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Así ejecutaron al zar antidrogas Julián Arístides González

Testigos relatan cómo una camioneta gris, con policías a bordo, obligó al director de Lucha
contra el narcotráfico a detener su marcha, momento que aprovecharon para acribillarlo

EXCLUSIVA EL HERALDO 03.04.2016


Tegucigalpa, Honduras
La fresca mañana del martes 8 de diciembre de 2009, el confiado director de la Lucha contra
el Narcotráfico, el general retirado Julián Arístides González Irías, partió con su hija hacia
la Escuela Pinares, ubicada en El Hatillo, sin saber que era el último recorrido que haría en
la vida.

Desde la 6:00 de la mañana, un dispositivo, conformado por una escuadra de oficiales en


tres vehículos, cuatro agentes de tránsito y tres gatilleros en dos motorizadas de la
misma institución, ya lo esperaba a la altura del semáforo del barrio Guanacaste para
liquidarlo.

Los agentes de tránsito ocuparon su lugar con la indicación de que por ahí iban a pasar unos
agentes de la DNIC persiguiendo a un delincuente que se transportaba en una camioneta
Nissan Patrol roja, con placa PAH-5440.

El subcomisario D, que los había transportado, les explicó que el carro venía de El Hatillo y
que iba a doblar por la calle hacia la Embajada de Estados Unidos porque se dirigía hacia la
Florencia.
La orden que dio fue la siguiente: “Lo vienen siguiendo en varios vehículos y también vienen
unos policías motorizados encapuchados detrás de ese carro, ustedes no se metan a
problemas, denles luz verde a los policías y cualquier cosa no han visto nada”.

Y así fue, antes del asesinato, mientras en el lugar los agentes de tránsito daban vía,
aparecieron dos motorizadas en las cuales se transportaban tres individuos vestidos con
chumpas negras y cascos, uno era Gherluis Salgado, su hermano y el otro era un sujeto al
que le apodan el “Macho”, dice la investigación.
La investigación constata que cerca del lugar donde se cometió el crimen se encontraban
policías de Tránsito.
Testigos revelaron a los investigadores de la Dirección de Inteligencia Policial que en el
lugar del crimen permanecía estacionada una camioneta color rojo vino, sin placas. De la
misma manera describieron que también participaban en el seguimiento otras camionetas: una
color gris y otra verde, las tres con oficiales de policía a bordo.
Mientras dialogaban con los agentes de tránsito, los sicarios recibieron una llamada, corrieron
a sus motos y salieron por la calle hacia El Manchén; la camioneta color vino, que estaba
estacionada, igualmente salió a toda velocidad.

Unos minutos después aparecieron de regreso y traían la camioneta de González Irías en


medio. Una camioneta gris en la que se trasladaban oficiales de la policía venía adelante y, al
llegar frente a las oficinas de Ashonplafa, se paró, obligando al zar antidrogas a detener
también su carro. Fue en ese momento que Gherluis le disparó, matándolo al instante,
mientras el “Macho” conducía la moto.

Luego del asesinato, varios oficiales involucrados en la planificación acudieron al sitio para
corroborar si los matones no se habían equivocado; y al ver que la víctima realmente era
González Irías, sacaron sus celulares y dijeron: “sí, es él”, y se marcharon rápidamente.
Orden
Dice el informe de la propia Policía que “el día 8 de diciembre de 2009, a eso de las 9:35
horas de la mañana (en la Dirección de Investigación Policial), se recibió una orden vía
radio, de parte del señor director de Servicios Especiales de Investigación, para que se
desplace a la mayor brevedad posible al barrio Guanacaste un equipo de inteligencia a
investigar el supuesto asesinato del director de la Lucha contra el Narcotráfico.

De inmediato salió un equipo al mando de un inspector, por orden vía celular del director de
inteligencia. Al llegar al lugar se constató la veracidad del asesinato de González Irías.

