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MODELO DE ESCRITO DE DEMANDA

I. OBJETO

(…)

I.1. Legitimados pasivos (art. 175, inc. 2, CPCC)

Vengo por la presente a iniciar formal demanda de daños y


perjuicios en contra de: a) ……, DNI ……., domiciliado en ……, en su
calidad de progenitor no reconociente.

I.2. Monto del reclamo (art. 175 inc. 3 CPCC)

El MONTO TOTAL DEL RECLAMO INDEMNIZATORIO incoado


asciende a la suma de …......… ($........) o lo que en más o menos
resulte de la prueba a rendirse, todo ello con más los intereses
hasta la fecha de su efectivo pago, sumas adicionables por
actualización monetaria (conforme expreso más abajo), costas y
honorarios, incluido el art. 104, inc 5°, de la ley de la provincia de
Córdoba 9459.

I.3. Provisoriedad del reclamo

Hago presente que la cuantificación que antecede constituye tan


sólo una estimación provisoria de mi pretensión, practicada al solo
efecto de satisfacer las exigencias que se derivan del art. 175,
inc. 3°, del C.P.C. Cba., más en modo alguno puede interpretarse
que es ésa, y no otra, la suma que necesariamente deberá ser
objeto de condena. Por el contrario, anticipo que pretendo la suma
que antecede o aquella mayor o menor, que refleje fielmente la
entidad de los perjuicios sufridos, conforme a la prueba que
aportaré a la causa.

Comentario:

a) El abogado del niño: en virtud de los principios emergentes de


la Convención sobre los Derechos del Niño y de la ley 26.061, es
posible que, conforme a la capacidad o autonomía progresiva
(art. 26, CCyC), el damnificado comparezca al proceso representado
por el “abogado del niño” (art. 47, ley 26061), con independencia
de la actuación de quien tenga a su cargo la responsabilidad
parental (art. 638 y ss., CCyC).

b) La intervención activa del los niños, niñas y adolescentes. El


art. 2.b de la ley 26.061, establece el derecho de las niñas, niños y
adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta. En
igual sentido ha sido receptado por el art. 639, inc. c del CCyC. La
Corte Interamericana ha precisado el contenido del tal derecho en
los casos “Gelman c. Uruguay”, sentencia de fecha 24/2/2011,
“Atala Riffo y Niñas c. Chile”, sentencia de fecha 24/2/2012,
“Forneron e hija c. Argentina”, sentencia de fecha 27/4/2012,
“Furlan y Familiares c. Argentina”, de fecha 31/8/2012, “Familia
Pacheco Tineo c. Bolivia” sentencia de fecha 25/11/2013. De ello se
sigue que deberá ser analizado, bien por el abogado del niño o por
su representante legal, la conveniencia de citar al niño ante lo
estrados para que sea oído y se le dé la debida intervención activa
en los procesos que le atañen.

c) Plazo razonable. La CIDH resolvió, en una causa en contra del


Estado argentino por daños y perjuicios, que las autoridades
judiciales deben garantizar la pronta resolución y ejecución de los
procedimientos de los que penda el reconocimiento de los
derechos de personas vulnerables, como los niños con discapacidad
(CIDH, “Furlan y Familiares c. Argentina”, sentencia del 31/8/2012,
Serie C nro. 246, caso ante la CIDH 12539).

d) Legitimación pasiva. Puede demandarse al presunto padre o,


cuando éste hubiera fallecido, a sus herederos (STJ, Corrientes,
5/3/2014, “S., J. C. c. M. A. M., M. P.R. s/y/o sucesores y/o
legatarios de A. M. M. s/ordinario”, ED 14/5/2014, 6, LLLitoral 2014
(agosto), 730 con nota de Adriana Moró, DJ del 17/9/2014, 40,
LL AR/JUR/1480/2014).

II. ANTECEDENTES

(…)

Con fecha …. nací en el Hospital ……

Mi partida de nacimiento sólo se integró el vínculo materno - filial


ya que mi padre no me reconoció al momento de la inscripción.

Con fecha ….., mi madre Sra ……, le informó al demandado que


había dado a luz a un hijo (el compareciente), que contaba a la
fecha con 3 años de edad.

En ese momento, el Sr. ……, negó toda vinculación sentimental o


amorosa con la Sra. …….. (mi madre) y también rechazó la existencia
de un hijo extramatrimonial.

Dada la actitud renuente del mi progenitor a los diversos


llamados, mensajes y comunicación que tanto mi madre como el
suscripto intentamos mantener, es que me vi en la necesidad de
emplazarlo para que comparezca el día ….. a la Clínica ….., para la
realización de una prueba de ADN y, de esta manera, despejar
cualquier duda que pudiera existir sobre la filiación.

