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La sociedad bizantino mantuvo, incluso en el siglo VI un cierto grado de movilidad
social entre sus clases. Un ejemplo fue Justino, un hombre de origen social humilde que
alcanzó el más alto rango.
LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA: las formas y contenidos de la educación, inalterados a
lo largo de los siglos, confirieron a la elite dirigente de Bizancio su asombrosa y
permanente uniformidad tanto en el lenguaje como en el estilo de vida. No en vano uno de
los métodos de la política bizantina consistió en educar en Constantinopla a los miembros
de las clases dirigentes extranjeras.
El alto nivel de la cultura intelectual estaba al alcance de las capas medias de la
sociedad, lo que constituía un elemento decisivo de vitalidad.
Sin embargo, siempre se tendía a la creación de formas fijas que fueran eternamente
válidas. La posesión de verdades definitivas y de soluciones perfectas estaba garantizada
por la revelación divina. La actividad intelectual consistía en una recomprensión de lo
antiguo, de lo que anteriormente fue válido. Por esto nació la literatura popular, como
reacción ante el formalismo oficial.
EL REINADO DE JUSTINIANO:
El estado de Justiniano fue una solución provisional, una etapa en un proceso de
transformación que culminará en los siglos VII y VIII. Su renovatio imperii sirvió de base
para una forma transformada de imperio.
Justiniano aspiraba a la renovatio imperii, la restauración del imperio ortodoxo que
conservaría las formas tradicionales del poder, la fe y la cultura. Para esto era necesario
reconquistar los antiguos límites del Imperio, restaurar la unidad religiosa de la Cristiandad,
reorganizar la administración y la economía.
La política interior de Justiniano apuntaba a tres objetivos
1) La reforma de la administración: buscando que sea más eficaz y justa. Trató de
eliminar la corrupción suprimiendo la compra de cargos. Eliminó la autoridad intermedia de
las diócesis, quitó gran parte de las atribuciones al prefecto del pretorio (que se había
convertido en jefe de la administración provincial).
El poder pasa al Maestro de Oficios que controla la alta administración y la
administración provincial con la colaboración de inspectores que recogían información
sobre la población y los funcionarios. Justiniano también pretende aumentar la autoridad
de los gobernadores provinciales, que era discutida por la aristocracia local (Ducellier).
El aumento de los ingresos estatales se convirtió en el objetivo principal de su política
interna.
2) El fortalecimiento de la economía: mediante la apertura de nuevas rutas
comerciales. Justiniano pretendía que Bizancio controlara sus rutas comerciales por mar y
tierra. Por esta razón intentó crear una nueva ruta comercial a China a través del Mar Rojo
y asegurarla mediatne las relaciones con el reino abisinio de Aksum, a fin de evitar las
rutas controladas por Persia. La incorporación de gusanos de seda desde China logró la
independencia de Bizancio de este producto esencial, posibilitando el nacimiento de una
floreciente industria de la seda (que se convierte en monopolio estatal).
Trata de favorecer el arriendo de tierras a largo plazo (enfiteusis) a colonos, quienes
debían pagar un módico alquiler y se encontraban cerca de la plena propiedad de la tierra.
De esta forma, a partir de la segunda mitad del siglo VI se multiplican los pequeños
campesinos independientes (Ducellier). El otorgamiento de tierras por parte del Estado es
una forma de combatir al patronazgo.
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Sin embargo, la política tributaria se interponía en el camino hacia el desarrollo
económico. La carga de impuestos cada vez más excesiva sobre el comercio y las
artesanías impidió un aumento en las rentas estatales. La política financiera de Justiniano
generó un resentimiento en los pequeños campesinos y artesanos, oprimidos
económicamente, así como en los grandes terratenientes que veían que sus intereses eran
amenazados por las medidas implementadas por el estado.
El principio de la vinculación corporativa hereditaria aún dominaba el mundo
profesional.
3) Recuperación de la unidad religiosa de la Iglesia: Justiniano actuó como señor
absoluto de la Iglesia. Decidía cuestiones dogmáticas sin consultar al sínodo, dictaba
instrucciones al clero y proveía con absoluta soberanía de las sedes episcopales.
