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Manuscrito para publicacion

BCV. LA PROPIEDAD SOCIAL EN LA HISTORIA DE


VENEZUELA

Mario Sanoja Obediente.Iraida Vargas-Arenas

BANCO CENTRAL DE VENEZUELA


2015
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Prólogo
Escribir sobre la propiedad social en Venezuela requiere hacer
un análisis sobre las formas que ha adoptado la misma en las
formaciones sociales anteriores a la presente: pre-capitalistas,
coloniales y republicanas, para determinar su proceso de
conformación hasta el momento actual.

La propiedad social no podría desligarse de los modos de


producción venezolanos, ya que ella define las relaciones de
producción. Tanto la base material como la superestructura de
la sociedad tienen como referente, no solamente la manera
cómo se producen las cosas, sino también las leyes sociales
que definen la manera cómo ellas son poseídas, distribuidas y
consumidas.

La propiedad social, sustentada en la existencia de valores


sociales y culturales socialistas, no puede tener vigencia
alguna dentro una sociedad capitalista, ya que todos los
valores sociales y culturales así como las normas jurídicas del
capitalismo, consagran el derecho individual, clasista, al goce
y disfrute así como , en consecuencia, de la propiedad de los
bienes y servicios.

La propiedad social es producto de una relación social entre


personas que garantiza que el disfrute y la posesión de las
cosas sea de carácter colectivo, de los bienes y servicios,
relación que solamente puede tener vigencia plena dentro de
una sociedad socialista.

La propiedad social o colectiva jugó un papel dominante en la


sociedad venezolana durante casi 14.500 años. Fue solo a
partir del siglo XVI, hace 526 años, que la invasión del
territorio venezolano y su posterior conquista y colonización
por los castellanos y la implantacióm de la sociedad clasista y
la propiedad privada que comenzaba a imponerse sobre la
sociedad europea, particularmente la española donde para
entonces todavía dominaban formas mercantilistas
medievales. Todo ello provocó la difusión del germen del
sistema capitalista.+++++++

La sociedad colonial y luego también la republicana,


estuvieron dominadas por una forma económica clasista
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basada en la agricultura y la cría practicadas con base al


latifundio, la plantación y el hato, donde se reproducían de
manera especializada las materias primas que eran
exportadas hacia los países que conformaban el núcleo
capitalista más desarrollado para la época: el café, el cacao, el
algodón, la caña de azúcar, las carnes saladas, los cueros de
ganado, los productos vegetales para curtir las pieles de
vacuno, los pigmentos para colorear las telas, las maderas
preciosas, las plantas y semillas medicinales, etc., materias
todas ellas que contribuyeron a satisfacer las demandas de la
población europea que se hallaba sumergida plenamente en
la Revolución Industrial del siglo XVIII.

La economía venezolana se desarrolló a partir de la colonia,


con base al capital comercial exportador, no el industrial,
relegando a dicha economía a la exportación de materias
primas con muy poco valor agregado. El capital que se
obtenía por la venta en el exterior de tales materias primas y
retornaba a Venezuela como mercancías que servían a un
pequeño sector de propietarios burgueses dueños del capital
y los medios de producción y de sectores medios con recursos
económicos. En esas condiciones se desarrolló una poderosa
hegemonía clasista por parte de la minoría de latifundistas y
comerciantes exportadores-importadores que hacia 1870 ya
se había adueñado de todos los niveles de acción, materiales
e ideológicos, del Estado Republicano creado en 1830.

La clases populares excluidas de la cultura burguesa, e incluso


la burguesía, alimentaban su vida cotidiana con mercancías
producidas por sectores de la sociedad venezolana que
todavía conservaban distintas formas de propiedad –
incluyendo la social, que producían vajillas alfareras, telas,
vestimentas, sombreros, sacos de fique para almacenar las
cosechas, bolsos de mano mobiliario, cordeles, alimentos,
bebidas y medicinas, tecnología para fabricar viviendas, etc.,
de tradición indígena. Dichos sectores, en su gran mayoría
descendientes de las poblaciones originarias criollizadas y que
vivían en simbiosis con las poblaciones urbanas clasistas,
conservaban formas de propiedad social sobre la tierra y
maneras colectivas de trabajar la siembra y las cosechas y
ciertos rebaños de animales, sobre los aparejos de pesca y la
distribución del producto de la misma.

La irrupción de la explotación petrolera en Venezuela en las


primeras décadas del siglo XX, impuso el modo de vida
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rentista petrolero a la sociedad venezolana, estimulando


perniciosamente, desde entonces, la importancia del capital
comercial de la burguesía venezolana desestimulando el
capital y la ideología productiva.

La pérdida en importancia de la producción agropecuaria a


partir de 1930, determinó igualmente la alteración profunda
de la estructura demográfica de la población venezolana. La
miseria, las enfermedades, el hambre y la ignorancia
provocaron masivas migraciones de campesinas y campesinos
hacia los enclaves petroleros y los centros urbanos en busca
de una mejor vida. Fue así como se comenzó a construir una
nueva subcultura centrada en el barrio urbano, donde las
viejas tradiciones campesinas de propiedad social dieron
origen a formas de propiedad territorial y a una identidad
social que reivindica la existencia de lazos parentales
afectivos y culturales como los de adhesión, que identifican a
todos los que comparten el mismo territorio y utilizan los
mismos medios de producción. Es así como la promoción de
las formas culturales barriales, urbanas y periurbanas que
comenzó con la Revolución Bolivariana, se ha ido
transformando en una propuesta de vida comunal, que
reconoce una forma de propiedad social del territorio barrial,
que estimula la aparición de empresas de propiedad social
que no solo garantizan la buena vida de las y los integrantes
de las comunas y consejos comunales, sino, particularmente,
la consolidación del poder popular, la vía el desarrollo de un
modo de vida socialista bolivariano.

M.sanoja-I.vargas-arenas.

Caracas, 8-01-2016.
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1
Reflexión histórica sobre el origen de la propiedad
social comunal

La primera fase del proceso de formación del régimen de


propiedad en la sociedad venezolana igualitaria, comenzó con
la Formación Histórico Social de los Recolectores Cazadores
que se inició hace 15.000 años. El contenido de la propiedad
se ejercía no sobre suelo, principal medio de producción, sino
sobre cantidad de recursos y bienes que podía producir la
tierra misma y que eran recolectados por bandas de
individuos que pertenecían a las diversas comunidades
apropiadoras de una región, quienes usaban
consensuadamente las diversos espacios teritoriales. Su modo
de vida era nómada; los diferentes grupos familiares eran
libres de permanecer juntos parte del año o separarse y
unirse a otras bandas. La posesión de los recursos y bienes
naturales se expresaba como la capacidad colectiva de
poseerlos y consumirlos durante un período dado.

Las comunidades igualitarias sedentarias que conformaron la


formación socio-histórica posterior, la Formación Tribal
Agricultora surgió hace 4000-4500 años antes del presente;
los hombres y mujeres vivían en comunidades sedentarias
relacionados por el parentesco consanguíneo que
determinaba las obligaciones jurídicas que debían observar
entre sí, particularmente el régimen de propiedad.. Para que
el modo de producción de la nueva formación social pudiese
desarrollarse, era necesario que aquellos individuos se
apropiasen y ejercieran control sobre un territorio definido
sobre el cual habían invertido su fuerza de trabajo, gracias a
que que ésta era una fuerza de trabajo estable y previsible.
Solo con estas condiciones les era permitido poseer, tanto el
suelo, como los productos que el mismo producía y garantizar
--gracias a la inversión de trabajo social que aquellos hacían a
través de los diversos procesos de trabajo- un acceso
igualitario a la reproducción y cosecha de productos
vegetales, a la recolecta y la caza de las especies animales y
a la transformación en bienes socialmente útiles de todas las
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materias primas obtenidas del ambiente natural sobre los


cuales ejercían propiedad.

Las relaciones sociales de propiedad que caracterizaron a las


comunidades pre-capitalistas igualitarias se fundamentaban
en la relación solidaria que existía entre las personas que
conformaban dicha comunidad. Ese régimen de propiedad
colectiva, contenía igualmente la propiedad personal de los
instrumentos de producción. Estos eran necesarios a cada
individuo para ejecutar los procesos de trabajo que permitían
fabricar bienes y servicios de uso cotidiano, aunque el
empleo de los mismos estaba sujeto a los principios de la
propiedad social, a su distribución y consumo en colectivo
entre los hombres y mujeres que conformaban una comunidad
o grupo doméstico.++++

En la sociedad pre-capitalista originaria, la relación social se


basaba en el principio de la reciprocidad, del compartir de
manera igualitaria el usufructo de un bien o un servicio. En el
caso de la posesión, la reciprocidad, el compartir, que son su
fundamento, eran los que determinaban el carácter colectivo
de la misma, particularmente cuando esa posesión se refería,
como hemos dicho, al usufructo de los medios naturales de
producción: la tierra y los productos que de ella se derivaban.
Sin embargo, las maneras como las colectividades ejercían el
usufructo de un territorio y de unos recursos naturales
determinados, podían establecer diferencias según cómo
ellas practicaban las formas de posesión en las diferentes
formaciones histórico- sociales.

Los ambientes naturales representan objetivamente un


sistema de relaciones interespecíficas (especie humana,
especies vegetales, especies animales, suelos, rocas, agua,
etc.), cuya relevancia dependía de la percepción sobre el
ambiente que tenía cada formación social, sobre la utilidad
concreta de dicho sistema relacional inter-específico, mediado
por los referentes socioculturales a partir de los cuales se les
consideraban útiles para suplir las necesidades de la vida
cotidiana.

Podemos citar como un ejemplo el de la guayana venezolana,


que estuvo habitada por grupos de recolectores cazadores y
agricultores desde 12.000 años antes de ahora, gente que
convivió con inmensas aglomeraciones de mineral de hierro y
oro -entre otros minerales- pero solo aprendieron a hacer uso
de los mismos en el siglo XVIII momento cuando llegan a
8

dicho territorio las Misiones Capuchinas Catalanas


provenientes de una sociedad capitalista europea, Cataluña,
donde ya se conocían los métodos para extraer, fundir y
moldear el hierro y el oro para fabricar herramientas,
máquinas y otras mercancías que servían a la economía
capitalista. Otros grupos humanos de filiación caribe y
arawaka habitaron desde inicios de la era cristiana el vasto
territorio que hoy constituye la Faja Petrolífera Hugo Chávez
Frías, aunque el petróleo nunca llegó a constituir el objeto de
una tecnología particular de apropiación para llevar a cabo
algún proceso de trabajo en la vida cotidiana.

