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El elefante fotógrafo

Había una vez un elefante que quería ser fotógrafo.


Sus amigos se reían cada vez que le oían decir aquello:

- Qué tontería - decían unos- ¡no hay cámaras de fotos


para elefantes!

- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no


hay nada que fotografiar.

Pero el elefante seguía con su ilusión, y poco a poco


fue reuniendo trastos y aparatos con los que fabricar una gran cámara de fotos. Tuvo que hacerlo
prácticamente todo: desde un botón que se pulsara con la trompa, hasta un objetivo del tamaño
del ojo de un elefante, y finalmente un montón de hierros para poder colgarse la cámara sobre la
cabeza.

Así que una vez acabada, pudo hacer sus primeras fotos, pero su cámara para elefantes era tan
grandota y extraña que parecía una gran y ridícula máscara, y muchos se reían tanto al verle
aparecer, que el elefante comenzó a pensar en abandonar su sueño. Para más desgracia, parecían
tener razón los que decían que no había nada que fotografiar en aquel lugar...

Pero no fue así. Resultó que la pinta del elefante con su cámara era tan divertida, que nadie podía
dejar de reír al verle, y usando un montón de buen humor, el elefante consiguió divertidísimas e
increíbles fotos de todos los animales, siempre alegres y contentos, ¡incluso del malhumorado rino!;
de esta forma se convirtió en el fotógrafo oficial de la sabana, y de todas partes acudían los animales
para sacarse una sonriente foto para el pasaporte al zoo.
Los últimos dinosaurios
En el cráter de un antiguo volcán, situado en lo alto del único monte de una región perdida en las
selvas tropicales, habitaba el último grupo de grandes dinosaurios feroces. Durante miles y miles de
años, sobrevivieron a los cambios de la tierra y ahora, liderados por el gran Ferocitaurus, planeaban
salir de su escondite para volver a dominarla.

Ferocitaurus era un temible tiranosaurus rex que había decidido que llevaban demasiado tiempo
aislados, así que durante algunos años se unieron para trabajar y derribar las paredes del gran
cráter. Y cuando lo consiguieron, todos prepararon cuidadosamente sus garras y sus dientes para
volver a atemorizar al mundo.

Al abandonar su escondite de miles de años, todo les resultaba nuevo, muy distinto a lo que se
habían acostumbrado en el cráter, pero siguieron con paso firme durante días. Por fin, desde lo alto
de unas montañas vieron un pequeño pueblo, con sus casas y sus habitantes, que parecían
pequeños puntitos. Sin haber visto antes a ningún humano, se lanzaron feroces montaña abajo,
dispuestos a arrasar con lo que se encontraran.

Pero según se acercaron al pueblecito, las casas se fueron haciendo más y más grandes, y más y
más.... y cuando las alcanzaron, resultó que eran muchísimo más grandes que los propios
dinosaurios, y un niño que pasaba por allí dijo: "¡papá, papá, he encontrado unos dinosaurios en
miniatura! ¿puedo quedármelos?".

Así las cosas, el temible Ferocitaurus y sus amigos


terminaron siendo las mascotas de los niños del
pueblo, y al comprobar que millones de años de
evolución en el cráter habían convertido a su especie
en dinosaurios enanos, aprendieron que nada dura
para siempre, y que siempre hay estar dispuesto a
adaptarse. Y eso sí, todos demostraron ser unas
excelentes y divertidas mascotas.
El coronel no tiene quien le escriba
El coronel es un veterano de lo guerra de los mil días que sirvió
a las órdenes de Aureliano Buendía. Vive, junto a su mujer, en
una modesta casa de la costa colombiana.

Desde hace quince años espera que le asignen una pensión, a la


que tiene derecho por haber servido durante la guerra civil.

Por esa razón, todos los viernes va a la oficina de correos del


puerto, con la esperanza de ser finalmente notificado de la
asignación de la pensión.

