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LA CONCIENCIA.

¿Cómo le haremos ver a una persona cuando sus valores, ideas y comportamientos se han apartado de un
esquema moral objetivo, si esta persona percibe su alrededor repleto de opiniones distintas a cuantas se le
proponen?
Por: Guadalupe Magaña | Fuente: Escuela de la fe
Puesto que la conciencia es centro de la persona y guía de su obrar natural, esfuércense activamente por
formarla recta y madura, temerosa de Dios, abierta siempre al bien y a las inspiraciones del Espíritu Santo,
capaz de discernir lo bueno de lo malo y de la mentira, y eviten la insinceridad y la inautenticidad, tan
contrarias al espíritu de Cristo.

Pero, ¿Qué es la conciencia? ¿Cómo se forma? ¿Cómo saber qué tipo de conciencia tiene la persona a quien
dirijo y cómo influyen ciertas corrientes de pensamiento del mundo actual en la formación de su
conciencia? Son temas tan esenciales para una orientadora espiritual que requerirían todo un libro.
Haremos un resumen ilustrativo y práctico a la vez.

1) ¿Qué es la conciencia?
Veamos algunas definiciones tratando de comprender su contenido:

“Es un juicio de la razón mediante el cual la persona examina la bondad o malicia de una acción en razón de
la relación de ésta con la norma moral universal, de suerte que todo hombre esté en situación de realizar en
el modo singular e irrepetible que le es propio, las exigencias de la verdad objetiva de su ser personal como
tal”
“Es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en
el recinto más íntimo de aquélla” . “Es la capacidad de percibir el bien y el mal y de inclinar nuestra voluntad
a hacer el bien y evitar el mal”.
“Es la “anamnesis” (memoria) del Creador ( “La conciencia es un juicio de la razón por el que la persona
humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho”) .
La conciencia formada rectamente garantizará la realización personal. En cambio, una conciencia
deformada donde se anidan la doblez, la insinceridad y la hipocresía, se convertirá en fuente de división
interior, de tinieblas, de zozobra y de fracaso.
2) Funciones de la conciencia.

a. Percibir el bien y el mal como algo por hacerse o evitarse. Por ejemplo, un joven invitado a ver una
película pornográfica, si tiene una conciencia formada se dará cuenta que “no está bien hacerlo”; pero si no
la tiene formada dirá “no hay nada de malo, todo el mundo las ve”.
b. Impeler a hacer el bien y evitar el mal (fuerza que lleva a la acción). En el primer caso sentirá la fuerza
para elegir «no voy», mientras que en el segundo dirá «voy»; y
c. Emitir juicios sobre la bondad o maldad de lo hecho; en la conciencia bien formada habrá aprobación y
paz subsecuentes al hecho de haber elegido objetivamente el bien, o sobrevendrá el remordimiento y la
desaprobación si no eligió conforme al juicio de su conciencia.
En la conciencia se dan dos tipos de juicios: el juicio de discernimiento (juzgo la bondad o malicia del acto:
«ver una película pornográfica está mal porque no presenta la verdad sobre la sexualidad humana
rebajándola y fomentando en mí la impureza») y el juicio de elección (puesto que está mal, opto: «no veré
la película pornográfica aunque mis amigos me ridiculicen»). En el juicio de discernimiento interviene y se
pone en juego la razón iluminada por principios de la ley natural o de la ley positiva; en el juicio de elección,
la voluntad movida por valores, ideales. La razón queda iluminada por la virtud de la fe; la voluntad se
mueve por la virtud de la caridad: el amor.
3) ¿Cómo se forma?
Como hemos podido constatar, la conciencia no es una facultad diversa de la razón y la voluntad; por lo
tanto, formando éstas como indicábamos en el apartado correspondiente, formaremos la conciencia.
Resumiendo, diríamos:
a) Buscar que la fe y la verdad objetiva guíen la razón: verdad del ser, del pensar, del actuar.
b) Formar la voluntad en el amor al bien objetivo por encima del bien egoísta; el bien moral por encima del
bien útil o placentero de las pasiones, de los sentimientos y de los afectos desordenados.
c) Hacer de Jesucristo el criterio, centro y motor de la conciencia.
d) Atender a las inspiraciones del Espíritu Santo.
e) Y puesto que la vocación a la vida religiosa es un llamado para una misión, aquí entra de lleno, como
preocupación esencial en la formación de la conciencia, el cumplimiento de la misión. "Es bueno cuanto me
ayuda a cumplir la misión y es malo cuanto me aparta de ella”.

