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A LAN R OBLES P ARRA

Por: Alan Robles


Por: Alan Robles
CAPITULO 1 Una Sombra Al Final Del Día.
Me encuentro aquí, sentado en
una solitaria mesa de aquel viejo
bar, un frio inclemente se observa
por la ventana y el solitario muelle
en la ciudad portuaria de Redania.
Un vaso con cerveza oscura a la
mitad, un trozo de carne bien
asada acompañada con pan de
frutas y especias de buen olor
para llenar el estomago y no
hablar tanto. Los rumores de un
supuesto asesinato, hablaban del
cuerpo de una chica encontrada a un lado del camino en las afueras
del pueblo, rumores que iban y venían como los senos derramados
con cerveza de las camareras. Mas de un ebrio de aquel bar sabia
hablar y entretener a otros con una que otra historia, como aquel viejo
de cabello rojo sentado en la mesa al lado de la mía, que contaba una
historia sobre el mar, historia que parecía mas bien falsa que real.
Termine de cenar, page la cuenta a la camarera que aun por su
aspecto cansado no se le podía negar que cocinaba maravilloso.
Busque la puerta de salida, la abrí y cerré tras de mi, hubiera preferido
escuchar toda la noche aquellas aburridas y repetitivas
conversaciones de borrachos, el olor de cerveza derramada y sudor
mezclados con otros tantos mas, que ir afuera en medio de esa
despiadada manera de nevar , ese maldito frio característico de las
tardes absurdamente heladas de Noviembre. Por suerte tenia puesto
un buen abrigo, me cubrí hasta el cuello, camine hasta el muelle en
frente, el océano parecía no sentir todo ese caos climático del invierno,
el simplemente estaba en calma, como un viejo sabio. Algunas
gaviotas volando encima de sus aguas, esperando ser alimentadas
por algún descuidado pez, quise ser el océano, sentirme en calma,
sentirme fuerte, sentirme acompañado. Entrada la noche y ya
regresando a casa, por el camino recordé aquellos comentarios que

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habían hecho en el bar, no niego
que sentí escalofrío al pensar que
cerca de allí días pasados había
había ocurrido un crimen, y mas
aun que el bosque estaba mas
tenebroso y oscuro que de
costumbre, pero aun así tenia que
seguir, ir cada vez mas dentro de
lo que parecían ser sus fauces, devorándome sin darme cuenta,
desgarrando entre sus sombras mi alma… Diría que los arboles me
miraban fijamente, amenazando mis pasos, acelerando mi respiración,
envolviéndome en una locura terrorífica. Escuche entre los arbustos
risas de una criatura extraña y el aullido de un viejo lobo solitario a la
distancia, me encontraba desesperado, al borde de la locura, sin
notarlo me había salido del camino principal, y quien sabe hace cuanto
estaba dando pasos hacia destino desconocido, trate de calmarme,
pero fue imposible cuando mire hacia el frente y la vi allí parada,
mirándome fijamente, sus ojos tan negros que aun en la oscuridad se
veían profundos. Trate de hablar, de gritar, pero no pude expulsar
sonido alguno de mi boca, aunque fuera un gemido, retrocedí, y una
piedra en el suelo, puesta allí como a propósito por el mismo bosque
me hizo tropezar y caer de cabeza directamente contra el césped, lo
demás es fácil de adivinar. Desperté allí mismo, a la mañana
siguiente, o la siguiente a la siguiente, la verdad no tengo idea de
cuanto paso, y no había nadie para decírmelo, recordé aquella silueta
que vi esa noche, y busque con cautela alrededor, pero así mismo
como la noche, ella se había esfumado. Me dolía un poco la cabeza,
en la claridad del día trate de ubicarme, y encontrar el único camino
por el cual me dirigía a casa. Fue en vano, solo el bosque sabia que
tanto me había adentrado en el, solo el bosque sabia que tanto me
había hecho caminar dentro de sus intestinos, y claro que era para
preocuparse, aquel bosque tenia fama de ser implacable con aquellos
que por ignorar el camino principal, o caminar ebrios por el, o
aquellos como yo, que fuimos presa del pánico. Entonces así,
guardando la esperanza de encontrar algún claro, rio, señal y porque
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no otra persona o una casa, seguí caminando, de cara al viento entre
pinos, eucaliptos y sauces, un par de ojos me observaban sin yo
siquiera darme cuenta, y yo, solo tenia mente para no caerme de
nuevo y que no me encontrara a algún animal salvaje, ya que no
contaba siquiera con un cuchillo o arma, un encuentro así, seria mi fin.
Mi fortuna no mejoraría, desde aquella noche una serie de sucesos en
cadena empezarían a llegar, uno tras otro. Después de haber
caminado por lo que creo fueron varias horas, y apoyado de una rama
que encontré en el suelo y use como bastón, vi a lo lejos un árbol con
algunos nidos en las ramas, y con el hambre siguiéndome todo el día,
un par de huevos, así fuesen crudos me vendrían mas que bien, así
que me acerque al tronco del árbol, e intentando bajar el codiciado
alimento que vi; Primer intento!, fallido, segundo intento!, cerca, tercer
intento!, fallido, sinceramente ¿que tan difícil puede ser bajar un nido
con huevos y comerlos?, devorarlos y asesinarlos en mi boca, mi
mente divagando jugaba con mi estomago hambriento y afectaba mi
puntería y paciencia. De repente y sin avisar, como suelen ser este
tipo de cosas, una bandada de aves, creo que golondrinas, o tal vez
perdices, o incluso podrían ser patos o ratas voladoras, solo diré que
fueron aves, el asombro y sorpresa no me permitió detallar la especie,
algunas se estrellaban contra mi cara, eran muy torpes o yo estaba tan
asustado que al correr siempre encontraba una a mi paso. Penoso y
efímero aquel momento, fueron solo un par de segundos y todo volvió
a la calma, recupere el aliento, y perdí el apetito por comer, observe
que no quedara otra ave aun por ahí, o incluso otro montón esperando
entre el pasto, gire mi cuerpo y me dispuse a retomar mi camino,
avance con el primer paso, y sentí la sensación de estar flotando, me
sentí ligero, cerré los ojos y el viento acariciaba mi rostro, extendí mis
brazos como si fueran alas, y sonreí, libertad y un agudo silencio, abrí
mis ojos y sonriendo miraba mis manos, una y luego la otra y sonreí al
viento, mientras tanto seguía cayendo por aquel precipicio sin
conciencia y sin miedo, sentí el golpe de una rama, otro, y otro
después no se cuantas ramas encontré en mi caída, pero por fortuna
irónicamente hablando, esas mismas ramas me salvaron de una caída
libre, y ¿a que distancia? Lo que menos interesa es la distancia, de
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repente encontré de nuevo el suelo, sentí algunas costillas rotas, mi
brazo derecho adormecido y quizás roto, mi ropa destrozada como si
hubiera estado en medio de una batalla de dientes y garras, mi cabeza
seguía en donde debía estar y yo mirando al cielo, levante mi brazo,
no el roto, el bueno y con mi mano intente alcanzar el sol y en mi puño
destrozarlo con ira. Estaba consiente del tiempo, del día, del viento, de
los sonidos y pensaba en la razón por la cual no había muerto,
¿alguna ayuda divina o error mio de no saber morir? Escuche pasos
acercándose cada vez mas y mas, incapaz de levantarme solo con
una mano, por el dolor en mi pecho causando por mis costillas rotas y
mi brazo destrozado. Los escuchaba cada vez mas, directo hacia mi,
movía la cabeza en todas direcciones, pero no veía nada, solo
escuchaba, han sentido antes esa sensación? me consumía el temor,
aquel sonido de pasos era como una navaja en mis oídos hasta que
se detuvo, con mi respiración acelerada y mi pulso por las nubes,
espere lo peor, solo aguardaba, un golpe, la muerte! Pero luego la vi,
primero una sombra por estar a contraluz del sol, pero mis ojos se
fueron acostumbrando luego a su silueta, ¿una mujer?, ¿un ángel?
¿Una ilusión? ella me miraba fijamente y no con desprecio ni sorpresa,
bueno si, quizás algo de sorpresa, después de todo no es común en
ningún aspecto encontrarse a alguien en mi estado así como así, pero
ella me miraba directamente y sus ojos curiosos me dieron paz, que
hermosa era, pero no tenia fuerzas ni siquiera para sonreír, podría ser
una oveja vestida de lobo, que haga conmigo lo que quiera, total, ya
estoy casi muerto. Ella hizo un movimiento y de su bolsillo saco un
pañuelo, sus ropas delicadas y su cabello largo, usaba vestido largo
color negro, algo ajustado, algo coqueto, los detalles me los reservo
para mi, limpio la sangre en mi rostro y me decía algunas cosas que
no recuerdo, ¿su voz? dulce y amable, estaría a gusto si allí mismo
llegara mi muerte al lado de ella, cerré mis ojos, sonreí y quede
dormido.
Lo único que sabia, era que ya no estaba en el bar, ni en el muelle, y
mucho menos cerca a mi casa.

