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La patria contratista - Pucciarelli

Introducción:
La nueva dictadura militar mantiene con su antecesora, la autodenominada Revolución Argentina, una compleja
relación de continuidad y cambio. Para restaurar el orden congelando el conflicto social, no fueron herramientas
suficientes la persecución ideológica, la ilegalización de la política y la represión indiscriminada de la protesta
social, sino que implantaron el terrorismo de Estado. Este y la lucha anti guerrillera solo formaron parte de una
estrategia totalizadora destinada a consumar la derrota política y descomposición social de ese enemigo principal.
El modelo de desarrollo industrial del mercado interno y su contra parte, el viejo perfil populista, intervencionista y
redistribucionista del estado nacional.
2- El desarrollo de un nuevo horizonte conceptual.
Para los críticos liberales la industria local destinada al mercado interno había resultado cada vez más atrasada y
menos eficiente y sólo podía sostenerse si se mantenía funcionando su respirador artificial: la protección y el
subsidio estatal. La producción de excedentes había ido disminuyendo y con ella la posibilidad de mantener con
éxito un esquema de distribución de ingresos implementado en momentos de mayor prosperidad. Allí está la causa
última tanto de la exacerbación de la pugna distributiva como de la modificación de la naturaleza de la lucha
política.
Encabezado por el ministro Martínez de Hoz, el elenco liberal, anti desarrollista y anti proteccionista, incorporado
al elenco gubernamental de la dictadura militar, constituyo una sólida fracción interna capaza de llevar adelante la
reconversión tecnológica de las empresas dispuestas a aumentar su productividad y eficiencia compitiendo
libremente en el mercado, la desaparición de aquellas que no pudieron o no quisieron hacer frente a ese nuevo
desafío de sana competitividad empresarial. Así se inició un largo periodo de ajuste de cuentas entre la burguesía
monopolista y esa burguesía media en retroceso acosada y sin capacidad para impedir un proceso de disolución
que se extendió mucho más allá del lapso ocupado por la dictadura militar. A pesar de la sucesivas proclamas
neoliberales el estado no disminuye durante este periodo el gasto estatal ni el nivel de la inversión pública,
mediante el mantenimiento de un alto nivel de demanda de obras, bienes y servicios diversos, especialmente
diseñados para facilitar la participación de las grandes empresas monopolista nacionales y extranjeras con un
repertorio de decisiones gubernamentales entre las que se destacan la nueva política denominada de privatización
periférica de las grandes empresas del estado y la versión modificada de las política activas de promoción industrial
y regional.
Algo similar ocurrió con la nueva ley de promoción industrial: se constituyó un nuevo entramado de relaciones
corporativas entre funcionarios del gobierno nacional, caudillos de las provincias pobres y empresas privilegiadas
que dio lugar a un nuevo sistema distorsionado de radicación industrial precaria y ficticia. La búsqueda de
beneficios extraordinarios mediante inversiones carentes de riesgo dentro del nuevo régimen de promoción
desempeño un rol fundamental en la modificación de la estructura productiva del sector industrial, en las
estrategias de acumulación de capital de las grandes empresas, como así también en la agudización del proceso de
concentración-centralización del capital y su contraparte, la formación de un nuevo tipo de grandes
conglomerados económicos. Sus principales beneficiario: los grandes grupos económicos de capital local junto a los
conglomerados trasnacionales.

3- la formación de un nuevo bloque de poder.


