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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Desarrollo económico
El término fue acuñado por el historiador Arnold Toynbee para referirse al desarrollo económico británico
entre 1760 y 1840, aunque luego se le ha dado un significado más amplio. Los principales rasgos de la
Revolución Industrial habría que clasificarlos en tecnológicos, socioeconómicos y culturales. Los cambios
tecnológicos incluyen los siguientes: el uso de nuevos materiales como son el hierro y el acero; de nuevas
fuentes de energía como el carbón y nuevas fuerzas motrices como la Máquina de vapor. Se inventarán nuevas
máquinas para hilar (spinning jenny) o para tejer (el telar mecánico) que permiten un enorme incremento de la
producción con un mínimo gasto de energía humana.

Surgirá una nueva forma de organización del trabajo (factory system) que comporta la división del trabajo y una
mayor especialización de la mano de obra. También deben destacarse las importantes mejoras de los
transportes (trenes y barcos de vapor) y la creciente interacción entre la ciencia y la industria. Estos cambios
tecnológicos supondrán un vertiginoso incremento del uso de Recursos naturales y de la producción en masa
de bienes manufacturados.

Fuera del campo industrial se producirán también importantes cambios: mejoras en la agricultura que hará
posible el suministro de alimentos para una creciente población urbana, declive de la tierra como principal
fuente de riqueza con el creciente papel que irán tomando la industria y el comercio internacional. Entre los
cambios sociales y culturales son destacables el crecimiento de la población urbana, el desarrollo de la llamada
clase obrera y sus movimientos de protesta (el movimiento obrero), el espectacular crecimiento de los
conocimientos científicos y técnicos. La industrialización ha supuesto el mayor cambio para la humanidad
desde la llamada "Revolución Neolítica".

En esta página no se pretende un enfoque exhaustivo del proceso industrializador, pero sí una visión general
que sirva para quienes por primera vez se ocupan o se interesan por este tema capital de nuestro mundo
contemporáneo. Se ha procurado dar una visión general del Antiguo Régimen, ante todo para que pueda
entenderse la magnitud de los cambios que supone la industrialización. Las causas de la industrialización,
aspecto muy polémico entre los estudiosos actuales y pasados del fenómeno, están tratadas de un modo
sintético e integrador.

La revolución agrícola y la de los transportes pretende ser un breve catálogo de las principales innovaciones
técnicas en estos sectores sin exponer un calendario demasiado preciso ni evaluar el impacto económico y
social de estas nuevas tecnologías. En la página dedicada a los sectores industriales se sigue un enfoque muy
clásico tratando primero el sector textil y luego el siderúrgico. El apartado dedicado a los cambios sociales se
presta especial atención al nacimiento de un nuevo grupo social de trabajadores industriales, a sus problemas y
al inicio del movimiento obrero. En la sección glosario se ha procurado ampliar información sobre conceptos
sociales y económicos, así como sobre alguna de las innovaciones técnicas más influyentes en esta Primera
Revolución Industrial.

Causas

La denominada Revolución Industrial tuvo su origen en Gran Bretaña desde mediados del siglo XVIII. Uno de
los aspectos más discutidos del estudio de este proceso radica en la explicación de por qué tuvo lugar primero
en Gran Bretaña y no en otros países. Se trata por tanto de pasar revista de una forma sucinta a los principales
rasgos de este país en los momentos del "despegue" del proceso industrializador. A continuación se exponen
de manera esquemática algunos de los factores que explican este hecho, procurando establecer
comparaciones con la situación de otros países del entorno europeo que no comenzarán su industrialización
hasta bien entrado el siglo XIX.
Factores políticos

Un régimen político estable, la monarquía liberal, que desde el siglo XVII es el sistema político imperante
(mientras en otros países de Europa se refuerza la monarquía absoluta), y que se mantiene libre de las
revoluciones que aquejan a otros países europeos. Las numerosas guerras en las que se vio envuelto el Reino
Unido durante los siglos XVIII y XIX no provocaron daños en territorio británico. La insularidad actuó en este
sentido como una barrera de protección a la que se unía el desarrollo de una poderosa flota de guerra que
mantendrá su hegemonía mundial durante los siglos XVIII y XIX. La existencia de una moneda estable y un
sistema bancario organizado: el Banco de Inglaterra fue creado ya en 1694. Estas condiciones no se darán en
otros países europeos hasta finales del siglo XVIII.