La riqueza o la abundancia de los recursos deviene, pues,


utilizable solo en función de la percepción que tienen los
individuos en términos de la de utilidad social de los mismos
(determinada ésta por el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas), de las finalidades colectivas que persigue el
grupo humano, y es en función de aquella percepción social
que los individuos ejercerán las formas de posesión y
usufructo del territorio a su disposición. Dicho en otras
palabras, el ambiente natural viene a constituir un objeto de
trabajo cuya utilidad está definida por las necesidades
socialmente sentidas y construidas en cada etapa histórica
del desarrollo de la comunidad.

El principal medio de producción, la tierra y sus recursos


naturales, era poseída y apropiada en colectivo a través de la
práctica de diversos procesos de trabajo: la caza, la
recolección, la pesca y la agricultura. La transformación de los
recursos naturales en bienes materiales para el uso cotidiano
podía aplicarse a la producción de bienes personales que eran
utilizados en procesos de trabajo colectivo: piedras
desbastadas para fabricar puntas para armas arrojadizas,
hachas, azadas, manos de moler, metates, martillos y
cuchillos; maderas y fibras para elaborar cordeles, cestas,
recipientes de madera, textiles, alfarería, viviendas; frutas,
raíces y hojas para producir alimentos, medicinas, pinturas y
venenos, etc.

El producto originado a partir de la actividad económica,


pasaba a formar parte de la propiedad social sobre los
mismos, de modo que los bienes y servicios eran distribuidos
y consumidos de manera equitativa entre todas y todos los
miembros de la comunidad o el grupo doméstico según las
normas del parentesco consanguineo, donando incluso parte
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de dicho producto a aquellos miembros que por razones de


edad o incapacidad estaban impedidos de participar en los
procesos de trabajo productivo.

Posesión, Autoridad y Poder

Para entender los conceptos de posesión y propiedad en las


sociedades igualitarias pre-capitalistas venezolanas, es
importante diferenciar entre las formas históricas que
representan la autoridad y el poder en cada formación social.
En una sociedad como la venezolana actual, donde la
Revolución Bolivariana antagoniza el modelo de relaciones de
propiedad capitalistas típico de la IV República y promueve el
modelo bolivariano de relaciones de propiedad socialistas, es
necesario conocer y analizar los contenidos de las relaciones
sociales de propiedad que formaban la base de las
comunidades venezolanas igualitarias pre-capitalistas que
guardan, a este respecto, muchos paralelos con la presente
sociedad comunal bolivariana en construcción. Dicho sistema
de relaciones sociales no desapareció totalmente con
imposición de la sociedad capitalista de clases, colonial o
criolla, dominante hasta el presente, por lo cual los
planificadores revolucionarios deben estar plenamente
conscientes de la diversidad socio-cultural venezolana a la
hora de tomar las decisiones correctas para marcar el rumbo
del socialismo venezolano, particularmente la estructuración
de las formas políticas que se originan a partir del poder
popular.

En las sociedades precapitalistas igualitarias venezolanas, la


autoridad era una forma de relación intersubjetiva (entre
diversos sujetos sociales) que se manifiestaba “cara a cara”,
la cual se ejercía directamente por parte de un individuo hacia
el resto de la comunidad, vía el consenso y/o la persuasión. El
poder, por otra parte, era un mecanismo social compulsivo
que mediaba las relaciones sociales entre un individuo o
grupo de ellos y el resto de la comunidad. Dicho poder se
ejercía a través de medios de acción socialmente sancionados
que comenzaron a gestarse a partir del momento cuando la
sociedad recolectora cazadora estaba en proceso de devenir
plenamente sedentaria y comenzaban a desarrollarse formas
de producción agrícola (Sanoja y Vargas-Arenas 1995: 27-46).
En este orden de ideas, consideramos conveniente
acotar las propuestas avanzadas por Sahlins (1974: 92-
10

95) al analizar lo que dicho autor considera el Modo de


Producción Doméstico, el cual, en la estructura
categorial propuesta por Vargas, podría ser
equivalente al Modo de Producción Tribal (Vargas
1990). En tal sentido –dice Sahlins, la relación entre el
centro o asiento de la autoridad, se trate de jefes,
linajes o clanes y los procesos de producción,
distribución, cambio y consumo de los productos
estaba mediada por la relación solidaria existente
entre aquellos y el grupo doméstico, es decir, con la
comuna.

En las comunidades precapitalistas igualitarias, la sede de la


autoridad estaba conformada por aquellos individuos que
destacaban por su destreza y habilidad, por el dominio de
conocimientos especiales necesarios para llevar a cabo los
diferentes procesos de trabajo que eran esenciales para la
reproducción de todo el grupo social. De cierta forma,
aquellos actuaban como especie de “gerentes” de alguna de
las diversas actividades; pero el estatus de dirigente que le
confería la comunidad para dirigirla, sólo duraba el tiempo
que se requería para la ejecución de dicha actividad. Una
persona, hombre o mujer, podría ser designada como jefe o
jefa de guerra, cuando la eventualidad lo exigiese. Una vez
terminada la misma, la persona volvía a tener su rango
igualitario en el común de la comunidad.

La naturaleza cooperativa de las actividades en las


comunidades precapitalistas igualitarias, estaba íntimamente
entrelazada con las relaciones parentales. Cuando una
persona asumía el papel de supervisor o coordinador del
grupo de individuos que efectuaba una actividad
determinada, no adquiría necesariamente por ello un estatus
social diferente al de los demás miembros de la unidad social:
su carácter de coordinador sólo duraba el lapso de ejecución
de la actividad. Cuando era necesario que otra persona
efectuase una actividad diferente, aquella misma asumía el
rango o estatus del común de los individuos que se hallaban
bajo la dirección o coordinación como sujeto más capacitado
para dirigirla.

Aunque la sede de la autoridad era móvil y podía por tanto


desplazarse de unos sujetos a otros, era posible que dentro
del grupo social determinada(s) persona(s) pudiesen llegar a
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ejercer una forma de autoridad consensual, estable, que se


expresaba en relaciones intersubjetivas de poder.

Dado que en la sociedad pre-capitalista los medios


individuales de producción eran propiedad particular de los
hombres y mujeres que constituían el grupo doméstico,
familiar, la sede de la autoridad solo podría –indirectamente
“reclamar posesión” de la fuerza de trabajo que constituía la
totalidad de dicho grupo, mediante su capacidad de decidir
sobre el destino, sobre la forma de distribución, cambio y
consumo de las cosas producidas o apropiadas por las y los
integrantes del grupo social.

El grupo o grupos domésticos constituidos como comunas,


ejercían su propiedad sobre sus recursos de subsistencia,
materias primas o bienes producidos en forma colectiva. Si la
sede de la autoridad era débil, el acceso a tales recursos de
subsistencia y en general al objeto de trabajo, como puede
ser el caso de la tierra, podía llegar a ser indiscriminado e
individual, no coordinado, expresándose esa situación en
formas individuales de consumo o utilización de los recursos
que reflejarían la precaria posesión de la autoridad sobre la
fuerza de trabajo y sobre los procesos de distribución, cambio
y consumo.

Cuando, por el contrario, la sede de la autoridad era fuerte,


aquélla comenzaba a tener cierta capacidad de poseer (no de
ser propietario), de coordinar la fuerza de trabajo del grupo o
grupos domésticos y de programar cotidianamente el
usufructo o utilización de los recursos de subsistencia que se
encontraban en el territorio donde se asentaban dichos
grupos. En esta situación, aquella sede de autoridad
comenzaba también a tener el derecho de decidir sobre la
forma de disponer lo producido. Allí se manifestaba la
importancia que tenían los mecanismos de solidaridad social,
tales como el compartir y la reciprocidad, para regular de
manera equitativa la distribución y el consumo.

El régimen de propiedad de la formación tribal


jerárquica

La formación social igualitaria dio paso, hacia inicios de la era


cristiana, sociedades desiguales agricultoras sedentarias más
complejas, donde las relaciones de poder ejercidas por una
individualidad característica de las sociedades igualitarias,
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derivan hacia relaciones plenas poder ejercidas por uno o más


segmentos sociales, linajes aristocráticos, rangos u otras
formas de organización jerárquica. Estas formas podían
apropiarse, ejercer propiedad sobre una porción del
plustrabajo, excedente producido por la comunidad toda. Este
proceso de apropiación y acumulación se materializó en el
control de la fuerza laboral y de su producción y asimismo en
el control del objeto de trabajo mismo que es la tierra, el
territorio y el trabajo objetivado que en ella se invertía o se
extraía para cosechar los frutos y raíces, cazar o pescar.

La producción de bienes artesanales, la arquitectura de tierra


y piedra, los sistemas de regadío, los cultivos en terrazas,
alcanzaron en la sociedad jerarquica su mayor expresión en el
oeste y el sur oeste de Venezuela actuales estados Falcón,
Lara, Cojedes, Portuguesa, Trujillo, Mérida y Táchira entre los
siglos 12 y 15 de la era cristiana. Ello produjo simultáneante el
surgimiento de formas de apropiación y acumulación de
excedentes bajo la forma de tributos o don que tenían valor
de cambio en el marco de las relaciones intercomunitarias,
por parte de los individuos que formaban los linajes
aristocráticos. La apropiación y la acumulación del trabajo
social, del tiempo social que los sujetos invertían en la
producción de bienes y servicios y su significación simbólica
(prestigio social, poder político) era hecha por los linajes
jerárquicos en nombre de la colectividad. En otras regiones de
Suramérica, como Perú, estos cambios históricos condujeron a
la instauración de sociedades clasistas como la incaica. Ello
explica por qué en Venezuela, la conquista y la colonizcion
territorial por parte de los españoles se efectuó con más
rapidez en aquellas zonas donde existían sociedades
jerárquicas más similares a la sociedad clasista mercantilista
medieval española de donde provenían los invasores (Vargas,
1990; 112-116; Vargas 2006; 76-83; Sanpja y Vargas 200: 69-
71; Sanoja 2013, hist.soc.cul).

