Por: Alan Robles CAPITULO 1 Una Sombra Al Final Del Día. Me encuentro aquí, sentado en una solitaria mesa de aquel viejo bar, un frio inclemente se observa por la ventana y el solitario muelle en la ciudad portuaria de Redania. Un vaso con cerveza oscura a la mitad, un trozo de carne bien asada acompañada con pan de frutas y especias de buen olor para llenar el estomago y no hablar tanto. Los rumores de un supuesto asesinato, hablaban del cuerpo de una chica encontrada a un lado del camino en las afueras del pueblo, rumores que iban y venían como los senos derramados con cerveza de las camareras. Mas de un ebrio de aquel bar sabia hablar y entretener a otros con una que otra historia, como aquel viejo de cabello rojo sentado en la mesa al lado de la mía, que contaba una historia sobre el mar, historia que parecía mas bien falsa que real. Termine de cenar, page la cuenta a la camarera que aun por su aspecto cansado no se le podía negar que cocinaba maravilloso. Busque la puerta de salida, la abrí y cerré tras de mi, hubiera preferido escuchar toda la noche aquellas aburridas y repetitivas conversaciones de borrachos, el olor de cerveza derramada y sudor mezclados con otros tantos mas, que ir afuera en medio de esa despiadada manera de nevar , ese maldito frio característico de las tardes absurdamente heladas de Noviembre. Por suerte tenia puesto un buen abrigo, me cubrí hasta el cuello, camine hasta el muelle en frente, el océano parecía no sentir todo ese caos climático del invierno, el simplemente estaba en calma, como un viejo sabio. Algunas gaviotas volando encima de sus aguas, esperando ser alimentadas por algún descuidado pez, quise ser el océano, sentirme en calma, sentirme fuerte, sentirme acompañado. Entrada la noche y ya regresando a casa, por el camino recordé aquellos comentarios que
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habían hecho en el bar, no niego que sentí escalofrío al pensar que cerca de allí días pasados había había ocurrido un crimen, y mas aun que el bosque estaba mas tenebroso y oscuro que de costumbre, pero aun así tenia que seguir, ir cada vez mas dentro de lo que parecían ser sus fauces, devorándome sin darme cuenta, desgarrando entre sus sombras mi alma… Diría que los arboles me miraban fijamente, amenazando mis pasos, acelerando mi respiración, envolviéndome en una locura terrorífica. Escuche entre los arbustos risas de una criatura extraña y el aullido de un viejo lobo solitario a la distancia, me encontraba desesperado, al borde de la locura, sin notarlo me había salido del camino principal, y quien sabe hace cuanto estaba dando pasos hacia destino desconocido, trate de calmarme, pero fue imposible cuando mire hacia el frente y la vi allí parada, mirándome fijamente, sus ojos tan negros que aun en la oscuridad se veían profundos. Trate de hablar, de gritar, pero no pude expulsar sonido alguno de mi boca, aunque fuera un gemido, retrocedí, y una piedra en el suelo, puesta allí como a propósito por el mismo bosque me hizo tropezar y caer de cabeza directamente contra el césped, lo demás es fácil de adivinar. Desperté allí mismo, a la mañana siguiente, o la siguiente a la siguiente, la verdad no tengo idea de cuanto paso, y no había nadie para decírmelo, recordé aquella silueta que vi esa noche, y busque con cautela alrededor, pero así mismo como la noche, ella se había esfumado. Me dolía un poco la cabeza, en la claridad del día trate de ubicarme, y encontrar el único camino por el cual me dirigía a casa. Fue en vano, solo el bosque sabia que tanto me había adentrado en el, solo el bosque sabia que tanto me había hecho caminar dentro de sus intestinos, y claro que era para preocuparse, aquel bosque tenia fama de ser implacable con aquellos que por ignorar el camino principal, o caminar ebrios por el, o aquellos como yo, que fuimos presa del pánico. Entonces así, guardando la esperanza de encontrar algún claro, rio, señal y porque Por: Alan Robles no otra persona o una casa, seguí caminando, de cara al viento entre pinos, eucaliptos y sauces, un par de ojos me observaban sin yo siquiera darme cuenta, y yo, solo tenia mente para no caerme de nuevo y que no me encontrara a algún animal salvaje, ya que no contaba siquiera con un cuchillo o arma, un encuentro así, seria mi fin. Mi fortuna no mejoraría, desde aquella noche una serie de sucesos en cadena empezarían a llegar, uno tras otro. Después de haber caminado por lo que creo fueron varias horas, y apoyado de una rama que encontré en el suelo y use como bastón, vi a lo lejos un árbol con algunos nidos en las ramas, y con el hambre siguiéndome todo el día, un par de huevos, así fuesen crudos me vendrían mas que bien, así que me acerque al tronco del árbol, e intentando bajar el codiciado alimento que vi; Primer intento!, fallido, segundo intento!, cerca, tercer intento!, fallido, sinceramente ¿que tan difícil puede ser bajar un nido con huevos y comerlos?, devorarlos y asesinarlos en mi boca, mi mente divagando jugaba con mi estomago hambriento y afectaba mi puntería y paciencia. De repente y sin avisar, como suelen ser este tipo de cosas, una bandada de aves, creo que golondrinas, o tal vez perdices, o incluso podrían ser patos o ratas voladoras, solo diré que fueron aves, el asombro y sorpresa no me permitió detallar la especie, algunas se estrellaban contra mi cara, eran muy torpes o yo estaba tan asustado que al correr siempre encontraba una a mi paso. Penoso y efímero aquel momento, fueron solo un par de segundos y todo volvió a la calma, recupere el aliento, y perdí el apetito por comer, observe que no quedara otra ave aun por ahí, o incluso otro montón esperando entre el pasto, gire mi cuerpo y me dispuse a retomar mi camino, avance con el primer paso, y sentí la sensación de estar