En dicha oportunidad, el demandado, Sr……., no compareció ni


brindó causa justificada de su inasistencia.

Por ello, con fecha ….. debí iniciar la acción de reclamación de


filiación extramatrimonial con el objeto de emplazar al Sr. …...., en
su calidad de progenitor. Tal acción se llevó adelante ante el Juzgado
de Familia de …., caratulada “……”.

Al contestar la demanda, el Sr. …. expresó: “Debo reconocer a V.S.


que esta demanda me ha llenado de sorpresa y estupor. No conozco
a la actora. Sí puedo afirmar que no tuve relaciones sentimentales
de ninguna naturaleza con nadie en las épocas referenciadas —
excluidas las matrimoniales— siendo por ello imposible que se me
pueda adjudicar la paternidad imputada” y agregó: “En tren de
encontrar una explicación a esta aventura judicial la veo en la
especulación de extorsionar al suscripto, un provinciano casado, tal
vez predispuesto al arreglo si tuviera algo que ocultar, antes de que
ventile la cuestión en su hogar y además soportar los ingentes
costos de un proceso judicial...”.

En el proceso de reclamación de filiación extramatrimonial, el Sr.


….., se negó en una primera oportunidad a la realización de la
prueba de ADN y luego concurrió a cumplimentarla, arrojando ésta
un grado de certeza mayor al 99,99 % compatibles con la existencia
de vínculo de filiación entre el padre alegado O. A. P. y el menor C.
F., obteniendo una probabilidad de paternidad de 99,999995%.
En esa línea, el Juzgado de Familia dictó la sent. nro. …. a través de
la cual resolvió hacer lugar a la demanda y emplazar al Sr. …., en su
calidad de progenitor de ……

A lo largo de 10 años me ví en la necesidad de acercarme,


emplazarlo a realizar la prueba de ADN, iniciar un proceso judicial,
demostrando mi padre una conducta totalmente expulsiva de mis
intentos.

Además, durante toda mi vida (hasta la sentencia en el juicio de


filiación), me faltó el apoyo económico y espiritual de mi padre,
privándome de mejor pasar.

La conducta del Sr …., quien, anoticiado de la existencia de un


hijo, se negó injustificadamente a reconocerme y dilató
infundadamente el proceso judicial y la realización de la prueba de
ADN.

En virtud de lo expuesto, solicito que se haga lugar a la demanda


de daños y perjuicios, conforme al fundamento, rubros y montos
que detallo a continuación.

Comentario:

a) El emplazamiento paterno-filial: la sentencia por la cual se


determina la relación paterno-filial es relevante porque define dos
aspectos: a) la legitimación, es decir, el hijo emplazado puede
reclamar los daños sufridos por la falta de reconocimiento
voluntario y oportuno; b) el inicio del cómputo de la prescripción,
que principia con la sentencia que concreta el emplazamiento de
estado, que constituye el presupuesto necesario para el progreso
del resarcimiento.

b) Con respecto al progenitor: Deviene fundamental relatar que el


padre tenía conocimiento del nacimiento de su hijo y que, pese a
ello, no lo reconoció voluntariamente. Asimismo, también deben
describirse aquellas conductas del progenitor tendientes a evitar el
emplazamiento filial, es decir, los comportamientos obstructivos del
mismo, antes y durante el proceso. Podrá tenerse en cuenta: a) la
falta de interés del padre al momento del anoticiamiento de la
existencia del hijo; b) el rechazo o negativa para efectuarse una
prueba biológica antes del inicio del proceso; c) la necesidad de
recurrir a la instancia judicial a los fines del emplazamiento filial; d)
la negativa puntual y específica a la hora de contestar la demanda;
e) la conducta obstruccionista y dilatoria a lo largo del proceso; f) la
inasistencia a la realización de la prueba de ADN; g) la no asunción
del costo de la prueba biológica; h) la necesidad de obtención
compulsiva de muestras para efectuar la prueba biológica o bien la
aplicación de la presunción contenida en el art. 4 de la ley 23.511
(art. 579, CCyC); i) el rechazo a la vinculación luego de la sentencia
que determina el emplazamiento de la relación paterno filial.

c) Con respecto al hijo: Debe efectuarse un abordaje fáctico


acerca de la manera que impacta la falta de reconocimiento sobre
el hijo, esto es, cómo se altera su identidad estática y dinámica,
para justificar la entidad cualitativa y cuantía de los daños. La falta
de reconocimiento oportuno por el padre, al tiempo del nacimiento
y la admisión de la acción filial, apareja el cambio del apellido, de
modo que el hijo se ve obligado a enfrentar la modificación de su
identidad dinámica en su entorno social.

