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Resumen
Introducción
““La infancia servida abundante y hasta excesivamente por el Estado, debería ser la
única forma de lujo –vale decir, de derroche– que una colectividad honesta se diera, para
su propia honra y su propio goce. La infancia se merece cualquier privilegio.”
En razón de lo anterior, la pregunta a reflexionar seria, dentro del impacto que provoca el
cierre de las residencias, pero no el anhelado logro de la restitución del derecho a vivir en
familia, ¿Qué características tiene, como se experiencia y como afecta a nivel de
subjetividad de los distintos actores involucrados; el impacto provocado por el cierre de
una residencia de menores?, ¿Se justifica el cierre y la reubicación de los NNA, cuando
un proyecto no ha logrado sus objetivos, por sobre el marco de vínculos, identidades y
proyecciones que han anclado los niños a un espacio físico y familiar en particular?. Esta
y otras interrogantes serán desarrolladas en el siguiente párrafo, a través de una mirada
sistémica que involucra los relatos y experiencias de distintos actores que fueron, son y
serán parte de la problemática.
Impacto de la experiencia de cierre de RPM Hogar Enrique Callejas en NNA y
Funcionarios desde la perspectiva del vínculo.
Referente a la intervención dentro de programas RPM, es posible señalar que una de las
temáticas de vulneración más repetidas al momento de ingresar los NNA al sistema
residencial son aquellas que tienen relación con el maltrato. En este sentido según el
Anuario Estadístico de SENAME año 2014, del total de niños, niñas y adolescentes
ingresados (111.440), un 39,0% corresponden a causales de violencia y maltrato (43.292).
Por otra parte, el informe sobre el Servicio Nacional de Menores (SENAME) publicado a
inicios del año 2014 por la Comisión Investigadora de la Honorable Cámara de Diputados,
señala las precarias condiciones de los centros residenciales donde se atiende
aproximadamente 10.000 niños, niñas y adolescentes.
La CIE-10 los incluye en los trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en
la infancia, con dos categorías diagnósticas: TVI reactivo (F94.1) y TVI desinhibido
(F94.2).
En este sentido, la autora catalana Magda Sarlé i Gallart señala que en el tipo inhibido el
niño está persistentemente incapacitado para iniciar la mayor parte de las interacciones
sociales y responder a ellas de un modo adecuado a su nivel de desarrollo. El niño
responde socialmente de modo demasiado inhibido, hipervigilante o ampliamente
ambivalente y contradictoria (p. ej. vigilancia fría, resistencia a satisfacciones o
comodidades, o una mezcla de acercamiento y evitación) En el tipo desinhibido se
observa un patrón de vinculaciones difusas. El niño exhibe una sociabilidad indiscriminada
con acusada incapacidad para manifestar vínculos selectivos apropiados (p. ej.excesiva
familiaridad con extraños o falta de selectividad en la elección de las figuras de
vinculación). (I Gallart, M. S., 2007)
De esta manera el niño que no ha tenido nadie estable y constante para quien sea objeto
de amor, puede tener una experiencia del mundo como de un lugar poco coherente,
desordenado, imprevisible, en el que si siente malestar no encuentra una respuesta que lo
aminore; un mundo un tanto hostil donde no se sabe que se puede esperar. Interioriza
una vivencia de escasa confianza en las personas, ya que estas no han estado lo
bastante estables ni disponibles. (I Gallart, M. S, 2007)
Volviendo al caso en particular del hogar Enrique Callejas, es posible afirmar que gran
parte de los niños que estaban internos pasaron a otros hogares de protección,
concentrándose la mayoría en el RPM “Vengan a mí” de Villa Alemana. Por otra parte,
otro grupo de niños iniciaron un proceso de reinserción familiar, de los cuales
lamentablemente solo lograron concretarse unos pocos, por lo que el grueso de los NNA
debió integrarse a otros hogares de protección. Ahora bien, en la actualidad estos niños
se encuentran pasando por un proceso de acomodo físico, psicológico y social a sus
nuevos contextos residenciales, donde probablemente la sintomatología asociada a
trastornos vinculares podría reactivarse e incluso proliferar. Tal es el caso del niño J.A.N.J
(13), quien fue diagnosticado con Trastorno Reactivo del Vínculo durante su estadía en
este RPM y que por medio de una integrante del equipo profesional se encontraba en
proceso de restituir su derecho a vivir en familia. Bajo este escenario el niño debió
trasladarse al hogar “Vengan a mi” debido al proceso institucional ya señalado. En este
contexto el niño volvió a reactivar la sintomatología que había estabilizado en los meses
anteriores, situación que provocó un nuevo cambio residencial, en este caso al CREAD de
Playa Ancha.
“…Yo no entiendo porque él se tiene que ir tan lejos, yo lo he estado llevando a mi casa,
después lo iba a visitar a Villa Alemana y cuando él empezó a portarse mal me
prohibieron visitarlo, ahora como no saben cómo tratarlo lo mandan para Playa Ancha, no
sé cómo pueden hacer eso, le están haciendo un daño al niño…” (Ex trabajadora Hogar
Enrique Callejas)
En este contexto, los relatos que elabora la principal figura afectiva y de protección que ha
mantenido el niño en el último tiempo apuntan por una parte a responsabilizar la mala
gestión del SENAME al momento de llevar a cabo un proceso que a pesar de estar
justificado desde el punto de vista institucional, se volvió violento y poco sensible con las
características individuales de cada niño, sobre todo al momento de obviar los procesos
psicosociales de los que estos eran parte.
Discusión
Referencias Bibliográficas