Вы находитесь на странице: 1из 4

INSTRUCCION EN PRIVADO 17:22–18:35

Predicción acerca de Su Muerte 17:22–23

Después de confirmar Su persona y Su posición frente a los discípulos, Jesús les da instrucciones preparativas para los
días venideros (17:22–18:35). Tiempos difíciles están por delante y tienen que prepararse para enfrentarlos y
comprender el plan de Dios. La instrucción empieza con el recuerdo duro que, aunque Jesús es el Mesías, tendría que
morir pronto.

Precaución acerca de la Ofensa contra los Demás 17:24–18:14

A base de Su muerte inminente, Jesús les instruye para el futuro. El tema principal que se trata en preparación para Su
muerte es el problema de la conducta que ofende a otros. El rechazo de Jesús les va a dejar en algunas situaciones
difíciles en las cuales sin duda se sentirán ofendidos, y tal vez ofenderán a algunos otros también. Les quiere preparar
para tales situaciones. Primero les advierte en cuanto a su propia conducta. Deben tener cuidado para no ofender a
otros.

Los Privilegios del Hijo 17:24–27

Cristo utiliza Su propia conducta al pagar el impuesto del templo como un ejemplo a los demás del cuidado que deben
tener para no ofender a otros. Como Hijo del Rey, Jesús no tenía que pagar este impuesto. Fue exento por el derecho de
Hijo. Sin embargo, pagó el impuesto para no ser ofensa a los demás. No quería ningún obstáculo, a base de Su conducta,
que pudiera servir de estorbo para quien estuviera pensando confiar en El.

SU DERECHO COMO HIJO LE EXONERO PARA NO OFENDER LO PAGO

La grandeza frente a Dios 18:1–5

Jesús continúa advirtiéndoles del peligro de las ofensas a los demás al tratar el concepto de ellos en cuanto a la
grandeza. La opinión del mundo que también aceptaban, es que los mayores deben ser servidos. Los otros deben
someterse.

Jesús les enseña que deben cambiar su actitud acerca de la grandeza. Una persona verdaderamente grande desde el
punto de vista de Dios, no exige que le concedan lo que quiere. Será humilde y se someterá a los demás.

El ejemplo del niño subraya estas dos características de la grandeza frente a Dios. El niño reconoce su pequeñez; no se
cree grande todavía. Así debe ser quien aspira ser grande frente a Dios. A la vez, tal persona debe someterse para el bien
de los pequeños que no le pueden recompensar. De esta manera alcanzarán la verdadera grandeza.

LA VERDADERA GRANDEZA

PERTENECE A QUIENES

* SE HUMILLAN

* SIRVEN A LOS DEMAS


El Peligro de Desviar a Otros 18:6–14

El principio general en cuanto a la grandeza ya presentado, se aplica directamente al tema de las ofensas a los demás. El
que es verdaderamente grande, manifestará su interés en otros al tener cuidado de no hacerles caer por medio de su
propia conducta. Quien pase por alto esta importante base para la conducta, será juzgado por Dios a causa del daño que
haga a los que Dios ama.

Se utiliza la ilustración del cuerpo para subrayar la importancia de eliminar cualquier cosa que pudiera ser ofensa en
nuestra vida. Muchos han tratado de aplicar literalmente este pasaje. Algunos se han cortado algún miembro físico del
cuerpo con el fin de cumplir con lo que Jesús enseña. Sin embargo, El mismo indica en el Sermón del Monte que el
problema mayor no está en los miembros físicos del cuerpo, sino en la mente del hombre. ¡Difícilmente puede uno
cortarse la mente!

A veces también se han utilizado estos versículos para enseñar la posibilidad de perder la salvación. Fíjese bien que el
pasaje no dice que quienes sean salvos y hagan esto perderán la salvación que tienen. Se les presenta un principio
universal de la importancia de luchar por las prioridades indicadas. Es mejor sacrificar lo que es temporal para conseguir
lo que es eterno en vez de luchar por lo que es temporal a expensas de lo que es permanente.

MAS VALE SACRIFICAR LO QUE ES TEMPORAL PARA CONSEGUIR LO QUE ES ETERNO

EN VEZ DE SACRIFICAR LO QUE ES ETERNO PARA CONSEGUIR LO QUE ES TEMPORAL

Los miembros físicos del cuerpo pueden perderse. Los derechos personales pueden sacrificarse. Pero debemos luchar
por el bienestar eterno, tanto el nuestro como el de los hermanos. Quienes están listos para la venida del rey deben
reconocer la importancia de estas prioridades y vivir de esta manera.

La verdad que Cristo les quiere enseñar es que deben estar dispuestos a sacrificar cualquier cosa que sirva de estorbo a
la obra de Dios en su vida o en la de su hermano que pudiera ser herido por lo que ellos hicieran. Cristo tiene tanto
interés en cada uno de ellos que sale a buscarlos y restaurarles. Si se preocupa tanto por ellos, nosotros también
debemos estar dispuestos a sacrificar nuestros deseos con el fin de ayudarles. Si la restauración trae gozo al corazón de
Dios, ¿No debemos buscar la manera de lograrla?

¡PENSEMOS!

En este pasaje, como en muchos otros de la Palabra de Dios, se nos advierte del peligro de querer exaltarse y salirse con
las suyas. El que es verdaderamente grande buscará primero el bien de los demás. Evitará cualquier conducta que
pudiera hacer caer a otro.

