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Muchas veces el concepto de “resistencia al fuego” conduce a malas interpretaciones que

concluye en verdaderos desastres.

Desde un punto de vista netamente práctico, la imagen de la portada que acompaña estas
líneas ilustra explícitamente un concepto usualmente confundido: en dicha imagen puede
apreciarse dos tipos de elementos constructivos, uno de ellos resistente al fuego y otro no
combustible. Es interesante notar que el componente estructural resistente al fuego es
“natural” y su resistencia reside en su “naturaleza”. Por otra parte, el otro componente, es
fabricado por el hombre, es no combustible, y evidentemente es “no resistente” al fuego.

En numerosos catálogos de productos constructivos podremos visualizar la nota de “resistente


al fuego”, “ignífugo”, “incombustible”, y en varias ocasiones se sugerirán como sinónimos. Esto
es totalmente erróneo y constituye un grave peligro para las personas y el medio ambiente.
Por ejemplo, se define “ignifugación” como aquel tratamiento o sistema que modifica la
combustibilidad del material. Ignifugar, por lo tanto, es tratar un material para modificar su
clasificación de reacción al fuego hacia otra más favorable. Nuevamente, volviendo a observar
la imagen adjunta, el concepto de no combustible no implica resistencia al fuego.

El concepto de resistencia al fuego permite expresar una serie de cualidades de los elementos
constructivos. Dicho concepto se halla circunscripto exclusivamente para los elementos
mencionados, por lo cual aplicarlo a los “materiales de construcción” es un considerable error.
Por su parte, los materiales de construcción deben ser cuidadosamente analizados debido a su
fuerte incidencia en la iniciación del incendio y su propagación. El comportamiento frente al
fuego de un material queda determinado por las características y cualidades del mismo,
conocido como reacción al fuego.

La reacción al fuego es, por lo tanto, la respuesta del material frente a un fuego al que está
expuesto y alimenta. La reacción al fuego no constituye en sí misma una magnitud medible
propiamente dicho, sino que, se corresponde a un criterio clasificación de los materiales.

El conjunto de cualidades o factores que determinan el comportamiento frente al fuego de un


material son muchos y variables, en algunos casos, dependientes de las condiciones del
desarrollo del incendio. Así pues, algunas cualidades o factores influirán en la iniciación y
desarrollo del fuego, por ejemplo, entre otros se puede citar:

 La tasa de liberación de calor


 La inflamabilidad
 La combustibilidad
 La propagación de la llama
 La combustión espontanea
 La generación y opacidad de los humos
 La generación de gases tóxicos

La resistencia al fuego es un término estándar utilizado para describir el rendimiento de los


componentes estructurales en un ensayo estandarizado. Este ensayo es reconocido
internacionalmente (BS 476, ISO 834, ASTM E 119, etc.) y proporciona una exposición térmica
estándar y severa al elemento estructural por medio de un horno. El elemento estructural se
introduce en el horno y la temperatura del mismo se incrementa de una manera
preestablecida según la prescripción normativa. El término “resistencia al fuego” se define
como el tiempo en que el elemento estructural puede soportar la exposición térmica antes de
que se alcance un criterio de falla predefinido. Es importante aclarar que la exposición térmica
estándar no corresponde a una exposición térmica típica durante un incendio y que los
elementos estructurales no se comportan exactamente de la misma manera en un horno que
en un edificio incendiándose, por lo tanto, la “resistencia al fuego” no representa un tiempo
real respecto a la falla. Sin embargo, “la resistencia al fuego” ensayada se considera como un
“peor escenario” proporcionando una clasificación relativa entre elementos estructurales.

Como se señaló en el párrafo anterior, el ensayo relaciona un criterio de falla predefinido. En


general, las normativas consideran dicha falla a través de la pérdida de alguna o todas de las
siguientes cualidades:

 Capacidad portante, relacionado con la estabilidad del elemento


 Integridad, concerniente con la configuración de fisuración
 Aislamiento térmico, asociado a la transferencia de calor

Por lo tanto, el tiempo transcurrido desde que se inicia la aplicación del programa térmico
normalizado al elemento constructivo y el momento en que este pierde alguna de las
cualidades citadas, mide la resistencia al fuego. Vale mencionar, que en Argentina, bajo las
normas IRAM, el criterio de falla comprende la globalidad de las cualidades nombradas
anteriormente.

Por último, es fundamental conocer el límite de aplicabilidad del ensayo, o en otras palabras,
conocer cuál es la limitación del elemento constructivo en análisis. Es común observar en los
catálogos de productos específicos la referencia de la resistencia al fuego del mismo pero
muchas veces no es claro cuál es la limitación. A modo de ejemplo, existen sistemas
constructivos para materializar barreras cortafuego con placas especiales, cuyo límite de
aplicación se especifica en alturas de hasta cuatro metros. Este dato es muy importante, pues
surge de la validación de los ensayos que sustentan la clasificación y en caso de superar estas
limitaciones debe recurrirse a un análisis de ingeniería para determinar las condiciones anexas
que deberán cumplirse para materializar el cerramiento cortafuego.

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