flotando, me sentí ligero, cerré los ojos y el viento acariciaba mi rostro, extendí mis brazos como si fueran alas, y sonreí, libertad y un agudo silencio, abrí mis ojos y sonriendo miraba mis manos, una y luego la otra y sonreí al viento, mientras tanto seguía cayendo por aquel precipicio sin conciencia y sin miedo, sentí el golpe de una rama, otro, y otro después no se cuantas ramas encontré en mi caída, pero por fortuna irónicamente hablando, esas mismas ramas me salvaron de una caída libre, y ¿a que distancia? Lo que menos interesa es la distancia, de Por: Alan Robles repente encontré de nuevo el suelo, sentí algunas costillas rotas, mi brazo derecho adormecido y quizás roto, mi ropa destrozada como si hubiera estado en medio de una batalla de dientes y garras, mi cabeza seguía en donde debía estar y yo mirando al cielo, levante mi brazo, no el roto, el bueno y con mi mano intente alcanzar el sol y en mi puño destrozarlo con ira. Estaba consiente del tiempo, del día, del viento, de los sonidos y pensaba en la razón por la cual no había muerto, ¿alguna ayuda divina o error mio de no saber morir? Escuche pasos acercándose cada vez mas y mas, incapaz de levantarme solo con una mano, por el dolor en mi pecho causando por mis costillas rotas y mi brazo destrozado. Los escuchaba cada vez mas, directo hacia mi, movía la cabeza en todas direcciones, pero no veía nada, solo escuchaba, han sentido antes esa sensación? me consumía el temor, aquel sonido de pasos era como una navaja en mis oídos hasta que se detuvo, con mi respiración acelerada y mi pulso por las nubes, espere lo peor, solo aguardaba, un golpe, la muerte! Pero luego la vi, primero una sombra por estar a contraluz del sol, pero mis ojos se fueron acostumbrando luego a su silueta, ¿una mujer?, ¿un ángel? ¿Una ilusión? ella me miraba fijamente y no con desprecio ni sorpresa, bueno si, quizás algo de sorpresa, después de todo no es común en ningún aspecto encontrarse a alguien en mi estado así como así, pero ella me miraba directamente y sus ojos curiosos me dieron paz, que hermosa era, pero no tenia fuerzas ni siquiera para sonreír, podría ser una oveja vestida de lobo, que haga conmigo lo que quiera, total, ya estoy casi muerto. Ella hizo un movimiento y de su bolsillo saco un pañuelo, sus ropas delicadas y su cabello largo, usaba vestido largo color negro, algo ajustado, algo coqueto, los detalles me los reservo para mi, limpio la sangre en mi rostro y me decía algunas cosas que no recuerdo, ¿su voz? dulce y amable, estaría a gusto si allí mismo llegara mi muerte al lado de ella, cerré mis ojos, sonreí y quede dormido. Lo único que sabia, era que ya no estaba en el bar, ni en el muelle, y mucho menos cerca a mi casa.
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CAPITULO 2. La Habitación De Valentina . Me levante muy temprano en la mañana, tome un baño y escuche a Raphael golpear a la puerta y avisarme que ya estaba el desayuno listo, me apresure en colocarme la ropa y salir, Valentina ya estaba sentada en la mesa y Rafael su padre llegaba al tiempo que yo, buenos días! me dijo Valentina, también la salude, y pregunto como seguían mis heridas, bastante mejor, le respondí, aun me duele el brazo y el pecho, resulto que no habían sido costillas rotas, solo exageración del golpe, después de todo no fue tan grave, por suerte , Rafael me miro de manera extraña, parecía que le daba curiosidad el hecho que estuviera hablando, sin verlo a los ojos. Les agradecí al terminar y decidí despedirme para retomar el camino a mi casa, pero Rafael insistió que me quedara un poco mas, hasta que sanara, después de todo la tarde anterior me había encontrado muy mal golpeado, Valentina insistió, aquella chica de grandes y provocativos senos, y su boca, sus labios rojos que en cada palabras despiertan esas ganas de pecar en su cuerpo, me deje convencer por ella mas que todo, me quedaría un rato mas, podría verla además, en vez de ver al bosque y sus ratas voladoras Así fue, descanse otro poco, en el patio de la casa, sentado en una silla escuchando las historias de guerra que recordaba Raphael, Valentina me trajo un poco de limonada, y sus piernas firmes me hacían incluso dejar de escuchar la voz firme y militar de su padre, que no paraba de hablar incluso al notar que yo estaba distraído. Que piernas las de esa chica, que cuerpo, hasta se me olvidaba el dolor cuando la deseaba. Así pase la tarde escuchando las historias que poco ahora recuerdo, hasta que entrada la noche y ya con intención de irme, el clima de nuevo conspira en mi contra y se escucha afuera de la casa como un torrencial aguacero arremete contra el mundo. Los ojos de Valentina tomaron un brillo muy curioso al escuchar a Raphael decirme después de ver por la ventana; Muchacho, le toco quedarse esta noche también!. No sé que pensar de ese inusual brillo. Entonces llego de lleno la
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noche, implacable y la lluvia no dejaba de caer, tomamos café y en la chimenea me conto Raphael, la historia de su fallecida esposa, ya hace rato, historia que no interesa repetir, pero si puso muy seria a Valentina, que en silencio subió a su habitación, su padre ignoro totalmente esto y siguió hablando conmigo, de repente una mirada cómplice que recorrió la habitación y en secreto se levanto y saco de un baúl, una botella de “Château Lafite Rothschild” cosecha de 1687, y muy orgulloso de mostrarme esa reliquia, - Un vino simplemente exquisito, me decía mientras quitaba el corcho de la botella, saco 2 copas de la vitrina y sirvió, pruébelo usted muchacho, pero despacio, y sienta su sabor amargo primero y después exquisitamente dulce, la felicidad de Raphael era desconocida para mí, - No viene mucha gente por aquí, es muy difícil hablar con alguien, pero