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7º
del C.P.).
El presente trabajo se orienta a intentar echar luz al añoso debate que se ha suscitado entre las
figuras del homicidio en ocasión del robo o Latrocinio y el homicidio "criminis causae", que si bien
a primera vista se asemejan y por ello han ocasionado más de una confusión de calificación en
distintos antecedentes jurisprudenciales, luego de un profundo análisis de cada figura se
evidenciará que no sólo sus estructuras son disímiles sino que hasta se complementan, siempre y
cuando la plataforma fáctica del injusto lo permita.
Concepto
El "criminis causae" es el homicidio en conexión ideológica con otro delito. Se mata "para" o "por"
otro delito.1
En la figura tipificada por el artículo 80 inciso séptimo nos encontramos con un agravamiento del
homicidio con motivo de la flagrante intencionalidad de cometer el injusto y la presencia
manifiesta del elemento cognitivo de criminalidad del acto por parte de su autor, de modo tal que
no deja lugar a dudas que se trata de un accionar consciente del infractor a la norma punitiva.
Tal lo expuesto, podemos identificar que la motivación del infractor en el acto criminal se
encuentra en la comisión del mismo "para" preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o
"para" asegurar su resultado o procurar la impunidad para sí o para otro, o "por" no haber logrado
el fin propuesto al intentar otro delito.
En este sentido previo al íter criminis, el infractor debe también tener la finalidad de preparar,
facilitar, consumar u ocultar otro delito, o procurar la impunidad para el mismo o para otro.
El homicidio se comete para preparar cuando con él se buscan los medios que permitan la
ejecución de otro delito, o colocarse en posición para ejecutarlo; para facilitar cuando con él se
intentan mejores posibilidades para la ejecución o concreción del resultado de otro delito; para
consumar cuando es el medio para ejecutar el otro delito; para ocultar cuando con el homicidio se
busca que el otro delito no sea conocido; y tiene la finalidad de asegurar los resultados del otro
delito cuando por él se quieren preservar los beneficios que se han obtenido por el otro delito ya
consumado, o los que se piensa obtener del delito a cometerse.2
Por otro lado, merece especial atención la última parte del inciso, ya que aquí el homicidio es
causado por el infractor por no haber logrado el fin propuesto al intentar otro delito. En este caso,
a diferencia de los supuestos de la primera parte del inciso es preciso que se haya intentado un
hecho punible3.
Sobre esto último se han esbozado algunas teorías sobre la extensión de la palabra "intentar"
contenida al final del inciso 7° del artículo 80 del Código Penal, abogando algunos autores por la
afirmación de que la voluntad del legislador al utilizar ese vocablo sólo hace referencia a la
tentativa, sin consumación del otro delito. Contrariamente a ello, en mi opinión y coincidiendo con
Fontán Balestra, el inciso comprende tanto a aquellos que habiendo tentado el otro delito no
llegaron a consumarlo como aquellos que habiéndolo consumado, no lograron satisfacer la
pretensión originaria al momento de idear la plataforma delictiva.
Optica subjetiva
Ya se ha dicho que "...la muerte resultante debe estar conectada, como en los demás delitos
preterintencionales, bajo la forma de responsabilidad culposa, por lo que sea resultado de un puro
caso fortuito no es un resultado de la acción desplegada para robar; de exigirse el dolo en la acción
de matar, se desplazaría a la figura de homicidio "criminis causae" (art. 80 inc. 7, CP)4
En el homicidio agravado por el delito conexo el sujeto se propone matar y luego robar; mata para
robar; cree que es necesario para consumar el robo matar; para consumar, o facilitar, o para
asegurar la impunidad del robo.5
En doctrina se encuentra ampliamente aceptado que el artículo 80 inciso 7° del Código sustantivo,
requiere para su existencia una finalidad en el infractor, siendo la misma sólo compatible con el
dolo directo. En dogmática la mayor consecuencia de este reconocimiento es que cuando concurre
una circunstancia de esta naturaleza el delito no puede atribuirse al dolo eventual. 7
Cuando el homicidio es causado con miras a preparar, facilitar o consumar otro delito, éste último
siempre deberá ser doloso, ya que de la misma lectura de la manda surge que el infractor deberá
conocer y comprender tanto el accionar homicida como el otro accionar delictual. En cambio en el
supuesto que el homicidio sea causado a fin de ocultar u obtener impunidad de otro delito
anterior, podrá tratarse de un delito doloso, culposo o preterintencional.
Punto de conexidad
En general esta figura se presenta en la práctica vinculada al delito de robo, y es ahí donde
comienza la conexión con la figura del latrocinio, si bien también es común vincularla al delito de
violación a fin de ocultar las huellas del injusto o evitar ser reconocido a posteriori.
