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Un acercamiento al impacto de la experiencia de cierre de RPM Hogar Enrique

Callejas en NNA y Funcionarios.

Fabián Arancibia Bartucevic, Psicólogo


Centro Panul

Resumen

Respecto de las últimas contingencias acaecidas bajo la administración del Servicio


Nacional de Menores, una las medidas tomadas por dicho organismo se materializa en el
creciente proceso de desinstitucionalización de Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) que
se encuentran internos en Centros Residenciales de Protección para Mayores (RPM). En
este sentido el objetivo del organismo público consiste en disminuir los factores de riesgo
a los cuales se verían expuestos los NNA al estar dentro de dichos centros de protección.
Bajo esta óptica el presente artículo tiene como objetivo dar una mirada integral al
proceso de cierre del Hogar Enrique Callejas de Quillota, el cuál cesó sus funciones en el
mes de Agosto del año 2016, generando un proceso de acomodamiento físico, social y
psicológico en todos los actores participantes.

Palabras claves: SENAME, Impacto, Desinstitucionalización, Centros Residenciales de


Protección para Mayores, Hogar Enrique Callejas, Trastornos del vínculo.

Introducción

El presente artículo surge producto de la coyuntura histórica que atraviesa el


SENAME, cuya gestión institucional ha sido fuertemente cuestionada y criticada desde
diversos sectores políticos y desde la opinión pública en general, volviéndose en la
actualidad un tema de interés nacional que invita a la reflexión. A partir de lo anterior,
surgen una serie de medidas que buscarían en cierta forma mitigar la presión provocada
por la develación de diversas vulneraciones sufridas por los NNA al interior de los centros
de intervención, especialmente aquellos de modalidad residencial.

En este artículo en particular se llevará a cabo un análisis del caso correspondiente al


RPM Hogar Enrique Callejas de la comuna de Quillota, el cuál se constituyó como la
residencia de niños más antigua de la ciudad, la cual como organismo colaborador del
SENAME tenía como objetivo garantizar el restablecimiento del derecho a vivir en familia
mientras los niños se encontraban protegidos de aquellos elementos estresores que
habrían generado una situación de vulneración, al mismo tiempo que se brindaba
atención especializada a través de equipo multidisciplinario y se gestionaba la búsqueda
de adultos responsables en su entramado familiar.
Ahora bien, desde la realidad nacional de acuerdo a una investigación realizada por la
Escuela de Psicología de la Universidad de Chile, en el marco de un programa de
preinversión MIDEPLAN–BID, se concluyó que el sistema de protección existente no
favorece ni desarrolla la relación familiar. Al respecto señala que el 72,5% de los niños
permanece interno por más de un año y el 33,4% por más de tres. Con el tiempo las
visitas familiares tienden a disminuir produciendo un progresivo distanciamiento y ruptura
del vínculo familiar. (Ferrari, M Couso, J Cillero M y Cantwell, N, 2002).

De esta manera no es descabellado concebir que dicha problemática se haya replicado a


nivel local, lo que efectivamente sucedió en el caso a analizar, donde producto de las
disyuntivas entre el organismo colaborador y el servicio nacional de menores, se comenzó
a producir un descuido de las condiciones proteccionales que garantizarían cumplir los
objetivos anteriormente descritos, enfrascándose en un espiral de soluciones paliativas
que consolidaron la institucionalización de los niños internos. En paralelo, con el anexo
del Programa de Protección Especializada de Intervención Residencial (PER) dicha
complejidad aumentó debido al ingreso de NNA que presentaban un mayor nivel de daño
emocional producto de la vulneración, además de desajustes conductuales que
terminaron por colapsar las condiciones preconcebidas en la residencia. Dicha situación
finalmente terminó generando constantes inconsistencias que afectaron a los diversos
actores que fueron parte de este espacio, desde los profesionales, técnicos y educadores,
que se veían sujetos a pésimas condiciones laborales y no recibían las correspondientes
capacitaciones para contener y brindar la atención requerida; hasta los niños, principales
usuarios y sujetos de derecho, que vieron como aquellas vulneraciones por las cuales
ingresaron fueron quedando enmascaradas en una violencia estructural producto de la
negligencia del sistema residencial nacional.

““La infancia servida abundante y hasta excesivamente por el Estado, debería ser la
única forma de lujo –vale decir, de derroche– que una colectividad honesta se diera, para
su propia honra y su propio goce. La infancia se merece cualquier privilegio.”

