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Análisis sobre tratados y acuerdos internacionales referidos a

Armas de Destrucción Masiva

Durante el siglo XX se ha dado una gran proliferación de las Armas de


Destrucción Masiva (ADM) solo en un reducido grupo de Estados, con
altibajos de acuerdo al período, pero con un riesgo preocupante de uso
de un Estado contra otro. Tal es así el punto crítico al que se llegó en
1962 con la “Crisis de los Misiles” en Cuba, el cual fue el momento en
que la humanidad estuvo más al borde del mutuo exterminio.

Luego de los atentados del 11/S se tomó en cuenta una nueva amenaza
a nivel mundial, la del terrorismo, y mas preocupante aún, del terrorismo
nuclear/radiológico, preocupación que se ve aumentada por las
sospechas occidentales del paradero exacto de los materiales
peligrosos fuera de control de la ex-Unión Soviética.

Para este fin se encuentra vigente la Ley de Reducción de la Amenaza


Nuclear Soviética, aprobada por el Congreso de los EEUU en 1
991, conocida ahora como el Programa Cooperativo de Reducción de
la Amenaza (CTR) cuyas metas son: ayudar a las ex repúblicas
soviéticas a convertirse en Estados sin armas nucleares y eliminar de
su territorio los sistemas estratégicos portadores o de lanzamiento y la
infraestructura de las ADM; ayudar a Rusia a acelerar las reducciones
de armas estratégicas a los niveles del Tratado de Reducción de Armas
Nucleares Estratégicas (START, explicado mas adelante); entre otras.

El programa CTR comenzó en diciembre de 1991 al atender las


preocupaciones inmediatas con respecto a las armas nucleares tras el
derrumbe de la URSS. Es uno de los instrumentos más eficaces y
eficientes de que dispone el gobierno de EEUU para asegurar un
entorno internacional más estable, reducir las ADM y prevenir su
proliferación, a la ves que se forjan vínculos fuertes y duraderos con las
antiguas repúblicas soviéticas. Demuestra la creencia mutua de que la
proliferación de armas es un problema al que deben hacer frente todas
las naciones.
Es significativo destacar que en materia de control de armas nucleares,
durante el periodo de la Guerra Fría y Posguerra Fría, se suscribieron
acuerdos bilaterales entre las dos grandes potencias de la época, la
extinta Unión Soviética y EEUU que, sin embargo, fueron de enorme
trascendencia para el conjunto de la comunidad internacional. Ello se
debió a que el diálogo abierto entre ambos países garantizaba el mutuo
control para evitar una guerra nuclear y la limitación de su escalada
armamentística, a la que se habían consagrado de lleno años atrás
ambos países, ante la estupefacción e impotencia del resto del mundo.

El Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos o Tratado ABM entre EEUU y la


URSS, fue un acuerdo para limitar el número de sistemas de misiles
antibalísticos (ABM) utilizados para defender ciertos lugares contra
misiles con carga nuclear. Se firmó en 1972 y duró hasta 2002 cuando
EEUU se retiró del acuerdo.

Los acuerdos SALT (Strategic Arms Limitation Talks), también firmados


entre EEUU y la URSS, fueron acuerdos para limitar las armas
nucleares estratégicas y frenar la carrera armamentística.

Las rondas de conversaciones y tratados finales fueron:

· SALT I (1969-1972) realizadas en Helsinki y Viena;


· SALT II (1972-1979) en Viena.

Este tratado ponía límite a la construcción de armamentos estratégicos


y fijaba un número para los misiles intercontinentales (ICBM,
Intercontinental Ballistic Missile) y los lanzadores de misiles instalados
en submarinos (SLBM) que poseían la URSS y los EEUU.
Paradójicamente, estos acuerdos llevaban el 'equilibrio del terror' al
absurdo. Para que la disuasión consiga impedir la guerra era necesario
que las dos superpotencias no trataran de defender a sus poblaciones
de un ataque nuclear. La 'destrucción mutua asegurada' (Doctrina MAD,
por sus siglas en inglés) era la única forma de impedir el conflicto. De
cualquier manera, los acuerdos SALT simbolizan la distensión. Es el fin
de lo que los norteamericanos denominaron brinkmanship (la política de
al borde del abismo) y la búsqueda de relaciones estables con el
adversario-socio. Fueron también la consagración de la bipolaridad.
Sin embargo, en el nuevo contexto de la invasión soviética
de Afganistán el Senado americano se negó a ratificar los acuerdos
SALT II, juzgados como muy favorables para la URSS. El nuevo rearme
promovido por Reagan (la Iniciativa de Defensa Estratégica ponía fin a
la prohibición para establecer sistemas de defensa antimisiles) llevó al
fin de los acuerdos SALT. En 1986, los EE.UU. se desvincularon
oficialmente de esos tratados.

El START I (Strategic Arms Reduction Treaty, Tratado de Reducción de


Armas Estratégicas) era un tratado que consistió en autolimitar el
número de misiles nucleares que poseía cada superpotencia. Afectó
también a algunas de las nuevas repúblicas desmembradas de la
URSS, como Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania. Actualmente, estos tres
últimos países han desmantelado completamente su capacidad nuclear.

El START II es un acuerdo firmado en enero de 1993, que prohibía el


uso de los ICBMs de cabezas múltiples (MIRV). Es el sucesor
del START I. Este histórico acuerdo (START II) empezó a forjarse en
1992, con la firma del 'Entendimiento Mutuo' por parte de ambos
presidentes. La firma oficial de START II tuvo lugar del 3 de
enerode 1993. Fue ratificado por el Senado de EEUU el 26 de
enero de 1996. Sin embargo, la ratificación de dicho tratado ha estado
bloqueada en la Duma durante varios años. Se pospuso en varias
ocasiones en protesta por las acciones militares norteamericanas
en Irak y Kosovo y por la ampliación de la OTAN a los países del este.

A medida que pasaron los años, el tratado perdió relevancia y ambas


partes perdieron interés en él. Para los americanos, el mayor problema
era la modificación del tratado ABM para permitir a EEUU el desarrollo
de un sistema de interceptación de misiles balísticos (conocido
popularmente como la Guerra de las Galaxias), algo a lo que Rusia se
opuso fervientemente. El 14 de abril de 2000, la Duma aprobó
finalmente el tratado, dando un paso simbólico para intentar preservar
el tratado ABM, lo cual ya estaba claro que EEUU no iba a hacer.

El START II fue oficialmente reemplazado por el Tratado SORT,


acordado por George W. Bush y Vladimir Putinen una reunión bilateral
en noviembre de 2001 y firmado en Moscú el 24 de mayo de 2002. En
este tratado ambas partes se comprometieron a abandonar las líneas
generales del anterior tratado, que había establecido una limitación
específica del número de misiles. En su lugar se comprometieron a
recortar unilateralmente la cantidad de cabezas nucleares limitando su
arsenal a 2200 ojivas operativas cada uno.

El tratado es criticado por varias razones:

· No hay medidas para la verificación;


· No se requiere que las reducciones sean permanentes; las ojivas
pueden almacenarse lo que permitiría su uso más tarde;
· Las reducciones sólo deben ser completadas para el momento en
que el tratado expire, el 31 de diciembrede 2012.

Básicamente el tratado propone dejar en estado de alerta operacional


solamente de 1.700 a 2.200 Ojivas nucleares para el 2012. Los países
se reservan el derecho de almacenar las ojivas que no se encuentren
en estado operacional.

SORT es el último en una larga lista de tratados y negociaciones de


desarme mutuo entre Rusia (y su predecesor la URSS) y EEUU, que
incluye SALT I (1969-1972), Tratado ABM (1972), SALT II (1972-
1979), INF Treaty (1987), START I (1991) y START II (1993).

Conjuntamente con estos tratados bilaterales (EEUU- URSS), se dieron


múltiples acuerdos y tratados multilaterales con el fin de reducir la
proliferación de las ADM, entendiéndose por estas a todas aquellas
armas capaces de infligir daños materiales y humanos en gran escala.
Dichos tipos son: armas nucleares, químicas y biológicas, agregándose
al grupo en este ultimo tiempo las de tipo radiológica que, según
expertos, son de gran atractivo para los grupos terroristas, pero no así
tanto para los Estados.

El problema de la proliferación es un problema que concierne a todos


los Estados ya que en un mundo como en el que vivimos actualmente
no hay mas cabida a la creencia de que si un Estado no se inmiscuye
en los problemas de otros, no será atacado por ningún grupo terrorista,
puesto que puede atacarse objetivos de terceros Estados en territorio
propio, y de esto hay sobrados ejemplos (uno de ellos son los ataques
en suelo argentino a la AMIA y a la Embajada de Israel, aunque esto se
atribuye a una represalia de Irán contra la Argentina por negársele la
compra de un reactor nuclear, pero de todos modos no hay pruebas
fehacientes de ello). Por otro lado, las ADM tendrán un rol clave en los
conflictos futuros, y prueba de ello es la reciente detonación nuclear de
Corea del Norte, el programa nuclear llevado adelante por la República
Islámica de Irán, o los indicios de que en los próximos 10 años se
sumarían de 2 a 5 Estados al grupo de los que ya disponen de armas
nucleares, lo que demuestra la creciente importancia del poder
disuasivo de dichas armas, a la vez que entra en juego nuevamente la
rivalidad Estado- Estado, casi dejada de lado con el fin de la Guerra Fría
y la creciente rivalidad Estado-terrorismo (o actores no estatales, a
veces subvencionados por determinados Estados que se mantienen al
margen del derecho internacional).

Se hace necesario que los Estados cumplan con las disposiciones de


los tratados y acuerdos multilaterales existentes con el fin de prevenir y
disminuir la amenaza de las ADM, así como también la concreción de
acciones y/ o medidas por anticipado tales como evaluación de
amenazas y formulación de estrategias de prevención mediante un
eficiente servicio de inteligencia, recolección de datos, establecimientos
de cooperación local e internacional, definición de escenarios, etc.

Los tratados multilaterales claves a tener en cuenta son:

1) el Protocolo de Ginebra de 1925, el cual prohíbe el uso en guerra de


gases asfixiantes, venenosos u otros gases y métodos bacteriológicos
de guerra;
2) el TNP- Tratado de No- Proliferación. 1970; instrumento por
excelencia del tema nuclear (Israel, India y Pakistán nunca lo firmaron;
Corea del Norte se retiró en 2003; e Irán fue declarada transgresora por
su programa de enriquecimiento de uranio);

3) BTWC: Convención sobre la prohibición del desarrollo, producción,


almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y toxinas y
sobre su destrucción. 1975;

4) CWC: Convención sobre la prohibición del desarrollo, producción,


almacenamiento y uso de Armas Químicas y su destrucción. 1997.

