María, la primera cristiana, la consagrada por excelencia, presente en la vida de la Compañía desde sus comienzos. Para ser verdaderos discípulos debemos esforzarnos por conocer a Jesús del mejor modo y María es para nosotros un excelente guía. El rosario es una de las formas por las que podemos ir a Jesús. La meditación de los misterios de Cristo con María es un regalo que nos ofrece la Iglesia y que la Compañía recibe con gozo y devoción. El Estatuto 7b declara: “Meditan diariamente el rosario, oración de los pobres, contemplación de los misterios de Cristo, expresando a María su amor filial y su gratitud”. El rosario ofrece a toda Hija de la Caridad (como a cualquier persona) la oportunidad de meditar en la vida de Jesús y en los acontecimientos que nos obtienen la salvación. Cuando rezamos el rosario, estamos invitados a estar junto a María, a escuchar las palabras de Jesús y comprender cuanto él hizo. Es uno de los tesoros de la devoción mariana en la Compañía. Esta oración mariana es fácil y profunda porque nos introduce en los misterios de la vida de Jesús. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María”. (Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, 11). Observamos también que los rosarios llevan un crucifijo. Sta. Luisa insistía en el misterio de la Cruz. Escogiendo para nuestra divisa la cita de san Pablo, le añade la palabra “crucificado”: “La Caridad de Jesucristo crucificado nos apremia” (2 Co 5, 14). Cuando meditamos con María el misterio de la Cruz, podemos descubrir la importancia de dar nuestra vida a ejemplo de Cristo. María nos da luz para meditar los misterios del rosario. Parte importante de nuestra vida de oración, …el rosario nos permite acercarnos a María, la “primera cristiana”, quien nos guía en nuestra vida de consagrada. En la Tradicción Vicenciana nos admiramos de la manera como Vicente y Luisa anticiparon la declaración oficial de la Inmaculada Concepción de María.
Su fe profunda en la pureza virginal de María, les
llevó a comprender este dogma antes de que fuese una enseñanza infalible de la Iglesia. Con la revelación de la Medalla a santa Catalina en 1830, recibimos una gracia extraordinaria que nos permite contemplar la riqueza de nuestra vocación. La medalla nos invita a creer en los “milagros”, en la presencia y el amor de María por sus hijos. Es un privilegio el estar asociados a este don que Dios concede a la Iglesia por María y estamos invitados a compartirlo. Nuestros estatutos declaran: “Las Hijas de la Caridad promueven la devoción mariana y la inculturan con ayuda de medios sencillos, tales como la Medalla Milagrosa, verdadero compendio de la historia de la salvación”. (Estatuto 14 a). En la Anunciación, el ángel le pide ser la madre de Jesús. La respuesta dada al ángel, refleja su prisa por obedecer: “Que se haga en mi según tu palabra”. Su fiat es el punto de salida de su don a Dios en una vida de fe y obediencia. Ciertamente, la anunciación representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida, de donde inicia todo su « camino hacia Dios », todo su camino de fe. En la Visitación, esta prisa de María es aún más clara. En Redemptoris Mater el Papa Juan Pablo II afirma: “En el saludo de Isabel cada palabra está llena de sentido y parece ser de importancia fundamental lo que dice al final: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 45). Porque María ha creído en lo que Dios le había dicho es por lo que Isabel la declara bendita. La Iglesia reconoce esta adhesión de todo su ser a la voluntad de Dios: El Evangelio nos recuerda que “Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2, 51). En Caná, la fiesta de las bodas nos muestra a María atenta a las necesidades de los hombres y al poderoso amor de Dios que se manifiesta en su Hijo. Escuchando la Palabra de Dios a la luz del Espíritu, podemos también como María, discernir la presencia de Dios que obra en nuestra vida y en el mundo de hoy. La devoción a María es parte integrante de la oración de la Compañía.
todas las oraciones que podemos rezar (el
rosario, el Ave María, el Magnificat, la novena), Todos estos medios nos llevan al simple hecho de que María es nuestra Madre y nuestro modelo; debemos tener devoción hacia ella, como ella la tiene hacia nosotros, porque nos conduce a Jesús. “María sabía cómo decir “si” a Dios, y nos invita y nos guía a hacer lo mismo”. ¡Que podamos responder a su ejemplo y a su intercesión con un corazón abierto, agradecido y apasionado! Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl Octubre 2017
Texto : P. Patrick Griffin, C.M.
Música : Continue Life, MacLeod (incompetech.com) Licensed under Creative Commons: By Attribution 3.0 License http://creativecommons.org/licenses/ by/3.0/