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FEBRERO DE 2013
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EL PROBLEMA
¿Sienten que no les es posible resolver los asuntos con calma, que están caminando por un campo minado y que
cualquier paso en falso podría hacer estallar una pelea?
Si así es, no se desanimen: su situación puede mejorar. Pero primero tienen que descubrir por qué discuten tanto.
LAS CAUSAS
Malentendidos.
Iliana* admite: “A veces intento decirle algo a mi esposo, pero las palabras no me salen como yo quisiera. Otras
veces insisto en que le he dicho algo cuando en realidad solo me lo he imaginado. De verdad, no estoy
exagerando”.
Diferencias de opinión.
Sin importar lo compatibles que sean, no siempre verán las cosas de la misma manera. ¿Por qué? Porque no hay
dos personas totalmente iguales, un hecho que hace la vida más interesante pero que también puede causar
tensión. En el caso de muchas parejas, lo segundo es más común que lo primero.
Malos ejemplos.
“Mis padres se peleaban todo el tiempo y se faltaban al respeto —recuerda Raquel—, así que cuando me casé
comencé a hablarle a mi esposo igual que mi madre le hablaba a mi padre. No había aprendido a ser respetuosa.”
Problemas de fondo.
A menudo, el problema que origina una pelea no es el que parece a simple vista. Por ejemplo, cuando una esposa
le dice a su esposo: “¡Siempre llegas tarde!”, el problema tal vez no sea que él haya llegado tarde, sino que ella
siente que no la trata con consideración.
Sea cual sea la causa, las peleas frecuentes afectan la salud e incluso pueden llevar al divorcio. Entonces, ¿cómo
dejar de discutir?
Ahora, si uno o los dos siguen pensando que lo sucedido es grave, den el siguiente paso.
3. Anoten cada uno en su hoja lo que sintieron durante la discusión. El esposo podría escribir algo como: “Me
pareció que preferías estar con tus amigas a estar conmigo”. Y la esposa podría poner: “Sentí que me trataste
como a una niña que tiene que estar llamando a su papá a cada rato”.
4. Intercambien las hojas y lean lo que escribió el otro. ¿Qué sentía en el fondo su cónyuge mientras estaban
discutiendo? Digan qué cosas pudieron haber hecho de manera diferente para tratar el problema de fondo y
no terminar peleando.(Principio bíblico: Proverbios 29:11.)
5. Hablen de lo que aprendieron durante el ejercicio. ¿Cómo pueden ponerlo en práctica para ahorrarse
discusiones futuras o para detenerlas en cuanto comiencen?
TEXTOS CLAVE
“El que encubre la transgresión busca amor.” (Proverbios 17:9)
“Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros.” (Colosenses 3:13)
“Todo su espíritu es lo que el estúpido deja salir, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último.”
(Proverbios 29:11)
SI HAN DISCUTIDO
Vayan al fondo del problema. ¿Qué necesitaba realmente el uno del otro durante la pelea? Ataquen la raíz.
Recreen la discusión en su mente. ¿Qué cosas pudieron haber hecho de manera diferente para tratar el
problema de fondo sin pelear?
Usted puede mejorar su matrimonio, pero antes necesita identificar la raíz del problema y convencerse de que lo
mejor para ambos es cambiar.
LAS CAUSAS
La crianza. Muchos hombres y mujeres han crecido en hogares donde los comentarios ofensivos eran el pan de
cada día, así que repiten en su matrimonio el patrón que aprendieron de sus padres.
La influencia del mundo del entretenimiento. El cine y la televisión han convertido el lenguaje hiriente en cosa
de risa, lo cual hace pensar a los espectadores que es inofensivo e incluso divertido.
La cultura. Hay culturas en las que se considera que los “hombres de verdad” deben ser dominantes o que las
mujeres deben actuar con agresividad para no parecer débiles. En medio de una discusión, los esposos que tienen
esas características podrían ver al otro como un enemigo, no como un aliado, y emplear palabras que distancian en
vez de unir.
