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Introducción
Uno de los principales aspectos a tener en cuenta con respecto a la convivencia en las
instituciones educativas, es el de propiciar y mantener un buen clima escolar que, mediante
el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje, facilite la educación del alumnado en
los valores del respeto los derechos humanos, del ejercicio de una cultura ciudadana
democrática y el compromiso de su defensa por parte de a la comunidad educativa.
Es un elemento indispensable en todas las sociedades humanas para que ésta alcance las
metas que se han propuesto, en función de lo cual puede afirmarse que educar para y en
convivencia, es educar en valores y vivir en valores. De allí que la posibilidad de ir
construyendo una sociedad cada vez mejor se vincula fuertemente con lo que se puede
adquirir dentro del ámbito escolar.
Diversas experiencias sobre formación en valores en los últimos años, han generado
importantes lecciones que dan cuenta con los límites de la formación en valores reducida a
discursos de corte ético y moralizador, que no se expresan efectivamente en la vida cotidiana
de la institución educativa, y la estrecha vinculación entre formación en valores y proyecto
de sociedad y vida pública y privada que se busca construir.
Visualizar las metas propuestas en todos los componentes del Proyecto Educativo
Institucional.
Objetivos Específicos
Así, las innovaciones en este campo se pueden conceptualizar mejor con una teoría
de antropología social y menos con una pedagogía. O al menos, la pedagogía de la innovación
queda subordinada en su conceptualización educativa y aun didáctica, a una
conceptualización de influencia socio – antropológico, y quizá desde una mirada ética que
va más allá del “deber”, y que pone en el “compartir” su principio fundamental.
Todo esto es posible si se genera conciencia sobre la naturaleza del proceso educativo, que
es proporcionar “a la persona las claves culturales que le permitan comprender la sociedad
en la que vive e integrarse en ella como un miembro activo, crítico y responsable”. Es decir
que, debe reconocer la función socializadora que tiene la institución escolar, y que a su vez
se adecue e integre las necesidades e intereses de todos/as los miembros de la comunidad.
Desde esta perspectiva, la escuela debiera contribuir a equilibrar las ofertas sociales,
otorgando las mismas oportunidades para todos los alumnos/as. La institución escolar debe
enfatizar la relación entre educar para la diferencia y educar para la ciudadanía,
(Hoppenhayn, 2000). Sin embargo, cabe destacar que el aprendizaje de la diferencia no debe
tomarse como una materia más, sino que se debe pensar desde la alteridad, es decir, “pensar
de modo tal que el propio educando sea ‘traspasado’ por la diferencia, y que el otro implique
también una interrogación de sí mismo”
De esta manera los maestros son los encargados de promover los espacios para reconocer,
acoger, respetar y valorar la diversidad, ya que son ellos quienes están en contacto directo y
permanente con los educandos y la comunidad. Por tal razón, cumplimos un rol de agentes
gestores de la cultura, mediando entre ésta y los contenidos curriculares del proceso
educativo. Bajo este esquema, es necesario que dentro de nuestras prácticas seamos
autónomos, íntegros, responsables, críticos y reflexivos, a fin de que se pueda propiciar un
clima favorable para el aprendizaje en el aula y las interrelaciones con los educandos, entre
éstos sus pares y también con toda la comunidad educativa. dentro de nuestras prácticas
seamos autónomos, íntegros, responsables, críticos y reflexivos, a fin de que se pueda
propiciar un clima favorable para el aprendizaje en el aula y las interrelaciones con los
educandos, entre éstos sus pares y también con toda la comunidad educativa.
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4 http://www.politecnicotocopilla.cl/index.php/2-uncategorised/17-justiofoicacion-de-plan-de-
convivencia-escolar
5 Carlos Cullen
6 José María Mardones
MARCO TEORIO
ANTECEDENTES
En este contexto de cambios acelerados vividos por la sociedad en el último tiempo, a niveles
políticos, económicos y sociales, producidos por la globalización en un complejo proceso
que involucra a todas las áreas del desarrollo social, la escuela se ha visto impactada por la
multiplicidad de éstos y, a la vez, por las demandas que conllevan, ya que el mundo
postmoderno impone exigencias a profesores y escuelas en cuanto al cambio de estructuras
que aún hoy se asemejan a las llegadas por la modernidad. Hargreaves (1996), nos dice al
respecto: “… a menudo su respuesta es inadecuada o ineficaz, dejando intactos los sistemas
y estructuras del presente o retirándose a los reconfortantes mitos del pasado” (op.cit.:50).
Es por ello, que la escuela es sentida por los estudiantes como una institución
descontextualizada e incapaz de afrontar las exigencias de la época actual, porque impone
sistemáticamente ciertas formas de conducta, pensamiento y relaciones propias de una
institución que se reproduce a sí misma, sin considerar los cambios que suceden a su
alrededor, lo cual es reiterado por Hargreaves al señalar que: “A medida que pasa el tiempo,
la distancia entre el mundo de la escuela y el mundo exterior a la misma se hace cada vez
más evidente. El carácter anacrónico de la escolarización es cada vez más transparente.”