bueno muchacho, ya es hora de dormir, suba, allá esta lista su habitación, se despidió de mí amablemente y cerró detrás de el la puerta de su alcoba en el primero piso. Subí las escaleras sintiendo el efecto de aquel añejo vino, pensando en que el dolor ya había pasado, y en si esa lluvia seria eterna, tuve suerte de haber pasado por todo eso y de estar ahora allí, podría estar muerto. El pasillo para ir a mi habitación era largo, oscuro, la puerta que yo necesitaba estaba casi al fondo del pasillo, otras puertas que conducían a un baño y habitaciones que no tenia ni idea que eran, también acompañaban mi camino, llegue a mi destino, pero antes de entrar vi una luz que salía de la ultima puerta, curioso me acerque, y vi con sorpresa que era la habitación de Valentina, pero no la veía a ella, bueno, no tenia completo rango de visión, solo se veía la cama de ella, me quede un rato mas, parte de mi me decía que me fuera, y que fortuna que no le hice caso. Al momento llego valentina, con su traje para dormir pequeña, delicada, dejando ver y no ver a la vez, se acostó en su cama pero no bajo sus sabanas, se acarició un poco el vientre y sus brazos y luego metió su mano entre su pantalón, así de repente ella empezó a masturbarse. ¿A cuantas personas les ocurren estas casualidades en la vida? la voy a disfrutar, ella se tocaba y disfrutaba de hacerlo, solo aquel que sabe de lo que hablo conoce lo que no voy a seguir describiendo, disfrute tanto ver lo que hacia ella, que la desee, quise entrar de repente quitarme la ropa y Por: Alan Robles tener sexo con ella, pero quien sabe que debilidad me detuvo, aunque ya estaba escrito que mi pensamiento se cumpliera, y si la moral me quiso detener, actuó a mi favor el infortunio y perdí el equilibro producto de mi mala postura al intentar ver por aquel pequeño espacio de la puerta abierta a la deliciosa Valentina, y así fue, caí justo dentro de la habitación , la puerta se abrió y el golpe seco al caerme en el piso retumbo la habitación, ella me miro con sus ojos negros y su piel semidesnuda, sus mejillas rojas, solo me miro, me incorpore y no supe que palabra decir, solo la miraba a ella, y su cuerpo, ni siquiera con deseo, mas bien apenado y decepcionado de mi error, -¿Que hacías detrás de mi puerta? Me pregunto mientras se cubría un poco con su sabana, Ehh, eh, eh, mmmm, malditas ganas de decir la verdad pero por alguna extraña razón moral, no poder, ella se levanto de la cama, con su sabana enrollada en el cuerpo se acercó a mi con mirada fija y coqueta, me dejo paralizado, congelado, me tomo por la cara y me atrajo a ella, se acercó y nos besamos, lo demás queda a la imaginación, pero solo diré, que paso de todo lo que su mente crea. El sexo con Valentina es imposible expresarlo con letras, para entenderlo hay que ser victima de su mirada primero y luego, que la vida conspire a favor con algún par de eventos, temprano en la madrugada me cambie a mi habitación, pude al fin dormir y descansar, cuando mi cuerpo descanso, sentí de nuevo el dolor. Amaneció, y de nuevo escuche a Raphael en la puerta, anunciando el desayuno que había hecho con esmero, llegue a la mesa, ella aun no había bajado, hable un rato con Raphael, que parecía no haber bebido anoche conmigo, estaba feliz, tenia esa sonrisa fingida y ojos cansados de vivir, paso un rato y Valentina no bajaba, pero no hice el comentario, y tampoco él hablaba de eso, disfrute mucho el desayuno, observe por la ventana y ya el ambiente estaba mas claro, caía nieve pero no era para impedir mi camino, el dueño de casa entendió en mi mirada que estaba ya decido a irme; Lleva pan para el camino y algo de agua, me dio una bolsa y una botella. Limpie mis heridas y cambie mis vendas antes de salir, ya estaba listo para despedirme, siento mucho agradecimiento con aquel señor que me ayudo tanto y me hizo sentir tan bien, le debo la vida sin duda. Por: Alan Robles Me despedí, le desee buenas fortunas, era poco lo que podía hacer con todo lo que hicieron por mi, le dije antes, como Valentina aun no había bajado que por favor me despidiera de ella, pero fue extraño el gesto que hizo con su rostro al escucharme decir eso, no supe que decirle, si preguntarle como estaba o que pasaba, la verdad se puso raro, y dejo a un lado su rostro amable y se puso algo mas apagado, le tome del hombro, fue lo único que pude hacer, suspiro, y me dijo que extrañaba mucho a su esposa, pero extraña mas a su pequeña Valentina, tiene la esperanza que ambas estén en el paraíso, no entendí lo que decía, y de repente mis ojos me llevan sin saberlo a una foto en la pared con la foto de una chica que mencionaba en una frase: “ Mi pequeña niña, siempre estarás en mi corazón” 1685 – 1700”. Terror y espanto, fueron las únicas sensaciones que sentí en todo mí ser, ¿que era esto? Algún tipo de broma, pero vi en el rostro de Raphael la sinceridad de su melancolía, observe el cuadro mas de cerca, si era ella, Valentina, ante la mirada curiosa de Raphael, subí corriendo las escaleras hasta la ultima habitación del pasillo, abrí la puerta y observe con asombro y al borde de la locura que la habitación conservaba la impresión de estar intacta como se dejo, hace años. Caí de rodillas al suelo, ¿pero como es posible? yo la vi, la vi disfrutar tocarse, y no solo eso, también la toque yo, la sentí, le hice el amor aquella noche, y su cuerpo tocaba el mio, mi razón se volvía loca, pero lo que vieron mis ojos es fiel prueba que solo viví una creación de mi mente incluida en mi realidad. Salí de esa casa, lo mas lejos y rápido que pude dejarla atrás, el bosque de invierno estaba frente a mi, pero nada me importaba mas que entender que sucedió. Había tenido unas de las mejores noches de sexo en mi vida, con el alma de una chica muerta… Y me encanto.