III. PRESUPUESTOS DE RESPONSABILIDAD

Comentario: Debe ponderarse la siguiente normativa: art. 7 y 8


de la Convención sobre los Derechos del Niño, arts. 14 bis, 19, 33 y
75 inc. 22 de la CN y la ley 26.061. Principios: interés superior del
niño y verdad biológica.

a) Interés superior del Niño, Niña o Adolescente

La primacía del interés del menor, o del NNA, se sobrepone al


interés de todos, como resultado de que ese interés del NNA se
emplaza como prioridad en toda cuestión a decidir sobre los sujetos
de derecho que son los NNA. No sólo es un interés superior en
referencia a otros intereses en juego, sino que además, es el mejor
interés del NNA (Lloveras, Nora, El interés superior del niño, En: El
interés superior del niño. Visión jurisprudencial y aportes
doctrinarios, Tagle de Ferreira, Graciela, Directora, Nuevo enfoque
Jurídico, Córdoba, 2009, ps. 213 y ss.).

Este interés del NNA que está “primero”, además es el “mejor”


interés que le corresponde a la vida del NNA de que se trate,
conforme a todas las circunstancias singulares que rodean su vida:
por eso está “primero”, antes que otros intereses, y es “superior”
porque es el mejor interés para la protección y desarrollo de su
vida.

La ley argentina 26.061 entiende por interés superior de la NNA la


máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y
garantías reconocidos en esta ley, consignando como pautas
principales, su condición de sujetos de derecho; su derecho a ser
oídos y que su opinión sea tenida en cuenta; el respeto al pleno
desarrollo personal de sus derechos en su medio familiar, social y
cultural; su edad, grado de madurez, capacidad de discernimiento y
demás condiciones personales; su “centro de vida” como el lugar en
el que NNA hubieran transcurrido en condiciones legítimas la mayor
parte de su existencia.

El interés superior de los NNA debe ser un principio rector que


campea todas las instituciones del derecho, marcando el norte a los
operadores jurídicos que deban tomar decisiones que involucren a
los niños y, precisamente, la reparación integral es un instituto cuya
esencia es el interés de los NNA por cuanto su finalidad es
restablecer el equilibrio con motivo del hecho dañoso.

Comentario: Es trascendental incorporar en la demanda el


abordaje del interés superior del niño como pauta valorativa central
a la hora de la toma de decisiones por parte de los operadores
jurídicos.

b) Competencia

Debe tenerse en cuenta el art. 581 del CCyC a los fines de la


determinación de la competencia cuando las acciones de filiación
sean ejercidas por personas menores de edad o con capacidad
restringida, supuestos en los cuales es competente el juez del lugar
donde el actor tiene su centro de vida o el del domicilio del
demandado a elección del actor.

Ello puede incidir en la competencia para entablar la acción de


daños y perjuicios cuando se susciten conjuntamente.

Se encuentran satisfechos todos los presupuestos de la


responsabilidad civil:
1. Fundamento de la responsabilidad (antijuridicidad y factor de
atribución)

1.1. Antijuridicidad

La conducta antijurídica del Sr. …., se avizora toda vez que,


conociendo de la existencia de un hijo, no sólo mantuvo una
notoria inacción para el descubrimiento de la verdad biológica, sino
que su conducta obstructiva me obligó a emplazarlo
extrajudicialmente e iniciar un proceso judicial tendiente a declarar
el vínculo filial.

La jurisprudencia entendió que “Como es sabido el


reconocimiento de un hijo es un acto voluntario y unilateral, es
decir, dicho acto depende de la iniciativa del progenitor que
reconoce y no de la aceptación del hijo. No obstante, ante la
omisión del reconocimiento paterno, el hijo cuenta con una acción
para obtener el emplazamiento en el estado de familia que le
corresponde. Asimismo, el art. 3296 bis del Cód. Civil priva del
derecho sucesorio al padre que no hubiere reconocido
voluntariamente al hijo durante la menor edad. De allí, que como se
ha dicho el hijo tiene un interés subjetivo, jurídicamente tutelado
cuya violación representa una actitud ilícita; es decir, resulta
indudable el derecho que desde su nacimiento tiene a ser
reconocido por su padre, para, de ese modo, obtener
emplazamiento en el estado de familia que le corresponde; y
consecuencia de ello es que se hallan tutelados los derechos
extrapatrimoniales del menor vinculados a su emplazamiento en el
estado de hijo; por tanto, la violación de estos derechos permite
accionar por resarcimiento del daño moral sufrido (voto Bossert, en
C. Nac. Civ., sala F, octubre 19.989, en LA LEY, 1990-A, 2). La ilicitud
nace en el momento en el cual quien debe reconocer, no lo hace,
en algunos casos será cuando se anoticie del embarazo o del
nacimiento. Salvo las relaciones ocasionales, se ha considerado que
existe en cabeza de quienes mantienen relaciones sexuales el
derecho- deber de informarse respecto de la posible consecuencia
procreacional de la relación sexual” (CNCiv., sala K, 14/6/2013, “O.
E., M. y otro c. P., A. O. s/daños y perjuicios. Ordinario”, SJA
16/10/2013, 79 SJA 16/10/2013 - 79 JA 2013-IV JA 2013- IV).