Pero la situación económica del coronel y su mujer es precaria,


y apenas tienen para alimentarse.

Además, tienen un gallo de pelea, heredado de su hijo Agustín,


quien fue asesinado por repartir información clandestina hace
unos meses.

En la alimentación del gallo se va el poco dinero que tienen, así que se ven obligados a vender las
pocas cosas de valor que conservan para poder comer. Su mujer, sin embargo, lo convence de que
lo mejor es deshacerse del animal.

El coronel, entonces, intentará regalarles el gallo a los amigos de su hijo, pero estos se niegan a
aceptarlo y le aseguran que se encargarán de la alimentación hasta las peleas de enero, en la que
esperan ganar mucho dinero gracias al animal que, aseguran, es el mejor del departamento.

No obstante, su compadre don Sabas, hombre rico y padrino de su difunto hijo, le aconseja que
venda el gallo, pues le podrían pagar hasta novecientos pesos, y le comenta que tiene un cliente
que podría estar interesado en comprárselo por cuatrocientos.

El médico, enterado del negocio, disuade al coronel de la venta: don Sabas se lo compraría en
cuatrocientos pesos y más tarde lo vendería en novecientos.

De todos modos, el coronel tendrá varios días para tomar una decisión, pues don Sabas ha salido de
viaje y no regresará al pueblo sino hasta la semana entrante.

Un viernes, de camino a la oficina de correos, el coronel recuerda que han comenzado los
entrenamientos del gallo para las peleas de enero y pasa por la gallera.

Allí ve cómo una multitud aplaude y ovaciona al animal. Entonces el coronel, entusiasmado por la
escena, toma la determinación de no vender el gallo y se lo lleva a su casa.

Su mujer lo recrimina por su decisión, le llama la atención sobre la miserable situación que están
pasando. A lo que el coronel responde de manera categórica y memorable.
El Búho que no podía ulular
Un Búho con un Pato quienes hablan, pero a la vez no se entienden por el idioma de cada uno, junto
a una mariposa quien quiere vivir lo que le queda experimentando y aprovechando al extremo
únicamente ese día que le queda de vida. Una perrita quien le tiene miedo a todo, y una cuclilla
quien le gustaba imitar como cantaba un pájaro. Te interesará conocer la historia el caballero de la
armadura oxidada.

El Búho tenía problemas ya que no podía hacer su canto, «Who» solo le


salí «Whi» junto con El Pato que no podía decir «Cuac» sino «Cuic».
Cuando eran adultos ambos querían estudiar medicinas, pero se
percataron que eran mucho trabajo y necesitaban muchas cosas que no
podían conseguir por lo difícil, decidieron entonces conseguirse un
trabajo, pero se percataron de igual manera que la gente era aburrida,
solo los veían felices cuando recibían su pago y salían a gastarlo.

Una persona les menciono que el simple hecho de que se amaran por ser
quienes eran era más que suficiente y que mayor empleo que eso no existía. Que fueran felices que
por ser diferentes eran únicos, que no por no hacer los sonidos que le corresponden deberían de
sentirse excluidos, al contrario, los animo a salir al mundo e integrarse a él tal cual son.

Su amistad era lo que más importaba y valía oro, el simple hecho de estar juntos los hacia
indestructibles y cosecharían lo que tanto anhelaban.
Eco y Narciso
Este mito corto cuenta la historia de Eco, una ninfa que fue maldecida por la diosa Hera con el hecho
de perder el habla y no poder repetir más que la última palabra, de lo que dijeran los demás. Al
encubrir a Zeus en sus aventuras con diversas amantes, distrayendo a su esposa con sus pláticas
constantes, Eco se había ganado dicho castigo por su parte. Fue así que se retiró a una cueva en la
espesura del bosque, a donde rara vez iban a parar las personas. Sin embargo, un día llegó hasta allí
Narciso, hijo de la ninfa Líriope y que había sido bendecido con una belleza extraordinaria, aunque
él no era consciente de ello.

