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Analicemos las definiciones de ambas para proceder con el análisis para el caso
empresarial.
PROACTIVIDAD
REACTIVIDAD
El grado de pro actividad puede cambiar en una persona, y por lo tanto en una
organización, dependiendo de numerosos factores que enumeramos a continuación:
Las personas reactivas reaccionan de manera casi automática e impulsiva ante muchos
estímulos. Tienen una actitud relativamente pasiva si nos referimos a su capacidad de
decidir con objetividad lo que van a hacer en un corto periodo de tiempo. También son
víctimas de las circunstancias y, no controlables por ellas, y por tanto, de los problemas y
de las urgencias que estas ocasionan. Aunque puede que haya situaciones en las que esta
actitud sea favorable, hemos de ser conscientes de que, hoy por hoy, el trabajo del siglo
XXI donde la inmediatez, los constantes cambios en el trabajo, la sobreexposición a todo
tipo de estímulos y tentaciones, esta forma de actuar reactiva puede ser, y de hecho es,
terriblemente perjudicial para la productividad y los buenos resultados empresariales.
Las empresas reactivas “reaccionan” ante todo; el buen curso de sus funciones y trabajos
que en ella tienen lugar diariamente, pueden verse perturbados por el mínimo desajuste en
los factores externos que influyan directamente sobre la organización.
Las empresas proactivas, por el contrario, se mueven para perseguir y lograr que los
proyectos o los objetivos que han definido en su estrategia empresarial, pese a los factores y
estímulos externos (cambiantes o perjudiciales), salgan adelante.
Deben definir la estrategia empresarial en cada ejercicio y sus objetivos por área y/o
departamento.
Planificar y organizar acciones comerciales alineadas con las estrategias de
comunicación (si las hay, si no, deben crearse, según la empresa y su tipología).
Mejorar su grado de orientación comercial (esto es recomendable en todos los
casos).
Saber rodearse de un equipo lo suficientemente competente para abarcar el mayor
número de soluciones ante un conflicto.
Ser cautos en la ejecución de acciones.
Tratar de ampliar sus conocimientos sobre tipos de problemas “posibles” para así
poder resolverlos con destreza y rapidez cuando sucedan.
Cuando delegar tareas a los especialistas correspondientes.
Cuando pedir ayuda externa.
Tener siempre un plan b.
Una vez analizadas ambas definiciones podemos llegar a la conclusión de que las personas
y las estrategias de una compañía deben ser proactivas, con capacidad para lograr que las
cosas que se propongan sucedan de la manera más efectiva posible.
Ya que ser proactivo significa pensar y decidir para tener la capacidad de anticipar
dificultades, trabajar de manera focalizada sabiendo qué se debe hacer en cada caso,
orientar las acciones a la consecución de unos objetivos definidos por la dirección, y no
esperar a que las cosas sucedan sino actuar para lograrlas.
La conducta individual, esa que permite destacar sobre el resto, ser un excelente profesional
y de esta manera estar entre los mejores, es función de las decisiones propias y no de las
circunstancias, de los contextos, ni de las condiciones.