Latrocinio
Concepto
La figura regulada por el artículo 165 del Código Penal se trata de un especial agravamiento de la
punición con base o fundamento en el homicidio que ha ocurrido con motivo u ocasión del robo.
El sostén dogmático del agravamiento radica en la violencia utilizada por el infractor orientada a la
consumación o tentativa del robo, con la consecuente defunción de la víctima del injusto.
Con relación a lo mencionado Edgardo Donna8 aclara que si bien la norma se refiere a
"homicidio", se ha entendido que la norma refiere a "muerte" en su concepto genérico,
comprendiendo de esta forma que si el resultado de ejercer la fuerza sobre las cosas y no sobre la
persona, fuera la muerte, obtendríamos el agravamiento mentado y deberíamos calificar el delito
como latrocinio. Aquí cabría preguntarse si con la mencionada ampliación del concepto de
homicidio a muerte se encontraría comprendida dentro de la figura del latrocinio, el infortunio del
infractor que, entrase quebrando una puerta o una ventana en una vivienda de una persona
cardíaca, quien a su vez con motivo de ser amedrentada por la fractura de su puerta o ventana,
dicha disfunción cardíaca produjera su defunción o que cayendo la puerta encima suyo causare el
deceso producto de las violencias ejercidas sobre las cosas. En mi opinión debiera extenderse el
agravante al evento puramente casual o fortuito, sin perjuicio de haber entendido lo contrario la
Sala primera de la Cámara Nacional de Casación Penal en "Tiberievich Kepych".9 Si bien pueda
parecer excesivo, sustenta lo expresado, el diferente resultado obtenido, si suprimiéramos
mentalmente las acciones violentas del infractor a la norma.
Lo dicho se resume en que el latrocinio comprende las violencias ejercidas aún cuando el resultado
sea meramente accidental, siempre y cuando las mismas no sean preordenadas al robo, dado que
de otra forma se trasladaría a la figura analizada en el título precedente.
El homicidio es aquí un suceso eventual que altera el designio del ladrón, ya que las mismas no se
encontraban preordenadas por el autor.10
Optica subjetiva
El artículo 165 no requiere que esté en la mente del sujeto cuando va a efectuar el robo la idea de
matar, aunque vaya preparado, aún con armas, porque precisamente, esas armas se utilizan para
configurar la violencia, o la intimidación, que están dentro de la naturaleza del robo.11
Desde el aspecto subjetivo es importante destacar que, no existiendo dudas sobre el carácter
doloso que posee el robo, entiendo que el mismo puede haber sido consumado o tentado,
quedando consumado el latrocinio aún habiendo quedado en el estadio de la tentativa el delito de
robo. Así lo ha entendido la Cámara Nacional de Casación Penal en el fallo "Tomier", y si bien existe
alguna doctrina en contrario es la minoritaria.
Por otro lado es unánimemente aceptado que el homicidio no puede quedar en grado de tentativa,
aún cuando el robo haya sido consumado.
Por su parte Andrés D'Alessio entiende que "...cada partícipe responde en la medida de su dolo,
quienes no hayan convergido intencionalmente con ese modo de perpetración responderán por el
tipo básico (art. 164), no por el agravado..."
Conclusión
La clara distinción entre ambas figuras nos lleva a las siguientes conclusiones:
En la coexistencia de las figuras del artículo 80, inciso 7° y 165 CP, tal cual enseña Nuñez, la regla es
que corresponden a los primeros casos en los cuales el ladrón ha vinculado ideológicamente el
homicidio con el robo, sea como medio para cometerlo, ocultarlo, asegurar sus resultados o su
impunidad, sea como manifestación de desprecio. Por el contrario, el artículo 165 comprende los
homicidios que son el resultado accidental de las violencias ejercidas o ejecutadas con motivo u
ocasión del robo. El homicidio es aquí un suceso eventual que altera el designio del autor y que
resulta de las violencias físicas ejercidas por él para facilitar o cometer el robo o para facilitar su
impunidad, o de las violencias desenvueltas por la víctima o terceros a raíz de las violencias del
autor, pues la ley, a diferencia de lo que dispone respecto de las lesiones (art. 166 inc. 1°), no
requiere que el homicidio sea causado por las lesiones ejercidas para realizar el robo, sino, lo que
tiene mucha más amplitud, que el homicidio resulte del robo.
El tipo del artículo 165 es incompatible con la preordenación del homicidio respecto del robo, pero
no lo es con el dolo del homicidio simple. 12
Notas