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Colección Artículo 2

A efectos de cumplir con el mandato contenido en la Ley Orgánica a través de su Artículo Segundo
la Comisión Sectorial de Investigación Científica ha creado el “Fondo Universitario para Contribuir
a la Comprensión Pública de Temas de Interés General”, cuyo objetivo es financiar proyectos en
torno a temas de relevancia nacional e interés público.

La colección Artículo 2 difunde en esta edición los resultados del llamado 2015.

Una comisión evaluadora compuesta por Alicia Fernández, Javier Alonso, Adela Pellegrino y Omar
Macadar fue la encargada de seleccionar las propuestas financiadas.

La presente publicación reúne bajo el título Violencia en el deporte: discursos, debates y políticas
en Uruguay los resultados del proyecto desarrollado por los docentes Rafael Bayce Lagos, Bruno
Mora Pereyra, Marcelo Rossal Núñez, Luciano Jahneka, Ignacio De Boni, Cristián Maneiro, Juan
Cristiano, Martín Ribeiro Perdomo, Líber Benítez González, Natalia Vernazza, Rodrigo Moreno.
La Universidad al servicio del interés general

Las propias bases del llamado que dio lugar a estas publicaciones, realizado en 2015, indicaban que
“La Ley Orgánica de la Universidad de la República (UdelaR) define entre sus fines (Artículo 2), el
de 'contribuir al estudio de los problemas de interés general y propender a su comprensión pública'.
Los problemas de interés general se integran a las agendas concretas de investigación de múltiples
formas, en la salud, en las áreas tecnológicas, agrarias, sociales, humanísticas, y las vinculadas con
el arte.” “El programa financia propuestas de trabajo cuyos resultados serán volcados en el caudal
de la información ciudadana a través de publicaciones, eventos, o producción audiovisual,
promoviendo debates informados.”

En esta ocasión el llamado incluyó 8 temáticas posibles:


1. Sistema nacional de cuidados: perspectivas y desafíos
2. Redes sociales: usos, legislación, educación, privacidad
3. Aspectos culturales y sociales de la violencia en el deporte: protagonistas directos e
indirectos (medios de comunicación, dirigentes, clubes, hinchas, deportistas, encargados de
la seguridad, etc)
4. Seguridad vial: aspectos socio-económicos, culturales y en salud
5. ¿Cómo se constituyen los precios en el Uruguay?
6. Medicamentos de alto costo: aspectos médicos, éticos, jurídicos y económicos
7. Conocimiento y goce efectivo de los derechos de las personas con discapacidad
8. Tema libre.

Hecha la evaluación de las propuestas presentadas para el llamado de 2015 se escogieron las
siguientes:
- 70 años de Suicidio en Uruguay: 7 disciplinas, 7 entrevistas, 7 encuentros. Investigadores
responsables: Pablo Hein, Leticia Rodríguez, Victor González, Cristina Heuguerot, Alicia Canetti,
Cristina Larrobla, María Torterolo.
- Entre lo público y lo privado en la red. Subjetividades en juego y marcos legales.Investigadores
responsables: María Julia Morales González, Dayana Curbelo, Gabriel Gómez Sena, Ana Laura
Rivoir.
- Políticas de refugio, Estado y sociedad. Aportes para la comprensión de los procesos de refugio y
reasentamiento de población refugiada en el Uruguay contemporáneo. Investigadores responsables:
Pilar Uriarte Bálsamo, Lelio Nicolás Guigou Mardero, Lucía Masci, Karina Verónica Boggio
Paredes, Gianni Di Palma.
- Cerrar la brecha entre el cuidado sanitario y el cuidado social en el adulto mayor dependiente:
un desafío para el plan nacional de cuidados. Investigadores responsables: Fernando Bertolotto
Vega, Miriam Costabel García, Ítalo Enrique Savio Quevedo, Esther Angélica Lacava Salvo, Teresa
Isabel Dornell Regueira.
- Derecho a la educación y mandato de obligatoriedad en la Enseñanza Media. La igualdad en
cuestión. Investigadores responsables: Adriana Cristóforo Fonsalías, María Noel Míguez Passada,
Pablo Eduardo Martinis López, Nilia Viscardi Etchart.
- Múltiples miradas a los medicamentos de alto costo: hacia una comprensión integral del tema.
Investigadores responsables: Gustavo Alberto Tamosiunas, Juan Carlos Ceretta Campón, Gianella
Bardazano Gradin, María Noelia Speranza Mourine, Maynés López Pampín, Hugo Rodríguez
Almada.
-Desmitificando conocimientos sobre cambio climático en la sociedad. Investigadores responsables:
Martín García Cartagena, Rocío Guevara.
- Análisis de las discursividades en torno a la violencia en el deporte. Investigadores responsables:
Rafael Bayce Lagos, Luciano Jahneka, Marcelo Rossal Núñez.
-Escuela, convivencia y ciudad. Aportes al desarrollo de experiencia y empatía con la Arquitectura
y el Paisaje. Investigadores responsables: Cecilia Andrea Leiro Salamano, Constance Zurmendi
Dibarboure, Ana Cecilia Basaldúa, Rita Susana Soria González, María Inés Sánchez Chiancone,
Mónica Nieto Alegre, Agustina Daniela Tierno Larroque.
-Co-producción de conocimiento para la comprensión y actuación en torno a los recursos hídricos
en Uruguay: Marila Lazaro Olaizola, Cristina Zurbriggen, Isabel Bortagaray Sabarrós.

En el anterior prólogo a esta colección escribió el Rector Rodrigo Arocena: El Fondo Universitario
para la comprensión pública de temas de interés general, “apunta a promover el estudio de temas
relevantes y frecuentemente polémicos, poniendo a disposición de los ciudadanos interesados,
elementos de juicio que permitan la elaboración de opiniones informadas y propias.”
Por ello, la Universidad fiel a su compromiso de diversidad, de polémica y de aporte al
conocimiento avanzado divulga a través de visiones distintas análisis y propuestas que pueden
colaborar en los debates ciudadanos y seguramente enriquecerán los saberes de los uruguayos que
queremos construir una patria más culta e independiente.

Febrero de 2017
Roberto Markarian
Rector de la Universidad de la República
Libros publicados en la Colección Art.2 según el año de financiación de cada propuesta
2008

-Intensificación Agrícola: oportunidades y amenazas para un país productivo y natural. Autores:


Fernando García Préchac, Oswaldo Ernst, Pedro Arbeletche, Mario Perez Bidegain, Clara Pritsch,
Alejandra Ferenczi, Mercedes Rivas.

-La Desafiliación en la Educación Media y Superior de Uruguay. Conceptos, estudios y políticas.


Coordinador: Tabaré Fernández Aguerre. Marcelo Boado Martínez, Marisa Bucheli Anaya, Santiago
Cardozo Politi, Carlos Casacuberta Guemberena, Lorena Custodio Pallares, Cecilia Pereda
Bartesaghi, Ana Verocai Masena.

-La inserción Internacional de Uruguay en Debate. Coordinadores: Lincoln Bizzozero, Jerónimo de


Sierra, Inés Terra.

-(Des)penalización del aborto en Uruguay: prácticas, actores y discursos. Abordaje


interdisciplinario sobre una realidad compleja. Coordinadores: Niki Johnson, Alejandra López
Gómez, Graciela Sapriza, Alicia Castro, Gualberto Arribeltz.

-La Matriz Energética: una construcción social. Autores: Reto Bertoni, Virginia Echinope, Rossana
Gaudioso, Rafael Laureiro, Mónica Loustaunau, Javier Taks.

2009

-La distribución de la riqueza en Uruguay: elementos para el debate. Autores: Verónica Amarante,
Matías Brum, Amparo Fernández, Gustavo Pereira, Alejandra Umpiérrez, Andrea Vigorito, Gabriel
Burdín, Ulises García-Repetto.

-Uruguay. Inseguridad, delito y estado. Coordinadores: Rafael Paternain, Álvaro Rico. Editorial
Trilce.

-La violencia está en los otros. Coordinadores: Victor Giorgi, Gabriel Kaplún, Luis Eduardo Morás.
Editorial Trilce.

-Para entender las radiaciones: energía nuclear, medicina, industria. Gabriel González Sprinberg.
Carolina Rabin Lema.

2010

-Aporte universitario al debate nacional sobre drogas. Carlos Casacuberta, Mariana Gerstenbluth,
Patricia Triunfo, Gianella Bardazano, Rafael Bayce, Verónica Filardo, Sebastián Aguiar, Clara
Musto, Diego Pieri, L. Nicolás Guigou, Valentín Magnone, Gabriel Eira Charquero, Carlos García
Carnelli, Selva Cairabú.

-Municipios: una política en el tintero. Coordinadores: Alejandra Andrioli, Paula Florit,


Maximiliano Piedracueva.

-Universalizar la educación media en Uruguay: ausencias, tensiones y desafíos. Coordinadoras:


Verónica Filardo y María Ester Mancebo.

2011

- Repercusiones de las inversiones forestales: la ampliación del puerto de La Paloma. Coordinador:


Diego Piñeiro.

-Los sentidos del castigo: el debate uruguayo sobre la responsabilidad en la infracción adolescente.
Coordinadores: Carolina González Laurino, Sandra Leopold Costábile, Laura López Gallego, Pablo
Martinis. Editorial Trilce.

-Salud Mental en debate. Pasado, Presente y Futuro de las políticas en salud mental. Coordinador:
Néstor de León.

-Ley de caducidad un tema inconcluso. Momentos, Actores y Argumentos (1986-2013). Aldo


Marchesi (Organizador). Gianella Bardazano, Álvaro de Giorgi, Ana Laura de Giorgi, Diego
Sempol. Colaboradores: Nicolás Duffau, Diego Luján. Editorial Trilce.

2012

-Prevención de la conducta suicida en adolescentes. Guía para los sectores educación y salud.
Cristina Larrobla, Alicia Canetti, Pablo Hein, Gabriela Novoa, Mariana Durán.
-El tránsito entre ciclos en la Educación Media y Superior de Uruguay. Editores: Tabaré Fernández
Aguerre y Ángela Ríos González.

-Uruguay: una muralla impide la plena vigencia de los derechos humanos. Nuestro país no acata los
fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Director: Alberto Pérez Pérez.
Coordinadores: Olga Díaz Pedemonte, Daoiz Uriarte Araujo. Integrantes: Gervasio Dalchiele,
Fernando Marán, Lorena Placencia y Marcelo Vigo.

-La violencia contra las mujeres en la agenda pública. Aportes en Clave interdisciplinar. Autoras:
Carla Calce, Valeria España, María Goñi Mazzitelli, Natalia Magnone, Serrana Mesa, Flor de María
Meza Tanata, Gabriela Pacci, Susana Rostagnol, Mariana Viera Cherro.

2013

-Sindicalización y negociación en los sectores rural y doméstico: Francisco Pucci, Diego E. Piñeiro,
Agustín Juncal, Soledad Nión (Coordinadores). Andrea Badolati, Marcela Barrios, Alicia Brenes,
Maite Burgueño, Matías Carámbula, Joaquín Cardeillac, Fiorela Ciapessoni, Macarena Gómez,
Gustavo Machado, Bolivar Moreira, Mathias Nathan y Fabián Pita.

2014

-Discutir la cárcel, pensar la sociedad: Gianella Bardazano, Aníbal Corti, Nicolás Duffau, Nicolás
Trajtenberg (Compiladores). Editorial Trilce.

2015

-Múltiples miradas a los medicamentos de alto costo: hacia una comprensión integral del tema.
Autores: Gianella Bardazano, Valentina Caredio, Pablo Cechi, Juan Ceretta, Viviana Domínguez,
Lucía Giudice, Sebastián Lema, Guillermo Lezama, Maynés López, Camila Ramos, Hugo
Rodríguez, Noelia Speranza, Gustavo Tomasiunas, Patricia Triunfo, Carlos Zunino.

-70 años de Suicidio en Uruguay: 7 disciplinas, 7 entrevistas, 7 encuentros. Compiladores: Cristina


Larrobla, Pablo Hein, Gabriela Novoa, Alicia Canetti, Cristina Heuguerot, Victor González, María
José Torterolo, Leticia Rodríguez.
Violencia en el deporte:
discursos, debates y políticas
en Uruguay

Coordinadores
Rafael Bayce – Bruno Mora

Montevideo, Uruguay
año 2017
© Rafael Bayce – Bruno Mora

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibi-
mientos legales previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el
alquiler o cualquier forma cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito del
titular del copyright.

ISBN 978-9974-91-621-0

Queda hecho el depósito que marca la ley

Impreso en Tradinco, noviembre 2017






 
Participaron del proceso de investigación
Rafael Bayce (FCS)
Bruno Mora (ISEF)
Ignacio De Boni (FCS)
Martín Ribeiro (FIC)
Juan Cristiano (FCS)
Cristian Maneiro (FCS)
Rodrigo Moreno (FCS)
Líber Benítez (ISEF)
Marcelo Rossal (FHCE)
Natalia Vernazza (FHCE)

Colaboraron
Pablo Alabarces (UBA)
Federico Wainstein (ISEF)
Tamara Parada (CURE)
Ismael Cardozo (CURE)
Enrique Mazzei (CUCEL)
Alvaro Levin (revista digital Zona Mixta)
Germán de Giobbi (SACUDE – IM)
Daniel Leite (IM)
Débora Grivob (APEX – Cerro)
Martín Klein (Cuenco Cine)
Ismael Fígoli (INEBA)
Luciano Jahnecka (CUR)
Índice

Introducción
Bruno Mora Pereyra............................................................................. 11

Preguntas y respuestas básicas sobre violencia en el deporte


Rafael Bayce – Ignacio De Boni............................................................ 16

Violencia en el deporte: Algunas percepciones preliminares


Cristian Maneiro................................................................................. 46

Análisis crítico de la normativa jurídica sobre seguridad en los partidos de


fútbol profesional uruguayos
Juan Cristiano..................................................................................... 51

Controversias sobre la violencia en el fútbol, reflexiones en los albores de


este siglo
Nicolás Cabrera – José Garriga Zucal – Diego Murzi............................. 71

Periodismo deportivo: la industria cultural del fútbol uruguayo


Ignacio De Boni................................................................................... 83

Carlos Solé: riqueza y evolución del relato deportivo


Rafael Bayce ...................................................................................... 106

La música de las tribunas. Identidad y violencia en los cantos de los


hinchas de fútbol y básquetbol
Juan Cristiano................................................................................... 123

¿Inadaptados? Masculinidad, violencia y solidaridad en dos hinchadas de


Montevideo
Marcelo Rossal – Rafael Bruno – Natalia Vernazza.............................. 140

Proceso de trabajo interdisciplinario desarrollado por el grupo de investigación


Bruno Mora Pereyra........................................................................... 154

9
ANEXOS (también en CD)

Anexo 1
Proyecto de Investigación
Análisis de las discursividades en torno al tema de la violencia en
el deporte.......................................................................................... 161

Anexo 2
Versión taquigráfica del acta de la reunión entre la Comisión
Parlamentaria sobre Deporte y el Grupo de Investigación................. 171

Anexo 3
Participación del grupo en el diálogo social – Presidencia de la
República.......................................................................................... 185

Anexo 4
Estímulo visual para el debate territorial............................................ 187

Anexo 5
Guión para los debates territoriales................................................... 191

Anexo 6
Cuestionario previo a debates territoriales................................................... 196

Anexo 7
Otras actividades académicas y de extensión realizadas............................... 199

Anexo 8
Datos empíricos correspondientes al artículo: “¿Inadaptados? Masculinidad,
violencia y solidaridad en dos hinchadas de Montevideo”............................... 207

Anexo 9
Datos empíricos correspondientes al artículo: “Violencia en el deporte:
Algunas percepciones preliminares”............................................................ 217

Anexo 10 (sólo en cd)................................................................................ 222


Otros productos audiovisuales de la investigación
Filmación completa de uno de los debates territoriales
Corto audiovisual de síntesis de las actividades del proyecto

10
Introducción

Bruno Mora Pereyra

Los estudios que se concentran en el análisis de los discursos suelen dedi-


carse a categorizar, ideológica, política y teóricamente al autor o los autores de
ese discurso, en tanto universo lógicamente estabilizado. Son objeto de ese tipo
de análisis los programas educativos, los discursos políticos referentes a las po-
líticas públicas y los relevamientos de opinión, que terminan trabajando sobre
una relación endogámica y extremadamente teledirigida: el discurso dice esto y
lo ubicamos en este lugar, juntamos votos (por el lado de la política) y obtene-
mos prestigio académico, respectivamente.
Se suma a esto que la academia tiene una realidad endogámica, así como la
política; suele tender, por más democrática que se proclame, a procedimientos
cupulares, dejando por fuera la posibilidad de poner en discusión a la política,
la ciencia y la vida.
Por ello este trabajo se propone, a partir de la convocatoria que tiene como
fundamento el artículo 2 de la ley orgánica de la Universidad de la República,
trabajar con la idea de discursividad, es decir, esa prolongación del discurso que
impacta en otros campos y genera estabilidades y tensiones, discute endogamias
y reproducciones estabilizadas, desata injusticias, derechos, seguridades y con-
vivencia. Es que nos interesa tanto el discurso hegemónico como la producción
científica y la reflexión de la gente al respecto, es decir, cómo impactan estos
discursos y decisiones en las preocupaciones de la gente, y cómo generan otros
discursos –y prácticas–, aunque no sean objeto de relevamiento preciso de este
trabajo. Se trata de tender puentes entre la producción de conocimiento y “lo
que pasa en la cancha”, para no quedarnos solo con el producir para reflexionar
sino también poner en juego (y ponernos a jugar) el saber con el hacer.
En este trabajo el lector encontrará resultados de investigación, incitación
teórica y propuestas, como un aporte a la relación universidad – sociedad, ya
que tomar el tema ‘violencia en el deporte’ como problema social y como excusa
teórica, para este equipo, significó y significa meterse inicialmente en dos temas
candentes en toda la sociedad que impactan en otras derivas. Por un lado la in-
fluencia de los medios de comunicación en la conformación de sentido común,
y por otro, las políticas públicas que impactan directamente sobre la vida de la

11
gente, y en este caso, sobre eventos muy arraigados a la cultura popular como
son los deportivos.
Varias son las razones que justifican el rol fundamental de las ciencias so-
ciales y humanas en la discusión de estos problemas, así como en la producción
de conocimiento orientada a resolver cuestiones que hacen a la vida de las per-
sonas y que de alguna manera están ocultas en los pliegues del tema: la violencia
de género, la construcción de masculinidad, los homicidios, la proyección y
gestión de políticas públicas; y las relaciones de estas formas de violencia con
otros fenómenos que golpean a grupos y a la sociedad en su conjunto: la adic-
ción a drogas, la construcción de referentes adultos, y otras asuntos sociales que
estructuran la idiosincrasia uruguaya.
El concepto de violencia será abordado por varias disciplinas, y no úni-
camente por aquellas participantes del proyecto inicial de investigación finan-
ciado en parte por la CSIC (a través de la que se financiaron horas y gastos
desde los servicios participantes) y en parte por la UCEP; también aparecerán
la psicología, la criminología y el derecho, buscando someter a escrutinio, como
propone José Garriga Zucal (2013), las posturas y discursos estigmatizantes,
etnocéntricos y reduccionistas que son, por ignorancia y/o intereses de algunos
grupos, errores constantes que en parte explican el fracaso de las políticas públi-
cas implementadas para reducir la violencia en el deporte, ya que buscan asir un
fenómeno que parecen desconocer (Garriga Zucal 2013:7).
A partir de estas ideas, los trabajos aquí reunidos abordan el tema de la
violencia en el deporte referida casi exclusivamente a la violencia en los espec-
táculos deportivos de fútbol, ya que es el espectáculo de masas por excelencia,
tanto por su hiper–mediatización como por contar con la mayor cantidad de
víctimas –algunas lamentablemente fatales–, sirviendo como ejemplo y base
para otras discusiones que construyen nuestro quehacer deportivo.
Sin duda que el producto teórico más importante emerge del informe so-
bre el trabajo del grupo y los debates sucedidos en territorio, donde se configu-
raron las categorías de discusión. En eso consiste el trabajo de Rafael Bayce e
Ignacio De Boni, que ponen en fuerte tensión a los polos discursivos a partir
de los ocho temas catalizadores de la discusión, mostrando los antagonismos
que surgen en las afirmaciones sobre la cantidad de violencia (mucha, poca,
creciente), el grado de peligrosidad para la gente, el espectáculo y el espacio físi-
co, la procedencia de la violencia, las posibilidades de eliminarla o disminuirla.
Esta discusión de postulados y argumentos tiene un fuerte anclaje en datos de
la realidad uruguaya, logrados mediante la recolección de datos secundarios
durante el período 2006 – 2016, que dio como resultado un corpus empírico

12
compuesto por los discursos de los medios de comunicación, el sistema político,
la opinión pública, las empresas de seguridad y los clubes deportivos (Polo A),
que fue contrastado con la tradición académica sobre el tema y estudios conexos
(Polo B), idea central de la investigación y de la posterior discusión territorial.
La coordinación de la recolección de los datos empíricos correspondientes
al Polo A, la realizó Ignacio De Boni, que además presenta en este libro una
versión resumida de su monografía de grado, donde logra describir y analizar
los principales mecanismos de comunicación utilizados por el periodismo de-
portivo tradicional–hegemónico uruguayo, teniendo en cuenta su gran popu-
laridad, su frecuente y destacada presencia mediática, y la potencial capacidad
de influencia de su discurso a nivel social y cultural, en el cotidiano y en el
sentido común de las audiencias. Su trabajo pone el foco en lo que denomina
la ejecución comunicativa llevada a cabo delante de cámaras por los periodistas,
concentrándose en los mensajes emitidos y en la construcción de personajes
mediáticos, pero también haciendo referencia al factor contextual de la comuni-
cación, es decir, a la recepción social y las impresiones generadas por el producto
comunicado. Además se desarrollan las causas que explican la enorme impor-
tancia (simbólica, histórica, identitaria, entre otras) del fútbol en Uruguay, lo
que determina su frecuente y destacada presencia en los medios masivos, por lo
cual relega a segundo plano, o directamente invisibiliza, otros deportes y prác-
ticas culturales.
Volviendo a la investigación principal, previo a la llegada a territorio a
instalar el debate, se estimó conveniente realizar una breve encuesta auto–admi-
nistrada con el objetivo de promover el ejercicio de pensar el tema y tener una
primera impresión sobre el estado de la opinión pública, de modo de comparar
su grado de proximidad respecto a los polos discursivos propuestos en el trabajo.
En ese sentido, Cristian Maneiro obtuvo un producto que sirve como descrip-
tor inicial de dichas percepciones sociales, actuando como insumo disparador
para posteriores análisis.
También fue necesario, como aporte a la producción sobre el tema de la
violencia en el deporte, y principalmente como parte del contenido del Polo A,
incluir el análisis que realiza Juan Cristiano a la normativa jurídica sobre se-
guridad dispuesta para los partidos de fútbol profesional uruguayo. A partir de
la sociología del derecho, se organiza una presentación de las normas jurídicas
de instituciones deportivas supranacionales y nacionales, así como las emitidas
por el estado uruguayo, estas últimas claramente enfocadas en expulsar a las
personas violentas de los espectáculos deportivos, planteando así la posibilidad
de erradicar la violencia de los estadios.

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Un parte de la discusión sobre legislación en torno a la violencia depor-
tiva en los últimos tres años en Uruguay, ha sido sobre las penalizaciones a
las hinchadas por cánticos ofensivos y utilización de palabras obscenas, ya que
desde el discurso punitivista hegemónico se argumenta que estas acciones van
en detrimento del espectáculo público y generan una escalada hacia la violencia
física. Por eso los aportes de Juan Cristiano desde su proceso de doctorado son
muy valiosos, ya que esboza ciertas hipótesis que permiten orientar su recolec-
ción empírica y componer un conjunto de indicadores que, transformados en
códigos analíticos (barrio, apodos, verbos, sentimientos, amenazas, autoelogio,
insultos y burlas, victoria, droga, alcohol), sirven para ordenar temáticamente
las transcripciones de los cantos de las hinchadas de fútbol y básquetbol, y las
inscripciones de sus banderas en el campeonato uruguayo de fútbol de primera
división 2011–2012 y en la liga uruguaya de básquetbol 2011–2012, dejando
de lado los campeonatos de segunda división profesional tanto de fútbol como
de básquetbol.
El otro gran tema que ocupó la agenda mediática y política uruguaya en
los últimos dos años, gracias a las repercusiones de feminicidios y las corres-
pondientes manifestaciones populares de organizaciones, fue la violencia de
género. Este tema está muy presente en varias investigaciones sobre violencia
en el deporte, donde se afirma consistentemente (no somos los únicos) que
el deporte no es “el fiel reflejo de la sociedad” sino que es la sociedad misma
pero en un entramado particular, como lo pueden ser otras manifestaciones o
prácticas culturales como las religiosas, artísticas, y/o políticas, que en el medio
social no actúan por separado. Esto lo muestra fielmente el trabajo de Rafael
Bruno, Marcelo Rossal y Natalia Vernazza: de Vernazza, sobre la hinchada
del Club Atlético Peñarol; de Bruno, sobre la del Racing Club de Montevideo;
con reflexiones antropológicas a cargo de Rossal. Se resaltan las categorías de
masculinidad y solidaridad.
Por su parte, decidimos englobar en esta publicación aportes regionales
que consisten en reflexiones comparativas sobre las investigaciones que se vie-
nen dando sobre el tema. Un importante grupo con el que comenzamos a rela-
cionarnos a partir de algunos proyectos, ha venido desarrollando numerosas in-
vestigaciones que abordan el fenómeno de la violencia en el deporte, y que han
cambiado los ejes que articulaban su discusión. En ese sentido, José Garriga,
Nicolás Cabrera y Diego Murzi presentan las principales líneas interpretativas
que permitieron comprender el fenómeno, permitiendo visualizar los cambios
que están modificando la situación de la violencia en el deporte en Argentina,
donde aparecen la privatización de la violencia, la hiper–tecnologización absur-

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da de la seguridad, las organizaciones de hinchas, o el lugar de la familia en el
espectáculo.
Finalmente Bruno Mora Pereyra esquematiza el proceso de trabajo in-
terdisciplinario del grupo de investigación a partir del tratamiento del tema de
la Violencia en el Deporte, que no solo comprendió la investigación principal,
sino también actividades de extensión – territoriales, y cursos de Educación
Permanente para egresados y para estudiantes de grado, ambas propuestas de
alcance nacional. La riqueza de la investigación no solo estuvo en los resultados
alcanzados, en tanto producción de conocimiento técnico sobre el tema, sino
también en la discusión territorial generada gracias al acercamiento de autori-
dades, especialistas y vecinos. La investigación desembocó en la creación del
Grupo de Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte, donde ya se nuclean y
se siguen pensando iniciativas interdisciplinarias e integrales (enseñanza – in-
vestigación – extensión), desde las ciencias humanas y sociales.
El “bonus track” del libro lo aporta Rafael Bayce, quien además de haber
articulado las teorías e investigaciones académicas del Polo B, presenta un artí-
culo sobre Carlos Solé, personaje mítico y fundante del relato y la comunica-
ción deportiva uruguaya, en el que desarrolla un punto que nos interesa resaltar:
el trabajo periodístico, al tener al relato como parte iconolatrada de la tarea,
refleja culturas medias y subculturas específicas, y genera expresiones nuevas,
progresivamente abarcativas en el universo social y con un importante poder
estructurador.

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Preguntas y respuestas básicas sobre
violencia en el deporte

Rafael Bayce – Ignacio De Boni

El art. 2 de la Ley Orgánica de la Universidad de la República- pública-


establece que debe producirse información con destino a alimentar científica-
mente a la opinión pública en temas de interés general.
La Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) abre periódi-
camente concursos para proyectos de investigación-extensión en esos tópicos.
En el concurso 2015-2016, fue seleccionado en 3er. lugar entre cientos,
un proyecto interdisciplinario en el cual cuatro facultades (Ciencias Sociales,
Humanidades y Ciencias de la Educación, Información y Comunicación, Edu-
cación Física) sistematizan discursos que atraviesan la sociedad respecto a ‘vio-
lencia en el deporte’, y someten productos audiovisuales sintéticos de esos dis-
cursos a debates monitoreados por docentes-investigadores en diversos puntos
del país.
En efecto, hay una vasta producción académica, periodística, legislativa y
de prácticas específicas de seguridad pública y privada que esperaba sistematiza-
ción y debate generalizado.
Gruesamente, y más que nada como pedagogía y didáctica heurísticas fa-
cilitadoras del debate, los discursos fueron recopilados, y sistematizados en dos
polos que reúnen enunciados y argumentaciones producto de investigación,
reflexión y retórica bien distintas y hasta contrapuestas.
Por un lado, el llamado Polo A, desarrollado aquí por Ignacio De Boni, un
conjunto de enunciados, argumentos, normativa y prácticas característicos de
los organismos de seguridad, de los gubernamentales y de la prensa deportiva.
Por otro, el Polo B, expuesto aquí por Rafael Bayce, un conjunto de enun-
ciados y argumentos producto de la reflexión y la investigación académicas in-
ternacionales, regionales y nacionales.
Además del logro que implica generar el grado de involucramiento que el
debate popular supone, otro logro es poner en pie de igualdad para el debate a
los contenidos de ambos polos; porque el Polo B, académico, normalmente es
casi inaccesible respecto del imaginario y argumentos que inundan el cotidiano
popular, que son los agrupados en el Polo A. Los organismos de seguridad,

16
los gubernamentales y la prensa deportiva tienen mucha más difusión de sus
afirmaciones y mucha más facilidad para hacerse entender que el discurso aca-
démico.
Breves encuestas realizadas en los lugares de debate con antelación a éstos
nos confirmaron la mayor llegada del Polo A a la población, hecho que re-
confirmaríamos durante el desarrollo de los debates (analizados en este volumen
por Cristian Maneiro).
Pero el proyecto no se limitaba a la elaboración de esos contenidos, do-
cumentos audiovisuales, encuestas y debates. También pretendía movilizar a la
gente para que fuera capaz de identificar su contribución, al menos parcial, en
la producción de violencia y de violentos, abriendo así la importante posibili-
dad de su involucramiento futuro en actividades reductoras y preventivas de la
violencia en el fútbol. Importa no tirarle todos esos fardos exclusivamente al
Estado, los gobiernos y sus instituciones delegadas, porque no solo es indeseable
y acrítico sino también técnicamente equivocado.

LOS TEMAS CATALIZADORES DE DISCURSOS Y DEBATES


La dicotomía de Polos discursivos se construye en torno a núcleos temá-
ticos que los vertebran internamente y los contraponen entre sí. Los formu-
laremos en preguntas, para luego articular los contenidos de los polos como
respuestas alternativas a esas cuestiones.
La violencia en el deporte,
1) ¿Es mucha?
2) ¿Aumenta, disminuye, o no cambia mucho?
3) ¿Es muy peligrosa para la integridad física y el patrimonio de la gente?
4) ¿Reduce mucho la concurrencia a las canchas?
5) ¿Ha expulsado a la familia de los partidos?
6) ¿Es debida al deporte o viene desde afuera de él?
7) ¿Por qué se cree tanto más en lo que afirma el Polo A que el B?
8) ¿Qué habría que hacer para terminar o reducir la violencia en el deporte?
Las respuestas de los polos, aún dentro de los estrechos límites de este
volumen para tamaña revisión, serán desarrolladas con amplitud mayor que la
utilizada en los documentos elaborados con la principal finalidad de promover
y alimentar el debate popular sobre los principales temas polémicos.
El modus operandi para la construcción del Polo A fue la recolección de
material escrito, oral y audiovisual sobre la normativa legislativa y reglamenta-
ria en los temas, y manifestaciones de actores individuales e institucionales en
radios y en televisión, ya sea en informativos como en programas periodísticos

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deportivos. De allí se extrajeron las afirmaciones y argumentos sobre los temas
focales que configuran el Polo A.
Para la recolección de los discursos y confección del corpus empírico del
Polo A, fue necesario tomar una serie de decisiones metodológicas orientadas a
ordenar y segmentar el campo de estudio. Primeramente, se decidió abarcar los
tres medios de comunicación tradicionales: televisión, radio y prensa escrita (en
su formato digital), siendo éste último de especial importancia para establecer
cierta cronología de episodios violentos con cobertura mediática y repercusión
pública. Justamente, se optó por seguir un criterio episódico de búsqueda y
recolección del material, registrando afirmaciones y argumentos periodísticos
surgidos a partir de hechos puntuales de violencia. Ya ha sido demostrado, me-
diante investigaciones sociológicas y comunicológicas del fenómeno, que tanto
la cobertura mediática como las medidas políticas sobre la violencia en el depor-
te siguen una lógica episódica, en la que la mayoría de los discursos mediáticos
y acciones gubernamentales tienen lugar luego de hechos violentos de impacto
público. Por lo tanto, se confeccionó un listado con los diez episodios de vio-
lencia en el deporte de mayor trascendencia desde el año 2006 hasta 2016, año
en que se desarrolló la investigación. La decisión de comenzar el relevamiento
en 2006 respondió no sólo a la intención de abarcar los últimos diez años de
información, sino que a principios de ese año se aprobó la Ley n°17.951, que
constituye el marco normativo general sobre la violencia en el deporte, y ade-
más ocurrió el asesinato del hincha de Cerro Héctor Da Cunha, que despertó
una amplia indignación mediática y popular, por lo que es recordado en el
imaginario colectivo como el mojón inicial de la violencia en el fútbol, al menos
en este siglo.
Cabe precisar que además de los tres medios de comunicación tradicio-
nales, fueron utilizadas para el relevamiento distintas plataformas digitales de
almacenamiento y reproducción de contenidos audiovisuales (principalmente
Youtube), que resultaron particularmente útiles debido a su sencilla e inmediata
accesibilidad, ya que en algunos casos las solicitudes a las productoras de radio
y televisión para obtener los contenidos grabados tomaron bastante tiempo y
fueron dificultosas.
En una segunda etapa del trabajo de campo se priorizaron los episodios
violentos y los discursos mediáticos resultantes a partir del año 2010, con miras
a recabar un mayor caudal de información más cercana en el tiempo, de modo
de enfocarnos más precisamente en el tratamiento periodístico dado a la violen-
cia en el deporte en la actualidad, y además por razones de disponibilidad, ya
que portales web, canales y emisoras van eliminando de su historial de almace-

18
namiento los contenidos con varios años de antigüedad. De este modo, a partir
de la recopilación exhaustiva y el análisis más profundo de los hechos ocurridos
en los últimos años, se identificaron tanto los actores que tienen mayor partici-
pación en el debate público sobre la violencia en el deporte, así como los tópicos
más repetidamente tratados. Los actores más importantes son: la Asociación
Uruguaya de Fútbol (AUF); el Ministerio del Interior, y dentro de éste, la Poli-
cía; el Poder Judicial; los clubes; periodistas deportivos y otros comunicadores;
encargados de empresas de seguridad privada; hinchas; y dirigentes del sistema
político. Por su parte, los tópicos más recurrentes son: el traspaso mutuo de
responsabilidades y competencias entre varios de los actores mencionados; la
instalación de cámaras de reconocimiento facial; el derecho de admisión; el
debate en torno a la ausencia de la policía dentro de los estadios; el rol y las
competencias de la seguridad privada e interna de los clubes; el debate acerca de
las sanciones judiciales y las posibles soluciones al problema; y la caracterización
estereotípica de “los violentos”. Es importante señalar que la identificación de
dichos actores y tópicos discursivos sirvió como insumo clave para la confección
posterior de los enunciados y argumentos sintéticos del Polo A.
Por último, cabe recordar que la recolección y registro de estos discursos
mediáticos fue acompañada por una recopilación exhaustiva de la normativa
legal nacional, regional e internacional sobre violencia en el deporte. Dicha
recopilación comenzó con la Ley n°17.591 “para la prevención, control y erra-
dicación de la violencia en el deporte”, que constituye el marco legal general de
la materia en el país, y continuó abarcando los distintos reglamentos de institu-
ciones deportivas (FIFA, CONMEBOL, AUF), protocolos de seguridad para la
intervención de los organismos responsables de brindarla, digestos municipales,
decretos, y prácticas institucionales sustentadas en este marco normativo. Esta
recolección documental fue sumamente valiosa a los efectos de comprobar una
de las hipótesis iniciales de la investigación, referida a la similitud conceptual
entre el discurso periodístico y el espíritu de la normativa sobre el fenómeno, lo
que justificó la conjunción de ambos en un mismo polo discursivo hegemónico,
formador de opinión y sentido común sobre el tema (la normativa es analizada
en este volumen por Juan Cristiano).
Por su parte, el modus operandi para la confección del Polo B, de sus afir-
maciones y argumentos, fue la revisión de teorías e investigaciones internacio-
nal, regional y nacionalmente elaboradas, no solo específicamente de ‘violencia
en el deporte’ sino también de teorías de desarrollo evolutivo y socialización;
de sociología, antropología y comunicación respecto de violencia en general y
en el deporte en particular; de teorías sobre grupos de pares, pandillas, neotri-

19
bus urbanas, identidades y subculturas juveniles, criminología, socialización; y
teorización sociológica, antropológica, psicosocial y comunicacional en general,
aplicables a los temas vertebrales del trabajo.

LAS RESPUESTAS ALTERNATIVAS DE LOS POLOS A ESOS TEMAS1

1.- La violencia en el deporte, ¿es mucha?


Respuesta del Polo A: La violencia en el deporte es mucha, eso es algo
indiscutible. Lo demuestra la frecuencia con la que suceden episodios violentos
en el marco de espectáculos deportivos, cubiertos y difundidos por los medios
de comunicación, que son vistos como reflejo de lo que pasa en la sociedad. Es
evidente que si los medios tratan el tema constantemente mediante noticias y
análisis, es porque se trata de algo reiterado y preocupante. Es una problemática
social grave no solo para la agenda mediática, sino que hace ya varios años la
inseguridad y la violencia son los temas que más preocupan a los uruguayos,
y es habitual escuchar comentarios sobre hechos violentos en el deporte en las
conversaciones informales cotidianas, aspecto que se debe a la gran importan-
cia simbólica que tiene el deporte -en especial el fútbol- para el imaginario, la
identidad y el autoestima de los uruguayos, por lo que los episodios violentos
ocurridos en escenarios deportivos tienen mucha más cobertura mediática y
visibilidad pública que otros, y por lo tanto preocupan más. En definitiva, no
caben dudas de que hay mucha violencia, porque es lo que se infiere al ver, escu-
char o leer las noticias, y esta sensación “de lejos” es confirmada, “de cerca”, por
las charlas casuales en las que se intercambian relatos de experiencias personales
o conocidas vinculadas a hechos violentos en el deporte, lo que evidencia su
frecuencia y peligrosidad.
Además de esta constante emisión de noticias por parte de la prensa espe-
cializada y general, y el comentario cotidiano de la gente de a pie, las actuacio-
nes y las declaraciones de otros actores involucrados en el tema indican que el
fenómeno está muy extendido. Los distintos dirigentes políticos (del gobierno
nacional, de la AUF, de los clubes), las autoridades públicas competentes, la Po-
licía y los jerarcas del Ministerio del Interior; todos acuerdan en que la violencia
en el deporte es un problema grave que ha crecido y se les ha ido de las manos.
Es tanta, que dichos actores manifiestan su incapacidad para hacerle frente, se
desligan y traspasan mutuamente responsabilidades al respecto, al tiempo que
repudian públicamente la violencia ante la ocurrencia de cada hecho.

1 Para profundizar en este contrapunto de argumentos y visualizar su aplicación en los debates


territoriales, ver Anexo 5.

20
Respuesta del Polo B: no es tanta, y mucho menos peligrosa que la mayoría
de las instancias cotidianas registradas con riesgo de violencia.
En primer lugar, está muy claro y estamos todos de acuerdo en que
sería mejor que hubiera menos de la que hay; y que deberíamos todos tratar
de que disminuyera, tanto dentro de las canchas, entre deportistas, como
entre los espectadores, en los entornos de las canchas y en la vida cotidiana
en general con motivo del deporte. Solo para abrir el apetito en este subtema,
déjenme decirles que la habilidad debería ser mucho más protegida de lo que
es, tanto por las reglas de juego, como por la práctica arbitral, como por usos
y costumbres arraigadas en jugadores, público, cuerpos técnicos y prensa que
implican, creo que inadvertidamente, una violencia antideportiva instalada,
productora y reproductora indirecta de violencia.
En segundo lugar, veamos cómo la violencia: a) no es tanta; b) es mu-
cho menor que en muchas otras áreas riesgosas del cotidiano, no tan publi-
citadas como violentas pese a serlo más que el deporte o el fútbol.
No es tanta, en cifras absolutas. Veamos algunas cifras (aproximadas, no
exactas) que no siempre se conocen o consideran para dimensionar racional-
mente una impresión fuertemente teñida de magnificación y dramatización. En
los últimos 30 años (período considerado como abarcativo de ‘pánico moral’
respecto de alguna supuesta más y peor violencia en el deporte) se han jugado
unos 100 clásicos Peñarol-Nacional con unos 5 millones de asistentes; unos 100
mil partidos oficiales con 200 millones de espectadores. Sin olvidar que en 85
años de fútbol profesional en el Uruguay ha habido unos 250 clásicos con 2 mi-
llones y medio de espectadores; y más de 200 mil partidos oficiales jugados con
400 millones de asistentes ¿Cuántos muertos, heridos, destrozos patrimoniales
importantes hubo en esos 30 u 85 años? Y si le agregamos todo el fútbol adulto
y juvenil del Interior en esos mismos lapsos? En el baby fútbol, y solo a nivel
de ONFI, en 40 años se jugaron unos 100 mil partidos, con 2-3 millones de
niños jugando, y cuántos millones de asistentes contando técnicos, dirigentes,
familiares, amigos, hinchas?. Y qué ha pasado? Ni cuento las 10 divisionales
de la Liga Universitaria, con divisionales junior y senior….ni las ligas barriales
comerciales, el fútbol en canchas cerradas y gimnasios…Estas cifras gruesas,
suficientes como para sustentar las posiciones del polo B en el subtema, podrían
ser calculadas con exactitud si el gobierno quisiera tener cifras precisas para
respaldar sus decisiones, para lo cual solo precisaría pedirlas a los organismos
públicos que las colectan. Lo mismo con los números que siguen, relativos a
otras fuentes de mortalidad y morbilidad en la sociedad uruguaya.

21
Y relativamente, es menor que en la inmensa mayoría de las otras áreas
de riesgo de violencia en la sociedad (Bayce, 1996). Porque debemos conside-
rar las cifras de criminalidad penal y civil (Ministerio del Interior, Poder Judi-
cial), las principales causas de muerte y enfermedad relevadas por Salud Pública
(las 10 mayores: cáncer, respiratorias, circulatorias, infecto-contagiosas, suici-
dios, accidentes de tránsito, diabetes, renales, psíquicas, perinatales y congéni-
tas), las cifras de los accidentes laborales (Ministerio de Trabajo, PIT-CNT), de
los domésticos (seccionales policiales), los ahogados en playas y aguas dulces –
sin contar siquiera picados por medusas y enfermos por algas o insolados- (Pre-
fectura Nacional Naval, Dirección Nacional de Hidrografía), los quemados en
incendios (Dirección Nacional de Bomberos), la violencia doméstica (no solo
la masculina sino también la femenina y aquélla contra menores, ancianos y
animales domésticos. Ministerio del Interior, Poder Judicial). Podemos ver qué
ínfimas son la mortalidad, los heridos y los daños patrimoniales originados por
la violencia en el deporte frente a todas las otras fuentes estimadas y esperables
de riesgo físico y patrimonial, en toda la historia nacional, inclusive en aquellos
años en que se produjeron los hechos más famosos (año de 3 muertes en bás-
quetbol, años de muertes en fútbol). En todos esos rubros hay más muertos,
heridos/enfermos y patrimonio dañado o perdido que en el deporte. Un
poco retóricamente podríamos decir que hay pocas actividades normales
y cotidianas desempeñables masivamente por la población que sean más
seguras que jugar y/o presenciar deportes, contrariamente a la alucinación
colectiva hiperreal que domina el imaginario popular mediáticamente co-
lonizado. Supuestamente inocentes actividades cotidianas de siempre, como
ir a la playa, acampar cerca de aguas dulces o en bosques, arreglar enchufes
en el hogar o estufas inseguras ocasionan anualmente más pérdidas de vidas y
patrimonio que el deporte, sin contar violencia doméstica, accidentes labora-
les, suicidios, tránsito, y, claro, fuentes de muerte y morbilidad psicofísicas y
provenientes de la criminalidad penal y civil. Entonces, como prioridad sa-
nitaria, de vidas y patrimonios, casi no debiera tener lugar dentro de las
políticas públicas, con los fríos números comparados en la mano y sin dejarnos
aterrorizar ni correr con el poncho por los beneficiarios de la inseguridad y el
miedo, o de los tantos y crecientes paranoicos o hipocondríacos resultantes de
su lucrativa y exitosa actividad. El problema con la violencia como objeto de
políticas públicas sanitarias y de seguridad se debe, más que a las motivaciones
deportivas, a las extradeportivas introducidas por las hinchadas y las barrasbra-
vas (necesidades psicosociales de pertenencias legítimas, de conformación del
yo y de grupos subculturales e identitarios que eligen al deporte como medio)

22
desde los años 20 y los 60 respectivamente; y a las planteadas desde los años 80
por las barras profesionales, que adoptan estadios, alrededores y espectadores
como clientela para un modus vivendi específico, no siempre legal ni pacífico
en su modus operandi, como veremos más abajo (Bayce, 2017).

2.- ¿Aumenta, disminuye o no cambia mucho?


Respuesta del Polo A: “Estamos cada vez peor” y “esto antes no pasaba” son
dos de las frases más repetidas por periodistas deportivos, autoridades políticas
nacionales, dirigentes de clubes y opinión pública, que expresan una percep-
ción compartida de que la violencia en el deporte aumenta, que cada vez hay
más. Esta sensación de aumento tiene un estatus de certeza absoluta; a nadie se
le pasa por la cabeza otra cosa. Esta creencia se sustenta principalmente en lo
que afirman los grandes medios, que como se dijo, dedican amplios espacios a
informar y comentar cada episodio de violencia en el deporte, en una dinámica
de repetición, tratamiento al detalle y editoriales de repudio al fenómeno, que
termina por configurar ese estado casi unánime de preocupación e indignación
por la ´escalada´ de la violencia.
Prácticamente todas las instituciones y actores que integran el Polo A están
convencidos de que antes había menos episodios de violencia en el deporte que
ahora, aunque no se presente ninguna contabilización que avale dicha convic-
ción. Si bien tampoco suelen darse análisis que busquen llegar a las posibles
causas profundas de este supuesto aumento, a esta altura ya es un lugar común
que se lo vincule con cierto proceso de degradación social y malas prácticas: la
famosa “se han perdido los valores”, la llegada de la droga, la negligencia política
y policial, la liviandad penal, entre otras.
Además, otro factor que contribuye a afirmar la percepción de la violencia
creciente es el despliegue mediatizado de los operativos policiales de seguridad,
así como la calificación de partidos de ´alto riesgo´. Como anteriormente no
se tomaban medidas tan fuertes para evitar y controlar la violencia, se justifica
la creencia de que ahora la situación es peor que antes, y por eso es necesario
tomar mayores precauciones. Dicho al revés, si ahora es necesario tomar ma-
yores precauciones, es porque el riesgo ha aumentado y es más probable que se
generen episodios violentos y con peores consecuencias que antes.
Respuesta del Polo B: En realidad, no se puede probar ni que aumente, ni
que baje, nada.
La mayor parte de las macroteorías provenientes de la historia y de las cien-
cias sociales y humanas ha sostenido siempre la progresividad de la disminución
de la violencia per cápita durante el desarrollo de la especie. Entre ellas notable-

23
mente la más utilizada para estudiar la violencia reciente en el fútbol: Norbert
Elias (1972) y sus seguidores ingleses, en especial Eric Dunning (1985), que la
consideran como un comportamiento explicable pero excepcional en esa ten-
dencia civilizatoria dominante. También las instituciones internacionales que
estudian la evolución de la violencia internacional y la bélica (i.e. el IIEE2) con-
cuerdan con esta idea de progresión civilizatoria. Sin embargo, otros tipos de
violencia cotidiana tales como la criminalidad violenta, la violencia doméstica,
los accidentes laborales, domésticos y de tránsito (terrestre, acuático, aéreo),
los suicidios, quemados, ahogados y varias clases de morbilidad psicosomática
tienen una evolución más discutible. Quizá, para esa tremendista opinión, no
se tiene en cuenta el progreso de los registros a igualdad de ocurrencias, ni tam-
poco se relativizan per cápita las cifras obtenidas, factores que disminuirían las
conclusiones sobre la violencia real ocurrente por detrás de algunas impresiones
que han provocado. Tampoco se recuerda siempre que la violencia está hoy mu-
cho más difundida, magnificada, dramatizada y reiterada que en el pasado, con
la consecuencia de producir actualmente una sensación de inseguridad y miedo
mayores que en el pasado a igualdad de ocurrencias en calidad y cantidad.
Otra consideración relevante es la carencia de series históricas de regis-
tros de violencia que puedan ser comparados sincrónicamente entre socie-
dades, diacrónicamente a través del tiempo, y comparativamente hoy. Para
ello, hay dos grandes dificultades: una, la carencia actual de buenos registros en
la mayoría de las sociedades; dos, la carencia de registros en calidad y calidad
suficientes en el pasado como para evaluar tendencias de violencia en diferentes
clases de ella.
No es posible, entonces, decir nada serio y bien fundado de comparación
entre tipos de violencia, ni entre sociedades, y mucho menos a través del tiem-
po. Cualquier afirmación es frágil, temeraria y sospechosa de mera generali-
zación indebida desde sensaciones mediática y masivamente producidas, o de
expresiones de deseos tantas veces funcionales a proyectos políticos opositores o
de dominación por el miedo (Bayce, 1991, 2009), (Bauman, 2007), (Bourdieu
& Wacquant, 1998), (Baudrillard, 2002). Para poder calibrar su evolución con
seriedad, debemos, entonces, empezar a registrar cuidadosamente las diversas
manifestaciones y riesgos de violencia. Pero en este punto aparece una última y
radical dificultad para realizar nuestros objetivos y deseos.
Un último obstáculo es que la conceptualización de lo que es ‘violento’
o no varía según los tipos de hecho, según sociedades en un mismo punto

2 IIEE: Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. London. UK.

24
del tiempo y según momentos en el tiempo en una misma sociedad (Fox,
1982). Ejemplos convincentes proporcionan la violencia en el sistema educativo
y la violencia doméstica. Hoy se considera que hay más violencia en el sistema
educativo porque hay profusa información sobre algunas cachetadas de madres
a maestras, robos vandálicos episódicos y riñas de jóvenes en los alrededores; sin
embargo, se olvida que hasta hace medio siglo a los niños se les pegaban reglazos
en los nudillos, se los pellizcaba, tiraba de las patillas, arrodillaba en pedregullo
y castigaba con gorros con inscripción de burros; hablamos de más violencia
doméstica hoy porque hay más registros, denuncias, cuidado de las víctimas, un
imaginario diferente al respecto y legislación protectora; pero se olvida que el
castigo físico de menores y mujeres en los hogares por mayores era considerado
no solo normal sino conveniente disciplinariamente y parte de los derechos
maritales y paternales durante muchos siglos y hasta hace poco, si no hasta hoy
a veces. Hay un imaginario enormemente variable en el espacio-tiempo sobre
lo que es o no es violencia que hace muy difíciles los registros y evaluaciones
comparables. Hay estudios sobre los diversos imaginarios sobre violencia de
periodistas de clase media, o del sistema político, respecto de los espectadores
y los jugadores, que pueden originar evaluaciones, legislación y prácticas deter-
minadas que pueden diferir de lo que los jugadores y los espectadores sienten
como violento o riesgoso (Finn, 1994). Por mayores precisiones sobre ‘agresión’
y ‘violencia’, véase Soto (2017).

3.- ¿Es muy peligrosa para la integridad física y el patrimonio de la gente?


Respuesta del Polo A: Si la violencia en el deporte es mucha, lo que la
vuelve una problemática social y política grave, es porque además de haber
aumentado cuantitativamente la cantidad de episodios violentos, también ha
crecido cualitativamente su magnitud y su potencial de daño a la gente. Es
decir, no solo “hay más que antes”, sino que además lo que hay ahora “es peor
que antes”. Debido a esta mayor cantidad y gravedad de hechos violentos, los
asistentes a los eventos deportivos corren un riesgo creciente de verse directa
o indirectamente involucrados en conflictos que atenten contra su integridad
física y/o sus bienes materiales.
Dentro de ese marco de creencias aparecen constantemente frases como
“hoy en día vas a la cancha y no sabés lo que te puede pasar”, “no sabés si volvés
sano y salvo a tu casa”. Los estadios son vistos y caracterizados como lugares
inseguros, donde puede pasar cualquier cosa debido a la presencia de grupos de
hinchas violentos que suelen generar disturbios y enfrentamientos físicos entre
parcialidades o con las fuerzas policiales. Pero además, especialmente luego de

25
que el Ministerio del Interior decidiera no colocar efectivos policiales dentro
de las tribunas, las mismas son vistas como “tierra de nadie”, “paraísos legales”
donde no existe ningún tipo de control, por lo que se vuelven convenientes cen-
tros de operación para el crimen organizado, el microtráfico de drogas, ciertos
delitos contra la propiedad, entre otros.
Respuesta del Polo B: Salvo excepciones conocidas, no es tan peligrosa para
la gente ni sus bienes.
Como hemos visto, al relativamente pequeño número de muertos, heridos
y daños patrimoniales serios y abundantes sufrido en 85 años de fútbol profesio-
nal, clásicos, fútbol del interior, baby fútbol, universitario, en canchas cerradas,
etc., con millones de partidos y muchos millones de actores y de espectadores,
debemos agregar la muy superior proporción per cápita de lesiones y daños en
todas las otras fuentes de mortalidad, morbilidad y daños patrimoniales alter-
nativas al deporte en la sociedad. Haciendo, controlando (cuerpos técnicos, ár-
bitros, seguridad, funcionarios) u observando deportes –aun en fútbol – es muy
poco probable sufrir lesiones físico-psíquicas o daños patrimoniales, y es mucho
menos probable padecerlas que en todas las otras fuentes riesgosas o peligrosas
de victimización violenta. El sensacionalismo comercialmente voraz de la pren-
sa y la prédica interesada de los beneficiarios económicos, políticos e ideológicos
de la violencia, la inseguridad, y el miedo de paranoicos e hipocondríacos nos
han convencido de esa hiperreal alucinación colectiva crecientemente hegemó-
nica, de la cual las creencias respecto de la violencia en el deporte son solo piezas
de un tenebroso mosaico (Bell, 1960). Ya veremos más de este punto tan crucial
en el tema 6, más abajo.

4.- ¿Reduce mucho la concurrencia a las canchas?