Eco al verlo, sintió que quedaba prendada de él y fue así como comenzó a seguirlo, en cada uno de
sus paseos por un riachuelo cercano. Pero en cierta ocasión el joven, sintiendo su presencia y
mirando hacia atrás, la descubrió a pocos pasos de él, lo que la avergonzó enormemente. Cuando
Narciso se acercó a preguntarle porque lo perseguía, ella no pudo más que hacer una repetición de
sus últimas palabras.

Pero aprovechando la Naturaleza y los animales que los rodeaban, le hizo entender que lo amaba.
Sin embargo, el muchacho solo se echó a reír de forma fría y la rechazó sin consideración alguna,
provocando que Eco volviera a su cueva en donde se dejó morir de tristeza.

Némesis, la diosa de la venganza, había presenciado todo aquello y quiso vengarse de él. Le provocó
una sed abrumadora que le hizo dirigirse al riachuelo. Allí, Narciso quedo perturbado al ver su propio
reflejo en el agua, pues nunca antes se había visto en espejo alguno. Tan embelesado quedo con su
imagen, que al querer acercarse más cayó al agua y se ahogó. Y en la orilla crecieron unas flores
preciosas, que hoy llevan su nombre.
Hades y Perséfone
El mito corto del día de hoy, habla acerca de una historia tan interesante como emotiva. Perséfone
era hija de Démeter, la diosa de la Tierra y la agricultura. Siempre solía correr por los bosques, en
compañía de ninfas como ella, para recoger todo tipo de flores y cuidar de ellas, tal y como le había
enseñado su madre. Ella era muy feliz viviendo de esa manera y le encantaba caminar bajo el sol.

Pero sucedió que un día Hades, que era el dios de la tierra de los muertos o Inframundo, se
encontraba paseando fuera de sus terrenos y se internó en lo más profundo del bosque, donde
habitaban las ninfas.

Allí fue donde vio por primera vez a Perséfone, quien bailaba con tanta gracia y alegría, que el dios
inmediatamente quedó prendado de ella.

Fue así que comenzó a urdir un plan para casarse con la muchacha. Encantó una de las flores en el
bosque y en cuanto Perséfone acudió a recogerla, observó la tierra abrirse bajo sus pies,
conduciéndola hasta los confines del Inframundo. Y desde entonces no se volvió a saber de ella.

Démeter, desesperada ante la desaparición de su hija, la buscó por nueve días y nueve noches, hasta
que el Sol le contó lo que había presenciado, intuyendo que la ninfa se hallaba con Hades.

Llena de furia, Démeter bajo a sus dominios abandonando la Tierra, que sin sus cuidados se quedó
estéril y dejo de dar frutos. La diosa estaba dispuesta a regresar en compañía de su hija, pero era
demasiado tarde. Ella se había casado con Hades y comido las semillas de una granada, que era la
fruta del Inframundo. Por lo que le estaba prohibido regresar.

Pero Zeus intercediendo por Démeter, llegó a un acuerdo con Hades. Perséfone pasaría la mitad del
año con él y la otra con su madre. Y así fue. Y cada vez que la ninfa regresaba a la Tierra, traía consigo
la primavera y todo se llenaba de flores.
La cigarra y la hormiga

Era un caluroso verano. Una cigarra, protegida del sol por la sombra un árbol y disfrutando el
momento sin ninguna intención de ponerse a trabajar, cantaba y cantaba continuamente. Mientras
vio como su vecina, una trabajadora hormiga, se encontraba trabajando arduamente para ir
llevando comida a su hogar.

La cigarra le ofreció cantar y descansar, a lo que la hormiga la indicó que debería dejar de estar
ociosa y ponerse a recoger alimentos. La cigarra ignoró su consejo.