La política eclesiástica de Justiniano sólo pudo reducir los últimos restos de
paganismo. Aunque llevó a cabo una dura persecución de los monofisistas, luego debió
adoptar una postura moderada. Al finalizar su reinado, incluso el enfrentamiento se había
agudizado.
El Derecho: La voluntad reformista de Justiniano únicamente se impuso en lo que
respecta al derecho. El Codex Justinianus comprendía los edictos imperiales vigentes
desde Adriano hasta el 533, reemplazando a todas las anteriores recopilaciones. Las
disposiciones posteriores de Justiniano se agruparon en las Novellae (nuevas
determinaciones). El Digesto era una selección revisada de las determinaciones de los
juristas romanos. Las institutiones representaban una especie de manual de examen para
los juristas que ya entonces constituían el apoyo de la Administración.
El código fue escrito en latín, pero gran parte de las novelas en griego, lo que marca
una progresiva helenización de la lengua oficial (Ducellier).
La Cultura: en el campo de la ciencia y la literatura surgen notables creadores.
Sabios como Artemio de Tralles (descubrió el principio de la máquina de vapor) e Isidoro
de Mileto (arquitecto de Santa Sofía) alcanzaron grandes progresos, si bien estaban más
interesados por el significado que por las causas de los fenómenos naturales.
Procopio de Cesaréa se destacó como el historiador griego más importante desde
Polibio.
Si bien la literatura de la época se nutrió de la herencia y la tradición, el siglo VI fue la
primera gran época del arte bizantino. La imagen conceptual reemplaza a la imagen
natural, el relieve cede ante la bidimensionalidad. El arte ya no tiene una función estética
sino que la belleza lleva a la contemplación mística y acerca a la verdadera realidad de la
existencia divina.
La arquitectura se desarrolló principalmente en la construcción de iglesias, cuya cima
fue la basílica de Santa Sofía construída por Antemio entre el 532-537. Combina de forma
genial los dos tipos más importantes de la arquitectura cristiana: la basílica de columnas y
cubierta plana, y el edificio central abovedado.
El Ejército: siguió organizado según el principio tardorromano de guarniciones
protectoras en las fronteras (limitanei), cuyo sueldo era las dotaciones de tierra (a
condición de que las conservaran y defendieran) y un ejército de campaña (comitatenses)
que servía de reserva estratégica en varios puntos. El ejército de campaña estaba formado
por mercenarios de las más diversas nacionalidades.
Expansión territorial: Justiniano veía que el sistema de estados germánicos era
poco estable y estaban sacudidos por conflictos internos y eran incapaces de formar un
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frente común. Para llevar a cabo la reconquista del oeste, previamente debió firmar un
tratado de paz “eterno” con los persas en el 532.
La idea de la reconquista era inherente a la concepción bizantina del mundo.
Cualquier país que hubiera sido romano en algún momento, es inalienablemente romano.
Más tarde este principio se extendió a os países cristianizados (Ducellier)
La estrategia anfibia de los generales Belisario y Narses puede considerarse como la
cima de la técnica bélica de la época. Con sólo 18.000 hombres, Belisario aniquiló en el
534 al reino vándalo, aunque casi enseguida se desató una guerra de guerrillas con las
tribus bereberes.
La campaña contra el reino ostrogodo comenzó en el 535 y finalizó en el 563, cuando
fueron aniquiladas las últimas guarniciones en el norte. Esta campaña se prolongó debido
a la fuerte resistencia ostrogoda y a que desde el año 540 una nueva ofensiva sasánida
retenía en el frente oriental a una parte de las tropas bizantinas. Al frente de esta región,
estableció un gobernador con poderes civiles y militares
El ataque a España (550) coincidió con la fase final de la guerra de Italia, y al igual
que en Africa, un pequeño ejército de desembarco obtuvo fulminantes éxitos y se
incorporaron las principales ciudades portuarias del sudoeste de España.