Se debe tener en cuenta que en todo tratado y acuerdo multilateral


encontramos países que no lo firman, que lo firman pero que no lo
ratifican, que lo firman con “reservas”, otros que se retiran (caso Corea
del Norte del TNP), etc. También hay otros que lo firman y luego lo violan
(caso Irán), esto se da ya que no hay una autoridad mundial coercitiva
que obligue a los Estados a cumplir con los propósitos de los tratados,
como lo hay al interior de cada Estado; de aquí que el mundo es
anárquico, aunque sí pueden pesar sobre sí sanciones económicas,
embargos, etc., que disponga el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas.

Hay países que al no firmar el acuerdo o tratado, no necesariamente es


porque tienen intenciones bélicas, sino que por alguna disposición
especial se verían afectados en su producción y/o utilización de
tecnología nuclear con fines pacíficos en caso de firmar dichos
acuerdos/ tratados, tal es el caso de Argentina, que ratifica el TNP en
1995, por citar un ejemplo.

Dicho tratado (TNP), suscrito en el marco de las Naciones Unidas en


1968, entra en vigor en 1970 con vigencia indefinida. Desde el punto de
vista de las armas nucleares, clasifica a los países en: potencias
nucleares, que son los que explotaron un artefacto nuclear antes de
enero de 1967 (EEUU, URSS - hoy Rusia-, Reino Unido, Francia y
China), también llamado Club Nuclear; y potencias no nucleares. Fue
revisado en el año 2005.

Los que integran el Club no pueden ni transferir armas o explosivos


nucleares, ni transferir tecnología relativa a otros Estados, pero sí
pueden disponer de la tecnología para fines bélicos. Según el Artículo
VI estos Estados deben con el tiempo reducir sus arsenales, algo que
está siendo violado actualmente. Los que no integran el citado Club no
pueden fabricar armas ni explosivos nucleares, solo pueden acceder al
uso pacifico de la energía nuclear, deben aceptar el régimen de
Salvaguardas del Organismo Internacional de Energía Atómica- OIEA
(régimen de inspecciones), y deben declarar toda actividad nuclear. En
el caso de que decidan ingresar deben necesariamente interrumpir sus
programas y desmantelar sus arsenales y/ o proyectos, como fue el
caso de Sudáfrica.

El TNP cuenta con 188 firmantes y sus principales desafíos son: los
países no firmantes (Israel, India y Pakistán), el retiro de Corea del
Norte, la transgresión de Irán, y la amenaza del terrorismo nuclear.
Respecto al Protocolo de Ginebra, fue abierto a la firma en 1925 y
entrado en vigor en 1928, y concierne sólo a Estados en guerra y no a
guerras civiles. Solo lo firmaron 133, algunos con reservas, y fue violado
en reiteradas ocasiones. Tal es el caso de Irak en la guerra contra Irán
(1984) o en 1988 contra la rebelión kurda. Argentina lo ratifica en 1969.
Lo llamativo es que no condena la fabricación o posesión, sino el uso,
pero si se fabrica se supone que es para ser usado, y he aquí su gran
debilidad. Otra debilidad es que no prevé sanciones.

Fue un documento que demostró por primera vez una verdadera


intención de eliminar todo tipo de armas tóxicas, y a él se le atribuye el
no uso de dichas armas en la Segunda Guerra Mundial. Tuvo enorme
trascendencia política, ya que si bien no tuvo consenso total, dio fuerza
al derecho consuetudinario. En dicho Protocolo se dejó en claro que no
se estaba de acuerdo al Derecho de Réplica, que los gases
lacrimógenos no pueden ser considerados armas de guerra, y se asentó
la necesidad de denuncias e inspecciones. La resolución de 1966 de la
ONU buscó darle la fuerza que había perdido por la Guerra Fría. En los
´80 y luego del fin de la Guerra Fría, las armas químicas proliferaban
cada vez más en las ex naciones soviéticas, en Medio Oriente, etc., y
es por esto que la ONU exigía la sanción de una Convención. Y de aquí
es que nació, en 1993, a la Convención de Armas Químicas (CWC por
su sigla en inglés), entrando en vigor en 1997.

En cuanto al BTWC, conocida con el nombre Convención de Armas


Biológicas y Toxínicas (CABT), es un tratado multilateral cuyo texto
fuera elaborado por la Conferencia del Comité de Desarme. Entró en
vigor el 26 de marzo de 1975.

Argentina firmó su adhesión a la CABT el 1 de agosto de 1972 y la


ratificó el 27 de noviembre de 1979 (Ley 21978). A 2006, los Estados
Partes son 155 y los Firmantes 16.

Esta Convención se elaboró sobre la base del Protocolo de Ginebra de


1925, reafirmando en su preámbulo el propósito de excluir la posibilidad
de que los agentes biológicos y las toxinas pudiesen ser utilizados como
armas, considerándose que su utilización resultaría repugnante para la
conciencia de la humanidad.
Entre las obligaciones que establece la CABT , mencionaremos la más
relevante que es que se prohíbe desarrollar, producir, almacenar o, de
otra forma, adquirir o retener, nunca ni en ninguna circunstancia,
agentes microbianos u otros agentes biológicos, o toxinas, cualquiera
fuera su origen o método de producción, de tipos y cantidades que no
tengan justificación para fines de protección, profilácticos u otros fines
pacíficos, así como armas, equipos o vectores destinados a dispersar
esos agentes o toxinas con fines hostiles o en conflictos armados (hoy
sólo EEUU se reserva el derecho a su almacenamiento, por ejemplo, de
cepas del virus de la viruela).

Asimismo se requiere que cada Estado Parte destruya o desvíe hacia


fines pacíficos todos los agentes biológicos, toxinas, armas y vectores,
que se encuentren en su poder o bajo su jurisdicción o control.

Hasta el momento, la CABT carece de un mecanismo de verificación


vinculante; por lo que resulta fundamental el compromiso asumido por
los Estados Partes de elevar las Medidas de Fomento de la Confianza
Mutua como forma de dar transparencia sobre las actividades y eventos
relacionados con los agentes biológicos, toxinas, brotes de
enfermedades, equipamiento, producción de vacunas, implementación
de la CABT a nivel nacional, etc.

Las actividades vinculadas a esta Convención que se realizan en


CITEFA (Centro de Investigaciones Técnicas de las FFAA) son:

· Participación en las Reuniones de la CABT prestando


asesoramiento técnico a la Delegación Argentina;
· Elaboración de las Medidas de Fomento de la Confianza Mutua;
· Preparación de informes periódicos relacionados con los temas a
ser tratados en las Reuniones internacionales de la CABT (Reuniones
intersesionales y Conferencias de Revisión, etc.);
· Realización de actividades de extensión interna en Instituciones
Académicas, Asociaciones Científicas, Industrias, etc.;
· Asesoramiento técnico a requerimiento, a Organismos del Estado
Nacional y a Organizaciones Internacionales;

Respecto a la CWC, fue puesta a la firma de los Estados Partes el 13


de Enero de 1993 en la ciudad de París.
Argentina es miembro originario del Tratado; ha efectuado su
aprobación legislativa por Ley Nro. 24.534 del 9 de agosto de 1995 y
ratificado ante el Secretario General de las Naciones Unidas, el 02 de
Octubre del mismo año conforme el mecanismo previsto en el articulo
102 de la Carta de las Naciones Unidas.

Ciento ochenta Estados -al mes de octubre de 2006- son Partes del
Instrumento Multilateral de referencia, lo que implica un notorio alcance
global a escala mundial de sus objetivos y propósitos.

La Convención ha entrado en vigor definitivamente en el mes de abril


de 1997, juntamente con la creación de la Organización Para la
Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), la cual tiene su sede en la
ciudad de la Haya - Reino de los Países Bajos. Asimismo, los Estados
Partes se comprometen a crear una Autoridad Nacional, la cual
funcionará como nexo del organismo internacional y se encarga de
implementar el tratado de la referencia en el orden nacional. En nuestro
país la Autoridad Nacional fue creada por el Decreto Nro.920/97 y se
encuentra constituida en el ámbito del Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto, a través de un sistema de
comisión interministerial.

El sistema instaurado por la Convención establece una serie de


declaraciones iniciales y posteriormente anuales que deberán efectuar
los Estados Partes en relación a la no producción ni almacenamiento ni
transferencia ni empleo de armas químicas y sus precursores.

Luego de la etapa de la declaración de los Estados Partes, viene la


etapa de inspección o verificación. Para ello, un grupo de inspectores
'multinacionales' efectúan las inspecciones rutinarias para constatar el
cumplimiento de aquél, con lo establecido por el Tratado en cuestión.

Se podrían distinguir dos tipos de inspección, una voluntaria o 'rutinaria'


como la que ya hemos destacado y otra compulsiva, a través de los
mecanismos de la inspección por denuncia -de un Estado Parte a otro
Estado/s Partes- y del alegato de uso de armas químicas, es decir
cuando un Estado Parte acusa a otro de haber utilizado contra él armas
Químicas.
Nuestro país ha recibido una serie de inspecciones rutinarias a
industrias químicas privadas en el territorio nacional, las cuales se han
llevado a cabo con éxito y se han tomado como ejemplo para otros
países de la región y de otras partes del globo.

Otros tratados y acuerdos multilaterales a tener en cuenta son:

1) Conferencia de La Haya, 1899, prohibió el uso de proyectiles con


gases asfixiantes o deletéreos, adhirieron veintisiete Estados. (EEUU y
Gran Bretaña no adhirieron);
2) el Tratado de Versailles, 1919, prohibía a los vencidos el uso,
fabricación e importación de gases asfixiantes, venenosos, etc. Luego
de la Primera Guerra Mundial hubo una serie de tratados
internacionales que prohibían el uso, fabricación e importación de armas
químicas;
3) el Tratado de Washington de 1922, el cual prohíbe el uso de gases.
Fue una inspiración para el Protocolo de Ginebra de 1925;
4) resolución de la Conferencia General del Desarme de 1932, la cual
prohibía la guerra química o bacteriológica;
5) el PTBT, Partial Test Ban Treaty, 1963, el cual prohíbe los test
atmosféricos, pero continúan los subterráneos;
6) CTBT, Comprehensive Test Ban Treaty, 1996, que prohíbe todo tipo
de tests salvo los simulados por computadora y los que no conducen a
explosiones nucleares (los que utilizan masa subcrítica, que se vienen
dando desde la década de los ´90).