Gabriela Mistral, Los Derechos del Niño.

En razón de lo anterior, la pregunta a reflexionar seria, dentro del impacto que provoca el
cierre de las residencias, pero no el anhelado logro de la restitución del derecho a vivir en
familia, ¿Qué características tiene, como se experiencia y como afecta a nivel de
subjetividad de los distintos actores involucrados; el impacto provocado por el cierre de
una residencia de menores?, ¿Se justifica el cierre y la reubicación de los NNA, cuando
un proyecto no ha logrado sus objetivos, por sobre el marco de vínculos, identidades y
proyecciones que han anclado los niños a un espacio físico y familiar en particular?. Esta
y otras interrogantes serán desarrolladas en el siguiente párrafo, a través de una mirada
sistémica que involucra los relatos y experiencias de distintos actores que fueron, son y
serán parte de la problemática.
Impacto de la experiencia de cierre de RPM Hogar Enrique Callejas en NNA y
Funcionarios desde la perspectiva del vínculo.

Referente a la intervención dentro de programas RPM, es posible señalar que una de las
temáticas de vulneración más repetidas al momento de ingresar los NNA al sistema
residencial son aquellas que tienen relación con el maltrato. En este sentido según el
Anuario Estadístico de SENAME año 2014, del total de niños, niñas y adolescentes
ingresados (111.440), un 39,0% corresponden a causales de violencia y maltrato (43.292).
Por otra parte, el informe sobre el Servicio Nacional de Menores (SENAME) publicado a
inicios del año 2014 por la Comisión Investigadora de la Honorable Cámara de Diputados,
señala las precarias condiciones de los centros residenciales donde se atiende
aproximadamente 10.000 niños, niñas y adolescentes.

De esta forma, es menester sopesar el impacto que conllevaría la vivencia de un nuevo


tipo de violencia hacia los NNA, esto analizado desde el marco clínico del trastorno del
vínculo que muchos usuarios ingresados experimentan a partir de los constantes fracasos
en la restitución del derecho a vivir en familia. En este sentido según las clasificaciones
internacionales para referirse a los trastornos de la vinculación en la infancia (TVI), la
problemática sería incluida dentro de las siguientes categorías psicopatológicas:

La CIE-10 los incluye en los trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en
la infancia, con dos categorías diagnósticas: TVI reactivo (F94.1) y TVI desinhibido
(F94.2).

La clasificación nacional de la APA, DSM-IV: lo describe en un apartado más amplio e


inespecífico de “otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia”, como TVI o la
niñez reactivo (313.89/ F94.2), con dos subtipos: el inhibido (F94.1) y el desinhibido
(F94.2).

En este sentido, la autora catalana Magda Sarlé i Gallart señala que en el tipo inhibido el
niño está persistentemente incapacitado para iniciar la mayor parte de las interacciones
sociales y responder a ellas de un modo adecuado a su nivel de desarrollo. El niño
responde socialmente de modo demasiado inhibido, hipervigilante o ampliamente
ambivalente y contradictoria (p. ej. vigilancia fría, resistencia a satisfacciones o
comodidades, o una mezcla de acercamiento y evitación) En el tipo desinhibido se
observa un patrón de vinculaciones difusas. El niño exhibe una sociabilidad indiscriminada
con acusada incapacidad para manifestar vínculos selectivos apropiados (p. ej.excesiva
familiaridad con extraños o falta de selectividad en la elección de las figuras de
vinculación). (I Gallart, M. S., 2007)

De esta manera el niño que no ha tenido nadie estable y constante para quien sea objeto
de amor, puede tener una experiencia del mundo como de un lugar poco coherente,
desordenado, imprevisible, en el que si siente malestar no encuentra una respuesta que lo
aminore; un mundo un tanto hostil donde no se sabe que se puede esperar. Interioriza
una vivencia de escasa confianza en las personas, ya que estas no han estado lo
bastante estables ni disponibles. (I Gallart, M. S, 2007)