Como algo más práctico, podemos enseñar a hacer bien los exámenes de conciencia, preparar bien las
direcciones espirituales, hacer buenas confesiones, seguir los programas de vida y ayudar siempre a tener
presente la invitación de Jesucristo: “vigilad y orad”.
4) ¿Por qué es importante formar la conciencia?
Porque Dios la ha dado al hombre como medio para conocer y realizar su voluntad santísima, alcanzando
así su último fin. Porque, como decíamos en la definición, en la conciencia el hombre escucha la voz de Dios
y se abre a ella o se cierra. Por tanto, la conciencia diferencia al hombre de los seres inferiores, y lo
constituye en persona humana libre y responsable de sus actos. En consecuencia, alcanza una importancia
vital el formarla recta, delicada e insobornable.
"Cuando un hombre forma una conciencia recta y alcanza un buen grado de madurez, automáticamente
tenemos al hombre justo, responsable, trabajador, exigente consigo mismo. Podrá tener, como creatura
débil que es por naturaleza, caídas y momentos de debilidad, pero su misma conciencia le ayudará a
rectificar rápidamente y a seguir su camino con nuevos bríos. No permite la corrupción del principio, señal
inequívoca de la corrupción de la conciencia, ni se hace su ascética y su moral personal. El hombre recto
sabe dar a Dios lo que es de Dios y al prójimo lo que es del prójimo, ama la verdad y vive en ella; ama la
justicia y detesta la iniquidad; es fiel en sus compromisos con Dios y con los hombres; guarda y mantiene la
palabra dada; es auténtico y vive la propia identidad...

Ocupando las veces del divino Maestro, el orientador moral nos escucha en un clima de fe: analiza junto con
nosotros nuestra situación personal, con sus logros y proyectos, con sus conflictos y posibilidades; repasa
con nosotros el plan de Dios, el Evangelio, colaborando con el Espíritu Santo a modelar nuestra conciencia.
Supone, por parte nuestra, una actitud de fe sobrenatural, de madurez humana, de honestidad, de rectitud,
sin buscar paliativos o sofismas - de edad, saber o santidad propias- de confianza, de claridad y de
responsabilidad".
Pero para formar la conciencia en la dirección espiritual se considera como algo imprescindible la apertura
y la sinceridad del dirigido. Ordinariamente existe una resistencia natural a manifestar la propia conciencia
y el propio estado de ánimo. Con quien asiste a la dirección espiritual sólo por cumplir con un compromiso
o buscando una compensación afectiva o sentimental, tendremos necesidad de mucha paciencia;
deberemos tratarle con prudencia, sin presionarla, pero motivándola y haciéndole ver los beneficios de la
dirección espiritual en su vida, dando el tiempo necesario para que logre formar su conciencia de acuerdo
con las exigencias del Evangelio.
También deberemos evitar el infantilismo. Este consiste en actuar solamente bajo las indicaciones del
orientador espiritual sin ninguna convicción personal. La orientadora espiritual ha de propiciar la madurez
humana de su dirigida, de formar rectamente su conciencia y hacerle interiorizar los principios cristianos y
de concretizados en las Constituciones y reglamentos; de que adquiera autonomía, seguridad personal e
independencia frente a los ambientes favorables o adversos, y así puedan sacar de la propia interioridad el
sentido, la motivación y la dirección de sus acciones y comportamientos.
5) ¿Cómo conocer el tipo de conciencia que tiene mi dirigida?
La conciencia debe formarse recta y cierta. Debe «amar hacer el bien y hacerlo bien». De aquí podemos
partir para ver cómo es la conciencia de nuestros dirigidos y cómo ayudarles.

a) En relación a la razón. ¿Cómo son sus criterios? ¿Están iluminados con doctrina buena: Evangelio,
Magisterio, mandamientos, ley natural? Tendrá conciencia recta. Por el contrario, ¿su razón ha sido
oscurecida por la ignorancia, el relativismo moral, el utilitarismo, el hedonismo, los malos ejemplos, el
permisivismo? Si es así, sus juicios le llevarán al error y sus elecciones equívocas no le conducirán a su
realización humana y cristiana. Su conciencia será falsa, laxa o escrupulosa, legalista, liberal. Puede existir
también la conciencia dudosa por no tener claros los principios, para actuar hay que salir de la duda.