Comentario: En punto a la antijuridicidad debe describirse


pormenorizadamente la conducta ilícita del padre, consistente en
no reconocer a su hijo conociendo que lo es, así como las conductas
obstructivas antes y durante el proceso judicial en el cual se decide
la acción de reclamación de filiación en los que está determinada
sólo la maternidad (vgr. no someterse a la prueba de ADN). En
definitiva, la conducta antijurídica es la falta de reconocimiento
voluntario, que exige el conocimiento efectivo del nacimiento del
hijo.

1.2. Factor de atribución

En el presente caso nos encontramos frente a una conducta


intencional del progenitor, consistente en no reconocer
voluntariamente a su hijo una vez anoticiado de la existencia del
mismo. Por lo tanto, debe reprocharse al progenitor un obrar
culposo o bien doloso, que lo hace pasible de responsabilidad civil.

Expresó la jurisprudencia que “Normalmente un hombre que se


entera que su pareja o ex pareja —con la que ha mantenido
relaciones íntimas— ha quedado embarazada, intentará saber si
puede ser el padre de ese hijo (cf. C.N.Civ., sala I, “A., N.B. c. S., A.A.”
del 13/2/2003, en El Derecho, t. 203, p. 573). Aun cuando se
admitiere que era razonable que se le presentasen dudas, debería
haber arbitrado los medios para despejarlas (cf. Solari, “Reparación
por daños por la omisión del reconocimiento voluntario del hijo”, en
LLBA 2006 (abril), p. 1306)” (C. Nac. Civ., sala G, 19/9/2011, en
autos “G., I. G. c. Z., M.”).

La jurisprudencia apunta que “se trata en definitiva de la


responsabilidad derivada del factor subjetivo en tanto el progenitor
omitió intencionalmente el reconocimiento voluntario,
sustrayéndose al deber jurídico respectivo … el reproche
corresponde hacerlo al demandado, quien sabiendo que existía una
posibilidad cierta de que ese niño fuera su hijo no hizo nada al
respecto hasta después de muchos años. Incluso la madre debió
iniciar la acción de reclamación de la paternidad extramatrimonial
para, después de la prueba genética, lograr el reconocimiento
paterno mediante la sentencia que así lo declaró” (CNCiv., sala K,
14/6/2013, “O. E., M. y otro c. P., A. O. s/daños y perjuicios.
Ordinario”, SJA 16/10/2013, 79 SJA 16/10/2013 - 79 JA 2013-IV JA
2013- IV).