Como es evidente de los análisis anteriores, los orígenes de


la propiedad en Venezuela y, particularmente de la propiedad
social, indican que la misma no puede ser considerada como
un simple hecho económico. Por el contrario, su existencia era
y sigue siendo la consecuencia de un sistema de relaciones
sociales regido por valores socioculturales que norman tanto
la producción, como la distribución y el consumo. Esta
experiencia derivada de las sociedades o comunidades
precapitalistas igualitarias venezolanas es el referente que
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nos permitirá entender la manera cómo se manifiestan o


llegan a manifestarse las normas subjetivas que la regulan en
las comunidades postcapitalistas actuales en Venezuela.
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La propiedad social en la formación clasista colonial

El modo de producción de la nueva formación social que se


instala en Venezuela a partir del siglo XVI, se manifestó a
través de diversas nuevas formas de propiedad sobre los
diferentes componentes del proceso productivo, en particular
la apropiación privada de los medios de producción,
fundamentalmente la tierra, de la fuerza de trabajo y de otros
medios de producción propiedad de las comunidades
indígenas, así como los excedentes que éstas producían. En la
mayoría de las regiones colonizadas por los españoles, estos
pasaron a constituir una clase minoritaria dominante, en tanto
que las comunidades indias, cuando no fueron exterminadas o
acorraladas en las regiones marginales al territorio colonial,
devinieron sujetos de diversas formas de servidumbre

Como podemos observar, las relaciones sociales de


producción no constituyen un elemento estático sino que se
mueven y se transforman de manera similar a las fuerzas
productivas, particularmente cuando se produce un cambio
de formación social como ocurrió en Venezuela a partir del
siglo XVI d.C. En aquel momento, la invasión, conquista y
subsecuente colonización española de el territorio, determinó
la imposición del régimen administrativo colonial que impuso
el naciente capitalismo europeo, mediante el cual los
invasores desposeyeron de la propiedad de la tierra a los
sujetos indígenas que habían sido hasta ese momento sus
poseedores y propietarios originarios, sujetándolos a la
autoridad directa o indirecta de los terratenientes y
misioneros españoles a través de instituciones tales como la
encomienda, la reducción, los pueblos de misión, el
repartimiento y los resguardos indígenas.

La encomienda consistía un régimen fiduciario mediante el


cual se asignaban los indios a un tutor o encomendero que
pasaba a ser propietario de su fuerza de trabajo. Los indios
sometidos a este régimen de servidumbre debían al
encomendero tributos en mano de obra, así como en
servicios diversos y también en especies. Las misiones
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católicas, por otra parte, sometían la fuerza de trabajo


indígena a la autoridad temporal y espiritual de los
misioneros, obligándoles a prestar su trabajo y otros servicios
y entregar el producto excedentario de su trabajo al sujeto
colectivo constituido por la orden religiosa. Las siembras de
comunidad, por otra parte, servían para concentrar la fuerza
de trabajo indígenas dispersos en áreas vecinas a las
poblaciones fundadas por los españoles, para ponerla al
servicio de los pobladores de aquéllas para cumplir una tarea
específica por un período limitado, propiciando su
incorporación al esquema laboral de la sociedad clasista. De
esa manera, los y las indígenas proporcionaban a los
españoles y criollos el producto de los diversos procesos de
trabajo tradicionales el cual era necesario para reproducir la
vida cotidiana de los colonizadores: cobijas, telas chinchorros,
cestería, alfarería, cigarros, tabaco de mascar, trabajo de la
piedra, la pesca, la caza, comercialización de los productos
autóctonos: maíz, yuca, papas, plátanos, tabaco en ramas,
legumbres y hortalizas, fibras vegetales, etc. (Arcila Farías
1973: 83-93; Sanoja y Vargas-Arenas 1979: 241-255).

La introducción de cultivos comerciales foráneos como la caña


de azúcar y el café y el desarrollo de otros autóctonos como el
cacao, generó una forma de propiedad privada latifundista
que se conoce como la plantación. Allí se cultivaban aquellas
especies de manera extensa, intensa especializada, ocupando
una cantidad relativamente grande de mano de obra esclava
negra. En diversas regiones de Venezuela, como fue el caso
de Turmero, Guacara y la Victoria, actual estado Aragua, las
plantaciones coexistían en el siglo XVIII con tierras de cultivo
sometidas al régimen de propiedad comunal bajo la institución
conocida como el Resguardo Indígena (Sanoja 1988:97).

Los resguardos indígenas existieron hasta el siglo XIX en


diferentes regiones de Venezuela. A diferencia de las
instituciones anteriores, los resguardos eran territorios
delimitados para ser utilizados por las comunidades indígenas
de acuerdo a sus usos y costumbres tradicionales, sus formas
de organización social, política y económica. La tierra
otorgada a los resguardos, que había sido poseída
plenamente con anterioridad por los indígenas hasta inicios
del siglo XVI, era de propiedad comunal. A cada familia el
regidor del resguardo otorgaba anualmente lotes de tierra
para sembrar o conucos; una parte de la tierra otorgada al
resguardo era como una especie de potrero comunal para los
16

animales. Otra porción de tierra, era cultivada de manera


gratuita y rotatoria por diferentes grupos familiares; el
producto obtenido de dicho cultivo era ingresado en la
llamada Caja de Comunidad. Las ganancias obtenidas por este
rubro eran destinadas a la manutención de los hospitales,
ayudas a los huérfanos, viudas, enfermos e inválidos,
seminarios y escuelas para los hijos de los caciques y en
general actividades que tenían como finalidad implantar y
reforzar la mentalidad colonizada en la mente de los
indígenas.

Ya desde 1812, el Congreso de la República decidió revocar


las leyes dictadas por la Corona Española, que protegían y
legitimaban la propiedad social de las tierras en manos de las
comunidades indígenas, con el pretexto de facilitar la
incorporación de aquéllas a la República como ciudadanos
libres e iguales. Sin embargo, toda una serie de decretos
dictados posteriormente, consideraban como baldías las
tierras sometidas a propiedad comunal en manos de
indígenas y por tanto, sujetas al despojo por parte de los
latifundistas criollos. De esta manera, obligaban a muchos de
aquellos y aquellas indígenas a abandonar sus resguardos e
integrarse como mano de obra forzada en las haciendas
criollas.

A partir de 1836, una serie de leyes liberales dictadas por los


gobiernos de la naciente IV República, dieron un golpe certero
al régimen de propiedad comunal que privaba en los
resguardos de indios, ya que mandaban otorgar a cada
individuo o familia la propiedad absoluta de acuerdo a las
leyes comunes. Ello permitió a los latifundistas apropiarse de
las tierras pertenecientes a los pueblos y comunidades
indígenas a través de la simple expropiación, por vía de la
usura o la compra engañosa, dejando a los indígenas sin
tierras privadas o comunales en tanto que los latifundistas
criollos construyeron con base a ellas grandes haciendas
donde cultivaban café, cacao, algodón, caña de azúcar,
tabaco y criaban ganado. El cacao, particularmente, seguido
del café fueron los cultivos que adquirieron mayor incremento
e importancia debido a la posibilidad de ser productos para
exportar y generar ganancias, mismas que podían ser
invertidas en las finanzas mundiales y en la compra de
mercancías que, al ser importadas y comercializadas en
Venezuela utilizando casas de comercio que controlaban los
17

mismos latifundistas que exportaban la materia prima,


multiplicaban el valor de la ganancia anterior.

Bajo un sistema capitalista, como podemos observar, el


concepto de posesión alude al derecho que tiene una persona
o grupo de personas a disfrutar o usufructuar una cosa, un
bien, sin que el uso de la misma esté sancionado
jurídicamente. Al serles negado a partir del siglo XVI el
disfrute tradicional de la propiedad social de la tierra y sus
productos, sustento del modo de vida comunal, las
comunidades originarias sobrevivientes de la Formación Tribal,
precapitalista, desaparecieron en tanto que procesos
autogestados, siendo subsumidas desde entonces dentro de
la esfera de dominación de la sociedad clasista colonial y
luego de la criolla. El régimen de propiedad capitalista le
reconocía tanto a las personas españolas o criollas
particulares así como a sujetos corporativos como la Iglesia
Católica, tanto la posesión y la propiedad de la tierra, como de
la fuerza de trabajo de la población indígena sometida a la
condición de siervas/os y la de la población negra sometida a
la condición de esclavitud.

En muchas regiones de Venezuela donde la población


campesina indígena era dominante, como era el caso
particularmente de Yaracuy, Falcón, Lara, Cojedes,
Portuguesa, Trujillo y Mérida, sobrevivieron legalmente
formas de propiedad social comunitaria que, en la actualidad,
con el impulso que les ha dado a dichas comunidades las
Revolución Bolivariana, han dado nacimiento a un sistema de
comunas, consejos comunales y cooperativas que constituyen
el núcleo del poder popular y del naciente Socialismo
Comunal Bolivariano.

La propiedad privada que surgió en Venezuela desde el siglo


XVI, como podemos observar, es una noción de propiedad que
se desarrolla con el sistema capitalista; se refiere al derecho
que tiene la persona de usar un bien de forma exclusiva y
absoluta, para su beneficio, sin más limitaciones que las
contempladas en la ley. Cuando nos referimos a aquella
persona en términos de su pertenencia a un grupo social, el
concepto de propiedad privada solo puede ser entendido en el
contexto relacional que se establece entre personas; el
concepto de propiedad privada viene a ser así una forma de
relación social entre aquellas que, por ejemplo, se
constituyen como una clase social dueña de los medios de
18

producción: la burguesía y sectores o grupos de clase media


que participan de su ideología. De la misma manera, la
desposesión de los medios de producción es característica de
los grupos sociales populares dominados por aquella
burguesía.

A pesar de la imposición forzada del sistema de propiedad


capitalista, las formas de propiedad colectiva o comunitaria de
la tierra, como ya se expuso, continuó hasta el siglo XX, entre
muchas comunidades campesinas de raíz cultural indígena
(Sanoja, 1979). Con el inicio de las masivas migraciones
provocadas por el auge de la explotación petrolera, grandes
núcleos de la población rural se desplazaron hacia las zonas
urbanas o periurbanas, contribuyendo a la diseminación de
patrones de asentamiento inspirados en diversas formas de
propiedad social comunal o cooperativa, en aquellas áreas
urbanas y periurbanas dando nacimiento a extensos barrios
donde se desarrollaron las formas culturales y estilos de vida
pobre que distingüen.

La cultura barrial de origen campesino, los barrios,


representan a determinados sectores de las clases populares.
El Barrio nació como una forma de organización social que
permite a los grupos domésticos apropiarse de manera
territorial y colectiva del espacio urbano. Es en ellas donde, a
partir del triunfo de la Revolución Bolivariana, comenzaron a
organizarse comunas y consejos comunales que representan
una actualización histórica, cultural y política de las formas
originarias de propiedad colectiva o social tanto sobre los
medios de producción como de los procesos de distribución,
cambio y consumo de los productos naturales y/o
culturalmente producidos.
19

Las relaciones de producción en un contexto social


colectivo

Definidas como la cualidad esencial de la sociedad, las


relaciones sociales de producción se pueden transformar de
manera brusca, tumultuosa, revolucionaria, expresando la
intensificación de todas las contradicciones sociales, dando
por resultado la transformación de la cantidad en calidad. Las
relaciones de producción dan cuenta del movimiento interno,
profundo y esencial de las sociedades, a su nacimiento, a su
desarrollo y a su fin.