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CAPITULO 2. La Habitación De Valentina .
Me levante muy temprano en la mañana, tome un baño y escuche a
Raphael golpear a la puerta y avisarme que ya estaba el desayuno
listo, me apresure en colocarme la ropa y salir, Valentina ya estaba
sentada en la mesa y Rafael su padre llegaba al tiempo que yo,
buenos días! me dijo Valentina, también la salude, y pregunto como
seguían mis heridas, bastante mejor, le respondí, aun me duele el
brazo y el pecho, resulto que no habían sido costillas rotas, solo
exageración del golpe, después de todo no fue tan grave, por suerte ,
Rafael me miro de manera extraña, parecía que le daba curiosidad el
hecho que estuviera hablando, sin verlo a los ojos. Les agradecí al
terminar y decidí despedirme para retomar el camino a mi casa, pero
Rafael insistió que me quedara un poco mas, hasta que sanara,
después de todo la tarde anterior me había encontrado muy mal
golpeado, Valentina insistió, aquella chica de grandes y provocativos
senos, y su boca, sus labios rojos que en cada palabras despiertan
esas ganas de pecar en su cuerpo, me deje convencer por ella mas
que todo, me quedaría un rato mas, podría verla además, en vez de
ver al bosque y sus ratas voladoras
Así fue, descanse otro poco, en el patio de la casa, sentado en una
silla escuchando las historias de guerra que recordaba Raphael,
Valentina me trajo un poco de limonada, y sus piernas firmes me
hacían incluso dejar de escuchar la voz firme y militar de su padre, que
no paraba de hablar incluso al notar que yo estaba distraído. Que
piernas las de esa chica, que cuerpo, hasta se me olvidaba el dolor
cuando la deseaba. Así pase la tarde escuchando las historias que
poco ahora recuerdo, hasta que entrada la noche y ya con intención
de irme, el clima de nuevo conspira en mi contra y se escucha afuera
de la casa como un torrencial aguacero arremete
contra el mundo. Los ojos de Valentina tomaron un
brillo muy curioso al escuchar a Raphael decirme
después de ver por la ventana; Muchacho, le toco
quedarse esta noche también!. No sé que pensar
de ese inusual brillo. Entonces llego de lleno la

