r·--------·--·cr·------------~~---------------· ------ ··-- ·
~!!1-~Q~~_(ld~--~11-~!.~.!!P.~~sto____!J:!!.l:.~~--<?.l_l_permarl_~_n t~. _el_ Cl!<ll. P1l~clt:. ciescn- que el valor de nuestro estudio de la revolución misma está en proporción in-
bírse_o il~~tr~_r:~e-~_ll}ÉQllirl__q__s__5;1~•. ~:!gyrl_J11Qdelo sg_cjgt!f9!lcre_tg 1__ngrJT!almente versa a nuestra concentración en el breve momento de confÍicto. Hay cosas
sacaq?_.9~LP.~S,:lcl.9 1 reaJo im_(l,gip~iQ. Las culturas del pasado medían su pro- en la Revolución rusa, o en la historia humana, que sólo pueden descubrirse
pia sociedad comparándola con tales modelos específicos; las culturas del si nos concentramos en el período que va de marzo a noviembre de 1917 o
presente sólo pueden medirlas comparándolas con las posibilidades. Con todo, en la subsiguiente guerra civil; pero hay otras cuestiones que no pueden salir
la historia de las «mentalidades» ha sido útil para introducir en la historia de semejante estudio concentrado de breves períodos de crisis, por más que
algo análogo a la disciplina de los antropólogos sociales, y su utilidad dista sean dramáticos y significativos.
mucho de estar agotada. En cambio,Jas revoluciones y parecidos temas de estudio (incluidos los
Pienso que El!.!!!idad_ de lo~_ numerosos estudios de csmQtcto§._s()ciªles, movimientos sociales) nQrmalmente pueden integrarseenuñ-campo más am-
de motines a revoluciones, requiere una evaluación más detenida. La razón plio que no sólo se presta~ª--~CO!!!J?fe!2§i9n-e@:~i1sfu'~~"-ª~J~~i~tructuray la
por IaciiararfaennosiñveSffgaaores-aintoyés-óovia"Nocaoe duda de que dinámica social, sino 3:?e la reguiere: las transformaciones sociales corto a
siempre ponen de manifiesto a~ectoscmciales de la_estmctura social porque p~~2.___g_~e se:e_xit::.r.~IE~~ti!!:~Lclasii~III:'~:§Qi§~~~Tei'q~€_~cii!f~!L@os cuantos
aquí se f!,!_~f..Z(;llLh_~g_ª~1Jfmh~.. -Acfemás;-cTertos-proolemas___ impoii<'mtes no decenios o generaciones, No nos ocupamos de fragmentos cronológicos sa-
pueden estudiarse excepto en tales momentos de erupción, que no sólo hacen -cad"Q~ de- un-contmuo-de crecimiento o avance, sino de períodos históricos
aflorar a la superficie tantas cosas que normalmente están latentes, sino que relativamente breves durante los cuales la sociedad se reorienta y transforma,
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102 SOBRE LA HISTORIA HISTORIA SOCIAL E HISTORIA DE LA SOCIEDAD 103