Quien dirige, aconseja o sugiere las formas apropiadas de


trabajar en colectivo debe estar consciente de la diferencia
que existe entre abordar las tareas de la reproducción social
asesorando individuos reunidos por un mero mecanismo de
supervivencia o coordinar un grupo de individuos reunidos por
un vínculo solidario consciente. La reciprocidad, como vimos
anteriormente, es posible gracias a la existencia de la
solidaridad social, lo que permite que lo producido
colectivamente pueda ser circulado y consumido según una
normativa de justa retribución al trabajo que cada uno
invierte.

La generosidad, el compartir, no son por tanto características


innatas al ser humano sino, por el contrario, son formas de
relación social creadas y transmitidas socialmente que
funcionan bajo determinadas condiciones de necesidad.

Las formas comunales contemporáneas de producción


socialista

La discusión histórica de los contenidos éticos del régimen


de posesión social y la instauración de la propiedad privada
capitalista, nos muestran claramente que la posesión social es
la forma original de organización del trabajo y la producción.
No se trata de una antigüalla antropológica, sino de un
sistema social que garantiza el acceso democrático e
igualitario a la distribución y el consumo de los bienes
producidos por una comunidad. La expresión contemporánea
de dicho sistema en Venezuela se concreta bajo la forma de
la propiedad social, de las empresas de propiedad social que
son al mismo tiempo la sede del poder popular.
20

Empresas Comunales de Producción Social

Tal como establece la Constitución Bolivariana en el


artículo 308, el Estado tiene la obligación de
proporcionar la capacitación, la asistencia técnica y el
financiamiento oportuno a todas aquellas
organizaciones comunitarias que tengan como finalidad
poner en marcha alguna actividad productiva que
favorezca el desarrollo de la nación.
Las empresas de producción social son unidades
productivas comunitarias, cuyo objetivo esencial es
generar los bienes y servicios que satisfagan las
necesidades básicas de las comunidades tales como,
entre otras, alimentación, vivienda, salud y vestido, así
como fortalecer un desarrollo socialista de la economía
del país sustentado en la iniciativa popular, que es el
objetivo de la Revolución Bolivariana.

Las empresas de producción social también contribuyen


a forjar nuevas relaciones sociales en el trabajo,
creando empleo bien remunerado, eliminando formas
de explotación del ser humano como la tercerización y
estimulando la participación igualitaria, tanto en el
trabajo productivo como en la administración de sus
propios dividendos.
Dentro de los Consejos Comunales las unidades socio-
productivas cumplen con un papel fundamental:
garantizan el abastecimiento y consumo de bienes y
servicios básicos para la comunidad que los produce y
velan también porque el excedente de los mismos sea
usado y aprovechado por otras comunidades que
producen otros rubros.

Estas unidades funcionan gracias a que sus miembros


actúan solidariamente entre sí y con la comunidad toda.
El gobierno bolivariano, a través distintos entes,
garantiza el apoyo para la capacitación técnica,
comercialización, dotación de maquinarias y materias
primas, infraestructura, transporte, etc.
Desigualdad social y régimen de propiedad

En un modo de vida comunal socialista, la propiedad colectiva


sobre los medios de producción es la que determina la
relación entre el trabajador y la trabajadora con dichos medios
de producción y –en fin de cuentas- la que determina la
posición del hombre y la mujer en la sociedad, el carácter de
21

su actividad vital, de su modo de existir y de vivir. La


propiedad está representada por la ideología como una
relación entre la gente y las cosas, pero en términos
materiales es, como vemos, una relación social entre
personas que está mediada por la propiedad -en este caso
colectiva- sobre las cosas.

En una sociedad capitalista a diferencia de lo que ocurre en


un modo de vida comunal socialista, las relaciones de
propiedad sobre los medios de producción se manifiestan en
el consumo productivo o apropiación de los medios de
producción y, con ello, en la apropiación de los resultados del
trabajo humano. En el contexto de las relaciones de propiedad
capitalistas, la existencia de clases sociales se fundamenta en
la situación de desigualdad social donde se contraponen, por
un lado los propietarios de los medios de producción y por el
otro los hombres y mujeres que trabajan en una relación
desigual que se basa en la explotación de esos hombres y
mujeres por otros hombres y mujeres, en lo que se denomina
lucha de clases. Esta lucha de clases está legitimada por los
principios de la moral burguesa basada en el individualismo,
según el cual cada uno o una debe tratar de salvarse solo o
sola, contrariamente al principio de la sociedad socialista
fundamentado en el colectivismo, la cooperación y la ayuda
mutua entre los hombres y las mujeres.

En un modo de vida comunal socialista, la existencia de un


régimen de propiedad social de los medios de producción
elimina la desigualdad social en la cual se basa la explotación
de los hombres y las mujeres por parte de otros hombres y
mujeres. En Venezuela, la Revolución Bolivariana no ha
logrado todavía una completa igualdad entre todos los
miembros de la sociedad venezolana porque la Constitución
Bolivariana contempla la coexistencia de la propiedad
capitalista con las formas socialistas de propiedad.

En una sociedad capitalista, la parte del producto social que


llega a los trabajadores/as está determinada por la cantidad
y la calidad de su trabajo, por su aporte laboral a la
producción social total y por las diferencias en su ubicación
en una las diversas clases sociales, lo que se traduce en el
nivel de desigualdad material que caracteriza la vida de cada
uno de los diferentes individuos que integran la sociedad.

En el socialismo, por el contrario, la igualdad social se expresa


como un principio ético que sostiene que por igual trabajo se
22

devenga un igual salario. Este principio de igualdad


económica y social está consagrado en espíritu de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, donde
se garantiza en la letra y en la práctica a través de las
diversas misiones y grandes misiones sociales, las ayudas y
subsidios que da el Estado Bolivariano para posibilitar, de
realizar y concretar la formación educativa y profesional de
los hombres y las mujeres, para completar la calificación
laboral que les permita llevar a cabo su parte del trabajo
social. Esta igualdad social también se expresa en el derecho
que tienen todos los venezolanos y venezolanas, de todas las
edades y condición social a acceder a la instrucción, a la salud
pública, al disfrute del ocio y el tiempo libre, a la seguridad
social en caso de incapacidad laboral o por haber llegado a la
categoría de adulto mayor después de haber trabajado
durante la edad productiva.

En una sociedad socialista como la venezolana, el trabajador y


la trabajadora tienen el trabajo asegurado por la Ley Orgánica
del Trabajo (LOT), garantía que sirve a los ciudadanos y
ciudadanas de confiar en el presente y en el futuro y como
basamento para la planificación de su vida social.

Aquella ley forma aparte del proceso de planificación


bolivariana de la vida social socialista, la cual debería hacer
posible –en un futuro- evitar la incompetencia, la corrupción y
la anarquía que bajo el sistema capitalista han propiciado en
unos la pobreza o el enriquecimiento desmesurado en otros.

Le tesis keynesiana de la economía (desarrollar)

La necesidad de aumentar la tasa de ganancia del capital y


estimular la acumulación de riqueza en manos de la burguesía
financiera, provocó la implantación en las sociedades y países
sometidos a la dictadura neoliberal del mercado y en sus
Estados vasallos, de los llamados ajustes económicos que
tienen como objetivo disminuir y controlar la deuda pública
pasando por la eliminación de las políticas sociales
formuladas por el socialismo democrático europeo occidental
y el socialismo soviético del siglo XX, las cuales buscaban
proporcionar a las clases populares, alimentación, vivienda
barata, educación, salud y servicios culturales, estabilidad en
el trabajo, protección a los adultos mayores y en general la
eliminación de las desigualdades sociales. De esta manera se
trataba de promover una alianza de clases que tuviese como
objetivo atenuar la causas de la lucha de clases.
23

A partir de los años 70 del pasado siglo, para poder sobrevivir


y mantener al mismo tiempo la hegemonía del bloque
histórico burgués, la minoría rica comenzó a desmoralizar a
los trabajadores/as exaltando la propiedad privada capitalista
de los medios de producción provocando miedo e inseguridad
en los/las trabajadores utilizando los monopolios
empresariales mediáticos para difundir mesajes alusivos a la
posibilidad de perder su puesto de trabajo. De esta manera
se garantizan los capitalistas un nivel de extracción
continuada de la plusvalía para salvaguardar y acrecentar sus
inversiones. Ello ha conducido a la angustia de trabajadores y
trabajadoras de sentir permanentemente acechada la
estabilidad de su vida por las crisis económicas y las políticas
cíclicas de inflación que son el impuesto que cobra la
burguesía a los trabajadores/as, el fantasma de la
desocupación, la contaminación del ambiente, el agotamiento
de los recursos naturales y otros fenómenos sociales y
naturales que caracterizan la profunda crisis general que vive
el capitalismo mundial y particularmente el venezolano.
24

El Modo de Vida Socialista y la propiedad social

Como respuesta a la ofensiva neoliberal contra las


reivindicaciones sociales obtenidas por los trabajadores y
trabajadoras durante la segunda mitad del siglo XX, la
posibilidad de reproducir de la sociedad bajo un Modo de Vida
Comunal Socialista está determinada por la vigencia de la
propiedad social de los medios de producción. Dicho proceso
de reproducción se ambienta, en el caso venezolano, en las
misiones y grandes misiones sociales, en la planificación de
una forma de producción social. Puesto que bajo un modo de
vida socialista ya no existiría la desigualdad social, es posible
que la planificación socioeconómica beneficie tanto los
intereses generales de la comunidad como de cada uno de
sus miembros.

La planificación socialista comunal

La planificación socioeconómica bajo un modo de vida


socialista bolivariano debe estar diseñada para beneficiar, en
primer término, el desarrollo y la reproducción de las
comunas y los organizaciones de los diversos colectivos
sociales que constituyen la base del poder popular. Ello es
necesario para ejercer la contraloría social sobre la utilización
y la manera de invertir los fondos que el gobierno bolivariano
pone a disposición de las comunas y otros colectivos sociales.
Debe redundar en la formación de la propiedad socialista
sobre los diversos medios de producción que aquellos tienen a
su disposición y en las formas de distribuir y consumir el
producto social obtenido a partir de dichos medios. Mientras
sea mayor la cantidad de recursos que el Estado socialista
ponga a la disposición de las comunas, consejos comunales u
otros tipos de colectivos, correlativamente mayor debe ser la
actividad contralora social.