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noche, implacable y la lluvia no dejaba de caer, tomamos café y en la
chimenea me conto Raphael, la historia de su fallecida esposa, ya
hace rato, historia que no interesa repetir, pero si puso muy seria a
Valentina, que en silencio subió a su habitación, su padre ignoro
totalmente esto y siguió hablando conmigo, de repente una mirada
cómplice que recorrió la habitación y en secreto se levanto y saco de
un baúl, una botella de “Château Lafite Rothschild” cosecha de 1687, y
muy orgulloso de mostrarme esa reliquia, - Un vino simplemente
exquisito, me decía mientras quitaba el corcho de la botella, saco 2
copas de la vitrina y sirvió, pruébelo usted muchacho, pero despacio, y
sienta su sabor amargo primero y después exquisitamente dulce, la
felicidad de Raphael era desconocida para mí, - No viene mucha gente
por aquí, es muy difícil hablar con alguien, pero bueno muchacho, ya
es hora de dormir, suba, allá esta lista su habitación, se despidió de mí
amablemente y cerró detrás de el la puerta de su alcoba en el primero
piso. Subí las escaleras sintiendo el efecto de aquel añejo vino,
pensando en que el dolor ya había pasado, y en si esa lluvia seria
eterna, tuve suerte de haber pasado por todo eso y de estar ahora allí,
podría estar muerto. El pasillo para ir a mi habitación era largo, oscuro,
la puerta que yo necesitaba estaba casi al fondo del pasillo, otras
puertas que conducían a un baño y habitaciones que no tenia ni idea
que eran, también acompañaban mi camino, llegue a mi destino, pero
antes de entrar vi una luz que salía de la ultima puerta, curioso me
acerque, y vi con sorpresa que era la habitación de Valentina, pero no
la veía a ella, bueno, no tenia completo rango de visión, solo se veía la
cama de ella, me quede un rato mas, parte de mi me decía que me
fuera, y que fortuna que no le hice caso. Al momento llego valentina,
con su traje para dormir pequeña, delicada, dejando ver y no ver a la
vez, se acostó en su cama pero no bajo sus sabanas, se acarició un
poco el vientre y sus brazos y luego metió su mano entre su pantalón,
así de repente ella empezó a masturbarse. ¿A cuantas personas les
ocurren estas casualidades en la vida? la voy a disfrutar, ella se
tocaba y disfrutaba de hacerlo, solo aquel que sabe de lo que hablo
conoce lo que no voy a seguir describiendo, disfrute tanto ver lo que
hacia ella, que la desee, quise entrar de repente quitarme la ropa y
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tener sexo con ella, pero quien sabe que debilidad me detuvo, aunque
ya estaba escrito que mi pensamiento se cumpliera, y si la moral me
quiso detener, actuó a mi favor el infortunio y perdí el equilibro
producto de mi mala postura al intentar ver por aquel pequeño espacio
de la puerta abierta a la deliciosa Valentina, y así fue, caí justo dentro
de la habitación , la puerta se abrió y el golpe seco al caerme en el
piso retumbo la habitación, ella me miro con sus ojos negros y su piel
semidesnuda, sus mejillas rojas, solo me miro, me incorpore y no
supe que palabra decir, solo la miraba a ella, y su cuerpo, ni siquiera
con deseo, mas bien apenado y decepcionado de mi error, -¿Que
hacías detrás de mi puerta? Me pregunto mientras se cubría un poco
con su sabana, Ehh, eh, eh, mmmm, malditas ganas de decir la
verdad pero por alguna extraña razón moral, no poder, ella se levanto
de la cama, con su sabana enrollada en el cuerpo se acercó a mi con
mirada fija y coqueta, me dejo paralizado, congelado, me tomo por la
cara y me atrajo a ella, se acercó y nos besamos, lo demás queda a la
imaginación, pero solo diré, que paso de todo lo que su mente crea. El
sexo con Valentina es imposible expresarlo con letras, para entenderlo
hay que ser victima de su mirada primero y luego, que la vida conspire
a favor con algún par de eventos, temprano en la madrugada me
cambie a mi habitación, pude al fin dormir y descansar, cuando mi
cuerpo descanso, sentí de nuevo el dolor. Amaneció, y de nuevo
escuche a Raphael en la puerta, anunciando el desayuno que había
hecho con esmero, llegue a la mesa, ella aun no había bajado, hable
un rato con Raphael, que parecía no haber bebido anoche conmigo,
estaba feliz, tenia esa sonrisa fingida y ojos cansados de vivir, paso un
rato y Valentina no bajaba, pero no hice el comentario, y tampoco él
hablaba de eso, disfrute mucho el desayuno, observe por la ventana y
ya el ambiente estaba mas claro, caía nieve pero no era para impedir
mi camino, el dueño de casa entendió en mi mirada que estaba ya
decido a irme; Lleva pan para el camino y algo de agua, me dio una
bolsa y una botella. Limpie mis heridas y cambie mis vendas antes de
salir, ya estaba listo para despedirme, siento mucho agradecimiento
con aquel señor que me ayudo tanto y me hizo sentir tan bien, le debo
la vida sin duda.
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Me despedí, le desee buenas fortunas, era poco lo que podía hacer
con todo lo que hicieron por mi, le dije antes, como Valentina aun no
había bajado que por favor me despidiera de ella, pero fue extraño el
gesto que hizo con su rostro al escucharme decir eso, no supe que
decirle, si preguntarle como estaba o que pasaba, la verdad se puso
raro, y dejo a un lado su rostro amable y se puso algo mas apagado, le
tome del hombro, fue lo único que pude hacer, suspiro, y me dijo que
extrañaba mucho a su esposa, pero extraña mas a su pequeña
Valentina, tiene la esperanza que ambas estén en el paraíso, no
entendí lo que decía, y de repente mis ojos me llevan sin saberlo a
una foto en la pared con la foto de una chica que mencionaba en una
frase: “ Mi pequeña niña, siempre estarás en mi corazón” 1685 –
1700”. Terror y espanto, fueron las únicas sensaciones que sentí en
todo mí ser, ¿que era esto? Algún tipo de broma, pero vi en el rostro
de Raphael la sinceridad de su melancolía, observe el cuadro mas de
cerca, si era ella, Valentina, ante la mirada curiosa de Raphael, subí
corriendo las escaleras hasta la ultima habitación del pasillo, abrí la
puerta y observe con asombro y al borde de la locura que la habitación
conservaba la impresión de estar intacta como se dejo, hace años.
Caí de rodillas al suelo, ¿pero como es posible? yo la vi, la vi disfrutar
tocarse, y no solo eso, también la toque yo, la sentí, le hice el amor
aquella noche, y su cuerpo tocaba el mio, mi razón
se volvía loca, pero lo que vieron mis ojos es fiel
prueba que solo viví una creación de mi mente
incluida en mi realidad.
Salí de esa casa, lo mas lejos y rápido que pude
dejarla atrás, el bosque de invierno estaba frente a
mi, pero nada me importaba mas que entender que
sucedió. Había tenido unas de las mejores noches
de sexo en mi vida, con el alma de una chica
muerta… Y me encanto.