Respuesta del Polo A: El efecto lógico y lamentable de este aumento de
la violencia, sumado al fracaso de las autoridades públicas y clubísticas en su
función de controlarla, es la disminución de la concurrencia a los estadios. Si
bien no se presentan cifras consistentes que respalden esa reducción, se da por
descontado que antes iba más gente a la cancha, y que esa baja es consecuencia
directa del temor colectivo que produce la violencia y su espiral creciente.
Cada vez más la gente pacífica, como es consciente de la violencia que
existe en el deporte y sabe que yendo al estadio se corre el riesgo de resultar
lastimado, hurtado o metido en un conflicto, prefiere, sensatamente, quedarse
en su casa y seguir el partido por radio o televisión. En otras palabras, la gente
está harta de la violencia en los estadios, tiene miedo de que le pase algo malo si
va, y por eso prefiere no ir, lo que hace que cada vez haya menor concurrencia a

26
los eventos deportivos. “Por culpa de la violencia ya no se puede ir a la cancha”,
es la frase más elocuente para expresar este estado de cosas, repetida constante-
mente por periodistas deportivos indignados, dirigentes sobrepasados e hinchas
resignados.
Respuesta del Polo B: Se puede ir a las canchas; el público ha aumentado,
y mucho, aun en los años más ‘violentos’.
No se puede apoyar en evidencias numéricas la afirmación de que la vio-
lencia ha alejado y retaceado espectadores presenciales al deporte. Se siguen
construyendo estadios para todos los deportes en todos lados. Aumenta el nú-
mero de entradas vendidas y de asistentes presenciales, pese a la enorme y cre-
ciente competencia de la trasmisión audiovisual de los partidos y competencias,
que es mucho mayor y cada vez mayor que el crecimiento de los espectadores
presenciales en vivo y en directo. Aun controlando las cifras de entradas ven-
didas y recaudaciones por el crecimiento demográfico de las poblaciones –cre-
cimiento per cápita- la asistencia al deporte y al fútbol han aumentado, pese a
que la presencialidad audiovisual ha aumentado aún más, con la creciente es-
pectacularidad y mercadeo de los partidos y competencias. En el Uruguay, país
sin crecimiento vegetativo, es más fácil medir el fenómeno de la evolución de
la asistencia presencial en vivo y en directo al deporte. Se dice que la violencia
retrae al público potencial y al antiguo, que habría asistido más a un deporte
con menos violencia. Sin embargo, con población constante, trasmisiones au-
diovisuales crecientes y espectadores no presenciales en aumento, la asistencia
sigue creciendo en el Uruguay. En un año de particular pánico inducido, en que
hubo una muerte en fútbol y tres en básquetbol, se vendió el doble de entradas
en fútbol y el triple en básquetbol, según cifras oficiales de la AUF y la FUBB.
Es claro, siempre se puede sostener que con menor violencia habrían aumenta-
do todavía más, pero esa es una especulación inverificable y retórica. De hecho,
a igual población, mayor no presencialidad que presencialidad, y más violencia,
no ha habido menor asistencia presencial a las canchas sino, por el contrario, un
gran crecimiento del número de espectadores presenciales.
Hay buenas razones para pensar, por el contrario, que los operativos de
prevención de la violencia en los estadios, alrededores y vías de acceso pueden
asustar y alejar al público más que la violencia misma. En efecto, la difusión,
dramatizada en los informativos, de los operativos policiales planificados, segu-
ramente hace temer un desmesurado grado de violencia probable y merecedor
de tal operativo bélico (en realidad paranoica e interesadamente magnificada),
que acobarda a los posibles asistentes, en especial si son mujeres, niños y an-
cianos, o hasta a espectadores sueltos, sin defensas, ayudas o testigos de lo que

27
les pudiera ocurrir si concurrieran. También los mejor informados se retraen
porque saben que pueden sufrir violencias y sobresaltos sin culpabilidad alguna,
castigados o detenidos en operativos siempre tardíos respecto de los incidentes
producidos pero que son corporativa y hasta políticamente utilizados para llenar
el ojo, y alimentar títulos de la prensa con cifras de detenidos que confunden a
la opinión pública y la hacen creer en la efectividad policial y en la benignidad
judicial (“la policía los detiene y la justicia los suelta, entran por una puerta y
salen por la otra”) cuando en realidad son detenidos al boleo, que el juez debe
soltar sea por su inocencia, sea por falta de evidencias de su responsabilidad,
como mandan la Constitución y la ley, y la necesidad de mantener la presun-
ción de inocencia básica del Estado de Derecho si no se presentan evidencias de
semiplena prueba o flagrante transgresión legal.
Es altamente probable que las medidas recientemente tomadas para evi-
tar la violencia en el fútbol (i.e. las 33 medidas del Poder Ejecutivo de fines
de 2016) tengan inciertas consecuencias de reducción de la violencia; pero es
mucho más seguro que reduzcan la asistencia presencial a los estadios. En efec-
to, los exagerados controles de identidad para adquirir las entradas y entrar a
las canchas, la casi imposibilidad de decidir abruptamente una concurrencia o
sustituir una deserción a entradas compradas, la incómoda probabilidad de ca-
cheos y espirometrías, las cámaras de identificación facial, los diversos filtros de
ingreso a pie y de los vehículos; los espacios reservados para la policía y para los
‘pulmones’ de separación de parcialidades; son todas medidas que pueden redu-
cir en algo la violencia en estados y entornos, pero que con mucha más seguri-
dad disminuirán la asistencia presencial que supuestamente se quería aumentar
o recuperar con esas medidas. De cualquier modo, el lamento de los medios
de comunicación y el reflejo político de él podrían ser leídos como hipócritas,
porque para los productores y anunciantes la publicidad en pantallas se ve mu-
cho más que la publicidad fija visual, la oral y la incipiente audiovisual que ven
los espectadores presenciales. Ni qué hablar que los organismos de seguridad
estarían en el Nirvana sin espectadores presenciales que les den trabajo; véase si
no, su tendencia a suspender partidos y a jugarlos a puertas cerradas ante irre-
gularidades en partidos que se deberían ocupar de viabilizar y no de inviabilizar.

5.- ¿Ha expulsado a la familia de los partidos?


Respuesta del Polo A: El tipo de espectador deportivo más perjudicado por
este agravamiento de la violencia, es ´la familia´. Si en general la gente va en me-
nor número al estadio debido al temor a que le pase algo en un hecho violento,
esta tendencia se acentúa en el caso de las familias, que lógicamente se sienten

28
más vulnerables -por presencia de madres, niños, abuelos- y desprotegidas -por
incapacidad policial- en un ambiente ´caliente´ con posibilidad real de conflic-
to, por lo que deciden quedarse en sus casas para evitar preocupaciones, riesgos
y posibles daños. Si bien algunas personas siguen yendo en familia, en plan de
actividad familiar de fin de semana, son muchas más las que han dejado de ir
por miedo a sufrir directa o indirectamente situaciones de violencia.
Además, esta creencia profundamente instalada, al señalar repetidamente
que ´la familia´ ha dejado de ir a las canchas por culpa de la violencia, termina
por sostener que la familia como tal siempre fue la base del público deportivo
presencial, mientras que ahora ese lugar es ocupado por los violentos, que son
justamente la razón por la cual se ha alejado la familia: “los violentos han echa-
do a la familia de los estadios… se han apropiado de las tribunas.”
De esta manera, la relación directa que existe entre el dominio de los esta-
dios por parte de los violentos y el alejamiento de ´la familia´, determina que
cuando se tomen y apliquen las medidas necesarias para erradicar la violencia
en el deporte, es decir, orientadas a expulsar a los violentos de los escenarios
deportivos, las familias como tales podrán volver a asistir tranquilamente a los
partidos y retomar su lugar de público mayoritario, pacífico e inocente: “hay
que lograr que el deporte vuelva a ser de la familia.”
Respuesta del Polo B: Nunca fue la familia la base del público, y si va aún
menos hoy es por otras razones.
En efecto, la familia nunca constituyó la base de la asistencia presencial a
los espectáculos deportivos, extremo fácilmente apreciable con la mera observa-
ción de la concurrencia actual a los estadios y con fotos y filmes de las asistencias
del pasado. Es una leyenda urbana más de las muchas inciertas que pueblan el
imaginario lírico-romántico retroactivo de los uruguayos. Pueden ir padre-hijo
o nieto; padre-madre a tomar aire y tener el mate cebado; pero la familia entera
jamás fue mayoritaria, ni siquiera frecuente en los estadios. Es posible, sin em-
bargo, que actualmente concurra en menor proporción aún que antes. Pero, si
eso ocurriera, no sería tanto por la expulsividad familiar particular de la violen-
cia en el deporte o fútbol actual sino por la progresiva invención por la industria
y comercio del ocio, entretenimiento y espectáculo, de un menú de alternativas
especialmente creadas para captar clientelas especializadas, buena parte de las
cuales están confeccionadas según las preferencias de grupos de edad y sexo,
además de estar estratificadas según el poder adquisitivo de la potencial deman-
da. Cada vez más ocio, entretenimiento y eventos están más diversificados y
adaptados a fajas de edad, género y pautas culturales y económicas de consumo.
La familia como un todo multietario y multigénero ha sido víctima de las socie-

29
dades de la abundancia (Galbraith, 1958), del espectáculo y del consumo (Bau-
drillard, 1970), y de las tecnologías comunicacionales que personalizan ocio,
entretenimiento, espectáculos e interacciones sociales sobre la base de pantallas
y teléfonos móviles que incluyen a computadores móviles también. El resultado
final es un individualismo pseudo-personalizado, que se cree tal mientras es ho-
mogeneizado y manipulado masivamente. La creencia tan común en la posible
baja de la concurrencia presencial familiar, entonces, debe matizarse; por un
lado disolviendo la neorromántica leyenda urbana de la importante asistencia
familiar al fútbol, y, por otro lado, dándose cuenta de que, por muchas razones
concurrentes, las industrias comerciales del ocio, el entretenimiento, el espec-
táculo (Debord, 1967) y la comunicación pulverizan a la familia como unidad
de consumo e interacción cotidianas fundamentales. Entonces, si disminuyera
la asistencia familiar al fútbol –que nunca fue base de la asistencia- no es tanto
por el temor a la violencia sino por la competencia contemporánea con otras
modalidades más atractivas generacionalmente y mejor mercadeadas de ocio,
entretenimiento y comunicación, tecnológicamente ancladas.

6.- ¿Es debida al deporte o viene desde afuera de él?


Respuesta del Polo A: Los episodios de violencia que ocurren en el marco
de eventos deportivos son, en buena medida, originados por las circunstancias
del deporte mismo. Los enfrentamientos deportivos son acontecimientos vivi-
dos con una gran intensidad emocional, donde se dan con frecuencia situaciones
de juego polémicas y decisivas para el desarrollo o el desenlace de los partidos,
lo que genera en los espectadores presenciales un estado de agresividad latente
que, cuando se manifiesta, puede desembocar en hechos de violencia física. Para
decirlo más fácil, en Uruguay los deportes más populares se viven con mucha
pasión, las incidencias del juego afectan mucho a la gente en las tribunas, y en
ciertas ocasiones esa carga psicológica y física se expresa violentamente; así sur-
gen los hechos de violencia en las tribunas o las inmediaciones de los estadios,
como un fenómeno generado por la propia actividad deportiva.
Esta creencia generalizada se apoya en el hecho de que existen otras ac-
tividades sociales o culturales de convocatoria masiva donde no se producen
incidentes, lo que lleva a concluir que la violencia no responde a motivos extra-
deportivos previos, sean sociales, personales, o ambos, sino que es consecuencia
directa de la actividad deportiva cuando se asiste a ella presencialmente: “es un
problema del deporte -más precisamente, del fútbol-”
No obstante este supuesto origen deportivo de la violencia, en los últimos
años los discursos de las autoridades políticas competentes (del gobierno y de

30
los clubes), los periodistas deportivos y la opinión pública, han ido incorpo-
rando otras explicaciones acerca de las causas del fenómeno, que refieren, éstas
sí, a motivos extradeportivos, mientras que ven al deporte como un campo de
manifestación de estados anímicos preexistentes. Así, cada vez más los actores
institucionales, mediáticos e individuales que conforman el Polo A, recono-
cen que la violencia no es necesariamente algo producido por el deporte, sino
que el deporte es un espacio en el que la gente descarga broncas, frustraciones,
necesidades y deseos personales, lo que constituye un caldo de cultivo para la
formación y brote de situaciones de violencia. Por último, es interesante señalar
que esta mayor consideración por parte del Polo A de los factores extradeporti-
vos de la violencia en el deporte, parecería ser síntoma de una posible influencia
de los postulados del Polo B, es decir, de los saberes teórico-técnicos sobre el
fenómeno, producidos principalmente por las ciencias humanas, sociales y psi-
cológicas.
Respuesta del Polo B: La violencia viene cada vez más desde afuera del
deporte, aunque explote ahí.
En efecto, y paradojalmente, la mayor difusión del deporte no es tanto
como juego o ejercicio saludable sino más bien como espectáculo y vehículo
de ocio, entretenimiento, trampolín económico radical, medio de propaganda
política de regímenes alternativos o medio de publicidad culturalmente eficaz.
También parece claro que el deporte es cada vez más un medio de compensar
déficits psicosociales en la constitución de subjetividades (hinchas), un locus
especialmente adecuado para la expresión y constitución de identidades y sub-
culturas juveniles (barras), y un medio donde localizar clientelas para un modus
vivendi recientemente viable, en este último caso con modus operandi en el
límite con la ilegalidad o francamente ilegales (barrabravas profesionales).
La violencia arcaica en el fútbol se originaba en resultados aflictivos para
uno y festivos para otro, o en incidencias debatibles del juego, o en rivalidades
que se iban estabilizando y tradicionalizando en torno a clásicos y derbies entre
poblaciones ya rivales o recientemente tales (etapa del asistente ‘espectador sim-
ple’). Desde los años 20, las ‘hinchadas’ aparecen en el panorama de las tribu-
nas, alternándose con los clásicos espectadores simples, que eran actores de una
violencia puntual interpersonal basada casi exclusivamente en avatares deporti-
vos. Ahora aparece un motivo ligeramente más ajeno de explicación del ‘hincha’
junto a los ‘espectadores simples’: la pertenencia a una hinchada es un modo de
exhibición de una pertenencia social legítima, prestigiosa y con expectativas de
triunfos para aquéllos que carecen de otras pertenencias legítimas, prestigiosas y
preñadas de triunfos; esos triunfos esperados son totémicamente metabolizables

31
como propios y les permiten interactuar codo con codo con otros más pres-
tigiosos socioculturalmente –la hinchada es más democrática que la sociedad
en su estratificación-. Ya no importa tanto la enseña por sí misma, aunque lo
parezca, sino más bien, para muchos y cada vez más, la enseña como modo de
inserción e interacción a falta de otros. En parte son equivalentes funcionales
de construcción de solidaridades y de experiencias emocionales y sentimentales
parcialmente perdidas debido a los anonimatos y transformaciones de las urbes
capitalistas (decadencias familiar, barrial, etc.). La profunda ajenidad creciente
de las motivaciones para la pertenencia a hinchadas aumenta con la aparición de
las ‘barras bravas’, modalidad radical de las ‘hinchadas’; la funcionalidad de los
eventos deportivos, la masividad de los estadios y la adecuación de los entornos
recorribles antes y post partidos por los grupos asistentes se vuelven importan-
tes para la exhibición y la constitución dramática e interactiva de identidades y
subculturas de neo-tribus urbanas que encuentran en espectáculos deportivos y
musicales los lugares más aptos para esa exhibición-constitución de identidades,
subculturas y neotribus (i.e. hooligans y skin-heads en fútbol). Parecen fanáti-
cos de un club o país, pero en realidad esas instancias son más que nada espacio-
tiempos adecuados para la constitución de identidades, subculturas y neo-tribus
generacional y simbólicamente novedosas que juegan, además, el importante
papel de crear equivalentes funcionales para emocionalidades y sentimientos
debilitados por la evolución urbana del siglo XX. Por más producción regional
reciente y coincidente, véanse, entre otros: Alabarces (2012), Pimenta (1997),
Garriga (2017), Recasens (1999). Finalmente, cuando, en esta evolución de
los tipos de espectador deportivo, llegamos a los ‘barrabravas profesionales’, el
grado de gestación extrafutbolística de las motivaciones de pertenencia grupal
aumenta, aunque siguen disfrazadas y vestidas de hinchismo y barrabravismo.
Ya se vuelven modus vivendi para sus integrantes, con modus operandi cada vez
más transgresor e ilegal, desde los procedimientos para lucrar (extorsiones, ame-
nazas, exigencias de privilegios) hasta los productos vendidos (guardacoches,
entradas revendidas, merchandising monopolizado, privilegios varios, venta de
artículos de contrabando o drogas). Como se ve, y paradojalmente, la aparien-
cia de creciente involucramiento con instancias deportivas institucionales se va
produciendo cada vez más por motivos extradeportivos: de economía psico-
social en el caso de los ‘hinchas’, de economía psicosocial de constitución de
grupos novedosos en urbes contemporáneas (barrabravas), de modus vivendi y
operandi que usan espaciotiempos deportivos para actividades de superviven-
cia y estratificación social en base a masculinidades, adrenalinas y lucros varios
(barras profesionales).

32
7.- ¿Por qué se cree tanto más en lo que afirma el Polo A que el B?
Respuesta del Polo A: Es evidente que, pese a todo lo estudiado y señalado
por el Polo B, a la mayoría de la gente le parece que hay mucha violencia en el
deporte, que además va en aumento, que es muy peligrosa para la integridad fí-
sica y los bienes materiales de los asistentes, y que por eso mismo ya no se puede
ir a las canchas, y menos en familia como antes; todo por culpa de la violencia
que genera el deporte.
La percepción social generalizada, cotidiana e informal sobre la violencia
en el deporte, es decir, el imaginario colectivo que se ha ido conformando en
torno al tema, está profundamente influenciado -es más, ha sido co-construi-
do- por los argumentos institucionales, mediáticos y legales correspondientes
al Polo A. De esta manera, no es para nada sorprendente que ambos discursos,
el político-mediático-legal y el popular, estén estrechamente alineados y sean
conceptualmente similares. Para decirlo más fácil, con más o menos matices, la
gente tiene las mismas creencias y opiniones sobre la violencia en el deporte que
los principales actores del Polo A, y por lo tanto también lo integra, lo reprodu-
ce y refuerza su legitimidad y credibilidad.
Esto termina por conformar un universo cerrado, de convicción unánime
e indiscutible, ya que funciona mediante un círculo de retroalimentación en el
que el discurso de las autoridades y los medios se corrobora con ´lo que siente
y dice la gente en la calle´, y a su vez esas sensaciones cotidianas se legitiman
con ´lo que dice el informativo, los periodistas y los políticos´. Así, en los fre-
cuentes sondeos que hacen los noticieros, abriendo el micrófono para saber qué
es lo que piensa ´la gente de a pie´, es muy común escuchar las mismas frases
indignadas y reclamantes que abundan en el discurso mediático, especialmente
a cargo de los periodistas deportivos más populares: “esto no puede seguir así…
no se aguanta más”, “estamos cada vez peor”, “nadie hace nada”, “hay que hacer
algo urgente para erradicar la violencia en el deporte”.
Respuesta del Polo B: Está muy estudiado hace más de 60 años, en todo
el mundo, por qué la gente se cree todo eso, tanto de la violencia en el deporte
como de cualquier clase de violencia social. Hay instituciones, actores y profe-
siones que lucran económica y políticamente con la inseguridad, el miedo y la
violencia, y convencen de todo ello.
La violencia social se conoce solo en mínima parte por experiencia propia
directa. En su mayor parte, y crecientemente, se percibe por intermedio de la
prensa que, publicitando fidelidad al transcurso inmaculado de la realidad, la
convierten en ‘noticia’ difundible a través de los medios de comunicación de
masas, las redes sociales y el rumor cotidiano. En el proceso de su conversión

33
de hecho social en noticia periodística, uno de sus principales motores, el inte-
rés comercial, lo lleva a magnificar cuantitativamente las ocurrencias mediante
arbitrarias elecciones de datos a editar, y mediante la reiteración creciente de
las noticias. Esa magnificación y reiteración cuantitativas son potenciadas por
la dramatización cualitativa de cada noticia; si cuantitativamente se desmesura
la cantidad y frecuencia relativa del riesgo de las ocurrencias, la peligrosidad y
gravedad de cada una se desmesura cualitativamente por la retórica sintáctica y
pragmática de su edición y presentación (Bayce, 2010). De ese modo, se persi-
gue el mejor rating, que abrirá paso a mejores pautas publicitarias en los progra-
mas y mayor lucro empresarial, con mejores sueldos y equipamientos. Ya decía
Peter Marsh en 1982 que los medios nos harían creer que un gran sector de la
población adolescente se ha transformado abruptamente en una anárquica y
demoníaca masa agresiva, y que las calles de nuestras mayores ciudades carecen
de la seguridad que tuvieron en el pasado. La prensa lamenta mucho la violencia
social pero en realidad le conviene comercial y, luego veremos, políticamente,
de modo general. También le convendría más el aumento relativo de la asis-
tencia no presencial, a través de pantallas, por su mayor potencial de absor-
ción de publicidad respecto de la atención y el volumen que puede absorberse
presencialmente. Tanta escandalización, ceños fruncidos, radicalidad retórica,
barbas en remojo y preocupadamente acariciadas podrían ser calificadas, o bien
de hipócritas o bien de ignorantes de las implicaciones comerciales y político-
ideológicas de la violencia y de los discursos y prácticas sobre ella.
También la policía es un actor beneficiario y promotor de la violencia,
porque lucra económica y corporativa o institucionalmente con ella, y con
la inseguridad y paranoia miedosa subsecuentes. Su aumento cuantitativo
y cualitativo, real o creído, les permite ganar poder social como principal
supermán justiciero –error técnico-, lo que implica mejores sueldos, más
cantidad de gente argumentable como necesaria en lugares fijos y operati-
vos, mejor infraestructura de transporte y comunicación, legislación más
permisiva de su discrecionalidad, y mayores potestades para detener, inves-
tigar y allanar, generalmente sin acompañamiento de procedimientos que
posibiliten su responsabilización por errores y excesos. Vehículos, armas, cá-
maras, espionaje potencial, celulares; irónicamente, estos últimos gobiernos
progresistas han asignado y gastado más con la Policía que con ninguna otra
institución pública estatal. Ya hace 40 años que se han construido modelos
de conceptualización de la articulación del binomio prensa-policía (Hall &
Jefferson, 1977), clave en la generación de la hiperreal alucinación colectiva
respecto de la violencia social en todas sus manifestaciones, y del miedo y

34
paranoica inseguridad psicosocial tan funcionales político-ideológicamente.
Desde fines de los años 50 en el caso de la violencia en locales musicales
(Cohen, 1972), y desde los años 70 en locales deportivos (Young, 1985),
hay abundante investigación y reflexión, muy poco conocida o usada por
los decisores públicos, tristemente (Mungham & Pearson, 1976). Para el
caso específico de la actuación magnificadora y provocadora de la policía
(Armstrong & Hobbs, 1994)
Otro actor beneficiario y promotor de la hiperreal alucinación hegemónica
sobre violencias es la ascendentemente importante seguridad privada. Es tan
importante el gasto privado en seguridad, que, en Estados Unidos por ejemplo,
ya con un enorme gasto federal, estadual y municipal en seguridad, el gasto
privado supera largamente a todos esos juntos. Empresas privadas de seguridad
y transporte de valores, sistemas de alarmas de variable sofisticación y respuestas
(que son responsables de buena parte de la polución sonora y del insomnio ur-
banos), cercas electrificadas, alambrados y vidrios en muros limítrofes, creciente
venta y tráfico de armas, sprays inmovilizantes e inhibitorios, artes marciales
como defensa personal despojadas de sus filosofías originales, perros agresivos
e intimidantes por aspecto y ladridos, son parte del stock de objetos y servicios
de la seguridad privada.
Los bancos y las aseguradoras son un cuarto actor beneficiario del pánico
moral y de la hiperreal alucinación colectiva hegemónica sobre las violencias
sociales. Se ha mostrado que el aumento de las primas de los seguros crece más
que la evolución creciente de la inseguridad pública registrada en los sondeos
de opinión pública y del rumor cotidiano en lugares públicos; y esta sensación
creciente de inseguridad ya es mucho mayor que la evolución de las cifras ofi-
ciales de criminalidad que supuestamente la producen (Klein, 1994). Desde los
años 50 se ha concluido, por investigaciones replicadas comparadamente, que
la sensación de inseguridad no se relaciona tanto con el nivel de la criminalidad
como con la cantidad y calidad de la cobertura periodística de la criminalidad
(Davis, 1962).
El sistema político, en especial las oposiciones políticas, utilizan el mie-
do irracional y poco fundado en la cantidad y calidad de las violencias como
modo de crítica fácil de las gestiones gubernamentales, aprovechando todos los
instantes e instancias de conformación de ese imaginario hiperreal y alucinado
hegemónico para intentar socavar las gestiones de los ocupantes actuales de los
puestos de acción y decisión en seguridad. En realidad están ‘escupiendo para
arriba’, porque en esa contribución a la magnificación, dramatización y reitera-
ción redundante de la inseguridad y los miedos, están creándose un problema

35
peor a futuro si ellos accedieran al gobierno; peor aún, manifestando confiar en
soluciones que jamás solucionarán los problemas alimentados como tales, ni
mucho menos en los plazos en los que se prometen progresos. Pero el uso polí-
tico de ese alucinado imaginario sobre seguridad no solo sirve a las oposiciones
político-partidarias. También el miedo, la inseguridad y la paranoia son modos
de control social por el miedo, ya que una población muy asustada permite
una secundarización de derechos, garantías y libertades en pos de distopías de
medidas punitivas, panópticas y totalitarias que supuestamente remediarían la
irracionalidad sentida. Así se construyen sociedades del miedo y sociedades po-
licial-penales en lugar de Estados sociales, y así se anclan dominaciones geopo-
líticas en el mundo contemporáneo (Bayce, 2012).
Las empresas de sondeo de opinión pública son un actor crecientemente
importante porque, no solo articulan mejor las sensaciones difusas sobre diver-
sos temas, sino que ayudan a legitimar como consensuales creencias y opiniones
al relevarlas ‘científicamente’; funcionan más como conformadoras y sobrearti-
culadoras de opinión que propiamente como sondeadoras de ella.
Finalmente, un actor normalmente ignorado en la producción y reproduc-
ción del imaginario sobre violencia que se resume en el Polo A es el rumor co-
tidiano (Bayce, 1997) en sus diversos lugares y momentos de interacción sim-
bólica. Sea como sea el modelo de interacción entre prensa, policía, seguridad
privada, aseguradoras, políticos decisores y ejecutores y empresas de sondeo,
el imaginario no podría convertirse en mayoritario, dominante y hegemónico
si no se cristalizara a través de los lugares y tiempos de intercambio social, que
galvanizan el cotidiano por medio de los ‘¿viste que?’, ‘parece que’, ‘ché, dicen
que’, chimentos ‘posta, posta’, ‘más firme’ y ‘mismo que sí’, ‘me dijeron’ o ‘lo
dio el noticiero’, ‘lo dijo la radio’ o ‘lo colgaron en facebook’. Parece paradojal
que con la proliferación de acceso a creciente número de informaciones, en la
llamada ‘sociedad de la información’, la credibilidad cotidiana se base cada vez
más en el rumor informal no especializado ni formalmente informado (Allport,
1978). Pero es desgraciadamente explicable y difícilmente reversible si Internet
y las redes sociales continúan colonizando el cotidiano humano, sumados a la
perversa evolución del lugar y contenidos de la prensa en la sociedad contem-
poránea. El pobre Artigas quería orientales tan ilustrados como valientes, pero
en realidad los uruguayos son los más miedosos del mundo en sus cotidianos, y
más aún en relación con los riesgos objetivos que enfrentan; y sus convicciones,
creencias y decisiones políticas están muy poco basadas en conocimiento y re-
flexiones académicamente fundadas o ilustradas.

36
8.- ¿Qué se tendría que hacer para eliminar o reducir la violencia en el
deporte?
Respuesta del Polo A: A pesar de que la violencia en el deporte es un
fenómeno extendido y grave, que pasa cada vez más seguido y es cada vez más
peligroso, puede reducirse o directamente erradicarse si se toman medidas
severas, en definitiva, ´si se hace lo que hay que hacer´. Como la violencia en
el deporte se debe exclusivamente a la presencia, minoritaria pero nociva, de
individuos y grupos violentos que han copado los estadios y alejado a las fami-
lias, entonces la solución no es otra que expulsar a los violentos, identificarlos
y prohibirles la entrada a los escenarios deportivos; el día que eso se haga, no
habrá más episodios de violencia en el deporte. Como se ve, el razonamiento
es lineal y muy sencillo: los hechos de violencia en el deporte son generados
únicamente por un puñado de violentos, así que sin ellos, el problema se
termina. Este es el argumento más firmemente compartido y repetido por
todos los integrantes del Polo A, convicción que se expresa con claridad en la
normativa legal vigente, en las declaraciones públicas de las autoridades del
gobierno (incluido el Presidente de la República), y en las editoriales de los
comunicadores deportivos.
En base a lo anterior, todas las medidas legislativas, policiales y judiciales
que se tomen y apliquen en torno a la violencia en el deporte, deben estar di-
rigidas a prohibir la entrada de las personas violentas a los estadios, así como a
aumentar las penas para quienes cometan delitos en el marco de espectáculos
deportivos. Este propósito debe llevarse a la práctica mediante la aplicación de
distintos mecanismos de control, exclusión y punición, a saber: impedir el in-
greso de violentos reconocidos por autoridades públicas y/o privadas, impedir
el ingreso de violentos con antecedentes judiciales, registrar inmediaciones de
los estadios y las tribunas, contar con cámaras de reconocimiento facial que
permitan identificar a los asistentes para luego responsabilizar a los culpables de
posibles hechos violentos, separar hinchadas a la entrada y a la salida y hacerlas
salir del estadio en momentos distintos, impedir el ingreso de banderas y repri-
mir cánticos que hagan apología de la violencia, cachear a los asistentes para
impedir el ingreso de armas, drogas u objetos arrojadizos e hirientes, entre otras
medidas del mismo tono.
La evidencia más contundente del carácter hegemónico y consensual de
este abordaje de la violencia en el deporte está dada por el decreto aprobado por
el Presidente en diciembre de 2016, que tuvo como principal objetivo incre-
mentar los controles antes y durante los espectáculos deportivos. El documento,
que incluye 33 puntos elaborados en colaboración con el Ministerio de Inte-

37
rior, dispone medidas del mismo tenor que las recién mencionadas, tales como:
aumento de los controles personales para la expedición de entradas, aplicación
del derecho de admisión mediante un listado de las personas con antecedentes
penales por conductas violentas en eventos deportivos, colocación de elementos
de contención y separación de parcialidades (cercos, vallados, tejidos, pulmo-
nes), e instalación de cámaras de identificación facial en los estadios Centenario,
Parque Central y Campeón del Siglo, entre otras.
Estas propuestas de solución para el problema de la violencia en el deporte
se asientan, como se dijo, en la creencia de que se trata de un fenómeno con-
trolable, reducible, y en última instancia erradicable, siempre y cuando exista
la voluntad política de legislar y aplicar a rajatabla las medidas destinadas a
expulsar a los violentos de las canchas, principales responsables de la generación
de violencia.
Respuesta del Polo B: La violencia en el deporte no puede eliminarse, y
menos rápidamente. Se pueden tomar medidas inmediatas, algunas como las
propuestas por el Polo A. Pero se olvidan las causas profundas, de fondo, que
no van a dar resultados ya pero van a disminuirla y prevenirla más permanen-
temente a futuro. Cuando hay inundaciones no solo hay que baldear el agua
excesiva; lo más efectivo será cerrar la canilla para que no caiga más agua; si no,
baldearemos sin fin, sin poder dejar de hacerlo nunca.
En efecto, algunas medidas represivas, legislativas, policiales, judiciales,
de las mencionadas por el Polo A, serían necesarias para disminuir, aquí y
ahora, las manifestaciones que son efecto y consecuencia de una compleja
constelación de causas y factores de corto, mediano y largo plazo. Pero con
ellas no se conseguirá evitar que haya nuevos violentos y nueva violencia, que
habrá que reprimir sin fin, y repetir el ciclo de violencia-represión violenta
para siempre. Solo reduciendo o eliminando las causas y factores que hicieron
aparecer las acciones violentas se progresará para el futuro. Solo o principal-
mente reprimiendo legal, judicial y policialmente nunca se terminó ni termi-
nará con ninguna violencia o ilegalidad; ya se murieron todos los ladrones de
siglos y años anteriores y sigue habiendo; ya cayeron muchos líderes o jefes de
pandillas y sigue habiendo. Salvo que se crea en una afirmación que increí-
blemente ha salido de la boca irreflexiva de personal de seguridad, políticos
y periodistas (y reproducida, claro, por el rumor): que los violentos son una
pequeña minoría y que impidiéndoles entrar o recluyéndolos se terminaría el
problema, o que apresando a los cabecillas terminarían las bandas y pandillas.
Es imposible y debería ser impensable para cualquier adulto con uso de razón.
Solo reprimir es la panacea de los beneficiarios de la inseguridad para parecer

38
que se combaten crimen y violencia sin matar a la gallina de los huevos de oro,
lo que sería un suicidio laboral. Si la gente se cree eso, están asegurados la vio-
lencia y el delito, y con ellos el ingreso, poder y estatus de los encargados de la
seguridad y orden. Delito cero es un suicidio laboral; hay que combatirla pero
sin eliminarla; que nunca falte. Es una evidente falsedad que delincuentes y
violentos sean una minoría erradicable; son una minoría sí, pero renovable si
las necesidades y causas de la violencia y la delincuencia se mantienen, aun-
que fueran puntualmente reprimidos. Cada apresado multiplica los violentos
y delincuentes porque ahora hay más necesitados o ambiciosos que ya no
beben más de la fuente de ingresos del apresado; probablemente estos nuevos
carentes estarán bajo el efecto de las mismas causas que llevaron a la violencia
y al delito al apresado que los aprovisionaba antes; y tendrán que optar por
los mismos medios ilícitos violentos ya que no tienen cuentas en las Bahamas
a las cuales recurrir en la mala.
Listemos causas y factores de criminalidad violenta, sin la disminución de
las cuales no es esperable ninguna reducción de criminalidad violenta, haya las
medidas legislativas, policiales y judiciales que haya de castigo, prevención y
vigilancia, necesarias algunas, claro, pero insuficientes sin las que ataquen causas
y factores. Son necesarias ambas, pero privilegiando las de fondo, sin las cuales
no habrá reducción ni eliminación posible jamás; esto es lo técnicamente ne-
cesario y lo político-ideológicamente deseable, tan ignorado por los gobiernos
progresistas de izquierda aquí y en todo el mundo.
En primer lugar, la necesidad absoluta y las carencias y necesidades
insatisfechas, aun sufridas por muchos en casi todos los países del mundo,
tentación a violencia y a crimen para minorías variables de pobres e indigentes
que no deben ser medidos por líneas de pobreza estáticas y teóricamente pobres.
En segundo lugar, y cada vez más importante, la ‘deprivación relativa’
(Merton, 1949) más que la absoluta; puede que se tenga lo vitalmente míni-
mo, pero no se tiene lo que es el padrón ideal de consumo socioculturalmente
consensuado como deseable y satisfactor de las autoestimas individuales y
colectivas; lo que otros tienen y que sirve como medida de la satisfacción que
da autoestima. La fuga hacia adelante de los deseos y demandas de consumo,
dirían Baudrillard (1968) y Habermas (1973) cada vez más inaccesibles a más
torturados con ello. El efecto de demostración de mejores e inaccesibles nive-
les de vida por los medios de comunicación de masas, el show de abundancia
y consumo del jet-set. Deprivación más relativa que absoluta, pero intolera-
ble y doblemente criminógena: porque tienta a delinquir para obtener ‘de
costado’ lo que no se puede obtener ‘por derecha’, con trabajo remunerado,

39
y porque descarga violencia agresiva producto de la envidia, odio y resenti-
miento contra los culpables o chivos expiatorios de humillaciones y frustra-
ciones agresivas y criminógenas. Un arrebato simple puede derivar en rapiña
si se hace catarsis, con violencia material e instrumentalmente innecesaria, de
frustraciones y humillaciones históricas en esas instancias. Listemos, enton-
ces, causas profundas y básicas que no se atacan con medidas punitivas:
necesidades y carencias absolutas; deprivación relativa en un crescendo
de abundancia, consumismo, hedonismo; desigualdad sentida como in-
justa; humillaciones, frustraciones y sufrimientos vividos personalmente
e históricamente presenciados en sus ambientes. Si estas causas y factores
criminógenos no se privilegian, las necesarias medidas legislativas, judi-
ciales y policiales adoptadas para lidiar con la violencia y la delincuen-
cia actuales serán insuficientes para reducir la violencia y la delincuencia
futuras. Estaremos solo preocupados de baldear mejor el agua inundada sin
acordarnos de cerrar la canilla para que no haya que baldear tanta agua o para
que no haya inundaciones a futuro.
No se debería prometer ni ilusionar a la gente con medidas que no atacan
las causas y factores criminógenos para ‘erradicar’ violencia y delito. Eso es téc-
nicamente imposible: ‘erradicar’ quiere decir arrancar las raíces de algo para que
no pueda volver a crecer; no es lo que se está haciendo, de modo que no se debe
prometer con irresponsabilidad electorera lo que no se puede eliminar ni redu-
cir, y menos ya o en un corto plazo. Demagogia populista electorera bumerán,
salivazo para arriba. Cada vez más sueldos, equipamiento, tecnología comuni-
cacional, cámaras, vehículos bélicos, drones, helicópteros, espionajes telefónicos
y de redes sociales, riesgo de utilización extorsiva y difamatoria de datos de indi-
viduos utilizables privada o institucionalmente desde los datos públicos pagados
por todos. Y cada vez más inseguridad y miedo; control compulsivo del coti-
diano sin mejoramiento de la situación; cada vez más ingreso, poder y estatus
para la seguridad, cada vez más decaimiento y renuncia ciudadanas a libertades,
derechos y garantías, en pos de la distopía de la represión y la vigilancia como
prevención, sin ataque material ni retórico a las causas (Dunning, 1994). Un
modelo equivocado e imposible (Bayce, 2005), sin éxitos en ninguna parte del
mundo; solo para mayor gloria de los beneficiarios del miedo, la inseguridad, el
delito y la violencia, enunciados más arriba.
Salvo como interrogantes en las encuestas realizadas en los futuros lugares
de debate (analizadas por Cristian Maneiro en este volumen), no pudo debatir-
se adecuadamente ni sobre el grado y tipo de responsabilidad que todos tendría-
mos, en el cotidiano, para la producción de violencia y de violentos, ni tampoco

40
sobre la participación que podríamos/deberíamos tener en la producción de
soluciones para la violencia y los violentos. En el futuro próximo creemos que
como grupo deberíamos trabajar más en estos dos aspectos para los que no hubo
tiempo suficiente en esta instancia de investigación; y que son muy importantes
porque matizan las insoportables cargas de demandas deslegitimadoras que los
gobiernos padecen si la sociedad civil no acepta parte de responsabilidad en
la generación de todos los problemas sociales, y si tampoco acepta parte de la
misión de contribuir en sus entornos comunitarios con soluciones más o menos
importantes a esos problemas.
Como producto de la construcción de los polos discursivos, de la ejecu-
ción y análisis de las encuestas, y de los debates vividos, quedó confirmada la
presunción de que los contenidos del Polo A son los hegemónicos, dominan-
tes y mayoritarios en el imaginario sociocultural y político-ideológico actuales
en el Uruguay. Es mucho más simple y recibe mucha más difusión cotidiana
acumulada, redundante, y reforzada continuamente por los mediadores comu-
nicacionales de información y opinión. Era esperado por los investigadores del
equipo. De todos modos, lo que sorprendió un poco es la casi ausencia de argu-
mentos técnicos, y de manejo de la reflexión e investigación nacional, regional
o internacional sobre violencia en el deporte, tanto en la legislación, como en la
ejecución de la prevención, vigilancia, represión y auxilio a la justicia; tampoco
hay argumentos técnicos en la retórica de los legisladores o de las ejecutores de
la normativa. Solo hay protestas morales, voluntarismo bastante autoritario, e
incomprensión básica de todos los fenómenos con los que hay que lidiar res-
pecto de la violencia en el deporte. Llama especialmente la atención porque el
Estado y los gobiernos uruguayos siempre han utilizado como insumos para su
actividad legislativa y ejecutiva a asesores y consultores especialistas en los diver-
sos campos de la vida social; por qué en este caso no lo hacen, ni en las medidas
tomadas ni en la integración de comisiones ad hoc para esos temas, constituye
una desagradable sorpresa cuya explicación trasladamos a las jerarquías estatales
y gubernamentales. Más aún cuando la contribución de académicos y especia-
listas ha sido tan notoriamente útil en procesos que han obtenido espectacula-
res mejorías de la violencia y la seguridad en países con problemáticas mucho
mayores y más complejas. Tal el caso de Colombia y especialmente del área de
Medellín (Quitián, 1994), (Martínez, 1994) cuyos antecedentes son conocidos
y han sido profusamente comentados.

41
Bibliografía
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SITIOS WEB CONSULTADOS


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http://www.teledoce.com/
http://www.subrayado.com.uy/
http://www.elpais.com.uy/
http://www.elobservador.com.uy/
http://www.montevideo.com.uy/
http://www.ovaciondigital.com.uy/
http://www.republica.com.uy/
http://180.com.uy/
http://www.tenfieldigital.com.uy/
https://www.youtube.com/

44
PROGRAMAS DEPORTIVOS DE RADIO CONSULTADOS
¿Usted qué opina? (Sport 890)
Quiero fútbol (Sport 890)
Las voces del fútbol (1010 AM)
A fondo (1010 AM)
La oral deportiva (CX 22 Radio Universal)

PROGRAMAS DEPORTIVOS DE TELEVISIÓN CONSULTADOS


La Hora de los Deportes (Televisión Nacional de Uruguay)
Punto Penal (Canal 10)
Pasión (VTV)
Sin Límite (VTV)
Fox Sports Radio Uruguay (Fox Sports)

45
Violencia en el deporte: Algunas
percepciones preliminares

Cristian Maneiro

El proyecto CSIC Análisis de discursividades en torno a la violencia en el de-


porte buscó sistematizar información disponible de diversas fuentes como pren-
sa audiovisual, oral y escrita, así como documentos técnicos producidos por ins-
tituciones con competencia y jurisdicción en la materia, a efectos de caracterizar
dos tipos discursivos que pueden ser considerados como tipos ideales polares.
Un polo A que conformaría a priori el más influyente en la conformación
del sentido común y de la opinión pública sobre la violencia en el deporte, sus
causas, manifestaciones y soluciones más comúnmente postuladas en los insu-
mos analizadas.
Por otra parte, un polo B conformado por el análisis de la literatura in-
ternacional, regional y nacional más importante de la temática producida por
diversos especialistas tales como cientistas sociales, psicólogos, criminólogos,
educadores físicos y economistas. A partir de esta caracterización se intenta for-
mular una explicación de la magnitud de las diferencias entre ambos polos.
Entre las actividades desarrolladas se incluyeron un ciclo de exhibiciones
públicas, en distintos puntos de Montevideo y ciudades del interior del país, del
material audiovisual recolectado y un posterior debate con la participación de
miembros del equipo de investigación a efectos de reflexionar colectivamente
sobre la temática e intentar llegar a síntesis entre los argumentos postulados por
ambos polos.
Como insumo complementario, en algunos de estos debates se estimó con-
veniente realizar una breve encuesta autoadministrada. El objetivo del ejercicio
fue proveer una primera impresión del estado de la opinión pública en función
de la mayor o menor proximidad con alguno de los dos polos caracterizados en
el trabajo. En este sentido, si bien las respuestas obtenidas no permiten hacer
inferencias poblacionales al no haberse elegido los respondentes con criterios
de representatividad estadística, sirven como descriptor inicial de la situación y
actúa como un insumo disparador para posteriores análisis.
El detalle de las encuestas realizadas es el siguiente:

46
Barrio Encuestas realizadas

Casavalle 17

Santa Catalina 18

Punta de Rieles 18

Total 53

(Ver gráficos 1 y 2 de pág. 217)

Se realizaron un total de 53 encuestas en tres barrios de la capital del país


(Casavalle, Santa Catalina, Punta de Rieles). El perfil etario de los respondentes
fue equilibrado siendo mayoría de jóvenes y adultos entre 18 y 50 años y distri-
buidos casi de manera idéntica según género.
A continuación, presentamos los principales resultados, desagregando por
grupos de edad para algunas cuestiones específicas.

1. Percepciones sobre violencia:


Primeramente, se consultó a las personas encuestadas si consideraban que
había violencia en los deportes y el grado de la misma. En este sentido, la ma-
yoría de las respuestas evidencian la percepción de altos grados de violencia
expresadas en las opciones “mucha” y/o “bastante” mencionadas por más de un
75% de respondentes.
Esto indica la consolidación de la idea, amplificada por los medios de co-
municación, de que la violencia en el deporte es un fenómeno importante cuan-
titativamente en relación con otros tipos de violencia y amenazas a la seguridad
pública. (Ver gráficos 3 y 4 de pág. 217 - 218)
También se señala que esta violencia percibida ha aumentado en los últi-
mos tiempos, por lo que la situación es mucho peor ahora que antes. Al desagre-
gar esta respuesta por grupo de edad observamos que son las personas mayores
quienes están más de acuerdo con esta proposición, siendo este acuerdo decre-
ciente entre los más jóvenes.
Podemos aventurar que en el caso de las personas mayores al ser quienes
menos asiduamente concurren a espectáculos deportivos, se encuentran menos
expuestos a las situaciones de violencia, generando su opinión en base a fuentes
secundarias de información como son la prensa audiovisual, rumores, etc.

47
A pesar de estar incluidas entre las opciones de respuesta, ningún respon-
dente manifestó que no hubiera violencia en el deporte, sino que una vez asu-
mido la existencia de la misma, las variaciones se dan en el grado de percepción
de la misma. (Ver gráficos 5 y 6 de pág. 218)
Partiendo desde esta percepción inicial, se consulta sobre las posibilidades
de éxito en el combate a la violencia, evidenciándose un predominante optimis-
mo. A pesar de la magnitud del fenómeno, más de un 85% de las respuestas
manifiestan que se puede eliminar o cuando menos disminuir la violencia en el
deporte, no viéndose el incremento de la misma como un proceso fatalmente
irreversible. (Ver gráfico 7 de pág. 219)
Siguiendo este optimismo inicial, resulta pertinente relevar quienes serían los
actores individuales y colectivos responsables de lograr los objetivos de disminu-
ción de la violencia y con qué efectividad percibida están desarrollando esta tarea.

2. Actores y Responsabilidades
Se consultó respecto a quienes serían los actores responsables de eliminar
o disminuir la violencia en los ámbitos deportivos, brindando los ítems de res-
puesta desde una cartilla donde se enumeraban exhaustivamente 10 institucio-
nes y actores potencialmente importantes, solicitando que se ordenaran del más
al menos importante.
Presentamos las respuestas primero individualizando al actor principal y en
un segundo gráfico consolidando a las 3 principales menciones. (Ver gráficos
8 y 9 de pág. 219)
Podemos agrupar los actores según tengan una tarea represiva y disuasiva
(policía, Poder Judicial) o una función más bien socializante (escuelas y liceos,
familia, barrio).
Se observa que, si bien la principal respuesta apunta a un actor eminente-
mente represivo como la policía, aparece la familia en segundo lugar, lo que nos
indicaría cierto balance entre ambos tipos de actores.
Este balance se hace más evidente si agrupamos las 3 opciones principales,
observándose que aumentan las menciones a aquellos actores que cumplen un
papel socializador: familia, escuelas y liceos, así como a los encargados de le-
gislar e intervenir jurídicamente sobre la temática (Poder Judicial, políticos). A
pesar de esta confianza en instituciones como la familia o el centro educativo,
no se asigna un papel importante a especialistas específicos como trabajadores
sociales o psicólogos, cuya función aparece relegada entre las respuestas.
Cuando se interroga directamente sobre la actuación policial, las respues-
tas tienden a reflejar una mala imagen de dicha institución, acusándola de no

48
actuar oportunamente, no entender los códigos del hincha o incluso de hacer
abuso de su autoridad represiva. (Ver gráfico 10 de pág. 220)
La percepción de la prensa en general y los periodistas deportivos en parti-
cular tampoco es positiva en la medida que se entiende contribuyen a la exacer-
bación de las situaciones violentas dándole destaque y coberturas desproporcio-
nadas lo que repercute en un aumento de la violencia.
Si bien no se interroga en profundidad podemos presumir que la respuesta
“le da color porque le conviene” refleja intereses económicos particulares (ven-
tas de diarios, rating). Apenas una quinta parte de las respuestas manifiestan que
la prensa solo representa la realidad tal cual es. (Ver gráfico 11 de pág. 220)

3. Posibles Medidas y Responsabilidades:


Respecto a las medidas a tomar para prevenir la violencia en el deporte, las
opiniones están divididas prácticamente a la mitad entre aquellas más punitivas
(mayor cantidad de policías, penas más duras) y las de carácter preventivo (edu-
cación, instancias con especialistas).
A pesar de que la policía no tiene una imagen positiva en términos generales,
se reclama su mayor presencia y efectivo accionar como primera medida. Por otra
parte, las menciones a la falta de educación familiar y el reclamo por más educa-
ción, va de la mano con el discurso, promovido desde la prensa y caracterizado
como polo A, que denuncia una pérdida progresiva de “valores” como una de
las causas explicativas de la violencia. Quizás serían pertinentes investigaciones
subsecuentes para determinar que representan estos “valores” que en el discurso
mediático aparecen como un concepto abstracto.
Una de las hipótesis de trabajo iniciales del proyecto, establecía que para
comprender las causas del fenómeno, se debe ponderar una responsabilidad
compartida entre los violentos, los actores e instituciones competentes, pero
también cierta influencia del resto de la sociedad que, si no incentiva la situa-
ción, facilita las condiciones para que la misma surja (a partir de fenómenos
como la desigualdad socioeconómica y la segregación residencial).
Consultados puntualmente sobre estas responsabilidades, se observa efec-
tivamente una atribución de cierta dosis de responsabilidad de la sociedad en
general. (Ver gráficos 12 y 13 de pág. 220 - 221)
La creencia de que la sociedad incentiva la violencia por acción u omisión,
va de la mano con la percepción de falta de educación en valores. Aparecen
menciones al sentimiento de discriminación económica y/o territorial lo que
ameritaría más investigación para ahondar en esta percepción y actuar en con-
secuencia con políticas específicas.

49
Desde estas responsabilidades compartidas, se interroga sobre las posibili-
dades de acción de la familia y las instituciones barriales y las acciones concretas
que se pueden tomar para disminuir la violencia deportiva. (Ver gráficos 14 y
15 de pág. 221)
La respuesta mayoritaria vuelve a ser mayor educación y la difusa categoría
de “formación en valores”. La mención de trabajo con especialistas aparece bas-
tante distante en las menciones, coincidiendo con la no visualización de estos
actores como relevantes para enfrentar el fenómeno de la violencia en el deporte.

4. Conclusiones
Las respuestas aquí presentadas, aun sin ser generalizables ni permitir infe-
rencias poblacionales, habilitan algunas comprobaciones respecto de las hipóte-
sis iniciales que se plantea el proyecto.
En primer lugar, se constata la mayor influencia de lo que denominamos
polo A en la conformación de las opiniones mayoritarias. Considerar la violen-
cia como un fenómeno creciente en magnitud, exigir mayor represión policial
y penas más duras hacia los violentos se alinea con el discurso transmitido en
general por la prensa y otros soportes de información que postulan que puede
acabarse con la violencia erradicando a los pocos violentos de los escenarios
deportivos y mejorando el accionar policial/judicial.
No obstante este clamor punitivo general, los actores con peor imagen son
la policía y los periodistas deportivos de los cuales se dice que empeoran la situa-
ción al presentar una realidad distorsionada en función de intereses particulares.
Ratificando la hipótesis inicial, se manifiesta una efectiva responsabilidad
compartida en las situaciones de violencia. Sin embargo, el rol que pueden des-
empeñar especialistas así como la promoción de políticas públicas específicas
tendientes a la integración social, si bien no están ausentes aparecen bastante
relegadas frente a la inmediatez de la demanda punitiva.
El reconocimiento del papel que deben jugar la familia, los centros educa-
tivos y las instituciones barriales, son señales alentadoras pensando en establecer
soluciones de carácter sostenible a mediano plazo.

50
Análisis crítico de la normativa jurídica
sobre seguridad en los partidos de fútbol
profesional uruguayos

Juan Cristiano

Introducción
En este trabajo se analizan las normas jurídicas que regulan y sancionan
el comportamiento de los espectadores de los partidos de fútbol profesional en
Uruguay. Para la sociología el derecho no es un conjunto estático de normas
sino que es un proceso. De acuerdo a Mayhew (1969) ese proceso sucede cada
vez que las personas usan, interpretan, aplican y crean normas sociales con va-
lidez socialmente comprometedora, es decir, normas que pueden ser impuestas
por la sociedad políticamente organizada.
Las normas jurídicas se pueden clasificar entre: las que son creación del Es-
tado y las que son producidas por la sociedad civil. Al establecer la Constitución
de los Estados democráticos el derecho de libre asociación, estas asociaciones
crean órdenes jurídicos autónomos e independientes que son obligatorios para
quienes las integran.
Al extenderse por el mundo la práctica de los deportes modernos fueron
surgiendo competiciones entre las asociaciones nacionales que dieron lugar a
la conformación de una estructura federada de carácter mundial. Estas federa-
ciones mundiales dieron origen a un orden normativo internacional que tiene
capacidad de imposición sobre las asociaciones miembros. Las asociaciones na-
cionales en caso de no acatar las normas emanadas de la federación internacio-
nal pueden ser excluidas de las competencias organizadas por ésta.
A partir de lo expuesto precedentemente organizaré la presentación de las
normas jurídicas de las siguiente forma: 1. Instituciones deportivas supranacio-
nales (Federación Internacional del Fútbol Asociación, Confederación Sudame-
ricana de Fútbol), 2. Instituciones deportivas nacionales (Asociación Uruguaya
de Fútbol) y 3. Estado uruguayo.
A modo de resumen los argumentos sostenidos por la normativa, el go-
bierno y los dirigentes de fútbol son básicamente que: 1) hay unos pocos cul-
pables de la violencia en el deporte y la mayoría de la sociedad es inocente. 2)

51
La violencia en el deporte puede erradicarse deteniendo a los pocos culpables e
impidiendo su entrada a los espectáculos deportivos.

Instituciones deportivas internacionales

Código disciplinario de la FIFA


Las distintas asociaciones nacionales de fútbol profesional se nuclean en
la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) que se encuentra ubi-
cada en la ciudad suiza de Zurich. Está integrada en la actualidad por 211
asociaciones nacionales. La comisión disciplinaria es la encargada entre otras
competencias de aplicar sanciones a las asociaciones nacionales miembro por el
comportamiento de los espectadores que concurren a partidos y competiciones
organizados por la FIFA. Para aplicar estas sanciones la comisión se apoya fun-
damentalmente en el código disciplinario de FIFA aprobado en 2011.
En relación con el ámbito de aplicación material el código disciplinario
dice lo siguiente:
La aplicación del presente código se extiende a todos los partidos y competi-
ciones organizados por la FIFA. Se aplica, asimismo, siempre que se trate de actos
atentatorios hacia oficiales de partido, así como cuando se atente gravemente contra
los objetivos estatutarios de la FIFA, especialmente en los supuestos de falsedades en
los títulos, corrupción y dopaje. Asimismo, se aplicará en casos de violación contra
la reglamentación de la FIFA, siempre que la competencia para ello no recaiga en
otra instancia.
Inmediatamente después la mencionada normativa se refiere a quiénes es-
tán sujetos al mismo:
a) las asociaciones;
b) sus miembros, en especial los clubes;
c) los oficiales;
d) los futbolistas;
e) los oficiales de partido;
f ) los agentes organizadores de partidos y agentes de jugadores licenciados;
g) las personas a las que la FIFA hubiese otorgado alguna clase de autorización,
especialmente para ejercerla con ocasión de un partido, de una competición o de
cualquier otro acontecimiento organizado por ella;
h) los espectadores.
Como se observa en el código disciplinario de FIFA el comportamiento de
los espectadores está sujeto a las prescripciones que establece esta normativa. A
modo de ejemplo, el año pasado durante la disputa de las eliminatorias sudame-

52
ricanas, fueron sancionadas la Federación Chilena de Fútbol (FFCh) y la Aso-
ciación del Fútbol Argentino (AFA) por cantos homófobos de sus espectadores.
La mayor preocupación del código disciplinario es sancionar toda forma
de comportamiento discriminatorio que se desarrolle en los estadios de fútbol,
por eso dice:
58. Discriminación
1. a) El que mediante actos o palabras humille, discrimine o ultraje a una
persona o a un grupo de personas en razón de su raza, color de piel, idioma, credo
u origen de forma que atente contra la dignidad humana será suspendido por un
mínimo de cinco partidos. Además, se prohibirá al infractor el acceso al estadio y
se le impondrá una multa en cuantía no inferior a 20,000 CHF. Si el autor de la
falta fuera un oficial, el importe de dicha multa será de 30,000 CHF como mínimo.
Más adelante el mencionado código se refiere a la posibilidad de prohibir
el ingreso de los espectadores en función de su comportamiento discriminatorio
por un cierto lapso de tiempo.
3. Se sancionará a los espectadores que cometan una de las infracciones men-
cionadas en el apartado 1, letra a) de este artículo con una prohibición de acceso al
estadio de al menos dos años.
En el artículo 67 establece en forma expresa la responsabilidad de las aso-
ciaciones nacionales ante el comportamiento violento de los espectadores:
67. Responsabilidad de la conducta de los espectadores
1. La asociación o el club anfitrión es responsable, sin que se le impute una
conducta u omisión culpable, de la conducta impropia de los espectadores y, dado
el caso, se le podrá imponer una multa. En el caso de disturbios, se podrán imponer
otras sanciones.
2. La asociación o el club visitante es responsable, sin que se le impute una con-
ducta u omisión culpable, de la conducta impropia de los espectadores considerados
como sus seguidores y, dado el caso, se le podrá imponer una multa. En el caso de dis-
turbios, se podrán imponer otras sanciones. Los espectadores sentados en la tribuna
reservada a los visitantes son considerados como seguidores de la asociación visitante,
salvo prueba de lo contrario.
3. Se considera conducta impropia, particularmente, los actos de violencia con-
tra personas o cosas, el empleo de objetos inflamables, el lanzamiento de objetos, el
despliegue de pancartas con textos ofensivos al honor o contenido político, los gritos
injuriosos y la invasión del terreno de juego.
4. La responsabilidad descrita en los apartados 1 y 2 concierne igualmente a los
partidos organizados en terreno neutral, particularmente las competiciones finales.