Es necesario tener en cuenta que no son solamente las


condiciones objetivas de la producción sino particularmente el
factor subjetivo, la conciencia revolucionaria, los
determinantes en la contraloría social de los recursos
asignados a una comuna u otro colectivo social. A la par de la
experiencia y la destreza laboral de los trabajadores y
trabajadoras, la capacidad para organizar la producción social
25

está determinada por la cultura laboral y productiva, por la


cultura de la participación protagónica de los hombres y las
mujeres en la construcción de la vida cotidiana colectiva que
es la base del poder popular.

Analizando la actual situación que vive la sociedad


venezolana después de la derrota electoral del 6D 2015, es
imperativo no solamente reflexionar sobre los necesarios
cambios que deben ser inducidos, sino sobre todo en la
planificación nacional de un modo de vida socialista
bolivariano, tomando como fundamento las necesidades
materiales, culturales y espirituales, la subjetividad social, la
formación de la conciencia revolucionaria que deben formar la
base de la vida cotidiana de los hombres y mujeres que
integran el poder popular.

El proceso bolivariano ha creado, en tal sentido, un método


para planificar la construcción del modo de vida socialista
bolivariano que se fundamenta en las misiones y grandes
misiones sociales y las bases de misiones, las cuales deben
garantizar su planificación a nivel nacional, para la ejecución
de las tareas concretas, culturales, sociales y económicas
actuando en conjunto a través de los Consejos Presidenciales.
Ello contribuiría a ir definiendo las modalidades de
gobernabilidad del Estado comunal socialista bolivariano.

Propiedad social y producción socialista

La posibilidad de que la propiedad socialista logre cumplir su


cometido en la reproducción continuada y ampliada del modo
de vida socialista bolivariano dependerá del nivel operacional
que alcancen los colectivos de trabajadores y trabajadoras
comprometidos con la socialización de la producción.

Para alcanzar los altos niveles de compromiso social e


ideológico que se requieran para socializar la producción, es
necesario incrementar el nivel de cultura organizativa que
debe existir en el modo de vida socialista de los trabajadores
y trabajadoras. Para ello se debe fortalecer tanto la
creatividad en el trabajo como los conocimientos que
colaboren para la calificación y la educación laboral de los
trabajadores y trabajadoras. Todo ello es importantísi,o para el
desarrollo de vínculos culturales positivos con la actividad
productiva, el carácter protagónico que tiene la producción
social para el establecimiento y la satisfacción de las nuevas
26

condiciones materiales y culturales sobre las cuales deberá


asentarse un modo de vida socialista bolivariano.

El trabajo social: base del modo de vida socialista

Bajo un Modo de Vida Socialista, el trabajo social se convierte


en la fuerza fundamental que mueve el servicio que deben
prestar los trabajadores y trabajadoras para satisfacer tanto
las necesidades colectivas de la sociedad cono sus propias
necesidades individuales.

¿Qué es el trabajo social? No se refiere solamente al producto


material de una determinada actividad creativa humana sino
también a la organización de las formas culturales socio-
productivas, a la percepción cultural del trabajo, la
organización social para la producción, al nivel educativo
alcanzado por los hombres y mujeres que contribuyen a las
formas concretas de trabajo socialmente útil que le dan
sentido a los componentes de un modo de vida socialista.

La Constitución B olivariana y las leyes y decretos sociales a


través de los cuales se objetiva su aplicación concreta,
garantizan los derechos de los trabajadores y trabajadoras,
particularmente su derecho a la educación gratuita y de
calidad, así como la formación profesional y técnica. En su
conjunto, el sistema socialista que adelanta el gobierno
bolivariano intenta garantizar el desarrollo continuo y
ampliado de las fuerzas productivas. Sin embargo, el
desarrollo objetivo de las mismas solo puede ser posible si
todos los trabajadores y trabajadoras participan en la
producción social y si el Estado Bolivariano consolida las
instituciones que deben conducir hacia la creación de una
Sociedad Comunal Socialista. Lamentablemente, hay sectores
laborales parasitarios que tienen como objetivo fundamental
la acumulación individual de riqueza para mantener sus
posiciones elitistas dentro de la sociedad venezolana, que
conspiran constantemente contra la producción social y la
seguridad de su aplicación para lograr la buena vida.

Modo de Vida Socialista, consumismo y vida cotidiana

La reproducción de las relaciones socialistas de producción


que garanticen el crecimiento constante de las fuerzas
productivas y la vigencia de la propiedad social, requiere que
los hombres y mujeres trabajadores estén conscientes de que
pueden llegar a ser el sujeto histórico de la revolución
bolivariana, que conozcan y practiquen los valores culturales
27

que sirven de sustento a un modo de vida socialista. En el


caso particular de la sociedad venezolana, es necesario que
los hombres y mujeres trabajadores reflexionen y comprendan
la necesidad de combatir los comportamientos consumistas
que han sido grabados en su mente por décadas de
campañas propagandísticas montadas por la industria
cultural capitalista.

El consumismo es una actitud irreflexiva de culto por las


cosas, que deviene un fin en sí mismo. Es un valor cultural y
ético característico del capitalismo que justifica el impulso de
adquirir compulsivamente bienes materiales, incluso a
expensas de lo ajeno, llegando a convertirse igualmente en
justificación de la corrupción para acumular dinero a costa de
cualquier acción deshonesta.

Una de las maneras de combatir el consumismo perverso que


obstruye el desarrollo de formas de economía productiva en la
sociedad venezolana, es estimular valores culturales y
sociales positivos hacia la solidaridad social y la igualdad
social en el reparto de los bienes creados por la producción
social, al mismo tiempo que un sistema de distribución eficaz
y activo de los bienes y servicios. Como ha expresado Marx
(…..), es en la distribución del producto donde se manifiestan
las leyes que expresan la diferencia en calidad entre un modo
de vida capitalista y un modo de vida socialista.

La satisfacción plena de las necesidades tanto materiales


como espirituales que reproducen la vida cotidiana, es uno de
los objetivos fundamentales de un modo de vida socialista:
necesidad de alimento, ropa y vivienda, descanso,
preservación de la salud, de la posibilidad de comunicarse, de
utilización del tiempo libre para el estudio, el juego y la
distracción. La mayoría de estas actividades se cumplen en el
seno de la familia así como en el grupo social inmediato, la
comuna y el consejo comunal donde se desarrolla la vida
relacional de los individuos, incidiendo directamente en la
reproducción de la fuerza de trabajo del colectivo.

La creación de condiciones favorables para que los hombres y


mujeres desarrollen sus capacidades creadoras se resuelve
mediante la creación de una red de empresas sociales de
producción que hagan practicable la propiedad social, de una
red de instituciones socio-culturales y educativas que, si bien
mantienen su vinculación con las instituciones del Estado
28

nacional, estén en relación planificada con el poder popular


en la vida cotidiana.
29

La propiedad social y la subjetividad revolucionaria

El desarrollo de la subjetividad revolucionaria debe ser hecho


posible, inicialmente sobre la base de socializar los individuos
y las familias en general en los principios de solidaridad social
que deben estar presentes en el seno de la vida cotidiana del
individuo y su familia, conectadas con la actividad colectiva
de su consejo comunal y su comuna que a la vez se
constituyen en las células del poder popular.

En la medida que la propiedad social se exprese en las


empresas de propiedad social de las comunas y los consejos
comunales o de las grandes empresas de propiedad social del
Estado vinculadas a las comunas y consejos comunales, el
“punto y círculo” que indicaba el comandante Chávez, se
producirá el acuerdo entre el ámbito productivo de la vida y
el no productivo, la sociabilidad que es la base de la ayuda
mutua entre familiares, compañeros/as de trabajo y
vecinos/as que debe devenir en una concreción de las
relaciones sociales de producción del modo de vida socialista.

La sociabilidad y la concepción colectiva de las actividades


que se manifiestan en la vida cotidiana le dan contenido vital
a los hábitos y tradiciones culturales heredados del pasado,
que son el fundamento de la identidad social de los hombres y
mujeres que se congregan en las comunas y consejos
comunales, de los valores sociales de la cortesía, la
hospitalidad, del apoyo mutuo, el respecto por los mayores y
el amor por los niños y niñas, que deben ser los rasgos
fundamentales de la vida cotidiana socialista.

Vivienda, vida cotidiana y propiedad social inmobiliaria.

La Revolución Bolivariana lleva a cabo, a través de la Gran


Misión Vivienda Venezuela y la Misión Barrio Nuevo, Barrio
Tricolor, un proceso de mejoramiento y de renovación de las
antiguas condiciones materiales de vida donde transcurre la
vida cotidiana de trabajadores y trabajadoras y se generan
sus aspectos subjetivos, sus imaginarios: costumbres y
tradiciones socio-culturales.
30

La construcción de nuevos urbanismos así como la


modernización del hábitat en los barrios populares, crea
también formas de propiedad social inmobiliaria. Para que la
misma se desarrolle dentro de los principios socialistas, es
necesario que la instituciones educativas y culturales del
Estado desarrollen, en estrecha colaboración con el poder
popular, procesos de trabajo educativo y cultural que
establezcan las normas de vida socialistas y combatan las
conductas negativas que entorpecen la vida cotidiana: el
individualismo, la indolencia, la violencia familiar y de género,
la corrupción social y su consecuencia más letal: la
delincuencia y la drogadicción.

La manera de establecer la unidad de los aspectos objetivos y


subjetivos de la vida cotidiana socialista debe ser la guía para
el accionar de misiones sociales vinculadas directamente al
establecimiento de la propiedad social inmobiliaria,
solventando así la enorme deuda social creada durante siglos
por el egoísmo de las élites burguesas que se apoderaron de
los gobiernos de la IV República hasta 1998.

En un modo de vida socialista, la adjudicación de viviendas,


nuevas o renovadas, debe servir como un estímulo material y
moral de los valores que animan la ayuda mutua, no como la
adquisición de un bien transable en el mercado que puede
ser vendido o rentado para obtener beneficios materiales;
debe ser un vínculo entre la familia y la vida cotidiana y el
consumo social bien entendido de dicho bien.