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CAPITULO 3. Ese Profundo Aroma…
Me sentía abrumado, la sensación de caminar y caminar sin llegar a
algún lugar me respiraba en la nuca, jamás imagine que ese bosque,
el cual casi todos los días cruzaba desde mi casa al muelle fuera tan
enorme y aterrador.
Llego de la nada un aroma que avivo los colores a mi alrededor, luego,
en mi camino, encontré con un rostro familiar, aquel viejo de cabellos
rojos que contaba historias en el viejo bar del muelle ¿Que hacia aquel
viejo allí? Señal que estaba cerca de mi casa, o ¿algo más?. Aun no
me había visto pero yo si, lo vi acostado detrás de un tronco caído,
como esperando a alguien o solo descansando, pensé que se habría
perdido también como yo, de todas maneras él había estado
bebiendo, quizás el alcohol le jugo una mala pasada… así que decidí
acercarme.
Señor!, sé que no me conoce, pero lo he visto en el Bar, resulta que
estoy algo desviado del camino principal y no se como llegar a él, se
levanto asombrado y sin pensarlo se acercó a mi, me arrojo al suelo y
con mirada fija me dijo, -Calla! muchacho por favor, allí vienen, y luego
el también guardo silencio, maldita sea! pensé, ¿quienes vienen?
Este tipo esta loco, de repente se quedo inmóvil, y su mirada seguía
algo en el horizonte, escuche varios pasos que se acercaban,
murmullos de voces, tensión en el aire me recordaba lo mucho que me
arrepentía haber saludado. El viento callo, las voces desaparecieron,
parece que todo había terminado ya, aquel viejo de cabello rojos, me
miro y dijo, muchacho, disculpa mi bienvenida, en un tono mas
tranquilo. Se levanto sacudió su ropa y de un salto siguió un sendero,
no me dijo que lo siguiera, pero de terco o por no saber a donde mas
dirigirme, lo seguí, de nuevo hubiera deseado no haberlo hecho, se
dirigió a una pared en la montaña, y aquel viejo buscaba algo en la
pared, como la típica entrada secreta, y así fue, había una maldita
entrada secreta. Una perfecta cueva de cuento, húmeda, oscura y fría,
larga, no tenia ni idea a donde iba, creo que el viejo si. Yo lo seguía de
lejos para no molestar o para no morir antes, dado el caso. Era un
salón grande, después de lo que me pareció un eterno laberinto,

