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El presente análisis tienen como objetivo abordar la violencia física ejercida en la pareja e
hijos, que pueden afectar directamente e indirectamente y pueden perdurar a lo largo de la
vida o incluso ser trasferidos a generaciones posteriores.
La Organización mundial de la salud define la violencia familiar como “aquella que se produce
en el ámbito doméstico entre cualquiera de los miembros de la familia e incluye la violencia
entre iguales, el maltrato infantil o el generado a personas mayores, discapacitadas o
dependientes”. Por su parte la violencia contra la mujer es un problema de salud pública,
reconocida tanto en nuestro país como en el extranjero. Las mujeres pueden padecer uno de
las violencias como violencia física, siendo la más frecuente la ocasionada por otro miembro
de su familia (sobre todo por la pareja: esposo, conviviente o compañero íntimo) (Palomino y
otros. 2002).
Caballero J, Alfaro M y Torres H. (2009), mencionan que la violencia no solo afecta de manera
directa el bienestar de la mujer, sino también el de su familia y personas cercanas. Repercute
a su vez sobre la integridad física, emocional y social, así como sobre la salud, la calidad de
vida y las opciones de desarrollo, al interior de sus familias y en la sociedad. A su vez, los
hijos expuestos a la violencia física pueden experimentar efectos negativos, independientes
de la edad, que van desde problemas físicos hasta alteraciones emocionales, cognitivas y de
la conducta.
Según Martínez (2014), la violencia física puede ser puñetes, patadas, golpe con cualquier
objeto, abuso sexual, violencia, mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales
dañinas para la mujer o entre iguales. A su vez, la violencia física a una niña o niño está
determinado por, golpear, dar cachetadas, palmadas y agresión física no accidental por parte
de los padres o cuidadores, que como producto de castigo único o repetido. Los niños
maltratados aprenderán a resolver sus problemas a través de la violencia, más agresividad y
difíciles, y pueden tener problemas en diversos áreas de su vida tales como retraso en el
crecimiento, alteraciones neuropsicológicas, alteraciones del sueño y alimentación, retraso en
desarrollo motor. (Valdebenito, 2009).
Por otro lado, la mujer maltratada puede experimentar diversos estados anímicos vinculados
al maltrato. Se ha observado que los estados anímicos de las mujeres con maltrato sistemático
difieren ampliamente del resto de las mujeres estudiadas. En el estudio epidemiológico de
salud mental en Lima Metropolitana y Callao realizado el 2012, se encontró que más de la
mitad de mujeres con maltrato sistemático refirieron sentirse “siempre o casi siempre”
preocupadas y tristes.
En definitiva la violencia no lleva a nada bueno solo afecta a los miembros del hogar. Desde
el punto de vista Bíblico la violencia tiene origen en Satanás, el peor enemigo de Dios y del
hombre. Pablo en 1 Juan 5:19 menciona que “la humanidad está en el poder del maligno”. Por
lo tanto al diablo le encanta la maldad y a la gente que lo sigue también lo fascinara la
violencia. En efecto las estadísticas presentadas reflejan las artimañas que ejerce el diablo
poniendo en el corazón de la humanidad (pensamientos malignos), pero también a diario
estamos expuestos a películas, música, y otros actos que alimentan a la violencia física.
A pesar de todo esto el Dios dice en Colosenses 3:8-10 de la siguiente manera: “Deséchenlas
todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena. Desnúdense de la vieja
personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad”.