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CAPITULO 3. Ese Profundo Aroma… Me sentía abrumado, la sensación de caminar y caminar sin llegar a algún lugar me respiraba en la nuca, jamás imagine que ese bosque, el cual casi todos los días cruzaba desde mi casa al muelle fuera tan enorme y aterrador. Llego de la nada un aroma que avivo los colores a mi alrededor, luego, en mi camino, encontré con un rostro familiar, aquel viejo de cabellos rojos que contaba historias en el viejo bar del muelle ¿Que hacia aquel viejo allí? Señal que estaba cerca de mi casa, o ¿algo más?. Aun no me había visto pero yo si, lo vi acostado detrás de un tronco caído, como esperando a alguien o solo descansando, pensé que se habría perdido también como yo, de todas maneras él había estado bebiendo, quizás el alcohol le jugo una mala pasada… así que decidí acercarme. Señor!, sé que no me conoce, pero lo he visto en el Bar, resulta que estoy algo desviado del camino principal y no se como llegar a él, se levanto asombrado y sin pensarlo se acercó a mi, me arrojo al suelo y con mirada fija me dijo, -Calla! muchacho por favor, allí vienen, y luego el también guardo silencio, maldita sea! pensé, ¿quienes vienen? Este tipo esta loco, de repente se quedo inmóvil, y su mirada seguía algo en el horizonte, escuche varios pasos que se acercaban, murmullos de voces, tensión en el aire me recordaba lo mucho que me arrepentía haber saludado. El viento callo, las voces desaparecieron, parece que todo había terminado ya, aquel viejo de cabello rojos, me miro y dijo, muchacho, disculpa mi bienvenida, en un tono mas tranquilo. Se levanto sacudió su ropa y de un salto siguió un sendero, no me dijo que lo siguiera, pero de terco o por no saber a donde mas dirigirme, lo seguí, de nuevo hubiera deseado no haberlo hecho, se dirigió a una pared en la montaña, y aquel viejo buscaba algo en la pared, como la típica entrada secreta, y así fue, había una maldita entrada secreta. Una perfecta cueva de cuento, húmeda, oscura y fría, larga, no tenia ni idea a donde iba, creo que el viejo si. Yo lo seguía de lejos para no molestar o para no morir antes, dado el caso. Era un salón grande, después de lo que me pareció un eterno laberinto,
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habían ataúdes de piedra y criptas por todas las paredes y alrededor del salón, sonidos de ultratumba a la distancia y un aire helado que llegaba hasta los huesos. Pero allí estaba aquel viejo por alguna extraña y absurda razón, lo mas absurdo de todo es que yo mismo estaba allí, y no sabia aun el porqué. Magnifica oscuridad que rodeaba entre penumbras veía la silueta de aquel hombre que en silencio caminaba y mi razón alterada me hacia ver una que otra terrorífica sombra que escapaba entre la luz de algún pasillo, apenas respiraba, cuidaba cada paso que daba, murciélagos revoloteando por el insomnio o por hambre y ganas de cazar pasaban encima de mi cabeza, me senté contra la pared, al lado de una roca, y desde allí no perdí de vista al viejo, suficientemente lejos para huir ante cualquier cosa, o cerca para no quedarme solo, de repente se encendieron al fondo del salón unas antorchas, personas, unas 6 o 7 algo así, en circulo, hablando de algo, mirando unas bolsas, unos baúles y cajas, algo de valor, posiblemente, no me interesaba nada mas que salir de allí, ¿pero regresarme? No puse atención al camino. Luego algo llamo mi atención, una mujer, lo supe porque aunque estaba cubierta hasta el cabello, su túnica estaba rasgada a la altura del muslo, y se podía ver sus piernas, majestuosas piernas, curiosidad masculina que me arranco de mi escondite, solo para acercarme un poco más y contemplar de cerca a la recién llegada afrodita. Además de eso parecía ser la jefe de aquellos hombres, uno de ellos, el que era el líder de la banda, se le acerco y le dijo algunas cosas en el oído, tan solo un poco se pudo ver su rostro al girar la cabeza, ¿quien era esa mujer que sin verla ya me atormenta el deseo? dejaron un montón bolsas que cada uno traía, y luego se retiraron, y la mujer en otra dirección, el viejo de cabello rojo fue tras los hombres, pero yo no le seguí como si fuera sombra deslizándome contra la pared seguí a aquella mujer, mi curiosidad podría matarme, pero aun así seguí detrás de ella que fue por un túnel y al final una puerta, ella entro, y yo la seguí, también abrí la puerta y entre. Junto a unas cajas me escondí y la observaba, se quito el abrigo y dejo ver su hermoso cabello castaño, sus hombros descubiertos, su cintura y caderas exquisitas como manzana del paraíso, de nuevo sus piernas, sus joyas por todo Por: Alan Robles el cuerpo, en sus brazos, muñecas, cuello, tenia tantas pero a la vez se veía tan deslumbrante, deliciosa mujer, yo seguía inmóvil. En una estantería que había en la pared vi varios objetos de mar, de diferentes épocas, y un retrato femenino en la pared y algunas cosas de poco valor en el piso y por ahí. Pechos firmes y redondos completaban su figura, además de su hermoso rostro. Varias preguntas me llegaron a la cabeza, ¿que