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habían ataúdes de piedra y criptas por todas las paredes y alrededor
del salón, sonidos de ultratumba a la distancia y un aire helado que
llegaba hasta los huesos. Pero allí estaba aquel viejo por alguna
extraña y absurda razón, lo mas absurdo de todo es que yo mismo
estaba allí, y no sabia aun el porqué. Magnifica oscuridad que rodeaba
entre penumbras veía la silueta de aquel hombre que en silencio
caminaba y mi razón alterada me hacia ver una que otra terrorífica
sombra que escapaba entre la luz de algún pasillo, apenas respiraba,
cuidaba cada paso que daba, murciélagos revoloteando por el
insomnio o por hambre y ganas de cazar pasaban encima de mi
cabeza, me senté contra la pared, al lado de una roca, y desde allí no
perdí de vista al viejo, suficientemente lejos para huir ante cualquier
cosa, o cerca para no quedarme solo, de repente se encendieron al
fondo del salón unas antorchas, personas, unas 6 o 7 algo así, en
circulo, hablando de algo, mirando unas bolsas, unos baúles y cajas,
algo de valor, posiblemente, no me interesaba nada mas que salir de
allí, ¿pero regresarme? No puse atención al camino. Luego algo llamo
mi atención, una mujer, lo supe porque aunque estaba cubierta hasta
el cabello, su túnica estaba rasgada a la altura del muslo, y se podía
ver sus piernas, majestuosas piernas, curiosidad masculina que me
arranco de mi escondite, solo para acercarme un poco más y
contemplar de cerca a la recién llegada afrodita. Además de eso
parecía ser la jefe de aquellos hombres, uno de ellos, el que era el
líder de la banda, se le acerco y le dijo algunas cosas en el oído, tan
solo un poco se pudo ver su rostro al girar la cabeza, ¿quien era esa
mujer que sin verla ya me atormenta el deseo? dejaron un montón
bolsas que cada uno traía, y luego se retiraron, y la mujer en otra
dirección, el viejo de cabello rojo fue tras los hombres, pero yo no le
seguí como si fuera sombra deslizándome contra la pared seguí a
aquella mujer, mi curiosidad podría matarme, pero aun así seguí
detrás de ella que fue por un túnel y al final una puerta, ella entro, y yo
la seguí, también abrí la puerta y entre. Junto a unas cajas me escondí
y la observaba, se quito el abrigo y dejo ver su hermoso cabello
castaño, sus hombros descubiertos, su cintura y caderas exquisitas
como manzana del paraíso, de nuevo sus piernas, sus joyas por todo
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el cuerpo, en sus brazos, muñecas, cuello, tenia tantas pero a la vez
se veía tan deslumbrante, deliciosa mujer, yo seguía inmóvil. En una
estantería que había en la pared vi varios objetos de mar, de
diferentes épocas, y un retrato femenino en la pared y algunas cosas
de poco valor en el piso y por ahí. Pechos firmes y redondos
completaban su figura, además de su hermoso rostro. Varias
preguntas me llegaron a la cabeza, ¿que era ese lugar?, ¿quienes
eran estas personas que se escondían bajo tierra? No hubo tiempo de
responder, ni siquiera pensar en un adelantó, entro uno de los
hombres que había en la sala, sangre en su rostro, ropa rasgada como
por pelea, agitado y asustado, la mujer lo quedo mirando asombrada,
aquel tipo de aspecto pálido y fúnebre solo dijo: “Belladona”, no pude
verlo, solo era como un destello rojo, y cayo sin fuerzas al suelo. La
“Belladona”, como la había llamado aquel que esta ahora en el suelo,
tomo su rifle y espada, salió de la habitación y desapareció con el
sonido desvaneciente de sus botas, me quede allí en ese incomodo
silencio ¿estaría muerto aquel, o solo desmayado por agotamiento?, y
¿si se levanta y yo aun allí? Tendré que salir, y dirigirme… ¿a donde?
Decidí salir de todas maneras e ignorar completamente donde estaba,
solo seguí el túnel, llegue a la sala de antes y trate de ubicar mi
antiguo escondite, en lo profundo de la cueva, en ese momento se
oyeron disparos, 2 y 3, luego silencio, y otro disparo, mi cuerpo no
reaccionaba con instinto, solo estaba allí quieto, apareció de repente
una sombra saliendo por otro túnel adyacente, caminaba lenta y
pesada la figura de un hombre, cuando se acercó mas a la luz pude
darme cuenta que lo conocía, era aquel viejo de cabellos rojos, que
caminaba de manera extraña, con una mano en su costilla, concluí
que aquellos disparos habían sido para el, basto uno para dar el golpe
mortal, y si que se veía en sus ultimas, estaba tan cerca pero no noto
mi presencia, llevo sus pasos y fuerzas hasta el limite, se detuvo, alzo
su rostro dirigiendo sus ojos hacia mi, me observo detenidamente, sus
fuerzas lo abandonaron, su ultimo destino: El frio suelo. Camine hasta
su cuerpo tendido, aquel extraño sujeto ya se había ido del todo, era el
único que podría sacarme de allí, registre sus ropas, quizás llevara
algo que me fuera útil, papeles, varias navajas, y un mapa es lo único
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que llevaba este, de repente escuche una voz sobre mi: “deja en paz a
los muertos ladrón de ladrones”. Levante mi rostro y ahí estaba ella,
mujer de hielo y fuego, apuntando su espada hacia mí y levantándome
por el mentón, me pregunto: ¿quien eres y que haces aquí? – Solo me
perdí, respondí torpemente. Aparto su espada de mi, y me respondió:
Lo se!, te vi desde antes que entraras a la cueva, venias vagando
entre el bosque cada vez mas perdido. Me hizo seguirla de nuevo a la
sala en la que había estado antes, me conto la historia, aquel viejo de
cabello rojo era un muy peligroso asesino, la copa de vino que ella me
dio mientras me contaba, me relajo un poco. La conversación fue más
amable, la note cansada, pensativa, pero seguía siendo elegante,
imponente. Luego un aroma, un aroma exquisito llego a mi nariz, su
voz se iba desvaneciendo, yo seguía mirándola, pero aquel aroma me
envolvía, agradable, y dulce, nunca antes ni en las frutas ni en las
flores había sentido un aroma así, todo enmudeció y entre cálidos
colores que rodeaban su silueta pintando a aquella mujer entre tonos
azules, verdes, naranjas, rojos, purpuras y amarillos, cerré y abrí mis
ojos repetidamente como queriendo escapar de esa ilusión, pero era
tan real como sentir que respiraba. Aquella alucinancia utópica que
provoco el aroma de aquella mujer me hizo olvidar de todo, mi alma
salió del cuerpo un instante, porque el cuerpo mismo no seria capaz
de sentirla así, todo era lenguaje de almas. Y así como se acaba una
copa de vino sin darse cuenta, se levanto de su silla y se acercó a mí,
me beso la frente, me dejo su rifle y se alejó caminando entre las
sombras moviendo sus caderas
con porte perfecto, sonrió y
desapareció. Ya antes me había
dicho como salir, así que me
largue de ese lugar sentí que no
había visto la luz del sol hace
mucho, sentí como si esa mujer
me hubiera hechizado. Y ese
aroma!. Solo en ella esta ese
aroma, y yo hubiera deseado
disfrutar más de él.
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CAPITULO 4. El Canto De Los Paganos.
Un pequeño zorro ya me venia siguiendo desde hace tiempo, después
de salir de la cueva, mis intentos de ahuyentarlo habían fracasado,
siempre volvía, me acostumbre a él, si yo paraba, el paraba, y
caminaba igual si yo lo hacía. Se alzaban las montañas en la distancia
y me sentí en tierras lejanas, idílicas y hasta la sensación de creer que
el hombre no había pisado antes aquellos suelos, el silencio seguía,
todo lo demás cambiaba. Arboles fuertes como vigilantes eternos se
imponían fuertes por todo aquel lugar, sus hojas no solo eran verdes,
eran rojas, marrones, anaranjadas, purpuras y amarillas. Ese lugar
parecía el patio de juegos de los dioses, el mismo horizonte era una
obra de arte cuyo autor desconocido había dejado derramar toda su
pintura aleatoriamente en cada rincón. Si, quizás los dioses vivían allí,
sin ciudad ni templos, solo su libertad, pero ni risas, ni voces, ni
murmullos habían, solo ese único y gran silencio. Me senté, y aquel
zorro me observaba fijamente, no tenia comida la bolsa que me había
dado antes Raphael se había caído en la confusión de antes , puede
que eso era el motivo por el cual me seguía, instinto animal, pero no
tenia siquiera alimento para mi y mi cuerpo ya lo sentía, luego
desapareció entre los arbustos. Aquel juego de colores tan natural en
cierta manera me tranquilizaba, pensé un momento en todo lo que me
había sucedido y sonreí, mirando al cielo y al instante apareció de
nuevo aquel pequeño zorro, entre su hocico traía algo, se acercó
directamente , sin temor, sin dejar de verme dejo caer junto a mi
algunas hojas y hongos que había recogido, hizo gestos que luego
entendí, había traído aquello para mi, recordando que mi comida había
desaparecido acepte la generosa
contribución del animal, despacio mastique
ese manjar natural de mi compañero, no era
mucho sin embargo, y su sabor no era el
mejor, no esperaría la muerte con el
estómago vacío. Camine luego, mis pasos
ligeros y una explosión de aromas y colores
invadían mi camino, aquellos sagrados guardianes del bosque me