Factores sociales y económicos


Abundancia de capitales, procedentes, en parte, del dominio comercial británico, pues desde el siglo XVII la
marina mercante británica en dura competencia con los holandeses se ha hecho con el control de buena parte
de los intercambios comerciales de otros continentes con Europa. El comercio de productos como el te o el
tabaco, y el tráfico de esclavos, había permitido la creación de enormes fortunas, en manos de comerciantes y
banqueros. Este comercio colonial proporcionaba a Gran Bretaña materias primas y mercados donde vender
sus productos manufacturados. Incremento sostenido de la capacidad para producir alimentos por parte de la
agricultura británica que está conociendo un importante desarrollo, la denominada revolución agraria, desde la
aprobación de leyes que permiten el cercamiento de las propiedades. Existencia de una abundante mano de
obra.

La población británica crece a gran ritmo a causa fundamentalmente de los cambios en la agricultura: el
suministro constante y creciente de alimentos va terminando con las crisis demográficas. Parte de esa
población en crecimiento emigrará a las ciudades y formará la masa de los trabajadores industriales. La mayor
libertad económica a causa de la debilidad relativa con respecto a otros países de organismos como los
gremios que suponían un freno a cualquier innovación en las actividades industriales. No es casual que fuese
un británico, el escocés Adam Smith, autor de La Riqueza de las Naciones, quien hiciese la más destacada e
influyente defensa de la libertad económica: para la mejor forma de emplear el capital para crear riqueza es
aquella en la cual la intervención de los gobiernos es lo más reducida posible. La mano invisible del mercado
asigna siempre de la forma más eficiente los recursos económicos de un país. Abundancia de emprendedores
entre los comerciantes y los grandes propietarios de tierra.

Una aristocracia que permite y premia las innovaciones y la creación de riqueza, en contraste con la nobleza de
otros países, más tradicional, apegada a la tierra y que desprecia cualquier forma de trabajo productivo. Menor
peso de los impuestos al comercio en el mercado interno: en Gran Bretaña el peso de los impuestos interiores
era muy reducido comparado con otros países europeos donde era muy común encontrarse aduanas interiores
cada pocos kilómetros lo que convertía al comercio en una actividad poco productiva. Puede decirse que en
Gran Bretaña existía ya un mercado nacional que en otros países sólo existirá cuando se eliminen las aduanas
interiores y se cree una importante red de ferrocarriles. Factores geográficos Abundancia de hierro y, sobre
todo, de carbón. El hierro se encontraba en los Montes Peninos, mientras que el carbón abundaba tanto en
Inglaterra como en Gales y Escocia. De hecho, después de tres siglos de explotación, Gran Bretaña sigue
teniendo enormes reservas de carbón.

En las proximidades de las minas de carbón se concentrará gran parte del potencial industrial británico en
especial con el nacimiento de una fuerte industria siderúrgica básica para proporcionar metales baratos para la
construcción de máquinas, ferrocarriles, infraestructuras. Fácil y constante suministro de agua como fuente de
energía, pues el clima, lluvioso, superando de promedio los 1.000 mm anuales y sin estación seca, proporciona
corrientes de agua numerosas y constantes. La energía hidráulica desempeñará un importante papel en los
años previos a la difusión de la máquina de vapor. El factor “insular”: abundancia de puertos que facilitan el
comercio nacional e internacional. Este factor unido a la existencia de muchos ríos navegables (y canales que
se construirán) favoreció la creación muy temprana de un mercado nacional con las ventajas que supone contar
con un mercado de gran tamaño a la hora de acometer inversiones.

Cambios en la agricultura
Durante mucho tiempo el campo fue trabajado con herramientas muy básicas, la mayoría de los procesos en la
tierra se hacían casi quede forma manual en su gran mayoría y lo que se recogía de los campos era para el
autoconsumo de los agricultores. La tierra se había explotado en parcela no cercada de uso común, muchas
tierras estaban destinadas además a la ganadería y ¿cómo se trataba a las cosechas? con herramientas
bastante básicas que requieran mucha mano de obra, una cantidad importante de personas intervenía en un
solo procesos en el campo para poder sacar las cosechas de esta.

La Revolución Industrial llego y transformo todo, dio un giro a la manera como se trabajaba hasta ese momento
el campo, trajo consigo importante innovaciones que ayudaron al desarrollo del campo y a una mejor
agricultura. Veamos algunas innovaciones más importantes… Los campos se acercaron y se estableció lo que
llamamos hoy en día como la propiedad privada, desaparecieron las tierras destinadas a la ganadería a
libremente, ya que se empezó a criar el ganado en establos, de esta manera se hizo más eficiente el procesos
en el campo y se inició a sacarle más provecho a la agricultura.

Otra mejora muy impórtante de la revolución industrial hacia el campo, fue que introdujeron innovaciones
técnicas y que hacían el trabajo del agricultor más fácil y más rentable; Paso un trabajo que realizaban antes 10
personas a realizarlos 1 sola persona gracias a las mejoras en las herramientas que pasaron a ser más
avanzadas.