b) En relación a la voluntad. Puede tener claros los principios y hacer juicios rectos, pero... ¿Los sigue? ¿Por
qué no? ¿Dónde radica su falta de voluntad? ¿Orgullo y rebeldía? ¿Falta de abnegación y de amor?
¿Afectividad no formada? ¿Miedo al qué dirán o a ir contracorriente? De aquí brotan las conciencias
deformadas, adormecidas, domesticadas, farisaicas. Si por el contrario permanece fiel a su conciencia,
tendremos una conciencia madura, auténtica y delicada.

c) A nivel de «opción fundamental». ¿Qué ama con todo su corazón? ¿Ha optado por amar a Dios por
encima de todo? ¿Está anclado y decidido a cumplir la voluntad de Dios en su vida? ¿Qué tipo de persona
busca ser? Su amor constituirá el peso de la balanza que guíe sus decisiones.
La manifestación de la conciencia es la materia propia de la dirección espiritual: exponer el modo de
proceder, los criterios, los deseos surgidos en el interior, las opciones hechas con la intención de ordenarlos
a la luz de Dios. No a todas las personas les resulta fácil hablar de cuanto llevan dentro. A unos les da
vergüenza y esquivan hablar de aspectos personales; otros se quedan en vaguedades; y no faltan quienes
se sienten insatisfechos si no cuentan hasta los más mínimos detalles y circunstancias. Tarea propia de la
orientadora espiritual será ayudar a unos y otros a abrirse con sencillez, claridad y equilibrio.
¿Cómo se puede ayudar a alguien en la manifestación de conciencia? En realidad, aunque parezca fácil
decirlo, no hay recetas mágicas. Una técnica para ayudar a los tímidos, consiste en crearles, sobretodo en
las primeras citas, un ambiente de amistad y de interés por sus personas, familia, ocupaciones, vida pasada.
El dirigido, al hablar de tales cosas, dejará salir cuanto lleva en su corazón. A los que son prolijos, detallistas
y quieren contar hasta el mínimo detalle, les dejaremos explayarse en la primera cita, pero luego, poco a
poco, se les ayudará a discernir lo importante y a ser breves.
También hay que considerar el caso de quienes eluden sus verdaderos problemas por vergüenza. Necesitan
sentir confianza en la orientadora espiritual, pues de lo contrario nunca se abrirán; incluso a veces
esperarán la intuición de la orientadora espiritual sobre su situación y querrán que ella dé el primer paso,
deberá hacerlo con delicadeza, indirectamente, hasta provocar en la dirigida el valor necesario para decir lo
que tanto le cuesta.
En ocasiones las cosas no se dicen directamente, debemos aprender a captar esto. Implica advertir entre la
narración de los hechos, algunos referidos sin ningún énfasis pero que manifiestan aspectos relevantes de
la situación. ¿Qué hacer en esos casos? La orientadora tiene necesidad de dar un nuevo enfoque al análisis
de la situación; debe proceder suavemente hacia ese nuevo enfoque con alguna pregunta oportuna que
esclarezca tales aspectos.
En este punto surge una duda: ¿Conviene hacer preguntas o basta atenerse a lo manifestado? Cuando la
orientadora espiritual no le consta la certeza de obtener una buena interpretación de su pregunta, o
cuando exista el riesgo de escandalizar con la misma, debe abstenerse en ese momento. Pero, por el
contrario, si ya se tiene confianza, puede preguntar con tranquilidad, pero siempre con delicadeza y
respeto.
Debemos ver el valor real de lo que se dice. A veces la orientadora deberá recordar que muchas veces las
palabras usadas por la dirigida no son un reflejo exacto de la situación real. Por ejemplo, en los casos de