Por: Alan Robles


observaban mientras caminaba, sentía sus ojos sobre mi, mas no era
amenazante, parecían complacidos de mi presencia, un resplandor de
luz blanca guiaba mi camino y no sentía temor de seguirla, mi eufórica
y desinhibida sensación de flotar entre el viento, cada vez mas
colores, cada vez menos realidad, y mas tacto, olfato, oído y gusto.
Aquel zorro se volvió fuego, su pelaje eran llamas y sus ojos
semejantes a un sol en atardecer, luego me hablo!. – cansado viajero,
tus pasos no te han extraviado, te han llevado a donde ahora estas,
era necesario perderse para encontrar aquello que ya no tienes.
Atento lo escuche, mi locura me hacia sentir tranquilidad, y ahora tenia
un propósito que era encontrar aquello que había perdido. No era
alguien, no era algo. Pequeñas criaturas aparecieron corriendo detrás
de una piedra, al escuchar mis pasos quizá se asustaron, pequeñas
como una ardilla, de cabello largo y plateado, ojos ámbar y piel blanca,
vestidos de hojas, corrían pero sin temor, había una sonrisa pura en
sus rostros, esa felicidad me contagiaba y sonreí también, intente
seguirlos pero desaparecieron entre raíces y arbustos, luego de la
tierra crecían delgados tallos amarillos con pétalos rojos en sus
extremos, nacían de la tierra y al crecer casi hasta los 2 metros sus
pétalos explotaban en el aire dejando libre una enorme cantidad de
polvo de colores que viajaba en el
viento, esos tallos como flautas no
dejaban de crecer y explotar y como
una danza propia de la naturaleza la
brisa giraba entorno a mi llenando
todo de tonos cálidos y fríos. Llegaron
de nuevo aquellas criaturas diminutas
y jugaban entre mis pies corrían,
llegaron golondrinas que recogían a sus jinetes con cabello de plata y
los elevaban a las alturas para luego dejarlos caer y pulverizarse en la
tierra. El zorro de fuego apareció de nuevo y las hadas salían de sus
refugios, se acercaban hasta mí curiosamente y se alejaban entre
risas, me daban de beber vino de sus labios, acariciando mi cabello y
elevándome de cuando en vez entre sus alas de mariposa, y en sus
cuerpos desnudos dejaban caminar mis manos. El zorro me dijo lo
Por: Alan Robles
siguiente: Este lugar no es morada de dioses ni de hombres, este
lugar es el hogar de todas estas criaturas del bosque, fuera de la vista
de cualquier persona, viven entre lo mortal y lo divino.
Un canto llego a mis oídos, sus versos: “dioses de la tierra, del aire y
el mar, bienvenidos sean a este lugar”, y se repetía constantemente,
“dioses de la tierra, del aire y el mar, bienvenidos sean a este lugar”.
Cantaban todos, los arboles, las aves, las hadas y las criaturas con
cabello de plata.
Y así entre cantos iban llegando más criaturas, y traían consigo más
figuras y más colores, criaturas como triángulos de color marrón que
no tenían pies pero si flotaban, había otras semejantes a lagartos, con
plumas y 6 brazos, en cada uno de ellos sostenían una vasija de vino.
Llegaron de todo lugar, el bosque no era silencioso como hace un rato
atrás Un viento recio apareció, un viento grueso y fuerte que cerro mis
ojos, a pesar de su fuerza no me movió, cuando el viento se fue
habían llegado ellos ya, ellos creo que eran los dioses, 3 frente a mi, el
dios del sueño, la diosa del bosque y el dios del mar imponentes, lo s
ojos de ella fijos conmigo como buscando algo.
Uno de ellos, el del sueño me dijo: es un privilegio que no cualquier
mortal tiene de estar aquí. Vi como las hadas de ríos y lagos
acercándose al respectivo dios del mar empezaban una erótica y
seductora danza entorno a él, y este a su vez sonreía y con mirada de
lascivia respondía a sus acompañantes.
No hay ni dios, ni mortal, ni criatura del bosque, aire o agua que pueda
resistirse a los placeres de un hada, volvió a dirigir su voz hacia mí ese
dios. Se sentó a observar el espectáculo de colores y formas.
Hasta donde llegaba mi vista cada ser en el bosque saltaba, reía o
explotaba en un juego de colores, un licor dulce se podía beber de las
flores, todo fue así hasta llegada de la noche, cuando el cielo dejo de
ser la cuna del sol y llegaba la luna cómplice de todo lo que sucedía, y
yo ahí en medio de esa fantástica realidad, el humo entre la unión del
fuego y las plantas elevaba mi mente, el sabor de cada seta
distorsionaba mi realidad, la noche intensifico las sensaciones, las
criaturas