El proceso de reorganización nacional enfrenta las restricciones económicas, los conflictos sociales, los
enfrentamientos político-militares y los dilemas políticos e institucionales heredados de los períodos anteriores
con criterios y estrategias sustancialmente diferentes de las de todos los gobiernos del período anterior; combina
para la ocasión terrorismo de Estado con disciplinamiento social y política anti desarrollista y anti industrial.
Sin embargo desde el comienzo en el gobierno militar coexisten dos proyectos diferentes. Junto al programa de
apertura indiscriminada del equipo económico de Martínez de Hoz aparece una nueva visión neo desarrollista que
concibe una relación diferente entre Estado y mercado y continua asignándole al primero un rol estratégico y
definitorio en la determinación de los grandes objetivos económicos y sociales de la nación. Así y todo, la gestión
no se volvió totalmente incoherente generando un marco de conciliación de intereses por medio del cual los neo
desarrollistas se abstenían de practicar una oposición total al plan de reformas económicas mientras los liberales
puros aprobaban el gasto militar irrestricto, el plan de obras públicas y el financiamiento con recursos públicos de
las empresas del estado.
Denominamos proyecto liberal corporativo al resultado práctico de ese comportamiento del nuevo bloque en el
poder para acentuar precisamente su carácter ambiguo. Diseñado para hacer converger en un nuevo ámbito social
a quienes tienen capacidad de acumular poder político –militar (funcionarios de la dictadura), político electoral
(dirigentes de partidos) , poder social (dirigentes de corporaciones empresarias y no empresarias), poder
económico ( viejos y especialmente nuevos empresarios) y poder del conocimiento, es decir, el saber técnico
imprescindible para diseñar y ejecutar políticas institucionales (las distintas versiones de la tecno burocracia).

4-el liberalismo corporativo: una nueva versión del capitalismo prebendario iniciado en la década anterior.
En lugar de proponer un nuevo modelo de ampliar la producción exportable y de abrir nuevos tipos de mercado
externos, el proyecto del equipo económico concibe la apertura de la economía como la apertura del mercado
interno a la competencia exterior. Los seis grandes objetivos del plan económico enunciado en 1976: reducción del
salario real y redistribución regresiva del ingreso; eliminación de retenciones al sector agropecuario; reducción
progresiva de los aranceles de importación; eliminación de los subsidios a las exportaciones no tradicionales;
liberalización del mercado cambiario y financiero; y reducción del gasto del Estado. Aprovechando la retracción
evidente de las organizaciones sindicales generada por la aplicación del terrorismo de Estado sobre diversos
sectores de la clase obrera, el equipo promulga tres importantes medidas que en otro momento menos propicio
hubiera sido inconcebible y prácticamente insostenible. Decreta el congelamiento de los salarios por tres meses y
lo que parece más importante aún, dicta una batería de nuevas medidas dirigidas a frenar de una vez para siempre
la iniciativa obrera en la lucha distributiva: elimina el control de precios, suprime las actividades gremiales y el
derecho de huelga, reforma la ley de contrato de trabajo, elimina las convenciones colectivas en materia salarial y
disuelve la CGT.
Sin embargo, la medida más trascendente, la que tuvo profundos y perdurables efectos tanto en el proceso de
descomposición de las actividades productivas como en el súbito crecimiento, primero, y en el fuerte predominio,
después, de las actividades especulativas, fue la promulgación de la denominada reforma financiera. Las formas de
retroalimentación qu se fueron generando entre la apertura comercial externa con peso sobrevaluado y las altas
tasas de interés en el mercado reformado crearon un situación de competencia perversa y desventajosa, prevista
por el plan de reformas, que impulso aún más el proceso de redistribución regresiva del ingreso e inicio el proceso
de des industrialización que marcho junto con el auge de una nueva cultura de la desinversión y la especulación.
Lo que se denomina como desindustrialización es un proceso ambiguo que arroja resultados contradictorios. En
extremo el conjunto de pequeñas y medianas empresas resultaron obligadas desde el punto de vista económico a
solicitar la quiebra. En el otro extremo un proceso de concentración del capital, diversificación de la producción e
integración multisectorial adaptados a las nuevas características, articulando estrategias de acumulación
alrededor de un patrón principal: la obtención de ganancias extraordinarias en el mercado, constituido por las
demandas del estado.
Dentro de ese conjunto se desarrollan dos tipos de grandes empresas diferentes, los denominados grandes
conglomerados económicos diversificados (GCED) y las grandes empresas trasnacionales diversificadas (GETD).
Todas tienen algo en común: se consolidan o adoptan la forma de GCED a partir de grandes inversiones
industriales promocionadas o destinadas a satisfacer la demanda estatal. Las GETD constituyen el núcleo central de
las inversiones extranjeras en el país. Son empresas filiales de grandes conglomerados trasnacionales, instaladas
en su gran mayoría en el país durante el periodo de sustitución de importaciones.

5- Un nuevo patrón de acumulación: la valorización financiera.


