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Para entender la circunstancia y la condición humana se requiere una sensibilidad

aparte, un sentido diferente, una capacidad analítica mucho muy fina y la


habilidad de empatía para poder ver, oír, sentir y entender al otro…

Ser intérprete del sentir del otro, de la emoción del otro, es un talento
infrecuente y a la vez indispensable para hacer la difícil labor de ser “traductor
del hombre por el hombre”.

Intentos por “tecnificar” y “mecanizar” este talento humano hay muchos, pero
sólo son eso intentos; ya que lo humano del vínculo “persona-persona” es
insustituible… es inimitable, como inimitable es la vida.

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías el conocimiento se ha


endiosado y pretende “predecir” lo humano, tratando de presentarse este
conocimiento como la “respuesta a todo” y como la explicación “total” del factor
humano…

Olvidándose por un momento que siempre hay y habrá un eterno retorno al


origen de la circunstancia humana, entendida sólo y sólo por otro ser humano.

La compañía que se requiere y la atención y escucha para viajar con el otro en


su interior requiere de valor y compromiso; valor para sobrellevar lo ajeno,
además de lo propio y compromiso para estar en el viaje del otro en el recorrido
de sus propios infiernos.

Oirán de todo, verán de todo, sentirán de todo y aún así, su talento y


habilidad Natural los mantendrá íntegros y dispuestos, por que su labor es “el”
sentido de su vida.

Gozarán en muchas ocasiones de un desprecio nacido de la ignorancia y de los


miedos Del otro, y aun así, su vocación, su misión y su ética personal y
profesional serán los elementos de su pasión por los demás.

Olvidarán todos los días las grandes resistencias de la gente y saldrán a la


calle a seguir siendo fieles intérpretes de lo más esencialmente humano: los
sentimientos.

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