Por: Alan Robles


Cantaban y seguían haciéndolo, ebrios ya de vino, felices también y
mis ojos contemplaban rarezas que nunca antes había visto jamás. El
sonido de flautas llegaba, provenía de los mismos dedos largos de
unas criaturas sin ojos y el ritmo a cargo de extraños seres con forma
de tambor, un espectáculo de aquelarre donde la razón no hacia parte
de nada ni tenia lugar entre tanta criatura pagana, incluyéndome.
Apareció entre la fiesta aquella diosa, la del bosque, su cuerpo
semejante a delicadas hojas en primavera, su piel vestida con pétalos
y hojas, su cabello de raíces, y venia
montando un caballo al cual, me invito a
subir, me prometió en su mirada llevarme
a una aventura que sin duda disfrutaría.
Cuando estuve montado soplo un humo
espeso sobre mi rostro, de fuerte aroma y
luego cabalgamos, me llevo por llanuras,
montañas y ríos, me llevo sin prisa pero a
la vez sin detenernos, su cintura que
rodeaban mis manos y su cabello libre al viento. Conocí muchos
lugares que en mi mente no habría imaginado, castillos inmemoriales
olvidados y consumidos por el olvido y las guerras, horizontes que
llegaban mas allá que los ojos pudieran ver, tal vez ya no estaba en
Redania pero llego a pensar que realmente todo lo que había vivido
hasta ahora, desde aquel bar, el bosque, la casa de Raphael, el
fantasma de Valentina, el viejo de cabellos rojos, la misteriosa y
sensual dama de la cueva y ahora entre dioses y criaturas de mitos y
leyendas era lo que realmente ese país entero escondía, misterio que
guardaba en los pliegues del tiempo, solo bastaba escuchar atento y
sin prisa para oír las voces e historias que se cantaban al correr los
eones. Se detuvo el caballo y la diosa me dijo: diariamente recorrías la
misma distancia y no te dabas cuenta que sucedía alrededor, “no hay
peor manera de morir que dejar la vida para después”, luego me di
cuenta que habíamos llegado al camino del bosque, ella desapareció
entre un destello y yo me quede pensando en todo, justo ahí, en medio
del camino.

Por: Alan Robles


CAPITULO 5. Un Camino Para Perder La Cabeza
Y así fue, me dirigía de nuevo a casa con la mente lejos del suelo que
sentían mis pies, confundido mas y mas a cada paso, realmente
extrañaba cada momento que había ocurrido dentro de esta aventura,
y si que lo extrañaba, sin embargo ya había vuelto a ese camino que
siempre había recorrido, de nuevo me estaba llevando a mi hogar, y
no es que no quisiera regresar a él, solo que…
El viento no cantaba mas, el sol aumentaba su calor y su brillo
conforme se apoderaba del cielo, todo lo demás parecía igual, igual a
siempre como si nada.
Miraba los arboles, las plantas y todo alrededor, sabia que se burlaban
de mi, sabia que allí estaban escondidos aun mas secretos, pero
parece también que todo ser vivo había pactado con los dioses un
silencio conspiratorio en contra de mi, la sensación de ser observado,
y la complicidad de toda la naturaleza me volvían loco, sin embargo el
camino continuaba.
Y continuo llevándome, hasta que logre ver el umbral del final del
bosque y la pradera que se extendía en el horizonte dando aviso que
la villa en donde estaba mi casa estaba a tan solo un centenar de
pasos, confieso que me confronte en gran manera, nunca antes había
sentido tan pocas ganas de sentarme en la sala de mi casa, tomar un
café y luego recostado en la cama tras apagar la vela recibir el sueño.
Todo empezó a ser mas familiar, aparecían personas que iban y
venían por ese mismo camino, ya quedaba poco, y aun menos
distancia al acercarme a la puerta que guardaba la entrada de la villa,
el tumulto de gente que se aglomeraba a las afueras era una
verdadera molestia intentar cruzar, una verdadera opresión social, los
vendedores que en sus tiendas tenían un sinfín de artículos traídos de
lejanas costas, artículos que no tenían valor pero ellos sabían engañar
muy bien a los inocentes viajeros, el olor a pescado que traían de
puerto, que no era muy fresco del todo, pero ¿quien lo iba a notar
antes? Un par de especias para el olor y algo de menta gatuna y laurel
para alejar las cucarachas. Sin duda ese caos diario era el que mas
aborrecía.

Por: Alan Robles


Sonaron las campanas a lo lejos, lo curioso es que no era la señal
para avisar el medio día o algún otro evento cotidiano, y no fui el único
que tuve en cuenta este suceso, luego al murmullo de voces y
ambiente de parloteo mezclado con esa mezcla de olores se le añadió
una tropa de soldados corriendo en dirección contraria a la que yo iba,
gente corriendo, perros ladrando y la sensación de intranquilidad por
parte de todos avisaron que algo extraño, repentino estaba o había
sucedido en aquel lugar, ¿ebrios discutiendo por alguna absurda
apuesta de vino?, o algún mercader aprovechado de la ingenuidad de
alguno, Bah! Simplemente sea lo que hubiera sucedido, no era de mi
importancia.