53
En el artículo 146 del código disciplinario de FIFA se establece de forma
expresa que las asociaciones nacionales deben adaptar sus disposiciones al pre-
sente código como manera de armonizar las disposiciones disciplinarias.

Reglamento disciplinario de la CONMEBOL


La Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) es la organi-
zación que nuclea a las asociaciones nacionales de Sudamérica. Está integrada
por 10 países y su sede se ubica en la ciudad de Luque en Paraguay. Sus dispo-
siciones disciplinarias rigen en las competencias continentales y están armoni-
zadas con el código de FIFA.
En el artículo 6 de su reglamento disciplinario establece que las asociacio-
nes nacionales son responsables por el comportamiento del público que asiste
a los partidos.
Responsabilidad objetiva de los clubes y asociaciones miembro 1. Las asocia-
ciones miembro y los clubes son responsables del comportamiento de sus jugadores,
oficiales, miembros, público asistente, aficionados así como de cualquier otra persona
que ejerza o pudiera ejercer en su nombre cualquier función con ocasión de los pre-
parativos, organización o de la celebración de un partido de fútbol, sea de carácter
oficial o amistoso.
Es importante mencionar que la responsabilidad por el comportamiento
de los espectadores no se limita a lo que sucede dentro del Estadio en el que se
disputa el partido, así lo expresa también el artículo 6 del reglamento discipli-
nario.
2. Las asociaciones nacionales y clubes son responsables de la seguridad y del
orden tanto en el interior como en las inmediaciones del estadio, antes, durante y
después del partido del cual sean anfitriones u organizadores. Esta responsabilidad
se extiende a todos los incidentes que de cualquier naturaleza pudieran suceder,
encontrándose por ello expuestos a la imposición de las sanciones disciplinarias y
cumplimiento de las órdenes e instrucciones que pudieran adoptarse por los órganos
disciplinarios.
En su artículo 11 se enumeran los comportamientos que en caso de ser rea-
lizados por los espectadores son objeto de sanción para las asociaciones miem-
bro.
2. Las sanciones disciplinarias previstas en los artículos 22 y 24 del presente
Reglamento podrán imponerse a las asociaciones miembro y a los clubes en supuestos
de comportamientos incorrectos o inapropiados de sus aficionados entre los que se
señalan:
a) La invasión o tentativa de invasión del terreno de juego.

54
b) El lanzamiento de objetos.
c) Encender bengalas, fuegos artificiales o cualquier otro objeto pirotécnico.
d) El uso de gestos, palabras, objetos u otro medio para transmitir cualquier
mensaje no apropiado en un evento deportivo, particularmente si es de naturaleza
política, ofensiva o provocativa.
e) Causar daños.
f ) Cualquier otra falta de orden o disciplina que se pudiera cometer en el esta-
dio o en sus cercanías antes, durante y a la finalización de un encuentro.
g) Cuando, en casos de agresión colectiva, riña o tumulto, no fuera posible
identificar al autor o autores de las infracciones cometidas, el órgano disciplinario
sancionará a la asociación o al club al que pertenezcan los agresores.
Siguiendo el espíritu del código disciplinario de FIFA entre los comporta-
mientos de los espectadores que reciben una mayor atención y sanciones más
severas se encuentran los actos discriminatorios.
Artículo 12. Discriminación y comportamientos similares
1. Cualquier persona que insulte o atente contra la dignidad humana de otra
persona o grupo de personas, por cualquier medio, por motivos de color de piel, raza,
etnia, idioma, credo u origen será suspendida por un mínimo de cinco partidos o por
un periodo de tiempo específico.
2. Cualquier asociación miembro o club cuyos aficionados incurran en los com-
portamientos descritos en el apartado anterior será sancionados con una multa de al
menos USD 3.000.
3. Si las circunstancias particulares de un caso lo requieren, el órgano discipli-
nario competente podrá imponer sanciones adicionales a la asociación miembro o
al club responsable, como jugar uno o más partidos a puerta cerrada, la prohibición
de jugar un partido en un estadio determinado, la concesión de la victoria del en-
cuentro por el resultado que se considere, la deducción de puntos o la descalificación
de la competición.
4. Se prohíbe cualquier forma de propaganda de ideología extremista antes,
durante y después del partido. A los infractores de esta disposición les serán de aplica-
ción las sanciones previstas en los apartados 1 a 3 de este mismo artículo.

Normativa disciplinaria nacional

Código disciplinario de la AUF


La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) es la institución responsable
de organizar y regular el fútbol uruguayo así como las selecciones nacionales.
Como miembro de CONMEBOL y FIFA los equipos asociados a la AUF y
su selección participan de las competiciones continentales y mundiales. En las

55
competiciones sean estas carácter oficial o amistoso organizadas por la AUF re-
girá su código disciplinario sin prejuicio de la armonización del mismo con las
disposiciones disciplinarias de FIFA.
El código disciplinario de la AUF aprobado en 2014 de manera expresa
manifiesta que los clubes son responsables por el comportamiento de sus par-
ciales.
Artículo 5. Responsabilidad objetiva de los clubes.
5.1 Los clubes son responsables del comportamiento de sus jugadores, oficiales,
miembros, parciales, aficionados, así como de cualquier otra persona que ejerza o
pudiera ejercer en su nombre cualquier función en ocasión del partido.
Seguidamente establece que los clubes son responsables del comporta-
miento de los espectadores dentro de los escenarios deportivos, antes, durante
y después del partido. Se señalan también las posibilidades que tienen el o los
clubes involucrados de eximirse o atenuar la sanción en caso de que logren de-
mostrar que realizaron todas las acciones en materia de seguridad y prevención
de incidentes violentos recomendadas por las autoridades competentes.
5.2 Los clubes son responsables por los hechos punibles previstos en este Código
y ocurridos en el recinto del estadio y/o escenario deportivo, antes, durante y después
del partido del cual sean participantes; salvo que el club infractor, acredite feha-
cientemente, que adoptó todas y cada una de las medidas y acciones conducentes a
la prevención de los hechos punibles en la forma y de la manera que la autoridad
pública le impuso; actuando con toda diligencia, eficiencia y eficacia, en el cum-
plimiento de cada una de las acciones que específicamente le fueron indicadas por
dicha autoridad. En este caso el Tribunal respectivo podrá eximir de responsabili-
dad al club infractor. Esta responsabilidad se extiende enunciativamente a todos los
incidentes de cualquier naturaleza que implicaren alteración del normal desarrollo
del espectáculo o se produjeren agresiones a árbitros, técnicos y demás funcionarios
u oficiales, dirigentes, periodistas, funcionarios policiales o integrantes del público,
o se destruyeren emblemas representativos de las instituciones o se produjeren daños
a las instalaciones, o se invadiere o intentare invadir el terreno de juego, o lanzaren
objetos de consideración, o bengalas u otro tipo de objeto pirotécnico (que no hayan
sido previamente autorizados), encontrándose por ello expuestos a la imposición de
las sanciones disciplinarias y cumplimiento de las órdenes e instrucciones que pudie-
ran adoptarse por los órganos disciplinarios.
En el artículo 5.3 se continúan enumerando las circunstancias que rodean
los hechos violentos que pueden ser consideradas por la comisión disciplinaria
de la AUF como atenuantes o eximentes de la responsabilidad de los clubes. Por
ejemplo se menciona la existencia de antecedentes de hechos de violencia come-

56
tidos por la parcialidad del club que está siendo objeto de examen por parte de
la comisión. Cuando se producen incidentes que involucran a varias personas y
no se logra identificar a los participantes, se atribuye la responsabilidad al club
del cual son parciales quienes participaron en los hechos violentos.
5.3 Para determinar la sanción disciplinaria, se tendrán en cuenta las circuns-
tancias concurrentes, tales como la producción o no de lesiones; la apreciación de
riesgo notorio de haberse podido originar (tentativa), la influencia de los incidentes
en el normal desarrollo del juego; la existencia o ausencia de antecedentes; el mayor
o menor número de personas intervinientes; y, en general, todas las demás que el
órgano disciplinario racionalmente pondere, cualificándose además de manera es-
pecífica, como factores determinantes de la gravedad o atenuación, el cumplimiento
de las instrucciones en seguridad impuestas a los clubes, la actitud activa, pasiva o
negligente del club responsable, o su falta de colaboración para identificar y poner
a disposición de la autoridad competente a los protagonistas de los incidentes, y
principalmente del grado de acatamiento de las obligaciones legales y reglamentarias
vigentes en materia de la prevención de la violencia en las instalaciones deportivas,
así como las previstas especialmente para ese espectáculo por parte de la Comisión de
Seguridad de la A.U.F., o que emanen de la orden específica de servicio de la autori-
dad competente para dicho espectáculo. Cuando, en casos de agresión colectiva, riña
o tumulto, no fuera posible identificar al autor o autores de las infracciones come-
tidas, se sancionará al club al que pertenezcan los infractores. En el caso que fueren
identificados el autor o autores de las infracciones cometidas, la Comisión podrá
atenuar la sanción a aplicar, llegando incluso al eximente total de responsabilidad.
En el artículo 5.9 se establece la posibilidad de que la comisión disciplina-
ria de AUF pueda sancionar con pérdida de puntos a los clubes cuyos parciales
desarrollen acciones violentas graves y de carácter colectivo. Las sanciones son
progresivas aumentando la cantidad de puntos que se quitan en función de la
gravedad y reiteración de los hechos violentos cometidos por la parcialidad de
una misma institución. La máxima sanción que establece el código disciplinario
consiste en la expulsión del club de la AUF, esta sanción impediría que el club
pueda competir en el fútbol organizado por esta asociación en todas sus catego-
rías. Pero a diferencia de las demás sanciones que son impuestas directamente
por la comisión disciplinaria en este caso la sanción puede ser establecida sola-
mente por la asamblea general de clubes de la AUF.
5.9 Cuando los hechos fueren manifiestamente graves y no respondieren a acti-
tudes individuales, sino de origen indiscutiblemente colectivo, podrá aplicarse penas
de quita de puntos al club o clubes responsables, según el siguiente procedimiento:
5.9.1 – Partidos concluidos:

57
A – El club responsable perderá un punto en el mismo torneo cualquiera fuere
la división.
B – Los clubes responsables perderán, cada uno, un punto en el mismo torneo
cualquiera fuere la divisional.
5.9.2 – Partidos suspendidos:
A – Si la institución responsable fuere ganando o empatando perderá los puntos
(3) en favor de su oponente.
B – Si la institución responsable fuere perdiendo sufrirá, además de la pérdida
de los tres puntos en disputa, la pérdida de un punto en ese mismo torneo, cualquiera
fuere la división.
C – Si fueren responsables ambas instituciones, las mismas perderán los puntos
en disputa y además un punto cada una en ese mismo torneo.
5.9.3 – Partidos suspendidos antes de su comienzo:
A – El club responsable perderá los puntos que iban a estar en juego, en favor
de su oponente.
B – Si los responsables fueren ambas Instituciones, estas perderán los puntos que
iban a estar en disputa en el partido suspendido antes del comienzo.
5.10 Cuando sucedan incidentes colectivos de inusitada gravedad, de los que se
deriven lesiones graves o muerte de alguna persona, promovidos por la parcialidad
de un Club, o de ambos, el o los clubes responsables serán castigados con la pena de
quita de tres a 12 puntos.
En caso de reiteración o reincidencia, la Asamblea General, por 4/5 de votos,
podrá decretar la expulsión del club de la A.U.F.

Normativa del Estado Uruguayo


En el año 1993 se aprueba por primera vez en el parlamento uruguayo una
ley específica para combatir la violencia en los escenarios deportivos. Se trató de
la ley 16.359 que constaba de solamente 4 artículos. Los delitos comprendidos
en la norma eran básicamente: provocación o participación en desorden en
espectáculo público y abuso de alcohol o estupefacientes en lugar público o ac-
cesible al público. Si el lugar donde se desarrollaban los ilícitos era un escenario
deportivo el juez competente podía adicionar a la pena que correspondía, el que
en determinados días, horas o circunstancias que especificará debidamente, el
imputado deba comparecer en la dependencia policial más próxima a su domi-
cilio, donde permanecerá, sin régimen de incomunicación, por el tiempo que
se establezca, el cual no podrá exceder, en cada oportunidad, las ocho horas y el
plazo total no superará los ciento veinte días.

58
El 8 de enero de 2006 se promulga la ley 17.951 que lleva por título:
Prevención, control y erradicación de la violencia en el deporte. Normas para
su prevención y régimen sancionatorio; esta norma deroga la ley 16.359. En su
primer artículo define la violencia en el deporte:
Artículo 1º. (Definición).- Se entiende por violencia en el deporte toda con-
ducta agresiva, de hecho o de palabra, dirigida contra el público en general, parti-
cipantes o autoridades organizativas de un espectáculo deportivo, producida antes,
durante o después del espectáculo, que tienda a perturbar su normal desarrollo o a
incidir en el resultado por medio de la coacción física o verbal. Se incluye, asimismo,
la conducta de tales características producida en las inmediaciones del escenario y
como consecuencia de la celebración del evento deportivo.
En esta definición se incluyen tanto las agresiones físicas como las verbales
y lo que sucede antes, durante o después del evento deportivo. Además quedan
bajo la competencia de esta norma los acontecimientos violentos que sucedan
en las inmediaciones del escenario deportivo.
En la mencionada ley se dispone la creación de la Comisión Honoraria
para la Prevención, Control y Erradicación de la Violencia en el Deporte, de-
pendiente del Ministerio del Interior. En el artículo 2 se establece que se inte-
grará de la siguiente forma:
– Dos representantes del Ministerio del Interior.
– Dos representantes del Ministerio de Turismo y Deporte.
– Dos representantes del Congreso Nacional de Intendentes.
– Tres personalidades del deporte seleccionadas por el Poder Ejecutivo a pro-
puesta de las siguientes instituciones: Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Orga-
nización de Fútbol del Interior (OFI), Mutual de Futbolistas Profesionales, Federa-
ción Uruguaya de Basketball (FUBB), Basketbolistas Uruguayos Asociados (BUA),
Comité Olímpico Uruguayo y Confederación Uruguaya del Deporte.
Las personas seleccionadas deberán ser propuestas por instituciones diferentes.
Los representantes durarán tres años en sus funciones, pudiendo ser reelectos.
Entre los principales cometidos de la mencionada comisión se establecen
los siguientes: asesorar a los ministerios del interior y de turismo y deporte so-
bre el estudio, prevención, control y erradicación de los hechos de violencia en
los escenarios deportivos; elaborar un anteproyecto de reglamento general de
seguridad en los escenarios deportivos; asesorar a las federaciones, asociaciones
y clubes deportivos involucrados en la organización de los eventos deportivos.
La ley 17.951 realiza una serie de modificaciones al Código Penal en el
cometido de prohibir el ingreso a los escenarios deportivos de las personas que
hayan sido procesadas por participación en acciones violentas. El artículo 360

59
del mencionado código tipifica el delito de provocación o participación en des-
orden en un espectáculo público.
En su artículo 11 la ley 17.951 modifica el Código Penal, se agregan al
final del artículo 360 los siguientes incisos:
Si las faltas previstas en los numerales 1º y 3º de este artículo se cometieren en
ocasión o con motivo de la disputa de un evento deportivo de cualquier naturaleza,
al dictar el auto de procesamiento el Juez establecerá como medida cautelar la prohi-
bición de concurrir a eventos deportivos de cualquier tipo, tanto aquellos en los que
participe alguno de los equipos que hubieren actuado en el espectáculo en cuestión,
como a cualquier otro espectáculo de ese mismo deporte, a su criterio, sin perjuicio de
las sanciones que pudieren corresponder en caso de comprobarse la responsabilidad
del sujeto en la comisión de la falta.
A los efectos del cumplimiento de esta medida, el Juez dispondrá que el im-
putado deba comparecer ante la Seccional Policial más próxima a su domicilio, la
Comisaría de la Mujer, la Comisaría de Menores, el Centro Nacional de Rehabi-
litación, o el lugar que estime pertinente, donde permanecerá sin régimen de inco-
municación, desde dos horas antes de iniciado el evento deportivo y hasta dos horas
después de su culminación. Si el imputado no se presentase en el lugar y horario
indicado sin mediar motivo justificado, en las fechas sucesivas será conducido por la
fuerza pública. El plazo total de vigencia de la citada medida se fija en un máximo
de doce meses. En caso de que el inculpado registrare antecedentes como infractor por
violencia en espectáculos públicos, el referido plazo tendrá un mínimo de doce meses
y un máximo de veinticuatro meses.
El delito de riña es otro de los delitos que recibe modificaciones en su san-
ción a partir de la aprobación de la mencionada ley. En su artículo 12 establece:
"323 bis. El que, con motivo o en ocasión de una competencia deportiva u otro
espectáculo público que tuviera por objeto recreación o esparcimiento, al ingresar,
durante el desarrollo del mismo o al retirarse participare de cualquier modo en una
riña, será castigado con pena de tres a veinticuatro meses de prisión.
Con la misma pena será castigado el que, en las circunstancias del inciso an-
terior, portare armas (artículo 293), o las introdujere en el recinto en el que se
desarrollare la competencia deportiva o el espectáculo público. En todos los casos, se
procederá al comiso de las armas incautadas.
Si de la riña resultare muerte o lesión se aplicará lo dispuesto por el inciso
segundo del artículo 323, incrementándose la pena en un tercio siempre que el re-
sultado fuere previsible para el partícipe.
Si se tratase de un evento deportivo de cualquier naturaleza, al dictar el auto
de procesamiento el Juez establecerá como medida cautelar la prohibición de concu-

60
rrir a eventos deportivos de cualquier tipo, tanto aquellos en los que participe alguno
de los equipos que hubieren actuado en el espectáculo en cuestión, como a cualquier
otro espectáculo de ese mismo deporte, a criterio del Juez, sin perjuicio de las penas
que pudieren corresponder en caso de comprobarse la responsabilidad del sujeto en la
comisión del delito. A los efectos del cumplimiento de esta medida, el Juez competen-
te dispondrá que el imputado deba comparecer ante la Seccional Policial más próxi-
ma a su domicilio, la Comisaría de la Mujer, la Comisaría de Menores, el Centro
Nacional de Rehabilitación, o el lugar que estime pertinente, donde permanecerá
sin régimen de incomunicación desde dos horas antes de iniciado el evento deportivo
y hasta dos horas después de su culminación. Si el imputado no se presentase en el
lugar y horario indicado sin mediar motivo justificado, en las fechas sucesivas será
conducido por la fuerza pública.
El plazo total de vigencia de la citada medida se fija en un máximo de doce
meses. Si el inculpado registrare antecedentes como infractor por violencia en espec-
táculos públicos, el referido plazo tendrá un mínimo de doce meses y un máximo de
veinticuatro meses.
El artículo 13 de la ley 17.951 establece que si se cometen los delitos de
homicidio, lesiones personales, lesiones graves o lesiones gravísimas durante un
espectáculo deportivo o por motivos vinculados a tal competencia, el juez podrá
establecer para los involucrados la prohibición de ingresar a espectáculos depor-
tivos de cualquier tipo.
Además el artículo 15 crea un registro de personas que hayan sido sancio-
nadas como infractoras por violencia en espectáculos deportivos como forma de
poder efectivizar el cumplimiento de la prohibición de ingreso.
En agosto del año 2013 el Código Penal vuelve a ser modificado a través de
la ley 19.120 titulada: Faltas y conservación y cuidados de los espacios públicos.
En su artículo 1 sustituye la redacción del artículo 360 del Código penal por la
siguiente: Será castigado con pena de 7 (siete) a 30 (treinta) días de prestación de
trabajo comunitario:
1° (Provocación o participación en desorden en un espectáculo público).- El
que, en un espectáculo público de cualquier naturaleza, al ingresar, durante el desa-
rrollo del mismo o al retirarse, provocare desorden o participare de cualquier manera
en él y siempre que el mismo no constituyere riña u otro delito.
2° (Agravio u omisión de asistencia a la autoridad).- El que agraviare a la
autoridad legítimamente investida o no le prestare el auxilio que ésta reclame, en
caso de incendio, naufragio, inundación u otra calamidad pública.
3° (Venta o comercialización no autorizada de entradas para espectáculos pú-
blicos).- El que, con motivo o en ocasión de un espectáculo público, independiente-

61
mente de su naturaleza, vendiere o comercializare de cualquier forma entradas para
los mismos sin la autorización otorgada en forma fehaciente por su organizador, con
la intención de obtener un provecho para sí o para un tercero.
En todos los casos se procederá a la incautación de las entradas aún no comer-
cializadas y que se encontraren en poder del autor. La misma será llevada a cabo
por la autoridad competente. Constituye circunstancia agravante el hecho de que el
agente fuere personal dependiente del organizador de la comercialización de dichas
entradas.
Básicamente lo que hace la nueva redacción del artículo 360 del Código
Penal es sustituir las multas en unidades reajustables o la prisión equivalente
por la prestación de trabajo comunitario cuando se tipifica a un individuo la
comisión de los ilícitos previstos en dicho artículo.
El 12 de diciembre de 2016 el Presidente de la República Dr. Tabaré Váz-
quez reunido en Consejo de Ministros estableció un decreto que regula el ac-
ceso de los espectadores a los espectáculos deportivos y establece una serie de
medidas de implementación inmediata y mediata tendientes a garantizar la se-
guridad en los estadios y sus inmediaciones. En la primera parte del decreto se
establecen un conjunto de artículos referentes a la forma de comercialización
de las entradas y el ejercicio del derecho de admisión en los espectáculos depor-
tivos.
Artículo 2
A partir de la vigencia del presente decreto, las entradas para los partidos
de fútbol de Primera y Segunda División Profesional solamente podrán vender-
se a aquellas personas mayores de 15 (quince) años que presenten documento
de identidad. A esos efectos, los puntos de venta o expendio de las localidades,
deberán contar con la infraestructura necesaria para incorporar a una base de
datos segura, la identificación de las personas que las adquieran.
Al momento de ingreso de la persona al espectáculo deportivo, se ejercerá
el debido control del boleto habilitante, en la forma que se disponga por la or-
ganización y las autoridades competentes.
Artículo 3
La venta de más de una entrada a una misma persona requerirá la presen-
tación del documento de identidad de todos los destinatarios.
Artículo 4
La persona que ceda su entrada a un tercero deberá requerir a éste su iden-
tificación y número de documento de identidad dándolo a conocer al vendedor
de la entrada o en su caso a la Asociación Uruguaya de Fútbol, a efectos de

62
garantizar la trazabilidad de la entrada y la identificación del tenedor final de la
misma.
Artículo 5
Toda vez que una institución, con motivo de un espectáculo deportivo,
expida invitaciones de cortesía a personas determinadas, dicho acto se verificará
bajo la más seria responsabilidad de los dirigentes de la institución de que se
trate. En tal caso expedirán una declaración jurada con el número de invita-
ciones cursadas y sus destinatarios, lo que deberá comunicarse a la Asociación
Uruguaya de Fútbol para su registro.
Artículo 6
Los lugares de venta o expendio de entradas, serán determinados por la
Asociación Uruguaya de Fútbol, las redes de cobranza y el Ministerio del Inte-
rior, actuando coordinadamente.
Artículo 7
Exhórtase a la Asociación Uruguaya de Fútbol a disponer lo que fuere
pertinente, para que –quienes tengan derecho a ello– ejerzan el derecho de ad-
misión, en cuyo caso no venderán entradas a las personas incluidas en el listado
que el Ministerio del Interior comunique a dicha asociación, así como tampoco
permitirán el acceso de dichas personas a los eventos deportivos.
Artículo 8
Integrarán el listado de personas cuya admisión no se aconseja, para adqui-
rir entradas o acceder a los espectáculos, quienes tengan antecedentes penales
asociados a conductas de violencia en el deporte.
Artículo 9
Cométese al Ministerio del Interior la confección, mantenimiento y actualiza-
ción de un padrón de personas con los antecedentes mencionados, cuyo listado será
comunicado a la Asociación Uruguaya de Fútbol quien a su vez lo comunicará a los
expendedores de entradas. Este padrón y listado tendrán carácter reservado y confi-
dencial en los términos de la Ley N° 18.381 de 17 de octubre de 2008.
En el resto del decreto se establecen un conjunto de medidas de carácter
práctico tendientes a facilitar la labor policial y de la seguridad privada dentro
de los escenarios deportivos y en sus inmediaciones.
Nómina de medidas que serán aplicadas en los eventos deportivos de Divisional
A y encuentros internacionales

A) MEDIDAS INMEDIATAS
* Los partidos donde se prevean mayores amenazas, a criterio del Ministerio del
Interior, se jugarán en el Estadio Centenario.

63
* Deberá contarse en forma urgente con el Sistema de vallado que impida el
ingreso por la fuerza de los parciales en todas sus puertas (avalancha).
* Cerramiento que no permita el ingreso al interior de la tribuna Amsterdam
donde se encuentran todos los materiales de obras.
* Instalación de fenólicos en la tribuna Amsterdam y en la Colombes, ambos,
sobre la tribuna Olímpica, evitando el pasaje de hinchas de una tribuna a otra.
* Instalación de tejido en la totalidad del anillo superior (Tribuna Colombes,
Olímpica y Amsterdam) y en el límite del anillo inferior de la Amsterdam y Colom-
bes.
* Limitación del acceso, con cerramiento ciego, al anillo superior de las Tribu-
nas Amsterdam y Colombes.
* Suministro de custodia policial en los puestos de venta de entradas, lo que será
acordado con la AUF.
* Instalación de un pulmón central en la Amsterdam y en la Colombes deli-
mitado con Guardias Privadas, a evaluar en cada partido, su alcance y ejecución.
* Una vez realizadas las reuniones correspondientes de evaluación, la seguridad
privada deberá contar con el número necesario indicado por la Policía, quienes de-
berán estar correctamente identificados y registrados acorde a las normas, debiendo
desplegarse acorde a los requerimientos de la Policía.
* Los funcionarios que controlan el ingreso del público y la Policía que le brin-
da garantías a los mismos, controlarán especialmente que no ingresen menores de 15
años sin padres o tutores que lo acompañen.
* El Ministerio del Interior, sin perjuicio de otras medidas de seguridad de
contención, dispondrá de un cerco perimetral externo al estadio deportivo, a efectos
de evitar incidentes, así como el ingreso de objetos prohibidos. Para franquear dicho
punto, la persona deberá presentar la entrada de ingreso y si fuera del caso el docu-
mento de identidad, siguiéndose luego el protocolo policial definido por la Policía.
* Prohibición a que el público se mantenga en forma permanente en las
escaleras de acceso a las tribunas, debiendo ser controlado por la seguridad pri-
vada acorde a la reglamentación existente.
* Prohibición de venta de bebidas y alimentos que no estén en contene-
dores de plástico o papel. Impidiéndose la existencia de cualquier recipiente o
material que pueda ser utilizado como arma impropia, como fuera acordado
oportunamente.
* Ingreso de grupo de intervención de respuesta policial de la Guardia
Republicana a sectores seguros que garanticen su accionar en tribunas evaluadas
según la amenaza de riesgo de incidentes, para garantizar la prestación de cola-
boración a la seguridad privada.

64
* Los Policías de apoyo de las puertas de acceso a parte del control y re-
gistro por armas, drogas, espirometrías, etc., utilizarán el sistema Morpho rap.
* Despliegue de los recursos humanos y tecnológicos previos, durante y
posterior a los eventos para la colección de Inteligencia que sustente las investi-
gaciones de los incidentes que se registran.

B) MEDIDAS MEDIATAS
* Instalación de cámaras y sistema analítico de identificación facial en el
Estadio Centenario, Gran Parque Central y Campeón del Siglo. El Poder Eje-
cutivo instruirá a Antel para que viabilice –en el menor tiempo posible el su-
ministro de la fibra óptica requerida, para el funcionamiento del sistema de
identificación mencionado. Ello sin perjuicio que se demande el uso de otra
tecnología igualmente eficaz para el funcionamiento correcto del sistema de
identificación mencionado.
* Creación de un Programa PADO para los espectáculos de fútbol por
parte del Ministerio del Interior y la Asociación Uruguaya de Fútbol.
* Capacitación mediante curso básico de seguridad para espectáculos dic-
tado por el Ministerio del Interior a las empresas de seguridad privadas debida-
mente registradas que puedan ser contratadas por la Asociación Uruguaya de
Fútbol y los clubes.
* Instalación de las Cámaras de Alta Definición: en el Parque Batlle y su
entorno por parte del Ministerio del Interior.
* Instalación de un sistema de identificación biométrico en la totalidad
de las puertas de acceso al Estadio Centenario para la identificación total de
las personas que ingresan al mismo en un evento, por parte del Ministerio del
Interior.

Conclusiones
La normativa estatal y deportiva, los discursos de la mayoría del periodis-
mo, las autoridades gubernamentales y del fútbol presentan una significativa
convergencia en torno a quienes son los violentos y cuáles son las soluciones
más efectivas para erradicar la violencia en los espectáculos deportivos. Para
estos discursos los violentos son los etiquetados como barrasbravas y deben ser
identificados, arrestados, procesados judicialmente e impedidos de ingresar a los
escenarios deportivos. Este razonamiento mayoritario entre los que elaboran las
políticas de seguridad y quienes las legitiman parte de la premisa de que exclu-
yendo de los estadios a los que en la actualidad desarrollan acciones violentas
por un plazo máximo de 24 meses como establece el Código Penal se erradica
la violencia protagonizada por las hinchadas de fútbol. En ese sentido es que se

65
piensa y elabora la normativa con una lógica de control y represión. Esto queda
de manifiesto en medidas como la instalación de cámaras de reconocimiento
facial dentro y en los accesos de los principales estadios, la exigencia de cédula
de identidad para la compra de las entradas, o la creación de un listado de per-
sonas con antecedentes penales asociados a hechos de violencia en el deporte
a los cuales a recomendación del Ministerio del Interior, la AUF y los clubes
involucrados deberán aplicar el derecho de admisión.
De acuerdo a estudios realizados en Inglaterra como los llevados a cabo por
Dunning et al (1988) las medidas que siguen una lógica de control y represión
no erradican la violencia vinculada al deporte sino que tienden a desplazarla
fuera de los estadios (a contextos temporales y geográficos cada vez más alejados
de los días en que se celebran partidos) y a volver más sofisticadas en cuanto a
organización y planificación a las acciones violentas. Hace poco tiempo, el 28
de setiembre de 2016, se dio un caso que ilustra este desplazamiento de las ac-
ciones violentas. Un grupo de hinchas del Club Nacional de Fútbol se organizó
vía redes sociales para ir a la ciudad de Santa Lucía, cercana a Montevideo, para
robar banderas y pelearse con simpatizantes del Club Atlético Peñarol que se
encontraban festejando en una plaza el cumpleaños de este club. Algunos de
los parciales de Nacional fueron armados y al llegar a la plaza dispararon sobre
los hinchas aurinegros; como resultado de las acciones tres parciales de Peñarol
resultaron heridos de bala. Cerca de un mes después muere uno de los hinchas
baleados como consecuencia de las heridas sufridas.
Otro aspecto que se puede cuestionar del enfoque control–represión es que
no logra atacar las causas que producen la violencia relacionada al deporte. Para
entender el por qué ciertos individuos o grupos desarrollan acciones violentas
relacionadas al deporte podemos recurrir a la noción proveniente de la teoría
sociológica denominada institucionalización del comportamiento.
Si partimos de la siguiente constatación empírica señalada por Berger y
Luckmann (1994) el organismo humano carece de los medios biológicos ne-
cesarios para proporcionar estabilidad a su comportamiento. Es decir, el ser
humano a diferencia de las demás especies animales posee una organización
de sus instintos subdesarrollada. Inmediatamente nos surgen dos interrogantes:
¿De dónde deriva la estabilidad del orden humano que existe empíricamente?
¿Cómo es posible el orden social?
La respuesta que nos ofrece la teoría sociológica a dichas preguntas es que
la apertura al mundo, intrínseca biológicamente a la existencia humana, es
siempre transformada en una relativa clausura al mundo mediante el proceso
de institucionalización del comportamiento. La inestabilidad inherente al orga-

66
nismo humano exige como imperativo que el hombre mismo proporcione un
contorno estable a su comportamiento; él mismo debe especializar y dirigir sus
impulsos. Las instituciones organizan los impulsos biológicos del ser humano
canalizándolos a través de programas de acción predefinidos socialmente.
Estos autores afirman que el origen de la institucionalización está en el
hecho de que toda actividad humana está sujeta a la habituación. Todo acto
que se repite con frecuencia, crea una pauta que luego puede reproducirse con
economía de esfuerzos y que ipso facto es aprehendida como pauta por el que
la ejecuta. La habituación comporta la gran ventaja psicológica de restringir las
opciones. Provee el rumbo y la especialización de la actividad que faltan en el
equipo biológico del hombre. La institucionalización aparece cada vez que se da
una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores. Toda
tipificación de esa clase es una institución.
Las instituciones por el hecho mismo de existir, también controlan el com-
portamiento humano estableciendo pautas definidas de antemano, que lo cana-
lizan en una dirección determinada, en oposición a las muchas otras que podrían
darse teóricamente. Solamente se requiere mecanismos de control adicionales
cuando los procesos de institucionalización no llegan a cumplirse cabalmente.
Cada nueva generación plantea un problema de acatamiento y su socia-
lización, dentro del orden institucional, requiere que se establezcan sanciones.
Las instituciones invocan y deben invocar autoridad sobre el individuo, con in-
dependencia de los significados subjetivos que aquél pueda atribuir a cualquier
situación particular. Debe mantenerse constantemente la prioridad de las de-
finiciones institucionales de situaciones, por sobre los intentos individuales de
nuevas definiciones. Si la socialización dentro de las instituciones se logra eficaz-
mente, pueden aplicarse medidas coercitivas con parquedad y selectivamente.
El fenómeno de la violencia desarrollada por los espectadores de fútbol
puede interpretarse como un déficit de integración e institucionalización de
nuestra sociedad. Si hubiera un adecuado proceso de institucionalización y de
socialización en las pautas de comportamiento que prescriben las normas jurí-
dicas en relación a los escenarios deportivos las medidas de control y represión
serían mínimas o totalmente innecesarias. El problema es que existe una distan-
cia considerable entre las pautas de comportamiento que prescriben las normas
y los valores en los cuales son socializados e internalizan quienes desarrollan
conductas violentas.
En la sociología del derecho se pueden encontrar un conjunto de concep-
tos y metodologías de análisis que pueden ayudar en la elaboración de políticas

67
más eficaces de prevención y disminución de los efectos más graves de los episo-
dios de violencia vinculados al deporte, a continuación se presentan esas ideas.
El objeto de la Sociología del Derecho son los comportamientos humanos en
cuanto se orienten subjetivamente por un ordenamiento jurídico considerado como
válido. Es decir, las regularidades empíricas que han sido motivadas subjetivamente
por la representación, que los individuos tienen de un orden jurídico válido (...) la
Sociología del Derecho (...) analizará (...) el por qué un orden jurídico es conside-
rado como válido y legítimo por los individuos de una asociación; cuál es el grado
de probabilidad real de cumplimiento de ese orden jurídico; cuál es su desarrollo y
cuáles sus efectos; así como se ocupará también de las interconexiones causales entre
el orden jurídico y las regularidades empíricas. (Fariñas 1991, p. 149 y 154). We-
ber plantea que la consideración jurídica se pregunta qué es lo que vale ideal-
mente como derecho; la consideración sociológica se pregunta qué es lo que
sucede fácticamente bajo un determinado ordenamiento. Distingue la validez
normativa o ideal y la fáctica o empírica. La primera se refiere al deber ser ideal
y queda a cargo de la jurisprudencia; en tanto la validez empírica del orden ju-
rídico es analizada por la sociología del derecho. Un orden existe cuando tiene
validez empírica, es decir, cuando existe una probabilidad objetiva de que los
individuos orienten su acción por dicho orden. Mientras que la pregunta por la
validez de una norma ha de contestarla el jurista con un sí o un no, el sociólogo
del derecho tiene que declarar siempre un determinado grado o un tanto por
ciento.
Cuando la desobediencia o trasgresión del sentido de un orden se convierte en
regla, significa que la validez o existencia empírica del orden es muy escasa, o bien
ha desaparecido. Por el contrario, subsiste la validez empírica del orden solamente
en la medida en que todavía perdure, ‘en un ámbito significativo desde un punto de
vista práctico’, un actuar orientado según el orden. (Fariñas 1991, p. 227).
Retomando la noción de validez empírica de la norma jurídica expuesta
por Weber, Campagna (2006) presenta el concepto de eficacia para lo cual cita
la definición elaborada por un investigador español.
Una norma jurídica es eficaz, en el sentido amplio y a la vez más sencillo que
cabe atribuir al adjetivo ‘eficaz’, si la acción que la norma prescribe es, en la rea-
lidad, la acción que realizan los destinatarios de la norma. La afirmación de que
una norma es eficaz, en este sentido, podría limitarse a constatar que se produce
una correspondencia entre la conducta real de ciertos sujetos y la conducta que una
norma, dirigida a ellos, establece como prescrita (obligatoria o prohibida). (Hierro
2003, p. 75).

68
Según Campagna (2006) asumir dicha definición de eficacia, implica ob-
servar si la norma jurídica regula, controla y eventualmente sanciona, las ac-
ciones sociales que derivan de las relaciones sociales entre personas o grupos
sociales en las diferentes situaciones o contextos sociales que son regulados por
dicha norma.
Considero sería importante se desarrollen futuras investigaciones que vin-
culen el derecho con el contexto social en que se aplica. En particular la relación
entre la normativa jurídica que regula el comportamiento de los espectadores
en los escenarios deportivos y el comportamiento efectivo de éstos. Es decir for-
mularse preguntas como: ¿Cuál es el grado de cumplimiento de lo que establece
la normativa? ¿En qué grado las normas logran resolver los problemas para los
cuales fueron creadas? ¿Qué distancia existe entre los valores que promueven las
normas jurídicas y los que la gente tiene internalizados y utiliza como orienta-
ción de valor en su interacción con los otros?
Este tipo de investigaciones permitiría evaluar de una manera sistemática y
objetiva los resultados de las políticas de seguridad en los escenarios deportivos.
Además facilitaría la identificación de las dificultades en la aplicación de las nor-
mas y cómo se pueden acercar los comportamientos prescriptos por las normas
con los que efectivamente realizan las personas.

Bibliografía
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Montevideo.
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Normas consultadas
Código Disciplinario de FIFA
Reglamento Disciplinario de la CONMEBOL
Código Disciplinario de la AUF
Ley 16.359 Violencia en escenarios deportivos
Ley 17.951 Prevención, control y erradicación de la violencia en el deporte
Ley 19.120 Faltas y conservación y cuidados de los espacios públicos
Código Penal de la República Oriental del Uruguay
Decreto Presidencial Número 387/016 Seguridad en los espectáculos deporti-
vos

70
Controversias sobre la violencia en el
fútbol, reflexiones en los albores de este
siglo

Nicolás Cabrera – José Garriga Zucal – Diego Murzi

El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre las interpretaciones que –


junto con varios colegas– venimos construyendo para pensar la violencia en el
fútbol en la Argentina. Numerosas investigaciones abordaron la violencia confi-
gurando una interpretación del fenómeno para los inicios de este siglo; sin em-
bargo, algunos de los ejes que articulaban estas miradas se han modificado. Nos
preguntamos, entonces qué aconteció en estos últimos años: qué continuidades
y qué cambios sucedieron en el mundo del fútbol asociado a las modificaciones
en la sociedad, en el espectáculo y en el Estado. Con el objeto de abordar este
interrogante primero presentaremos una reflexión sobre la conceptualización
de la violencia en el fútbol. Luego desarrollaremos las principales líneas de las
interpretaciones que permitieron una comprensión del fenómeno violento en
el fútbol argentino parapetados en las nociones de “aguante”. Acto seguido,
confrontaremos con estas miradas al calor de los acontecimientos recientes que
están modificando el escenario violento.

Sobre la violencia en el fútbol


El fútbol, como el arte o la guerra, son esferas de la vida social que pare-
cen decir todo de una sola vez. Su densidad simbólica es inabarcable. Pero hay
algunos temas que parecen más estructurales que otros. El fútbol como ritual
agonístico donde la violencia física siempre es posible, es tan antiguo como el
balón de cuero. El caso argentino no es la excepción. Así que la violencia es en
el fútbol argentino un hecho recurrente desde antaño. Muertos, agresiones e
incidentes varios pueblan la geografía del fútbol desde que este deporte empezó
a practicarse por estos lares.
Sin embargo, en la década de los 60 del siglo pasado esa recurrencia toma
otro cariz. Archetti (1992) sostenía que el fenómeno del fútbol combinaba ele-
mentos trágicos y cómicos, que producía un tipo especial de ritual que oscilaba
entre lo violento y lo carnavalesco. Los golpes, piedrazos, muertes y heridos
eran la contrapartida de los cánticos, saltos rítmicos, banderas, etc. Los ele-

71
mentos violentos ocuparon desde la década de 1960 un lugar cada vez más
protagónico. Archetti sostenía que un cambio ocurrido en el discurso moral
masculino alrededor de la década de 1960 produjo este desplazamiento, desde
una preponderancia de la faceta cómica a la trágica. Hacia fines de la década de
los 50, como resultado de este devenir, empiezan a surgir grupos organizados
de espectadores vinculados a su participación en hechos de violencia que tiem-
po después serán denominados como “barras bravas”. En esta misma línea de
razonamiento, Amílcar Romero (1986) define como gozne simbólico la muerte
de Alberto Linker el 19 de octubre de 1958 en un encuentro entre los clubes
Vélez– River, para caracterizar el comienzo de una era “moderna” de la violencia
en el fútbol argentino.
Las “barras” son los actores rutilantes de esta nueva era. Sin embargo, las
múltiples formas de violencia presentes en los estadios de fútbol de la Argentina
son imposibles de reducir al accionar de las “barras bravas”. Numerosos son los
actores que tienen prácticas violentas: policías, espectadores que no son partes
de las “barras”, futbolistas, autoridades de los clubes deportivos, etc. Sin embar-
go, las formas violentas de las “barras” son más visibles y visibilizadas. Teniendo
en cuenta esta verdad deseamos aquí analizar algunas manifestaciones de la vio-
lencia vinculada al fútbol, alertando previamente que muchas otras quedarán
por fuera de nuestro análisis.
Según la ONG “Salvemos al fútbol”, el primer homicidio en un estadio
argentino sucedió el 21 de octubre de 1922 en la cancha de Tiro Federal, Ro-
sario. Francisco Campá, protesorero de Newell’s y Enrique Battcock, obrero y
ex jugador de Tiro Federal, intercambiaron golpes en el entretiempo. Minutos
después el primero descargó un balazo letal sobre el segundo. Este dato sirve
para desterrar dos mitos reificados en nuestro sentido común: el primero pro-
fesa que la violencia es monopolio de las “barras bravas”; el segundo dicta que
la sangre derramada es producto de la progresiva mercantilización del fútbol
y sus alrededores. La síntesis mitológica se resume en una frase tan escuchada
como naturalizada: “la violencia en el fútbol esta originada en los negocios de
las barras bravas”. Como punto de partida para un análisis integral precisamos
relativizar, o mejor dicho, historizar ese cliché generalizado.
El fútbol argentino se profesionaliza oficialmente en 1931 pero algunos
autores, como Amílcar Romero, sostienen que su verdadera “modernización”
–con su correlativa “mercantilización”– comienza entre fines de la década del
cincuenta y durante todos los sesenta. La misma época en la que emergen las
llamadas “barras bravas”, término acuñado por el diario La Razón tras la muerte
de Hector Souto en abril de 1967, después de una pelea entre “grupos organiza-

72
dos de hinchas” de Huracán y Racing. Afirmamos entonces, que “los negocios”
y “las barras” pululan a partir de la segunda mitad del siglo XX; hasta entonces
las peleas, los insultos, los aprietes, las invasiones de campo y hasta el homicidio
ya eran parte del paisaje cotidiano del fútbol argentino.
Claro está que a partir de la década del sesenta la violencia se potencia.
Pero su salto cuantitativo y cualitativo llega de la mano de la reapertura demo-
crática o, al menos, la capacidad de registrarla por parte de los dispositivos de
poder –la desconfianza es la primera exigencia para hablar de homicidios dolo-
sos ya que el síndrome de la “cifra negra” y “el carácter manufacturado” de los
datos invitan a la prudencia–. Suspendiendo nuestro escepticismo positivista,
observamos que desde la década del ochenta hay un aumento exponencial de
víctimas fatales en el marco de lo que podríamos llamar conflictos clásicos: en-
frentamientos entre hinchas (sean barras o no) de diferentes equipos y/o contra
la policía; “combates” cuerpo a cuerpo que progresivamente van echando mano
al uso de armas blancas y de fuego; dentro del estadio o alrededor de ellos; y
durante los días de partido como principal referencia temporal. Son los años del
“aguante”. Aquella categoría nativa devenida en concepto analítico por autores
como Eduardo Archetti (1992), Pablo Alabarces (2004), José Garriga Zucal
(2007), María Verónica Moreira (2005) y Gastón Gil (2007) constituye un
principio estructurante ineludible para explicar cómo las prácticas violentas se
volvieron tan recurrentes como legitimas.

En el principio fue el “aguante”


Desde mediados de los ochenta (Murzi y otros, 2011) y prolongándose
ininterrumpidamente hasta nuestros días, las acciones violentas se incremen-
taron y legitimaron a través de la configuración de un entramado material y
simbólico propio del campo del fútbol que denominamos lógica del “aguante”.
Es decir, el fenómeno fue mutando a la par de las restructuraciones societales
pero su incremento no cesa. Este término tiene distintas acepciones: a) puede
referirse al fervor y a la fidelidad o b) a la disputa física en enfrentamiento con
los rivales donde se exhibe valentía, coraje y sapiencia en técnicas de lucha. La
primera de las acepciones suele ser más relevante y recurrente entre especta-
dores, dirigentes, etc. Florece en repertorios donde abunda la exaltación de la
pasión y en prácticas diversas de acompañamiento para con el club por el cual
simpatizan. La otra noción de “aguante” es más significativa en la conforma-
ción de los sentidos de pertenencia de las “barras” y está siempre articulada con
manifestaciones de la violencia. Sin embargo, hasta en las mismas “barras” en

73
determinados períodos la violencia como señal de pertenencia pierde relevancia
dejando lugar a otros diacríticos identitarios.
Afirmamos que tanto como práctica violenta o como acción fervorosa, el
“aguante” constituye señales de pertenencia, instituye otredades y sólidos “noso-
tros”. Los espectadores que se identifican con el “aguante” en su faceta violenta
apelan también a prácticas festivas que son relevantes pero no siempre definito-
rias en la construcción de su identidad. Y los miembros de las “barras” poseen
prácticas festivas y fervorosas como elementos relevantes de su identidad grupal.
Así mismo, los espectadores, periodistas o dirigentes que se identifican con el
“aguante” enlazado al fervor protagonizan acciones violentas, aunque muchas
veces las niegan.
Las “barras” tienen estructuras organizativas complejas y dinámicas. Las
lógicas de organización y funcionamiento dependen de una gran variedad de
factores en el que cada caso expone sus especificidades. Sin embargo, contamos
con suficiente evidencia para referirnos a una matriz organizativa común que
está vinculada a la lógica del “aguante” violento y atraviesa a todas las “barras bra-
vas” del fútbol argentino (Alabarces, 2004; Garriga, 2007; Moreira, 2005; Gil,
2007; Cabrera, 2013; Czesli, 2013). Estos colectivos están organizados en torno
a una férrea estructura jerárquica, la búsqueda de recursos materiales y el deseo
de reconocimiento simbólico obtenido en la participación en enfrentamientos
físicos. La intervención en hechos violentos posee desde su lógica una fuerte po-
sitividad que los nutre de respeto y prestigio. Reconocimiento, concedido por
pares y ajenos, que hace de la inacción violenta una deshonra que se equipara a
la falta de hombría y de honor.
Las “barras” son organizaciones ávidas de recursos y estos se consiguen en
interacciones con otros actores sociales. Insertas en relaciones de intercambios
obtienen recursos económicos. En interacciones con políticos, dirigentes de los
clubes, jugadores, empresarios, etc, consiguen los integrantes de la “barra” dine-
ro, trabajo, porcentaje de la venta de jugadores, entradas a los partidos, viajes,
etc. En el universo de interacciones que nutren de legitimidad o de recursos a
las “barras” observamos un amplio abanico de actores que vuelve insostenible la
reducción del fenómeno violento iluminando solo a uno de sus actores de esta
trama.
Decíamos que desde los inicios del fútbol existieron hechos de violencia,
lo novedoso del escenario contemporáneo es la existencia de una lógica que
legitime estas acciones. El “aguante” como concepción que valida agresiones
varias es un fenómeno relativamente nuevo: germina en los ‘80 y conquista el

74
escenario futbolístico en los ‘903. Nuestra interpretación del fenómeno violento
sostenía que la evolución de esta validez estaba vinculada a los cambios recientes
en nuestra sociedad, al fin de la sociedad salarial y al debilitamiento del Estado.
Siempre existieron grupalidades construidas por fuera de los valores conven-
cionales, tomando, alguna de ellas, la violencia como diacrítico. Sin embargo,
estas pertenencias eran desacreditadas, deslegitimadas, ocultadas y usadas solo
por unos pocos en contextos reducidos. El guapo tanguero, exponente ilustre
de estas formas, perdía validez fuera del arrabal. Identidad no solo reducida a
espacios sino también a sujetos sociales. El “aguante”, imposible de ser reducido
a la marginalidad económica y social, suponía una novedad que era interpretada
al calor de las identidades e interacciones propias de la sociabilidad post salarial.
Sosteníamos que las identidades antaño legítimas, ahora abandonadas,
abren paso a la validez de la violencia. Archettti (2003) argumentaba que existe
una “zona libre” donde la construcción de la identidad no tiene un formato
típico. Espacio donde tanto el Estado como las “máquinas culturales” hege-
mónicas pierden su influencia como constructores identitarios. Nuestra tesis
se sustentaba en este diagnóstico: el debilitamiento del Estado en los últimos
cuarenta años ha acrecentado el tamaño de las zonas libres capaces de influir en
actores de diferentes sectores sociales. Estas identidades prosperan, aumentando
su eficacia, en un escenario sociocultural dominado por la devaluación de las
credenciales sociales antes legítimas. La educación y el trabajo ya no ordenan
el mundo social como antaño (Swampa 2000 y Kessler 2004) y su desvalo-
rización crea las condiciones para la legitimidad de las prácticas violentas. El
trabajo, la educación, la militancia política, entre otras actividades, generaban
redes de pertenencia que integraban a los actores sociales y llenaban los vacíos
identitarios. Estas tramas, sin desaparecer, perdieron su densidad y dejaron al
descubierto un vacío cubierto por la “barra”, entre otras comunidades. La atrac-
ción que esta red de pertenencia ejerce se distribuye de forma diferencial por el
entramado social. Las “barras” son atractivas ante la ausencia de competencia
y pierden seducción a medida que se encuentra con grupos competidores que
puedan saciar los deseos de pertenencia. Argumento que no olvida la fortaleza
de la atracción de las barras para los más jóvenes.

3 Nos cabe aquí, señalar una pregunta que no hemos desarrollado en profundidad: ¿cómo se
vincula la reapertura democrática con la legitimidad de la violencia en el fútbol y, con lo que
parece, un aumento de las formas violentas?

75
Y ahora qué pasa, eh?
El dinamismo de las configuraciones violentas es un hecho insoslayable.
La llamada “violencia en el fútbol” está atravesando una etapa de transforma-
ciones que despabila la pereza analítica. Solamente en el 2014 se registraron
17 muertes, el peor año desde la fundación del fútbol argentino como deporte
profesional. Argentina es el país latinoamericano con más muertos en torno a
una pelota.
Una de las particularidades de estos últimos años es la disminución de
hechos violentos en los estadios. Pacificación que esconde una dato que es re-
levante: existe un incremento exponencial de las víctimas fatales. Creemos que
parte de lo ocurrido se explica –como ya lo argumentaron Diego Murzi, San-
tiago Uliana y Sebastián Sustas– por un desplazamiento espacio–temporal de
los enfrentamientos. Los conflictos clásicos están dando paso a lo que podríamos
llamar una privatización de la violencia4 (Cabrera, 2015), esto significa que las
peleas ya no tienen a los estadios y a los partidos como principal escenario.
Ahora las riñas se desenvuelven principalmente “detrás de bastidores”: bares,
plazas, bailes, recitales, barrios o clubes escenifican postales donde se mata y se
muere en nombre de la pasión. Y no necesariamente durante los días de parti-
do. Lo cierto es que los estadios y los partidos han sido descentrados como ring
predilecto. Y además este desplazamiento espacio–temporal coincidió con una
mutación de los protagonistas de los enfrentamientos: actualmente las peleas
son mayoritariamente entre hinchas del mismo equipo.
Al buscar respuestas para con este cambio nos encontramos con diversas
mutaciones que posibilitan representar algunas de las modificaciones aconteci-
das en el últimos años.
Primero. Un buen comienzo sería indagar en la hipertecnologización de
los estadios. Hoy las principales canchas del país combinan el rígido mode-
lo de vigilancia perpetua y omnipresente de las cámaras panópticas5, con los
flexibles dispositivos contemporáneos de exposición pública materializados en
celulares siempre ávidos de redes sociales. En ambos casos “la cámara” genera un
contexto de híper exhibición que parece disuadir las manifestaciones violenta.

4 El concepto de privatización es utilizado en el sentido empleado por Elias (1993) y Spie-


renburg (1998). No como la transferencia del monopolio de la violencia física del Estado a
sectores privados, sino como el aumento de los umbrales de intolerancia a la violencia en la vida
pública cotidiana. Es cuando la violencia se traslada “detrás de bastidores” (Elias, 1993:164).
5 En la resolución Núm. 71/2012 del Ministerio de Seguridad de la nación se aprobaron las
especificaciones técnicas para la implementación de los sistemas de video vigilancia en las insti-
tuciones deportivas alcanzadas por el decreto Núm 1466/97 (Uliana y Godio, 2013).