A través de los consejos comunales, las comunas y el poder


popular las familias podrían establecer una vinculación con la
ayuda mutua, el descanso individual y el disfrute del tiempo
libre, la promoción de una comunidad consciente y practicada
de intereses comunes. De la misma manera, esta comunidad
de intereses le da vida y estímulo a la participación de los
hombres y mujeres en la vida productiva, en la promoción
sustantiva de la propiedad social de los medios de producción
tanto a nivel comunal como estatal.

La “industrialización” de la vida cotidiana

La industrialización de la vida cotidiana, la promoción de


empresas socio-productivas comunales se traduce en un
ahorro de tiempo social para los trabajadores y trabajadoras,
sobre todo para estas últimas que son el componente social
más importante de la vida comunal y tienen una gran cuota
31

de participación en la reproducción de la vida cotidiana


doméstica. En diversas comunas el ahorro de tiempo social se
ha traducido, como es el caso, por ejemplo, de diversas
comunas en el 23 de Enero o en La Dolorita, en el surgimiento
de redes de comunicación radial, televisiva o escrita como
empresas de propiedad social, que potencian las relaciones
sociales entre los miembros de la comuna e incluso entre
diferentes comunas, convirtiendo los programas difundidos
por dichas redes en sujeto de discusión y estudio cotidiano
por parte de los grupos familiares que las integran, facilitando
la formación ideológica y la información sociopolítica que es
parte de la base para construir el sujeto revolucionario
bolivariano.

Las empresas sociales de comunicación tienen una gran


significación en el mejoramiento de los componentes de la
vida cotidiana socialista, particularmente sobre el agotador
trabajo doméstico que recae sobre los hombros de las mujeres
que por esa razón están sujetas al estrecho marco de acción
de la vida familiar cotidiana, coartando muchas veces su
libertad de comunicar, conocer y participar en las actividades
colectivas de su consejo comunal o su comuna o en las
decisiones que se tomen en los órganos del poder popular o
en su representación a nivel nacional como son los Consejos
Presidenciales del Poder Popular.

La propiedad social no solamente se ejerce sobre los medios


materiales de producción, sino también sobre los medios
materiales para la producción de servicios educativos y
culturales que dan atención a los niños y niñas en edad
preescolar (Simoncitos) y escolar (escuelas bolivarianas)
contribuyendo no solamente a la socialización de los infantes
en los principios de la vida cotidiana socialista, sino también
en la liberación de parte del tiempo social que la mujeres
dedican a la reproducción de la vida familiar para transferirlo
a mejorar su propia formación educativa y cultural durante los
períodos de ocio y tiempo libre.

Las formas de propiedad social inmobiliaria que ha inaugurado


la Revolución Bolivariana han permitido la integración de los
nuevos urbanismos con establecimientos comerciales
comunales o estatales donde incluso se distribuyen los bienes
manufacturados por las empresas socio-productivas
comunales. De igual manera, los contenidos de la vida
cotidiana socialista se enriquecen con nuevos espacios para el
32

juego y el descanso: canchas deportivas, espacios para la


enseñanza y la práctica del teatro, del arte mural comunitario
que transmite mensajes de solidaridad que fortalecen la
identidad cultural e histórica, del rap o los merengues que
narran las incidencias de la vida cotidiana de la comunidad,
de las diferentes representaciones de instituciones como las
Orquestas Juveniles dedicadas a enseñar a los jóvenes la
música y la ejecución de obras musicales, bibliotecas y cine-
lecturas, etc., que complementan la formación ideológica en
los principios de la vida cotidiana socialista, resaltando para
toda la comunidad la connotación de su participación
protagónica de todos los individuos en la gestión del modo de
vida socialista en tanto y cuanto son sujetos históricos
revolucionarios.

EL PODER POPULAR Y LA PROPIEDADA SOCIAL

El socialismo comunal bolivariano –como hemos expuesto- no


alude solamente a la transformación de los procesos
económicos de producción, distribución, cambio y consumo de
bienes, servicios y mercancías que han caracterizado a la
Formación Social Clasista Nacional venezolana hasta ahora,
sino también y principalmente a la creación de nuevas formas
de organización de las relaciones sociales de producción
contrahegemónicas para que la revolución sea capaz de
sobreponerse a las relaciones de explotación capitalistas y
mantener así la reproducción del procesos característicos de
una sociedad socialista comunal bolivariana.

Existen, como han expuesto varios autores y autoras, diversas


percepciones sobre las formas que adopta actualmente la
construcción del socialismo comunal bolivariano. Algunos
33

autores (Hernández, 2006, Sanoja, del cap.al soc),


consideran que la presente fase del proceso revolucionario
venezolano equivaldría a una revolución de liberación
nacional en tránsito hacia el socialismo. En nuestro concepto
personal, esta fase histórica si bien tiene como condición
necesaria la liberación nacional, se caracteriza principalmente
por los cambios que se están produciendo en las relaciones
sociales de producción: en la organización de colectivos
sociales del poder popular, ejemplo de lo cual son las
Comunas y los Consejos Comunales, integrados con las
diversas misiones sociales ya existentes a través de la
institución revolucionaria de las bases de misiones (Sanoja
2008: 145-149, Harnecker: 2008).

La asociación estructural de las diversas misiones sociales


con las Comunas y los Consejos Comunales, formaría la base
de la sociedad socialista comunal venezolana, centrada en el
autogobierno, estructurada con base al poder popular como
una integración territorial de las comunas y los consejos
comunales. Éstas se integrarían con las empresas de
propiedad social, directa o indirecta, formando redes
transversales organizadas en torno al poder popular como
clase revolucionaria, bajo nuevas relaciones sociales de
producción, las cuales consoliden la integración de las formas
de propiedad social colectiva junto con la personal, la
cooperativa, la privada y la mixta, tal como se planteaba en la
propuesta de reforma constitucional de 2007. Ello permitiría
trascender el trabajo asalariado, creando una nueva cultura
laboral basada en un modo de trabajo signado por la
solidaridad comunal, lo cual contribuiría a impedir que la
propiedad privada y la personal se continúen consolidando
separadamente como propiedad burguesa, es decir, como
instrumento de clase para la explotación de otros hombres y
mujeres (Sanoja 2008:117-154).
34

Para el logro de los fines anteriores será necesario fomentar y


consolidar el sujeto revolucionario socialista comprometido
con los intereses de la colectividad, con los valores de un
verdadero civismo revolucionario que formen la base moral
del socialismo, combatiendo el embrutecimiento, el egoísmo y
la corrupción que son los antivalores fundamentales del
capitalismo (Luxemburgo 2006:116).

El socialismo comunal bolivariano debe partir de una


concepción humanista, democrática y solidaria de la vida
social, donde el logro de la realización plena de hombres y
mujeres constituya el valor social más importante. Para lograr
estos objetivos es fundamental que los colectivos sociales
alcancen una subjetividad revolucionaria plena, un nivel de
conciencia social y política que consolide las nuevas
relaciones de producción que está forjando, la Revolución
Bolivariana para luchar contra la inercia ideológica existente
en parte de nuestra población que la arrastra hacia el
consumismo, el egoísmo y el individualismo.

Las Nuevas Relaciones Sociales de Producción

Para crear una nueva hegemonía cultural en un marco


comunal socialista que enfrente el orden capitalista
burgués, es necesario desarticular el antiguo sistema
hegemónico y fundar uno nuevo que sea portador de un
modelo alternativo de sociedad y de nación. Este
modelo debe estar definido por un nuevo régimen de
propiedad social que sea, expresión jurídica de las
nuevas relaciones de producción características de una
sociedad comunal socialista.

Para que las nuevas relaciones de producción puedan


tener vigencia plena es necesario, como expusimos en
páginas anteriores, la construcción de una nueva
subjetividad revolucionaria, emprender una profunda y
35

radical transformación de la conciencia de los hombres


y mujeres de manera orientada a producir una situación
verdaderamente revolucionaria. Esa situación
revolucionaria, ocurrirá cuando el pueblo desarrolle
como praxis política una coyuntura de constante
movilización, cuando sea generador de una conciencia
de cambio en su cultura, es decir, en sus costumbres,
en su sistema de valores y en los hábitos que regulan
sus relaciones sociales, en su modo de vivir.

Solo entonces será posible la reproducción ampliada de


las estructuras sociales y de las instituciones del
socialismo comunal, abolir las prácticas de la
dominación racista, liberar la vida de las mujeres de la
dominación patriarcal, generar un nuevo poder
contrahegemònico –el Poder Popular– defensor de los
principios de colectividad, asociativismo,
cooperativismo, gestión y autogestión, conciencia del
deber social que sustenta el régimen de propiedad
social, la práctica de la democracia participativa y
protagónica y la asunción de la reciprocidad,
mecanismo social que supone el respeto mutuo y la
aceptación de la responsabilidad de ayudarse unos/as a
otros/as.

Para consolidar el Poder Popular es imperativo romper la


hegemonía cultural que ejerce la clase burguesa en las
relaciones de propiedad privilegiando la propiedad
privada, ya que sin ello no es posible una verdadera
transformación social. Para lograr tal objetivo sería
necesario crear –transitoriamente-- formas alternativas
de propiedad donde coexistan: propiedad social,
propiedad comunitaria, cooperativa, privada y personal
hasta que surja un nuevo sistema de relaciones sociales
que garantice en verdad la justicia social para todos los
36

ciudadanos y ciudadanas gracias a la abolición


definitiva de la propiedad privada sobre los medios
fundamentales de producción.

De manera simultánea debería fortalecerse el proceso


de creación de la propiedad social y el establecimiento
de un Modelo Productivo Socialista fundamentado en las
Empresas de Producción Social, mediante el cual se
eleve al máximo la efectividad de las formas de
generación, apropiación y distribución de los excedentes
económicos provenientes tanto de la renta petrolera
como del ejercicio impositivo sobre la ganancia privada.
Ello generaría un cambio sustancial de valores
socioculturales en el colectivo social, en la forma de
relacionarse los ciudadanos y ciudadanas entre sí y de
ellos con la Naturaleza y con los medios de producción
en general, en forma de una producción nacional
eficiente de los productos y servicios apuntalada por
investigaciones científicas y tecnológicas que aumenten
la efectividad del sector productivo tanto público como
privado.