Mencionamos también los acuerdos multilaterales para el control de las


exportaciones, a saber:

1) NSG. Grupo de exportadores nucleares. Control de exportaciones de


materiales nucleares, equipo y tecnología. 1970;
2) el Comité de exportaciones del TNP. Los miembros del tratado
diseñan el primer sistema de control de exportaciones nucleares. 1971;
3) el Grupo Australia. Es un acuerdo informal y voluntario de control de
exportaciones, a través del cual, los países miembros coordinan sus
sistemas nacionales de control para limitar la provisión de precursores
químicos, agentes biológicos, equipamiento y tecnologías a países o a
actores no estatales sospechados de perseguir el desarrollo de
capacidades en las áreas de armas químicas y biológicas.
Este Grupo surge en 1984 como reacción a las conclusiones arribadas
por una comisión investigadora especial de Naciones Unidas en
respuesta a la denuncia de la República Islámica de Irán, quien informó
que Irak había utilizado armas químicas en la guerra entre Irak e Irán.
En consecuencia, un grupo de países, liderado por Australia, estableció
medidas relativas al control de exportaciones que en un principio sólo
fue de precursores químicos, con el fin de controlar las exportaciones
provenientes de empresas occidentales.

Mediante reuniones anuales que se realizan en París, el Grupo Australia


evalúa y recomienda medidas de licenciamiento de nuevos productos
sujetos a control así como medidas de cooperación e intercambio de
información entre sus miembros con el fin de evitar la proliferación tanto
de armas químicas como de biológicas. En la actualidad, este Grupo se
compone de 39 países y la Comisión Europea. La Argentina ingresó en
1994 y por el momento, es el único miembro de América latina.

Las actividades que realiza CITEFA con respecto a este Grupo son:
modificar los listados del Decreto 603/92 (Anexo B) en base a las
actualizaciones que se realicen de las listas de control en las reuniones
plenarias del Grupo, prestar asesoramiento técnico a requerimiento a
Organismos del Estado Nacional y a Organizaciones Internacionales,
realizar actividades de extensión interna en Instituciones Académicas,
Asociaciones Científicas, Industrias sobre los principios y actividades
del Grupo, etc.;

4) MTCR. Control en la proliferación de misiles y vehículos capaces de


llevar ADM. Abierto a la firma desde 1987 y entrado en vigor en 1997.
Su objetivo es limitar la diseminación de misiles balísticos y otros
sistemas no tripulados que puedan ser usados para ataques químicos,
biológicos o nucleares. Tampoco es un tratado formal ni un acuerdo
vinculante, sino que es voluntario. Aconseja a sus miembros no exportar
misiles con un alcance mayor a los 300 Km. o una carga mayor de 500
Kg., o aquellos que puedan transportar ADM. Argentina lo firma en 1993
y pone fin a su programa Cóndor II.
La República Argentina participa en todos ellos.

· Como la gran mayoría de los tratados y acuerdos no hacen


mención a los actores no estatales, luego del 11/S se hace más hincapié
en estos, detectando amenazas y controlando de modo cooperativo a
dichos actores (organizaciones privadas, terrorismo, narcotráfico y
crimen organizado). Evolución anti- proliferación post-11/S:

1) PSI. Proliferation Security Initiative, que busca fortalecer los controles


existentes interceptando transferencias y embarques sospechosos
utilizando las FFAA y con gran importancia de la inteligencia, a la vez
que promueve los ejercicios conjuntos para tal fin. 2003 (Argentina da
su aval en 2005);

2) Resolución 1540 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas:

La misma fue aprobada por el Consejo de Seguridad en su 4956 a


sesión, celebrada el 28 de abril de 2004. Fue la primera vez que el
Consejo de Seguridad calificó, bajo el Capítulo VII de las Naciones
Unidas, que la proliferación de las armas nucleares, químicas y
biológicas, así como de sus sistemas vectores, constituye una amenaza
a la paz y la seguridad internacionales.

Uno de los principales objetivos de la Resolución es el de completar los


vacíos legales de los Tratados internacionales respecto a actores no
estatales en relación a las armas de destrucción masiva y sus vectores,
de manera de evitar que ciertos grupos o entidades no dependientes de
gobierno alguno, puedan desarrollar, producir, poseer, adquirir, usar
este tipo de armas. También fija como propósito el prevenir el tráfico
ilegal de este tipo de armas y materiales relacionados, así como
incrementar la capacidad de todos los Estados para responder
eficientemente a las amenazas de la proliferación de armas de
destrucción masiva.

Para lograr dichos objetivos la Resolución fija una serie de obligaciones


para los Estados, como por ejemplo elaborar el soporte legal sobre las
prohibiciones, asegurando la adopción de medidas administrativas y de
una adecuada y efectiva legislación, de acuerdo al marco legal de cada
país, ya que los actos de incumplimiento a esta Resolución serán
penalizados.

Asimismo se tendrán en cuenta los controles internos respecto a la


seguridad y protección física, control limítrofe, control de exportaciones,
reexportaciones, tránsito, etc.
Esta Resolución promueve el diálogo y la cooperación entre los
Estados, promueve y ayuda a la implementación de tratados
internacionales existentes relativos a las armas de destrucción masiva.

Actividades vinculadas a esta Resolución que se realizan en CITEFA:

· Colaboración con la Dirección de Seguridad Internacional,


Asuntos Nucleares y Espaciales (DIGAN) en la preparación de los
informes a ser elevados al Comité 1540 de las Naciones Unidas;
· Participación en las reuniones como organismo técnico asesor;
· Asesoramiento técnico a requerimiento, a Organismos del Estado
Nacional y a Organizaciones Internacionales.

3) En cuanto al terrorismo (cuya motivación es el fundamentalismo


religioso y sus fines son el impacto mediático, el terror, la erosión
económica, el aumento del prestigio propio, etc.), se ha diseñado en el
año 2005 en el marco de la ONU la Convention for the Supresión of Acts
of Nuclear Terrorism para enfrentar dicha amenaza, tanto nuclear como
radiológica. Las partes se obligan a adoptar las medidas pertinentes
para la protección de materiales nucleares y radiactivos y sus
instalaciones. También está en debate la Comprehensive Convention of
International Terrorism, la cual busca estándares internacionales para
enfrentar la amenaza y obligaría a las partes a cooperar y castigar los
actos terroristas.

· Otros tratados regionales y zonas libres de armas nucleares son:

1) Tratado Antártico, 1959; 2) Tratado de Tlatelolco de 1967 en América


Latina (Argentina lo ratifica en 1993); 3) Tratado de Rarotonga, 1985,
Pacífico sur; 4) Tratado de Bangkok, 1995, Sudeste asiático; y 5)
Tratado de Pelindaba, 1996, África.

Estos tratados regionales obligan, por igual, a los Estados no


poseedores de armamento nuclear a someterse a inspecciones de la
Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) en los procesos
de tratamiento de combustible nuclear, para asegurar así el correcto
cumplimiento de los mismos.

En junio de 2007 se llevó a cabo la Conferencia Internacional de No-


Proliferación en el Ronald Reagan International Trade Center en
Washington DC. con el fin de intercambiar ideas sobre los temas más
urgentes de No-Proliferación. Atrajo a aproximadamente 800 agentes
de gobiernos, tales como Margaret Beckett, expertos, técnicos,
académicos, etc. de todo el mundo. Entre los temas tratados, es
interesante recalcar la disertación de George Perkovich, la cual recalca
la necesidad de una mayor negociación pública y privada entre las
partes estadounidense e iraní para lograr una solución al problema del
plan nuclear iraní, así como también recalca la escasez de incentivos
ofrecidos a la parte iraní. También menciona la necesidad urgente de
persuadir a Israel, India y Pakistán a que acepten las obligaciones del
TNP, y que el estado del Tratado entre EEUU y la India sobre
cooperación nuclear es incierto y hace más daño que bien al régimen
de no proliferación.

Con todas las iniciativas mencionadas, hacia mediados de la década de


los noventa, todo el hemisferio sur se convertiría en una gran zona libre
de armas nucleares, reduciéndose así los riesgos de proliferación
nuclear en el mundo.

Entre Argentina y Brasil existe un Acuerdo para el uso exclusivamente


pacífico de la Energía Nuclear, por el que se establece el sistema común
de contabilidad y control de materiales nucleares (Acuerdo SCCC),
suscripto en Guadalajara el 18 de julio de 1991 y aprobado por Ley
24046, sancionada el 5 de diciembre de 1991 y promulgada el 11 de
diciembre de 1991, así como también el Protocolo Adicional sobre
privilegios e inmunidades al Acuerdo para el uso exclusivamente
pacífico de la Energía Nuclear. Cabe mencionar que el proyecto del
submarino a propulsión nuclear de la Armada brasileña no va en
contraposición a este Acuerdo, según lo dispone el Artículo 3º: “Nada
de lo dispuesto en el presente acuerdo limitará el derecho de las partes
a usar la energía nuclear para la propulsión u operación de cualquier
tipo de vehículo, incluyendo submarinos, ya que ambas son
aplicaciones pacíficas de la energía nuclear”.

Existe también otro Acuerdo entre ambos países, la Agencia Brasileño-


Argentina de Contabilidad y Control de materiales nucleares (ABACC)
y el OIEA para la aplicación de salvaguardias, suscripto en Viena el 13
de diciembre de 1991 y aprobado por Ley 24113, sancionada el 5 de
agosto de 1992 y promulgada el 27 de agosto de 1992.
Otro Acuerdo bilateral, para la cooperación en los usos pacíficos de la
Energía Nuclear, de que dispone la Argentina, es con Australia y con
EEUU, el primero suscripto en Canberra, el 8 de agosto de 2001 y
aprobado por Ley 26014, sancionada el 16 de diciembre de 2004 y
promulgada el 10 de enero de 2005. Dicho Acuerdo es una cooperación
basada en diversas áreas tales como la investigación, el desarrollo, la
medicina nuclear, intercambio de expertos. Este Acuerdo no prohíbe el
uso de la energía nuclear para el uso militar indirecto, como la energía
eléctrica para el uso de bases militares proveniente de una red de
energía civil, o la producción de radioisótopos que puedan ser utilizados
posteriormente para diagnósticos en un hospital militar, según su
Artículo 4º, Inciso c). El segundo, con EEUU, fue suscripto en Buenos
Aires, el 29 de febrero de 1996 y aprobado por Ley 24862, sancionada
el 13 de agosto de 1997 y promulgada el 10 de septiembre de 1997.