era ese lugar?, ¿quienes eran estas personas que se escondían bajo tierra? No hubo tiempo de responder, ni siquiera pensar en un adelantó, entro uno de los hombres que había en la sala, sangre en su rostro, ropa rasgada como por pelea, agitado y asustado, la mujer lo quedo mirando asombrada, aquel tipo de aspecto pálido y fúnebre solo dijo: “Belladona”, no pude verlo, solo era como un destello rojo, y cayo sin fuerzas al suelo. La “Belladona”, como la había llamado aquel que esta ahora en el suelo, tomo su rifle y espada, salió de la habitación y desapareció con el sonido desvaneciente de sus botas, me quede allí en ese incomodo silencio ¿estaría muerto aquel, o solo desmayado por agotamiento?, y ¿si se levanta y yo aun allí? Tendré que salir, y dirigirme… ¿a donde? Decidí salir de todas maneras e ignorar completamente donde estaba, solo seguí el túnel, llegue a la sala de antes y trate de ubicar mi antiguo escondite, en lo profundo de la cueva, en ese momento se oyeron disparos, 2 y 3, luego silencio, y otro disparo, mi cuerpo no reaccionaba con instinto, solo estaba allí quieto, apareció de repente una sombra saliendo por otro túnel adyacente, caminaba lenta y pesada la figura de un hombre, cuando se acercó mas a la luz pude darme cuenta que lo conocía, era aquel viejo de cabellos rojos, que caminaba de manera extraña, con una mano en su costilla, concluí que aquellos disparos habían sido para el, basto uno para dar el golpe mortal, y si que se veía en sus ultimas, estaba tan cerca pero no noto mi presencia, llevo sus pasos y fuerzas hasta el limite, se detuvo, alzo su rostro dirigiendo sus ojos hacia mi, me observo detenidamente, sus fuerzas lo abandonaron, su ultimo destino: El frio suelo. Camine hasta su cuerpo tendido, aquel extraño sujeto ya se había ido del todo, era el único que podría sacarme de allí, registre sus ropas, quizás llevara algo que me fuera útil, papeles, varias navajas, y un mapa es lo único Por: Alan Robles que llevaba este, de repente escuche una voz sobre mi: “deja en paz a los muertos ladrón de ladrones”. Levante mi rostro y ahí estaba ella, mujer de hielo y fuego, apuntando su espada hacia mí y levantándome por el mentón, me pregunto: ¿quien eres y que haces aquí? – Solo me perdí, respondí torpemente. Aparto su espada de mi, y me respondió: Lo se!, te vi desde antes que entraras a la cueva, venias vagando entre el bosque cada vez mas perdido. Me hizo seguirla de nuevo a la sala en la que había estado antes, me conto la historia, aquel viejo de cabello rojo era un muy peligroso asesino, la copa de vino que ella me dio mientras me contaba, me relajo un poco. La conversación fue más amable, la note cansada, pensativa, pero seguía siendo elegante, imponente. Luego un aroma, un aroma exquisito llego a mi nariz, su voz se iba desvaneciendo, yo seguía mirándola, pero aquel aroma me envolvía, agradable, y dulce, nunca antes ni en las frutas ni en las flores había sentido un aroma así, todo enmudeció y entre cálidos colores que rodeaban su silueta pintando a aquella mujer entre tonos azules, verdes, naranjas, rojos, purpuras y amarillos, cerré y abrí mis ojos repetidamente como queriendo escapar de esa ilusión, pero era tan real como sentir que respiraba. Aquella alucinancia utópica que provoco el aroma de aquella mujer me hizo olvidar de todo, mi alma salió del cuerpo un instante, porque el cuerpo mismo no seria capaz de sentirla así, todo era lenguaje de almas. Y así como se acaba una copa de vino sin darse cuenta, se levanto de su silla y se acercó a mí, me beso la frente, me dejo su rifle y se alejó caminando entre las sombras moviendo sus caderas con porte perfecto, sonrió y desapareció. Ya antes me había dicho como salir, así que me largue de ese lugar sentí que no había visto la luz del sol hace mucho, sentí como si esa mujer me hubiera hechizado. Y ese aroma!. Solo en ella esta ese aroma, y yo hubiera deseado disfrutar más de él. Por: Alan Robles CAPITULO 4. El Canto De Los Paganos. Un pequeño zorro ya me venia siguiendo desde hace tiempo, después de salir de la cueva, mis intentos de ahuyentarlo habían fracasado, siempre volvía, me acostumbre a él, si yo paraba, el paraba, y caminaba igual si yo lo hacía. Se alzaban las montañas en la distancia y me sentí en tierras lejanas, idílicas y hasta la sensación de creer que el hombre no había pisado antes aquellos suelos, el silencio seguía, todo lo demás cambiaba. Arboles fuertes como vigilantes eternos se imponían fuertes por todo aquel lugar, sus hojas no solo eran verdes, eran rojas, marrones, anaranjadas, purpuras y amarillas. Ese lugar parecía el patio de juegos de los dioses, el mismo horizonte era una obra de arte cuyo autor desconocido había dejado derramar toda su pintura aleatoriamente en cada rincón. Si, quizás los dioses vivían allí, sin ciudad ni templos, solo su libertad, pero ni risas, ni voces, ni murmullos habían, solo ese único y gran silencio. Me senté, y aquel zorro me observaba fijamente, no tenia comida la bolsa que me había dado antes Raphael se había caído en la confusión de antes , puede