Ante la fijación de un dólar relativamente estable se produjo una apreciación de la moneda nacional que abarato
los productos importados y genero la denominada plata dulce, base de una expansión indiscriminada de gastos
durante un fugas y artificial período de prosperidad, usufructuado especialmente por los sectores sociales urbanos
de ingresos medios y medios altos en el mercado externo.
El alto rendimiento en dólares que obtiene las actividades especulativas transforma nuestra plaza financiera en un
gran centro de inversiones. Pero, por su propia naturaleza, esos recursos no arribaron para promover inversiones
directas en el sector productivo y ni en el sector financiero sino bajo la forma de créditos otorgados por la banca
internacional a un reducido número de grandes empresas nacionales y extranjeras fuertemente articuladas con el
Estado. La deuda se reproduce con ritmos y montos que en nada se relacionan con las necesidades de
financiamiento del estado y el sector productivo. De ser un fenómeno prácticamente irrelevante durante la etapa
sustitutiva la presencia de activos financieros pasa a representar nada menos que el 50% de los activos totales de
las grandes empresas a fines de la década del 80.

6- El estado, sosteniendo y fomentando el patrón de valorización financiera y la ganancia extraordinaria de los


grupos, nos muestra la otra cara (improductiva) del esquema liberal corporativo.
El mantenimiento artificial del precio de la divisa extranjera y la reducción de los precios internos, por efecto de la
importación, comenzaron a generar una zona de coincidencia que agudizó la recesión. La indiscriminada apertura
comercial importadora produjo una enorme demanda de divisas traducida en un fuerte atraso cambiario y un
importante déficit comercial. En 1980 el estado comienza a endeudarse severamente para cubrir con su aporte la
creciente demanda de divisas del mercado interno. Entre 1979 y 1981 la deuda pública crece un 100%.
El estado no solo fomentó, toleró y encubrió este nuevo esquema de expansión del capital financiero y su
correlato, la destrucción de la estructura productiva y la concentración del capital, sino que lo favoreció
significativamente operando de tres modos complementarios entre sí: generó, en una primer instancia, una
situación de gran endeudamiento interno que mantuvo muy altas las tasas de interés del mercado local; proveyó
mediante el endeudamiento externo la masa de divisas que requería el crecimiento de las importaciones, de las
transacciones financieras con el exterior y la fuga de divisas; y licuó posteriormente una gran parte del
endeudamiento privado externo mediante la absorción estatal de deuda privada aplicando un mecanismo
denominado seguro de cambio.

7- Nuevos y viejos dilemas.


La consolidación de la superioridad de una nueva clase dominante (la gran burguesía monopolista) abrió también
un nuevo cause que contenía potencialmente varios tipos de desarrollos diferentes. Se impuso la peor variante que
unificó la redistribución regresiva del ingreso con el endeudamiento externo, el estancamiento económico y la
destrucción de una parte de la estructura productiva.
7.1 El circulo vicioso de la declinación económica, la decadencia social, el déficit fiscal y el endeudamiento interno.
De una economía de bajo crecimiento, inestable y extremadamente vulnerable, propia de la estrategia industrial
sustitutiva, pasamos a una economía endeudada y declinante, aún más frágil, inestable, vulnerable e inmersa,
además, en un peligroso proceso de descomposición.
Así, la relación deuda exportaciones que al comienzo de la dictadura no alcanzaba el 15%, en 1983 trepó
espectacularmente al 69%. Una cifra similar a la deuda total ya había sida enviada fuera del país por inversores
privados, entre los que se destacaban notorios tomadores de deuda externa, y el Estado había asumido más del
70% de aquel monto sumando su propio endeudamiento al absorbido del sector privado. Uno de los objetivos más
preciados del régimen militar: modificar sustancialmente la correlación de fuerzas sociales y políticas, entre las
clases dominantes y el resto de las clases subalternas así como las relaciones de poder entre las organizaciones y/o
instituciones que habían protagonizado durante las décadas anteriores el proceso de politización de la lucha
redistributiva.
La clase obrera comienza a reducirse cuantitativamente y a modificarse estructuralmente, pierde autonomía, peso
relativo respecto del conjunto de la sociedad, y centralidad respecto de las demás clases subalternas.

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