como la misma expresión «revolución industrial» da a entender. (Por supues- sociología política. El proyecto titulado «Centre Formation, Nation-Building
to. tales períodos pueden incluir grandes revoluciones políticas, pero éstas no and Cultural Diversity» que dirigen Stein Rokkan, Eric Allardt y otros pro-
pueden delimitarlos cronológicamente.) La popularidad de términos históri- porciona algunos planteamientos muy interesantes. 20
camente tan imprecisos como «modernización» o «industrialización» indica La .. «naci_2n», in~m.S?.lÜ.§!Q[lf9_s\_y_JQLJ.Íltim.9.LQ..Qgj_yJltQ;¡_ªñº,s, __~;vy.<Jjn- }
cierta conciencia de tales fenómenos.
n~~.,~~!?~~.anci~prá~ca_E_<2,~~.E5?5:~~~Ei2~.!:~t~l~E!~~-vari~~.~~~S.tio­
Las dificultades de semejante empresa son enormes, lo cual es tal vez la í1-es cru~~q_e la ~Ee la so~5!~<h.por eje!!2J?_J.~L~!.SE!PJ2.i2 ..e.l!:l.ª,$_§.f,<!,l_a
causa de que todavía no existan estudios aceptables de las revoluciones in- "(fe las sociedades, la transformación de sistemas sociales pluralistas y vincu-
dustriales de los siglos xvm-xrx como procesos sociales en ninguno de los 1:íéíOSTr1cfirectamente en sistemas unitarios con vínculos directos (o la fusión
países donde tuvieron lugar, aunque disponemos ahora de una o dos obras de varias sociedades pequeñas preexistentes en un sistema social mayor), los
excelentes de alcance regional y local como, por ejemplo, la de Rudolf Braun factores que determinan los límites de un sistema social (como los territoria-
sobre la campiña de Zurich y la de John Foster sobre Oldham a comienzos les-políticos) y otros de igual importancia. ¿Hasta qué punto estos límites los
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del siglo XIX. Tal vez en la actualidad un planteamiento posible de tales fe- imponen objetivamente ios requisitos del desarrollo económico, que hacen
nómenos pueda sacarse no sólo de la historia económica (que ha inspirado necesario, como lugar de, por ejemplo, la economía industrial de tipo deci-
estudios de la revolución industrial), sino de las ciencias políticas. Como es monónico un estado territorial de tamaño mínimo o máximo en determinadas
natural, los que trabajan en el campo de la prehistoria y la historia de la li- circunstancias? 21 ¿Hasta qué punto estos requisitos significan automáticamen-
beración de las colonias se han visto obligados a hacer frente a tales pro- te no sólo el debilitamiento y la destrucción de anteriores estructuras socia-_
blemas, aunque quizá con una perspectiva demasiado política, y los estudios les, sino también grados especiales de simplificación, estandarización y cen-
africanos han resultado especialmente fructíferos, aunque cabe señalar inten- tralización: esto es, vínculos directos y cada vez más exclusivos entre el
tos recientes de hacer extensivo este planteamiento a la India. 19 Por consi- «centro» y la «periferia» (o, mejor dicho, «arriba» y «abajo»)? ¿Hasta qué
guiente, las ciencias políticas y la sociología política que se ocupan de la mo- punto es la «nación» un intento de llenar el vacío que dejó el desmantela-
dernización de las sociedades coloniales pueden proporcionarnos un poco de/ miento de anteriores estructuras comunitarias y sociales inventando algo que
ayuda útil. podría funcionar como comunidad o sociedad percibida conscientemente
La ventaja analítica de la situación colonial (y con ello me refiero a las o producir sustitutos simbólicos de la misma? (El concepto del «estado-na-
colonias oficiales adquiridas mediante conquista y administradas directa- ción» podría combinar entonces estas circunstancias objetivas y subjetivas.)
mente) estriba en que en este caso toda una sociedad o grupo ele sociedades Las situaciones coloniales y ex coloniales no son necesariamente bases
se define claramente por medio del contraste con una fuerza exterior, y sus más apropiadas que la historia europea para investigar esta serie de interro-
diversos movimientos y cambios internos, así corno sus reacciones a los efec- gantes, pero a falta de obras serias de los historiadores de la Europa de los
tos incontrolables y rápidos de esta fuerza, pueden observarse y analizarse siglos XIX y xx, que hasta ahora -marxistas incluidos- se han sentido
en conjunto. Ciertas fuerzas que en otras sociedades son internas o actúan en bastante.desconcertados por ella, parece probable que la historia afroasiática
una interacción gradual y compleja con elementos internos de la sociedad reciente constituya el punto ele partida más oportuno.
pueden considerarse aquí, para efectos prácticos y a corto plazo, totalmente
externas, lo cual es muy útil desde el punto de vista analítico. (No pasaremos
por alto, desde luego, las deformaciones de las sociedades coloniales - a V
causa, por ejemplo, del truncamiento de su economía y su jerarquía social-
que también son fruto de la colonización, pero el interés de la situación colo- ¿Hasta qué punto la investigación de años recientes nos ha hecho avanzar
nial no depende del supuesto de que la sociedad colonial es una copia exacta por el camino que lleva a una historia de la sociedad? Permítanme que ponga
de la no colonial.) las cartas boca arriba. No puedo señalar ninguna obra sola que sea ejemplo
Hay tal vez una ventaja más específica. l]na pr~Q~,t}paci2E_!undam~I1tal de la historia d9 la so · d a la que creo que deberíamos aspirar. En La so-/
d~<2~9 u e tr~<t1~n..~ll.~~~g;_,c.<tmR2Jl<.L§iQQ__tD na~i2E.~li~p_cu:.J~..-~-'?E.~E.uc­ ciedad feudal, Marc loch1 nos ha dado una obra magistral, de hecho, ejem-
ción de naciones y en este caso..l~.~itu~j?n <.;()lon!~!J2.~~9~~P.!~EC::i~n-~;:_~a plar, sobre ia natur le~"'de la estructura social, incluida la consideración
aproxímacwn más estrecha al modelo general. Aunque los historiadores ape- tanto de cie1to tipo de sociedad como de sus variantes reales y posibles, ilu-
nas han tratado de abordi1fio-aiE1;~ercom¡:¡J9_C>....QS?_fillis'Ü!l~.!lQ!Ull·!~~!ZU~Q.en minada por el método comparativo, aunque no voy a)aabl{lr ahora de los pe-
denominarse nacionales/nacionalistas es clar:a¡n~ntJ~ ..cmciaLp.ara.entenderla ligros y las virtudes, mucho mayores, de la misma.{Marx 'ha esbozado para
e:;tru~~ra yJ~Ei~~!ilicj~~¿J¿tlf~-e~)-~~-~riLu~~i~!.Ü'!L.)1••ª~LhªJ!~g(ldo. a reco- . l b ., l.
nosotros -o nos permite que nos o es ocernos nosotroíHmsmos- un mo-
nocerlo parte de la labor más interesante que se ha hecho en el campo de la delo de la tipología y la transformación y la evolución históricas a largo