Sobre el valor que cabe asignarle a la conducta obstruccionista


del padre durante el procedimiento de filiación en el cual se
reclama una indemnización por daño moral a favor de la hija, la
jurisprudencia sostuvo: “... no desconozco que gran parte de la
doctrina y jurisprudencia estiman, que la negativa indicada (como
en el caso) no puede fundar, por si sola, una sentencia que
reconozca la paternidad, pero en el caso, debe analizarse esa
postura conforme a nuestro derecho procesal positivo, y además la
misma no es unánime ya que existe otra corriente que sostiene:
“Frente a la negativa a someterse a la pericia ordenada,
corresponde acoger la demanda de filiación, sin perjuicio de que el
demandado pueda demostrar la falta de nexo biológico. Es decir, se
produciría en el caso una inversión de la carga de la prueba. Se
asimilaría esta hipótesis a una confesión ficta que constituye plena
prueba en ausencia de otros elementos que la contradigan
(art. 417, Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación) también se podría
aplicar en forma analógica el art. 356 del Cód. de Proc. Civ y Com.
de la Nación, cuando establece que en la contestación de
demanda, el silencio o las respuestas evasivas pueden estimarse
como reconocimiento de la verdad de los hechos pertinentes. Arazi
señala que el indicio es fuente de presunción y la sentencia puede
fundarse exclusivamente en presunciones cuando hubiere
imposibilidad de obtener otra prueba. En este caso, de la negativa
a someterse a las pruebas se extrae la presunción de que la
paternidad reclamada es cierta, porque el indicio, si bien es único,
es lo suficientemente grave y preciso para formar convicción de la
verdad de la filiación reclamada (art. 163 inc. 5°) En el moderno
derecho procesal ambas partes deben cooperar para la
dilucidación de la verdad. No es suficiente la mera negativa y se
debe valorar como un elemento probatorio las actitudes
procesales de las partes” (Código Civil y normas complementarias,
Alberto Bueres - Elena I. Highton t. 1-B, p. 378/379). Estas ideas
coinciden con los trabajos de Grosman, Cecilia y Arianna, Carlos, en
la LA LEY, 1992-B, 1193, Kielmanovich, en LA LEY, 1988-E, 310, y
fueron acogidas por la Sala M, de la CNCiv., en un fallo publicado
en LA LEY, 1994-A, 77, donde se ventiló un pleito de características
similares al presente… Esta negativa no es el único indicio que
encuentro en la conducta del accionado, sino que su actuación en
el proceso, aún sin contar con esa negativa, demuestra su intención
de impedir el conocimiento de la verdad. En efecto, sin dejar de
considerar que la actora ha sido negligente, porque al menos su
letrado lo fue, al no ofrecer en término las pruebas, demostró
claramente la intención de probar su derecho requiriendo a la
magistrada que ordenara de oficio la prueba perdida. Por el
contrario, el accionado ofreció en término su prueba, la que le fue
proveída, pero sólo produjo un solo testimonio, desistiendo de los
restantes y aún de la prueba confesional. Este desistimiento,
demuestra su desinterés en la búsqueda de la verdad, y delata que
se ha usado del proceso en forma contraria a sus fines. Es que no
puede concebirse al proceso como el campo donde triunfa el más
hábil, con desprecio de los derechos que se encuentran en juego.
Resulta irritante para el imperativo ético que debe primar en la
conducta de las partes, agazaparse y ante la pérdida de la prueba
del contrario, renunciar a la propia, impidiendo así arrimar al juicio
el conocimiento que tenían los terceros sobre los hechos. Esto
hace presumir que se intenta ocultar algo. El proceso no es una
emboscada, la estrategia de defensa de los derechos no puede
ejercerse con olvido de los principios éticos y de la buena fe. Por
otra parte, aparece reñido con elementales normas éticas
pronunciarse en contra de la procedencia de la prueba pericial en
virtud de reglas procesales que estima violadas (que no lo eran) y
luego de que el STJ autoriza la extracción por medio del Cuerpo
Médico Forense, recién en ese momento, negarse” (CApel. Civ.
Com. Lab. y de Paz Letrada de Curuzú Cuatiá, “M., V. D. c. G., E. V.”,
6/5/2005, LLLitoral 2005 (diciembre), 1194 con nota de Néstor E.
Solari, LLLitoral 2005(septiembre), 856, LL AR/JUR/1672/2005).

“Si bien no existe una norma expresa, tanto la jurisprudencia


como la doctrina han aceptado que la omisión del reconocimiento
voluntario del hijo por parte de su progenitor importa un obrar
antijurídico, susceptible de producir un daño, y como consecuencia
de ello, corresponde su reparación, configurándose de esta forma el
primero de los requisitos de procedencia de la acción de daños —
antijuricidad— siendo los restantes el factor de atribución, el daño y
el nexo causal” (Cámara de Familia de Mendoza, “T., M. del C. c. S.
de P.S., J.M. s/filiación”, 2/9/2014, LLGran Cuyo2015 (febrero), 109,
LL AR/JUR/52255/2014)1.

Comentario: El factor de atribución no fue explicitado en el


1 Hechos del caso: La madre de un niño menor de edad demandó a los
herederos del padre persiguiendo el resarcimiento de los daños sufridos por el
niño por la falta de reconocimiento de su filiación. En primera instancia se admitió
el reclamo, que fue confirmado por la Cámara.
Código Civil y Comercial de la Nación, lo que nos lleva al debate
doctrinario y jurisprudencial existente en la materia en punto a
determinar si resulta aplicable el factor objetivo o subjetivo.
Claramente el factor de atribución es subjetivo, consistente en el
obrar culposo o doloso (reprochable) del progenitor al no reconocer
voluntaria y espontáneamente a su hijo, conociendo de su
existencia.

“La prueba de que el padre sabía o debía saber de su paternidad,


torna procedente la reparación del daño moral sufrido por el hijo
no reconocido, pues un obrar de esas características es doloso o
culposo” (CNApel. C., sala C, 17/12/2013, “O. D. L. H., P. y Otro c.
M., G. s/filiación”, LL AR/JUR/105342/2013)2.

a) Factor de atribución subjetivo. Claramente el factor de


atribución es subjetivo, consistente en el obrar culposo o doloso
(reprochable) del progenitor al no reconocer voluntaria y
espontáneamente a su hijo, conociendo de su existencia.

b) Prueba a producir. Tratándose de un factor subjetivo debe


alegarse y acreditarse: b.1) el conocimiento del embarazo o del
nacimiento del hijo; b.2) que el padre se ha negado voluntaria y
deliberadamente a reconocer a su hijo; b.3) en su caso, para invocar
el dolo, que la falta de reconocimiento se debió a una conducta
maliciosa, esto es, con ánimo de causar daño o con manifiesta
indiferencia hacia el resultado lesivo.

