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Nelson Martín

Ginzburg, Carlo. EL QUESO Y LOS GUSANOS, El cosmos según un molinero del siglo XVI.
Muchnik Editores, 1999

Ginzburg nos sitúa en Friuli, nororiente italiano, durante finales del siglo XVI. Nos presenta a
Domenico Scandella, Menocchio, molinero, de pensamiento amplio en temas religiosos que lo
terminan llevando ante los tribunales de la inquisición. El texto desarrollo estos procesos de manera
detallada revelando los distintos personajes así como avivando el relato del mismo protagonista, a
través de una visión religiosa que encierra múltiples aspectos el autor nos va guiando por un panorama
que se amplia y se encoje a lo largo de las páginas pasando del análisis de la existencia de Dios y los
ángeles hasta la existencia de múltiples creencias en esta región.

Son dos procesos con quince años de diferencia, y es interesante ver como el tiempo se convierte en
una esfera a través de la cual navegamos tratando de unir relatos y de comprender la manera en que
Menocchio concibe el universo religioso, empezamos en un lugar pequeño, el pueblo para ir ampliando
la mirada hacía todo un momento que abarca mucho más que ese pequeño lugar donde un molinero ,
que oficia también de alcalde y de camarero, una especie de intendente, expone su controversial mirada
sobre asuntos que contravienen los preceptos de la iglesia católica romana. Es Menocchio si, pero es
también la Reforma, es también el campo de Friuli, y el campo de Europa, es la guerra entre clases ,
como lo quiere poner de presente el autor en ciertos apartados, pero es la guerra entre facciones nobles
por la sumisión al poder de Venecia, y todo esto a partir del relato de un proceso.

Es este el papel que juega la microhistoria italiana, de la cuál Ginzburg nos hace una exposición en el
capitulo decimo tercero de su otro texto, El Hilo y las Huellas, lo verdadero, lo falso lo ficticio 1; la
historia que permite a partir de la voz de un individuo “que de otra modo sería ignoto” ir
reconstruyendo un paisaje mucho más amplio, conocer esas pequeñas cuestiones que escapan al
documento que sirve de fuente y que al mismo tiempo nutren un intrincado mapa que nos lleva no solo
por distintos parajes geográficos sino incluso temporales, conocemos por Menocchio esas pequeñas
sectas que en la clandestinidad sobreviven planteando otra forma de percibir la fe, nos trasladan incluso
al plano político cuando se debate el papel de las entidades religiosas en una región donde las tierras
son de “tal o cual” prelado, que carece de una economía estable que permita al campesinado sobrevivir
sin vicisitudes, comprendemos la angustia del molino alquilado, de los hijos que abandonan a
Menocchio y de la magnitud de la muerte de aquel que le ayudo durante buena parte de su primer
proceso. Gizburg nos permite conocer un cuadro amplio a partir de un hecho particular, y con ello nos
presenta una nueva forma incluso de construir el relato histórico.

No se trata solo del caso Scandella, incluso me atrevería a decir que este es solo una excusa para poner
de presente situaciones mucho más angustiosas, pues se logran percibir el miedo, el arrepentimiento, la
humedad de la cárcel, los gritos producto de la tortura, se nos presenta un personaje terco, necio, reacio
a abandonar su posición , un Molinero que sabe leer y escribir, que se acusa a si mismo de tener una
mente inquieta, que intenta comprender el queso y los gusanos , y que por esto mismo , por el lenguaje
tanto del personaje como del autor, nos acercan también a la manera de pensar de un campesino , con
las particulares ya mencionadas, que habla con todos, que se lamenta del castigo que le representa tener
1
Ginzburg, Carlo. El Hilo y Las Huellas, Lo verdadero, lo falso, lo ficticio, XIII Microhistoria: dos o tres cosas que sé de
ella. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2014
que guardar silencio, de portar un habito que no le permite trabajar ni acercarse a su pueblo. Estamos
ante una forma particular de narrar la historia que si bien podría definirse, como pretende el autor, en
una historia de las clases subalternas, nos ubica si en esa historia que podriamos llamar cotidiana y que
vive la afectación , aunque particular, de la propia Historia que sirve de manto.

Estamos entonces en una región que se inunda, donde las montañas no dan casi nada, pero dónde llegan
libros por vía de Venecia, y podemos entender entonces los alcances de la imprenta en ese lapso de
tiempo, en esos dos episodios que guían la narración, con sus situaciones previas, con los libros que
han sido prestados, con el libro comprado por dos centavos, por un molinero que sabe leer, y llevar
cuentas. Estamos en esa sala viendo a Menocchio, quizás esperando que en algún momento actúe con
prudencia , esperando la sentencia incluso, siendo testigos de “el salto histórico, de alcance incalculable
, de la cultura oral a la cultura escrita”2 de la gesticulación, de la manifestación corpórea al dibujo del
pensamiento. Y se valida entonces esa otra manera de hacer historia que no se restringe a la
reconstrucción numérica, que no se limita a explicar la Historia como un todo que invisibiliza estos
pequeños casos, sino que construye esos nuevos caminos que permiten ver y percibir la historia de
manera más cercana, con el merito que merece la manera como el texto esta construido.

Es importante resaltar que precisamente este tipo de construcción histórica, y que lastimosamente
queda apenas resaltada en el apartado que Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella, le dedica a la
historia regional mexicana; nos permite ubicar una variedad de detalles que conforman el cuadro,
favoreciendo incluso reconocer características que los estudios más amplio dejan de lado por no
considerarlos influyentes en la categorización temporal. Menocchio presenta un materialismo
elemental, instintivo alega el italiano3, que ha pasado de generaciones a generaciones y que hace parte
de ese acerbo cultural , eso que es, eso que le permite definir el mundo, comprenderlo, abarcarlo desde
la prisión que es su pueblo, pero no es solo Menocchio, es también aquel campesino que entiende que
el alma es un hueso del cuerpo, o que el paraíso es una pradera verde a la que vamos si actuamos
correctamente, y aquí otra carga más, el correcto proceder más allá del manifiesto de fe, son las
historias que hacía el final del texto nos presenta el autor, para terminar en la sentencia de Menocchio,
la hoguera , las cenizas que esperaba Scandella fueran reclamadas por los Luteranos.

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