La institucionalidad en la transición, que sería comunal


socialista, estaría fundamentada en el sistema de
misiones sociales, a objeto de mantener la lucha contra
el analfabetismo, promover a niveles cada vez más
altos de eficiencia la atención de la salud y la atención
sanitaria, seguir promoviendo el nivel educativo de
todos los ciudadanos y ciudadanas desde la primaria,
hasta la secundaria y la universidad, perfeccionar los
procesos de capacitación laboral y profesional de la
población, capitalizar vía el crédito accesible y la
inversión social la actividad productiva de los colectivos
sociales agrupados en comunas y consejos comunales,
diversificar y acrecentar la capacidad productiva de
37

Venezuela, contribuir a democratizar y crear sentido de


Patria, convertir la defensa nacional en un proyecto que
sea tanto militar como político, económico, cultural y
social y romper la hegemonía de la burguesía
empresarial cuya única meta es enriquecerse mediante
el asalto a la renta petrolera y la expropiación de los
salarios de los venezolanos y venezolanas vía la
inflación inducida.

La institucionalidad de una nueva sociedad comunal


socialista, debe producir las condiciones para que se
sucedan los cambios revolucionarios que se darán con
diferentes velocidades en el tiempo y en el espacio para
darle poder a las comunas y consejos comunales
creados por el pueblo soberano, para construir desde
abajo la democracia que convierta al Estado en
propiedad social de todos los venezolanos y
venezolanas:

“…Ello será como el agua que se filtra por las rendijas


de la roca y emerge finalmente como hilos que se unen
y forman torrentes que forman cascadas que a su vez
forman ríos que alimentan los océanos. Cuando eso
suceda, habrá ocurrido finalmente una revolución…”
(Sanoja 2015: 147-148).

En el plano político nacional, la Revolución Bolivariana


debe consolidar la integración de las fuerzas
progresistas venezolanas dentro de la nueva sociedad,
como una nación soberana que construye una
estructura económica propia e independiente. Para
luchar contra la guerra económica permanente que nos
hace el imperio estadounidense a través de la pequeña
burguesía comercial parasitaria y los políticos e
intelectuales traidores comprados con los dólares de
Washington, será preciso organizar una “guerrilla
38

contracultural y mediática” cuyo objetivo estratégico


sea el combate y la abolición de los valores capitalistas
del egoísmo, el individualismo y la anti-patria que nos
inoculó la perversa Cultura del Petróleo (Quintero (1972:
44; Rodríguez Araque 2012; 211).
39

LA SOCIEDAD COMUNAL VENEZOLANA

La geometría del poder burgués o geometría de la


desigualdad

La geometría se define como la disciplina matemática que


tiene por objeto el estudio riguroso del espacio y de las
formas que en él se puedan imaginar. En la sociedad
burguesa, la hegemonía del poder político que detenta esa
clase social sobre las otras que les son subordinadas es
concebida como una pirámide cuyo ápice está conformado
por un grupo minoritario que se apropia de la mayor parte del
producto social; la base de la misma está constituida por la
mayoría de la población que es quien produce la riqueza, pero
que por su condición de clase dominada solo puede
apropiarse de un porcentaje deficitario del producto social
total. La consecuencia de esta relación asimétrica es la
concentración de la riqueza en pocas manos y la socialización
de la pobreza entre la mayoría de la población, característica
central de la estructuración del poder político en el
capitalismo.

Analizada dentro del espacio territorial, tal estructura


piramidal del poder y la riqueza que tipifica al Estado burgués
de la IV República, se desglosa en diferentes versiones de
subordinación vertical y transversal que conforman la
geometría del poder político y económico burgués donde,
finalmente, el sector mayoritario y más desposeído de la
sociedad ocupa la escala más baja de la capacidad decisoria
política. Así tenemos, por ejemplo, que en la relación de
subordinación política regional: Gobernación-Asamblea-
Alcaldía-Concejo Municipal, los ciudadanos/as solo
participaban cada tres años para delegar su poder en
40

individuos que los representaban y ejercían el poder en su


nombre, preocupados --la mayoría-- solamente por resolver
sus compromisos partidistas o sus situaciones personales vía
la corrupción administrativa. Considerada transversalmente,
la estructura político-administrativa estaba diseñada
arbitrariamente, sin tomar en cuenta la extensión de las
verdaderas esferas de influencia (culturales, económicas,
políticas u otras) a las cuales se adscriben las comunidades
humanas.

La Geometría del Poder Popular y la Propiedad Social

Como insistiera repetidamente el Presidente Chávez, para


adelantar la Revolución Bolivariana y consolidar el régimen de
la propiedad social, es necesario lograr la reestructuración de
la sociedad venezolana con base al desarrollo de una sociedad
socialista comunal, fundamento de una nueva geometría del
poder. Dicho proceso está íntimamente ligado a la
transformación de la subjetividad social, donde el pueblo
como actor colectivo se encuentre siempre en una
articulación sentida, vivida y practicada con el proyecto social,
político y ético socialista, como sujeto político, ético y social,
condiciones que le permitirán participar en la transformación
radical de la sociedad en tanto que poder constituyente y
poder popular.

El sistema de comunas socialistas urbanas, rurales y


periurbanas conforman el lugar central, un nodo espacial que
bajo el régimen de la propiedad social no solo provee bienes y
servicios sino que crea igualmente las funciones culturales y
políticas que permiten su propia reproducción social,
regulando la relación de los diversos asentamientos humanos
que la componen bajo los principios de la cooperación, del
compartirse todos y todas entre sí, de compartir no solamente
los bienes y servicios sino también los problemas, las
41

carencias y los logros, actuando como interfase con las otras


instituciones del poder estatal (Vargas: 2007: 291).

La base de la Sociedad Comunal Socialista Venezolana:


El Poder Popular

Analizando la diversidad de procesos sociohistóricos que


han sido ensayados en el mundo para construir la
institucionalidad de una sociedad socialista, podemos apreciar
que todos tienen un elemento fundamental en común: la
construcción de redes de grupos básicos de organización
social, fundamentados en el autogobierno y la autogestión,
como sustento en la aparición de nuevas relaciones sociales
de producción y en consecuencia en un nuevo régimen de
propiedad social. Ello nos muestra, con mucha fuerza, que el
elemento central de la construcción socialista es la forma de
organización de la gente misma, del poder popular, del
régimen de propiedad social, no solo de la economía y la
tecnología en abstracto cuya transformación y reproducción
está vinculada y determinada por aquélla.

El artículo 1 de la Ley Orgánica de Comunas establece que


éstas deben desarrollar y fortalecer el Poder Popular,
establecer las normas que regulan la constitución,
conformación y organización de la Comuna como la entidad
local donde los ciudadanos y ciudadanas ejercen el Poder
Popular, donde ejercen, con pleno derecho de soberanía la
participación protagónica a través de formas de autogobierno
que servirán para constituir la sociedad comunal socialista
venezolana.

Consideramos que la presente ley que rige en Venezuela la


organización y funcionamiento de las comunas y los consejos
42

comunales es el componente central del proceso de


transformación de la sociedad venezolana, ya que establece
una nueva arquitectura del poder político y social cuya
dinámica reposa en la participación de los colectivos sociales
en sus formas verdaderas y auténticas de organización
territorial, las cuales representan la voluntad y la necesidad
de cambios que sustenta al proceso bolivariano.

Del análisis de la Ley se infiere, asimismo, que según el tipo


de organización social y territorial que adopten las
comunidades, dependerá a su vez la definición del modo de
vida socialista y del modo de producción socialista
venezolanos, es decir, “…las maneras particulares de la
organización de la actividad humana, ciertos ritmos de
estructuración social y, en consecuencia, los cumplimientos
objetivos de las leyes específicas que rigen para esa
formación social…” (Vargas-Arenas 1990: 63).

Los consejos comunales, definidos de acuerdo a la presente


Ley, representan el núcleo duro de la construcción del poder
popular sobre el cual deberá afianzarse un futuro Estado
socialista.
43

REVOLUCIÓN, PROPIEDAD SOCIAL Y CULTURA COMUNAL

La propiedad social es un componente importante del


socialismo comunal bolivariano, pero solo alcanzará
vigencia plena en la medida que la Revolución
Bolivariana logre constituir y consolidar un bloque
hegemónico cultural revolucionario.. Definimos la
cultura como el conjunto singular de formas
fenoménicas que presenta la existencia concreta de
una formación social. Dado su carácter fenoménico, la
cultura conforma el orden dinámico y cambiante de
los contenidos fundamentales de una formación
social; en este sentido, la cultura es la forma singular
de expresarse la sociedad según sus propias
tradiciones que abarcan tanto su mundo material
como el espiritual (Bate, 1978; Vargas Arenas, 1990,
2007: 140).1

Dentro de la aguda lucha de clases que hoy agita la


sociedad venezolana, las comunas y los consejos
comunales impulsados por el Comandante Chàvez son
1
Luis Felipe Bate. Sociedad, formación económico social y cultura. Ediciones de Cultura Popular. México:
1978.
Iraida Vargas-Arenas. Arqueología, Ciencia y Sociedad, Editorial Abre Brecha, 1° Edición, Caracas: 1990.
Iraida Vargas-Arenas. Resistencia y participación: la saga del pueblo venezolano. Primera edición. Monte
Ávila Editores Latinoamericana. Caracas: 2007-a, pp. 290 y sgts.
Iraida Vargas-Arenas. “Algunas ideas sobre los Consejos Comunales y la calidad de vida de las mujeres
populares en Venezuela”. Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. No. 29. diciembre: 2007-b. pps. 33-
47.
44

la base y el sustento de las identidades culturales


populares que se producen y reproducen en ellas
como resultado de las experiencias compartidas en el
trabajo y las relaciones sociales cotidianas en general,
donde se destaca la propiedad social,, conformando
una forma de resistencia cultural contra la dominación
que ejerce el poder económico del bloque burgués
capitalista sobre el pueblo venezolano.

La comuna como forma de resistencia cultural

La cultura comunal concebida como forma de


resistencia cultural, se define a través de valores
como la ética social, las normas, el sistema de valores,
los principios y los patrones culturales y las conductas
sociales que regulan la propiedad social y la vida
cultural comunal en general

Para hacer efectiva aquella propuesta, es fundamental


considerar tanto las formas organizativas populares
previamente existentes, como a las nuevas que han
surgido al calor del gobierno bolivariano. Ello adquiere
singular importancia en función de los acuerdos
alcanzados en la cumbre presidencial ALBA-
Petrocaribe celebrada en Caracas en 2013, con
relación al desarrollo de los aspectos socioculturales.
45

Definición. Ética y Cultura Comunal

El socialismo comunal es un proceso social que se


apoya en la construcción social de una cultura
comunal, la cual esta basada en valores como la
reciprocidad, una suerte de contrato social donde
cada uno/a y todos/as a la vez (el colectivo) ceden
algo en aras de una unión basada en promesas y
metas comunes, donde todos/as dan su
consentimiento a las normas que los van a regir
porque están convencidos/as de que dichas normas
satisfacen sus intereses comunes. Ello significa,
igualmente, un consenso en torno a las obligaciones
mutuas, lo que hace políticamente legítimas a esas
organizaciones.