2. Nexo causal

(…)

El deber de obrar con prudencia: aplicación del art. 1725 CCyC

El art. 1725 debe aplicarse al supuesto de la falta de


reconocimiento voluntario, oportuno y espontáneo de padre
respecto de su hijo.

Los padres conocen las necesidades de los hijos, su vulnerabilidad


2 La madre de una niña menor de edad que no fue reconocida por su padre,
promovió demanda de filiación y solicitó una reparación en concepto de daño
moral. La demanda fue admitida en primera instancia y confirmada en lo
principal, pero modifica el cómputo de los intereses.
y también de la incapacidad para satisfacerlas por su propia cuenta
atento a su edad y falta de experiencia.

La falta de reconocimiento voluntario del hijo, expone al sujeto


vulnerable (niño, niña o adolescente) a padecer necesidades
insatisfechas. Esa conducta contraría el interés superior, preferente,
prevalente del NNA debe valorarse conforme al art. 1725 del CCyC.

Entonces, los padres deben actuar con previsión, prudencia y


pleno conocimiento de las cosas, ya que, en caso contrario, mayor
será su responsabilidad frente a daños sufridos por los menores.

V. DAÑOS

(…)

Daño emergente

Tratamiento médico futuro (psicoterapéutico)

Se requiere un tratamiento psicológico, a los fines de enfrentar la


etapa esencial de la vida, y que condicionará la formación de la
personalidad del mismo, la cual, sin un tratamiento adecuado,
generaría sentimientos de inseguridad, inferioridad, y falta de
confianza.

La etapa de la niñez, adolescencia y pubertad, son un campo de


batalla de los conflictos que tuvieron lugar en la infancia, y un
escenario donde se desarrollan nuevos cuestionamientos, se inicia
la sexualidad, se identifican con sus pares, se valora su propio
cuerpo, por lo que se torna necesario, una ayuda profesional para
enfrentar tales retos. No son hipotéticas o potenciales las
consecuencias que acarrearía una falta de tratamiento, sino reales y
concretas.

La señalada necesidad de la terapia apunta, obviamente, a los


aspectos reversibles de las afecciones, como así también a los
paliativos de las secuelas no modificables y a la prevención de
ulteriores deterioros (C. Nac. Civ., sala G, 19/9/2011, en autos “G., I.
G. c. Z., M.”).

Se admitió el rubro tratamiento psicológico afirmando que el


tratamiento psicológico apunta a evitar que la dolencia psíquica se
agrave, o en todo caso, a mejorar sus síntomas, pero resultando del
hecho dañoso una incapacidad permanente, no puede asegurarse
su recuperación total (CNCiv., sala K, 14/6/2013, “O. E., M. y otro c.
P., A. O. s/daños y perjuicios. Ordinario”, SJA del 16/10/2013, 79,
SJA del 16/10/2013, 79 JA, 2013-IV, JA, 2013-IV).

Incapacidad sobreviniente (o lucro cesante futuro)

En primer lugar, más allá de que pueda nominarse “incapacidad


laborativa”, puede operar el reencuadramiento jurídico hacia la
“incapacidad vital”, tal como lo hizo el Excmo. TSJ de Córdoba en los
autos “DUTTO ALDO SECUNDINO c. AMERICA YOLANDA CARRANZA
Y OTRO - ORDINARIO - RECURSO DE CASACIÓN (Expte. D-02-07)” en
la sent. nro. 68 de fecha 25/6/2008, en tanto sostuvo que la
incapacidad apreciable patrimonialmente no es sólo la
directamente productiva, sino que también debe apreciarse —
aunque se lo aprecie de manera mediata— el valor material de la
vida humana y de su plenitud.

La C. Nac. Civ., sala G, 19/9/2011, en autos “G., I. G. c. Z., M.”


expresa que cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes
psíquicas de manera permanente, esta incapacidad deber ser
objeto de reparación al margen de que se desempeñe o no una
actividad productiva pues la integridad tiene en sí misma un valor
indemnizable y su lesión afecta diversos aspectos de las
personalidades que hacen al ámbito doméstico, social, cultural y
deportivo con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la
vida (cf. Fallos: 308:1109; 312:752, 2412; 315: 2834; 316: 2774;
318:1715; 320: 1361;321: 1124; 322: 1792, 2002 y 2658; 325:1156;
326:874).

