Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
La misión de la Iglesia, mientras esté peregrina, abarcará también el vencer al mundo. Para
lograrlo, a nosotros nos ayuda ver hacia atrás y aprender de los antiguos. Si la Iglesia primitiva
pudo vencer las adversidades y testimoniar el evangelio fue porque los creyentes estaban seguros,
convencidos, de en quien habían puesto su esperanza. Así, dos actitudes podemos tomar de ellos,
primero, ante la dificultad de reconocer a Jesús ya sea por las tristezas, las desilusiones, los malos
ratos, la desesperanza frente a las cosas que no entendemos o no alcanzar a comprender como es
que actúa Dios, ante esto es necesario dejar que sea Jesús quien vuelva a cautivarnos, quien haga
arder nuestro corazón y esto a través del encuentro en la Palabra, los sacramentos y la caridad
(Cfr. Lc 24,13-35). También, frente a lo bueno, cuando ocurren prodigios, cuando todo marcha
bien y el Evangelio es sembrado y germina en muchos corazones, ante esto, es, de igual manera,
Jesús el protagonista, él es el artífice, a su Nombre las rodillas se doblan y la salud se restablece
porque él tiene el poder, porque no tenemos oro ni plata sino a Jesús y con vencemos al mundo y
damos vida al mundo (Cfr. Hch 3).
«Tú, Dios mío, me eres testigo de que ninguna cosa me puede consolar, ni criatura alguna dar
descanso sino Tú, Dios mío, a quien deseo contemplar eternamente. Mas esto no es posible
mientras vivo en carne mortal... Entre tanto tendré los libros santos para consolación y espejo de
la vida; y sobre todo esto, el cuerpo santísimo tuyo por singular remedio y refugio.» - Imitación de
Cristo, Libro IV, Cap. 11