que eso era el motivo por el cual me seguía, instinto animal, pero no tenia siquiera alimento para mi y mi cuerpo ya lo sentía, luego desapareció entre los arbustos. Aquel juego de colores tan natural en cierta manera me tranquilizaba, pensé un momento en todo lo que me había sucedido y sonreí, mirando al cielo y al instante apareció de nuevo aquel pequeño zorro, entre su hocico traía algo, se acercó directamente , sin temor, sin dejar de verme dejo caer junto a mi algunas hojas y hongos que había recogido, hizo gestos que luego entendí, había traído aquello para mi, recordando que mi comida había desaparecido acepte la generosa contribución del animal, despacio mastique ese manjar natural de mi compañero, no era mucho sin embargo, y su sabor no era el mejor, no esperaría la muerte con el estómago vacío. Camine luego, mis pasos ligeros y una explosión de aromas y colores invadían mi camino, aquellos sagrados guardianes del bosque me
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observaban mientras caminaba, sentía sus ojos sobre mi, mas no era amenazante, parecían complacidos de mi presencia, un resplandor de luz blanca guiaba mi camino y no sentía temor de seguirla, mi eufórica y desinhibida sensación de flotar entre el viento, cada vez mas colores, cada vez menos realidad, y mas tacto, olfato, oído y gusto. Aquel zorro se volvió fuego, su pelaje eran llamas y sus ojos semejantes a un sol en atardecer, luego me hablo!. – cansado viajero, tus pasos no te han extraviado, te han llevado a donde ahora estas, era necesario perderse para encontrar aquello que ya no tienes. Atento lo escuche, mi locura me hacia sentir tranquilidad, y ahora tenia un propósito que era encontrar aquello que había perdido. No era alguien, no era algo. Pequeñas criaturas aparecieron corriendo detrás de una piedra, al escuchar mis pasos quizá se asustaron, pequeñas como una ardilla, de cabello largo y plateado, ojos ámbar y piel blanca, vestidos de hojas, corrían pero sin temor, había una sonrisa pura en sus rostros, esa felicidad me contagiaba y sonreí también, intente seguirlos pero desaparecieron entre raíces y arbustos, luego de la tierra crecían delgados tallos amarillos con pétalos rojos en sus extremos, nacían de la tierra y al crecer casi hasta los 2 metros sus pétalos explotaban en el aire dejando libre una enorme cantidad de polvo de colores que viajaba en el viento, esos tallos como flautas no dejaban de crecer y explotar y como una danza propia de la naturaleza la brisa giraba entorno a mi llenando todo de tonos cálidos y fríos. Llegaron de nuevo aquellas criaturas diminutas y jugaban entre mis pies corrían, llegaron golondrinas que recogían a sus jinetes con cabello de plata y los elevaban a las alturas para luego dejarlos caer y pulverizarse en la tierra. El zorro de fuego apareció de nuevo y las hadas salían de sus refugios, se acercaban hasta mí curiosamente y se alejaban entre risas, me daban de beber vino de sus labios, acariciando mi cabello y elevándome de cuando en vez entre sus alas de mariposa, y en sus cuerpos desnudos dejaban caminar mis manos. El zorro me dijo lo Por: Alan Robles siguiente: Este lugar no es morada de dioses ni de hombres, este lugar es el hogar de todas estas criaturas del bosque, fuera de la vista de cualquier persona, viven entre lo mortal y lo divino. Un canto llego a mis oídos, sus versos: “dioses de la tierra, del aire y el mar, bienvenidos sean a este lugar”, y se repetía constantemente, “dioses de la tierra, del aire y el mar, bienvenidos sean a este lugar”. Cantaban todos, los arboles, las aves, las hadas y las criaturas con cabello de plata. Y así entre cantos iban llegando más criaturas, y traían consigo más figuras y más colores, criaturas como triángulos de color marrón que no tenían pies pero si flotaban, había otras semejantes a lagartos, con plumas y 6 brazos, en cada uno de ellos sostenían una vasija de vino. Llegaron de todo lugar, el bosque no era silencioso como hace un rato atrás Un viento recio apareció, un viento grueso y fuerte que cerro mis ojos, a pesar de su fuerza no me movió, cuando el viento se fue habían llegado ellos ya, ellos creo que eran los dioses, 3 frente a mi, el dios del sueño, la diosa del bosque y el dios del mar imponentes, lo s ojos de ella fijos conmigo como buscando algo. Uno de ellos, el del sueño me dijo: es un privilegio que no cualquier mortal tiene de estar aquí. Vi como las hadas de ríos y lagos acercándose al respectivo dios del mar empezaban una erótica y seductora danza entorno a él, y este a su vez sonreía y con mirada de lascivia respondía a sus acompañantes. No hay ni dios, ni mortal, ni criatura del bosque, aire o agua que pueda resistirse a los placeres de un hada, volvió a dirigir su voz hacia mí ese dios. Se sentó a observar el espectáculo de colores y formas. Hasta donde llegaba mi vista cada ser en el bosque saltaba, reía o explotaba en un juego de colores, un licor dulce se podía beber de las flores, todo fue así hasta llegada de la noche, cuando el cielo dejo de ser la cuna del sol y llegaba la luna cómplice de todo lo que sucedía, y yo ahí en medio de esa fantástica realidad, el humo entre la unión del fuego y las plantas elevaba mi mente, el sabor de cada seta distorsionaba mi realidad, la noche intensifico las sensaciones, las criaturas
