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La Corte Suprema considera que en virtud del principio iura novit curia el juzgador, sin modificar los hechos expuestos en la demanda, puede aplicar
el derecho que corresponda, pero si quiere utilizar dicha facultad debe hacerlo de manera expresa.
En un caso, la hija de la vendedora solicito la nulidad del acto jurídico de compra venta efectuada por su madre y los demandados, señalando la
falta de manifestación de voluntad, ya que la vendedora contaba con 70 años y padecía de demencia senil al momento de efectuar el contrato.
El Tribunal consideró que no hay una adecuada motivación de la resolución judicial, pues la Sala no explica: Si la falta de manifestación de voluntad
se debe a que la vendedora esta privada de discernimiento, o si se debe al síndrome de deterioro de las capacidades mentales.
Este hecho es significativo, en tanto, estar privado de discernimiento es un asunto propio de la nulidad del acto jurídico, mientras que el deterioro
mental es uno que atañe a la anulabilidad del acto jurídico.
Así el uso del principio ira novit curia es una facultad que debe ser realizada de forma expresa para fundamentar una resolución judicial. Puesto que
dicha situación genera diversas posibilidades.
Las salas superiores vulneran el principio de congruencia procesal cuando emiten pronunciamientos sobre asuntos de las sentencias de primera
instancia que no fueron apelados. La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema estableció este lineamiento jurisprudencial, mediante la sentencia
recaída en la Casación N° 4554-2013 Lima.
Fundamento
En este caso, en primera instancia, se declaró fundada una demanda de divorcio por la causal de separación de hecho y la reconvención de divorcio
por la causal de adulterio.
En consecuencia, se declaró disuelto el vínculo matrimonial, fenecida la sociedad de gananciales y se dispuso por concepto indemnizatorio a favor
de la demandada la adjudicación en propiedad de un inmueble. Además, se determinó la vigencia de la obligación alimentaria entre los cónyuges.
El demandante apeló dicha decisión en el extremo en que se declara fundada la reconvención sobre divorcio por la causal de adulterio.
Luego, la sala superior respectiva confirmó en parte la sentencia apelada, y reformándola declaró infundada la reconvención sobre divorcio por la
causal de adulterio, así como la pretensión indemnizatoria. Por tanto, dispuso el cese de la obligación alimentaria entre los cónyuges.
A criterio del tribunal supremo, la sala se pronunció sobre extremos no impugnados en la apelación, y por tanto se extralimitó en sus funciones.
Por ello, este colegiado evidencia la inexistencia de un fallo acorde ni congruente entre lo peticionado en el recurso de apelación interpuesto por el
demandante y lo resuelto por la sala superior.
No obstante, el artículo 359 del Código Civil dispone que si no se apela la sentencia que declara el divorcio, esta será elevada en consulta.
Al respecto, el supremo tribunal considera que esta consulta responde al cumplimiento de una norma de carácter imperativo que persigue un
examen o conformidad con lo resuelto por el juez de primera instancia.
En tal sentido, el máximo tribunal advirtió que en este caso la sala superior, al resolver la apelación, desnaturalizó el proceso sobre los aspectos no
apelados y que tampoco fueron materia de consulta.
Para el supremo tribunal, el principio de congruencia procesal es un postulado de lógica formal, por el cual el juez debe decidir conforme a las
pretensiones formuladas en el juicio y en armonía con la relación jurídica procesal fijada, sin alterar los aspectos esenciales de la materia
controvertida. A su juicio, está concatenado al aforismo tantum devolutum quantum appellatum, el cual implica que el alcance de la impugnación
determina los poderes del órgano superior, a fin de que pueda resolver en forma congruente la materia objeto del recurso. El colegiado revisor
debe resolver en función al sustento de la apelación.
Los jueces no podrán declarar como concluidos los procesos sobre violencia familiar por la
inasistencia de las partes a la audiencia única y esto debido a la función tuitiva que rige en
estos juicios, cuya importante discusión constituye un tema de salud pública.
Función tuitiva
El artículo 20 de la Ley de protección frente a la violencia familiar establece que las pretensiones
sobre esta materia se tramitan como proceso único conforme a las disposiciones del Código de
los Niños y Adolescentes, por lo que es improcedente el abandono en estos juicios.
A criterio del supremo tribunal, esta disposición obedece a la función tuitiva que rige en los
procesos sobre violencia familiar cuya discusión es un asunto público y no privado,
convirtiéndose en un tema de salud pública.
El artículo 21 de la misma ley señala que en atención a tal función el juez incluso puede fijar
mandatos que aseguren la eficacia de las pretensiones exigidas y los derechos esenciales de la
víctima.
Atribución que a opinión de la sala suprema tendría que ser ejercida con el mínimo formalismo
para lograr el objetivo del proceso, que es la lucha contra la violencia familiar.
Siendo ello de esta forma, el supremo tribunal considera inaplicable en forma supletoria el
artículo 203 del Código Procesal Civil, que consagra la obligación del juez de dar por concluido
el proceso por inconcurrencia de las partes a la audiencia, que en el presente caso aplicaron los
órganos judiciales de instancias inferiores.
A juicio de la sala suprema, la aplicación de este artículo 203 no solo vulnerala naturaleza de la
función tuitiva de los procesos sobre violencia familiar, sino que también contraviene lo
expresamente señalado por la ley de protección frente a este tipo de violencia.