Investigación

En el sitio del crimen, testigos informaron de manera verbal a los investigadores que en el
lugar del asesinato, frente a la pulpería El Guanacaste, se encontraba estacionada una
camioneta Toyota Prado, color rojo vino, sin placas, los ocupantes no se bajaron y
permanecieron con los vidrios arriba.

Los informantes manifestaron que esa camioneta ya la habían visto en otras ocasiones y que
siempre se transportaban en ella miembros de la Policía Nacional, y también se encontraban
dos motorizadas de la Policía, a cuyos agentes solo se les distinguían las botas y el pantalón
de policía, porque llevaban chumpa color negro y también andaban con lodo las placas de las
motos.

Aproximadamente cinco minutos antes del asesinato estuvieron platicando con los cuatro
policías de tránsito que se encontraban en servicio en el semáforo.

“Cuando el señor asesinado transitaba frente a las oficinas de Ashonplafa, se le acercó al lado
del conductor una de las motos, transportándose en ella dos policías, y el que se conducía
atrás le disparó, matándolo en el momento.

En el mismo instante del asesinato llegaron dos camionetas más, una de color verde y la otra
de color gris, las dos sin placa.
Después del asesinato salieron juntos los dos vehículos y las dos motos, tomando la calle
hacia El Manchén, y los policías de tránsito que se encontraban en el lugar también se
fueron.

Los testigos informaron que los policías, después de cometer el asesinato, se fueron por la
calle de la 21 de Octubre.
Un testigo siguió las motos en un taxi y observó que entraron a Casamata, y otro taxista
siguió las camionetas por la calle de El Manchén, y las tres, al llegar al desvío hacia los
Cobras, doblaron a la izquierda y entraron al escuadrón.

El testigo informó que él y su compañero siguieron las camionetas en taxis y, al bajarse de los
vehículos en los Cobras, pudieron identificar que en ellas se transportaban varios oficiales de
la Policía, uno era el subcomisario A, de piel blanca y de estatura baja; y el otro era el
inspector A, era delgado, alto; otro era chele, zarco, de apellido Sobalvarro; otro era un
trigueño, también de estatura baja, de apellido Nájera; otro policía era el inspector B; el otro
oficial era el comisario B; otro era el comisario C.

Los testigos también informaron que en el momento que se encontraban en los Cobras llegó
otro vehículo Ford 250 4X4, color negro, y ahí transportaban a los policías que asesinaron a
González Irías, identificados Salgado (Gherluis), su hermano y el “Macho??.
Estos policías se hacían acompañar de un oficial un poco barrigón, el subcomisionado B.
Luego llegaron cuatro oficiales (el subcomisionado E, el subcomisionado D, el comisario A
y el subcomisario B); se transportaban en patrullas de la Policía. Estos policías al llegar
dejaron los vehículos afuera, por la guardia.

“Decidimos retirarnos de los Cobras porque notamos que eran los policías los responsables de
esa muerte y podíamos meternos en problemas al estar ahí viendo”, contó uno de los testigos.

Adulteran escena
En el informe remitido a la dirección de la Policía, los investigadores de la Unidad de
Inteligencia hacen la observación que la escena del crimen fue alterada por un forense:
“A través de información suministrada por fuente humana asignada a la sección de
Inspecciones Oculares de la Unidad de Homicidios de la DNIC, se tuvo conocimiento de la
actividad ilícita realizada por un especialista forense en la escena del crimen", dice el
documento.

Detalla que el forense estaba "asignado al equipo de levantamiento de evidencias del caso del
asesinato del general Julián Arístides González Irías, que las cápsulas encontradas del arma
homicida disparada por los criminales en el lugar del asesinato del señor director de la lucha
contra el Narcotráfico fueron cambiadas".

Los policías asesinos borraron la evidencia en la escena del crimen para entorpecer las
investigación.
La intención era "distorsionar dicha investigación y no poder identificar a los hechores del
crimen a través de las huellas digitales, todo fue en cumplimiento a una orden vía celular
emanada por el comisionado general Y, el comisionado general X y el comisionado X",
concluye la investigación.

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