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Preeclampsia y eclampsia
Hipertensión crónica (de cualquier etiología anterior al embarazo)
Hipertensión crónica con preeclampsia o eclampsia sobreañadidas
Hipertensión transitoria
PREECLAMPSIA Y ECLAMPSIA
FISIOPATOLOGÍA DE LA PREECLAMPSIA
EL SÍNDROME HELLP
RIESGOS MATERNOS
TRATAMIENTO CLÍNICO
Los objetivos del tratamiento médico son el diagnóstico precoz del trastorno; la
prevención de la hemorragia cerebral, las convulsiones, las complicaciones
hematológicas; las enfermedades renal y hepática en la madre; y el nacimiento
de un recién nacido indemne lo más próximo al término posible. Para conseguir
estos objetivos es fundamental la reducción de la hipertensión arterial.
PREECLAMPSIA LEVE.
En la mujer con una preeclampsia leve, los síntomas pueden ser escasos o
nulos. La presión arterial es de 140/90 mm Hg o más, o asciende 30 mm Hg y
15 mm Hg por encima de las cifras de presión sistólica y diastólica,
respectivamente. Así pues, una mujer joven que tiene una presión arterial de
90/60 mm Hg en condiciones normales, será hipertensa si presenta valores de
120/76 mm Hg. Por tanto, es muy importante medir la presión arterial en las
primeras fases del embarazo. Puede haber edema generalizado, que se
manifiesta por hinchazón de la cara, las manos o las zonas declives, como los
tobillos. El edema se identifica por una ganancia de peso superior a 1.5 kg o más
al mes durante el segundo trimestre, o más de 0.5 kg a la semana en el tercer
trimestre, y se valora en una escala de 1+ a 4+. El análisis de orina puede revelar
la presencia de albúmina con valores de 1+ a 2+, si bien la proteinuria es a
menudo el último de los signos cardinales de la enfermedad. Preeclampsia
grave.
PREECLAMPSIA GRAVE
5 g/L. Hay aumento del hematócrito, de la creatinina sérica y del ácido úrico.
Otros síntomas característicos son la cefalea frontal, la visión borrosa, los
escotomas (manchas delante de los ojos), las náuseas y los vómitos, la
irritabilidad y la hiperreflexia, los trastornos cerebrales, la oliguria (diuresis de 24
horas 500 mL), el edema pulmonar con ruidos respiratorios húmedos y disnea,
la cianosis, el edema de la retina (las retinas están húmedas y brillantes), el
estrechamiento arrosariado de las arteriolas retinianas en el examen de fondo
de ojo y, por último, el dolor epigástrico. Este último es a menudo un signo de
convulsión inminente y se cree debido a la ingurgitación de los vasos sanguíneos
del hígado.
ECLAMPSIA.
La eclampsia se caracteriza por una convulsión de tipo gran mal o por coma, y
puede desarrollarse antes del parto, durante el parto o en el período puerperal
precoz. Algunas mujeres sólo tienen una convulsión, mientras que otras sufren
varias. Salvo que sean muy frecuentes, la mujer suele recuperar la conciencia
entre ellas.
TRATAMIENTO PRENATAL
Para una buena evolución del feto, hay que valorar su estado con frecuencia
creciente a medida que la preeclampsia progresa. Para ello se emplean las
pruebas complementarias siguientes:
ECLAMPSIA.
Tratamiento intraparto
Cuando existen pruebas de madurez fetal y el cuello está dilatado, el parto puede
inducirse con oxitocina IV. En los casos muy graves puede ser necesario recurrir
a la cesárea, incluso con un feto inmaduro.
Para la analgesia del parto pueden administrarse meperidina o fentanilo por vía
intravenosa. A menudo se recurre al bloqueo pudendo en el parto vaginal, pero
también puede utilizarse el bloqueo epidural, administrado por un anestesiólogo
experto, familiarizado con la preeclampsia.
Tratamiento posparto La mujer con HTE suele mejorar rápidamente después del
parto, aunque las convulsiones pueden persistir durante las primeras 48 horas
del puerperio. Cuando la hipertensión es grave, puede mantenerse la
administración de hidralacina o sulfato de magnesio después del parto.
Además, hay que mantener una valoración continua de los efectos de toda la
medicación administrada. Como la utilización de los fármacos prescritos es
un aspecto importante de la asistencia, la enfermera conoce, como es lógico,
los agentes más comunes, así como su objetivo, implicaciones y efectos
tóxicos o adversos asociados.
Una mujer con preeclampsia tiene varios temores importantes. Puede temer
perder al feto, puede estar preocupada por su relación personal con sus otros
hijos y por su relación personal y sexual con su pareja, también puede tener
inquietudes económicas y sentirse aburrida y algo resentida, cuando debe
enfrentarse a un largo reposo en cama. Si tiene hijos pequeños, quizá tenga
problemas para cuidarlos. La enfermera debe ayudar a la pareja a identificar y
discutir estos temores y preocupaciones. También puede ofrecer información y
explicaciones sobre aquellos aspectos del tratamiento que causan dificultades.
Además, puede procurar a la mujer y a su familia los recursos sociales
adecuados, tales como grupos de apoyo o servicios de limpieza domiciliaria
cuando esté indicado.
Una convulsión de tipo grand mal tiene una fase tónica caracterizada por una
contracción muscular pronunciada y rigidez, seguida de una fase clónica en la
que alternan las contracciones y las relajaciones de los músculos, lo que hace
que la mujer se agite con violencia. Cuando comienza la fase tónica de la
contracción, hay que girar a la mujer colocándola sobre un lado (si no está ya en
esa posición) para mejorar la circulación de la placenta. Se inclina la cabeza
hacia abajo para facilitar la salida de la saliva. En muchos servicios no se
recomienda ya la introducción de un depresor lingual para proteger la lengua; en
otros se sigue utilizando, cuando es posible colocarlo sin hacer fuerza, ya que
puede evitar lesiones en la boca de la mujer. Los barrotes de la cama deben
bajarse o, como alternativa, se colocará una almohada entre ellos y la mujer.