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LAS CAUSAS
Deseo de desquitarse. Hay quienes recurren al silencio para desquitarse de su pareja. Imaginemos que un
esposo hace planes para el fin de semana sin consultar con su esposa. Cuando ella se entera, se enfada y le dice
que es un desconsiderado, pero él la acusa de ser demasiado sensible. Ella se marcha furiosa, decidida a dejar de
hablarle. Es como si le estuviera diciendo: “Tú me hiciste daño y ahora me toca a mí”.
Deseo de manipular. Hay quienes adoptan esa táctica para conseguir lo que quieren. Imaginemos que un
matrimonio está planeando un viaje y que ella comenta que le gustaría invitar a sus padres. El marido no quiere
llevarlos y le dice: “Estoy casado contigo, no con tus padres”. Entonces deja de hablarle para hacerla cambiar de
opinión.
Claro, a veces, cuando la situación se pone tensa, es conveniente dejar de discutir y esperar a que los ánimos se
calmen. Ese tipo de silencio es positivo. La Biblia dice que hay un “tiempo de callar” (Eclesiastés 3:7). Pero cuando
el silencio se usa para desquitarse o manipular, el problema se prolonga y el respeto que se tienen el uno al otro se
debilita. ¿Cómo puede evitar que le suceda eso?
LO QUE PUEDE HACER
Ante todo tiene que reconocer que la táctica de dejar de dirigirse la palabra es, a lo más, una solución temporal.
Es cierto que puede satisfacer el deseo de desquitarse u obligar a su pareja a hacer lo que usted quiere. Pero ¿es
así como desea tratar a la persona a la que prometió amar? Hay mejores maneras de resolver los conflictos.
Trate de captar lo que le quiere decir. La Biblia dice que el amor “no se siente provocado” (1 Corintios 13:4, 5).
Cuando su pareja le diga en tono molesto “Nunca me escuchas” o “Siempre llegas tarde”, no reaccione de manera
exagerada. Mejor trate de captar lo que le quiere decir en realidad. Pudiera ser que la frase “Nunca me escuchas”
realmente signifique “Creo que no tomas en serio mis opiniones”. (Principio bíblico: Proverbios 14:29.)
Vea a su cónyuge como su compañero de equipo y no como un contrincante
Baje la voz. Las discusiones tienden a hacerse más acaloradas mientras más duran. Pero usted puede impedirlo.
¿Cómo? El libro Fighting for Your Marriage (Luche por salvar su matrimonio) explica: “Algo que ayuda a reducir la
tensión es bajar la voz y tomar en cuenta la opinión de su pareja. Muchas veces basta con eso”. (Principio
bíblico: Proverbios 26:20.)
Piense en los dos, no solo en usted. La Biblia dice: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la
de la otra persona” (1 Corintios 10:24). Si ve a su pareja como un compañero de equipo y no como un contrincante,
será menos probable que se sienta ofendido, que discuta y que deje de hablarle. (Principio bíblico: Eclesiastés 7:9.)
La táctica de no dirigirse la palabra va en contra de esta exhortación bíblica: “Que cada uno de ustedes
individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo
respeto a su esposo” (Efesios 5:33). ¿Por qué no hace un trato con su cónyuge y deciden que nunca dejarán de
hablarse?
TEXTOS CLAVE
“El que es tardo para la cólera abunda en discernimiento.” (Proverbios 14:29)
“Donde no hay leña, se apaga el fuego.” (Proverbios 26:20)
“No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido.” (Eclesiastés 7:9)
Parece que esa amistad ya es demasiado estrecha, y debería hacer algo al respecto. Antes de nada, analicemos
qué la ha llevado a ese punto.*
LAS CAUSAS
Satisfacción del ego. Es agradable recibir atenciones de una persona del sexo opuesto, pues hace que nos
sintamos valorados y halagados. Puede que después de varios años de matrimonio, una mujer comience a buscar
esa sensación en la compañía de alguien que no es su esposo. Pero hay que tener cuidado, eso tiene un precio.
