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Ensayo

De la lectura de los diferentes materiales revisados se puede interpretar que los


autores plantean su preocupación por cuestiones relacionadas con:

 La crisis de la Modernidad que marcan el debate al respecto de lo que


se puede percibir como el “cambio de era”.
 El carácter instrumental de la Educación.
 El sentido de la educación en los tiempos actuales. Redefinición de la
Educación.

La Modernidad es el marco referencial que la sociedad actual conoce, cuyas


ideas se gestaron en torno a las ideas de la Revolución Francesa, en la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La sociedad que nace
de este paradigma surge con una estructura y organización sustancialmente
diferente a todas sus antecesoras.

La “MODERNIDAD”, surgió como una contraposición ideológica, política, ética


e intelectual con respecto a todo lo que significaba el imperio de la Monarquía y el
Clero. Este enfoque propugnó innovaciones en todo en todos los aspectos:
jurídico, político, económico, social y cultural. Estas transformaciones aspiraban
colocar al hombre en un mundo más justo. Nos hallábamos en la búsqueda del
equilibrio.

Actualmente la modernidad como la expresión de la civilización científica y


técnica es repensada como horizonte universal de la humanidad. Dichos cambios
se manifiestan como un malestar hacia la ilusión de la Modernidad, hacia sus
principios constitutivos: la razón, el sentido de la historia y la ética. La razón en
tanto que devino en lógica científica y tecnológica ha creado tecnologías duras
utilizadas por la industria convertidas en eco-depredadores y degradante
ambiental. En cuanto al sentido histórico del progreso y el desarrollo, se considera
que suprime las diferencias, la noción de lo particular, el contexto vital al plantear
que todas las sociedades inexorablemente deben avanzar en un sentido lineal,
único del cual el ser humano no puede escapar. Este sentido de lo histórico no nos
ha ofrecido respuestas a situaciones como la desigualdad social y económica. Hoy
la injusticia reina en el mundo. Paradójicamente, la tecnología ha aumentado la
capacidad productiva de bienes y alimentos con lo que hoy producimos podríamos
satisfacer a todos, sin embargo, aumenta escandalosamente la desigualdad, la
pobreza y la indigencia. Las condiciones materiales de los países más ricos
superan en una proporción de 30 a 1 a las de los más pobres. Tan solo 300
personas son dueñas del 40 % de la riqueza mundial. El 20% más rico consume el
58 % de la energía, el 45 % de la carne y el pescado, posee el 67% de los
vehículos y el 74 % de los teléfonos.

Y no solo el hombre sino su hábitat han sido agredidos. Los humanos hemos
creído que la naturaleza y lo humano son dos entidades diferentes y hemos tenido
la convicción de que podíamos liberarnos de los condicionamientos de la
naturaleza. En una palabra dominarla. Sin embargo, a juzgar por los innumerables
desastres ecológicos provocados por la mano del hombre tal pretensión no ha
probado más que nuestra errática percepción de lo que somos. Creímos ser
superiores y diferentes de la naturaleza, ignorando sus leyes la utilizamos como
un recurso más para nuestra inagotable necesidad de acumular para ser felices y
hoy pagamos nuestra ignorancia ecológica

Así mismo, los cambios también proceden de la aparición de una nueva


lógica fundada en la información, el conocimiento, la comunicación sin barreras y
los factores tecnológicos asociados que han permitido que el ser humano
interactúe en un contexto global generando profundas transformaciones socio-
culturales que han caracterizado a las sociedades de finales del siglo XX. Hoy,
por la mediación de las telecomunicaciones y de los medios masivos de
comunicación, el ser humano tecnologizado interactúa en un contexto de
interdependencia y globalidad. Esta tendencia, generada en los años más
recientes, ha dado paso a la construcción de una nueva filosofía que define a la
realidad como interpretación sustentada en lo diverso y lo plural.

Ante el inminente colapso de la modernidad surge la posmodernidad, que se


propone como un nuevo paradigma que impregna en consecuencia un nuevo
orden, del cual emerge un nuevo régimen social y económico caracterizado por el
ascenso financiero e industrial mediado por la tecnologización del proceso
productivo y el establecimiento de un mercado internacional concentrado en
grandes bloques económicos. En el ámbito social se caracteriza por un rechazo a
los “grandes relatos” o “grandes proyectos”, denominados por François Lyotard
como metarrelatos considerados como la imagen o concepto del mundo propios
de la modernidad, que configuran formas de percibir la realidad aplicados a todos
los campos de la vida: la política, la economía, la ciencia, la religión, la moral y la
filosofía.

En este escenario de cambios la adaptación y la convivencia con esta nueva


forma de organización de lo social se imponen como un reto para las diferentes
instituciones: económicas, sociales, políticas, educativas. La sociedad reclama
una ética social y política diferente, para lo cual es indispensable la construcción
de nuevos lazos mediados por la solidaridad y la responsabilidad social a través
de los cuales podamos construir una sociedad ecológicamente sostenible y
socialmente equitativa, que aporte las respuestas que ya no ofrece la racionalidad
instrumental.

El espacio Educativo parece el lugar más proclive para fundar una ética
diferente, para lo cual es preciso romper con la concepción Moderna de la Escuela
en la que se nos enseño a creer que existían valores universales, verdades sobre
las que no había duda, que podían ser aprendidas. Ante las cuales solo podíamos
ser sumisos y pacientes hasta llenarnos de ellas. Así mismo aprendimos a
percibir a la Escuela como un espacio diferente, en cuyo interior se produciría la
verdad. Estableciéndose fronteras entre lo que significaba estar adentro y afuera
con respecto a ella.

La escuela de hoy en contraposición, debe preguntarse por su pertinencia en


un mundo donde ya no hay certezas. En mi criterio debe ser un espacio para que
el sujeto se perciba comprometido con su quehacer en su relación con la
naturaleza y con los otros, constructor de su propia realidad, generador de
bienestar o de desastres. Capaz de reconocer que las verdades son múltiples y
válidas, y más que imponer una forma única de percibir la realidad es necesaria la
diversidad para encontrar en ella la experiencia de lo humano.

En este sentido, se debe educar para progresar hacia los ideales de paz,
libertad, justicia social, equidad, democracia, igualdad y solidaridad. Educar a
través de la palabra, del dialogo para transformar el mundo injusto y desigual.
EDUCACIÓN EN EL PENSAMIENTO
POSMODERNO

Diana Mundarain

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