Meses después llegó un invierno frío, que sorprendió a la cigarra sin nada que comer ni un sitio al
que ir. Desesperada acudió a su vecina la hormiga pidiéndole ayuda. Sin embargo, la hormiga
contestó preguntando qué había hecho durante el verano. La cigarra le dijo que cantar, a lo que la
hormiga le respondió que bailara ahora ya que cuando pudo no hizo nada para evitar esa situación,
y cerró la puerta dejando fuera a la cigarra.

La moraleja es clara: debemos esforzarnos y trabajar duro para subsistir y conseguir llevar a cabo
una vida digna que nos permita sobrevivir., mientras que la vagancia y la falta de actuación nos
pueden salir caras Debemos ser constantes, perseverantes y previsores.
La liebre y la tortuga
Un día una liebre orgullosa y veloz, vio como una tortuga caminaba por el camino y se le acercó. La
liebre empezó a burlarse de la lentitud del otro animal y de la longitud de sus patas. Sin embargo,
la tortuga le respondió que estaba segura de que a pesar de la gran velocidad de la liebre era capaz
de ganarla en una carrera.

La liebre, segura de su victoria y considerando el reto imposible de perder, aceptó. Ambos pidieron
a la zorra que señalara la meta, a lo que esta aceptó, al igual que al cuervo para que hiciera de juez.

Al llegar el día de la competición, al empezar la carrera la liebre y la tortuga salieron al mismo


tiempo. La tortuga avanzaba sin detenerse, pero lentamente.

La liebre era muy veloz, y viendo que sacaba una gran ventaja a la tortuga decidió ir parándose y
descansando de vez en cuando. Pero en una de las ocasiones la liebre se quedó dormida. La tortuga,
poco a poco, siguió avanzando.

Cuando la liebre despertó, se encontró con que la tortuga estaba a punto de cruzar la meta. Aunque
echó a correr fue demasiado tarde y finalmente la tortuga ganó la carrera.

Esta fábula nos enseña que el trabajo duro, la perseverancia, la constancia y el esfuerzo nos llevarán
a nuestras metas, aunque sea poco a poco, si no nos rendimos. También nos permite ver cómo la
arrogancia, la falta de constancia y el exceso de seguridad en uno mismo nos puede llevar a perder
oportunidades y a no alcanzar nuestras metas.
La divina comedia
Dante comienza su viaje imaginario, “perdido en una
selva oscura” (alegoría de la vida humana, sus
dificultades y tentaciones), debiendo ser guiado por el
poeta Virgilio (en inglés) para conseguir salir,
atravesando el infierno, el purgatorio y el paraíso.

En el primero, Dante describe el ante-infierno (donde se


encuentran los cobardes) y los siguientes nueve círculos,
uno por cada tipo de pecador (incluyendo el primero, el limbo, hogar de los no bautizados; luego
los lujuriosos; los golosos; los avaros y pródigos; los iracundos, indolentes, soberbios y envidiosos;
los herejes; los violentos; y los fraudulentos ); al final, en el círculo de los traidores, se encuentra
Lucifer, con tres cabezas, en una de las cuales mastica a Judas permanentemente.

A continuación, Virgilio y Dante llegan al Purgatorio, una isla montañosa, dividida también en 9
círculos. El primero es el ante-purgatorio, donde están las almas de quienes se arrepintieron a última
hora; luego los 7 círculos correspondientes a los siete pecados capitales, donde se encuentran: los
soberbios; los envidiosos; los iracundos; los perezosos; los avaros y pródigos; los golosos; y los
lujuriosos, respectivamente (a diferencia del infierno, los pecados están en orden descendente en
cuanto a su gravedad); por último, el Paraíso Terrenal, donde lo espera Beatriz, la mujer que ama.