CONCLUSIÓN DE LA ETAPA JUSTINIANA:
Las tierras reconquistadas son devastadas y durante mucho tiempo resultan
improductivas. Las estructuras sociales se encuentran más quebrantadas que durante todo
un siglo de ocupación bárbara que era superficial (Ducellier).
Además, esta política expansionista hacia el oeste llevó a adoptar una postura
defensiva en la frontera persa, manteniendo la paz a cambio de grandes tributos que
incrementaron el presupuesto estatal.
Tampoco había tropas móviles suficientes como para mantener el frente de los
balcanes, y la defensa de las guarniciones sería ineficaz ante la avalancha eslava.
Justiniano no pudo ver que los peligros del futuro se encontraban en los balcanes y en el
este.
Finalmente, gran parte de Italia fue ocupada en el año 568 por los lombardos. Incluso
el incesante dominio bizantino en la Italia central influyó en la evolución del papado. Hacia
el 584 gran parte de las posesiones españolas fueron abandonadas (en el 629 se produce
su pérdida definitiva).
La sobrecarga financiera había afectado gravemente al aparato político y
administrativo. Las guerras, los costos de las campañas y la enorme actividad constructiva
habían agotado al Imperio. Al final del reinado de Justiniano, se hizo sentir una nueva crisis
financiera y una creciente insatisfacción política de los súbditos, sobre cuya explotación y
opresión se basaba el esplendor del renovado imperio.
Profundamente convencido como todos los bizantinos de estar en posesión de todas
las verdades últimas (tanto en política como en religión) buscaba la renovación del orden
antiguo porque creía que en el pasado se habían concebido las mejores soluciones para la
convivencia social de los hombres, en armonía con la voluntad divina.
Desde el punto de vista social y político, la época de Justiniano representa una fase
de transición entre dos soluciones claras y categóricas: el sistema absolutista del siglo IV y
el nuevo orden del Estado bizantino con las reformas del siglo VII.
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IMPERIO BIZANTINO
El emperador Focas prohibió al patriarca de Constantinopla el título ecuménico y
reconoció el primado del obispo de Roma, del papa.
Dinastía Heracleana (610-717):
Las derrotas que sufre el imperio a manos de los persas obligaron al emperador
Heraclio a reorganizar todo el imperio: dividió el Asia Menor en themas (distritos militares)
bajo el mando de strategas (gobernadores con poderes civiles y militares) Los soldados
son asentados como colonos, creándose una milicia campesina permanente que recibe
una propiedad rural heredable, con la cual debe proveerse los recursos necesarios para su
manutención y equipamiento.
Quedaron tan exhaustos los bizantinos y persas que no pudieron hacer frente a los
musulmanes. Sin embargo, las pérdidas de las provincias monofisitas otorgaría mayor
cohesión al estado bizantino.
Dinastía Isaúrica (717-802):
León III el Isaurio logró proteger a Constantinopla del ataque de los musulmanes
mediante el uso del fuego griego. Fue el iniciador del cisma iconoclasta (718-843)* que
llevarían a la separación con Occidente.
Los Búlgaros (turcos), presionados por los Jazaros (turcos) emigran hacia el oeste y
se fusionan con los eslavos, adoptando su lengua. Los bizantinos, para mantenerlos
alejados se comprometen a pagarles un tributo. En 751 cae Rávena en manos de los
lombardos, sin embargo es recuperada por Pipino el Breve y entregada al papa, sellando
una alianza entre el papado y la monarquía francesa.
Carlomagno es reconocido emperador por Bizancio en 812, cuando éste cede a
Constantinopla Venecia, Istria y Dalmacia.
Dinastía Armoriana (820-867):
Creta y Sicilia caen en poder musulmán. Finaliza la querella iconoclástica y se realiza
la evangelización de los eslavos, a partir del 842 por medio de Cirilo y Metodio.