Cambios sociales

Crecimiento demográfico
Aunque la industrialización va a producir enormes transformaciones en la sociedad británica como el
crecimiento de la llamada clase burguesa, o el éxodo rural producto de la revolución agraria, sin embargo quizá
los dos fenómenos sociales más dignos de estudio sean el espectacular crecimiento demográfico y el
nacimiento de una nueva y masiva clase trabajadora formada por los obreros de las nuevas industrias. La
industrialización va a provocar un crecimiento de la población sin precedentes en la historia de la humanidad
conocido como la Revolución Demográfica. Los cambios en la industria, la agricultura y los transportes
produjeron un aumento espectacular de la riqueza (que se traduce fundamentalmente en una mejor
alimentación) que se reflejó en un crecimiento notable de la población que servirá para multiplicar los habitantes
de Europa en muy pocos años e incluso para poblar con emigrantes otros continentes.

La disminución de algunas de las más temibles epidemias que habían azotado Europa durante siglos, ciertas
mejoras sanitarias e higiénicas (como el descubrimiento de la primera vacuna por el doctor Edward
Jenner en 1796 que protegía contra la viruela) y, sobre todo, una mejor alimentación con el fin de las crisis de
subsistencia, están entre las causas de ese crecimiento demográfico. Este aumento de la población fuerte y
sostenido explica el enorme crecimiento de las ciudades británicas a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Las
codiciones de vida de los obreros. Precisamente en algunas de estas ciudades el crecimiento rápido,
desordenado y sin criterios surgirán enormes suburbios superpoblados, sucios y conflictivos donde las
epidemias de tifus o cólera se convierten en algo habitual. Estos suburbios surgían muchas veces en torno a
una fábrica: estaban formados por los barracones donde vivían los operarios de esa fábrica.

Sin entrar en el conocido debate de si la industrialización mejoró o empeoró las condiciones de vida de los
trabajadores, si que puede intentarse describir las situación en la que vivían estos obreros, que puede
calificarse en general como muy mala, así como sus condiciones laborales habría que describirlas como
espantosas: fábricas sucias, húmedas, oscuras, poco ventiladas y ruidosas (condiciones causadas por la
presencia en ellas de las máquinas de vapor y por la nula preocupación de los patrones por las condiciones
laborales de sus empleados). En estas fábricas poco sanas y peligrosas era habitual que sus obreros pasasen
de doce a catorce horas diarias, trabajándose incluso sábados en jornada completa, y domingos hasta
mediodía. La concentración de obreros en las fábricas es la que hace posible que estos trabajadores tomen
conciencia de su situación y vean que mediante acciones colectivas podrían tratar de mejorar sus condiciones
de vida. El factory system se encuentra por tanto en el origen del movimiento obrero.

La industrialización impulsó también el trabajo de mujeres y niños de muy corta edad, pues si antes en muchos
oficios la fuerza del trabajador era un factor clave, ahora la fuerza la realizan las máquinas. Los empresarios
fomentaron el trabajo infantil y femenino porque mujeres y niños recibían salarios dos y tres veces inferiores a
los de los hombres. Los niños fueron empleados en la industria textil, en las minas, en la industria siderúrgica:
durante el siglo XVIII no hubo normas que regulasen el empleo infantil. Para hacerse una idea de las
dimensiones alcanzadas por esta explotación basta con citar la existencia de una ley del parlamente británico
que en 1833 (The Factory Act, 1833) dejaba la jornada laboral de los niños de nueve a trece años en "sólo"
nueve horas diarias, y de trece a dieciocho años el trabajo estaba fijado en diez horas y media (la jornada
duraba para ellos doce horas, pero con hora y media reservada para las comidas).

Todavía en 1.891, una ley que pretendía luchar contra abusos en la explotación infantil se limitó a elevar la edad
mínima de trabajo de los diez a los once años. De hecho, apenas se detectan preocupaciones sociales durante
la segunda mitad del siglo XVIII pues estas condiciones se aceptan como normales. Ya en el siglo XIX
investigaciones parlamentarias, protestas sindicales o conocidos relatos como los de Dickens en Tiempos
Difíciles, pusieron de manifiesto la dureza de la vida de los obreros industriales.PROTESTAS OBRERAS.
Aunque desde los inicios de la industrialización se registra una notable oposición de los obreros artesanos a la
introducción de máquinas, las primeras formas de protesta obrera se detectan en Gran Bretaña en la segunda
década del siglo XIX cuando surge el conocido Movimiento Ludita (o Ludismo), nombre que deriva de un
personaje real o inventado, un obrero, Ned Ludd, cabecilla de este movimiento de protesta que se canalizaba
hacia la destrucción de la maquinaria, y que pronto se extenderá por varios condados de Inglaterra donde la
industria textil se había convertido en la principal manufactura.