Virgilio debe quedarse en el purgatorio, así que es Beatriz quien conduce a Dante por el Paraíso; se
trata de un sistema cósmico, con nueve “planetas” que giran alrededor de La Tierra (según la
concepción de la época): Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Cielo Estelar y
Cristalino, en los que se encuentran los beatos, más o menos cerca de Dios según su nivel de
santidad. Por último, está el Empíreo, donde Dante puede contemplar a Dios, cuya luz suprema lo
deslumbra.
La Odisea
La Odisea se trata de un tipo llamado Ulises que peleo en la guerra
troyana (no, no ese tipo de Trojan) y todas sus aventuras. Al principio de
la historia, Ulises y su ejército llevan 20 años lejos de sus casas. Los
primeros 10 años los pasaron peleando contra Troya. Durante los
siguientes 10 años, todos los que pelearon en Troya regresaron a casa o
están muertos. Nadie sabe que carambas paso con Ulises. Su esposa,
Penélope, todavía vive en su palacio, esperando que él regrese. Los tipos
ricos de Itaca quieren que lo olvide y se case con ellos. Son los
pretendientes. Son malos. No solo quieren robarle a Penélope, sino que
hablan mal de él con los sirvientes en el palacio y usan parte de su dinero. Penélope no quiere irse
con ellos. El hijo de Ulises, Telémaco, trata de averiguar qué pasó con su papá.

Mientras tanto, Ulises ha tenido que pasar por muchas cosas. Se las ha tenido que ver con dioses
que quieren acabar con él. Poseidón, el rey del mar, ataca el barco en el que viajan Ulises y sus
compañeros, esto no lo ayuda a llegar a casa más rápido. Ulises les cae bien a otros dioses, y por lo
menos eso lo ayuda. Es un increíble guerrero, fuerte, inteligente, y valiente. ¿Qué más podría pedir
una mujer? Bueno, sería maravilloso que estuviera en casa de vez en cuando. Esto sucede al final.
Ulises recibe ayuda de Alcinoo y regresa a Itaca. Una vez en casa, corre a los pretendientes, vuelve
a ser un rey, se reúne con Penélope y Telémaco y evita una guerra en Itaca con un poco de ayuda
de los dioses.
La leyenda del maíz
Hace varios siglos, antes del descubrimiento de América, en México vivían los aztecas. Cuenta la
leyenda que se alimentaban de raíces de plantas que iban encontrando y de los animales que
conseguían cazar cada día.

Su mayor deseo era comer maíz, pero no podían porque crecía escondido detrás de unas altas y
escarpadas montañas, imposibles de atravesar.

Un día, pidieron ayuda a varios dioses y éstos, deseando prestar ayuda a los humanos, probaron a
separar las gigantescas montañas para que pudieran pasar y llegar hasta el maíz. No sirvió de nada,
pues ni los dioses, utilizando toda la fuerza que tenían, lograron moverlas.

Pasó el tiempo y, estaban tan desesperados, que suplicaron al gran dios Quetzalcóatl que hiciera
algo. Necesitaban el maíz para hacer harina, y con ella poder fabricar pan. El dios se comprometió a
echarles una mano, pues su poder era inmenso.

A diferencia de los otros dioses, Quetzalcóatl no quiso probar con la fuerza, sino con el ingenio.
Como era un dios muy inteligente, decidió transformarse en una pequeña hormiga negra. Nadie, ni
hombres ni mujeres, ni niños ni ancianos, comprendían para qué se había convertido en ese
pequeño insecto.

Sin perder tiempo, invitó a una hormiga roja a acompañarle en la dura travesía de cruzar las altas
montañas. Durante días y con mucho esfuerzo, las dos hormiguitas subieron juntas por la dura
pendiente hasta llegar a la cumbre nevada. Una vez allí, iniciaron la bajada para pasar al otro lado.
Fue un camino muy largo y llegaron agotadas a su destino, pero mereció la pena ¡Allí estaban las
doradas mazorcas de maíz que su pueblo tanto deseaba!

