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Ficha: La teoría de la Dependencia

Una interpretación del capitalismo periférico latinoamericano1

“Un niño se parece a un enano, pero no es un enano.


Un enano se parece a un niño pero no es un niño.”
E. Galeano

Una teoría del imperialismo vista desde la periferia

La teoría de la dependencia significa un salto en la interpretación crítica de la realidad de


América Latina desde la década de 1960 animando un rico debate, que incluyó también la
década siguiente, en torno a la interpretación del capitalismo periférico latinoamericano,
diferenciándose críticamente del pensamiento de CEPAL y del desarrollismo.

Estos teóricos analizarán la dependencia desde un enfoque que coloca la mira en la


dialéctica entre factores nacionales e internacionales, donde lo interno y lo externo se han
articulado en la reproducción del fenómeno de la dependencia visto como obstáculo para
el desarrollo.

Aquí aparece como mucho más clara la ruptura y crítica a la idea de subdesarrollo como
retraso, es decir, como una situación superable por medio de la adhesión a un proceso
universal y evolutivo de modernización, aunque también se plantea el escepticismo en
torno a la posibilidad de cambio estructural en sentido “cepaliano”.

Se trata de analizar las causas de los típicos y específicos “síntomas” latinoamericanos de


falta de desarrollo, “el continente más desigual del planeta pero no el más pobre”, el de
“cuestión social irresuelta”. Por sus características propias y por su magnitud y extensión
manifestaciones o síntomas como: desigualdad persistente y con transmisión
intergeneracional en la distribución de ingresos y riquezas y también en las otras
dimensiones con cierta dinámica propia (salud, educación, vivienda, acceso igualitario a la
justicia, reconocimiento de la diversidad); exclusiones del trabajo (falta de empleo,
informalidad extendida y carencia o insuficiencia de derechos laborales) y de ciertos bienes
y servicios básicos, en la línea OIT; desigualdad territorial; pobreza por ingresos y
estructural, marginalidad urbana y rural.

Según los dependentistas, somos una modalidad de capitalismo creada a partir de la


evolución de la economía mundial capitalista y la división internacional del trabajo.

1 Ficha preparada originalmente para la asignatura Estructura Económica Argentina y Mundial, DEyA, UNM, profesor
titular Pablo Tavilla. Contó con la colaboración de los estudiantes Samantha Barbolla y Tomás López.
Los autores de la corriente teórica dependentista buscarán comprender la formación de las
economías de América Latina en términos del proceso de acumulación de capital
mundializado. En este sentido, teniendo en cuenta la estrecha relación de la evolución
histórica de América Latina con la dinámica del capitalismo global, tratarán de demostrar
que la incorporación de la región en el mercado mundial fue esencial para el proceso de
acumulación en los países centrales (por ejemplo: aportes a la acumulación originaria por
vía del saqueo y explotación colonial o provisión de alimentos baratos).

“Si la teoría del desarrollo y del subdesarrollo era el resultado de la superación del dominio
colonial y del surgimiento de burguesías locales deseosas de encontrar su camino de
participación en el capitalismo mundial, la teoría de la dependencia, surgida en la segunda
mitad de la década de 1960, representó un esfuerzo para comprender las limitaciones de un
desarrollo iniciado en un período histórico en que la economía mundial estaba ya constituida
bajo la hegemonía de enormes grupos económicas y poderosas fuerzas imperialistas, aún
cuando una parte de ellas estaba en crisis y abría oportunidad para el proceso de
descolonización” (T. Dos Santos, 2002)

La dependencia expresa una situación condicionante, de “desarrollo subdesarrollador”,


que configura un tipo de estructura económica interna especial: en tanto los países
dominantes se expanden y se pueden autoimpulsar, los países dependientes sólo pueden
crecer como mero reflejo de las decisiones de los otros, quedando en una situación de
retraso y explotación.

Se configura una estructura socioeconómica periférica en la que se articulan los intereses


dominantes de actores de los centros hegemónicos con socios en las sociedades
dependientes, que suelen ser en ellas los principales actores en cuanto a recursos
económicos y de poder y por su capacidad para decidir y orientar la dinámica social y
económica.

En cuanto a la definición de desarrollo y subdesarrollo, en palabras de Osvaldo Sunkel


(1970) “...pueden comprenderse como estructuras parciales, pero interdependientes, que
conforman un sistema único. La característica principal que diferencia ambas estructuras es
que la desarrollada, en virtud de su capacidad endógena de crecimiento, es la dominante, y
la subdesarrollada, dado el carácter inducido de su dinámica, es dependiente…”

La idea es que existe una situación de imperialismo que, lejos de traer progreso, bloquea
por distintas vías el desarrollo de las fuerzas productivas y mutila el crecimiento de las
economías dependientes, en abierta oposición a las visiones desarrollistas modernizantes y
a las neoliberales que otorgan un rol necesario y benéfico a la vinculación con actores
externos (ambas favorables a la inversión extranjera, la segunda apologista de la libertad
de comercio y de la integración financiera externa).

Los bloqueos o tales como: extracción de recursos en la época colonial, caracterizado el


saqueo de México y Perú como fuente de acumulación originaria en Europa; barreras al
acceso a los segmentos más dinámicos del comercio internacional; endeudamientos
crónicos; dependencia tecnológica y científica; patrones de consumo insostenibles, propios
de países centrales; giro de utilidades al exterior por parte de filiales de ET’s; pagos de
regalías y patentes; fugas de capitales con repudio de las monedas nacionales “periféricas”,
etc.

Los autores principales, el enfoque

Cristóbal Kay (en Salgado Rodríguez 2014) propone una división en dos grupos bien
diferenciados dentro del debate brasileño de los fundadores: los “dependentistas
reformistas” y los “dependentistas marxistas-revolucionarios”.

La diferencia fundamental entre estos grupos radica en posiciones políticas irreconciliables


derivadas de sus análisis, así como en las posibilidades de cambio que consideran: los
dependentistas reformistas serían orientados por los preceptos de la modernización y del
desarrollismo (entre los que se hallan Enzo Faletto, Fernando E. Cardozo y podríamos incluir
al chileno Osvaldo Sunkel), mientras que para los teóricos marxistas de la dependencia, sólo
a través del camino hacia la revolución socialista en América Latina sería posible superar los
problemas intrínsecos de la condición periférica subdesarrollada (André Gunder Frank,
Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini).

En Brasil, a partir de los trabajos de Fernando Enrique Cardoso, quien sería dos veces
presidente, tuvo importante difusión su versión con el énfasis en la posibilidad de activar
un proceso de desarrollo capitalista dependiente; es decir, aún en el mismo marco
restrictivo de condicionantes que implica la estructura de dependencia admitía la
posibilidad de desarrollo. La posibilidad de un “capitalismo asociado”, en que la trinidad
capital extranjero (empresas transnacionales), estado y burguesía industrial nacional se
asocian para la industrialización y el desarrollo.

La otra vertiente se destacó por plantear sus críticas a la visión desarrollista estilo CEPAL o
Rostow, especialmente a partir del análisis del auge de las inversiones extranjeras con
radicación de filiales de empresas transnacionales ocurrida en la década del 60, a las cuales
veían como nuevos condicionantes y como refuerzo de vínculos de subordinación que
complicaban aún más las posibilidades de superar el subdesarrollo.
No obstante, podemos igualmente señalar a modo de síntesis que los autores de la teoría
de la dependencia sostienen los siguientes postulados comunes o ideas fuerza:

- El subdesarrollo está directamente ligado a la expansión de los países


industrializados (no a un supuesto rezago o tradicionalismo propio)

- Desarrollo y subdesarrollo son dos aspectos diferentes del mismo proceso de


expansión capitalista mundial (“dos caras de una misma moneda”)

- El subdesarrollo no es ni una etapa en un proceso gradual hacia el desarrollo ni una


precondición de este, sino una condición singular. No es una fase en un proceso
evolucionista.

- La dependencia no se limita a relaciones entre países, sino que también crea


estructuras internas dependientes en las sociedades. No se trata de la mera
explotación de un país por otro. Socios locales beneficiarios de las fuerzas
imperialistas subordinantes, es decir, actores locales beneficiarios de la situación de
dependencia: productores y exportadores agropecuarios, gerentes de enclaves
mineros, burocracias estatales predadoras, comercializadores, etc .

Bloqueo estructural del desarrollo periférico

En primer lugar debemos mencionar que cuando hablamos de un país dependiente estamos
considerando una economía que se ve imposibilitada de actuar según sus propios intereses
y objetivos políticos de desarrollo. Este último entendido como el logro de un proceso
deliberado de cambio social que persigue como finalidad la igualación de las oportunidades
políticas, sociales y económicas (Sunkel y Paz, 1970).

Esta dependencia expresa una situación condicionante que configura un tipo de estructura
interna: en tanto los países dominantes se expanden y pueden autoimpulsarse y cuentan
con mayores libertades para decidir su futuro, los países dependientes sólo pueden hacerlo
como mero reflejo de las decisiones de los otros, quedando en una situación de retraso y
explotación.

Negando y oponiéndose a las tesis marxistas más ortodoxas que explicaban el atraso de las
economías latinoamericanas como producto de sus rasgos feudales o precapitalistas, la
teoría de la dependencia sostiene que la razón del subdesarrollo no debe buscarse en la
ausencia de capitalismo, sino por el contrario, es debido a la presencia misma del
capitalismo, que en su expansión permanente genera subdesarrollo en ciertas áreas
geográficas.

Asimismo, la dependencia se da y se reproduce también en el marco interno del país


dependiente, es decir, en la articulación de intereses de actores internos (nacionales) que
se benefician de la relación de dependencia aún cuando estén también en relación
subordinada (por ejemplo: intereses exportadores de ganaderos y empresas agropecuarias,
dueños de plantaciones, burocracia administradora de empresas mineras; fracciones
locales internacionalizadas; segmentos de capital financiero internacional; directivos de
filiales de ETs radicadas).

La idea de los análisis en términos de “periferia” y de “dependencia” es que el subdesarrollo


de países periféricos y el desarrollo de países centrales son los resultados de un mismo y
único proceso histórico de desarrollo del capitalismo: un sistema mundial que producía y
produce al mismo tiempo desarrollo y subdesarrollo.

En los últimos trabajos hay una confluencia importante con el enfoque conocido como del
“sistema mundo” (Arrighi, Wallerstein). Es el caso de Theotonio Dos Santos.

El concepto central aquí es la de caracterizar al desarrollo capitalista como un “desarrollo


subdesarrollador”, desde el punto de vista de los países dependientes. Es decir, ver al
subdesarrollo como algo simultáneo al desarrollo central y no como una etapa anterior
“necesaria”. El capitalismo es desarrollo desigual y combinado.

En consecuencia, el grupo de autores de la teoría de la dependencia, todos de raíz marxista,


remarcaría su escepticismo respecto de los enfoques desarrollistas modernizantes que
descansaban en la idea de que surgirían burguesías nacionales o locales deseosas de
participar en el proceso de expansión del capitalismo mundial, lo cual llevaría a la
superación del dominio colonial o imperialista y con ello al desarrollo capitalista nacional.

La teoría de la dependencia planteaba su crítica respecto de la posibilidad de desarrollo


liderado por una burguesía industrial nacional y menos aún a partir de la fuerte presencia
de empresas extranjeras en los años 60, corroborando progresivamente durante los años
siguientes lo que llamaron “sumisión estratégica” de la primera a partir de mediados de los
sesenta.

En cambio, existían (y existen) limitaciones o bloqueos estrictos porque se estaba en un


período histórico en que ya opera a pleno la hegemonía de enormes grupos económicos y
de poderosas fuerzas imperialistas.
Theotonio Dos Santos (2002) describía la misión que debían asumir los sujetos del
desarrollo en Latinoamérica, respecto de los cuales plantearon su lúcido escepticismo: “La
burguesía brasileña descubrió que el camino de la profundización de la industria exigía la
reforma agraria y otros cambios dirigidos a la creación de un amplio mercado interno y la
generación de una base intelectual, científica y técnica capaz de sustentar un proyecto
alternativo.”

Es decir, hay un cuestionamiento centrado en la identificación de límites para un proyecto


de desarrollo nacional autónomo derivados del lugar que se tiene en las relaciones
económicas y de poder internacionales.

Otra forma de decirlo: la situación de dependencia define límites a la capacidad de orientar


el desarrollo de las fuerzas productivas por parte de actores nacionales (burguesía, estado,
empresarios en los países periféricos), trabas para la organización de un sistema industrial.
No se han fortalecido centros nacionales de decisión y transformación de los Estados ni
transformaciones agrarias o de la propiedad y gestión de recursos naturales en profundidad
ni se fijaron barreras efectivas a la penetración extranjera (aranceles a importaciones,
regulación de inversiones extranjeras, regulaciones al capital financiero) ni se controlan
procesos de desarrollo científico y tecnológico propios.

Así, el desarrollo económico debería ser entendido desde el desarrollo histórico de la


economía capitalista mundial, con países que tienen un lugar como capitalistas periféricos
y de manera subordinada. Justamente, el propósito de los dependentistas será comprender
el rol particular de Latinoamérica en este proceso de desarrollo histórico capitalista
mundializado y puede entenderse como la teoría del imperialismo vista desde los países
dependientes.

Apenas un capitalismo inducido

En el marco del proceso de expansión capitalista hacia todos los espacios, la incorporación
al mundo moderno y capitalista por parte de los países periféricos se originó en la conquista
y la colonización (siglos XVI a XIX), siguiéndole posteriormente la fase imperialista de esta,
ya en pleno despliegue del capitalismo industrial oligopólico (concentración y
centralización).

Implicó un desarrollo capitalista inducido en ciertas regiones del planeta, es decir, no


generado por actores nacionales ni definido y configurado autónomamente, sino un
capitalismo subordinado a la lógica y las necesidades del capital con origen en los países
centrales, cada vez mas internacionalizados.
El modelo periférico de acumulación tuvo un origen violento, externo, que no es producto
del propio desarrollo histórico. No existía una clase social, la burguesía, o era y es débil. La
implantación del capitalismo significó una clase dominante autóctona con fuerte
subordinación a clases extranjeras y falencias como sujeto del desarrollo y clase dirigente
capaz del progreso de la sociedad.

En este sentido, la conocida como “restricción externa” no es más que la expresión de los
vínculos de dependencia de los países que no logran el desarrollo de un sistema industrial
con mayores grados de integración y autonomía decisoria.

La idea central que recorre los análisis dependentistas es que América Latina, desde sus
orígenes, surgió como producto de la Modernidad y la expansión capitalista. Del capitalismo
comercial europeo durante el siglo XVI, bajo dominio de los países ibéricos con centros en
Perú y México. Su economía y sociedad fue organizada para atender las demandas de
Europa, insertándose en el mundo del mercado mundial capitalista como economía
mercantil: aun cuando se apoyaba en relaciones serviles y esclavistas para actividades
mineras extractivas y explotaciones agrícolas, fue un proceso comandado por el capital
mercantil europeo (una forma social de transición si la miramos desde la perspectiva de la
fase capitalista industrial).

La entrada como estados nacionales capitalistas de América Latina en el mercado mundial


y en la lógica del capitalismo industrial se concreta a pleno a partir de la segunda mitad del
siglo XIX, luego de procesos independentistas en lo político-institucional y de la
consolidación de bloques sociales hegemónicos favorables, bajo la hegemonía imperial
británica y su conducción de un sistema de división internacional del trabajo (en Argentina,
luego de las guerras civiles y la organización nacional”).

En esta línea de pensamiento dependentista, las economías nacionales capitalistas de


América Latina fueron funcionales a la revolución industrial y de desarrollo de las fuerzas
productivas en el centro:

- Proveyeron de alimentos más baratos: disminución del costo de reproducción de la


clase obrera inglesa y luego europea en general, aumento del “trabajo excedente”
en términos de la teoría del valor (cereales, ganado y cultivos tropicales como cacao,
café, azúcar, bananos, etc.).
- Proveyeron materias primas (algodón, caucho, petróleo, salitre, guano, minerales
metalíferos como cobre, estaño y hierro, etc.), bajando sus precios y operando como
verdadera contratendencia a la caída de la tasa media de ganancia al reducir la
composición orgánica del capital y favorecer en consecuencia la expansión de las
capacidades productivas del trabajo (plusvalía relativa).
- Se favoreció y potenció el paso del predominio de extracción absoluta de plusvalía
(más trabajo) al predominio de extracción de plusvalía relativa (capacidad del
trabajo).
- Operaron como mercados para colocar producción manufacturera del centro
(textiles, herramientas, insumos industriales como químicos y metales, muebles,
etc.), aun cuando la capacidad de consumo de las mayorías fuera muy reducida. Es
decir, también contribuyó a la realización del valor producido en el Centro y con ello
a la reproducción ampliada del capital.
- Posee reservorios de fuerza de trabajo remunerable con bajos salarios que pueden
emigrar de sus países o emplearse en sus mismos países cuando hay filiales de
Empresas Transnacionales internacionalizadas.
- Oportunidades para la exportación de capitales desde el centro: colocaciones
financieras altamente rentables, capitales e inversión extranjera directa
(endeudamiento, infraestructura para el modelo exportador, aprovechamiento de
reservorios de mano de obra barata por ETs que comandan cadenas globales de
valor, etc.)

Como explica Osvaldo Sunkel, la idea de dependencia es que NO es que América latina no
participó de las distintas revoluciones tecnológicas e industriales que se sucedieron en la
Modernidad desde el Renacimiento (siglos XV y XVI), sino todo lo contrario: participó
activamente aunque de forma subordinada y sus dirigencias con comportamientos
cualitativamente diferentes a las del centro y a los que lograron incorporarse a éste un poco
más tarde pero lograron industrializarse.

En resumidas cuentas y si queremos decirlo con léxico cepalino, se produjo una inserción
capitalista sin aprovechar a pleno los beneficios de la difusión del progreso técnico:
asimilación pasiva, imitativa, tardía y subordinada de las innovaciones y más bien vía el
consumo suntuario, fuga de cerebros, concentración en la apropiación del excedente social,
imposibilidad de desarrollo industrial, debilidad de burguesía nacional.

Asimismo, la idea de “relación de dependencia” no es la de una simple explotación de país


a país, sino que se da en el marco de un bloque social de fuerzas nacionales, de residentes
que son socios y beneficiarios de la situación dependiente y se constituyen como obstáculos
al cambio de un status quo que los favorece. Se erige así una estructura socioeconómica en
la que se articulan los intereses dominantes en los centros hegemónicos y los intereses
dominantes locales en las sociedades dependientes.

Rasgo típico de estos países es el de especialización en producciones y exportaciones


primarias o en ciertas ramas o sectores industriales con bajo contenido tecnológico nacional
(por ejemplo armadurías electrónicas y automotrices, industrias maquiladoras, segmentos
industriales procesadores con formas organizacionales tayloristas, industrias
contaminantes).

Aún en la mejor época de oro fordista de “sociedad salarial con empleo estable”, las
sociedades periféricas se asociaban a amplias franjas de población marginalizadas, en
situación de pobreza y de empleo e ingresos precarios. Es evidente que, con el final de la
sociedad salarial fordista (y su estado del bienestar) todo se agravó aún más en la periferia.

En las sociedades periféricas más avanzadas y con ciertos procesos de industrialización


como la nuestra, se da la existencia de cierto empresariado (burguesía) de origen nacional
caracterizable como poco propenso a enfrentar el conflicto que emana de la situación de
dependencia y a asumir las tareas de desarrollo nacional, eligiendo por el contrario un
posicionamiento en áreas económicas que implican una asociación y subordinación con el
capital internacional o, al menos, de no disputa.

El intercambio desigual y los países dependientes

Sumado al conocido como “deterioro tendencial en los términos de intercambio”


observado por los estructuralistas, algunos teóricos emparentados a este enfoque
analizarán otro tipo de situación en materia de relaciones comerciales con el centro: el
intercambio desigual.

La situación de intercambio desigual supone una transferencia de valor (riqueza generada


en la periferia dependiente) desde la periferia a partir del sistema de precios en el comercio
internacional dominados por grandes empresas que definen la ley del valor a nivel
planetario en cada rama de actividad económica2. Los países centrales pueden fijar precios
superiores a su valor en los productos que exportan o forzar precios menores en la Periferia.

Autores como Arghiri Emmanuel, Charles Betelheim, Samir Amin y el argentino Oscar Braun
debatieron este tema, si bien sin arribar a un consenso teórico, acerca de cómo definir el
intercambio desigual y la supuesta explotación entre países de manera rigurosa.

Más allá de los debates en torno a la medición del intercambio desigual, es evidente que a
lo largo de la historia, incluyendo la actualidad, se dan procesos de transferencia neta de
recursos desde los países periféricos hacia el centro, acentuando aún más la dependencia y
subdesarrollo de los primeros. Lo interesante aquí es profundizar en estudios sobre los
canales, mecanismos y formas mediante los que se producen esas fugas, que trascienden
largamente a los canales comerciales (intercambio desigual, precios de transferencia, etc.)

2Conforme el marco teórico de la ley del valor, al interior de cada rama de actividad económica tienden a igualarse los
precios (con tasas de ganancia distintas) y en las economías nacionales tienden a igualarse las tasas de ganancia entre las
diferentes ramas, con diferencias de precios entre ellas.
para incluir otros: financieros, políticos (las imposiciones de organismos internacionales
como el FMI y la OMC), militares y culturales (normas de consumo, sentido común).

Por sólo citar algunos ejemplos que expresan la dificultad de disponer de recursos al nivel
nacional en las economías dependientes: giro de utilidades al exterior (ETs),
endeudamiento externo crónico y restricción externa, presiones para la apertura comercial
y financiera, concentración de actividades estratégicas de investigación y desarrollo, fuga
de cerebros, sometimiento a jurisdicciones extranjeras en cláusulas de contratos y tratados,
políticas del Banco Mundial y el FMI, restricción a mercados del Centro (barreras
paraarancelarias, cuotas), dominio de la OMC de los intereses del Centro, presión para
formar áreas de libre comercio, tratados bilaterales de protección de inversiones, etc.

Como vimos, el subdesarrollo es entonces un problema que debe ser analizado en el marco
del proceso de evolución del sistema económico mundial (capitalista) y es cualitativamente
diferente a las estructuras del centro: en contraposición a un centro económico, tecnológico
y cultural existe una periferia subdesarrollada y dependiente. Es posible afirmar también
que existe una semiperiferia atrasada que igualmente puede reconocer un cierto
dinamismo económico, si bien subordinado y limitado, con perpetuación de problemas de
restricción externa.

En estos países periféricos la situación de dependencia define límites a la capacidad de


orientar el desarrollo de las fuerzas productivas por parte de actores nacionales (estado,
empresarios). No se han fortalecido centros nacionales de decisión y transformación de los
Estados, ni transformaciones agrarias, ni se fijaron barreras efectivas a la penetración
extranjera (aranceles a importaciones, regulación de inversiones extranjeras, regulaciones
financieras).

En cambio, los países centrales han logrado constituir sistemas industriales nacionales
relativamente integrados e instituciones y organizaciones científico-técnicos que posibilitan
la reproducción a escala ampliada del capital. Sin embargo, la situación de difusión desigual
del desarrollo, la industrialización y el cambio técnico que impulsa el capital con base en el
centro, crecientemente internacionalizado, configuró economías periféricas
“especializadas y heterogéneas”, como ya vimos en otro artículo:

- Especializadas en actividades primarias o, más recientemente, algunas


manufacturas con escaso valor agregado y debilidad para generar empleo de
calidad,
- Extravertidas económicamente las principales actividades (exportación) e incapaces
de autoabastecerse de insumos y bienes de capital y de consumo, volviéndose
altamente importadores.
- Desarticulación entre sectores productivos (escasa actividad o ausencia total de
sectores): dependencia de importación de medios de producción; entre agricultura
e industria; entre sectores industriales.
- Desintegración del aparato productivo nacional: al tener actividades modernas
volcadas a la exportación hay debilidad de eslabonamiento hacia atrás y hacia
adelante en las ramas productivas e industrias. Ello tiene profundas consecuencias
en materia de segmentación y exclusión de los mercados laborales más dinámicos.
- Despliegue escaso o insuficiente de la industrialización y de las actividades
productivas más complejas tecnológicamente en general (a diferencia de los
sistemas industriales relativamente integrados en el centro).
- Heterogeneidad estructural: sectores productivos con diferente productividad, con
su correlato de masas marginales de población excluida por desocupación y empleos
precarios (heterogeneidad de mercados de trabajo).

Ruy Mauro Marini (2007) sostiene que las dos situaciones de “intercambio desigual” y
“deterioro de términos del intercambio” llevan a una superexplotación de los trabajadores
en América Latina: se les paga menos en el sentido de que se intensifica el proceso de
trabajo y se extrae mas plusvalía para compensar la transferencia de valor que hacen los
capitalistas periféricos dada la situación de intercambio desigual (una canasta menor de
bienes).

Es decir, según este autor, lo que pierden en las relaciones comerciales externas lo
compensan en las relaciones de producción interna con más explotación por la vía de
aumento de la jornada laboral y su intensificación (plusvalía absoluta) y de la reducción del
consumo de los trabajadores más allá de las condiciones consideradas “normales”(social e
históricamente).

Finalmente, si bien la consistencia teórica de este análisis en términos de “intercambio


desigual” no está aún lograda, creemos que debe incentivarse la investigación
conjuntamente con el análisis de la renta derivada de los recursos naturales que también
se perciben en varios países y que, en todo caso y por el contrario, en esas producciones en
base a recursos naturales se recibe “plusvalía” mundial (participación en esquema donde
prevalece la ley del valor, a escala internacional).

La vigencia de la teoría de la dependencia

La teoría marxista de la dependencia continúa sirviendo de marco teórico para comprender


la inserción de América Latina en el capitalismo mundial y admite una consideración amplia
en cuanto a los canales o vínculos de dependencia, es decir, no solamente referidos al
comercio internacional, sino también a las finanzas, las tecnologías, aspectos geopolíticos y
hasta la cultura.

El papel en la división internacional del trabajo de países exportadores primarios o de


manufacturas de bajo valor añadido, la remisión de ganancias hacia el centro del
capitalismo mundial, su dependencia tecnológica, su incapacidad de participar plenamente
en la revolución científico-tecnológica, sus vínculos no siempre explícitos pero
persistentemente detractores de recursos, especialmente en esta fase capitalista de
hegemonía financiera (moneda hegemónica, giro de utilidades, intereses de deuda, precios
de transferencia entre filiales de ETs, etc.).

La vitalidad y la capacidad de explicar la realidad de América Latina y del sistema mundial


son rasgos característicos de la teoría marxista de la dependencia, tanto en su origen como
en la actualidad. Este hecho se confirma desde el momento en que el rescate de la teoría
en América Latina es cada vez más frecuente, con la finalidad de analizar la naturaleza
contradictoria del sistema capitalista.

La casi inexistencia de experiencias de desarrollo autónomo de países periféricos, es decir,


de lograr un ascenso en cuanto a desarrollar eslabones más complejos y con mayor
contenido tecnológico en las cadenas productivas, pareciera corroborar lo agobiante de las
relaciones de subordinación. Desde ya que están los casos de Australia, Corea del Sur y más
recientemente China, que podrían tomarse como cuestionamiento a la teoría de la
dependencia, pero amerita un estudio en profundidad porque los datos evolutivos no son
tan contundentes aún en el último, quizá sí en el segundo.

Asimismo, no podemos sostener actualmente que se trata de formas imperialistas similares


a las clásicas definidas por Lenin a principios del siglo XIX. Hoy la economía mundial es una
estructura compleja articulada en torno a la hegemonía de una determinada potencia
(hegemón): podemos hablar de una hegemonía del estado dominante en la economía
mundial (EEUU) y la hegemonía de cierta fracción del capital (p.e. el predominio financiero
actual) sobre el bloque social que ejerce el poder político. El despliegue de las lógicas
territorial y capitalista que señala Giovani Arrighi.

En línea con los dependentistas, es claro que la actualmente conocida como “globalización”
no puede verse como un proceso de mercado sin jerarquías y sin asimetrías en la
distribución de poder y recursos.

Se considera a la economía mundial como una estructura compleja articulada en base a la


hegemonía de una determinada potencia o hegemón. El Estado y las fracciones de capital
hegemónicos imponen una cierta modalidad de regulación del orden económico
internacional, una división mundial del trabajo conducida por las actividades económicas
en las que predomina el capital hegemónico, una cierta dirección en los flujos
internacionales de capital y población y modalidades específicas de inversión internacional
y de transferencias de recursos a escala mundial (Arceo, Enrique, 2011).

EEUU aún sigue siendo la potencia hegemónica: por tamaño de su economía conserva un
poder militar que le da supremacía, la delantera tecnológica en muchos rubros, la influencia
decisiva en los organismos internacionales como OTAN, ONU, OMC, Banco Mundial, FMI,
posee la moneda internacional principal, una fuerte influencia ideológica a partir del peso
de su industria cultural (cine, series, entretenimientos), la definición de modelos de
consumo y producción masivos. Hasta puede sostenerse que el origen de la mayoría de las
cúpulas directivas de las conocidas como cadenas globales de valor, que organizan
crecientemente los flujos comerciales y financieros, son de origen estadounidense.

La teoría de la dependencia no solo puede ayudarnos a comprender el lugar o la inserción


de América Latina y Argentina en el sistema-mundo, sino que además sirve como base
teórico-metodológica y práctica para la formulación de políticas que apunten a la
superación de la condición dependiente de los grandes centros de poder mundial (Salgado
Rodríguez, 2014), en particular, valorizar las potencialidades de la integración regional.

Como dice la frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano citada al comienzo del presente
texto, aunque a la distancia un “niño” puede ser confundido por un “enano”, cuando nos
detenemos a observarlo de cerca resulta muy difícil sostener aquello. Los países capitalistas
periféricos y dependientes son “adultos especiales” y no niños con potencialidades.

La teoría de la dependencia, al igual que el estructuralismo latinoamericano, aporta el


marco teórico que nos permiten entender que nuestros países no pertenecen a una región
“infante” sino que, por el contrario, América Latina ha sido incorporada al sistema
económico mundial hace más de cinco siglos y sin embargo el desarrollo económico y de
generación de más y mejores oportunidades sociales para su población parece no llegar
nunca.

Las reflexiones brindadas por autores de la perspectiva latinoamericana en ciencias sociales


nos permiten comprender por qué el subdesarrollo no es una etapa en el camino del
desarrollo, sino que es el resultado histórico del desarrollo ajeno, es decir, del capital y la
riqueza acumulada de los países centrales.

Bibliografía consultada
Borón, A. (2008) “Teoría(s) de la dependencia”, conferencia en Facultad de Cs.
Económicas d ela UBA, 30 de mayo de 2008.

Dos Santos, Theotonio (2002) “La teoría de la dependencia. Balance y perspectivas”, ed.
Plaza Janés.

Marini, R. M. (2007) “América Latina. Dependencia y Globalización”, ed. Prometeo,


CLACSO.

Salgado Rodríguez, B. (2014) “El rescate de la teoría marxista de la dependencia en el


siglo XXI”, de Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), Congreso de Economía Política
Internacional, Universidad Nacional de Moreno, 5 y 6 de noviembre.

Sunkel, Osvaldo (1970) y Paz, Pedro, “El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del
desarrollo”, ed. Siglo XXI.

Valdés, Eduardo (2003), “El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Desde la CEPAL al
neoliberalismo”, Tomo II, Ed. BIBLOS, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.
Anexo

Formas y ejemplos de transferencia, vía financiera y comercial, de


recursos al exterior desde la periferia
Aún cuando no haya un consenso unánime sobre cómo definirla y ejemplificar su manifestación concreta, a
la vez que existen dificultades teóricas y prácticas para estimar el intercambio desigual vía comercio, sabemos
igualmente que tanto por vía financiera como comercial se da una transferencia neta de recursos al exterior
desde los países dependientes. Existen expresiones económicas muy claras, como condiciones contractuales
leoninas, déficits crónicos en cuenta corriente y otras asociadas a menores grados de libertad decisoria
nacional y a condicionantes en el manejo y diseño de políticas económicas soberanas. Ejemplos:

- la dependencia que se expresa en la conocida como “restricción externa”, límite estructural para el
crecimiento sostenido de una economía como la nuestra (alta elasticidad del PIB respecto de las
importaciones de insumos, combustibles, bienes de capital y bienes de consumo complejos), con la
secuencia de inestabilidad conocida como de tipo “stop and go” a partir de la recurrencia en
estrangulamientos externos: de la balanza comercial durante la ISI, de la cuenta capital y financiera
y de algunos rubros que se volvieron crónicamente deficitarios (intereses, utilidades y dividendos).
Lo que se expresa en la necesidad de divisas como verdadero “insumo clave”.
- los condicionamientos adicionales derivados de las presiones de demanda sobre el mercado
cambiario nacional, a partir de actores económicos y financieros relevantes que prefieren especular
entrando y saliendo en relación a una moneda periférica debilitada como es el peso. Con su correlato
de inestabilidad y crisis. Es decir, la complejidad que suman actores que están transnacionalizados
aunque no necesariamente son extranjeros.
- en una economía como la Argentina existe una continuidad histórica de fuerte presencia del capital
extranjero, reconociendo un nuevo salto en el proceso de extranjerización en el aparato productivo
nacional a partir de la década del 90, en línea con las transformaciones financieras mundiales
(bancos, servicios públicos privatizados, industria automotriz “armadora’, enclaves mineros).
Presencia de empresas transnacionales que definen modas, gustos, patrones de consumo, usos,
asimilación y gestión de las tecnologías y remiten importantes cantidades de recursos como
utilidades y dividendos a sus casas matrices no sólo en forma visible y legal sino también vía “precios
de transferencia”, menos visible3.
- las cifras oficiales de balanza de pagos estiman que, durante el período 2004-2013, sólo la cuenta
“utilidades y dividendos” acumuló saldos negativos constantes por 57.243 millones de dólares, a
partir de egresos de utilidades y dividendos (riqueza generada en el país remitida a casas matrices
por parte de filiales de empresas transnacionales radicadas en el país) por 67.652 millones de dólares
en ese mismo período. en lo que hace a industrias, no radican en países periféricos actividades
científicas y tecnológicas estratégicas por medio de investigación y desarrollo, sino segmentos
industriales menos complejos tecnológicamente generalmente para aprovechar los menores salarios
que se pagan: armadurías y ensamblaje, maquiladoras, procesamiento de materias primas. Son casi
inexistentes los casos en que se aprovecharon estos roles para escalar e industrializarse con objetivos

3Se refiere a que, controlado por ETs (cadenas internacionales de valor), una parte sustancial del comercio internacional
se realiza entre filiales de estas a precios fijados por la corporación global misma: subestimación o sobreestimación según
conveniencia por razones de arbitraje cambiario, evasión o elusión tributaria, etc.
propios, como podría ser el caso de ciertas ramas industriales en Brasil o el caso de China que impone
condiciones favorables para transferencia de tecnología al capital local4.
- El peso y rol de la deuda externa, que implica pagos al exterior y condicionamientos de todo tipo. En
la etapa del capitalismo conocida como “de hegemonía financiera” el recurso al endeudamiento, más
allá de los cantos de sirenas, no se correspondió con períodos de alto crecimiento y sostenido. Caso
extremo de nuestro país en donde la funcionalidad del endeudamiento externo en el régimen de
acumulación instalado por la dictadura a sangre y fuego desde 1976 fue excluyentemente a favor de
la formación y consolidación de grandes grupos económicos que valorizaban financieramente sus
capitales en detrimento de la inversión productiva y el desarrollo tecnológico: con la apertura
financiera la deuda externa pasó de 12 mil millones de dólares en 1978 a 43 mil millones en 1982,
61,3 mil millones en 1991 y ya 140 mil millones en 1998, por citar algunos números. Un ejemplo de
poder: los conocidos como ‘fondos buitres”.
- La situación de fuerte gravitación de los organismos financieros internacionales en el diseño e
implementación de políticas y reformas institucionales hasta 2003 en Argentina, conocidas como
Consenso de Washington (FMI, Banco Mundial), favorables a la mejora de condiciones para el capital
en general y el extranjero en particular. Además de las normas de la OMC, claramente sesgadas a
favor de los intereses de los países centrales, que prohíbe proteccionismo industrializador en la
periferia a favor de “libre comercio”.
- Los crónicos pagos de intereses (saldo negativo de 27.727 millones ), para el período 2004-2013,
según datos oficiales, sumaron 56.039,9 millones de dólares. Asimismo, en el mismo período salieron
otros 76.027 millones de dólares en concepto de utilidades e intereses remitidos por ETs. que operan
en el país. Es decir, la economía argentina muestra una clara situación en la cual el producto nacional
es bastante inferior al Producto bruto interno, atento a la sangría de recursos que sufre.
- Solamente para el trienio 2011 y 2013 la variación de reservas negativas acumularon 21.236 millones
de dólares.
- La idea de globalización no tiene nada que ver con la equidad en cuanto a oportunidades nacionales
y, por el contrario, sí con un sistema jerárquico y de desigualdades profundas, con un marco
internacional definido por la hegemonía de fracciones financieras del capital y en lo productivo por
redes o cadenas de valor internacionales dirigida por empresas transnacionales que maximizan
beneficios a nivel planetario.
- Los patrones de consumo importados de los países centrales aportan a la reproducción de las
relaciones de dependencia (importaciones, marcas y patentes) fijando los estándares de producción
y calidad, es decir, las brechas tecnológicas respecto de las mejores prácticas para producir bienes y
servicios a las que solo una parte minoritaria de nuestra población puede acceder.

4 Está el caso singular de Corea del Sur, que se trató de una experiencia de desarrollo en la que casi no se aceptó la
inversión extranjera directa privilegiando la formación de empresariado nacional a partir del reservorio de mano de obra
abundante y barata, una posición estratégica desde el punto de vista geopolítico de EEUU y la ayuda externa bajo otras
formas (préstamos, subsidios, reforma agraria, ayuda militar).

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