En el caso argentino cabe destacar los trabajos realizados por la CNEA


(Comisión Nacional de Energía Atómica), con un gran prestigio a nivel
internacional, cuya misión es:
· Asesorar al Poder Ejecutivo en la definición de la política nuclear;
· Promover la formación de recursos humanos de alta
especialización y el desarrollo de ciencia y tecnología en materia
nuclear;
· Desarrollar, construir y operar reactores nucleares
experimentales;
· Efectuar el desarrollo de materiales y procesos de fabricación de
elementos combustibles para su aplicación en ciclos avanzados;
· Ejercer la responsabilidad de la gestión de los residuos radiactivos
cumpliendo las funciones que le asigna la Ley 25.018;
· Desarrollar aplicaciones de radioisótopos y radiaciones en
biología, medicina e industria;
· Implementar programas de investigación básica y aplicada en las
ciencias base de la tecnología nuclear;
· Determinar la forma de retiro de servicio de centrales de
generación nucleoeléctrica y de toda otra instalación radiactiva
relevante;
· Efectuar la prospección de minerales de uso nuclear.

Las empresas e instituciones asociadas a la CNEA por vínculos de


distinto tipo son las siguientes: Combustibles Nucleares Argentinos S.
A., Fábrica Aleaciones Especiales S.A., INVAP S.E., Empresa
Neuquina de Servicios de Ingeniería S.E., DIOXITEK S.A., Polo
Tecnológico Constituyentes S.A., Fundación Escuela de Medicina
Nuclear, Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear.

En agosto de 1994 la CNEA fue dividida en tres organizaciones


independientes: una de ellas retuvo la denominación original, Comisión
Nacional de Energía Atómica, y se mantiene dentro del sector público.
Sus actividades actuales están ligadas a la investigación y el desarrollo,
al ciclo de combustible nuclear, a los radioisótopos y las fuentes de
radiación y a la capacitación especializada en temas del área nuclear.
La segunda de las organizaciones, denominada Nucleoeléctrica
Argentina S.A. (NASA), es la empresa a cargo de la operación de las
centrales nucleares argentinas, y se constituyó con el sector de la
anterior Comisión Nacional de Energía Atómica que se encargaba de la
operación de las centrales nucleares y con la Empresa Nuclear
Argentina de Centrales Eléctricas (ENACE), arquitecto-ingeniero de la
central nuclear Atucha II. La tercera, Autoridad Regulatoria Nuclear
(ARN), está constituida por el sector de la CNEA que se encargaba de
la actividad regulatoria desde 1958. Es una entidad autárquica en
jurisdicción de la Presidencia de la Nación, y tiene la función de regular
y fiscalizar la actividad nuclear en todo lo referente a los temas de
seguridad radiológica y nuclear, protección física y fiscalización del uso
de materiales nucleares, licenciamiento y fiscalización de instalaciones
nucleares y salvaguardias internacionales. Debe asimismo asesorar al
Poder Ejecutivo Nacional en las materias de su competencia.

También podemos señalar el trabajo de CITEFA en asociación a


múltiples agencias y compañías tanto públicas como del ámbito privado,
todas las cuales se limitan a los tratados y acuerdos internacionales
establecidos previamente para la realización de sus objetivos. Por otro
lado, el Estado Nacional trabaja conjuntamente con los mencionados
organismos, organismos internacionales como la OIEA, con Ministerios
como los de Defensa y Relaciones Exteriores, mediante Decretos y
Resoluciones, etc. También cabe señalar la importancia de INVAP en
cuanto al diseñado y fabricación de reactores nucleares que han sido
exportados a Egipto, Australia y Argelia, entre otros.

Por último, como ya mencionamos en otro apartado, el problema de la


proliferación es un tema de preocupación para todas las naciones del
mundo, y es por esto que la República Argentina no debe quedar al
margen, por lo que se hace necesario tomar medidas tales como: inclui

Por Lorenzo Hernández-Abad González (Pronunciada en la sede de la Agrupación


Canaria de las Milicias Universitarias, Santa Cruz de Tenerife, el día 11 de junio de 2012)

Introducción

Hace algún tiempo preparé una charla a modo de presentación de una exposición de
armas que se montó en el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz, aprovechando la magnífica
colección del propio Museo. La exposición se inauguró el 28 de febrero de 2002 con aquella
charla, previéndose su clausura el día 26 de abril; pero, como el hombre propone y Dios
dispone, el día 1 de marzo cayó un terrible aguacero en Santa Cruz, las salas del Museo se
anegaron y se acabó la exposición. He aprovechado el cartel de aquella exposición
compuesto por dos armas magníficas del Museo de Bellas Artes: una espada de lazo
española forjada en Toledo hacia 1600 (Nota 1) y una pistola de percusión y de antecarga,
calibre 12 mm, fabricada en Francia hacia 1845 (2).

Como aquella charla se concibió para mostrar la colección de armas del Museo,
compuesta por las del legado de D. Arturo López de Vergara y Albertos, y otras donadas por
particulares e instituciones e incluso algunas, botín de guerra (depositadas en el Museo
Histórico Militar de Almeida) relacionadas con la Gesta del 25 de julio de 1797, cuando el
pueblo de Tenerife al mando del General Gutiérrez, entonces Comandante General de estas
Islas Canarias, tuvo una sonada victoria sobre las tropas del Contraalmirante Nelson,
ganando así, para Santa Cruz, el título de Muy Leal, Noble e Invicta Villa de Santa Cruz de
Santiago y su Escudo de Armas. Y como no disponemos ahora de ninguna de aquellas piezas,
creí conveniente reorganizar esta charla, apoyándola en una presentación en la que veremos
algunas diapositivas de aquella, realizadas por el estupendo fotógrafo y mejor amigo don
Manuel Díaz Febles y otras más, mías, no tan buenas.

Hoy, como en aquella ocasión, hablaré de armas, de su historia y desarrollo desde sus
inicios hasta finales del siglo XIX.

Como no soy conferenciante, les pido disculpas por adelantado por mi atrevimiento al
ponerme ante ustedes, pero a pesar de ello, como, empujado por una afición impenitente
llevo mucho tiempo estudiando todo lo que cae en mis manos referente a este tema, es posible
que no los aburra demasiado.

Y, para hablar de armas, empezaremos preguntándonos ...

¿Qué son las armas?

Las armas son todos aquellos instrumentos, medios o máquinas que sirven para atacar
o para defenderse.

La voz arma procede del latín, “armus, arma, armi”, que significa brazo y arma, como
sucede con la palabra inglesa arm. Se comprende, efectivamente, que la primera idea de
arma se confundiese con la de brazo supletorio o prolongación del propio brazo del que la
usaba.

¿Cómo surgieron las armas, por qué existen y cómo han influido en la Historia de la
Humanidad?

Nacieron de la necesidad que tuvieron nuestros más remotos antepasados de


protegerse de los ataques de los animales y de los de sus propios semejantes y de la de
atacarlos, a su vez. No me cabe duda de que las armas, hoy tan desacreditadas y la creación
del fuego a voluntad, fueron los instrumentos más importantes de la historia del hombre.
Sin las armas, el primitivo hombre fitófago no hubiese podido pasar a la superior
categoría de cazador (en vez de la de presa, como era antes). Y, como el régimen de vida
que llevaban les obligaba a ingerir gran cantidad de plantas, que tenían que comer crudas
como las piezas que cazaban, sus digestiones eran casi siempre muy penosas; cuando
supieron encender el fuego a voluntad y manipular sus alimentos por asado o cocción
aprovechando la calidad nutritiva de los vegetales y de las carnes frescas de caza,
ablandándolas y eliminando materias más o menos tóxicas, consiguieron mejorar su vida
material e intelectual, impulsándose a la perfección.

Así pues, las armas, que hicieron posible la caza, y el crear el fuego a voluntad, fueron
los mayores descubrimientos o logros de la Prehistoria y el origen de la técnica y de la
civilización, en un lentísimo proceso que duró miles de años. Lo cierto es que con las armas
el hombre se hizo cazador y adquirió seguridad y confianza en sus propias fuerzas físicas e
intelectuales. Empezó a ser “el Rey de la Creación”, como se decía en los viejos textos de
historia natural. Y así pudo entrar en la más remota y básica de las culturas, en la de los
cazadores.
Gracias a sus armas de piedra, hueso y madera, el hombre pudo hacer frente a los
animales, perseguirlos, cazarlos, domesticarlos y aprovecharse de su carne para tener una
alimentación mejor; de sus pieles para abrigo y cobijo; de los dientes, nervios, pelos y huesos
de sus presas para construir nuevos instrumentos que mejoraron sus condiciones de vida,
dando cierta estabilidad a aquellas primitivas instituciones sociales.

De la caza pasó el hombre al pastoreo, capturando a los animales y domesticándolos,


evitando así tener que realizar los peligrosos esfuerzos que representaba cada cacería y
sacando de esa riqueza, (que fue la primera riqueza del hombre), los productos que no podía
obtener de los animales libres o muertos en la caza, como la leche y sus derivados, y así
surgió el primer oficio estable, el de pastor. Las armas defendieron los primeros apriscos de
los ataques de las fieras y de los latrocinios de los cuatreros. Por tanto, cabe señalar que el
primer delito social de la humanidad fue ese, el apoderarse del ganado cazado o
domesticado por otros. Por eso, las primeras leyes que rigieron entre los hombres fueron las
que regulaban la caza y la ganadería y el primer derecho individual reconocido fue el de
fabricar y portar armas que defendiesen a la persona, a la familia y a la sociedad que estaba
naciendo. Como consecuencia de lo anterior se llegó al tercer estadio de progreso, al
agrícola, que es a los frutos vegetales lo que la ganadería a la caza, consiguiendo cosechar
los frutos antes de que los ofreciese libremente la naturaleza. La vida agrícola no habría
sido posible sin las armas que defendían los sembrados, los apriscos y los establos.