La mujer casada que forma un vínculo emocional inapropiado con un amigo está debilitando el vínculo emocional
que la une a su esposo. Pudiera decirse que le está privando del cariño que este merece.
• Pregúntese: “¿Qué necesidades trato de satisfacer con esta amistad y que en realidad debería satisfacer en mi
matrimonio?”.
Vulnerabilidad. La Biblia indica que quienes se casen afrontarán ciertas dificultades (1 Corintios 7:28). Por
ejemplo, tal vez haya ocasiones en las que sienta que su esposo no la atiende ni la quiere o en las que esté
resentida por un problema que no han resuelto. Quizás él no quiera hablar de asuntos como esos, y usted se sienta
frustrada y vulnerable a las atenciones de otra persona. Algunos expertos dicen que no tratar los asuntos difíciles
con el cónyuge puede llevar a problemas matrimoniales e incluso al divorcio.
• Pregúntese: “¿Hay un vacío en mi matrimonio que me ha hecho vulnerable a las atenciones de un amigo?”.
Cómo perdonar
EL PROBLEMA
Cuando discuten, usted y su cónyuge se echan en cara antiguas faltas que deberían estar enterradas desde hace
mucho tiempo. ¿Por qué? Porque uno de los dos, o los dos, no saben cómo perdonar.
Pero se puede aprender. Claro, antes hay que entender por qué cuesta tanto trabajo perdonar.
LAS CAUSAS
Manipulación. Hay quienes se niegan a perdonar a su cónyuge a fin de poder manipularlo más adelante.
Entonces, en la siguiente discusión, sacan a relucir el problema no resuelto para salirse con la suya.
Resentimiento. Las heridas de una ofensa pasada pueden tardar mucho en sanar. Uno podría decir que ha
perdonado, pero quizás guarde resentimiento e incluso tenga deseos de desquitarse.
Desilusión. Muchos comienzan su matrimonio creyéndose que su vida será un cuento de hadas. De modo que
cuando surgen peleas, se preguntan cómo es posible que su alma gemela piense tan distinto a ellos, y se niegan a
ceder. Las expectativas irreales lo pueden hacer a uno más propenso a criticar y menos propenso a perdonar.
Conclusiones equivocadas. Muchas personas creen que si perdonan a su cónyuge, saldrán perdiendo. Piensan,
por ejemplo:
“Si lo perdono, es como restarle importancia a su falta.”
“Si lo perdono, tendré que olvidar lo que me hizo.”
“Si lo perdono, tendré que soportar que me lo siga haciendo.”
En realidad perdonar no implica nada de lo anterior. Pero aun así puede resultar difícil, sobre todo en una relación
tan íntima como la de pareja.
LA ATALAYA 2008-11-01
Podríamos comparar el sentido del compromiso a la mezcla que mantiene firmemente unidos los ladrillos de una
casa. Para crear dicha mezcla hay que combinar varios materiales, como arena, cemento y agua. Del mismo modo,
el compromiso en el matrimonio está formado por varios componentes, como el sentido del deber, la confianza y la
amistad. Ahora bien, ¿qué puede debilitar ese vínculo?
La Biblia es realista y reconoce que estar casado supone mucho esfuerzo. Señala que “el hombre casado se
inquieta por las cosas del mundo, en cuanto a cómo ganar la aprobación de su esposa” y que “la mujer casada se
inquieta por las cosas del mundo, en cuanto a cómo ganar la aprobación de su esposo” (1 Corintios 7:33, 34). Por
desgracia, aunque estemos dispuestos a hacer sacrificios, no siempre somos capaces de comprender las
preocupaciones de nuestra pareja o de valorar lo que hace por nosotros. Si los cónyuges no se demuestran cuánto
se aprecian, es muy probable que sufran mayor “tribulación en la carne” (1 Corintios 7:28).
