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Biografía
Los hermanos de Cervantes fueron Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546),
que llegó a ser priora de un convento carmelita; Rodrigo (1550), también soldado,
que le acompañó en el cautiverio argelino; Magdalena (1554) y Juan, solo
conocido porque su padre lo menciona en el testamento.
SUS ESTUDIOS
Aunque poco se sabe de sus estudios, sin embargo, hay que resaltar que, en
Madrid, fue discípulo del profesor de Gramática Juan López de Hoyos,
El éxito de este libro fue inmediato y considerable, pero no le sirvió para salir de la
miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes
con ella. El éxito del Quijote le permitió publicar otras obras que ya tenía escritas:
los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y Comedias y
entremeses.
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Cuando ya tuvo algo más de edad, Cervantes, como muchos otros españoles, fue a
Roma a encontrar una vida mejor y a buscar una oportunidad para lograr financiar sus
escritos. Pero, en lugar de ello, se alistó en la infantería de Nápoles. Después de poco
tiempo, fue destinado al Golfo de Lepanto, para luchar contra el Imperio Otomano. En el
camino enfermó con fiebres, pero insistió sobremanera en ponerse al frente de varios
soldados, por lo que, aun estando débil de salud, luchó con honor hasta que recibió un
disparo en el pecho. Esta herida provocó que se debilitase su brazo izquierdo, de ahí que
nuestro autor recibiera el sobrenombre de “el manco de Lepanto”.
Poco después de esta batalla, ya de camino a casa, fue capturado, llevado a Argel y
tratado como esclavo hasta que, cinco años después y gracias a grandes sumas de
dinero reunidas por su familia y por el Monasterio de los Trinitarios donde había
estudiado, Cervantes fue liberado. De este tiempo capturado en Argel nace su primera
obra Los tratos de Argel, en la que cuenta el trato recibido en esta época.
Ya en el año 1584, Miguel de Cervantes tiene una hija fuera del matrimonio con una mujer
que no sería su esposa. Unos meses después se casó con Catalina de Salazar y
Palacios, con la que no pudo tener hijos. Al tener su casa fijada en la pequeña ciudad de
ella, Cervantes se sentía ahogado, por lo que dio a su mujer todos los poderes necesarios
para comprar, vender o manejar el dinero a su antojo y comenzó un ir y venir a su casa,
que poco a poco le llevó a estar más tiempo fuera que dentro de casa.