76
Si antes la violencia era espectacularizable –programa “El Aguante” (Salerno
2005)– ahora ella debe ser parte del backstage. El intento fallido de aplicar un
sistema de acceso biométrico para que los hinchas sean identificados al ingresar
a los estadios –programa conocido como AFAPLUS– es una muestra más de
aquella hipertecnologización a la que referimos. Y sin duda todo este avance
tecnológico modifica los umbrales de tolerancia a la violencia.
Segundo. En el universo de las barras algo se trastocó. Recambio genera-
cional, cintura ante la ley, profesionalización y nuevos sistemas de alianzas–ene-
mistades asoman por el horizonte explicativo. Lo cierto es que entre la mayoría
de las “barras” de los diferentes equipos las viejas rivalidades o se esfuman o se
ponen entre paréntesis al mismo tiempo que se incrementan las peleas internas.
Hay, al menos, tres cuestiones vinculadas a este nuevo escenario:
A) Hinchadas Unidas Argentina (HUA). En el 2009 “barras” de varios clu-
bes argentinos crearon una organización no gubernamental. Aquella aventura
Onegeista significó un acuerdo explícito entre la mayoría de las barras argen-
tinas para unirse bajo un paragua común. Buena parte de la prensa, como de
costumbre, simplificó la movida a un mero oportunismo económico –viajar al
mundial de Sudáfrica 2010– o político –el aparato peronista/kirchnerista y sus
relaciones clientelares– sin ver que se estaba gestando un nuevo pacto barrista
de significativas consecuencias. Entre otras cosas, la novedad estaba en que las
propias “barras” se comprometían a mantener la paz y la seguridad dentro de los
estadios (no robar, no pelear). Lo que pasaba afuera de ellos no venía al caso.
Sin embargo, la experiencia terminó trágicamente con un hincha muerto
fruto de una discusión interna. En el 2014, en otro contexto mundialista, se in-
tentó revitalizar la iniciativa sin suerte. Recordamos que ese fue el año con más
episodios de violencia en la historia del fútbol argentino dejando al descubierto
la fragilidad de la paz entre las barras.
B) Prohibición del público visitante. En el fútbol de ascenso desde el 2007,
y en la primera división desde el 2013, en Argentina se impidió al público visi-
tante de un plumazo. Entre los efectos colaterales de la normativa tenemos, por
un lado, otro motivo que alentó el pacto entre barras. La amistad de la hinchada
local era imprescindible para que la barra visitante viaje “infiltrada”. Entre asa-
dos, vinos y camuflaje neutral los viejos enemigos se estrechaban la mano para
poder seguir a su equipo. Ahora bien, sabemos que el fútbol es una máquina
de crear alteridades. Mientras las viejas oposiciones desaparecían, otras nuevas
se construían. Como la respuesta ya no estaba al frente, se la buscó al costado.
Sin público visitante la alteridad ante quien probar el aguante–violento son los

77
miembros de la propia “barra”. Se sostenía que la ausencia de espectadores de
los equipos rivales desactivaría la conflictividad y esto no aconteció.
Aquí notamos un punto a resaltar en el diagnóstico del escenario de las
violencia(s). Uno de los argumentos que se utilizó para justificar la prohi-
bición del público visitante era lo costoso de los operativos policiales que
se reducirían –ostensiblemente– al controlar una sola parcialidad. La con-
tinuidad de los operativos en su forma y tamaño pese a que no hay visitante
desnuda dos cuestiones: a) los operativos son una fuente de recursos para
la Policía independientemente del riesgo real que exista en un partido y b)
la orientación de las políticas de gestión de la seguridad se revela indefecti-
blemente errada.
C) Profesionalización. Las “barras” nunca fueron improvisadas; son gru-
pos fuertemente organizados. Las lógicas que ordenan la estructura interna de
una barra y sus formas de relacionarse con sus “afueras” son dinámicas y cam-
biantes. En los últimos años mutaron varias de sus formas: la carnavalización
de la tribuna, sus redes de reciprocidades económico–políticas y sus enfren-
tamientos internos. Páginas atrás mencionamos la relevancia que ganó en los
últimos tiempos el fervor y la festividad entre las “barras”. Respecto a las redes
de relaciones para con políticos y dirigentes de los clubes cabe decir que se han
modificado, sin desaparecer. La visibilidad que antaño tenían estos vínculos – a
modo de ejemplo, asados compartidos entre “barras” y dirigentes– cada vez
quedan más velados. Y en relación a los enfrentamientos internos, no podemos
decir que hay más o menos violencia que antes, lo que sí podemos afirmar es
que aumentó considerablemente la letalidad de la misma por el progresivo uso
de armas de fuego. No hay mucha complejidad criminológica: hay más poder
de fuego, hay más muertos.
Sobre la profesionalización es necesario retomar un punto. En un trabajo
anterior (Cabrera y Garriga 2013) hemos polemizando con los investigadores
que sostienen que las “barras” se organizan a partir de la búsqueda de recursos
(Sain y Rodríguez Games, 2014 y D’ Angelo, 2011). Nuevamente creemos con-
veniente señalar que los recursos buscados y encontrados por las “barras” no son
la particularidad que los define. Sostenemos que la particularidad que define a
las barras bravas es la lógica del “aguante”, en sus dos dimensiones: la violenta y
la festiva. Saín y Rodríguez Games sostienen que “las barrasbravas constituyen
organizaciones criminales que, bajo la fachada de simpatizar con determinado
club de fútbol y de “seguir al equipo a todas partes en las buenas y en las malas”,
poseen una capacidad extractiva en torno a los negocios legales e ilegales que
generan los espectáculos futbolísticos, y en ese marco, a su vez han generado

78
destrezas –generalmente asociadas con el uso de la fuerza y la comisión de de-
litos– para brindar bienes y servicios a otros actores que integran el escenario
descrito (dirigentes, políticos, periodistas, espectadores, turistas, otras organiza-
ciones) (2014: 236)”. Sostenemos que las “barras” son organizaciones que están
ávidas de recursos y estos recursos los consiguen en las interacciones con otros
actores sociales. Pero sería un error pensar que los deseos de pertenencia pasan
solo por esta dimensión olvidando el prestigio y la reputación dimensión ins-
trumental. Ser miembros de estos grupos, ser reconocidos por sus pares y ajenos
como violentos es un signo de honor y prestigio.
Tercero. Otra razón para pensar el desplazamiento de la violencia tiene
que ver con la “la vuelta de familia a la cancha”. Sin dejar de ser un espacio
hegemonizado por un tipo de masculinidad agresiva, heteronormativa y adulta,
podemos ver una tendencia –sin que esto atente contra el enraizado machismo
futbolero– de mayor feminización e infantilización del público que encuentra
en los discursos y publicidades televisivas una caja de resonancia y reproduc-
ción. La presencia, real o imaginada, de “la familia” en tanto símbolo opuesto
a la violencia, también opera como mecanismo de control social que sin ser
determinante constriñe a más de una voluntad.
Advertimos, aquí, un lento pero sostenido proceso de modificación del
perfil del público en los estadios. El incesante encarecimiento de las entradas
produce un paulatino proceso de gentrificación del fútbol.

Conclusiones
El rompecabezas está incompleto. Desde la impunidad de lo hipotético
podríamos enumerar muchas más variables, pero nos limitamos a marcar solo
algunas en el prioritario de los debates en torno a la violencia. Dejamos el cua-
dro abierto para otros diálogos que nos ayuden a diagramar un esquema más
completo o, por qué no, a demolerlo a fuerza de argumentos. A modo de final
abierto queremos mencionar tres cuestiones que permiten elaborar el mapa de
la complejidad.
Primero. Siguiendo a Kessler (2013) y su diagnóstico sobre la Argentina
contemporánea podemos afirmar que en los últimos años existió un fortaleci-
miento del Estado en varias de sus dimensiones, un tenue recalentamiento del
mundo del trabajo y una mejora –relativa– de los índices de calidad de vida.
Sin embargo, las “barras” no redujeron su eficacia para convocar e interpelar
identitariamente. Esto nos lleva a pensar que entre la lógica de las “barras” y
su “afuera social” siempre existió una autonomía relativa que impide pensar en
relaciones deterministas y que exige una mayor comprensión de los universos

79
internos de una institución social que parece haber llegado para quedarse. Las
“barras” crecieron, en número, recursos y nivel de penetración en otras esferas
de la vida social, durante la última dictadura, en la reapertura democrática, en
pleno neoliberalismo y durante todo el período de la post–convertibilidad, esa
continuidad dentro de un marco discontinuo abre un sinfín de preguntas que
hoy solo se nos presentan como deuda.
Una posible respuesta sería afirmar que el fútbol nunca perdió centralidad
en tanto principio estructurador relevante de la vida social argentina; por el
contrario, su peso económico, cultural, político y mediático estuvo en alza.
Eso, por defecto, podría alimentar un paralelo crecimiento de las “barras” en
tanto actor fundamental del ethos futbolístico nacional. Piénsese, por ejemplo,
en cuanto contribuye “la pasión”, “el color”, “la fiesta” y la “fidelidad” que las
“barras” aportan al imaginario mitológico del nuestro fútbol local.
Dos deudas destacamos en los análisis sobre las “barras”. Primero, soste-
nemos la necesidad de no reducir a las “barras” a un epifenómeno de procesos
más amplios y complejos. Justamente, creemos que ese ha sido un vicio recu-
rrente en el campo. Se torna necesario pensar a las “barras” como objeto no
derivado de otras problemáticas; aunque siempre –obvio– reconstruyendo las
mediaciones necesarias que las ligan a todo su marco social que opera, al mismo
tiempo, como condición y posibilidad. Otra deuda, vinculada a la reducción
anteriormente expuesta, es proponer más trabajos diacrónicos. Nos será impo-
sible comprender cabalmente un fenómeno tan complejo si no indagamos en el
carácter procesual del mismo.
Segundo. En diciembre del 2015 se modificó la gestión del Estado pero
las políticas de control de la violencia siguen por los mismos caminos que vie-
nen recorriendo desde hace al menos una década. Podemos hablar entonces
de un modelo de gestión de la seguridad que excede el color ideológico de los
gobiernos. Gestión caracterizada por la falta de imaginación para idear políticas
públicas y por el triunfo rotundo de una cosmovisión de la seguridad deportiva
asociada mucho menos a la prevención, el diálogo y las construcciones inter-
sectoriales que a la punición, la prohibición y las decisiones unilaterales. Las
políticas de las últimas gestiones, orientadas a la promoción de salidas punitivas,
aumentaron el miedo al otro –gestión visible en la prohibición de los visitantes
que aún perdura– reduciendo cualquier posibilidad de políticas sociales orien-
tadas a la desestructuración de los valores del aguante–violento. El mejor ejem-
plo está en la reciente presentación del proyecto de ley “Nuevo Régimen Penal
Especial para Espectáculos Futbolísticos” por parte de la ministra de seguridad
de la nación Patricia Bullrich ante el senado por el cual se pretende “desplazar

80
a las barras bravas de los negocios ilícitos instrumentados alrededor de este de-
porte y así lograr el desfinanciamiento de las bandas violentas”. El problema
no solo está en la criminalización de las barras bravas –tradición reproducida
ininterrumpidamente desde, por lo menos, el retorno a la democracia con la
Ley nº 23.184 – sino en todo lo que este enfoque de la seguridad omite. Lo más
importante parece ser el silencio lapidario sobre el accionar policial. Una poli-
cía blindada a los mejores aires democráticos sigue comandando operativos de
seguridad estructurados sobre una lógica de la guerra. Los espectadores lejos de
tener estatus de ciudadanos, tienen estatus de enemigos, de infractores a priori.
La contrapartida es obvia: la policía también es un enemigo en el universo mo-
ral de los espectadores.
Tercero. Se modificaron los criterios de visibilidad de la violencia. Decía-
mos que la violencia pasó a bastidores, invisibilizándose. Ahora bien este despla-
zamiento puede ser analizado de dos formas disímiles aunque complementarias.
Por un lado, podríamos sostener que el aguante–violencia como capacidad de
las “barras” es un repertorio capitalizado y, por tanto, pueden no exhibirlo ya
que nadie duda de su posesión. Por otro lado, podríamos afirmar que la cen-
tralidad del aguante–violento pierde protagonismo ante el crecimiento de otros
repertorios que iluminan la multiplicidad de caras de la “barra”. La producción
de festividad y carnaval, la obtención de recursos, la capacidad para dirimir
conflictos sin violencia y los contactos con los resortes del poder son recursos
cada vez más relevantes en el ordenamiento interno de los grupos. La relevancia
de estos recursos antes secundarios conlleva a la invisibilidad de la violencia.
Creemos que en la articulación de ambas interpretaciones, tarea imposible de
ampliar en estas páginas, encontraremos las pistas necesarias para interpretar el
desplazamiento a bastidores de la violencia.

Bilbiografía
Alabarces, P. (2004). Crónica del aguante. Fútbol, violencia y política. Buenos
Aires: Capital Intelectual.
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81
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82
Periodismo deportivo: la industria cultural
del fútbol uruguayo

Ignacio De Boni

Introducción
El periodismo deportivo es el género mediático que se dedica a comunicar
masivamente el deporte, en especial el fútbol, sin dudas una de las prácticas
culturales más tradicionales y populares del Uruguay, y más representativas de
su identidad. La presente investigación se propone describir y analizar los prin-
cipales mecanismos de comunicación utilizados por el periodismo deportivo
tradicional–hegemónico uruguayo, teniendo en cuenta su gran popularidad, su
frecuente y destacada presencia mediática, y la potencial capacidad de influen-
cia de su discurso a nivel social y cultural, en el cotidiano y en el sentido común
de las audiencias.
El foco de esta investigación está puesto en la ejecución “delante de cáma-
ras”, tanto en los periodistas como en los mensajes que emiten; lo que afirman y
representan durante sus intervenciones al aire. El hecho de entender y estudiar
la emisión como instancia articuladora entre la información producida por los
medios y su recepción social es especialmente valioso para la sociología, dado
que permite interpretar creencias o actitudes individuales y colectivas a la luz
de insumos mediáticos, partiendo de la premisa teórica de que los medios in-
fluyen en la gente. Además, si bien el objetivo central del trabajo es analizar los
actos de emisión, el factor textual de la comunicación, también se hacen ciertas
referencias a la recepción social y las impresiones generadas, es decir, al factor
contextual.
En Uruguay, la cobertura mediática del deporte está dedicada en su in-
mensa mayoría a la transmisión del fútbol. Siendo así, no es raro que el fútbol se
haya ido apropiando del concepto “periodismo deportivo” hasta formar un sen-
tido común que lo asocia principalmente con el periodismo futbolístico. Para
decirlo más claro, cualquier uruguayo que hable de “periodismo deportivo”,
se estará refiriendo casi exclusivamente al periodismo sobre fútbol. El hecho
de que en Uruguay “deporte” y “fútbol” sean tratados casi como sinónimos, al
menos en el campo periodístico, o más precisamente, que el fútbol absorba la

83
diversidad de lo deportivo y lo limite a lo futbolístico, es una prueba elocuente de
su posición dominante en los medios masivos.
La pregunta que se impone es: ¿por qué el fútbol ocupa ese lugar privile-
giado en los medios? Porque es una actividad cultural con altísima popularidad
y extremadamente importante para la sociedad uruguaya. Como a la gente le
gusta e importa mucho el fútbol, la industria de la comunicación ofrece per-
manentemente productos futbolísticos, desde la transmisión de partidos hasta
las entrevistas con los protagonistas, pasando por noticias, opiniones, debates y
estadísticas. Con el fútbol como tema de interés masivo y presencia destacada
en los medios, fácilmente puede entenderse la influencia social y cultural de
quienes lo comunican. El periodismo deportivo en Uruguay es muy importan-
te porque es el encargado de comunicar sobre una de las actividades culturales
más tradicionales del país y más representativas de su identidad. Si el fútbol es
un símbolo identitario de peso y el periodismo deportivo tiene la función de
comunicarlo masivamente, es un privilegiado medio de difusión de la identidad
nacional a través del discurso futbolístico, y a su vez contribuye a construirla,
ya que conforma un tejido narrativo que envuelve al fútbol, lo significa como
patrimonio histórico nacional, y lo sube al altar del imaginario colectivo.
Comunicar mediáticamente el fútbol en Uruguay asegura captar muy altos
niveles de atención, tanto cuantitativa como cualitativamente. Es decir, no solo
a muchísima gente le interesan las noticias y comentarios sobre fútbol, sino que
además esa información le importa mucho a esa gente, dada la incidencia de
los avatares futbolísticos en el imaginario y la memoria colectiva, la autoestima
nacional, los estados de ánimo y humor, y las conversaciones cotidianas, entre
otros. El hecho de producir y administrar el discurso sobre fútbol en los medios,
posiciona al periodismo deportivo como la palabra autorizada para hablar de
fútbol, dotándolo (sobre todo a sus principales referentes) de una popularidad,
un prestigio y un poder de influencia considerables.
Analizar los mecanismos de comunicación utilizados por el periodismo
deportivo nacional, es decir, determinar cómo se comunica (y se apropia) ma-
sivamente el fútbol, es apenas uno de los insumos posibles para un estudio cul-
tural de la identidad uruguaya, aunque tiene la ventaja de referirse a uno de sus
componentes estructurales. Es más, estudiar al periodismo deportivo implica
pensar que las prácticas culturales –en este caso el fútbol– no se transmiten ni se
incorporan por sí mismas, sino a través de la palabra, en forma de narraciones
que se instalan en el cotidiano, cargan de sentido a las prácticas, y van confi-
gurando un imaginario colectivo. Cuando además estas narrativas culturales se
reproducen en los medios masivos, su estatus simbólico y su poder de influencia

84
aumentan considerablemente, debido al gran alcance y repercusión social que
tienen los productos mediáticos.
Si ningún análisis cultural del Uruguay puede desatender el rol del fútbol
como una de las prácticas culturales más trascendentes del país, tampoco podría
comprender la histórica participación del fútbol en la construcción de la iden-
tidad nacional prescindiendo de la industria cultural encargada de comunicarlo
y significarlo, ya que coproduce y difunde, a partir de sucesos futbolísticos, las
narrativas que le atribuyen un significado sociocultural destacado y permiten su
apropiación social.

MARCO TEÓRICO
Los fundamentos teóricos en los que se apoya la investigación pueden divi-
dirse en dos grandes bloques temáticos, que corresponden a dos subdisciplinas
de la teoría sociológica. No obstante, dichos bloques se encuentran íntima-
mente relacionados, en el entendido de que un estudio de la prensa deportiva
necesariamente requiere de algunas ideas básicas sobre sociología del deporte
articuladas con ciertos modelos teóricos sobre los medios de comunicación.
El primer bloque está compuesto por distintas contribuciones teóricas per-
tenecientes a los estudios sociales y culturales del deporte, que explican el his-
tórico papel del fútbol como práctica cultural privilegiada en la configuración
identitaria de las naciones latinoamericanas (con énfasis, por supuesto, en el
caso uruguayo). Dentro de este bloque figuran los conceptos de Sergio Villena,
que proveen un marco general muy claro respecto a cómo el fútbol –y sus narra-
tivas periodísticas– contribuye a la construcción de identidades socioculturales
y nacionales; el enfoque de Pablo Alabarces, que da cuenta del factor emocional,
la pasión con que el fútbol se practica y se vive en varias naciones latinoamerica-
nas; y específicamente para el caso uruguayo los aportes de Rafael Bayce, quien
describe la relación entre el fútbol y la identidad en Uruguay como un entrete-
jimiento estrecho, una relación histórica de mutua influencia entre los procesos
de constitución de las identidades nacional y futbolística.
El segundo bloque teórico está integrado por perspectivas sociológicas y
comunicológicas sobre las características y el funcionamiento de los medios de
comunicación de masas en la actualidad. En este sentido se tomó de Abraham
Moles el modelo teórico de la “sociodinámica de la cultura”, de modo de expli-
car el funcionamiento de la comunicación deportiva mediante un sistema de
producción, circulación y recepción de los mensajes culturales en una sociedad,
y la categoría de “redundancia”; el análisis crítico de Theodor Adorno sobre el
aparato cultural moderno, en el que concibe la cultura como una industria de la

85
distracción y el entretenimiento, con producción en serie de objetos culturales
cuyos contenidos y técnicas de reproducción inhiben el pensamiento crítico y
el potencial emancipatorio de los individuos; los postulados de Pierre Bourdieu
en “Sobre la televisión”, principalmente el análisis del medio televisivo como
productor de realidad y la noción de “ideas preconcebidas”; y el enfoque dra-
matúrgico de las interacciones sociales propuesto por Erving Goffman, muy útil
para explicar la construcción y representación de personajes ante cámara por
parte de algunos periodistas.

INVESTIGACIONES ANTECEDENTES
Las ciencias sociales en Latinoamérica no han mostrado demasiado inte-
rés en la prensa deportiva, en comparación con los múltiples análisis de otros
fenómenos sociales y culturales vinculados al deporte. A su vez, los trabajos aca-
démicos sobre la temática tocan sus aristas más diversas; desde análisis lingüís-
ticos de los discursos periodísticos, pasando por su influencia en la formación
de opiniones e identidades, hasta ensayos con intenciones deontológicas de la
profesión.
En este contexto, se escogieron cinco miradas distintas que ilustran la he-
terogeneidad mencionada, pero que tienen en común el hecho de referirse a
ciertos rasgos característicos de la comunicación deportiva: un trabajo de Pablo
Alabarces sobre el programa deportivo argentino “Fútbol de Primera”, donde
analiza la estructuración del discurso del programa así como las posibles lec-
turas de la teleaudiencia; los postulados de Sergio Villena acerca de cómo los
discursos de los medios de comunicación en ocasión de ciertos acontecimien-
tos deportivos contribuyen a la conformación de identidades y comunidades
nacionales; el artículo “Guardianes de la orientalidad” de Gabriel Schutz, que
es de los pocos trabajos académicos uruguayos que se propone específicamente
abordar el periodismo deportivo, a través del análisis de la puesta en escena y
los discursos del histórico programa Estadio Uno, entendiendo que encarnan y
promueven ciertos mitos que forman parte del imaginario social e identitario
uruguayo; el concepto de “minucia cotidiana” de Carlos Mangone, que es muy
útil para explicar distintos mecanismos de producción y tratamiento de la infor-
mación deportiva; y por último los aportes de José Barrero Muñoz y Juan Pablo
Domínguez Pérez, que conciben al periodismo deportivo como un espectáculo
mediático construido en base a distintas técnicas de espectacularización, entre
las que se destaca el debate o la polémica entre los panelistas.

86
OBJETIVOS

Objetivo general
Describir y analizar los principales mecanismos de comunicación utiliza-
dos por el periodismo deportivo tradicional–hegemónico uruguayo, en el mar-
co de programas del género emitidos por televisión, y sobre la base de su gran
popularidad y presencia en los medios masivos de comunicación.

Objetivos específicos
Descifrar en qué medida los programas de periodismo deportivo por tele-
visión funcionan como una fuente de entretenimiento mediático, y en ese sen-
tido, comprobar si el género forma parte del fenómeno de la industria cultural
moderna, insumo teórico de Theodor Adorno.
Describir la relación existente entre el discurso de los comentaristas depor-
tivos y el discurso cotidiano estereotípico sobre fútbol, de modo de concebir la
lógica comunicacional de la prensa deportiva a la luz de la sociodinámica de la
cultura de Abraham Moles.
Analizar el modelo estandarizado de entrevistas a protagonistas directos del
deporte, principalmente a jugadores y directores técnicos, descomponiendo los
discursos que lo integran y procurando comprender la función que cumple en
los programas deportivos.
Interpretar los procesos de construcción mediática de personajes por parte
de ciertos comunicadores deportivos renombrados, con énfasis en sus fachadas
personales y sus rutinas de actuación, categorías teóricas de Erving Goffman, y
en ese marco, analizar el extenso espacio dedicado al debate entre los panelistas,
prestando atención a las opiniones dadas y especialmente a su contexto expre-
sivo, es decir, los recursos escénicos, retóricos y gestuales que se emplean para
comunicarlas.

DISEÑO DE INVESTIGACIÓN
La estrategia metodológica de la investigación consiste en un abordaje cua-
litativo del objeto de estudio. La primera decisión metodológica orientada a
delimitar la población consistió en una segmentación del campo, identificán-
dose dos grandes bloques de periodismo deportivo: uno que nuclea a casi todos
los comentaristas más populares y reputados del país, domina los índices de
audiencia y los espacios más valiosos de exposición mediática, y apela a ciertos
contenidos de información y formas de comunicación tradicionales del género,
denominado periodismo deportivo tradicional–hegemónico; y otro que tiene
una llegada popular y una disposición de espacios considerablemente menores

87
que el primero, que ha forjado un estilo de comunicación propio y apela ge-
neralmente a contenidos de mayores intenciones culturales, y presenta cierta
condición minoritaria en la edad promedio de sus miembros, definido como
periodismo deportivo alternativo–joven. Es fundamental explicitar que el obje-
to de estudio de la presente investigación es el periodismo deportivo uruguayo
exclusivamente en su versión tradicional–hegemónica.
Otra decisión demarcatoria de la población fue la selección de los medios
de comunicación desde los que se transmiten contenidos deportivos. En este
sentido, se optó por enfocarse únicamente en los programas deportivos emiti-
dos por televisión, en el entendido de que el medio televisivo es el que ofrece
un abanico más amplio de aspectos comunicacionales con potencial analítico,
sean los debates entre periodistas, el lenguaje corporal, la vestimenta, el juego de
cámaras, los compactos audiovisuales, entre otros ejes de observación y análisis
que permite la imagen televisiva.
En síntesis, la población de estudio es el bloque tradicional–hegemónico
del periodismo deportivo uruguayo, en el marco de programas emitidos por te-
levisión, mientras que las unidades de análisis son dichos programas deportivos
y los comunicadores que forman parte de ellos.
Por su parte, el diseño muestral se realizó en base a dos técnicas de mues-
treo sucesivas y complementarias: muestreo por juicio y muestreo por conve-
niencia. Primero se aplicó el muestreo por juicio, es decir, se definieron ciertos
rasgos característicos del periodismo deportivo tradicional–hegemónico que
necesariamente debían tener los programas seleccionados para la muestra. Los
requisitos que se tuvieron en cuenta para conformar el “caso ideal o típico” de
programa deportivo, fueron: que los espacios mediáticos deportivos tuvieran
amplia visibilidad pública y llegada popular, que nuclearan a periodistas repu-
tados y representativos del bloque tradicional–hegemónico, y que tuvieran al
debate entre los periodistas como recurso comunicacional privilegiado.
Luego de definidos los criterios conceptuales para la delimitación, se utili-
zó el muestreo por conveniencia, por lo que dentro de los requisitos establecidos
en el muestreo por juicio, la selección de los espacios deportivos se realizó, en
última instancia, según las posibilidades de acceso a los respectivos documentos
audiovisuales. Por último, el corte de la muestra se realizó en base al criterio de
saturación teórica, o sea, cuando los datos recabados dejaron de resultar nove-
dosos para el análisis de las dimensiones de interés.
En base a los criterios descriptos, la muestra de la investigación incluyó los
programas televisivos de periodismo deportivo “Punto Penal” y “La Hora de los
Deportes”. El staff periodístico del primer espacio está compuesto por Roberto

88
Moar, Mauro Mas, Jorge Da Silveira, Julio Ríos y Sandra Rodríguez, además de
otros comunicadores e invitados del mundo del deporte; mientras el segundo lo
integran Alberto Sonsol, Alfredo Etchandy, Sebastián Giovanelli, Sergio Gorzy,
Federico Buysan, Jorge Da Silveira y Julio César Gard, también entre otros co-
municadores y personalidades del deporte invitadas ocasionalmente.
Las técnicas de investigación comprendieron, en primer lugar, la recolec-
ción del material audiovisual correspondiente a los dos programas televisivos
mencionados, para la confección del corpus empírico. Esta etapa incluyó la
adquisición de un conjunto de emisiones de dichos espacios periodístico–de-
portivos, su recopilación sistemática, y una selección final de los documentos
a analizar. Se obtuvieron quince emisiones completas de Punto Penal y diez de
La Hora de los Deportes, todas ellas emitidas entre los meses de enero y julio
de 2014. Luego se aplicaron las técnicas de análisis de contenido y análisis de
discurso a los documentos audiovisuales obtenidos.

PRINCIPALES HALLAZGOS

La búsqueda del espectáculo y el entretenimiento


Según Adorno, una de las principales características de las industrias cultu-
rales modernas es su carácter de entretenimiento de masas, ya que la industria
cultural es, en esencia, una industria de la diversión, cuyo poder sobre los con-
sumidores reside justamente en su capacidad para entretenerlos y paralizar su
potencial de liberación.
En el imperio comercial de los índices de audiencia, los medios realizan la
doble tarea de responder a las demandas culturales de la gente, y, a la vez que
adaptan sus productos para satisfacerlas, también imponen formatos y conte-
nidos, movidos por sus propios intereses ideológicos y comerciales, por lo que
construyen nuevas demandas culturales y reproducen el ciclo. Ante el lugar
común de que “los medios influyen en la gente”, el semiólogo Umberto Eco se
pregunta si no es el público el que perjudica a los medios al demandar conteni-
dos cada vez más banales (Eco, 1985). Entendiendo que la relación medios–so-
ciedad es simbiótica, ya que ambos términos se influencian mutuamente, po-
demos tomar la idea de Eco y aceptar que el público demanda ciertos formatos
y contenidos que los medios satisfacen. Así, es evidente que la gente exige a los
medios, en primer lugar, que la entretengan, que la distraigan de las responsabi-
lidades y las presiones cotidianas.
Ahora bien, si el público perjudica a la televisión, como sugiere Eco, es
porque la vorágine alienante de su vida cotidiana exige que el poco tiempo des-
tinado al ocio se ocupe con estímulos culturales de sencilla apropiación, que no

89
demanden un esfuerzo reflexivo interno, y sobre todo, que hagan olvidar por
un rato las obligaciones del mundo laboral. En este sentido, la industria cultural
promueve la evasión de la lógica productiva omnipresente al ofrecer productos
de distracción que, como tales, son cognitivamente relajantes pero sensorial y
emocionalmente excitantes, o sea que permiten el descanso mental y a la vez
inyectan adrenalina.

La simplificación de los contenidos y la complejización de las formas


El periodismo deportivo uruguayo, especialmente en su versión mains-
tream, es un entretenimiento de masas porque la gran mayoría de sus produc-
tos están hechos para distraer, e incluso divertir, a quienes los consumen. Los
estímulos producidos por la prensa deportiva, las noticias y comentarios fut-
bolísticos, son en general muy sencillos y rápidamente entendibles, de manera
que relajan al consumidor al poder apropiárselos prácticamente sin esfuerzo
mental. Ahora bien, si los contenidos son sencillos –y simplificados–, las formas
de comunicación son llamativas –y complejizadas–. En general los periodistas
hablan mucho, alargan sus discursos y magnifican hechos menores mediante
ornamentos verbales y gestuales que le otorgan a sus intervenciones una tras-
cendencia superior a la real. Hay una contradicción entre lo que dicen y cómo
lo dicen, entre una comunicación semánticamente sencilla pero sintácticamente
compleja. Justamente, el entretenimiento surge del complemento entre mensa-
jes sencillos que se entiendan rápidamente (relajantes cognitivos), expresados
de formas sofisticadas que cautiven a los espectadores (excitantes sensoriales
y emocionales). La simplificación de los contenidos y la complejización de las
formas son los dos factores que componen el esquema organizativo básico de la
comunicación deportiva tradicional uruguaya, y posiblemente también ayuden
a explicar su gran éxito popular.
Tal vez el periodista deportivo uruguayo que mejor encarna la idea de la
complejización de las formas de comunicación es Julio Ríos. En particular, su
complejidad expresiva consiste en una gran ornamentación del lenguaje, una
sobrecarga de palabras (muchas de ellas inusuales, excéntricas) donde el signi-
ficado de una es tapado por la pronunciación de la siguiente. Este mecanismo
retórico hace pasar inferencias simples por razonamientos agudos, ya que la
complejidad está en cada palabra por separado, y en su acumulación fonética.
Analizada la frase completa se ve cómo su contenido es menos denso de lo que
su envoltorio verbal sugería: “... hay una serie de combinaciones que pueden llegar
a originar una mixtura por demás interesante, con consecuencias muy pero muy
importantes que pueden variar en función de cada situación en particular...”, “...

90
tampoco es menor el hecho de que cada organismo responde de manera muy com-
pleja a lo que son las vicisitudes geográficas y las complicaciones climáticas que en
definitiva ofrece la ciudad de La Paz...”

La eterna repetición de lo mismo


Si el periodismo deportivo es una industria cultural productora de entre-
tenimiento, es en buena medida porque su producción es en serie. Una de las
conclusiones más evidentes al comparar los dos programas deportivos analiza-
dos es la enorme similitud de sus estructuras externas e internas.
Desde un punto de vista externo, la presentación escénica de ambos pro-
gramas es semejante, organizada en forma de panel, con un conductor que
introduce los temas y modera las intervenciones de tres o cuatro comentaristas;
todos sentados y vestidos con trajes formales. En lo interno, ambos espacios se
estructuran en base al debate entre los periodistas, que es el mecanismo comu-
nicacional por excelencia y el eje sobre el que giran los demás contenidos.
Pero más allá de su modo de presentación y sus contenidos, los programas
deportivos son muy parecidos entre sí porque tratan exactamente los mismos
temas cada semana, y lo hacen prácticamente de la misma manera. Cada do-
mingo los mismos periodistas debaten sobre el mismo tema, se refieren a los
mismos hechos, analizan el rendimiento de los mismos equipos, utilizando los
mismos argumentos, expresados mediante las mismas afirmaciones y gestos, y
dentro de los mismos contextos externo e interno vistos. Este carácter uniforme,
repetitivo, de los estímulos producidos por el periodismo deportivo, hace que
todos los programas sean el mismo: un panel de comentaristas debatiendo sobre
los hechos futbolísticos ocurridos en la semana. Tan es así, que si en el trans-
curso de un programa el observador logra abstraerse de la catarata de mensajes
recibidos y compararlos con los de otras emisiones, podrá comprobar que no
hay nada nuevo, que todo se repite, que todos los programas tienen el mismo
formato y en todos se dice prácticamente lo mismo.

Primer acercamiento al debate


La monotonía estructural de los programas debe disimularse con un desa-
rrollo dinámico que atraiga al público al darle a cada emisión una apariencia de
variedad y novedad que, en esencia, no tiene. El mecanismo de comunicación
que asegura el dinamismo necesario es el debate entre los panelistas, con su
constante producción de opiniones y discusiones. Si el diálogo es más dinámico
que el monólogo, pues permite un consumo más fluido y “engancha” más fá-
cilmente al espectador, cuando involucra posturas diferentes se convierte en un
debate y su atractivo aumenta, ya que invita al televidente a tomar postura, a

91
acordar con una visión y/o discrepar con otra, y así sentirse parte. Estas posicio-
nes aparentemente distintas (luego se verá cómo las opiniones de los panelistas
son, en el fondo, similares) son repetidas varias veces con distinto fraseo, expre-
sadas elocuentemente, con un alto tono de voz y un lenguaje corporal intenso,
con gestos, muecas y continuo movimiento de brazos. Lo atractivo del género
no es el contenido de sus mensajes, agotados y repetidos, sino sus técnicas de
producción y reproducción, en especial, el gran volumen de palabras puestas en
un marco de debate y potenciadas por las habilidades expresivas –la retórica y el
histrionismo– que suelen tener los periodistas.

La comunicación circular
Para explicar cómo funciona el circuito de producción, circulación y recep-
ción de los mensajes en el caso de la prensa deportiva, recurrimos al concepto de
“sociodinámica de la cultura”, acuñado por Moles, que define al proceso circu-
lar de alimentación mutua entre el medio social en el que habitan los creadores
(los periodistas), y que por tanto condiciona la elaboración de sus estímulos cul-
turales (lo que dicen ante cámaras), que a su vez son vertidos en el mismo medio
social, influyendo sobre él, pudiendo incluso transformarlo, y reiniciando el
ciclo. En nuestro caso, el medio social influye a los comentaristas deportivos,
que viven en la sociedad uruguaya y han interiorizado la pasión por el fútbol y
sus narrativas históricas (además de fijarlas en su conciencia probablemente más
que la media, por el hecho de que su trabajo consiste en re–producirlas), y al
mismo tiempo el discurso de los periodistas influye al medio social, ya que las
audiencias incorporan fragmentos de los mensajes recibidos a su conciencia y a
su memoria, que luego sirven como insumos para adoptar creencias y actitudes
cotidianas. En especial, las editoriales de ciertos comunicadores respetados y
populares son poderosas formadoras de opinión, ya que mucha gente confía
en su palabra y tiende a creer en lo que dicen, a aceptarlo –con más o menos
resistencias– como la realidad de los hechos. Esto da como resultado una noto-
ria semejanza entre el discurso periodístico y el discurso cotidiano sobre fútbol
–algo que también ocurre con otras temáticas abordadas en los programas, entre
las que se destaca la violencia en el deporte–.
Este mecanismo de retroalimentación entre el discurso periodístico y el
medio social queda especialmente de manifiesto cuando la práctica del fútbol
está en receso, ya que los periodistas deben esforzarse más de la cuenta para crear
la demanda que luego se encargarán de satisfacer. Llenan el vacío, despiertan
el interés, instalan los temas en la agenda conversacional cotidiana y al mismo
tiempo se nutren de ella para legitimar su presencia al aire: “nosotros estamos

92
acá para hablar de lo que habla usted... de lo que se habla en la calle”. El perio-
dismo deportivo se reproduce gracias a este mecanismo circular de influencia
mutua entre los discursos cotidiano y mediático.

La semejanza de los repertorios


¿Por qué el periodismo deportivo es tan atractivo para mucha gente, y por
lo tanto, tan masivamente consumido? Ya aventuramos tres respuestas, vincula-
das con su carácter de industria cultural y fuente de entretenimiento: a) comu-
nica uno de los temas más populares del país; b) sus contenidos son sencillos y
de fácil apropiación mental; y c) sus formas de comunicación son complejas,
ornamentadas con distintos recursos verbales, visuales y gestuales, que poten-
cian el atractivo y la trascendencia de los mensajes. Ahora bien, otro elemento
que puede contribuir a explicar la popularidad del periodismo deportivo es la
gran similitud que existe entre el discurso periodístico y el discurso cotidiano,
algo que Moles consideraría una exitosa transmisión del mensaje cultural. El
discurso futbolístico tiene un repertorio tan vasto pero tan precisamente com-
partido por periodistas y consumidores, que todos los mensajes emitidos son
perfectamente comprendidos por quienes los reciben. Es muy infrecuente que
un periodista deportivo diga algo que un televidente no pueda decodificar, es
decir, que no pueda asociarlo con una idea que ya existe en su moblaje cerebral.
El televidente habitual, aficionado al fútbol y a su aparato comunicacional, co-
noce bien el formato, el lenguaje, los enunciados y los argumentos clásicos del
género.
La semejanza entre los repertorios de los discursos periodístico y cotidia-
no, generada por el círculo de alimentación mutua mencionado, es otra de
las razones que explican la popularidad del periodismo deportivo. No solo me
entretiene lo que dicen y cómo lo dicen, sino que también me gusta la certeza
de que soy capaz de entender todo lo que dicen, porque en el fondo, ya lo sé.
Por esto, la comunicación deportiva es el reino de lo que Bourdieu llama “ideas
preconcebidas”, aquellas que de tan elementales y repetidas se vuelven obvias,
ya se saben, por lo que apenas necesitan ser pensadas para ser entendidas. En su
labor comunicativa, los periodistas insisten en ciertas ideas o frases que, por su
difusión masiva, constituyen un acervo futbolero común: “Nacional y Peñarol
parten como favoritos porque tienen mejores individualidades”, “el campeona-
to está muy parejo, cualquiera le puede ganar a cualquiera”, “las autoridades tie-
nen que hacer algo para combatir la violencia, porque esto está cada vez peor”,
“los clásicos son clásicos”, “en el fútbol mandan los resultados”. De igual modo,
al comentar los partidos de cada fecha, también se repiten afirmaciones como:

93
“a x equipo le faltan referentes”, “x equipo está obligado a ganar para seguir
prendido en la tabla”, “entró x jugador y cambió el partido”, “para mí fue/no
fue penal”.
Más allá de su veracidad o no, todas estas ideas y comentarios se han vuelto
“sentido común” para los aficionados al fútbol y consumidores de periodismo
deportivo; ya no aportan ninguna novedad y por lo tanto no exigen ningún
esfuerzo de decodificación. Las ideas preconcebidas representan, en el campo
comunicacional, lo mismo que la eterna repetición de lo mismo en el campo
cultural: la producción continua de estímulos sencillos e iguales que además de
entretener, al referirse a temas populares de forma expresiva y dinámica, asegu-
ran comprender, porque en general lo recibido coincide con nociones que ya se
encuentran en el repertorio del individuo.

La redundancia en el modelo de entrevista deportiva


Debido a la inmensa popularidad que tiene el fútbol en Uruguay, su co-
bertura mediática asegura contar con altos niveles de audiencia que se traducen
en un gran rédito económico, lo que genera que los programas deportivos sue-
lan ocupar una cantidad de tiempos y espacios bastante mayores al volumen
de novedades que tienen para aportar. Esta desproporción entre exposición e
información es disimulada mediante técnicas de estiramiento de los mensajes,
utilizadas para rellenar el espacio sobrante en muchas emisiones. De esta mane-
ra, es común que se repita varias veces el mismo comentario, que se trate muy
extensamente cada tema de la agenda, que se transmita cada mensaje usando
muchas palabras (y así alargarlo) y más o menos ademanes (y así dramatizarlo,
hacerlo más atractivo). Esta tendencia a diluir la originalidad de los mensajes
entre distintos signos expresivos es lo que Moles denomina “redundancia”.
La frecuente utilización de la técnica de redundancia en los mensajes del
periodismo deportivo tiene dos funciones complementarias. La primera es que
le permite, como se explicó recién, disimular la falta de material novedoso al
exprimir lo máximo posible la poca información a comunicar. La segunda –que
se desarrollará a continuación– refiere a que el mensaje redundante, al estar
sobrecargado de signos ya conocidos por el receptor, es mucho más inteligible
para éste.
La instancia donde más claramente se aplica el concepto de “redundancia”
es en la entrevista a los protagonistas directos del deporte (jugadores, técnicos),
especialmente en situaciones post partido. En estas entrevistas se dice siempre
lo mismo, la interacción verbal está previa e implícitamente reglamentada. Los
estímulos del periodista de cancha son siempre comentarios disparadores para

94
que el entrevistado comente las sensaciones que le dejó el partido y su resulta-
do: “¿qué te dejó el partido?”, “¿merecieron algo más?”, “tuvieron más la pelota
pero les costó definir...”. Al aceptar la nota, el jugador ya sabe en qué consistirá
(porque ya se enfrentó varias veces a esa situación; porque mira programas de-
portivos y sabe que siempre se pregunta más o menos lo mismo), por lo que se
para frente al micrófono con un discurso considerablemente preparado y que
ejecuta casi automáticamente (“con cassette”, se dice en la jerga futbolística).

El cassette
¿Por qué el futbolista responde con cassette? En parte, porque el notero
pregunta con cassette, ya que debe hacer preguntas sencillas que provoquen
respuestas sencillas para asegurar la comprensión del mensaje por parte de los
receptores. Por su parte el jugador, por acostumbramiento e imitación, adopta
el papel que le corresponde en la interacción y contesta lo que se espera de él:
partido duro, el plantel es muy unido, lo importante es ganar para seguir pe-
leando arriba.
Pero así como esa respuesta automática del jugador es lo que el perio-
dista fue a buscar, la pregunta sencilla y redundante del periodista favorece el
desempeño discursivo del jugador. La mayoría de los futbolistas profesionales
provienen de sectores socioeconómicos bajos, de reducido capital cultural y con
dificultades para una expresión oral elocuente, según los estándares de la cultura
letrada. Si a esa desventaja inicial se le agrega la fatiga psicofísica post partido y
el nerviosismo por aparecer en televisión, la apelación a un discurso automatiza-
do que lo haga salir de esa situación incómoda lo más adecuada y rápidamente
posible, no es nada raro. Entonces, no solo el periodista espera una respuesta
cassettizada que sea cómoda para la audiencia; también el jugador espera una
pregunta cassettizada que lo habilite a responder de la misma forma para “zafar”
rápido de la nota.

La pregunta-comentario y la pregunta-análisis
En no pocas ocasiones, el periodista de cancha ni siquiera formula una pre-
gunta, sino que emite un breve comentario sobre cualquier aspecto del partido
y enseguida extiende el micrófono al jugador, que suele decir conceptualmente
lo mismo que el periodista, pero fraseado distinto. La afirmación del movilero,
en el contexto de cansancio y cassette del futbolista, predispone la respuesta de
éste, induciéndolo a acordar con su visión, por lo que el entrevistado tenderá a
desarrollar un poco más el comentario recibido, pero generalmente en un mar-
co de reiteración, o incluso de eco.

95
La redundancia en este tipo de entrevistas es realmente llamativa: decenas
de interacciones verbales idénticas, con diálogos que se repiten una y otra vez,
donde se hacen siempre las mismas preguntas o comentarios y se obtienen las
mismas respuestas. En este contexto de automatismo, de absoluta inteligibili-
dad de los mensajes, pensar se vuelve prácticamente innecesario para el que pre-
gunta, para el que responde, y para el que observa y escucha. De esta forma, un
estímulo tan vacuo y repetido solo puede producir en el televidente un efecto
relajante, incluso estupidizante.
Del mismo estilo que la pregunta–comentario, existe otra forma de pre-
gunta redundante que consiste en un análisis más o menos extenso del entrevis-
tador, matizado con breves declaraciones del entrevistado que en general avalan
lo dicho por el primero. Estos análisis tampoco contienen una pregunta; lo
que se supone una pregunta es en realidad una opinión del periodista sobre lo
ocurrido en el partido, orientada a obtener el asentimiento del jugador. En este
tipo de notas la figura del periodista tiene un peso central, llegando en ocasiones
a hablar más que el propio protagonista. Se invierte así la funcionalidad básica
de la entrevista: se utiliza menos como técnica para extraer información del
entrevistado, que como oportunidad para exhibir la sapiencia del entrevistador.
En general las entrevistas deportivas siguen esta dinámica: un periodista
que expone y un jugador que asiente en pocas palabras. Según las normas de la
industria, el protagonista del juego no es ni debe ser el protagonista de la co-
municación del juego. El testimonio puntual del jugador favorece a la prensa,
que necesita que su discurso esté legitimado por un representante de la práctica.
Lo importante es conseguir un testimonio, no importa demasiado cuál, porque
el testimonio en sí –salvo excepciones– no tiene más valor que su función de
“relleno” en la transmisión. El discurso iletrado del obrero del juego sirve para
evidenciar la superioridad intelectual de quienes manejan la industria. El fútbol
es la excepción, el lugar donde se invierten las jerarquías sociales y el dominado
puede convertirse en héroe. Al terminar el partido, se restablece el tiempo histó-
rico y el jugador se coloca los auriculares para escuchar a los que saben.

El espectáculo y la construcción de personajes


Para cumplir su función de entretenimiento, los programas de periodismo
deportivo se presentan como un espectáculo mediático, un show montado para
entretener al público. Son espectáculos mediáticos en la medida en que son re-
presentaciones donde se conjugan ciertos recursos escénicos, comunicacionales,
e incluso estéticos, destinados a causar un efecto atrayente en el espectador, un
deseo por seguir mirando el programa.

96
Acompañando la creciente espectacularización de los productos cultura-
les, los programas deportivos son cada vez más shows televisivos en los que sus
protagonistas representan determinados papeles en pos de montar un espectá-
culo que resulte atractivo y creíble a la vez. Ya se han mencionado varias de las
técnicas de comunicación que conforman esta lógica espectacular y entretenida:
la simplificación de los contenidos y la complejización de las formas, la eterna
repetición de los mismos temas, las entrevistas post partido, el debate entre
los panelistas, entre otros. Para profundizar en la concepción del periodismo
deportivo como un espectáculo, es preciso hacer referencia a la construcción
mediática de personajes por parte de ciertos periodistas, que además es uno de
los principales ejes estructurantes de los programas.

La vestimenta
Una de las marcas características de la prensa deportiva –y unánime en
su formato televisivo– es el uso de una vestimenta estrictamente formal por
parte de los comunicadores, que siempre visten traje y corbata. Este recurso
estético no solo contribuye a crear una puesta en escena elegante, incluso algo
pomposa, que impresiona visualmente al espectador, sino que también simbo-
liza la importancia adjudicada a los temas a tratar y la seriedad con que serán
tratados: se va a hablar en serio de algo importante. Esta apariencia solemne, con
atuendos de gala, se contradice con los temas tratados, que lejos de ser asuntos
socialmente considerados complejos y trascendentes –como la política o la eco-
nomía–, pertenecen al mundo del deporte, y en especial al fútbol, un tema de
dominio público, relativamente democrático (todos lo hablamos y opinamos),
y altamente popular.
Ahora bien, la vestimenta formal no solo connota la importancia del tema
y la seriedad de su tratamiento. Sobre todo, el traje inviste de autoridad a quien
lo usa; es un símbolo de poder y de estatus que intimida al espectador y, aunque
no lo obligue a acordar con todo lo que se dice, sí le recuerda permanentemente
la distancia de saberes entre el experto y los que no lo son, y que han de escuchar
a aquel con atención y respeto. Al igual que la utilización del lenguaje técnico,
la expresión oral elocuente y la gestualidad dramática, el traje funciona como
medio de distinción para los periodistas, como evidencia del poder simbólico
que ejercen por ser los portavoces oficiales de uno de los temas que más interés
despiertan en todo el país.

La actuación de los personajes


Uno de los principales mecanismos de producción de espectáculo en los
programas analizados, que además funciona como marco interpretativo de las

97
opiniones y las discusiones, es la construcción de personajes ante cámara. En
el correr de sus apariciones mediáticas, varios comunicadores deportivos van
elaborando a su alrededor una máscara social, un personaje que los caracteriza
y vuelve inteligibles (y muchas veces, predecibles) sus intervenciones. Todos los
programas de periodismo deportivo son colectivos. En general, cuentan con en-
tre cuatro y seis protagonistas que ejercen funciones distintas, pero sobre todo,
cada uno de ellos ejerce siempre la misma función. Esta representación semanal
de un mismo papel, un rol desempeñado reiteradamente en interacciones dis-
tintas, es lo que Erving Goffman denomina “rutina de actuación”.
La puesta en práctica de su papel por parte de cada periodista, contribuye
a moldear un personaje con características propias y fácilmente distinguible del
resto. Esta construcción y caracterización de personajes es un elemento central
en la labor comunicativa de la prensa deportiva, tal vez el más importante en la
producción del espectáculo y el entretenimiento, ya que le imprime al progra-
ma una estructura dramática, crea escenas dinámicas y atractivas que impresio-
nan al espectador, e incluso permite que el público asocie ciertas posturas a los
personajes que habitualmente las adoptan, facilitando la comprensión de los
mensajes sobre la base de su tipicidad. Por ejemplo en La Hora de los Deportes,
los personajes y sus posiciones son claramente identificables: es típica la verbo-
rragia y el histrionismo de Sonsol, la postura rígida y el discurso monocorde de
Etchandy, la autoridad en los juicios terminantes de Da Silveira.
De esta manera, los programas deportivos tienen mucho de melodramas,
espectáculos populares donde los sucesos se presentan de forma dramática,
apuntando a provocar emociones en los espectadores. Esta “actuación” tam-
bién se evidencia en el lenguaje corporal que suele acompañar los discursos
de varios periodistas, marcado por una gran expresividad gestual, con mucho
trabajo de cara, constante movimiento de brazos y golpes ocasionales a la mesa
en los momentos de mayor visceralidad. Todo esto da lugar a una escena de
alto contenido dramático, que se vuelve particularmente notoria si se hace la
prueba de apagar el volumen de la televisión: se verá a varios hombres vestidos
con impecable traje y corbata hablando mucho y apasionadamente, causando la
impresión de que el tema de conversación despierta emociones profundas y es
sumamente trascendente, aunque por lo general se trate de discusiones estériles,
repetidas y de poco valor informativo.
Aunque es innegable que existe cierta cuota de exageración en las expo-
siciones orales de los periodistas, no es menos cierto que sus personajes están
construidos sobre la base de sus cualidades genuinas, más o menos sobreac-
tuadas. Es decir, los personajes no son creaciones totalmente artificiales, sino

98
sobreactuaciones de rasgos personales de los periodistas, ejercidas, en general,
conscientemente. Sergio Gorzy sabe perfectamente que su personaje de “hincha
de la selección” es ampliamente reconocido, que despierta simpatías y críticas
entre la gente, y sobre todo que sus opiniones y pronósticos desmesuradamente
optimistas provocan reacciones en los demás panelistas y dan inicio a la polé-
mica, por lo que representa su papel intencionadamente. Tal vez más espon-
táneo y auténtico –pero sin descuidar su performance–, Alberto Sonsol sabe
que, en base a ciertas cualidades personales como su histrionismo, sentido del
humor, carácter temperamental, soltura frente a las cámaras y gran capacidad
para representar el sentir popular, su papel es el del showman, el encargado de
animar y dinamizar el programa, de poner los temas sobre la mesa y provocar
la polémica, y en ese marco, encarnar la voz del sentido común. Y Sonsol actúa
justamente de eso, aunque para causar una mayor impresión debe dramatizar
un poco sus acciones: debe exagerar un poco sus “calenturas”, festejar un poco
de más las ocurrencias, utilizar frases lo más coloquiales posibles (“no seas malo,
hermano”, “pero vamo’ arriba, viejo, tamos todos locos”). Sonsol juega a ser
Sonsol, representa una versión algo caricaturizada de sí mismo, y ese juego no
solo constituye su personaje; también contribuye a definirlo a sí mismo y a su
posición en el programa. La identidad de cada individuo se construye, en parte,
en la representación de su propia rutina de actuación, de su propio personaje.

El debate
El debate entre los panelistas es el recurso de comunicación por excelencia
del periodismo deportivo. Además, es la técnica de espectacularización más uti-
lizada y efectiva, ya que crea un ambiente dinámico y entretenido con múltiples
estímulos visuales (escenografía, trajes, caras, gestos, planos de cámara) y auditi-
vos (voces, comentarios, opiniones, discusiones, gritos). Por esto, la mayoría de
los programas deportivos asigna un lugar central a la polémica.
En el debate, tanto el conductor como los panelistas entran en discusiones
generalmente largas y apasionadas intentando imponer su voz, exponer su opi-
nión sobre el tema en cuestión, y eventualmente defenderla contra las posturas
disidentes. Pero esto último no siempre sucede, porque de hecho las opiniones
de los periodistas suelen ser en esencia similares, en general no tienen grandes
diferencias conceptuales. Entonces, para contrarrestar un acuerdo general que
como tal es poco jugoso a los efectos de un debate, se utilizan dos mecanismos
de estiramiento y dinamización: en primer lugar, se relegan rápidamente estos
grandes acuerdos y la discusión se sostiene en base a discrepancias menores; en

99
segundo, se plantean ideas muy similares en su contenido pero fraseadas o ex-
presadas de modos diferentes.
Y es que la repetición de un mismo concepto por parte de varios periodis-
tas, lejos de ser un problema de falta de originalidad, puede funcionar como
técnica de comunicación redundante que aumente la inteligibilidad del mensa-
je. Lo imperdonable es no tener nada para decir, abstenerse de la polémica, no
tener una opinión formada. Si los programas deportivos son fundamentalmente
de debate, es porque el periodismo deportivo es de opinión mucho más que de
información. Más que los hechos deportivos, lo que importa son las interpreta-
ciones de los panelistas al respecto. La opinión no solo es el insumo básico para
la generación del debate dinámico y entretenido, sino que su carácter subjetivo
interpela a la subjetividad del espectador, lo incita a tomar una postura, sea a
acordar o a discrepar, pero de cualquier manera lo involucra, le propone un con-
sumo más activo, por lo que capta más vivamente su interés, y en definitiva, lo
entretiene más. Por todo esto, el periodista deportivo tradicional está obligado
a tener una opinión y a ponerla de manifiesto.
Si no mostrar una opinión es signo de ausencia, no expresarla con absoluta
convicción es muestra de debilidad, de titubeo que contradiría una imagen de
panel de expertos. Las opiniones en el periodismo deportivo hegemónico suelen
tener la forma de juicios categóricos, que no dan lugar a dudas, por lo que se
transmiten exitosamente al televidente promedio que espera mensajes sencillos
y claros, sí o no, que no lo hagan dudar ni pensar demasiado. Además, el carácter
unívoco de dichas aseveraciones también se explica por su modo de expresión.
Al momento de manifestar su opinión los periodistas no solo suelen escoger
palabras contundentes y pronunciadas con firmeza, sino que muchas veces las
expresan con un volumen de voz considerable, y en algunos casos, sencillamen-
te a los gritos. El grito imprime seguridad y trascendencia a lo que se dice; fun-
ciona como recurso que complejiza las formas de comunicación, las dramatiza,
y da como resultado una magnificación de contenidos muy simples y bastante
repetidos. El vocabulario y el grito, la contundencia de la palabra y la fuerza de
la voz, son los dos elementos que forman la opinión categórica.
La polémica subida de tono de los periodistas los acerca al público. Es cier-
to que los debates deportivos son espacios reglamentados, con turnos y tiempos
de habla, roles, estatus y personajes; pero también suelen ser desordenados, a
veces caóticos, con varias personas que hablan a la vez, que se interrumpen, que
gritan, y cuyos gestos dan la impresión de que los temas de conversación los
movilizan emocionalmente. El debate de La Hora de los Deportes bien puede
ser una sobremesa de domingo entre amigos futboleros. Así, la identificación

100
gratificante del espectador con los periodistas no es nada rara, ambos están uni-
dos en un plano sentimental: la pasión por el fútbol. Por un lado, su postura
solemne, su vestimenta formal, su facilidad de palabra, su expresión elocuente,
sus afirmaciones terminantes, son recursos que alejan al analista del espectador
y lo sitúan en el altar del experto. Por otro, la discusión cara a cara, las interrup-
ciones, ciertas expresiones coloquiales tomadas del código futbolístico, la pasión
que denotan sus intervenciones; son elementos que acercan al televidente a los
periodistas, ya que aquel puede sentirse identificado con la situación que éstos
le presentan. El éxito popular del periodismo deportivo puede explicarse, en
parte, por este equilibrio de cercanía–distancia entre emisor y receptor: la ma-
nera en la que sienten y discuten el fútbol los une, los recursos expresivos para
comunicarlo los separan.

