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La mujer en los orígenes del cristianismo.

Se pretende a través de la elaboración del presente escrito, hacer un análisis, en


torno a la lectura “La mujer en los orígenes del cristianismo”. Manifestando en este
nuestro acuerdo o desacuerdo con lo que expresa el autor del mismo.

Manifiesta la lectura en mención, que la presencia de la mujer en las primeras


comunidades creyentes en Cristo es una realidad, al punto que estas hacían parte
del núcleo constitutivo de dichas comunidades, y esto es muy cierto, dadas las
referencias que de ellas hacen muchas de las cartas Paulinas en sus doxologías,
y otras citas descritas en el nuevo testamento. Sin embargo, estas referencias a
que hacemos mención no son extraordinariamente reveladoras de los detalles del
rol desempeñado por la mujer en la iglesia naciente, máxime cuando sabemos por
la misma escritura la condición o el papel a que había sido relegada la mujer en la
sociedad judía, que es finalmente el entorno cultural en el que surge el
cristianismo. Por los evangelios sabemos de grupos de mujeres que siguieron a
Jesucristo muy de cerca, e incluso se les podía considerar en alguna medida,
como discípulos suyos; algunas de ellas contribuían económicamente con la
causa del movimiento de Cristo, por lo cual podemos decir entonces, que la obra
de Jesucristo proporcionó a la mujer un trato igualdad, de dignidad, y de
ciudadanas de segunda categoría, la mujer pasó a ser en Cristo, destinatarias y
testigos privilegiados de su amor y de su gracia. Lo cual no fue ajeno al
cristianismo, y por ello vemos en los orígenes del mismo, es decir, en la iglesia
naciente, el descollar de muchas mujeres que se convirtieron en un apoyo de
trascendencia incalculable en la labor de extender el cristianismo sirviendo en y
desde sus casas, y hasta en sus diversas actividades, de entre ellas el apóstol
Pablo hace mención de Sintique, Evodia, Prisca, Priscila, Junias, solo por
mencionar algunas que colaboraron con él en su ministerio.

En algunos apartes de la lectura, la autora deja entrever que la iglesia se llegó a


patriarcalizar debido en buena medida al atractivo que el mundo romano ejerció
sobre el cristianismo, y que todo este proceso de acomodación, entiendo, iglesia-
estado, no dejaron de ayudar al proceso de patriarcalización de la "casa de Dios"
y, todo ello, hizo a su vez posible la pérdida paulatina del protagonismo que los
laicos –hombres y mujeres venían ejerciendo en las funciones y roles eclesiales.
Además, Las culturas patriarcales antiguas daban por supuesta la superioridad del
hombre sobre la mujer. Esto significaba que los hombres eran sujetos de
relaciones mientras que las mujeres eran simples objetos o medios para satisfacer
las necesidades sexuales masculinas, alumbrar hijos y encargarse de todo lo que
pertenecía al campo de lo doméstico, pero bajo la vigilancia y control del varón.
Quizá muchos de estos argumentos que ha presentado la escritora de la lectura
objeto de análisis, tengan mucha validez a la hora de encontrar las causas que
opacaron el rol de la mujer en la actividad eclesial, y que a su vez propiciaron la
pérdida del protagonismo de la mujer en la actividad eclesial, pero también es
menester decir que pudieron haber ejercido una marcada influencia algunos textos
neo testamentarios, fundamentalmente del apóstol Pablo que pudieron ser mal
orientados o mal interpretados ejm (1 Timoteo 2:12) “porque no le permito a la
mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Todos
estos aspectos vinieron a contribuir en lo que en esta lectura se ha denominado
patriarcalización de la casa de Dios, con la consecuente pérdida del rol de la mujer
en la actividad de la vida eclesial.

Pienso además que marcó una gran influencia en todo esto la cultura judía
imperante en ese entonces, que fue el marco socio-cultural, en el que emergió el
cristianismo, no obstante, la exhortación bíblica de “ya no hay judío ni griego; no
hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque vosotros sois uno en Cristo
Jesús”. Porque en el propósito de Cristo la mujer tiene la misma dignidad que el
varón, y gozan del mismo derecho a escuchar y llevar el mensaje de salvación.

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