Bajo el patriarca Focio la Iglesia Ortodoxa abandona la obediencia a Roma (867),
debido a que la iglesia de occidente pretende mantener dentro de su esfera a la iglesia
búlgara, junto con cuestiones dogmáticas como el celibato (mantenido por los católicos) y
la doble procedencia del Espíritu Santo. La Iglesia Ortodoxa sólo reconoce lo establecido
por los primeros 7 concilios Ecuménicos (el 7º fue el de Nicea en 787).
Comienza un proceso de feudalización con el surgimiento de una nobleza militar en
los themas así como por el aumento de la propiedad territorial monástica, a la que se
vinculan campesino libres y soldados campesinos bajo un régimen servil. La nobleza
militar provinciana comienza a competir con la nobleza burocrática por el control de los
privilegios. El poder central perderá progresivamente autoridad sobre estos dominios.
Ante la falta de milicias se reclutan mercenarios. Todas estas pérdidas le dan al
imperio una unidad geográfica, lingüística y religiosa.
Dinastía Macedónica (867-1057):
Basilio I recobró muchas regiones (Siria, Mesopotamia) y extendió su influencia en
Europa por medio de misiones cristianas ortodoxas.
Las concepciones del poder autocrático alcanzan su máxima expresión. Los
porfirogénitos transmiten su naturaleza divina a sus descendientes.
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Basilio II destruye el reino búlgaro y su hermana se casa con el rey ruso Vladimiro,
quien se convierte al cristianismo junto con todo su pueblo. Bulgaria se convierte en
provincia bizantina (1018)
Se produce el Gran Cisma entre la iglesia oriental y la occidental, encabezado por el
papa León IX y el patriarca Miguel Cerulario.
Sin embargo, crece el poder de la aristocracia territorial y la Iglesia en detrimento del
Estado. El proceso de feudalización destruyó el sistema fiscal y militar del Imperio,
disolviendo los themas.
Los latifundistas adquieren inmunidad fiscal y el arrendamiento de la recaudación.
Surgirán dos instituciones con características feudales. Surgen dos instituciones con
características feudales:
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Si un usurpador triunfa, es porque Dios lo ha querido, por lo que la usurpación aparce
como una forma normal de sucesión.
Estas concepciones aparecen en el ceremonial minucioso y expectacular que
envuelve la vida del emperador. Todo el sistema conduce a la glorificación del emperador y
todos sus actos tienen un valor simbólico. Todos los individuos son "esclavos" del
emperador y deben humillarse en proskynesis ante su presencia.
Sin embargo, su poder no es ilimitado ya que, como legislador debe observar las
leyes existentes debidas a otros emperadores que también habían sido inspirados por
Dios. El emperador está limitado por la ley moral, pero en contrapartida tiene derecho a
intervenir en el plano religioso.
El punto más original es la pretensión de universalidad. Todos los países que adopten
el cristianismo o hallan sido antiguamente romanos, siguen siendo posesión inalienable del
Imperio. La forma de relaciones diplomáticas traduce esta pretensión de superioridad
universal. Todo tratado internacional posee las características de una concesión imperial,
incluso los tributos que Bizancio debe otorgar son considerados regalos. El Emperador se
reserva el derecho de confirmar a otros reyes, confiriéndoles sus insignias reales. Algunos
príncipes son calificados como amigos, otros como hijos (Bulgaria, Armenia), mientras que
los Emperadores de occidente son hermanos de la familia imperial, cuya cabeza es el
Emperador, Padre de todos los cristianos. El prícipe que crece en prestigio, sube en el
grado de parentesco con el Emperador.
Resurgimiento de la gran propiedad:
El perfeccionamiento de la administración y los gastos dedicados a la guerra ofensiva
aumentan las necesidades del Estado. Los aumentos de impuestos afectan a los
pequeños propietarios, quienes se ven obligados a vender sus tierras, pese a sucesivos
intentos por parte del Estado de favorecer su situación. Pero estos intentos chocaban con
la voluntad de los campesinos, quienes arruinados y agobiados por los impuestos,
preferían vender su tierra a los ricos y luego alquilarla como parecos. Todo esto ocasionó
un descenso demográfico en los campos.
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