Para que su matrimonio supere los malos momentos y se fortalezca durante los buenos, es vital que ambos vean
su relación como algo duradero. ¿Cómo puede usted adoptar ese punto de vista y ayudar a su cónyuge a hacer lo
mismo?
Cómo fortalecer el sentido del compromiso
Es esencial ser humilde y llevar a la práctica los consejos de la Palabra de Dios, la Biblia. De ese modo, usted se
beneficiará y también su cónyuge (Isaías 48:17). A este respecto, veamos un par de consejos muy útiles.
¿Cuánta importancia tiene para usted su matrimonio? Normalmente, invertimos más tiempo en los asuntos que
consideramos más importantes. Así, podemos preguntarnos: “¿Cuánto tiempo le dediqué el mes pasado a mi
cónyuge? ¿Qué cosas concretas hice para confirmarle que sigue siendo mi mejor amigo (o amiga)?”. Si le dedicó
poco o ningún tiempo a su matrimonio, puede que a su pareja le cueste creer que usted siente un verdadero
sentido del compromiso.
¿Cree su cónyuge que usted se siente realmente comprometido con su matrimonio? ¿Cómo puede averiguarlo?
¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Le ofrecemos una forma de saber qué piensa su cónyuge sobre su sentido del
compromiso. Escriba en un papel cinco categorías: dinero, trabajo, matrimonio, actividades recreativas y amigos.
Ahora asígnele un número a cada una, de acuerdo con lo que usted crea que son las prioridades de su pareja.
Luego pídale a su cónyuge que haga lo mismo con usted. Finalmente, intercambien las listas y revísenlas. Si su
cónyuge estima que usted no le está dedicando suficiente tiempo y energías al matrimonio, analicen qué cambios
puede hacer para fortalecer el sentido del compromiso. También es importante preguntarse: “¿Cómo puedo
interesarme más por las cosas que le importan a mi cónyuge?”.
La infidelidad comienza en el corazón
¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Si se siente atraído por otra persona, limite su trato a lo estrictamente necesario.
No la compare con su cónyuge ni piense en qué aspectos parece ser mejor. Al contrario, concéntrese en las
virtudes de su pareja (Proverbios 31:29). Recuerde las razones por las que se enamoró de su cónyuge y
pregúntese: “¿Realmente ha perdido aquellas cualidades, o es que he dejado de fijarme en ellas?”.
Recuerde que tanto si las cosas van bien como si no, su cónyuge necesita saber que usted está decidido a luchar
por su relación. Así que no lo dude y tome las medidas que sean precisas para convencer a su pareja de que usted
tiene un verdadero sentido del compromiso.
CUANDO los esposos tienen discusiones como esta, ¿significa que ya no se aman? Por supuesto que no.
De hecho, Fernando y Sara —la pareja que se acaba de mencionar— se quieren muchísimo. No obstante, hasta
los mejores matrimonios tienen sus diferencias de vez en cuando.
Pero ¿por qué surgen los desacuerdos, y cómo puede usted evitar que destruyan la relación con su pareja? Pues
bien, en vista de que fue Dios quien instituyó el matrimonio, es lógico recurrir a su Palabra, la Biblia, para saber lo
que dice al respecto (Génesis 2:21, 22; 2 Timoteo 3:16, 17).
Otro factor que cabe señalar es que la crianza de cada uno pudiera influir en su idea de cómo deben comunicarse
las parejas. Javier, que lleva cinco años de casado, comenta: “En mi familia todos somos reservados y nos cuesta
trabajo revelar abiertamente nuestros sentimientos. Esto le desespera a mi esposa. En su familia son muy
extrovertidos, así que para ella es muy sencillo decirme lo que siente”.
¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? La próxima vez que discutan, pregúntese: “¿Qué pierdo con tomar en cuenta las
preocupaciones de mi cónyuge? ¿He hecho algo que haya añadido leña al fuego? ¿Qué me impide pedir perdón
por mis errores?”.