CONCLUSIONES
Antes que nada, conviene perder esperanzas: el periodismo deportivo tra-
dicional-hegemónico uruguayo no está pensado ni armado para transmitir al
público conocimientos profundos sobre deporte, y mucho menos acerca de sus
implicancias sociales y culturales. No obstante, si su discurso resulta de interés
sociológico es porque tiene efectos sociales significativos, dados porque mucha
gente cree en lo que dicen los periodistas, pues los ve, sobre todo a ciertos re-
ferentes reconocidos y prestigiosos, como verdaderos especialistas y analistas
profundos sobre el deporte y otros temas asociados, aunque no lo sean. Si bien,
por supuesto, su discurso se construye en base a hechos deportivos, no apunta
a producir significados complejos al respecto, ni a formar a la audiencia en las
múltiples dimensiones del deporte, sea como práctica lúdico–física, como con-
junto de habilidades y saberes técnico–tácticos, como medio de socialización,
como manifestación cultural, entre tantas otras. Al menos en su versión tradi-
cional y dominante, la comunicación del deporte no tiene ninguna intención
de ser, además, una educación del deporte. Es más, la cobertura y difusión de
los sucesos deportivos –así como su interminable tratamiento y análisis– tam-
poco tiene una finalidad informativa intrínseca, sino que su valor principal está
en su capacidad para entretener. El deporte como actividad humana ha sido
apropiado y resignificado por la industria del entretenimiento, que lo ha con-
vertido en un espectáculo mediático masivo. El periodismo deportivo es tal vez
el agente principal en ese proceso de espectacularización del deporte, pues en
su rol de comunicarlo bajo la forma de entretenimiento, se presenta a sí mismo
como uno, como un género mediático cuyos mecanismos de comunicación
están ideados y organizados para entretener.

101
Para crear el espectáculo y producir entretenimiento, el periodismo de-
portivo recurre a determinadas técnicas de comunicación, de producción de
enunciados. En ese sentido, el principal eje ordenador de su discurso es la sim-
plificación de los contenidos y la complejización de las formas de comunica-
ción. Los periodistas deportivos suelen transmitir mensajes extremadamente
sencillos e idénticos, pero expresados de forma compleja mediante una combi-
nación de ornamentos escénicos, verbales y gestuales, lo que contribuye a crear
un ambiente dinámico y atractivo, así como a revestir sus comentarios de una
apariencia de trascendentalidad. El entretenimiento mediático es el resultado
de una contradicción (o de un complemento virtuoso, según desde dónde se
mire) entre los términos semántico y sintáctico de la comunicación: significados
sencillos que se entienden fácilmente, de modo de favorecer el descanso men-
tal del consumidor (relajación cognitiva), y recursos expresivos sofisticados que
procuran despertar su interés, mantenerlo “enganchado” con el producto que se
le ofrece (excitación sensorial y emocional).
Por supuesto, dichos mecanismos de comunicación –más específicamente,
los estímulos que estos producen– tienen ciertos efectos en las conciencias indi-
viduales de los consumidores. En la misma línea que la Escuela de Frankfurt y
su concepción crítica de la cultura moderna y los medios masivos, el periodismo
deportivo puede ser considerado una fuente de alienación, en la medida en que
sus productos son idénticos –como resultado de una técnica de producción
industrial– y están hechos para distraer y divertir al público. Esto da lugar a
una forma de consumo alienante, ya que la interpretación de los mensajes reci-
bidos no exige prácticamente ningún esfuerzo intelectual, por lo que fomenta la
adopción de estados espirituales superficiales y pasivos, reacios a cualquier pen-
samiento o análisis de mayor complejidad, que requiera un grado de percepción
más agudo o un mayor nivel de formación. Desde una perspectiva macrosocial,
géneros mediáticos como el periodismo deportivo, con sus estímulos vacuos y
repetidos, anulan la capacidad de pensamiento crítico que podría contribuir a
una mayor y mejor participación de la sociedad en asuntos públicos trascen-
dentes, y por qué no, a la toma de conciencia acerca de los problemas y las
contradicciones del orden social imperante. Como señala Bourdieu (1997), si
se utilizan valiosos minutos de televisión para decir cosas tan fútiles, es porque
esas cosas fútiles son en realidad muy importantes, en la medida en que ocultan
cosas verdaderamente valiosas.
Además, el éxito de esta fórmula de entretenimiento relajante dificulta la
aparición de otros formatos que aborden el deporte en un sentido amplio, que
incluya la mayor cantidad posible de dimensiones (social, cultural, psicofísica)

102
y ámbitos de práctica (profesional, educativo, comunitario), de modo de pro-
ducir estímulos más complejos que promuevan un consumo más enriquecedor
y formativo.
Todo funciona a la perfección. La industria produce sin pausas mientras
adapta sus productos a unas vías de circulación cada vez más diversificadas: la
clásica tríada prensa escrita–radio–televisión ya no puede entenderse sin la om-
nipresencia de internet (que reproduce a las anteriores y multiplica su alcance),
los sitios web deportivos, el minuto a minuto de los tweets, las transmisiones
online, los videos “subidos” al instante a YouTube. Acaso más que otros géneros
periodísticos, el deportivo –además de correr con la ventaja de cubrir temas
muy populares y demandados– ha sabido aprovechar estos nuevos canales para
expandirse, al punto de que sus productos ocupan una parte asombrosamente
importante del volumen total de información diaria, tanto cuantitativa como
cualitativamente. En esta vorágine de comunicación, la prensa deportiva tradi-
cional uruguaya se muestra como un universo cerrado sobre sí mismo, ajeno
a lo que lo rodea y enfrascado ciegamente en sus nimiedades, tanto que por
momentos se parece a la orquesta del Titanic: el mundo puede estar desmoro-
nándose alrededor, mientras ellos siguen hablando, como si nada pasara, de las
dudas que tiene el técnico de Nacional de cara al clásico.
Mientras, del otro lado, el consumo está asegurado. En Uruguay no solo a
mucha gente le gusta mucho el deporte, sobre todo el fútbol, sino que también
le gusta la forma en la que el periodismo tradicional lo comunica. La gente sigue
las noticias, quiere saber la opinión del periodista, la escucha con atención, se
engancha con la polémica; el espectáculo la entretiene y por eso lo demanda.
Quizá convenga superar los determinismos: el triunfo de la cultura como entre-
tenimiento, de la comunicación como técnica, no puede entenderse únicamen-
te como una inoculación de la lógica espectacular–mediática en la conciencia de
los individuos contra su voluntad, y mucho menos como la respuesta inocente
de los medios ante demandas que surgen voluntariamente de la gente. El capi-
talismo cultural es algo más complejo: se trata de crear los modos de vida que
llevan a demandar, a desear, los productos que su industria nos ofrece.

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105
Carlos Solé: riqueza y evolución del relato
deportivo6

Rafael Bayce

1.- SU APORTE CENTRAL A UNA INVENCIÓN COMUNICACIONAL


URUGUAYA
Carlos Solé fue uno de los mayores, si no el mayor, de los contribuyentes
a una invención comunicacional que debiera ser un orgullo nacional: el re-
lato descriptivo simultáneo de un evento para una audiencia no presencial
al mismo.
Aunque no deberíamos olvidar a los hermanos Pelliciari, que, como Solé,
no solo lo inventaron y consolidaron internamente, sino que exportaron ese
producto uruguayo hacia otros países. Ni a otros relatores que sumaron re-
cursos estilísticos y retóricos enriquecedores, como Heber Pinto, Víctor Hugo
Morales, Alberto Kessman y Alberto Sonsol, entre muchos otros, a quienes haré
justicia solo en una mínima parte. Tampoco puede olvidarse la importancia que
tuvo el relato del desarrollo, embalajes parciales y llegadas finales de las carreras
ciclísticas, hasta por la amplitud de su recepción e impacto abarcativo en el país
entero.
Antes del relato futbolístico uruguayo, nunca antes se había hecho lo
antedicho. Desde tiempos históricos casi inmemoriales ha habido cronistas e
historiadores que han reconstruido eventos pasados para audiencias temporal-
mente posteriores a los mismos. Más tarde, aparecieron los presentadores de
eventos, que introducían a la ocurrencia futura de algún evento en vivo o exhibi-
do en diferido. Se menciona, finalizando la década del 20, el relato del incendio
y caída del gigantesco dirigible alemán Hindenburg a su llegada multitudinaria
a Nueva York. Pero se olvida que ese relato no estaba planificado y surgió como
producto inesperado del desastre, luego conservado y reiterado al aire. Pero

6 El texto fue originalmente una ponencia oral en un congreso sobre Carlos Solé; luego la
Intendencia de Montevideo la desgrabó para publicar, publicación que nunca se hizo. Años des-
pués Bayce la encontró y le hizo algunas adaptaciones como para ser incluida en este libro. Dada
la forma episódica e informal como fue confeccionada, no corresponden citas bibliográficas que
serían artificiales para esa modalidad de ‘ensayo’ adoptada.

106
el relato deportivo uruguayo no surgió del azar sino de una planificación
consciente que mezcló elementos culturales con ingredientes comerciales.
Como elementos culturales que pueden explicar el lugar y tiempo de esa
invención, anotaríamos: a) el comienzo de la generalización de la radio como
herramienta de comunicación masiva en Montevideo y luego, rápidamente, en
el interior del país; b) los campeonatos olímpicos de fútbol ganados en 1924 y
1928 en Francia y Holanda y el primer campeonato mundial logrado en 1930,
que pusieron en el mapa masivo de la humanidad a un país casi ignorado hasta
entonces en esa magnitud. El fútbol deviene un símbolo identitario, un ítem
básico para el orgullo y autoestima nacionales de una joven nación que es-
taba construyendo sus épicas, sus blasones, su identidad y sus tradiciones.
Nadie quiere perder contacto con lo que sucede en el Estadio Centenario, hoy
consagrado como monumento del fútbol mundial por FIFA. Se cuenta que el
pedagogo y filósofo Eugenio Vaz Ferreira seguía a hurtadillas los relatos pero
que escondía y apagaba pudorosamente la radio cuando alguien se acercaba,
avergonzado de compartir una pasión tan poco refinada y distinguida.
No es de extrañar, entonces, que, en un país que vivía un auge econó-
mico, y venía de tres triunfos mundiales en fútbol, la difusión de la radio
permitiera la invención del relato simultáneo de eventos para públicos no
presentes en ellos.
Al día de hoy podemos analizar científicamente los trucos retóricos, el
manejo del sonido y los recursos utilizados por esos pioneros mundiales de
la comunicación. Pero ellos, intuitivamente, los inventaron. Imaginaron, casi
ex–nihilo, sin precedentes, cómo comunicarían lo que sucedía y cómo podrían
aproximar al escucha a las emociones que se podrían vivir presencialmente.
Una prodigiosa creatividad verbal, retórica y poética intuitiva hizo el milagro.
Y Carlos Solé fue, quizá, el que más aportó a él. Y se merece que su relato haya
sido considerado patrimonio cultural nacional intangible.
Vemos cómo evolucionó el relato deportivo desde su fase original, arcaica,
hasta hoy.

2.- EL RELATO ARCAICO


Podríamos caracterizarlo así:
2.a) Preocupación por la fidelidad espaciotemporal de la traducción
verbal de un fenómeno audiovisual de fuerte contenido emocional, fide-
lidad que debía aproximarse al ‘tiempo real’ de ocurrencia del desarrollo del
partido. Ello exigía articulación sonora veloz, dicción clara y uso de un lenguaje
mitad corrección de clase media, mitad jerga futbolística específica del hincha

107
y del microambiente que compartían subculturalmente los radioescuchas. Esa
preocupación por la fidelidad se resume en esto: para poder ubicar al oyente o
bolichero o domiciliario sobre el sector de la cancha en el que ocurría el relato,
había cartones con una cancha dividida en ‘cuadros’ numerados a los que se re-
fería el relator en su discurso. Desaparecieron luego por innecesarios y difíciles
de usar con el aumento de la velocidad del juego.
2.b) Pero no solo era necesario relatar el desarrollo del juego. Había
que trasmitir la variable emoción encerrada en cada jugada, para lo cual
había que manejar el sonido con mucha creatividad en volumen, intensidad,
altura, timbre, pausas, silencios, ritmo, crescendos y diminuendos. En eso Solé
fue un ‘maestro’. Desde la descripción inicial de las tribunas, del clima y la
temperatura emocional del público, hasta detalles mínimos en vestimenta y
gestualidad, y usando ‘muletillas’ y ‘latiguillos’ que simbolizaban jugadas es-
tandarizables pero singularizadas por ese relato en particular. Alberto Kessman,
su continuador, todavía hoy, cuando un jugador se aproxima para ejecutar con
pelota quieta dice: “fulano llega contra la pelota”, expresión con la que Solé
dramatizaba la fuerza del ímpetu con la que el jugador patearía; se dirigía, no ‘a’
la pelota, sino ‘contra’ la pelota.
2.c) En esta fase, el relato era, lingüísticamente, una ‘descripción’ más
que una ‘narración’, aunque irá evolucionando de la descripción a la narra-
ción a medida que los recursos tecnológicos, la composición de las audien-
cias y la competencia de otros medios de comunicación modifica la ‘cultura
del relato’ y lo espectaculariza como metarrelato hipertextual comercial. Lo
veremos más adelante.
2.d) El énfasis relativo en la fidelidad fáctica o en la emoción generó
‘escuelas’ de relatores futbolísticos. Una primera, subrayando más la emo-
cionalidad, sigue a Carlos Solé y cuenta como su principal seguidor actual a
Alberto Kessman. Una segunda, enfatizando más la fidelidad a la ocurrencia
espaciotemporal, sigue la línea prototípica de Heber Pinto en su comienzos y
llega a su máxima pureza técnica en velocidad y claridad de dicción con Víctor
Hugo Morales (quizá podríamos incluir aquí a Julio Ríos, más barroco). Una
tercera corriente podría estar formada por relatores que no enfatizan ninguno
de los polos anteriores; tal sería el relato original de los hermanos Pelliciari,
luego de Duilio de Feo y Lalo Fernández, con Carlos Muñoz y Máximo Goñi
entre los más actuales.
El caso de Heber Pinto es singular porque cambió, de ser un relator fiel
y veloz, a ser uno de los que más enfatizaron la emocionalidad, la calificación
barroca y creativa de incidencias y actores, y el tránsito del relato arcaico des-

108
criptivo al más actual narrativo. Todo esto antes de la irrupción masiva de la
televisión, que modificó por segunda vez ese relato arcaico, con líderes extranje-
ros y no uruguayos en ese proceso, tales como el peruano Prieto, de la televisión
alemana, Marcelo Araujo en Argentina y Galvão Bueno en Brasil.

3.- EL SONIDO DEL RELATO DEPORTIVO


Adelantándose un siglo a análisis semiológicos, lingüísticos y acústicos que
se han aplicado fructíferamente al relato de Carlos Solé en este Coloquio, Her-
bert Spencer, en 1857, fundamentaba el crecimiento prospectivo de la im-
portancia que la música y el sonido tendrían entre las artes y la posibilidad
de educar sentimientos por el arte. Como todos expresamos sonoramente
determinadas emociones de modo aproximadamente igual, a diferencia de
la mayor diversidad de los códigos de otras artes, la música maximizaría la
probabilidad de comunicación emisor–receptor. En la medida que todos
expresan, por ejemplo, una emoción fuerte con sonidos en el registro agu-
do, calma en el registro medio y tenebrosidad en el grave, sería fácil para
los receptores identificar la emoción vivida y trasmitida por los emisores,
lo que garantizaría un mínimo de similaridad de códigos que favorecería la
comunicación a través del relato. La mayor sofisticación formal de otras artes
no lo garantiza en similar medida, alejando los códigos estéticos de los emisores/
creadores respecto de los receptores. Spencer revisa la emocionalidad que hay
detrás del volumen, timbre, altura, intensidad, intervalos, pausas, silencios y
secuencias. Hemos comparado, en conferencias, la similaridad del sonido y su
progresión en arengas de Fidel Castro, en sermones de Martin Luther King, en
llegadas de la Vuelta Ciclista del Uruguay y en ejecuciones musicales de emo-
ciones extremas (i.e. el guitarrista Carlos Santana y el violinista clásico Isaac
Perlman).
El éxito del contacto del relator deportivo con sus audiencias reposa
en esa similaridad de códigos entre la invención o trasmisión de la emoción
del partido emitida y la vivencia del escucha receptor. La sabiduría intuitiva
de Carlos Solé y otros pioneros comunicacionales consistió en el acierto en la
estandarización de los sentimientos que trasmitió a sus oyentes, que los decodi-
ficaron con facilidad por esa similaridad fisiológica fundante de la semejanza de
los códigos de emisor y receptor en lo sonoro, tan sabiamente intuida por Solé.

4.- EL INVASOR VOCABULARIO DEL RELATO DEPORTIVO


Existe una mezcla en dosis variables de, por un lado, distinción y dis-
tancia expresivas del relator respecto de su audiencia, que debe sentir que

109
el relator sublima sus sentimientos y, por otro, una jerga específica que
produzca la identificación de los oyentes como una categoría o subgrupo.
Esta mezcla variable se expresa, por un lado, en la exposición de virtudes
que toda maestra de escuela pública tradicional elogiaría en un relato: varie-
dad de vocabulario, buena dicción, y sintaxis correcta y fluida. Se cuida, por
ejemplo, de no llamar, por ejemplo, a los chilenos de tales varias veces seguidas.
Deberá ser ‘Chile’, el equipo chileno, el elenco trasandino, los de allende los
Andes, etc. Esto satisface los criterios estéticos de clase media homogeneizados
por la escuela pública, que comparten la mayoría de relatores y oyentes.
Pero también deben decir, a veces, que ‘lo mató de un pelotazo’ o que ‘le
fue con la plancha’, etc. para respetar la especificidad de su público y revelar
conocimiento de los códigos subculturales del juego. Cualquier neófito queda-
ría asombrado del elogio que un relator o comentarista pueda hacer de ‘lo bien
que juega fulano sin pelota’, un sinsentido para cualquiera no iniciado. Una
señora chilena de clase alta, que fue al Estadio Nacional para ver a su hijo jugar
como arquero de la Universidad Católica, al presenciar la inmovilidad de los
compañeros de equipo de su hijo ante la ejecución de un penal en su contra, los
increpó a viva voz por permitir que un rival le arrojase un pelotazo a su hijo sin
que nadie hiciera nada por impedirlo.
La jerga futbolística es enriquecida por expresiones distintivas que los
relatores inventan para darle sabor singular a sus relatos. Así, Carlos Solé,
al emocionarse ante el épico empate parcial de Uruguay ante Hungría en el
mundial de Suiza en 1954, cuando Uruguay arriesgaba a perder un invicto de
30 años en torneos mundiales, siguió a su relato de ese gol de Hohberg con la
expresión “el león herido sacude su melena”; Heber Pinto nos hablará de un
arquero, Roberto Sosa, que “vuela como un Caravelle” (tipo de avión de pasa-
jeros común en los años 60); un fuerte remate se describía como “puntiagudo”;
Alberto Kessman nos dirá que tal jugador la tocó de “cacheté”, o “rambouillé”,
describiendo como Solé un toque suave de empeine externo. Muchas de esas
frases trascienden al fútbol y se integran al vocabulario cotidiano general. Tal la
expresión del mismo Kessman cuando, al expresar que no se puede hacer nada
más con las herramientas de que se dispone, impuso su “es lo que hay, valor”, o
“una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa” queriendo graficar la necesidad de
una distinción sin posibilidad de confusiones. O la invitación de Rodrigo Ro-
mano a Juan Carlos Scelza a comentar una incidencia: “dale color, JC”. Todas
expresiones que se exportaron exitosamente al vocabulario cotidiano. De modo
que el vocabulario del relato no solo conjunta dos niveles de vocabulario, el
de la estética y corrección gramaticales de la clase media, pero también el de la

110
subcultura futbolística, sino que, una vez generado su pedestal en la adoración
popular, pueden inventar un vocabulario que se impone no solo en el fútbol
sino en la sociedad toda.
Hay que tener mucho poder sociocultural para imponer giros del habla
y ‘bautizar’ o poner sobrenombres. Entre los egipicios, el poder de nombrar
era monopolio de sacerdotes y faraones. En la cultura occidental el Evangelio
de San Juan comienza: ‘en el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios’. Como
todos sabemos, no cualquiera impone un sobrenombre o apodo a un miembro
de la barra o a un recién integrado a la misma. Cuando un ídolo de Nacional de
los 60, Jorge Manicera, respondía a preguntas de Heber Pinto desde vestuarios,
le decía: “la verdad, Heber, que...” Pues bien, eso quedó en el fútbol para todos
los reportajes y hoy hasta los ministros responden con esa muletilla a sus inter-
locutores. La muletilla con la que Maradona reforzaba sus afirmaciones en su
programa de TV –“de verdad”–, queriendo significar que no estaba simplemen-
te diciendo algo políticamente correcto, invadió el cotidiano argentino en pocas
semanas. Si alguien acierta una respuesta en un programa –en los que relatores
deportivos se convierten en conductores–, se dirá que ‘la puso en el ángulo’.
El relato deportivo refleja culturas medias y subculturas específicas,
y genera expresiones nuevas, progresivamente abarcativas, en el universo
social. Tal es su poder como estructura estructurada, pero también estruc-
turante, como diría Marcel Mauss a comienzos de siglo.

5.- LAS TRANSFORMACIONES DEL RELATO ARCAICO


Pero muchos factores acumulados, sean nuevas tecnologías, sea la am-
plificación de la comercialización y espectacularización multimedia del
deporte –en especial del fútbol– sean cambios en los patrones de entrete-
nimiento y usos del tiempo libre, llevarán a modificar paulatina pero acu-
mulativamente, y de manera profunda, las características y funciones del
relato deportivo arcaico. Lo moverán desde la descripción casi pura hacia la
narración; desde el relato unimedia hacia el hipertexto multimedia; desde
la difusión centrífuga desde las canchas hacia zonas de residencia y reunión
social, hacia una modalidad centrípeta, con pérdida de presencialidad di-
recta, cada vez más tendientes a ser presenciados a través de pantallas chicas
o gigantes en hogares u otros lugares de reunión distintos de los estadios, al
aire libre o gimnasios.
Veamos algunos de esos cambios.

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5.a) 1a. revolución: locutores comerciales y más centralidad de los
comentaristas
Fue quizá la primera forma de enriquecimiento del relato que llevaba a
la sustitución paulatina de la presencialidad directa por la indirecta, del texto
simple de la descripción relatada al hipertexto multimedia que narra contextua-
lizando de modos diversos y le da al oyente, televidente u otros, elementos que
no podría obtener desde su presencialidad directa, que se pretende sustituir por
una más atractiva.
Los comentaristas actuaban, en principio, enmarcando las potencialida-
des del partido antes de su inicio, comentando su desarrollo y perspectivas en el
intervalo, y evaluando el espectáculo, el desempeño de sus actores y otras cosas
después de finalizado.
Los locutores comerciales hacían lo suyo en esos mismos momentos, al-
ternándose con los comentaristas; pero, en un segundo momento, empezaron
también a llenar todos los instantes en que no había continuidad en el juego:
saques de banda, saques de arco, tiros de esquina, tiros libres e interrupciones
del juego por lesiones –más tarde también cambios de jugadores–. A veces, al-
gún comercial financia la trasmisión de, por ejemplo, los tiros de esquina. Con
eso le daban un respiro a los relatores y permitían el mayor lucro de las emisoras
y de relatores, comentaristas y locutores. La pasión identitaria por el fútbol se
hacía comercialmente cada vez más atractiva. Espacios y sueldos comienzan a
ascender, como también los de jugadores, cuerpos técnicos, empresarios y pro-
bablemente los dirigentes.
Los comentaristas pasarían, con el tiempo, a disputarle la popularidad e
influencia a los relatores. Y eso ocurrió por la aparición de la posibilidad de oir
la radio y concurrir simultáneamente a los partidos. Con la masificación de la
radio portátil, la disminución de su peso y tamaño y el aumento de su fidelidad,
el relato arcaico original descriptivo empezaba a morir y a dar lugar cada vez
más a una narración hipertextual multimedia, con más comentario y más des-
cripción contextual y pintoresca.

5.b) 2a. revolución: radio portátil y vestuaristas/movileros


Los relatores ya no podían darle un plus de emoción al relato, para captar
audiencia, si las incidencias no lo ameritaban. Los relatores tienen que cuidar,
a la vez, que la velocidad del relato acompañe lo que el escucha puede estar
viendo y, además, debe cuidar que la emoción del relato no exagere porque des-
legitimaría al relator. Como decía Platón, los progresos de la geografía desmon-
tan mitos. Cualquier error puede ser penalizado con un cambio de estación en

112
un dial que ahora ya incluye varias trasmisiones alternativas. Solo Carlos Solé,
inicialmente hincha de Bella Vista pero posteriormente notorio peñarolense,
podía permitirse el lujo de gritar enronquecidamente un gol de Peñarol y, en
el mismo encuentro, narrar escueta, fría y brevemente un gol de su adversario.
Solo un ‘grande’ puede hacer aceptable ese ‘pecado’ comunicacional violatorio
de los códigos de neutralidad e imparcialidad implícitos en el relato deportivo
arcaico original de intencionalidad descriptiva.
Esa misma novedosa posibilidad de que el radioescucha estuviera en la
cancha o evaluara el relato a posteriori con algún testigo presencial, llevó a la
disminución de la importancia relativa del relato frente a otros elementos narra-
tivos que pudieran atraer a los potenciales oyentes.
También empiezan a diferenciarse los locutores comerciales con estilos
especialmente veloces, o timbres de voz particulares que, a paridad de relatos,
pueden hacer ‘la diferencia’ audible en la emisora elegible.
Pero la mayor relevancia distintiva empiezan a hacerla los comentaris-
tas. Como crecientemente el oyente es también espectador –no en tiempos del
relato arcaico–, o tiene una radio cerca suyo, o bien discutirá luego el partido con
asistentes o éstos con oyentes, la descripción fiel pierde importancia y se hace
más riesgosa para los relatores. Están en una posición más frágil porque pueden
ser acusados de ‘equivocarse de jugador’, de ‘darle demasiada o poca emoción al
relato’, o de acompañar con lentitud el transcurso del juego. En cambio, hasta
los hinchas presenciales, emocionalmente absorbidos por el partido, precisan
de los comentaristas para formarse una opinión del partido, de sus principales
incidencias y del desempeño de los actores del mismo. Precisan apoyo para sus
evaluaciones de los fallos arbitrales, de la actuación de los jugadores, de la cons-
titución del equipo, de los cambios hechos u omitidos, necesitan explicaciones
de lo que pasó, soluciones y esperanzas para sus frustraciones, temas para la
interacción futura en la familia, en el boliche, en el trabajo. A veces también,
una ubicación muy lejana en estadios muy grandes o poco modernos no asegura
una precisa visión de todo lo que sucede en todos los sectores del campo, por lo
cual la radio portátil, cada vez más pequeña, más liviana, con mayor fidelidad
sonora y mejor equipamiento auricular, resulta un complemento útil para quien
siente que debe ‘vibrar’ con el partido en vivo y directo presencialmente, o que
‘debe’ acompañar a los suyos en una instancia crucial. Así, los comentaristas
crecen hasta la dimensión de los relatores en la demanda comunicacional; algu-
nos, celosos de eso, hasta interrumpen y contradicen a los comentaristas –i.e.
Mariano Clos a Diego Latorre–. Se vuelve posible oir el relato de una emisora
y el comentario en otra; vecinos de tribuna pueden oir distintos comentaristas

113
para compararlos; se puede verlo por tv sin sonido y mantener la radio de siem-
pre. Pueden hasta apostar a lo que dirá el ‘bolso de fulano’ en una emisora, o el
‘manya zutano’ o el ‘h. de p. mengano’ en otras.
Junto a la disminución de la importancia relativa de los relatores y el au-
mento de la de locutores y comentaristas, se hace necesario darle al oyente más
cosas que el simple relato, sea para que lo oiga en casa, trabajo, parque, playa o
boliche, y para que le valga la pena llevarlo al estadio, gastar en pilas y arriesgar
el aparato en los azares de una multitud. Hay que darle al oyente más de lo que
podría saber por sí mismo inclusive yendo a la cancha, a diferencia de la simple
fidelidad y emoción requeridas por el relato arcaico.
Aparecen entonces los vestuaristas y, luego, los movileros. Ya que el par-
tido puede verse, la escucha se justificará por el folklore de los locutores, los co-
mentarios o, ahora, el acceso directo a los actores de los partidos, ‘la previa’ y el
postpartido empiezan a hacer la diferencia. Qué dice un técnico antes del parti-
do, después del mismo, los jugadores,–¿fue penal o no?–, el dirigente, el político
presente, el integrante de la ‘farándula’ o del ‘jet–set’. Como en los carísimos
ring–sides del boxeo profesional norteamericano, la presencia a un gran partido
es símbolo de status por la localidad en la que se está y una ‘vidriera’ masiva para
cualquiera que la precise, incluso antes de la irrupción de la televisión, que exage-
rará este aspecto. El vestuarista y el comentarista le dan al oyente/vidente lo que el
espectador no puede obtener por sí mismo con su mera presencialidad. Se le da al
oyente radial –y luego al televisivo– alguna ventaja relativa respecto del no–oyen-
te/vidente.Y se justifica así comercialmente, tanto la venta de radios y pantallas
varias, como el consumo de las tandas publicitarias audiovisuales que, ahora, se
vuelven tanto o más importantes comercialmente que la publicidad estática y la
emitida por los primitivos parlantes de los estadios. Esto cambiará nuevamente
con la irrupción de la televisión y tecnologías posteriores.
En este punto ocurre la tercera revolución en el relato deportivo: la televi-
sión.

5.c) 3a. revolución: la televisión.


Cuando hablamos de ‘televisión’ no solo nos referimos estrictamente a la
aparición en pantallas curvas pequeñas fijas, –ahora las hay ‘planas’ también–,
sino también a toda la parafernalia tecnológica comunicacional que la seguirá
en ese claro camino hacia la centripetalidad del espectáculo, en especial del de-
portivo, y que tendrá, en conjunto, fuerte influencia en los cambios del relato
deportivo desde la descripción original arcaica hasta la actual narración multi-
media.

114
Desde las pantallas domésticas se pasa a las gigantes que recuperan algo de
la presencialidad masiva. Aparecen los videos que almacenan hechos pasados y
pueden ser comprados o alquilados, pero también grabados o copiados, hasta
sin simultaneidad a la trasmisión, para verlos a una hora más cómoda para el
usuario que aquélla en la que el evento será emitido. También hay televisores
en los que se puede, a través de la posibilidad de abrir ‘ventanas’ en ellas, ver
simultáneamente lo que sucede en varios espectáculos deportivos. Podría, por
ejemplo, un interesado, tener en pantalla, en ‘ventanas’ abiertas de diverso ta-
maño, partidos simultáneos de cuyo resultado conjunto depende la clasificación
futura de algún equipo a alguna instancia competitiva ulterior.
Los CD Rom y los DVD son tecnologías aún más modernas que apro-
vechan las tecnologías del video con la de los PC o las de los CD con la de los
PC. Y sigue aumentando la variedad de las tecnologías que facilitan la visión de
eventos en ámbitos distintos de la presencialidad física directa. Recordemos que
los microcasettes de audio ya habían facilitado la escucha de emisiones graba-
das en casette en ámbitos externos a los locales donde fueron hechas.
Ya en el terreno de lo hipermoderno en vías de masificación, los notebooks
y laptops permiten hacer todo lo que se hacía a domicilio con los PC – CD
Rom, DVD – en locales al aire libre. De modo que un espectador físicamente
presencial podría agregarle a esa condición todo lo que dicha presencialidad
física no le puede aportar y que estaba siendo adicionado comercialmente. No-
tebooks y laptops hacen posible agregarle imagen y multiplicidad de ven-
tanas a lo que las radios portátiles podían contribuir en el enriquecimiento
de la información y la emoción deportiva.
Sin embargo, el aporte de dichas innovaciones tecnológicas no es frecuente
por riesgos de roturas en medio de los fragores de las masas que a veces inundan
los estadios y complican la seguridad de notebooks y laptops, como por riesgos
derivados de las posibilidades de hurto, rapiña y asaltos al espectador o a sus
vehículos a manos de quien sabe el precio del botín potencial. Pero en localida-
des caras y con acceso seguro a los vehículos, esto podría hacerse, con lo cual los
intervalos y otros momentos podrían ser utilizados para instancias y profesiones
que justifiquen el uso de estos recursos.
El futuro promete superar, como en el caso de las radios portátiles,
como de los microtelevisores y los microcasettes o laptops, esos proble-
mas. Eso se produce por medio de la miniaturización tecnológica, que, di-
gámoslo de paso, permite revertir, progresivamente, parte de la tendencia
tecnológica centrípeta que radios, televisores y otras invenciones inducían

115
inicialmente. Es el nuevo reinado de las I–pods, tablets y redes sociales de
reproducción de los discursos massmediáticos.
En efecto, el perfeccionamiento de la multifuncionalidad de los teléfo-
nos celulares, permite que lo que se pudo hacer con las radios portátiles, los
televisores portátiles y los PC portátiles se pueda ahora hacer desde los celulares,
que pueden además de hacer todo lo que radios, televisores y PC hacían y, ade-
más, chatear entre espectadores presenciales y con ausentes, verse mutuamente
en el estadio y con los de afuera, fotografiar o filmar imágenes y mandarlas a
otros celulares u aparatos de recepción no miniaturizados.
Entonces, no solo hay nuevos recursos comunicacionales que, en pri-
mera instancia, ‘centripetan’ la intrínsecamente natural ‘centrifugalidad’
social que provocaban los eventos deportivos relatados, sino que, en los
últimos años, permiten revertir esa centripetalidad tecnocomercialmente
dirigida, hacia una ‘neocentrifugalidad’ hipermoderna: pantallas gigantes,
micro radios y televisores portátiles, micro celulares multifuncionales pre-
cedidos de notebooks y laptops. Todos herederos de las radios portátiles.

5.d) Nuevos contenidos del relato deportivo con esos nuevos soportes
comunicacionales.
Con esas nuevas posibilidades técnicas comunicacionales se intenta
responder, tanto a los requerimientos de la ampliación de los públicos que
verán y/u oirán las trasmisiones audiovisuales, como a los requisitos de la mis-
ma audiencia especializada que justificó, cultural y comercialmente, la apari-
ción del relato radial como invención uruguaya mundialmente pionera.
Listaremos algunas de ellas, distinguiendo entre ellas a las originadas por
la ampliación de las demandas de los nuevos públicos oyentes y espectadores
como para satisfacer la sofisticación de las demandas del público especializa-
do deportivo. La ‘guerra comercial’ respecto del relato deportivo ya es de gran
volumen económico-financiero y comercial, y está globalizada desde grandes
cadenas oligopolizadoras mundial, regional o nacionalmente, con distintas mo-
dalidades de arreglos entre ellas y sus distintos niveles de agregación.

6. NUEVAS CARACTERÍSTICAS DEL RELATO DEPORTIVO FRENTE


A NUEVAS DEMANDAS

6.a) La lucha entre las demandas por el detalle hiperreal y el sabor


contextual; ambas en perjuicio del menguante espectador especializado.
En primer lugar, hay novedades técnicas que hacen posible a los aficiona-
dos ver y oir detalles que no podrían percibir con sus solos sentidos y su pre-

116
sencia física en los eventos. El ser humano siempre ha tratado de aumentar sus
posibilidades sensoriales con descubrimientos científicos y aplicaciones técnicas
de los mismos que han aumentado principalmente sus sentidos de la vista y el
oído, amplificando la emisión y la audición del sonido, así como potenciando
su recepción. Lo mismo con la vista, ampliando la distancia de lo visible (tele-
scopios), aumentando el tamaño de lo apreciable próximo (microscopios) y la
nitidez y definición de las imágenes y los colores de las mismas. En cuanto a la
audición, las amplificaciones y los tratamientos del sonido hacen audibles volú-
menes sonoros antes difícilmente perceptibles o artificialmente producidos, al
tiempo que también potencian su recepción en calidad y permiten apreciarlas a
personas con dificultades de audición.
Del mismo modo, aparecen recursos que hacen visibles aspectos que no
serían percibidos por los espectadores físicamente presentes o al menos por su
inmensa mayoría. Enumeremos: amplificaciones del detalle con cámaras muy
próximas, múltiples o con lentes grandes angulares. Lo mismo sucede con la
captación de los sonidos del juego (palabras, gritos, expresiones del cuerpo téc-
nico y de hinchas), así como de la gestualidad íntima unida a cada incidencia
dramática en las caras y cuerpos de jugadores, árbitros, cuerpos técnicos, su-
plentes, ‘famosos y poderosos presentes’ y aficionados de diverso compromiso
con el partido. Se accede, al menos en básquetbol, a las instrucciones e inter-
cambios entre jugadores y cuerpos técnicos. Las cámaras lentas y las tomas con-
geladas permiten ver si una pelota traspuso o no líneas demarcatorias, si hubo
o no fuera de juego penalizables, contactos merecedores de sanciones de penal,
foul, obstrucción u otras faltas. La multiplicidad de cámaras hace posible la di-
lucidación de lo que una sola no podría, ni con zoom, ni con grandes angulares,
cámaras lentas o tomas congeladas. Las repeticiones de jugadas hacen posible
sacarse dudas –o adquirirlas– respecto de incidencias en que ni siquiera los re-
cursos anteriores parecen hacer posible. Lo mismo los más novedosos recursos
a la medición de las posiciones fuera de juego con medición de la posición de
pelota, lanzador y receptor en el momento del pase. Ni qué hablar que todo
esto puede grabarse en cada uno de los soportes antes revisados, que pueden
hacerse síntesis de secuencias de partidos, de secuencias específicas en ellos, de
recopilaciones históricas de campañas, equipos, jugadores y torneos. Nada de
esto podían hacerlo el antiguo espectador físicamente presencial o el oyente
arcaico. Se hace posible una experiencia ‘hiperreal’ del deporte, es decir más
‘materialmente más apreciable’ que estando físicamente presente. Los árbitros
eran, al principio, espectadores especialmente aptos para juzgar las incidencias

117
del juego; hoy día, nadie ve peor el partido que ellos, y deben auxiliarse de re-
cursos tecológicos para compensar esta carencia, antes ventaja.
Pero hay más. Al relato hiperreal, sensoperceptivamente potenciado de
los modos que vimos, se le agregan comentarios cada vez más abarcativos:
estadísticas históricas de equipos, jugadores, campañas e imágenes y dichos re-
trospectivos, estadísticas durante el transcurso del juego en contextos más am-
plios (i.e. promedio de tiros encestados en el tiempo, en el partido, en el año, en
la carrera del jugador, en relación a otros, en finales, etc.). Las trasmisiones de
la NBA marcaron la tendencia, que, sin embargo, es bastante apreciada por el
aficionado y no por los públicos novedosos no tan aficionados; porque pueden
ser cargosos, por excesivos y no justificativos de la irrupción en la continuidad
emocional del partido. En algunos deportes, con un público mayoritario de
jugadores y aficionados de alto nivel cultural, y con un público mayorita-
riamente especializado y masificado, los comentarios son muy técnicos y
extraordinariamente explicativos del porqué de las jugadas. Eso sucede en
deportes como el tenis, la gimnasia olímpica, el boxeo, el vóleibol, el automovi-
lismo, el patinaje en hielo o deportes de riesgo de jóvenes (surf, skate, ciclismo
acrobático, etc.). En cambio, en el fútbol, fundamentalmente como conse-
cuencia de su masificación y espectacularización, los comentarios son sim-
plificadores, empobrecedores intelectuales, llenos de falsas explicaciones como
la de atribuir fácilmente un resultado como efecto de algo anterior, que no tiene
por qué haber sido responsable del mismo sino un mero antecedente falazmente
esgrimido como causa de un efecto supuestamente consecuente. Son comunes
trampas tales como exigir la presencia de algún jugador sin decir quién debiera
dejarle su lugar para ello, elogiar estereotipadamente el buen juego de alguien
sin entender su por qué (“quiere la pelota, la tiene más, es más profundo, busca
por los laterales, tringula, cambia de frente, encima las marcas”), y diciendo eso
hagan lo que hagan unos y otros.
Un problema estructural que presentan los partidos televisados de fút-
bol, a diferencia de otros deportes en que puede focalizarse toda la superficie
del juego, es que no se consigue compatibilizar la cobertura de cancha sufi-
ciente como para entender profundamente el juego con la aproximación hi-
perreal al detalle crecientemente demandada. Los aficionados no agradecerían
una mejor visión panorámica porque, o son hinchas que nunca necesitaron ese
nivel de explicación que resta emoción, o bien son aficionados que prefieren el
detalle dramático, trágico, humorístico, costumbrista o estético frente a la expli-
cación racional y técnica del desarrollo y resultado. O serán hinchas que raciona-
lizarán, simplificarán y generarán chivos expiatorios, o espectadores que tomarán

118
como propia alguna simplificación falaz de algún comentarista porque le convie-
ne o seduce. Por eso las actuaciones de los jugadores que tuvieron éxito aparente
cada vez que fueron focalizados por las cámaras, serán juzgados como ‘figuras’ y
los otros como ‘ausentes’, olvidando que en fútbol un partido tiene un tiempo real
de juego de 70 de los 90 minutos, que cada jugador promedialmente no tiene la
pelota en su poder o en zona de disputa más de 5–10 minutos por partido y que
la evaluación de su desempeño debería depender más de lo que haga en los 65
minutos – casi todos sin la pelota– que la cámara no destaca y que el simplificador
comentarista no percibe, ni sabría en general evaluar si los percibiera. No es una
buena manera de ver y juzgar un partido de fútbol basarse en el conjunto de
la hiperrealidad de las imágenes tomadas y la pobreza desorientadora de los
comentaristas, con excepciones. Quien escribe, hace tiempo que presencia el
fútbol sin sonido, pagando el precio de la frialdad a cambio de quedar libre del
partido que las cámaras y los comentaristas querrían obligarme a ver, y que es in-
finitamente menos rico que el que yo puedo ver sin aceptar las prioridades de cá-
maras y relatos/comentarios. Y he aprendido a aprovechar mejor las repeticiones
de escena, mirando otras cosas no focalizadas por palabras e imágenes. Los rela-
tores han seguido ajustando su relato a los nuevos recursos técnicos de captación,
edición y emisión de imágenes y sonidos y a los novedosos soportes tecnológicos
de recepción, almacenamiento y reproducción de esas emisiones. Desde que el
justamente famoso peruano Prieto, en las trasmisiones del campeonato alemán
para América Latina, obviaba relatar cosas que el televidente estaba viendo por sí
mismo y las comentaba con jugosas anécdotas de equipos, jugadores y persona-
jes –agregando su perenne “ustedes lo vieron”–, los relatores inteligentes, como
por ejemplo el argentino Marcelo Araujo, se distancian sabiamente de los relato-
res arcaicos intercalando anécdotas, comentarios, digresiones y focalizaciones de
cámara, estadísticas, tandas publicitarias, vestuaristas, movileros, informativistas
desde estudios emisores y ahora, hasta intervenciones de la audiencia por teléfono,
fax, mail, redes sociales.
Un hipertexto narrativo cada vez más variado y denso sustituye pro-
gresivamente al relato arcaico radial descriptivo y lineal. En eso inciden,
no solo los cambios tecnológicos mencionados en emisión y recepción, y la
alternancia de centripetalidad y centrifugalidad del vector comunicativo,
sino la ampliación y variación de las audiencias correlativa al incremento
de la espectacularidad deseada de las emisiones. En los domicilios, lugares
de trabajo y otros lugares de audiovisualización de deportes, no solo, como en
épocas del relato arcaico, los fanáticos componen la demanda por sonidos e
imágenes. Si originalmente se pretendía maximizar la emoción específica del

119
deporte en cuestión y la fidelidad de la descripción, hoy la mujer del hincha o
un espectador no futbolero pueden preferir que les den imágenes de los famo-
sos presentes, que les muestren a los coloridos aficionados con sus banderas,
cosmética, vestimentas y gestos, que antecedan la trasmisión de panorámicas
del estadio y de la ciudad, que gente como ella intervenga en la trasmisión, que
acerquen la cámara a un físico admirable, a una cara bonita, a un peinado exóti-
co, a un perrito faldero, que no se pierda de vista un hecho público simultáneo
al partido que le importa más que él (guerra, accidentes, elecciones, entrevistas
y notas a otros eventos). La alternancia del trabajo de ‘estudios’, otros escena-
rios, cancha, tribuna, vestuarios, etc., no solo hace la diferencia respecto de la
presencialidad física, sino que satisface a públicos no tan restringidos en sus
intereses como los del aficionado especilaizado original del relato arcaico y de
los aficionados más sofisticados que existen en deportes menos masivos. Diría
que Alberto Sonsol, con su mezcla de relato coloquial, acotaciones de aficiona-
do, comentarios que dan pie al comentarista, o a los responsables de los datos
estadísticos, a eventuales intervenciones de otros lugares y desde los estudios,
es quizá el modelo más aproximado al reciclaje del descriptor arcaico en
coordinador de una narración multimedia y para multipúblicos que exige
la comunicación deportiva actual.

6.b) La peligrosa perversión de los mediadores comunicacionales


transformados en opinólogos sobre lo que no saben, y con mucha
influencia por la autoridad difusa conquistada.
Es fruto de la importancia simbólica que los deportes y sus mediadores co-
municacionales han adquirido en el mundo moderno, sea como proyección de
identidades, sea como espectáculo épico, dramático o trágico: la transforma-
ción de los mediadores comunicacionales (relatores, comentaristas) en ‘opi-
nólogos’ sobre aspectos que desbordan ampliamente sus capacidades específicas
y que se sienten titulados para hacer debido al prestigio difuso del que disfrutan
por cuenta del éxito que han tenido en sus campos específicos. Autoridad que
trasladan ilegítimamente a campos ajenos a aquéllos que cimentaron su presti-
gio. Así, juzgan no solo lo deportivo, sino también la gestión directriz, la orga-
nización de los espectáculos, la estética de jugadores e hinchas, el vocabulario de
actores y periféricos, rituales de aficionados, explican la violencia dentro y fuera
de los estadios y, lo peor, construyen una épica patriotera simplista, resentida
y exasperada, poblada de chovinismos, exorcismos y chivos expiatorios que los
convierten en constructores de imágenes de autoestima, identidad y valo-
res nacionales muy peligrosos. Esto es particularmente peligroso cuando se

120
inmiscuyen con infundada convicción en temas trascendentes al deporte,
como por ejemplo, la seguridad en el deporte y en los espectáculos, para
los que exigen ignorantes medidas radicales que los oyentes creen que están
fundadas en algún conocimiento de esos temas. Pero no se crea que son solo
los periodistas deportivos los que caen en esa megalomanía distorsionadora de
su papel. Casi todos los mediadores exitosos, complejeados por su inferiori-
dad temática frente a los entrevistados, tienden a invadir las especialidades
de sus interlocutores, opinando, ocupando más tiempo del necesario para su
mediación con los receptores, presentando sus intereses y opiniones como si
fueran demandas de la audiencia para justificar sus excesos de protagonismo,
intentando igualar su conocimiento al de sus invitados, usando la amenaza de
‘cortes’ o tandas para frenar el discurso indeseado. En definitiva, usan a sus
interlocutores invitados como espejos narcisistas de sus egos, perjudican la
sed de conocimientos de las audiencias, rebajan el nivel de los especialistas al
de su ignorancia vestida de sabiduría, y traicionan la importante función de
mediación que tienen en el complejo mundo actual, función que les generó
el prestigio que después distorsionan y desmesuran.
Paradojalmente, la tecnificación del relato descriptivo hacia una hiper-
textual narración de base deportiva, va de la mano de una destecnificación del
relato y del comentario en algunos deportes como el fútbol, mientras que, en
otros, se tecnifican ambos. Aunque siempre dentro de los límites de la ampli-
ficación y focalización temáticas que son consecuencia de la ampliación de la
cualidad de las audiencias – que demandan menos explicación y más espectácu-
lo– demandas generadas por la espectacularización de los eventos que ocurre
en todas las sociedades actuales.

7.- Conclusión
Entonces, la riqueza cultural del relato deportivo es múltiple y al me-
nos por diez razones:
a) Es una invención comunicacional uruguaya que se extendió y perfeccio-
nó en el mundo, con gran éxito comercial y gran arraigo cultural.
b) Es una invención uruguaya, sí, pero no por azar, sino debido a la im-
portancia sociocultural que el fútbol había adquirido como rasgo identitario,
timbre de orgullo y base de autoestimas individual y colectiva, amén de fama
internacional.
c) Es producto de la sabiduría intuitiva que acuñó una descripción fiel
fáctica y emocional desde un relator descriptor presente en un evento hacia un
receptor ausente, por primera vez en la historia de la comunicación humana.

121
d) Adoptó las más variadas tecnologías multimedia, tanto en la emisión
como en la recepción y almacenamiento de mensajes.
e) Su evolución permite apreciar el tránsito desde los relatos lineales des-
criptivos hacia los metarrelatos hipertextuales narrativos.
f ) Permite analizar la oscilación de las ofertas tecnológicas comunicacio-
nales y de las demandas comunicacionales desde su condición original de es-
pectáculos centrífugos respecto de los lugares de residencia y ocio, luego hacia
tendencias centrípetas de recepción de las trasmisiones de eventos y, finalmen-
te, hacia la neocentrifugación inducida por la miniaturización de los aparatos
de emisión y recepción.
g) Las características de los relatos documentan la mezcla variable de estilo
pulido y jerga específica que los hacen culturalmente singulares.
h) También documentan la interesante adaptación del relato a los cambios
tecnológicos y de la composición de las audiencias.
i) Finalmente, evidencian la desmesura con que los relatores y comentaris-
tas han manejado su rol y funciones comunicacionales, que, de indispensable y
crecientemente importante servicio de reducción de la complejidad de los he-
chos sociales para las audiencias, corren permanentemente el riesgo de volverse
espejos narcisistas de egos que han perdido la noción de su especificidad.
j) Sin embargo, han contribuido, desde esa misma desmesura, al habla y
léxico populares, sobrepasando su mero papel de reflejo de hablas y jergas ya
creadas, y creciendo al papel de inventores léxicos. Siguen siendo importantes
catalizadores y conformadores de opinión pública, desde su ya mencionada des-
mesura narcisista. La invención de la ‘viveza criolla’, de la ‘garra charrúa’ y otras
tradiciones idiosincráticas, inventadas, como en todo país, erige a los relatores y
comentaristas deportivos al nivel de los artistas y políticos que construyeron la
mítica, las leyendas y la épica nacionalista del Uruguay en el último cuarto del
siglo XIX. Quizá el olimpo vernáculo inducido por relatores y comentaristas
deportivos haya jugado, en el siglo XX, un papel casi tan importante como el de
artistas y políticos en el siglo XIX en la formación del sentido común, de la opi-
nión pública y de la ideología en diversos temas de importancia. pueden seguir
jugándolo y de modo ampliado, inmerso en lógicas corporativas, económicas y
políticas que le pueden agregar densidad y peligrosidad cultural y psicosocial.

122
La música de las tribunas. Identidad y
violencia en los cantos de los hinchas de
fútbol y básquetbol

Juan Cristiano

Introducción
Las preguntas que se plantea este trabajo son: ¿Qué procesos de configura-
ción identitaria emergen en los espacios referenciales espectáculos deportivos de
fútbol y básquetbol en la sociedad uruguaya contemporánea? ¿De qué manera
definen la situación espectáculo deportivo de fútbol o básquetbol los hinchas
que entonan cantos de cancha y graban inscripciones en las banderas con los
colores de su equipo? y ¿Qué imagen tienen de sí mismos los hinchas que en-
tonan cantos y graban inscripciones en las banderas que llevan al estadio y cuál
de la institución deportiva a la que adscriben su lealtad y de los otros equipos e
hinchadas?
Siguiendo a Gándara (2001) debemos destacar que es a través del uso del
lenguaje que se constituyen las identidades, las relaciones sociales y los sistemas
de creencias y conocimientos. Con relación a las identidades colectivas cons-
truidas en torno a equipos de fútbol y básquetbol, los estadios son un lugar
privilegiado para la producción y reproducción de identificaciones simbólicas.
Una de las formas más recurrentes en que los hinchas manifiestan su adhesión a
un equipo de fútbol o básquetbol es concurrir al Estadio donde juega su equi-
po y entonar cantos que tienden a reafirmar la propia identidad. El hábito de
elaborar cantos para las tribunas es una práctica instalada entre los hinchas de
los diferentes clubes y no hay partido en el que no se coree alguno. El aliento al
propio equipo con consignas y gritos es algo común a muchos países del mun-
do, sin embargo, en el caso de Argentina es notoria la complejización de estos
cantos de estadio que incorporan diversas músicas, construyen canciones de
varias estrofas, y se corean masivamente. También en Uruguay se puede señalar
la presencia de un proceso similar.
Otro elemento utilizado para expresar la adhesión a un equipo son las ban-
deras con los colores que los representan y muy especialmente las inscripciones
que son grabadas en las mismas. Ambas formas de expresar significados serán

123
utilizadas en este trabajo para conocer de qué forma se definen a sí mismos y
cómo definen a sus rivales los hinchas de los equipos de fútbol y básquetbol en
la sociedad uruguaya actual.
Del conjunto de hipótesis que componen el marco conceptual de esta in-
vestigación, se dedujeron un conjunto de consecuencias observables que permi-
tieron orientar la recolección y análisis temático de los datos. Las consecuencias
observables se compusieron de un conjunto de indicadores, transformados en
códigos analíticos, que sirvieron para ordenar temáticamente las transcripciones
de los cantos de las hinchadas de fútbol y básquetbol y las inscripciones en sus
banderas.
El sistema de códigos quedó conformado de la siguiente manera: El barrio,
Apodos, Verbos, Sentimientos, Amenazas, Autoelogio, Insultos y burlas, La vic-
toria, Droga, Alcohol.
Por razones de tiempo y recursos se realizaron las observaciones en el cam-
peonato uruguayo de fútbol de primera división 2011–2012 y en la liga uru-
guaya de básquetbol 2011–2012, dejando de lado los campeonatos de segunda
división profesional tanto de fútbol como de básquetbol.
Para la selección de los espectáculos deportivos de fútbol y básquetbol pro-
fesional uruguayos en los cuales se realizaron las observaciones se siguió un
muestreo teórico que se basó en los siguientes cuatro criterios: el tipo de estadio,
el tipo de club, el modo de articulación de la rivalidad y los antecedentes de
hechos de violencia entre las hinchadas de los equipos que se enfrentan en cada
partido.

Discusión conceptual

Cultura
En la literatura científica el concepto de cultura asume diversos significa-
dos. Esto no es nada fuera de lo común en las ciencias sociales ya que en ellas
no existe un paradigma reinante sino solamente diferentes corrientes o escuelas
de pensamiento en torno a lo social. Por esta razón comenzaré explicitando la
forma en que utilizaré dicho concepto a lo largo de este artículo. El concepto
de cultura que asumo en este trabajo se basa fundamentalmente en las ideas en
torno a este tema expuestas por Geertz (1992).
Dicho autor afirma que el concepto de cultura que sostiene es esencial-
mente semiótico. Por lo tanto, en el marco de su enfoque “el hombre es un ani-
mal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido” (Geertz, 1992,
p. 20); la cultura sería entonces la trama de significados en función de la cual los
seres humanos interpretan su experiencia y conducen sus acciones.

