Mientras vos me leés con comodidad, alguien está en la cama de un hospital.
No pretendo que te alegres con la desgracia ajena ni que sea tu consuelo el mal de muchos pero, por suerte, despeja mi cielo saber que tengo cinco dedos sanos en cada uno de mis sanos pies, que soportan el peso de un cuerpo sano con mente lúcida y buen corazón! Si vos no podés “conformarte” con eso buscá otro camino. Tu cielo seguirá nublado en lo que de mí dependa; no podré tirarte ninguna otra soga. Mi simple receta será, para algunos, conformista, poco ambiciosa; a mí me va perfecta, por eso cumplo en prescribirla. El “medicamento” que voy a recetarte ahora, no es para todos los días, es solo para cuando lo necesites: estáte muy atent@ a sintonizar siempre la misma frecuencia del otro y, por sobre todo, tratá de que ambos siempre sintonicen la frecuencia del corazón. No olvides que todo lo dicho desde el corazón podrá ser mal interpretado pero a la larga, el otro sabrá de tu buena intención.