“¿Subestimo los sentimientos de mi cónyuge?”
La Palabra de Dios nos exhorta: “Todos ustedes sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos
como compañeros” (1 Pedro 3:8). Veamos dos razones por las que tal vez no haya logrado aplicar este principio.
Por un lado, puede ser que le haga falta discernir lo que su pareja piensa o siente. Por ejemplo, si a usted no le
preocupa tanto alguna situación como a su cónyuge, usted tal vez le diga: “Me parece que estás exagerando”.
Aunque su intención sea ayudarle a ver el problema en su debida perspectiva, ¿a quién le consuelan esa clase de
comentarios? Tanto las esposas como los esposos necesitan sentir que sus seres amados los entienden y son
capaces de ponerse en su lugar.
Ahora bien, ¿cuál podría ser la causa de que a alguien le importen poco los sentimientos de su pareja? Quizá sea
una sobredosis de orgullo. La persona orgullosa rebaja a los demás para ensalzarse a sí misma. Tal vez lo intente
valiéndose de apodos despectivos o comparaciones humillantes. Como ejemplo, pensemos en la actitud de los
orgullosos escribas y fariseos contemporáneos de Jesús. Si cualquiera los contradecía —aun cuando fuera uno de
ellos mismos—, recurrían a insultos y a comentarios denigrantes (Juan 7:45-52). Sin embargo, Jesús era diferente,
pues era comprensivo con quienes lo buscaban y le revelaban su sentir (Mateo 20:29-34; Marcos 5:25-34).
¿Cómo reacciona usted cuando su cónyuge le explica algo que le preocupa? ¿Diría que sus palabras, su tono de
voz y sus expresiones faciales reflejan comprensión? ¿O tiende a ser indiferente a los sentimientos de su pareja?
¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Durante las próximas semanas, fíjese en cómo se dirige a su cónyuge. Si se
porta con frialdad o le dice algo humillante, pídale perdón inmediatamente.
“¿Desconfío de los motivos de mi cónyuge?”
“¿Ha temido Job a Dios por nada? ¿No has puesto tú mismo un seto protector alrededor de él y alrededor de su
casa y alrededor de todo lo que tiene [...]?” (Job 1:9, 10.) Con estas palabras, Satanás cuestionó los motivos de
Job, un hombre fiel a Dios.
Si los cónyuges no tienen cuidado, podrían adoptar una actitud similar. Por ejemplo, si su pareja hace algo por
usted, ¿se pregunta qué querrá o si estará ocultando algo? Cuando él o ella se equivoca, ¿concluye usted que ese
error confirma que es una persona egoísta e indiferente? ¿Agrega rápidamente la nueva falta a la lista de sus
antiguos errores?
¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Escriba una lista tanto de las buenas acciones que su pareja haya realizado por
usted, así como de los buenos motivos que pudo haber tenido.
El apóstol Pablo escribió: “El amor no [...] lleva cuenta del daño” (1 Corintios 13:4, 5). Es cierto que el verdadero
amor no es ciego, pero tampoco va contando cada falta. Pablo también aseguró que el amor “todas las cosas [...]
las cree” (1 Corintios 13:7). Esto no quiere decir que el amor sea ingenuo; pero tampoco es suspicaz. Más bien,
nos impulsa a confiar. La Biblia nos invita a cultivar el amor que está siempre listo para perdonar y para otorgar el
beneficio de la duda (Salmo 86:5; Efesios 4:32). Si el esposo y la esposa se tratan con esta clase de amor,
disfrutarán de una feliz vida de casados.
PREGUNTAS PARA PENSAR
¿Qué errores cometió la pareja citada al principio del artículo?
¿Cómo puedo evitar esa clase de errores en mi matrimonio?
¿En cuál de los puntos analizados tengo que esforzarme más por mejorar?