Así surgieron la guerra y el guerrero. El remoto hombrecillo que comía hierbas y


semillas, e incluso el posterior cazador que espantaba y despeñaba rumiantes no tenía más
opción que ser guerrero o sostener guerreros a su costa para poder sobrevivir como
ganadero o como agricultor, es decir, como homo sapiens en marcha hacia un
perfeccionamiento individual y social. Esto ocurrió desde los tiempos lejanos de la
prehistoria, por lo menos desde la etapa magdaleniense del paleolítico superior, en que el
hombre se vio obligado a ejercer esta función pacífico-laboriosa y guerrera, que miles de
años después quedaría fijada en una lapidaria frase latina: "Una manu sua faciebat opus et
altera tenebat gladium." (3) ; es decir, una mano para la obra creadora del progreso y otra
para empuñar el arma que lo defendía...

Esto es en esencia lo que recoge la concepción de la Universitas cristiano-aquiniana


medieval: el orador, el labrador y el defensor, y el verso calderoniano de no hubiera capitán
si no hubiera labrador (4) , y el inmortal discurso de las armas y las letras de nuestro señor
don Quijote: … “dicen las letras, que sin ellas no se podrían sustentar las armas”… a esto
responden las armas que “las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se
defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los
caminos, se despejan los mares de corsarios,” (5) …

Esta disputa entre las armas y las letras es muy antigua. "¿Arma cedat toga" (como
decía Cicerón) o "Toga cedat arma" (como dijo D. Quijote, que según el Hidalgo, Cicerón
no supo lo que dijo)? Imposible inclinar totalmente la balanza a uno de los lados. Sin las
leyes que dan normas morales superiores que sujetan, las armas no serían más que fuerza
material, instrumento de anarquía, barbarie y atropellos. Ya se dijo en versos clásicos que:

"… quienes no marchan conforme // a obediencia y sujeción, // no son soldados,


que son // bandidos con uniforme." (6)

Pero, no es menos cierto que sin las armas que imponen y hacen respetar las leyes,
aún las más morales y sabias sólo serían principios teóricos, y los jueces títeres que servirían
de escarnio y mofa, por lo que los atropellos y la anarquía proliferarían por todo el mundo.
Un refrán de los tiempos de los Reyes Católicos, refiriéndose a los miembros de la Santa
Hermandad, decía:

"Juez sin cuadrillero // y hambre sin pan, // más quitan que dan.

De lo anterior se deduce que las armas y las letras han sido siempre interdependientes
y, hay que considerar que, como decía el Marqués de Santillana: "la ciencia no embota el
fierro de la lanza nin face floxa la espada en la mano del cavallero." (7)

Clasificación de las armas según su naturaleza y su función.

Como consecuencia de la definición de arma, nos encontramos con que las armas
pueden ser naturales y artificiales; son naturales las que se encuentran directamente en la
naturaleza: los brazos y los dientes, la piedra y el palo, -también era natural la primera
arma que usó el hombre contra un semejante, la quijada de un asno que empleó Caín contra
Abel- y artificiales cuando se modifican o elaboran: la piedra deja de ser un arma natural y
pasa a ser artificial (de tiro), cuando se hace uso de la honda o de la "tiradera" (en nuestro
vocabulario vernáculo), tirador o tirachinas (en el de otras partes de España) para lanzarla,
y el palo, también, deja de ser un arma natural cuando se aguza para convertirlo en arma
de punta.

En cuanto a su función y al objeto para el que vayan a emplearse, las armas pueden
ser ofensivas o defensivas, pero la cosa no es tan sencilla, las modalidades no están
perfectamente definidas porque un arma no es nunca completamente ofensiva o
completamente defensiva; una pistola, por ejemplo, se puede llevar para defenderse de una
agresión o para agredir a otra persona, un sable puede servir no solo para atacar, sino
también para defenderse de los golpes dados por un atacante, e incluso un escudo (que es
un arma defensiva por naturaleza) puede servir para golpear a un adversario, convirtiéndolo
así en un arma ofensiva.

Además de las anteriores clasificaciones se contemplan, con valor exclusivamente


arqueológico, la de las máquinas de guerra de la antigüedad, como los ARIETES y las
TORRES DE ASALTO, los CARROS FALCADOS (que llevaban hoces en las puntas de los
ejes), las CATAPULTAS, etc...
Y entre los segundos, (que son los movidos por animales que servían para combatir), las
TORRES DE ASALTO (unas móviles y otras construidas in situ, etc.

Armas ofensivas.

Decimos que son todas aquellas que sirven para causar daño al adversario, desde la
piedra y el palo hasta las más complejas armas modernas; son las destinadas a herir o a
demoler. Pueden ser: ARMAS DE MANO, ARROJADIZAS Y DE PROYECCIÓN y entre estas
últimas, ARMAS DE TIRO y ARMAS DE FUEGO.

Llamamos ARMAS DE MANO a las que hieren sin separarse de quien las maneja,
sirven para la lucha cuerpo a cuerpo y actúan como defensivas cuando permiten parar el
golpe. Cuando son de acero, las llamamos armas blancas. Entre ellas están la espada, el
sable, puñal, daga, lanza, alabarda…

Son ARMAS ARROJADIZAS las que arrojadas por el que las lanza, hieren
directamente; son al mismo tiempo arma y proyectil. No son nunca defensivas y sirven para
el combate a corta distancia. Las granadas de mano empleadas en la defensiva adquieren
un carácter esencialmente ofensivo porque su radio de acción es mucho mayor que el de las
ofensivas.

Llamamos ARMAS DE PROYECCIÓN a las que lanzan un elemento mortífero que


hiere al blanco; el medio lanzador, mal llamado arma, y el proyectil son distintos y permiten
el combate a mayores distancias, siempre variables en función del medio de lanzamiento.
Estas armas se clasifican a su vez en ARMAS DE TIRO y ARMAS DE FUEGO.

ARMAS DE TIRO si no emplean la pólvora -catapulta, arco, ballesta, honda,…- y...


ARMAS DE FUEGO, si usan la pólvora como elemento propulsor, agrupándose en
armas portátiles y pesadas o Artillería propiamente dicha.

Entre las ARMAS DEFENSIVAS o protectoras podemos considerar: Los vestidos de


guerra (cotas de malla, armaduras, cascos, etc.) y los elementos complementarios que suelen
incluirse en el material de guerra, como escudos de tipo individual (rodelas y otros) y
blindajes colectivos, además de todos los demás medios que tengan un carácter
esencialmente protector.

Armas de fuego

Nada mejor que usar una imagen de nuestro querido cañón Tigre, aún en los sótanos
de la Plaza de España, para empezar a hablar de las armas de fuego, que son las de
proyección que aprovechan la fuerza expansiva de los gases de la pólvora para lanzar a
cierta distancia (que depende del medio de lanzamiento y de la clase y cantidad de pólvora),
un proyectil que puede realizar una acción mecánica.

El desarrollo de las armas de fuego fue muy lento al principio y más rápido a medida
que cada invento o descubrimiento fue una especie de escalón para alcanzar mayores logros.
Desde que el hombre, después de una larga serie de descubrimientos pudo disponer de la
pólvora hasta que se generalizó el uso de las armas de fuego, pasaron más de tres siglos.

La pólvora: Antes de comenzar a exponer cuales fueron las primeras armas de fuego y la
forma en que empezaron a usarse, conviene que digamos unas palabras sobre el agente
destructor, que con su aparición causó una revolución en el arte militar y una honda
transformación en la vida de los pueblos, hasta tal punto que hay autores que consideran
que la historia del mundo es la historia de la guerra, y al revés, ya que los avances de la
ciencia y los del armamento han ido siempre a la misma velocidad, y así, como desde las
hachas de piedra hasta la guerra de las galaxias, todos los inventos y adelantos que ha hecho
la ciencia han tenido su aplicación inmediata en la guerra, muchos que nacieron para la
guerra se han aplicado a otros usos. A este respecto, hay que reconocer que el progreso ha
sido muchas veces impulsado por la guerra y por el arte militar, y que la civilización ha
necesitado del uno y de la otra para extenderse por el mundo.

Aunque la pólvora y la artillería llevaban ya cerca de dos siglos de uso, hasta mediado
el siglo XVI no se empezó a escribir algo sobre la pólvora y sus aplicaciones. Las
comunicaciones entre los pueblos eran difíciles, y más aún con los de Oriente, por lo que la
fantasía y los relatos más o menos verídicos de los viajeros de Asia dieron origen a hipótesis
absurdas e inverosímiles; además, en los siglos XVI y XVII había una lamentable tendencia
a reputar los adelantos científicos, sobre todo los que tenían alguna relación con la química
como “arte diabólica o de hechicería” y a atribuir su origen a los pueblos de Oriente,
especialmente a los árabes y a los chinos, país este, envuelto entonces casi en el misterio por
su lejanía y aislamiento.

En el Tratado de Artillería, del Capitán Diego de Ufano (8) , publicado en Bruselas en


1613, y, según él, por referencias de los misioneros en China, se atribuye a este país no sólo
el invento de la pólvora, sino el uso de la Artillería bastante perfeccionada el año 85 antes
de la era cristiana, cuando un emperador llamado Vitey la empleó contra los tártaros. El
Capitán Diego de Álava afirmaba en 1590 que Arquímedes la empleó en el sitio de Siracusa
el año 212 a. C. para destruir las naves romanas, pero, parece demostrado que los aparatos
que empleó fueron espejos ustorios, (que eran unos reflectores muy potentes que
concentraban la luz y el calor del sol) y que no empleó pólvora ni ninguna mezcla
incendiaria. Pero Álava no para ahí, sino que dejándose influir por el espíritu de su época
dice que no se puede precisar bien quien fue el inventor de la pólvora porque “no se puede
atribuir este modo de ofender a ingenio de hombres ni que su origen sea fruto de ninguna
ciencia, como lo son otras invenciones admirables, sino traza y artificio infernal, imaginada
para la mayor ofensa y daño de cuantas pudieron salir del infierno por diferentes caminos
para abreviar nuestras vidas,” y algo más adelante, dice que “el emperador de la China Vitey,
empleó este modo de combatir a los tártaros con ayuda del demonio, con quien tenía
particular trato, como constó en los grandes hechizos y otras obras de mucho espanto que
hacía”.