Comentario: En la Provincia de Córdoba, a los fines de la


cuantificación del rubro incapacidad sobreviniente se recurrirá a la
fórmula “Marshall” o abreviada “Las Heras - Requena”, mientras
que en otras jurisdicciones se aplicará, en líneas generales, la
apreciación judicial. En tal sentido, será necesaria una pericial
psiquiátrica a los fines de la determinación del porcentaje de
incapacidad.

Pérdida de chance

Pérdida de chance por carencias experimentadas durante la


niñez y adolescencia a causa de la falta de reconocimiento
paterno: la indemnización en concepto de daño material concedida
a favor del hijo en razón de la falta de reconocimiento espontáneo
de la filiación, tiene por objeto reparar aquellos perjuicios
ocasionados por las carencias experimentadas durante la niñez y
adolescencia que se hubieran evitado de haber percibido una cuota
alimentaria, no así la suma del monto de los alimentos dejados de
percibir (Cám. Apel., Comodoro Rivadavia, S. A, “S., M. G. c. C., H.”,
28/3/2008, La Ley Online; AR/JUR/3898/2008).

Pérdida de chance por imposibilidad de acceso a mejor opción


terapéutica a causa de la falta de reconocimiento paterno: es
procedente otorgar una indemnización en concepto de pérdida de
chance al hijo del demandado, por la falta de reconocimiento
filiatorio de su parte, pues, si bien las necesidades mínimas fueron
cubiertas por la madre, el daño sufrido consiste en la frustrada
posibilidad de que el menor tuviera otra opción terapéutica en el
tratamiento que recibió por una patología auditiva que sufre,
siendo que, en la chance no se repara el beneficio propiamente
dicho que queda postergado, sino que lo que se indemniza es la
posibilidad perdida de haber podido acceder a un tratamiento
médico mejor (CApel. Civ. y Com., Mercedes, Sala III, “G., J c. H. O.
J”, 5/3/2009, La Ley Online; AR/JUR/22100/2009).

Rechazo de pérdida de chance por imposibilidad de acceso a


mejor educación a causa de la falta de reconocimiento paterno: Es
improcedente el pedido de resarcimiento motivado en la pérdida
de la chance que habría sufrido la actora por su imposibilidad de
acceder a una mejor y mayor educación como consecuencia de la
falta de reconocimiento paterno, en tanto no se advierte que éste,
dentro del modesto nivel socioeconómico que evidencia, hubiera
sido capaz de brindarle una mejor instrucción que se tradujera para
ella, de forma eventual pero cierta, en un acrecimiento económico
(CApel. Civ., Com. Lab. y Min., Neuquén, sala I, “F. G. I. c. D. D. R.”,
3/12/2009, La Ley Online; AR/JUR/57798/2009).

Daño moral

La C. Nac. Civ., sala G, en autos “G., I. G. c. Z., M.”, de fecha


19/9/2011, entendió que “la identidad personal es lo que hace que
cada cual sea uno mismo y no otro. Existe, precisamente, un
derecho personalísimo que resguarda aquella identidad y tal
prerrogativa cuenta con soporte constitucional… La falta de
reconocimiento paterno al privarlo de un componente sustancial de
su personalidad afecta evidentemente la identidad del hijo, lo que
ya de por sí conlleva un perjuicio y todo daño injustamente
padecido ha de ser resarcido. … En este sentido reiteradamente se
ha sostenido que la lesión a este derecho personalísimo aquí
vulnerado —aun sin prueba al respecto— permite presumir la
existencia de un perjuicio extrapatrimonial (cf. C.N.Civ., sala D, “A.,
N.B. c. R., J., del 19/12/2002, en El Derecho, t. 205, p. 329; íd., sala
L, “B., O.N. c. M., O.O.”, del 23/12/1994, en La Ley 1995-E, p. 12; íd.,
sala E, “M., V. c. M., V.”, del 12/5/1998, en La Ley 1999-F, p. 8; íd.,
sala I, “U., A.M. c. M., J.O.”, del 19/8/1997, en La Ley 1997-F, p. 478;
íd., sala I, “U., A.M. c. M., J.O.”, del 19/8/1997, en La Ley 1997-F,
p. 478; íd., esta sala, L. 223.313, del 25/8/1997 y L. 557.067, del
14/12/2010; S.C.J. Mendoza, sala I, “DRC c. AMB”, del 24/7/2001,
en La Ley Gran Cuyo 2001, p. 808). No resulta difícil inferir el dolor
que entraña no haber querido ser reconocido por su padre, no
contar con apellido paterno y no haber sido considerado, en el
ámbito de las relaciones humanas, hijo de su progenitor (cf.
C.N.Civ., sala F, “R., E.N. c. M., H.E.”, del 19/10/1989, en La Ley
1990-A, p. 2; Méndez Costa, “Sobre la negativa a someterse a la
pericia hematológica y sobre la responsabilidad civil del progenitor
extramatrimonial no reconociente”, en La Ley 1989-E, p. 563)”.