mucho dolor y emotividad, en los casos donde hay pasión, rencor, ira, las expresiones usadas por la dirigida
pueden ser extremas, expresión más del estado anímico que de la situación real. De ahí la necesidad de la
orientadora espiritual de saber interpretar el lenguaje, mejor dicho, de interpretar el género del lenguaje,
el estilo del lenguaje. La orientadora tratará de entender el contexto del estado de ánimo actual de su
dirigida, porque seguramente a medio día ya habrán cambiado las cosas. La orientadora espiritual debe
exigirse a sí misma este esfuerzo de interpretación.
6) Influencia de ciertas corrientes del pensamiento actual sobre la formación de la conciencia.
La contradicción entre lo que se cree y lo que se vive resulta cada vez más frecuente en la vida de
numerosos personas. Pero, además de esta incoherencia arrastrada por las personas a través de los siglos,
hoy se dan fenómenos muy preocupantes, como el relativismo moral y doctrinal causadas por el
utilitarismo, el hedonismo o por determinadas corrientes de pensamiento liberal y de esto tampoco están
exentas las mujeres consagradas.
Penetremos un poco en el relativismo moral dada su actualidad en la vida de muchas personas, y su
presencia destructora, aún en ambientes y grupos que se denominan «católicos». Un cristiano auténtico y
coherente con su fe, debe tener una actitud de comprensión ante los hechos negativos de la vida de
quienes le rodean, pero nunca debe justificar el mal. No debe condenar al pecador, pero sí el pecado y las
estructuras de pecado.
Para un buen número de personas la verdad moral es relativa. No creen en la existencia de normas morales
universales, cada uno se forma su propia opinión o se guía por el pensar de la mayoría. Se ve la conciencia
como «creadora» de la verdad y no como «servidora» de la verdad inscrita en lo más íntimo del ser del
hombre por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Esta ruptura entre libertad y verdad, entre el
juicio moral subjetivo y la bondad o maldad objetiva de las cosas, hace al hombre esclavo de sus pasiones,
de sus opiniones y crea una sociedad caótica. Por eso se ha llegado a justificar o a legalizar lo que es
intrínsecamente malo, por ejemplo el aborto, la eutanasia, las relaciones sexuales prematrimoniales, los
matrimonios entre homosexuales, etc. “Se hace un derecho lo que es un delito” ha dicho Juan Pablo II en
relación al aborto. El lenguaje se pervierte y se manipula, se le vacía de significado real. Por ejemplo, si
preguntamos a una pareja si se aman, aparece la duda sobre la interpretación que darán al «amor». ¿Qué
significado se da a esta palabra? Desgraciadamente las respuestas pueden ser totalmente contradictorias.
Nos encontramos envueltos en una gran confusión de valores sobre la educación, la vida conyugal y
familiar y en la vida religiosa estos gérmenes tratan de introducirse y contaminar a las almas consagradas
en una exaltación de la libertad como ausencia de normas y de referencia al absoluto y trascendente. Se
llega a proclamar el derecho de cada quien a construir su vida en conformidad con su propia verdad,
llegando hasta matar al inocente o ir en contra de las leyes naturales. El Papa Juan Pablo II, gran defensor
de la dignidad y de la verdad del hombre, denuncia al siglo XX como una nueva época de la Torre de Babel;
una época en la cual la sociedad no se entiende, precisamente porque cada hombre tiene el lenguaje que le
interesa.