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104 SOBRE LA HISTORIA

plazo de las sociedades que sigue siendo inmensamente convincente y casi


tan adelantado a su tiempo como fueron los Prolegómenos de Ibn Jaldún,
cuyo propio modelo, basado en la interacción de diferentes tipos de socieda-
des, también ha sido fructífero, por supuesto, especialmente en la prehistoria,
la historia antigua y la historia oriental. (Pienso en los difuntos Gordon Childe
y Owen Lattimore.) Recientemente ha habido avances importantes en el es-
tudio de ciertos tipos de sociedad, en especial los que se basan en la escla-
vitud en América (las sociedades esclavistas de la Antigüedad parecen estar
en retroceso) y los que se basan en un numeroso conjunto de cultivadores
campesinos. En cambio, los intentos de traducir una historia social exhausti-
va en una síntesis popular que se han hecho hasta ahora me parecen o bien
relativamente fallidos o, con todos sus grandes méritos -el menor de los
cuales no es la capacidad de estimular-, esquemáticos y tentativos. La his-/
toria de la sociedad todavía se está construyendo. En el presente ensayo he
tratado de sugerir algunos de sus problemas, evaluar parte de su práctica y,
de paso, señalar algunos problemas que podrían beneficiarse de una investi-
gación más concentrada. Pero sería un error concluir el ensayo sin señalar y
dar la bienvenida al notable florecimiento que se registra en este campo. Es un
buen momento para ser historiador social. Incluso los que en un principio
no nos propusimos ostentar dicho título, hoy no queremos renunciar a él.

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