En este sentido se entendió que “en cuanto al daño moral, éste se


tuvo por acreditado por la sola comisión del hecho antijurídico que
surge de los hechos mismos. Si así no fuera, no habría mayor
esfuerzo probatorio para acreditar lo que es obvio y notorio; el
transitar por la vida sin más apellido que el materno, sin poder
alegar la paternidad, causa en cualquier persona un daño psíquico
marcado. Tanto más, debe pensarse, en un caso como el que nos
ocupa, en que la menor accionante tiene ya 19 años, vale decir, que
se encuentra en una etapa, como la adolescencia, que se
caracteriza por la extremada susceptibilidad, sensibilidad
enmarcada en el plano de los pensamientos, necesidad de
reconocimiento y afecto, cuestionamiento de la propia personalidad
e inseguridad en todos los campos, al punto de sentir
desprotección, desvalimiento aún cuando no es real, y tanto más
cuanto si hay razón para sentirlo de tal modo” (CNCiv., sala L,
23/12/1994, ED 62-247)”.

En la misma línea se expresó que “la existencia del daño es


indiscutible con los perfiles predominantes de un daño moral
porque la falta de determinación del estado de hijo lo perturba en
el goce de los derechos que dependen de esa determinación y que
tenga a su favor el correspondiente título, incluyendo el uso del
apellido. Se trata de derechos reconocidos por la Constitución
Nacional que el Pacto de San José de Costa Rica ha venido a
subrayar mediante la mención expresa del derecho humano de la
identidad. Junto a la vida, la intimidad, el honor, la propia imagen,
está la situación jurídica que se ocupa por razón de la filiación y el
nombre que de ella deriva” (CNCiv., sala K, 14/6/2013, “O. E., M. y
otro c. P., A. O. s/daños y perjuicios. Ordinario”, SJA 16/10/2013, 79
SJA 16/10/2013 - 79 JA 2013-IV JA 2013- IV). .

Así lo ha entendido la jurisprudencia: “Lo que se indemniza en


estos casos son las aflicciones, sufrimientos o perturbaciones en los
sentimientos que se derivan de la falta de conocimiento de la
propia identidad, y de no ser considerado en el ámbito de las
relaciones humanas (por ej. en el colegio como hijo de padre
desconocido...”(C. Civ. y Com. Mercedes, sala 1 a, set. 12-2006,
www.abeledoperrot.com). La Corte Sup. Mendoza, sala 1 a, Civ. y
Com. con voto de Kemelmajer de Carlucci consideró entre los daños
derivados de ser hijo de madre soltera: daño a la vida de relación
sufrido por llevar el sello de la ilegitimidad: Desventaja frente a los
compañeros de colegio y otras amistades o minusvalía social. Daño
por el desamparo producido por la carencias de una figura paterna
cierta y responsable, que no puede ser suplido en forma
ambivalente por la madre, porque cada uno de los roles guarda una
clara autonomía. Lesión a los sentimientos de un menor que se
siente rechazado por su padre. Daño moral futuro cierto derivado
del hecho de que la histografía de la vida del menor llevará siempre
el sello de la actitud paterna renuente (“D., R. C. c. A. M. B.” en LL
Gran Cuyo 2001- 808).

Comentario:

a) la entidad cualitativa del daño (contenido), deviene de la falta


de determinación de la paternidad, que impacta en el derecho a la
identidad estática (emplazamiento paterno-filial) y dinámica (uso
del nombre) (art. 11, ley 26.061).

b) la prueba del daño: si bien la entidad cualitativa del daño moral


por la falta de reconocimiento de hijo se presume (por la mayoría
de la jurisprudencia), no es menos cierto que debe producirse
prueba en orden a la determinación de la cuantía del daño, esto es,
la traducción del contenido del daño en una suma de dinero. Para
ello será relevante la prueba pericial psicológica, testimoniales
(profesores de la escuela a la que asiste el niño) y la opinión de los
equipos técnicos multidisciplinarios, en donde su actividad esté
regulada de acuerdo con las normas de rito.

c) la conducta del padre antes y durante el proceso puede influir


en la entidad cualitativa del daño.

V. MANIFESTACIONES Y RESERVAS

(…)
VI. PETITORIO

(…)

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