124
Arocena siguiendo el enfoque de Geertz sostiene:
¿Qué significa esto? Es la pregunta que nos conecta directa e inevitablemente
con la cultura. El ser humano se formula esta interrogante en todos los niveles de
la vida, desde el más profundo que podamos imaginar como cuál es el significado
de nuestra vida en el mundo [...] hasta preguntas de niveles más mundanos [...] a
las que es absolutamente necesario responder porque de lo contrario no podríamos
interactuar en nuestra vida cotidiana [...] La cultura no es ni más ni menos que ese
conjunto de significados compartidos que orienta la conducta de las personas y pro-
porciona una matriz para entender lo que los otros hacen, dicen o creen. (Arocena,
2012, p. 24).
El ser humano no sería diferente a los demás animales si no tuviera una
cultura; se constituye como tal solamente por y en la cultura. La conducta del
hombre sería un puro caos si no estuviera dirigida por sistemas organizados de
símbolos significativos. Por lo tanto, la cultura es esencial para la existencia del
hombre y muy especialmente para su vida en sociedad.
Siguiendo esta manera de entender la cultura es posible afirmar que seres
humanos que pertenezcan a diferentes culturas y que por tanto: hablen lengua-
jes diferentes, tengan diferentes religiones y se sometan a diferentes institucio-
nes y normas, serán tan distintos en su comportamiento y modo de entender
el mundo como lo sea su cultura y sus diversos componentes. De esta forma
podemos visualizar la estrecha relación que mantienen la cultura y la identidad
individual y colectiva.

Identidad
Como plantea Arocena (2012) así como la pregunta clave que nos conecta
con la cultura es ¿qué significa esto?, la pregunta clave para entender la identidad
es ¿quién soy?, que tiene su correspondiente a nivel grupal en ¿quiénes somos?
En este trabajo entenderé la identidad como
el proceso de construcción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o a
un conjunto relacionado de atributos culturales, al que se da prioridad sobre el resto
de las fuentes de sentido. Las identidades organizan el sentido [...] Defino sentido
como la identificación simbólica que realiza un actor social del objetivo de su acción.
(Castells, 2001, p. 28–29).
Siguiendo la forma en que entiende la identidad Castells, podemos afirmar
que ésta es la fuente de sentido y experiencia de las personas. Los conceptos de
identidad y de cultura son inseparables por la sencilla razón de que el primero
se construye a partir de un atributo cultural o de un conjunto relacionado de
atributos culturales. Nuestra identidad solo puede consistir en la apropiación

125
distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro grupo
o en nuestra sociedad.

El contexto
Es necesario además conocer el tipo de sociedad en que se da determinado
proceso de configuración identitaria. La existencia de una determinada identi-
dad y no de otras, nos informa acerca de la sociedad en la que se produce, al
mismo tiempo que una determinada sociedad nos señala las identidades posi-
bles en ella.
Definir la propia identidad se ha vuelto algo problemático en la sociedad
actual. La pérdida de los tradicionales referentes de sentido, produce en los in-
dividuos y colectivos problemas para responderse preguntas como: quiénes son,
de dónde vienen y hacia dónde van.
Para Castells (2001) la modernidad reflexiva o tardía está llegando a su fin
en las sociedades industrializadas, dando paso a un nuevo tipo de sociedad que
denomina red. En la sociedad red el principal tipo de identidad que emerge es la
de resistencia. Se trata de trincheras de resistencia y supervivencia que se basan
en principios diferentes a los de la sociedad dominante. El ascenso de la socie-
dad red transforma los procesos de configuración identitaria. Esta nueva forma
societal se basa en la disyunción sistémica de lo local y lo global para la mayoría
de los individuos y grupos sociales. También se caracteriza por la separación
en diferentes marcos temporales del poder y la experiencia. La planificación
reflexiva de la vida se vuelve imposible, salvo para la élite que habita el espacio
atemporal de los flujos de las redes globales.
En la sociedad red el principal tipo de identidades colectivas que se cons-
truyen son las identidades de resistencia; éstas se construyen fundamentalmente
en torno a: la religión, la nación y las comunidades locales. Las identidades de
resistencia emergen como reacciones a tres amenazas fundamentales: la glo-
balización, que disuelve la autonomía de las instituciones, las organizaciones
y los sistemas de comunicación en la cual viven las personas. Es también una
reacción contra la interconexión y la flexibilidad, que diluye los límites de per-
tenencia y la participación. Así como individualiza las relaciones sociales de pro-
ducción y provoca la inestabilidad estructural del trabajo, el espacio y el tiempo.
Por último es además una reacción contra la crisis de la familia patriarcal, que
era la principal referencia para la socialización, la sexualidad y los sistemas de
personalidad.

126
Cuadro 1: sociedad industrial / sociedad de la información
Elementos com- Sociedad industrial Sociedad de la información
parativos
Trabajo Relativamente estable, Inestable, sujeto a una rede-
no sujeto a una constante finición constante de com-
redefinición de competen- petencias, requiere trabaja-
cias, el trabajador podía dores con cada vez mayores
pasar toda su actividad la- conocimientos
boral en el mismo empleo
Clase social Relativa homogeneidad de Mayor diferenciación entre
las condiciones de trabajo los trabajadores en cuanto
y remuneración entre los a remuneración y condicio-
trabajadores de un mismo nes de trabajo
sector de actividad
Estado Estado–Nación / Gobierno Transferencia de poder
centralizado hacia gobiernos supranacio-
nales y hacia los gobiernos
locales . Estados plurinacio-
nales y multiculturales
Familia Nuclear, patriarcado, hete- Diversidad en los arreglos
rosexual familiares, relaciones fa-
miliares más horizontales,
diversidad sexual
Medios de co- Masificados (tv abierta, Descentralizados, redes (in-
municación radio, diarios) ternet), desmasificados
Tipos de identi- Identidades legitimadoras Identidades de resistencia
dades colectivas (sociedad civil)
Movimientos Movimiento obrero, sindi- Ecologistas, feministas,
sociales calismo fundamentalistas religiosos,
nacionalistas y localistas
Ideologías Liberalismo / Socialismo Ausencia de ideologías
universalistas, política de la
identidad y los particularis-
mos
Fuente: elaboración propia en base a la bibliografía de Manuel Castells

127
Hipótesis
Hipótesis 1 Los principales procesos de configuración identitaria que
emergen en los espacios referenciales, espectáculos deportivos de fútbol y bás-
quetbol en la sociedad uruguaya contemporánea entre aquellos hinchas que
concurren al estadio, entonan cantos y graban inscripciones en las banderas con
los colores de su equipo se relacionan con identidades de resistencia vinculadas
a lo territorial.
Hipótesis 2 Aquellos hinchas que entonan cantos y graban inscripciones
en las banderas no se ven a sí mismos como espectadores de un espectáculo de-
portivo sino que se consideran actores del mismo. La asistencia al estadio no es
únicamente el cumplimiento de un rito semanal, sino también el desarrollo de
una lucha simbólica, la cual se expresa en buena medida en los cantos de cancha
coreados en las tribunas y las inscripciones en las banderas que cubren buena
parte del espacio de las mismas.
Hipótesis 3 En los cantos de cancha e inscripciones en las banderas se
expresa un intercambio recíproco de reconocimientos evaluativos entre las di-
ferentes hinchadas a través del cual se construye una definición sobrevaluada (y
por lo tanto etnocéntrica) de sí mismos y a la vez se atribuye unilateralmente
identidades minorizadas, devaluadas y frecuentemente estigmatizadas a las otras
hinchadas rivales.

Análisis

Lo territorial en las identidades de Peñarol y Nacional


A diferencia de lo que acontece con los otros equipos de primera división la
identidad no está relacionada directamente a lo territorial. Esto se debe funda-
mentalmente a que ambos tienen hinchas en todos los barrios montevideanos,
así como en el resto del territorio uruguayo.
Aunque en el caso de Nacional el tener su Estadio el “Parque Central” en
el barrio montevideano de “La Blanqueada” hace que lo territorial aparezca en
algunos cantos como por ejemplo: “Esta es la banda loca de la Blanqueada” o
“En el Parque hay una banda la del bolso y se la aguanta”.
En el caso de Peñarol la identidad estuvo vinculada a lo territorial en los
orígenes del club. El paraje donde se fundó la institución se denomina Villa
Peñarol y está ubicada a 10 km del centro de la capital del país. El nombre del
barrio fue puesto en homenaje a un agricultor y pulpero de la zona que se llama-
ba Juan Bautista Crosa, y que era oriundo de la ciudad de Pignarol o Pinerolo,
cercana a Torino, en el Piamonte italiano.

128
El 28 de setiembre de 1891 un grupo de funcionarios del ferrocarril reu-
nidos en la zona montevideana de Peñarol fundan el Central Uruguay Railway
Cricket Club (CURCC).
En una Asamblea de socios del CURCC realizada el 12 de marzo de 1914
se decidió cambiar el nombre de la institución por el de Peñarol. Desde su fun-
dación en el ambiente popular fue siempre “Peñarol”, porque a este barrio per-
tenecía y además debido a que el nombre inglés era muy difícil para los criollos
y también era extremadamente complicado vivarlo y corearlo en las tribunas.
Con el paso del tiempo se fue desvinculando la identidad de su primigenio ori-
gen territorial debido al incremento de hinchas de la institución en todas las zo-
nas de Montevideo y en el resto de los departamentos que integran el Uruguay.
Otro fenómeno que vincula ambas identidades con lo territorial tiene que
ver con la segmentación que se produce al interior de las hinchadas. En las tri-
bunas se divide el espacio entre grupos particulares identificados con banderas
y nombres propios. Generalmente se identifican con un territorio de origen o
residencia (ya sea con un barrio o con un departamento o localidad).

El orgullo del barrio


El resto de las hinchadas de los equipos de fútbol de primera división con
la excepción de Cerro Largo Fútbol Club, construyen su identidad en torno al
espacio territorial denominado barrio. Sucede exactamente lo mismo con las
hinchadas de los equipos de básquetbol de la Liga Uruguaya. De acuerdo al
diccionario de la Real Academia Española (consultado en www.rae.es el 19 de
julio de 2013) un barrio es “cada una de las partes en que se dividen los pueblos
grandes o sus distritos”. A partir de estas identidades territoriales es que se cons-
truye la rivalidad y el conflicto entre los equipos de diferentes barrios y entre los
oriundos de un mismo territorio. Ser el mejor barrio, el de más aguante o ser el
mejor del barrio o el que tiene más aguante dentro de él.
Como bien plantea Castells en El poder de la identidad las identidades
locales son una de las fuentes primordiales de construcción de identidades en
la sociedad de la información. En un mundo cada vez más estructurado por
redes globales de poder, riqueza y conocimiento, la identidad barrial es una de
las fuentes primordiales de sentido y pertenencia que le permiten al individuo
atrincherarse contra lo impredecible y desconocido.

Los hinchas como actores del espectáculo deportivo


Entre los hinchas que asisten a los espectáculos deportivos de fútbol y/o
básquetbol, entonan cantos y graban inscripciones en las banderas se pudo
observar que estos se consideran algo más que meros espectadores de lo que

129
acontece en el campo de juego. Se perciben a sí mismos como los más leales
custodios de la identidad colectiva construida en torno a una determinada ins-
titución deportiva.
Las hinchadas hacen referencia a su compromiso y fidelidad para con la
institución a la que dicen seguir a todas partes. No importa adonde haya que
ir, ni que otros compromisos haya que dejar de lado, lo que importa es cumplir
con el equipo, no dejarlo solo. La fidelidad y el compromiso con el equipo se
manifiestan también en el seguir al equipo en las buenas y en las malas.
Existe una fuerte expresión de afectividad en los cantos de las hinchadas de
fútbol de primera división uruguayas y en las de los equipos de la liga uruguaya
de básquetbol. Aparecen una gran cantidad de referencias al corazón, también
se manifiesta la afectividad en los cantos a través de las recurrentes referencias a
la vida (dar la vida, nacimiento, muerte). Se utilizan además en forma frecuente
verbos relacionados a la expresión de sentimientos (querer, sentir, amar, etc.). La
adhesión al equipo es autodefinida en los cantos como un “sentimiento inexpli-
cable” o “una pasión inexplicable”.

La lucha simbólica
La producción y reproducción de las identidades de las hinchadas “aurine-
gra” y “tricolor” es un claro ejemplo de la forma en la que el fútbol promueve
una división del mundo en amigos y enemigos, mediante la identificación con
determinados símbolos.
El estadio no es solo el ámbito del partido de fútbol, sino también el es-
pacio más importante de la celebración ritual de la metáfora amigo/enemigo.
La relación con el otro no solo no puede evitarse, sino que tanto ese vínculo
como el conflicto son co-constitutivos de ambos procesos identitarios. El an-
tagonismo se expresa fundamentalmente a través de formas de violencia verbal
que sirven para reafirmar la autoestima propia y disminuir la de los adversarios.
A través de insultos, burlas y amenazas se manifiesta en los cantos de las
hinchadas de Peñarol y Nacional el reconocimiento evaluativo que tienen de su
tradicional rival. No importa que jueguen o no entre sí en el campo de juego,
en los cantos de las tribunas siempre está presente la referencia al tradicional ad-
versario. La relación con el otro y el conflicto son imprescindibles para afirmar
el nosotros, es decir, la propia identidad colectiva.
En los insultos y burlas de las hinchadas de “aurinegros” y “tricolores” pre-
dominan los que hacen referencia a lo sexual y aquellos que se refieren a carac-
terísticas subjetivas. Dentro de los que hacen referencia a lo sexual predomina

130
la atribución de una supuesta homosexualidad al adversario deportivo como
insulto.
Al igual que sucede con las identidades de las hinchadas de Peñarol y Na-
cional, la producción y reproducción de las identidades del resto de los equipos
de fútbol y básquetbol analizados promueve una división del mundo en amigos
y enemigos, mediante la identificación con determinados símbolos.
Los diferentes estadios de Montevideo son el espacio más importante de la
celebración ritual de la metáfora amigo/enemigo. Es en ellos donde se produce
el intercambio recíproco de reconocimientos evaluativos entre las diferentes hin-
chadas. Presentándose a sí mismos en forma sobrevaluada y a sus rivales como
inferiores. Ese juego de intercambio simbólico se expresa a través de insultos,
burlas y amenazas. En todos los casos, la relación con el otro y el conflicto son
imprescindibles para afirmar el nosotros, es decir, la propia identidad colectiva.
Entre los insultos y burlas presentes en los cantos de las hinchadas del resto
de los equipos de fútbol de primera división y de básquetbol de la liga uruguaya
analizados en esta investigación, predominan los que hacen referencia a lo se-
xual y aquellos que se refieren a características subjetivas atribuidas al adversario.
También se apela a la feminización del adversario como insulto. Esto se
puede interpretar como expresión de un orden social machista y heterosexua-
lista, donde lo femenino y la homosexualidad es algo inferior a lo masculino y
la heterosexualidad.
Con respecto a los que hacen referencia a las características subjetivas la
mayor parte tiene como tópico predominante la cobardía del adversario. Otros
insultos utilizados por las hinchadas analizadas hacen referencia a la supuesta
complicidad de la hinchada rival con la policía. También están los que señalan
que a la hinchada rival le falta alegría y entusiasmo en su aliento. Califican a sus
rivales de “amargos”, es decir, faltos de alegría y entusiasmo.

Las amenazas: una parte fundamental de la lucha simbólica


Otro componente de los cantos de las hinchadas de fútbol y básquetbol
analizados en esta investigación son las amenazas. La mayor parte de las ame-
nazas se relacionan con agresiones al espacio físico (al barrio y al estadio), con
fuerte predominio del verbo quemar y agresiones a las personas (mayoritaria-
mente amenazas de muerte).
En los cantos de la hinchada “aurinegra” las agresiones al espacio físico es-
tán dirigidas a Nacional y Cerro expresándose de la siguiente manera: “vamo a
quemar el Cerro pa festejar y también todo el Parque Central” (Parque Central
es el nombre del Estadio del Club Nacional de Fútbol), “vamo a quemar el Par-

131
que”, “vamo a quemar el Cerro”, “prender fuego el Parque Central”. En el caso
de los tricolores las agresiones al espacio físico son utilizadas solamente para
amenazar a la hinchada de Cerro: “yo paro en una banda, que es la más loca de
todas la que sigue al bolsilludo, con el vino y con la droga para salir campeón
hay que poner más huevo, huevo vamo’ a matar un manya, vamo’ a quemar el
Cerro”. Las amenazas a los “aurinegros” son agresiones a las personas, esto se
debe a que Peñarol no está asociado en la actualidad a ningún barrio montevi-
deano, así como también a que no posee un estadio propio en el cual dispute sus
partidos (utiliza el Estadio Centenario para oficiar de locatario).
Las agresiones a las personas presentes en los cantos de la hinchadas de
Peñarol y Nacional son sobre todo amenazas de muerte a su tradicional rival.
Los cantos de los aurinegros expresan esto de la siguiente forma: “mandar una
gallina para el cajón”, “gallina vigilante te vamos a matar”, “matar a dos una
vez más”, “vamos a mandar otro bolso al cajón”. Mientras que los cantos de los
tricolores lo hacen así: “vamo a mandar un manya para el cajón”.
En el caso de los cantos de la hinchada de Cerro las amenazas al espacio
físico están destinadas exclusivamente a la policía “vamos a quemar jefatura,
la 24 y los coraceros” y utilizan como sucede con las de Peñarol y Nacional el
verbo quemar. Las agresiones a las personas están dirigidas a la hinchada de
Peñarol y son en todos los casos amenazas de muerte “al manya ya le avisamos
que a uno de ellos vamos a matar, para que no quede duda quien es el capo del
Uruguay, un manya vamo a matar, vamo a matar, un manya vamos a matar
vamos a matar” y “nosotros vamos a ir para el Centenario y un carbonero puto
se va a morir”.
En el resto de las hinchadas de fútbol de primera división y de básquetbol
analizadas en este estudio las amenazas también se relacionan con agresiones al
espacio físico (al barrio y al estadio), con fuerte predominio del verbo quemar
y agresiones a las personas (principalmente amenazas de muerte y violación).

Apodos
Los apodos aplicados a sí mismos por los hinchas de Peñarol en sus cantos
de cancha son básicamente 3. El más recurrente es “carbonero”, el mismo apare-
ce 26 veces en los cánticos utilizados en este análisis, es seguido por “manya” que
lo hace 8 y por “aurinegro” que es usado 5 veces. El apodo “carbonero” remite
a los orígenes del club asociados a los trabajadores del ferrocarril y los oficios
relacionados con él. Carbonero era la persona que fabricaba, vendía o distribuía
carbón. Antes de la difusión de la energía eléctrica, el carbón era una de las
materias más populares para la generación de calor. El carbón tenía numerosos

132
usos: se utilizaba en el interior de las planchas tanto en casas particulares como
en establecimientos de sastrería, en las fraguas para trabajar el metal, servía para
las estufas y hornos de los domicilios e incluso como combustible en los coches
de gasógeno y los ferrocarriles.
Con respecto al apodo “manya”, fue Carlos Scarone quien despectivamen-
te tildó de manya mierda a los peñarolenses. Era jugador de ese equipo, pero
en 1913 abandonó la institución para irse a jugar a Buenos Aires; la razón de
su partida fue económica, tenía la posibilidad de hacer algún peso con el fútbol
pero al precio de abandonar a los “aurinegros”. Fue así que motejó a los peña-
rolenses de “manya mierda”, en una acepción similar a la de “muertos de ham-
bre”. Después en 1914 pasó a defender las filas del Club Nacional de Fútbol.
Posteriormente ese calificativo peyorativo fue resignificado y apropiado por los
hinchas para autodefinirse.
“Aurinegro” resulta de un trabajo metonímico (la metonimia es un fenó-
meno de cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nom-
bre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas); el
color de la camiseta amarilla y negra emblema de la institución sustituye a la
institución. El símbolo ocupa el lugar de la cosa simbolizada.
Entre los apodos utilizados para referirse al Club Nacional de Fútbol (su
tradicional rival) predominan dos. “Gallina” aparece en 6 ocasiones y “bolso”
en 3. Gallina es el nombre de un animal que en el imaginario popular está
asociado a la cobardía. Mediante el uso de la metáfora (es una figura retórica
que consiste en denominar, describir o calificar algo a través de su semejanza o
analogía con otra cosa) la hinchada de Peñarol expresa que su tradicional rival
carece de “guapeza” u “hombría” para enfrentar a Peñarol, tanto dentro de la
cancha como afuera de la misma.
Bolso tiene un origen metonímico: el tradicional bolsillo en la parte de-
lantera de la camiseta, de “bolsilludos” se acortó a “bolso”. También utilizan
el apodo “los de la villa” para referirse a los hinchas del Club Atlético Cerro,
remitiendo a su identidad barrial “la villa del Cerro”.
En el caso de los cantos de la hinchada de Nacional, los apodos más utili-
zados para referirse a sí mismos son: “bolso” el cual es utilizado en 30 ocasiones,
le sigue “tricolor” 19 veces y “la blanca” 5. Como se menciona en el análisis de
los cantos de Peñarol el término “bolso” tiene un origen metonímico. El 24
de marzo de 1902 Nacional cambió su camiseta roja con cuello, bocamanga y
cartera azul por una blanca que tenía un bolsillo o banderita tricolor. La razón
fue que se desteñía y no se pudo conseguir otra de mejor calidad. De 1950 en

133
adelante se dejó de usar el bolsillo con el escudo cosido en él, por el escudo co-
sido, pegado, estampado o bordado sobre la camiseta.
Los términos “tricolor” que hace referencia a los colores del escudo del club
(azul, rojo y blanco) y “la blanca” que se refiere al color de la camiseta utilizada
por los jugadores son utilizados metonímicamente; en ambos casos el símbolo
sustituye a la cosa simbolizada (el Club Nacional de Fútbol). Los colores del
escudo de Nacional tienen su origen en la bandera de Artigas. Esta es uno de
los símbolos nacionales de nuestro país e identifica y hace honor a la figura del
prócer de la patria, José Gervasio Artigas. Consta de tres franjas horizontales
del mismo ancho, siendo de color azul la superior e inferior y blanca la del cen-
tro. Las franjas están atravesadas diagonalmente por una de color rojo de igual
ancho que las anteriores, que se extiende de la parte superior, junto al asta, al
ángulo inferior opuesto.
Entre los apodos utilizados para referirse al Club Atlético Peñarol (su tra-
dicional rival) predominan 2. “Manya” aparece en 9 ocasiones y “carbonero” en
8. También utilizan el apodo “los villeros” para referirse a los hinchas del Club
Atlético Cerro.
En los cantos del resto de las hinchadas de fútbol y básquetbol analizadas
también se utilizan diferentes apodos para autodenominarse y refererirse a los
adversarios deportivos. Algunos de ellos se relacionan metonímicamente con
el color de la camiseta utilizada por los jugadores, el símbolo (el color de la
camiseta o algún dibujo presente en ella) sustituye a la cosa simbolizada (el
club): albiceleste (Cerro); negro (Liverpool), negriazules (Liverpool); la fran-
ja (Danubio); blanco y negro (Wanderers); violeta (Defensor Sporting); rojo
(Rentistas); albivioleta (Fénix); auriverde (Cerrito); azulgrana (Unión Atlética);
el rojo (Trouville); la marrón (Bohemios); albiceleste (Cordón); pato (Biguá) en
el escudo de esta institución, el cual tiene forma de triángulo y es de color rojo,
tiene dibujado un biguá azul. Cuando los fundadores del club discutían un
nombre para éste y dado de que eran todos nadadores, el padre de uno de ellos
les dijo: “Tratándose de nadadores, ¿por qué no le ponen Biguá? ¡Es el nombre
del pato maragullón que abunda en nuestras costas!” y así quedó esta ave como
emblema de la insitución.
Otros apodos se relacionan con el barrio en el que está situada la cancha
y/o la sede del club: ¨señores llegó la banda del puente, la banda de los borra-
chos y delincuentes¨ (Cordón) se refiere al puente que hay sobre la calle Galicia
donde se sitúa el gimnasio de dicha institución; ¨hoy Liverpool hay que ganar
no podemos perder no te deja de alentar la banda de Belvedere¨ (Liverpool)
hace referencia a el barrio en el cual se ubica la sede y el estadio del club; ¨este

134
año villero no me podés fallar, dale dale Cee, dale dale Cee¨ (Cerro) hace alu-
sión a la Villa del Cerro lugar donde se sitúa la sede de la institución; ¨aguatero
hoy te vinimos a ver, ponga huevo, hoy no podés perder¨ (Aguada) el apodo
tiene que ver con en el barrio de la Aguada donde se sitúa el gimnasio y sede so-
cial del club; ¨hoy te vinimos a ver, playero vos sos mi vida¨ (Malvín) este alude
a la playa Malvín sitio característico del barrio homónimo donde está situado el
gimnasio y sede social del club.

Conclusiones
Los principales procesos de configuración identitaria entre los hinchas de
fútbol y básquetbol que entonan cantos y graban inscripciones en las banderas
con los colores de su equipo se relacionan con identidades de resistencia vincu-
ladas a lo territorial.
En el caso del fútbol uruguayo de primera división los principales modos
de articulación de la rivalidad corresponden al antagonismo entre Peñarol y Na-
cional ambos de la misma ciudad (Montevideo) pero que no están identificados
con un barrio en particular, sino que tienen hinchas de diferentes barrios de
Montevideo, así como también poseen una gran cantidad de hinchas en otros
departamentos del Uruguay. A diferencia de lo que acontece con los otros equi-
pos de primera división su identidad no está relacionada directamente a lo te-
rritorial. De todas formas, en el caso de Nacional el tener su Estadio el “Parque
Central” en el barrio montevideano de “La Blanqueada” hace que lo territorial
aparezca en algunos cantos. Mientras que en el caso de Peñarol la identidad es-
tuvo vinculada a lo territorial en los orígenes del club. El paraje donde se fundó
la institución se denomina Villa Peñarol y está ubicada a 10 km del centro de
la capital del país.
Al interior de estas dos hinchadas se produce un fenómeno de segmenta-
ción a través del cual se construyen grupos particulares identificados con nom-
bres propios y organizados, con reparto de roles y funciones, con banderas pro-
pias, a partir de ejes identificatorios diversos, generalmente barriales.
El resto de los equipos de fútbol de primera división y los de la liga uru-
guaya de básquetbol expresan una identidad local (barrial) y articulan el antago-
nismo fundamentalmente en torno a la rivalidad interbarrial (por ejemplo, Ra-
cing oriundo del barrio montevideano de Sayago con Fénix oriundo del barrio
montevideano de Capurro) y la rivalidad intrabarrial, es decir, entre equipos
del mismo barrio (por ejemplo, Cerro contra Rampla Juniors, oriundos ambos
del barrio montevideano de Cerro o Cerrito versus Rentistas los dos del barrio

135
montevideano del Cerrito de la Victoria o Malvín versus Unión Atlética siendo
ambos del barrio montevideano de Malvín).
Entre los hinchas que asisten a los espectáculos deportivos de fútbol y/o
básquetbol, entonan cantos y graban inscripciones en las banderas, se pudo
observar que se consideran algo más que meros espectadores. Se perciben a sí
mismos como los más leales custodios de la identidad colectiva construida en
torno a una determinada institución deportiva. Esto es expresado en los cantos
haciendo referencia a: 1) su compromiso y fidelidad para con la institución a la
que dicen seguir a todas partes, el seguir al equipo en las buenas y en las malas,
2) la fuerte expresión de afectividad con gran cantidad de referencias al corazón
y a la vida (dar la vida, nacimiento, muerte), 3) la utilización en forma frecuente
de verbos relacionados a la expresión de sentimientos (querer, sentir, amar, etc.),
4) la adhesión al equipo es autodefinida como un “sentimiento inexplicable” o
“una pasión inexplicable”.
Las identidades colectivas que surgen en torno a equipos de fútbol o bás-
quetbol promueven el antagonismo y el conflicto, que se manifiesta fundamen-
talmente en formas de violencia verbal hacia los otros equipos e hinchadas.
Los cantos de cancha e inscripciones en las banderas expresan un intercambio
recíproco de reconocimientos evaluativos entre las diferentes hinchadas a través
del cual se construye una definición sobrevaluada (y por lo tanto etnocéntrica)
de sí mismos y se atribuye unilateralmente identidades minorizadas, devaluadas
y frecuentemente estigmatizadas a las otras hinchadas rivales.
El antagonismo y el conflicto entre las hinchadas rivales se expresa en los
cantos de cancha a través de insultos, burlas y amenazas. Entre los insultos y
burlas presentes en los cantos de las hinchadas de fútbol de primera división y
de básquetbol de la liga uruguaya analizados en esta investigación, predominan:
los que hacen referencia a lo sexual (la atribución de una supuesta homosexuali-
dad y la feminización del adversario deportivo son los más utilizados) y aquellos
que se refieren a características subjetivas atribuidas al adversario (estos tienen
como tópico predominante la cobardía del adversario).
Otros insultos utilizados por las hinchadas analizadas hacen referencia a la
supuesta complicidad de la hinchada rival con la policía y señalan su falta de
alegría y entusiasmo en el aliento de su equipo. También apelan a descalificar a
la hinchada del conjunto que oficia de locatario, mediante el canto de “y ya lo
ven y ya lo ven, somos locales otra vez”, mostrando que a pesar de contar con
menos entradas disponibles en el Estadio, el colorido, la alegría y el entusiasmo
lo ponen los hinchas del visitante. El insulto a la madre de los hinchas del equi-
po rival es otro de los recursos frecuentemente utilizados.

136
También se manifiesta el antagonismo entre las hinchadas analizadas a tra-
vés de las amenazas. La mayor parte de ellas se relacionan con agresiones al
espacio físico (al barrio y al estadio), con fuerte predominio del verbo quemar y
agresiones a las personas (principalmente amenazas de muerte).
Las identidades construidas en torno a equipos de fútbol y básquetbol se
convierten a veces en “tiranas” al eliminar las exigencias de otras identidades.
En el Informe sobre Desarrollo Humano elaborado por el PNUD en 2004 se
explica dicho fenómeno con relación a las identidades raciales
Al vigilar este imperialismo de la identidad—un imperialismo que se mani-
fiesta tanto en las identidades raciales como en todos los demás aspectos—es muy
importante recordar siempre que no somos simplemente negros, blancos, amarillos
o morenos, gay, heterosexuales o bisexuales, judíos, cristianos, musulmanes, budistas
o confucianos. También somos hermanos y hermanas, padres e hijos, liberales, con-
servadores e izquierdistas, maestros y abogados, fabricantes de automóviles y horte-
lanos, hinchas de los Padres y de los Bruin, aficionados al rock grunge y amantes de
Wagner, cinéfilos y adictos a MTV, lectores de novelas policiales, surfistas y cantantes,
poetas y amantes de las mascotas, estudiantes y profesores, amigos y amantes. La
identidad racial puede ser la base de la oposición al racismo y si bien hemos avanza-
do mucho, todavía queda mucho por hacer. Pero no debemos permitir que nuestras
identidades raciales nos sometan a nuevas tiranías. (PNUD, 2004, p. 18)
No somos solamente hinchas de un equipo de fútbol o básquetbol, parti-
cipamos de otras múltiples identidades, quienes son adversarios deportivos en
el campeonato uruguayo pueden vibrar de emoción con los goles de una misma
selección nacional o el triunfo de un mismo partido político. Además pueden
compartir la misma clase social, orientación sexual, preferencias musicales, con-
formar una pareja en común, etc.

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139
¿Inadaptados? Masculinidad, violencia
y solidaridad en dos hinchadas de
Montevideo7

Marcelo Rossal – Rafael Bruno – Natalia Vernazza

Introducción
El fútbol ha sido un gran estructurador de la identidad nacional urugua-
ya . Desde finales del siglo XIX ha venido otorgando sentido identitario al país,
8

que antes que uruguayo fue oriental (Demasi, 1999). Pero lo oriental jugaba
a la guerra, como estos niños que retrató Hudson jugando a los blancos y los
colorados9. Los uruguayos juegan al fútbol, y el fútbol ha sido el deporte en el
cual han logrado un lugar de cierto privilegio, en un escenario global en el que
el fútbol no ha acabado aún de expandirse.

7 Por datos empíricos ver anexo 8.


8 El amable lector podrá pensar que se encuentra ante el texto de unos esencialistas románti-
cos. Creemos que no es para nada el caso. La identidad importa porque es un motor insoslaya-
ble de las energías individuales – colectivas. Gatti (2009: 9) lo explica con claridad: “[...] la idea
de identidad, ficticia o no, tramposa o no, lastrada por enormes pesos como está, sirve, pues en
ella, por ella, se vive. Será una porquería, pero es una porquería necesaria. Ya Stuart Hall advir-
tió de esa necesidad de guardarse de la crítica excesiva del término, de evitar ese pecado muy
común de la crítica antiesencialista que, encomendada a la misión de deshacerse de los vicios de
nuestros viejos ídolos, terminaba por tirar el agua de la bañera con niño y todo”.
9 Varios han sido los autores que se han referido a La tierra purpúrea como ejemplo de ese
Uruguay premoderno, barbárico, un ejemplo muy elocuente lo ofrece Morás (2000), refirién-
dose, muy especialmente a la conformación de los campos educativos y sanitario.

140
Desde los años 20 del siglo XX, el país ha logrado ubicarse en ese escenario
y cobrar existencia en la escena global10. La camiseta celeste ha significado, en
el ethos futbolístico nacional, un símbolo de gallardía de dimensión universal
que permite dar visos de realidad a la autoimagen de los uruguayos como ciu-
dadanos universales cuya particularidad los hace capaces de jugar con éxito en
cualquier cancha. Entre José Nasazzi y Obdulio Jacinto Varela se conformaba
un paradigma de hombre virtuoso, a escala nacional y universal (Osaba, 2012).
Las conquistas futbolísticas olímpicas de 1924 y 1928 y la mundial de
1930 hicieron conocer al Uruguay en la opinión pública deportiva mundial,
con los efectos que un triunfo deportivo tuvo en ese entonces (y más todavía
en el futuro) como indicador de “mens sana in corpore sano” y como indicador
indirecto de buen nivel nutritivo, sanitario y de virtudes morales y corporales.
La “Suiza de América”, la “Atenas del Plata” era además una especie de David
capaz de vencer a Goliat y eso parecía confirmar que “como el Uruguay no hay”
y que, como lo pensaba uno de los hacedores del Uruguay moderno (José Batlle
y Ordóñez), se podía construir un país modelo que no arrastrara las seculares
desigualdades y rivalidades que conspiraban contra la paz y el bienestar en Eu-
ropa. (Bayce, 2003)
Efectivamente, había en el país un ambiente favorable al desarrollo de los
deportes y la educación física así como un temprano Estado de bienestar. El cre-
cimiento del fútbol uruguayo corre parejo a la inclusión política de sus ciuda-

10 Sergio Villena (2003: 260) plantea que: “[...] estamos presenciando un debilitamiento de
la hasta ahora exitosa articulación entre fútbol y nacionalismo debido a que los procesos de
globalización favorecen una configuración del campo social del fútbol que se desplaza desde
los patrones internacionales, dominantes hasta ahora, hacia formas que tienen un carácter más
bien transnacional. Esto significa que, como ocurre en otros ámbitos, la globalización no debe
entenderse principalmente como una mayor difusión de esta práctica deportiva–espectáculo ni
como una creciente articulación entre organizaciones ancladas nacionalmente (procesos que
podrían denominarse más apropiadamente como ‘internacionalización’ antes que como ‘glo-
balización’), sino principalmente como un proceso de transformación y, más puntualmente,
de transnacionalización de sus patrones de organización y, articulado a ello, de sus funciones
sociales y simbólicas.” De todas formas, podría estarse construyendo una falsa oposición: el
Barcelona es un club de fútbol que alcanza a un mercado global, transnacional, lo cual no obsta
que sea un magnífico vehículo del nacionalismo catalán. A su vez, los mundiales de fútbol y las
copas regionales y escenificando los nacionalismos.

141
danos11. Y es en el Centenario de la primera constitución política que se celebra
el primer Campeonato Mundial de Fútbol. De ser un asunto de extranjeros en
el siglo XX, el fútbol había pasado a ser un asunto del país en tanto que espacio
simbólico y político: una polis que obtenía en el fútbol la primera gloria univer-
sal a sus blasones, precisamente en los Juegos Olímpicos. Entre las décadas de
1910 y 1930, el país no solo había nacionalizado los seguros y algunas empresas
públicas, también había nacionalizado el fútbol y lo había puesto al servicio de
su construcción identitaria12.
Las construcciones identitarias son objeto habitual de la etnografía. Tan-
to desde la sociología como la antropología, los estudios etnográficos se han
situado en hinchadas de fútbol y han acompañado trayectorias de hinchas,
ofreciendo comprensión allí donde suele haber descalificación moralizante. En
este artículo se incluyen dos aproximaciones etnográficas a hinchadas de fútbol
uruguayo que constituyen dos espacios sociales y simbólicos muy diferentes,
aunque integren el mismo deporte y el mismo “campo” –sí, en el sentido de
Bourdieu (1997): las hinchadas del Racing Club de Montevideo y el Club At-
lético Peñarol.
En estas aproximaciones se considera a la violencia tanto en su positividad
(Rifiotis, 2006) como en su sentido moral –de economía moral de la violencia
hablan Bourgois et al (2014)– y su vínculo a la solidaridad. En el alcance de este
texto se procura obtener comprensión, para ofrecer al lector una interpretación
diferente de las prácticas de miles de personas que suelen tildarse de inadapta-
das. Como veremos, entre la barra, más reducida –locus habitual de los “ina-
daptados de siempre”–, y la, siempre más numerosa, hinchada, hay relaciones

11 Los rituales y la mitología del fútbol se desarrollan en paralelo al rito electoral (Caetano
y Rilla, 1996; Caetano, 2011) consolidando nuestra polis, lugar de ciudadanos en el espacio
público, más allá de una imagen de Estado constructor de la ciudadanía. Amparo Menéndez
Carrión (2015) no ha dado el lugar que merece al fútbol, pero sí ha establecido un programa
de investigación y unas herramientas teóricas para pensar el desarrollo del espacio público na-
cional. Espacio público en el que se constituyeron cientos de clubes de fútbol que se agenciaron
con la vida política y social del país y dotaron de identidad nacional a un conglomerado hete-
rogéneo de inmigrantes del Viejo Mundo junto a criollos y patricios de toda suerte.
12 Entre quienes escribimos estas palabras hay un simpatizante de Nacional y dos de Peñarol.
Obviamente no estamos de acuerdo en algunas interpretaciones de la mitología futbolística,
pero sí concordamos que tanto Peñarol como Nacional representan un desafío al orden de-
portivo europeo en el país y adjudicamos a ese desafío buena parte de las glorias deportivas
tempranas de Uruguay. Osaba (2012) ofrece un buen panorama de la construcción identita-
ria del periodismo uruguayo a partir de una revista. Carlos Demasi (2004) ha sido fuente de
conocimiento e inspiración para comprender los tiempos del Centenario (1920-1930) en la
construcción identitaria de Uruguay como nación.

142
que dan o quitan legitimidad. Teniendo los actos performativos de la barra dife-
rentes niveles de alteridad, una frente a la hinchada del propio cuadro y frente a
la otra barra. Estos otros siempre son los giles, la gilada, pero son fundamentales
para el éxito performático de los actos de la barra.
Es cierto que no siempre hubo barras en todos los cuadros de fútbol uru-
guayos profesionales, algunos de los cuales no llegan a 500 aficionados habi-
tuales, pero es real que el aguante ha llegado con las generaciones más jóvenes
(menores de 35 a 40 años hoy) existiendo varias barras entre los clubes de fútbol
profesional de Uruguay. El Racing de Montevideo es ejemplo de un club de
barrio con varios cientos de hinchas entre los cuales, en los últimos años, se ha
ido conformando una barra. Peñarol, en cambio, tiene una barra importante,
con grupos a su interior, así como una hinchada muy grande en Uruguay e in-
cluso fuera del país, con varias peñas integradas por uruguayos que viven en el
exterior como por ciudadanos de otros países que admiran las glorias y hazañas
internacionales del club13.

Sobre la identidad
Tratándose de un abordaje desde la antropología, nuestro principal obje-
tivo es comprender las visiones, percepciones, discursos y prácticas que llevan
a cabo los sujetos en cuestión. Teniendo en cuenta la complejidad del campo y
la cualidad relacional del mismo, contemplamos las diferentes posiciones de los
sujetos en diversos espacios y jerarquías que componen el universo del fútbol,
como son “la hinchada”, “la barra”, los socios, jugadores, dirigentes y funciona-
rios y el periodismo especializado.
Distintas dimensiones juegan un papel muchas veces determinante en es-
tas construcciones identitarias, como el género, la clase, la pertenencia barrial
y la construcción de una historia y de una mitología asociada al club, estando
muchas veces esta identidad en disputa y conflicto con otros grupos.
Desde la identidad se desprenden algunos puntos que relacionados, juegan
un papel determinante en las acciones de las hinchadas: la masculinidad y las
categorías de “aguante” y “pasión”.
Gil (2008) concibe a la identidad marcada por la dimensión espacio–tem-
poral, debido a que considera que los diversos colectivos (sean clanes, barrios o
demás) se proyectan sobre ciertas territorialidades a partir de una construcción

13 Es necesario aclarar que se puede ser barra e integrante de una peña. Ex integrante de una
barra y mero hincha que va de vez en cuando a ver al equipo. Todos son hinchas, pero no todos
integran la barra o una peña.

143
histórica. Sobre esto, las narrativas de pertenencia pueden ocultar deliberada-
mente versiones y datos frente a una “historia verdadera”.
Por otro lado, siguiendo a Lovell (1998), Gil plantea que otras dimensio-
nes atraviesan las construcciones identitarias. Determinados lugares, rutinas,
valores, pueden representar en el imaginario ciertos modos de ser que plantean
la posibilidad de asumir una identidad con otro espacio o práctica. Precisamen-
te para este autor, el fútbol plantea esta posibilidad de que se asuman diversas
representaciones sin siquiera ser parte de esos relatos (Gil, 2008)
Preguntándole a Oscar sobre su trayectoria me decía – Acá la mayoría somos de Sayago,
Racing es el club del barrio, nuestros viejos eran de Racing... lo sentimos muy fuerte ¿sa-
cás? De repente los hinchas de los equipos grandes se hacen porque ganan mucho,
o porque los ven en la tele, es medio trucho eso... acá hay una pasión de verdad,
le gente se identifica con el juego de Racing, no lo viene a ver solo para que gane, si se
juega lindo la gente se va contenta igual, por algo es la escuelita, porque se enseña a jugar
lindo. Fragmento de diario de campo 12/09/2016, Racing visitante vs Fénix.

Si seguimos la idea de que la identidad de un grupo en parte es definida por


“lo que no es”, es decir, por su antagonismo con otro grupo, resulta interesante
observar, tal como lo hace Gil (2008), que si las hinchadas se consideran como
poseedoras de ciertos atributos positivos, siempre la hinchada contraria, o las
demás, son depositarias de cualquier atributo infame u objeto de humillación.
En este sentido Garriga Zucal plantea que:
Las hinchadas tienen, según sus integrantes, tres cualidades distintivas, que los di-
ferencian y los aglutinan. La primera es la fidelidad: estos simpatizantes afirman
ser aquellos que a pesar de las condiciones desfavorables asisten a los partidos, sin
importar si la adversidad tiene facetas deportivas o climáticas o de largas distan-
cias. La segunda cualidad que los define es el fervor: según ellos son los únicos
espectadores que durante todo el encuentro deportivo saltan y cantan, alentando
a su equipo sin importar si éste pierde, gana o empata. (Garriga Zucal, 2007: 2)

El aguante
Según Alabarces y otros (2008), etimológicamente el aguante remite a ser
soporte, a apoyar, a ser solidario. En la “cultura” del fútbol se carga de diferentes
significados, que todos conducen a la puesta en acción del cuerpo.
Se puede ‘poner el cuerpo’ de muchas maneras: alentando incesantemente al equi-
po, yendo a la cancha de local y visitante, soportando las incomodidades de los
estadios y los viajes, resistiendo a la lluvia, el calor, el frío. Este tipo de aguante
es el que reclaman para sí los hinchas visitantes. (Alabarces y otros, 2008: 117)

144
A su vez, para la barra, según este autor, el sentido dominante del aguante
es el de la violencia física. “La posibilidad del aguante de edificar un sistema
de valores, un marco de percepción del mundo – un sistema moral restringido
al contexto del fútbol– está sustentada en las prácticas de lucha, en los en-
frentamientos corporales” (2008: 118) Por otra parte, para los hinchas, tener
aguante es mostrarle al otro que “tenés huevo”, es mostrarle que “sos macho y
que aguantás”. “Macho” es el que demuestra bravura y valentía en un combate.
(Alabarces y otros, 2008)
Garriga (2007) expresa que
[...] mientras algunos espectadores llaman aguante al fervor y a la fidelidad por el
club de sus amores, los pibes señalan el aguante solo vinculado al enfrentamien-
to corporal. El aguante concebido de formas distintas se conforma como herra-
mienta de identificación, distinguiendo dos universos de simpatizantes distintos
y masculinidades diferentes: la de “los pibes” y la del resto de los espectadores”
(Garriga, 2007: 22).

Los jóvenes que forman parte de estos espacios, “aprenden a ser ‘duros’,
a ser ‘machos’. Los estadios de fútbol y las peleas que en este ámbito se origi-
nan son un excelente campo en donde demostrar características masculinas”
(Garriga, 2007: 7). Para los que son miembros de la barra, la participación en
diferentes actos violentos es lo que otorga el aguante, y por lo tanto es lo que los
diferencia de los demás sujetos que no han atravesado ese límite y también de
los que nunca lo harán. “De esta forma, los jóvenes se ven coaccionados a reali-
zar prácticas de este tipo para ser aceptados como hombres por sus compañeros”
(Garriga, 2007: 15). Aquellos que no hayan participado en actos violentos no
pueden ser considerados parte del grupo, de la barra.
...cuando terminó el partido noté que la gente empezó a mirar hacia el sector de la ba-
rra, vi cómo uno de los integrantes saltó hacia la cancha en dirección a la parcialidad
de Liverpool. El tipo llegó e intercambió unos cuantos golpes a través del alambrado
con algunos hinchas de Liverpool. El alambrado lo protegía, él lo sabía, pero de todas
maneras les abría los brazos y les decía “vengan, vengan cagones” con una postura
de como “aquí estoy yo y me la banco solo”. El episodio terminó sin muchas más
vueltas. El sujeto se cambió de vestimenta así la policía no lo reconocía. Me dio la
impresión de que ya lo sacaban hace rato, nadie hizo nada, la seguridad se limitó a
mirar y ni siquiera preguntaron por él. Fragmento de diario de campo 06/09/2016,
Racing (local) vs Liverpool.

(Ver foto pág. 210)

145
Es interesante observar cómo existe en los dos clubes una lógica diferente
del aguante, íntimamente relacionada con las cuestiones identitarias. Para el
caso de Racing es un estandarte no ser parte de la mayoría. El ser un cuadro
chico, con limitadas posibilidades económicas y deportivas, es una cualidad
positiva ya que demuestra tener verdadero aguante y pasión. A diferencia de las
“hinchadas grandes” que se jactan de ser la mayoría.
De repente los hinchas de los equipos grandes se hacen porque ganan mucho, o
porque los ven en la tele, es medio trucho eso... acá hay una pasión de verdad,
la gente se identifica con el juego de Racing, no lo viene a ver solo para que gane, si se
juega lindo la gente se va contenta igual, por algo es la escuelita, porque se enseña a ju-
gar lindo. Fragmento de diario de campo 12/09/2016, Racing (visitante) vs Fénix.

Cánticos y banderas en el marco del aguante


Garriga Zucal (2007) cree que uno de los ejemplos que abarcaría las tres
cualidades de la hinchada son las banderas. Éstas al estar presente en la tribuna,
dan a conocer a los demás su presencia, lo que se asocia con un ícono de fide-
lidad. También se relacionan con el fervor ya que adornan y dan color a la hin-
chada. Por último, señala que el traslado de las banderas no es para cualquiera,
porque se requiere de una negociación con la seguridad, pero no solo eso sino
que se necesita “un operativo de seguridad que pueden ofrecerlo aquellos que
tienen una organización y una capacidad violenta como la hinchada, ya que las
banderas son codiciadas por los grupos adversarios” (Garriga, 2007: 41).
En los enfrentamientos entre barras es de suma importancia custodiar las
banderas “porque son los objetos sagrados que los adversarios quieren poseer”
(Moreira, 2007: 11). Apropiarse de las banderas de sus rivales, en palabras de
Moreira, “acrecienta la reputación de los expropiadores mientras desprestigia la
de los desposeídos” (Moreira, 2007: 14). Cuando se roba un “trapo” del rival,
se luce en la tribuna popular como un trofeo de guerra, se quiere así humillar
a los propietarios. Esto produce una reacción por parte de los propietarios a
los cuales se les quitó esa bandera ya que comienzan a preparar estrategias para
recuperar lo que perdieron.
El 16 de marzo del 2017, en el Estadio Campeón del Siglo, jugaron Peñarol–Atlético
Tucumán por la Copa Conmebol Libertadores. Al comenzar el partido hinchas de
Peñarol, ubicados en la Tribuna Cataldi (Ámsterdam) sacaron dos banderas de Na-
cional y las lucieron como trofeo. Sin embargo, a diferencia de otras veces, son chiflados
por gran parte del público presente y las terminaron guardando casi enseguida. Este
hecho tampoco tuvo mucha repercusión en los medios ni en las redes sociales. Frag-
mento de diario de campo. Peñarol (local) vs. Atlético Tucumán.

146
La prohibición de entrar con banderas al estadio es un tema recurrente en
Uruguay. Una de las razones que se planteó por parte de las autoridades, con
motivo del partido clásico, fue que si nadie podía llevar banderas nadie iba a
robarlas, por lo que no habría incidentes. A consecuencia de esto se generan
protestas por parte de los hinchas, como pasó el 1 de abril del 2017, en el par-
tido Peñarol-Sudamérica en el Estadio Campeón del Siglo. Ese día hinchas de
todas las tribunas dieron vuelta las banderas en señal de protesta por no poder
entrar con ellas al próximo clásico, que se jugaría el miércoles 5 de abril del
2017. También se colgó una bandera blanca, en la tribuna Cataldi, que decía
#lasBanderasNoMatan.
No es la primera vez que se protesta de esta forma en este año ya que al
comenzar el campeonato, con las nuevas propuestas de la AUF y del Ministerio
del Interior y la “lista negra” de personas que no pueden ingresar a los estadios,
la barra protestó de igual forma y sin tocar los instrumentos en el primer tiem-
po. Sin embargo, un grupo de la hinchada de Peñarol en su cuenta de Facebook,
expresó que ese no fue el motivo, sino que “[...] se colgaron al revés en forma
de protesta a cómo nos tratan y cómo nos utilizan en beneficio propio. Quieren
asociar una camiseta a la violencia en el deporte [...] Siempre la culpa la tiene
la barra. Las banderas no generan violencia, los bombos tampoco. ¿Cuántos
incidentes hubo hoy? Ninguno. (...)
La hinchada no se calla”.

(Ver fotos de pág. 208 y 214)

En el partido clásico (5/4/17) algunos hinchas, de ambos cuadros, tuvieron la


ingeniosa idea de llevar remeras lisas y con una letra pintada para que al juntarse
con otros se formara una frase, lo que de lejos quedaba como si fuera una bande-
ra. Fragmento diario de campo Peñarol vs Nacional. Estadio Centenario.

(Ver fotos de pág. 207, 209, 210 y 213)


Los cánticos están relacionados al aguante, siempre están presentes y mues-
tran cuestiones de honor, de paternidad y de diferenciación con el otro, un otro
que “corre”, que no “tiene huevos”, que es “amigo de la policía”, etcétera. En
estos cánticos también se ponen en evidencia hechos que fueron importantes
para el honor de la hinchada, como ser la muerte de algún hincha contrario, la
corrida de los rivales o el robo de alguna bandera.
Un hincha me decía “Los cánticos son siempre iguales y los relacionados a la muerte
están desde hace años. Uno no está con la muerte pero las canciones siempre van a

147
estar; hablando con un dirigente le decía que nosotros no somos Winnie The Pooh y sus
amigos, somos barras de fútbol, no vamos a estar sentaditos cantando cosas saludando
a Nacional, siempre uno va a incitar al otro diciéndole te matamos a tal, corrimos a
tal, y el otro va a contestar”. Fragmento diario de campo.

Desde las canciones que entonan la hinchada, podemos desmenuzar varios


elementos sobre éstas.
Canciones Racing: “Desde chiquito el fútbol me gustó, desde chiquito
siempre quise ir a la cancha/ Los giles siempre me decían, Nacional o Peñarol/
Y tuve una revelación, ya sé qué quiero en esta vida / Yo quiero ser de la Acadé,
aunque tenga que ir a verla a la “B”/ Por eso yo soy de la Acadé! Yo soy de la
Acadé!/ Un sentimiento que se lleva bien adentro, quizás algunos no lo puedan
entender!” “La Acadé ponga más huevo, que tenemos que ganar/ Es la banda
del cervecero, que no para de alentar/ Vos sos mi vida vos sos mi pasión, te
llevamos en el corazón/ Solo te pido que salgas campeón/ Un sentimiento que
no tiene razón”.
Canción de Peñarol: “No hay ninguna hinchada como ésta, será por eso
que en el mundo nos respetan, porque siempre fuimos los dueños de la fiesta,
y que los demás nos miren y aprendan. No hay comparación con la locura, que
me genera estar acá en esta tribuna, porque de chico me enseñaron a quererte,
por eso este amor va a ser para siempre. Pasan los años, los campeonatos, al
carbonero vengo a ver descontrolado, haciendo fiesta en cualquier lado, y vos
gallina date cuenta que ya no existís, Peñarol copa todos los barrios, y hace rato
ya se demostró que acá en Uruguay manda Peñarol”.
Aquí, además de aparecer la diferenciación con el otro, en el caso de Ra-
cing se cita la pasión verdadera, esa que Gil (2008) dice que los colectivos se
jactan de poseerla y de desestimar ese capital en los otros. En el primer cántico
vemos cómo aparece esta diferenciación con los cuadros grandes, sin importar
que tenga que soportar ir a ver al equipo en una categoría inferior. Además en
ambos se invocan a los sentimientos y a la pasión, capital simbólico de prestigio,
ambas alejando a la razón de los motivos por los que seguirían al equipo, “es
trucho”, me decía Oscar al nombrar los motivos por los que la gente seguía a
los cuadros grandes.
En el caso de Peñarol la mayoría de sus canciones hablan del “aguante”,
de tener “huevos”, de querer salir campeones y de la rivalidad con Nacional y
Cerro. El cántico que mostramos es bastante completo simbólicamente ya que
muestra la rivalidad con Nacional, y cómo la hinchada de Peñarol es superior a
la del eterno rival en diversos sentidos.

148
Las canciones que predominan en un partido clásico (Peñarol-Nacional)
son, obviamente, en contra a Nacional como por ejemplo: “Gallina la puta que
te parió, corriste en Maldonado sos cagón, primero vos viniste a provocar, y no te
dio nafta pa aguantar. Vos sos cagón, no jodas más. Porque esta vez vas a cobrar. Vos
sos cagón, vamo a quemar, la mierda del Parque Central”. “Vamo’ aurinegro que
tenés que ganar, la banda siempre va a estar, ganes o pierdas eso a mí me da igual,
siempre te vengo a alentar, vamos a quemar el Cerro para festejar y también todo el
Parque Central, mandar otra gallina para el cajón, solo para sentirse mejor”. “Hay
que saltar, hay que saltar, el que no salta es Nacional”. Minutos antes de comenzar
un partido clásico, una hinchada canta una canción y la otra después le devuelve
el canto, como una lucha constante. Moreira (2007) expresa que las barras y los
demás hinchas comparten el repertorio de canciones.
“a través de los cuales brindan apoyo y aliento al equipo y provocan, con
burlas y desafíos, a la parcialidad rival (...) los hinchas en su totalidad participan
de la entonación de los cantos como una forma de ganar el duelo verbal y ges-
tual frente a los contrincantes” (Moreira, 2007: 10).