El carácter de obligatoriedad y reciprocidad de


aquellos nexos es lo que hace posible establecer como
un principio de vida el valor socialista del régimen de
propiedad social, es decir el derecho que tiene una
comunidad sobre la propiedad un determinado activo.
La propiedad social comunitaria o colectiva es un
concepto propio del socialismo que permite minimizar
la desigualdad social previniendo que las personas
caigan en el egoísmo y el afán de lucro individual,
entendidos como conductas desviadas, sintomáticas
de un bajo desarrollo de los mecanismos de rechazo
de la conciencia social solidaria que afectaría la
cohesión social comunal.
46

El régimen de propiedad social es también un valor


muy importante en la lucha de las comuneras y
comuneros para erradicar la cultura patriarcal,
individualista, que mantiene la opresión y
marginación de las mujeres en la vida cotidiana
privada o pública. En la sociedad bolivariana las
mujeres constituyen el componente activo más
numeroso y participativo en los distintos entes,
movimientos, frentes y organizaciones, por lo cual es
necesario que la cultura comunal venezolana
consagre la igualdad de género sobre la propiedad
colectiva para desarrollar una verdadera sociedad
comunal socialista donde la mujer participe de
manera igualitaria y protagónica en la constitución del
poder popular.

Es necesario tomar conciencia del hecho que en lo


atinente al sistema económico socialista venezolano
en proceso de construcción las Comunas Socialistas
consideran que, si bien son parte del hecho
productivo nacional en escalas y con características
determinadas, aun no han sido totalmente
incorporadas activamente a ese sistema por todos los
agentes de la Revolución; pora que el socialismo
comunal bolivariano alcance su madurez, la
contribución que hacen los agentes de la conómia
social que integran la sociedad comunera, deben ser
reconocidos y compartidos con los de otros sectores
de la sociedad venezolana.
47

En lo que refiere a la economía , en la medida que el


sistema económico nacional bolivariano se desarrolle
a través de distintas formas de organización
socioproductiva, de diversas formas de empresas de
propiedad social, de unidades familiares, grupos de
intercambio solidario y demás formas asociativas para
el trabajo, es necesario que dicho desarrollo se
consstruya si apiramos a construir el socialismo, como
parte de la hegemonía de la propiedad social comunal,
lo cual debe ser aceptado tanto por los empresarios y
las empresas tanto públicas como privadas, para
muchos de los cuales la economía comunal no solo es
invisible sino que es también perniciosa y debe ser
combatida.

La cultura comunal y el régimen de la propiedad social


juegan un papel protagónico en la creación y
desarrollo del poder popular, en la creación de las
condiciones sociales que permitirán acelerar la
construcción de una Sociedad Popular Comunitaria
socialista, antiimperialista y solidaria. Estas
condiciones sociales permitirían que sea el pueblo
quien tome las iniciativas, dentro de un sistema de
gobierno popular, basado en una democracia directa,
participativa y protagónica. Mediante instituciones
como el Parlamento Comunal, debe ser posible que el
pueblo representado en el Poder Popular delibere y
gobierne, que planifique., que tome parte en las
decisiones para definir prioridades,. que demande
soluciones y rendición de cuentas, para concertar una
48

búsqueda colectiva de soluciones para los problemas


comunes de la sociedad venezolana.

La existencia de una cultura comunitaria hegemònica


basada en el régimen de la propiedad social, es
fundamental para que todas y todos los ciudadanos y
ciudadanas organizados en comunas lleguen a tener
acceso a la cosa pública. En estas condiciones, la
convivencia sería democrática en cuanto ella se
asiente en el respecto y la ayuda mutua, la igualdad y
la colaboración. Ello es posible solamente si con la
educación familiar y escolar se aprende y se practican
normas culturales enmarcadas en una cultura de la
armonía en la cual los individuos valoren la
participación, privilegien el diálogo, resuelvan las
discrepancias mediante el debate, oyéndose los unos
a los otros, y aprendan a vivir en el mutuo respeto. El
modo de vivir comunal, el buen vivir, es el espacio
donde se debe manifestar el deseo de una
convivencia creativa y en paz.
El sistema nacional de comunas y consejos
comunales, debe constituir un proyecto de
convivencia en la fraternidad. La ética comunitaria es
una forma de interactuar en la vida cotidiana, dentro
de un espíritu de tolerancia, de solidaridad y una
confianza en el poder que da la palabra, aunque
existan todavìa vacíos y discontinuidades entre las y
los comuneros.
Ética Comunal. Sistema de Valores
49

Los valores son pautas y guías para la conducta social


y la personal. Un sistema de valores permite a los
hombres y mujeres resolver los conflictos y tomar
decisiones. Toda sociedad posee un sistema de valores
y cada persona tiene una escala de valores la cual
será responsable en cada caso de los principios y
reglas de conducta que se pongan en funcionamiento.
Los valores son inseparables de la ética; educar en
valores es una educación en libertad y para la libertad
y ésta es la base de la ética. Así pues, no es suficiente
conocer los valores, sino que hay que integrarlos en la
propia vida, lo cual es el objetivo de la educación
moral.
Lo esencial para la construcción de una cultura
comunal no es solo la libertad de cada cuál y la
igualdad de todos y todas ante la ley, sino la
fraternidad, el convencimiento moral de que debemos
ser solidarios/as y respetuosos/as con los demás. Más
allá de la representación política, de las reglas que
permiten la coexistencia dialéctica entre gobierno y
oposición, del marco constitucional y jurídico existe un
universo de actitudes, creencias, tolerancias y
concepciones, es decir, todo un universo cultural,
donde reside el sistema de valores que rige las
conductas de los miembros de cada sociedad.
El objetivo final de la ética comunitaria es lograr el
bienestar colectivo como condición para que el poder
popular sea quien transforme la realidad social. La
ética y la moral revolucionarias implicarían la equidad
y la solidaridad entre la gente, la corresponsabilidad
50

en las decisiones que se tomen, la tolerancia y el


respeto a las diferencias, así como la superación de
los antivalores de la miseria y de la pobreza material y
espiritual característicos de la cultura burguesa.

La cultura comunal que consagra el respeto por la


propiedad común, como es el caso de las empresas de
propiedad comunal, se crea y se recrea en la vida
cotidiana donde ocurre la actividad práctica creativa,
más concretamente dentro de la familia, la escuela y
el trabajo., crerando espacios dominados relaciones
sociales de igualdad antagónicos a la desigualdad
capitalista Dichas empresas de propiedad comunal,
están constituida en un ámbito territorial de mercado,
en una o varias comunidades o comunas para
beneficio de sus integrantes y de la colectividad,
sobre la base de reinversión social de los excedentes,
ya que los medios de producción son de propiedad
social comunal.

Las empresas de propiedad comunal, dentro de un


sistema nacional de comunas, deben coexistir
tambien con otras empresas de propiedad social
indirecta gerenciadas por el Estado que forman parte
de los medios de producción que son de propiedad
pública. En este sentido las empresas de propiedad comunal del
Sistema Nacional de Comunas podrían servir también como una
mediación, capaz de contener la expansión territorial del poder de
las empresas y el comercio capitalista privado, el cual recurre a
métodos perversos como la actual guerra económica para doblegar
la voluntad de los venezolanos y venezolanos que queremos una
51

sociedad socialista justa, preservando una relación justa y


democrática entre todos los actores participantes para crear una
riqueza socialmente redistribuida.,

Para lograr aquellos fines, es necesario que la cultura


comunal constituya el espacio fundamental para la
creación y reproducción, de los hábitos sociales
coherentes con la formación política-ideológica de los
venezolanos y venezolanas, con base a un sistema de
valores éticos cónsonos con la sociedad socialista
comunal bolivariana..

FIN

BIBLIOGRAFIA

Sanoja, Mario.

Sanoja, Mario-Iraida Vargas- Arenas. 2000. El proceso de


acumulación en las sociedades precapìtalistas. Fermentum.
61-85- Revista de Sociología y Antropología, Universidad de
Los Andes, Mérida, Venezuela.

Vargas-Arenas, Iraida. 1990. Arqueologia, Ciencia y Sociedad.


Editorial Abre Brecha. Caracas.

Vargas-Arenas, Iraida. 2006. Historia, Mujer. Mujeres.


Ministerio para la Economía Popular, Caracas.
52

Glosario y notas

1) Propiedad social: el derecho que tiene una


comunidad sobre un determinado activo. La
propiedad social comunitaria o colectiva es un
concepto propio del socialismo.
2) En el capitalismo, los bienes son propiedad
de sujetos privados, a los cuales se debe
acceder a través del mercado.
3) La propiedad social permite minimizar la
desigualdad social; consiste en el usufructo
igualitario de la tierra, inmuebles y otros
activos.
4) La posesión de la fuerza de trabajo es
colectiva.
5) Propiedad social indirecta: la que se da a
través del Estado.
6) La propiedad comunal…
7) La propiedad social requiere de un órgano
superior de la seguridad social?
8) Ley orgánica para el fomento del sistema
económico comunal. 2010.
9)Empresa de P.S. indirecta y de PS comunal.
10) EPS Comunal constituida en un ámbito
territorial de mercado en una o varias
comunidades o comunas para beneficio de sus
integrantes y de la colectividad, reinserción
social de los excedentes. Los medios de
producción son de propiedad social comunal.
11) Empresa de propiedad social indirecta
comunal: unidades socioproductivas
53

constituidas en un ambiente territorial. Los MP


son de propiedad pública.
12) Las cooperativas no tienen base territorial.
Responden a proyectos que benefician las
necesidades de grupos y también las
comunales, pero son proyectos privados de
promoción colectiva.
Las EPS se organizan en 4 unidades:
administración rotativa? 2) Gestión productiva.
3??? 4) Contraloría social.
13) El órgano de decisión es la Asamblea de
ciudadanos del Consejo Comunal
14) Plan de Producción= gestión económica.
15) Actividades educativas.
16) Las EPS deben generar una cultura de la
producción y el trabajo.
17) Junio 2006. Ley de Asentamientos Urbanos
Art. 37: Régimen de Propiedad Colectiva= a
solicitud de la asamblea de ciudadanos se
constituyen en Comités de Tierra Urbana.
18) La Carta del Barrio: Identidad Barrial:
características socioculturales, históricas,
económicas, ambientales, urbanísticas.

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