Por: Alan Robles
Cantaban y seguían haciéndolo, ebrios ya de vino, felices también y mis ojos contemplaban rarezas que nunca antes había visto jamás. El sonido de flautas llegaba, provenía de los mismos dedos largos de unas criaturas sin ojos y el ritmo a cargo de extraños seres con forma de tambor, un espectáculo de aquelarre donde la razón no hacia parte de nada ni tenia lugar entre tanta criatura pagana, incluyéndome. Apareció entre la fiesta aquella diosa, la del bosque, su cuerpo semejante a delicadas hojas en primavera, su piel vestida con pétalos y hojas, su cabello de raíces, y venia montando un caballo al cual, me invito a subir, me prometió en su mirada llevarme a una aventura que sin duda disfrutaría. Cuando estuve montado soplo un humo espeso sobre mi rostro, de fuerte aroma y luego cabalgamos, me llevo por llanuras, montañas y ríos, me llevo sin prisa pero a la vez sin detenernos, su cintura que rodeaban mis manos y su cabello libre al viento. Conocí muchos lugares que en mi mente no habría imaginado, castillos inmemoriales olvidados y consumidos por el olvido y las guerras, horizontes que llegaban mas allá que los ojos pudieran ver, tal vez ya no estaba en Redania pero llego a pensar que realmente todo lo que había vivido hasta ahora, desde aquel bar, el bosque, la casa de Raphael, el fantasma de Valentina, el viejo de cabellos rojos, la misteriosa y sensual dama de la cueva y ahora entre dioses y criaturas de mitos y leyendas era lo que realmente ese país entero escondía, misterio que guardaba en los pliegues del tiempo, solo bastaba escuchar atento y sin prisa para oír las voces e historias que se cantaban al correr los eones. Se detuvo el caballo y la diosa me dijo: diariamente recorrías la misma distancia y no te dabas cuenta que sucedía alrededor, “no hay peor manera de morir que dejar la vida para después”, luego me di cuenta que habíamos llegado al camino del bosque, ella desapareció entre un destello y yo me quede pensando en todo, justo ahí, en medio del camino.
Por: Alan Robles
CAPITULO 5. Un Camino Para Perder La Cabeza Y así fue, me dirigía de nuevo a casa con la mente lejos del suelo que sentían mis pies, confundido mas y mas a cada paso, realmente extrañaba cada momento que había ocurrido dentro de esta aventura, y si que lo extrañaba, sin embargo ya había vuelto a ese camino que siempre había recorrido, de nuevo me estaba llevando a mi hogar, y no es que no quisiera regresar a él, solo que… El viento no cantaba mas, el sol aumentaba su calor y su brillo conforme se apoderaba del cielo, todo lo demás parecía igual, igual a siempre como si nada. Miraba los arboles, las plantas y todo alrededor, sabia que se burlaban de mi, sabia que allí estaban escondidos aun mas secretos, pero parece también que todo ser vivo había pactado con los dioses un silencio conspiratorio en contra de mi, la sensación de ser observado, y la complicidad de toda la naturaleza me volvían loco, sin embargo el camino continuaba. Y continuo llevándome, hasta que logre ver el umbral del final del bosque y la pradera que se extendía en el horizonte dando aviso que la villa en donde estaba mi casa estaba a tan solo un centenar de pasos, confieso que me confronte en gran manera, nunca antes había sentido tan pocas ganas de sentarme en la sala de mi casa, tomar un café y luego recostado en la cama tras apagar la vela recibir el sueño. Todo empezó a ser mas familiar, aparecían personas que iban y venían por ese mismo camino, ya quedaba poco, y aun menos distancia al acercarme a la puerta que guardaba la entrada de la villa, el tumulto de gente que se aglomeraba a las afueras era una verdadera molestia intentar cruzar, una verdadera opresión social, los vendedores que en sus tiendas tenían un sinfín de artículos traídos de lejanas costas, artículos que no tenían valor pero ellos sabían engañar muy bien a los inocentes viajeros, el olor a pescado que traían de puerto, que no era muy fresco del todo, pero ¿quien lo iba a notar antes? Un par de especias para el olor y algo de menta gatuna y laurel para alejar las cucarachas. Sin duda ese caos diario era el que mas aborrecía.
Por: Alan Robles
Sonaron las campanas a lo lejos, lo curioso es que no era la señal para avisar el medio día o algún otro evento cotidiano, y no fui el único que tuve en cuenta este suceso, luego al murmullo de voces y ambiente de parloteo mezclado con esa mezcla de olores se le añadió una tropa de soldados corriendo en dirección contraria a la que yo iba, gente corriendo, perros ladrando y la sensación de intranquilidad por parte de todos avisaron que algo extraño, repentino estaba o había sucedido en aquel lugar, ¿ebrios discutiendo por alguna absurda apuesta de vino?, o algún mercader aprovechado de la ingenuidad de alguno, Bah! Simplemente sea lo que hubiera sucedido, no era de mi importancia.