Ser observado me hacia sentir raro, llegue a pensar que algo me


había sucedido atrás y habría cambiado mi aspecto físico, sutilmente
toque mi rostro, pero me di cuenta que todo al parecer estaba
completo y en su lugar, así que, deje a un lado la idea de haberme
convertido en alguna extraña criatura producto de haber probado
tantas cosas, pero aun así me seguían observado, simplemente me
aleje, me dirigí al pozo de agua a las afueras, junto al camino, no para
beber solamente para mirar mi reflejo en el agua, notar que realmente
era yo, me di cuenta al asomarme en aquel espejo de agua que me
veía a mi mismo, sin cambio, mutación o algo parecido, vi entonces un
grupo de personas reunidas bajo un árbol, curiosos!. Aunque luego
deje de pensar que simplemente estaban allí mirando algo y ya,
llegaron los soldados y se abrieron espacio en medio, me abordo
entonces la curiosidad y me acerque, despacio fui llegando y luego un
poco mas rápido a la multitud, desde donde estaba no podía ver, como
pude fui ganando lugares mas y mas adelante hasta llegar justo detrás
de un soldado que con los demás hacían una barrera de guardias,
escudos y rifles para evitar que la gente curiosa se acercara mas, mi
pregunta era ¿A que?. Llego entonces quien parecía ser un medico,
pensé que había alguien o algunas personas enfermas en medio de
todo, de todos, pero aun así tan cerca no podía ver nada detrás del
escudo de aquel guardia.
Por: Alan Robles
Pregunte entonces a alguien, una señora de mediana edad que estaba
a mi lado: ¿Sabe usted que sucede?, a lo que me respondió, acabo de
llegar no se nada.
Entonces ya que mi curiosidad no fue saciada pregunte a alguien mas,
alguien debería saber que había ocurrido, me voltee y le dije a un
señor calvo, la misma pregunta ¿sabe usted que ha sucedido aquí?
Este me dijo: parece ser que han encontrado a una chica que se había
perdido ya hace algunas semanas. - Ah bueno! Entonces apareció una
fulana, bien por ella, pensé, me fui de se lugar, a empujones me di
cuenta que había crecido mas la multitud, de nuevo los ojos sobre mi
que me seguían hasta salir de aquel espectáculo publico, escuche
entonces la voz que me acuso: ¡Es el, atrápenlo!, no hubo peor aviso
que aquel, y no caí en cuenta que hacia mi se había lanzado esa
advertencia, cuando vi que un par de soldados con cautela y sin dejar
de avanzar se acercaban a mi apuntándome con sus rifles, ¡Alto,
deténgase ahora mismo!, jamás haría caso y salí corriendo, algunas
palomas asustadas emprendieron vuelo, y por suerte esas aves
cubrieron mi espalda impidiendo una clara visión a los guardias que
apuntaban hacia mi, corrí y seguí corriendo, aun pensando que había
sucedido, sin sentir culpa de nada pero la duda producía en mi temor,
y se veía reflejado en mis pies, que sin cansancio me alejaban de allí,
perseguido aun, las balas que mortalmente pasaban cerca de mi, la
vida que podía terminar tan solo si una de ellas impactaba en mi
cuerpo, y prefiero morir, mala suerte seria si no lo hiciera y tener que
sufrir por una mala herida, luego pensé en porque seguir huyendo,
¿Huir de que?, sin mas me detuve, pare, mire las nubes y sentí un
golpe en la nuca. Todo se hizo negro después.
Sentí el agua fría en mi rostro me encontré atrapado, mi cuello inmóvil
por 2 tablas de madera, mis manos a cada lado, maldita sea! Pensé,
¿Como termine aquí? ¿Porque hago parte de este burlesco
escenario? Se me acerco un hombre, en tono dramático e impetuoso
me dice, se le acusa por el crimen de asesinato, la pena por este
crimen es morir decapitado en la guillotina, escuche los abucheos de
la multitud, vegetales podridos que lanzaba contra mi, toda una

Por: Alan Robles


escena de mentes pervertidas y llenas de ganas por saciar su sed de
sangre en ese espectáculo donde yo era el centro de atención.
Se acercó el verdugo por el otro lado, sujetando entre sus manos la
cuerda que sostenía la cuchilla y espero paciente, el hombre al otro
lado, aquel que me había hablado
me dijo: ¿alguna ultima petición
antes de morir?, rendido ante el
hecho de haberme encontrado
frente a mi fin, vencido por el
desaliento e invadido por una
culpa ajena, solo se me ocurrió
una petición en ese momento, y
dije: quiero saber el nombre de
aquella chica. La gente hizo más
ruido, me lanzaron incluso piedras, y en medio de ello el juez me lo
dijo alejándose y dándole la orden al verdugo de soltar la cuerda, su
nombre era Valentina, la cuchilla cayo.

¡Noooooooooooooo! Lancé un desgarrador grito y todos en el bar se


quedaron en silencio mirándome, los observe también estupefacto,
sorprendido y con algo de terror, rieron después de unos segundos, la
música continuo, y un viejo de cabellos rojos sentado en la mesa junto
a la mía en tono amable y juguetón me dio una palmada en la espalda
y luego me dijo: Hey! Hey! muchacho, no es bueno dormir fuera de
casa, le recomiendo se abrigue bien y vaya a descansar.
Me levante de la mesa, por acción de inercia aun mi mente dentro de
esa paradoja, fue ¿real o fue un sueño?, abrí la puerta del bar y
escuche la voz del viejo que de nuevo me dijo: y tenga cuidado en el
bosque, procure no salirse de su camino, a menos que quiera perder
la cabeza.

FIN
Por: Alan Robles

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