No encontré ninguna ilustración china, pero este grabado de 1598, que representa al
fraile Berthold Schwarz mientras inventaba la pólvora con ayuda del demonio, en su
monasterio de San Martín en Frigburgo, puede ayudar a entender lo que digo.
Lo anterior, unido a que las referencias de los primeros navegantes portugueses que
llegaron a las costas de China, hablan “del espanto que ocasionaba en los chinos el
estampido de la artillería” -cosa rara si hiciese 17 siglos que la conocían- y que el célebre
navegante veneciano Marco Polo que visitó la China entre el año 1270 y el 1300, donde
vivió algún tiempo retenido por el emperador, no nos dice nada de la artillería, invento que
habría causado su admiración, sobre todo en aquella época en que tuvieron lugar las
invasiones de los tártaros y los intentos frustrados de desembarcar en el Japón. Además, hay
que reseñar que Marco Polo describe minuciosamente las fortificaciones de Pekín, sin
mencionar piezas de artillería ni nada que se le parezca.

Descartadas todas las versiones más o menos fantásticas que he referido y otras
muchas que he omitido, lo más verosímil es que el invento de la pólvora haya sido el fruto
de estudios y experiencias realizadas con las mezclas incendiarias que se usaron a partir del
siglo VII, de entre las que la más extendida fue el fuego griego. (9)

Lo que explica todo este lío es que las investigaciones para determinar la fecha de la
invención de la pólvora se realizaron en una época muy posterior a la de su descubrimiento;
las armas de fuego de entonces no tenían la importancia de las de hoy, ni ninguna ventaja
sobre las máquinas balísticas, por lo que nadie pensó ni a nadie se le ocurrió que, andando
el tiempo, aquellos artefactos casi despreciables, llegarían a ser la “Ultima Ratio Regis”, «la
última razón de los reyes».

La extraordinaria importancia que fue adquiriendo la Artillería, hizo que muchos se


interesasen por su origen y dieran por buenas todas las noticias y documentos que caían en
sus manos, sin preocuparse demasiado de la seguridad de sus fuentes. Así empezó una
especie de carrera en la que cada uno buscaba para sí mismo la gloria de haber sido el
primero en descubrir algo tan importante. De aquí nacieron los nombres de Bacon, Marcus-
Græcus, Alberto el Grande, el ya citado Bertholdo Schwartz, los chinos, los árabes, etc., que
durante muchos años han alternado como inventores de la pólvora.

Como la discusión sobre las razones que avalaban a cada uno se sale de los límites de
esta charla, nos basta decir que lo más probable es que la empezaran a usar los árabes
después de 1225, que es cuando se tuvieron las primeras noticias del salitre, que importaban
a través de Mongolia bajo el nombre de "nieve de China". Los árabes usaron esta sustancia,
que hoy se conoce como nitrato potásico, como ingrediente de sus mixtos incendiarios desde
mediados del s. XIII sin que conociesen ni utilizasen su fuerza impulsiva. En principio, desde
entonces existe la pólvora negra, pues se mezclaban las mismas sustancias que la componen
(nitrato potásico, carbón y azufre), aunque sólo la emplearan como mixto incendiario.

Aunque esta pintura de Goya corresponde al siglo XIX y no a la época de que hablamos,
no he podido resistir la tentación de incluir la “Fabricación de pólvora en la sierra de
Tardienta”, cuadro de Goya que está en la Casita del Príncipe, en El Escorial, y que con “la
fundición de balas”, que veremos más adelante, refleja el espíritu que reinaba entre los
españoles durante la guerra de la independencia.

La primera arma de fuego que se conoce provino de una especie de lanza


llamada medfaa, de la que tomó el nombre: se ahuecó el asta de la lanza, que era de hierro,
y en su interior se colocaba una pequeña cantidad de pólvora, que se atacaba con un taco
de madera; delante se colocaba una flecha que llamaban bondoc, y que en castellano se
llamó después bodoque y viratón, que son los mismos nombres de las armas arrojadizas que
se lanzaban con las ballestas; también empezaron a usar balas esféricas de plomo y de hierro
en el medfaa.

A partir de aquí, aparecen como fechas más probables en el uso de la artillería las
siguientes: sitio de Baza en 1312 por el Sultán de Granada, (del que en las crónicas árabes
se habla de globos lanzados con fuego), el ataque a Alicante en 1331 y los sitios de Tarifa
en 1340 y de Algeciras en 1342; en éste dice la crónica cristiana de Alfonso XI que los árabes
lanzaban "pellas de fierro con truenos de fuego" y que causaban muchas víctimas en el
ejército sitiador, y, que adherido a esas pellas venía el polvo con el que las lanzaban que
hacía que las heridas fueran imposibles de curar. En las crónicas se ve que las piezas usadas
en Algeciras eran una transformación del antiguo medfaa o cañón de mano, al que se le
había aumentado el calibre y la longitud de ánima, y por tanto la potencia y el alcance, pues
las primitivas culebrinas y cañones de mano tenían muy poco alcance y algunos autores
afirman que sólo servían para asustar a los caballos y que no producían efecto si no eran
disparados a boca de jarro. Está probado por muchas referencias que incluso en el siglo
XVI los pequeños cañones y culebrinas de mano tenían menos alcance y menos precisión en
el tiro que las ballestas; las armas de fuego se encontraban en ciernes y los arcos y ballestas
habían llegado a su mayor perfección, y los que las manejaban, a una destreza equivalente;
un autor inglés cita el caso de que el arquero debía disparar 12 flechas por minuto a 240
yardas, y que las flechas debían atravesar una plancha de madera de 2 pulgadas de espesor;
aunque esto nos parezca exagerado, no cabe duda de que eran armas muy perfeccionadas y
que todavía se usaban en el siglo XVII, como lo prueba la brillante actuación de los arqueros
ingleses en el ataque a la isla de Ré en 1627.

Clasificación de las armas de fuego portátiles.

Según el sistema de dar fuego a la carga de pólvora, podemos diferenciar clasificar


las armas de fuego en Armas de encendido directo, y Armas de serpentín, mecha o de cuerda
mecha (aunque también se usaron de yesca), cuyo primer exponente fue el medfaa; poco
después, con alguna pequeña mejora, apareció la primitiva culebrina o palo de trueno y el
cañón de mano, en los que se daba fuego a la carga a través del oído situado en su parte
superior trasera -que era un simple taladro-, usando una brasa o tizón.
Para la caballería se usó una culebrina de mano que apoyaba el tirador en la coraza
y en una horquilla sujeta al arzón a la que se llamaba petrinal, palabra derivada de poitrine
(pecho). Incluso, parece que se usó esta especie de mulo armado… ¡pobre mulo!
Hacia 1440 se inventó el arcabuz primitivo, que era la primitiva culebrina o palo de
trueno con una caja de madera a la que llamaban coz (imagínense el retroceso que debían
tener) que permitía apoyar el arma en el hombro -o bajo el brazo- para apuntar mejor.Y lo
más importante, la invención del serpentín, que consistía en una pieza móvil alrededor de
un eje horizontal, que servía para acercar al oído la mecha encendida que se colocaba entre
sus quijadas; la llamaron así porque tenía una forma parecida a una sierpe o serpiente
pequeña. Este fue un adelanto muy importante porque permitió que una persona sola pudiese
soportar el arma, apuntar y dar fuego a la carga de pólvora.

De todas formas, la verdadera época del arcabuz como tal arma comenzó cuando se
puso una cazoleta junto al oído (destinada a contener el cebo o polvorín), y se le agregaron
muelles y un disparador análogo al empleado en las ballestas; el conjunto, montado en una
platina, permitía aplicar el fuego por el lado derecho, dejando libre la parte superior del
cañón para apuntar con más facilidad. A esta cazoleta se le añadió más tarde una tapa
giratoria (cobija) que permitía llevar el arma cargada y cebada en todo tiempo.
Protegiendo el disparador con un guardamonte se disminuyó el peligro de un disparo
accidental, y ya a finales del siglo XV se construían arcabuces como este, encontrado en el
Barranco de Acentejo, donde se produjo la batalla y que probablemente fue usado por las
tropas del Adelantado. Hoy está en el Museo de Almeyda, en depósito del Museo de Bellas
Artes.
El serpentín se aproximaba a la cazoleta por la acción del dedo sobre el disparador y
se retiraba por la acción de un muelle al dejar de apretarlo; esto permitía que la punta de
la mecha incidiese directamente sobre el cebo de pólvora fina que se vertía en la cazoleta o
cazoleja; para lo que había que acompasar continuamente la mecha y soplar la ceniza. Estas
operaciones, y el uso de la horquilla o gancho, que era indispensable por el peso y longitud
del arma, hacían que su manejo fuera largo y complicado.
Arcabucero con talabarte

Y sin embargo la gente se mataba, y los arcabuceros, singularmente los españoles y


alemanes, iban haciéndose respetar. Este primitivo arcabuz, llamado también de gancho, no
se sabe si por la horquilla o por la forma curva de la culata, que durante mucho tiempo no
se apoyó en el hombro sino debajo del brazo, subsistió y se usó en la defensa de plazas hasta
el siglo XVIII (en 1711 se usaron en el sitio de Friburgo).

Como el arcabuz era muy poco efectivo por su pequeño calibre (solo 15,5 mm) y de
poco alcance: 200 pasos (140 m), se construyó un arma de mayores prestaciones, el
mosquete, que se empleó por la Infantería simultáneamente con el arcabuz, del que se
distinguía porque la culata era menos curva, permitía encarar mejor el arma apoyando la
culata en el hombro y, sobre todo por su mayor calibre y alcance: 19 ó 20 mm de calibre y
alcance de unos 300 pasos, ó 200 m. La Infantería española se hizo temible con estas armas,
y entre otros, el triunfo en la batalla de Pavía (25/02/1525) se debió al correcto empleo de
estas armas y de la Artillería, que hizo Antonio de Leyva desde el castillo de Pavía,
destrozando a los suizos.

Como cosa curiosa, podríamos comparar el enorme consumo de las armas automáticas
actuales que tienen una cadencia altísima con el de los arcabuces y los mosquetes de antaño;
los arcabuceros y los mosqueteros usaban una banda de cuero ancha, a la que llamaban
talabarte, del que llevaban colgadas las cargas que habían preparado con antelación, en
bolsas o tubos de madera. El número de estas cargas no pasaba de una docena, cantidad
más que suficiente para un día de combate: la velocidad de tiro que podía imprimir a su
arma un mosquetero bien adiestrado en aquellos tiempos en que estas armas eran una
novedad, no llegaba a un disparo por hora.
Poco más tarde, en 1568 y durante la campaña de Flandes, el Duque de Alba sustituyó
totalmente el arcabuz por el mosquete. La piedra de chispa, introducida hacia 1630, dejó
anticuados a los arcabuces y mosquetes (aunque siguieron usándose durante todo el siglo
XVII), convirtiéndolos en el fusil, que también tardó en hacer su camino, pues su reinado
exclusivo y absoluto no comenzó hasta 1703.