Solidaridad
“No es hombre el que dice serlo sino el que lo ha probado (...) los que
abandonan a sus compañeros en el transcurso de una pelea, no recibirán entra-
das de favor, no podrán viajar en los micros rentados por la hinchada o serán
impedidos de concurrir a los partidos que juegue su equipo.
Existen sanciones, y algunas de ellas muy agresivas, sobre los compañeros
que abandonan a sus colegas y huyen de un enfrentamiento contra grupos riva-
les” (Garriga, 2007: 21).
Aquí el autor nos habla sobre la solidaridad entre los miembros de una
hinchada en caso de violencia, pero esta solidaridad no se agota aquí, puesto
que vemos cómo muchas hinchadas, buscan generar un vínculo positivo entre
el grupo y el barrio, ciudad, etc.
Mientras miraba el sector donde se encontraba la barra noté una bandera que
hacía alusión a una ilustración de lo que parecía ser un rostro joven. Recordé que
Leandro me había comentado sobre una fundación dentro de la barra del club,
la cual “hacía cosas buenas por la gente de Sayago”. Le consulté a Oscar y me
comentó que era en homenaje a un chico muy hincha de Racing que se había
suicidado y que tenían como objetivo colaborar entre el club y el barrio, porque
se dieron cuenta de que la estaban cagando con muchas bobadas que hacían los
pendejos de la barra. Fragmento de diario de campo 06/09/2016, Racing local vs
Liverpool. (Ver fotos de pág. 211)

149
La página oficial del club 14describía la fundación como:
La agrupación se formó como consecuencia y a modo de homenajear la memoria de
Anthony Rico un joven hincha de la institución, que debido a un evento trágico nos
dejó físicamente el 27 de abril del año 2014, conmoviendo y uniendo definitivamente
a la familia cervecera.
A los pocos días del suceso, más específicamente el 5 de mayo del 2014 varios hinchas,
amigos y familiares, integrantes en su mayoría de la Banda de la Estación (grupo de
aliento del club) decidieron formar la agrupación que lleva su nombre, con el objetivo
primordial de emprender acciones por la institución y de estrechar su vínculo con el
barrio de Sayago y su gente. Fragmento de diario de campo 09/09/2016.(Ver fotos
de pág. 199)

Siempre que en la prensa aparece un hecho violento o un conflicto asocia-


do a Peñarol, muchos hinchas muestran su disgusto por mostrar lo malo de la
barra y no darle difusión a los actos solidarios que realizan. Las peñas, especial-
mente, son las que, dicho por algunos hinchas “se encargan de lo meramente
social” y por lo tanto colaboran con la sociedad de distintas formas (juntando
útiles escolares, ropa, comida, etcétera). Pero no son solo las peñas las que cola-
boran sino que también facciones de la barra promueven estos actos solidarios.
En junio del 2013, en la página de Facebook de Barra Ámsterdam LPDC
se da un número de cuenta en Abitab, que abrieron hinchas de Peñarol, para
que la gente colabore con una señora a la que le incendiaron el kiosco en los
festejos. Allí se agrega: “Vamos todos a colaborar para que esta señora no pierda
su fuente laboral por un grupo de estúpidos. Vamos a demostrar que el pueblo
de Peñarol y los VERDADEROS HINCHAS, somos solidarios”. En setiembre
del 2016, la misma página pone la imagen de una niña que necesitaba recaudar
dinero para tratamientos, “Rifan la camiseta del Glorioso y como somos todos
uno tenemos que darle una mano.
Esto es Peñarol”. En abril del 2016 se lleva a cabo un evento solidario en
el Palacio Peñarol. Los hinchas pidieron que se abriera el lugar para organizar
este evento. Allí iba a estar la Percusión Barra Ámsterdam y algunas bandas.
La idea era ayudar a la población de Dolores y a los afectados de todo el país,
llevando un alimento no perecedero o artículos de limpieza, agua, materiales de
construcción. Se aclara que el evento fue organizado por Percusión Barra Ám-
sterdam y Los pibes del Palacio. En octubre del 2016 se publican en la página
de Facebook de Percusión Barra Ámsterdam, las cuentas oficiales para colaborar
con Hernán Fioritto y Sebastián Enciso. Además de poner información para ir

14 http://www.racingclub.com.uy/anthony-obra-social/

150
a donar sangre a Sebastián. Terminan la publicación con la siguiente frase: “Va-
mos a demostrarle a los pibes por qué al carbonero lo hace grande su hinchada”.
En enero del 2017, la percusión iba a realizar un ensayo afuera del Palacio Pe-
ñarol, pero además se pidió que el que quisiera y pudiera llevara un alimento no
perecedero para ayudar a familias que lo necesitaran.

Discusión
Las personas y los colectivos más que espacios homogéneos signados por
las marcas sociales impuestas –ya sea desde adentro como desde afuera, ya se
trate de estigmas que deterioran la identidad o identidades autoafirmadas en
el tiempo con la gloria y el prestigio–, somos multiplicidades en movimiento
y devenir. Por otra parte, oponer violencia a solidaridad no es razonable en el
contexto de personas morales: los intercambios de dones implican al servicio
más elemental de cuidarnos entre los amigos (los nuestros) en relación a los
rivales. Las formas más tradicionales de solidaridad (arcaicas diría Mauss, 1971)
se juegan tanto a la hora de defender a un compañero que está siendo agredido
como para obtener recursos para un tratamiento médico de una niña o recordar
a un hincha que murió en un “evento trágico” porque allí se juega la identidad
“Esto es Peñarol”, pero podría ser cualquier otro club. Por otra parte, provocar
y luego correr o destruir injustamente y luego no resarcir no “es Peñarol”. Pero
tampoco es propio de las otras barras, pues no es propio de los valores tradicio-
nales que exhiben.
Claro está que estos valores son propios de la masculinidad hegemónica;
pero no es objeto de este trabajo hacer un aporte normativo. Pero para hacer
algún aporte es necesario mostrar lo que hemos visto y no domesticar la mirada
antropológica para evitar el lado oscuro de la solidaridad y quedarse solo con
su lado luminoso. No es idea de este trabajo mostrar que las barras “también”
son solidarias. La violencia, en ciertos momentos, se reproduce como parte de
la solidaridad.
Nadie sabe cuándo comenzaron los agravios entre las gallinas de un lado y
el otro (en Uruguay, la gallina es el otro). Como bien señala Faccio (2008), la
violencia en el fútbol se remonta a sus tiempos más remotos. Y estos agravios no
acabarán, pues mientras se mantengan vivas estas identidades la descalificación
del otro hará al goce de la identidad.
Seguramente estas formas de la violencia identitaria podrán modularse
mediante las tecnologías de la actual sociedad de control (Deleuze), y podrán
adquirir gramáticas propias a un, no teleológico, proceso de la civilización.

151
De todas formas, la violencia asociada a la identidad, esa porquería necesa-
ria (Gatti, 2009), es parte de la agonística propia al deporte competitivo. Podrá
asumir otras gramáticas, podrá tomar sentidos diferentes, pero los diferentes
grupos que hacen de la pasión y el aguante sus rasgos distintivos seguirán le-
gitimando formas de la violencia, que podrán irse restringiendo a expresiones
menos cruentas y dejando aparecer discursos novedosos, que adoptan ritmos de
otras dinámicas sociales.
En los últimos tiempos, dos hechos, uno internacional y otro nacional,
han mostrado otras formas posibles del aguante. El Borussia Dortmund, club
alemán –sus hinchas no son “Winnie The Pooh”– que inició campañas contra
el racismo y la xenofobia, antes de su partido como local en Dortmund sufrió
un atentado con explosivos contra su ómnibus y resultó un jugador herido,
razón por la cual el partido contra el Mónaco por la Champions League debió
suspenderse. Los hinchas del Mónaco, ya en el estadio de Dortmund expresa-
ron solidaridad con su rival y, a su vez, parciales del Borussia hospedaron en su
casa a hinchas rivales que no tenían pensado quedarse un día más en la ciudad
alemana.
Por otra parte, en marzo de este año, jugadores de los planteles de primera
división del fútbol profesional adhirieron a la campaña Ni una menos, que
el movimiento feminista lleva adelante en el país y la región. Estas actitudes
prácticas, contrarias a la xenofobia y el machismo, muestran otras gramáticas
posibles del aguante, en un momento histórico en el cual la alterofobia y el ra-
cismo sale de los grupos “ultras” de las hinchadas europeas y concita apoyo de
porcentajes importantes de los electorados de Europa.
El machismo y la xenofobia, cómodos en ciertos sectores de las graderías de
los estadios, podrán sentirse interpelados por campañas como las del Borussia o
de los jugadores del fútbol profesional de Uruguay. Las moralidades y las esté-
ticas, lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, también se establecen desde ciertos
actores cuya autoridad simbólica se pone en juego cada fin de semana.
“Inadaptados” somos todos, dependiendo del contexto. Una mirada com-
prensiva y relacional de las hinchadas deportivas podrá ofrecer a los ciudadanos,
sujetos del espacio público, un repertorio más amplio de formas de expresión,
tomadas de la multiplicidad propia a los interlocutores del espacio etnográfico;
de cada uno de los interlocutores y de los colectivos que conforman.

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152
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153
Proceso de trabajo interdisciplinario
desarrollado por el grupo de investigación

Bruno Mora Pereyra

Este apartado intentará resumir el proceso 2015-2016 del trabajo realizado


por el grupo interdisciplinario que planteó la propuesta “Análisis de las discursi-
vidades en torno a la violencia en el deporte” en 2015, con el fin de que el lector
entienda cómo se gestó el grupo15 y su trabajo, pero también para que sirva de
memoria e insumo para futuras acciones. A modo general, cabe mencionar que
coordinar y hacer funcionar un grupo de investigación es un trabajo de corte
académico que incide directamente sobre la producción de conocimiento de
sus integrantes, pero también depende de su armado y estructura, del grado de
impacto de sus labores en el resto de los servicios universitarios, de las redes aca-
démicas que conforme, y también del vínculo con la sociedad en su conjunto.
En todo esto debemos seguir aprendiendo para desarrollar capacidades con mi-
ras a resolver problemas usando el conocimiento existente, problematizándolo,
adaptándolo y transformándolo. Para esto creemos que es necesario estudiar
en profundidad, y discutir sin temor pero con rigor. En palabras de Rodrigo
Arocena (ex Rector de Udelar) “(...) la mayor revolución en la larga historia de
la universidad fue la que se definió por el propósito de vincular enseñanza e inves-
tigación. Dicha revolución no solo abrió caminos nuevos para la enseñanza activa
sino que convirtió a las universidades en sedes mayores de la investigación, pues en
ellas se multiplican los encuentros de investigadores eruditos y fogueados con jóvenes
estudiosos e iconoclastas. Esa conjunción, tan conflictiva como creativa, signa la
expansión de todas las áreas del conocimiento. Las capacidades para comprender y
transformar el mundo suelen conocer avances mayores en los terrenos de encuentro
entre disciplinas diferentes. Ello realza el papel en la investigación de la universidad,
cuando es capaz de promover tanto la generación de conocimientos en todas las áreas
como la colaboración creativa por encima de fronteras disciplinarias”. (AROCENA,
R. Presentación de la colección Biblioteca Plural 2013: 9).

15 A partir de la investigación parte del grupo siguió trabajando en conjunto para gestar el
Grupo de Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte.

154
En este sentido, se tomaron decisiones cruciales para generar un impacto
particular en ciertos sectores académicos y poblacionales, buscando repercu-
siones e inclusión de ciertos actores y grupos dentro de las discusiones. Por
ejemplo, este grupo en particular decidió tener una triple agenda de desarrollo
académico: la marcada por los intereses del propio grupo, la agenda mediática,
y la agenda política.
Los intereses del grupo giraron en torno a la investigación de temáticas
vinculadas al deporte, desde marcos teórico–metodológicos fundamentalmente
antropológicos y sociológicos, hasta su articulación con perspectivas provenien-
tes de los campos de las Ciencias de la Comunicación, el Derecho y la Educa-
ción Física.
En la agenda política se comenzó trabajando con el Plan Nacional Integra-
do de Deportes, al tiempo que se participó en actividades de la Secretaría Na-
cional de Deportes y del Gobierno Central, pero también Municipal y Departa-
mental, convocándolos a participar de las actividades organizadas por el grupo,
y en ocasiones se incentivó la coordinación conjunta (charlas con especialistas
internacionales como Pablo Alabarces, actividades de debate en distintos barrios
y en el interior del país, entre otras).
Las invitaciones fueron recíprocas, ya que se nos convocó a la Comisión
del Senado sobre Deporte, y además se trabajó con micropolíticas como el
Complejo Municpal SACUDE, ubicado en Casavalle, o el Programa APEX
Cerro (Programa Integral de la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades
en el Medio – Universidad de la República).
La agenda mediática uruguaya ha estado marcada en los últimos años por
un tema que si bien no es nuevo, sí ha sufrido recientes transformaciones ge-
neradas por intereses mediáticos –aunque también políticos y económicos–, y
que es el objeto principal de este libro: la violencia en el deporte, que también
es utilizada como disparador de una serie de estudios y discusiones que ocupan
los trabajos aquí reunidos (seguridad urbana, pandillas, barras bravas, hinchas,
sociedad de clases, perspectivas teóricas para el estudio del deporte, periodismo
deportivo, etc.).

155
DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE VIOLENCIA EN EL DEPORTE

Fase 1: Producción del proyecto


Como todo grupo, comenzó con actores que, interesados por temáticas
comunes, se reunieron para discutirlas y abordarlas. En ese sentido, el antece-
dente central de este grupo se encuentra en la Red Interdisciplinaria Deporte
y Sociedad, aprobada por el Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la
República. Si bien en la actualidad la red no está funcionando, sirvió como
catalizador para la creación del proyecto sobre Violencia en el Deporte y poste-
riormente para gestar el Grupo de Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte.
En 2015, integrantes actuales del grupo se reunieron con el fin de participar
en una convocatoria de la CSIC para la comprensión pública de temas de interés
general (Art.2), donde figuraban varios temas a abordar, uno de los cuales era el
fenómeno de la violencia en el deporte. Por la magnitud del tema, se convocó a
docentes de Facultad de Ciencias Sociales, Facultad de Información y Comunica-
ción y Facultad de Humanidades y Ciencias de Educación, con el objetivo de di-
señar una propuesta que pudiera ser presupuestada por el fondo CSIC. La elabo-
ración de dicho proyecto implicó una ardua tarea de redacción interdisciplinaria,
donde surgieron distintos sub temas y abordajes disciplinarios y metodológicos.
Finalmente se culminó la propuesta, cuya idea central de contraposición
de polos y debate ciudadano provino de Rafael Bayce, con algunas modificacio-
nes en base a discusiones interdisciplinarias –teóricas y metodológicas– dadas
en las reuniones de trabajo del grupo.
Se logró la aprobación y la financiación del proyecto para ser implementa-
do en 2016, para lo que se pagaron extensiones horarias a docentes, entre ellos
a Martín Ribeiro (FIC), que estuvo a cargo del registro, edición y producción
audiovisual de la investigación, tanto para los debates comunitarios como para
el informe audiovisual final en coordinación con Cuenco Producciones.
También gracias a este fondo se realizaron dos llamados a escalafón G grado
1 en Facultad de Ciencias Sociales para participar del proyecto (Cristian Maneiro y
Rodrigo Moreno), y se pagaron gastos adicionales. Como este presupuesto CSIC no
alcanzaba para cubrir la totalidad de la propuesta, se debieron buscar otras formas
de financiamiento, por lo que surgió la posibilidad de acceder a fondos de Educa-
ción Permanente, denominados Ciclos de Difusión (Unidad Central de Educación
Permanente, Universidad de la República). A partir de allí se plantearon las activida-
des planificadas en el interior (Maldonado, Cerro Largo, Rivera) y en Montevideo
(Parque Batlle, Centro, Villa García, Peñarol, Cerro, Punta Rieles, Casavalle), con
el objetivo de proceder al debate público–territorial que fundamentaba el proyecto.

156
Fase 2: implementación y acción territorial
Los aspectos fundamentales para la organización del proceso se discutían y
acordaban en reuniones semanales. Las dos primeras reuniones fueron dedica-
das a la consolidación de la idea y a la distribución de tareas. Como responsable
académico ofició Rafael Bayce, mientras que la coordinación general del pro-
yecto fue colectiva y focalizada en tres ejes de trabajo: a) apoyo en la coordina-
ción del proyecto en general (Bruno Mora), b) implementación de actividades
territoriales (Líber Benítez – Federico Wainstein – Ismael Cardozo – Luciano
Jahnecka) c) relevamiento teórico y empírico para la construcción de los polos
discursivos A y B. Previo a la implementación de las actividades territoriales que
se organizaron en formato de foros–debate, se realizó una encuesta de opinión
en los mismos barrios concurridos a cargo de Cristian Maneiro y Rodrigo Mo-
reno, actuando en coordinación con el grupo de implementación de actividades
territoriales.
La construcción del polo discursivo A, hegemónico, constituido por los
discursos mediáticos y políticos sobre el tema, y gran formador de opinión y
sentido común, estuvo a cargo de Ignacio De Boni (con colaboración de Natalia
Vernazza y Juan Cristiano), mientras que la articulación del polo discursivo B,
alternativo, integrado por los postulados teóricos y las investigaciones científicas
sobre el tema, corrió por cuenta de Rafael Bayce.
La acción territorial no se limitó a las actividades puntuales para la inves-
tigación sino que se crearon grupos de lectura locales, espacios abiertos de dis-
cusión sobre producciones escritas y hechos en la vida deportiva, que tuvieron
lugar en Montevideo, Maldonado, Rivera y Cerro Largo. Esto significó poner
sobre la mesa quincenalmente textos académicos, periodísticos y políticos para
su discusión y retroalimentación de aprendizajes y conocimientos en las reunio-
nes semanales del equipo de trabajo.
Respecto a las actividades territoriales propuestas en el proyecto de inves-
tigación, en Montevideo se organizó la realización de foros–debates en el Cerro
(APEX Cerro), en Peñarol (Proyecto Impulsa – INJU MIDES), en Casavalle
(Complejo Municipal SACUDE – IM), en Villa García (Espacio de Formación
Integral Villa García / unidad curricular Juego y Recreación – ISEF), en Punta
Rieles (Grupo de Vecinos del Teatro de Verano), en el Centro (en coordinación
con la Secretaría de Deportes de la Intendencia de Montevideo) y en Parque
Batlle (en coordinación con el Instituto Superior de Educación Física y la revista
Zona Mixta).
Todas las actividades departamentales se realizaron en los Centros Univer-
sitarios Regionales junto con la Revista Digital Zona Mixta, y en todos los casos

157
se contó con la presencia de referentes locales. La actividad departamental de
Montevideo se realizó en el ISEF, contando con la presencia de los comunicado-
res Ricardo Piñeyrúa y Rómulo Martínez Chenlo. Por su parte, la actividad en
Maldonado tuvo lugar en el CURE, con la participación del periodista Krikor
Kouyoumdjian, en Cerro Largo se desarrolló en el CUCEL, con el Dr. Enrique
Mazzei como invitado, y en Rivera se utilizó el CUR, con la presencia del pe-
riodista Freddy Silva.

Fase 3: algunas trayectorias y algunos desafíos sobre el tema


Tanto en los eventos barriales como en los del interior del país se presenta-
ron los polos discursivos y se dio lugar a la opinión de la gente, en la medida en
que avanzaba la presentación a cargo de los expositores.
Tal como habíamos previsto en las hipótesis básicas del proyecto, las en-
cuestas hechas in situ antes de los debates territoriales mostraron que la opinión
pública está enormemente influida por la mayor simplicidad y muy superior
difusión de las creencias y argumentos que caracterizan al polo discursivo y
práctico A. En efecto, el análisis de los formularios de encuesta revela un altísi-
mo grado de coincidencia de la opinión de la gente con el polo A. Sin embargo,
el análisis de la dinámica de los debates territoriales (videados) también muestra
que, cuando la gente lee y oye los argumentos del polo B, la monoliticidad del
discurso del polo A y la adhesión a él pierden alguna fuerza. Dicho resultado
reconforta mucho a los integrantes del equipo de trabajo, ya que se intentaba
mostrar que la fuerte hegemonía sociocultural y política del Polo A en la po-
blación se debería a la falta de acceso de la gente a argumentos alternativos,
que existen en la academia internacional, regional y nacional, tanto a nivel de
investigación como de reflexión teórica; pero que están básicamente ausentes
del discurso periodístico y del de los decisores políticos y, por la tanto, del con-
sumo cultural masivo. Cuando la gente accede a ellos de modo “didáctico”, los
contenidos del polo B comienzan a aparecer en el discurso de la gente en los
debates. Se justifica, entonces, en sumo grado, la preocupación del art. 2 de la
Ley Orgánica de la Udelar por la contribución de la investigación y difusión res-
pecto de temas de interés general, que parece que efectivamente elevan el nivel
de información para el debate popular sobre ellos, y también el de los insumos
para la decisión política.
Similar intento de ‘revolución discursiva’ se buscó cuando se levantó el
tema del grado de responsabilidad colectiva por la aparición de violencia en la
sociedad en general y en el deporte en particular; generalmente se le tira todo
el fardo al estado y a los gobiernos, lo que es excesivo e ignorante de la parte

158
de responsabilidad de todos en la cotidianidad civil para la generación de las
violencias y agresividades. La admisión de esa responsabilidad parcial también
facilita la necesaria participación comunitaria en la mejoría de dichas violencias,
participación técnicamente fundamental en la superación de la gravedad y pro-
fundidad de los problemas relacionados.
Por nuestro lado, hemos intentado –logrando avances significativos– tra-
bajar el tema por diferentes medios, como ser el Diálogo Social, el vínculo con
ONFI y ANEP, la introducción de este tema en el programa de una unidad
curricular (Teoría y práctica del deporte, plan 2017) de la formación del Licen-
ciado en Educación Física ISEF – Udelar, la inclusión de docentes especializa-
dos en la futura Maestría en Educación Física, y la invitación a participar en la
Comisión Parlamentaria Especial de Deporte el 28 de marzo de 2017, a la que
asistimos a presentar la investigación y plantear distintos aspectos para seguir
trabajando en conjunto.
Por último, como parte de las acciones paralelas se organizó el curso de
Educación Permanente sobre Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte: ha-
ciendo foco en la violencia, tanto para estudiantes avanzados como para egresa-
dos, gracias a la convocatoria interservicios de la Unidad Central de Educación
Permanente. Además, el grupo organizó la Mesa Temática de Estudios Socia-
les y Culturales sobre Deporte en el marco de las Jornadas de Investigadores
de la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar), donde varios de sus integrantes
presentaron distintos proyectos e investigaciones académicas sobre la temática.
También se presentó la investigación central sobre polos discursivos en torno
a la violencia en el deporte en el Encuentro de Investigadores y Extensión en
Educación Física, y se organizó un ciclo de Charlas Olímpicas a nivel nacional
(Montevideo, Rivera y Maldonado), aprovechando el año olímpico, con acadé-
micos de prestigio tanto nacionales como extranjeros.
“si te gusta poner el cuerpo, aguantá el pelotazo”

Frase creada a la interna del Grupo de Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte,
al cierre del trabajo en 2016, ante los avatares del trabajo con la política, la acade-
mia, la gente y los vicios.

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sociales, fracasos políticos, Buenos Aires, Godot.

160
Anexo 1

Proyecto de Investigación

Análisis de las discursividades en torno al


tema de la violencia en el deporte16

Rafael Bayce (FCS), Bruno Mora (CUCEL).


Líber Benítez (ISEF), Juan Cristiano (Fac. Derecho), Ignacio De Boni (FCS),
Luciano Jahneka (CUR) Cristian Maneiro (FCS), Tamara Parada (CURE),
Martín Ribeiro (FIC), Marcelo Rossal (FHCE).

A.- Descripción de la temática y su abordaje interdisciplinario


Como asunto de interés general, al cual la Universidad debe contribuir metódica, sistemá-
tica y científicamente, y como insumo para mejores decisiones políticas, pocos temas rivalizan
con la ‘violencia en el deporte’ como prioridad.
Desde una perspectiva en la que dialogan multidisciplinariamente la sociología, la psico-
logía, la antropología, la comunicología y la educación física, se hipotetiza la conformación de
dos polos bien diferenciados de discursos articuladores de creencias, opiniones, actitudes, nor-
mas; y de decisiones políticas e institucionales inspiradas en ellas. También se intentará, si fue-
ran hallados los polos esperados, una explicación de la magnitud de las diferencias entre ambos.
En los últimos años, el Estado, en articulación con otras instituciones interesadas en la
problemática de la violencia en el deporte, buscó implementar a través de políticas públicas, so-
luciones para reducir los casos particularmente visibles en los medios de comunicación, tenien-
do como uno de sus marcos la ley 17.951 (URUGUAY, 2006). Esta, por su vez, ha mostrado
especial atención por el conflicto físico no discriminando, por ejemplo, entre el entendimiento
de las agresiones basadas en el género, las identidades sexuales, las referencias de clase social y
étnico–raciales.
Ampliamente aceptadas en muchos contextos deportivos, tales prácticas de violencia son
sostenidas a través de la producción de una masculinidad hegemónica que se encuentra en
conformidad con un modelo de consumo cultural en escala global, al mismo tiempo que tiene

16 Propuesta de Investigación financiada por CSIC, convocatoria a temas de interés general


Art.2, 2015.

161
implicaciones locales. En Latinoamérica, adjetivada por una comprensión de la figura del ma-
cho y de sus disputas simbólicas, tiene como consecuencias la ausencia o la invisibilización de
mujeres en el contexto deportivo, la esencialización de las etnias afrodescendientes, entre otras.
A través de la investigación se perseguirán los siguientes objetivos:
a.- Tipificación de puntos comunes a la visión que del tema tienen los actores directos e
indirectos más importantes e influyentes. El primer polo discursivo (en el futuro Polo A) proba-
blemente estará integrado por jugadores y ex–jugadores; cuerpos técnicos; árbitros; dirigentes;
periodistas especializados; líderes comunicacionales de opinión; políticos; policía y seguridad
privada; operadores judiciales; hinchas; Asociación Uruguaya de Fútbol, Mutual Uruguaya de
Futbolistas Profesionales; productores y publicistas; sondeos de opinión y público en general.
Quizás sea este polo el más influyente en la conformación del sentido común y de la opinión
pública sobre dichos temas. Será construido a partir de la recopilación de sus manifestaciones
en la prensa audiovisual, oral y escrita, y de documentos técnicos y normativos producidos por
instituciones con autoridad, jurisdicción y competencia en esos temas. Este punto de partida
será útil también para la conformación posterior de documentos escritos, orales y audiovisuales
que sirvan para las presentaciones de los resultados de la investigación, para su difusión mediá-
tica y para la promoción de foros de debate de la temática, enmarcados en una simultáneamente
precisa y atractiva dosis de insumos polémicos para el debate, la acción comunitaria y hasta
decisiones políticas al respecto.
b.- Tipificación de puntos comunes a la visión más académica que del tema tienen soció-
logos, politólogos, antropólogos, psicólogos, comunicólogos, criminólogos, educadores físicos
y economistas. Le llamaremos ‘Polo B’ y será construido a partir del análisis de la literatura
internacional, regional y nacional más importante de la temática. Será vertido, como el Polo A,
en productos audiovisuales (personas exponiendo puntos de vista, gráficos y tablas) destinados
a la polémica pública y a servir como insumos decisorios políticos.
c.- Explicación, desde las ciencias sociales, de la divergencia entre las visiones de los lla-
mados polos discursivos A y B, e indicaciones sobre la masificada hegemonía del Polo A sobre el
Polo B a nivel de opinión pública y de decisiones políticas y legislativas. Se mencionan las más
importantes leyes, decretos, reglamentos y protocolos de intervención vigentes, casi siempre
sustentados en argumentos provenientes de actores constituyentes del Polo A.
d.- Propuesta de una salida creativa para zanjar las distancias entre los polos, con la in-
tención de acercar a la opinión pública, al sentido común temático, a la acción comunitaria y a
la decisión política pública a la postulación de una prevención social de la violencia, en la que
los actores directos asuman la parte que le corresponde en contra de la generación de causas
profundas de la violencia social y en el deporte, sin erigir malignos, dañinos e injustos chivos
expiatorios ni elevar todo al nivel represivo y gubernamental o estatal. Que las comunidades se
comprometan a intentar una minimización progresiva de la violencia y de sus causas profundas,
como actores activamente contribuyentes y no solo como vociferantes reclamando medidas tan
represivas y autoritarias como inocuas y aportadoras al miedo fascistizante y a estados policial–
penales sustitutos de Estados sociales. Se intenta así evitar las demandas pasivas que eluden la
participación y el involucramiento de las comunidades en la comprensión y solución de sus
problemas sentidos.

162
B.- Estrategia de trabajo, difusión y actividades específicas

B.1 – Estrategia de trabajo


– Selección de los espacios televisivos, radiales y escritos que condensan la aparición pú-
blica de actores directos e indirectos que alimentan una opinión mayoritaria, hegemónica y
masiva sobre la temática.
– Análisis de esos contenidos aislando las afirmaciones básicas de ese discurso masivo,
hegemónico y mayoritario (Polo A).
– Selección de los más conspicuos representantes de ese discurso a los efectos de construir
los insumos escritos, orales y audiovisuales para la presentación de los resultados del trabajo, su
difusión mediática y la promoción de foros de debate locales y comunitarios.
– Selección del marco normativo (leyes nacionales, decretos, reglamentos, digestos mu-
nicipales, normativa regional e internacional deportiva) y de las principales acciones que han
trasladado a la práctica pública e institucional las creencias y opiniones que creemos han estado
básicamente sustentadas en el Polo A.
– Enumeración de la teoría e investigación académicas pluridisciplinarias que compren-
den la temática, desde ángulos sistemáticos, metódicos y científicos (Polo B), en los niveles
nacional, regional e internacional.
– Convocatoria de instancias de reunión comunitaria para apreciar qué causas de la vio-
lencia en el deporte pueden tener un origen comunitario y qué podría hacer la comunidad para
minimizar esa causalidad en el futuro, de modo de contribuir a minimizar efectos de esa violen-
cia, ya sea por sí misma o en conjunto con otras instancias institucionales locales o nacionales.

B.2 – Plan de Difusión


Se confeccionarán informes escritos, en audio y audiovisuales; a) como insumos de difu-
sión de la investigación; b) como facilitadores de difusión mediática; c) como estímulo básico
para foros de debate abiertos; d) como apoyo para iniciativas de involucramiento comunitario
con la temática.
Para dichas instancias de difusión y motivación de la reflexión se recurrirá a un listado
mediático, a instancias universitarias adecuadas, a instituciones nacionales, departamentales y
locales, tanto públicas como privadas, que puedan tener interés en los temas o potencial para
promoverlos.

B.2.1 – Exhibiciones públicas con foro–debates


Organización de actividades sobre la temática a nivel de todo el territorio nacional, con
exhibiciones públicas del material audiovisual seguidas de debates que contarán con la partici-
pación de integrantes del equipo de investigación. Las instancias de exposición y diálogo serán
registradas en forma de audio y/o audiovisual, y dicho registro constituirá un insumo adicional
para nuevos espacios de intercambio institucional y comunitario. En el interior se cuenta con
el interés y el compromiso de los CENURes en los que tiene presencia el ISEF (CUP, CUR,
CURE y Cerro Largo), y en Montevideo se prevé la realización de estas actividades en distintas
zonas del Montevideo urbano y sub–urbano en las que el ISEF también tiene presencia y vín-
culos locales.
Público objetivo: comunidades locales, sociedad civil organizada, referentes locales.

163
B.2.2 – Difusión electrónica
Difusión electrónica del material escrito, gráfico, oral y audiovisual a través de internet,
páginas institucionales de los servicios involucrados y de organizaciones e instituciones vincula-
das a la temática, plataformas educativas (EVA, Ceibal, CREA, etc).
Público objetivo: estudiantes y docentes del sistema educativo en todos sus niveles, inte-
grantes de las instituciones vinculadas a la temática.

B.2.3 – Difusión en medios masivos


La estrategia final dependerá de las posibilidades reales de generar acuerdos y espacios
en los medios masivos para la difusión de lo producido y la promoción de una reflexión cons-
tructiva sobre la temática. El objetivo es instalar el tema en la agenda pública y aprovechar el
interés general por la temática para ofrecer una perspectiva técnica, plural y abierta que inspire
el diálogo activo y la comprensión colectiva tanto de las causas profundas del problema como
de la posible minimización progresiva de sus efectos.
Público objetivo: público consumidor de dichos medios masivos.

B.2.4 – Difusión académica


Organización de actividades académicas de conformación pluridisciplinaria con partici-
pación de investigadores y expertos en la materia, de origen nacional e internacional, así como
responsables de instituciones vinculadas a la temática y agentes tomadores de decisión. Al igual
que las exposiciones públicas con foro–debates, las instancias de difusión académica serán regis-
tradas y convertidas en nuevos insumos de intercambio institucional y comunitario.
Público objetivo: actores académicos, responsables institucionales y agentes tomadores
de decisión.

B.3 – Actividades específicas


– Selección del corpus de publicaciones escritas a analizar para la conformación del Polo
A.
– Selección del corpus de audiciones radiales a analizar para la conformación del Polo A.
– Selección del corpus de espacios audiovisuales (básicamente televisivos) para la confor-
mación del Polo A.
– Selección del corpus normativo (leyes, decretos, reglamentos, protocolos, digestos de-
partamentales, normas institucionales de instancias deportivas nacionales, regionales e interna-
cionales) y de prácticas de aplicación institucional que puedan revelar el grado de influencia en
las normativas y las prácticas institucionales de las instituciones competentes en el área.
– Selección de las obras conceptuales y de las investigaciones académicas que mejor con-
tribuyan a la conformación del Polo B.
– Análisis de contenido de publicaciones escritas, audiciones radiales, espacios audiovi-
suales, obras teóricas e investigaciones científicas para determinar los contenidos sintéticos de
los Polos discursivos A y B.
– Selección, de entre estos materiales, de los más claros ejemplos de lo sustentado por
los Polos A y B, a los efectos de la difusión resumida de los resultados de la investigación, así
como de la motivación de debates abiertos sobre ella, y del estímulo al involucramiento de
las comunidades en el diagnóstico y terapia de los problemas de la temática, con énfasis en su
participación en la causalidad y en su potencialidad para mejorar su impacto en las causas y en
la mejoría de los efectos.

164
– Difusión académica de los resultados de la investigación.
– Difusión mediática de los resultados de la investigación.
– Difusión y debates abiertos sobre los resultados de la investigación en la mayor cobertu-
ra geográfica a la que haya acceso y ante la mayor variedad de públicos y audiencias.
– Uso de los resultados y productos para provocar el involucramiento reflexivo de diversas
comunidades respecto de su papel causal en la generación de los problemas y también de su
posible papel en el mejoramiento de los mismos, especialmente a futuro, mediante una más
profunda reflexión y acción comunitaria.

C.- Detalle de las tareas de cada integrante del Equipo de Trabajo

EQUIPO COORDINADOR

Rafael Bayce.
Responsabilidad final en la selección de los corpus de prensa, teoría y normativa. Supervi-
sión de las recolecciones y de la construcción de los Polos discursivos y del análisis de contenido
de los corpus. Redacción del informe final y participación en la difusión de resultados acadé-
micos, mediáticos, institucionales y comunitarios. Énfasis sociopolítico en lo interdisciplinario.

Marcelo Rossal.
Participación en las mismas tareas pero con énfasis especial interdisciplinario en lo antro-
pológico y en la preparación del trabajo con comunidades.

Luciano Jahneka.
Participación en las mismas tareas que Bayce y Rossal, pero con más énfasis en el trabajo
antropológico y de difusión, en especial en el CUR.
Co-organización de tareas de difusión, en especial en CUCEL y CUR.

EQUIPO TÉCNICO

Bruno Mora.
Secretaría General de la Propuesta y Administración General de los recursos humanos y
materiales del proyecto. Alta participación en la difusión, en el aporte de insumos para la in-
terdisciplina desde la Educación Física, y en la consolidación de vínculos locales para el trabajo
comunitario.

Martín Ribeiro.
Producción, registro y edición de los productos audiovisuales de resultados académicos
del proyecto, de su difusión mediática y en foros locales de debate, hasta para insumos de mo-
vilización comunitaria. Énfasis comunicacional para la interdisciplina.

Cristian Maneiro.
Responsable de la selección final del corpus para el Polo B. Responsable del análisis de
contenido de los corpus.

165
Ignacio De Boni.
Responsable de la selección final del corpus para el Polo A. Asistente del análisis de con-
tenido de los corpus.

Juan Cristiano.
Recopilación de normativa. Análisis y vinculación con las categorías generadas a partir de
los Polos A y B.

Tamara Parada.
Co-organización de tareas de difusión, en especial en CURE. Contactos locales, institu-
cionales y de vínculos para la movilización comunitaria prevista.

Líber Benítez.
Co-organización de tareas de difusión, en especial en ISEF. Contactos locales, institucio-
nales y de vínculos para la movilización comunitaria prevista.

D.- Cronograma de ejecución y resultados en cada etapa


1.- Selección del corpus de prensa escrita, prensa oral y prensa audiovisual a ser analizado
(marzo–mayo). Producto esperado 1: corpus hipotéticamente fermental para la configuración
del Polo A.
2.- Selección del corpus de teoría e investigación interdisciplinaria académica a ser anali-
zado (marzo–mayo). Producto esperado 2: corpus hipotéticamente fermental para la configu-
ración del Polo B.
3.- Recolección del corpus del marco normativo y de las prácticas institucionales que
reflejan, implícita o explícitamente, elementos pertenecientes a los polos A y B a conformar
(marzo–mayo). Producto esperado 3: corpus de normativa y acciones institucionales que pueda
reflejar dosis variables de aplicación de los discursos A y B en prácticas normativas y prácticas.
4.- Análisis de contenido de los tres corpus para la muy probable construcción de dos
Polos discursivos (A y B), base de la sistematización ideológica, de la producción de resultados
de investigación, de difusión mediática, de difusión masiva y de motivación comunitaria (y
hasta de decisión política) (junio-setiembre). Producto esperado 4: configuración de los polos
discursivos A y B.
5.- Establecimiento de conclusiones finales de la investigación central del proyecto (octu-
bre). Producto esperado 5: conclusiones finales del trabajo de investigación.
6.- Comunicación académica de los resultados de la investigación y edición sintética de
los mismos en productos escritos, orales y audiovisuales especialmente aptos para su difusión
académica, mediática, masiva y comunitaria (noviembre). Producto esperado 6: difusión de los
resultados de la investigación.
7.- Fin del plan de difusión y establecimiento de un cronograma inicial y tentativo para
la difusión de los resultados a través de los productos sintéticos editados, producto de los con-
tactos institucionales nacionales, departamentales y locales habidos y los posteriormente con-
tactados (diciembre). Resultado esperado 7: cronograma del plan de difusión de los resultados
e inicio de los foros de debate locales y de los estímulos al involucramiento reflexivo y práctico
comunitario en la temática.

166
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170
Anexo 2

Versión taquigráfica del acta de la reunión


entre la Comisión Parlamentaria sobre
Deporte y el Grupo de investigación

28 de febrero 2017 – Palacio Legislativo


SEÑOR PRESIDENTE.- (Enrique Pintado) Habiendo número, está abierta la sesión.
(Son las 10:07).
La Comisión Especial de Deporte tiene el gusto de recibir a los representantes del Grupo
de estudios sociales y culturales sobre deporte de la UdelaR, sociólogo Rafael Bayce y señores
Ignacio De Boni y Bruno Mora. Como sabrán, desde hace un tiempo estamos trabajando en
temas vinculados al deporte y hemos recibido a distintas delegaciones para conocer su opinión
sobre una temática que nos preocupa a todos. Si bien nuestro objetivo es analizar lo relativo
al deporte en general y no solamente sus patologías, como consecuencia de algunos hechos
ocurridos en eventos de fútbol profesional, tuvimos que comenzar por las patologías. Para ello
estamos haciendo una revisión de toda la legislación vinculada a esto para determinar si es nece-
sario elaborar alguna normativa al respecto y si alguna medida administrativa podría colaborar
a solucionar el problema.
A su vez, nos planteamos la interrogante –el señor senador Bordaberry insiste mucho en
esto y por eso lo preguntamos a todas las delegaciones que la comisión recibe– de cuáles serían
las causas de esta situación. Nos interesa saber si nuestros invitados consideran que se han
producido cambios en el ámbito del deporte, que han determinado que los hinchas pasen a ser
barras bravas, para luego formar parte de organizaciones delictivas. Tuvimos la oportunidad de
escuchar una interesante exposición de parte del responsable de la prevención de la violencia en
los espectáculos deportivos en Argentina, quien señalaba que allí es mucho peor porque estos
grupos delictivos organizados no solo tomaron tribunas sino también estadios y clubes depor-
tivos. Sabemos que nuestros invitados han estado estudiando este fenómeno –en lo personal,
participé del seminario que organizaron– y nos parece importante que la Academia dé su visión
sobre las causas de esto, hacia dónde deberíamos apuntar y cuáles podrían ser las soluciones.
Tenemos entendido que este grupo de trabajo es multidisciplinario, ya que están representadas
la sociología, la comunicación, la antropología y la educación física. En consecuencia, luego de
haber recibido la opinión de diversos actores, nos parece que es una gran oportunidad recibir a
esta delegación en esta etapa final, ya que el mes que viene estaríamos trabajando en el análisis
de soluciones legislativas, en el caso de que correspondan, o de otra índole.
SEÑOR BAYCE.- Muy buenos días y gracias por la invitación.
Creo que podríamos seguir un modelo de discusión levemente distinto al planteado en
la presentación, aunque también la utilicemos. La presentación fue hecha para otro ámbito; se

171
realizó con el fin de resumir dos bloques de opiniones centrales en la historia de la reflexión
sobre el tema, exponerlos a nivel popular y debatirlos con ellos. En parte, es lo que hacía la
Universidad de la República que, a partir del artículo 2º de su Ley Orgánica, quiere investigar
temas de interés público. Nosotros queríamos que esos temas, después de ser investigados, fue-
ran llevados a debate.
Se formaron dos grandes grupos de opiniones sobre el tema para que la gente lo conociera
y debatiera sobre esa base. La intención era que la gente, al debatir se diera cuenta de que no
era inocente. Si hay violencia y violentos no es porque el Estado y los planetas se crucen, sino
que existe algo en la sociedad que genera violencia y violentos. No solo el Estado, la Policía, el
ministro del interior o el poder político son responsables de que esto exista, sino que, de alguna
manera, todos deben asumir cierta parte de la culpa en las causas de ello y considerar que tam-
bién juegan un papel en las soluciones.
La presentación es una exposición que prepara para el debate popular; por lo tanto, no sé
si es adecuado traerla a este ámbito. Tampoco sé si los señores senadores ya la vieron.
SEÑOR PRESIDENTE.- Yo la vi.
SEÑOR BAYCE.- Si bien es bueno verla porque prepara para una discusión, está dirigida
a otro público.
SEÑOR PRESIDENTE.- Tienen libertad para encarar el tema como lo consideren me-
jor. De cualquier manera, la exposición queda a nuestra disposición y podemos verla en cual-
quier momento.
SEÑOR BAYCE.- Creo que los señores senadores no necesitan leer la exposición –aun-
que dura poco y sistematiza cosas– porque la discusión va más allá. Cada uno de los señores
senadores tiene un interés particular en el tema porque trabajaron en él y quizás deseen realizar
preguntas. Principalmente estamos abiertos a enfocarnos en lo que soliciten los señores senado-
res; no se trata de trasladar la discusión a nuestro foco que está dirigido a otro auditorio.
SEÑOR MORA.- Soy el coordinador del Grupo de estudios sociales y culturales sobre
deporte y pertenezco al Instituto Superior de Educación Física.
Cuando el señor Bayce alude al artículo 2º de la Ley Orgánica de la Universidad de la
República, refiere a un fondo concursable. Nosotros nos presentamos con un proyecto que
competía con otros presentados por las Facultades de Química y de Agronomía. Con ese fondo
se financiaron diez proyectos y este quedó en tercer lugar. Era un tema importante para la Uni-
versidad de la República. En este caso se financió por la CSIC, Comisión Sectorial de Investi-
gación Científica de la Universidad de la República.
Nos presentamos a otra serie de fondos, que también ganamos, para seguir puntualmente
con este tema y con otros. Por ejemplo, estamos trabajando con la Organización Nacional de
Fútbol Infantil en temas de su interés.
Esto está en el marco de un trabajo sobre la violencia en el deporte; es una de las puntas
que se ven de los icebergs constituidos por los problemas. En el fondo hay otras cosas sobre
las que también nos interesa trabajar. En base al pequeño monto de dinero que ganamos en la
CSIC, discutimos el tema en los barrios y en el interior del país. Esta misma presentación la lle-
vamos a Melo, Rivera, Maldonado y también a Villa García, Punta de Rieles, Peñarol, Casavalle
y Cerro. No nos interesaba que esta discusión quedara en lo endogámico, sino que también
queríamos llevarla a los barrios para saber qué opina la gente a este respecto. Insisto, este video
daba la oportunidad de opinar sobre el tema y, a su vez, muestra la otra cara de la cuestión,
porque es verdad que hay un polo dominante, que genera la mayoría de la opinión pública y
básicamente es mediático.

172
SEÑOR BAYCE.- Estos comentarios corresponden más al debate popular que a esta
reunión, pero de todas maneras queríamos hacer una pequeña introducción.
Vamos a plantear los grandes puntos de debate y los señores senadores dirán si quieren
detenerse en alguno de ellos o si consideran que requieren una aclaración o fundamentación.
SEÑOR DE BONI.- Soy licenciado en sociología de la Facultad de Ciencias Sociales.
Presentamos muy brevemente en qué consistieron estos dos universos polares de argu-
mentos y enunciados sobre la violencia en el deporte: por un lado, está el polo A, dominante,
de sentido común, y por otro, el polo B, más académico y teórico sobre cómo conceptuar o
entender la violencia en el deporte.
SEÑOR BAYCE.- En realidad, la opinión pública general sobre el tema está formada
por el polo A, por el tipo de argumentos que circula a través de los medios de comunicación, la
prensa deportiva y a veces las editoriales de la prensa grande.
La utilidad de formar un polo B se basa en que hay una investigación académica muy
fuerte que dice otras cosas –distintas a las del polo A– que conviene conocer y debatir sobre ella.
Después veremos qué hacemos.
SEÑOR DE BONI.- Nosotros organizamos las opiniones en dos polos en torno a dis-
tintos ejes temáticos.
A continuación vamos a ver la presentación que se hizo en los foros de debate comunita-
rios y por eso tiene este formato.
La violencia en el deporte: ¿Es mucha? ¿Aumenta? ¿Es peligrosa para la gente y sus bienes?
¿Ya no deja ir a las canchas? ¿Ha corrido a las familias de las canchas? A partir de esas interro-
gantes nos planteamos los enunciados o las ideas más sintéticas de cada polo. Primero están los
enunciados del polo A, del sentido común, el dominante y, luego los del polo B, correspondien-
te a la teoría específica sobre el tema.
Los enunciados del polo A son los siguientes: la violencia en el deporte es mucha; va en
aumento y es muy peligrosa para la gente y sus bienes.
Por otra parte, los enunciados del polo B, opuestos a los anteriores, son los siguientes: la
violencia en el deporte no es tanta, no se puede probar que aumenta, que baja, ni nada de eso
y, salvo excepciones concretas y conocidas, no es muy peligroso para la gente ni para sus bienes.
Continuando con la misma dinámica, los enunciados del polo A son: por culpa de la
violencia ya no se puede ir a las canchas; menos se puede ir en familia, y esa violencia se debe a
motivos deportivos, o sea, es generada dentro del deporte.
El polo B plantea: se puede ir a las canchas; el público ha aumentado mucho; si se va
menos en familia es por otras razones y la violencia viene cada vez más de afuera del deporte
aunque explote adentro.
SEÑOR BAYCE.- Esta es la cuestión. Los señores senadores dirán lo que les llama la
atención o plantearán alguna consulta.
El problema es saber por qué las creencias tan negativas expuestas en el polo A y tan dis-
cutidas por el polo B están instaladas.
SEÑOR DE BONI.- A pesar de todo lo dicho y lo que hemos estudiado, a la mayoría de
las personas les parece que hay mucha violencia, que va en aumento, que eso es peligroso, que
no se puede ir a las canchas, y menos en familia como antes, por culpa de la violencia que se
produce en el deporte.
SEÑOR BAYCE.- Ese es el resumen de la situación.
SEÑOR DE BONI.- Por el contrario, está muy estudiado en todo el mundo desde hace
unos sesenta años por qué a la gente le parece todo eso, tanto en lo que tiene que ver con la

173
violencia en el deporte como con cualquier clase de violencia, y es que hay instituciones y pro-
fesiones que se benefician del miedo y contribuyen a imponerlo.
SEÑOR BAYCE.- Esa sería la contracara.
SEÑOR DE BONI.- El tercer eje temático a partir del cual organizamos los enunciados
radica en qué habría que hacer para mejorar la situación de la violencia en el deporte. El primero
es muy tautológico y muy concreto: la violencia en el deporte podría eliminarse, y pronto, si se
hiciera lo que hay que hacer; después podemos desarrollar un poco más algunas de las medidas
que se proponen habitualmente. Por otro lado, se señala que la violencia en el deporte no puede
eliminarse, y menos pronto, pero pueden tomarse medidas inmediatas que la mejoren, aunque
lo más importante es atacar las causas profundas, de fondo, que no van a dar resultados ya, pero
que son más efectivas para reducir la violencia a futuro. No solo hay que baldear el agua cuando
se derrama o inunda, sino también cerrar la canilla para que no haya que baldear tanto o nada.
Esa es una metáfora muy útil que utilizamos para discutir sobre el tema.
Por último, en los foros–debate se plantearon algunas preguntas disparadoras para que la
gente opinara y trasmitiera su perspectiva. Estas preguntas estaban relacionadas con la respon-
sabilidad de la sociedad, a lo que se refirió Bayce. ¿Piensan que la sociedad es culpable, al menos
en parte, de la violencia y de los violentos que hay en la sociedad en general y en el deporte en
particular? ¿Piensan que el barrio o la comunidad pueden hacer algo para disminuir la violencia
en el deporte? Esas son las dos últimas interrogantes.
SEÑOR BAYCE.- A eso agregamos algo que el señor presidente conoce: los resultados
de una pequeña encuesta sobre estos temas que se hacía en los lugares adonde se iba, pero an-
tes, para saber cuál era la opinión previa y ver si se registraba alguna oscilación después de la
discusión.
Después de todo esto –que fue planteado en los años 2014 y 2015– sucedieron muchos
hechos violentos en el deporte en el Uruguay que obligan a plantear otras cosas, por ejemplo,
algo que el señor presidente recién señaló que es la tipología evolutiva de los espectadores de
fútbol. Es un hecho que el espectador de fútbol ha cambiado, y a partir de eso han cambiado
una cantidad de cosas.
Acá tengo un análisis de la tipología del espectador, que reconoce cuatro etapas.
Primero había un espectador simple, que era una persona normal que vivía tranquila en
su casa y el domingo iba con alguien de la familia, un compañero de clase o un amigo a ver un
partido y luego volvía a su casa.
La segunda etapa comienza a raíz de que, con el tiempo, apareció el hincha –que surgió no
antes de la década de los veinte, cuando ya teníamos unos treinta años de fútbol en el Uruguay
y en el mundo–, que es el que prefiere ir a los partidos con otro hincha antes que con cualquier
otra persona. Cuando quien va a ver un partido prefiere ir con otros hinchas más que con su
familia, vecinos o compañeros de trabajo, ahí empieza a tallar esa figura de «hincha». Este es un
término inventado en el Uruguay; así le llamaban al que inflaba la pelota antes de los partidos
porque hinchaba la pelota. Se les llama hinchas a los que están arriba de la pelota todo el día.
Así nace la palabra «hincha». El hincha es un espectador exacerbado, al que le importa más su
condición de espectador de fútbol que otras identidades sociales, y pasa a predominar la identi-
dad de hincha frente a otras identidades; ahí ya se genera un pequeño problema.
La tercera etapa aparece alrededor de la década de los sesenta, y es en la que se constituyen
las barras, pero las antiguas, no las barras profesionales de hoy en día, que marcarían la cuarta
etapa. Estas barras son un efecto del mismo proceso. Aunque parezca paradojal, a medida que
estas van aumentando en importancia, los factores que influyen en el fútbol son cada vez menos

174
futbolísticos. Por ejemplo, las barras hooligans tienen necesidad de una identidad como grupos
sociales juveniles y se vuelcan al fútbol, a la música o a la actividad que sea, pero la causalidad
principal no está en esa actividad, no está en la música ni en el deporte, sino en las necesidades
psicosociales que tienen para constituirse como grupos, y aprovechan el fútbol para insertarse.
Aquí el problema es más grave, porque no se trata solo de conseguir dominar a la gente un
poco levantisca que se va más allá del papel de hincha y constituye un peligro. Acá se expone
un fenómeno exterior, que influye tanto como el deporte en la posible violencia que se da en él.
La cuarta y última etapa, que en el Uruguay comienza en el siglo XXI, es la de las barras
profesionales. Ahí, de nuevo, no se trata solamente de personas que quieren formar su identidad
y eligen el fútbol para ello, sino que quieren vivir de determinada manera –no muy santa– y lo
eligen como modus vivendi y modus operandi. Y ahí estamos metidos.
Entonces, es muy distinta la violencia de un fanático que se pelea con otro por un gol o
por un juez, que se soluciona con un juicio civil o con un día en una seccional, que la de las
hinchadas masivas que generan todo el problema de los ómnibus y los viajes. Esa violencia es
distinta a la otra. No se trata solamente de un problema deportivo y de constitución de identi-
dades, sino de gente que ha elegido un modus vivendi y modus operandi casi delictivo, y a veces
delictivo, que opera en el fútbol y no por razones futbolísticas, sino porque el fútbol es un
lugar apto para obtener clientela; es decir que se ubican ahí porque les conviene. Eso hay que
diferenciarlo porque es muy distinta la manera de abordar la violencia en cada uno de los cuatro
estadios evolutivos de los espectadores de fútbol.
Por otra parte hay otra cuestión; deberíamos discutir a qué le llamamos éxito y solución
a un problema. No creo que suspender un partido sea un éxito, pienso que es un fracaso. La
fuerza pública tiene que permitir que se hagan las cosas que la sociedad civil y política quiere
y no solucionarlas impidiéndolas, porque esa no es una solución. Si tiene que impedirlo, son
incapaces. Además, políticamente no resuelve, porque si a la gente no le parece más o menos
bien la solución, no funcionó políticamente, y desde el punto de vista grueso, electoralmente,
no es buena. Hay que saber si esa solución mejora el problema técnico y si tiene repercusión
política favorable. Debe importar la solución técnica, pero la política también. Creo que es otro
de los puntos que habría que discutir.
Otro de los temas a discutir es, por ejemplo, el proyecto de ley propuesto por la Secre-
taría Nacional del Deporte en cuanto a prohibir los cánticos. Me parece que es un grave error
técnico. Esto ha sido muy estudiado desde hace más de treinta años y, además, ya se hizo en In-
glaterra y no dio resultados, como corresponde. Por lo tanto, hay que ver todo esto porque hay
mucha bibliografía. El problema que tiene el polo B es que no se conoce, hay que visibilizarlo,
después viene la discusión popular y política. Nosotros tenemos que presentar alternativas a una
visión que parece única pero que no lo es, sino que, por el contrario, ha sido muy enfrentada y
por lo menos produce algo distinto.
Estos son los planteos que quería presentar aquí; si a ustedes les interesa alguno en parti-
cular lo podemos discutir o si necesitan alguna ampliación la podemos hacer, depende de lo que
cada uno haya traído en su mochila a la reunión.
SEÑOR BORDABERRY.- Creo que la visión que nos da es coincidente con la mayoría
de los actores de primera línea que han comparecido en la comisión. No es tan sencillo como
decir que son violentos los que van al fútbol ni que son algunos hinchas los que arman líos, sino
que se trata de un tema mucho más profundo. De repente podría profundizar en algo que hoy
es nuestra mayor preocupación –después de la evolución de espectador, hincha, barra y gente
que vive de eso–: la presencia del crimen organizado en las tribunas. Ya no es la pasión por el