Volviendo al caso en particular del hogar Enrique Callejas, es posible afirmar que gran
parte de los niños que estaban internos pasaron a otros hogares de protección,
concentrándose la mayoría en el RPM “Vengan a mí” de Villa Alemana. Por otra parte,
otro grupo de niños iniciaron un proceso de reinserción familiar, de los cuales
lamentablemente solo lograron concretarse unos pocos, por lo que el grueso de los NNA
debió integrarse a otros hogares de protección. Ahora bien, en la actualidad estos niños
se encuentran pasando por un proceso de acomodo físico, psicológico y social a sus
nuevos contextos residenciales, donde probablemente la sintomatología asociada a
trastornos vinculares podría reactivarse e incluso proliferar. Tal es el caso del niño J.A.N.J
(13), quien fue diagnosticado con Trastorno Reactivo del Vínculo durante su estadía en
este RPM y que por medio de una integrante del equipo profesional se encontraba en
proceso de restituir su derecho a vivir en familia. Bajo este escenario el niño debió
trasladarse al hogar “Vengan a mi” debido al proceso institucional ya señalado. En este
contexto el niño volvió a reactivar la sintomatología que había estabilizado en los meses
anteriores, situación que provocó un nuevo cambio residencial, en este caso al CREAD de
Playa Ancha.

“…Yo no entiendo porque él se tiene que ir tan lejos, yo lo he estado llevando a mi casa,
después lo iba a visitar a Villa Alemana y cuando él empezó a portarse mal me
prohibieron visitarlo, ahora como no saben cómo tratarlo lo mandan para Playa Ancha, no
sé cómo pueden hacer eso, le están haciendo un daño al niño…” (Ex trabajadora Hogar
Enrique Callejas)

En este contexto, los relatos que elabora la principal figura afectiva y de protección que ha
mantenido el niño en el último tiempo apuntan por una parte a responsabilizar la mala
gestión del SENAME al momento de llevar a cabo un proceso que a pesar de estar
justificado desde el punto de vista institucional, se volvió violento y poco sensible con las
características individuales de cada niño, sobre todo al momento de obviar los procesos
psicosociales de los que estos eran parte.

Discusión

Ahora bien, surge la interrogante, ¿Están los organismos colaboradores de SENAME lo


suficientemente entrenados para abordar y hacerse cargo de esta complejidad, sobre todo
al momento de ejecutar procesos de cierre de residencias proteccionales, cuyos vínculos
e identidades formadas durante una larga coyuntura temporal pasan a segundo plano con
tal de evitar posibles sanciones que pasan por alto toda la complejidad vincular que
arrastran los niños que se han mantenido internos? ¿Por qué el Estado no se hace cargo
de la deuda histórica que ha mantenido con la infancia, aprovechando esta crisis
institucional para inyectar recursos que vayan en directo beneficio de los niños? Esta y
otras preguntas pasarán por la mente de los trabajadores que tuvimos la experiencia de
trabajar en hogares proteccionales que han sido cerrados bajo el objetivo de devolver a
los niños el derecho a vivir en un contexto protegido. Sin embargo estas interrogantes
parecen estar alejadas de las discusiones que mantienen los altos cargos políticos y
encargados de formular una política nacional de infancia consciente y sensible con las
pequeñas historias de cada niño que se encuentra ingresado en algún programa
proteccional. Por tal motivo surge la necesidad de relevar estas discusiones en cada uno
de los organismos que dedican su trabajo a la infancia a modo de sensibilizar a los
distintos actores que son parte de este entramado, quienes se constituyen en víctimas
directas o secundarias de un nuevo tipo de vulneración, esta vez, no es el maltrato físico
ni psicológico, sino más bien una violencia de características estructurales con la que
actúan las instituciones chilenas.

Referencias Bibliográficas

1. Ferrari, M Couso, J Cillero M y Cantwell, N (2002) “Internación de Niños: ¿El


Comienzo del Fin? Crisis de los Internados y Transformación de las Políticas de
Infancia en España, Italia y el Cono Sur”. Libro extraído en versión digital desde:
http://www.unicef.cl/web/wp-content/uploads/doc_wp/internacion.pdf
2. Consejo Nacional de la Infancia (2015) “Política nacional de niñez y adolescencia:
sistema integral de garantías de derechos de la niñez y adolescencia”. Libro
extraído en versión digital desde: http://www.consejoinfancia.gob.cl/wp-
content/uploads/2016/03/POLITICA-2015-2025_versionweb.pdf
3. I Gallart, M. S. (2007) “Trastornos reactivos del vínculo en la primera infancia.”
Articulo extraído en versión digital desde:
http://www.paidopsiquiatria.cat/files/trastornos_reactivos_del_vinculo.pdf

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