Hoy en día hay un concepto popular que esta enseñanza no es realista. “¡No se puede vivir así!” Considere su propia
vida a la luz de estas palabras de Cristo. ¿Qué le está pidiendo? ¿Habrá alguna costumbre en su vida que pueda ofender
a otros? ¿Qué le pide Dios? ¡No deje que el concepto popular interfiera con lo que Dios le enseña! Apunte algún paso o
pasos que debe tomar esta semana para cumplir con lo que Dios quiere.
Preparación para las Ofensas de los Demás 18:15–35

En las epístolas del Nuevo Testamento se demuestra que en medio de la persecución los creyentes frecuentemente no
se trataron como debían de haberlo hecho. Jesús quiso prepararlos para lo que iban a sufrir por causa del maltrato de
parte de otros, aun de parte de sus hermanos en Cristo.

La Corrección del Ofensor 18:15–20

Primero Jesús les enseña cómo deben tratarse con quienes les maltratan. En resumen, deben acercarse a ellos en
amor, con el fin de corregirles. No se debe buscar venganza. Sólo al haberse terminado todos los recursos disponibles se
le debe aplicar las medidas de disciplina.

Los principios específicos para tales casos deben aplicarse en cualquier situación donde alguien nos ofende.

1. Primero, antes de una confrontación pública, la persona ofendida debe acercarse al hermano en privado para
tratar de corregir el problema a nivel personal.
2. Si a nivel personal no se puede resolver el problema, se debe llevar a uno o dos hermanos más. Tales personas
servirán como testigos en caso de que el intento de restauración no resulte. Los testigos deben ser personas
maduras que puedan ayudarles a solucionar el problema con el fin de no tener que tomar medidas más
drásticas. Al arreglarse el problema a este nivel no hay que hacer más. Los hermanos involucrados deben
guardar silencio.
3. Si el caso no se resuelve en privado, se debe llevar a la iglesia. Si la gente involucrada todavía no quiere hacerle
caso, deben considerarse como “gentil y publicano”. Los dos grupos mencionados eran despreciados por Israel.
Nadie le invitaría a su casa. Se excluyeron de toda actividad del pueblo de Dios. Así deben tratar a quienes no
quieren someterse a la corrección de la iglesia. Sin embargo, si ellos se arrepienten, debe haber restauración. La
disciplina es para corregirles; no para castigarles.

AL SER OFENDIDO DEBEMOS:

* INTENTAR RESTAURARLE EN PRIVADO

* INTENTAR RESTAURARLE CON TESTIGOS

* INTENTAR RESTAURARLE FRENTE A LA IGLESIA

SOLO AL NO RESPONDER

SE APLICA LA DISCIPLINA

Cristo afirma que la acción tomada así por el pueblo de Dios cuenta con la autoridad de Dios Mismo. El actúa a través de
Su pueblo para lograr Su voluntad (18:18–20).
El Perdón para el Ofensor 18:21–35

Después de enseñarles cómo corregir al ofensor, Jesús les instruye acerca de la actitud hacia quien les haya ofendido.
Aunque la conducta inadecuada tiene que ser tratada, el que ha sido ofendido es responsable también por su propia
actitud. Debe perdonar al que le ha hecho daño, no importa cuánto le haya herido.

Al hacer la pregunta en cuanto al perdón, Pedro pensaba que había sido generoso. La interpretación común era que
después de tres ofensas ya no había necesidad de perdonar. Pedro lo aumentó hasta siete veces.

La respuesta del Señor exigía mucho más. Cristo no quería decir que contaran hasta 490 veces y que después le cayera
encima. Su respuesta indica que debemos perdonar tantas veces que ni vale la pena llevar la cuenta (18:21–22).

La ilustración que utiliza demuestra dos motivos principales para perdonar de esta manera. Primero, deben perdonar a
los demás por reconocer el gran perdón de Dios hacia ellos (18:23–33). Al lado de ese perdón, las ofensas en su contra
no valen nada. Son pequeñísimas.

Segundo, deben perdonar a los otros por reconocer el sufrimiento personal que el enojo sin perdón produce (18:34–35).
Se compara al sufrimiento bajo los verdugos. Así es la aflicción personal de quienes no están dispuestos a perdonar a los
demás.

¿POR QUE DEBEMOS PERDONAR A QUIENES NOS OFENDAN?

 PORQUE DIOS NOS PERDONO MUCHO.


 POR EL SUFRIMIENTO QUE EL ENOJO PRODUCE EN NOSOTROS MISMOS.

¡PENSEMOS!

¿Habrá alguien que usted ha ofendido? ¿Le ha pedido perdón? Si no lo ha hecho todavía, no espere más. Decida ir hoy
mismo, o por lo menos esta semana a pedirle perdón. Si no puede ir personalmente, escríbale una carta.

¿Habrá alguien que le ha ofendido a usted injustamente? ¿Cómo respondió usted a esta ofensa? ¿Le ha perdonado? En
este caso, recuerde la grandeza del perdón de Dios para usted. No deje que el enojo le siga causando aflicción.
Perdónele hoy mismo y busque la primera oportunidad para ir a reconciliarse con esa persona.

Вам также может понравиться