175
equipo o la intención de que gane tal equipo, sino que es crimen organizado, venta de droga y
cobro de peaje tipo protección. El exdirector nacional de Policía, señor Guarteche, llamaba a
ese fenómeno «proceso de feudalización», que se da también en las cárceles, donde no manda el
Estado ni la sociedad organizada, sino grupos que ponen sus propias leyes. Esto también pasa
en algunos territorios. Me gustaría que profundizara sobre ese tema que hoy nos está rompiendo
los ojos y que citó el señor Guillermo Madero, director de seguridad en el fútbol argentino, que
estuvo aquí la semana pasada. Recuerdo que citó el caso de Rosario, una de las ciudades donde
más se están dando estas situaciones; inclusive cobran peaje, pero no solo dentro del estadio sino
para acercarse allí, es decir que si uno va por la calle y quiere pasar, tiene que pagar.
En definitiva, quisiera que profundizara un poco sobre estas cuestiones.
Muchas gracias.
SEÑOR PRESIDENTE.- Creo que en el esquema A y B hay cuestiones que se dan como
verdades absolutas y eso complica mucho más, porque cuando la gente se convence de ciertas
cosas no importa si eso es la verdad. Hace muchos años, cuando las sesiones eran tediosas, ha-
blaba mucho con un diputado del Partido Colorado y decíamos en tono de broma que íbamos
a hacer un diario –incluso tenía un nombre: El ciudadano– y el lema sería –habrán notado que
los diarios lo tienen– «la verdad es lo que menos importa». Ese era un poco el reflejo de lo que
ocurría, pero en realidad se trata de puntos de vista.
Lo cierto es que me parece muy interesante ordenar racionalmente esa tipología que se
ha mencionado porque, en realidad, conviven las cuatro. No es que en un estadio pasamos de
una a otra y eso no es necesariamente una evolución porque el espectador no termina siendo
un hincha en todos los casos. De todas formas, hay algunas causales de comportamiento que
son complicadas.
La primera cuestión que me genera problemas, aunque también es algo que repito, es
la violencia en el deporte. El otro día, el doctor Etchandy nos decía que hay miles de partidos
donde participan miles de personas y no hay los problemas que se producen en el fútbol; in-
cluso ahora hay una nueva institución que también llevó a cabo un espectáculo de ese tipo. En
el fútbol profesional hay determinados intereses y daría la impresión de que estos grupos de
barras profesionales –también se puede ser profesional del delito– encuentran allí un caldo de
cultivo importante. Es más, nos señalaban algunos especialistas que la tribuna funciona como
una especie de síntesis de lo que ocurre durante el resto de los días.
Por otro lado, hemos sabido de problemas entre padres en el fútbol infantil de España,
cosa que en Uruguay no ocurre. En Argentina, por ejemplo, son los propios niños que leen sus
derechos, el derecho a que los dejen jugar, divertirse y terminan desestimulando la conducta
de los padres. Está claro que los padres pretenden que el niño sea Messi para salvarlos econó-
micamente.
Hay una frase muy simple, pero llena de complejidades y por eso me pregunto: ¿Qué es el
éxito y cuál es la solución? Me parece que todos aquí hemos evolucionado en el sentido de que
sabemos que no habrá una erradicación; lo que hay es una mitigación del mal y un traslado ha-
cia otro lado. Cuando decimos que los que están registrados como violentos no pueden ingresar
al espectáculo de fútbol no los estamos erradicando de la sociedad, sino que los estamos sacando
de la cancha. A los efectos del espectáculo es lo mismo, pero después pasa como en Inglaterra
que las cosas ocurren en otro lado.
Me interesa saber si han investigado el por qué de ciertos comportamientos. Por ejemplo,
¿por qué el comportamiento del público que va a ver a la selección uruguaya es diferente al que
va a ver otros partidos, aunque el estadio sea el mismo? ¿Por qué esa misma persona que no silbó

176
el himno de Brasil, que incluso aplaudió, que se bancó la derrota 4 a 1 y el espectáculo deportivo
que dieron esos jugadores, después toma el auto, sale y no respeta a nadie? Lo mismo sucede con
el peatón que va molestando al que va en auto, en actitudes absolutamente contradictorias que
se dan en cuestión de minutos. Entonces, hay algo que está perturbando a toda la sociedad en
su conjunto. Me gustaría saber si sobre este tienen algún comentario.
En cuanto a la prohibición de los cánticos, supongo que prohibirlos es un error como
solución. De todos modos, quisiéramos saber cuál sería la receta, porque no está bueno que
alguien celebre a través de un cántico –que incluso lo canta mucha gente– la muerte de una
persona. Recuerdo cuando se coreaba: «Cuando matamos a la gallina fue lo mejor que me pasó
en la vida». ¡Cómo me voy a olvidar, no! ¿Por dónde tendría que ir esto? Sería deseable que no
se cantara ese tipo de cánticos. La prohibición no quiere decir que no se sienta, pero lo bueno
es que la gente tenga una actitud autocrítica. Creo que más que nada la cosa va por ese lado.
Entonces, los planteos apuntarían a saber dónde están estos temas y qué soluciones compartie-
ron con la gente.
SEÑORA TOURNÉ.- Más allá de tipificaciones que coinciden con varias posturas de
nuestros invitados para analizar este tema, lo que me llama la atención –tampoco hay que
generalizar– es que estas modalidades de barras profesionales delictivas o pseudodelictivas no
se instalan en cualquier hinchada. Tiene que haber un motivo, qué pasó con el fútbol o con
determinadas instituciones que permiten o sirven de vehículo para que se instalen este tipo de
barras. Creemos que algo a nivel societario tiene que existir como causa. Como comisión parla-
mentaria tenemos la obligación de producir un informe y siempre tengo el temor de quedarnos
en la superficie o en lo más apropiado de escuchar. Somos políticos y los votos son bravos para el
acondicionamiento de nuestras acciones. A veces tengo temor de que eso nos haga producir un
informe con una visión que nos haga quedar mejor parados, y nos olvidamos de uno de los roles
fundamentales de los parlamentarios que es el debate con nuestros propios ciudadanos votantes.
Me preocupa saber por qué tenemos una mayor inserción de estar barras profesionales
delictivas o casi delictivas en algunas instituciones, porque no quisiera hablar del fútbol o del
deporte, cuando en la mayoría de los casos no existe esto. Por qué –creo que se mencionó al
principio de la presentación cuando se hablaba de esa verdad, por llamarlo de alguna manera–
se instala eso como la realidad absoluta casi incuestionable. Son dos temas preocupantes.
SEÑOR BAYCE.- Creo que los organismos de seguridad no saben de sociedad y es un
problema grave porque somos una sociedad. Si no conocen la lógica interna de por qué hay
barras profesionales, barras bravas, qué es un hincha y cómo se hizo el pasaje de la persona que
su familia va a ver un partido y vuelve a la casa a estas otras cosas, si no entendieron eso no
entendieron nada. Lo fundamental es que estos cuatro elementos son momentos de evolución
que uno puede trazar, pero como decía el señor presidente coinciden porque en un estadio hay
barras profesionales, barras bravas no profesionales, hinchas furiosos e hinchas tranquilos que
van a ver el partido con la mujer y el vecino. Entonces, cualquier medida que se tome para una
cosa, no va a ser buena para el otro; va a ser excesiva para uno y poco efectiva para otro. Y como
están todos juntos, tenemos un problema muy grave porque ninguna medida que se tome va a
estar perfectamente adaptada a la variedad de públicos que hay. ¡Ese es un gran problema! Diría
que es uno de los más importantes, porque hay que solucionar problemas que se dan en un nivel
de personas que coinciden y que están una al lado de la otra, el que fue con la mujer a un lado,
el tipo que está gritado malas palabras enfrente y al lado el otro que está vendiendo merca. Si
esas tres cosas pasan juntas, ¿cómo actuamos con los tres ámbitos? ¡¿Cómo conformamos a la
persona que le molesta el que está insultando y que no le gusta el otro que está haciendo cosas

177
raras en el baño y viceversa?! El problema es cómo dosificar eso. ¡Es muy difícil! Soy muy crítico
de las medidas que se toman, pero reconozco que es muy difícil. La primera manera de atacarlo,
es entenderlo; después vemos. Si no lo entendemos, no hay manera –salvo por una carambola–
que acertemos en una solución. Es muy difícil hallar una solución a algo que no se entiende;
tiene que ser de casualidad total.
Es muy importante entender por qué hay violencia en los partidos entre clubes y no de
selección. Es una clave para entender por qué la gente se hace hincha de cosas competitivas y
confrontativas –qué es lo que saca de ahí– y por qué eso no pasa en un partido de selección. Por
eso hay que entender por qué hay hinchas y barrabravas en el fútbol. Ahí el nivel delictivo no
opera, sino que se da en otro nivel.
Eso es muy importante. ¿Por qué? La gente –en la sociedad en general– que se afilia a algo,
lo hace por algo y para algo. La gente que se hace hincha de un club y prepara banderas, se reúne
antes del partido, hace todo el aparataje de las hinchadas que hay, se reúne un viernes de noche
y pasa la noche tomando, por algo lo hace. En general, los hinchas radicales adquieren esa iden-
tidad porque no tienen otras identidades legítimas que exhibir en la sociedad. El tipo no puede
destacarse, no puede vanagloriarse, no puede lucir ninguna cosa: ¿su apellido?; ¿su residencia?;
¿su profesión?; ¿su auto? ¡No tiene nada de eso! ¿De qué manera adquiere un grupo legítimo
de pertenencias, al que pueda pertenecer tranquilamente y que le proporcione satisfacciones y
prestigio? Uno piensa que la gente, la mayoría de su tiempo, no tiene prestigio ni satisfacciones;
básicamente no tiene prestigio y le faltan satisfacciones. ¡Ahí las busca! ¡Ahí las busca!
SEÑOR PRESIDENTE.- ¿Sin importar la clase social a la que pertenezca?
SEÑOR BAYCE.- Sin importar, pero es más importante en determinadas clases.
SEÑOR PRESIDENTE.- Está claro.
SEÑOR BAYCE.- Hay determinadas clases que tienen menos acceso a satisfacciones y
menos posibilidades de pertenecer a cosas legítimas.
SEÑOR PRESIDENTE.- Está bien, pero el asesino del hincha de Cerro fue un profesor
de secundaria que vivía en Rivera y Soca.
SEÑOR BAYCE.- Sí, como en toda cosa hay excepciones, pero en la mayoría no es así.
SEÑOR PRESIDENTE.- Está claro.
SEÑOR BAYCE.- Entonces, hay que entender eso.
¿Qué pasa? Vivir una afiliación, adquirir un grupo de pertenencia –como se dice– implica
el enfrentamiento con otro. Es casi inevitable. Adquirir una identidad implica construirla con-
tra un otro, contra una alteridad. Desgraciadamente, los seres humanos somos así.
Entonces, quien aspira a una identidad a partir de Nacional y quien lo hace a partir de Pe-
ñarol se pelean en la constitución de su identidad cuando juegan en contra. Ahora bien, cuando
juegan juntos en la Celeste, ahí no necesitan pelearse. ¿Por qué? Porque ahí tienen una identidad
de pertenencia que les da prestigio y posibles satisfacciones, que es la Celeste. Por eso es lo de
la Celeste con el fútbol: porque se ganan cosas, se brilla en el mundo, se adquiere un prestigio
legítimo en el fútbol y entonces este se convierte en una pieza de identidad clave en el país. El
hincha de Uruguay, que va con la celeste, con una gorra y una corneta, no tiene por qué pelearse
con el otro, porque el otro va a gozar de la misma pertenencia legítima que le va a proporcionar,
quizá, placer y prestigio. Ahí no hay problema; el problema surge cuando la fuente de placer
y prestigio es conflictiva con la fuente de placer y prestigio del otro, que es hincha de la otra
insignia por las mismas razones que él se hizo hincha de esta. Es ahí que viene la pelea, porque
el otro está impidiendo mi placer, mi prestigio. En el caso de la gente que pertenece a las capas
bajas, no tiene muchas otras fuentes de prestigio y placer, que sí tienen otros que se pueden ir

178
a Punta del Este, al Caribe, etcétera. A estos últimos no les importa mucho que gane Peñarol o
Nacional. En realidad, les importa, pero no como al otro, porque obtienen placer de otras cosas;
van a lamentar mucho la derrota de su club, pero no les cambia nada. Sin embargo, al otro le va
la vida, toda su fuente de prestigio y de placer. Hay que entender que el hincha es eso.
En algunos programas de televisión muchas veces se dan discusiones sin que se entienda
qué es un hincha. Cuando están tomando cerveza en el cordón de la vereda, festejando un
triunfo, no se puede actuar así nomás; hay que entender que esa gente está ahí teniendo una
de las pocas fuentes de celebración legítima de su vida. Si cometen un pequeño exceso en ese
momento, como romper una botella o gritar cánticos que no dejan dormir al otro –sería mejor
que no–, no se puede actuar de una manera muy dura con ellos porque no se entiende por qué
están ahí. Nosotros queremos que la gente entienda que, en buena parte, están ahí porque no
tiene otros medios de placer y prestigio, porque la sociedad les ha impedido que los tengan. No
se juegan todos los boletos de su placer y prestigio a la camiseta de Peñarol o de Nacional por-
que sí, sino porque no tiene otras fuentes a las que recurrir. Entonces, nosotros, como sociedad
organizada, tenemos que saber que tenemos que perdonar algunas cosas porque, en parte, lejana
e indirectamente, somos culpables de que esa persona esté obligada a jugarse todos los boletos a
una camiseta para tener prestigio y placer en la vida. Quiere decir que lo primero es entender al
hincha y después vemos. A partir de pequeñas situaciones, el hincha se va convirtiendo, no en
barra profesional, sino en barrabrava a través de un proceso que se da insensiblemente.
En la década de los sesenta yo fui a Buenos Aires en esas excursiones de partidos de fútbol
y, en determinado momento, antes de llegar al estadio de Avellaneda, nos avisaron: «Cuando
les digamos, van al corredor del ómnibus y se tiran estas frazadas por arriba porque viene la
pedrea y van a romper todos los vidrios». Ya sabían en qué lugar y en qué esquina ocurría eso y,
cuando nos decían «¡Ahora!», nos tirábamos las frazadas arriba. Luego nos aconsejaban que nos
quitásemos las frazadas de encima con cuidado por los vidrios. Esto era lo que pasaba. Enton-
ces, un dirigente de club que conoce eso y sabe que va a tener un desequilibrio numérico muy
fuerte en las tribunas, va a querer fomentar que vaya gente para equilibrar. Para ello les va a dar
la entrada y a rebajar el pasaje. Así empieza un proceso que, insensiblemente, va enganchando
una cantidad de gente que después se da cuenta de que por ese lado tiene un modus vivendi: pide
una entrada argumentando que es para una prima, pero en realidad es para venderla; consigue
que le encarguen las banderas y, de las siete que hace, le vende cuatro al club y las otras tres las
vende por afuera. Así, a partir de esas pequeñas cosas, se genera toda una situación que hace
la diferencia para esa gente de determinado nivel social que, en lugar de estar distribuyendo
currículos a las cinco de la mañana por las farmacias, consigue una organización de la que sacar
pequeños lucros crecientes. Se va generando una situación y, en determinado momento, la
persona pega un salto cualitativo y se transforma en barra; eso sucede cuando lo que toma para
hacer la diferencia mensualmente, más que vivezas o pequeñas picardías, se convierte en cosas
de contenido delictivo. Todo eso es insensible y ocurre sin que los dirigentes, que inicialmente
lo provocaron, lo sepan. Jamás se iba a imaginar un dirigente, cuando reservaba cuatro lugares
en un ómnibus, que esa personas después iba a vivir de eso y que luego, además de vender en
una esquina banderas hechas con el género que se quedaba, iba a pasar a vender cosas de contra-
bando o a ocultar gente en los ómnibus para pasar la frontera. En momentos en que eso sucede
es muy difícil dar marcha atrás: primero, porque nunca se pensó llegar a eso y, segundo, porque
no se sabe cómo hacerlo. Entonces, tampoco se pueden pedir milagros.
Todos saben que los políticos tienen un sistema satélite al lado. Eso funciona en todos los
ámbitos: se da en la dirigencia política y en la deportiva. A toda esa gente hay que darle algo. Por

179
ejemplo, al que lleva el cordero para el asado en determinado club, al tercer cordero que lleva,
algo hay que darle, y se le da un pasaje o una entrada de preferencia.
Por lo tanto, en momentos de tomar una resolución radical hay que entender el proceso
y comprender que la gente que parece victimaria –y termina siéndolo–, lo es porque antes fue
víctima en la sociedad y tuvo que recurrir a esas cosas para poder compensar su estatus de víc-
tima. Desgraciadamente, en la sociedad muchas veces el estatus de víctima se convierte en el
de victimario.
Debemos entender que el hincha, para ir al estadio, deposita su identidad fundamental
en la de partidario de determinada insignia y no en la de padre, vecino o ciudadano. ¿Por qué se
da eso? Hay hinchas cuando hay gente que no se satisface suficientemente con su estatus como
ciudadano, familiar, profesional, vecino, etcétera y necesita adquirir otras identidades para tener
prestigio y obtener placer social.
Hay que saber que estamos ante un sistema de gente carenciada que victimiza, pero que
fue victimizada. Entonces, debemos hacer un poco de mea culpa y analizar cómo generamos
una sociedad en la que hay gente que necesita ser barra profesional o barra común para poder
subsistir con un mínimo de autoestima en una sociedad que le ha negado otro tipo de auto-
estima. En el debate hay que oír estas cosas y pensar, aunque creo que la gente lo sabe. Si uno
le dice esto a una persona, se dará cuenta de que es así porque ella misma es así o conoce al
vecino que lo es. Por ejemplo, la gente sabe que determinada persona que ahora está contenta
porque fue campeón con Peñarol, antes estaba todo el día malhumorada y tomando vino en las
esquinas. No estamos hablando solamente de prestigio interno, sino también externo porque
Peñarol y Nacional son exitosos y ganan partidos acá, pero también lo hacen a nivel regional,
continental y mundial. ¿Se pueden imaginar lo que es para una persona que vive en un asenta-
miento ser hincha del campeón del siglo? Realmente, es muy importante. Esa persona no tiene
otros grupos de pertenencia de los cuales pavonearse. Por eso considero que es muy importante
que las medidas de seguridad que se tomen y las comisiones de seguridad que se reúnan tengan
en cuenta esto.
SEÑOR BORDABERRY.- Agradezco la exposición, que es muy esclarecedora.
En cuanto al sentido de pertenencia y al poder pertenecer a algo que es exitoso, me pre-
gunto cómo juega la canalización de las frustraciones, que es el otro gran tema.
En el caso de la celeste, como la frustración es compartida cuando pierde, se amortiguan
ciertos comportamientos y no nos encontramos con los de Peñarol o los de Nacional al día
siguiente. Entonces, ¿cómo juega la canalización de la frustración en el hincha?
SEÑOR BAYCE.- Eso sucede en todas las sociedades, no solo en la nuestra.
Una de las cosas de las que me gusta hablar –porque creo que es la clave para entender el
mundo de hoy–, es el concepto de privación relativa, que tiene más de setenta años de antigüe-
dad en la psicología social y en las ciencias sociales, y es muy importante.
Hace setenta años psicólogos sociales y sociólogos descubrieron que para que la gente
tuviera agresividad y frustración no eran tan importantes las carencias que trajeran, sino en qué
medida esas carencias le posibilitaban o no una buena comparación con aquellos con quienes la
persona se quería comparar. Por ejemplo: si pertenezco a una familia que no tiene auto y ahorro
y me compro una moto, llego contentísimo al barrio porque no tengo que caminar ni mojarme
más y tengo una moto que los demás no tienen. Pero resulta que de noche llega mi hermano
con un auto cero kilómetro, con los parlantes a todo volumen, y mi moto automáticamente
pasa a ser otra cosa, parece una porquería. Eso es porque me veo en desventaja frente a aquellos
con quienes me interesa compararme. La sociedad funciona sobre la base de que las personas

180
tienen frustraciones, y son agresivas en consecuencia, cuando no consiguen los objetivos que se
marcan subjetivamente. Alguien me puede decir: «Pero, ¿qué más querés? Tenés una moto que
nadie más tiene en el barrio». «Sí, pero mi hermano tiene un auto y cuando en Navidad llego
en mi motito y veo a mi hermano con su auto, me siento horrible». Entonces, lo que genera
frustración es la privación relativa.
Ahora bien, en el fútbol se producen frustraciones todo el tiempo: cuando no se gana o
no se clasifica. Hay una fuente importante de agresividad cuando la gente quiere sublimar esa
frustración. Ese es un momento –que todos conocemos, y la Policía lo sabe bien– en el que hay
que controlar a los perdedores, que son los que van a intentar tomar como chivo expiatorio de
su frustración a quienes les ganaron. Lamentablemente es humano y comprensible. Entonces,
en parte el problema de la violencia se produce según se reaccione a las frustraciones. Lo que
sucede es que se genera violencia a priori, es decir, antes de que se produzca el hecho. Esa es
la violencia que surge de la frustración que ya se trae. Antes del partido o del campeonato ya
tienen frustraciones sociales que traen hace años o que se arrastra de generaciones. Es así que
hay que saber que estamos ante un público especialmente frustrado a priori, y ese no es un pro-
blema del deporte; es un problema de la inserción que determinada gente tiene en la sociedad,
que produce que el deporte sea un intento de escaparse, que a veces funciona y otras veces no.
Incluso, puede empeorar porque si pierde el cuadro de aquella persona que llegó al partido
frustrado por el tipo de vida que tiene, la situación va a ser peor.
Como dije, hay que saber que el problema no es el deporte. Entonces, ¿cómo ejerzo repre-
sión en el deporte? ¿Cómo arreglo la situación en los estadios? No se puede arreglar porque la
cosa viene de antes. El problema es que cuando uno ve el cambio de la tipología del espectador,
lo que conforma la motivación para ser espectador, se da cuenta de que cada vez tiene menos
que ver con el fútbol. Se radica en el fútbol, pero no nace del fútbol. Es más, cada vez nace
menos del fútbol. El hincha común, el primer tipo de hincha –el de 1860 en Inglaterra y el de
1920 en Uruguay–, cuando se peleaba era por un asunto futbolístico o porque se encontró con
un vecino con el que tenía problemas y decidió resolver la cosa ahí. A medida que el fútbol se va
transformando más en espectáculo y en algo comercial, paradójicamente la gente trae al fútbol
cada vez menos cosas futbolísticas. Lo mismo ocurre con el relato televisivo, donde cada vez más
se presta atención a la cara del actor o el político que está en la tribuna, el perrito, los teros que
levantan vuelo en la punta de la cancha y todas aquellas cosas que satisfacen a un espectador no
especializado, un espectador que ve un espectáculo, que ve colorido, un físico lindo, la cara de
un famoso, un nene que llora o algo divertido. Por lo tanto, a medida que aumenta el fútbol, se
desfutboliza. Acá también pasó eso.
Ahora bien, al barra profesional, a pesar de que se pone camisetas, le importa otra cosa.
Ese no es el caso del barrabrava, al que sí le importa la camiseta; ese sí está con la camiseta, de
espaldas a la cancha, dirigiendo la tribuna e insultando a los otros. Insisto: a ese sí le importa.
Es el prototipo de persona que opta por el fútbol para conseguir una identidad legítima y una
autoestima válida. Esto le ocurre al barrabrava pero no al barra profesional.
Cuanto más se desarrolla el fútbol, más se desfutboliza. Tenemos que encontrar la expli-
cación de las cosas cada vez más afuera. La explicación para el barra profesional está más afuera;
en el caso del barra, la explicación es más del afuera que para el hincha o el espectador simple,
el inicial, que casi no existe. Esta es, digamos, una mínima explicación de lo que representa cada
una de estas categorías que se confunden en un estadio; el grave problema –a la hora de encon-
trar una solución– es que ellas se confunden en la entrada, en la salida y adentro. Insisto en que
esto es un enorme problema, muy complicado y de difícil resolución, pero primero hay que en-

181
tenderlo. Hasta que no se entienda, no se puede actuar. Se forman comisiones de seguridad con
gente que no tiene conocimiento de ninguna ciencia social y, si no entiende esto, nunca podrá
solucionarlo. A lo mejor igual es muy difícil de solucionar para una comisión con científicos
sociales que se ocupen del tema. Tampoco sé si una comisión así lo puede solucionar. Sí estoy
seguro de que si entendemos el problema, tal vez lo podamos mejorar; si no lo entendemos, no
podremos solucionarlo ni mejorarlo. No hay manera de mejorar una cosa que no entendemos,
salvo por casualidad, y el azar es muy esquivo.
Hay otros temas más, como los cánticos, pero ahora –si el señor presidente así lo entien-
de– creo que es mejor escuchar los planteos de los señores senadores.
SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Agradezco la presencia de quienes nos visitan, en
especial de Rafael Bayce –a quien seguía cuando estaba en la radio–, que siempre hace aportes
muy interesantes.
Es muy completo lo expresado, sobre todo al decir que todos los problemas de violencia
en el fútbol estaban en la entrada del estadio, en esas subdivisiones mencionadas.
Quiero hacer un comentario sobre un tema que en su momento me preocupó. Hace unos
años, cuando iba en un ómnibus por la calle Arenal Grande, al llegar a la calle Paysandú vi un
grafiti muy interesante en una pared –escrito por unos hinchas–, que decía: «Peñarol sos el in-
victo campeón de la vida». ¿Cómo es posible que una persona se incline por una tradición social
y deportiva –que puede ser Peñarol, Nacional o los demás clubes– como «el invicto campeón de
la vida»? ¡Cuánta cosa hay para hurgar en la cabeza de ese ciudadano y en la definición que hace!
SEÑORA TOURNÉ.- Es una identidad.
SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Sí, no hay duda de que para esa persona es un valor.
También recuerdo que algún dirigente muy importante del fútbol y de la política ha
dicho –no diré su nombre; quizás conocen el caso–, en alguna oportunidad, que tal cuadro es
una religión. Allí vamos al campo de los absolutos. Es decir, si es una religión, si es el invicto
campeón de la vida, es absoluto y no relativo. Entonces, si paso por 8 de Octubre y soy hincha
de Peñarol, no puedo entrar a la sede de nacional porque es como ser católico y entrar a la
mezquita. Es otra religión.
Por lo tanto, la descalificación está a boca de jarro y la tolerancia está muy lejos, no apa-
rece por ningún lado.
Aquí, a raíz de una intervención que se dio al comenzar la gestión de la comisión, un diri-
gente admitió que no solo se administra el bien material del club –es decir, las entradas, el esta-
dio, tribunas nuevas, etcétera– sino también la pasión, lo irracional de la gente. Entonces debo
decir que eso, que es un aspecto inmaterial, es lo que llena los estadios, lo que produce ingentes
ganancias y lucros de las sociedades que forman el fútbol –con el merchandising, las entradas,
etcétera, etcétera– y conforma el negocio mundial de este deporte que ha generado una mul-
tinacional a la que no se puede entrar con ninguna legislación penal porque es un país aparte.
Creo que aún nos falta analizar en la comisión ese tema del dirigente porque los que es-
tamos aquí hacemos la política tradicional pero hay una política del fútbol y del deporte y esa
no viene nunca a estos ámbitos sino que se maneja en el estadio, en las tribunas, en el palco, en
los clubes, en la calle Guayabo, por ejemplo, en la Federación Uruguaya de Basketball o en la
de otros deportes. Me parece que no hemos hablado todavía del sector dirigencial del fútbol y,
por lo tanto, habrá que analizar qué aportes hace ese sector a esto de la violencia, qué es lo que
evita con esas definiciones tan mayúsculas y qué tipo de magisterio hace a efectos de impedir
confrontaciones, porque no es cuestión de que todas las culpas las tenga el ministro del Interior
o la Policía, siendo que hay que dedicar mil policías para cada partido, con el costo brutal que

182
eso tiene para el resto de la sociedad que paga y a la que, de repente, le sacan un efectivo policial
en Malvín, en la Unión o en el Cerro.
Entonces, me parece que habrá que analizar cuán preparado está ese sector dirigencial
del fútbol –que hace la política del deporte– para administrar esa pasión popular que es la que,
obviamente, cuando explota revienta todo.
Como ha dicho aquí, cuando nos visitó, el señor Madero, de la seguridad argentina, ellos
por fin de semana tienen ocho millones de personas, pero aquí alcanza con un núcleo mucho
menor para causar un problema real y la pauta está dada en que hay una comisión en el Parla-
mento investigando y trabajando sobre ese tema, con ustedes hoy presentes.
Ese es uno de los problemas que me parece que no están todavía resueltos.
Era eso lo que quería decir.
SEÑOR BAYCE.- También ha cambiado la dirigencia –desde las épocas del espectador
que iba con la familia– con la evolución del fútbol, su inserción en el mundo del espectáculo,
con la globalización comunicacional y con la importancia económica, comercial, industrial y
financiera que tiene. Digo que cambia también la dirigencia porque los equipos, los clubes, se
convierten en otra cosa muy distinta que un club que hace fútbol para una gente. Hay que saber
administrar la pasión pero también una cantidad de cosas más.
SEÑOR PRESIDENTE.- Tenemos al doctor Corbo esperando y después recibiremos a
otra delegación, por lo que voy a pedir a nuestros visitantes una síntesis final, agradeciéndoles
sus aportes. Espero que algunos de esos documentos que han traído queden aquí; nos interesan
porque vamos a tener que hacer un informe de situación y, según conversamos informalmente
con la señora senadora Tourné, este debería escapar –o intentar hacerlo– de los cliché, sabiendo
también el cuidado de nuestra profesión.
(Dialogados).
–Les agradecemos mucho su presencia. En lo personal siempre he pensado que para los
espectáculos masivos debe haber un cuerpo del Estado formado y especializado justamente en
eso para comprender qué tipo de gente va, ya que esos fenómenos de grupos se dan en todos
lados. Por ejemplo, lo que pasó en Argentina con el «Indio» Solari también tiene que ver con
ese tipo de comportamiento. En algunos lugares pasa con el fútbol, pero en otros es otra la
identidad.
SEÑOR BAYCE.- Hace treinta años que estoy escribiendo sobre el tema y que le estoy di-
ciendo al Ministerio del Interior que la Policía es un instituto formado para combatir motines,
tiene que reprimir y apresar. Eso es lo que aprenden a hacer, pero en un espectáculo deportivo
o musical tienen que hacer lo contrario, y no lo hacen en parte porque están educados para otra
cosa. Tiene que haber cuerpos especializados que sepan que en estos casos se debe actuar de otra
manera. No se trata de llevar a la Guardia Republicana al estadio, sino de constituir un grupo
que tenga los conocimientos y las habilidades opuestas. Es al revés, no se trata de llevar al cuerpo
más especializado con el accionar equivocado, sino armar uno que haga lo correcto. Esto que
estoy diciendo no es nuevo. En Grecia existía un cuerpo de policía deportiva y se estudió que
los líos que había eran nada más que en determinadas disciplinas y en determinados lugares.
La mayoría de las disciplinas deportivas no generaban problemas, pero en las que los grupos
competían entre sí se generaba mucha violencia y por eso en algunos estadios y en algunas com-
petencias había policía deportiva. Y estoy hablando de la Grecia antigua. Si en Grecia había,
¿por qué no la podemos tener nosotros? Con eso evitaríamos intervenciones equivocadas, a
veces contraproducentes. Además, es difícil que las puedan corregir desde adentro porque están
educados para otra cosa.

183
En el mismo sentido va lo de los cánticos y los insultos. Tengo mucho miedo de que ese
sea un elitismo hipócrita, y lo llamo así porque todos decimos malas palabras, aunque quizá
haya alguien que nos las diga. A veces uno insulta a un hermano o a un primo, pero en el estadio
al otro no. Hay que tener cuidado porque el vocabulario cotidiano no puede diferir demasiado
del otro. Uno no cambia instantáneamente de lenguaje porque entra a un estadio. No se puede
pedir que la gente use un vocabulario diferente en una instancia que probablemente los excite
más que si estuvieran en un ámbito más pacífico. Hay que tener cuidado: el cántico, el insulto,
la amenaza o el festejo de la «gallina» en parte son catárticos, no generan agresividad. Pueden
generar violencia o puede disminuir la violencia, el problema es cómo se estudia. La psicología
social todavía no se ha puesto de acuerdo en eso. Una incidencia de ese tipo puede tener salida
para un lado o para el otro. No se puede hacer una ley general porque no hay una conducta
que generalmente lleve al bien o al mal a partir de eso. No hay que hacer una ley sino estudiar
el punto y educar muy bien a la gente que va a intervenir para que sepa cómo encontrar los
síntomas necesarios para detectar si eso está siendo catártico o si está cargado de violencia. Hay
que estudiar y formar en la materia. Por ejemplo, poner una valla excita e incita a cruzar la valla.
La gente no come vidrio, no se pelea porque sí; se gritan, se van acercando y, a la vez, se van
frenando porque no se tienen mucha confianza o porque tienen a un chiquilín chico al lado, y
al final la cosa puede llegar al río o puede que no. Ahora, si se pone una valla las dos partes van
a competir por quién la tira.
Entonces, hay que tener cuidado; se trata de un asunto que requiere más estudio. En In-
glaterra se analizó ese aspecto hace más de 30 años y se sabe que la mayor parte de la violencia
es simbólica. Las bravatas –como las llamó Goffman que estudió esta problemática– son sim-
bólicas, y en lugar de existir peleas las hinchadas solamente se gritan, con lo que el problema se
soluciona en vez de agravarse, es decir que impide que se llegue a una situación más seria. De
todos modos, reitero, a veces eso no ocurre y se genera un problema grave, por lo que, como
dije, hay que estudiar el tema con más cuidado. Sin embargo, lo que no se puede hacer es legis-
lar sobre eso, porque no hay acuerdo en si la ley va a reforzar o a disminuir la violencia.
Por consiguiente, una vez más sostengo que hay que estudiar el asunto, educar a la gente
y no legislar hasta que exista conocimiento suficiente para elaborar una ley con fundamento.
Muchas gracias.
SEÑOR PRESIDENTE.- La Comisión de Constitución y Legislación del Senado agra-
dece la presencia del sociólogo Rafael Bayce y la información que nos ha aportado.

184
Anexo 3

Participación del grupo en el diálogo social


– Presidencia de la República

Disponible en: http://www.dialogosocial.gub.uy/index.phpoption=com_k2&view=


item&id=358:grupo-de-estudios-culturales-y-sociales-sobre-deporte-gestacion-del-nucleo-in-
terdisciplinario-de-estudios-sociales-y-culturales-sobre-deporte
El Diálogo Social es un encuentro amplio y participativo de la sociedad uruguaya para
pensar el Uruguay del futuro. Es un proceso organizado y convocado por la Presidencia de la
República. Tiene como objetivo generar insumos, en diversas áreas y temáticas, para contribuir
a producir una estrategia de desarrollo del país, sostenible, en el mediano y largo plazo. Se orga-
niza en tres grandes bloques temáticos: Desarrollo e Inserción Internacional, Protección social y
Políticas Transversales y 10 mesas de diálogo, vinculados a los Objetivos de Desarrollo Sosteni-
ble, varios de los cuales afectan a las intenciones del grupo directa o indirectamente, producien-
do conocimiento y acciones tanto para discutirlos como para profundizar en la vía propuesta.
Se participó como grupo de la Mesa Salud y Deporte con una propuesta orientada a:
– organizar alianzas estratégicas (objetivo 17 de desarrollo sostenible)
– aportar a las ciudades y comunidades sostenibles (objetivo 11 de desarrollo sostenible)
– garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades (objetivo
3 de desarrollo sostenible)
– garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades
de aprendizaje durante toda la vida para todos (objetivo 4 de desarrollo sostenible)
En base a esto se redactó:
Considerando que tres de las más importantes funciones sociopolíticas de la Universidad
son: a) el aporte de insumos científicamente producidos para la decisión política y b) la difu-
sión, comunicación y promoción de un más ilustrado debate e involucramiento popular con las
más candentes problemáticas sociales; c) la formación de profesionales críticos y reflexivos en
torno a temas específicos; se propone la implementación de una serie de actividades orientadas
a la conformación de un futuro Núcleo Interdisciplinario que estudie y realice propuestas en
torno a problemas de formación profesional, implementación de prácticas y gestión de políticas
públicas.

Objetivos de la propuesta
El objetivo más general es el de generar un grupo de estudios sociales y culturales sobre
deporte, integrado por grupos universitarios y no universitarios (por ejemplo SND, ONFI,
Federaciones, COU, MIDES, Ministerio del Interior, Municipios y Sistema Clubista y otras
organizaciones civiles).
Como objetivos más particulares se pretende: a) Co organizar actividades y eventos en
torno a los problemas que encuentren las organizaciones e individuos participantes y co orga-

185
nizar eventos regionales sobre ciencias del deporte; b) sostener grupos de lectura y discusión en
diferentes departamentos del país; c) integrar redes de intercambio académico-político-educa-
tivo nacionales y regionales; d) colaborar y asesorar a redes e instituciones no académicas que
trabajen el tema deporte (políticas, barriales, municipales, educativas, culturales); e) propiciar
abordajes interdisciplinarios desde la enseñanza –la investigación– la extensión e integrales,
sensibles a temas sociales y culturales sobre deporte; f ) aportar a la formación profesional y a la
discusión pública sobre las dimensiones sociales y culturales del deporte; g) revitalizar el Obser-
vatorio del Deporte de Uruguay.

186
Anexo 4

Estímulo visual para el debate territorial

187
188
189
190
Anexo 5

Guión para los debates territoriales

GUÍA PUNTO POR PUNTO DE LOS FORO-DEBATES


PRESENTACIÓN DE LA ACTIVIDAD Y EXPLICACIÓN DE SUS OBJETIVOS Y
DESARROLLO
– Presentación de la investigación y su marco institucional
– Explicación de los objetivos de la investigación en general y de la actividad en
particular
– Explicación breve de la dinámica de la actividad
PRESENTACIÓN DEL EJE TEMÁTICO 1:
LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE...
¿es mucha?
¿aumenta?
¿es peligrosa para la gente y sus bienes?
¿ya no deja de ir a las canchas?
¿ha corrido a la familia de las canchas?
¿es debida al deporte o viene de afuera?
Enunciados Polo A (1era parte):
La violencia en el deporte es mucha.
Además, aumenta.
Es muy peligrosa para la gente y para sus bienes.
Argumentos Polo A:
Lo afirma la prensa deportiva, los dirigentes políticos competentes, los dirigentes de los
clubes muestran cada vez mayor preocupación e incapacidad de acción. También lo dice la
policía. Se cruzan acusaciones sobre responsabilidades y competencias de los distintos actores
(dirigentes de clubes, policía, políticos). Cada vez hay mayor cobertura de hechos de violencia
en los medios. Ha crecido el fenómeno de la barrabrava y los actos delictivos dentro de las
tribunas. El Poder Judicial solicita un endurecimiento de las penas, tener herramientas para
juzgar más fuertemente. Lo mismo piden los periodistas. Se habla mucho de violencia en los
programas deportivos.
La sensación de aumento se produce por el encadenamiento noticioso de varios hechos
aislados de violencia, la repetición de los distintos actos violentos.
“Estamos cada vez peor”, “esto antes no pasaba”, “se han perdido las normas de convi-
vencia y los valores”, “hay que hacer algo porque esto va de mal en peor”, “los violentos han
ganado la batalla en el fútbol”, “vamos camino a terminar como Argentina o Brasil, jugando
sin público”.
Enunciados Polo B (1era parte):

191
La violencia en el deporte no es tanta.
No se puede probar que aumenta, ni que disminuye, ni nada.
Salvo excepciones conocidas, no es muy peligrosa para la gente ni para sus bienes.
Argumentos Polo B:
Está claro que es mejor que haya menos, pero no es tanta como parece. Por ejemplo, y
solo tomando el más violento, el fútbol: en los últimos 30 años hubo unos 100 clásicos, se ju-
garon 100 mil partidos oficiales, fueron unos 2 millones de personas. En 80 años, 250 clásicos,
240 mil partidos, 5 millones de asistentes, 1 millón y medio en clásicos. ¿Y cuántos muertos,
heridos, destrozos importantes hubo? Y si le agregamos el fútbol del Interior? En baby fútbol
nomás, en 40 años se jugaron 100 mil partidos, 2 millones y medio de niños, 12 millones de
asistentes. Me parece que hay menos problemas que en las playas, ríos y arroyos, incendios,
accidentes domésticos y muchos otros asuntos cotidianos.
Además, mucho no se puede decir porque no hay registros de la violencia deportiva en el
pasado, ni en todos los países, como para comparar. No se puede decir ni que aumenta, ni que
baja, ni nada, en serio, fuera de lo que le parezca a cada uno, sin mayor base objetiva, en datos,
en números, en cifras.
Entonces, habría que ponerse a hacer los registros para poder comparar en el futuro, pero
¿cómo los contamos? Porque, muchas veces, lo que es visto como violento hoy no era visto así
antes, o al revés; una cachetada familiar o escolar no era nada, un piropo es abuso, lo que le
parece violento a una abuela no le parece a un soldado o policía, lo que le parece violento a un
periodista o a un político no le parece a un jugador. Es difícil documentar y comparar; se ha
estudiado mucho en Inglaterra eso.

ESPACIO PARA DEBATE


Enunciados Polo A (2da parte):
Por culpa de la violencia, ya no se puede ir a las canchas.
Y menos en familia.
Esa violencia es por motivos deportivos.
Argumentos Polo A:
“Hoy vas a la cancha y no sabés si volvés”, “ya no puedo ir a la cancha por miedo a que
me pase algo”, “antes esto no pasaba”, “vas al estadio y no sabés lo que te puede pasar, no sabés
si volvés sano y salvo a tu casa”. Transmisión de los destrozos contra la propiedad, contra comer-
cios, vandalización del espacio público, etc. “Con las cosas que pasan, al estadio no se puede ir.”
“Los violentos han echado a la familia del fútbol”, “el fútbol tiene que volver a ser el de-
porte de la familia”, “ya no ves familias en los estadios”, “yo, cuando hablo con mis amigos, les
recomiendo que no lleven a sus hijos al estadio”.
Enunciados Polo B (2da parte):
Se puede ir a las canchas; el público ha aumentado y mucho.
Si se va menos en familia, es por otras razones y no por la violencia.
La violencia viene cada vez más de afuera del deporte, aunque explote adentro.
Argumentos Polo B:
No se puede decir así nomás que la violencia en el deporte baje la asistencia a las canchas.
En años con episodios violentos en el fútbol se vendió el doble de entradas. Y en el año más
violento del básquet se vendió el triple de entradas. La difusión de los operativos policiales en
los informativos debe correr mucha más gente de las canchas que la violencia, porque todo el

192
mundo se pone a pensar que va a haber una guerra y que pueden ligar un palazo perdido o que
los detengan para llenar el ojo. Y entonces no van.
Puede ser que se asista menos en familia, pero la asistencia familiar nunca fue la mayoría
de los espectadores. Y si disminuyó fue más que nada porque cada vez hay más ocio y entrete-
nimientos por sexo y edades, en pantallas, computadoras, celulares, redes sociales, vehículos; y
cada uno prefiere su propio entretenimiento y diversión, para su sexo y edad, en lugar del paseo
familiar a una cancha. No es por la violencia o su supuesto aumento que la familia va menos
como tal a las canchas.

ESPACIO PARA DEBATE


PRESENTACIÓN DEL EJE TEMÁTICO 2:
Entonces, ¿de dónde surgen esas creencias tan negativas sobre la violencia en el de-
porte?
Enunciado Polo A:
A pesar de todo lo dicho y estudiado, a la mayoría de la gente le parece que hay
mucha violencia, que aumenta, que es muy peligrosa, que no se puede ir a las canchas, y
menos en familia como antes; todo por culpa de la violencia que produce el deporte.
Argumentos Polo A:
Las creencias de las personas respecto al drama que significa la violencia en el deporte son
muy fuertes. La gente ha interiorizado fuertemente el discurso mediático de indignación por
la violencia y reclama soluciones de vigilancia, acción policial severa y castigo penal correspon-
diente.
“Yo soy de Peñarol de toda la vida pero ya no voy más al estadio”, “hace falta mayor pre-
sencia y represión policial”, “tengo miedo de ir con mi familia al estadio”, “ahora porque están
todos drogados, en mi época eso no existía”.
Enunciado Polo B:
Está muy estudiado en todo el mundo, desde hace 60 años, por qué a la gente le
parece todo eso, tanto de la violencia en el deporte como de cualquier clase de violencia.
Es que hay instituciones y profesiones que se benefician del miedo y que contribuyen a
imponerlo.
Argumentos Polo B:
La violencia se conoce principalmente por la PRENSA, que la aumenta en número y le da
color porque gana comercialmente con eso, rating y publicidad. También la POLICÍA, fuente
principal de noticias violentas para la prensa; violencia y miedo les permiten pedir más sueldos,
equipamiento (autos, comunicaciones, armas, cámaras, espionaje) leyes favorables, facilidades
para detener y allanar; pasar como angelitos que combaten a demonios cada vez más malditos. Y
la SEGURIDAD PRIVADA: sus empresas, alarmas, cercos eléctricos, sprays y armas eléctricas,
clases de artes marciales, perros mordedores. Los BANCOS Y LAS ASEGURADORAS que
venden miedo bajo la forma de seguros contra la violencia; las primas de los seguros y la varie-
dad de seguros crece más que la delincuencia y que el miedo al delito, que crece más que el cri-
men. Los POLÍTICOS, en especial cuando son oposición, aprovechan para ponerse la capa de
Supermán, subirse al batimóvil, moverse como el hombre araña y fruncir el ceño para prome-
ter soluciones mágicas imposibles. Las EMPRESAS DE SONDEO de opinión pública ganan
por investigar lo que la gente piensa y siente, creando esa opinión tanto como averiguándola
y dándole la bendición científica. Finalmente, TODOS nosotros reproducimos y ampliamos
todo esto que nos creemos a partir de lo que estas profesiones e instituciones nos meten porque

193
les conviene: en la sobremesa familiar; en los boliches; en las pausas en el trabajo; en plazas,
playas y paradas de ómnibus; mirando aterrorizantes informativos y programas especiales sobre
violencia aumentada y dramatizada: el RUMOR COTIDIANO amplifica lo creado y afirmado
por todos los actores mencionados. Hace más de 100 años que esto se estudia; hace más de 60
que se confirman estas conclusiones en todo el mundo; hace más de 50 que hay mucha teoría y
pensamiento que afirma todo esto que le decimos. No se deje asustar más para beneficio de esos
nombrados. Use su viveza criolla, sea ilustrado y valiente como nos quería Artigas.

ESPACIO PARA DEBATE


PRESENTACIÓN DEL EJE TEMÁTICO 3:
¿Qué habría que hacer para mejorar la situación de la violencia en el deporte?
Enunciado Polo A:
La violencia en el deporte podría eliminarse, y pronto, si se hiciera lo que hay que
hacer.
Argumentos Polo A:
Los periodistas deportivos y los medios en general se quejan de la pasividad policial, de
los malos operativos. “Todo el mundo sabe quiénes son, son muy pocos, pero no se los puede
procesar, falta la identificación facial, y después un marco legal más duro para penar a los vio-
lentos”.
Algunas medidas propuestas y/o implementadas para “combatir” la violencia en el de-
porte.
Impedir la entrada de violentos reconocidos por autoridades públicas y privadas.
Impedir la entrada a violentos con antecedentes judiciales.
Registrar las tribunas e inmediaciones del estadio con cámaras de alta definición que
puedan identificar y responsabilizar a culpables de hechos de violencia, impedirles seguir con-
curriendo y hasta detenerlos judicialmente.
Registrando y cacheando a la entrada de los estadios.
Separar hinchadas al ingreso y salida de los estadios, y hacerlas salir en momentos dife-
rentes.
Reprimir de distintos modos banderas, cánticos y gritos agresivos, que hagan apología de
la violencia, y que puedan llevar a una escalada del conflicto.
Limitar los objetos que se entran y que pueden ser arrojadizos, hirientes, o contener ar-
mas, drogas, bengalas, otros elementos.
“Son unos pocos inadaptados, enfermos, delincuentes, a quienes se puede identificar,
excluir y detener.”
“Hay que sacar a los violentos y se acaba la violencia. Es así de fácil.”
Enunciado Polo B:
La violencia en el deporte no puede eliminarse, y menos pronto; pero se pueden
tomar medidas inmediatas que la mejoren. Aunque lo más importante es atacar las causas
profundas, de fondo, que no van a producir resultados ya pero que son más efectivas para
reducir la violencia a futuro.
Argumentos Polo B:
Con medidas represivas, que son necesarias–sin duda–, no se conseguirá evitar que haya
nuevos violentos y nueva violencia que habrá que reprimir de nuevo, y así sucesivamente: re-
producción de causas, reproducción de violencia y violentos, reproducción de represión, y así
sin fin, sin final, sin solución. Solo la reducción o eliminación de las causas permitirá reducir

194
o eliminar violencia y violentos, y reducir o eliminar la represión. Porque habrá que reprimir
mientras haya violencia y violentos; pero mientras no apostemos a que disminuyan en canti-
dad y violencia no ganaremos nada; solo atacando las causas progresaremos contra violencia y
violentos; solo o principalmente reprimiendo tendremos que volver a reprimir. Es una falsedad
total que deteniendo o matando a los criminales evitaremos crímenes en el futuro; vendrán
otros mientras se mantengan las causas del delito; si detenemos a todos los ladrones, aparecerán
otros, por necesidad, ambición, atracción, diversión, o facilidad; ninguna represión por sí sola,
sin ataque a las causas, evitará violencia ni violentos.
La necesidad; las carencias y necesidades insatisfechas; la desigualdad que hace que haya
tantas diferencias entre niveles de vida y de disfrute de bienes y servicios; la desigualdad vista,
no como justa, sino como injusta porque la constitución solo acepta las diferencias producidas
por las diferencias en talentos y virtudes, y de ninguna manera los que tienen más lo tienen
porque sean mejores que los que no lo tienen; los medios de comunicación se pasan mostrando
el nivel de vida de ricos, famosos, poderosos y bellos, produciendo envidia, resentimiento, odio,
codicia, ambición que terminan en tentación criminal para apropiarse ‘de costado’ de lo que no
se puede obtener ‘por derecha’. Y tantas veces un hurto, un arrebato, una invasión de domicilio
terminan con lesiones y daños innecesarios porque se odia a los robados o invadidos; se roba
para tener lo que no se puede comprar ya, pero el daño a la propiedad o la lesión a las víctimas
es más producto de odio, envidia y resentimiento que de necesidad o desigualdad; es más bien
producto de desigualdades sentidas como injusticias, de humillaciones y ninguneos acumulados
en la vida y hasta sufridas durante generaciones. Necesidad, carencias, desigualdad, desigualdad
injusta, consumismo obsesivo inyectado por la publicidad y la prensa, exhibición constante de
lujos inalcanzables, humillaciones cotidianas en la búsqueda de empleo, buenos sueldos y nive-
les de vida que se acerquen a los diariamente exhibidos. Si no disminuimos o terminamos con
estas causas de violencia y violentos, ninguna ley o cámara mágica impedirá que se reproduzcan
y que tengamos que seguir reprimiendo violencia y violentos pero con sin esperanza alguna de
que terminemos con eso. Más bien resignados a tener que volver a hacerlo y a gastar cada vez
más en represión sin obtener rehabilitación, reinserción, ni disminución de la tentación delic-
tiva de buscar ‘de costado’ y ya lo que no se cree poder conseguir ‘por derecha’. Cada vez más
dinero en sueldos, equipamiento, tecnología, comunicaciones, autos, camionetas, helicópteros,
drones, cámaras, espionaje en teléfonos, celulares y redes sociales para seguir sintiendo cada
vez más inseguridad y miedo. No se puede seguir este camino equivocado y fracasado de solo
reprimir efectos y consecuencias sin tocar las causas de todo eso.

ESPACIO PARA DEBATE


PLANTEO DE PREGUNTAS – ESTÍMULO PARA DEBATE INMEDIATO:
¿Piensan que la sociedad es, al menos en parte, culpable de la violencia y de los vio-
lentos que hay en la sociedad en general y en el deporte en particular?
ESPACIO PARA DEBATE
¿Piensan que el barrio o la comunidad pueden hacer algo para disminuir la violencia
en el deporte?
ESPACIO PARA DEBATE
FIN DEL DEBATE Y CIERRE DE LA ACTIVIDAD

195
ANEXO 6

Cuestionario previo a debates territoriales

1) ¿Cree que hay violencia en los deportes? Marque solamente una opción
a) Sií
b) No
c) En algunos
d) A veces
e) NS/NC
2) ¿Cuánta? Marque solamente una opción
a) Mucha
b) Bastante
c) Más o menos
d) Poca
e) NS/NC
3) ¿Cree que hay...? Marque solamente una opción
a) Mucha más
b) Más
c) Más o menos
d) Menos
e) Mucha menos
f ) NS/NC
4) ¿Cree que se puede...? Marque solamente una opción
a) Eliminar
b) Disminuir
c) No se puede
d) NS/NC
5) ¿Quiénes podrían eliminar o disminuirla? Mostrar tarjeta 1.
Por favor ordene de acuerdo a la importancia de cada unos de estos actores sociales
en la solución de este problema.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.

196
10.
11.
12.
6) La prensa... Marque solamente una opción
a) Aumenta la violencia
b) Solo la presenta como es
c) Le da color porque le conviene
7) Los periodistas deportivos... Marque solamente una opción
a) La aumentan
b) La describen como es
c) Le dan color porque les conviene
8) La policía... Marque solamente una opción
a) La entiende y la combate bien
b) Le da color porque le conviene
c) No entiende al hincha
d) No hace nada o se abusa
9) Cantos, gritos, gestos, insultos deben ser... Marque solamente una opción
a) Permitidos porque es lo que el hincha siente
b) Algunos sí deben ser permitidos y otros no
c) Tolerados porque bajan tensiones
d) Prohibidos porque llevan a más violencia
10) ¿Qué cosas crees que se deben hacer para eliminar o disminuir la violencia en el
deporte?
.................................................................................................................................
.................................................................................................................................
.................................................................................................................................
.................................................................................................................................
.................................................................................................................................

11) ¿Cree que la sociedad en general tiene culpa de que haya violencia y violentos en
el deporte? Marque solamente una opción
a) Sí ¿En qué?...........................................................................................................
b) No........................................................................................................................
c) NS/NC
12) ¿Cree que la familia y el barrio pueden ayudar a eliminar o disminuir la violencia
en el deporte? Marque solamente una opción
a) Sí ¿Cómo?.............................................................................................................
b) No........................................................................................................................
c) NS/NC
Registre edad y sexo del entrevistado
Edad:........................................................................................................................
Sexo:.........................................................................................................................

197
Tarjetas con respuestas alternativas a la pregunta 5
Tarjeta 1
Pregunta 5)
a) Políticos b) Prensa c) Policía d) Poder judicial
e) El barrio f ) La familia g) Escuelas y liceos h) Políticas sociales
i) Psicólogos j) Educadores y trabajadores sociales
k) Justicia social l) Religiones

198
Anexo 7

Otras actividades académicas y de extensión


realizadas

De la página 150.
199
206
Anexo 8

Datos empíricos correspondientes al


artículo: “¿Inadaptados? Masculinidad,
violencia y solidaridad en dos hinchadas de
Montevideo”

Los bombos entrando y dirigiéndose hacia su espacio.


207
A la izquierda, bandera en la Tribuna Cataldi que proclama
#LasBanderasNoMatan. A la derecha, banderas dadas vueltas en
208 señal de protesta por prohibición de banderas en el clásico.
Hinchas con remeras pintadas.

209
210
211
212
213
214
215
216
Anexo 9

Datos empíricos correspondientes al


artículo: “Violencia en el deporte: Algunas
percepciones preliminares”

Gráfico 1

Gráfico 2

Gráfico 3

217
Gráfico 4

Gráfico 5

Gráfico 6

218
Gráfico 7

Gráfico 8

Gráfico 9

219
Gráfico 10

Gráfico 11

Gráfico 12

220
Gráfico 13

Gráfico 14

Gráfico 15

221
Anexo 10 (sólo en cd)

Otros productos audiovisuales de la


investigación

Filmación completa de uno de los debates territoriales


(solo en cd)

Corto audiovisual de síntesis de las actividades del proyecto


(solo en cd)

222
Noviembre, 2017. Depósito Legal Nº 372.840/17
www.tradinco.com.uy

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