(op.cit.:50). Debido a que la escuela se encuentra entre dos mundos, no es capaz aún de dar
respuesta a las demandas de una juventud inserta en la postmodernidad. De acuerdo al
problema expuesto sobre la posición de la escuela en el mundo actual y los conflictos que
implica para la convivencia escolar, la investigación se enmarca en los siguientes conceptos
y teorías que sustentan el análisis de los discursos de aquellos actores involucrados
directamente en la convivencia cotidiana de la escuela.
Se destacan otras investigaciones sobre convivencia escolar en España, como lo son “La
convivencia escolar como factor de calidad” realizada por Gómez, C., Matamala y Alcocel,
T. (2002), y la investigación titulada “Convivir en la escuela. Una propuesta para su
aprendizaje por competencias” realizada por García L.&López, R. M. (2011), las cuales
coinciden en afirmar que la escuela debe convertirse en un centro de participación
democrática como mecanismo necesario para el mejoramiento de la calidad del clima
educativo y social, donde los estudiantes aprendan a convivir de forma pacífica. Ambas
investigaciones concluyen que la adquisición de competencias básicas, en conocimientos,
valores, actitudes y habilidades sociales, son necesarias para generar un clima social positivo,
en el cual emerjan y se desarrollen fenómenos como el compromiso, la motivación e
implicación; la correcta apropiación de valores y principios, cooperación, una normatividad
concertada y aceptada, la implicación de todos en la vida de la institución y del proceso
educativo, son factores que contribuyen a una mejor convivencia; los problemas de
convivencia involucran a toda la comunidad educativa, por lo que la solución de los
problemas deben tratarse de forma sistemática desde diferentes ámbitos educativos creando
conciencia de bienestar colectivo.
El estudio “Convivir en la escuela. Una propuesta para su aprendizaje por competencias”
(García L. & López, R. M., 2011), se encamina en la identificación de competencias
requeridas para convivir democráticamente; relacionadas con la participación y la tolerancia.
El objetivo es enseñar a gestionar los conflictos interpersonales de manera democrática
(aprender a gestionar pacíficamente los conflictos interpersonales).
Algunos trabajos, sin embargo, centran su estudio en las relaciones entre los miembros de la
comunidad educativa o en otros aspectos de la convivencia más ligados al contexto, por
ejemplo: “La participación democrática del alumnado en los centros de secundaria” Martínez
y Arostegui, (2001); “Aprender a convivir” Jares, (2002); “Situación de la convivencia
escolar en España: Políticas de intervención” Zabalza, (2002);: “La convivencia en los
centros de secundaria” Garcés (2002); “Las relaciones de convivencia en los centros
escolares y en la familia” Martín, Rodríguez y Marchesi, (2004); “La convivencia en los
centros de secundaria. Un estudio de casos” Instituto Vasco de Evaluación e Investigación
Educativa, (2004). Por lo general, se trata de estudios realizados a través de cuestionarios en
los que se recogen opiniones de alumnado, profesorado y familias. Por otra parte, existe un
buen número de trabajos que realizan propuestas de mejora de la convivencia en forma de
programas, planes o sugerencias para la acción. Entre los cuales se destacan, “Programas de
educación para la tolerancia y prevención de la violencia en los jóvenes” Díaz-Aguado,
(1996); “Mediación de conflictos en instituciones educativas.
Sin dejar atrás el sistema educativo de evaluación que se apoya en la obtención de datos de
diferentes fuentes; por ejemplo, los que se basan en medidas del rendimiento educativo; los
que están disponibles en registros administrativos (incluyendo estadísticas educativas); y los
que provienen de la revisión de expertos y la investigación educativa. De acuerdo con
Scheerens, Glass y Thomas (2005), el propósito fundamental de la evaluación del sistema
educativo es la determinación empírica de la calidad de éste. Las funciones principales de la
evaluación son: 1) la certificación y acreditación; 2) la rendición de cuentas; y 3) el
aprendizaje de la organización. La certificación y acreditación se dirigen, fundamentalmente,
a precisar si las características del objeto evaluado se ajustan de modo formal a las normas y
estándares establecidos.
La rendición de cuentas, por su parte, permite que la calidad del objeto pueda ser
inspeccionada por otras instancias de la sociedad. Finalmente, el aprendizaje de la
organización como estrategia de evaluación está dirigido a determinar si la evaluación de la
calidad se utiliza como base de la mejora del objeto evaluado
Como resultado del interés creciente por la evaluación, numerosos países, en particular los
más avanzados, han adoptado estrategias del establecimiento de estándares para monitorear
los resultados del sistema educativo a lo largo del tiempo (Tognolini y Stanley, 2007). Esta
forma de monitoreo se basa en la determinación del crecimiento o avance de los estudiantes,
en relación con resultados predeterminados para las diferentes asignaturas del currículo.
Los principios de la evaluación educativa están dados por los valores que la sociedad
proyecta. Algunos estudiosos de la evaluación como Solorio (citado por Macías, 1998)
proponen los siguientes principios: