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Aquí aparece como mucho más clara la ruptura y crítica a la idea de subdesarrollo como
retraso, es decir, como una situación superable por medio de la adhesión a un proceso
universal y evolutivo de modernización, aunque también se plantea el escepticismo en
torno a la posibilidad de cambio estructural en sentido “cepaliano”.
1 Ficha preparada originalmente para la asignatura Estructura Económica Argentina y Mundial, DEyA, UNM, profesor
titular Pablo Tavilla. Contó con la colaboración de los estudiantes Samantha Barbolla y Tomás López.
Los autores de la corriente teórica dependentista buscarán comprender la formación de las
economías de América Latina en términos del proceso de acumulación de capital
mundializado. En este sentido, teniendo en cuenta la estrecha relación de la evolución
histórica de América Latina con la dinámica del capitalismo global, tratarán de demostrar
que la incorporación de la región en el mercado mundial fue esencial para el proceso de
acumulación en los países centrales (por ejemplo: aportes a la acumulación originaria por
vía del saqueo y explotación colonial o provisión de alimentos baratos).
“Si la teoría del desarrollo y del subdesarrollo era el resultado de la superación del dominio
colonial y del surgimiento de burguesías locales deseosas de encontrar su camino de
participación en el capitalismo mundial, la teoría de la dependencia, surgida en la segunda
mitad de la década de 1960, representó un esfuerzo para comprender las limitaciones de un
desarrollo iniciado en un período histórico en que la economía mundial estaba ya constituida
bajo la hegemonía de enormes grupos económicas y poderosas fuerzas imperialistas, aún
cuando una parte de ellas estaba en crisis y abría oportunidad para el proceso de
descolonización” (T. Dos Santos, 2002)
La idea es que existe una situación de imperialismo que, lejos de traer progreso, bloquea
por distintas vías el desarrollo de las fuerzas productivas y mutila el crecimiento de las
economías dependientes, en abierta oposición a las visiones desarrollistas modernizantes y
a las neoliberales que otorgan un rol necesario y benéfico a la vinculación con actores
externos (ambas favorables a la inversión extranjera, la segunda apologista de la libertad
de comercio y de la integración financiera externa).
Cristóbal Kay (en Salgado Rodríguez 2014) propone una división en dos grupos bien
diferenciados dentro del debate brasileño de los fundadores: los “dependentistas
reformistas” y los “dependentistas marxistas-revolucionarios”.
En Brasil, a partir de los trabajos de Fernando Enrique Cardoso, quien sería dos veces
presidente, tuvo importante difusión su versión con el énfasis en la posibilidad de activar
un proceso de desarrollo capitalista dependiente; es decir, aún en el mismo marco
restrictivo de condicionantes que implica la estructura de dependencia admitía la
posibilidad de desarrollo. La posibilidad de un “capitalismo asociado”, en que la trinidad
capital extranjero (empresas transnacionales), estado y burguesía industrial nacional se
asocian para la industrialización y el desarrollo.
La otra vertiente se destacó por plantear sus críticas a la visión desarrollista estilo CEPAL o
Rostow, especialmente a partir del análisis del auge de las inversiones extranjeras con
radicación de filiales de empresas transnacionales ocurrida en la década del 60, a las cuales
veían como nuevos condicionantes y como refuerzo de vínculos de subordinación que
complicaban aún más las posibilidades de superar el subdesarrollo.
No obstante, podemos igualmente señalar a modo de síntesis que los autores de la teoría
de la dependencia sostienen los siguientes postulados comunes o ideas fuerza:
En primer lugar debemos mencionar que cuando hablamos de un país dependiente estamos
considerando una economía que se ve imposibilitada de actuar según sus propios intereses
y objetivos políticos de desarrollo. Este último entendido como el logro de un proceso
deliberado de cambio social que persigue como finalidad la igualación de las oportunidades
políticas, sociales y económicas (Sunkel y Paz, 1970).
Esta dependencia expresa una situación condicionante que configura un tipo de estructura
interna: en tanto los países dominantes se expanden y pueden autoimpulsarse y cuentan
con mayores libertades para decidir su futuro, los países dependientes sólo pueden hacerlo
como mero reflejo de las decisiones de los otros, quedando en una situación de retraso y
explotación.
Negando y oponiéndose a las tesis marxistas más ortodoxas que explicaban el atraso de las
economías latinoamericanas como producto de sus rasgos feudales o precapitalistas, la
teoría de la dependencia sostiene que la razón del subdesarrollo no debe buscarse en la
ausencia de capitalismo, sino por el contrario, es debido a la presencia misma del
capitalismo, que en su expansión permanente genera subdesarrollo en ciertas áreas
geográficas.
En los últimos trabajos hay una confluencia importante con el enfoque conocido como del
“sistema mundo” (Arrighi, Wallerstein). Es el caso de Theotonio Dos Santos.
En el marco del proceso de expansión capitalista hacia todos los espacios, la incorporación
al mundo moderno y capitalista por parte de los países periféricos se originó en la conquista
y la colonización (siglos XVI a XIX), siguiéndole posteriormente la fase imperialista de esta,
ya en pleno despliegue del capitalismo industrial oligopólico (concentración y
centralización).
En este sentido, la conocida como “restricción externa” no es más que la expresión de los
vínculos de dependencia de los países que no logran el desarrollo de un sistema industrial
con mayores grados de integración y autonomía decisoria.
La idea central que recorre los análisis dependentistas es que América Latina, desde sus
orígenes, surgió como producto de la Modernidad y la expansión capitalista. Del capitalismo
comercial europeo durante el siglo XVI, bajo dominio de los países ibéricos con centros en
Perú y México. Su economía y sociedad fue organizada para atender las demandas de
Europa, insertándose en el mundo del mercado mundial capitalista como economía
mercantil: aun cuando se apoyaba en relaciones serviles y esclavistas para actividades
mineras extractivas y explotaciones agrícolas, fue un proceso comandado por el capital
mercantil europeo (una forma social de transición si la miramos desde la perspectiva de la
fase capitalista industrial).
Como explica Osvaldo Sunkel, la idea de dependencia es que NO es que América latina no
participó de las distintas revoluciones tecnológicas e industriales que se sucedieron en la
Modernidad desde el Renacimiento (siglos XV y XVI), sino todo lo contrario: participó
activamente aunque de forma subordinada y sus dirigencias con comportamientos
cualitativamente diferentes a las del centro y a los que lograron incorporarse a éste un poco
más tarde pero lograron industrializarse.
En resumidas cuentas y si queremos decirlo con léxico cepalino, se produjo una inserción
capitalista sin aprovechar a pleno los beneficios de la difusión del progreso técnico:
asimilación pasiva, imitativa, tardía y subordinada de las innovaciones y más bien vía el
consumo suntuario, fuga de cerebros, concentración en la apropiación del excedente social,
imposibilidad de desarrollo industrial, debilidad de burguesía nacional.
Aún en la mejor época de oro fordista de “sociedad salarial con empleo estable”, las
sociedades periféricas se asociaban a amplias franjas de población marginalizadas, en
situación de pobreza y de empleo e ingresos precarios. Es evidente que, con el final de la
sociedad salarial fordista (y su estado del bienestar) todo se agravó aún más en la periferia.
Autores como Arghiri Emmanuel, Charles Betelheim, Samir Amin y el argentino Oscar Braun
debatieron este tema, si bien sin arribar a un consenso teórico, acerca de cómo definir el
intercambio desigual y la supuesta explotación entre países de manera rigurosa.
Más allá de los debates en torno a la medición del intercambio desigual, es evidente que a
lo largo de la historia, incluyendo la actualidad, se dan procesos de transferencia neta de
recursos desde los países periféricos hacia el centro, acentuando aún más la dependencia y
subdesarrollo de los primeros. Lo interesante aquí es profundizar en estudios sobre los
canales, mecanismos y formas mediante los que se producen esas fugas, que trascienden
largamente a los canales comerciales (intercambio desigual, precios de transferencia, etc.)
2Conforme el marco teórico de la ley del valor, al interior de cada rama de actividad económica tienden a igualarse los
precios (con tasas de ganancia distintas) y en las economías nacionales tienden a igualarse las tasas de ganancia entre las
diferentes ramas, con diferencias de precios entre ellas.
para incluir otros: financieros, políticos (las imposiciones de organismos internacionales
como el FMI y la OMC), militares y culturales (normas de consumo, sentido común).
Por sólo citar algunos ejemplos que expresan la dificultad de disponer de recursos al nivel
nacional en las economías dependientes: giro de utilidades al exterior (ETs),
endeudamiento externo crónico y restricción externa, presiones para la apertura comercial
y financiera, concentración de actividades estratégicas de investigación y desarrollo, fuga
de cerebros, sometimiento a jurisdicciones extranjeras en cláusulas de contratos y tratados,
políticas del Banco Mundial y el FMI, restricción a mercados del Centro (barreras
paraarancelarias, cuotas), dominio de la OMC de los intereses del Centro, presión para
formar áreas de libre comercio, tratados bilaterales de protección de inversiones, etc.
Como vimos, el subdesarrollo es entonces un problema que debe ser analizado en el marco
del proceso de evolución del sistema económico mundial (capitalista) y es cualitativamente
diferente a las estructuras del centro: en contraposición a un centro económico, tecnológico
y cultural existe una periferia subdesarrollada y dependiente. Es posible afirmar también
que existe una semiperiferia atrasada que igualmente puede reconocer un cierto
dinamismo económico, si bien subordinado y limitado, con perpetuación de problemas de
restricción externa.
En cambio, los países centrales han logrado constituir sistemas industriales nacionales
relativamente integrados e instituciones y organizaciones científico-técnicos que posibilitan
la reproducción a escala ampliada del capital. Sin embargo, la situación de difusión desigual
del desarrollo, la industrialización y el cambio técnico que impulsa el capital con base en el
centro, crecientemente internacionalizado, configuró economías periféricas
“especializadas y heterogéneas”, como ya vimos en otro artículo:
Ruy Mauro Marini (2007) sostiene que las dos situaciones de “intercambio desigual” y
“deterioro de términos del intercambio” llevan a una superexplotación de los trabajadores
en América Latina: se les paga menos en el sentido de que se intensifica el proceso de
trabajo y se extrae mas plusvalía para compensar la transferencia de valor que hacen los
capitalistas periféricos dada la situación de intercambio desigual (una canasta menor de
bienes).
Es decir, según este autor, lo que pierden en las relaciones comerciales externas lo
compensan en las relaciones de producción interna con más explotación por la vía de
aumento de la jornada laboral y su intensificación (plusvalía absoluta) y de la reducción del
consumo de los trabajadores más allá de las condiciones consideradas “normales”(social e
históricamente).
En línea con los dependentistas, es claro que la actualmente conocida como “globalización”
no puede verse como un proceso de mercado sin jerarquías y sin asimetrías en la
distribución de poder y recursos.
EEUU aún sigue siendo la potencia hegemónica: por tamaño de su economía conserva un
poder militar que le da supremacía, la delantera tecnológica en muchos rubros, la influencia
decisiva en los organismos internacionales como OTAN, ONU, OMC, Banco Mundial, FMI,
posee la moneda internacional principal, una fuerte influencia ideológica a partir del peso
de su industria cultural (cine, series, entretenimientos), la definición de modelos de
consumo y producción masivos. Hasta puede sostenerse que el origen de la mayoría de las
cúpulas directivas de las conocidas como cadenas globales de valor, que organizan
crecientemente los flujos comerciales y financieros, son de origen estadounidense.
Como dice la frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano citada al comienzo del presente
texto, aunque a la distancia un “niño” puede ser confundido por un “enano”, cuando nos
detenemos a observarlo de cerca resulta muy difícil sostener aquello. Los países capitalistas
periféricos y dependientes son “adultos especiales” y no niños con potencialidades.
Bibliografía consultada
Borón, A. (2008) “Teoría(s) de la dependencia”, conferencia en Facultad de Cs.
Económicas d ela UBA, 30 de mayo de 2008.
Dos Santos, Theotonio (2002) “La teoría de la dependencia. Balance y perspectivas”, ed.
Plaza Janés.
Sunkel, Osvaldo (1970) y Paz, Pedro, “El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del
desarrollo”, ed. Siglo XXI.
Valdés, Eduardo (2003), “El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Desde la CEPAL al
neoliberalismo”, Tomo II, Ed. BIBLOS, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.
Anexo
- la dependencia que se expresa en la conocida como “restricción externa”, límite estructural para el
crecimiento sostenido de una economía como la nuestra (alta elasticidad del PIB respecto de las
importaciones de insumos, combustibles, bienes de capital y bienes de consumo complejos), con la
secuencia de inestabilidad conocida como de tipo “stop and go” a partir de la recurrencia en
estrangulamientos externos: de la balanza comercial durante la ISI, de la cuenta capital y financiera
y de algunos rubros que se volvieron crónicamente deficitarios (intereses, utilidades y dividendos).
Lo que se expresa en la necesidad de divisas como verdadero “insumo clave”.
- los condicionamientos adicionales derivados de las presiones de demanda sobre el mercado
cambiario nacional, a partir de actores económicos y financieros relevantes que prefieren especular
entrando y saliendo en relación a una moneda periférica debilitada como es el peso. Con su correlato
de inestabilidad y crisis. Es decir, la complejidad que suman actores que están transnacionalizados
aunque no necesariamente son extranjeros.
- en una economía como la Argentina existe una continuidad histórica de fuerte presencia del capital
extranjero, reconociendo un nuevo salto en el proceso de extranjerización en el aparato productivo
nacional a partir de la década del 90, en línea con las transformaciones financieras mundiales
(bancos, servicios públicos privatizados, industria automotriz “armadora’, enclaves mineros).
Presencia de empresas transnacionales que definen modas, gustos, patrones de consumo, usos,
asimilación y gestión de las tecnologías y remiten importantes cantidades de recursos como
utilidades y dividendos a sus casas matrices no sólo en forma visible y legal sino también vía “precios
de transferencia”, menos visible3.
- las cifras oficiales de balanza de pagos estiman que, durante el período 2004-2013, sólo la cuenta
“utilidades y dividendos” acumuló saldos negativos constantes por 57.243 millones de dólares, a
partir de egresos de utilidades y dividendos (riqueza generada en el país remitida a casas matrices
por parte de filiales de empresas transnacionales radicadas en el país) por 67.652 millones de dólares
en ese mismo período. en lo que hace a industrias, no radican en países periféricos actividades
científicas y tecnológicas estratégicas por medio de investigación y desarrollo, sino segmentos
industriales menos complejos tecnológicamente generalmente para aprovechar los menores salarios
que se pagan: armadurías y ensamblaje, maquiladoras, procesamiento de materias primas. Son casi
inexistentes los casos en que se aprovecharon estos roles para escalar e industrializarse con objetivos
3Se refiere a que, controlado por ETs (cadenas internacionales de valor), una parte sustancial del comercio internacional
se realiza entre filiales de estas a precios fijados por la corporación global misma: subestimación o sobreestimación según
conveniencia por razones de arbitraje cambiario, evasión o elusión tributaria, etc.
propios, como podría ser el caso de ciertas ramas industriales en Brasil o el caso de China que impone
condiciones favorables para transferencia de tecnología al capital local4.
- El peso y rol de la deuda externa, que implica pagos al exterior y condicionamientos de todo tipo. En
la etapa del capitalismo conocida como “de hegemonía financiera” el recurso al endeudamiento, más
allá de los cantos de sirenas, no se correspondió con períodos de alto crecimiento y sostenido. Caso
extremo de nuestro país en donde la funcionalidad del endeudamiento externo en el régimen de
acumulación instalado por la dictadura a sangre y fuego desde 1976 fue excluyentemente a favor de
la formación y consolidación de grandes grupos económicos que valorizaban financieramente sus
capitales en detrimento de la inversión productiva y el desarrollo tecnológico: con la apertura
financiera la deuda externa pasó de 12 mil millones de dólares en 1978 a 43 mil millones en 1982,
61,3 mil millones en 1991 y ya 140 mil millones en 1998, por citar algunos números. Un ejemplo de
poder: los conocidos como ‘fondos buitres”.
- La situación de fuerte gravitación de los organismos financieros internacionales en el diseño e
implementación de políticas y reformas institucionales hasta 2003 en Argentina, conocidas como
Consenso de Washington (FMI, Banco Mundial), favorables a la mejora de condiciones para el capital
en general y el extranjero en particular. Además de las normas de la OMC, claramente sesgadas a
favor de los intereses de los países centrales, que prohíbe proteccionismo industrializador en la
periferia a favor de “libre comercio”.
- Los crónicos pagos de intereses (saldo negativo de 27.727 millones ), para el período 2004-2013,
según datos oficiales, sumaron 56.039,9 millones de dólares. Asimismo, en el mismo período salieron
otros 76.027 millones de dólares en concepto de utilidades e intereses remitidos por ETs. que operan
en el país. Es decir, la economía argentina muestra una clara situación en la cual el producto nacional
es bastante inferior al Producto bruto interno, atento a la sangría de recursos que sufre.
- Solamente para el trienio 2011 y 2013 la variación de reservas negativas acumularon 21.236 millones
de dólares.
- La idea de globalización no tiene nada que ver con la equidad en cuanto a oportunidades nacionales
y, por el contrario, sí con un sistema jerárquico y de desigualdades profundas, con un marco
internacional definido por la hegemonía de fracciones financieras del capital y en lo productivo por
redes o cadenas de valor internacionales dirigida por empresas transnacionales que maximizan
beneficios a nivel planetario.
- Los patrones de consumo importados de los países centrales aportan a la reproducción de las
relaciones de dependencia (importaciones, marcas y patentes) fijando los estándares de producción
y calidad, es decir, las brechas tecnológicas respecto de las mejores prácticas para producir bienes y
servicios a las que solo una parte minoritaria de nuestra población puede acceder.
4 Está el caso singular de Corea del Sur, que se trató de una experiencia de desarrollo en la que casi no se aceptó la
inversión extranjera directa privilegiando la formación de empresariado nacional a partir del reservorio de mano de obra
abundante y barata, una posición estratégica desde el punto de vista geopolítico de EEUU y la ayuda externa bajo otras
formas (préstamos, subsidios, reforma agraria, ayuda militar).