Ser observado me hacia sentir raro, llegue a pensar que algo me
había sucedido atrás y habría cambiado mi aspecto físico, sutilmente toque mi rostro, pero me di cuenta que todo al parecer estaba completo y en su lugar, así que, deje a un lado la idea de haberme convertido en alguna extraña criatura producto de haber probado tantas cosas, pero aun así me seguían observado, simplemente me aleje, me dirigí al pozo de agua a las afueras, junto al camino, no para beber solamente para mirar mi reflejo en el agua, notar que realmente era yo, me di cuenta al asomarme en aquel espejo de agua que me veía a mi mismo, sin cambio, mutación o algo parecido, vi entonces un grupo de personas reunidas bajo un árbol, curiosos!. Aunque luego deje de pensar que simplemente estaban allí mirando algo y ya, llegaron los soldados y se abrieron espacio en medio, me abordo entonces la curiosidad y me acerque, despacio fui llegando y luego un poco mas rápido a la multitud, desde donde estaba no podía ver, como pude fui ganando lugares mas y mas adelante hasta llegar justo detrás de un soldado que con los demás hacían una barrera de guardias, escudos y rifles para evitar que la gente curiosa se acercara mas, mi pregunta era ¿A que?. Llego entonces quien parecía ser un medico, pensé que había alguien o algunas personas enfermas en medio de todo, de todos, pero aun así tan cerca no podía ver nada detrás del escudo de aquel guardia. Por: Alan Robles Pregunte entonces a alguien, una señora de mediana edad que estaba a mi lado: ¿Sabe usted que sucede?, a lo que me respondió, acabo de llegar no se nada. Entonces ya que mi curiosidad no fue saciada pregunte a alguien mas, alguien debería saber que había ocurrido, me voltee y le dije a un señor calvo, la misma pregunta ¿sabe usted que ha sucedido aquí? Este me dijo: parece ser que han encontrado a una chica que se había perdido ya hace algunas semanas. - Ah bueno! Entonces apareció una fulana, bien por ella, pensé, me fui de se lugar, a empujones me di cuenta que había crecido mas la multitud, de nuevo los ojos sobre mi que me seguían hasta salir de aquel espectáculo publico, escuche entonces la voz que me acuso: ¡Es el, atrápenlo!, no hubo peor aviso que aquel, y no caí en cuenta que hacia mi se había lanzado esa advertencia, cuando vi que un par de soldados con cautela y sin dejar de avanzar se acercaban a mi apuntándome con sus rifles, ¡Alto, deténgase ahora mismo!, jamás haría caso y salí corriendo, algunas palomas asustadas emprendieron vuelo, y por suerte esas aves cubrieron mi espalda impidiendo una clara visión a los guardias que apuntaban hacia mi, corrí y seguí corriendo, aun pensando que había sucedido, sin sentir culpa de nada pero la duda producía en mi temor, y se veía reflejado en mis pies, que sin cansancio me alejaban de allí, perseguido aun, las balas que mortalmente pasaban cerca de mi, la vida que podía terminar tan solo si una de ellas impactaba en mi cuerpo, y prefiero morir, mala suerte seria si no lo hiciera y tener que sufrir por una mala herida, luego pensé en porque seguir huyendo, ¿Huir de que?, sin mas me detuve, pare, mire las nubes y sentí un golpe en la nuca. Todo se hizo negro después. Sentí el agua fría en mi rostro me encontré atrapado, mi cuello inmóvil por 2 tablas de madera, mis manos a cada lado, maldita sea! Pensé, ¿Como termine aquí? ¿Porque hago parte de este burlesco escenario? Se me acerco un hombre, en tono dramático e impetuoso me dice, se le acusa por el crimen de asesinato, la pena por este crimen es morir decapitado en la guillotina, escuche los abucheos de la multitud, vegetales podridos que lanzaba contra mi, toda una
Por: Alan Robles
escena de mentes pervertidas y llenas de ganas por saciar su sed de sangre en ese espectáculo donde yo era el centro de atención. Se acercó el verdugo por el otro lado, sujetando entre sus manos la cuerda que sostenía la cuchilla y espero paciente, el hombre al otro lado, aquel que me había hablado me dijo: ¿alguna ultima petición antes de morir?, rendido ante el hecho de haberme encontrado frente a mi fin, vencido por el desaliento e invadido por una culpa ajena, solo se me ocurrió una petición en ese momento, y dije: quiero saber el nombre de aquella chica. La gente hizo más ruido, me lanzaron incluso piedras, y en medio de ello el juez me lo dijo alejándose y dándole la orden al verdugo de soltar la cuerda, su nombre era Valentina, la cuchilla cayo.
¡Noooooooooooooo! Lancé un desgarrador grito y todos en el bar se
quedaron en silencio mirándome, los observe también estupefacto, sorprendido y con algo de terror, rieron después de unos segundos, la música continuo, y un viejo de cabellos rojos sentado en la mesa junto a la mía en tono amable y juguetón me dio una palmada en la espalda y luego me dijo: Hey! Hey! muchacho, no es bueno dormir fuera de casa, le recomiendo se abrigue bien y vaya a descansar. Me levante de la mesa, por acción de inercia aun mi mente dentro de esa paradoja, fue ¿real o fue un sueño?, abrí la puerta del bar y escuche la voz del viejo que de nuevo me dijo: y tenga cuidado en el bosque, procure no salirse de su camino, a menos que quiera perder la cabeza.