¿Cómo le haremos ver a una persona cuando sus valores, ideas y comportamientos se han apartado de un
esquema moral objetivo, si esta persona percibe su alrededor repleto de opiniones distintas a cuantas se le
proponen? Recurriendo a las fuentes de la verdad ya mencionadas. En este sentido, debemos agradecer a
Dios por la Iglesia y su Magisterio auténtico. Defensora y servidora de la verdad, la Iglesia no «impone»,
más bien defiende la dignidad de la persona humana y el bien de la sociedad.

Extraido de : Foro exclusivo para Religiosas en Catholic.net


http://es.catholic.net/op/articulos/14805/cat/169/la-conciencia.html#modal

CONCIENCIA ANIMAL

La conciencia animal. La estimativa El sentido común y la imaginación se llaman formales, porque conocen
formas sensibles que están o han estado presentes; la estimativa y la memoria son sentidos intencionales,
ya que tienen por objeto valores de las cosas en atención a los cuales el viviente obra. La conveniencia o
inconveniencia de algo es captada por el animal, y adapta a ella su conducta, sea un alimento o un peligro.
La intención valorativa, el bien de la comida y el mal del peligro no son elementos integrantes de la s´ıntesis
perceptiva, vemos as´ı que hay una acci´on cognoscitiva propia de una facultad, la estimativa o conciencia
animal. Tambi´en se conoce a esta conciencia con el nombre de instinto. La estimativa o instinto realiza una
estimaci´on de valor, comparando un estado de cosas externo (percepci´on) con el estado actual del propio
organismo. Por ejemplo, la vaca s´olo se percata del ternero como lactable cuando siente en ella misma la
plenitud de leche; si no se sintiera as´ı, tampoco ver´ıa al ternero lactable. Por tanto, la estimativa conoce la
conveniencia de algo para el individuo y la especie; por eso desencadena (o gobierna) las conductas
instintivas. El instinto es mucho m´as que una cadena de reflejos condicionados. Responde a los intereses
vitales del espécimen en base a algo como un plan de acci´on previo que consta de:
1) las conveniencias del individuo y de la especie (no son las mismas las de la oveja y las del lobo, las de la
vaca o las del ternero, etc.), y
2) los modos de hacer m´as adecuados (destrezas como construir el nido, tejer la telaraña, etc.) El instinto
(estimativa) es la conciencia animal, lo que responde por la pregunta sobre la inteligencia, el lenguaje o
comunicación de los seres infra racionales. La sensibilidad. Los sentidos externos y los sentidos internos.

La conducta instintiva. Características y funciones de la estimativa La conducta instintiva o animal presenta


algunas caracter´ısticas que ya hemos mencionado: Es espec´ıfica. Cada instinto es propio y exclusivo de
una especie. Es adaptada a la vida y supervivencia (del individuo y de la especie), por eso el instinto es
certero. Es un patr´on de conducta fijo, invariable, hereditario gen´eticamente o innato, no se aprende. Es
una conducta previsible, no libre. Esta conducta se puede representar como un Circuito cerrado. Como un
proceso mec´anico o electr´onico, con unas entradas (percepciones sensoriales), unos dispositivos propios
(estimaciones, patrones de acci´on), unas reacciones emocionales, a veces intensas, al servicio de la
respuesta y, por fin, una salida, que es la acci´on o conducta observable de la bestia. La estimativa cierra el
circuito sensitivo: enlaza funciones cognoscitivas, con las apetitivas y motrices, en un todo con sentido que
se corresponde con una conducta espec´ıfica. La estimaci´on desencadena emociones o sentimientos,
positivos o negativos; adem´as, como versa sobre una cosa y una acci´on singular, es una experiencia que
va aumentando el instinto y lo refuerza. En este sentido, los animales aprenden, es decir, retienen
experiencias pasadas, aunque solo en funci´on del instinto que les es natural, seg´un la especie. En
resumen, la estimativa animal cumple tres funciones:
1. Estimar o valorar un objeto singular.
2. Dirigir la acci´on con respecto a lo valorado.
3. Adquirir experiencia sobre las cosas y acciones a ellas referidas.
. La cogitativa, o ratio particularis En la bestia la estimativa ejerce las funciones de la raz´on, la gobierna. La
diferencia m´as notable entre la bestia y el ser humano est´a en que la presencia de la raz´on anula el
automatismo del circuito est´ımulo-respuesta. Tambi´en el hombre tiene un sentido interno referido a
cosas singulares y pr´acticas, pero al estar conectado con el intelecto, no es el instinto ni recibe el nombre
de. Filosof´ıa del hombre (1) estimativa natural, sino el de cogitativa, los cl´asicos la denominaban ratio
particularis, pues es una funci´on de la raz´on como delegada en los sentidos que versa sobre lo particular,
no sobre lo universal. Esta facultad intuye aspectos inteligibles en realidades singulares, contingentes. La
belleza absoluta puede revel´arsenos contemplando una determinada puesta de sol; el valor de la verdad o
el de la justicia, en la reivindicaci´on de un derecho de un solo individuo, en una situaci´on m´as o menos
frecuente. La prudencia y el razonamiento prudencial se basan en la cogitativa, que ve la situaci´on singular
bajo la luz de un principio universal. Lo mismo pasa con la sensibilidad est´etica, en la resoluci´on pr´actica
de problemas concretos, etc

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