Se acercaron a la que parecía más apetitosa y de ella, extrajeron uno de sus granos amarillos. Entre
las dos, iniciaron el camino de regreso con el granito de maíz bien sujeto entre sus pequeñas
mandíbulas. Si antes el camino había sido fatigoso, la vuelta lo era mucho más. La carga les pesaba
muchísimo y sus patitas se doblaban a cada paso, pero por nada del mundo podían perder ese
granito del color del sol.

Los aztecas recibieron entusiasmados a las hormigas, que llegaron casi arrastrándose y sin aliento
¡Qué admirados se quedaron cuando vieron que lo habían conseguido!

La hormiga negra, que en realidad era el gran dios, agradeció a la hormiga roja el haberle ayudado
y prometió que sería generoso con ella. Después entregó el grano de maíz a los aztecas, que
corrieron a plantarlo con mucho mimo. De él salió, en poco tiempo, la primera planta de maíz y, de
esa planta, muchas otras que en pocos meses poblaron los campos.

A partir de entonces, los aztecas hicieron pan para alimentar a sus hijos, que crecieron sanos y
fuertes. En agradecimiento a Quetzalcóatl comenzaron a adorarle y se convirtió en su dios más
amado para el resto de los tiempos.
La leyenda del arroz
Cuenta una antiquísima leyenda hindú que, hace cientos de años, los granos de arroz eran mucho
más grandes que los que conocemos hoy en día. Por aquel entonces, su cultivo era fundamental
para los habitantes de la India, pues debido a su enorme tamaño, mucha gente podía alimentarse.
Lo cierto es que casi nadie pasaba hambre, ya que unos pocos granos en el plato, bastaban para
llenar la tripa y dejar saciado a cualquiera.

Los campesinos disfrutaban además de una gran ventaja ¿Sabes cuál? ¡Pues que no hacía falta ir a
recogerlos! Cuando los granos estaban maduros, pesaban tanto que se caían solos de sus tallos y
rodaban hasta los graneros que, muy hábilmente, habían sido construidos cerca de las plantaciones
para que el arroz entrara fácilmente por la puerta.

Un año, la cosecha fue increíble. Las plantas de arroz crecieron fuertes y robustas y los granos
alcanzaron el tamaño más grande nunca visto. Todos pensaron que sus graneros se habían quedado
pequeños y que era una pena que, por no poder almacenarlo todo, una gran parte del cereal se
pudriera. La única solución que se les ocurrió fue ampliar sus graneros.

Sin dudarlo ni un segundo, se pusieron manos a la obra. Todos los campesinos, ayudados por sus
familias, trabajaron día y noche para que las obras estuvieran terminadas a tiempo. Se dieron mucha
prisa y se esforzaron al máximo, pero no lo consiguieron: antes de acabar las reformas de los
almacenes, los primeros granos de arroz comenzaron a desprenderse de la planta y a rodar hasta
sus puertas.

En uno de los graneros a medio hacer, estaba una mujer anciana sentada junto a la entrada. Vio
llegar un grano de arroz y, rabiosa, se acercó a él y le dio un pisotón al tiempo que gritaba:

– ¡Maldita sea! ¡Todavía no están listos los graneros! ¿No podrías esperar un poco más en la planta?

Debido al fuerte golpe, el grano de arroz se rompió en mil pedazos que se esparcieron por el suelo.
Momentos después, se escuchó una voz suave y melancólica que venía de uno de esos trocitos.

– ¡Señora, es usted una desagradecida! A partir de ahora, no vendremos a vuestros hogares, sino
que seréis vosotros quienes iréis a buscarnos al campo cuando nos necesitéis.

Desde ese día, los granos de arroz son pequeñitos y los campesinos se ven obligados a levantarse
cada mañana para realizar el duro trabajo de recolectar este cereal en los humedales.
I.E.P. MARISTA DE TACNA

Curso: Comunicación

Profesora: María Elena Quille Flores

Nombre: Daniela Flores Valdivia

Grado: 6to.

Fecha: 02/05/2019

TACNA - PERÚ

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