Armas de rueda.

Esquema de llave de rueda

Hacia 1517, un relojero que se llamaba Juan Kiefus inventó en Nuremberg la llave de
torno o de rueda que consistía en un disco de acero de unos 3 cm de diámetro y 1 cm de
grueso, con su superficie acanalada, que podía girar rápidamente por la acción de un
muelle; sobre esta rueda se apoyaba una piedra dura (que podía ser de sílex o mejor de
ágata) sujeta entre las quijadas del pie de gato o gatillo, que es como corrientemente se le
llamaba en español; al girar la rueda producía chispas que inflamaban el cebo. Este sistema
tenía una enorme ventaja, se suprimía la mecha que se apagaba con la lluvia e impedía toda
sorpresa nocturna por su brillo.
Arcabuz de rueda del Museo Histórico Militar de Canarias

Pero, aunque el mecanismo de rueda significó un paso de gigante en la evolución de


las armas de fuego, era demasiado complicado y frágil. La pérdida de su llave significaba
la inutilización del arma y las averías solamente podían ser subsanadas por un artesano
especializado.

La invención era buena, pero no era segura; La carga era muy lenta y peligrosa, había
que montar el muelle con una llave y era muy fácil que se escapase el tiro; la carestía y
complicación del artilugio y algún otro inconveniente más impidieron su generalización por
lo que el arcabuz no subsistió con ella, quedando solo como arma de caza y para la
Caballería, que usó los petrinales o pedreñales y los enormes pistoletes o pistolas hasta
mediado el siglo XVII (1630 - 1640), en que se introdujo la llave de pedernal o sílex. La
prueba de su poca fiabilidad está en que en los museos se conservan armas que tienen ambos
sistemas, de mecha y de rueda.

Armas de sílex

En las armas de sílex, el cebo se inflama con las chispas producidas en el choque
entre el pedernal y el acero y es curioso observar que la llave de sílex, o sea, la que utiliza
la percusión de esta piedra en vez del roce de la pirita para producir fuego, estuvo allí, a la
vista de todos, desde tiempos inmemoriales. Me refiero al chisquero de piedra y eslabón,
milenario instrumento utilizado en todo el mundo, con el que los arcabuceros y mosqueteros
encendían las mechas de sus arcabuces y mosquetes.
La llegada de los distintos sistemas de llave de sílex fue casi simultánea, pero el honor
de ser la primera corresponde a la llave de snaphance.

Llave snaphance

Este sistema, procedía de los Países Bajos, donde se desarrolló a partir de 1570. En
España se llamó esnapance o chenapán, con esa gran facilidad que tenemos los españoles
para adaptar los vocablos extranjeros a nuestra fonética. Parece ser que el nombre le venía
de la forma de esa llave que recordaba a una gallina picoteando en el suelo: "schnapp-
hahn".

El pie de gato llevaba entre sus mordazas un trozo de pedernal y un disparador lo


hacía caer sobre el rastrillo del que sacaba chispas que incendiaban el cebo de una cazoleta
situada al pie del rastrillo. Con ello, la seguridad del encendido aumentaba y las vibraciones
quedaban reducidas al mínimo. A partir de esa fecha existían ya armas dotadas de esta llave,
que fue aceptada con júbilo por todos, especialmente por los cazadores, y se construyó por
todas partes.

La llave de «chenapán» acabó desapareciendo ante las ventajas de otros sistemas, pero
se siguió fabricando en el norte de África. Todas las espingardas o fusiles morunos, tan
característicos, tienen la llave del sistema holandés. Sus artesanos del siglo XVII la copiaron
a través de España, la siguieron haciendo los del XIX y del XX y las hacen todavía los del
XXI para vendérselas a los turistas. Este es un caso curioso de supervivencia. La que se
muestra es un ejemplar magnífico, que se encuentra en el Museo Histórico Militar de
Canarias.

Espingarda con llave snaphance

En España, las armas de fuego fueron muy toscas hasta muy entrado el siglo XVI
porque la mayoría de los armeros había despreciado la construcción de armas de fuego dada
la perfección de las armas blancas. Además, las armas de fuego estaban todavía en tela de
juicio; la fracasada expedición a Argel en 1542 se achacó al defectuoso funcionamiento de
arcabuces y mosquetes por haberse mojado la pólvora; algo parecido le pasó a las tropas
de Enrique II de Francia en Boulogne. Se intentó remediar todos estos inconvenientes con
la “cobija”, pero aún en 1560 el escritor y filósofo francés Montaigne decía que: las armas
de fuego producían tan poco efecto, salvo el ruido en los oídos al cual se acostumbra el
hombre, que espero se abandonará pronto su uso.

A finales del s. XVI se estableció un gremio de magníficos artesanos que alcanzó su


apogeo en el s. XVIII. En el último tercio del siglo XVI, se estableció en Madrid un armero
genial, Simón Marcuarte el Mozo, que fue arcabucero de Felipe II y de Felipe III. Simón
Marcuarte inventó la llave de patilla o llave a la española, la más sencilla, robusta y segura
de todas, sin los defectos ni limitaciones de la holandesa, corrigiendo los defectos de las
llaves anteriores. Esta llave española fue copiada en todo el mundo, especialmente en
Francia, donde se le introdujeron modificaciones de forma y mecánica, sin mayor beneficio.
Este aparato fue conocido después en el resto de Europa como «llave de miquelet», porque
las usaban los soldados de las milicias catalanas de “miquelets”. Pero en España se la llamó
siempre llave de patilla.
Llave de patilla

Esta magnífica escopeta está firmada por Gabriel de Algora, arcabucero del Rey,
incluido en el catálogo.
Marcas de los arcabuceros

Firmaban sus cañones con unas marcas y contramarcas especiales que recogió uno
de ellos, Isidro Soler, en su compendio histórico de Arcabuceros de Madrid. Este arcabucero
inventó un sistema para forjar sus cañones con “callos de herradura”, aprovechando el
hierro más batido… que en aquella fecha hicieron que se pagara por las escopetas hasta 40
doblones. Con sus marcas, estos artesanos garantizaban la calidad de sus cañones, pero
desde principios del siglo XVIII, hubo controles de calidad reglados en las fábricas de armas
de España y las armas de fuego que salían de ellas llevaban las marcas correspondientes.
No obstante, las armas se empezaron a probar mucho antes.

En los tiempos en que la industria armera era una de las más importantes, los armeros
intentaban ensayar y probar sus obras sometiéndolas a tensiones y esfuerzos superiores a
los que se encontrarían al ser empleados de forma normal; la historia y la leyenda nos
hablan de armas maravillosas que podían realizar hazañas increíbles en manos de sus
afortunados dueños. Uno de los casos más conocidos fue el ensayo que hizo D. Quijote sobre
su reconstruida celada con un tajo de su espada, ensayo que acabó en fracaso como casi
todas sus hazañas. Pero la mayoría de los artesanos tenían más éxito que D. Quijote. No
solo probaban las armas que habían fabricado a su satisfacción, sino que se enorgullecían
de ellas y las firmaban con su nombre o con su punzón. Los artesanos se vieron obligados a
efectuar disparos previos en las condiciones más adversas posibles para evitar los frecuentes
y desastrosos accidentes, que, en alguna ocasión obligaron a reclutar a los artilleros entre
los condenados a la pena capital, ante la bien fundada duda de qué extremidad emplearía el
proyectil para salir. Durante las guerras de Flandes a mediados del siglo XVI, el Duque de
Alba mandó fundir artillería en los Países Bajos; ante la gran cantidad de accidentes que
sufrían estas piezas, dispuso que los primeros disparos, hechos con carga doble de la
nominal, se hiciesen con el fundidor sentado a horcajadas sobre la pieza. Como era de
prever, pronto acabaron los accidentes.

El siglo XVII se caracterizó por la aparición de la bayoneta, que al principio fue una
hoja igual que las de las picas con un mango de madera que se colocaba en la boca de fuego
del arma, debiendo su nombre a que las primeras se usaron en Bayona (Pontevedra); en
1689, el general inglés Mackay inventó la bayoneta de cubo. En España se adoptó la
bayoneta en el reinado de Carlos II, desapareciendo los piqueros del ejército hacia 1703. El
último combate en que se usaron las picas en Europa fue en 1730, en la guerra entre Rusia
y Polonia.

El fusil es el arma por excelencia del soldado de Infantería. Al adoptarse la llave de


chispa hacia la mitad del siglo XVII, fue poco a poco sustituyendo al mosquete y a la pica y
definitivamente abolidos en 1703. Parece que la voz fusil proviene de la palabra italiana
«fucile» (pedernal, encendedor de pedernal) y que, con el tiempo, el nombre que designaba
a la parte causante de la innovación acabó por designar el arma entera.
A partir de 1715, hubo en España un fusil reglamentario con llave francesa. Éste era
el fusil reglamentario en 1789, con su bayoneta.

Llegamos al fin al siglo XIX, el de los grandes progresos en el armamento portátil,


pudiendo decirse que si lo consideramos dividido en cuatro periodos, cada uno de ellos se
caracteriza por una innovación casi radical en las armas de fuego; estas son la invención
del «cebo fulminante», «el rayado», «la retrocarga» y «la repetición», uniendo a estas
últimas la reducción de los calibres.

