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EL GRUPO Y EL INCONSCIENTE
Lo imaginario grupal
Introducción
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DIDIER ANZIEU
EL GRUPO Y EL INCONSCIENTE
Lo imaginario grupal
Introducción
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DIDIER ANZIEU
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DIDIER ANZIEU
EL GRUPO Y EL INCONSCIENTE
Lo imaginario grupal
Introducción
Todo grupo se organiza únicamente como metáfora o/y metonimia del cuerpo o de
partes del cuerpo. El destino de un grupo y de los sujetos que lo constituyen se
define en la relación que se establece entre el espacio vivido (el cuerpo) y la
representación de este espacio, entre esta representación y el espacio real que es
su soporte en la escena de la historia. El estudio de las representaciones del grupo
(...) garantiza esta referencia central al espacio vivido del cuerpo; pero también
ciertas representaciones del cuerpo son representaciones de grupo (cuadros de N.
St. Phale, de J. van den Bussche; cf. R. Kaës, 1974 a), como si una
correspondencia fundamental uniera, tal vez en su mismo origen, el espacio del
cuerpo con el espacio del grupo, como sugiere el mismo término de organización
(R. Kaës 1974 b).
Volviendo a la presente obra, confirmo y consolido la idea directriz ya bosquejada
en la primera edición de 1975: todo grupo humano es el resultado de una tópica
subjetiva proyectada sobre él por las personas que lo componen. Este
descubrimiento específico proviene de la aproximación psicoanalítica y va a
completar esta otra idea psicoanalítica anterior, expresada por J.-B. Pontalis
(1963): un grupo es un objeto de catexia pulsional. No obstante, esta idea seguirá
siendo insuficientemente utilizable, tanto en la teoría como en la práctica, hasta que
encuentre el complemento indispensable a su operatividad en el nuevo enunciado
que propongo. El aparato psíquico individual se protege y se sirve de los estímulos
externos y de las pulsiones internas por las que se organiza un espacio mental
diferenciado en zonas. Estas son, respectivamente, la sede de las diversas
instancias que Freud ya describió, el Ello, el Yo ideal, el Superyó, el Ideal del Yo y
el Yo, dividido, a su vez, en un sistema de percepción-conciencia y en mecanismos
de defensa inconscientes. Casi todas estas instancias tienden a ser, no tanto —
como quisiera demostrar una visión antropomórfica — el centro que regiría el
funcionamiento de todo aparato, sino más bien la envoltura que le asegura unidad,
integridad e intercambios con el mundo exterior, con el cuerpo y con las otras
instancias. Así, el Ello inconsciente se constituye en la envoltura del cuerpo
biológico, el Yo, en envoltura del aparato psíquico dominado por los procesos
inconsciente, el sistema de percepción-consciente se erige en la envoltura del Yo,
constituyendo, todo ello, una serie limitada de ajustamientos de «núcleos»
«cortezas» —términos que tomo de Nicolás Abraham (1978). Ciertos núcleos
pueden localizarse, en relación con una u otra corteza, en el interior o también en el
exterior (como en los casos de las instancias ideales o represivas) o en la periferia
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Lo imaginario grupal
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A partir de aquí desarrollaré diversos estudios realizados por mí, de los que
surgirán los dos problemas de la articulación y de la interacción de la vida
fantasmática en los pequeños grupos humanos: con el inconsciente individual, por
una parte, y por otra, con el inconsciente social. Las personas con experiencia de
grupos como psicoterapeutas, animadores, observadores, dirigentes o participantes
de los mismos, saben cuán variados, y en gran parte cuán imprevisibles, son los
destinos de los grupos en razón del papel, a menudo decisivo, que juegan las
personalidades individuales.
Esta es una comprobación empírica que la teoría que propongo nos explica: estas
personalidades que componen un grupo y que tienen que construirlo ¿pueden
encontrar entre ellas, siendo lo que son, primero una instancia psíquica común, y
después un organizador fantasmático o imagógico inconsciente? Esta instancia y
este organizador ¿serán apropiados para permitirles (o impedirles) realizar los fines
que se les han asignado o que ellos han elegido? La respuesta difiere según la
composición del grupo, la cultura heredada y el nivel en el que sus miembros
entren en contacto. Pero el destino de un grupo depende también de las actitudes
de los otros grupos, del contexto social global, y de los acontecimientos históricos
locales o generales, que funcionan, con efecto retardado, como marcas o señales;
no obstante, (a metodología de la obra expuesta al principio no es adecuada ya a
este aspecto del problema, porque precisamente es ella la que lo deja de lado.
Ahora bien, en la última parte del capítulo final adelantaré algunas hipótesis que
conciernen a la influencia de las representaciones colectivas sobre el
funcionamiento de los grupos, por una parte, y, por otra, a la multiplicación de
grupos espontáneos en las situaciones de crisis que afectan a la mentalidad
colectiva. Estas últimas consideraciones inician la noción de análisis transicional
que R. Kaës anunció hacia 1976, como un avance apropiado a la elaboración de
las crisis individuales y grupales.