Las Guerras Napoleónicas de años posteriores hicieron saltar en varias ocasiones nuevas protestas luditas. El
llamado Movimiento Cartista supone una versión más organizada del Movimiento Obrero y que se desarrolla
entre 1837 y mediados del siglo XIX. Debe su nombre a la denominada Carta del Pueblo, documento que llegó
a conseguir la firma de cientos de miles de obreros y que era una petición elevada al Parlamento en la que se
pedía el Sufragio Universal, el voto secreto, la igualdad en el valor de los votos. En definitiva, revelaba el deseo
de democratización del sistema político británico: el movimiento obrero desea participar en el juego político y
desde ahí mediante la presentación de leyes en el Parlamento, mejorar las condiciones de vidas de los obreros
industriales.

Desde mediados de siglo el movimiento irá perdiendo fuerza progresivamente, aunque paradójicamente, en
años posteriores, el Parlamento Británico adoptará la mayor parte de las peticiones recogidas en la Carta del
Pueblo. Hay que recordar que la legislación británica (leyes aprobadas en 1.799 y 1800) prohibía de una forma
terminante la formación de asociaciones obreras, pues se consideraba que estas asociaciones chocaban con el
espíritu del liberalismo económico: debía ser el mercado quien fijase los salarios y no la presión de los
sindicatos. Pero a pesar de estos obstáculos legales surgieron diversas formas de asociacionismo obrero
sostenidas por las cuotas que pagaban los trabajadores y que pretendían, ante todo, ofrecer protección para los
asociados en caso de accidente o enfermedad.

Siglo XIX
En la segunda mitad del siglo XIX se inicia en Inglaterra una profunda transformación de la estructura
económica que trajo aparejada la trasformación de la estructura social y política del país, extendiéndose luego a
varios países de Europa. Estamos hablando ni más ni menos que de la Revolución Industrial, proceso que se
apoyó en tres grandes acontecimientos: crecimiento de la población, incorporación de materias primas en la
producción y el descubrimiento de nuevas fuentes de energía que facilitaban la elaboración de dichas materias
primas. A estos acontecimientos se le suman otras cuestiones relevantes para la revolución: Crecimiento y
desarrollo de las técnicas, acumulación de capital para invertir, aplicación de nuevas técnicas agrarias,
crecimiento de las inversiones, aparición de nuevos sistemas de cultivo, nueva maquinaria agraria como la
sembradora mecánica y nuevas técnicas químicas para mejorar la composición del suelo.

Además crece el comercio interior y exterior: los propietarios agrícolas comienzan a proyectar sus ventas hacia
otras regiones y países, los empresarios ingleses se encontraban muy entusiasmados por los avances y
comenzaron a invertir cada vez más, y la aparición de nuevas fuentes de energía hicieron que la revolución sea
inminente. Uno de los historiadores marxistas más importantes del siglo XX, Eric Hosbawm, afirmaba en su
libro “La era de las Revoluciones” que el motor inmediato de la Revolución Industrial había sido la industria del
algodón. Este sector, junto con el siderúrgico, fue uno de los primeros en revolución su tecnología a finales del
siglo XVIII. Los grandes cambios en la industria algodonera suponían abundante materia prima, que a su vez
era más que barata y también la renovación de las técnicas que permitían una mayor concentración industrial.
Por ello se consideró que el algodón fue la primera materia prima de Inglaterra.

En lo que al transporte respectaba, hubo innovaciones por demás. Se crean nuevas vías para el ferrocarril,
aparece el carruaje a vapor y el primer tren de pasajeros en el año 1830, que recorría Manchester hasta
Liverpool. En transporte fluvial también tuvo sus avances, construyéndose una nueva red de canales por casi
todo el país. La Revolución, como te comentábamos al principio, modificó todo el sistema social de Inglaterra.
Cambiaron los estamentos: aparece la sociedad de clases, cuya cúspide la ocuparan los ricos: los burgueses y
las populares estarán dominadas por los obreros, cuyas condiciones laborales eran deplorables. Este último
punto fue propedéutico para que la Revolución alcanzara su etapa más ferviente, loó que provocó revueltas y
protestas, huelgas y desorden en las calles, sin embargo eso no bastó ara que años más tarde se constituyera
el capitalismo monopolista, que, formado por grandes empresarios, comenzaron a dominar la economía no solo
inglesa, sino europea.

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