El cebo fulminante dio entrada a las Armas de percusión y de pistón. Durante el siglo
XVIII se habían hecho estudios sobre las pólvoras fulminantes, descubriéndose el fulminato
de mercurio; el armero inglés Forsyth inventó la llave de percusión, a la que llamó frasco
de perfume por su forma peculiar, que consistía en un estrecho depósito en el que cabía una
pequeña cantidad de explosivo; al golpearlo con una varilla de acero accionada por el
percutor o pie de gato se inflamaba el fulminato, transmitiendo el fuego a la carga. En
España, estas armas se llamaron “de gusanillo”.
Llave Forsyth de percusión

A pesar del enorme avance que significaron, no tuvieron aplicación como armas de
guerra hasta el descubrimiento de la cápsula fulminante por el armero inglés Eggs en 1818.
La cápsula de cobre con el mixto fulminante en su interior, fue exportada enseguida a toda
Europa y a partir de 1820 sirvió de base para la transformación del armamento de chispa
en el nuevo sistema de pistón, conservándose la misma llave a la francesa y la de patilla que
duraron mucho tiempo y limitándose a cambiar el pie de gato por el percutor, suprimir la
cazoleta y adaptar al cañón una pieza llamada bombeta, que llevaba una chimenea roscada
en el oído para la colocación de la cápsula.

Llave de pistón

En España se adoptó este sistema hacia 1825, cuando ya eran de mejor calidad las
cápsulas y el mixto era de fulminato de mercurio, que se conserva mejor que el clorato de
potasa y no ataca tanto al metal; el armamento de percusión quedó como reglamentario en
el Ejército, llamándosele vulgarmente de pistón, que era el nombre que daban en Francia a
la cápsula. Para apreciar la ventaja de esta reforma, basta decir que con el fusil de chispa
y su carga en 12 tiempos, solo se podía hacer un disparo cada 10 minutos, mientras que con
el fusil de percusión que ya permitió poder reducir la carga a 8 tiempos, se podían hacer 3
disparos cada dos minutos. Además, los fallos que eran de uno cada quince disparos en el
fusil de chispa, pasaron a la proporción de uno cada 300 en el de pistón.

El rayado en las armas de fuego.

Explicándolo de una forma muy sencilla, para que el proyectil sea estable en su vuelo,
aumentándose con ello su precisión, ha de girar sobre un eje paralelo a la trayectoria,
entonces se produce un efecto giroscópico que impide que el proyectil cabecee,
consiguiéndose el mismo efecto que en las flechas cuando se ponen las plumas inclinadas.
Para aumentar el alcance había que eliminar el viento o hueco que existe entre la bala
esférica y el cañón, evitándose entonces que los gases de la combustión de la pólvora
escapasen entre ambos. Los dos efectos se consiguieron con el rayado de los cañones y el
aumento de calibre del proyectil hasta que entrase forzado en las rayas.

Sistemas de carga.

Después de contemplar esta otra preciosa pintura de Goya “Fundición de balas, a la


luz de la luna, en la sierra de Tardienta”, que también está en la Casita del Príncipe, en El
Escorial, veamos como fueron cambiando los sistemas de carga para adaptarse al desarrollo
de las armas y algunos de los diferentes tipos de munición que se usaron:

Al principio, para cargar los cañones y culebrinas de mano, se llevaba la pólvora en


un frasco de cuero o de cuerno y las balas en un saquete; la pólvora se medía a ojo; a
principios del siglo XVI, los arcabuceros españoles llevaban un talabarte, del que colgaban
una serie de cartuchos de cuero o madera que llevaban cada uno la pólvora para una carga
y un pequeño frasco con el polvorín para cebar la cazoleta; a este talabarte lo solían llamar
«los doce apóstoles», porque el número de frascos que normalmente llevaba la bandolera
era de 12. La carga del mosquete se hacía en 14 tiempos.

A mediados del siglo XVII hasta que aparecieron las armas de retrocarga se usaron
“cartuchos de papel” en los que iba una carga de pólvora; el fusilero o el arcabucero
rompían el cartucho con los dientes, y con la pólvora que contenía cebaban y cargaban (en
la picaresca de esa época surgió la costumbre de arrancarse o romperse los incisivos, ya
que los “mellados eran inútiles como soldados”). El primer cartucho de papel que se usó
llevando la cápsula en el culote y éste reforzado, fue el fusil de aguja Dreyse; siguieron a
este sistema los cartuchos de papel con culote de latón como los antiguos cartuchos de caza
(los actuales son de plástico) y por último el metálico que debe su origen al cartucho para
carabina Flobert de salón con carga y cebo reunidos, que es el primer cartucho obturador,
que sirvió de punto de partida a todos los cartuchos metálicos que se vienen usando desde
entonces, no solo de las armas portátiles sino también de la Artillería.

La retrocarga.

Ya sabemos que aunque las primeras armas de fuego fueron de a cargar por la boca,
muy poco tiempo después aparecieron las de retrocarga, incluso en los cañones de mano y
en las piezas de Artillería, que se usaron hasta principios del siglo XVI en que fue
desapareciendo este sistema.
En 1808 se hicieron los primeros ensayos del fusil de aguja, Dreyse, que es de cerrojo
y por lo tanto de retrocarga, y que usaba cartucho de papel reforzado y llevaba el cebo
fulminante en el culote; la aguja es impulsada por un muelle espiral y puede decirse que
todos los fusiles que han usado el cierre de cerrojo no han hecho sino variar el primitivo de
Dreyse. Fue el primero que se usó a gran escala, tanto que en 1840 lo adoptó el ejército
prusiano.

A mediados del siglo XIX empezó a disminuirse el calibre de las armas y ya en 1871
se adoptó el fusil Remington, mod 1871 calibre 11 mm.

Fusil Remington 1871

Armas de repetición.

El último adelanto de las armas en el siglo XIX es el mecanismo de repetición; ya a


mediados de siglo se adoptó el revólver sistema Colt como armamento para los Oficiales,
que fue la primera arma reglamentaria de repetición que se usó en España; en realidad,
estas armas (de antecarga) hicieron su aparición en la Guerra de Secesión de los Estados
Unidos de América (1861 – 1865) y ya hacia 1880 se usaban en casi todos los ejércitos
europeos, aunque en este caso se adquirieron por orden de la Capitanía General de Cuba
en 1855.
Revolver Colt mod. 1848

En 1888 se empezaron los estudios para dotar de un arma de repetición, de retrocarga,


al Ejército Español; se nombró una comisión compuesta por jefes de todas las armas del
Ejército y de la Marina y se adoptó el tipo Máuser, ya reglamentario en Alemania, Bélgica,
Turquía y Argentina, que recibió la denominación de fusil Máuser español modelo 1893,
calibre 7 mm.

Fusil Mauser español, mod. 1893

En la práctica resultó ser una magnífica arma de guerra, y, para demostrar la


influencia que puede tener una buena arma en el resultado de un combate, me aprovecharé
del relato del capitán Wester, agregado militar de la Legación de Suecia y Noruega en
Washington y testigo presencial del combate de Caney. Dice así:

"Hacia las seis de la mañana comenzó el fuego sobre las trincheras españolas; de
improviso se descubre sobre ellas una línea de sombreros de paja; simultáneamente el ruido
de una descarga, seguido de la desaparición de los sombreros; esta operación se repite cada
minuto observándose en ella una gran regularidad, lo que no deja de producir una profunda
impresión en la línea de exploradores americanos; las balas cruzan el aire, rasando el suelo,
hiriendo y matando…".

Algo más adelante y después de decir que a pesar de recibir un intenso fuego de
Artillería, desde las trincheras españolas se dispara con igual violencia, añade: "… las
masas de infantería americana se echaban y apretaban contra el suelo hasta el punto de
parecer clavadas en él…".

Y aún después de mediodía, añade: "en lo alto de las trincheras, el chisporroteo de


los Máuser se escuchaba siempre…"
.
Algo de ello parece recordar el fuego de los arcabuceros de Pavía, que segaban las
filas enemigas. Del resultado del combate hablan cifras elocuentes; el número de
combatientes españoles era de 520, el de enemigos pasaba de 3.000 con artillería; el número
de bajas de los norteamericanos se elevó a 900 y ocuparon la posición cuando los españoles
la abandonaron; claro es que la disciplina en el fuego y el heroísmo son, indiscutiblemente,
el factor más importante, pero los hubo en exceso en otros combates de la misma guerra
hispano–americana y las deficiencias del material impidieron que el enemigo pagase tan
cara la victoria.

En los últimos años del siglo XIX nacieron las armas semiautomáticas, de las que
hay dos en el Museo, pero esto queda ya para otro día.

Hasta aquí ha durado esta conferencia, en la que he intentado exponer los hitos más
importantes de la historia de las armas; espero que no les haya resultado demasiado pesada;
se acaba con el siglo XIX, ya que las armas más modernas que hay en el museo son anteriores
al siglo XX. Les doy muchas gracias por su atención y paciencia y me pongo a su disposición
por si alguien quiere hacer alguna pregunta.

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NOTAS
1 - Firmada por el espadero Juanes de Toledo.
2 - Cañón de acero ochavado en toda su extensión, llave de percusión a la francesa con platina lisa
con la inscripción "Fni. par Le Page Montier ArgB du Roi". Henry Le Page (1792-1845) trabajó en
París y fue arcabucero de Luis XVIII, Carlos X y Luis Felipe.
3 - Las armas en El Quijote y un muy breve apunte sobre el Imperio español, por Miguel Ángel
Navarro Crespo.
4 - Como decía el propio Calderón de la Barca en El alcalde de Zalamea.
5 - El ingenioso hidalgo... Capítulo XXXVIII.
6 - Calderón de la Barca. El alcalde de Zalamea
7.- D. Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.
8 - Tratado de Artillería yuso della platicado por el capitán Diego Ufano en las Guerras de Flandes.
EN BRUSELAS. EN CASA DE IVÁN MOMARTE. IMPRESOR IURADO. Año del Señor 1613.
9 - En su composición entraban el petróleo bruto (nafta), cal viva, nitrato potásico, azufre y algún otro
elemento.

BIBLIOGRAFÍA:
- A glossary of the construction, decoration and use of arms and armor … .- George Cameron Stone,
1961
- Apuntes Históricos sobre la Artillería Española en los siglos XIV y XV.- José Arántegui y Sanz, 1887
- Armas y armaduras.- Antonio García Llansó, 1895
- Artillería y Fortificaciones en la Corona de Castilla durante el reinado de Isabel la Católica (1474-
1504)- Ministerio de Defensa, 2004
- Catálogo de arcabucería madrileña (1687-1833) Real Armería de Madrid.- Álvaro Soler del Campo,
2006.
- Catálogo de la colección de armas del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.
- Coleccionismo de armas antiguas.- José Miguel Echeverría, 1978
- Compendio histórico de los Arcabuceros de Madrid.- Isidro Soler.- Estudio preliminar de Jesús E.
Casariego. Edición facsímil de la de 1795.
- Diccionario Enciclopé

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